El proceso de formación laboral como problemática de la filosofía de la educación
En el presente trabajo se abordan diferentes
perspectivas de análisis pedagógico de la
problemática de la formación laboral desde la
óptica
de la filosofía de la educación,
particularizando como ha sido analizado este proceso por la
pedagogía tradicional, la escuela nueva y
la pedagogía progresista.
Categoría: Estudio
teórico
Palabras claves
Formación laboral – Pedagogía
Tradicional – Escuela Nueva
– Pedagogía Progresista.
El análisis que se realiza en este
artículo no pretende en modo alguno atomizarse en la
amplia variedad de enfoques y corrientes de pensamiento
existentes. Se pretende partir de posiciones que permitan una
integración de saberes en torno al
fenómeno objeto de estudio y clarificar las posiciones de
mayor coherencia para la estructuración del proceso de
formación laboral.
En este análisis se parte del reconocimiento de
que la condición de hombre concita
la necesidad de educación. Tal
premisa establece una relación directa entre el acto
educativo y la condición de hombre. En la
misma se instauran y manifiestan algunas de las tareas esenciales
de la Filosofía de la
Educación.
Teniendo en cuenta estas tareas y el interés de
este estudio se centrará la atención en el "para qué" se educa
al hombre, destacando el papel que se
ha otorgado al proceso de preparación para su
inserción en el mundo del trabajo.
La teleología del proceso educativo se concreta
en torno al modelo de
hombre que persigue una sociedad
determinada, su esencia radica en que la construcción de tal modelo debe
responder necesariamente a las exigencias que dicha sociedad le
plantea al sector educativo.
Una de estas exigencias está referida a la forma
en que el individuo se relaciona con el conjunto de valores, las
habilidades y los conocimientos que son necesarios adquirir para
incorporarse a la estructura
sociolaboral.
La valoración en torno al "para qué" se
educa a los hombres posibilita comprender, desde la perspectiva
de la Escuela tradicional, la Escuela Nueva y la Educación
Progresista, los principales presupuestos
que sirven de base para estructurar el proceso de
formación laboral.
Se resalta la necesidad de educar a los individuos en un
contexto educativo activo que comprenda el conjunto de relaciones
que en él se establecen, incluyendo la
participación de los contextos familiar y comunitario; la
utilización de modelos que
faciliten la relación con lo que se quiere mostrar,
tratando de acercar lo que se modela a la realidad contextual en
la que se desenvuelve el educando; se presta especial atención a las relaciones que se establecen
entre los participantes del proceso docente educativo, con
énfasis en el grupo escolar
y la necesidad del desarrollo de
procesos
comunicativos que posibiliten una interacción
participativa en el diálogo.
Se tiene en cuenta, además, el carácter
político y comprometido con la transformación de la
realidad del proceso docente educativo, con una
participación de los alumnos que contribuya a la
solución de problemas que
se presentan en los ámbitos escolar, familiar y
comunitario.
Establecer una clasificación que resulte
consecuente con la amplia variedad de perspectivas de abordaje
del proceso docente educativo con la forma en que la escuela ha
enfocado la formación laboral de los escolares resulta una
tarea compleja. Se empleará la clasificación dada
por Snyders en su obra Pedagogía Progresista (Snyders,
1974), donde declara tres corrientes fundamentales que
representan los elementos centrales para garantizar la
comprensión e interpretación de las diferentes
lecturas del proceso educativo: La Educación Tradicional,
La Escuela Nueva y la Educación Progresista.
Este deslinde metodológico se ha tenido en cuenta
para evitar maniqueísmos simplistas que niegan el valor de las
propuestas hechas por las escuelas que se abordarán.
Siguiendo esta línea se considera también que la
praxis educativa manifiesta la coexistencia de opciones
teóricas declaradas oficialmente y prácticas
pedagógicas ejecutadas en el aula; las propias
contradicciones, racionalizaciones, ambigüedades y la falta
de criticidad al implementar las acciones
educativas por parte del personal docente,
muchas de las cuales se desarrollan sin conciencia de su
presencia.
La propuesta que desarrolla la pedagogía
tradicional tiene como antecedente el ideario pedagógico
de las grandes civilizaciones de la antigüedad y los
regímenes esclavistas de Grecia y
Roma y, como
apunta Álvarez de Zayas, "aparece en el siglo XVII en
Europa con el
surgimiento de la burguesía y como expresión de
modernidad.
Encuentra su concreción en los siglos XVIII y XIX con el
surgimiento de la Escuela Pública en Europa y América
Latina, con el éxito
de las revoluciones republicanas de doctrina
político-social del liberalismo."
Desde esta perspectiva el fin educativo se enmarca en la
formación del hombre ideal, conocedor de las grandes
realizaciones de la humanidad, consideradas como modelos
básicos a alcanzar.
Partiendo de estos razonamientos podemos valorar que el
escolar debe entrar en contacto con las grandes obras de la
literatura y del
arte y lograr
conocimientos obtenidos por los métodos
más seguros, lo que
posibilitará la realización plena como persona, a partir
del saber. Se exige la adquisición de una elevada cultura,
entendida sólo como la acumulación de las
experiencias válidas para la humanidad,
destacándose el carácter
academicista del proceso docente educativo.
En el campo de la formación laboral se persigue
la preparación del hombre en función de
lograr puestos de dirección o para puestos de trabajo que
incluyen cada vez más alejarse de la actividad manual, lo que
tiende a una creciente separación de trabajo intelectual y
manual. Sin
embargo en las tesis de la
pedagogía tradicional aparece como elemento relevante la
necesidad de la unidad entre la actividad práctica y la
intelectual.
Dentro de los pedagogos que primero se refirieron a esta
necesidad se encuentra Platón que
en uno de sus diálogos con Glaucón plantea
"¿Y no hablamos de llevar a los niños a
la guerra, p mara
que la contemplasen de cerca montados en sus caballos, pero en
condiciones de seguridad?
Así podrían gustarle la sangre, como
ocurre a los cachorros. […] Pertenecerá por tanto […]
al grupo de los
elegidos aquel que demuestre siempre una mayor agilidad en todos
estos casos, esto es en los trabajos, los estudios y los
peligros"
Tal contradicción encuentra respuesta en el hecho
de que solo sea entendida como actividad práctica a las
acciones que
ejecuta el escolar en el contexto educativo, como respuesta a las
orientaciones reducidas de los docentes. De forma general el
escolar se limita a realizar acciones para reproducir un
contenido que es trasmitido por el docente como contenido
acabado, a partir de la realización de ejercicios de
lectura y
copia, con énfasis en la retención, atención
y memorización del contenido con lo cual se limita el
verdadero potencial formativo de la actividad.
En la concepción tradicional se concibe al hombre
como un ser en constante formación, pero con la limitante
de ver al niño como un ser incompleto al cual hay que
actualizar y completar para que en un futuro sea capaz de
desarrollar sus potencialidades profesionales e
intelectuales.
Desde la perspectiva de la pedagogía tradicional
es evaluable positivamente el hecho de reconocer en la
formación de los escolares la presentación de
modelos referenciales que sirvan de guía en el acto
educativo. Tal hecho favorece el proceso de formación
laboral en la medida en que los docentes sean capaces de dirigir
la atención de los escolares hacia el sistema de
valores
asociados al trabajo, el reconocimiento a las personalidades que
se destacan en las esferas laborales y productivas, así
como del conjunto de características que conforman el contenido
de las profesiones y oficios que pueden ser de interés
para los educandos. La limitante en este sentido se refiere al
hecho de que la escuela no hace un real ajuste de las
posibilidades de esos escolares para el alcance de los modelos de
referencia.
De forma general el sistema de
valores que promueve la educación está guiado por
los valores
universales resultantes de la tradición cultural ya
establecida, que se presenta en sus formas abstractas,
genéricas y universales promoviendo un tipo de
educación que no dirige su atención fundamental a
las particularidades e individualidades de los
escolares.
Finalmente, esta perspectiva, aplicada al campo de la
formación laboral promueve un tipo de hombre inadaptable a
las condiciones cambiantes de las actividades laborales, donde
los continuos descubrimientos tecnológicos y
científicos necesitan un sujeto presto a la innovación y adaptación a los
cambios.
El movimiento
denominado Escuela Nueva tiene sus orígenes más
remotos en el renacimiento,
específicamente en las obras de los humanistas Luis de
Vives, Erasmo de Rótterdam; en las obras de los pedagogos
realistas Rabelais, Montaigne, Comenius. Sus bases más
consistentes están en el naturalismo de Rousseau, en
el cientificismo de Spencer, en el psicologismo de Pestalozzi; en
el individualismo de Tolstoi; en el funcionalismo de
Durkheim y en
el pragmatismo de
Pierce, Dewey, James y en las propuestas didáctico
pedagógicas de Decroly, Kerschensteiner y Piaget.
Dewey es uno de los principales teóricos de la
Escuela Nueva, logra resolver la antinomia "entre un sujeto a ser
instruido y un objeto a ser trasmitido". La respuesta a tal
problemática no solo se presenta en la superación
de la incongruente relación entre sujeto y objeto de la
educación, sino en la posibilidad que brinda al favorecer
un tipo de aprendizaje
más interactivo con el medio social que rodea al
individuo, tomando como base el interés que se despierte
en los escolares.
Las principales críticas al pensamiento de
Dewey se dirigen a que solo se reconoce, en el intercambio del
individuo con el medio social, como verdad, aquello que es
prácticamente útil y ventajoso, obviándose
que la verdad es el reflejo de la realidad objetiva en la
conciencia.
Sobre este tópico Pierce plantea "la verdad es lo que
funciona mejor para nosotros"
El sistema pedagógico defendido por Dewey define
el carácter competitivo del acceso a los puestos de
trabajo en la estructura
sociolaboral, destacándose los dirigidos a resaltar las
cualidades de los hombres de negocios.
La Escuela Nueva supera la idea del alumno como ser
inmaduro y desposeído de un conocimiento
inicial por lo que el centro de la atención educacional se
dirige al propio niño. Este en su quehacer educativo es
activo, no por las acciones que ejecuta en la escuela como muchos
teóricos plantean, reduciendo el alcance de la propuesta,
sino a partir del nivel de participación que alcanza en la
elaboración de su propio aprendizaje.
Por otra parte rechaza el reconocimiento y abordaje de
modelos axiológicos rígidos que sirvan de base a la
educación, partiendo del presupuesto de la
libertad de
los sujetos con respecto del medio y de las condiciones
sociohistóricas en que se desenvuelven los
individuos.
Esta propuesta dirige su atención a las
posibilidades de libertad y
cooperación entre el alumno y el profesor; la
concepción de que la escuela es vida y no
preparación para la vida y que la solución de
problemas es
más efectiva que la simple trasmisión de
conocimientos.
La práctica pedagógica de los
escuelanovistas toma posiciones que se distancian hacia un polo
opuesto con respecto a los de la escuela tradicional, planteando
puntos de vista espontaneístas y de un activismo radical
que "traerá como consecuencias el aislamiento del mundo
infantil, la desvalorización del mundo adulto y de la
herencia
cultural".
El carácter memorístico del proceso de
aprendizaje de los escolares es sustituido por las experiencias,
las observaciones y todos aquellos elementos que pueda ser de
utilidad en su
formación. Para ello se recalca el valor del
respeto de los
intereses, la iniciativa y la actividad que desarrollan en el
contexto escolar y extraescolar.
Esta nueva forma de concebir el proceso de
formación recalca la necesidad de que el alumno logre
comunicarse con sus compañeros, que establezca un trabajo
cooperado con el grupo como vía para el establecimiento de
relaciones en comunidad. Busca
como idea central que el alumno desarrolle actitudes
personales a partir de la experimentación, de estudios
dirigidos, de debates, de excursiones a industrias,
comercios y empresas.
De esta forma el escolar se prepara resolviendo
problemas prácticos de su entorno, lo que garantiza un
futuro trabajador imbuido en el espíritu que mejor
representa los intereses de eficiencia y
eficacia
necesarios en el ámbito productivo. Este escolar
independiente, creativo y que necesita del grupo para ejecutar
sus funciones o roles
es aprovechado por las esferas industriales de la sociedad en la
proyección de su desarrollo.
Estas características permiten el reciclaje
constante de la mano de obra y la incorporación de los
trabajadores a las cadenas productivas de las grandes empresas, donde
los productos que
se elaboran tienen cada vez más un carácter
interdependiente entre los participantes del proceso
productivo.
De esta propuesta es válido para el proceso de
formación laboral el carácter activo del proceso y
la confirmación de la necesidad del trabajo en grupos, elemento
que se ajusta a la perspectiva pragmática del individuo
insertado en el mundo empresarial, donde la hiperbolizada
eficiencia del
proceso productivo marcará en buena medida la dirección de las acciones educativas que se
ejecutan en la escuela.
La Escuela Nueva capacita a los escolares para la
competencia en la
esfera laboral, a partir de la iniciativa personal, la
actividad libre y la autonomía dentro de la sociedad, lo
que posibilitará acceder a puestos de trabajo y de
dirección que se deben corresponder con esos esfuerzos. Es
necesario aclarar que tales esfuerzos serán mayores o
menores en dependencia de la escala social a
la cual se pertenezca.
Los elementos anteriormente planteados y expresados en
su forma edulcorada buscan encubrir un modelo de escuela que solo
responde a los intereses de la empresa en lo
referido a la formación laboral. Esta formación se
realiza en una dirección que suprime las libertades del
individuo en otras esferas de actuación. Se educa para
el trabajo y
solo para el trabajo,
destacándose el sistema de valores asociado a la
obtención de ganancias, la rentabilidad y
la competencia como
formas de satisfacción personal. Se suprime también
el conjunto de valores relacionados con la actividad laboral como
expresión de la espiritualidad y el disfrute por lo que se
construye y se crea como parte de la sociedad.
La tercera propuesta de enfoque para el análisis,
parte de buscar los aspectos críticos y las
problemáticas de la Educación Tradicional y de la
Escuela Nueva, presentando una alternativa que se constituye en
síntesis de los aspectos positivos de las
anteriores.
La educación progresista parte de reconocer al
hombre como un ser de la praxis, un ser concreto,
comprometido con la transformación de la realidad,
insertado en un contexto social, económico y
político. Esta perspectiva concibe al hombre no solo como
ser adaptable, capaz de vivir con eficiencia y competencia en su
esfera sociolaboral, como defiende la Escuela Nueva, sino que
incluye sus sentimientos, pasiones, intuiciones y aspectos
relacionados con su espiritualidad.
La formación de los alumnos bajo esta perspectiva
de análisis afirma el compromiso y la finalidad
sociopolítica de la educación, toda vez que debe
dirigir su atención al conjunto de las relaciones
sociales. Al referirse a la actividad laboral de los hombres es
entendida como fuente de realización personal y colectiva,
a partir de la contribución que hace cada uno en el
desarrollo del proyecto social
que se construye.
Desde la perspectiva de la Educación Progresista,
el fin de la educación, no puede dirigirse a un hombre
aislado o desnaturalizado, sino enfocarse hacia un hombre que
está localizado en un contexto
socio–histórico con determinadas condiciones que lo
distinguen, a partir de la riqueza simbólica y del
conjunto de valores asociados a su contexto.
Para la concepción de la formación laboral
es preciso resaltar el valor que tiene el ajuste a esas
condiciones al sistema de valores, lo que posibilita que las
necesidades e intereses de los escolares encuentren una adecuada
respuesta dentro del modelo social y político que se
construye colectivamente.
Resulta positivo destacar que esta nueva forma de
plantear la dirección del proceso educativo sustituye
métodos de
disciplina que
solo reconocen la obediencia como forma de expresión del
interés por los nuevos contenidos. Se instaura como forma
de expresión de esa disciplina el
deseo de cumplir con las normas de
comportamiento
y por las relaciones que se establecen dentro del proceso con el
resto de los compañeros de grupo.
Durante el desarrollo de actividades que orienten la
formación laboral de los alumnos se establece una comunicación que posibilita su conocimiento e
inserción en el entramado sociocultural de su comunidad. Esta
comunicación se orienta a partir de
patrones que permiten al escolar el intercambio con sus maestros,
con sus compañeros de brigada y con el resto de las
personas que interviene en el proceso, el acto comunicativo
permite un intercambio recíproco de información, teniendo en cuenta que
el
conocimiento y la experiencia que poseen los escolares son
tenidos en cuenta como saber válido en el acto
comunicativo.
En esta relación comunicativa se valoriza
el
conocimiento del escolar por su significación social,
superándose el saber artificial y hermético de la
propuesta tradicional y el saber espontáneo de la Escuela
Nueva. El alumno confrontará siempre su experiencia,
aprendida en la práctica y a través de las
relaciones con otros, con los contenidos que debe aprender en la
escuela. El alumno comprenderá el valor práctico
del contenido a partir de la correspondencia que establece con su
experiencia y con la posibilidad de resolver situaciones o
problemas que se le presentan.
En su relación con el contexto y a través
de la
comunicación que establece el escolar, este se
esclarece, se orienta, conoce las distintas perspectivas para su
futura inserción laboral. En esta relación se
favorece el proceso de asunción del sistema de valores
asociados a las profesiones lo que facilita y garantiza el
conocimiento y compromiso con su realidad.
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Datos del autor
Eduardo Rafael Avila Rumayor.
Instituto Superior Pedagógico de Holguín.
Cuba.
Aspirante a doctor en Ciencias
Pedagógicas (presentará su tesis doctoral
sobre la formación laboral en noviembre del
2003)
Ha participado en múltiples eventos
nacionales e internacionales de pedagogía y de las
Ciencias
Sociales en General. Trabaja la línea temática
de la Sociología Rural y la Educación
Rural.
Tiene publicaciones en Revistas latinoamericanas y en
Monografías. com