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Monografía de las Elecciones Presidenciales 2003




Enviado por juanpablof17



    1. Desarrollo
    2. Conclusión

    Introducción

    Kirchner, Menem,
    Carrió, López Murphy y Rodríguez Saá
    son los cinco candidatos que tendrían más chance,
    según los sondeos, para las elecciones presidenciales del
    27 de abril. Los sociólogos e historiadores modernos
    sostienen que la manera en que procesaron las ideas a las que
    adhirieron, las lecturas, la relación con la religión y con el
    poder tienen
    una importancia vital en caso de llegar al Gobierno. Esta
    monografía investiga el origen social de
    los candidatos, su formación intelectual, y en cómo
    se reflejarían esas huellas en las decisiones que
    deberán tomar si les toca gobernar hoy la Argentina.

    Desarrollo

    No son los amigos nuevos ni los amores logrados o
    malogrados recientes, escandalosos o no, o el mayor o menor
    escrúpulo para ejercer cargos públicos lo que
    marcará, en última instancia, las decisiones de
    quien debe ejercer el poder luego de
    lo que señalen las urnas el 27 de abril, cuando se vote en
    primera vuelta, o el 18 de mayo cuando se vote en la segunda para
    elegir presidente. Elecciones que se desarrollarán sobre
    el escenario crítico de una democracia en
    picada porque su alimento, la política, se
    devaluó entre causas de corrupción
    y el fenomenal empobrecimiento de miles de ciudadanos.
    Hace tiempo que los
    principales sociólogos e historiadores del mundo saben que
    la formación de los políticos —que en general
    desconocen los ciudadanos— dejan más huellas en el
    ejercicio final del poder que sus carreras públicas.
    Son la cuna y la alcoba la que determinan cómo
    mandarán, cómo perdonarán o cómo
    matarán, si es preciso, los poderosos.
    .
    En qué se parecen y en qué se diferenciaron en su
    cuna, en su formación, en su imaginario político,
    en su relación con el poder, en sus preferencias
    religiosas, en su cultura, es
    decir, en sus deseos más profundos, Carlos Menem, Elisa
    Carrió, Ricardo López Murphy, Néstor
    Kirchner, Adolfo Rodríguez Saá, los candidatos que
    aparecen juntando un porcentaje superior al diez por ciento en la
    intención de voto. Lo cierto es que esas cabezas,
    alimentadas durante años con lecturas, pasiones, ideología, influirán de manera
    decisiva cuando estén en el poder.

    Los argentinos eligirán entre cuatro abogados
    (Menem, Carrió, Kirchner, Rodríguez Saá) y
    un economista (López Murphy). Entre una chaqueña,
    un sanluiseño, un santacruceño, un riojano y un
    porteño. Todos descienden de inmigrantes. Esta presencia
    decisiva de provincianos tiene una marca no superada
    nunca por el urbanismo en el ejercicio del poder desde la Casa
    Rosada o el Congreso: el caudillismo. Esta
    presencia del país inmigrante tiene otra marca: la
    pulsión por el ascenso social.
    Todos los candidatos pertenecen a la clase media o media alta,
    excepto Rodríguez Saá emparentado con el patriciado
    de San Luis por dos siglos. Todos, a familias cuya patente
    política
    los acercaba al caudillismo
    conservador y, en algunos casos, autoritario. Todos fueron o son
    lectores de teóricos que les dan línea para ir en
    tal o cual rumbo político o económico según
    marca el mundo. La más joven es Carrió, con 46. El
    más viejo es Menem con 73. Kirchner, Saá y Murphy
    nacieron durante el peronismo y
    pertenecieron a la crispada generación del setenta. El
    economista es el único que estudió en el exterior:
    bien puede ser considerado un Chicago boy, de la
    universidad
    estadounidense que produjo el semillero latinoamericano de los
    economistas neoliberales más polémicos de las
    últimas décadas. Todos juran ser católicos
    más o menos practicantes. Todos tienen su primera matriz
    política en los dos grandes partidos del siglo XX: la UCR
    y el PJ. Carrió y Murphy, radicales, son de misa
    dominical. Carrió reconoce la influencia de Santa Teresa
    de Avila, la fundadora de las Carmelitas descalzas en el siglo
    XVI, considerada una de las grandes místicas de la
    historia
    universal. Se sabe que los candidatos peronistas prefieren un
    relación más ambigua con la casa de Dios.
    ¿Acaso la idea de Dios les permite (a todos) relativizar
    el juicio de la Historia? Menem,
    Rodríguez Saá y López Murphy se
    acercarían al misticismo de Santo Tomás: un
    misticismo que cree en la fuerza
    sobrenatural del poder. Kirchner creyó y aún cree
    en la Iglesia de los
    pobres..
    Carrió cree en las profecías. López Murphy
    no, porque se inclina por las estadísticas. La chaqueña tuvo un
    padre bohemio y una madre rigurosa, de un sentido práctico
    alucinado. Su padre, seguramente, violó la marca
    conservadora de los Carrió, estancieros. Ella
    también, luego de pasar por una formación que
    incluyó la filosofía existencialista e idealista de
    Sartre y el
    agnosticismo de Borges. Nunca fue
    marxistal. Carrió es paradójica: su fuerte es
    abrevar en estas razones de la política como ningún
    candidato. Pero su pasión por Santa Teresa de Avila la
    marca indeleblemente con la religión.
    Su ex compañero radical, nieto de vascos e irlandeses,
    hijo de un ex jefe de policía y una empleada,
    prefirió a otros teóricos para iluminarse. De
    chiquito se apasionaba con la épica de San Martín,
    y de adolescente con la moral
    positivista de José Ingenieros, además de creer a
    pie juntillas en Hipólito (es su segundo nombre) Irigoyen.
    Los amigos anarquistas que tenía quedaron en un pasado
    remoto cuando adhirió al ideario —luego de pasar por
    Chicago— del ecomomista austríaco Friedrich Von
    Hayek, el padre de la ideología neoliberal más ortodoxa.
    En su libro Camino
    de la servidumbre efectuó una crítica demoledora
    hacia cualquier limitación del mercado y una
    defensa del individualismo económico que puso por encima
    de los valores
    democráticos de la sociedad
    política burguesa hasta ese momento. López Murphy
    creyó que esas ideas lo acercaban a la Fundación de
    Investigaciones Económicas Latinoamericanas
    (FIEL), matizadas por la realidad criolla.
    Menem fue, después de Perón, el
    presidente que más tiempo estuvo en
    el cargo. Se conoce su vida privada y su obra de gobierno
    suficientemente. Sin embargo, nadie como él encarnó
    el deseo de ascenso social y de posesión del poder. No es
    difícil definir su admiración por quienes
    ejercieron con pasión el poder: en función de
    cierto "maquiavelismo primario, donde lo único que importa
    es ganar", señaló alguna vez el politólogo
    Oscar Landi, al analizar las marcas
    árabes en su formación, por su ejercicio concreto del
    poder y por su gusto por emperadores como Julio César y
    Alejandro
    Magno. En sus discursos, el
    ex presidente suele parodiar una frase del César: "No
    temais, vais con Menem y su estrella". Menem cita a veces: "el
    capitalismo le
    declaró la guerra a la
    clase obrera y la ganó". Menem suele usar, en cada etapa
    de las olas intelectuales del mundo, aquello que puede servirle
    para ejercer, mantener y ampliar el poder.
    Descendiente de alemanes, suizos y yugoslavos, hijo de ama de
    casa y de un padre con oficios múltiples, Kirchner parece
    pertenecer por cuna al bando de la clase media de la Argentina moderna
    que nació durante los cincuenta prósperos, y se
    enroló en el peronismo de la
    Juventud
    Peronista (JP) en los setenta. Kirchner no tiene funcionarios
    partidarios en su familia. Tal vez
    su pasión por el deporte lo emparenta con Menem y
    con Daniel Scioli, su compañero en la fórmula
    presidencial. Pero Kirchner tomó un camino en su
    formación distante de las fórmulas liberales y muy
    cercano a las teorías
    contestatarias que impactaron en los setenta, y también en
    Menem cuando se declaró socialista desde La Rioja que
    gobernaba. Kirchner, como Carrió, nunca fue marxista pero
    creyó también en Sartre.
    Prefirió en su formación escuchar a Piazzolla o
    disfrutar el rock nacional y
    leer a los modernizadores del peronismo. O las páginas
    inflamadas, ya en democracia, de
    Recuerdos de la muerte, ese
    libro de
    Miguel Bonasso que lo marcó, dice, definitivamente en su
    rechazo por cualquier forma de dictadura. En
    la formación económica, La teoría
    general de la ocupación, el interés y
    el dinero de
    Keynes le
    sigue pareciendo la obra más moderna del mundo. Su
    fidelidad al capitalismo
    productivo, como lo llamaba Keynes, se
    nota en sus decires del hoy. Como también se nota la
    influencia decisiva del "viejo peronismo" de caciques en su
    ejercicio del poder en Santa Cruz. Quizá en el punto de su
    predilección por Keynes, Rodríguez Saá se
    conecta con Kirchner. Con una formación intelectual menos
    sólida, pero con una experiencia de caudillismo
    político en la que supera a todos porque nació,
    creció y se mueve en una familia que
    ejerció y participó del poder conservador en San
    Luis por casi dos siglos, también asegura que prefiere al
    economista liberal inglés,
    padre del Estado de
    Bienestar. Un desarrollo
    capitalista en el que dicen pensar por lo menos Carrió,
    Kirchner y Rodríguez Sáa. Tan distante del que
    Menem y López Murphy parecen esbozar, tan distante como
    parecen hoy los argentinos de desplegar su pasión por
    asistir a votar.

    Conclusión

    En esta monografía, se intenta destacar la
    importancia del origen social de los candidatos, la
    formación intelectual de cada uno de ellos, la
    relación con sus pasiones y religión, e
    ideología, como para conocer un poco mas a fondo lo que
    les interesa, ya que todo esto influirá de manera decisiva
    cuando estén en el poder. En mi parecer personal, yo
    intentaría buscar informaciones como estas a la hora de
    favorecer con mi voto a uno de los candidatos, ya que una
    persona con
    poder de critica y razonamiento no debe dejar convencerse solo
    con las campañas políticas,
    ya que nuestra formación intelectual nos ha capacitado
    para esto.

    Juan Pablo Flores

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