Monografias.com > Etica
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Resumen del tema 7 del libro Etica de Gustavo Escobar Valenzuela




Enviado por ricardofs



    Indice
    1.
    Etapas históricas de las doctrinas
    éticas


    3. Pragmatismo

    4.
    Marxismo

    5. Neopositivismo

    1. Etapas
    históricas de las doctrinas éticas

    En estas etapas tenemos lo que es: antigüedad,
    edad media,
    modernidad y edad
    contemporánea.

    Etapa Antigua
    En la etapa griega es donde nacen los sofistas, estos personajes
    siguen las filosofías de Sócrates y
    todo su pensar, su labor era de difundir sus conocimientos
    mediante la persuasión, ellos rechazan la tradición
    cosmología y el interés
    del hombre o sobre
    el hombre.
    Estos sofistas desembocan al relativismo ellos querían
    resolver todo los problemas
    existenciales mediante el uso de la razón y la lógica
    y él mas destacado de todos los sofistas fue
    protágoras.
    Para acabar con los sofistas quiero mencionar que ellos dicen que
    el hombre es
    la propia medida de los actos, o que ellos son los que juzgan las
    diversas y complejas situaciones de la vida, como dicen todo
    depende del color del cristal
    con que se mida.

    Sócrates
    Este singular personaje nos dejan unos conocimientos bastantes
    profundos es este personaje el creador de frase tan celebre:
    NOSCE TE IPSUM
    COMOCETE ATI MISMO
    O también conocemos la que dice solo sé que no se
    nada, la cual rechazan todo tipo de tendencias cosmologicas.
    Sócrates
    rechaza el relativismo y el subjetivismo, él quiere
    establecer conocimientos universales y orientados al aspecto
    moral, el
    también quiere que el
    conocimiento sea practico o sea que se lleve a cabo a la hora
    de realizar el acto moral.
    Y como características podemos encontrar el
    eudemonismo, el intelectualismo y sobre todo sobre la
    razón de la vida.
    Escuela De Los
    Cínicos
    Bueno las características de este tema como nos la
    describe ALFONSO REYES:
    En religión
    no tienen iglesia, si no
    que quieren ser imitados por otros hombres, también crean
    un espíritu cívico, se conducen como mendigos
    insolentes y portadores del mensaje de Zeus, también son
    muy cosmopolitas, y poseen el sentido de igualdad y son
    del proletariado.

    Escuela Cirenaica
    Esta es fundada por cirene, esta dice la felicidad consiste en
    tener serenidad en él animo.
    Según ellos también nos dicen que hay que poseer
    sin pertenecer como objeto al alguien para el puro placer.
    Placeres en división:
    El mov entraña el dolor el mov suave da placer.

    Etica De Platón
    Platón
    nació en el seno de una familia
    aristocrática en Atenas. Su padre, Aristón, era al
    parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas.
    Perictione, su madre, estaba emparentada con el legislador del
    siglo VI a.C. Solón. Su padre murió cuando
    aún era un niño y su madre se volvió a casar
    con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.

    De joven, Platón tuvo ambiciones políticas
    pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas.
    Más tarde se proclamó discípulo de
    Sócrates, aceptó su filosofía y su forma
    dialéctica de debate: la
    obtención de la verdad mediante preguntas, respuestas y
    más preguntas. Aunque se trata de un episodio muy
    discutido, que algunos estudiosos consideran un metáfora
    literaria sobre el poder,
    Platón fue testigo de la muerte de
    Sócrates durante el régimen democrático
    ateniense en el año 399 a.C. Temiendo tal vez por su vida,
    abandonó Atenas algún tiempo y
    viajó a Italia, Sicilia y
    Egipto.

    En el año 387 Platón fundó en
    Atenas la Academia, institución a menudo considerada como
    la primera universidad
    europea. Ofrecía un amplio plan de estudios,
    que incluía materias como astronomía, biología, matemáticas, teoría
    política y
    filosofía. Aristóteles fue su alumno más
    destacado.

    Ante la posibilidad de conjugar la filosofía y la
    práctica política,
    Platón viajó a Sicilia en el año 367 a.C.
    para ser tutor del nuevo gobernante de Siracusa Dionisio el
    Joven. El experimento fracasó. Platón
    regresó a Siracusa en el año 361 a.C., pero una vez
    más su participación en los acontecimientos
    sicilianos tuvo poco éxito.
    Pasó los últimos años de su vida dando
    conferencias en la Academia y escribiendo. Murió
    próximo a los 80 años en Atenas en el año
    348 o 347 a.C.

    Los escritos de Platón adoptaban la forma de
    diálogos, donde se exponían ideas
    filosóficas, se discutían y se criticaban en el
    contexto de una conversación o un debate en el
    que participaban dos o más personas. El primer grupo de
    escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13
    cartas. Se ha
    cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la
    mayoría de las cartas.

    Politica
    La República, la mayor obra política de
    Platón, trata de la cuestión de la justicia y por
    lo tanto de las preguntas ¿qué es un Estado justo?
    y ¿quién es un individuo justo?.

    El Estado ideal,
    según Platón, se compone de tres clases. La
    estructura
    económica del Estado reposa en la clase de los
    comerciantes. La seguridad, en los
    militares y el liderazgo
    político es asumida por los filósofos-reyes. La clase de una persona viene
    determinada por un proceso
    educativo que empieza en el nacimiento y continúa hasta
    que esa persona ha
    alcanzado el máximo grado de educación compatible
    con sus intereses y habilidades. Los que completan todo el
    proceso
    educacional se convierten en filósofos-reyes. Son aquellos cuyas mentes
    se han desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas
    y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias. En
    realidad, el sistema
    educacional ideal de Platón está, ante todo,
    estructurado para producir filósofos-reyes.

    Platón asocia las virtudes tradicionales griegas
    con la estructura de
    clase del Estado ideal. La templanza es la única virtud de
    la clase artesana, el valor es la
    virtud de la clase militar y la sabiduría caracteriza a
    los gobernantes. La justicia, la
    cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su
    conjunto. El Estado
    justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su propia
    función
    sin entrar en las actividades de las demás
    clases.

    Platón aplica al análisis del alma humana un esquema
    semejante: la racional, la voluntad y los apetitos. Una persona
    justa es aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad,
    controla los apetitos. Existe una evidente analogía con la
    estructura del Estado anterior, en la que los
    filósofos-reyes sabios, ayudados por los soldados,
    gobiernan el resto de la sociedad.

    La teoría
    ética
    de Platón descansa en la suposición de que la
    virtud es conocimiento y
    que éste puede ser aprendido. Dicha doctrina debe
    entenderse en el conjunto de su teoría de las ideas. Como
    ya se ha dicho, la idea última para Platón es la
    idea de Dios, y el
    conocimiento de esa idea es la guía en el trance de
    adoptar una decisión moral. Platón mantenía
    que conocer a Dios es hacer el bien. La consecuencia de esto es
    que aquel que se comporta de forma inmoral lo hace desde la
    ignorancia. Esta conclusión se deriva de la certidumbre de
    Platón de que una persona virtuosa es realmente feliz y
    como los individuos siempre desean su propia felicidad, siempre
    ansían hacer aquello que es moral.

    Platón tenía una idea antagónica
    del arte y del
    artista aunque aprobara algunos tipos de arte religioso y
    moralista. Su enfoque tiene que ver una vez más con su
    teoría de las ideas. Una flor bonita, por ejemplo, es una
    copia o imitación de las ideas universales de flor y
    belleza. La flor física es una
    reproducción de la realidad, es decir, de
    las ideas. Un cuadro de la flor es, por lo tanto, una reproducción secundaria de la realidad.
    Esto también significa que el artista es una
    reproducción de segundo orden del conocimiento
    y, en realidad, la crítica frecuente de Platón
    hacia los artistas era que carecían de un conocimiento
    verdadero de lo que estaban haciendo. La creación
    artística, observó Platón, parecía
    tener sus raíces en una inspirada locura.

    Etica De Aristóteles
    Nacido en Estagira (Macedonia), hijo de un médico de la
    corte real, se trasladó a Atenas a los 17 años de
    edad para estudiar en la Academia de Platón.
    Permaneció en esta ciudad durante aproximadamente 20
    años, primero como estudiante y, más tarde, como
    maestro.

    Tras morir Platón (c. 347 a.C.),
    Aristóteles partió para Assos, ciudad de Asia Menor en la
    que gobernaba un amigo suyo, Hermias, al cual sirvió como
    consejero y con cuya sobrina e hija adoptiva, Pitia, contrajo
    matrimonio.
    Tras ser capturado y ejecutado Hermias por los persas
    (345 a.C.), Aristóteles se trasladó a Pella,
    capital de
    Macedonia, donde se convirtió en tutor de Alejandro
    (futuro Alejandro III el Magno), hijo menor del rey Filipo II. En
    el año 336 a.C., al acceder Alejandro al trono,
    regresó a Atenas y estableció su propia escuela: el
    Liceo. Debido a que gran parte de las discusiones y debates se
    desarrollaban mientras maestros y estudiantes paseaban por el
    Liceo, este centro llegó a ser conocido como escuela
    peripatética. La muerte de
    Alejandro (323 a.C.) generó en Atenas un fuerte
    sentimiento antimacedonio, con lo que Aristóteles se
    retiró a una propiedad
    familiar en Calcis, en la isla de Eubea, donde moriría al
    año siguiente.

    Al igual que Platón en sus primeros años
    en la Academia, Aristóteles utilizó muy a menudo la
    forma dialogada de razonamiento, aunque, al carecer del talento
    imaginativo de Platón, esta modalidad de expresión
    no fue nunca de su pleno agrado. Si se exceptúan escasos
    fragmentos mencionados en las obras de algunos escritores
    posteriores, sus diálogos se han perdido por completo.
    Aristóteles escribió además algunas notas
    técnicas, como es el caso de un diccionario de
    términos filosóficos y un resumen de las doctrinas
    de Pitágoras; de estos apuntes sólo han sobrevivido
    algunos breves extractos. Lo que sí ha llegado hasta
    nuestros días, sin embargo, son las notas de clase que
    Aristóteles elaboraba para sus cursos,
    delimitados con gran esmero y que cubrían casi todos los
    campos del saber y del arte. Los textos en los que descansa la
    reputación de Aristóteles se basan en gran parte en
    estas anotaciones, que fueron recopiladas y ordenadas por sus
    editores posteriores.

    Entre sus textos existen tratados de
    lógica,
    llamados Organon (`instrumento'), ya que proporcionan los
    medios con los
    que se ha de alcanzar el conocimiento positivo. Entre las obras
    que tratan de las ciencias
    naturales está la Física, que recoge
    amplia información sobre astronomía, meteorología, botánica y zoología. Sus escritos
    sobre la naturaleza,
    alcance y propiedades del ser, que Aristóteles
    llamó "primera filosofía", recibieron el nombre de
    Metafísica en la primera edición
    publicada de sus obras (c. 60 a.C.), debido a que en
    dicha edición aparecían tras la Física. A su
    hijo Nicómaco
    dedicaría su obra sobre la ética,
    llamada Ética a Nicómaco.
    Otras obras esenciales son Retórica, Poética (que
    se conserva incompleta, véase Teatro y arte
    dramático) y Política (también
    incompleta).

    Métodos
    Quizás debido a la influencia de su padre, que era
    médico, la filosofía de Aristóteles
    hacía hincapié sobre todo en la biología, frente a la
    importancia que Platón concedía a las matemáticas. Para Aristóteles, el
    mundo estaba compuesto por individuos (sustancias) que se
    presentaban en tipos naturales fijos (especies). Cada individuo
    cuenta con un patrón innato específico de desarrollo y
    tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización
    como ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la
    dirección son, pues, aspectos innatos a la
    naturaleza, y
    aunque la ciencia
    estudia los tipos generales, éstos, según
    Aristóteles, encuentran su existencia en individuos
    específicos. La ciencia y la
    filosofía deben, por consiguiente, no limitarse a escoger
    entre opciones de una u otra naturaleza, sino equilibrar las
    afirmaciones del empirismo
    (observación y experiencia sensorial) y el
    formalismo (deducción racional).

    Una de las aportaciones características de la
    filosofía de Aristóteles fue la nueva noción
    de causalidad. Los primeros pensadores griegos habían
    tendido a asumir que sólo un único tipo de causa
    podía ser explicatoria; Aristóteles propuso cuatro.
    (El término que usa Aristóteles, aition, `factor
    responsable y explicatorio', no es sinónimo de causa en el
    sentido moderno que posee esta palabra.)

    Estas cuatro causas son: la causa material (materia de la
    que está compuesta una cosa), la causa eficiente o motriz
    (fuente de movimiento,
    generación o cambio), la
    causa formal (la especie, el tipo o la clase) y la causa final
    (objetivo o
    pleno desarrollo de
    un individuo, o la función
    planeada de una construcción o de un invento). Así
    pues, un león joven está compuesto de tejidos y
    órganos, lo que constituiría la causa material; la
    causa motriz o eficiente serían sus padres, que lo
    crearon; la causa formal es su especie (león), mientras
    que la causa final es su impulso innato por convertirse en un
    ejemplar maduro de su especie. En contextos diferentes, las
    mismas cuatro causas se aplican de forma análoga.
    Así, la causa material de una estatua es el mármol
    en que se ha esculpido; la causa eficiente, el escultor; la causa
    formal, la forma que el escultor ha dado a la estatua (Hermes o
    Afrodita, por ejemplo), y la causa final, su función (ser
    una obra de arte).

    En todos los contextos, Aristóteles insiste en
    que algo puede entenderse mejor cuando se expresan sus causas en
    términos específicos y no en términos
    generales. Por este motivo, se obtiene más información si se conoce que un escultor
    realizó la estatua que si apenas se sabe que la
    esculpió un artista, y se obtendrá todavía
    más información si se sabe que fue Policleto el que
    la cinceló, que si tan sólo se conoce que fue un
    escultor no especificado.
    Aristóteles creía que su noción de las
    causas era la clave ideal para organizar el conocimiento. Sus
    notas de clases son una impresionante prueba de la fuerza de
    dicho esquema.
    En la siguiente exposición
    se pueden apreciar algunos de los principales aspectos de las
    doctrinas o teorías
    del pensamiento
    aristotélico.

    Física o filosofía natural
    En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de
    un Universo
    esférico y finito que tendría a la Tierra como
    centro. La parte central está compuesta por cuatro
    elementos: tierra,
    aire, fuego y
    agua. En su
    Física, cada uno de estos elementos tiene un lugar
    adecuado, determinado por su peso relativo o "gravedad
    específica". Cada elemento se mueve, de forma natural, en
    línea recta —la tierra
    hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le
    corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de
    lo que resulta que el movimiento
    terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los
    cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita
    siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben,
    conforme con la lógica, estar compuestos por un quinto
    elemento, que él llamaba aither, elemento superior que no
    es susceptible de sufrir cualquier cambio que no
    sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La
    teoría aristotélica de que el movimiento lineal
    siempre se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es,
    en realidad, válida para todos los movimientos terrestres
    observables. Aristóteles sostenía también
    que los cuerpos más pesados de una materia
    específica caen de forma más rápida que
    aquellos que son más ligeros cuando sus formas son
    iguales, concepto
    equivocado que se aceptó como norma hasta que el
    físico y astrónomo italiano Galileo llevó a
    cabo su experimento con pesos arrojados desde la torre inclinada
    de Pisa.

    Aristóteles creía que la libertad de
    elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y completo de las
    cuestiones humanas, con lo que las "ciencias
    prácticas", como la política o la ética, se
    llamaban ciencias
    sólo por cortesía y analogía. Las
    limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan
    aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza
    humana y autorrealización. La naturaleza humana implica,
    para todos, una capacidad para formar hábitos, pero los
    hábitos formados por un individuo en concreto
    dependen de la cultura y
    opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres
    humanos anhelan la "felicidad", es decir, una realización
    activa y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este
    objetivo puede
    ser alcanzado por muchos caminos.

    La Ética a Nicómaco es un análisis
    de la relación del carácter y
    la inteligencia
    con la felicidad. Aristóteles distinguía dos tipos
    de "virtud" o excelencia humana: moral e intelectual. La virtud
    moral es una expresión del carácter,
    producto de
    los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud
    moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos
    deseables. El valor, por
    ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la
    impetuosidad irreflexiva; la generosidad, por su parte,
    constituiría el punto intermedio entre el derroche y la
    tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo,
    no están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La
    ética aristotélica es una ética elitista:
    para él, la plena excelencia sólo puede ser
    alcanzada por el varón adulto y maduro perteneciente a la
    clase alta y no por las mujeres, niños,
    "bárbaros" (no griegos) o "mecánicos" asalariados
    (trabajadores manuales, a los
    cuales negaba el derecho al voto).

    Como es obvio, en política es posible encontrar
    muchas formas de asociación humana. Decidir cuál es
    la más idónea dependerá de las
    circunstancias, como, por ejemplo, los recursos
    naturales, la industria, las
    tradiciones culturales y el grado de alfabetización de
    cada comunidad. Para
    Aristóteles, la política no era un estudio de los
    estados ideales en forma abstracta, sino más bien un
    examen del modo en que los ideales, las leyes, las
    costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos
    reales. Así, aunque aprobaba en aquel tiempo la
    institución de la esclavitud,
    moderaba su aceptación aduciendo que los amos no
    debían abusar de su autoridad, ya
    que los intereses de amo y esclavo son los mismos. La biblioteca del
    Liceo contenía una colección de 158 constituciones,
    tanto de estados griegos como extranjeros. El propio
    Aristóteles escribió la Constitución de Atenas como parte de la
    colección, obra que estuvo perdida hasta 1890, año
    en que fue recuperada. Los historiadores han encontrado gracias a
    este texto muy
    valiosos datos para
    reconstruir algunas fases de la historia
    ateniense.

    Epoca epicúrea y estoica. Periodo helenistico
    romano
    Epicúreismo
    Sistema de
    filosofía basado sobre todo en las enseñanzas del
    filósofo griego Epicuro. La doctrina más conocida,
    pero asimismo más discutida por los modernos tratadistas
    del epicureísmo es que el placer constituye el bien
    supremo y la meta
    más importante de la vida. Se prefieren los placeres
    intelectuales a los sensuales, que tienden a perturbar la paz del
    espíritu. La verdadera felicidad, según
    enseñó Epicuro, consiste en la serenidad que
    resulta del dominio del
    miedo, es decir, de los dioses, de la muerte y de
    la vida futura. El fin último de toda la
    especulación epicúrea sobre la naturaleza es
    eliminar esos temores.

    La física epicúrea es atomista, en la
    tradición de los filósofos griegos Leucipo y
    Demócrito. Epicuro consideró que el universo era
    infinito y eterno y que consistía sólo en cuerpos y
    espacio. De los cuerpos, algunos son compuestos y otros son
    átomos, o indivisibles, elementos estables de los que
    están formados los compuestos. El mundo, tal y como es
    visto por el ojo humano, se nutre de las rotaciones, colisiones y
    agregaciones de esos átomos, que desde una perspectiva
    individual sólo poseen forma, tamaño y
    peso.

    En biología, Epicuro anticipó la doctrina
    moderna de la selección
    natural. Afirmó que las fuerzas naturales dan origen a
    organismos de diferentes clases y que sólo las clases
    capaces de superarse a sí mismas y reproducirse han
    sobrevivido.

    La psicología
    epicúrea es materialista en alto grado. Mantiene que las
    sensaciones son provocadas por un continuo flujo de imágenes o
    'ídolos' abandonadas por los cuerpos e impresionadas en
    los sentidos.
    Considera que todas las sensaciones son fiables de una forma
    absoluta, el error surge cuando la sensación está
    interpretada de modo impropio. Cree que el alma está
    compuesta de pequeñas partículas distribuidas por
    todo el cuerpo. Epicuro enseñó que la
    disolución del cuerpo en la muerte conduce
    a la disolución del alma, que no puede existir fuera del
    cuerpo; y por ello no hay vida futura posible. Dado que la muerte
    significa la extinción total, no tiene sentido ni para los
    vivos ni para los muertos, porque "cuando somos, la muerte no es,
    y cuando estamos muertos, no somos".

    Las virtudes cardinales del sistema de ética
    epicúreo son la justicia, la honestidad y la
    prudencia, o el equilibrio
    entre el placer y el sufrimiento. Epicuro prefería la
    amistad al
    amor, por ser
    aquella menos intranquilizadora que éste. Su hedonismo
    personal
    mostró que sólo a través del dominio de
    sí mismo, la moderación y el desapego puede uno
    alcanzar el tipo de tranquilidad que constituye la felicidad
    verdadera. A pesar de su materialismo,
    Epicuro creía en la libertad de la
    voluntad. Sugirió que incluso los átomos son libres
    y se mueven de cuando en cuando con total espontaneidad; su idea
    se asemeja al principio de incertidumbre de la mecánica cuántica.

    Epicuro no negó la existencia de dioses, pero
    mantuvo con fuerza que
    como "seres felices e imperecederos" podían no tener nada
    que ver con los asuntos humanos, aunque gozaran contemplando la
    vida de los buenos mortales. La verdadera religión descansa en
    una contemplación similar por parte de los humanos de las
    vidas ideales de los dioses elevados e invisibles.

    Las enseñanzas de Epicuro fueron establecidas con
    tanta firmeza y veneradas de tal modo por sus seguidores, que sus
    doctrinas, a diferencia de las del estoicismo, su principal rival
    filosófico, permanecieron intactas como una
    tradición viva. Sin embargo, el epicureísmo
    cayó en descrédito en gran parte debido a la
    confusión, que aún persiste, entre sus principios y los
    del hedonismo sensual proclamado con anterioridad por los
    cirenaicos. A pesar de todo, la filosofía epicúrea
    tuvo muchos discípulos distinguidos: entre los griegos el
    gramático Apolodoro y entre los romanos el poeta Horacio,
    el estadista Plinio el Joven y sobre todo el poeta Lucrecio. El
    poema De rerum natura (De la naturaleza de las cosas) de Lucrecio
    es la principal fuente de conocimiento del epicureísmo.
    Desapareció como escuela a principios del
    siglo IV d.C. Fue reactivada en el siglo XVII por el
    filósofo francés Pierre Gassendi. Desde entonces,
    el epicureísmo ha atraído a numerosos seguidores y
    se considera una de las escuelas de filosofía y
    ética más influyentes de todos los
    tiempos.

    Estoicismo
    Escuela de filosofía occidental, fundada en la antigua
    Grecia,
    opuesta al epicureísmo en su modo de considerar la vida y
    el deber. La filosofía estoica se desarrolló a
    partir de la de los cínicos, cuyo fundador griego,
    Antístenes, fue discípulo de Sócrates.
    La escuela estoica se creó en Atenas hacia el
    300 a.C. por Zenón de Citio. Zenón, cuya
    filosofía proviene en gran parte de Crates de Tebas,
    abrió su escuela en una columnata conocida como la Stoa
    Pecile (pórtico pintado). Entre sus discípulos
    figuraba Cleantes de Aso (ciudad de la Tróade, área
    circundante a la antigua Troya), del que se conserva su Himno a
    Zeus, en el que expone la unidad, omnipotencia y gobierno moral de
    la suprema deidad. Cleantes fue seguido por Crisipo de Soli en
    Cilicia. Estas tres personalidades representan el primer periodo
    (300-200 a. C.) de la filosofía estoica.

    El segundo periodo (200-50 a.C.) abarca la
    difusión generalizada de esta filosofía y su
    expansión en el mundo romano. A Crisipo le sucedieron
    Zenón de Tarso y Diógenes de Babilonia; les
    siguieron Antípatro de Tarso y uno de sus alumnos, Panecio
    de Rodas. Panecio introdujo el estoicismo en Roma y entre sus
    discípulos estaba Posidonio de Apamea (localidad de
    Siria), quien a su vez fue maestro del orador Marco Tulio
    Cicerón.

    El tercer periodo del estoicismo tuvo su centro en
    Roma. En este
    periodo, entre los estoicos sobresalen Catón de
    Útica y, durante el periodo del Imperio romano,
    los tres filósofos estoicos cuyos escritos se conservan
    son Lucio Anneo Séneca, Epicteto y el emperador Marco
    Aurelio Antonino.
    El estoicismo fue la filosofía más influyente en el
    Imperio romano
    durante el periodo anterior al ascenso del cristianismo.
    Los estoicos, como los epicúreos, ponían el
    énfasis en la ética considerada como el principal
    ámbito de conocimiento, pero también desarrollaron
    teorías
    de lógica y física para respaldar su doctrinas
    éticas. Su contribución más importante a la
    lógica consistió en acuñar el silogismo
    hipotético como un método de
    análisis. Sostenían que toda realidad es material,
    pero que la materia misma, que es pasiva, se distingue del
    principio activo o animado, logos, que concebían tanto
    como la razón divina y también como un tipo sutil
    de entidad material, un soplo o fuego que todo lo impregna, tal
    como el filósofo griego Heráclito había
    supuesto sería el principio cósmico. De acuerdo con
    los estoicos el alma humana es una manifestación del
    logos. Mantenían que vivir de acuerdo con la naturaleza o
    la razón es vivir conforme al orden divino del universo. La
    importancia de esta visión se aprecia en la parte que el
    estoicismo desempeñó en el desarrollo de una
    teoría de ley natural, que
    influyó poderosamente en la jurisprudencia
    romana.

    La base de la ética estoica es el principio,
    proclamado antes por los cínicos, de que el bien no
    está en los objetos externos, sino en la condición
    del alma en sí misma, en la sabiduría y dominio
    mediante los que una persona se libera de las pasiones y deseos
    que perturban la vida corriente. Las cuatro virtudes cardinales
    de la filosofía estoica son la sabiduría, el valor,
    la justicia y la templanza, una clasificación derivada de
    las enseñanzas de Platón.

    Un rasgo distintivo del estoicismo es su vocación
    cosmopolita. Todas las personas son manifestaciones de un
    espíritu universal y deben, según los estoicos,
    vivir en amor fraternal
    y ayudarse de buena gana unos a otros. Mantenían que
    diferencias externas, como la clase y la riqueza, no tienen
    ninguna importancia en las relaciones sociales. Así, antes
    del cristianismo,
    los estoicos reconocían y preconizaban la fraternidad de
    la humanidad y la igualdad
    natural de todos los seres humanos.

    Ética Cristiana
    Los modelos
    éticos de la edad clásica fueron aplicados a las
    clases dominantes, en especial en Grecia. Las
    mismas normas no se
    extendieron a los no griegos, que eran llamados barbaroi
    (bárbaros), un término que adquirió
    connotaciones peyorativas. En cuanto a los esclavos, la actitud hacia
    los mismos puede resumirse en la calificación de `herramientas
    vivas' que le aplicó Aristóteles. En parte debido a
    estas razones, y una vez que decayeron las religiones paganas, las
    filosofías contemporáneas no consiguieron
    ningún refrendo popular y gran parte del atractivo del
    cristianismo se explica por la extensión de la
    ciudadanía moral a todos, incluso a los
    esclavos.

    El advenimiento del cristianismo marcó una
    revolución
    en la ética, al introducir una concepción religiosa
    de lo bueno en el pensamiento
    occidental. Según la idea cristiana una persona es
    dependiente por entero de Dios y no puede alcanzar la bondad por
    medio de la voluntad o de la inteligencia,
    sino tan sólo con la ayuda de la gracia de Dios. La
    primera idea ética cristiana descansa en la regla de oro:
    "Lo que quieras que los hombres te hagan a ti, áselo a
    ellos" (MT. 7,12); en el mandato de amar al prójimo como a
    uno mismo (Lev. 19,18) e incluso a los enemigos (Mt. 5,44), y en
    las palabras de Jesús: "Dad al César lo que es del
    César y a Dios lo que es de Dios" (Mt. 22,21).
    Jesús creía que el principal significado de la
    ley
    judía descansa en el mandamiento "amarás al
    Señor tu Dios con todo tu corazón y
    con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu
    prójimo como a ti mismo" (Lc. 10,27).

    El cristianismo primigenio realzó como virtudes
    el ascetismo, el martirio, la fe, la misericordia, el
    perdón, el amor no
    erótico, que los filósofos clásicos de
    Grecia y Roma apenas habían considerado
    importantes.

    San Agustín
    Se hizo necesario aclarar esta doctrina cuando surgió la
    duda de que había interpretaciones erróneas de las
    normas
    transmitidas en el mensaje de Cristo. Las desviaciones más
    importantes o herejías tenían que ver con Cristo
    como ser humano. Algunos teólogos buscaban proteger su
    santidad, negando que fuera un individuo como cualquier otro,
    mientras que había quienes buscaban proteger la fe
    monoteísta, haciendo de Cristo una figura divina de rango
    inferior a Dios, el Padre.

    En respuesta a estas dos tendencias, en los credos
    comenzó, en época muy temprana, un proceso para
    especificar la condición divina de Cristo, en
    relación con la divinidad del Padre. Las formulaciones
    definitivas de estas relaciones se establecieron durante los
    siglos IV y V, en una serie de concilios oficiales de la
    Iglesia; dos
    de los más destacados fueron el de Nicea en el 325, y el
    de Calcedonia en el 451, en los que se acuñaron las
    doctrinas de la doble naturaleza de Cristo, forma aún
    aceptada por muchos cristianos (véase Concilio de
    Calcedonia; Credo de y su Nicea). Hasta que se expusieron estos
    principios, el cristianismo tuvo que refinar su pensamiento
    lenguaje,
    proceso en el que se fue creando una teología
    filosófica, tanto en latín como en griego. Durante
    más de mil años, éste fue el sistema
    intelectual con más influencia en Europa. El
    principal artífice de la teología en Occidente fue
    san
    Agustín de Hipona, cuya producción de textos literarios, dentro de
    los que se incluyen los textos clásicos Confesiones y La
    ciudad de Dios, hizo más que cualquier otro grupo de
    escritos, exceptuando los autores de la Biblia, para darle forma
    a este sistema.

    Santo Tomas De Aquino
    A veces llamado doctor angélico y el
    príncipe de los escolásticos, filósofo y
    teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en
    la figura más importante de la filosofía
    escolástica y uno de los teólogos sobresalientes
    del catolicismo.

    Nació en una familia noble en
    Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y
    estudió en el monasterio benedictino de monte Cassino y en
    la Universidad de
    Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos
    todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte
    de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de
    Tomás en una orden mendicante, le confinó en el
    castillo familiar durante más de un año en un vano
    intento de hacerle abandonar el camino que había elegido.
    Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a
    París para completar su formación. Estudió
    con el filósofo escolástico alemán Alberto
    Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Porque Tomás
    era de poderosa constitución física y taciturno, sus
    compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero Alberto
    Magno había predicho que "este buey un día
    llenará el mundo con sus bramidos".

    Primeros años
    Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y
    empezó a impartir clases en la Universidad de París
    en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y
    explicaciones de sus clases, aparecieron dos años
    más tarde. Su primera obra importante fue Scripta super
    libros
    Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre una
    obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia,
    conocida como el Sententiarum libri quatuor, del teólogo
    italiano Pedro Lombardo.

    En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió
    un doctorado en teología y fue nombrado profesor de
    filosofía en la Universidad de París. El papa
    Alejandro IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254
    hasta 1261, le llamó a Roma en 1259, donde sirvió
    como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a
    París en 1268, y en seguida llegó a implicarse en
    una controversia con el filósofo francés Siger de
    Brabant y otros seguidores del filósofo islámico
    Averroes.

    Estudio de Aristóteles y los
    averroístas
    Para comprender la crucial importancia de esta polémica en
    la evolución del pensamiento de Occidente, es
    necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de
    Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había
    estado dominado por la filosofía de san
    Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia
    occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la
    búsqueda de la verdad se debía confiar en la
    experiencia de los sentidos. A
    principios del siglo XIII las principales obras de
    Aristóteles estuvieron disponibles en una
    traducción latina de la escuela de traductores de Toledo,
    acompañadas por los comentarios de Averroes y otros
    eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de
    las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la
    confianza en el conocimiento empírico, lo que
    originó la formación de una escuela de
    filósofos conocidos como averroístas. Bajo el
    liderazgo de
    Siger de Brabant, los averroístas afirmaban que la
    filosofía era independiente de la
    revelación.

    Esta postura amenazaba la integridad y supremacía
    de la doctrina católica, apostólica romana y
    llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos.
    Ignorar a Aristóteles, tal como lo hacían los
    averroístas, era imposible, y condenar sus
    enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido
    en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían
    intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco
    éxito.
    Santo Tomás triunfó con brillantez.

    Reconciliando el énfasis agustino sobre el
    principio humano espiritual con la afirmación
    averroísta de la autonomía del conocimiento
    derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía
    que las verdades de la fe y las propias de la experiencia
    sensible, así como las presentadas por Aristóteles,
    son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el
    misterio de la encarnación, pueden ser conocidas
    sólo a través de la revelación, y otras,
    como la composición de las cosas materiales,
    sólo a través de la experiencia; aun otras, como la
    existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por
    igual. Así, la fe guía al hombre hacia
    su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la
    anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la
    sensación, pero los datos sensibles
    pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del
    intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión
    de tales realidades inmateriales como el alma humana, los
    ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las
    verdades más elevadas, aquellas con las que está
    relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la
    revelación. El realismo
    moderado de santo Tomás afirmó los grandes
    conceptos de su sistema en el pensamiento, en oposición al
    realismo
    extremo, el cual los proponía como independientes del
    pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los
    universales en las cosas existentes en oposición al
    nominalismo y conceptualismo. En su filosofía de la
    política, a pesar de reconocer el valor positivo de la
    sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad
    de la subordinación del Estado a la Iglesia.

    Últimos años
    Santo Tomás primero sugirió su opinión
    madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270).
    Esta obra volvió la tendencia contra sus oponentes,
    quienes fueron censurados por la Iglesia.
    Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a
    Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica.
    En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al Concilio de
    Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X,
    cayó enfermo. Murió el 7 de marzo en el monasterio
    cisterciense de Fossanova.

    Santo Tomás fue canonizado por el papa Juan XXII
    en 1323 y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío
    V en 1567. Su fiesta se celebra el 28 de enero.

    Valoración

    Con más fortuna que ningún otro
    teólogo o filósofo, santo Tomás
    organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al
    servicio de su
    fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó
    una síntesis
    filosófica de las obras y enseñanzas de
    Aristóteles y otros sabios clásicos: de san
    Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes,
    Avicena, y otros eruditos islámicos, de pensadores
    judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn
    Gabirol, y de sus predecesores en la tradición
    escolástica. Esta síntesis
    la llevó en la línea de la Biblia y la doctrina
    católica.

    El éxito de santo Tomás fue inmenso; su
    obra marca una de las
    escasas grandes culminaciones en la historia de la
    filosofía. Después de él, los
    filósofos occidentales sólo podían elegir
    entre seguirle con humildad o inclinarse hacia alguna otra
    dirección diferente. En los siglos
    posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre
    los pensadores católicos fue adoptar la segunda
    alternativa. El interés en
    la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin
    embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica
    Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII
    recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera
    la base de la enseñanza en todas las escuelas
    católicas. El papa Pío XII, en la encíclica
    Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista
    es la guía más segura para la doctrina
    católica y desaprobaba toda desviación de ella. El
    tomismo permanece como una escuela importante en el pensamiento
    contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no
    católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han
    estado los filósofos franceses Jacques Maritain y
    Étienne Gilson.
    Santo Tomás fue un autor prolífico en extremo, con
    cerca de 800 obras atribuidas. Las dos más importantes son
    Summa contra Gentiles (1261-1264), un estudio razonado con la
    intención de persuadir a los intelectuales musulmanes de
    la verdad del cristianismo y la Summa theologica (1265-1273), en
    tres partes (sobre Dios, la vida moral del hombre y Cristo), de
    la que la última está inacabada.

    Ética moderna
    Formalismo Katiano
    La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces
    llamada filosofía crítica, está recogida en
    su Crítica de la razón pura (1781), en la que
    examinó las bases del conocimiento humano y creó
    una epistemología individual. Al igual que los
    primeros filósofos, Kant diferenciaba
    los modos de pensar en proposiciones analíticas y
    sintéticas. Una proposición analítica es
    aquella en la que el predicado está contenido en el
    sujeto, como en la afirmación `las casas negras son
    casas'. La verdad de este tipo de proposiciones es evidente,
    porque afirmar lo contrario supondría plantear una
    proposición contradictoria. Tales proposiciones son
    llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el
    análisis del concepto en
    sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio,
    son aquellas a las que no se puede llegar por análisis
    puro, como en la expresión `la casa es negra'. Todas las
    proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo
    son sintéticas.

    Las proposiciones, según Kant, pueden ser
    divididas también en otros dos tipos: empírica, o a
    posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas
    dependen tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori
    tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos
    tipos de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica
    `la casa es negra' y la a priori `dos más dos son cuatro'.
    La tesis de Kant
    en la Crítica consiste en que resulta posible formular
    juicios sintéticos a priori. Esta posición
    filosófica es conocida como transcendentalismo. Al
    explicar cómo es posible este tipo de juicios, Kant
    consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en
    esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan
    sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las
    sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen
    existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad
    sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que
    las percepciones son medidas y valoradas.

    Además de estas intuiciones, Kant afirmó
    que un número de conceptos a priori, llamados
    categorías, también existen. Dividió las
    categorías en cuatro grupos: los
    relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad;
    los relacionados con la cualidad, que son realidad,
    negación y limitación; los que conciernen a la
    relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y
    reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son
    posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las
    categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre
    experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden
    emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos
    cruciales como libertad y existencia sin que lleven a
    inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones
    contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada
    par pueden ser probados como verdad.

    En la Metafísica
    de la ética (1797) Kant describe su sistema ético,
    basado en la idea de que la razón es la autoridad
    última de la moral.
    Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase
    han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la
    razón, y que ningún acto realizado por conveniencia
    o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede
    considerarse como moral. Kant describió dos tipos de
    órdenes dadas por la razón: el imperativo
    hipotético que dispone un curso dado de acción para
    lograr un fin específico; y el imperativo
    categórico que dicta una trayectoria de actuación
    que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo
    categórico es la base de la moral y fue
    resumido por Kant en estas palabras claves: "Obra como si la
    máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu
    voluntad, en ley universal de la naturaleza".

    Las ideas éticas de Kant son el resultado
    lógico de su creencia en la libertad fundamental del
    individuo, como manifestó en su Crítica de la
    razón práctica (1788). No consideraba esta libertad
    como la libertad no sometida a las leyes, como en la
    anarquía, sino más bien como la libertad del
    gobierno de
    sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las
    leyes del Universo como se revelan por la razón.
    Creía que el bienestar de cada individuo sería
    considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo
    y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la
    razón "obligaría a todo legislador a crear sus
    leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad
    única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en
    la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio
    de si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La
    paz perpetua (1795) Kant aboga por el establecimiento de una
    federación mundial de estados republicanos.

    Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro
    filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana,
    y en especial como la desarrolló el filósofo
    alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel,
    estableció los cimientos sobre los que se edificó
    la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El
    método
    dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por
    Karl Marx, fue un
    desarrollo del método de razonamiento articulado por
    antinomias que Kant aplicó. El filósofo
    alemán Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la
    división del mundo de su maestro en partes objetivas y
    subjetivas y elaboró una filosofía idealista que
    también influyó de una forma notable en los
    socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la
    Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart,
    incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de
    pedagogía.

    Ética Contemporánea
    Etica existencialista
    Miguel Unamuno
    Su filosofía, que no era sistemática, sino
    más bien una negación de cualquier sistema y una
    afirmación de "fe en la fe misma", impregna toda su
    producción. Formado intelectualmente en el
    racionalismo y
    en el positivismo,
    durante su juventud
    simpatizó con el socialismo,
    escribiendo varios artículos para el
    periódico El Socialista, donde mostraba su
    preocupación por la situación de España,
    siendo en un primer momento favorable a su europeización,
    aunque posteriormente adoptaría una postura más
    nacionalista.

    Esta preocupación por España
    (que reflejó en su frase "¡Me duele España!")
    se manifiesta en sus ensayos
    recogidos en sus libros En
    torno al
    casticismo (1895), Vida de Don Quijote y
    Sancho (1905), donde hace del libro
    cervantino la expresión máxima de la escuela
    española y permanente modelo de
    idealismo, y
    Por tierras de Portugal y España (1911). También
    son frecuentes los poemas
    dedicados a exaltar las tierras de Castilla, considerada la
    médula de España.

    Más tarde, la influencia de filósofos como
    Arthur Schopenhauer, Adolf von Harnack o Sören Aabye
    Kierkegaard, entre otros, y una crisis
    personal
    (cuando contaba 33 años) contribuyeron a que rechazara el
    racionalismo,
    al que contrapuso la necesidad de una creencia voluntarista de
    Dios y la consideración del carácter existencial de
    los hechos. Sus meditaciones (desde una óptica
    vitalista que anticipa el existencialismo) sobre el sentido de la vida
    humana, en el que juegan un papel
    fundamental la idea de la inmortalidad (que daría sentido
    a la existencia humana) y de un dios (que debe ser el
    sostén del hombre), son un enfrentamiento entre su
    razón, que le lleva al escepticismo, y su corazón,
    que necesita desesperadamente de Dios. Aunque sus dos grandes
    obras sobre estos temas son Del sentimiento trágico de la
    vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925), toda su
    producción literaria está impregnada de esas
    preocupaciones.

    Sören Kierkegaard
    Kierkegaard nació en Copenhague el 15 de mayo de 1813. Su
    padre era un rico comerciante y un estricto luterano, cuya
    tenebrosa piedad, dominada por un sentimiento de culpa, y
    fantasías morbosas influyeron y obsesionaron a
    Kierkegaard. Sören Kierkegaard estudió
    teología y filosofía en la Universidad de
    Copenhague, donde conoció la filosofía hegeliana,
    contra la que reaccionó con apasionamiento. En la
    universidad abandonó el protestantismo luterano y durante
    un tiempo llevó una extravagante vida social y se
    convirtió en una figura en los teatros y cafés de
    Copenhague. Tras la muerte de su padre en 1838, sin embargo,
    decidió reemprender sus estudios teológicos. En
    1840 se comprometió con Regine Olson, de 17 años,
    pero muy pronto se dio cuenta de su incapacidad para aceptar ese
    vínculo a causa de su naturaleza melancólica y de
    su vocación filosófica. Rompió el compromiso
    matrimonial en 1841, pero este hecho fue muy significativo para
    él y aludió al mismo repetidas veces en sus libros.
    En esa época se dio cuenta de que no quería ser un
    pastor luterano. La herencia recibida
    de su padre le permitió dedicarse por completo al
    pensamiento filosófico y durante los 14 años que
    vivió tras este episodio escribió más de 20
    obras.

    Aproximación filosófica
    El trabajo de
    Kierkegaard es poco sistemático de un modo intencionado y
    reúne ensayos,
    aforismos, parábolas, cartas ficticias, diarios y otras
    modalidades literarias. Muchos de sus ensayos fueron, al
    principio, publicados bajo seudónimos. Aplicó el
    término existencial a su filosofía porque
    consideraba a ésta como la expresión de la vida
    individual examinada con intensidad y no como la construcción de un sistema
    monolítico a la manera del filósofo alemán
    del siglo XIX Georg Wilhelm Friedrich Hegel, cuyo trabajo
    criticó en Notas concluyentes no científicas
    (1846). Hegel afirmó haber conseguido un absoluto
    entendimiento racional de la vida humana y de la historia, Kierkegaard, por
    el contrario, resaltó la ambigüedad y la
    paradójica naturaleza de la situación de los
    hombre. Afirmaba que los problemas
    fundamentales de la existencia desafían una
    explicación racional y objetiva; la mayor verdad es
    subjetiva.

    La elección de la vida
    Kierkegaard mantenía que la filosofía
    sistemática no sólo impone una falsa perspectiva de
    la existencia humana, sino que también, al explicar la
    vida en términos de necesidad lógica, se convierte
    en una manera de evitar la elección y la responsabilidad. Creía que los individuos
    crean su propia naturaleza a través de su elección,
    que ha de hacerse sin el peso de normas universales y objetivas.
    La validez de la elección se puede determinar tan
    sólo de una forma subjetiva.

    En su primer gran trabajo O lo uno o lo otro (2 vols.,
    1843), Kierkegaard describió dos esferas o ámbitos
    de existencia entre las que podía escoger el individuo: la
    estética y la ética. La vía
    estética de la vida es un hedonismo
    refinado, que consiste en una búsqueda del placer y el
    cultivo de la apariencia y las formalidades. El individuo que ha
    seguido la vía estética busca la variedad y la
    novedad en un esfuerzo por evitar el aburrimiento pero al fin
    tiene que enfrentarse a éste y a la desesperación.
    El camino de la vida ética implica un intenso y apasionado
    compromiso con el deber y con obligaciones
    sociales y religiosas incondicionales. En sus últimos
    trabajos, como Estudios en el camino de la vida (1845),
    Kierkegaard percibe en este sometimiento al deber una
    pérdida de responsabilidad individual y propone un tercer
    nivel, el religioso, en el que uno se somete a la voluntad de
    Dios, pero, al hacerlo, encuentra la auténtica libertad.
    En Temor y temblor (1846) Kierkegaard se centra en el mandamiento
    de Dios según el cual Abraham ha de sacrificar la vida de
    su hijo Isaac (Gén. 22:1-19), un acto que viola las
    convicciones éticas de Abraham. Éste da muestra de su fe
    al someterse al mandato de Dios, incluso aunque no lo pueda
    comprender. Esta `suspensión de la ética', como lo
    llamaba Kierkegaard, permite a Abraham alcanzar un
    auténtico compromiso con Dios. Para evitar la
    desesperación última, el individuo tiene que dar un
    `salto de fe' similar en una vida religiosa, que es en sí
    misma paradójica, misteriosa y se halla plagada de
    riesgos. Uno
    está llamado a ello por el sentimiento de la angustia (El
    concepto de la angustia, 1844) que, en última instancia,
    es un temor a la nada.

    Últimas obras
    Hacia el final de su vida, Kierkegaard se vio sumido en el
    núcleo de agitadas controversias, sobre todo con la
    Iglesia luterana danesa, a la que consideraba mundana y corrupta.
    Sus últimos trabajos, como La enfermedad mortal (1849),
    reflejan una idea cada vez más pesimista del cristianismo
    que enfatiza el sufrimiento como esencia de la verdadera fe.
    También redobló sus ataques, dirigidos contra la
    moderna sociedad europea, que denunció en La era actual
    (1846) por su falta de pasión y sus valores
    cuantitativos. La tensión producida por sus numerosos
    escritos y las controversias en que participó, minaron
    poco a poco su salud; en octubre de 1855 se
    desmayó en la calle y murió el 11 de noviembre de
    1855 en Copenhague.

    Influencia
    La influencia de Kierkegaard se circunscribió al principio
    a Escandinavia y a la Europa de habla
    alemana, donde su trabajo tuvo un fuerte impacto en la
    teología protestante y en escritores como el narrador
    checo Franz Kafka.
    Cuando, a principios del siglo XX, el existencialismo surgió como un movimiento
    generalizado en Europa, las obras de Kierkegaard fueron
    traducidas con profusión y se le reconoció como a
    una de las figuras clave de la cultura
    moderna.

    Gabriel Marcel
    filósofo católico, dramaturgo y crítico
    francés que mantenía que los individuos tan
    sólo pueden ser comprendidos en las situaciones
    específicas en que se ven implicados y comprometidos. Esta
    afirmación constituye el eje de su pensamiento, calificado
    como existencialismo cristiano. Nacido el 7 de diciembre de 1889
    en París, Marcel perdió a su madre a una edad muy
    temprana lo que le dejó un profundo sentimiento de
    pérdida. Fue educado en un ambiente de
    cariño, aunque sofocante, por su abuela y tía,
    convirtiéndose esta última en su madrastra.
    En su primer libro, Diario metafísico, Marcel abogaba por
    una filosofía de lo concreto que
    reconociera que la encarnación del sujeto en un cuerpo y
    la situación histórica del individuo condicionan en
    esencia lo que se es en realidad. Marcel distinguió la
    reflexión primaria, que tiene que ver con los objetos y
    las abstracciones y alcanza su forma más elevada en
    la ciencia y
    la tecnología, de su propio método, la
    reflexión secundaria que se ocupa de aquellos aspectos de
    la existencia humana, como el cuerpo y la situación de
    cada persona, en los que se participa de forma tan completa que
    el individuo no puede abstraerse de los mismos. La
    reflexión secundaria contempla los misterios y proporciona
    una especie de verdad (filosófica, moral y religiosa) que
    no puede ser verificada mediante procedimientos
    científicos, pero que es confirmada en tanto ilumina la
    vida de cada uno. Marcel, al contrario que otros seguidores del
    existencialismo, hizo hincapié en la participación
    en una comunidad en vez
    de denunciar el ontológico aislamiento humano. No
    sólo expresó estas ideas en sus libros, sino
    también en sus obras de teatro, que
    presentaban situaciones complejas donde las personas se
    veían atrapadas y conducidas hacia la soledad y la
    desesperación, o bien establecían una
    relación satisfactoria con las demás personas y con
    Dios. Defensor de los sublevados durante la Guerra Civil
    española, Albert Camus polemizó con él en
    varias cartas públicas donde denunció las
    contradicciones éticas de su reflexión
    filosófica humanista. Entre sus obras destacan Diario
    metafísico (1923), Ser y tener (1933), Del rechazo a la
    invocación (1940) y Homo viator (1944).

    Jean Paul Sartre
    En su primera obra filosófica, El ser y la nada (1943),
    Sartre
    concebía a los humanos como seres que crean su propio
    mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la
    responsabilidad personal de sus acciones, sin
    el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o
    la fe religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el
    mundo no humano, mantenía que la existencia de los hombres
    se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar
    y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la
    ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus
    propias decisiones y hacía del reconocimiento de una
    absoluta libertad de elección la condición
    necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de
    teatro y novelas de Sartre
    expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de
    la responsabilidad personal son los valores
    principales de la vida y que los individuos deben confiar en sus
    poderes creativos más que en la autoridad social o
    religiosa.

    2. Anarquismo

    Anarquismo, doctrina política que se opone a
    cualquier clase de jerarquía, tanto si se ha consolidado
    por la tradición o el consenso como si se ha impuesto de forma
    coactiva. Los anarquistas creen que el mayor logro de la
    humanidad es la libertad del individuo para poder
    expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder,
    sea terrena o sobrenatural, por lo que es básico abatir
    todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta
    organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio
    por la autonomía de los hombres y la esclavitud
    económica. Combatir al Estado como entidad que reprime la
    auténtica libertad económica y personal de todos
    los ciudadanos se convierte en una necesidad inmediata y la
    desaparición del Estado se considera un objetivo
    revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista impone para
    su acción una sola limitación: la
    prohibición de causar perjuicio a otros seres humanos, y
    de esta limitación nace otro presupuesto
    ideológico básico: si cualquier humano intenta
    hacer daño a otros, todos los individuos bienintencionados
    tienen derecho a organizarse contra él.

    Pierre Joseph Proudhon, escritor francés del
    siglo XIX, ha sido considerado desde una perspectiva
    histórica el padre del sistema denominado anarquismo
    filosófico. Según Proudhon y sus partidarios, el
    anarquismo excluiría la autoridad como criterio rector de
    la sociedad, estableciendo el individualismo en su grado
    máximo. Los anarquistas filosóficos, sin embargo,
    repudian los métodos
    violentos y esperaban que la sociedad evolucionara hacia una
    organización anárquica. Los
    anarquistas que rechazan las teorías de Proudhon mantienen
    que el desarrollo
    humano progresa mediante la cooperación social, y que
    ésta no puede ser nunca voluntaria por entero.

    Otra escuela del anarquismo, basada en la acción
    organizada e incluso en actos de terrorismo
    para conseguir sus propósitos, se escindió del
    movimiento socialista y apareció hacia finales del siglo
    XIX.
    La tendencia anarquista que propugnaba la acción directa
    fue la más conocida. Por otro lado, las ideas
    colectivistas de Bakunin fraguaron el desarrollo del
    anarcosindicalismo, en especial en Italia. Las actividades de
    dirigentes como Enrico Malatesta o Giuseppe Fanelli, permitieron
    la formación de sindicatos, en
    especial en las ciudades más industrializadas, y la
    difusión de sus ideas en América
    o en España.
    En el primero de los casos, la llegada de inmigrantes de origen
    italiano estimuló la formación de organizaciones
    anarcosindicalistas reprimidas con gran dureza en Estados Unidos,
    donde fueron ejecutados anarquistas de origen italiano (como
    Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti) de forma arbitraria, ante las
    protestas internacionales.

    En Latinoamérica emigrantes anarquistas de
    origen italiano y español
    contribuyeron a la formación de centrales sindicales como
    la Federación Obrera Regional Argentina (FORA)
    fundada en 1901. En México la
    labor de Ricardo Flores Majón y de sus hermanos
    Jesús y Enrique contribuyó a la expansión de
    las ideas anarcosindicalistas que coincidieron en algunos puntos
    con el movimiento revolucionario campesino de Emiliano
    Zapata.

    El anarquismo en el siglo XX
    Es probable que el anarquismo no hubiera pasado de ser una simple
    especulación teórica de no haber existido una serie
    de activistas que lo impulsaran creando organizaciones
    vinculadas al movimiento obrero con la pretensión de
    destruir la sociedad capitalista y el Estado, y
    cuya fuerza se manifestó desde la segunda mitad del siglo
    XIX.
    Durante el periodo de la Asociación Internacional de
    Trabajadores (AIT) o I Internacional las posturas anarquistas
    estuvieron representadas por los seguidores del revolucionario
    ruso Mijaíl Bakunin. Sin embargo, sus posturas chocaron
    con las expuestas por los socialistas seguidores de Karl Marx y, tras
    sucesivas derrotas en varios congresos, en el V Congreso de la
    AIT celebrado en La Haya en 1872 los anarquistas fueron
    expulsados de la Internacional. Desde entonces el socialismo y el
    anarquismo han divergido de un modo frontal, aunque ambas
    ideologías partan de su radical negación del
    capitalismo.
    Los anarquistas filosóficos continúan en desacuerdo
    con los socialistas por la importancia que le conceden a la
    libertad del individuo por encima de cualquier limitación,
    sobre todo, por parte del Estado.

    Esta situación y la muerte de Bakunin en 1876
    provocaron una dispersión de los grupos
    anarquistas y una radicalización de sus posturas, que
    pasaron a defender la "propaganda por
    la acción", también llamada "propaganda por
    el hecho". Ello provocó una oleada de atentados
    terroristas de carácter individual que pretendían
    movilizar una sociedad aletargada. Magnicidios como los de
    Humberto I, rey de Italia, William McKinley, presidente de
    Estados
    Unidos, Jorge I, rey de Grecia y del presidente de Francia Marie
    François Sadi Carnot, así como otros atentados
    indiscriminados como en el teatro del Liceo de Barcelona (1893) o
    en la calle Cambios Nuevos de la misma ciudad, cuando una bomba
    lanzada en plena procesión del Corpus ocasionó seis
    muertos en 1896 —todos cometidos por anarquistas—
    fueron expresión de esta orientación
    estratégica y generaron entre la opinión
    pública la identificación entre anarquismo y
    terrorismo.

    España fue uno de los países donde esos
    magnicidios fueron más relevantes. Tres presidentes de
    Gobierno fueron asesinados: Antonio Cánovas del Castillo
    en 1897 por el italiano Michele Angiolillo; José
    Canalejas, en 1912, por Manuel Pardiñas y Eduardo Dato que
    en 1921 fue asesinado por tres anarcosindicalistas. El propio rey
    Alfonso XIII sufrió varios atentados; el más
    importante se produjo el día de su boda con Victoria
    Eugenia de Battenberg, en mayo de 1906, cuando una bomba lanzada
    por Mateo Morral, en plena calle Mayor de Madrid no
    alcanzó su objetivo, pero provocó varios muertos
    entre el público asistente (un monolito recuerda en la
    actualidad dicho atentado). En 1923 Buenaventura Durruti y
    Francisco Ascaso dieron muerte al cardenal Soldevila, arzobispo
    de Zaragoza, y al parecer un año después trataron
    de matar en París a Alfonso XIII.

    Desde una perspectiva histórica España fue
    el otro punto donde el anarquismo —en sus distintas
    vertientes— arraigó con más fuerza e
    intensidad. La llegada en 1868 del italiano Fanelli
    permitió la creación en Madrid de un núcleo
    provincial de la AIT. En 1870 quedó constituida
    inicialmente la Federación Regional Española (FRE)
    de la AIT, y la prensa obrera
    empezó a difundirse a través de La
    Federación de Barcelona o La Solidaridad de
    Madrid, aunque aún eran organizaciones clandestinas. El
    triunfo de los anarcosindicalistas frente a los partidarios de
    "la propaganda por la acción" se manifestó en la
    creación, en 1881, de la Federación de Trabajadores
    de la Región Española (FTRE) que acabó
    disolviéndose tras la dura represión que
    sufrió después de las actividades de grupos como
    Los Desheredados o la llamada Mano Negra, descalificados incluso
    por la propia FTRE.

    A comienzos de siglo en Cataluña se crea Solidaridad
    Obrera, de carácter anarcosindicalista, que sería
    el núcleo de la creación, en 1910, de la
    Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada por 114
    sociedades
    obreras de toda España. Su actividad vino marcada por los
    intentos de los anarquistas partidarios de la lucha armada por
    controlar sus actividades (en 1927 crearon la Federación
    Anarquista Ibérica), como respuesta a los atentados que
    sufrieron por parte de pistoleros de la patronal catalana en la
    década de 1920, dirigidos por el general Martínez
    Anido y la fuerte represión durante la dictadura de
    Miguel Primo de Rivera (1923-1930), lo que no impidió el
    fuerte crecimiento del sindicato, en
    especial en Aragón y Cataluña.

    En 1927 y en una reunión secreta celebrada en
    Valencia se constituyó la Federación Anarquista
    Ibérica (FAI) como vanguardia
    revolucionaria del movimiento anarquista. Pero nunca fue una
    organización centralizada en el seno de la
    CNT sino una serie de grupos que actuaban sin
    cohesión.

    Un destacado anarquista español,
    Juan García Oliver, declaró al comienzo de la
    década de 1930 que pretendía "eliminar a la bestia
    que hay en el hombre".
    Por aquella época, y según la opinión del
    historiador Hugh Thomas, casi millón y medio de
    trabajadores españoles eran anarquistas pero los afiliados
    a las organizaciones no pasaban de 200.000. Durante la Guerra Civil
    española (1936-1939) los anarquistas participaron en los
    gobiernos central y catalán (en este último caso
    junto a Lluís Companys y Francesc Macià. Sus
    experiencias colectivistas agrarias, sobre todo en Aragón,
    sucumbieron ante la oposición de otras fuerzas políticas
    de la II República, como el Partido Comunista, partidario
    de un gobierno fuerte y centralizado que permitiera ganar la
    guerra.

    Evolución teórica
    Entre los autores que pretendieron crear una concepción
    científica del mundo y de la evolución social desde una perspectiva
    anarquista destacan Piotr Alexéievich, príncipe
    Kropotkin, que se autodefinía como un comunista
    anarquista, y la estadounidense Emma Goldman.
    A partir de la década de 1940 los anarquistas sufrieron
    una dura persecución por parte de los grupos
    políticos de izquierda internacionalista radical
    vinculados a los partidarios de Stalin y sus aliados. No
    obstante, y más en un plano de lucha y militancia activa
    que en el ámbito teórico, los anarquistas lograron
    adeptos y una admiración general por su coraje y sentido
    de fraternidad en todos los combates abiertos y librados en los
    frentes de Europa y del resto del mundo frente a toda
    manifestación de autoritarismo y tiranía. Un autor
    como Manuel Leguineche, estudioso de los avatares de la Resistencia
    francesa, ha estimado en El precio del
    paraíso, después de recabar multitud de
    informaciones y testimonios directos, que tras la derrota de la
    II República española, los defensores de la
    Francia Libre
    capitaneada por el general De Gaulle eran anarquistas
    españoles, hasta conformar casi el 60% de la
    organización que luchó contra los invasores
    nazis. Un carro de combate tripulado por anarquistas
    españoles (el `Guadalajara') fue el primero en entrar en
    1945 en el París liberado de la Ocupación alemana,
    como Ernest Hemingway atestiguó en sus
    crónicas.

    Es sin embargo en el plano doctrinal donde se registra
    un renacimiento del
    anarquismo, acaso algo abstracto o en exceso teórico en
    contraste con su trayectoria histórica, muy nutrida de
    acontecimientos épicos, a finales de la década de
    1960, con motivo de los levantamientos estudiantiles y obreros
    que se produjeron en París, Berlín, México D.
    F. y Berkeley (California). Una síntesis de `socialismo
    real', como se denominaba a la política mantenida entonces
    por la Unión Soviética, y de sincretismo
    utópico que integraba las posturas ideológicas
    más radicales, originaba el llamado `sesentayochismo'
    (1968), de marcado cuño libertario anarquista. De este
    modo, líderes estudiantiles como los hermanos Cohn-Bendit,
    jóvenes sindicalistas procedentes del marxismo-leninismo como Rudi Dutschke,
    filósofos de la Escuela de Frankfurt que lograron huir del
    nazismo (Herbert
    Marcuse, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, entre otros),
    existencialistas como Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de
    Beauvoir y heterodoxos en la órbita del comunismo como
    Louis Althusser, Nicos Poulantzas y los trotskistas Alain Krivine
    y Ernest Mandel, además de intelectuales críticos
    como Noam Chomsky, Angela Carter, Norman O. Brown o Kurt Vonnegut
    configuraron un espacio ideológico amplio que
    revitalizó el ansia irrenunciable de los defensores de la
    anarquía, entendida ésta como sinónimo del
    `orden más perfecto posible' para la humanidad.

    3.
    Pragmatismo

    Doctrina filosófica desarrollada por los
    filósofos estadounidenses del siglo XIX Charles Sanders
    Peirce, William James y otros, según la cual la prueba de
    la verdad de una proposición es su utilidad
    práctica; el propósito del pensamiento es guiar la
    acción, y el efecto de una idea es más importante
    que su origen. El pragmatismo
    fue la primera filosofía de Estados Unidos desarrollada de
    forma independiente. Se opone a la especulación sobre
    cuestiones que no tienen una aplicación práctica.
    Afirma que la verdad está relacionada con el tiempo, lugar
    y objeto de la investigación y que el valor es inherente
    tanto por sus medios como
    por sus fines. Fue la manera dominante de abordar la
    filosofía en los Estados Unidos durante el primer cuarto
    del siglo XX.

    El filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey
    desarrolló el pragmatismo
    dentro de una nueva perspectiva teórica, el
    instrumentalismo. El pensador británico Ferdinand Canning
    Scott Schiller y el matemático francés Henri
    Bergson contribuyeron a la evolución del pragmatismo. Como
    el antiguo utilitarismo, el pragmatismo plantea una metodología para la evolución de las
    ciencias
    naturales.

    4. Marxismo

    Doctrina y teoría social, económica y
    política basada en la obra de Karl Marx y sus
    seguidores, indisolublemente unida a dos ideologías y
    movimientos políticos: el socialismo y el comunismo.

    Doctrinario marxista
    La obra de Marx puede dividirse entre sus primeros escritos
    filosóficos (Manuscritos filosóficos y
    económicos, 1844; La ideología alemana, 1845-1846), sus
    panfletos (Manifiesto Comunista, 1848), sus análisis de
    acontecimientos contemporáneos (El 18 brumario de Luis
    Bonaparte, 1852; La guerra civil en Francia, 1871) y los escritos
    fundamentales de su madurez (Contribución a la
    crítica de la economía
    política, 1859; y, sobre todo, El capital, vol.
    1, 1867; vols. 2 y 3, publicados póstumamente). Las
    ramificaciones de la doctrina marxista podemos encontrarlas en
    ámbitos filosóficos, económicos,
    históricos, políticos y de la mayoría de las
    ciencias
    sociales. Ningún otro teórico ha sido tan
    estudiado y tan discutido durante el siglo XX como Karl Marx. La
    razón de este interés está lejos de ser
    exclusivamente académica. Ningún otro pensador
    moderno ha tenido tanta influencia sobre los movimientos
    políticos y sociales.

    Marx pretendía desvelar las leyes inherentes al
    desarrollo del capitalismo.
    Creía que cada época histórica se
    caracterizaba por un modo de producción específico
    que se correspondía con el sistema de poder establecido y,
    por lo tanto, con una clase dirigente en perpetuo conflicto con
    una clase oprimida. Así, la sociedad medieval estuvo
    caracterizada por el modo de producción feudal, en el que
    la clase poseedora de la tierra
    obtenía una plusvalía del campesinado que trabajaba
    aquélla. Las sucesivas transiciones del sistema de
    esclavitud al feudalismo, y del
    feudalismo al
    capitalismo, se produjeron cuando las fuerzas productivas (es
    decir, los grupos relacionados con el trabajo y
    los medios de producción como las máquinas)
    no podían seguir desarrollándose con las relaciones
    de producción existentes entre las distintas clases
    sociales. Así, la crisis que
    afectó al feudalismo cuando el capitalismo necesitaba una
    creciente clase trabajadora conllevó la eliminación
    de las bases legales e ideológicas tradicionales que
    ataban a los siervos a la tierra.

    La relación fundamental del capitalismo, basada
    en salarios, parte
    de un contrato entre
    partes jurídicamente iguales. Los propietarios del capital
    (capitalistas) pagan a los trabajadores (el proletariado,
    poseedor únicamente de su fuerza de trabajo) salarios a cambio
    de un número de horas de trabajo acordado. Esta
    relación disfraza una desigualdad real: los capitalistas
    se benefician de parte de lo producido por los trabajadores y no
    remunerado en sus salarios. Esta plusvalía generada en
    favor de la clase capitalista proporciona a los propietarios del
    capital una gran riqueza y el control sobre el
    desarrollo
    económico de la sociedad. De esta manera se
    están apropiando no solamente de la riqueza, sino
    también del poder. La compleja superestructura
    política, el conjunto de leyes e ideologías, regula
    y refuerza este tipo de relaciones sociales. En efecto, al poseer
    la plusvalía, los capitalistas pueden acumular riqueza y
    poder, determinando la dirección que seguirá la
    sociedad. Los bienes
    producidos mediante el sistema capitalista deben tener valor de
    uso, ya que, de no tenerlo, no se podrían encontrar
    compradores; pero, para el capitalista, tienen que tener valor de
    cambio: no se producen para el consumo del
    propio capitalista, sino para que éste pueda
    intercambiarlos por dinero.
    Así, la producción capitalista es esencialmente una
    producción dirigida al intercambio y no a la
    satisfacción de necesidades. La competencia hace
    que las empresas
    capitalistas ineficaces vayan a la quiebra, y se
    tienda a la concentración de empresas y la
    creación de monopolios, al tiempo que los mercados no dejan
    de crecer, pues las técnicas
    productivas y las medios de intercambio están
    continuamente cambiando y mejorando.

    Las crisis son un fenómeno inherente al
    capitalismo. Los capitalistas intentan aumentar la intensidad de
    la jornada laboral y, en
    consecuencia, la productividad del
    trabajo. Por su parte, los trabajadores, si están
    organizados, resistirán. Los capitalistas
    intentarán ampliar los mercados, pero al
    mismo tiempo pagarán a sus trabajadores el mínimo
    posible. Si lo consiguen, tanto el consumo como
    la demanda de los
    trabajadores disminuirán, los mercados se reducirán
    y el capitalismo entrará en crisis.

    Interpretaciones del marxismo
    La compleja, y a veces confusa, obra de Marx, permitió que
    se produjeran interpretaciones dispares de la misma. Ya antes de
    1914, la ortodoxia dominante, representada en Alemania por
    Karl Kautsky y que defendía la inevitabilidad del colapso
    del capitalismo a través de la revolución, fue puesta en duda por Eduard
    Bernstein, auténtico fundador de lo que vino a denominarse
    revisionismo. Tras la Revolución
    Rusa (1917), Lenin añadió a la doctrina
    marxista una interpretación del imperialismo,
    una teoría del Estado y los principios de la
    organización revolucionaria liderada por el partido;
    la formulación de leninismo permitió hablar de una
    doctrina marxista-leninista. Las posteriores aportaciones hechas
    al marxismo por Stalin (el estalinismo, que negaba la
    internacionalización de la revolución), Trotski (el
    trotskismo, que preconizaba justo lo contrario), Mao Zedong (el
    maoísmo, que suponía la adaptación del
    marxismo al Tercer Mundo) o Antonio Gramsci (que subrayó
    el papel de la
    ideología en una sociedad civil
    para la construcción de una hegemonía
    política), se sumaron a las distintas interpretaciones que
    en el siglo XX se hicieron del pensamiento de Marx.

    5.
    Neopositivismo

    Los orígenes
    La escuela surgió de un seminario de
    Moritz Schilick. En tal sentido Ayer nos dice:
    El circulo de Viena surgió […], cuando Moritz
    Schilick, en torno al cual se
    agrupo, llegó de Kiel para ocupar la cátedra de
    filosofía en la universidad de Viena.
    Y se presento en público de una manera casi brusca, el
    año 1929, bajo el nombre de «Circulo de
    Viena», con la publicación de su folleto programa
    Wissenschaf-tliche Weltauffaussung – Der Wierner kreis
    (Concepción cientifica del mundo – Del circulo de viena).
    Ayer nos dice al respecto:
    …al principio, constituía más bien un centro
    de reunión que un grupo organizado. Al advertir que se
    tenía un común interés por un determinado
    conjunto de problemas y una actitud
    común hacia ellos, sus miembros se reunieron con
    regularidad para discutirlos.[…], pero complementandose
    con otras actividades tales, que transformaron el centro de
    reunión en algo parecido a un partido político;
    dicho proceo comenzó en 1929 con la publicación de
    un manifesto titulado «Wissenschaftliche Weltauffassung –
    Der Wiener Kreis», que habcia una exposisción breve
    de la postura filosfica del grupo y una reseña de los
    problemas de la filsofía tanto de matematicas como de las
    ciencias físicas y sociales que les interesaba
    principalmente resolver; ese folleto fue escrito por carnap,
    Neurath y Hahn,…
    Después de afirmar que desarrollaban una tradición
    vienesa que había florecido a fines del siglo XIX , se
    referían al empiro criticismo alemán, de Joseph
    Petzolt (1862- 1929), discípulo de Averanius,
    recogió la dirección de la revista
    Annale  der philosophie, de la que surgió luego la
    revista
    Erkenntnis (conocimiento), el órgano neopositivista
    más importante entre 1930 y 1938, posteriormente en 1939
    fue reemplazada por el Journal of United Science. Y en la
    variente austrica Ernest Mach, Ludwig Boltzman y no obstante sus
    intereses teologicos Franz Bretano. Entre sus precursos
    positivistas en moral y sociología mencionaban a Epicuro, Hume,
    Bentham, Mill, Comte, Spencer, Feurbach, Marx, Müller-Lyer,
    Popper-Lynkeus  y Karl Menger Sr. Por cierto a Karl Marx no
    se le incluye por su lógica ni por su metafísica,
    sino por su acceso cientifico al estudio de la
    historia.

    Los representantes
    Antes de enunciar quienes son los representantes del
    neopositivismo trataremos de esclarecer quienes no son parte del
    mismo.
    Primero los neopositivistas no son los neorrealistas ingleses
    tales como Moore , Russell o Whitehead. Tampoco Wittgenstein fue
    un neopositivista, aunque su Tractatus logico-philosophicus, fue
    citado con mucha frecuencia e influyó en ellos
    grandemente. Tampoco Los filósofos de la ciencia como
    Karl Popper, porque aunque su obra no se entiende si no en
    polemica con los neopositivistas el nunca quizó ser
    asociado con ellos. Ni mucho menos con la filosofía
    analítica en general, porque si bien los neopositivistas
    practicaron el «análisis
    filosófico».
    No debe confundirse, sin embargo, las dos cosas, porque hubo
    filósofos analíticos antes de que los
    neopositivistas hicieran su aparición En rigor, el
    «análisis filosófico» ha permanecido
    como «actitud filosófica».
    Ahora bien, los neopositivistas mejor conocidos como
    «positivistas lógicos» o «empiristas
    lógicos» fueron un grupo de filósofos,
    hombres de ciencia, matemáticos que se denominaron a
    sí mismos , el Circulo de Viena.
    Sus principales miembros aparte de Schilick fueron Rudolf Carnap,
    Otto Neurath, Herbert Feigl, Friederich Waismann, Edgar Zilsel y
    Victor Kraft, Philip Frank, Karl Menger, Kurt Gödel y Hans
    Hahn.
    Hacia 1929 organizo su primer congreso internacional el cual se
    celebró en Praga, el siguiente en 1930 en Könisberg,
    y el que siguio en 1934 otra vez en Praga, en 1935 en
    París, 1936 en Copenahague, 1937 otra vez en París,
    1938 en Cambrige.
    Estas reuniones fomentaron la aspiración del
    Círculo para convertir al positivismo
    lógico en un movimiento internacional; ya con anterioridad
    había establecido una alianza con la llamada Escuela de
    Berlín, cuyos principales representantes eran Hans
    Reichenbach, richard von Mises, Kurt Grelling y en fecha
    posterior con Carl Hempel. Los congresos le permitieron entrar en
    contacto con filósofos escan-dinavos como Joergen
    Joergensen, Arne Naess, Ake Petzàll, Eino Kaila y con la
    escuela de empiristas de Upsala; con el grupo holandés
    reunido en torno del filósofo Mannoury; con el grupo de
    lógicos de Münster dirigido por Heinrich Scholtz,
    También se formo una alianza importante con los
    lógicos polacos cuyas figuras más prominentes
    fueron Lukassiewicz, Lesnievsky, Chwistek, Kotarbinski,
    Ajdukiewicz y Tarski. En Inglaterra sus
    partidarios eran Ayer y F.P. Ramsey.
    Aun cuando el movimiento del neopositivismo ganó durante
    el decenio transcurrido entre 1930 y 1940 mayor fuerza, el
    Círculo de Viena en sí mismo estaba ya en proceso
    de disolución. Ayer nos dice:
    Cuando yo asistí a sus reuniones, Carnap y Frank
    habían aceptado cátedras en la Universidad de
    Praga, y Schilick y Neurath, Waismann y Hahn eran quienes
    sostenían principalmente las discusiones; sin embargo Hahn
    murió en 1934 y dos años más tarde Schilick
    fue asesinado, por un estudiante desequilibrado que le disparo un
    tiro en la cabeza.

    Con excepción de Neurath, que había
    participado en el Gobierno Espartaquista revolucionario de Munich
    al terminar la primera guerra
    mundial, sus miembros no habían participado
    activamente en política, pero su temperamento
    crítico y científico los hizo sospechosos ante los
    gobiernos de derecha de Dolfuss y de Schuschnigg, y más
    aún ante los nazis. La mayoría se vio obligada a ir
    al exilio. Neurath, que se había refugiado en Holanda,
    hizo un valeroso esfuerzo para mantener vivo el movimiento, se
    hicieron preparativos para que la Universidad de Chicago
    publicará una colección de folletos titulada
    ambiciosamente International Encyclopedia of United Science, se
    planearon nuevos congresos, pero el estallido de la guerra y la
    muerte de Neurath acaecida en Inglaterra hacia
    1944, el movimiento perdió su cohesión.

    Tesis generales
    Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas
    ¡ qué estragos deberíamos hacer! Tomemos en
    nuestra mano, por ejemplo, un volumen
    cualquiera de teología o de metafísica
    escolástica y preguntémonos: ¿Contiene
    algún razonamiento abstracto acerca de la cantidad y el
    número? ¿No? ¿Contiene algún
    razonamiento experimental acerca de hechos y cosas existentes?
    ¿Tampoco? Pues entonces arrojémoslo a la hoguera,
    porque no puede contener otra cosa que sofismas y en
    gaño
    Esta cita está tomada de la obra, Inquiry Concerning Human
    Understanding, de David Hume; constituye un excelente enunciado
    de la postura del neopositivismo y estos también eran
    conocido como «empiristas lógicos» o
    «positivistas lógicos» , donde el adjetivo
    «lógico» resaltaba que pretendieron incorporar
    los descubrimientos de la lógica contemporánea.
    Su propósito es construir el sistema de las ciencias en
    definitiva con elementos:
    a.  Vivencias elementales empíricas y
    b.  conexiones lógico formales.

    Dynnik nos dice:
    1) concepción de los hechos «neutrales» y
    enunciados «protocolarios» y programa de
    eliminación de la metafísica del dominio de las
    ciencias;
    2) principio de verificación como instrumento de lucha
    «antimetafísica» contra la
    metafísica;
    3) convencionalismo, como interpretación del aparato
    lógico metafísico del análisis; 4) programa
    de fisicalismo como «objetivo final del
    análisis».

    Los neopositivistas discreparon mucho entre si, pero
    podemos decir que aun así habían tesis comunes
    y que si divergían eran por que no estaban de cuerdo en la
    manera de realizar dichas tesis.

    Estas tesis son:
    A)  Rechazo de la metafísica especulativa: la
    filosofía no es sino el estudio de la sintaxis
    lógicas de las proposiciones con sentido, que constituyen
    las ciencias. O en otras palabras, la filosofía no es otra
    cosa que todas las ciencias ordenada en un sistema lógico
    coherente.
    B)  La teoría de la verificalidad: el sentido de la
    proposición consiste en el método de su
    verificación, o la proposición tienen sentido
    cuando es verificable y sólo entonces.
    C)  Para que la proposición tenga sentido debe estar
    formada de acuerdo con las reglas sintácticas del lenguaje.
    D)  La verificación debe ser intersubjetiva, es
    decir, que debe poder ser realizada fundamentalmente por lo menos
    por dos observadores. Si éste no es el caso, no puede
    comprobarse la verdad de una proposición ni puede ser ella
    una proposición científica.
    E)  Por consiguiente, el único lenguaje con sentido
    es el de la física (fisicalismo)
    F)  y hay que unificar todas las ciencias desde este punto
    de vista: lenguaje unitario y ciencia unitaria.

    "La Etica de la liberación"
    No tenemos en Dussel un defensor de la violencia en
    sí misma (por supuesto), pero se ve obligado a hacer una
    fundamentación de ella (en la guerra y la
    revolución) por cuanto la considera un medio posible para
    el fin que él propugna: la liberación de los
    oprimidos. No debe la suspicacia del lector, pues, ver en ciertas
    frases dusselianas algo ambiguas un encomio de la violencia
    revolucionaria por sí misma(4); nuestro autor deja pronto
    claro que para él "revolución y guerra son hechos
    ciertamente dramáticos… causando inevitables
    sufrimientos y víctimas inocentes sin cuento"(5).
    Sin embargo, estas concesiones al discurso
    pacifista más políticamente correcto de nuestros
    días, y la cita explícita de textos como aquel de
    Hannah Arendt, en que la pensadora arguye que las teorías
    políticas de la revolución y la guerra "sólo
    pueden ser una justificación de la violencia, y lo que es
    glorificación o justificación de la violencia en
    cuanto tal, ya no es política sino
    antipolítica"(6), no le llevan a Dusel a renunciar a
    elaborar una teoría que fundamente esos "medios de la
    liberación"; de hecho, la cita del proprio motto de Arendt
    le va a servir para intentar mostrar lo contrario: que se puede
    justificar (políticamente) la guerra violenta sin
    justificar (antipolíticamente) la violencia.
    El modo de cumplir esta complicada pirueta argumentativa es el
    que acostumbra a adoptar casi toda defensa verbal de la
    violencia: el de acusar de violentos "a los otros", a aquellos
    contra quienes se levanta la guerra o la revolución. Para
    ello, Dussel se esfuerza a lo largo de dos parágrafos y un
    esquema en cambiar "ligeramente" a su gusto el vocabulario
    habitual castellano, y en
    restringir el uso de la palabra "violencia" sólo para la
    calificación de aquellos regímenes (o revoluciones)
    ilegítimos , mientras que revoluciones (o
    regímenes) legítimos deben, en su opinión,
    dejar de ser llamados "violentos" para pasar a considerarse que
    lo que emplean es "coacción legítima"(7).
    Así, al apoyar a revolucionarios como Fidel Castro y el
    MSLN (§377), al español cura Hidalgo o incluso a
    George Washington (§376, §382), no se ve a sí
    mismo cayendo en la "antipolítica" arendtiana de defender
    la violencia, sino sólo apoyando la "coacción
    legítima", mientras que los que sí que
    serían violentos son los órdenes contra los que
    estos líderes se levantaban, por ser su coacción
    "ilegítima".

    Se vuelve entonces central para la EL la
    determinación de cuándo un orden político o
    una revolución deben considerarse
    legítimos-coactivos o ilegítimos-violentos. Los
    tres criterios que a ello sirven se ofrecen a lo largo de toda la
    extensa obra, pero pueden resumirse así: el primero es el
    que se denomina formal, es decir, siguiendo a Apel y a Habermas,
    el que ve la legitimidad como "la aceptabilidad consensual de un
    orden político compartida por los miembros
    simétricamente argumentables en una comunidad de
    argumentación" (§378). A este, empero, hay que
    añadirle un segundo criterio (material) que "le (sic)
    falta a Weber y a
    Habermas" (ibid.), y a filósofos en general "de sociedades
    avanzadas", según el cual la legitimidad de un orden
    político consiste además en "la posibilidad [de
    este] de producir, reproducir y desarrollar la vida humana de
    cada uno de los miembros… en un nivel aceptable o tolerable"
    (ibid.). Y, por último, un tercer criterio se debe exigir
    a regímenes y revoluciones para evitar que caigan en
    utópicas fantasías: el criterio de la factibilidad, de
    su realizabilidad en la situación histórica
    dada.

    Así pues, para Dussel la violencia es
    legítima ("coacción legítima" en su
    lenguaje) si la decisión de utilizarla como medio para la
    liberación de una comunidad de oprimidos ha sido tomada
    por estos de modo argumentativamente simétrico para salvar
    su vida (en sentido no sólo biológico de la
    palabra), y es realizable tal liberación. Y "un orden que
    mata, excluye o de imposible realización empírica"
    se tornaría "inevitablemente ilegítimo" (ibid.).
    Cuando la revolución es legítima y el orden no lo
    es, estaríamos ante el momento que a la EL "le interesa
    estríctamente (sic.)" (§379), el momento de la
    violencia legítima. Pues bien, lo que intentaremos mostrar
    a continuación es que, sin entrar a cuestionar los
    criterios de legitimidad que Dussel propone (démoslos por
    supuestos), ni su bautizo como "coacción (y no:
    «violencia») legítima"(8),
    tal momento es imposible : o sea, que nunca se pueden cumplir
    ninguno de los criterios de legitimidad que Dussel propone si una
    revolucion emplea las armas y la
    muerte, porque existe una fuerte contradicción entre cada
    uno de estos criterios y la posibilidad de la violencia, aunque
    Dussel pretenda defender a la vez aquellos y esta.

     

     

    Autor:

    Ricardo Sosa

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter