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Escorrentía y erosión del suelo



    1. División de las aguas de
      escorrentía
    2. La erosión del
      suelo
    3. Medición de la
      erosión del suelo
    4. El caudal de los
      ríos
    5. El control de las
      crecidas
    6. Aguas freáticas y
      régimen de los ríos

    La escorrentía es una fase del ciclo
    hidrológico. Recuérdese que el agua pasa
    de ser el vapor de agua contenido
    dentro de las masas de aire de la
    atmósfera,
    para luego convertirse en precipitación o lluvia. A su
    vez, el agua se evapora directamente desde el suelo, o es
    liberada en forma de vapor a través de las plantas
    (evapotranspiración). Otra parte del agua es infiltrada a
    través del suelo para alimentar a las aguas
    freáticas o subterráneas. Las aguas que logran
    mantenerse en movimiento
    sobre la superficie se convierten entonces en aguas de
    escorrentía.

    El agua de escorrentía crea sistemas de
    desagüe o de drenaje; éstos poseen la forma de la
    hoja de una planta, cuyas nervaduras se asemejan a la red de ríos y el
    pecíolo (palito que sostiene la hoja) al canal de
    desagüe. Dichos sistemas son un mecanismo de convergencia,
    donde los ríos más pequeños desembocan en
    ríos cada vez más grandes. De tal manera que los
    cuerpos de agua pueden clasificarse ordenadamente desde las
    nacientes; así, los ríos de las cabeceras
    serán los de primer orden, los cuales desembocarán
    en los de segundo orden, y así sucesivamente. Un sistema o una
    cuenca de drenaje puede delimitarse en un plano trazando una
    línea a lo largo de la divisoria de aguas. Una divisoria
    de aguas es un límite natural desde donde el agua de
    escorrentía fluye en direcciones opuestas. Desde tiempos
    remotos, estas líneas imaginarias han servido de límites
    políticos entre estados, así como de
    línderos entre propiedades privadas. Es importante el
    trazado de las divisorias de aguas de una región para el
    caso de estudios de climatología o de hidrología
    aplicada.

    Las aguas de escorrentía son de vital importancia
    para el hombre,
    puesto que sin este recurso las actividades humanas se ven
    seriamente restringidas. Así, por ejemplo, muchas de las
    antiguas civilizaciones se desarrollaron en torno a grandes
    ejes de drenaje, pues el agua corriente se utiliza para el riego
    de los cultivos; es útil en las actividades
    manufactureras; sirve para el consumo de las
    comunidades urbanas; por otra parte, la escorrentía
    alimenta los grandes embalses que son útiles para la
    generación de energía
    eléctrica; los grandes ríos sirven,
    además, para la navegación, convirtiéndose
    en especies de autopistas por donde circulan numerosas
    embarcaciones, y son, al mismo tiempo,
    importantes para la pesca, por ser
    el hábitat de múltiples especies
    comestibles.

    División de
    las aguas de escorrentía

    Se pueden dividir en dos tipos: en aguas de arroyada y
    encauzadas.

    Aguas de arroyada: Se desplazan sobre las
    vertientes a manera de redes de hilillos
    diseminados o en delgadas películas o mantos. En una
    vertiente determinada, en caso de que llueva en forma
    persistente, llega el momento en que la capa superficial del
    suelo queda completamente empapada, lo cual limitará la
    infiltración, y hará que el exceso de agua tienda a
    acumularse en la superficie. Posteriormente, los charquitos
    rebasarán sus límites y se producirá el
    escurrimiento. En superficies ásperas, donde el
    micro-relieve es
    irregular o que presente obstáculos como yerbas u otras
    plantas, la arroyada se desdobla formando redes de riachuelos,
    donde unos charquitos se conectan con los otros. Durante un
    aguacero, la circulación de la arroyada es difícil
    de contemplarse, debido a las yerbas o al mantillo de hojarasca
    que se forma por debajo del bosque. Sobre superficies más
    o menos lisas, como es el caso de afloramientos rocosos de perfil
    rectilíneo, la arroyada se produce a modo de
    películas de agua. La arroyada en surcos es una
    situación intermedia entre la arroyada en mantos y las
    aguas encauzadas, y como consecuencia la excavación
    originará una serie de canales paralelos que en muchos
    casos se harán cada vez más amplios y profundos. En
    casos especiales, la escorrentía se produce por la
    surgencia de aguas subterráneas a modo de
    manantiales.

    Aguas encauzadas: Como su nombre lo dice, a
    diferencia de las anteriores, éstas discurren a lo largo
    de cauces bien definidos, para formar desde pequeñas
    quebradas hasta ríos de mayor tamaño. Las aguas
    encauzadas son abastecidas tanto por las aguas
    subterráneas como por las aguas de arroyada; estas
    últimas discurren por las vertientes y desembocan en los
    cauces ubicados aguas abajo. Los espacios por donde se mueven las
    aguas de arroyada reciben el nombre de interfluvios.

    La erosión
    del suelo

    El suelo es la capa superficial de la superficie
    terrestre constituida por materiales
    orgánicos e inorgánicos. Los suelos
    residuales, es decir, aquellos que se desarrollan sobre plena
    roca madre, poseen un corte que muestra de arriba
    hacia abajo cuatro horizontes esenciales: a) hojarasca, b) capa
    mineral con humus, c) capa mineral sin humus y d) roca madre en
    proceso de
    meteorización. Los edafólogos (especialistas en el
    estudio de los suelos) afirman que un suelo es profundo cuando
    supera los 100 centímetros. El término suelo,
    según la edafología, se aplica entonces a la capa
    superficial donde se sustentan las plantas, puesto que las
    raíces de los árboles
    tienden a extenderse más lateralmente que en
    profundidad.

    Una de las particularidades de los suelos es que
    están conformados por materiales no consolidados, bien sea
    arcillas, limos, arenas, gravas, etc. Y es precisamente esta
    característica la que los hace susceptibles
    a la erosión, especialmente a la erosión
    hídrica. En la naturaleza se
    tienen dos modelos de
    erosión, a saber:

    1. Modelo de erosión geológica: Ocurre en
      vertientes en estado de
      equilibrio
      ambiental, donde debe haber una capa de vegetación
      efectiva, como es el caso del bosque. Las gotas de lluvia se
      estrellarán primero contra las ramas de los
      árboles, antes de alcanzar la superficie; de esa manera
      podrán disminuir la velocidad y
      la fuerza del
      impacto. Sin embargo, a los pocos instantes de comenzar a
      llover, el goteo sobre el piso del bosque será
      inevitable, pero ya el impacto de las gotas no tendrá la
      misma fuerza, de no ser por la previa amortiguación
      ejercida por las ramas y troncos de las plantas. El impacto de
      dichas gotas se hará casi nulo, a causa de la existencia
      de una especie de alfombra representada por el mantillo de
      hojarasca. Aunado a ésto, el poder de
      arrastre o socavación de las aguas de arroyada se reduce
      notablemente a causa de los innumerables obstáculos
      representados por las raíces, los tallos de los
      árboles y el mismo mantillo de hojarasca. Bajo estas
      condiciones, la pérdida de suelo se hace mínima,
      aunque muchas sustancias minerales
      serán evacuadas en solución hacia los cauces
      ubicados al pie de las vertientes. Es de recalcar que en los
      suelos ricos en arcilla la escorrentía es mayor que la
      infiltración y, por lo tanto, se estima que el desgaste
      o la pérdida de materiales es superior que en aquellos
      suelos de texturas arenosas, sobre los cuales la
      infiltración supera a la escorrentía. De la misma
      manera, el grado de inclinación de las vertientes
      influye en la mayor o menor velocidad del agua de arroyada; por
      lo tanto, el desgaste de los suelos será superior en los
      lugares más empinados.
    2. Modelo de erosión acelerada: Supóngase
      que el hombre
      interviene una zona boscosa, ya sea porque necesita madera o
      porque desea explotar los minerales existentes. En caso de que
      el suelo quede enteramente desnudo y expuesto ante los agentes
      erosivos, uno de los primeros procesos
      encargados de remover los materiales es la salpicadura; es
      decir, el efecto de remoción del suelo ante el impacto
      de las gotas de lluvia sobre un suelo empapado. En vertientes
      inclinadas, la mayor parte de los materiales arrojados
      alrededor del pequeño cráter formado por una gota
      de agua, se dirigirán ladera abajo. En consecuencia, el
      impacto de millares de gotas de lluvia se encargará de
      remover toneladas de suelo. Los ambientes así afectados
      tenderán a desarrollar surcos; dichos surcos al pasar el
      tiempo se convertirán en cárcavas. Estas
      condiciones favorecen también la formación de
      pirámides de tierra (para
      los geomorfólogos franceses: "señoritas
      ensombreradas"), las que consisten de una elevación
      más o menos cónica, constituida por materiales
      sueltos y en cuya cúspide debe haber un bloque, el cual
      hace las veces de un escudo protector ante el impacto de las
      gotas de lluvia. Estas formas pueden medir desde unos pocos
      centímetros hasta varios metros de altura. La
      erosión acelerada no sólo es producida por el
      hombre, también puede ser generada a partir de eventos
      naturales catastróficos, como, por ejemplo, durante
      poderosas tormentas y huracanes.

    Las cárcavas son canales o zanjas producidas por
    la erosión hídrica. En la terminología
    universal, las áreas con cárcavas reciben el nombre
    de "bad lands". Una de las condiciones para que se formen las
    cárcavas o barrancos es que los materiales deben ser
    blandos o no consolidados. Los climas más propicios para
    la formación de barrancos son los áridos o
    semiáridos. Las cárcavas evolucionan creciendo
    longitudinal, vertical y lateralmente. En planta, poseen una
    forma digitada, es decir, que poseen entrantes en forma de dedos,
    los cuales le ganarán espacio al terreno durante las
    épocas de lluvias fuertes. Es en esas circunstancias
    cuando se habla del retroceso de las cárcavas. Dicho
    retroceso es el responsable muchas veces de arruinar terrenos
    agrícolas, carreteras y el de hacer colapsar viviendas y
    otras infraestructuras. El crecimiento de las cárcavas se
    puede combatir mediante la puesta en práctica de medidas
    no necesariamente tan costosas, tales como la
    concientización de las comunidades, el corte escalonado de
    taludes y su reforestación. Las medidas más caras
    incluyen la construcción de muros, alcantarillas y
    canales disipadores de energía.

    Medición de
    la erosión del suelo

    Existen muchos métodos
    para medir la erosión del suelo, parte de ellos
    sofisticados y asociados particularmente a los cálculos
    matemáticos; sin embargo, hay métodos sencillos
    como es el caso de las chapas. Este método
    sólo es aplicable en zonas de escasa vegetación,
    como en áreas de suelos desnudos empleados en actividades
    agrícolas. La idea es colocar tapas de refresco al
    revés, enterrándolas a ras del terreno. Se deben
    colocar siguiendo una cuadrícula con distancias no muy
    amplias como para obtener valores
    más exactos, por ejemplo, cada 5 metros. Después de
    ocurrido un aguacero se acudirá a la zona y se
    medirá la altura del pedestal formado por debajo de cada
    chapa (ocurre lo mismo que en las pirámides de tierra). Se
    determina el promedio de la altura de los pedestales y, por
    último, se multiplica por el área de la zona en
    estudio. El resultado será la pérdida de suelo
    estimada en metros cúbicos. Si se conoce el peso promedio
    del suelo, el resultado podrá expresarse también en
    kilogramos o en toneladas. Veamos un ejemplo:

    Sea una zona de una hectárea, es decir de 10.000
    metros cuadrados, donde obtuvimos un espesor promedio de 3
    centímetros, es decir de 0,03 m. Aplicando la
    fórmula:

    Pérdida de suelo = Area x Espesor

    P.S. = 10.000 m² x 0,03 m = 300

    Cuando se trate de una zona muy lluviosa los pedestales
    bajo las chapas se vendrán abajo, y entonces será
    necesario emplear estacas graduadas.

    En áreas cubiertas de vegetación se pueden
    utilizar bandejas o recipientes colocándolas al pie de las
    vertientes en estudio, justo donde desemboquen las aguas de
    arroyada. Al cesar el flujo, se procede a determinar la cantidad
    de materiales atrapados en dichos recipientes.

    El caudal de los
    ríos

    El caudal o el gasto es la cantidad de agua que pasa por
    una sección determinada de un río y se expresa en
    metros cúbicos por segundo. La medición del caudal de un río se
    hace a través de un instrumento llamado
    correntímetro, el cual sirve para determinar la velocidad
    de la corriente en una sección determinada. Luego, esa
    velocidad se multiplica por el área de la sección
    en estudio y se obtendrá el caudal correspondiente. El
    caudal varía de acuerdo a la época del año:
    en períodos de lluvias el caudal de los ríos es
    alto, mientras que durante la sequía el caudal se hace
    bajo o incluso se hace nulo. El caudal de los ríos de
    primer orden es siempre más bajo que el caudal de los
    ríos subsiguientes (segundo orden). Las mediciones del
    caudal de los ríos pueden ser acompañadas por
    mediciones de sedimentos en suspensión (arcillas y limos),
    lo cual puede ser útil en la estimación de los
    grados de erosión de las cuencas de drenaje. Esto es de
    suma importancia en los estudios comparativos a la hora de elegir
    sitios para la construcción de represas, puesto que es de
    sumo interés
    que la vida útil del embalse sea lo más prolongada
    posible.

    El control de las
    crecidas

    Las crecidas o avenidas de los ríos se controlan
    de dos modos esenciales: 1) retrasando la escorrentía y 2)
    modificando los cauces bajos. Se retrasa la escorrentía
    reforestando las cabeceras de una cuenca de drenaje con la
    finalidad de evitar el desagüe violento de las aguas. Las
    plantas se encargarán de favorecer la infiltración
    del agua en detrimento del exceso de aguas de arroyada. Existen
    especies de árboles de crecimiento rápido,
    así como de ciertas gramíneas óptimas para
    la estabilización de las vertientes. Es decir que no
    sólo servirán para amortiguar el desagüe, sino
    también para disminuir la erosión de los suelos.
    Otra de las medidas que sirve para mitigar el efecto nocivo de
    las crecidas, es la construcción de represas en las partes
    altas de las cuencas de drenaje. Aunque se trata de
    infraestructuras costosas, el impacto socioeconómico
    positivo de una represa podrá manifestarse a corto plazo
    mediante la generación de energía eléctrica
    y la obtención de agua tanto para las actividades
    agrícolas como urbanas. En casos donde la erosión y
    los movimientos de masas de las vertientes sean muy fuertes, el
    único fin de las represas será el entrampamiento de
    los sedimentos.

    En los cauces bajos de los ríos, particularmente
    donde los ríos desarrollan un tren de meandros (curvas),
    una de las medidas más tradicionales es la
    construcción de muros y malecones especialmente
    diseñados por los ingenieros civiles. Por otra parte, los
    ríos pueden desviarse mediante la construcción de
    canales que se encarguen de llevar el exceso de agua hacia
    lugares que se ubiquen pendiente abajo, lejos de los sitios que
    deseamos proteger (centros poblados, carreteras,
    etc.).

    En estos proyectos lo
    ideal es que participen equipos multidisciplinarios, pues es una
    irresponsabilidad encomendarle una tarea de esta magnitud
    únicamente a un ingeniero civil (lo que no es raro en
    nuestro mundo subdesarrollado); además de dicho
    profesional, debe haber un equipo donde hayan: un ingeniero
    forestal o agrónomo, un geólogo, un
    hidrólogo, un geógrafo, etc.

    Aguas
    freáticas y régimen de los
    ríos

    Los materiales permeables como las arenas, gravas y
    rocas diaclasadas
    tienen alta capacidad de almacenamiento de
    agua, debido a la existencia de abundantes espacios vacíos
    o poros. En cambio, son
    materiales impermeables las arcillas y las rocas no fracturadas,
    las cuales retienen o no dejan fluir el agua hacia otras
    posiciones. El límite superior de las aguas
    freáticas o subterráneas recibe el nombre de nivel
    freático o mesa de agua. En la época de lluvias el
    nivel freático está cercano a la superficie,
    mientras que en la época de sequía dicho nivel se
    hace más profundo. Todo eso es un fiel reflejo de que las
    aguas subterráneas son alimentadas por las aguas de
    lluvia.

    El régimen de los ríos depende en gran
    medida de la fluctuación del nivel freático. Cuando
    a lo largo del año el nivel freático está
    más alto que el cauce de los ríos –en el caso
    de paisajes acolinados-, la tendencia es que el agua corriente se
    mantenga y los ríos nunca se sequen. Son entonces
    ríos de régimen permanente. Al contrario, son
    ríos de régimen intermitente aquellos que se secan
    en determinados períodos del año, especialmente
    durante la época de sequía, cuando el nivel
    freático desciende por debajo del cauce.

    El movimiento de las aguas freáticas es de sumo
    interés en los estudios geomorfológicos, sobre todo
    en los casos en que la roca se disuelve y se forman extensas
    redes de galerías que alcanzan la superficie mediante
    cuevas y depresiones. Este fenómeno ocurre de forma
    espectacular en las calizas.

    El conocimiento
    de las aguas subterráneas es muy importante en la
    ubicación de infraestructuras, y es fundamental en la
    localización y apertura de pozos de agua para el consumo
    humano, así como en la ubicación de
    infraestructuras que puedan contaminar tanto las aguas de
    escorrentía como las aguas freáticas, por ejemplo,
    a través de fábricas de químicos,
    gasolineras, pozos sépticos, y rellenos sanitarios. En
    estos casos también es imprescindible la asesoría
    de equipos multidisciplinarios.

    Referencias: Strahler, A. Geografía Física; Thornbury, W.
    Principios de
    Geomorfología; Tricart, J. La epidermis de la tierra; y
    Santiago, J.E. Generalidades sobre la erosión en
    cárcavas.

    El autor: 

    Jesús Enrique Santiago
    Geógrafo – Geomorfólogo
    Profesor de Geomorfología en la Universidad de
    Oriente
    Ciudad BolívarVenezuela.

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