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Humanidades un acto académico para reflexionar




Enviado por almipaz



    1. Resumen
    2. Humanidades y formación
      universitaria
    3. Humanismo y sociedad del
      conocimiento
    4. Un nuevo paradigma
      educativo
    5. Los procesos
      formativos
    6. Conclusión
      general
    7. Bibliografía

    "El principal objetivo de
    la educación humanística no es de
    enseñar a ganar el pan, sino el de capacitarnos para
    hacer agradable cada bocado"

    Anónimo

    RESUMEN

    Expresamos en el presente ensayo, que el
    objetivo
    fundamental de las distintas actividades del currículo universitario debe estar
    centradas en desarrollar de la competencia
    ética y
    humanista. Se trata entonces, de provocar en el estudiante, un
    vivo interés
    por los aprendizajes significativos, por los protocolos de la
    investigación socio-humanista y para el
    logro de este propósito la enseñabilidad de las
    humanidades es un asunto pertinente.

    1.
    INTRODUCCION

    La intención de este ensayo
    consiste en reflexionar entorno a la importancia de las
    humanidades en la formación académica
    universitaria, se formula desde el punto de vista teórico
    las perspectivas y posibilidades del humanismo, en la
    Sociedad del
    Conocimiento.
    En tal sentido, en la actualidad la Universidad
    colombiana, vienen gestando un proceso fuerte
    que apunta a convertirla en una institución pertinente y
    de alta calidad.
    Situación que nos lleva a pensar seriamente a los docentes
    y sobre todo a crear comunidades de indagadores desde las aulas,
    desde la formación del pregrado, desde el ejercicio del
    humanismo,
    desde la lectura y
    la escritura como
    preámbulo de la investigación formativa que contribuya al
    desarrollo del
    mencionado proceso.

    Todos sabemos y lo hemos repetido muchas veces, que la
    forma más importante del hacer universitario es la
    investigación, la lectura y la
    escritura.
    Gracias a estas habilidades se puede avanzar en cualquier tipo de
    indagación. Por lo tanto, es un deber de todos, incorporar
    en la estructura
    académica las asignaturas de humanidades que permitan al
    estudiante universitario, no importa el nivel que se encuentre,
    asumir un compromiso mayor con sus aprendizajes y que redunde en
    un mejor desempeño como persona, como
    individuo competente capaz de expresar sensibilidad ética y
    estética, y sobre todo, que contribuyan en
    la formación de un nuevo ciudadano participativo como lo
    señala la Constitución Política del
    país.

    De acuerdo con lo planteado hasta ahora, es preciso
    recordar, que el acercamiento del hombre a la
    verdad consiste en un proceso que se hace desde el lenguaje y
    mediante el intercambio comunicativo con los demás seres
    sociales. El hombre se
    relaciona con el mundo no como una conciencia
    aislada, lo hace desde una comunidad de
    hablantes, que reciben saberes de otras comunidades distantes en
    el tiempo y el
    espacio. Por tal motivo, el mundo del que se ocupa el hombre le
    viene temporalizado por el lenguaje, y
    por ello, todo discurso ha de
    ser un ir y venir a través del lenguaje, es
    decir, un diálogo.

    Tenemos, entonces, que sin el
    conocimiento teórico y la sabiduría
    práctica, no es posible formar una verdadera cultura
    académica comprometida con la investigación, como
    lo sugiere Charles Sand Pierce. De ahí que, la universidad
    colombiana no puede ser otra cosa que una comunidad de
    buscadores, al
    servicio del
    humanismo. En ella por encima de todo, se debe enseñar a
    pensar cooperativamente y a pensar por sí mismo, donde
    discrepar o disentir no sea visto como una actitud de
    amenaza sino como un ejercicio de racionalidad práctica
    que contribuya a la consolidación de una nueva democracia,
    más abierta e incluyente.

    La Universidad, pues, ha de enseñar a pensar,
    pero ha hacerlo mediante el diálogo,
    el debate
    abierto, ha de educar a las personas a ser capaces de defender
    sus conocimientos, creencias, presentando razones y teniendo en
    cuenta los argumentos de los demás. Por lo tanto, es tarea
    fundamental de los humanistas transformar la academia en una
    comunidad pertinente, conformada por argumentadores
    éticos, en la que cada cual se esfuerce por presentar sus
    tesis, siempre
    en procura de alcanzar acuerdos comunitarios a través de
    la
    comunicación, es decir, logrados solamente, con la
    fuerza de sus
    argumentos.

    Todos sabemos que una comunidad académica de alta
    calidad y
    pertinencia institucional, no se construye de la noche a la
    mañana; se necesita planear a mediano y largo plazo;
    buscar alternativas viables que permitan superar nuestro atraso
    ancestral en investigación y sobretodo, no quedarnos en la
    programación de simples seminarios y
    diplomados, como ocurre en la actualidad. Es preciso gestar una
    amplia política académica que redunde en la
    capacitación en maestrías y
    doctorados, con énfasis humanista para todos los
    docentes.

    Colombia, según un informe del
    Compes, es uno de los países latinoamericanos con los
    peores porcentajes de doctores entre los profesores
    universitarios. Se sabe que algunos países europeos tienen
    hasta el 80 %, cuba el 35 %,
    los Estados Unidos y
    Canadá 70 %, Japón
    un 90 %, mientras que en Colombia,
    sólo el 1.7 por ciento de los docentes tienen doctorados.
    Estadística que contraste con Latinoamérica, que es del 9 %. Ahí,
    radica, el desprecio por la teoría
    y por toda forma de conceptualización, eso explica, porque
    no existen muchas comunidades de investigación
    académica en los ambientes universitarios.

    La reconstrucción del país es tarea de
    todos y contribuir a pensar una nación
    distinta a la que nos ha tocado vivir, debe ser también,
    una tarea colectiva. En tal sentido, las cátedras de
    humanidades presentes en el currículo deben abrir el espacio para la
    discusión en torno al modelo de
    democracia que
    requiere Colombia, sin
    eludir el debate
    abierto, la confrontación ideológica, la diversidad
    crítica y sus implicaciones éticas.

    Colombia tiene una sociedad
    desgarrada por violencia, la
    corrupción, la irracionalidad
    ideológica y la indiferencia de sus dirigentes y lo que es
    peor, educada por burócratas de la educación,
    insensibles ante cualquier propuesta humanista, seudo-educadores
    alejados de la indagación y de la investigación. Es
    preciso reconocer, que el incremento en los niveles de pobreza, de
    violencia, de
    la corrupción
    no sólo impide al Estado
    defender los Derechos Humanos,
    consagrados en la Carta
    fundamental sino también modernizarse y por supuesto,
    cumplir el precepto constitucional garantizar el progreso para
    vivir en paz.

    Estamos convencidos, que es por medio del
    diálogo, la acción comunicativa, la
    argumentación. Y el humanismo, como se lograran los
    acuerdos básicos que harán posible una nueva
    sociedad, fundamentada en la justicia
    social. Por eso debemos asumir, que el salto al futuro,
    sólo es posible investigando la razón de nuestro
    atraso y superando las dificultades de nuestro contexto
    sociocultural.

    Todos coincidimos, en la urgencia de crear una cultura de
    investigadores que desde el aula se proponga hipótesis pertinentes que contribuyan al
    logro de una visión compartida: una Universidad
    dialógica, constructora de paz y de progreso. Es vital
    comprender, que tal cultura de investigación, requiere de
    una política clara en la producción intelectual, de impulso a las
    publicaciones como modo de difusión del pensamiento y
    sobre todo el reconocimiento del potencial creativo que generan
    las humanidades como áreas de
    investigación.

    No olvidemos, el país a partir de la Constitución Política de 1991, la
    Ley General de
    la
    Educación y la Ley 30 de 1992,
    se comprometió en mejorar en forma sustancial sus bajos
    niveles educativos; con el firme propósito de convertir
    ésta nación,
    en un país pacífico, prospero y sobre todo,
    democrático. En tal sentido, durante el mandato del
    Presidente César Gaviria se comisionó a un grupo de
    notables, quienes le entregaron al país un documento
    conocido como informe de los
    sabios "Colombia al filo de la oportunidad" y cuyas
    recomendaciones, son hoy, conocidas por todos los
    académicos.

    2. HUMANIDADES Y
    FORMACIÓN UNIVERSITARIA

    Hablar de Universidad y de los procesos
    formativos en la Era del Conocimiento,
    implica, realizar una reflexión, sobre ¿qué
    es el humanismo y cuál es su verdadero impacto en el
    ámbito universitario?, en segundo lugar, responder el
    interrogante sobre ¿cuál es papel de las
    humanidades y su impacto en la universidad?. En procura de
    ordenar la discusión, es preciso definir el concepto. El
    humanismo representa la visión
    antropocéntrica, cuya misión es
    dignificar lo humano. Por eso, todos los humanistas son
    luchadores por el mejoramiento estructural que contribuya al
    desarrollo de
    la persona.
    También se entiende por humanismo, el propósito de
    propender por un hombre nuevo,
    en una sociedad abierta y democrática.

    El humanismo, señala el filósofo Pablo
    Guadarrama "No constituye propiamente una corriente
    filosófica sino más bien una propuesta que
    sitúa al hombre como valor central
    de todo lo que existe, y a partir de esa consideración,
    subordina toda actividad, a propiciarle mejores condiciones de
    vida material y espiritual".

    Por otro lado, Eduardo Santa sostiene: "El humanismo es
    una posición vital y concreta del hombre frente a
    sí mismo, una perspectiva que lo determina y lo
    señala como eje de toda actividad humana. En consecuencia,
    todo debe estar a su servicio,
    contribuyendo en su realización moral,
    intelectual y física".

    La historia recoge diversas
    concepciones o escuelas filosóficas que han coincidido en
    enaltecer la condición humana y procuran teorizar en
    torno a su
    dignidad. En la antigüedad Anaxímenes, Anaximandro,
    Heráclito, Sócrates,
    Platón
    y Aristóteles; en la edad media
    Agustín y Tomás de Aquino; en el renacimiento
    son numerosos los pensadores que descollaron en las artes, la
    literatura y la
    filosofía, todo un discurso en la
    defensa de lo humano. En la modernidad, sin
    duda, los más grandes humanistas son: Marx y Engels,
    propendieron por crear una sociedad igualitaria que garantizara
    la felicidad para la humanidad a partir de eliminar el
    antagonismo( explotación del trabajo ajeno) de clase que
    originan el odio y la injusticia; en los tiempos
    contemporáneos el existencialismo y el pragmatismo,
    generó una nueva visión del humanismo, tendiente a
    valorar la acción del individuo.

    Humanista no es simplemente realizar estudios de
    latín, griego o de literatura renacentista, y
    lo que es peor, citar a grandes pensadores o representantes del
    humanismo como creen algunos intelectuales. Humanista es militar
    en la causa del hombre, asumiendo todas sus consecuencias
    políticas. Humanista no es una
    posición cómoda de
    verborrea intelectual en el aula como un simple ejercicio del
    intelecto, Humanista no es acto de erudición
    intelectual.

    Un ejemplo de humanismo, lo constituye la
    Filosofía del Derecho, que ha teorizado sobre la ley como
    medio de dignificar al hombre, es decir, la norma para el
    beneficio y desarrollo de la persona, es lo que se conoce como
    Humanismo Jurídico. La existencia en la actualidad
    del Estado Social
    de Derecho, demuestra su formidable avance humanístico,
    por cuanto todas las disposiciones, el ordenamiento de la
    sociedad bajo la figura del Estado Social de Derecho, propende
    por la felicidad de los hombres a través del cumplimiento
    de la ley. Por eso, en todo Estado de derecho
    promueve principios
    éticos y morales, como la pluralidad, la
    participación, la democracia, la solidaridad, como
    elementos esenciales para conseguir la paz y el progreso social.
    Lo anterior significa que el humanismo en la universidad
    colombiana debe ser resultado de una conciencia
    histórica y no un simple discurso catedrático,
    porque los fines fundamentales del humanismo son la libertad de
    pensamiento y
    la igualdad
    social.

    Eduardo Santa al referirse a las cátedras de
    humanidades plantea: "muchos son los que hoy consideran las
    humanidades como simples disciplinas intelectuales sin
    ningún sentido, ni utilidad en la
    enseñanza universitaria; otros las reducen
    a simples cátedras cuyo objeto está en suministrar
    al estudiante datos
    intrascendentes de cierta cultura general", sin duda, se trata de
    un reduccionismo conceptual que sólo favorece el
    menosprecio por las humanidades.

    Reivindicar el humanismo, en general presupone incluir
    necesariamente una forma particular de dignificación
    humana conocida como Pensamiento Latinoamericano. De
    hecho, no hacerlo es legitimar sólo los valores
    del pensamiento eurocentrista y subestimar la capacidad de
    hombres que con orgullo y coraje, han ofrendado hasta su propia
    vida por la libertad, la
    democracia, la igualdad
    social en América
    mestiza y morena como diría Martí.

    Los aspectos básicos del currículo
    universitario deben propender por una sólida
    formación humanística y ética, que
    garanticen el ejercicio de la formación de un nuevo
    profesional; que redunde en beneficio de la sociedad,
    lógicamente sin descuidar la capacidad analítica,
    crítica para interpretar problemas
    sociales, políticos, económicos,
    tecnológicos del país.

    Es preciso aclarar, cuando hablamos de humanismo,
    estamos haciendo cierta referencia implícita a las
    "humanidades", identificadas en el ámbito
    académico, con las llamadas ciencias del
    hombre: Sociología, historia, antropología, sicología y
    demás disciplinas que tienen como fundamento el hombre
    como ser social. Por eso antes de rehabilitarlas y redefinir el
    papel de las
    humanidades en el currículo universitario, es preciso
    propiciar un diálogo al interior de la comunidad
    académica universitaria y concertar con ella, el
    significado y el papel de la investigación desde las
    humanidades.

    Según Claudia Villa Uribe "Las humanidades deben
    aprender a generar nuevas esferas de sentido, deben adoptar los
    universos tecnológicos como estructuras
    fundantes de lo humano". Esto implica, conocer los nuevos
    paradigmas en
    los que se mueven los saberes humanísticos, rescatar la
    importancia del humanismo en las sociedades
    complejas del capitalismo
    global y sobre todo identificar las didácticas y las
    pedagogías, en la enseñanza de las humanidades.

    El industrialismo, la
    globalización capitalista ha contribuido en forma
    asombrosa a la mecanización de las conciencias, la
    mercantilización de la vida y a la estandarización
    del pensamiento, aniquilando el potencial creativo de millones de
    hombres en todo el mundo. Hoy se habla de crisis de las
    humanidades, entendiendo por crisis algo
    nefasto, de ahí, el empeño de ciertos
    burócratas academicistas por eliminarlas del
    currículo o banalizarlas. Por eso, su rescate en la
    actualidad, constituye todo un desafío
    epistemológico para los humanistas.

    Históricamente las humanidades han sustentado un
    proyecto de
    educación,
    cuya función
    específica es la formación ciudadana. En ese
    sentido, el proyecto se
    inicia en Grecia, tiene
    cierta continuidad en Roma,
    posteriormente a través de la racionalidad
    teológica de la Edad Media, y
    por último se concreta su visión y misión en
    el Renacimiento.
    Dicho proyecto educativo se expresa a través de las
    disciplinas clásicas como la gramática, la retórica, el derecho,
    la legislación, la historia, la astronomía, la aritmética, la
    geometría, la música y la pintura.

    El humanismo durante este nuevo siglo, tiene que
    enseñarse. Las universidades deben asumir grandes
    compromisos a través de una moral
    humanista siempre en la búsqueda de nuestra verdadera
    naturaleza.
    Obviamente, en el presente es ineludible el debate sobre la
    enseñabilidad de las humanidades, su pedagogía y didáctica, a pesar de haberse mimetizado al
    final del siglo XX bajo el discurso de las ciencias
    sociales o humanas: historia, filosofía,
    sicología, antropología, etnografía, economía, psicoanálisis, ciencias de la
    educación.

    El papel fundamental, de las humanidades en la
    universidad, será entonces, el de responder a una
    verdadera formación en valores
    éticos y estéticos, que contribuyan a enfrentar la
    marcha forzosa del capitalismo
    global a la catástrofe de la civilización por la
    deshumanización permanente que genera el modelo
    globalizador del neoliberalismo
    .

    En la formulación de los objetivos
    generales del área de las humanidades están
    consagrados los principios
    fundamentales de la Constitución colombiana y la Ley
    General de la Educación Nacional. Se insiste, en que la
    universidad como institución educativa debe participar en
    la transformación de la sociedad. Para alcanzar el ideal
    de una sociedad racional y democrática se requiere del
    concurso de las asignaturas de humanidades que preparen a los
    individuos en el ejercicio ético de la
    investigación humana, que el desarrollo integral del ser
    humano es tarea prioritaria en la construcción de una racionalidad
    crítica, dialógica y sensible al
    contexto.

    Consecuentes con nuestra tesis global
    que hemos defendido a lo largo del presente escrito, somos
    conscientes de las nuevas responsabilidades de la Universidad,
    sus desafíos y de sus compromisos, en los procesos
    formativos en la era del conocimiento:

    • En primer lugar, la en el nuevo paradigma se
      necesitan nuevas generaciones de técnicos,
      tecnólogos, científicos y de intelectuales
      profundamente competentes, calificados. Por lo tanto se debe
      hacer énfasis no sólo en los conocimientos
      específicos median la investigación.
    • En segundo lugar, la Universidad debe convertirse en
      un espacio para interpretar, analizar y desarrollar lo mejor de
      nuestras tradición cultural en aras de fortalecer la
      identidad de
      la colombianidad. En este contexto, es importante destacar la
      importancia de las Ciencias
      sociales, las cuales deben incluirse en el currículo
      universitario.
    • En tercer lugar, las humanidades deben contribuir a
      formar la conciencia política de sus estudiantes. Para
      ello se requiere de pedagogías que privilegien la
      participación de los estudiantes en la vida
      universitaria, el liderazgo
      comunitario. Por eso, se debe incluir la cátedra de
      Ciencia
      Política y Derechos humanos en el
      currículo de todas las carreras.
    • En cuarto lugar, el Área de Humanidades,
      incluirá Filosofía, ética, sociología, antropología, ideas
      políticas y un componente transversal
      lectura y
      producción escrita, cuyo fundamento
      será el análisis lógico, conceptual,
      interpretación y argumentación.

    Una conclusión pertinente: los humanistas no
    deben renunciar a la hermenéutica, a la
    interpretación racional, a la lucha por una sociedad
    dignificante de la condición humana que se oponga a la
    instrumentalización del hombre. Y mucho menos, renunciar a
    la lucha por ampliar la democracia y la participación,
    porque de la ampliación del humanismo depende la
    supervivencia en Colombia. Con ésta previa
    aclaración, dejamos sentado, que las humanidades deben
    atravesar todo el hacer académico. Por lo tanto
    implementar las cátedras de las humanidades en los planes
    y programas es
    una tarea urgente que se debe emprender en forma inmediata,
    lógicamente desde la nueva visión y misión
    universitaria. En consecuencia, asegurar una mejor calidad de
    vida de los estudiantes universitarios significa incorporar
    contenidos humanistas en la educación, es necesario educar
    en la tolerancia, en el
    respeto, en la
    pluralidad ideológica y sobre todo en la convivencia
    pacífica.

    3. HUMANISMO Y
    SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

    Con el propósito de avanzar entorno a la
    reflexión sobre las Humanidades y los procesos de
    formación universitarios en la sociedad del Conocimiento,
    es indispensable realizar algunas precisiones que permitan
    avanzar y tratar el tema en las distintas perspectivas. Empecemos
    por considerar, las dimensiones que ha de reunir el docente de
    humanidades, su actuación, los requerimientos de calidad,
    la justicia en su
    desempeño ético profesional y sobre
    todo, considerar algunas situaciones que están fuera de
    toda discusión como el profundo compromiso humano que
    implica el ejercicio de las capacidades y habilidades
    intelectuales.

    La universidad es una escuela de
    formación superior del espíritu científico,
    intelectual, empresarial y moral de una comunidad. Por lo tanto,
    las cátedras deben estar encaminadas no sólo a la
    fundamentación de unos saberes específicos, sean
    estos tecnológicos o científicos, sino
    también lo humano. Por eso la enseñanza no
    está basada en el profesor como autoridad,
    sino como un orientador en los procesos del descubrimiento de
    conocimiento por parte del alumno.

    La calidad en la enseñanza universitaria, por lo
    tanto dependerá esencialmente de la actuación del
    profesor. Por tal motivo el docente universitario requiere de
    permanente formación e instrucción no sólo
    en el terreno de lo específico del área de su
    formación profesional, sino también en lo
    ético, lo sociológico, lo antropológico y
    sobre todo en lo pedagógico. En todos los caso es vital
    que, el docente posea unas competencias
    básicas como empatía, simpatía, sinergia y
    esencialmente asertividad.

    El aula constituye a mi juicio un elemento decisivo en
    los procesos de formación del estudiante universitario,
    por tal motivo es prioritario su adecuación. Entendiendo
    como es obvio por aula no sólo el espacio físico al
    interior de la universidad sino también el espacio virtual
    y extramural que contribuya al proceso educativo. Recordemos que
    gracias al formidable avance de la tecnología es
    imperativo para acceder al conocimiento contar con espacios
    saludables que inviten al estudiante a la búsqueda del
    logro. En definitiva, el aula universitaria, debe ser considerada
    como un laboratorio de
    innovación y desarrollo del talento humano,
    cuyo reto acuciante es la formación de un profesional
    altamente competente.

    Si tuviéramos que destacar las funciones
    más importantes del profesor universitario, estás
    serían, sin duda la docencia encaminada a la recreación
    de unos saberes donde él hace el papel de partero del
    conocimiento según la famosa analogía
    socrática. En la cuál la investigación se
    constituye en piedra angular del quehacer, encaminada a la
    indagación y finalmente la extensión, determinada
    por las necesidades sociales de la comunidad
    académica.

    El acelerado desarrollo científico y
    tecnológico, la aparición de nuevas formas de
    organización social y cultural, la llegada
    del tercer milenio, el consiguiente cambio de
    paradigmas
    anuncian de manera urgente un nuevo protagonismo
    pedagógico, un nuevo docente y una nueva universidad
    más actuante, comprometida con la producción y
    distribución de nuevos
    conocimientos.

    Se espera entonces, a que se desplieguen nuevos roles
    tanto en el ejercicio de la docencia como en el hacer de las
    universidades, en especial nuevos compromisos en la
    producción de conocimientos. En tal sentido, es urgente
    asumir nuevas exigencias en los procesos complejos inherentes a
    la enseñanza. Sin duda se propenderá por formar
    profesores intuitivos, autodidactas, informadores de la ciencia,
    recreadores de la cultura y sobre todo humanistas. De ahí
    que, la universidad debe estar preocupada y ocupada, en despertar
    la curiosidad intelectual, capacitar y entusiasmar al cuerpo de
    docentes con actividades que tengan como finalidad engrandecer al
    hombre. Igualmente la universidad debe ser un espacio para el
    afecto, para la ternura y para la tolerancia.

    Históricamente la docencia universitaria se ha
    dedicado exclusivamente a la capacitación de elites y la
    titulación profesional. Hoy debe atender nuevas
    necesidades y demandas, porque estamos frente a una sociedad que
    cambia aceleradamente. En tal sentido, el papel central es
    generar nuevos conocimientos, impulsar el desarrollo
    tecnológico y sobre todo participar en la búsqueda
    de soluciones
    audaces frente a los múltiples problemas que
    afectan a las comunidades.

    El advenimiento de la llamada era de la sociedad del
    conocimiento o sociedad de los aprendizajes múltiples, en
    la cual el mayor insumo es la información y donde los tradicionales
    medios de
    producción intelectual ya no son relevantes, sino la
    inventiva y por supuesto el
    conocimiento, como el mayor recurso humano en la
    búsqueda de la alta calidad; confirma la urgencia formar
    para toda la vida, donde el alumno debe ser un aprendiz
    permanente. El intelectual de hoy requiere de alta
    calificación ética, independencia
    moral y flexibilidad de pensamiento.

    La denominada sociedad del Conocimiento requiere de un
    profesor apasionado por el conocimiento, capaz de ser
    enseñante y aprendiz en valores, con
    alta auto-estima, responsable, comunicador, argumentador, con
    pensamiento cooperativo y sobre todo humanista, flexible,
    dispuesto a resolver conflictos,
    consciente de vivir en un mundo cada vez más diverso y en
    el que hay que evitar la exclusión, la marginalidad y
    la pobreza
    intelectual.

    4. UN NUEVO PARADIGMA
    EDUCATIVO

    El nuevo énfasis educativo en las sociedades
    modernas es el de las competencias. En
    tal sentido, ellas constituyen un nuevo paradigma. Las
    universidades no pueden continuar con modelos
    pedagógicos tradicionales centrados en el viejo esquema de
    la repetición memorística y mecánica de la educación bancaria.
    Esto quiere decir, que el enciclopedismo y el verbalismo hacen
    parte de los hábitos del pasado.

    Hoy se privilegia concepciones abiertas, flexibles, el
    juicio argumentado y la producción textual; se enfatiza en
    la interpretación. "Todos los seres humanos son
    potencialmente competentes para el desarrollo de una habilidad de
    tipo intelectual, eso significa que a través de la
    educación se puede no sólo enseñar a pensar
    sino también aprender a pensar sobre lo que se piensa":
    sostiene Fernando Savater. Por lo tanto la principal asignatura
    debe ser aquella que enseña al estudiante a ser mejor como
    persona.

    Resultado de discusión sobre la pertinencia de
    las humanidades en la educación se introdujo el concepto de
    competencia como
    una alternativa a la hora de abordar el currículo. Una
    lectura con detenimiento de la Ley General de la Educación
    (Ley 115 de 1994) nos lleva a pensar que la principal
    preocupación del legislador estaba dirigida a resolver dos
    problemas: el
    mejoramiento de la educación colombiana en todos los
    niveles y el de generar espacios éticos que faciliten la
    convivencia ciudadana. En la Ley General de la educación
    subyace la idea integradora de una educación básica
    que contribuya a la preparación de los alumnos para las
    tareas complejas de la sociedad del conocimiento. Y la
    universidad debe cumplir el papel de potencializador del
    proceso.

    El concepto de competencia proviene de la
    lingüística, introducido por los pedagogos cognitivos
    culturales, ligados a los aprendizajes significativos. Se define
    el término como "un saber hacer en el ámbito de un
    contexto determinado" o "capacidad para hacer uso significativo
    de los conocimientos aprehendidos, adquiridos previamente".
    Atendiendo la recomendación de Vygostki: "El pensamiento
    no se expresa simplemente en palabras: existe a través de
    ellas", puede afirmarse que la lengua se haya
    inmersa en todo lo pensado. Por lo tanto, el lenguaje en
    todas sus formas, debe ser el principal protagonista de los
    procesos pedagógicos que se desarrollan en las instituciones
    educativas. Porque el lenguaje es también una manera de
    organizar el mundo y como tal, la principal herramienta en los
    intercambios comunicativos.

    El individuo actúa entonces, según unas
    reglas predeterminadas por las competencias que haya
    desarrollado: cognitiva, matemática, artística,
    semántica, gramatical, textual, pragmática, socio
    cultural, enciclopédico, etc. Pero sin duda, la más
    difícil de lograr en un medio como el nuestro es la
    competencia humanista, aquella que tiene que ver con la
    formación ciudadana y que reclama el país como
    pre-requisitos para enfrentar los desafíos de la globalización.

    Las competencias son intelectuales, conceptuales,
    nocionales; empíricas, metodológicas, estética, actitudinales; axiológicas
    y morales. Las competencias no son simples habilidades
    preexistentes, ellas surgen producto de
    unas circunstancias internas en el sujeto. No son
    enseñables. Por lo tanto, hay que crear las condiciones
    concretas que faciliten el desarrollo de estos procesos. En tal
    sentido, introducir en currículo las asignaturas de
    humanidades es un medio y una manera de generar espacios
    pertinentes que favorezcan el desarrollo de las competencias
    humanista.

    El currículo tiene que ser definido en función
    directa de los objetivos
    generales expresados en el proyecto educativo institucional. En
    él la investigación se propone como modelo
    pedagógico que revolucione el hacer universitario. Este
    giro epistemológico debe superar: el currículo de
    la pedagogía tradicional caracterizado por la
    reproducción de saberes generales,
    definicionismo y conceptualismo, y las aplicaciones de operaciones
    intelectuales sin una conexión, sobrecargado de
    contenidos, donde el énfasis es el dato que se convierte
    en un fin en la trasmisión de la información, este es absolutamente un
    modelo instrucional, cronológico, descriptivo,
    rígido, autoritario y fundamentado en la
    memoria.

    Al contrario el modelo pedagógico constructivista
    se caracteriza por estar fundamentado en la investigación
    teórica y aplicable, es una pedagogía que media
    entre el conocimiento cotidiano, el conocimiento disciplinario y
    construye conocimiento a partir del conocimiento previo del
    estudiante, es en esencia un modelo flexible en la planeación
    y se adapta a situaciones no previstas.

    Mario Díaz, experto pedagogo e investigador
    universitario, señala que el modelo pedagógico
    agregado caracterizado por una segmentación, yuxtaposición de
    conocimiento, compartimiento en áreas y asignaturas
    arbitrarias y rígidamente jerarquizada, en el cual el
    énfasis es la medición de resultados alcanzados en
    el aprendizaje
    no ha contribuido a gestar una revolución
    en el aprendizaje.

    El mismo autor advierte que el modelo integrado, se
    caracteriza por la integración de los procesos, la selección
    y organización del conocimiento, y sobre todo
    por la flexibilidad del currículo. El modelo
    pedagógico integrado se convierte así en una
    pedagogía participativa en el que el trabajo del
    maestro y del alumno coincide en referencia al contexto educativo
    y cultural.

    Una visión global de la pedagogía
    conceptual confirma que el currículo se diseña para
    el favorecer el desarrollo de las llamadas operaciones
    intelectuales, la formación del pensamiento
    sistémico y complejo, el desarrollo de habilidades
    cognitivas y sobre todo para formar individuos creativos. Se
    parte de ver el proceso como un hexágono que involucra:
    propósitos, contenidos, secuencia, recursos,
    método
    y evaluación.

    La pedagogía como teoría
    de la educación o conjunto de conceptos, principios,
    consejos y recomendaciones interdisciplinarias que orientan o
    influyen en la actividad académica, debe jugar un papel
    vital en la formación humanista. Ahora bien, como no
    existe una pedagogía sino pedagogías es necesario a
    través de referentes teóricos generar una amplia
    discusión entorno a las pedagogías que se deben
    implementar en la búsqueda de los propósitos que
    garanticen la pertinencia investigativa y la competencia
    humanista.

    Una inabarcable y creciente bibliografía sobre las
    humanidades y sus logros en el ámbito de la
    formación universitaria confirman el interés
    siempre en ascenso por el humanismo, entendiendo que este es el
    factor más importante en la educación. La sociedad
    del conocimiento reclama imperativos éticos,
    políticos y humanísticos, que orienten a los
    estudiantes hacia verdaderos aprendizajes significativos, es
    decir, aprendizajes críticos que fomenten la construcción de una nueva visión
    orientada a pensar nuevos modos de vivir, fundamentados la
    pluralidad, el respeto, la
    diversidad, la tolerancia desde la racionalidad
    humanista.

    5. LOS PROCESOS
    FORMATIVOS

    Las ciencias sociales al finalizar el siglo XX se vieron
    afectadas por las urgencias y nuevas demandas originadas por los
    nuevos sectores productivos que determinan el avance del mundo
    hacia la llamada sociedad del conocimiento.

    Nuevas tendencias:

    • Disolución de las ideologías y las
      utopías, contrasta con el crecimiento indefinido de
      las fuerzas productivas del capitalismo industrial; la
      explotación casi inagotable de las llamadas materias
      primas; la consolidación de nuevas formas de
      organización estatal.
    • Aperturismo e internacionalización de la
      cultura del capitalismo que avasalla con su alta tecnología, la innovación científica, la
      competencia en todos sus procesos y sobre toda la sobrada
      calidad de sus productos.
    • Crisis sistemática al reaparecer el peligro
      del totalitarismo, la amenaza nuclear, la pérdida del
      monopolio
      en la fabricación de armas de
      destrucción masiva por parte de las potencias del
      industrialismo, el aumento de la pobreza en
      los países del tercer mundo, el recrudecimiento de los
      odios nacionales.
    • Deshumanización creciente, el culto a la
      guerra,
      desinterés por la vida, el interés por el lucro
      y las cosas materiales, el hedonismo como paradigma de
      vida, menosprecio por la democracia y neoliberalismo como modelo de
      estado.

    En este complejo contexto los problemas
    sociales, económicos, políticos y culturales
    han aumentado a tal punto de ponen en peligro los valores
    éticos, la libertad y la democracia en las llamadas
    sociedades modernas. Los índices crecientes de violencia,
    corrupción confirman la quiebra del
    Estado como institución de control. Esta
    situación problemática confirma la necesidad de
    radicalizar la democracia y de propiciar una revolución
    pedagógica que enfatice en la defensa de los derechos
    humanos.

    La sociedad del conocimiento tiene nuevas exigencias de
    mano de obra más calificada, ahorrar energía y
    materias primas, controlar la población, garantizar la supervivencia de
    los nuevos imperios y focos del poder. En tal
    sentido la ciencia, la
    tecnología y lógicamente la investigación
    juega un papel fundamental. Eso lleva a pensar que todos los
    procesos estarán centrados en la educación con la
    participación de un "cognitariado" seres humanos con
    conocimientos profundos y ultraespecializados, dedicados a
    resolver problemas complejos.

    De acuerdo con los teóricos de la llamada
    sociedad del conocimiento, hace aproximadamente 10.000 millones
    años cuando las mujeres sembraron las primeras semillas,
    se dio origen a la primera civilización y durante muchos
    siglos el planeta fue agrícola, es lo que se conoce como
    la primera ola. Hace aproximadamente 300 años, cuando
    Inglaterra se
    convirtió en la fábrica del mundo, nació la
    revolución
    industrial, y aunque la mayoría de los países
    del planeta no lograron la industrialización este
    fenómeno es tan importante que hoy sólo EEUU,
    Alemania,
    Inglaterra,
    Francia,
    Italia,
    Canadá y Japón
    están en capacidad de producir todos los artefactos que se
    necesitan en el planeta tierra.

    Pero en los últimos 50 años gracias al
    avance de las nuevas
    tecnologías asistimos a una nueva revolución:
    está si más dinámica y más profunda que las
    anteriores, porque pone en un segundo plano a los tradicionales
    factores de producción – la tierra,
    el dinero y
    los recursos
    naturales- y por el contrario hace énfasis en el
    llamado capital humano,
    el uso de las ideas. Este cambio de
    comportamiento
    se conoce como tercera ola o sociedad del
    conocimiento.

    Todo parece indicar, la
    globalización en un fenómeno inevitable. Por
    tal motivo la supervivencia en un mundo globalizado depende de la
    competitividad
    de sus exportaciones, la
    supervivencia de una cultura depende de su capacidad de
    aculturación con referencia a la cultura dominante, la
    anglosajona. Por eso hoy todos los sistemas
    educativos del mundo reflexionan entorno al cómo
    insertarse de manera productiva en los procesos
    globalizadores.

    La pregunta que quedará sin resolver en este
    ensayo es ¿cómo lograr la inserción de
    Colombia en el escenario globalizador sin haber resuelto los
    graves desequilibrios y problemas que la ubican como una
    nación atrasada y bárbara en muchos campos?
    ¿Cuál es el papel de las ciencias humanas en el
    nuevo escenario de la sociedad del conociendo? ¿Qué
    papel debe jugar la universidad en la sociedad del conocimiento?.
    Con todos los inconvenientes propios de la carencia de una
    cultura de investigación nos atrevemos a pensar que
    sólo desde la investigación en humanidades se
    podrá responder estos interrogantes. Es pertinente
    profundizar en el análisis que nos permita comprender hacia
    donde se dirige la humanidad y es responsabilidad de los humanistas avizorar los
    peligros que trae la instrumentalización neoliberal que
    campea en el mundo.

    6. CONCLUSIÓN
    GENERAL

    En este ensayo hemos establecido las bases para una
    reflexión, análisis y explicaciones desde una
    perspectiva humanista. Hemos expresado la necesidad de avanzar en
    la discusión sobre la importancia de las humanidades en la
    formación del nuevo profesional que requiere la sociedad
    del conocimiento y sobre todo, frente al modelo pedagógico
    vigente que tiene una visión eficientista de la
    enseñanza que sólo habla de calidad, competencia y
    de pragmatismo,
    proponemos que la investigación universitaria debe estar
    fundada en la búsqueda de la verdad y como tal el modelo,
    que privilegiamos es el humanista, integrador y construtivista.
    En él se entiende que la relación
    enseñanza-aprendizaje como
    un proceso eminentemente humano, sometido a la complejidad de un
    ser que no puede ser reducido a la mera
    instrumentalización. El aula por lo tanto, debe ser un
    espacio vivo, donde las relaciones intelectuales y afectivas
    están mediadas por la ética, en el cual sólo
    primará el intercambio comunicativo con actitudes
    participativas siempre en la búsqueda de
    colaboración y la superación del conflicto.

    Es claro que hoy se requiere de profesionales formados
    con nuevos criterios de calidad y pertinencia para responder en
    la sociedad del conocimiento, que influyan considerablemente en
    el desarrollo del país. Tal pretensión no es
    posible sin contar con el concurso de las humanidades.

    6.
    BIBLIOGRAFIA

    ALONSO Catalina y otro. Tecnología
    de la información y de la comunicación. Uned, 1994.

    BRUNER, J, La educación, puerta de la
    cultura.

    DE BONO, E, Aprende a pensar. Alianza
    Editorial.

    DE ZUBIRIA, M Samper. Tratado de Pedagogía
    conceptual 1. FUMDI, 1994.

    DE ZUBIRIA, M. Los Modelos
    Pedagógicos. FUMDI, 1994.

    DIAZ Mario. Los modelos pedagógicos. Revista
    Educación y cultura # 7.

    DIAZ Mario. Una caracterización de los modelos
    pedagógicos. Revista
    Educación y Cultura.

    GALLEGO, B. Rómulo. Competencias cognoscitivas.
    Editorial Magisterio, 1999.

    GUADARRAMA G, Pablo. Humanismo y autenticidad. UNED,
    1997.

    JURADO Fabio. Formación del profesorado y la
    investigación en el aula universitaria.

    MATURANA, H. El sentido de lo humano.

    NIÑO, M Fideligno de Jesús.
    Antropología Pedagógica. Editorial Magisterio.
    1998.

    SANTA Eduardo. La crisis del humanismo. Tercer mundo
    Editores, 1988.

    SAVATER, F. El valor de
    educar. Editorial Ariel.

    Por:

    Álvaro Mina Paz

    Docente: Universidad Santiago de Cali

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