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El Mercado de Capitales como alternativa de financiamiento para la Pyme en Venezuela




Enviado por bergerac_22



Partes: 1, 2

    1. El problema
    2. Marco
      teórico
    3. Glosario
      de Términos
    4. Marco
      metodológico
    5. El Mercado
      de Capitales como alternativa de financiamiento para la
      Pequeña y mediana Empresa (Pyme) en
      Venezuela.
    6. Conclusiones
      y recomendaciones
    7. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El mundo actual se caracteriza por una inédita y
    singular dinámica de transformación, la que
    subvierte, en forma fundamental, el orden y legalidad de un mundo
    que hasta hace poco parecía inconmovible. Aún
    más, cuando todavía no se comprende a cabalidad la
    dimensión y dirección de estos cambios, nuevamente el
    país esta sumergido en un torbellino, en donde las ciegas
    fuerzas del acontecer histórico se apresuran a cumplir
    otra tarea, con igual o mayor rapidez que las anteriores y con su
    ya acostumbrada e implacable eficacia.

    Las organizaciones en
    la sociedad actual,
    deben enfrentar innumerables desafíos sobre todo hoy
    día que las mismas se desarrollan en un ambiente
    altamente competitivo caracterizado por situaciones, producto de
    la
    globalización y el deseo de permanecer y/o ganar
    nuevos mercados, lo que
    conlleva a optimizar procesos,
    desarrollar tecnologías, mejorar estrategias de
    mercado y
    posicionamiento, contar con buenos sistemas de
    financiamiento
    y por supuesto poseer recursos
    humanos calificados, productivos y comprometidos con el giro
    del negocio.

    Francés (1999), refiere que "Latinoamérica entró desde 1995 en la
    tendencia global, de inversiones
    promovidas por fondos de capital de
    riesgo", (p.
    81). Estos fondos se distinguen con respecto a los fondos
    provenientes de deuda externa y
    de inversiones
    extranjeras directas que son tramitadas por bancos privados o
    multilaterales y empresas
    transnacionales respectivamente.

    Desde esta perspectiva, en los comienzos del siglo XXI
    cualquier país en vías de desarrollo
    encuentra como fundamental el que su mercado de
    valores resulte atractivo para los inversionistas nacionales
    e internacionales, conducir estos flujos de capital hacia
    las empresas que se
    convierten en un virtuoso proceso de
    inversión-rendimiento y de desarrollo-crecimiento, y de esta manera, todos
    los participantes encuentren un ángulo de beneficio que
    acaba teniendo efectos positivos a niveles inclusive
    sociales.

    En atención a la problemática
    desarrollada, la presente investigación, tiene como propósito
    fundamental presentar al mercado de
    capitales como alternativa de financiamiento para la
    pequeña y mediana empresa (PYME) en Venezuela, a
    fin de permitirle el acceso al financiamiento de mediano y largo
    plazo a un menor costo.

    En tal sentido, las PYME se están convirtiendo en
    el modelo de la
    nueva empresa y en un motor crucial del
    desarrollo
    económico. Las grandes empresas solitarias que
    producían enormes cantidades de productos
    homogéneos están aparentemente fuera de moda. Ahora,
    el nuevo paradigma es
    la red de empresas
    pequeñas y medianas, articuladas entre ellas, o alrededor
    de una empresa
    mayor. Lo grande ya no es el tamaño, sino la
    alianza.

    Visto de esta forma, se puede observar como las firmas
    más pequeñas se encuentran con recursos
    financieros limitados, carecen de créditos bancarios aceptables o no
    califican para cotizar y obtener fondos en la Bolsa o
    directamente en los mercados
    extranjeros y han sido, casi todas, abandonadas a sus propios
    recursos. Por lo
    tanto, sus limitaciones económicas no les han permitido
    modernizarse con el fin de crecer y competir tanto en Venezuela como
    en el exterior. Asimismo, debido a los altos niveles y costos de sus
    deudas, han permanecido estancadas, se han declarado en
    suspensión de pagos o han quebrado.

    En tal sentido es importante diagnosticar y entender la
    necesidad de un mayor desarrollo competitivo de las PYME,
    contribuyendo de igual modo en la ocupación de mano de
    obra para así incrementarla, utilizando materia prima
    nacional y obteniendo el progreso económico de las
    regiones.

    Es por ello que los requisitos fundamentales para el
    desarrollo de un mercado de
    capitales dirigido a las PYME son la existencia de un entorno
    macroeconómico favorable para la apertura y el crecimiento
    económico, dado el fenómeno de la Globalización y la existencia de
    regulaciones idóneas y flexibles, revisadas constantemente
    pero sustentadas en reglas de juego
    perdurables en el tiempo. Este
    marco legal debe facilitar la existencia de un sistema que
    provea con eficiencia mayor
    agilidad y seguridad a la
    transferencia de valores, con
    capacidad de adaptarse al surgimiento de nuevos productos y la
    evolución de la actividad económica
    y financiera.

    En el desarrollo del presente trabajo, se utilizó
    la estrategia
    metodológica de la investigación
    documental sobre el mercado de capitales como alternativa de
    financiamiento para la pequeña y mediana empresa (PYME),
    ya que este mercado es la interacción entre la oferta y la
    demanda de
    títulos valores
    realizadas por determinadas personas ya sean natural o
    jurídica, y la cual constituye un medio básico para
    la transferencia de recursos financieros, a mediano y largo
    plazo, de manos de ahorristas hacia entes que conforman las
    actividades productivas, tanto del sector
    público como del sector privado, contribuyendo de esta
    forma al desarrollo
    económico de las regiones y por consiguiente del
    país.

    El trabajo se estructura por
    capítulos, con una parte introductoria, en la cual se
    contempla el propósito de la investigación. El Capítulo I
    está referido al planteamiento del
    problema, el objetivo
    general y los específicos, la importancia y su
    justificación. En Capítulo II, el Marco
    Teórico donde se reseñan antecedentes, características de la pequeña y
    mediana empresa venezolana y la importancia del Mercado de
    Capitales como alternativa de financiamiento. Luego, el
    Capítulo III, se describe el Marco Metodológico, el
    mismo incluye el tipo y diseño
    de la investigación y el procedimiento
    utilizado en la Investigación, se continua con el
    Capítulo IV que presenta al Mercado de Capitales como
    alternativa de financiamiento para la pequeña y mediana
    empresa (PYME) en Venezuela, sus aplicaciones y el desarrollo en
    el mercado venezolano, finalizando con las conclusiones y
    recomendaciones que se derivan de la
    investigación.

    CAPÍTULO I

    EL
    PROBLEMA

    1.1 Planteamiento del Problema

    El comienzo del dos mil (2000) representara un factor de
    riesgo para
    todas las empresas a escala mundial,
    la actividad económica sufre en los actuales momentos
    grandes perturbaciones. Según Francés (1999),
    existen dos nociones ampliamente aceptadas respecto de las
    cuestiones económicas en los años que
    vendrán: En primer término, que están en
    marcha nuevas y poderosas fuerzas particularmente la
    globalización y la tecnología de la era
    de la información que están generando un
    gran cambio a ritmo
    acelerado y todo eso representa un nuevo modelo. Y
    segundo, que los mercados
    financieros y las economías de mercado reemplazaron a
    la economía
    dirigista y relegan al gobierno a un
    plano de participación relativamente menor en los asuntos
    económicos. En tal sentido, los requisitos fundamentales
    para el desarrollo de un mercado de capitales son la existencia
    de un entorno macroeconómico favorable para la apertura y
    el crecimiento
    económico, dado el fenómeno de la Globalización así como la existencia
    de regulaciones idóneas y flexibles, revisadas
    constantemente pero sustentadas en reglas de juego
    perdurables en el tiempo.

    Dentro de esta perspectiva, hoy día, las PYME
    juegan un papel
    importante en el desarrollo de las economías modernas por
    diferentes razones tales como: son fáciles de establecer,
    generan empleos, son grandes empresas en potencia, lo que
    invita a reflexionar sobre el papel
    preponderante como motor de
    desarrollo económico debido a su flexibilidad, capacidad
    innovadora, incentivo a la sana competencia y
    generación de empleo.

    El tema de las PYME, tiene una larga historia de apariciones en
    la discusión sobre el desarrollo de las naciones. Rosales
    (1997) refiere que:

    En los años sesenta (60) estuvo muy presente
    cuando los programas de
    desarrollo de la comunidad
    estaban en boga; en los setenta (70) eran un aspecto central
    del planteamiento ecologista y comunitarista que tuvo como uno
    de sus grandes lemas lo pequeño es hermoso, (p.
    38).

    En tal sentido, las PYME se manejan en un entorno
    financiero en el cual se exigen requisitos de solvencia, de
    capital, de rentabilidad y
    de afianzamiento que les es difícil de llenar, siendo
    escasas las empresas dentro de este orden que pueden cumplir con
    ellos. Para tal fin se han diseñado diferentes tipos de
    estrategias y de
    políticas en el tiempo, gubernamentales y
    privadas, que no llenan las expectativas como para que se
    desarrolle el potencial que para la economía nacional
    puede significar un mercado altamente generador de empleo, pilar
    del desarrollo económico por su relación de bajo
    capital versus puestos de trabajo.

    Dentro de esta perspectiva, en Venezuela, la
    economía se ha deteriorado en los últimos
    años, al grado de que los resultados son: un crecimiento
    débil del empleo, un subempleo acentuado y salarios reales
    considerablemente más bajos, todo lo cual ha reducido y
    debilitado a la clase media del país.

    En pleno año 2002 Venezuela carece de una
    economía diversificada, próspera, desarrollada y
    sustentable; explotando fundamentalmente el
    petróleo y no así sus recursos
    naturales, lo que produce una economía centralista
    donde el Estado es
    el principal empresario generador de riqueza y fuente de
    empleo.

    En atención a la problemática
    desarrollada, la presente investigación, tiene como
    propósito fundamental presentar al mercado de capitales
    como alternativa de financiamiento para la pequeña y
    mediana empresa (PYME) en Venezuela, a fin de permitirle el
    acceso al financiamiento de mediano y largo plazo a un menor
    costo, que
    permita convertirlas en empresas altamente
    productivas.

    Kelly (1996) señala que "las PYME se están
    convirtiendo en el modelo de la nueva empresa y en un motor
    crucial del desarrollo económico" (p. 28). Las grandes
    empresas solitarias que producían enormes cantidades de
    productos homogéneos están aparentemente fuera de
    moda. Ahora,
    el nuevo paradigma es
    la red de empresas
    pequeñas y medianas, articuladas entre ellas, o alrededor
    de una empresa
    mayor. Lo grande ya no es el tamaño, sino la
    alianza.

    Visto de esta forma, se puede observar, como las firmas
    más pequeñas, se encuentran con recursos
    financieros limitados, carecen de créditos bancarios aceptables o no
    califican para cotizar y obtener fondos en la Bolsa o
    directamente en los mercados extranjeros y ha sido, casi todas,
    abandonadas a sus propios recursos. Por lo tanto, sus
    limitaciones económicas no les han permitido modernizarse
    con el fin de crecer y competir tanto en Venezuela como en el
    exterior. Asimismo, debido a los altos niveles y costos de sus
    deudas, han permanecido estancadas, se han declarado en
    suspensión de pagos o han quebrado.

    Por lo antes expuesto, el mercado de
    valores se presenta como una nueva alternativa de
    financiamiento para las PYME Venezolanas, que podría
    generar nuevas perspectivas de financiamiento y así no
    depender del costosísimo crédito
    bancario, a veces inaccesible con la necesidad de opciones para
    invertir en empresas con rentabilidad y
    liquidez.

    Por esta razón, es importante conocer su
    aplicación en Estados Unidos y
    México
    donde el papel que juega en la estructura de
    negocios de
    esos países ha sido exitoso, esto con el propósito
    de estructurar el mercado de valores para la pequeña y
    mediana empresa Venezolana.

    El financiamiento de las PYME a través del
    Mercado de Capitales, requiere que estas se adecuen a las
    exigencias de La Ley de Mercado de
    Capitales y Reglamentaciones, Normativas de la Comisión
    Nacional de Valores, normativa de la Bolsa de Valores
    de Caracas, y otras normativas relacionadas. Es de hacer notar
    que en este momento las normativas mencionadas dificultan la
    participación de las PYME, por lo que para su
    inclusión en dicho mercado se requiere hacer cambios en
    este aspecto.

    Esto lleva a considerar lo atrasada que está la
    pequeña y mediana empresa (PYME), dado que ésta no
    tiene acceso a la Bolsa de Valores,
    como una alternativa para el apalancamiento financiero de sus
    operaciones
    productivas y de nuevas inversiones, ya que existen en la Bolsa
    una serie de requisitos que impiden a la PYME incorporarse al
    índice bursátil, por lo que debe reestructurarse la
    legislación actual que las regule para que se les permita
    una mayor participación. Lo cual pudiese representar un
    factor transformador y reactivador de la economía
    nacional.

    En tal sentido, lo que se desea es encontrar nuevas
    salidas para el financiamiento de capital de estas firmas, pero
    con potencial de crecimiento. Para que Venezuela alcance el
    éxito
    en sus esfuerzos de llegar a ser una nación
    de primer mundo, se requieren nuevos conceptos de crecimiento, de
    manera que el país pueda superar las limitaciones actuales
    de su potencial de recuperación interno.

    Dentro de este marco descrito y según los
    objetivos
    propuestos, se plantean las siguientes interrogantes:

    • ¿El mercado de capitales es una alternativa de
      financiamiento para la pequeña y mediana empresa (PYME)
      en Venezuela?.
    • ¿Cuales son las características de la pequeña y
      mediana empresa venezolana?.
    • ¿Cómo es el funcionamiento del mercado
      de capitales en Venezuela?.
    • La aplicación del mercado de capitales para la
      pequeña y mediana empresa en los Estados Unidos
      y México, ¿es
      eficiente?.

    1.2 Objetivos de
    la Investigación

    1.2.1 Objetivo
    General

    Analizar el Mercado de Capitales como una alternativa de
    financiamiento para la pequeña y mediana empresa (PYME) en
    Venezuela.

    1.2.2 Objetivos Específicos

    • Describir las características de la
      pequeña y mediana empresa venezolana.
    • Estudiar el funcionamiento del Mercado de Capitales
      en Venezuela.
    • Conocer la aplicación del mercado de capitales
      para la pequeña y mediana empresa en los Estados Unidos
      y México.
    • Examinar el crecimiento de la pequeña y
      mediana empresa de los Estados Unidos y México por su
      inclusión en el Mercado de Capitales.

    1.3 Importancia y Justificación

    En los comienzos de este nuevo milenio, se hace
    evidente, que en este mundo globalizado, lo que marca la
    diferencia entre las organizaciones
    deriva tanto de las personas que realizan el trabajo,
    como, de la definición del trabajo en sí; por lo
    tanto se encuentran, cada día, más empresas que
    definen cuidadosamente sus competencias que
    les son necesarias para ingresar a este mundo de constantes
    cambios y donde crear ventajas competitivas es
    indispensable.

    Sobran los motivos para justificar el análisis y la reflexión sobre las
    pequeñas y medianas empresas. Sus problemas de
    crecimiento, sus exigencias gerenciales, su relación con
    el entorno, exigen estrategias competitivas
    particulares.

    Desde esta perspectiva, en los comienzos del siglo XXI
    cualquier país en vías de desarrollo encuentra como
    fundamental el que su mercado de valores resulte atractivo para
    los inversionistas nacionales e internacionales, conducir estos
    flujos de capital hacia las empresas que se convierten en un
    virtuoso proceso de
    inversión-rendimiento y de
    desarrollo-crecimiento, y de esta manera, todos los participantes
    encuentren un ángulo de beneficio que acaba teniendo
    efectos positivos a niveles inclusive sociales.

    Es importante diagnosticar y entender la necesidad de un
    mayor desarrollo competitivo de las PYME, contribuyendo de igual
    modo en la ocupación de mano de obra para así
    incrementarla, utilizando materia prima
    nacional y obteniendo el progreso económico de las
    regiones.

    Pérez (1994) señala al respecto que "las
    PYME constituyen una opción necesaria, tal vez
    insoslayable, en desarrollo de las economías modernas",
    (p. 72). La investigación pretende aportar información y reflexiones que contribuyan a
    entender la inclusión de las PYME en el Mercado de
    Capitales como estrategia
    competitiva en la reactivación financiera de empresas que
    van a ser clave en la economía venezolana, como ya lo es
    en muchas de las economías más importantes del
    mundo.

    Es importante que las PYME tengan acceso a nuevas
    fuentes de
    financiamiento, más accesible y económicas que
    las que ofrece la intermediación bancaria tradicional por
    su alto costo, basando su promoción y desarrollo directamente en el
    mercado.

    En Venezuela se ha investigado muy poco sobre las PYME y
    el Mercado de Capitales, en conjunto, por lo que se considera que
    este trabajo será un aporte significativo para el
    desarrollo de la Economía Venezolana, tomando como base
    las investigaciones
    realizadas en Estados Unidos y México las cuales se pueden
    adaptar a la economía Venezolana.

    Rhoads (1997), afirma que:

    De haber existido posibilidades de fondeo
    público de capital, a través del Mercado de
    Capitales, muchas de las empresas pequeñas y medianas no
    se habrían visto en dificultades, debido a niveles
    insostenibles de pasivos, equipos anticuados y en muchos casos
    organizaciones administrativas inadecuadas, (p.64).

    Inclusive muchas de ellas han acabado dentro de las
    carteras vencidas de los Bancos, otras se
    han declarado en quiebra y
    algunas no han podido crecer debido a la falta de fondos
    suficientes para capital de
    trabajo.

    Esta premisa apoya la formulación y el desarrollo
    de esta Investigación de tal manera que permita a los
    empresarios mejorar la productividad, a
    través de la formulación de una estrategia
    competitiva, que les permita el ingreso al mercado
    mundial.

    Desde el punto de vista técnico, este trabajo
    tiene apoyo en el uso de aspectos teóricos que se
    confirmaron dentro del contexto de las empresas
    venezolanas.

    Constituye un soporte teórico para cualquier
    estudiante que desee obtener conocimientos sobre el presente
    estudio, a través de la literatura empleada a la vez
    podrá estimular a los mismos para seguir ampliando en
    futuras investigaciones
    de esta naturaleza, para
    así desarrollar elementos que permitan ingresar a las PYME
    en el mundo de la competitividad.

    El presente trabajo es un aporte a la Universidad
    Nacional Experimental Simón Rodríguez, y a toda
    aquella persona
    interesada en la temática desarrollada, mientras que para
    los autores de la investigación, aportó
    conocimientos sobre la problemática existente en el
    financiamiento de la pequeña y mediana empresa, el entorno
    del Mercado de Capitales, además de cumplir con uno de los
    requisitos para optar al título de Licenciado en Administración, mención: Recursos
    Materiales y
    Financieros.

    CAPÍTULO II

    MARCO TEÓRICO

    2.1 Antecedentes Relacionados con la
    Investigación

    Se aprecia claramente que los países más
    avanzados en comercio
    internacional tienen mayor capacidad para invadir los
    mercados regionales. Sus grandes empresas transnacionales y
    grupos de
    inversores toman las riendas de sectores completos, la
    mayoría de los cuales son claves para la producción nacional.

    Las PYME de los países pequeños en
    vías de desarrollo, sólo tienen una alternativa:
    revisar sus estrategias y políticas
    para lograr algún nivel de competitividad
    que les permita por lo menos sobrevivir. Aunque las dificultades
    por el bajo nivel de competitividad son un síndrome
    común en los países subdesarrollados, es importante
    el estudio de nuevas formas de desarrollo y crecimiento. Se
    efectuaron consultas diversas de trabajos de
    investigación, donde se hallaron temas relacionados con el
    problema planteado en este estudio.

    En tal sentido, Márquez (1998) señala en
    su investigación sobre el financiamiento para la
    pequeña y mediana empresa que la estrategia mas acertada
    es tender una red entre
    las instituciones
    públicas y privadas, con el fin de ampliar el
    financiamiento de las PYME, y de esta forma construir un futuro
    mejor para la pequeña y mediana empresa y para la
    economía nacional la principal conclusión del
    mencionado trabajo es: que las políticas estatales y
    regionales en el país dirigido al sector de las PYME,
    deben contener apoyos crediticios, para el estimulo
    económico de estas industrias que en
    muchos países desarrollados como: España,
    Francia y
    Japón
    son la base de la economía nacional. En dicho estudio se
    evidencia que el mercado de capitales nacional no contempla y
    normativamente dificulta la participación de la
    pequeña y mediana empresa en dicho corro, por lo que es
    necesario una regulación que beneficie a las
    pequeñas empresas y puedan ingresar al mercado de
    capitales como medio de financiamiento y crecimiento
    empresarial.

    Gómez (1998), refiere en su estudio sobre el
    desarrollo económico y las PYME, que estas son concebidas
    en el nuevo modelo económico nacional, como el naciente
    eje del desarrollo industrial, para lo cual deben implementarse
    políticas industriales adecuadas que les permitan su
    crecimiento y transformación en empresas de clase mundial.
    La principal conclusión fue: las firmas más
    pequeñas, se encuentran con recursos financieros
    limitados, carecen de modelos de
    desarrollo aceptables o no califican para competir en mercados
    extranjeros por lo que se hace necesario el apoyo
    económico para su inserción en la economía
    mundial

    En tal sentido Cáceres (1998), señala que
    en ausencia de una política industrial
    eficaz, a las PYME no les queda mucho margen de maniobra para
    sobrevivir en un ambiente
    globalizado, por lo que es importante la implantación
    adecuada de políticas que permitan el crecimiento de las
    PYME, como factor principal de la economía venezolana.
    Concluye que: es importante que las PYME tengan acceso a nuevas
    fuentes de
    financiamiento, más accesible y económicas que las
    que ofrece la intermediación bancaria tradicional por su
    alto costo, basando su promoción y desarrollo directamente en el
    mercado mundial.

    García (1995) realizó una monografía
    titulada la Globalización MERCOSUR y
    Estrategia para PYME, donde describe como la globalización
    genera un importante cambio para la
    pequeña y mediana empresa y un nuevo reto que
    afrontar.

    Dentro de este marco descrito, se puede concluir que las
    PYME deben desarrollar estrategias competitivas para su
    crecimiento tales como: la creación del mercado de
    capitales dirigido a este sector y a su vez articular acuerdos
    entre el sector
    público y privado que les permitan construir cadenas
    en las que cada eslabón incremente el valor de la
    producción y por ende el de la
    economía nacional, y de esta forma ingresar en el mercado
    global.

    Los trabajos anteriormente descritos sirvieron de
    soporte a éste estudio, para conocer las
    características, financiamiento y oportunidades de mercado
    de las PYME en Venezuela, Japón,
    España
    y Francia,
    así como el crecimiento que pudieran experimentar en los
    mercados externos a través del Mercado Común del
    Sur (MERCOSUR).

    2.2 La Pequeña y Mediana Empresa en
    Venezuela

    La diversidad de pequeña y mediana Empresa,
    sumada a la infinidad de configuraciones
    empresa-sector-país, impiden formular políticas
    industriales y gerenciales que puedan ser aplicables con cierta
    extensión geográfica o sectorial. El calificativo
    de PYME abriga una amplia gama de tipos de
    empresas con diferentes grados de desarrollo, Cualquier
    política
    hacia el sector que ignore esto está condenada a una
    efectividad reducida, como de hecho ha ocurrido, por estar
    diseñada para una empresa PYME promedio o típica,
    como eufemísticamente algunas veces se etiqueta que no
    existe en la práctica.

    Las grandes empresas solitarias que producían
    enormes cantidades de productos homogéneos están
    aparentemente fuera de moda. Ahora, el nuevo paradigma es la red
    de Pequeñas y medianas Empresas, articuladas entre ellas,
    o alrededor de una empresa mayor. Lo grande ya no es el
    tamaño, sino la alianza.

    Visto de esta forma, se puede observar, como las firmas
    más Pequeñas, se encuentran con recursos
    financieros limitados, carecen de créditos bancarios
    aceptables o no califican para cotizar y obtener fondos en la
    Bolsa o directamente en los mercados extranjeros y han sido, casi
    todas, abandonadas a sus propios recursos. Por lo tanto, sus
    limitaciones económicas no les han permitido modernizarse
    con el fin de crecer y competir tanto en Venezuela como en el
    exterior y han sido, casi todas, abandonadas a sus propios
    recursos.

    Las oportunidades y requerimientos de ayuda para la PYME
    se pueden analizar a través de una tipología que
    discrimine, aunque sea parcialmente, el amplio espectro de las
    mismas. Se han hecho intentos al respecto, clasificando las
    empresas según diversos criterios.

    Uno de los más extendidos "es el de hacerlo de
    acuerdo con el sector industrial en el cual operan las empresas,
    agrupándolas en tradicionales, intermedias y
    mecánicas". (Oficina Central
    de Estadística e Informática, 1999). Este esquema, sin
    embargo, oculta la diversidad de procesos
    productivos y de mercados posibles de atender por la PYME, lo que
    hace difícil deducir cuáles son los retos
    gerenciales que ésta debe atender para mejorar su
    competitividad.

    Otro criterio que se aplica es el de clasificar a las
    empresas según el tipo de tecnología empleada y
    su intensidad en mano de obra, en capital o en conocimiento.
    En la búsqueda de un criterio apropiado para la
    pequeña y mediana empresa, una primera indagación
    importante que se debe realizar tiene que ver con su baja o alta
    propensión al crecimiento, manifestado éste en las
    dimensiones básicas de la empresa:
    número de trabajadores o activos
    físicos.

    Si el caso implica baja propensión al
    crecimiento, la gestión
    de la empresa
    debería estar orientada a una continua reducción de
    los costos de operación, innovación constante para lanzar y retirar
    productos o clientes, y
    preservación de una capacidad de producción
    más o menos fija en el tiempo, aunque no necesariamente
    con la misma tecnología de equipos o procesos.

    Pérez (1994) refiere que "cuando la empresa tiene
    estratégicamente una alta tendencia al crecimiento los
    retos de los gerentes son sustancialmente diferentes de aquellos
    que enfrentan los de las empresas que no crecen" (p. 81) Las
    decisiones de ampliación de capacidad, sustitución
    de tecnología, evolución de la
    organización, planeamiento de
    materiales y
    desarrollo de recursos
    humanos, entre otros aspectos, constituyen puntos importantes
    de la agenda de estos gerentes, aunque ello no significa que se
    desdeñen los temas de la reducción de costos o la
    innovación, sino que las prioridades y la
    dedicación de esfuerzos son diferentes.

    Para Rosales (1997), un aspecto importante es "que debe
    establecerse en las empresas (pequeñas y medianas) cual es
    su menor o mayor grado de integración (horizontal) a una cadena de
    producción" (p. 45) Es preciso distinguir entre
    inserción en una cadena de producción o en una
    cadena de comercialización.

    En el primer caso, la empresa incorporada vende su
    principal volumen de
    producción a uno o pocos clientes, quienes
    lo emplean como insumo en sus respectivos procesos de
    producción. La inserción en una cadena de comercialización es la que se lleva a cabo
    cuando una empresa fabrica un producto y lo
    entrega a uno o varios clientes para su comercialización.
    Una empresa puede tener poca incorporación a una cadena de
    producción y, sin embargo, estar integrada a una cadena de
    comercialización, este último caso también
    es una opción para pequeñas y medianas
    empresas.

    La escasa incorporación significa que la empresa
    opera abiertamente en el mercado y debe conquistar continuamente
    a sus clientes, innovando sus productos y procesos;
    desarrollando, en fin, una gestión
    de manufactura
    flexible y ágil.

    Cuando la empresa decide insertarse en una cadena de
    producción lo puede lograr convirtiéndose en un
    proveedor regular de uno o pocos clientes, con los cuales tiene
    relaciones constantes, y debe responder a exigencias como el
    cumplimiento de especificaciones calidad en
    concordancia a la entrega puntual a sus clientes.

    La combinación de los criterios de crecimiento e
    inserción mencionados anteriormente generan una
    tipología de PYME conformada por diversos tipos de
    empresas como manufactureras, de servicio y
    agrícolas, entre otras., que presentan, cada una de ellas,
    características propias a la vez que demandan retos
    específicos para su gerencia.

    2.2.1 Crecimiento de las PYME

    El principal dilema que enfrenta la gerencia de
    toda pequeña y mediana empresa es su actitud hacia
    el crecimiento. La escogencia, deliberada o no de algunas de las
    opciones planteadas al respecto tendrá un importante
    efecto en la gestión de producción que
    eventualmente marcará por largo tiempo la capacidad
    competitiva de la empresa.

    El romanticismo que
    a menudo rodea la fundación de una empresa impide analizar
    con suficiente ponderación las consecuencias de una
    decisión, explícita o implícita, de
    crecer.

    Crecer o mantenerse siempre como una empresa
    pequeña en la dimensión básica:
    Número de trabajadores es uno de los primeros dilemas
    enfrentados por los dueños-fundadores de una PYME. Las
    opciones, mutuamente excluyentes, plantean retos gerenciales
    diferentes.

    Bessant (1998) refiere que:

    Si la decisión es mantenerse siempre con las
    dimensiones de una PYME, un importante reto gerencial
    será la reducción permanente de los costos de
    operación de la empresa, particularmente los de
    producción, lo cual presiona para una innovación
    continua de los procesos productivos. (p.43).

    Si la empresa decide crecer, ello implica asumir el reto
    de controlar el crecimiento para que éste no gobierne a la
    empresa. Resistir la atracción fatal de aprovechar toda
    oportunidad que se presente, con el argumento de que no se sabe
    si mañana existirá, sin evaluar el impacto y los
    recursos disponibles, particularmente en la gestión de
    producción, ha sido una de las tareas más
    difíciles en las empresas manufactureras y, en particular,
    en las pequeñas.

    La decisión de crecer obliga a adquirir
    más equipos y a contratar más personal, lo que
    exige una labor de supervisión y entrenamiento, y
    esto obliga a elevar el punto de
    equilibrio de las ventas. En
    este caso, si el mercado está asegurado y está
    creciendo, no hay problema. Pero, cuando la demanda cae o
    la competencia
    aumenta con el desmantelamiento de las barreras arancelarias, la
    situación se revierte.

    En el caso de los trabajadores, a pesar de las
    situaciones rígidas y los costos que imponen las leyes laborales,
    es más fácil revertir la decisión de crecer,
    pues se puede disminuir la cantidad del personal, aunque
    los costos asociados a ello no incluyen, por lo general, la
    pérdida de memoria y el
    entrenamiento
    que formal o informalmente se le ha dado a los trabajadores
    despedidos.

    Si se adopta la decisión de crecer, suponiendo
    que la misma es asumida estratégicamente, los principales
    retos gerenciales están centrados en la escogencia de la
    tecnología más adecuada, entendiendo por
    tecnología el conjunto de equipos y sistemas de
    trabajo, así como de una selección
    de recursos humanos que permita que éstos operen
    eficientemente los equipos.

    "Otro reto importante es controlar el paso del
    crecimiento, advirtiendo a tiempo las diferentes etapas de
    evolución y crisis por las
    cuales normalmente atraviesa una empresa en crecimiento"
    (Baptista, 1995, p.51). El segundo dilema casi existencial para
    una PYME es decidir la forma en que va a competir: sola o
    acompañada con otras empresas. La resolución de
    este dilema depende mucho de la disposición y actitud
    empresarial de los dueños-fundadores. Por supuesto, la
    decisión de crecer implica asumir los gastos y riesgos de la
    misma, que a veces se traducen en dificultades.

    Una buena parte de las iniciativas para fundar empresas
    está acompañada de mucha incertidumbre sobre la
    viabilidad de las mismas, y si a eso se le suman las dificultades
    que conlleva el financiamiento inicial, no es raro que los
    creadores de empresas, manufactureras busquen insertarse a una
    cadena de producción establecida. Esta
    incorporación puede llevarse a cabo a través de dos
    formas: con participación accionaría de otra
    empresa, o bien sin relación de propiedad.

    A veces una empresa pequeña o mediana es
    adquirida producto de algún Take Over (fuera de bolsa) o
    de acciones de
    integración vertical de las empresas
    compradoras y con ello se inicia un período de ajuste
    organizacional que eventualmente implica reestructuraciones
    significativas en su cultura y su
    tecnología.

    Otra forma de inserción en una cadena de
    producción es mediante una relación
    estratégica en la cual la PYME se convierte en suplidora
    de partes y/o servicios de
    otra empresa en condiciones estables y de intercambio continuo,
    manteniéndose la independencia
    accionaría.

    A menudo, por la desigualdad financiera y de capacidad
    negociadora que tienen las pequeñas empresas proveedoras
    de partes y/o servicios en
    relación con sus clientes o con sus suplidores de materias
    primas, éstas tienden a constituir organismos de
    agremiación para mejorar la capacidad de
    interlocución.

    Pero muchas veces los gremios, sobre todo en mercados
    con larga tradición de protección estatal,
    distorsionan sus objetivos y caen en la trampa de asentar su
    defensa sobre la base de los costos del más ineficiente.
    Esto surge por el temor de que la competencia deje fuera del
    gremio a los poco eficaces, lo que trae como consecuencia que se
    reduzca el número de afiliados y, con ello, disminuya la
    capacidad de negociación del gremio.

    Los dilemas de insertarse o no y de crecer o mantenerse
    pequeña no se resuelven por separado, sino que se influyen
    mutuamente. A veces, cuando una empresa se integra a una cadena
    puede verse arrastrada por la estrategia de ésta y llegar
    a crecer por imposición de la cadena y no por deseo
    expreso de los dueños gerentes.

    La decisión de hacer crecer o mantener
    pequeña a la empresa debería ser profundamente
    meditada por los dueños gerentes. Al margen de los
    estudios de mercado y de la factibilidad
    financiera de los proyectos que
    pueden crear fácilmente ilusiones en los emprendedores,
    "hay consecuencias de la decisión que se tome sobre el
    tipo de desarrollo de la empresa que perdurarán por largo
    tiempo en la vida de ésta". (Rosales, 1992, p.
    81).

    Si los dueños-gerentes abordan el tren del
    crecimiento adoptarán decisiones que marcarán a la
    empresa por varios años, los retos gerenciales
    consistirán en responder a las siguientes preguntas:
    qué nuevos productos o qué nuevos mercados se
    pueden atender con esa fuerza
    laboral que es
    limitada en su cantidad.

    Es de observar que la decisión de mantener
    pequeña no excluye a la empresa la inversión en
    equipos, más bien se puede dar el caso de requerir una
    reconversión del proceso, automatizándolo para
    emplear una menor o igual cantidad de trabajadores.

    La consecuencia central de la decisión de no
    crecer estará en la capacidad de los recursos humanos, los
    cuales en definitiva tendrán en sus manos el tema de la
    competitividad y, por ende, de la sobrevivencia de la empresa. El
    recurso humano pasa a ser el cuello de botella para mantener
    vigente, rentable y saludable a la pequeña y mediana
    empresa. En las empresas que crecen, aunque el recurso humano es
    indispensable, el mismo viene moldeado en su cantidad, su
    organización y su calidad por las
    máquinas, los procesos y las plantas
    seleccionadas.

    En opinión de los autores, las dos opciones de
    desarrollo que tiene la PYME, crecer o mantenerse intacta en sus
    dimensiones, plantean retos disímiles para los gerentes, y
    esos retos se reflejarán esencialmente en la flexibilidad
    disponible para escoger el método de
    fijación de los precios de los
    bienes y
    servicios que se van a producir.

    Monden y Sakuray (1992) refiere que:

    Al menos existen tres opciones para gerenciar los
    precios en
    las empresas, independientemente de su tamaño. La
    primera opción, la tradicional, es la de fijar los
    precios a partir del dato de los costos, al cual, se le agrega
    un margen de ganancia, decisión gerencial, discrecional
    de los dueños-gerentes. Una segunda opción es la
    de establecer el precio en
    función del mercado, del cual
    estará el costo de producción. La tercera y
    última opción es la de dejar que el margen de
    ganancia sea el resultado. (p. 78).

    Ahora bien, la escogencia del método
    para manejar los precios va a depender mucho de la estructura del
    mercado en el que operan las empresas. En mercados monopólicos, las
    empresas fijan sus costos. En los oligopolios, genera acuerdos
    sobre precios, también en función de
    los costos. En los mercados competitivos, la influencia de los
    consumidores o la proliferación de oferentes dificulta la
    concertación de precios, por lo que éstos son
    fijados por el mercado. Las PYME, por lo general, no operan como
    oferente en mercados monopólicos ni oligopólicos,
    aunque como consumidor de
    insumos -materia prima,
    energía, licencias o tecnología- debe comprar a
    monopolios u oligopolios.

    Como oferente, la PYME a menudo se ve obligada a tomar
    el dato sobre el precio al cual
    puede vender sus productos o servicios. Frente a la poca
    capacidad de maniobra para fijar los precios la PYME se ve
    presionada a gerenciar los costos, tratando de
    reducirlos.

    Dependiendo de la estrategia de desarrollo seguida por
    la PYME, se tendrá mayor o menor capacidad de maniobra
    para la reducción de los costos o para la fijación
    de costos objetivos realistas. Una PYME que siga la estrategia de
    crecimiento debe disponer de una capacidad flexible para reducir
    rápidamente su estructura de costos ante la dificultad de
    transferirlos a los precios de sus bienes y/o
    servicios.

    Una opción para empresas pequeñas y
    medianas en crecimiento, sometidas a un entorno competitivo de
    apertura económica, es la aparición de nuevas
    tecnologías de producción, productos sustitutos
    es crecer aún más, creando nuevos productos o
    incursionando en nuevos mercados.

    Ello requiere, sin embargo, nuevas inversiones que,
    aunque no sean en la parte de capacidad física, no
    están al alcance de un sector estructuralmente
    débil en materia de
    financiamiento, por lo que éste debe buscarse fuera de la
    empresa una alternativa de financiamiento, y éste
    podría ser el mercado de capitales.

    Cuando la empresa permanece pequeña,
    deliberadamente o por las circunstancias del entorno incorporadas
    en su estrategia, con independencia
    de la posibilidad o no de fijar los precios, la reducción
    permanente y continua de los costos pasa a ser el punto esencial
    de la gestión
    empresarial, y muy especialmente en producción, dada
    la cuantía de los recursos humanos, de equipos y
    materiales asignados a esa función.

    2.2.2 Política Estatal de Apoyo al Desarrollo
    de la PYME en Venezuela

    Según la Oficina de
    Planificación y Presupuesto
    (1999) las razones que justifican la selección
    de las PYME como sector de desarrollo prioritario del país
    son las siguientes:

    • Su elevada capacidad de empleo y de capital
      invertido. En este aspecto hay que destacar que las PYME emplea
      más de 3 a 4 veces trabajadores por unidad de capital
      que las grandes industrias.
    • A pesar de las precarias condiciones en que se ha
      operado la evolución de dicho sector durante los
      últimos años, la PYME ha sido capaz de generar
      alrededor del cuarenta (40%) de todo el empleo
      fabril.
    • Un tercio del valor
      agregado en la PYME está constituido por las remuneraciones laborales, participación
      que duplica a la de los sectores comerciales y
      financieros.
    • En contrapartida con lo anterior, se destaca la
      virtual exclusión de dicho sector como destino
      crediticio del capital financiero privado, situación que
      conspira contra su desarrollo.
    • El hecho ampliamente comprobado, de que en las
      modernas estructuras
      industriales características de la forma que ha tomado
      el proceso de globalización de la economía
      mundial en los países más avanzados, el sector de
      la PYME se destaca como uno de sus constituyentes más
      importantes y dinámicos, dentro de las redes productivas que se
      conforman alrededor de las grandes empresas.

    Cabe aclarar, sin embargo, que, en términos de
    sus recursos tecnológicos y de sus formas avanzadas de
    gestión microeconómica, las PYME de aquellos
    países presentan marcadas diferencias con las que privan
    en el mismo sector en Venezuela. "Lo que implica que las
    correspondientes políticas verticales deban atender, junto
    al necesario apoyo crediticio, otras acciones
    tendentes a mejorar su dotación tecnológica y sus
    métodos de
    gestión". (Rojas 1999, p. 13)

    Otros dos aspectos importantes con relación al
    tratamiento de las PYME dentro de la política industrial,
    son los siguientes:

    • En primer lugar que se hace necesario definir con
      claridad cuales son las características cualitativas y
      los límites
      cuantitativos (tamaño del capital, número de
      trabajadores, volúmenes de producción) que
      permitan una clara definición de las empresas que van a
      ser ubicadas en el sector.
    • En segundo lugar, que la política industrial
      debe evitar considerarlas como un sector separado del resto de
      la industria,
      más allá de la necesidad de algunas medidas
      puntuales en un momento dado de la coyuntura económica,
      y con objetivos más sociales y políticos que
      estrictamente económicos.

    En este aspecto, el desarrollo que se ha comprobado como
    más promisor en otros países, es el que vincula a
    las PYME con el desarrollo integral de la economía en su
    conjunto, mediante su articulación en cadenas y redes productivas
    liderizadas por el dinamismo de las grandes empresas eficientes
    que en ellas participan. La discusión a fondo de esa toma
    de decisión constituye, a criterio de los autores, un
    aspecto de crucial importancia para el desarrollo de toda la
    estrategia industrial. La selección del conjunto de
    acciones específicas para la concretización de la
    estrategia competitiva. se destacan las siguientes:

    Particularizar en cada una de las políticas
    horizontales las formas específicas de apoyo a la
    pequeña y mediana empresa. Aquí habría que
    destacar especialmente las políticas de financiamiento,
    las de transferencia tecnológica y de modernización
    de las formas de gestión, y las de formación de
    recursos humanos; las cuales serán objeto de
    concertación con los representantes de dicho
    sector.

    Acciones dirigidas a mejorar las condiciones de acceso a
    los mercados por parte de la PYME tanto en el ámbito
    nacional como internacional. Particular debe ponerse
    énfasis en este aspecto a la participación activa y
    programada de dicho sector en los mercados que desarrolla el
    proceso de integración latinoamericano.

    2.2.3 Estrategia Competitiva en la Pequeña y
    Mediana Empresa

    La estrategia competitiva es el resultado de un proceso
    de planificación
    estratégica, el cual está más o menos
    difundido en las grandes empresas. En el caso de la
    pequeña empresa resulta abstracto hablar de valores,
    misiones y objetivos estratégicos, pues ello no
    proporciona mayores indicaciones sobre lo que se debe producir y
    en qué cantidades, o sobre cuáles son las tareas
    que se deben llevar a cabo para soportar la estrategia
    competitiva de la empresa; en fin, no proporciona herramientas
    para saber cuáles son las prioridades, cuáles son
    los criterios de competitividad de los mercados en los que se
    opera, o se desea operar, y cómo inciden estos criterios
    en el sistema de
    producción de la empresa.

    El gerente de una
    PYME necesita un concepto de
    estrategia competitiva que, por lo menos, contenga los siguientes
    elementos:

    • Una definición de la misión
      de la empresa.
    • El menú de objetivos jerarquizados de la
      estrategia.
    • La estrategia de mercadeo.
    • La estrategia de manufactura.
    • Los criterios de competitividad de los mercados
      meta.

    Todos estos elementos están interrelacionados y
    constituyen una red dinámica; así es que si se produce
    un cambio en alguno de ellos, el resto también se
    verá afectado. Esto obliga a evaluar las respectivas
    consecuencias, para así concederle a la estrategia
    competitiva el carácter
    de proceso que ella reviste.

    Una definición esencial para cualquier empresa
    que desea concentrar sus recursos y esfuerzos en aquellas
    actividades y mercados que le resultan más convenientes,
    es la relativa a su misión. La
    misión no sólo define el negocio -o los negocios- en
    los que se actúa, o se ha decidido actuar, sino que
    constituye un instrumento básico para la
    comunicación tan ansiada y solicitada normalmente por
    los diferentes gerentes y empleados de la
    organización.

    Rosales (1997) refiere, que "el concepto de la
    misión de la empresa encierra características muy
    importantes". (p. 93). Por un lado, la misión define la
    razón de ser de la organización, más allá del
    implícito propósito de hacer dinero,
    señalando, aunque de manera general y atemporal, lo que se
    debe hacer. Por otro lado, la misión recoge de alguna
    manera los valores de
    los principales actores de la empresa: accionistas, directivos,
    gerentes y trabajadores.

    Existen diversas metodologías para alcanzar la
    definición de la misión en una empresa. Una de
    ellas, propuesta por Casilda y Ponce (1991), señala que es
    muy importante para los gerentes de las diversas áreas
    funcionales conocer las respuestas a tres preguntas
    básicas:

    • ¿Quiénes son los clientes?
    • ¿Qué necesidades serán
      satisfechas?
    • ¿Con qué alternativas
      tecnológicas se satisfarán esas
      necesidades?

    Definir la misión de una empresa a partir de las
    preguntas anteriores, ayuda a no cometer alguno de los dos tipos
    de errores más frecuentes: la miopía o la sobre
    diversificación.

    El primer tipo de error ha sido ampliamente destacado en
    la literatura e
    impide a la organización aprovechar oportunidades de su
    ambiente para las cuales dispone de habilidades. Por ejemplo, una
    compañía poseedora de determinada tecnología
    puede utilizarla para elaborar otros productos, distintos a los
    fabricados normalmente, que vayan a satisfacer nuevos clientes
    (mercados) o necesidades adicionales.

    Pero una empresa que se limite a garantizar la
    fabricación sólo para los planes de mercadeo y
    ventas, no
    contará con la eventual arma competitiva que le puede
    significar el dominio
    tecnológico en el área de
    producción.

    La sobre diversificación, por el contrario, puede
    conducir a diluir los esfuerzos y recursos en una
    heterogénea mezcla de productos y tecnologías,
    imponiéndole a la gestión de producción
    tareas contradictorias con la infraestructura y con los procesos
    productivos disponibles. Así, un gerente de
    producción puede estar sometido a la presión de
    producir al más bajo costo posible (para responder a un
    presupuesto
    sancionado con tal propósito) y, al mismo tiempo, a
    satisfacer demandas puntuales de especificaciones de productos
    que se deben elaborar con la misma planta, pero hechos a la
    medida del cliente. Otra
    opción consiste en ofrecer una misma tecnología
    para diferentes necesidades de los clientes: por ejemplo, se
    pueden producir chips electrónicos para diversas
    aplicaciones.

    Así mismo, pueden emplearse diferentes
    tecnologías para una misma necesidad y un solo tipo de
    cliente, que
    sería el caso de una empresa productora de equipos de
    diagnóstico médico.

    Las dimensiones, clientes y necesidades tienden a ser
    definidas a partir de estudios que desarrolla el área de
    mercadeo; mientras que en la dimensión tecnología
    es casi imprescindible la participación de los
    responsables de producción (si los productos que
    comercializa la empresa para satisfacer las necesidades de sus
    clientes reclaman un proceso de
    transformación).

    Así como las necesidades determinan las
    características básicas que deben cumplir los
    productos que se van a elaborar las cuales, por cierto, no deben
    ser de la exclusiva consideración de los estudios de
    mercado, sino también del área de diseño
    (ingeniería, innovación) de la
    empresa. La tecnología define el cómo se van a
    producir los mismos, y la dimensión de los clientes da una
    idea, tanto de los volúmenes altos, bajos como de
    requisitos especiales de los productos en función del
    segmento meta.

    Cada alternativa tecnológica plantea
    requerimientos gerenciales específicos, recursos humanos,
    equipos y sistemas también específicos que deben
    ser asignados a un conjunto delimitado de necesidades y/o
    clientes. Cualquier cambio en alguna de las dimensiones repercute
    en las demás.

    Si cambian las necesidades de los clientes,
    probablemente se precisarán modificaciones en la
    tecnología de fabricación de los productos
    destinados a cubrir esas nuevas necesidades; esto, en
    consecuencia, implica decidir si se amplía la mezcla de
    productos para fabricar otros adicionales, destinados a las
    nuevas necesidades, o si se sustituye un producto existente por
    uno nuevo.

    En cualquiera de los casos, Pérez (1994)
    señala que:

    Tener clara la misión de la empresa provee de
    consistencia a los propósitos y acciones de las
    diferentes áreas funcionales de la organización,
    evitando así que a producción se le impongan
    demandas que no reconozcan las limitaciones y holguras que ella
    tiene. (p. 32).

    Determinado el alcance de cada una de las dimensiones de
    la misión se puede obtener un paquete tridimensional del
    negocio de la empresa Una de las características de la
    misión, a menudo olvidada particularmente por el
    área de mercadeo es la condición de largo plazo que
    la misma debe tener.

    No es posible cambiar la misión de una empresa
    como se cambia un plan de publicidad o un
    plan de
    producción. Aun cuando exista una oportunidad en el
    mercado, las debilidades de la empresa pueden impedir, en el
    corto plazo, explotar dicha oportunidad, máxime si estas
    debilidades están localizadas en el área de
    producción: un bajo nivel de calidad, insuficiencia en la
    capacidad de producción, dependencia de proveedores o
    ausencia de recursos humanos especializados, ya que estas
    deficiencias exigen tiempo e inversión de recursos
    financieros significativos para ser eliminadas.

    Resistir la tentación de un cambio en la
    misión de la empresa es un reto para los gerentes de todas
    las áreas, sobre todo cuando no se tiene clara cuál
    es la estrategia genérica -liderazgo en
    costos, diferenciación, o enfoque en costos que sirve de
    soporte para esa misión, o cuando se pregona como sucede
    con algunos fanáticos del mercado la satisfacción
    de las necesidades de los clientes sin preguntarse a qué
    costo se hará eso.

    2.2.4 Objetivo de la estrategia
    competitiva.

    Otro elemento importante de la estrategia competitiva de
    la empresa es el objetivo prioritario que la misma establece
    dentro de un determinado horizonte de planificación. A diferencia de la
    misión, que es atemporal, el objetivo debe concebirse para
    un período de tiempo finito y ser lo suficientemente
    explícito para que todos lo entiendan.

    Si se quiere, los objetivos pueden modificarse en un
    tiempo relativamente más corto que la misión.
    Rosales (1997) señala que el menú de objetivos
    disponible para cualquier empresa, aunque sorprenda, no es muy
    variado; sin embargo, su jerarquización debe ser muy
    clara, puesto que habrá momentos en los que no será
    posible satisfacer simultáneamente todos los que se hayan
    planteado en algún programa anual,
    bianual o trienal. A continuación se presentan los
    objetivos clásicos de una organización según
    Bessant (1998).

    • Crecimiento
    • Flexibilidad externa
    • Flexibilidad interna
    • Beneficio.
    • Acción social

    El objetivo más perseguido por cualquier
    organización es el de obtener beneficios. Sin embargo, a
    pesar de lo legítimo de tal aspiración, a veces eso
    no es posible dentro de una estrategia competitiva que puede
    estar limitada, por ejemplo, por las necesidades de captar
    primero cierto porcentaje del mercado indispensable para cubrir
    los costos.

    En ocasiones, la empresa por decisiones anteriores o por
    cambios en las condiciones del ambiente -tal como les
    sucedió a las empresas de los países en los que la
    crisis de la
    deuda se materializó a finales de los ochenta- presenta
    relaciones financieras bastante adversas, que le restringen la
    flexibilidad para acceder a nuevas fuentes de
    financiamiento para sus operaciones o
    incluso, para sus inversiones.

    En tal caso, la empresa se plantea como objetivos
    prioritarios librarse de estas restricciones. En otras ocasiones
    se persigue disminuir la dependencia de algunos proveedores,
    clientes o productos, antes que la consecución de los
    beneficios, postergando éstos para una etapa posterior. En
    otras palabras, hay que sobrevivir en un momento determinado para
    poder aspirar
    a un futuro exitoso.

    También, eventualmente la empresa puede
    considerar, a través de su estrategia competitiva, que
    antes de lograr un objetivo de beneficio, o incluso de
    crecimiento, debe satisfacer un objetivo social que le permita
    crearse una buena imagen en la
    sociedad para
    su acción futura. En las empresas públicas (a veces
    de una manera explícita, aunque en otras oportunidades
    ello sea implícito), suelen imponerse los objetivos
    sociales como proporcionar empleo y/o precios por debajo de los
    costos.

    Existe una antigua y permanente polémica en el
    ambiente académico acerca del número de objetivos
    que en un momento determinado -por ejemplo dentro de una
    estrategia competitiva para un período de tiempo finito-
    puede tratar alcanzar simultáneamente una
    organización.

    Hay quienes piensan que como la estrategia es un
    patrón de conducta que debe
    mantenerse estable y claro por un tiempo relativamente extenso
    -dos, tres o más años- ella debe indicar a toda la
    organización un sentido de dirección (una meta) y una prioridad en
    materia de asignación de recursos, atención de
    necesidades de los clientes, cobertura de mercados y otras
    acciones.

    Otros piensan que cuando la empresa ha alcanzado cierto
    nivel de desarrollo -excelencia- puede intentar objetivos
    múltiples, aunque jerarquizados según su
    importancia.

    Aun cuando pareciera que los objetivos de la empresa
    fueran la expresión financiera de la estrategia
    competitiva y, en consecuencia, que el área de finanzas tiene
    una influencia considerable en la determinación de los
    mismos, es necesario que "producción y mercadeo sean
    tomadas en cuenta para evaluar tanto el impacto que
    tendrán tales objetivos en las respectivas estrategias
    funcionales como la factibilidad de
    cumplirlos". (Casilda y Ponce, 1991, p. 31).

    Si se ha decidido perseguir el objetivo del beneficio,
    este debe precisarse lo más que se pueda, de modo que
    transmita a mercadeo y a producción, así como a las
    otras áreas, las tareas prioritarias. Por ejemplo, debe
    definirse si el beneficio que se pretende es absoluto o relativo,
    pues cada uno de ellos plantea posibilidades de acción
    diferentes.

    Así, tratar de buscar el máximo beneficio
    en términos absolutos no necesariamente implica elaborar
    aquellos productos en los cuales los precios se puedan fijar con
    más libertad para
    entonces obtener la mayor cantidad de margen bruto.

    Cuando el objetivo que se persigue es el crecimiento, es
    conveniente también concretarlo, pues no es lo mismo
    crecer en número de productos con ampliación de la
    mezcla que en número de clientes, a los cuales se les va a
    intentar vender los mismos productos que en ese momento se
    ofrecen a los clientes con los que ya se trabaja.

    Para Mendoza (1998):

    "Otra opción posible de crecimiento consiste en
    aumentar la facturación a estos últimos clientes
    ofreciéndoles los mismos productos, más otros
    adicionales o sustitutos" (p. 72). La empresa que pretende
    alcanzar el objetivo de la flexibilidad interna o externa, debe
    determinar el impacto que ésta tendrá en
    producción y en mercadeo. Si lo que se quiere es reducir
    la deuda para mejorar la relación deuda / patrimonio, la
    pregunta a la que hay que responder es la siguiente:
    ¿cuál es la mezcla de productos que se debe
    fabricar y mercadear para que los ingresos por
    ventas, además de cubrir los costos de
    producción y ventas, dejen el suficiente margen para
    honrar las obligaciones
    financieras?

    En el caso que el objetivo prioritario sea romper una
    dependencia que tiene la compañía en
    relación con un proveedor de determinado insumo
    crítico para la producción, ya sea por su costo o
    por su influencia en la calidad del proceso, es conveniente
    visualizar el impacto que tendrá un nuevo proveedor o un
    nuevo insumo en la operación del sistema de
    producción de la empresa, además de evaluar la
    factibilidad de conseguir o desarrollar nuevos
    suplidores.

    2.2.5 Enfoques del Mejoramiento
    Continuo

    Para una PYME (tanto en su condición permanente,
    como en su etapa de tránsito hacia la conversión en
    una empresa grande), la reducción continua de sus costos
    de operación, producción, mercadeo, ventas,
    administración y finanzas
    constituye una acción irreemplazable.

    Reducir cada vez más los costos totales de la
    operación de la empresa es una de las vías
    más expeditas para ampliar los márgenes de
    ganancias, en particular cuando la capacidad de maniobra para
    fijar precios es reducida, ya sea por el tipo de mercado que se
    atiende o por la dependencia que se tiene de un cliente
    poderoso.

    Para Monden y Sakuray (1992) siendo "el área de
    producción la que absorbe los mayores porcentajes de la
    inversión efectuada, tanto en activos fijos y
    circulantes como en recursos humanos, ella marcará casi en
    esa misma medida la eficiencia global
    de la empresa". (p. 44). Si bien el endeudamiento, tanto por su
    monto como por sus intereses, afecta severamente la eficiencia de
    las compañías, a veces es una consecuencia
    inevitable de la inversión que requiere el área de
    producción.

    Si los activos para
    fabricar están sobredimensionados, subutilizados, operados
    improductivamente y/o mal mantenidos, entonces la
    producción no alcanzará para cubrir, además
    de los costos de
    producción, mano de obra directa, materia prima,
    gastos generales
    de fabricación y los gastos de financiamiento.

    Estos últimos se pueden reducir, a veces
    ilusoriamente, renegociando deudas u obteniendo tasas
    preferenciales de refinanciamiento, pero si ello no está
    atado a la eficiencia productiva, no hay garantía de
    obtener una mejora sensible y duradera de la capacidad de
    sobrevivencia de la empresa.

    El hecho de que el área de producción
    concentre la mayoría de los activos y los recursos humanos
    de las empresas manufactureras, no implica que ella sea la
    única responsable de la eficiencia de éstas. La
    gestión administrativa, el mercadeo y el diseño de
    productos constituyen también áreas por las que se
    pueden lograr las utilidades operativas.

    Un proceso ineficiente en la gestión de compras, de
    administración de las cobranzas, de recursos humanos o de
    mecanismos empleados para obtener y procesar los pedidos, puede
    anular las ganancias brutas obtenidas en la planta o en el
    taller.

    Para Monden y Sakuray (1992):

    El amplio espectro de actividades que tienen lugar en
    las empresas, inclusive en las pequeñas, obliga a
    considerar cuidadosamente las bondades y limitaciones del
    mejoramiento continuo que tan en boga se ha puesto, sobre todo
    a raíz de la popularización del sistema
    japonés. (p. 83).

    El mejoramiento continuo se ha pretendido convertir en
    un paradigma contrapuesto a aquel que considera que las mejoras
    en la eficiencia de las empresas, en particular de las
    manufactureras, se logran básicamente a través de
    saltos cualitativos de alto impacto, como los que representan una
    nueva tecnología de procesos o un producto totalmente
    distinto.

    El manejo extremista de los paradigmas
    puede hacer a la gerencia prisionera de los mismos, ya que los
    métodos de
    mejoramiento continuo o de salto tecnológico son
    "medicinas" que deben aplicarse dependiendo de las situaciones
    específicas de competitividad a las que esté
    enfrentando el paciente, o de las necesidades de mantenimiento
    de salud para que
    una empresa siga siendo sana.

    Por ejemplo, si una organización, (y esto no es
    válido independientemente de su tamaño), tiene una
    desventaja en materia de costos o porcentaje de productos
    defectuosos que es muy grande con respecto a los competidores
    actuales o potenciales, probablemente el mejoramiento continuo,
    que supone pequeños incrementos de mejoras todos los
    días, no le garantice igualarse o superar a la
    competencia.

    La desventaja competitiva puede derivarse de que el
    equipo disponible es extremadamente obsoleto, como ocurre con
    algunas empresas pequeñas en el sector plástico,
    o de un factor exógeno a la empresa, como es el caso de
    los sobrecostos a que son sometidos los pequeños
    compradores de insumos suministrados por proveedores
    pertenecientes a un monopolio o
    cártel.

    La superación de la desventaja competitiva en
    estas situaciones requiere de esfuerzos que van más
    allá de la simple mejora cotidiana de los diferentes
    procesos
    administrativos y productivos que tienen lugar en cualquier
    organización. Algunas de las acciones que junto con la
    reingeniería puede ayudar de una manera
    sustancial a convertir a las empresas enfermas en empresas
    competitivas son: la repotenciación, el reemplazo o la
    actualización de tecnología de los equipos de
    producción; la implantación de severas leyes
    antimonopolio de cadenas de comercialización de insumos
    industriales que pertenezcan a un cártel o a un monopolio, a
    veces del propio Estado.

    Si la tasa de mejora que la empresa-paciente puede
    lograr con el mejoramiento continuo es superior a la tasa de
    mejora de los competidores representados, éstos en el caso
    de una PYME que permanece como tal, tanto por sus propios
    clientes, como por otros proveedores potenciales y existentes,
    entonces dicha estrategia es válida, aunque por ello no
    excluye que deban acometerse en algunos momentos – por lo general
    al inicio de las mejoras- cambios radicales típicos de un
    proceso de reingeniería, como pueden ser las reformas
    de los sistemas de planificación, programación y control de la
    producción, aseguramiento de la calidad y mantenimiento,
    entre otros.

    Existen muchas definiciones en torno al
    paradigma del mejoramiento continuo: desde aquellas que lo
    convierten en el mecanismo viable y accesible para que las
    empresas de los países en vías de desarrollo
    cierren la brecha tecnológica que mantienen con respecto
    al mundo desarrollado, hasta las que lo conciben como una mera
    extensión histórica de uno de los principios de la
    gerencia científica, establecida por Taylor, que
    asevera que todo método de trabajo es susceptible de ser
    mejorado.

    Los esfuerzos sistemáticos para mejorar la
    productividad,
    la calidad y la flexibilidad en una empresa se orientan de
    acuerdo con un determinado enfoque que marca la pauta en
    la asignación de objetivos y recursos para la
    consecución de las mejoras. Este enfoque puede
    clasificarse partiendo de aspectos filosóficos,
    prácticos o estratégicos y cada uno de ellos tiene
    su viabilidad y exigen determinados requisitos para su exitosa
    gestión.

    • El Enfoque Filosófico

    Según este punto de vista, para lograr la mejora
    continua en las actividades productivas hay que promover la
    creación y el posterior sostenimiento de toda una
    "cultura de la
    organización" que estimule, en todos los trabajadores de
    la empresa, la adopción
    del "valor" que propugna hacer las cosas correctamente. En el
    campo de la sociología y de la sicología se han
    efectuado numerosos estudios y aportes que resaltan el papel que
    juega una cultura de la organización adecuada para las
    empresas.

    La visión filosófica del mejoramiento
    exige el desarrollo de un liderazgo,
    personalizado en los dueños-gerentes, que privilegie la
    mejora continua, lo cual, además de servir de ejemplo al
    resto de los trabajadores, debe motivarlos a través de la
    implantación de los factores higiénicos que
    señala Herzberg (citado por Rosales, 1997) y del
    establecimiento de metas que incentiven la
    motivación al logro.

    Como propone Monden y Sakuray (1992) en su modelo de
    gerencia de la productividad, la interacción de la cultura
    de la organización con los sistemas duros (equipos)
    determina la eficiencia de la empresa, y la interacción de
    dicha cultura con los recursos humanos de la organización
    define el clima de trabajo;
    mientras que, la interacción de los recursos humanos con
    los sistemas blandos (procedimientos,
    políticas, normas de la
    empresa y otros) inciden en la eficacia de la
    empresa. La productividad de la organización, que encierra
    el mejoramiento continuo, es el resultado de la eficiencia, la
    eficacia y el clima de
    trabajo.

    Como su nombre lo sugiere, el método
    filosófico hace énfasis en concebir la
    productividad, la calidad y la flexibilidad como una manera de
    vivir, de gerenciar, adoptando una postura ética de
    producir con el mínimo de desperdicio, no sólo para
    la empresa sino para la sociedad, tal y como lo propone la
    filosofía de Deming (1989),
    en las cuales "la pasión por la excelencia se convierte en
    una filosofía que guía la acción
    gerencial".(p. 32).

    La filosofía del mejoramiento continuo facilita
    la asignación de recursos para los proyectos de
    mejoras, pues crea un ambiente favorable al estímulo y al
    financiamiento de cualquier actividad de mejora. Incluir en los
    presupuestos
    las iniciativas para mejorar, reclama un compromiso fuerte y
    permanente de los dueños-gerentes, quienes deben, incluso,
    estar dispuestos a obviar evaluaciones de retorno de la
    inversión, con tal de demostrar el deseo de llevar
    adelante iniciativas de mejoras.

    La limitación más resaltante de la
    orientación filosófica se encuentra en que aun
    cuando la motivación, el liderazgo y el compromiso
    por mejorar ayudan, si los esfuerzos no se orientan a disminuir
    desventajas competitivas que se están ampliando, o a
    explotar verdaderas ventajas competitivas, el consumo de
    recursos y la pérdida de competitividad de la empresa
    pueden socavar la filosofía.

    Para Rosales (1997):

    En el caso venezolano, y de otros países en
    vías de desarrollo, dada la generalizada expectativa de
    los empresarios por retornos rápidos de sus inversiones,
    el horizonte de planificación es muy corto y ello afecta
    la viabilidad del enfoque, puesto que éste conlleva la
    internalización de la cultura pro mejoras en todos los
    trabajadores, y esto exige tiempo (mínimo entre tres y
    cinco años). (p. 88).

    • El Enfoque Práctico

    Esta manera de adelantar el mejoramiento se caracteriza
    por desarrollar permanentemente el principio de la gerencia
    científica, según el cual todo método de
    trabajo es susceptible de ser mejorado. Este principio es su
    filosofía y él guía la toma de
    decisiones para el mejoramiento continuo. El enfoque
    práctico se apoya en F. Taylor y en los
    trabajos de Fayol y los
    esposos Gilbreth sobre movimientos y tiempos.

    En este tipo de método se hace énfasis en
    la medición de actividades, recursos,
    volúmenes de producción, efectividades,
    rendimientos y otros indicadores
    con el fin de determinar desviaciones respecto a un
    estándar preestablecido, o con el objeto de establecerlo.
    Este enfoque promueve el uso de un patrón para identificar
    los aspectos vitales en los que se debe centrar la acción
    de las mejoras.

    La sencillez del punto de vista práctico al
    postular que todo procedimiento de
    trabajo, manual o
    mecanizado, es susceptible de ser mejorado, facilita la labor de
    implantarlo en cualquier organización y no requiere de
    mayores conocimientos por parte de los trabajadores, sino una
    alta dosis de sentido común para simplificar las
    actividades.

    A pesar de las tergiversaciones y abusos de los
    postulados de la gerencia científica, sobre todo en
    la
    administración de las relaciones obrero-patronales,
    los planteamientos de Taylor sobre la necesidad de racionalizar
    las tareas asignadas a los trabajadores para facilitarles su
    trabajo siguen teniendo vigencia. De hecho, el sistema
    japonés de manufactura lo que ha logrado es potenciar esta
    racionalización, permitiendo que sean los propios
    trabajadores los que la efectúen y que ello no sea del
    coto exclusivo de la gerencia.

    La visión práctica del mejoramiento
    continuo se puede aplicar modularmente y no necesita muchos
    recursos de coordinación centralizada, salvo los que
    implican el adiestramiento de
    los trabajadores en el manejo de técnicas
    sencillas de identificación y formulación de
    problemas, de
    representación gráfica de procesos y de análisis de problemas en equipos de
    trabajo, por ejemplo.

    Al comienzo de su implantación puede requerirse
    la contratación externa de consultores que sirven como
    instructores y facilitadores de los procesos de arranque, pero
    posteriormente la empresa va formando y empleando sus propios
    instructores.

    Este enfoque se ha popularizado mucho en el mundo
    occidental a partir de la década de los sesenta con la
    diseminación del éxito
    japonés en materia de calidad. Muchas empresas lo
    adoptaron inicialmente sin mayor compromiso por parte de la alta
    gerencia, dejando la responsabilidad en los estratos inferiores de las
    organizaciones.

    Al empezar los trabajadores a generar iniciativas de
    mejoras que necesariamente exigían el concurso de la alta
    gerencia, ésta no asumió su rol de apoyo,
    produciéndose entonces frustraciones, particularmente en
    los mandos intermedios y en los consultores. Tal situación
    llevó a uno de sus principales promotores, Deming (1989),
    a no aceptar "la asesoría en materia de mejoramiento de
    calidad hasta tanto no tuviera el compromiso de la alta gerencia
    para llevar a cabo todas las tareas involucradas". (p.
    61)

    Uno de los puntos débiles del pragmatismo en
    el mejoramiento continuos es precisamente el punto fuerte del
    enfoque filosófico: el compromiso de la alta gerencia y,
    en el caso de la PYME, de los dueños-gerentes. Esta falta
    de compromiso gerencial para estimular la simplificación
    del trabajo, eliminando actividades que no agregan valor y
    empleando una parte de los recursos humanos que no está
    siendo utilizada plenamente (su cerebro y su
    sentido común) ocasiona costos ocultos a las empresas y
    fuga de oportunidades y de potenciales ventajas.

    A la falta de visión de los gerentes para
    estimular las mejoras mediante el enfoque práctico, se
    agrega la confusión reinante en muchas empresas sobre la
    interrelación entre productividad y calidad que hace
    naufragar los intentos de mejorar procesos.

    La falta de armonía entre los conceptos de
    productividad y calidad conduce a que cuando se realizan
    esfuerzos para mejorar la productividad, se deteriora la calidad,
    al menos en alguna de sus múltiples dimensiones
    (especificaciones, estética, puntualidad, entre otras) y
    viceversa.

    Tales confusiones se derivan de la extrapolación
    en el tiempo de paradigmas que
    tuvieron vigencia en el pasado, como el que postulaba que para
    competir había que ser productivo (medición que se efectuaba por la cantidad
    de producto obtenido en relación con la cantidad de
    recursos empleados), sin importar si ese producto era
    precisamente el que pedía, en ese instante, el
    mercado.

    A medida que la calidad se ha venido imponiendo en
    muchos mercados como el criterio de competitividad prevaleciente,
    la productividad está dejando de ser la condición
    necesaria y suficiente, para ser simplemente un requisito
    (criterio de calificación para competir).

    La mejora continua en el nuevo contexto competitivo hace
    énfasis en la calidad y deja que la productividad sea una
    consecuencia de ella. Tal paradigma reclama que el sistema de
    evaluación
    del desempeño de los trabajadores, la división
    del trabajo, la asignación de objetivos y recursos, entre
    otros aspectos, privilegien la obtención de productos de
    calidad, antes que el cumplimiento de estándares de
    productividad.

    La desventaja del enfoque práctico estriba en que
    no asegura que los escasos recursos con los que, por lo general,
    cuentan las empresas pequeñas y medianas serán
    invertidos para mejorar los procesos y actividades
    neurálgicas imprescindibles para la sobrevivencia de la
    organización en el contexto del mercado globalizado y de
    sus complejos retos.

    • El Enfoque Estratégico

    Las limitaciones de las visiones filosóficas y
    prácticas pueden superarse si se adopta el mejoramiento
    continuo de acuerdo con un enfoque estratégico, en el
    sentido de que sea incorporado dentro de la estrategia
    competitiva de la empresa.

    Mediante el planteamiento estratégico del
    mejoramiento continuo se puede balancear el compromiso de la alta
    gerencia, exaltado por la filosofía gerencial que busca la
    excelencia, con las bondades de las mejoras simples y continuas
    que pueden generarse todos los días dentro de las
    diferentes unidades de la empresa, tal y como lo contempla el
    enfoque práctico.

    Lo que implica el enfoque estratégico es que la
    asignación de recursos destinada a impulsar las mejoras,
    convocar el esfuerzo de los trabajadores y ponderar la magnitud
    del esfuerzo requerido, debe estar enmarcada dentro de un
    planteamiento estratégico que defina los mercados meta,
    identifique los criterios de competitividad prevalecientes en
    ellos y determine las tareas prioritarias que se deben llevar a
    cabo para tener éxito.

    Si en los mercados meta en los que opera la empresa, o
    en los que desea incursionar, es la rapidez y la confiabilidad en
    las entregas de los pedidos lo que permite conquistar a los
    clientes y abatir la competencia, entonces ellos pasan a ser los
    criterios de competitividad y la guía estratégica
    para las acciones de mejoras, las cuales se estimularán
    con sentido filosófico y práctico
    simultáneamente. La asignación de recursos para
    proyectos de mejoras se, orientará prioritariamente hacia
    aquellos que refuerzan o apoyan la estrategia competitiva de la
    empresa.

    El método estratégico asegura que la
    inversión de los escasos recursos disponibles, el
    énfasis en la
    motivación y el control de las
    mejoras estarán orientados a garantizar el valor agregado
    de cara a los clientes (criterios de competitividad). Con este
    enfoque se le proporciona un sentido de dirección,
    coherencia y convergencia a los esfuerzos de los diferentes
    estamentos de la organización.

    La principal debilidad de este enfoque reside en la
    dificultad para identificar acertadamente los criterios de
    competitividad de los mercados meta y/o las tareas que debe
    cumplir la empresa para satisfacerlos. Cuando es posible ser
    asertivo en la estrategia, el peligro reside en no detectar a
    tiempo los cambios que se están produciendo en los
    mercados meta, específicamente en la aparición de
    nuevas necesidades por parte de los consumidores, lo que origina
    cambios en los criterios de competitividad.

    La globalización creciente de las
    economías trae consigo el dinamismo de los criterios de
    competitividad, obligando así, a las empresas, a revisar
    constantemente su planteamiento estratégico y a decidir
    oportunamente si cambian la estrategia o si la mantienen. En
    términos del mejoramiento continuo, esto consiste,
    concretamente, en decidir si se mantienen o se cambian la
    orientación y las prioridades de las mejoras.

    2.2.6 Implantación de la Estrategia
    Competitiva

    Una vez que se ha definido claramente la estrategia
    competitiva de la empresa, le corresponde a la gerencia adelantar
    las tareas propias para su puesta en marcha. Mientras en la fase
    de formulación estratégica, es posible apoyarse en
    instrumentos técnicos y análisis cuantitativos,
    complementados con una buena dosis de intuición, en la
    fase de implantación los retos gerenciales se centran en
    la habilidad para ejecutar las tareas establecidas en el
    diseño de la estrategia.

    Es en esta segunda fase cuando la PYME puede
    materializar sus ventajas de flexibilidad y agilidad en
    relación con las grandes empresas. Las menores dimensiones
    en cuanto a trabajadores y unidades organizativas pueden
    facilitarle a los dueños-gerentes la comunicación rápida de las labores
    que deben ejecutarse para cumplir con los objetivos
    estratégicos.

    Para Mendoza (1998):

    Mantener el ritmo, la secuencia y las prioridades en
    las actividades que conduzcan al logro de dichos objetivos es
    una de las funciones
    indelegables de la dirección de las empresas, para lo
    cual es necesario disponer de un sistema de
    información sencillo que permita detectar
    oportunamente cuándo hay que introducir cambios en la
    implantación de la estrategia. (p. 33).

    Si, por ejemplo, el objetivo estratégico es
    mantenerse con las dimensiones de una PYME, y los criterios de
    competitividad prevalecientes en los mercados meta son los
    tiempos de entrega de los pedidos y el cumplimiento de
    especificaciones (calidad de concordancia), será muy
    conveniente llevar un registro
    estadístico del porcentaje de pedidos satisfechos dentro
    de los plazos de entrega prometidos y con la calidad requerida
    por los clientes.

    La diferencia entre las metas y los logros
    sugerirá si vale la pena introducir cambios en el ritmo
    impuesto a las
    tareas contempladas en la estrategia, así como en la
    secuencia y en las prioridades de la empresa.

    Cuando la estrategia competitiva de la
    organización implica un crecimiento en sus dimensiones,
    los requerimientos de información se centrarán en
    registrar y evaluar los avances obtenidos en cuanto a
    número de trabajadores, cantidad de clientes, porcentaje
    de mercado, entre otras variables que
    miden dicho crecimiento.

    Como toda estrategia, al iniciarse su
    implantación estará sujeta a desviaciones entre lo
    que se puede hacer y lo que estaba previsto hacer. Es responsabilidad de la gerencia determinar si las
    desviaciones son de tal magnitud que obliguen a modificar la
    estrategia, para lo cual es menester averiguar primero
    cuáles son las causas de esas desviaciones con el objeto
    de determinar si son o no controlables.

    Uno de los hábitos que es necesario erradicar de
    las pequeñas y medianas empresas es el de pretender
    cambiar la estrategia ante el primer obstáculo que se
    presente al llevarla a la práctica. Antes de cambiar la
    estrategia debe intentarse la superación de los
    obstáculos con creatividad.
    Por supuesto, cuando éstos son insalvables, es obligatorio
    reformular la estrategia e instrumentar un plan de contingencia.
    Es en esos momentos cuando más se aprecia en las empresas
    la guía que proporciona un adecuado liderazgo.

    2.2.7 Desarrollo Competitivo de las PYME en América
    Latina

    Los países latinoamericanos se caracterizan por
    una estructura industrial polarizada por un estrato de grandes
    empresas con una alta cuota sobre el valor agregado y, en el otro
    extremo, un amplio sector informal y de microempresas.
    En América
    Latina, sin embargo, su peso es "considerablemente menor, si
    bien no deja de ser relevante su participación en el
    empleo oscila entre un tercio y un quinto del total, y su
    aportación al valor agregado bruto entre un séptimo
    y un tercio del total". (Organización de las Naciones Unidas
    para el Desarrollo Industrial, ONUNDI, 1992, p. 3).

    La estructura económica de gran parte de los
    países latinoamericanos es excesivamente rígida e
    insuficientemente y diversificada, como consecuencia de la
    polarización anteriormente señalada, lo que produce
    una considerable vulnerabilidad del crecimiento económico,
    especialmente si las grandes empresas están orientadas al
    sector primario exportador.

    Las experiencias pasadas en la región muestran la
    fragilidad de dicha estructura productiva. Por el contrario, los
    países más industrializados muestran cómo un
    amplio segmento de empresas de tamaño pequeño y
    mediano hace posible el aumento de la diversificación y
    flexibilidad del sistema ante situaciones cambiantes de los
    mercados y de la economía; permite una mayor
    especialización productiva; valoriza el potencial
    endógeno de los recursos productivos, en particular del
    capital
    humano; y genera un mayor dinamismo de los mecanismos de
    mercado.

    En América
    Latina existe un amplio diferencial de productividad entre
    empresas grandes y pequeñas empresas. "El valor agregado
    por empleado de la PYME es, en los países de la
    región, menos de la mitad que el de las empresas mayores".
    (ONUNDI, 1992, p.5).

    Sin embargo, en los países con alto nivel de
    desarrollo la productividad de la PYME es sólo 20 puntos
    porcentuales inferior a la de la gran empresa. En el conjunto de
    todo sistema económico, la presencia de niveles de
    eficiencia y productividad comparables entre los distintos
    estratos de tamaño, particularmente entre las PYME y las
    grandes empresas, es de vital importancia para la
    articulación de los diferentes actores
    económicos.

    La cohesión y fortaleza del tejido empresarial,
    entendido éste como el entramado de relaciones entre
    entidades productivas de diferentes tamaños y sectores que
    se complementan entre ellos, marca en gran medida el nivel de
    eficiencia y competitividad sistémica de las
    naciones.

    El dinamismo de la PYME en los países de América
    Latina es relativamente inferior al del conjunto de la
    economía. La evolución de la PYME en América
    Latina muestra las
    dificultades que estas empresas tienen para reaccionar
    positivamente a las nuevas señales del mercado. En los
    países industrializados las PYME han acompañado a
    las de mayor dimensión en su modernización y sus
    nuevas estrategias comerciales.

    En algunos de estos países el dinamismo de la
    PYME para Baptista (1995), "se ha basado en el aumento de las
    exportaciones lo
    cual muestra
    cómo estas unidades productivas pueden beneficiarse de un
    mercado abierto". (p.71). La liberalización de los
    mercados y la política de ajuste en las economías
    latinoamericanas, si bien permiten nuevas oportunidades de
    negocio, han enfrentado a las empresas a una fuerte competencia
    de productos tradicionales proveniente de otros países en
    desarrollo, agravada por una reducción de la demanda
    interna.

    Tras un largo período de políticas
    proteccionistas, y en ausencia de un mercado de los factores
    suficientemente desarrollado, las PYME corren el riesgo de verse
    recluidas a mercados marginales de carácter
    muy local. Ello no haría sino acentuar la
    polarización de la economía, aumentar su
    vulnerabilidad e inestabilidad, y dificultar el aumento de
    competitividad del sistema.

    El sector empresarial, especialmente el de PYME, de los
    países de la región está escasamente
    articulado, como consecuencia de la segmentación productiva señalada. La
    debilidad de las organizaciones empresariales y la insuficiencia
    de las instituciones
    de mercado que apoyen los esfuerzos de transformación de
    las empresas son elementos que dificultan el desenvolvimiento de
    la actividad productiva, afectando en particular a las empresas
    menores.

    En efecto, mientras que las grandes corporaciones tienen
    mayor facilidad para promover sus intereses e implementar
    políticas productivas adecuadas, las empresas de menor
    dimensión necesitan de una organización social y
    económica para poder
    desarrollar sus potencialidades.

    Para González (1999), las experiencias
    internacionales "muestran una gran variedad de instituciones,
    organismos de carácter privado, y entidades intermediarias
    aglutinadoras de intereses y prestadoras de servicios" (p. 71).
    Esta capacidad asociativa desempeña un importante papel en
    la articulación productiva y en la catalización de
    mecanismos de mercado.

    Las deficiencias estructurales de los mercados de los
    factores productivos en América Latina afectan en mayor
    medida a las PYME. En efecto, el insuficiente desarrollo de los
    mercados heredados de un período de proteccionismo
    económico agrava las dificultades de las PYME para acceder
    a los factores básicos como capital humano,
    financiación, tecnología e
    información.

    Si las PYME tienen unos costos de transacción
    más elevados para la adquisición de dichos insumos,
    incluso en economías de mercado desarrollado, "en el caso
    de las economías latinoamericanas, dichos costos llegan a
    convertirse en barreras para el acceso a los factores
    básicos para la competitividad". (González, 1999,
    p.71).

    Las PYME dependen, en mayor medida que las grandes
    corporaciones, de un entorno de servicios empresariales les
    permitan acceder a los recursos en condiciones competitivas. El
    desarrollo de la economía de mercado requiere, por tanto,
    de la expansión del mercado de los factores de manera que
    los haga accesibles incluso para las unidades productivas de
    menor dimensión.

    Según el Centro de Investigaciones en Ciencias
    Sociales (1991), un programa de las
    PYME en América Latina encuentra su justificación
    no sólo por su importancia económica y su objetivo
    de aumentar la competitividad de las economías de la
    región, sino también en el papel de la PYME en
    ensanchar la base social que participa en el proceso de
    desarrollo y de sus beneficios. Las PYME contribuyen en forma
    determinante a la ampliación de la base empresarial, a la
    utilización de los recursos y potencialidades
    endógenas de cada país y a la multiplicación
    de las capacidades para generar ingresos.

    El crecimiento del número de empresas
    competitivas de tamaño mediano y pequeño, implica
    un desarrollo participativo y con equidad, de manera que puedan
    aumentar las posibilidades de empleo y así mitigar
    antagonismos sociales, fortalecimiento institucional de las
    entidades Públicas de apoyo a la PYME contribuye a su vez
    a la de la sociedad civil y,
    en definitiva, a la consolidación de procesos
    democráticos iniciados en la región.

    Todo ello lleva a considerar que si bien las
    políticas de ajuste macroeconómico y de apertura de
    las normas de la
    región son requisitos para su desarrollo deben ir seguidas
    de políticas de tipo microeconómico que impulsen la
    competitividad de las empresas y del sistema productivo, y que no
    son sino profundización de los programas de
    reforma estructural.

    Las políticas de ajuste han estado
    dirigidas a aumentar la libre competencia a través de la
    liberalización de los mercados y la reducción de
    posibles distorsiones en su funcionamiento. Para que un mecanismo
    de mercado tengan un desarrollo eficiente y sean instrumentos
    para una óptima administración de los recursos, son
    necesarias tres condiciones básicas: (a) la existencia de
    un entorno político y regulatorio adecuados para la libre
    concurrencia competitiva de todos los agentes económicos;
    (b) la presencia de una masa crítica de actores, es decir,
    un número suficiente de oferentes y demandantes de
    productos y servicios, que configuran el entorno empresarial y de
    negocios, y que está formado mayoritariamente por empresas
    de tamaño intermedio; y (c) la facilidad de acceso a los
    factores por parte del conjunto de las empresas,
    independientemente de su dimensión.

    Una acción dirigida a incorporar a la PYME al
    proceso de desarrollo, debería ajustarse a la realidad de
    cada país, y "apunta a la mejor asignación de
    recursos, a través de mecanismos del mercado, que permitan
    mejorar la competitividad y la eficiencia del sistema". (Casilda
    y Ponce, 1991, p. 3).

    2.3 El Funcionamiento del Mercado de Capitales en
    Venezuela

    El Mercado de Capitales en Venezuela, se origina
    a finales del año cincuenta (50) cuando algunas
    compañías realizaron emisiones de Títulos
    Valores para él público. Los cuales fueron
    adquiridos por algunos inversionistas privados.

    En 1958 a raíz de la caída de Marcos
    Pérez Jiménez, el Mercado de Capitales tuvo un
    descenso en sus operaciones dado que no era seguro para los
    inversionistas ya que no ofrecían las suficientes
    garantías, lo que ocasionó una fuga de dinero hacia
    el exterior, puesto que ofrecían mejores tasas de
    interés que en el país.

    En la década de los sesenta (60)
    específicamente en el año 1964 el Banco
    Interamericano de Desarrollo toma la iniciativa de reunir
    personalidades del sector privado con la finalidad de fortalecer
    y mejorar el funcionamiento de los Mercados de Capitales en
    América Latina a fin de acelerar su desarrollo
    económico. Como consecuencia de dicho estudio se crea en
    nuestro país la necesidad de elaborar una Ley de Mercados
    de Capitales, la cual fue promulgada el 31 de Enero de 1973 y
    modificada el 22 de Mayo de 1975, la cual se encarga de regular
    la oferta
    pública de créditos emitidos conforme a la Ley del
    Banco Central,
    la Ley General de Bancos y otras Instituciones Financieras.

    Partes: 1, 2

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