Monografias.com > Educación
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Resumen del Libro : ¿Con los valores quien se anima?




Enviado por liliunica



    Indice
    1.
    Prólogo

    2. " La Sociedad y los
    Valores"

    3. ¿A qué valores le damos la
    prioridad?

    4. "Enseñar desde las
    convicciones."

    5. El docente como modelo de
    identificación axiológica

    6. La inspiración de valores como
    un aspecto de la práctica de
    enseñar

    7. Evaluación del aprendizaje de
    valores

    1.
    Prólogo

    Les es esencial a las cultural crear y recrear valores y, con
    ello, mantener despiertas "las pasiones en torno a la
    dirección y
    sentido de la vida".
    La
    educación consigue por medio de ellos, vertebrar los
    procesos de
    apropiación y socialización, de autoestima y
    de reconocimiento del otro.
    La experiencia y la vida cotidiana propician la aparición
    de los valores en
    las conductas. Su espacio es "la reserva de libertad y de
    intimidad que poseen las personas y los grupos
    sociales". La educación abre un
    tercer espacio entre el espacio de las pautas sociales y su
    control, por un
    lado, y el espacio de la autonomía por el otro: el espacio
    crítico. "Ese lugar crítico es a nuestro entender,
    un lugar transcultural que no tiene época".
    Lo más dinamizador en el despliegue de la identidad
    cultural es el encuentro, el cruce, la síntesis
    con las otras culturas. Por su creatividad
    simbólica y su íntima articulación con
    el lenguaje,
    las culturas se disponen a una comunicación abierta y creciente. Cada
    cultura busca
    su lugar en el mundo y construye su identidad que
    es también el ámbito de la identidad personal. Es
    esencial a la condición humana "un estar en el mundo y un
    estar con los otros"

    "La identidad de cada hombre depende
    de su vínculo de encuentro y desencuentro con los otros
    seres humanos". Las culturas, y dentro de ellas las personas y
    grupos
    sociales, mantienen la aspiración de la vida con la
    promoción de los valores. Los
    valores responden a necesidades últimas y profundas,
    atraen la estimación y adhesión de personas y
    comunidades y orientan su comportamiento. Los valores forman parte de
    constelaciones o conjuntos
    axiológicos. El valor
    prioritario comunica la riqueza de su carga axiológica a
    todos los valores a él subordinados.

    El sistema educativo
    estatal diseña los grandes lineamientos, pero la
    configuración concreta del proyecto debe
    apelar a la decisión y participación de los
    actores: docentes, padres y alumnos.

    El valor
    sólo se ilumina desde el interior de una convicción
    "sin presiones ni sanciones ocultas", no es nunca un mecanismo de
    adaptación. El alumno ha de convertirse en alguien capaz
    de asumir "la conducción de su propia vida". La
    experiencia del valor implica "una autorreferencia personal" como
    momento de una circulación social del lenguaje y de
    la experiencia. Hay una profunda convicción, que involucra
    no un hecho, sino una dirección. "Es un poder para
    vencer", en tiempos agónicos de crisis y
    conflicto en
    situaciones de extrema presión
    frente a los dilemas, pero esa victoria es "con otros".
    La
    educación es un proceso que
    vincula el pensar con la praxis ético-social y lo emotivo.
    En medio de las frenéticas idolatrías de nuestra
    época, en la que con facilidad se pueblan las pantallas
    con ídolos y "diosas", el autor propone al docente "como
    modelo de
    identificación axiológica". Un modelo no es
    perfecto, ni ejemplar, ni una incitación a la
    imitación. Pero recrea un valor de un modo único y
    personal, permitiendo la renovación de la vida. Lo que
    realmente importa, es que ellos alimentan la voluntad de vivir,
    promoviendo una vida más pródiga y elevada,
    recordemos a maestros como Sócrates,
    Ghandi, Luther King, etc. La diferencia entre el modelo y el
    ídolo está en que el modelo remite al valor y el
    ídolo no remite más allá de sí mismo.
    El ídolo pende del aplauso y la imitación, "el
    modelo inspira y entusiasma, despierta un comienzo, siembra
    direcciones y abre caminos"

    A su vez, el docente tiene que estar dispuesto a saber
    escuchar los relatos testimoniales de sus alumnos. También
    se puede apelar a modelos
    barriales o contemporáneos reconocidos, entrevistar a un
    médico del hospital zonal, a un artista o artesano
    comprometido con la realidad de su comunidad,
    abuelos narradores de experiencias ocurridas en los comienzos de
    la construcción del barrio, etc. Debatir sobre
    experiencias pedagógicas planteadas en películas
    como La sociedad de los
    poetas muertos, etc. sería otra posibilidad.

    Tenemos esa secreta esperanza de despertar las pasiones
    en torno a la
    dirección y sentido de vida que estamos proponiendo en las
    escuelas. Hay que instalar en los debates actuales palabras como:
    convección, modelos,
    sabiduría, silencio, amor.
    Sostenemos que una enseñanza en valores no debe ser una
    utopía radicalizada. Nuestro tiempo no es
    mejor ni peor que otros, la enseñanza de los valores en el sistema educativo
    tiene hoy también caminos abiertos. ¿Quién
    puede enseñar sin seleccionar valores?

    La enseñanza de valores, necesita instalar una
    condición previa: recuperar al docente y al alumno como
    personas, y su relación mutua, como un espacio donde se
    activen las experiencias vividas, los sentimientos, las
    convicciones íntimas.
    Arraigar la enseñanza en las convicciones y entusiasmo del
    que enseña, es el paso decisivo para que en la escuela de hoy
    haya enseñanza de valores, es decir, una enseñanza
    que perdure.

    2. " La Sociedad y los
    Valores" 1

    Los tiempos que corren en la cultura nos
    exigen tomar ciertos recaudos antes de empezar a considerar los
    caminos por los que se pueden transmitir valores en nuestros
    días. Cuando las culturas transitaban por sus
    épocas de consolidación, a las que podríamos
    llamar sus "épocas clásicas", la
    preocupación de la gente se dirigía a "cumplir" con
    las normas sociales.
    En las épocas de desequilibrio e inestabilidad como la
    nuestra, épocas de incertidumbre, la preocupación
    de la gente apunta a sobrevivir sin tener que compararse con
    ningún modelo social de comportamiento
    establecido.

    No es, entonces, una tarea fácil hablar hoy de
    los valores. A modo de ejemplo, una lista de ellos: la solidaridad
    social, la libertad, la
    honestidad, la
    fidelidad, la sinceridad y otros semejantes. El primer
    obstáculo que se nos presentaría sería:
    ¿ qué se entiende por libertad?, ¿ solidaridad
    social con qué o con quién? "honestidad",
    "sinceridad", "fidelidad". Estas palabras parecen algo muy
    general y abstracto.

    Cualquier diseño
    curricular, los programas, de
    reforma educativa y, por supuesto, los programas
    televisados de debate
    periodístico, dejará de aludir a la "necesidad de
    una ética del
    comportamiento", a "la pérdida de valores", a la
    "dramática extensión de la corrupción".

    Dejamos sentado por adelantado que no creemos que esta
    época que nos ha tocado vivir sea peor que otras, que sea
    una época decadente. La situación actual, en la que
    reina el escepticismo frente a los valores, ha sido construida
    entre todos. En ella estamos todos sumergidos; su proceso, sus
    rasgos actuales nos atraviesan tanto a los optimistas como a los
    pesimistas.
    Por lo tanto, la pregunta es: ¿qué nos ha ocurrido
    a todos para que los valores tradicionales se nos hayan ocultado,
    para que hayan perdido su manifestación atractiva y
    convocante?

    A entender los valores como un producto de la
    tarea cultural, la pregunta que se nos impone es mucho más
    amplia y más radical en sus implicancias: si los seres
    humanos viven sumergidos en las pautas de valores de su propia
    cultura, ¿para qué proponerse la enseñanza
    de los valores si las meras costumbres culturales y la presión de
    la pertenencia social ya se encargarán de ese
    trabajo?

    Lo que queremos poner de relieve es que
    no sería necesario hacer una enseñanza planificada
    de los valores con estrategias
    previstas de antemano, si los valores fueran sólo pautas
    culturales, porque las culturas tienen modos de permanencia a los
    que se los llama "caminos de endoculturación" mucho
    más eficaces que los de uno enseñanza
    sistemáticamente organizada. La sola presión que
    ejerce el grupo social
    sobre el individuo para que adopte sus pautas de convivencia,
    sería mucho más efectiva que lo que puede hacer una
    enseñanza sistemática como la que propone la
    escuela.

    Tendríamos, entonces, un motivo para dudar de la
    convivencia de proponerse una enseñanza de la convivencia
    de proponerse una enseñanza de los valores, porque si los
    valores son pautas culturales no necesitaría
    sistematizarse su enseñanza.

    El ser humano tiene reservas y estrategias
    ilimitadas para sustraerse al control social.
    En este sentido el ideal de una sociedad controlada en todos sus
    movimientos, tal como lo describió Foucault, nunca
    fue en verdad efectivo.
    Hemos dejado como algo adquirido, que las pautas culturales no
    agotan el espacio de relativa autonomía que poseen las
    normas de
    comportamiento de las personas y de los grupos
    sociales.
    Entre el espacio de control y el espacio de autonomía se
    abre, entonces, un tercer espacio: el espacio crítico.
    Este es el terreno propio de la educación: no
    sólo el terreno para sustraerse al control social oficial
    sino también de contestarlo con un cuadro de valores
    propio que también intenta tener validez
    social.

    Esto que decimos tiene aplicación con distintos
    ámbitos educativos, sería apto tanto para ser
    aplicado, por ejemplo, en la tarea familiar de enseñanza
    como en aquella que se despliega a nivel escolar.

    "Un lugar transcultural"
    Para que haya una instancia de discernimiento crítico en
    el tema de los valores, es una condición ineludible el
    reconocer la posibilidad de poseer una libertad crítica.
    Ese lugar de la libertad crítica es, a nuestro entender,
    un lugar transcultural y transepocal.
    Queremos decir que una cultura que no se contacta, no se mezcla,
    ni se combina con otras, es una pura abstracción o una
    situación histórica transitoria. La identidad de
    las culturas es una identidad en relación con las
    diferencias de otras culturas. Lo más dinamizador en el
    despliegue de la identidad cultural es el encuentro, el cruce, la
    síntesis con otras culturas. Las nuevas
    figuras culturales nacen por esta apertura y este
    encuentro.

    Nada moviliza tanto el despliegue de una cultura como el
    encuentro con la diferencia.
    Lo transcultural está en las mismas culturas sin ser
    ellas. Lo transcultural es, en última instancia, un
    recurso de las personas pensadas no como individuos aislados,
    sino en una mutua relación esencial.
    Hay ciertos límites
    humanos que ninguna cultura podrá cambiar. Cada persona y cada
    pueblo se ven anta la tarea de
    encontrar "su lugar en el mundo", es decir, encontrar y construir
    su identidad personal y colectiva.

    También nos parece que todo ser humano
    inevitablemente está referido a una alteridad: la naturaleza y los
    otros. Aquella identidad a la que antes aludíamos
    está dinámicamente referida a un estar en el mundo
    y un estar con los otros. Ninguna cultura puede eludir estos
    límites: el ser humano no es
    autosuficiente, no lo es en su supervivencia, ni lo es en su
    significación. La supervivencia humana depende de su
    vínculo de alimentación y cobijo
    con respecto a la naturaleza. La
    autosignificación de cada hombre y su
    identidad dependen de su vínculo de encuentro o
    desencuentro con los otros seres humanos.

    Podemos decir que: la identidad de las personas y
    grupos
    "está por" autoafirmar sus límites y posibilidades;
    la relación "está por" transformarse en encuentro e
    intimidad; y el vínculo con la naturaleza "está
    por" convertirse en cobijo, alimentación y mutuo
    cuidado con el
    hombre.

    Estas resoluciones no son individuales, por el
    contrario, tienen una apertura que las convierte en propuesta
    universal. Si las necesidades son universales, las resoluciones
    también tendrán esta aptitud potencial.

    Como estas necesidades son inamovibles y no se resuelven
    completamente en un momento de la historia, el ser humano va
    construyendo un criterio general de acción para
    resolverlas. Llamamos valores, entonces, a las direcciones
    constantes que van a adoptar las personas y las culturas en sus
    comportamientos. Son direcciones que ejercen atractivo, que
    despiertan adhesión profunda porque vienen a responder a
    aquellas necesidades últimas que reclaman nuestra
    respuesta. El valor es una dirección que la experiencia
    nos ha mostrado y que nos ayuda a resolver las decisiones
    ineludibles, que la libertad tiene pendientes.

    El espacio transcultural lo constituyen aquellos valores
    que responden a las expectativas profundas que ninguna existencia
    humana pudo eludir, ni podrá hacerlo nunca. Pero que,
    además, solicita respuestas que tengan una aptitud de
    universalización.

    "Una experiencia para vivir y sentir".
    Vamos a colocarnos en la situación imaginaria de un
    grupo de
    docentes que con sus directivos y los padres de sus alumnos se
    disponen a construir un proyecto de
    enseñanza de valores para su institución educativa.
    Allí tendremos en pequeña escala aquel
    encuentro de proyectos de
    valor que se produce cuando las culturas de los pueblos se
    vinculan entre sí. Las diferencias serán menores
    porque los docentes, los directivos, los padres han crecido en un
    mismo ambiente
    cultural. Pero, según lo que hemos dicho antes, las pautas
    culturales no equivalen a las pautas personales aunque ambas sean
    inseparables.

    Siguiendo con nuestro ejemplo, imaginemos que el cuerpo
    docente coincide en la necesidad de priorizar el valor de la
    solidaridad, como contenido de enseñanza en el proyecto
    educativo. Pero, podrían suceder que los padres de los
    alumnos quieran priorizar "la excelencia educativa", entendiendo
    por esto que la escuela imparta los contenidos mas actualizados
    en la disciplina que
    habilitan para incorporarse a un mercado laboral
    selectivo.

    ¿Porqué no ponerlas a ambas con el mismo
    nivel de prioridad proponiendo un objetivo
    general que dijera: solidaridad y excelencia educativa?
    Lamentablemente no es posible tal síntesis porque ambos
    valores contienen elementos contradictorios. Cuando se habla de
    excelencia educativa se está pensando en adquirir los
    conocimientos que permitan acceder a los lugares de poder social
    reservados para pocos. Se tiende a pensar al conocimiento
    como poder y prestigio social.
    La solidaridad supone un cuadro de distribución de poder social esencialmente
    diferente, ella propone lugares sociales que no sean excluyentes,
    que existan caminos de comunicaciones, permitiendo equilibrar la distribución social del poder.
    No se puede poner a estos dos valores en el mismo nivel y, si se
    subordina uno al otro, el valor subordinado ya no tendrá
    el mismo contenido.
    La prioridad que tiene un valor determinado para una persona o un
    grupo de personas es una prioridad de sentido. Es decir, ese
    valor privilegiado va a connotar a todos los demás que se
    incluyen en un proyecto de vida concreto.
    El contenido del valor priorizado tiene la capacidad de liberar
    todas las posibilidades de los valores subordinados y ampliarlos.
    En cambio, si el
    valor colocado en primer lugar trastoca el sentido de los
    demás valores limitándolo en su potencial, la
    prioridad no es la correcta. Por ejemplo, si la excelencia
    académica está subordinada a la solidaridad no
    pierde nada de su riqueza.

    3. ¿A qué
    valores le damos la prioridad?

    Los grandes lineamientos vendrán del sistema
    educativo estatal, de tal modo que todo proyecto escolar necesita
    que el sistema lo reconozca como propio, como incluido en los
    lineamientos generales; pero, la figura concreta del proyecto se
    construirá en cada comunidad
    educativa particular.

    ¿Todos participan con el mismo derecho? Creemos
    que no, no es simétrica, por ejemplo, la
    participación entre los docentes y los padres de familia, la
    razón es muy sencilla, los padres de familia no pueden
    llevar adelante la tarea de enseñar en la escuela. Tienen
    una participación más plena aquellos que tengan que
    implementarla.
    Alguien podría recordarnos porque no hemos incluido a los
    alumnos en la decisión. No compartimos la idea de aquellos
    que proponen que sean los mismos alumnos los que decidan
    qué propuestas de valores van a recibir.
    Esto los excede. Ellos si serán los actores libres del
    proyecto. Sí les cabe, un lugar muy importante en el
    desarrollo y
    evaluación de ese proyecto y en las
    sugerencias de modificación práctica a las que en
    proyecto está abierto.
    Lo mismo podemos decir de sus padres; tampoco participan
    simétricamente en relación con la
    participación de los docentes, aunque a los padres les
    pertenece un lugar específico: un lugar consultivo. Cuando
    se construye el proyecto educativo los padres de los alumnos
    deben hacer oír su voz, tanto en un sentido evaluativo
    como propositivo.
    Hemos distribuido, entonces, los lugares de
    participación.

    ¿ Cuál es la condición
    básica que permite el descubrimiento de los valores?
    Nosotros la formularíamos así: los valores se
    enseñan en el ámbito de un pacto transparente de
    libertades.
    La adhesión a un valor nace de una experiencia interior de
    descubrimiento, una experiencia que no se puede producir
    mecánicamente desde afuera en una relación causa
    – efecto; lo único que se puede ofrecer son
    condiciones de aprendizaje.
    Una condición de aprendizaje
    axiológico es una circunstancia social, afectiva,
    cognoscitiva, que hace posible y facilita el descubrimiento y la
    adhesión a un cuadro de valores propuesto.
    Ahora bien, si el descubrimiento de los valores, según lo
    dicho antes, es un dinamismo que viene desde el interior de la
    persona, este dinamismo no puede ser inducido sólo por un
    mecanismo de estímulo y respuesta. Se trata de un proceso
    interior que contiene, como nota esencial, la posibilidad de
    producir diferentes respuestas e, inclusive, respuestas
    contrarias.
    Por lo tanto, es una condición esencial para el aprendizaje de
    los valores que se legitimen las diferentes e incluso
    contradictorias respuestas que pueden dar las diferentes personas
    y aun la misma persona en diferentes momentos de su proceso.
    Por otra parte, tampoco pensamos que el descubrimiento de los
    valores sea un proceso absolutamente endógeno en su
    origen. No creemos que se trate sólo de asistir a la
    construcción subjetiva de un cuadro de
    valores con el planteo de problematizaciones progresivas. Por el
    contrario, creemos que sólo habrá una respuesta, si
    antes hubo una propuesta.

    Vamos a intentar justificar la necesidad de esta
    propuesta de valores en la enseñanza, con un poco
    más de detenimiento.

    No puede haber una condición básica de
    descubrimiento de valores si no hay propuestas, pero tampoco
    puede haberla si no hay espacio para una respuesta plural y
    procesada interiormente.

    La condición que establece un lugar para
    enseñar y aprender valores es, entonces, una
    situación de encuentro de libertades: la libertad de
    algún grupo o persona individual que selecciona una puesta
    de valores y la libertad de aquél que puede aceptarla o
    rechazarla si fue propuesta por otro.
    Queremos dejarlo claro: si no hay espacio para el alumno para
    rechazar el cuadro de valores que le propone la escuela, no puede
    haber aprendizaje de valores.
    La responsabilidad de los enseñantes consiste
    en acordar una propuesta de valores desde la sinceridad de la
    experiencia, evitar los mensajes contradictorios y los "no
    vividos" (aquellos que hablan de un puro deber ser, sin referir a
    una experiencia propia).
    La socialización es un primer paso necesario
    pero no suficiente para la adhesión a los valores. Una de
    las grandes diferencias entre lo funcional o normativo y lo
    valorativo reside en que el primero, luego de ser acordado,
    sólo admite una respuesta: la aceptación; mientras
    que el segundo admite y promueve la pluralidad de
    respuestas.

    En ambos casos hay un pacto de libertades, pero en el
    caso de los valores, el ámbito de libertad se intensifica
    y las motivaciones en las que se apoya son interiores (lo que
    nosotros llamaremos "convicciones"), no una mera
    adaptación grupal.
    Este pacto no sólo debe ser verbalizado sino
    también "sentido". Es necesaria una verdadera apertura
    interior a las diferencias por parte de los que enseñan,
    para que cada uno pueda recorrer su propio camino de
    descubrimiento valorativo sin presiones ni sanciones ocultas.
    La enseñanza de los valores no puede surgir de un mero
    acuerdo estratégico o del mandato de la mayoría.
    ¿Se puede enseñar ese valor si no se lo ha vivido
    de algún modo? ¿No percibirán los niños o
    los jóvenes que estamos presentando una propuesta
    vacía?
    La propuesta de valores no apunta sólo a despertar un
    asentimiento o comprensión intelectual; se está
    presentando un criterio de vida. Les estamos hablando a los
    alumnos de la conducción de su propia vida.
    La enseñanza de los valores es dinamizadora, si es
    convincente y no puede serlo si no parte de una propuesta
    convencida.

    No estamos diciendo que sólo pueden
    enseñar valores aquellas personas que son " un ejemplo
    para los demás". Sólo el solidario podría
    enseñar solidaridad, sólo el eficiente la eficacia,
    sólo el sabio la sabiduría. Si esto fuera
    verdadero, sin otros matices, se haría necesario buscar
    docentes ejemplares y lo que necesitamos son docentes aptos.
    La enseñanza de los valores necesita convicciones
    personales y la convicción no tiene sólo
    relación con el saber conceptual, sino con el saber
    experimental y con una adhesión a las " verdades vividas"
    descubiertas con esa experiencia.
    La enseñanza debería incluir, de modo
    explícito, la denuncia de la transgresión de los
    valores a los que se adhiere con convicción. La escuela
    debe promover el derecho al pluralismo de valores.
    Ha sido una preocupación constante de algunos movimientos
    reformadores de la educación escolar, el restablecer un
    vínculo entre la vida y la escuela, entendiendo por la
    palabra vida, la experiencia cotidiana familiar y social.
    La enseñanza de los valores activa la experiencia
    íntima de las personas en cuanto convicción, y le
    da dirección al enseñar axiológico. La
    enseñanza debería recuperar su espacio
    personalizado para poder convertirse en enseñanza de
    valores, no sólo como fuente sino también como
    recurso.
    En el campo de la enseñanza de los valores, los alumnos
    apelarán a ese sostenimiento de la experiencia personal
    porque es a esa experiencia, a la que se los remite a ellos
    mismos cuando se les presentan valores. Aunque sea de modo
    simbolizado y diferido, las convicciones personales serán
    convocadas al escenario público de la enseñanza.
    Creemos que estará allí la estatura real de nuestra
    enseñanza.

    Son muchos los sujetos educadores que intervienen en la
    enseñanza de los niños y
    jóvenes actuales. las figuras adultas parentales
    serán sus referentes más fuertes, junto a ellas
    juegan su rol los modelos publicitados masivamente e incluso los
    líderes en su grupo de pares (sobre todo en la adolescencia);
    todos ellos se constituyen en caminos personales de propuestas
    valorativas.

    Nosotros vamos a centrar nuestra atención solamente en la función
    que le cabe a los docentes como "modelos de identificación
    temprana", con respecto a los valores. Alquien podrá
    preguntarse qué incidencia puede tener el modelo docente
    frente al peso de los modelos familiares y los modelos
    publicitados. Esta influencia será relativa. La fuerza del
    lugar psicológico y social que ocupen los otros referentes
    marcará diferencias. Debería ser nuestra
    preocupación el asumir con competencia el
    espacio de enseñanza y aprendizaje que el alumno y sus
    padres nos ofrecen.

    La enseñanza debe tener caminos abiertos para que
    los significados personales se expresen o sean apelados
    indirectamente. Las personas en su historia y experiencia
    únicas, son una fuente de enseñanza irreemplazable
    y esta riqueza no puede ser dilapidada. Es necesario otorgarle el
    lugar pedagógico pertinente.

    La escuela cumple un papel muy
    importante en la promoción de aquellos valores que
    están basados en la dignidad y la naturaleza humana, en
    pos de construir una sociedad más justa y equitativa. Para
    ello debe trabajar diariamente en la formación de actitudes que
    faciliten la convivencia y el bien de todos.

    Este proyecto propone tener en cuenta el esfuerzo, la
    participación y la responsabilidad, puestos al servicio de un
    trabajo solidario para que los chicos, descubran los logros que
    pueden obtener poniéndolas en práctica; como
    así también el placer de hacer por sí mismos
    individual y grupalmente.
    La gran cantidad de situaciones conflictivas e incluso violentas
    que se viven dentro de las instituciones
    educativas, genera inquietudes en los grupos docentes y en sus
    comunidades de pertenencia, saliendo a la luz a
    través de los medios masivos
    de comunicación.
    Partamos de la base de que los hechos que tienen lugar en la
    sociedad son variables que
    intervienen en la institución: de hecho, la sociedad
    ingresa a la institución a través de sus
    actores.
    La convivencia social supone el reconocimiento mutuo, y el
    respeto por las
    normas. Los chicos como actores sociales, deben conocer y
    comprender esas normas para poder vivir comunitariamente.
    Necesitan entender que la persona merece ser considerada en sus
    derechos y no
    debe sufrir ningún tipo de discriminación. En este aspecto es
    imprescindible comenzar a trabajar en la escuela con los
    "Derechos del
    Niño", relacionándolos con una vida humana
    digna.

    Esta tarea dará sus frutos si los adultos tenemos
    en cuenta, no solo las obligaciones
    de ellos, sino también sus derechos, para garantizarles
    un protagonismo enmarcado en la libertad y la justicia,
    caminando hacia un futuro prometedor.

    Que enseñan, para que cada uno
    pueda recorrer su propio camino de descubrimiento valorativo sin
    presiones ni sanciones ocultas.

    4. "Enseñar desde las
    convicciones."

    La enseñanza de los valores no puede surgir de un
    mero acuerdo estratégico o del mandato de la
    mayoría. ¿Se puede enseñar ese calor si no se
    lo ha vivido de algún modo? ¿No percibirán
    los niños o los jóvenes que estamos presentando una
    propuesta vacía?
    La propuesta de valores no apunta sólo a despertar un
    asentimiento o comprensión intelectual; se está
    presentando un criterio de vida. Le estamos hablando a los
    alumnos de la conducción de su propia vida.

    La enseñanza de los valores es dinamizadora, si
    es convincente y no puede3 serlo si no parte de una propuesta
    convencida.
    No estamos diciendo que sólo pueden enseñar valores
    aquellas personas que son "un ejemplo para los demás".
    Sólo el solidario podría enseñar
    solidaridad, sólo el eficiente la eficacia,
    sólo el sabio la sabiduría. Si esto fuera
    verdadero, sin otros matices, se haría necesario buscar
    docentes ejemplares y lo que necesitamos son docentes
    aptos.

    No es necesario que dicho docente deba mostrarnos su
    carnet de persona ejemplar, para poder ejercer su función en
    el campo de los valores; no se trata de examinar la vida de los
    que enseñan para habilitarlos a transmitir valores. La
    enseñanza de valores necesita convicciones personales y la
    convicción no tiene sólo relación con el
    saber conceptual sino con el saber experimental y con la peculiar
    adhesión a las " verdades vividas", descubiertas en esa
    experiencia.

    La referencia principal de los valores, es una
    autorreferencia personal, es decir, una referencia a la propia
    experiencia. A lo largo de esos caminos prácticos, las
    personas han realizado diversos ensayos de sus
    criterios de vida y prioridades existenciales.

    Sin embargo, no pensamos que la convicción
    personal sea sólo la apropiación pasiva de las
    "convicciones sociales", o de las "convicciones culturales".
    Creemos que existe un espacio personal e interior de
    elaboración de la convicción, que construye un
    significado no idéntico al del contexto social.

    ¿Qué es una convicción?
    ¿Cómo poder reconocerla?
    La convicción aparece como una certeza normativa que
    regula la acción. Las convicciones que nacen y se
    construyen históricamente, se convierten en criterios
    constantes de acción.
    Convicción es, la fuerza del
    sentido, es decir de una dirección, de un significado
    conjunto para nuestra vida. Las convicciones son "verdades
    amadas" y "errores odiados" ; son una afirmación
    teórica y práctica que moviliza conocimiento,
    compromiso y sentimiento en un todo íntimamente
    relacionado.
    La convicción se desarrolla desde el lugar del que
    está también comprometido en esa acción.
    Generalmente se piensa que las convicciones sólo son
    portadoras de una carga de lucha, sin embargo la mayor reserva de
    la convicción es una reserva de felicidad.
    ¿Podremos guiar a nuestros alumnos a construir una
    convicción? Aunque no todas las personas posean
    convicciones, todas poseen normas de convivencia.

    La convicción opera en la enseñanza por el
    entusiasmo y por los límites.
    ¿De qué modo operan nuestras convicciones cuando
    estamos enseñando? Creemos que, al menos, de dos maneras:
    por el entusiasmo y por los límites. Todos los que tenemos
    algo de experiencia en enseñar, sabemos que los alumnos
    perciben claramente al docente que pone una carga de deseo en su
    hacer profesional. Pero al deseo en el terreno de las
    convicciones habría que llamarlo entusiasmo, que
    transmite, irradia y contagia.

    La convicción personal genera en los otros una
    adhesión entusiasta por el valor al que ella apela.
    Nosotros habíamos dicho que la convicción era un
    lenguaje
    eficaz amasado en la experiencia, una verdad divina y amada.
    Estar poseído por ese amor a
    la verdad contagia, arrastra, abre un descubrimiento sin
    imposiciones, porque el amor
    auténtico posee la cualidad de hablar sólo en los
    códigos de la libertad.

    La enseñanza debería incluir, de modo
    explícito, la denuncia de la trasgresión de los
    valores a los que se adhiere con convicción. La escuela
    debe promover el derecho al pluralismo de valores. Ha sido una
    preocupación constante de algunos movimientos reformadores
    de la educación escolar, el restablecer un vínculo
    entre la vida y la escuela, entendiendo por la palabra vida, la
    experiencia cotidiana familiar y social.

    Apelando a un lugar personalizado de
    enseñanza
    ¿Es legítimo apelar a la historia personal como
    fuente mediata y remota de la enseñanza? Lo propio de la
    enseñanza es enseñar, es una aptitud socialmente
    reconocida a través de productos
    evaluables que acreditan la capacidad para un hacer social. Por
    lo tanto la aptitud profesional, es un producto
    socialmente evaluable. Además, se enseña aquello
    que es significativo para la convivencia social y
    pública.

    Ha sido un preocupación constante de algunos
    movimientos reformadores de la educación escolar, el
    restablecer un vínculo entre la vida y la escuela,
    entendiendo por la palabra vida, la experiencia cotidiana
    familiar y social.
    No se puede hacer un corte entre lo que se manifiesta, se
    gesticula, se verbaliza, se opera socialmente y lo que se siente,
    se imagina, se delibera, se discurre o se contiene como algo
    latente y oculto en el interior de la persona.
    Toda la
    organización y el contenido de la experiencia
    íntima opera como condición de la conducta
    pública. Es un condicionamiento que posibilita, le da
    dirección al hacer público, se expresa y significa
    en él.
    La enseñanza de valores activa la experiencia
    íntima de las personas en cuanto convicción, y le
    da dirección al enseñar axiológico. La
    enseñanza debería recuperar su espacio
    personalizado para poder convertirse en enseñanza de
    valores, no sólo como fuente sino también como
    recurso.
    En el campo de la enseñanza de valores, los alumnos
    apelarán a ese sostenimiento de la experiencia personal
    porque es a
    esa experiencia, a la que se los remite a ellos mismos cuando se
    les presentan valores. Aunque sea de modo simbolizado y diferido,
    las convicciones personales serán convocadas al escenario
    público de la enseñanza. Creemos que estará
    allí la estatura real de nuestra
    enseñanza.

    5. El docente como
    modelo de identificación axiológica

    Los valores han llegado a nosotros a través de
    alguien que hemos conocido ya sea directamente o a través
    del testimonio de otros (relatos, historias). Los otros nos
    ofrecen la única oportunidad que tenemos de descubrir
    valores, Por esto el descubrimiento de valores tiene un trasfondo
    colectivo, nos nutrimos de la experiencia de muchos.

    Nuestra exploración del mundo de los valores se
    alza sobre la altura que otros ya han alcanzado. Hay una herencia de
    valores vividos, que la humanidad va dejando como caminos
    abiertos para los que vendrán. Pero hay valores vividos en
    culturas pasadas que el derrotero de la historia ha convertido en
    valores inaccesibles para nuestra época.

    Sin embargo, el hecho de que la historia personal y
    colectiva nos vuelva ciegos e insensibles a ciertos valores del
    pasado, no equivale al hecho de la "pérdida de valores".
    Los valores del pasado están allí agazapados, en
    algún lugar de la memoria
    colectiva, y pueden volver a mostrarse.
    De cualquier modo, si los valores están en nuestro
    horizonte, es porque han sido hechos presente por algún
    portador individual y/o colectivo.
    Podemos comprender mejor el significado que posee una
    enseñanza de los valores fundada en la experiencia
    personal. En la escuela serán las figuras adultas con las
    que se encuentra el niño o el joven, las que le
    ofrecerán oportunidades de ampliar,
    enriquecer o rehacer el mundo valorativo construido en el
    hogar.
    Son muchos los sujetos educadores que intervienen en la
    enseñanza de los niños y jóvenes actuales.
    Las figuras adultas parentales serán sus referentes
    más fuertes, junto a ellas juegan su rol los modelos
    publicitados masivamente e incluso los líderes en su grupo
    de pares (sobre todo en la adolescencia);
    todos ellos se constituyen en caminos personales de propuestas
    valorativas.

    Nosotros vamos a centrar nuestra atención solamente en la función que
    les cabe a los docentes como "modelos de identificación
    temprana", con respecto a los valores. Alguien podrá
    preguntarse qué incidencia puede tener el modelo docente
    frente al peso de los modelos familiares y los modelos
    publicitados. Esta influencia será relativa.

    La fuerza del lugar psicológico y social que
    ocupen los otros referentes marcará diferencias.
    Debería ser nuestra preocupación, asumir con
    competencia el
    espacio de enseñanza y aprendizaje que el alumno y sus
    padres nos ofrecen.

    El modelo de valores no es el "docente ejemplar"
    El concepto de "buen
    ejemplo" no corresponde al concepto de
    modelo de valores, porque dar ejemplo consiste en cumplir
    responsablemente con una norma general. Lo que ellos
    enseñan son conductas de adaptación a las normas
    generales de la convivencia social, que cambian según las
    diferentes culturas.
    La persona concreta que vive profundamente un valor lo recrea. Lo
    hace porque lo ha incorporado al nivel profundo de su identidad,
    allí en donde esa persona se diferencia de los
    demás.
    El descubrimiento de un valor es un suceso semejante al despertar
    de un amor. Es decir, la presencia de un valor es un
    acontecimiento íntimo y personal, un acontecimiento no
    producido voluntariamente. Los docentes que serán
    inspiradores de valores no serán necesariamente los mejor
    "adaptados". Lo serán aquellos poseídos por la
    "pasión" de algún valor.
    Es lo que podríamos llamar un compromiso, una voluntad de
    llevar a obrar lo que se sostiene en el decir. El modelo
    auténtico
    de valores no remite, a sí mismo, a su propia historia,
    remite al valor.
    Ésta es la diferencia fundamental entre "el modelo y el
    ídolo". Los ídolos se imitan en su forma de vestir,
    de hablar, de realizar determinado valor. Los ídolos son
    incuestionables, se le justifican todas sus incoherencias o
    defecciones. Siempre se refieren a un ídolo musical,
    deportivo, artístico, etc. .Pero generan imitadores, no
    generan adhesión al valor. El modelo no necesita de
    esto.

    Los valores no perviven después de la
    desaparición del ídolo, porque el valor queda
    adherido a su persona.

    El modelo no es indiferente a la fama y la gloria pero
    su "posesión" proviene del valor. El modelo seguirá
    intentando vivir un valor, aún en la pérdida de
    reconocimiento. El ídolo desaparece sin el apoyo de su
    público.

    Cómo transmite "el modelo"
    La palabra para designar el influjo que ejerce el modelo de
    valores, sería "inspiración". La base de la
    inspiración es la experiencia del "entusiasmo".
    Según el origen de la palabra que proviene del
    latín, inspirar significa "soplar de dentro", poner
    un"spiritus" dentro de alguien. Es decir sembrar un aliento, un
    soplo, que sostiene algún tipo de vida.
    En resumen, la palabra inspiración, está muy lejos
    de la palabra imitación. El que inspira, siembra
    direcciones, abre caminos. Una persona puede tener un modelo que
    le inspire el valor del esfuerzo laboral, otro que
    le haya abierto el camino de los valores estéticos, otro
    que le haya inspirado la solidaridad, etc.

    Aunque también hay antimodelos, entendemos por
    antimodelo a aquél que inspira la adhesión a un
    antivalor. Es la posibilidad real de negar valores y de elegir
    antivalores ( Ej. el engaño, la deshonestidad, el abuso
    del poder, etc.).
    Si se privilegia de modo absoluto, por ejemplo, el poseer una
    imagen social
    positiva, se podrá optar por el engaño o la
    deshonestidad para mantener esa imagen. Se
    produce entonces esta ambigüedad: se opta por un valor y se
    niegan otros. Se hizo una prioridad que genera desequilibrio y
    deformidad en el conjunto.
    Cuando hacemos este tipo de opciones nos podemos convertir en
    antimodelos: por una parte subrayamos un valor (Ej.
    valentía del delincuente frente al riesgo de la
    cárcel, de la muerte
    violenta) pero sacrificamos otros (el respeto por la
    vida y los bienes del
    otro), convirtiéndonos así en un antimodelo.
    El antimodelo tiene un recurso de atracción: el valor que
    subraya; nadie puede atraer si no es desde algún valor. Si
    hay antivalores (violencia,
    prepotencia, desprecio por la vida, etc.) no es porque en el
    antimodelo haya un vacío absoluto de valores sino porque
    el antimodelo propone un desequilibrio, una deformidad en el
    conjunto.

    La influencia de los antimodelos puede ser muy real,
    porque el desequilibrio se su propuesta sólo puede
    verificarse cuando se ha puesto "a andar el proyecto",
    sólo entonces es posible verificar su resultado general.
    En consecuencia, siempre sería
    necesario discernir el valor que los antimodelos proponen.
    Los modelos y antimodelos cumplen un rol especialmente
    significativo en las etapas de organización y/o reorganización de
    la vida. la primera infancia, la
    adolescencia, la entrada en el mundo laboral, la constitución de una familia.
    En esos momentos de inauguración, el ser humano es
    asediado por promesas y amenazas externas e internas. Allí
    los modelos y antimodelos conscientes o inconscientes juegan su
    rol.

    La escuela tiene presencia en estos momentos de redacción de los argumentos de vida
    ("sé prestigioso aunque tengas que mentir", "sé el
    primero aunque pierdas a tus amigos", "sé bondadoso y ten
    vergüenza de tus iras", "la vida es amarga, consigue lo tuyo
    como sea"…).

    La escuela puede aportar nuevos modelos y, con ellos,
    nuevos argumentos u organizaciones de
    vida; una nueva distribución del temor y el deseo, del
    impulso de vida y de muerte; romper
    con la absolutez de los modelos familiares; construir una
    universidad de
    modelos enriquecida.

    6. La inspiración de
    valores como un aspecto de la práctica de
    enseñar

    ¿Se puede pedir a los docentes que sean modelos
    de identificación? ¿Todas las personas pueden ser
    modelos de valores? ¿Puede ser ésta una propuesta
    práctica? ¿Cuáles serían los caminos
    prácticos de enseñanza? ¿Se podría
    evaluar su realización?
    Creemos que lo más adecuado es, ante todo, diversificar
    las categorías que nosotros mismos hemos propuesto,
    convicción, modelo, antimodelo, deber ser concebidas de un
    modo abierto, dinámico y no excluyente.
    En primer lugar, si hemos dicho que las convicciones se
    construyen históricamente, no podemos dar por sentado que
    todas
    las personas las tengan adquiridas. Tampoco tendría
    sentido pedir esas convicciones maduras como condición
    para enseñar, porque el proceso que las construye es un
    proceso interno y libre.
    Lo que sí podemos descontar es que toda persona ha tenido
    que manejarse con un cierto mapa valorativo para resolver su
    práctica de vida cotidiana. También hay que
    descontar que habrá unos sentimientos que registran esa
    experiencia, y será allí donde se arraigan las
    convicciones.

    Toda persona también ha tenido modelos de vida,
    experiencias humanas previas de exploración
    axiológica, que han tenido peso para su propia historia.
    Hay entonces, una riquísima experiencia de
    internación en el mundo de los valores aun cuando este
    camino no haya cristalizado en convicciones. Esas convicciones
    latentes, nacientes, provisorias, también son un recurso
    válido para la enseñanza.

    ¿Qué hacer si los docentes nos convertimos
    en un antimodelo porque proponemos una escala de valores
    deformada según las opciones axiológicas acordadas
    entre todos?
    Ante este interrogante surgen dos respuestas:

    1. El reglamento debería contener recursos para
      impedir las conductas que vulneran derechos
      humanos de los niños.
    2. Siempre hay un núcleo de valor que se puede
      recuperar en los cuadros axiológicos deformados, la
      invitación consistiría en redituar dicho valor en
      un cuadro más equilibrado.

    Pero estos casos, no son mayoría, la
    mayoría de los docentes tienen una experiencia de valores
    que merecería ser recuperada en la
    enseñanza.

    La enseñanza debe tener caminos abiertos para que
    los significados personales se expresen o sean apelados
    indirectamente. Las personas, en su historia y experiencia
    únicas, son una fuente de enseñanza irreemplazable
    y esta riqueza no puede ser dilapidada. Es necesario otorgarle el
    lugar pedagógico pertinente.

    Si no hay enseñanza de valores, no es tanto
    porque los enseñantes no tengan contenidos experienciales
    para transmitir, sino porque no se habilitan los espacios
    personificantes en el enseñar.

    ¿Cuáles son los caminos para instaurar un
    espacio personificante de enseñanza?
    a)- Un camino que hace efectivo el espacio para que lo
    íntimo opere sobre lo público, es la
    creación de un clima apropiado
    para poner en acción la resonancia emotiva de los
    contenidos que se enseñan.
    Este clima para la
    actuación emotiva del lenguaje se puede caracterizar al
    menos de dos formas:
    + clima de libertad de enseñanza y
    + clima de escucha.

    El docente debe crear un espacio de libertad en su
    enseñar. El exceso de control esteriliza al espacio
    personificador. También es necesaria la escucha emotiva,
    el docente percibirá el significado con el que se carga lo
    que se está enseñando por un secreto contacto con
    el auditorio. Allí lo íntimo está operando
    sobre lo público.

    b)- otro camino por el cual lo íntimo se
    simboliza, para operar en lo público es "la oferta del
    lado débil"; hemos dicho que el modelo se diferencia del
    ídolo porque el modelo no es indefectible y su misma
    debilidad es también un camino de inspiración.
    Reconocer lo que no se sabe, lo que no se puede, las
    equivocaciones, lo que no se ha vivido: todo esto moviliza,
    produce una apertura de los valores, enseña.

    c)- Un tercer camino es la entrega del relato. El modelo
    trae con su presencia la memoria de una
    historia y esta memoria se
    entrega por el relato de vida, que comunica la experiencia de las
    personas. relatos que hacen presentes a héroes recientes o
    remotos.

    Dichos relatos necesitan ser presentados en ciertas
    condiciones de pertinencia, de extensión, de
    contextualización, para ser adecuados
    pedagógicamente; pero en realidad, son también una
    mediación entre lo íntimo y lo
    público.

    También es un recurso muy válido la
    habilitación del relato de los alumnos. Los adolescentes y
    los niños son muy generosos para compartir sus historias.
    Estos momentos "testimoniales" que pueden tener una clase con
    niños o adolescentes
    merecen una "suspensión didáctica". No es pertinente recortar en
    ellos contenidos de enseñanza, ni es necesario
    recuperarlos en el proceso de enseñanza ni tampoco
    someterlos a evaluación.

    El docente establecerá los límites
    protectores. Pero, los momentos de relatos espontáneos son
    momentos preciosos, casi sagrados, para la enseñanza de
    valores. No sólo por su contenido sino por el
    vínculo que establecen entre los participantes
    invitándolos a incorporarse a un espacio personificante de
    aprendizaje, un ámbito abierto para la construcción
    de convicciones.

    d)- Un cuarto camino es el encuentro con otros
    actores-relatores de historias de vida, actores extraescolares.
    Un recurso muy importante para la enseñanza de los valores
    es el contacto con los modelos que están presentes en la
    cercanía cotidiana, los modelos barriales, los
    contemporáneos. Acudir al taller del artesano, invitar a
    un médico del hospital de la zona, invitar al aula a un
    artista, serían caminos muy aptos para nuestros
    propósitos.

    La enseñanza de los valores es enseñanza
    de un saber que viene de la experiencia. Por esto, la
    enseñanza de los valores habilita de modo muy especial a
    los ancianos como enseñantes. Los ancianos que han sido
    protagonistas de infinitas lecciones de vida poseen una
    posibilidad de entusiasmar muy poderosa, su presencia en la
    escuela habilita un espacio de enseñanza de valores muy
    potente.

    Una prioridad en el universo de
    los valores
    Definamos algunos de los contenidos que proponemos enseñar
    y cómo hacerlo. El conflicto a
    nivel de los valores es más bien un conflicto vertical, es
    decir, la lucha por la prioridad en las opciones valorativas.
    ¿Cuál es el valor privilegiado, cuáles los
    que se subordinan a él? El sistema educativo está
    siendo sometido al tamiz del valor de la eficacia cuantitativa,
    con códigos de tipo empresarial y de mercado.

    La educación, sí remite al mercado laboral
    y empresarial y tiene, lo reconozca o no, un valor de mercado,
    como lo ha tenido siempre. ¿Puede ser la eficacia el valor
    eje, el horizonte de valores primario, en la lectura y
    organización de la
    enseñanza?

    ¿Puede solidaridad o eficacia reclamar el mismo
    lugar? Ambos valores tienen un lugar limitado. La solidaridad y
    la eficacia son uno de los modos del "estar con", aluden a un
    tipo de relación con el mundo y con los otros. La
    solidaridad habla de un vínculo de empatía con las
    necesidades ajenas que lleva a un hacer que comparta, remedia,
    consuela y acompaña. Pero ¿Hasta dónde ser
    solidarios? ¿Qué se puede sacrificar en pos de la
    consecución eficaz de los objetivos?

    Es algo relativamente sencillo de reconocer: si el estado, por
    ejemplo, destina todos los fondos necesarios para todas las
    necesidades sociales, distrae esos fondos de las inversiones
    que multiplican la riqueza. Ésto es tan cruel como
    verdadero. Si se privilegia la eficacia totalmente, habría
    que suprimir la mayoría de los gestos e inversiones
    solidarias. Es necesario mostrar la eficacia de la solidaridad y
    la solidaridad que implica la eficacia.

    Se puede ver que los valores de la polémica
    pueden no sólo excluirse, sino también comunicar
    sus cualidades al opuesto. El valor prioritario potencia a los
    demás. El valor prioritario reclama para sí la
    función de señalar la dirección del proyecto
    conjunto de vida personal y social.

    El valor que quisiera ocuparse de la conducción
    de nuestra vida tendría que poseer una aptitud decisional.
    Debería, además, indicarnos el modo operativo
    adecuado y el tiempo oportuno
    de las decisiones.

    7. Evaluación del
    aprendizaje de valores

    El aprendizaje de los valores se puede evaluar. Los
    indicadores de
    este aprendizaje son al menos de tres tipos heterogéneos
    entre sí:

    1. Los indicadores
      discursivos.
    2. los gestuales.
    3. Los indicadores de compromiso (volitivos)

    Se considera que la enseñanza apunta como
    objetivo final
    a un pensamiento
    moral
    formalizado. Por lo tanto todo el esfuerzo está puesto en
    el razonar, discurrir y analizar casos. Si los valores, tienen su
    última residencia en los sentimientos profundos de las
    personas, el discurso es un
    camino insuficiente y limitado para construcción de ese
    sentimiento valorativo. Por esto, la enseñanza de valores
    es también una propuesta de experiencias de
    aprendizaje.

    Llamamos experiencia de valores a una situación
    de aprendizaje cuyo contenido es uno o varios valores y que
    implica cambios a nivel de las relaciones, cambios a nivel
    espacio y a nivel del tiempo.

    1. De pronto el aula deja de ser un lugar impersonal, un
      lugar burocrático, para convertirse en un lugar lleno de
      sentido cuando se ha producido una experiencia de creatividad,
      de solidaridad, etc. Es necesario que cambien también
      los otros aspectos: las relaciones y el tiempo.
    2. Crear una disposición de apertura emotiva, de
      vulnerabilidad de los sentimientos para que haya posibilidad de
      percibir valores.

    ¿Cuál es el "producto" reconocible de una
    experiencia de valores?
    Si ha habido una experiencia de valor, ésta se va a
    comunicar de algún modo. puede verbalizarse, gestualizarse
    u operativizarse en el comportamiento posterior de los
    alumnos.
    Es muy adecuado el invitar a expresar en lenguaje verbal o
    escrito lo que se ha vivido. Ofrecer la posibilidad de escribir
    en un
    cuaderno una frase, un relato, un argumento de lo que ha
    ocurrido. También invitar a los que quieran reunirse a
    conversar sobre lo vivido.
    También se puede abrir el camino de expresarse
    plásticamente, dibujar, pintar.. O también
    musicalmente: elegir una pieza musical o una canción que
    exprese lo propio, componer una letra a una canción
    conocida…
    También se puede apelar a la experiencia del silencio,
    quedarse un tiempo en silencio, sin sentir la urgencia de
    verbalizar, de explicar.
    Fin

     

     

    Autor:

    Liliana Martínez – Morón. Bs. As. –
    Argentina

    Editorial : Bonum
    Segunda Edición

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter