Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Sociedad indígena: Víctimas del racismo en México




Enviado por hetorito



    "En mi vida he aprendido algo interesante,
    el racismo proporciona la única oportunidad que tiene la
    gente mediocre de una raza determinada, de sentirse superior a
    otros que realmente valen la pena, pero que racialmente son
    diferentes".

    Ernesto Oliver, Aguascalientes,
    México.
    Reportero de la BBC durante la
    III Conferencia
    Mundial contra el Racismo, Discriminación Racial, Xenofobia e
    Intolerancias Relacionadas llevada a cabo el 31 de agosto de
    2001, en Durban, Sudáfrica.

    En la actualidad, vivimos un momento de grandes e
    importantes contradicciones políticas,
    económicas y sociales donde resurgen el racismo, la
    xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia y el etnocentrismo.
    Las dos últimas décadas del siglo XX están
    llenas de procesos
    acelerados, inevitables e irreversibles como son la crisis
    económica mundial, la presión de
    los movimientos demográficos, las guerras, los
    cambios radicales en los países del Este, y sobre todo, la
    inseguridad y
    el miedo por el futuro ante el desempleo y
    la
    pobreza.

    Aunque en la actualidad el racismo esté
    erradicado como ideología política, esto no
    quiere decir que en el pasado no fuera ampliamente difundido y
    apoyado, ni tampoco que hoy en día las actitudes
    racistas estén presentes de manera exagerada en la
    población a tal grado de que hagan
    imposible la convivencia diaria, es por esto que el objetivo
    fundamental de este artículo es resaltar las conductas
    racistas dentro del territorio mexicano en contra de uno de sus
    sectores sociales más importantes y a la vez
    discriminados: Los indígenas.

    Comenzaremos describiendo a grandes rasgos lo que es el
    racismo y la discriminación. El racismo tiene sus
    raíces en la xenofobia, el miedo al extraño, y una
    actitud que
    encontramos en los seres humanos, en los grupos
    sociales que estos forman, incluidas las naciones.

    El término raza se utiliza en la cultura
    occidental desde el momento del primer encuentro con pueblos de
    características externas diferentes. Desde
    entonces, hasta la segunda mitad de siglo XX se establece una
    jerarquía entre las "razas" basándose en
    diferencias observables: el color de la
    piel, la forma
    del cráneo, del cabello, la estructura
    física,
    etc. A partir de ahí comienza el postulado de la
    existencia de diferentes razas, clasificando de esta manera los
    grupos humanos
    por sus características biológicas en superiores e
    inferiores. La raza blanca, desde el primer momento, se
    consideraba superior, más desarrollada, mejor preparada, y
    más armada para ser conquistadora. Desde las cunas de la
    civilización clásica, en la antigua Grecia y luego
    en Roma se
    consideraban paganos y salvajes a todos los pueblos cuyas
    costumbres, dioses y organizaciones de
    vida social eran diferentes, desconocidas, extrañas y
    raras.

    A lo largo de la historia, sobre todo con la
    conquista y colonización de América
    y África, culminó el poder y
    supremacía de la raza blanca; con su religión
    monoteísta, que se consideraba por sí sola
    única y absoluta, y lo que es peor, excluía
    totalmente cualquier otra forma de vida sociable, cultural y
    religiosa (indígenas, gitanos, judíos, luego
    negros, pueblos de religión islámica, eslavos,
    etc.). Los prejuicios hacia estos pueblos tienen sus
    raíces ahí y se mantienen hasta hoy.

    Del concepto raza
    sale el término Racismo que defiende la diferencia racial
    y supremacía de unos pueblos sobre otros. Este
    calificativo hoy se refiere a cualquier actitud o
    manifestación que reconoce o afirma tanto la inferioridad
    de algunos colectivos étnicos, como la superioridad del
    colectivo propio. También se considera como racismo la
    justificación de la diferencia racial, pues el uso del
    concepto "Raza" carece ya de sentido, como lo confirman los
    científicos de la biología molecular y
    los genéticos del proyecto Genoma
    humano, no existen diferencias genéticas.

    La lista de manifestaciones racistas, basadas sobre todo
    en los prejuicios y estereotipos formados durante la historia de
    las sociedades
    occidentales, es larga y dependiendo del país, afecta a
    las creencias, sentimientos y comportamientos personales. Pero
    además, a través de las estructuras
    gubernamentales se asienta la exclusión social, la
    discriminación, la privación de derechos, la
    segregación. Finalmente las manifestaciones racistas en
    muchos países, hoy llegan a su punto más
    dramático en las agresiones, la violencia,
    expulsiones y exterminio.

    La xenofobia, considerada como la base del racismo, es
    uno de los prejuicios con recelo, odio, fobia y rechazo contra
    los grupos étnicos diferentes, cuya fisonomía
    social y cultural se desconoce. En la última década
    del siglo XX se manifiesta muy agresivamente en todas las
    sociedades y en lugares donde cohabitan diferentes grupos
    étnicos, que no están ni mezclados, ni integrados
    en las comunidades autóctonas. La xenofobia es una
    ideología del rechazo y exclusión de toda identidad
    cultural ajena a la propia. Ésta se basa en los prejuicios
    históricos, lingüísticos, religiosos,
    culturales, e incluso nacionales, para justificar la
    separación total y obligatoria entre diferentes grupos
    étnicos, con el fin de no perder la identidad propia.
    Combinando estos prejuicios con el poder económico, social
    y político la xenofobia de la mayoría, rechaza y
    excluye los extranjeros o inmigrantes a la medida que ve en ellos
    un competidor por los recursos
    existenciales.

    La crisis socioeconómica en la mayoría de
    los países en los últimos años ha
    multiplicado los actos xenófobos que van desde las
    pintadas, pancartas, folletos, discursos y
    campañas, hasta los actos de violencia como las agresiones
    individuales y colectivas, incendios
    provocados, linchamientos, matanzas y limpieza étnica. A
    menudo los medios de
    comunicación insisten en las diferencias culturales,
    presentando las costumbres y los actos culturales ajenos como
    cosas raras y sorprendentes. De esa manera también
    fomentan hostilidad, se impulsa la xenofobia contra los
    extranjeros (africanos, asiáticos o latinoamericanos), y
    se potencia la
    exclusión y rechazo.

    El racismo se desarrolló en primer lugar con el
    genocidio colonizador. En la guerra se
    tratará de destruir al adversario político y a la
    raza adversa. El racismo asegura entonces la función de
    muerte en la
    economía
    del poder, sobre el principio de que la muerte del
    otro equivale al reforzamiento biológico de sí
    mismo como miembro de una raza o población. Estamos muy
    lejos del racismo como simple desprecio u odio de las razas. Pero
    también lejos del racismo como operación
    ideológica con la que el estado o
    una clase tratarían de volver contra un adversario
    mítico las hostilidades. Un estado
    obligado a la eliminación de las razas, o a la
    purificación de la raza, debe utilizar el racismo para
    ejercer su poder soberano. Así, los estados más
    homicidas son los más racistas. Ejemplo: el NAZISMO.
    Ningún Estado fue más disciplinario que el
    régimen nazi, en ningún Estado las regulaciones
    biológicas fueron administradas de manera más
    insistente. Poder disciplinario, todo esto atravesó y
    sostuvo a la sociedad nazi.
    Sin embargo, al mismo tiempo de la
    formación de esta sociedad regulativa y disciplinaria, se
    asiste al desencadenamiento más completo del poder
    homicida, del viejo poder soberano de matar. Este poder de vida y
    muerte atraviesa toda la sociedad nazi, porque no es concedido
    sólo al estado, sino también a determinados
    individuos. El régimen nazi tenía como objetivos la
    destrucción de otras razas y la exposición
    de la propia al peligro absoluto y universal de la muerte. La
    población entera está expuesta a la muerte, lo que
    posibilita la superioridad y la regeneración de la
    raza.

    Para profundizar en la definición del racismo
    resulta útil distinguir entre diferentes tipos y
    manifestaciones del mismo. Teresa San Román, en su
    libro Vecinos
    gitanos, distingue tres niveles de actitud o tendencia racista:
    el etnocentrismo, que constituye una tendencia bastante
    universal, incluso casi necesaria (para la protección del
    grupo frente a
    los otros, para la identificación positiva de los
    individuos dentro de su grupo social de pertenencia), las
    conductas de discriminación, que corresponden
    más o menos a dar trato de inferioridad a otra persona
    generalmente por motivos sociales, étnicos, sexuales y
    las ideologías racistas, que constituyen doctrinas
    legitimadoras de los dos niveles previos. En el caso mexicano, el
    tipo de racismo que mejor se puede identificar son las conductas
    de discriminación y la víctima son los 62 grupos
    indígenas que comparten el territorio nacional con
    nosotros.

    Ser indígena hoy significa ser parte de una
    comunidad
    culturalmente diferenciada. Tiene, por eso, una
    connotación de identidad, de cultura y también, hoy
    por hoy, de proyecto político, porque tras cinco siglos de
    colonialismo, los pueblos indígenas reivindican en nuestra
    época su identidad como una bandera de lucha, como una
    forma de resistencia y
    como una demanda por su
    reconocimiento, por sus derechos, por su futuro.

    ¿Quiénes son hoy los indígenas? La
    población indígena de nuestra nación
    está formada por 62 grupos étnicos herederos de los
    primeros pobladores de estas tierras. Lo que los distingue del
    resto de la sociedad nacional son una serie de rasgos culturales
    que se expresan en forma particular: el uso de lenguas
    extrañas y de vestimentas tradicionales, la pertenencia a
    una comunidad ubicada en un espacio territorial determinado, la
    integración a redes sociales de
    correspondencia y retribución, el
    conocimiento y manejo del medio natural, la
    utilización de técnicas y
    tecnologías tradicionales para la producción, la fabricación de
    artículos para el autoconsumo doméstico y el
    mercado, y la
    idea de un pasado común que llega a manifestarse, en
    algunos casos, como un proyecto compartido de futuro. A
    continuación se presenta un mapa que señala los 62
    grupos indígenas con sus respectivas lenguas:

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    En la época colonial, ser indígena
    significaba estar en una posición en que se ponía
    en duda incluso la capacidad de raciocinio de las personas. En el
    siglo pasado, el siglo XX, ser indígena implicaba una
    asociación casi automática con la pobreza, el
    atraso y la miseria, como su la identidad respondiera a las
    condiciones de subordinación y explotación en que
    se ha mantenido a los pueblos indígenas.

    Históricamente, la relación entre sociedad
    nacional y los pueblos indígenas ha estado mediada por la
    desigualdad en sus distintas variantes, desde la
    explotación colonial y la explotación criolla,
    hasta la discriminación y la marginación que se
    heredaron incluso de los regímenes revolucionarios. El
    crecimiento y desarrollo de
    México se basó, en gran parte, en la
    marginación y pobreza de los pueblos
    indígenas.

    Las poblaciones indígenas pertenecen a una clase
    socioeconómica baja. Algunos indígenas pasan toda
    su vida en medio de la pobreza, para que después de tanto
    esfuerzo les quiten sus tierras. Muchos de ellos han sido
    marginados a tal punto que cambiaron sus vestimentas, su idioma y
    hasta su identidad por temor al fracaso social,
    discriminación y malos tratos.

    La exterminación de indígenas
    comenzó cuando los colonizadores llegaron a nuevas
    tierras. Entre 1500 y 1600 el número de indígenas
    en América Central y del Sur descendió de 80
    millones a 3.5 millones. Se realizaron asesinatos en masas, tomas
    de territorios y de pertenencias. Los indígenas
    demostraron ser realmente fuertes por soportar situaciones
    límites, es por eso que se ganaron un
    importante lugar en los temas que conciernen al mundo.

    Existe un fondo de contribuciones voluntarias para las
    poblaciones indígenas. Actualmente, las poblaciones
    indígenas cuentan con 300 millones de habitantes
    repartidos en 70 países. La mayoría habita Asia. 30 millones
    aproximadamente viven en América del Sur. Más del
    60% de la población de Bolivia es
    indígena, y estos constituyen también más de
    la mitad de las poblaciones de Guatemala y
    Perú. Solamente 2.5 millones viven en América del
    Norte, que es territorio perteneciente al primer
    mundo.

    Hablando específicamente del caso mexicano,
    podemos mencionar algunos datos obtenidos
    del Instituto Nacional Indigenista (INI) que son de gran
    importancia y relevancia para el desarrollo de este
    artículo que además hablan por sí
    solos:

    Indicador (Al año
    2000)

    Cantidad

    Población total en
    México

    97, 483, 412

    Población Indígena

    10, 253, 627

    Porcentaje

    10.5

    Población de cinco años y
    más hablante de lengua
    indígena

    6, 044, 547

    Porcentaje

    7.1

    Población no hablante de lengua
    indígena y estimada como
    indígena

    4, 209, 080

    Total de municipios de México

    2, 443

    Total de municipios indígenas o con
    presencia de población indígena

    871

    Porcentaje

    35.7

    Municipios sin población
    indígena

    30

    Porcentaje de la población ocupada que
    trabaja en el sector primario

    56.8

    Porcentaje de la población ocupada que no
    recibe ingresos por su trabajo

    30.7

    Porcentaje de la población ocupada que
    recibe de 1 a 2 salarios mínimos

    22.2

    Porcentaje de viviendas con piso de
    tierra

    53.5

    Porcentaje de viviendas que no disponen de
    agua
    entubada

    42.3

    Porcentaje de viviendas que no disponen de
    drenaje

    73.0

    Porcentaje de viviendas que no disponen de
    electricidad

    20.7

    Porcentaje de viviendas que no disponen de agua
    entubada, drenaje ni electricidad

    13.0

    El meollo está en lo que algunos
    antropólogos han llamado la construcción de la indianidad. Lo
    indígena se construyó, en principio, como
    una identidad que distinguía a los pobladores originarios
    de este continente de los invasores españoles. A medida
    que se afianzaba el sistema colonial,
    se fueron tejiendo mecanismos que no sólo explotaban las
    riquezas naturales y el trabajo de
    los pueblos sometidos, sino también levantaban un discurso de
    esa diferencia, basado en la inferioridad. Se trataba de los
    principios de
    la desigualdad. Al mismo tiempo, lo indígena, lo
    indio, como categoría colonial, uniformaba frente a
    los europeos, a las múltiples civilizaciones
    mesoamericanas que fueron sometidas. Con la Colonia, indios eran,
    por igual, mayas, zapotecas,
    mexicas o totonacas; e incluso incas,
    guaimíes o araucanos.

    En la época actual de globalización, las comunidades
    indígenas viven cada vez en condiciones más
    precarias. La potencial pérdida de sus tierras y
    territorios amenaza con debilitar las bases que sostienen su
    reproducción social, cultural y material.
    De ahí que, ante las fuerzas de una globalización
    selectiva y polarizante, la lucha de los pueblos indígenas
    se haya enfocado a la defensa de sus derechos colectivos y de su
    patrimonio.

    La ONU
    denominó al año 1993 como el año de los
    pueblos indígenas y de 1995 a 2005 la década de los
    pueblos indígenas de todo el mundo. A pesar de ello, la
    realidad es que éstos han sido y siguen siendo las
    víctimas del azote de la discriminación y racismo.
    A veces los victimarios accionan en forma conciente y abierta y
    otras en su mejor buena fe, accionan en forma inconsciente,
    sostenidos por su ignorancia y su falta de una profunda y real
    comprensión de la temática y problemática de
    los pueblos originarios.

    En reiteradas oportunidades quienes están
    convencidos que defienden y protegen al indígena,
    partiendo de una política integracionista y de
    asimilación, sólo consiguen ahondar más la
    marginación y la discriminación hacia estos
    pueblos. No es acertada la actitud de quienes pretenden integrar
    y asimilar a los aborígenes a nuestra cultura y nuestra
    forma de vida. Esto es tan violatorio a la libre
    autodeterminación de sus antiguas naciones, como lo es la
    actitud del más fanático de los racistas y
    xenófobos. Ellos han tenido y tienen su propia identidad y
    estilo de vida que debemos respetar. El hecho de que grandes
    sectores de nuestra población vivan en la
    marginación y en la pobreza total empeora la
    situación de los indígenas, quienes soportan los
    más elevados índices de desnutrición, carecen de escuelas y toda
    forma de enseñanza, de planes de salud e higiene, carecen
    viviendas que tengan los servicios
    básicos como el agua,
    alcantarillado y electricidad,
    además de que su falta absoluta de trabajo.

    La discriminación y la intolerancia se
    acentúa, aún más, cuando se trata de mujeres
    y niños,
    por lo que se hace imprescindible la inmediata aplicación
    de la legislación internacional, nacional, y provincial,
    en forma íntegra y total. Que se respeten sus derechos
    colectivos a la tierra y
    territorio, su idioma, su manejo tradicional racional y
    sostenible de los recursos
    naturales y la biodiversidad,
    que siempre los ha distinguido. Habremos dado entonces, un gran
    paso hacia la radicación definitiva de la
    discriminación, el racismo, la intolerancia y la
    xenofobia, hacia los pueblos originarios.

    Se deben de crear y cumplir los planes educativos, de
    asistencia médica y sanitaria, de atención bucodental; de jubilaciones y
    pensiones, de construcción de viviendas, entre otros,
    siempre teniendo en cuenta el respeto al
    espíritu, cultura y tradiciones de estos
    pueblos.

    Los pueblos indígenas tienen el derecho a
    sobrevivir como pueblos separados con sus propias culturas y
    tradiciones, destacando la necesidad de medidas especiales que
    tiendan a proteger a éstos. Debe reconocerse el derecho a
    su identidad, a sus valores y a su
    libre autodeterminación como Nación (recordemos que
    el término Nación no es sinónimo de Estado,
    sino que Nación es una entidad cultural y pueden coexistir
    varias naciones dentro de un mismo Estado), y propender al
    conocimiento y
    propagación, entre sus integrantes, del idioma madre
    (Entre tres mil y seis mil lenguas vivas están seriamente
    amenazadas de desaparición, según el último
    informe de la
    UNESCO).

    Estos pueblos, víctimas de pasadas y presentes
    injusticias, iguales en dignidad y derechos al resto de la
    sociedad con la cual les toca convivir, no han tenido oportunidad
    de ejercer el derecho a la libre autodeterminación
    mediante su participación concreta en la
    construcción de una Nación-Estado
    contemporáneo. Por lo que, nuestro Estado debe
    implementar, con verdadera voluntad, una eficaz política
    de acción afirmativa, sustentada en el cumplimiento cabal
    y real de la legislación vigente, que sirva de
    neutralizante contra políticas agresivas provenientes de
    determinados sectores e intereses, que no contemplan las
    características especiales de estas minorías que
    aún hoy siguen siendo sumamente vulnerables.

    Dentro del contexto de la globlalización
    homogenizadora, la supervivencia de los grupos indígenas
    como colectivos culturalmente diferenciados, es un reto para los
    proyectos
    indígenas del futuro, pero también para el Estado y
    la sociedad nacionales.

    Si por globalización moderna y
    contemporánea, entendemos hoy los procesos acelerados de
    integración
    económica, casi nunca equitativa sino más bien
    desigual y poco menos que ineludible, de vinculación
    inmediata por medios de
    comunicación cada vez más sofisticados y
    rápidos como Internet, telefonía y televisión
    y de construcción de una cultura de consumo que se
    expande incontrolablemente a través de las fronteras
    políticas, sociales y culturales, estamos hablando
    entonces de otro de los retos más importantes para la
    sobrevivencia cultural e identitaria de los pueblos
    indígenas.

    La propuesta de la
    globalización homogenizante es que todos queremos
    comer lo mismo, vestir lo mismo, comprar lo mismo, hacer lo mismo
    y "triunfar" de la misma manera. Esta propuesta atenta contra la
    tradición indígena, contra las demandas presentes
    por el reconocimiento de proyectos alternativos. Las
    movilizaciones indígenas ante la globalización
    homogenizante plantean: ¿Y por qué no hemos de
    tener nosotros el derecho a disentir? ¿Y qué tal
    que no queremos acumular sino distribuir? ¿Y qué
    tal que no queremos talar el bosque, aprovecharlo, sino pasear
    por él? ¿Y qué tal que, en vez de trabajar
    como peones de las carreteras, como quesadilleras junto a los
    albañiles, los y las indígenas queremos que no pase
    ningún camino por nuestras selvas? Estas interrogantes
    tendrían que ser válidas en una sociedad
    pluriétnica y pluricultural como la nuestra.

    Y hablando de movimientos indígenas, qué
    mejor ejemplo que el realizado por el Ejército Zapatista
    de Liberación Nacional, tan comentado, rechazado,
    glorificado y polémico. Este levantamiento contaba con el
    apoyo de las comunidades indígenas de las sierras,
    específicamente de las chiapanecas, porque lo encubrieron,
    protegieron o ayudaron a lo largo de años y sería
    ilusorio creer que los indios lo apoyaron por su inocencia y
    analfabetismo,
    o porque alguien les hubiera leído en voz alta un
    breviario ideológico o los hubieran amenazado o reclutado
    a centenares como en la leva porfirista. La disposición de
    comunidades enteras para apoyar un movimiento
    así, al menos con el silencio, la provocan y explican
    agitadores sociales muy evidentes en Chiapas: el hambre, el
    despojo, la represión, la cerrazón de autoridades
    políticas y judiciales, la presión de ganaderos y
    terratenientes. Casi 80% de la población de las zonas en
    conflicto no
    tiene drenaje, agua entubada y potable, luz
    eléctrica, sistemas
    hospitalarios, comida. Debíamos comprender ya que la
    extrema pobreza puede alguna vez marcar la disposición a
    la violencia.

    Bien lo dijo Carlos Montemayor: "la humanidad deja de
    serlo en el momento en que se rehúsa a darle cabida a las
    minorías; la humanidad deja de serlo cuando un grupo
    mayoritario o minoritario, no importa ejerce una
    discriminación contra todos los demás pueblos. Una
    élite de países se está enriqueciendo de
    manera brutal mientras una mayoría de países se
    está empobreciendo de manera dramática. Al interior
    de uno de estos grandes y poderosos países, las
    minorías negras, las minorías asiáticas y
    las minorías hispanas no pueden disponer de un lugar
    social en igualdad. La
    lucha de las minorías en Estados Unidos es
    por alcanzar una paz con justicia y
    dignidad. La sociedad criolla norteamericana se rehusa a ver a
    estas minorías como seres humanos con los mismos derechos.
    La lucha del EZLN es la lucha de todas la minorías por
    alcanzar el reconocimiento que como seres humanos
    merecen".

    Pero hay otra dimensión mayor que engloba este
    conflicto y que lo ilumina desde otros ángulos de la
    realidad nacional e incluso continental: el racismo. Chiapas es
    solamente el punto extremo de la discriminación racial que
    padece el indígena en México. Sólo un
    prejuicio racista tan arraigado como el que prevalece en la
    mayoría de los ganaderos, empresarios y políticos
    chiapanecos, y aun en gran parte de la población mestiza
    de clase media, puede explicar la falta absoluta de respeto por
    el patrimonio, la vida, la salud, la educación, la
    alimentación, la cultura y las tierras, los
    bosques y las selvas de las comunidades
    indígenas.

    El Senado mexicano aprobó por unanimidad un
    proyecto de ley, de carácter
    histórico, que prohíbe la discriminación de
    los diez millones de indígenas mexicanos, míseros
    entre los 40 millones de compatriotas pobres; reconoce
    constitucionalmente sus derechos y culturas, y obliga al Gobierno a
    otorgarles recursos y promover políticas de desarrollo. El
    texto, no
    obstante, se prestará a dobles interpretaciones y acota el
    alcance de la autonomía establecida en el proyecto
    redactado en 1996 por la comisión parlamentaria, que
    resumió los acuerdos de San Andrés
    Larrainzar.

    Nadie rechaza en México hacer justicia con los
    indígenas, despojados, humillados y tratados como
    animales
    durante siglos, víctimas de la ausencia de
    políticas integradoras y de un racismo todavía
    vigente. Las divergencias sobre el alcance de la autonomía
    son manifiestas, y los defensores del proyecto de ley original
    argumentaron que, en su conjunto, vindicaba y abona las
    cuantiosas deudas pendientes. Sus adversarios, acusan, esconden
    una animadversión hacia el indígena detrás
    de los reproches legales.

    FUENTES DE INFORMACIÓN:

     

     

    Autor:

    Susana Torres García

    Héctor Alcántara
    Villegas

    Asael Mercado Maldonado

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter