- Resumen
- Humanidades y formación
universitaria - Humanismo y sociedad del
conocimiento - Un nuevo paradigma
educativo - Los procesos
formativos - Conclusión
general - Bibliografía
"El principal objetivo de
la educación humanística no es de
enseñar a ganar el pan, sino el de capacitarnos para
hacer agradable cada bocado"
Anónimo
Expresamos en el presente ensayo, que el
objetivo
fundamental de las distintas actividades del currículo universitario debe estar
centradas en desarrollar de la competencia
ética y
humanista. Se trata entonces, de provocar en el estudiante, un
vivo interés
por los aprendizajes significativos, por los protocolos de la
investigación socio-humanista y para el
logro de este propósito la enseñabilidad de las
humanidades es un asunto pertinente.
La intención de este ensayo
consiste en reflexionar entorno a la importancia de las
humanidades en la formación académica
universitaria, se formula desde el punto de vista teórico
las perspectivas y posibilidades del humanismo, en la
Sociedad del
Conocimiento.
En tal sentido, en la actualidad la Universidad
colombiana, vienen gestando un proceso fuerte
que apunta a convertirla en una institución pertinente y
de alta calidad.
Situación que nos lleva a pensar seriamente a los docentes
y sobre todo a crear comunidades de indagadores desde las aulas,
desde la formación del pregrado, desde el ejercicio del
humanismo,
desde la lectura y
la escritura como
preámbulo de la investigación formativa que contribuya al
desarrollo del
mencionado proceso.
Todos sabemos y lo hemos repetido muchas veces, que la
forma más importante del hacer universitario es la
investigación, la lectura y la
escritura.
Gracias a estas habilidades se puede avanzar en cualquier tipo de
indagación. Por lo tanto, es un deber de todos, incorporar
en la estructura
académica las asignaturas de humanidades que permitan al
estudiante universitario, no importa el nivel que se encuentre,
asumir un compromiso mayor con sus aprendizajes y que redunde en
un mejor desempeño como persona, como
individuo competente capaz de expresar sensibilidad ética y
estética, y sobre todo, que contribuyan en
la formación de un nuevo ciudadano participativo como lo
señala la Constitución Política del
país.
De acuerdo con lo planteado hasta ahora, es preciso
recordar, que el acercamiento del hombre a la
verdad consiste en un proceso que se hace desde el lenguaje y
mediante el intercambio comunicativo con los demás seres
sociales. El hombre se
relaciona con el mundo no como una conciencia
aislada, lo hace desde una comunidad de
hablantes, que reciben saberes de otras comunidades distantes en
el tiempo y el
espacio. Por tal motivo, el mundo del que se ocupa el hombre le
viene temporalizado por el lenguaje, y
por ello, todo discurso ha de
ser un ir y venir a través del lenguaje, es
decir, un diálogo.
Tenemos, entonces, que sin el
conocimiento teórico y la sabiduría
práctica, no es posible formar una verdadera cultura
académica comprometida con la investigación, como
lo sugiere Charles Sand Pierce. De ahí que, la universidad
colombiana no puede ser otra cosa que una comunidad de
buscadores, al
servicio del
humanismo. En ella por encima de todo, se debe enseñar a
pensar cooperativamente y a pensar por sí mismo, donde
discrepar o disentir no sea visto como una actitud de
amenaza sino como un ejercicio de racionalidad práctica
que contribuya a la consolidación de una nueva democracia,
más abierta e incluyente.
La Universidad, pues, ha de enseñar a pensar,
pero ha hacerlo mediante el diálogo,
el debate
abierto, ha de educar a las personas a ser capaces de defender
sus conocimientos, creencias, presentando razones y teniendo en
cuenta los argumentos de los demás. Por lo tanto, es tarea
fundamental de los humanistas transformar la academia en una
comunidad pertinente, conformada por argumentadores
éticos, en la que cada cual se esfuerce por presentar sus
tesis, siempre
en procura de alcanzar acuerdos comunitarios a través de
la
comunicación, es decir, logrados solamente, con la
fuerza de sus
argumentos.
Todos sabemos que una comunidad académica de alta
calidad y
pertinencia institucional, no se construye de la noche a la
mañana; se necesita planear a mediano y largo plazo;
buscar alternativas viables que permitan superar nuestro atraso
ancestral en investigación y sobretodo, no quedarnos en la
programación de simples seminarios y
diplomados, como ocurre en la actualidad. Es preciso gestar una
amplia política académica que redunde en la
capacitación en maestrías y
doctorados, con énfasis humanista para todos los
docentes.
Colombia, según un informe del
Compes, es uno de los países latinoamericanos con los
peores porcentajes de doctores entre los profesores
universitarios. Se sabe que algunos países europeos tienen
hasta el 80 %, cuba el 35 %,
los Estados Unidos y
Canadá 70 %, Japón
un 90 %, mientras que en Colombia,
sólo el 1.7 por ciento de los docentes tienen doctorados.
Estadística que contraste con Latinoamérica, que es del 9 %. Ahí,
radica, el desprecio por la teoría
y por toda forma de conceptualización, eso explica, porque
no existen muchas comunidades de investigación
académica en los ambientes universitarios.
La reconstrucción del país es tarea de
todos y contribuir a pensar una nación
distinta a la que nos ha tocado vivir, debe ser también,
una tarea colectiva. En tal sentido, las cátedras de
humanidades presentes en el currículo deben abrir el espacio para la
discusión en torno al modelo de
democracia que
requiere Colombia, sin
eludir el debate
abierto, la confrontación ideológica, la diversidad
crítica y sus implicaciones éticas.
Colombia tiene una sociedad
desgarrada por violencia, la
corrupción, la irracionalidad
ideológica y la indiferencia de sus dirigentes y lo que es
peor, educada por burócratas de la educación,
insensibles ante cualquier propuesta humanista, seudo-educadores
alejados de la indagación y de la investigación. Es
preciso reconocer, que el incremento en los niveles de pobreza, de
violencia, de
la corrupción
no sólo impide al Estado
defender los Derechos Humanos,
consagrados en la Carta
fundamental sino también modernizarse y por supuesto,
cumplir el precepto constitucional garantizar el progreso para
vivir en paz.
Estamos convencidos, que es por medio del
diálogo, la acción comunicativa, la
argumentación. Y el humanismo, como se lograran los
acuerdos básicos que harán posible una nueva
sociedad, fundamentada en la justicia
social. Por eso debemos asumir, que el salto al futuro,
sólo es posible investigando la razón de nuestro
atraso y superando las dificultades de nuestro contexto
sociocultural.
Todos coincidimos, en la urgencia de crear una cultura de
investigadores que desde el aula se proponga hipótesis pertinentes que contribuyan al
logro de una visión compartida: una Universidad
dialógica, constructora de paz y de progreso. Es vital
comprender, que tal cultura de investigación, requiere de
una política clara en la producción intelectual, de impulso a las
publicaciones como modo de difusión del pensamiento y
sobre todo el reconocimiento del potencial creativo que generan
las humanidades como áreas de
investigación.
No olvidemos, el país a partir de la Constitución Política de 1991, la
Ley General de
la
Educación y la Ley 30 de 1992,
se comprometió en mejorar en forma sustancial sus bajos
niveles educativos; con el firme propósito de convertir
ésta nación,
en un país pacífico, prospero y sobre todo,
democrático. En tal sentido, durante el mandato del
Presidente César Gaviria se comisionó a un grupo de
notables, quienes le entregaron al país un documento
conocido como informe de los
sabios "Colombia al filo de la oportunidad" y cuyas
recomendaciones, son hoy, conocidas por todos los
académicos.
2. HUMANIDADES Y
FORMACIÓN UNIVERSITARIA
Hablar de Universidad y de los procesos
formativos en la Era del Conocimiento,
implica, realizar una reflexión, sobre ¿qué
es el humanismo y cuál es su verdadero impacto en el
ámbito universitario?, en segundo lugar, responder el
interrogante sobre ¿cuál es papel de las
humanidades y su impacto en la universidad?. En procura de
ordenar la discusión, es preciso definir el concepto. El
humanismo representa la visión
antropocéntrica, cuya misión es
dignificar lo humano. Por eso, todos los humanistas son
luchadores por el mejoramiento estructural que contribuya al
desarrollo de
la persona.
También se entiende por humanismo, el propósito de
propender por un hombre nuevo,
en una sociedad abierta y democrática.
El humanismo, señala el filósofo Pablo
Guadarrama "No constituye propiamente una corriente
filosófica sino más bien una propuesta que
sitúa al hombre como valor central
de todo lo que existe, y a partir de esa consideración,
subordina toda actividad, a propiciarle mejores condiciones de
vida material y espiritual".
Por otro lado, Eduardo Santa sostiene: "El humanismo es
una posición vital y concreta del hombre frente a
sí mismo, una perspectiva que lo determina y lo
señala como eje de toda actividad humana. En consecuencia,
todo debe estar a su servicio,
contribuyendo en su realización moral,
intelectual y física".
La historia recoge diversas
concepciones o escuelas filosóficas que han coincidido en
enaltecer la condición humana y procuran teorizar en
torno a su
dignidad. En la antigüedad Anaxímenes, Anaximandro,
Heráclito, Sócrates,
Platón
y Aristóteles; en la edad media
Agustín y Tomás de Aquino; en el renacimiento
son numerosos los pensadores que descollaron en las artes, la
literatura y la
filosofía, todo un discurso en la
defensa de lo humano. En la modernidad, sin
duda, los más grandes humanistas son: Marx y Engels,
propendieron por crear una sociedad igualitaria que garantizara
la felicidad para la humanidad a partir de eliminar el
antagonismo( explotación del trabajo ajeno) de clase que
originan el odio y la injusticia; en los tiempos
contemporáneos el existencialismo y el pragmatismo,
generó una nueva visión del humanismo, tendiente a
valorar la acción del individuo.
Humanista no es simplemente realizar estudios de
latín, griego o de literatura renacentista, y
lo que es peor, citar a grandes pensadores o representantes del
humanismo como creen algunos intelectuales. Humanista es militar
en la causa del hombre, asumiendo todas sus consecuencias
políticas. Humanista no es una
posición cómoda de
verborrea intelectual en el aula como un simple ejercicio del
intelecto, Humanista no es acto de erudición
intelectual.
Un ejemplo de humanismo, lo constituye la
Filosofía del Derecho, que ha teorizado sobre la ley como
medio de dignificar al hombre, es decir, la norma para el
beneficio y desarrollo de la persona, es lo que se conoce como
Humanismo Jurídico. La existencia en la actualidad
del Estado Social
de Derecho, demuestra su formidable avance humanístico,
por cuanto todas las disposiciones, el ordenamiento de la
sociedad bajo la figura del Estado Social de Derecho, propende
por la felicidad de los hombres a través del cumplimiento
de la ley. Por eso, en todo Estado de derecho
promueve principios
éticos y morales, como la pluralidad, la
participación, la democracia, la solidaridad, como
elementos esenciales para conseguir la paz y el progreso social.
Lo anterior significa que el humanismo en la universidad
colombiana debe ser resultado de una conciencia
histórica y no un simple discurso catedrático,
porque los fines fundamentales del humanismo son la libertad de
pensamiento y
la igualdad
social.
Eduardo Santa al referirse a las cátedras de
humanidades plantea: "muchos son los que hoy consideran las
humanidades como simples disciplinas intelectuales sin
ningún sentido, ni utilidad en la
enseñanza universitaria; otros las reducen
a simples cátedras cuyo objeto está en suministrar
al estudiante datos
intrascendentes de cierta cultura general", sin duda, se trata de
un reduccionismo conceptual que sólo favorece el
menosprecio por las humanidades.
Reivindicar el humanismo, en general presupone incluir
necesariamente una forma particular de dignificación
humana conocida como Pensamiento Latinoamericano. De
hecho, no hacerlo es legitimar sólo los valores
del pensamiento eurocentrista y subestimar la capacidad de
hombres que con orgullo y coraje, han ofrendado hasta su propia
vida por la libertad, la
democracia, la igualdad
social en América
mestiza y morena como diría Martí.
Los aspectos básicos del currículo
universitario deben propender por una sólida
formación humanística y ética, que
garanticen el ejercicio de la formación de un nuevo
profesional; que redunde en beneficio de la sociedad,
lógicamente sin descuidar la capacidad analítica,
crítica para interpretar problemas
sociales, políticos, económicos,
tecnológicos del país.
Es preciso aclarar, cuando hablamos de humanismo,
estamos haciendo cierta referencia implícita a las
"humanidades", identificadas en el ámbito
académico, con las llamadas ciencias del
hombre: Sociología, historia, antropología, sicología y
demás disciplinas que tienen como fundamento el hombre
como ser social. Por eso antes de rehabilitarlas y redefinir el
papel de las
humanidades en el currículo universitario, es preciso
propiciar un diálogo al interior de la comunidad
académica universitaria y concertar con ella, el
significado y el papel de la investigación desde las
humanidades.
Según Claudia Villa Uribe "Las humanidades deben
aprender a generar nuevas esferas de sentido, deben adoptar los
universos tecnológicos como estructuras
fundantes de lo humano". Esto implica, conocer los nuevos
paradigmas en
los que se mueven los saberes humanísticos, rescatar la
importancia del humanismo en las sociedades
complejas del capitalismo
global y sobre todo identificar las didácticas y las
pedagogías, en la enseñanza de las humanidades.
El industrialismo, la
globalización capitalista ha contribuido en forma
asombrosa a la mecanización de las conciencias, la
mercantilización de la vida y a la estandarización
del pensamiento, aniquilando el potencial creativo de millones de
hombres en todo el mundo. Hoy se habla de crisis de las
humanidades, entendiendo por crisis algo
nefasto, de ahí, el empeño de ciertos
burócratas academicistas por eliminarlas del
currículo o banalizarlas. Por eso, su rescate en la
actualidad, constituye todo un desafío
epistemológico para los humanistas.
Históricamente las humanidades han sustentado un
proyecto de
educación,
cuya función
específica es la formación ciudadana. En ese
sentido, el proyecto se
inicia en Grecia, tiene
cierta continuidad en Roma,
posteriormente a través de la racionalidad
teológica de la Edad Media, y
por último se concreta su visión y misión en
el Renacimiento.
Dicho proyecto educativo se expresa a través de las
disciplinas clásicas como la gramática, la retórica, el derecho,
la legislación, la historia, la astronomía, la aritmética, la
geometría, la música y la pintura.
El humanismo durante este nuevo siglo, tiene que
enseñarse. Las universidades deben asumir grandes
compromisos a través de una moral
humanista siempre en la búsqueda de nuestra verdadera
naturaleza.
Obviamente, en el presente es ineludible el debate sobre la
enseñabilidad de las humanidades, su pedagogía y didáctica, a pesar de haberse mimetizado al
final del siglo XX bajo el discurso de las ciencias
sociales o humanas: historia, filosofía,
sicología, antropología, etnografía, economía, psicoanálisis, ciencias de la
educación.
El papel fundamental, de las humanidades en la
universidad, será entonces, el de responder a una
verdadera formación en valores
éticos y estéticos, que contribuyan a enfrentar la
marcha forzosa del capitalismo
global a la catástrofe de la civilización por la
deshumanización permanente que genera el modelo
globalizador del neoliberalismo.
En la formulación de los objetivos
generales del área de las humanidades están
consagrados los principios
fundamentales de la Constitución colombiana y la Ley
General de la Educación Nacional. Se insiste, en que la
universidad como institución educativa debe participar en
la transformación de la sociedad. Para alcanzar el ideal
de una sociedad racional y democrática se requiere del
concurso de las asignaturas de humanidades que preparen a los
individuos en el ejercicio ético de la
investigación humana, que el desarrollo integral del ser
humano es tarea prioritaria en la construcción de una racionalidad
crítica, dialógica y sensible al
contexto.
Consecuentes con nuestra tesis global
que hemos defendido a lo largo del presente escrito, somos
conscientes de las nuevas responsabilidades de la Universidad,
sus desafíos y de sus compromisos, en los procesos
formativos en la era del conocimiento:
- En primer lugar, la en el nuevo paradigma se
necesitan nuevas generaciones de técnicos,
tecnólogos, científicos y de intelectuales
profundamente competentes, calificados. Por lo tanto se debe
hacer énfasis no sólo en los conocimientos
específicos median la investigación. - En segundo lugar, la Universidad debe convertirse en
un espacio para interpretar, analizar y desarrollar lo mejor de
nuestras tradición cultural en aras de fortalecer la
identidad de
la colombianidad. En este contexto, es importante destacar la
importancia de las Ciencias
sociales, las cuales deben incluirse en el currículo
universitario. - En tercer lugar, las humanidades deben contribuir a
formar la conciencia política de sus estudiantes. Para
ello se requiere de pedagogías que privilegien la
participación de los estudiantes en la vida
universitaria, el liderazgo
comunitario. Por eso, se debe incluir la cátedra de
Ciencia
Política y Derechos humanos en el
currículo de todas las carreras. - En cuarto lugar, el Área de Humanidades,
incluirá Filosofía, ética, sociología, antropología, ideas
políticas y un componente transversal
lectura y
producción escrita, cuyo fundamento
será el análisis lógico, conceptual,
interpretación y argumentación.
Una conclusión pertinente: los humanistas no
deben renunciar a la hermenéutica, a la
interpretación racional, a la lucha por una sociedad
dignificante de la condición humana que se oponga a la
instrumentalización del hombre. Y mucho menos, renunciar a
la lucha por ampliar la democracia y la participación,
porque de la ampliación del humanismo depende la
supervivencia en Colombia. Con ésta previa
aclaración, dejamos sentado, que las humanidades deben
atravesar todo el hacer académico. Por lo tanto
implementar las cátedras de las humanidades en los planes
y programas es
una tarea urgente que se debe emprender en forma inmediata,
lógicamente desde la nueva visión y misión
universitaria. En consecuencia, asegurar una mejor calidad de
vida de los estudiantes universitarios significa incorporar
contenidos humanistas en la educación, es necesario educar
en la tolerancia, en el
respeto, en la
pluralidad ideológica y sobre todo en la convivencia
pacífica.
3. HUMANISMO Y
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Con el propósito de avanzar entorno a la
reflexión sobre las Humanidades y los procesos de
formación universitarios en la sociedad del Conocimiento,
es indispensable realizar algunas precisiones que permitan
avanzar y tratar el tema en las distintas perspectivas. Empecemos
por considerar, las dimensiones que ha de reunir el docente de
humanidades, su actuación, los requerimientos de calidad,
la justicia en su
desempeño ético profesional y sobre
todo, considerar algunas situaciones que están fuera de
toda discusión como el profundo compromiso humano que
implica el ejercicio de las capacidades y habilidades
intelectuales.
La universidad es una escuela de
formación superior del espíritu científico,
intelectual, empresarial y moral de una comunidad. Por lo tanto,
las cátedras deben estar encaminadas no sólo a la
fundamentación de unos saberes específicos, sean
estos tecnológicos o científicos, sino
también lo humano. Por eso la enseñanza no
está basada en el profesor como autoridad,
sino como un orientador en los procesos del descubrimiento de
conocimiento por parte del alumno.
La calidad en la enseñanza universitaria, por lo
tanto dependerá esencialmente de la actuación del
profesor. Por tal motivo el docente universitario requiere de
permanente formación e instrucción no sólo
en el terreno de lo específico del área de su
formación profesional, sino también en lo
ético, lo sociológico, lo antropológico y
sobre todo en lo pedagógico. En todos los caso es vital
que, el docente posea unas competencias
básicas como empatía, simpatía, sinergia y
esencialmente asertividad.
El aula constituye a mi juicio un elemento decisivo en
los procesos de formación del estudiante universitario,
por tal motivo es prioritario su adecuación. Entendiendo
como es obvio por aula no sólo el espacio físico al
interior de la universidad sino también el espacio virtual
y extramural que contribuya al proceso educativo. Recordemos que
gracias al formidable avance de la tecnología es
imperativo para acceder al conocimiento contar con espacios
saludables que inviten al estudiante a la búsqueda del
logro. En definitiva, el aula universitaria, debe ser considerada
como un laboratorio de
innovación y desarrollo del talento humano,
cuyo reto acuciante es la formación de un profesional
altamente competente.
Si tuviéramos que destacar las funciones
más importantes del profesor universitario, estás
serían, sin duda la docencia encaminada a la recreación
de unos saberes donde él hace el papel de partero del
conocimiento según la famosa analogía
socrática. En la cuál la investigación se
constituye en piedra angular del quehacer, encaminada a la
indagación y finalmente la extensión, determinada
por las necesidades sociales de la comunidad
académica.
El acelerado desarrollo científico y
tecnológico, la aparición de nuevas formas de
organización social y cultural, la llegada
del tercer milenio, el consiguiente cambio de
paradigmas
anuncian de manera urgente un nuevo protagonismo
pedagógico, un nuevo docente y una nueva universidad
más actuante, comprometida con la producción y
distribución de nuevos
conocimientos.
Se espera entonces, a que se desplieguen nuevos roles
tanto en el ejercicio de la docencia como en el hacer de las
universidades, en especial nuevos compromisos en la
producción de conocimientos. En tal sentido, es urgente
asumir nuevas exigencias en los procesos complejos inherentes a
la enseñanza. Sin duda se propenderá por formar
profesores intuitivos, autodidactas, informadores de la ciencia,
recreadores de la cultura y sobre todo humanistas. De ahí
que, la universidad debe estar preocupada y ocupada, en despertar
la curiosidad intelectual, capacitar y entusiasmar al cuerpo de
docentes con actividades que tengan como finalidad engrandecer al
hombre. Igualmente la universidad debe ser un espacio para el
afecto, para la ternura y para la tolerancia.
Históricamente la docencia universitaria se ha
dedicado exclusivamente a la capacitación de elites y la
titulación profesional. Hoy debe atender nuevas
necesidades y demandas, porque estamos frente a una sociedad que
cambia aceleradamente. En tal sentido, el papel central es
generar nuevos conocimientos, impulsar el desarrollo
tecnológico y sobre todo participar en la búsqueda
de soluciones
audaces frente a los múltiples problemas que
afectan a las comunidades.
El advenimiento de la llamada era de la sociedad del
conocimiento o sociedad de los aprendizajes múltiples, en
la cual el mayor insumo es la información y donde los tradicionales
medios de
producción intelectual ya no son relevantes, sino la
inventiva y por supuesto el
conocimiento, como el mayor recurso humano en la
búsqueda de la alta calidad; confirma la urgencia formar
para toda la vida, donde el alumno debe ser un aprendiz
permanente. El intelectual de hoy requiere de alta
calificación ética, independencia
moral y flexibilidad de pensamiento.
La denominada sociedad del Conocimiento requiere de un
profesor apasionado por el conocimiento, capaz de ser
enseñante y aprendiz en valores, con
alta auto-estima, responsable, comunicador, argumentador, con
pensamiento cooperativo y sobre todo humanista, flexible,
dispuesto a resolver conflictos,
consciente de vivir en un mundo cada vez más diverso y en
el que hay que evitar la exclusión, la marginalidad y
la pobreza
intelectual.
4. UN NUEVO PARADIGMA
EDUCATIVO
El nuevo énfasis educativo en las sociedades
modernas es el de las competencias. En
tal sentido, ellas constituyen un nuevo paradigma. Las
universidades no pueden continuar con modelos
pedagógicos tradicionales centrados en el viejo esquema de
la repetición memorística y mecánica de la educación bancaria.
Esto quiere decir, que el enciclopedismo y el verbalismo hacen
parte de los hábitos del pasado.
Hoy se privilegia concepciones abiertas, flexibles, el
juicio argumentado y la producción textual; se enfatiza en
la interpretación. "Todos los seres humanos son
potencialmente competentes para el desarrollo de una habilidad de
tipo intelectual, eso significa que a través de la
educación se puede no sólo enseñar a pensar
sino también aprender a pensar sobre lo que se piensa":
sostiene Fernando Savater. Por lo tanto la principal asignatura
debe ser aquella que enseña al estudiante a ser mejor como
persona.
Resultado de discusión sobre la pertinencia de
las humanidades en la educación se introdujo el concepto de
competencia como
una alternativa a la hora de abordar el currículo. Una
lectura con detenimiento de la Ley General de la Educación
(Ley 115 de 1994) nos lleva a pensar que la principal
preocupación del legislador estaba dirigida a resolver dos
problemas: el
mejoramiento de la educación colombiana en todos los
niveles y el de generar espacios éticos que faciliten la
convivencia ciudadana. En la Ley General de la educación
subyace la idea integradora de una educación básica
que contribuya a la preparación de los alumnos para las
tareas complejas de la sociedad del conocimiento. Y la
universidad debe cumplir el papel de potencializador del
proceso.
El concepto de competencia proviene de la
lingüística, introducido por los pedagogos cognitivos
culturales, ligados a los aprendizajes significativos. Se define
el término como "un saber hacer en el ámbito de un
contexto determinado" o "capacidad para hacer uso significativo
de los conocimientos aprehendidos, adquiridos previamente".
Atendiendo la recomendación de Vygostki: "El pensamiento
no se expresa simplemente en palabras: existe a través de
ellas", puede afirmarse que la lengua se haya
inmersa en todo lo pensado. Por lo tanto, el lenguaje en
todas sus formas, debe ser el principal protagonista de los
procesos pedagógicos que se desarrollan en las instituciones
educativas. Porque el lenguaje es también una manera de
organizar el mundo y como tal, la principal herramienta en los
intercambios comunicativos.
El individuo actúa entonces, según unas
reglas predeterminadas por las competencias que haya
desarrollado: cognitiva, matemática, artística,
semántica, gramatical, textual, pragmática, socio
cultural, enciclopédico, etc. Pero sin duda, la más
difícil de lograr en un medio como el nuestro es la
competencia humanista, aquella que tiene que ver con la
formación ciudadana y que reclama el país como
pre-requisitos para enfrentar los desafíos de la globalización.
Las competencias son intelectuales, conceptuales,
nocionales; empíricas, metodológicas, estética, actitudinales; axiológicas
y morales. Las competencias no son simples habilidades
preexistentes, ellas surgen producto de
unas circunstancias internas en el sujeto. No son
enseñables. Por lo tanto, hay que crear las condiciones
concretas que faciliten el desarrollo de estos procesos. En tal
sentido, introducir en currículo las asignaturas de
humanidades es un medio y una manera de generar espacios
pertinentes que favorezcan el desarrollo de las competencias
humanista.
El currículo tiene que ser definido en función
directa de los objetivos
generales expresados en el proyecto educativo institucional. En
él la investigación se propone como modelo
pedagógico que revolucione el hacer universitario. Este
giro epistemológico debe superar: el currículo de
la pedagogía tradicional caracterizado por la
reproducción de saberes generales,
definicionismo y conceptualismo, y las aplicaciones de operaciones
intelectuales sin una conexión, sobrecargado de
contenidos, donde el énfasis es el dato que se convierte
en un fin en la trasmisión de la información, este es absolutamente un
modelo instrucional, cronológico, descriptivo,
rígido, autoritario y fundamentado en la
memoria.
Al contrario el modelo pedagógico constructivista
se caracteriza por estar fundamentado en la investigación
teórica y aplicable, es una pedagogía que media
entre el conocimiento cotidiano, el conocimiento disciplinario y
construye conocimiento a partir del conocimiento previo del
estudiante, es en esencia un modelo flexible en la planeación
y se adapta a situaciones no previstas.
Mario Díaz, experto pedagogo e investigador
universitario, señala que el modelo pedagógico
agregado caracterizado por una segmentación, yuxtaposición de
conocimiento, compartimiento en áreas y asignaturas
arbitrarias y rígidamente jerarquizada, en el cual el
énfasis es la medición de resultados alcanzados en
el aprendizaje
no ha contribuido a gestar una revolución
en el aprendizaje.
El mismo autor advierte que el modelo integrado, se
caracteriza por la integración de los procesos, la selección
y organización del conocimiento, y sobre todo
por la flexibilidad del currículo. El modelo
pedagógico integrado se convierte así en una
pedagogía participativa en el que el trabajo del
maestro y del alumno coincide en referencia al contexto educativo
y cultural.
Una visión global de la pedagogía
conceptual confirma que el currículo se diseña para
el favorecer el desarrollo de las llamadas operaciones
intelectuales, la formación del pensamiento
sistémico y complejo, el desarrollo de habilidades
cognitivas y sobre todo para formar individuos creativos. Se
parte de ver el proceso como un hexágono que involucra:
propósitos, contenidos, secuencia, recursos,
método
y evaluación.
La pedagogía como teoría
de la educación o conjunto de conceptos, principios,
consejos y recomendaciones interdisciplinarias que orientan o
influyen en la actividad académica, debe jugar un papel
vital en la formación humanista. Ahora bien, como no
existe una pedagogía sino pedagogías es necesario a
través de referentes teóricos generar una amplia
discusión entorno a las pedagogías que se deben
implementar en la búsqueda de los propósitos que
garanticen la pertinencia investigativa y la competencia
humanista.
Una inabarcable y creciente bibliografía sobre las
humanidades y sus logros en el ámbito de la
formación universitaria confirman el interés
siempre en ascenso por el humanismo, entendiendo que este es el
factor más importante en la educación. La sociedad
del conocimiento reclama imperativos éticos,
políticos y humanísticos, que orienten a los
estudiantes hacia verdaderos aprendizajes significativos, es
decir, aprendizajes críticos que fomenten la construcción de una nueva visión
orientada a pensar nuevos modos de vivir, fundamentados la
pluralidad, el respeto, la
diversidad, la tolerancia desde la racionalidad
humanista.
Las ciencias sociales al finalizar el siglo XX se vieron
afectadas por las urgencias y nuevas demandas originadas por los
nuevos sectores productivos que determinan el avance del mundo
hacia la llamada sociedad del conocimiento.
Nuevas tendencias:
- Disolución de las ideologías y las
utopías, contrasta con el crecimiento indefinido de
las fuerzas productivas del capitalismo industrial; la
explotación casi inagotable de las llamadas materias
primas; la consolidación de nuevas formas de
organización estatal. - Aperturismo e internacionalización de la
cultura del capitalismo que avasalla con su alta tecnología, la innovación científica, la
competencia en todos sus procesos y sobre toda la sobrada
calidad de sus productos. - Crisis sistemática al reaparecer el peligro
del totalitarismo, la amenaza nuclear, la pérdida del
monopolio
en la fabricación de armas de
destrucción masiva por parte de las potencias del
industrialismo, el aumento de la pobreza en
los países del tercer mundo, el recrudecimiento de los
odios nacionales. - Deshumanización creciente, el culto a la
guerra,
desinterés por la vida, el interés por el lucro
y las cosas materiales, el hedonismo como paradigma de
vida, menosprecio por la democracia y neoliberalismo como modelo de
estado.
En este complejo contexto los problemas
sociales, económicos, políticos y culturales
han aumentado a tal punto de ponen en peligro los valores
éticos, la libertad y la democracia en las llamadas
sociedades modernas. Los índices crecientes de violencia,
corrupción confirman la quiebra del
Estado como institución de control. Esta
situación problemática confirma la necesidad de
radicalizar la democracia y de propiciar una revolución
pedagógica que enfatice en la defensa de los derechos
humanos.
La sociedad del conocimiento tiene nuevas exigencias de
mano de obra más calificada, ahorrar energía y
materias primas, controlar la población, garantizar la supervivencia de
los nuevos imperios y focos del poder. En tal
sentido la ciencia, la
tecnología y lógicamente la investigación
juega un papel fundamental. Eso lleva a pensar que todos los
procesos estarán centrados en la educación con la
participación de un "cognitariado" seres humanos con
conocimientos profundos y ultraespecializados, dedicados a
resolver problemas complejos.
De acuerdo con los teóricos de la llamada
sociedad del conocimiento, hace aproximadamente 10.000 millones
años cuando las mujeres sembraron las primeras semillas,
se dio origen a la primera civilización y durante muchos
siglos el planeta fue agrícola, es lo que se conoce como
la primera ola. Hace aproximadamente 300 años, cuando
Inglaterra se
convirtió en la fábrica del mundo, nació la
revolución
industrial, y aunque la mayoría de los países
del planeta no lograron la industrialización este
fenómeno es tan importante que hoy sólo EEUU,
Alemania,
Inglaterra,
Francia,
Italia,
Canadá y Japón
están en capacidad de producir todos los artefactos que se
necesitan en el planeta tierra.
Pero en los últimos 50 años gracias al
avance de las nuevas
tecnologías asistimos a una nueva revolución:
está si más dinámica y más profunda que las
anteriores, porque pone en un segundo plano a los tradicionales
factores de producción – la tierra,
el dinero y
los recursos
naturales- y por el contrario hace énfasis en el
llamado capital humano,
el uso de las ideas. Este cambio de
comportamiento
se conoce como tercera ola o sociedad del
conocimiento.
Todo parece indicar, la
globalización en un fenómeno inevitable. Por
tal motivo la supervivencia en un mundo globalizado depende de la
competitividad
de sus exportaciones, la
supervivencia de una cultura depende de su capacidad de
aculturación con referencia a la cultura dominante, la
anglosajona. Por eso hoy todos los sistemas
educativos del mundo reflexionan entorno al cómo
insertarse de manera productiva en los procesos
globalizadores.
La pregunta que quedará sin resolver en este
ensayo es ¿cómo lograr la inserción de
Colombia en el escenario globalizador sin haber resuelto los
graves desequilibrios y problemas que la ubican como una
nación atrasada y bárbara en muchos campos?
¿Cuál es el papel de las ciencias humanas en el
nuevo escenario de la sociedad del conociendo? ¿Qué
papel debe jugar la universidad en la sociedad del conocimiento?.
Con todos los inconvenientes propios de la carencia de una
cultura de investigación nos atrevemos a pensar que
sólo desde la investigación en humanidades se
podrá responder estos interrogantes. Es pertinente
profundizar en el análisis que nos permita comprender hacia
donde se dirige la humanidad y es responsabilidad de los humanistas avizorar los
peligros que trae la instrumentalización neoliberal que
campea en el mundo.
En este ensayo hemos establecido las bases para una
reflexión, análisis y explicaciones desde una
perspectiva humanista. Hemos expresado la necesidad de avanzar en
la discusión sobre la importancia de las humanidades en la
formación del nuevo profesional que requiere la sociedad
del conocimiento y sobre todo, frente al modelo pedagógico
vigente que tiene una visión eficientista de la
enseñanza que sólo habla de calidad, competencia y
de pragmatismo,
proponemos que la investigación universitaria debe estar
fundada en la búsqueda de la verdad y como tal el modelo,
que privilegiamos es el humanista, integrador y construtivista.
En él se entiende que la relación
enseñanza-aprendizaje como
un proceso eminentemente humano, sometido a la complejidad de un
ser que no puede ser reducido a la mera
instrumentalización. El aula por lo tanto, debe ser un
espacio vivo, donde las relaciones intelectuales y afectivas
están mediadas por la ética, en el cual sólo
primará el intercambio comunicativo con actitudes
participativas siempre en la búsqueda de
colaboración y la superación del conflicto.
Es claro que hoy se requiere de profesionales formados
con nuevos criterios de calidad y pertinencia para responder en
la sociedad del conocimiento, que influyan considerablemente en
el desarrollo del país. Tal pretensión no es
posible sin contar con el concurso de las humanidades.
ALONSO Catalina y otro. Tecnología
de la información y de la comunicación. Uned, 1994.
BRUNER, J, La educación, puerta de la
cultura.
DE BONO, E, Aprende a pensar. Alianza
Editorial.
DE ZUBIRIA, M Samper. Tratado de Pedagogía
conceptual 1. FUMDI, 1994.
DE ZUBIRIA, M. Los Modelos
Pedagógicos. FUMDI, 1994.
DIAZ Mario. Los modelos pedagógicos. Revista
Educación y cultura # 7.
DIAZ Mario. Una caracterización de los modelos
pedagógicos. Revista
Educación y Cultura.
GALLEGO, B. Rómulo. Competencias cognoscitivas.
Editorial Magisterio, 1999.
GUADARRAMA G, Pablo. Humanismo y autenticidad. UNED,
1997.
JURADO Fabio. Formación del profesorado y la
investigación en el aula universitaria.
MATURANA, H. El sentido de lo humano.
NIÑO, M Fideligno de Jesús.
Antropología Pedagógica. Editorial Magisterio.
1998.
SANTA Eduardo. La crisis del humanismo. Tercer mundo
Editores, 1988.
SAVATER, F. El valor de
educar. Editorial Ariel.
Por:
Álvaro Mina Paz
Docente: Universidad Santiago de Cali