Aportes para un estudio de la historia del Partido de la
Costa.-
- Objetivo, fuentes y
método - El circulo
virtuoso - Una sola
actividad - Propiedad y
pertenencia - Perspectivas
OBJETIVO, FUENTES Y
METODO:
El objetivo de
este trabajo consiste en aportar ideas para el estudio de la
dependencia de una comunidad a un
solo tipo de actividad económica, a través del auge
y desarrollo del
Partido de la Costa y su posterior decadencia.- Este partido
bonaerense, creado por Ley 9024 del 11
de junio de 1978 con la denominación de Municipio Urbano
de la Costa posee una superficie de 226 km2 y se extiende en la
parte norte del litoral marítimo bonaerense.-Sus límites
son: al norte la Bahía de Samborombón, al sur el
Partido de Pinamar, al oeste el Partido de General Lavalle y al
este el Mar Argentino.-
Hemos estudiado particularmente la década de los
años ‘80, desde el año 1978 hasta 1992 a
partir de tres líneas de análisis vinculadas entre
sí:
- La característica original que
presentó un tipo especial de turista y que hemos dado en
llamar "turista propietario"; - La situación generada por la dependencia del
turismo como
única industria
local; y - La existencia de una importante actividad
económica de temporada, desarrollada principalmente por
comerciantes no residentes.-
Creemos que la conjugación de estos elementos a
partir, basicamente de circunstancias de distancia, factores
climáticos de la época en estudio y la influencia
de una concepción cultural, hicieron que esta zona, en esa
época, gozara rápidamente de prestigio y fuera
elegida por gran cantidad de público, para luego perder
vigencia y protagonismo con la misma velocidad.-
Las fuentes de
este trabajo son variadas: Datos
estadísticos del INDEC (Censos Nacionales de Población de 1980 y 1991 y Censos
Nacionales Económicos de 1974 y 1985) y del Registro
Estadístico Bonaerense, información del Servicio
Meteorológico Nacional (Servicio de
Información Meteorológica) y de la
Dirección Provincial de Vialidad, datos aportados
por la Municipalidad del Partido y de empresas y
organismos de la zona (Fundación Mundo Marino,
Aeródromo de Santa Teresita, etc) y, finalmente, encuestas y
entrevistas
desarrolladas entre residentes, propietarios no residentes y
comerciantes.-
Durante los años ’70, y como
históricamente a partir de los años ’40,
existía en nuestro país la clase social tipificada
como "clase media", consecuencia directa del modelo de
acumulación conocido como "Estado de
Bienestar" y constituída por profesionales, empleados de
mediana jerarquía, y pequeños productores,
comerciantes e industriales.- En general hijos o nietos de
inmigrantes extranjeros, con estudios secundarios completos y en
algunos casos universitarios, sus ingresos les
permitía satisfacer sus necesidades de alimentación,
vestido, vivienda y en el caso que nos ocupa, esparcimiento;
disfrutando, además, de una mediana capacidad de ahorro, la
cual, sin embargo desde mediados de esa década comenzaba a
verse amenazada por las diversas políticas
económicas aplicadas por los gobiernos de la época
(Rodrigazo, la "tablita", etc) y por una situación
política
insegura (gobierno de
facto, conflicto
limítrofe con Chile,
etc).-
Sin compromiso político partidario en general,
pero con peso electoral, eran en su mayoría herederos de
varios conceptos formados por sus ascendientes inmigrantes: En lo
económico la aspiración prioritaria era el
asegurarse como primer bien la vivienda propia, e invertir los
excedentes en bienes
raíces como forma de ahorro, y en
lo social-familiar el cumplimiento de ciertos roles familiares
estancos según los cuales el padre debía proveer el
bienestar familiar, mientras que la madre debía criar a
los hijos.- Esta estructura se
sustentaba con un nivel de ingresos que,
para esa época y gracias al modelo de
estado de
bienestar todavía vigente, permitía que no fuera
necesario un segundo salario en
la familia.-
De la aplicación de estos principios, esta
clase social conformaba una célula
familiar clásica para la época: El padre proveedor
que desarrollaba su actividad laboral aportando
los medios para
satisfacer las necesidades del grupo familiar
y la madre ama de casa, especialista en economía
doméstica y dedicada a la crianza de los dos o tres hijos
que completaban la familia, todos
residentes en una casa propia.-
En este marco económico-cultural no era
extraño que una familia de clase
media pudiera disfrutar de largos períodos vacacionales
coincidentes con los recesos escolares estival (alrededor de tres
meses) e invernal ( quince días) y el feriado de Semana
Santa.- En época estival, en particular, la familia
podía trasladarse a un centro veraniego donde el padre
compartía con su familia un período de descanso de
veinte días o un mes, pues los viajes al
exterior no estaban incorporados a la mentalidad de esta clase,
principalmente debido a los costos.- Los
insipientes viajes a Miami
o Brasil
tenían como fin la provisión de artículos de
consumo
importados, pero todavía esos destinos no se
constituían como turísticos.-
Si interpretamos en forma conjunta estos conceptos:
disponibilidad (principalmente económica) de vacacionar,
la prioridad de "la casa propia" y la necesidad de invertir en
bienes
raíces o divisas extranjeras para mantener el capital
ahorrado (que ahora comenzaba a verse amenazado), podemos
entender que la aspiración de la familia consistiera en
pasar largas vacaciones en una zona veraniega, pero en un
inmueble de su propiedad ya
que, dentro de esa concepción no era aceptable el cambio de
rutina que se produciría en el caso del alojamiento
familiar en hoteles, donde la
vida cotidiana de la familia se vería notablemente
alterada, pues ello demandaba, por ejemplo, almorzar y cenar en
restaurantes o lavar la ropa en comercios dedicados a tal fin,
entrando en conflictos los
roles tradicionales e incrementándose el costo de las
vacaciones.- Entonces, el poseer una vivienda veraniega
constituía varias ventajas:
1-Desde lo social, por un lado, el inmueble propio
garantizaba vacaciones, pues estaba disponible, año tras
año y para todos los recesos vacacionales, sin necesidad
de reservas previas, siendo utilizable por otros miembros de la
familia amplia como abuelos o amigos; solo se trataba de cambiar
temporariamente de domicilio, sin cambiar las costumbres ni
afectar en gran medida la rutina familiar.-
2-Desde lo económico, por el otro, en un ambiente
coyuntural inestable y de incertidumbre, poseer una vivienda de
estas características generaba la seguridad de
tener siempre un destino vacacional sin costo extra, y en
última instancia constituía una inversión.-
Surge asi la necesidad de establecer un sitio propio de
veraneo, es decir, adquirir un lote (y construir en el una casa)
o un departamento, en una zona vacacional para trasladarse
libremente la familia durante el comienzo del receso estival.-
Este sitio propio permitía al padre proveedor compartir 15
o 20 días con la familia y luego regresar a su lugar de
origen a desarrollar sus tareas habituales (el 75% de los
propietarios no residentes del Partido de la Costa se domicilian
en Capital
Federal y Conurbano), viajando durante los fines de semana a la
zona de veraneo, para regresar la familia completa al finalizar
el período vacacional.- El resto de la familia
permanecía en la residencia de veraneo, a cargo de la
madre ama de casa.- Es razonable, en esta línea de
análisis, que la familia buscara para
instalar su propiedad de
veraneo un lugar cercano al trabajo del padre, de fácil
acceso y que no constituyera un nucleo urbano importante del tipo
de Mar del Plata (pues las propiedades costeras eran
económicamente inaccesibles por tratarse de casonas de
principios de
siglo, propiedad de familias de alcurnia).- De esa forma, el
litoral marítimo del Partido de General Lavalle, con sus
pequeñas villas veraniegas constituía el enclave
adecuado para instalar una vivienda vacacional: Cerca de Capital
Federal y Conurbano, con gran cantidad de lotes en oferta y
económico.-
Es así que a mediados y fines de los ’70,
los balnearios ya existentes (pequeñas villas despobladas
que databan de los años 30 y 40) comenzaron a recibir
oleadas de turistas que adquirían lotes para edificar
chalets.- Junto con ellos, empresas
especializadas comenzaron a construir edificios de departamentos
de uno a tres ambientes o pequeños chalets en duplex a
razón de cuatro o cinco por lote, generándose una
rápida urbanización de la zona, desde la
línea costera hacia el interior; y este hecho, a su vez,
provocó un incremento en las sumas que el municipio
recibía en concepto de las
tasas correspondientes.- Estos propietarios, asimismo,
conformaron un importante caudal turístico que
redundó en un incremento de la actividad comercial,
elevándose también la percepción
de tasas vinculadas a la misma.-
A comienzos de los ’80 se encuentra ya disparado,
en el ámbito local un período de prosperidad y se
genera un círculo virtuoso de expansión e impulso,
pues a mas turismo, mas actividad
comercial y mas crecimiento urbano y mas atractivos
turísticos y nuevamente mas turismo.- Este círculo
virtuoso se confirma, y a la vez se repotencia con otros hechos
que se suman.- Los mas destacables fueron: a partir del
año 1978 comenzaron los vuelos de Aerolíneas
Argentinas a Santa Teresita, permitiendo el acceso a la zona por
otra vía, además de la terrestre; en enero de 1979
abrió sus puertas Mundo Marino, constituyéndose en
una atracción novedosa, original y exclusiva, no solo en
la zona sino en el país; también en enero, pero de
1981 se abrió definitivamente la ruta provincial 11 en su
tramo Pipinas – Esquina de Crotto, dotando al Municipio de
la Costa de una ruta propia, distinta a la entonces peligrosa y
lenta ruta 2, que ya no soportaba el tráfico vehicular que
esta zona generaba; en el año 1982 se inauguró una
planta transmisora de televisión, dotando a la zona de su propio
canal televisivo; ya para febrero de 1986 se celebró la
primera carrera de Turismo Carretera en el entonces circuito
semipermanente del Partido.- Desde otra perspectiva,
acontecían otros hechos, consecuencia y a la vez motivo
del desarrollo de
la zona: en marzo de 1981 se inauguró la
Casa del Municipio de la Costa en Capital Federal, a fin
de atender a la cantidad de propietarios radicados en esta ciudad
y Gran Buenos Aires, y
finalmente el 23 de mayo de 1983 el Municipio Urbano se
transforma en Partido, logrando su plena
autonomía.-
No solo los hechos humanos aportaban al éxito
de La Costa, pues, según los registros del
Servicio Meteorológico Nacional, en los años 1983,
1984, 1985, 1987, 1988 y 1989 se produjeron las marcas
climáticas mas óptimas en temporada estival, con un
promedio de 5 días por mes de mal clima entre
diciembre y marzo, lo que hacía a la zona un verdadero
paraíso.-
El importante flujo turístico produjo, durante
los años en análisis, una alta tasa de
ocupación durante los períodos vacacionales (en
especial los estivales), generándose una gran cantidad de
fuentes de trabajo.- La gran demanda de
mano de obra, teniendo en cuenta la escasa población de entonces, provocaba que se
abonaran tentadores salarios y esto
actuaba como imán de atracción para gente del resto
del país que se trasladaba en verano a fin de cubrir
puestos de trabajo e incluso ocurría que jóvenes
turistas, cuyas familias veraneaban toda la temporada, se
emplearan en comercios (en general confiterías o
balnearios) a efectos de procurarse un ingreso extraordinario.-
Durante el resto del año, los residentes afrontaban el
invierno con los recursos que toda
la familia había generado durante la temporada estival y
con el ingreso del trabajo estable del jefe de familia que en el
80 por ciento de los casos consistía en empleos
públicos, provinciales o municipales; mantenimiento
de las casas y edificios que luego de la temporada quedaban
desocupados; o en relación de dependencia con las cooperativas
de servicios
locales; o empleos en el ramo de la construcción.- Asimismo, en época
invernal, gracias al receso escolar, se producía un
pequeño movimiento
turístico, nada comparable con el verano, pero suficiente
como para que los comercios estables locales (almacenes,
confiterías, restaurantes y otros) pudieran reforzar su
economía
hasta la próxima temporada y, finalmente, entre los meses
de octubre y diciembre, se producía una pretemporada
motivada por los propietarios-turistas que concurrían a
acondicionar sus casas para el próximo verano para uso
propio o para ofrecerlas en alquiler; acaparando la actividad, en
este caso, los comercios de ferretería,
pinturerías, casas de sanitarios, corralones e
inmobiliarias.-
Puede observase que toda la actividad económica,
en temporada, o fuera de ella, tanto de los particulares, como
del Municipio, era altamente dependiente, en forma directa o
indirecta, del turismo, ocurriendo que no se desarrollaba alguna
actividad local (pesquera, ganadera, agrícola o aún
financiera) paralela, pues la poca industria
existente apenas empleaba alrededor de 500 personas.-
Establecimientos fabriles no relacionados con el
turismo:
Año 1974 (Cenco Nac. Económico): 119
*
Año 1985 (Censo Nac. Económico): 126
**
*Incluye Partido de Gral. Lavalle ** Generados 513
puestos de trabajo.-
La prosperidad de la zona, en un contexto de la
economía general del país de mediado de los
’80, bastante difícil, tentaba a muchas familias a
radicarse en el Partido de la Costa, con el objeto de instalar un
comercio
vinculado al servicio turístico, o conseguir empleo
seguro durante
las temporadas, produciendo esta situación un doble
crecimiento demográfico: el natural de la población
estable y el crecimiento dado por las radicaciones.- Este aumento
poblacional produjo, asimismo, el incremento del número de
comercios estables y de establecimientos educativos y de salud, con la consiguiente
generación de nuevos puestos de trabajo.-
En general la población estable se concentraba en
núcleos urbanos antiguos como San Clemente y Mar de
Ajó, mientras que los nuevos residentes se radicaban en
poblaciones de reciente crecimiento como San Bernardo y Santa
Teresita.-
Evolución de la
población estable:
Año 1980 (Censo Nacional): 25.652
habitantes
Año 1991 (Censo Nacional): 47.278
habitantes
Sin embargo, a pesar de las consideraciones hechas con
respecto a la actividad fuera de temporada y al incremento
poblacional, existía una notable diferencia en la cantidad
de habitantes de las ciudades entre el invierno y el verano, pues
con mas del 70 % de las viviendas y comercios vacíos, los
centros urbanos en época invernal, parecían
verdaderos pueblos fantasmas, siendo los residentes los virtuales
dueños de todo el lugar, desarrollando una vida tranquila
propia de un pequeño pueblo provinciano.-
Cantidad de viviendas*:
Año 1980 (Censo Nacional):
Total: 40.831 viviendas
7.267de residentes (17,80 %)
33.564 de turistas propietarios (82,20 %)
Año 1991 (Censo Nacional):
Total: 72.008 viviendas
14.587 de residentes (20,26 %)
57.421 de turistas propietarios (79,74 %)
* Se incluyen viviendas y locales comerciales
Ese contraste entre el invierno y el verano
producía un ciclo de gran actividad – receso –
gran actividad: La ciudad casi vacía durante el
año, se insertaba en el vértigo de una urbe
ciudadana durante la temporada estival; así,
después de la parsimonia invernal, en pocos días, a
fines de diciembre se producía un vertiginoso movimiento de
vehículos y personas, consecuencia de los locales y
comercios que se rehabilitaban ante la proximidad de la
temporada, y durante la plenitud de esta (enero y febrero),
aún mayor vértigo, con locales nocturnos,
espectáculos teatrales, playas colmadas, calles
desbordantes de turistas, restaurants colmados, etc; mientras
que, a fines de marzo, nuevamente en pocos días, los
edificios se vaciaban y la mayoría de los comercios
cerraban sus puertas.- En entrevistas
realizadas a residentes de la zona, estos reconocieron que este
contraste les generaba alternadamente una sensación de
invasión, y una sensación de
vacío.-
Otro aspecto relevante de esta dependencia del turismo
que venimos analizando se dio con el fenómeno de los
comerciantes de temporada.- Estos comerciantes no eran
residentes, pero desarrollaban una residencia estival (entre
fines de noviembre y principios de abril) dedicada a la
provisión de servicios
turísticos instalando comercios minoristas principalmente
de reventa de artículos textiles y de calzado,
confiterías, pizzerías y rotiserías, etc.-
La instalación de estos comercios, si bien significaba
para el Partido una fuente de ingresos adicional en concepto de tasa
de habilitación, y para los residentes una fuente de
empleos, en general bien pagos pero temporarios y por ello mismo
intensivos (sin francos semanales y de extensas horas de
trabajo), también significaba, al finalizar la temporada
estival, una importante transferencia de recursos fuera
del Partido, pues los comerciantes estivales retiraban sus
ganancias para reinvertirla en su lugar de origen.- Ello explica
el porqué, a pesar del intenso tráfico
turístico y comercial, nunca se desarrolló en el
Partido de la Costa una actividad bancaria o financiera
importante, salvo las aperturas temporales de casa de cambio durante
los veranos en que la inflación y la depreciación monetaria obligaba a los
comerciantes a la compra de dólares a fin de mantener el
valor de los
ingresos.- Los depósitos a plazos fijos u otro tipo de
inversión bancaria, dada la proximidad con
la Capital Federal y el Conurbano, se efectuaban en las entidades
bancarias en las cuales el comerciante era cliente.- Las
sucursales bancarias instaladas en el Partido siempre proveyeron
a la plaza local de servicios menores como el pago de haberes
jubilatorios o cobro de servicios y tasas, operando
exclusivamente en servicios financieros con los residentes que,
como consecuencia de la temporada, hubieran conseguido
algún ingreso que les permitiera efectuar dichas operaciones; pero
lo cierto es que el grueso del capital generado por la actividad
turística era transferido fuera del Partido.- Esta
pérdida de recursos solo se atemperaba en forma indirecta
a través del incremento del volumen de las
tasas de construcción percibida por el municipio
derivado de la reactivación de la construcción en
el período inter temporadas y los ingresos que el sector
privado percibía debido al movimiento económico que
esa actividad impulsaba en la plaza local.-
Analizamos anteriormente la situación de los
residentes y los comerciantes temporarios.- En ambos casos, si
bien en distinto grado, existió un vínculo de
pertenencia con la zona: En el caso de los residentes es claro, y
en el caso de los comerciantes temporales, justamente esa
situación era la que los obligaba a mantenerse en contacto
con la realidad cotidiana del Partido, aún fuera de los
períodos vacacionales, pues la necesidad de rehabilitar su
comercio en la
siguiente temporada, con la expectativa de lograr una ganacia
lucrativa, hacía que se vincularan durante el año,
a través de viajes o contacto con residentes.- En cambio,
el turista puro, el que vacacionaba durante la época
estival y visitaba el Partido durante Semana Santa y vacaciones
invernales, aún siendo propietario de bienes inmuebles de
la zona, en general jamás se involucró con la
realidad del Municipio mas alla de aportarle mensualmente el pago
de la tasa municipal, a la cooperativa de
servicios, el costo del servicio utilizado y al estado provincial
el impuesto
correspondiente.- En entrevistas realizadas con propietarios no
residentes, la mayoría de ellos negó conocer datos
mínimos acerca del Partido fuera de los vinculados a lo
tuístico, como por ejemplo los sucesivos Intendentes, o
que en alguna oportunidad la zona hubiera pertenecido al Partido
de General Lavalle, además reconocieron que nunca se
interesaron por el Partido de la Costa mas allá de su
propiedad, que no se sintieron nunca parte de esa sociedad y que
desconocían la actividad de los residentes fuera de la
temporada.-
Esta autopercepción de los propietarios no
residentes como simples turistas es decir, el comportamiento
social similar al de turistas, de parte de quienes en realidad
eran propietarios, que de desearlo hubieran podido, incluso,
participar en la elección de las autoridades municipales
con un simple trámite de cambio de domicilio,
colaboró con el desarrollo de la dependencia
turística, en virtud de que se presentaban ante los ojos
de los residentes, de las autoridades municipales y de los
comerciantes temporales como un "mercado cautivo"
en un doble sentido:
- Por ser propietarios, quedaba garantizada su
presencia todas las temporadas y su contribución
tributaria; y - Por comportarse como turistas, quedaba garantizado el
movimiento comercial que el turismo genera.-
La década en estudio se caracterizó porque
ese "mercado cautivo"
se comportó tal cual se esperaba de él:
Rutinariamente los propietarios construían sus propiedades
en el Partido y abonaban sus impuestos; a
fines de diciembre o principios de enero se trasladaban a su casa
o departamento durante un mes, o hasta prinicipios de marzo y
consumían los servicios que se les ofrecían.-
Finalizada la temporada, retornaban a su lugar de origen y
durante el año continuaban abonando sus impuestos, tasas
y servicios, hasta la llegada del próximo
verano.-
¿Que ocurriría si ese "mercado" decidiese,
un verano, no concurrir a la Costa? No era una pregunta
válida durante los años ’80, pues el
círculo virtuoso antes descripto demostraba año
tras año que eso no ocurriría, solo se trataba de
generar, año tras año mas atracciones
turísticas.-
En el caso de los residentes se debe hablar de sentido
de pertenencia, pero en el caso de los propietarios, que se
representaban a si mismos como turistas, el sentido de propiedad
reemplazaba al sentido de pertenencia pero cumplía,
paradojicamente, un rol semejante: el propietario no vacacionaba
en "el Partido de la Costa", sino que vacacionaba en "su casa de
la costa", esto entendido como símbolo de status
económico y tradición a la vez, pero no como "ser"
o "sentirse" parte del lugar.-
Lo dicho parece una sutileza dialéctica pero
tiene una importante implicancia para la zona, pues si se analiza
en profundidad se podrá ver que lo impensable en plenos
’80 se transformó en una realidad a principios de
los ’90, cuando por causas económicas, se
cambió al Partido de la Costa por destinos externos, o
simplemente, se dejó de gozar de vacaciones.- Es que el
turista propietario se comportó, precisamente, como lo
había hecho hasta entonces, es decir, aplicando el sentido
de propiedad, en función
del cual eligió el destino que le resultaba mas
económico y mas afín con sus ideas,
económicas y de familia, las cuales también, a
partir de fines de los ’80 y principios de los ‘90
comenzaron a modificarse al ritmo de los cambios que se
imponían en los planos económicos y financieros
generales del país (privatizaciones, convertibilidad,
reforma del estado, etc).-
Recordemos que, entre otros cambios se modificaron las
ideas de consumo,
utilización de servicios, turismo e incluso de familia,
vigentes hasta entonces y que analizamos al comienzo de este
trabajo.- De haber existido sentido de pertenencia antes que
sentido de propiedad, posiblemente hubiera sido distinto, pero
los hechos demuestran que las propiedades sitas en la costa
comenzaron a ofrecerce masivamente en alquiler o venta o se
prestaron a familiares de menores recursos produciéndose,
alrededor de 1992 en adelante, un proceso de
recambio en el perfil del turista.- Esta nueva generación
de turistas, en general ya no de clase media, sino de clase media
empobrecida o de clase trabajadora, no propietarios,
reemplazó a aquellos, modificándose el
círculo virtuoso que explicamos al principio, pues estos
últimos ya eran turistas en sentido puro, sin
relación de pertenencia, ni siquiera de propiedad con la
zona, no constituían el "mercado cautivo" de la
década precedente y no mantenían el nivel de
consumo de los anteriores generándose una
retractación de la actividad comercial.-
Por su parte, la nueva economía del país
produjo un redireccionamiento de las inversiones,
las cuales dejaron de fluir hacia la construcción de
unidades veraniegas con la consecuente y notable
disminución del volumen de obras,
el menor ingreso de las correspondientes tasas para el municipio
y el creciente nivel de desocupación de la mano de obra ligada a la
construcción ahora detenida .-
Así, el Partido de la Costa gozó de
éxito y
popularidad durante una década en la cual se estaba
gestando un modelo económico que, una vez impuesto a
pricipio de los ‘90, se cobró, entre otros, con la
desarticulación de la clase media que aportó al
desarrollo de la zona.- Este hecho y el no haber desarrollado
actividades productivas a la par de la "turismo dependencia"
colocó a este Partido en una encrucijada de díficil
solución: La clase media propietaria, asfixiada por otros
compromisos no solo dejó de veranear en la zona sino que
también dejó de pagar sus impuestos; la actividad
turística, que se limitó a una quincena en cada uno
de los meses de enero y febrero, se hizo casi inexistente el
resto del año.- El estado
municipal a la luz de los
mandatos económicos superiores, se encontró en
permanente achicamiento, sumido en conflicto con
los trabajadores y embarcado en la privatización espasmódica y
desprolija de servicios vitales.-
En nuestro país, a partir de los hechos de
diciembre de 2001, se abrió un proceso en el
cual, la elección del actual Gobierno Nacional
marca,
presuntamente, el comienzo de una nueva etapa.- Si se logra
producir un cambio similar a nivel local y desde allí
proyectar hacia el futuro conociendo los errores pasados, es
mucho lo que los residentes y las autoridades locales pueden
hacer tomando la iniciativa y aprovechando los recursos
humanos y naturales: El turismo debe seguir
impulsándose, pero además hay campo para el
desarrollo de actividades vinculadas a la producción agropecuaria, la pesca y otras;
y en esta etapa deberán requerir de los propietarios no
residentes su participación, hacerlos protagonistas y
explorar las capacidades de ese grupo, a
partir de actividades integradoras y utilizando la estructura
existente en la Ciudad de Buenos Aires,
como la Casa de la Costa o las oficinas de las cooperativas
en esa Ciudad.- Así por ejemplo la celebración de
cursos, charlas,
jornadas o talleres, la
organización de concursos o promociones o cualquier
otra actividad que genere vínculos de pertenencia entre
los no residentes, todo ello sin esperar ayuda o asistencia de
los gobiernos provincial o nacional los cuales, por ahora, poco
pueden hacer.-
Por Daniel Di Paolo ©
Quilmes Pcia de Bs As