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Fisiopatología de las Enfermedades Hepáticas




Enviado por razamedica



    1. Mecanismo de Lesión
      Hepatocelular
    2. Alcohol
    3. Lesión
      Colestásica
    4. Radicales Libres y
      Peroxidación Lipídica
    5. Lesión Bacteriana, Viral e
      Inmunológica
    6. Hepatopatías
      Crónicas
    7. Referencias
      Bibliográficas

    Mecanismo de
    Lesión Hepatocelular

    La muerte de las
    células
    del parénquima hepático o de los hepatocitos es
    común a prácticamente todas las
    hepatopatías, aunque los mecanismos responsables de
    la muerte
    celular sean poco conocidos. La degeneración hepatocelular
    y los mecanismos de la muerte
    celular y estructuras
    diana se han analizado en una revisión de Popper en 1988.

    Alcohol

    El abuso de alcohol puede
    afectar de forma adversa a casi todos los órganos
    corporales, aunque el hígado es especialmente susceptible
    a la lesión, dado que es el lugar responsable de la mayor
    parte del metabolismo
    del etanol. Gran parte de la toxicidad del etanol puede
    atribuirse a la oxidación de etanol a acetaldehído
    por acción de alcohol
    deshidrogenasa, el sistema
    microsomal oxidante de etanol y el sistema de la
    catalasa. El acetaldehído puede también incluir
    sustancias quimiotácticas, quizá leucotrieno B4,
    que atraen a los neutrófilos citotóxicos al
    parénquima hepático. El acetaldehído altera
    la membrana plasmática hepatocelular e incrementa la
    formación de superóxido, un radical libre
    citotóxico. La toxicidad del etanol mediada por radicales
    libres puede acentuarse por la depleción o a la
    interferencia con la síntesis
    de glutatión, un antioxidante esencial. El estado
    hipermetabólico resultante de la oxidación del
    etanol puede conducir a hipoxia en la zona 3 y provocar un
    incremento de susceptibilidad a la peroxidación
    lipídica microsomial. Por último, la inducción del sistema citocromo P –
    450 por el etanol puede aumentar la toxicidad de los metabolitos
    y de las especies que reaccionan con oxígeno.

    Lesión
    Colestásica

    La colestasis es una alteración
    (intrahepática) de la secreción biliar o
    (extrahepática) del flujo biliar desde el hígado
    hasta el intestino. Las sustancias segregadas normalmente en la
    bilis, como los ácidos
    biliares, el colesterol y la bilirrubina, están
    incrementadas en el suero de forma característica. Las enzimas y las
    proteínas encontradas normalmente en la
    bilis (fosfatasa alcalina, gamma – glutamiltranspeptidasa,
    5’ – nucleotidasa, leucina aminopeptidasa e
    inmunoglobulina A) también está aumentadas en el
    suero en forma general. La bilirrubina es probablemente el
    componente más tóxico de la bilis e interfiere con
    muchos sistemas
    enzimáticos, incluyendo los de la respiración y los de la
    fosforilación oxidativa, con la glucogénesis y con
    el ciclo de los ácidos
    tricarboxílicos. La bilirrubina también interfiere
    con la síntesis
    del grupo hemo y
    con el metabolismo de
    lípidos,
    aminoácidos y proteínas.
    A concentraciones elevadas, la bilirrubina puede interferir
    también con la función de
    la membrana.

    Hipoxia/Isquemia

    La lesión por hipoxia es resultado de las
    alteraciones circulatorias en las que está comprometido el
    suministro del oxígeno. La hipoxia puede ser la causa
    más frecuente de muerte celular
    en la patología humana. Los efectos de la hipoxia sobre el
    hígado se han estudiado en animales
    experimentales, en los que la duración y la gravedad de la
    privación del oxígeno pueden controlarse. En estos
    estudios, la hipoxia se ha asociado con la disminución del
    adenosín trifosfato (ATP) que estimula la
    glucólisis, depleciona los depósitos de
    glucógeno y produce un acúmulo de lactato, con la
    disminución consiguiente del pH
    intracelular. La pérdida de fosfatos de alta
    energía también conduce a la reducción de la
    síntesis de proteínas e interfiere con las bombas
    iónicas responsables del mantenimiento
    de la homeostasis
    del potasio y del sodio. El resultado final es la
    tumefacción celular y la pérdida de la integridad
    de la membrana plasmática, que facilita la
    liberación de enzimas
    hepáticas intracelulares al plasma.

    Recientemente se ha demostrado un gran interés en
    los efectos de la isquemia e hipoxemia para reducir al
    mínimo las lesiones hepáticas asociadas con la
    preservación y el trasplante. Las lesiones por
    preservación y reperfusión se han expuesto como
    causas principales del fracaso primario de los trasplantes y de
    la relativamente elevada tasa de complicaciones y rechazos. Se ha
    sugerido que el exceso de producción de oxidantes asociado con la
    depleción de antioxidantes titulares endógenos
    implica que el hígado preservado sea susceptible a los
    metabolitos de reacción con el oxígeno formados una
    vez reperfundido el hígado preservado.

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Resección hepática para
    trasplante.

    La mejora significativa de la calidad de la
    solución de los hígados preservados en la Universidad de
    Wisconsin (UW) se ha atribuido a la inclusión de
    antioxidantes e inhibidores de los generadores enzimáticos
    de radicales libres citotóxicos. La observación de que el aumento de la
    solución UW con glutatión reducido suprime en gran
    medida la lesión de reperfusión, refuerza el
    papel de las
    especies reactivas con oxígeno en la conservación y
    el trasplante del hígado.

    Aunque los metabolitos reactivos con el oxígeno
    pueden elevarse a partir de varias fuentes, la
    enzima xantín oxidasa (XO) se ha implicado con frecuencia
    como fuente intracelular importante de radicales de
    oxígeno tóxicos. Gran parte de la evidencia para la
    implicación de la XO en la isquemia de reperfusión
    se basa en los efectos protectores del alopurinol, un inhibidor
    de la XO.

    La lesión hepatocelular resultante de la hepatitis aguda o
    de la colecistitis se ha asociado con el aumento de
    concentraciones de XO circulante junto con otras enzimas
    hepatocelulares. (1)

    Recientemente se ha comprobado que el hígado
    humano libera cantidades significativas de XO a la
    circulación sistémica tras la reperfusión.
    (2)

    Radicales Libres y
    Peroxidación Lipídica

    Los radicales libres también pueden
    formarse por la oxidación de moléculas
    orgánicas. Está bien establecido que el
    tetracloruro de carbono forma
    el radical triclorometilo, altamente reactivo. La toxicidad de la
    nitrofurantoína, el paraquat y otros compuestos
    aromáticos puede también implicar la producción de radicales libres.
    (1) Uno de los mecanismos propuestos para explicar la
    toxicidad del halotano implica la formación de especies
    reactivas con el oxígeno. (3) También es
    posible que ciertos compuestos pudieran deplecionar los
    antioxidantes esenciales y, por tanto, hacer susceptible al
    hepatocito a la fuerza. Tal es
    el caso de la depleción del glutatión reducido por
    el acetaminofeno y el bromobenzeno. (1)

    Lesión
    Bacteriana, Viral e Inmunológica

    Los productos
    bacterianos como las endotoxinas pueden provocar
    degeneración y muerte posterior de los hepatocitos. Las
    endotoxinas son lipopolisacáridos compuestos por una parte
    hidrofílica de carbohidrato, una cadena bacteriana
    oxigenada específica de cepa, un núcleo menos
    variable y el lípido A. La porción lipídica
    es responsable de las reacciones biológicas comunes a las
    endotoxinas y de la unión de lipoproteínas de alta
    densidad (HDL)
    en sangre y células.
    En el hígado, la fijación de la endotoxina es mayor
    para las células de Kupffer que para el hepatocito. Aunque
    la unión de la endotoxina con el hepatocito podría
    provocar cierta toxicidad directa, el estímulo de las
    células de Kupffer para producir eicosanoides y otros
    mediadores citotóxicos podría llevar a la
    colestasis y a la lesión hepatocelular. Los virus
    también pueden desencadenar lesiones hepatocelulares, que
    pueden ser directas o, más probablemente, indirectas, a
    través de la producción de citoquinas, generando
    una citotoxicidad dependiente de linfocitos o de
    macrófagos. Los mejores ejemplos son los virus de la
    hepatitis y
    ciertos herpes virus. (1) Los antígenos de la
    membrana hepática podrían ser la diana de las
    lesiones mediadas por células, dado que se encuentran
    anticuerpos para estos antígenos en la hepatitis
    autoinmune (4) y en la cirrosis biliar primaria. Otros
    antígenos de membrana potenciales para generar la
    citotoxicidad mediada por células con las
    lipoproteínas específicas del hígado y la
    lecitina hepática, antígenos que pueden intervenir
    en la hepatitis B y en otras enfermedades
    hepáticas. (1)

    Hepatopatías Crónicas

    Aunque en el análisis previo se ha hecho hincapié
    en la lesión hepatocelular aguda, casi todos los
    mecanismos analizados también pueden producir una
    lesión hepática crónica. En la lesión
    crónica, el proceso de
    lesión se ha modificado por cambios adaptativos para la
    continuación del estímulo nocivo. Pueden inducirse
    enzimas microsomales, mitocondriales e incluso antioxidantes.
    Otras modificaciones adaptativas incluyen alteraciones
    lisosomales, hipertrofia celular, metamorfosis de ácidos
    grasos, alteraciones de la transcripción y la
    traslación y alteraciones de la función
    transportadora y de almacenamiento.
    El fracaso de las modificaciones adaptativas para compensar la
    lesión conducen, en último término, a la
    producción de fibroplasia que rodea a los hepatocitos y a
    la cirrosis, que interviene con la perfusión del
    parénquima y conduce a la pérdida de la
    función hepática. Las enfermedades hepáticas
    agudas y crónicas pueden ser silentes (subclínicas)
    o clínicamente evidentes. Las enfermedades
    subclínicas normalmente se detectan cuando se obtienen
    pruebas
    bioquímicas anormales durante exploraciones rutinarias.
    Las enfermedades clínicamente evidentes, sea cual sea su
    etiología, se caracterizan en general por
    hipertensión portal, ictericia, várices sangrantes,
    ascitis, síndrome hepatorrenal y encefalopatía
    portosistémica. (1)

    Referencias
    Bibliográficas

    1. Parks A, Gelman S, Maze M. Fisiología Hepática. En: Miller E,
      editor. Anestesia. 4ta ed. España:
      Harcourt Brace; 1998. p. 629 – 42.
    2. Tan S, Gelman S, Poplawski SC et al. Xanthine
      oxidase: release into the circulation following human liver
      transplantation. Gastroenterology 1992; 102: A246.
    3. Elena G. Metabolismo y toxicidad de los
      anestésicos inhalatorios. En: Paladino MA, director.
      Farmacología Clínica para Anestesiólogos.
      1ra ed. Argentina: Mc
      Graw – Hill Interamericana; 1997. p. 117 –
      35.
    4. Infante M, Arús E. Hepatitis Autoinmune. Rev
      Cubana Med 2000; 39(1): 49-56.

    David Rodríguez Díaz

    Estudiante de VI Año de Medicina
    Humana

    Facultad de Medicina

    Universidad Privada "Antenor Orrego"

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