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Ultimo escrito de Eva Perón




Enviado por panchiib



    Ultimo escrito de Eva
    Perón

    1. Mi voluntad
      suprema
    2. Obra
      política
    3. Somos más
      fuertes.
    4. Vivir con el
      pueblo
    5. Las jerarquías
      clericales
    6. La
      religión
    7. Las formas y los
      principios
    8. Los pueblos y
      Dios
    9. Los
      ambiciosos
    10. El gran delito
    11. Una sola clase


    Leído por el locutor oficial desde los balcones de la Casa
    de Gobierno en
    presencia del general Juan Domingo Perón el
    17 de Octubre de 1952, a 82 días de su muerte desde
    los balcones de la Casa Rosada, en Plaza de
    Mayo.

    MI VOLUNTAD
    SUPREMA

    "Quiero vivir eternamente con Perón y
    con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y
    será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la
    última voluntad de mi corazón.
    Donde esté Perón y donde estén mis
    descamisados allí estará siempre mi corazón
    para quererlos con todas las fuerzas de mí vida y con todo
    el fanatismo de mi alma. Si Perón muriese antes que yo, me
    iría con él, pero mi corazón se
    quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis
    obreros, con mis ancianos, con mis niños
    para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo y para
    ayudarlos a sufrir un poco de mis propios dolores. He sufrido
    mucho, pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo
    no quise negarme, acepto sufrir hasta el último día
    de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o
    enjugar alguna lágrima.

    En este parrafo se destaca el amor que
    Eva tenia por su pueblo y por, el siempre presente en sus
    discursos,
    Gral Perón.

    Pero sí Dios me llevase del mundo antes que a
    Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y
    mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo
    seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos,
    haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que no
    les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en sus
    almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema
    y me consume como una sed amarga e infinita.
    Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino
    abierto de la justicia y de
    la libertad hasta
    que llegue el día maravilloso de los pueblos. Yo
    estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea
    pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la "ignominiosa"
    raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón
    y con mi Pueblo, para pelear contra la oligarquía
    vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los
    explotadores y de los mercaderes de los pueblos. Dios es testigo
    de mi sinceridad. Él sabe que me consume el amor de mi
    raza, que es el pueblo.

    En estos dos parrafos, le habla al pueblo como si Peron
    fuera el hombre que
    vino o que llego al gobierno para
    ayudar a todo su pueblo, es decir, lo trata como un salvador.
    Nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a
    nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a
    mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie
    defendió jamás con mas sinceridad que Perón.
    Pero es más grande el amor de
    Perón por el pueblo que mi amor; porque él supo
    encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo
    todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio,
    nací en el pueblo y sufrí en el pueblo.

    "No concibo el cielo sin Perón". Pido a todos los
    obreros, a todos los humildes, a todos los descamisados, a todas
    las mujeres, a todos los pibes y a todos los ancianos de mi
    Patria que lo cuiden y lo acompañen como si fuera yo
    misma.
    Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que
    quiera de todos mis bienes:
    venderlos, regalarlos, e incluso quemarlos si quisiera, porque
    todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por
    mi propia vida que yo le entregué por amor y para siempre,
    de una manera absoluta.
    Pero después de Perón, el único heredero de
    mis bienes debe
    ser el pueblo y pido a los trabajadores y a las mujeres de mi
    pueblo que exijan por cualquier medio el cumplimiento inexorable
    de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los
    quiso. El dinero de
    "La Razón de Mi Vida" y "Mi Mensaje", lo mismo que la
    venta o el
    producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis
    descamisados. Así yo me sentiré siempre cerca de mi
    pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre
    los descamisados y Perón.

    QUIERO VIVIR ETERNAMENTE CON PERÓN Y CON MI
    PUEBLO. Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con
    ellos, porque él también está con los
    humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de
    Dios que me pedía un poco de amor que nunca le
    negué".

    Este discurso,
    remarca efervecentemente el amor que Eva tenía por su
    pueblo. También les "reprocha" (no en el sentido literario
    de la palabra, sino insistiendo y demostrando que su líder
    verdaderamente los amaba), el amor y las obras que el Gral
    realizaba por ellos.

    Obra
    politica

    EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE
    AVELLANEDA

    "Queridos descamisados del Anglo: No podía dejar
    de hacer esta visita, porque la compañera Evita recuerda
    siempre que el Gremio de la Carne, en horas de incertidumbre,
    depositó en el viejo Coronel Perón su lealtad y su
    confianza."

    Si la adversidad se ensaña con Ustedes, el
    General Perón les dará trabajo aunque sean hombres
    de 45 años. El General Perón se encontraba
    acompañado del Coronel Mercante, me encargó que les
    envió a todos ustedes un afectuoso abrazo porque no olvida
    que en la epopeya del 17 de Octubre, Avellaneda cumplió un
    papel
    principalisimo. El los guarda muy dentro de su
    corazón…"

    En las palabras anteriores Eva
    Perón, le recuerda al pueblo de Avellaneda, en
    especial al gremio de la carne, que Juan Domingo Perón no
    olvidó la ayuda que le dieron el día 17 de octubre,
    y que esta muy satifecho y agradecido por todo lo que lucharon
    por él.

    EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE LOMAS DE
    ZAMORA

    Palabras pronunciadas el 26 de Junio de 1948 en la
    Ciudad de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, en
    el acto de inauguración de los trabajos para la
    provisión de agua
    corriente.

    EL GENERAL PERÓN, VA POCO A POCO REALIZANDO TODO
    LO QUE EL PUEBLO ARGENTINO NECESITA, NO SOLO EN LO MATERIAL SINO
    TAMBIEN EN LO MORAL Y
    ESPIRITUAL. ES ASÍ COMO EN ESTE DIA, HERMOSO POR QUE EN EL
    SE HACE REALIDAD LA SATISFACION DE UNA NECESIDAD TAN SENTIDA,
    LLEGA A LOMAS LA ACCION DE NUESTRO PRIMER MAGISTRADO.

    ES ASÍ COMO HABLANDO CON SU AMIGO EL CORONEL
    MERCANTE, EL PRESIDENTE PERÓN CONCRETARON ESTE PROYECTO E
    INCLUYERON EN EL PLAN QUINQUENAL
    UNA PARTIDA DE 600.000.000 MILLONES DE PESOS PARA OBRAS COMO LA
    QUE HOY SE INICIA.

    FUE ASÍ COMO DESDE EL EDIFICIO DEL DESPRETIGIADO
    CONCEJO DELIBERANTE, LA CONCIENCIA DE UN
    HOMBRE PUDO
    ORGANIZAR LA ACTUAL SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN,
    IRRADIANDO DESDE ENTONCES SUS PAREDES LA JUSTICIA
    SOCIAL TAN ANSIADA POR EL PUEBLO Y QUE DURANTE CINCUENTA
    AÑOS LE FUE NEGADA.

    DEMOS GRACIAS A DIOS PORQUE EN ESTOS MOMENTOS EN QUE EL
    MUNDO SE DEBATE EN
    PROBLEMAS
    PAVOROSOS, NOS HA ENVIADO A UN PERÓN; Y DEMOS GRACIAS A
    DIOS, TABIEN, POR HABERNOS CONCEDIDO ESTE PUEBLO MARAVILLOSO
    .

    DOY GRACIAS A DIOS PORQUE EL GENERAL PERÓN Y LOS
    DESCAMISADOS ME DAN LA OPORTUNIDAD MAGNIFICA DE SENTIRME
    INMESAMENTE FELIZ CUANDO LLEVO UN POCO DE ALEGRIA A AQUELLOS A
    QUIENES LA FORTUNA NO LOS HA FAVORECIDO, CUANDO LLEVO UN POCO DE
    JUSTICIA, A AQUELLOS A QUIENES DURANTE TANTOS AÑOS SE LES
    HABIA NEGADO.

    ES VERDADERAMENTE ASOMBROSO QUE UNA CIUDAD DE LA
    IMPORTANCIA DE LOMAS DE ZAMORA HAYA ESTADO TAN
    ABANDONADA POR LA AUTORIDADES DURANTE TANTO TIEMPO, HASTA QUE
    HA LLEGADO EL GOBIERNO DEL GENERAL PERÓN QUE, CIUDAD POR
    CIUDAD Y PUEBLO POR PUEBLO, VIENE REALIZANDO LA OBRA QUE NO SE
    HIZO DURANTE LARGOS AÑOS. ES INCONCEBIBLE QUE HAYA HABIDO
    TAN MALOS ARGENTINOS. YO LES PIDO EN NOMBRE DEL PERONISMO, UNA
    SOLA COSA; NO OLVIDAR EL DAÑO QUE HAN HECHO ESOS MALOS
    ARGENTINOS. YO, COMO BUENA ARGENTINA, NO LO
    OLVIDO, PORQUE DIARIAMENTE ESTOY VIENDO EN LA SECRETARIA DE
    TRABAJO Y PREVISIÓN LAS INJUSTCIAS QUE DURANTE CIEN
    AÑOS NO SOLO COMETIERON AQUELLOS SINO QUE NI SIQUIERA
    TRATARON DE REMEDIARLAS.

    POR ELLO, EL PRESIDENTE PERÓN ESTÁ
    TRABAJANDO NOCHE Y DIA Y SACRIFICÁNDOSE PARA SUBSANAR ESE
    ESTADO DE
    COSAS Y LO HACE CON LA INMENSA SATISFACIÓN QUE LE
    PROPORCIONA EL PENSAR QUE SU SACRIFICIO ES PARA BIEN Y PARA
    FELICIDAD DE SU PUEBLO. PUEDEN USTEDES TENER LA SEGURIDAD Y LA
    TRANQUILIDAD DE QUE MIENTRAS ESTÉ EN LA CASA DE GOBIERNO
    EL GENERAL PERÓN LA JUSTICIA SOCIAL Y LA FELICIDAD DE LA
    PATRIA ESTARAN BIEN DEFENDIDAS Y ESTARA ASEGURADO EL BIENESTAR DE
    LOS DESCAMISADOS."

    Eva Perón habla de la justicia social que impuso
    Perón luego de todos los abandonos que sufrió el
    pueblo cuando estaba en el poder la
    oligarquía. También les recuerda todo lo que les
    hicieron los gobiernos anteriores, y que Perón obviamente
    no haría lo mismo.

    Su mensaje

    Dice Eva: "Quizás porque en "La Razón de
    mi Vida" no alcancé a decir todo lo que siento y lo que
    pienso, tengo que escribir otra vez.

    He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar;
    y esta vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso
    para mí que callase, que no dijese ninguna de las cosas
    que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra
    definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros, pero
    mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada
    de sentimientos y de pensamientos que dejé en las
    páginas de "La Razón de mi Vida".

    Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a
    los trabajadores de mi pueblo, y por extensión quiero
    demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados
    a muerte por los
    imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me
    duele demasiado el dolor de los pobres, de los humildes, el gran
    dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda
    callar.

    Si todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar
    el cielo y el sol de nuestra
    tierra, si
    todavía queda tanto dolor que mitigar y heridas que
    restañar y como será donde nadie ha visto la
    luz ni ha
    tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en
    silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo
    la noche de la esclavitud! Y
    como será donde ya se ve la luz, pero
    demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que
    se rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos
    sedientos de libertad y
    justicia!

    Para ellos, para mi pueblo y para todos los pueblos de
    la humanidad es "Mi Mensaje". Ya no quiero explicarles nada de mi
    vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio.
    Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres
    que pertenecen a la raza de los explotadores.

    Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiar los con
    el fuego de mi corazón. Quiero decirles la verdad que una
    humilde mujer del pueblo
    la primera mujer del pueblo
    que no se dejó deslumbrar por el poder ni por
    la gloria! aprendió en el mundo de los que mandan y
    gobiernan a los pueblos de la humanidad.

    Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie,
    porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber
    toda la verdad.

    Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer
    mi camino no regresaron nunca. Se dejaron deslumbrar por la
    fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para
    gozar de la mentira.

    Yo me vestí también con todos los honores
    de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar
    con las mejores joyas de la tierra.
    Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de
    alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de
    los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente
    extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara"
    para guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa,
    conocí la verdad de todas sus mentiras.

    Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que
    se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los
    hombres en sus grandezas y en sus miserias.

    Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para
    compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las
    grandezas de la miseria.

    Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la
    calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza
    del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé
    de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas.

    Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras
    del mundo.

    Tengo que decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que
    decirlas a todos los pueblos engañados de la
    humanidad.

    A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes
    descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la
    tierra y a la
    infinita raza de los pueblos! como un mensaje de mi
    corazón.

    Para Peron, Eva era la unica compania sincera y leal de
    su existencia.

    Eva Duarte de Peron Pidio que el gral fuese su maestro y
    él le enseño un poco de todo cuanto pudo
    aprender.

    Según ella, aprendió a leer en el panorama
    de las cuestiones políticas
    internas e internacionales.

    De los hombres que rodeaban a Perón casi todos lo
    traicionaron, algunos en octubre de 1945 y otros mas tarde. Eva
    resaltando su carácter
    efervescente, los insulto de frente gritándoles en la cara
    la deslealtad y el deshonor con que procedían.

    Eva se quedo junto al coronel hasta que se lo llevaron
    prisionero, y desde aquellos dias desconfio de los amigo
    encumbrados y de los hombres de honor. Se aferro ciegamente a los
    hombres y mujeres humildes del pueblo que sin tanto "honor", sin
    tantos titulos ni privilegios supieron jugarse la vida por un
    hombre, por
    una causa,por un ideal.

    Palabras de Eva: "Aquellas primeras grandes desilusiones
    me hicieron ver con claridad el camino: Perón no
    podía creer en nada ni en nadie que no fuese su
    pueblo.

    Una ideologia de
    la "lider" era que para servir al pueblo hay que estar dispuestos
    a todo, incluso a morir. Ella estaba dispuesta a dar la vida pro
    Peron y por el pueblo. Porque estaba segura que solamente dandola
    se ganaria el derecho de vivir con ellos por toda la
    eternidad.

    "Así, fanáticas quiero que sean las
    mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que
    sean los trabajadores y los descamisados.

    El fanatismo es la única fuerza que.
    Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es
    la gran fuerza de los
    pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos
    han suprimido del mundo todo 19 que suene a
    corazón.

    Existen en el mundo naciones explotadoras y naciones
    explotadas. Ella no diría nada si se tratase solamente de
    naciones, pero es que detrás de cada nación
    que someten los imperialismos hay un pueblo de esclavos, de
    hombres y mujeres explotados. Y aún las mismas naciones
    imperialistas esconden detrás de sus grandezas y de sus
    oropeles la realidad amarga y dura de un pueblo
    sometido.

    Para Eva en la hora de los pueblos lo único
    compatible con la felicidad de los hombres será la
    existencia de naciones justas, soberanas y libres, como quiere la
    doctrina de Perón.

    Pero más abominable aun que los imperialistas son
    los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan
    vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la
    felicidad de sus pueblos.

    Muchas veces los he oído
    disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz. "No
    podemos hacer nada", decían. Los he oído
    muchas veces; en todos los tonos de la mentira.

    "No podemos hacer nada" es lo que dicen todos los
    gobiernos cobardes de las naciones sometidas.

    No lo dicen por convencimiento sino por
    conveniencias.

    Estas palabras a cargo de Eva Duarte de Perón,
    reflejan su odio y su disgusto para con aquellos que defraudan a
    sus pueblos, vendiendose por plata o simplemente para no tener
    "problemas".
    Estos "problemas" solo son enfrentados por aquellos que defienden
    sus ideales y el de la sociedad que los
    rodea.

    En el ultimo de los escritos de "la mujer del
    pueblo", llamado "MI MENSAJE", dice que el talón de
    Aquiles del imperialismo
    son sus intereses; que donde esos intereses del imperialismo
    se llamen "petróleo"
    basta, para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo. Donde
    se llame cobre o
    estaño basta con que se rompan las máquinas
    que los extraen de la tierra o que se crucen de brazos los
    trabajadores explotados…

    Por otra parte gracias a los años de lucha, Evita
    aprendió cómo juegan su papel en el
    gobierno de los pueblos las fuerzas políticas
    nacionales e internacionales, las fuerzas económicas y
    espirituales de la tierra, y cómo se disfrazan las
    ambiciones de los hombres.

    Perón, en los primeros tiempos de su lucha,
    debió enfrentar la calumnia que intentaba separarlo de sus
    descamisados: decían que él era un peligro para el
    pueblo porque era militar.

    Algunos años después, como la calumnia no
    prosperó, sus enemigos trataron de enfrentarlo con las
    fuerzas armadas. Decían que Perón intentaba crear
    una fuerza en los trabajadores para sustituir el influjo militar
    en el Gobierno de la República.

    Eva sabía que la religión era el alma
    de los pueblos y que a los pueblos les gustaba ver en sus
    ejércitos la fuerza pujante de sus muchachos como
    garantía de su libertad y expresión de la grandeza
    de su Patria.

    Pero sabía también que a los pueblos les
    repugnaba la prepotencia militar que se atribuye el monopolio de
    la Patria, y que no se conciliaban la humildad y la pobreza de
    Cristo con la fastuosa soberbia de los dignatarios
    eclesiásticos que se atribuyen el monopolio
    absoluto de la religión. Por todo
    esto afirmaba que la Patria es del pueblo, lo mismo que la
    Religión.

    Según Evita todo es militar en este mundo
    nuestro, y ella no diría una sola palabra si las fuerzas
    armadas fuesen instrumentos fieles al pueblo. Pero no es
    así: casi siempre son carne de la oligarquía; por
    eso dice Eva Duarte de Perón, que el pueblo tiene que
    ganar las altas jerarquías de las fuerzas armadas de las
    naciones. Para ella no se trata de destruirlas, aunque manifiesta
    que alguna vez serán inútiles. Sino que se trata de
    convertirlas al pueblo y después, cuando todos sus
    dirigentes -sus oficiales- sean carne y alma del pueblo,
    habrá que permanecer alertas, vigilándolas para que
    no se entreguen otra vez.

    También resalta que el pueblo sólo tiene
    que elegir a sus gobernantes para que ellos hagan lo que el
    pueblo quiere. Los generales deben servir al gobierno del pueblo
    con plena y absoluta conciencia de que
    nada en la Nación
    puede sobreponerse ni oponerse a la voluntad del
    pueblo.

    18. SOMOS MÁS
    FUERTES.
    Todas estas ideas y razones me llevan a decirle
    a mi pueblo y a todos los pueblos del mundo en este mensaje de
    mis verdades: nadie puede más que nosotros.

    Somos más fuertes que todas las fuerzas armadas
    de todas las naciones juntas. Si nosotros no queremos que la
    fuerza bruta de las armas nos domine,
    no podrá dominarnos.

    Con las armas pueden
    matarnos, pero morir de hambre es más dolor y nosotros
    sabemos lo que es morir por hambre! No podrán matarnos.
    Los soldados son hijos nuestros y no se atreverán a tirar
    sobre sus madres aunque los manden miles y miles de oficiales
    entregados y vendidos a la oligarquía. Podrán
    vencemos un día, en la noche o de sorpresa, pero si al
    día siguiente nos largamos a la calle, o nos negamos a
    trabajar, o saboteamos todo cuanto ellos quieran mandar;
    tendrán que resignarse a devolvernos la libertad y la
    justicia.

    Si toda esta resistencia puede
    organizarse, mejor; si no, lo mismo venceremos con tal de que
    tengamos plena conciencia de nuestro poderío
    soberano.

    Debemos convencernos definitivamente de una sola cosa:
    de que el gobierno debe ser del pueblo y que nadie sino el pueblo
    puede ocuparlo, porque, si no, no será tampoco para el
    pueblo. La hora de los pueblos no será alcanzada por
    nuestro siglo si no exigimos participación activa en el
    gobierno de las naciones.

    Pero ¿cómo? Como nosotros lo hemos hecho
    en nuestra tierra, gracias a Perón. Llevando a los obreros
    y a las mujeres del pueblo a los más altos cargos y
    responsabilidades del Estado.

    Y cuidando después que los dirigentes
    políticos del pueblo y los dirigentes sindicales no
    pierdan contacto con las masas que representan.

    Los gobernantes del pueblo deben seguir viviendo con el
    pueblo. Es una condición fundamental para que los pueblos
    no empiecen a sentirse traicionados. Y para gobernar con sentido
    real de lo auténticamente popular.

    19. VIVIR CON EL
    PUEBLO
    .
    Es lindo vivir con el pueblo. Sentirlo de cerca,
    sufrir con sus dolores y gozar con la simple alegría de su
    corazón.

    Pero nada de todo eso se puede si previamente no se ha
    decidido definitivamente encarnarse en el pueblo, hacerse una
    sola carne con él para que todo dolor y toda tristeza y
    angustia y toda alegría del pueblo sea lo mismo que si
    fuese nuestra.

    Eso es lo que yo hice, poco a poco en mi vida. Por eso
    el pueblo me alegra y me duele. Me alegra cuando lo veo feliz y
    cuando yo puedo añadir un poco de mi vida a su felicidad.
    Me duele cuando sufre. Cuando los hombres del pueblo o quienes
    tienen obligación de servirlo en vez de buscar la
    felicidad del pueblo lo traicionan.

    También tengo para ellos una palabra dura y
    amarga en este mensaje de mis verdades.

    Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes
    obreros entregados a los amos de la oligarquía por una
    sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como
    traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de
    todos los pueblos. Hay que cuidarse de ellos: son los peores
    enemigos del pueblo porque han renegado de nuestra raza.
    Sufrieron con nosotros pero se olvidaron de nuestro dolor para
    gozar la vida sonriente que nosotros les dimos
    otorgándoles una jerarquía sindical. Conocieron el
    mundo de la mentira, de la riqueza, de la vanidad y en vez de
    pelear ante ellos por nosotros, por nuestra dura y amarga verdad,
    se entregaron.

    No volverán jamás, pero si alguna vez
    volviesen habría que sellarles la frente con el signo
    infamante de la traición.

    20. LAS
    JERARQUÍAS CLERICALES
    .
    Entre los hombres
    fríos de mi tiempo señalo a las jerarquías
    clericales cuya inmensa mayoría padece de una inconcebible
    indiferencia frente a la realidad sufriente de los pueblos.
    Declaro con absoluta sinceridad que me duelen como un
    desengaño estas palabras de mi dura verdad.

    Yo no he visto sino por excepción entre los altos
    dignatarios del clero generosidad y amor… como se
    merecía de ellos la doctrina de Cristo que inspiró
    la doctrina de Perón. En ellos simplemente he visto
    mezquinos y egoístas intereses y una sórdida
    ambición de privilegio.

    Yo los acuso desde mi indignidad, no para el mal sino
    para el bien. No les reprocho haberlo combatido sordamente a
    Perón desde sus conciliábulos con la
    oligarquía. No les reprocho haber sido ingratos con
    Perón, que les dio de su corazón cristiano lo mejor
    de su buena voluntad y de su fe. Les reprocho haber abandonado a
    los pobres, a los humildes, a los descamisados, a los enfermos, y
    haber preferido en cambio la
    gloria y los honores de la oligarquía.

    Les reprocho haber traicionado a Cristo que tuvo
    misericordia de las turbas. Les reprocho olvidarse del pueblo y
    haber hecho todo lo posible por ocultar el nombre y la figura de
    Cristo tras la cortina de humo con que lo inciensan.

    Yo soy y me siento cristiana. Soy católica, pero
    no comprendo que la religión de Cristo sea compatible con
    la oligarquía y el privilegio.

    Esto no lo entenderé jamás. Como no lo
    entiende el pueblo.

    El clero de los nuevos tiempos, si quiere salvar al
    mundo de la destrucción espiritual, tiene que convertirse
    al cristianismo.
    empezar por descender al pueblo. Como Cristo, vivir con el
    pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el pueblo.

    Porque no viven ni sufren ni sienten ni piensan con el
    pueblo, estos años de Perón están pesando
    sobre sus corazones sin despertar una sola resonancia. Tienen el
    corazón cerrado y frío. ¡Ah! ¡Si
    supieran qué lindo es el pueblo, se lanzarían a
    conquistarlo para Cristo que hoy, como hace dos mil años,
    tiene misericordia de las turbas!

    21. LA
    RELIGIÓN
    .
    Cristo les pidió que
    evangelizasen a los pobres y ellos no debieron jamás
    abandonar al pueblo donde está la inmensa masa oprimida de
    los pobres.

    Los políticos clericales de todos los tiempos y
    en todos los países quieren ejercer el dominio y
    aún la explotación del pueblo por medio de la
    iglesia y la
    religión. Muchas veces, para desgracia de la fe, el clero
    ha servido a los políticos enemigos del pueblo predicando
    una estúpida resignación… que no sé
    todavía cómo puede conciliarse con la dignidad
    humana ni con la sed de Justicia cuya bienaventuranza se canta en
    el Evangelio.

    También el clero político pretende ejercer
    en todos los países el dominio y
    aún la explotación del pueblo por medio del
    gobierno, lo que también es peligroso para la felicidad
    del pueblo.

    Los dos caminos del clericalismo político y de la
    política
    clerical deben ser evitados por los pueblos del mundo si quieren
    ser alguna vez felices.

    Yo no creo, como Lenín, que la religión
    sea el opio de los pueblos. La religión debe ser; en
    cambio, la liberación de los pueblos; porque cuando
    el hombre se
    enfrenta con Dios alcanza las alturas de su extraordinaria
    dignidad. Si no hubiese Dios, si no estuviésemos
    destinados a Dios, si no existiese religión, el hombre
    sería un poco de polvo derramado en el abismo de la
    eternidad. Pero Dios existe y por Él somos dignos, y por
    El todos somos iguales, y ante El nadie tiene privilegios sobre
    nadie. ¡Todos somos iguales!

    Yo no comprendo entonces por qué, en nombre de la
    religión y en nombre de Dios, puede predicarse la
    resignación frente a la injusticia. Ni por qué no
    puede en cambio reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la
    religión, esos supremos derechos de todos a la
    justicia y a la libertad. La religión no ha de ser
    jamás instrumento de opresión para los pueblos.
    Tiene que ser bandera de rebeldía. La religión
    está en el alma de los pueblos porque los pueblos viven
    cerca de Dios, en contacto con el aire puro de la
    inmensidad.

    Nadie puede impedir que los pueblos tengan fe. Si la
    perdiesen, toda la humanidad estaría perdida para
    siempre.

    Yo me rebelo contra las "religiones" que hacen
    agachar la frente de los hombres y el alma de los pueblos. Eso no
    puede ser religión. La religión debe levantar la
    cabeza de los hombres. Yo admiro a la religión que puede
    hacerle decir a un humilde descamisado frente a un emperador:
    "¡Yo soy lo mismo que Usted, hijo de Dios!"

    La religión volverá a tener su prestigio
    entre los pueblos si sus predicadores la enseñan
    así: como fuerza de rebeldía y de igualdad, no
    como instrumento de opresión.

    Predicar la resignación es predicar la esclavitud. Es
    necesario, en cambio, predicar la libertad y la
    justicia.

    ¡Es el amor el único camino por el que la
    religión podrá llegar a ver el día de los
    pueblos!

    22. LAS FORMAS Y LOS
    PRINCIPIOS
    .
    Yo vivo con mi corazón pegado al
    corazón de mi pueblo y conozco por eso todos sus
    latidos.

    Yo sé cómo siente, cómo piensa y
    cómo sufre. No se me escapa que muchas veces ha sido
    engañado y que en materia
    religiosa tiene demasiado prejuicios y acepta numerosos
    errores.

    Yo no me siento autorizada para juzgar sobre este
    trascendente tema. Mi mensaje está destinado a despertar
    el alma de los pueblos de su modorra frente a las infinitas
    formas de la opresión, y una de esas formas es la que
    utiliza el profundo sentido religioso de los pueblos como
    instrumento de esclavitud.

    El sentimiento religioso debe ser defendido por los
    pueblos y por eso todas sus deformaciones reclaman una
    condenación imperdonable.

    Yo creo que tanto mal ha hecho a la humanidad los que
    creen que la religión es una simple colección de
    formalidades exteriores como aquellos que no ven otra cosa que
    principios de
    absoluta rigidez. La religión es para el hombre y no el
    hombre para la religión, y por eso la religión ha
    de ser profundamente humana, profundamente popular.

    Y para que la religión sea así,
    profundamente popular; debe volver a ser como antes. Ha de volver
    a hablar en el lenguaje
    del corazón que es el lenguaje del
    pueblo, olvidándose de los ritos excesivos y de las
    complicaciones teológicas también
    excesivas.

    Cuando al pueblo se le habla con sencillez y con amor;
    acepta la verdad que se le ofrece. Y con más fe
    todavía si se le predica con el ejemplo.

    Desgraciadamente nuestro pueblo, y acaso todos los
    pueblos de la tierra, sólo han visto demasiado interés en
    los predicadores de la fe y acaso por eso mismo, les han cerrado
    el corazón.

    23. LOS PUEBLOS Y
    DIOS
    .
    Muchas veces, en estos años de mi vida, he
    pensado qué lejos estaban ciertos predicadores y
    apóstoles de la religión del corazón del
    pueblo… porque la frialdad y el egoísmo de sus almas no
    podían contagiar a nadie ni sembrar en las almas el ardor
    de la fe, que es fuego ardiente.

    Yo sé -y lo declaro con todas las fuerzas de mi
    espíritu- que los pueblos tienen sed de Dios. Y sé
    también como trabajan sacerdotes humildes en apagar
    aquella sed. Mi acusación no va dirigida contra
    éstos, sino contra quienes por egoísmo, por vanidad
    por soberbia, por interés o
    por cualquier otra razón indigna a la causa que dicen
    defender. alejan a los pueblos de la verdad, cerrándoles
    el camino de Dios.

    Dios les exigirá algún día la
    cuenta precisa y meticulosa de sus traiciones con mucho
    más severidad que a quienes, con menos teología,
    pero con más amor; nos decidimos a darlo todo por el
    pueblo. Con toda el alma, con todo el corazón.

    24. LOS
    AMBICIOSOS
    .
    Enemigos del pueblo son también los
    ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón,
    primero como amigos mansos y leales, y yo misma me
    engañé con ellos, que proclamaban una lealtad que
    después tuve que desmentir. Los ambiciosos son
    fríos como culebras pero saben disimular demasiado bien.
    Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán
    jamás sino a sus intereses personales. Yo los he
    perseguido en el movimiento
    peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en
    defensa del pueblo.

    Son los caudillos. Tienen el alma cerrada a todo lo que
    no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el
    ideal. La doctrina y el ideal son ellos. La hora de los pueblos
    no llegará con ningún caudillo porque los caudillos
    mueren y los pueblos son eternos.

    Por eso es grande Perón, porque no tiene otra
    ambición que la felicidad de su pueblo y la grandeza de su
    Patria. Y porque ha creado una doctrina -una doctrina es un
    ideal- para que su pueblo siga su doctrina y no su
    nombre.

    Yo pienso, en cambio, que los pueblos cuando encuentran
    un hombre digno de ellos, no siguen su doctrina, sino su nombre.
    Porque en el hombre y en el nombre ven encarnarse a la doctrina
    misma y no pueden concebir la doctrina sin su creador.

    Por eso yo no puedo concebir al justicialismo sin
    Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy
    peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la
    doctrina, en cambio el peronismo es
    Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo
    y que nos hace felices!

    Los caudillos en cambio, los ambiciosos, no tienen
    doctrina porque no tienen otra conducta que su
    egoísmo. Hay que buscarlos y marcarlos a fuego para que
    nunca se conviertan en dueños de la vida y las haciendas
    del pueblo. Yo los he conocido de cerca y de frente, y algunas
    veces incluso me han engañado, por lo menos
    momentáneamente.

    Hay que identificarlos y hay que destruirlos. La causa
    del pueblo exige nada más que hombres del pueblo que
    trabajen para el pueblo, no para ellos. En esto se distinguen los
    ambiciosos: en que trabajan para ellos; nada más que para
    ellos. Nunca buscan la felicidad del pueblo; siempre buscan
    más bien su propia vanidad y enriquecerse pronto. El
    dinero, el
    poder y los honores son las tres grandes "causas", los tres
    "ideales" de todos los ambiciosos. No he conocido ningún
    ambicioso que no buscase alguna de estas tres cosas o las tres al
    mismo tiempo. Los pueblos deben cuidar a los hombres que elige
    para regir sus destinos. Y deben rechazarlos y destruirlos cuando
    los vean sedientos de riqueza, de poder o de honores. La sed de
    riquezas es fácil de ver. Es lo primero que aparece a la
    vista de todos.

    Sobre todo a los dirigentes sindicales hay que cuidarlos
    mucho.

    Se marean también ellos y no hay que olvidar que
    cuando un político se deja dominar por la ambición
    es nada más que un ambicioso; pero cuando un dirigente
    sindical se entrega al deseo de dinero, de
    poder o de honores es un traidor y merece ser castigado como un
    traidor. El poder y los honores seducen también
    intensamente a los hombres y los hacen ambiciosos. Empiezan a
    trabajar para ellos y se olvidan del pueblo.

    Esta es la única manera de identificarlos. El
    pueblo tiene que conocerlos y destruirlos.

    Solamente así, los pueblos serán libres.
    Porque todo ambicioso es un prepotente capaz de convertirse en un
    tirano. ¡Hay que cuidarse de ellos como del
    diablo!

    25. Si alguien me preguntase, en estos momentos
    difíciles y amargos de mi vida, cuál es mi deseo
    más ferviente y cuál mi voluntad más
    absoluta, yo les diría: vivir eternamente con Perón
    y con mi pueblo.

    Muchas veces, en las horas largas y duras de mi
    enfermedad, he deseado vivir no por mí, que ya he recibido
    de la vida todo cuanto podía pedir y más
    todavía, sino por Perón y por mis "grasitas", por
    mis descamisados.

    La enfermedad y el dolor me han acercado a Dios y he
    aprendido que no es injusto todo esto que me está
    sucediendo y que me hace sufrir.

    Yo tenía todas las posibilidades de tomar; cuando
    me casé con Perón, el camino equivocado que conduce
    al mareo de las altas cumbres.

    En cambio Dios me llevó por los caminos de mi
    pueblo y por haberlo seguido he llegado a recibir como nadie el
    cariño de los hombres, de las mujeres, de los niños y
    de los ancianos.

    Pero le pido a Dios que me dé algunas vacaciones
    en mi sufrimiento

    26. EL GRAN DELITO.
    Muchas veces, sobre todo en los años de la revolución, oía como los altos jefes
    militares trataban de disuadir al Coronel de su amor por el
    pueblo.

    Ellos no concebían que un oficial superior
    pudiese entregarse así a "la chusma".

    Al principio creían que el Coronel hacia
    demagogia para conquistar el poder. Fue entonces cuando,
    envidiosos del éxito
    de Perón, le hicieron la primera revolución, le exigieron su renuncia y lo
    encarcelaron en Martín García.

    Pero felizmente el pueblo ya lo había conocido a
    Perón, y ya no veía en él al jefe militar
    con vocación de dictador; sino al compañero cuyo
    corazón había sentido el dolor de nuestra
    raza.

    Y el pueblo se lanzó a la calle dispuesto a todo.
    Los jefes militares de la reacción huyeron asustados y la
    oligarquía se escondió con ellos. Fue el 17 de
    octubre de 1945. Después, las cosas cambiaron. El Coronel,
    ya Presidente, siguió fiel a sus descamisados. Ya no
    podía ser que fuese demagogo, como decían. Era
    cierto entonces aquello de que Perón, un jefe militar;
    concedía importancia fundamental a los trabajadores de su
    pueblo. Y a medida que los trabajadores se organizaban
    constituyendo la más poderosa fuerza del país, la
    oligarquía infiltrada también en las fuerzas
    armadas preparaba la reacción.

    Yo he presenciado la dura batalla de Perón con el
    privilegio de la fuerza, tan dura como las luchas contra el
    privilegio del dinero o de la sangre. Yo
    sé lo que ha sufrido, aunque he tenido el raro y
    maravilloso privilegio de ser algo así como el escudo
    donde se estrellaron siempre los ataques de sus
    enemigos.

    Ellos, cobardes como todos los traidores, nunca lo
    atacaron de frente, lo atacaron por mí… ¡Yo fui el
    gran pretexto! Cumplí mi tarea gozosa y feliz, parando los
    golpes que iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no
    me querían a mí, siempre terminaron por alejarse de
    Perón. De alguna manera se fueron… ¡Y muchos lo
    traicionaron!

    La verdad, la auténtica y pura verdad, es que la
    gran mayoría de los que no quisieron a Perón por
    mi, tampoco lo quieren sin mi.

    En cambio el pueblo, los descamisados, los obreros, las
    mujeres, que me quieren a mí más de lo que merezco,
    son fanáticos de Perón hasta la
    muerte.

    En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el
    ejército. Solamente el pueblo lo quiere a Perón con
    fanatismo y sinceridad. Y cuando en los últimos tiempos
    algunos oficiales de las fuerzas armadas quisieron "terminar con
    Perón, tuvieron que enfrentarse con el pueblo que
    rodeó a su Líder;
    oponiendo a los traidores el pecho descubierto, la fuerza
    infinita del corazón.

    Aún en el ejército, los hombres leales,
    aún las que cayeron en defensa de Perón, fueron
    hombres del pueblo, humildes pero nobles y fieles ante la
    defección traidora de la oligarquía. Aquel
    día, el 28 de septiembre, yo me alegré
    profundamente de haber renunciado a la vicepresidencia de la
    República el 22 y el 31 de agosto. Si no, yo hubiese sido
    otra vez el gran pretexto. En cambio, la revolución vino a
    probar que la reacción militar era contra Perón,
    contra el infame delito cometido
    por Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo,
    luchando y trabajando por la felicidad de los humildes y en
    contra de la prepotencia y de la confabulación de todos
    los privilegios con todas las fuerzas de la
    antipatria.

    ¡Este es el gran delito de
    Perón! El gran delito que yo bendigo desde el fondo de mi
    corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni
    tiene valor todo lo
    que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo
    vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo.

    En cambio, el amor de Perón por los descamisados
    vale infinitamente más, porque dada su condición de
    coronel, el camino más fácil de su vida era el de
    la oligarquía y sus privilegios. En cambio se
    decidió por el pueblo, contra toda probabilidad,
    venciendo las resistencias
    de muchos compañeros y abrazó nuestra causa
    definitivamente.

    ¡Cometió el gran delito!

    Pienso que, cometiéndolo, salvó él
    sólo a las fuerzas armadas de mi Patria del
    descrédito y del deshonor. Si Perón no fuese
    militar; nuestro pueblo estaría convencido de que las
    fuerzas armadas son un reducto de la oligarquía. Los
    militares tienen, en este año de Perón, la gran
    oportunidad de asegurarse el porvenir ayudándolo en su
    tarea de servir al pueblo, partiendo de la base fundamental de
    que eso no es delito: es servir a la Patria.

    27. MI VOLUNTAD SUPREMA. Quiero vivir eternamente
    con Perón y con mi Pueblo.

    Esta es mi voluntad absoluta y permanente y será
    también por lo tanto cuando llegue mi hora, la
    última voluntad de mi corazón.

    Donde esté Perón y donde estén mis
    descamisados allí estará siempre mi corazón
    para quererlos con todas las fuerzas de mi vida y con todo el
    fanatismo de mi alma.

    Si Dios llevase del mundo a Perón antes que a
    mí, yo me iría con él porque no sería
    capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se
    quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis
    obreros, con mis ancianos, con mis niños para ayudarlos a
    vivir con el cariño de mi amor; para ayudarlos a luchar
    con el fuego de mi fanatismo y para ayudarlos a sufrir con un
    poco de mis propios dolores. He sufrido mucho, pero mi dolor
    valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme -no
    quiero negarme-, acepto sufrir hasta el último día
    de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o
    enjugar alguna lágrima.

    Pero si Dios me llevase del mundo antes que a
    Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y
    mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo
    seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos,
    haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que
    no les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en
    sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me
    quema y me consume como una sed amarga e infinita.

    Yo estaré con ellos para que sigan adelante por
    el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que
    llegue el día maravilloso de los pueblos.

    Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo
    que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la
    "ignominiosa" raza de los pueblos.

    Yo estaré con ellos, con Perón y con mi
    Pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y
    farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los
    mercaderes de los pueblos. Dios es testigo de mi sinceridad.
    Él sabe que me consume el amor de mi raza, que es el
    pueblo.

    Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los
    limites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios
    sabe también que nunca he odiado a nadie por si mismo, ni
    he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a
    mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes
    nadie defendió jamás con más sinceridad que
    Perón y con más ardor que "Evita". Pero es
    más grande el amor de Perón por el pueblo que mi
    amor; porque él, desde su privilegio militar; supo
    encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo
    todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el
    pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del
    pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi
    pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta
    voluntad mía, la última y definitiva de mi vida,
    sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en
    la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados.
    Quiero que sepan, en ese momento, que quise y que quiero a
    Perón con toda mi alma y que Perón es mi sol y mi
    cielo. Dios no me permitirá que mienta si yo repito en
    este momento una vez más, como León Bloy, que "no
    concibo el cielo sin Perón".

    Pido a todos los obreros, a todos los humildes, a todos
    los descamisados, a todas las mujeres, a todos los pibes y a
    todos los ancianos de mi Patria que lo cuiden y lo
    acompañen a Perón como si fuese yo
    misma.

    Quiero que todos mis bienes queden a disposición
    de Perón como representante soberano y único del
    pueblo.

    Deseo que todos mis bienes, que considero en gran parte
    patrimonio del
    pueblo y del movimiento
    peronista, que es del pueblo, y que todo lo que dé "La
    Razón de mi Vida" y "Mi Mensaje", sea considerado como
    propiedad
    absoluta de Perón y del pueblo argentino.

    Mientras viva Perón, él podrá hacer
    lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos e
    incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le
    pertenece, todo es de él, empezando por mi propia vida que
    yo le entregué por amor y para siempre, de una manera
    absoluta.

    Pero después de Perón, el único
    heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los
    trabajadores y a las mujeres de mi pueblo que exijan por
    cualquier medio el cumplimiento inexorable de esta voluntad
    suprema de mi corazón que tanto los quiso.

    Todos los bienes que he mencionado y aún los que
    hubiese omitido deberán servir al pueblo, de una o de otra
    manera.

    El dinero de "La Razón de mi Vida" y de "Mi
    Mensaje", lo mismo que la venta o el
    producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis
    descamisados.

    Quisiera que se constituya con todos esos bienes un
    fondo permanente de ayuda social para los casos de desgracias
    colectivas que afecten a los pobres y quisiera que ellos lo
    aceptasen como una prueba más de mi
    cariño.

    Deseo que en estos casos, por ejemplo, se entregue a
    cada familia un
    subsidio equivalente a los sueldos y
    salarios de un año, por lo menos.

    También deseo que, con ese fondo permanente de
    Evita, se instituyan becas para que estudien los hijos de los
    trabajadores y sean así los defensores de la doctrina de
    Perón, por cuya causa gustosa daría mi
    vida.

    Mis joyas no me pertenecen. La mayor parte fueron
    regalos de mi pueblo. Pero aún las que recibí de
    mis amigos o de países extranjeros, o del General, quiero
    que vuelvan al pueblo.

    No quiero que caigan jamás en manos de la
    oligarquía y por eso deseo que constituyan, en el Museo
    del Peronismo, un valor
    permanente que sólo podrá ser utilizado en
    beneficio directo del pueblo.

    Que así como el oro respalda la moneda de algunos
    países, mis joyas sean el respaldo de un crédito
    permanente que abrirán los bancos del
    país en beneficio del pueblo, a fin de que se construyan
    viviendas para los trabajadores de mi Patria.

    Desearía también que los pobres, los
    ancianos, los niños, mis descamisados, sigan
    escribiéndome como lo hacen en estos tiempos de mi vida y
    que el monumento que quiso levantar para mí el Congreso de
    mi Pueblo recoja las esperanzas de todos y las convierta en
    realidad por medio de mi Fundación, a la que quiero
    siempre pura como la concebí para mis
    descamisados.

    Así yo me sentiré siempre cerca de mi
    pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre
    los descamisados y Perón.

    Por fin, quiero que todos sepan que si he cometido
    errores los he cometido por amor y espero que Dios, que ha visto
    siempre mi corazón, me juzgue no por mis errores ni mis
    defectos, ni mis culpas, que fueron muchas, sino por el amor que
    consume mi vida. Mis últimas palabras son las mismas del
    principio: quiero vivir eternamente con Perón y con mi
    Pueblo.

    Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con
    ellos, porque él también está con los
    humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de
    Dios que me pedía un poco de amor que nunca le
    negué.

    28. UNA SOLA CLASE. Es
    necesario que los hombres y mujeres del pueblo sean siempre
    sectarios y fanáticos y no se entreguen jamás a la
    oligarquía.

    No puede haber; como dice la doctrina de Perón,
    más que una sola clase: los que trabajan.

    Es necesario que los pueblos impongan en el mundo entero
    esta verdad peronista.

    Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo
    puro no pueden, no deben entregarse jamás a la
    oligarquía.

    Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la
    lucha de clases, pero el dilema nuestro es muy claro: la
    oligarquía que nos explotó miles de años en
    el mundo tratará siempre de vencemos.

    Con ellos no nos entenderemos nunca, porque lo
    único que ellos quieren es lo único que nosotros no
    podremos darle jamás: nuestra libertad.

    Para que no haya luchas de clases, yo no creo, como los
    comunistas, que sea necesario matar a todos los oligarcas del
    mundo. No, porque seria cosa de no acabar jamás, ya que
    una vez desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar
    con nuestros hombres convertidos en oligarcas, en virtud de la
    ambición, de los honores, del dinero o del
    poder.

    El camino es convertir a todos los oligarcas del mundo:
    hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza.

    ¿Cómo? Haciéndolos trabajar para
    que integren la única clase que reconoce Perón: la
    de los hombres que trabajan. El trabajo es
    la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud.

    Cuando todos sean trabajadores, cuando todos vivan del
    propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más
    buenos, más hermanos, y la oligarquía será
    un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad.

    Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres
    del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la
    raza oligarca de los explotadores.

    Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La
    justicia exige que sea derrotado!

    CONCLUSION

    Declaro que pertenezco ineludiblemente y para siempre a
    la "ignominiosa raza de los pueblos". De mi no se dirá
    jamás que traicioné a mi pueblo, mareada por las
    alturas del poder y de la gloria. Eso lo saben todos los pobres y
    todos los ricos de mi tierra, por eso me quieren los descamisados
    y los otros me odian y me calumnian.

    Nadie niega en mi Patria que, para bien o para mal, yo
    no me dejé arrancar el alma que traje de la calle. Por
    eso, porque sigo pensando y sintiendo como pueblo, no he podido
    vencer todavía nuestro "resentimiento" con la
    oligarquía que nos explotó.

    ¡Ni quiero vencerlo! Lo digo todos los días
    con mi vieja indignación descamisada, dura y torpe, pero
    sincera como la luz que no sabe cuando alumbra y cuando quema.
    Como el viento que no distingue entre borrar las nubes del cielo
    y sembrar la desolación en su camino. No entiendo los
    términos medios ni las
    cosas equilibradas. Sólo reconozco dos palabras como hijas
    predilectas de mi corazón: el odio y el amor.

    Nunca sé cuando odio ni cuando estoy amando, y en
    este encuentro confuso del odio y del amor frente a la
    oligarquía de mi tierra -y frente a todas las
    oligarquías del mundo- no he podido encontrar el equilibrio que
    me reconcilie con las fuerzas que sirvieron antaño entre
    nosotros a la raza maldita de los explotadores.

    panchi b

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