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Sociedad y política de México. General Porfirio Díaz



    General Porfirio
    Díaz

    1. Antecedentes
    2. Porfiriato
    3. Conclusiones
    4. Bibliografía
    5. Apéndice.
      Cronología

    INTRODUCCIÓN

    En el siguiente trabajo hablaremos de varios aspectos
    del general Porfirio Díaz, como de su vida y de su mandato
    que comprendido de 1876 -1910, en los cuales se vivieron varios
    aspectos importantes para la vida de los mexicanos e incluso de
    la historia del
    mismo país.

    Esperando que sea de su agrado…….

    ANTECEDENTES

    Gobierno De Benito Juárez.

    El gobierno de
    Benito Juárez comenzó el 25 de diciembre de 1867,
    siendo en este periodo cuando se promulgaron los códigos
    Civil, Penal y de Procedimientos,
    elaborados por Antonio Martínez de Castro. Debido a los
    levantamientos que se sucedieron en algunos estados del
    país, Juárez declaró aquellos lugares en
    estado de
    sitio y suspendió las garantías
    individuales cuando éstas pusieran en peligro el estado de
    orden que se pretendía establecer.

    Juárez redujo el número de miembros del
    ejército. La gestión
    hacendaría de José María Iglesias
    disminuyó la deuda
    pública a 87 millones de pesos, la cual, entre la
    externa y la interna, había alcanzado casi los 460
    millones. Se echó a andar el proyecto de
    modernización y así, en 1869, el telégrafo y
    los caminos aumentaron sus líneas. Por otro lado, el
    ferrocarril también incrementó sus vías
    gracias a una concesión otorgada por el presidente
    Juárez a una compañía inglesa.

    El presidente Juárez pretendió llevar a
    cabo importantes reformas sociales mediante el poblamiento del
    país y la formación de pequeñas propiedades,
    asignando a cada campesino un pedazo de tierra que
    él mismo trabajara. Dichas obras sociales no pudieron
    llevarse a cabo, pero en el terreno cultural, la educación
    experimentó importantes avances, como por ejemplo la
    creación de la Escuela Nacional
    Preparatoria y la de Ingenieros, la Biblioteca
    Nacional de México y la Escuela Nacional de Ciegos. Muchos
    de los cambios emprendidos en este gobierno fueron en gran parte
    inspirados por la filosofía liberal extranjera, que
    algunas veces no estaba muy de acuerdo con la realidad vivida por
    los mexicanos en aquellos momentos.

    Benito Juárez Se Reelige.

    Era 1871, el año de la sucesión
    presidencial, los partidarios de Benito Juárez se
    alistaban para preparar su reelección, mientras que otros
    personajes también lanzaban su candidatura. Esta vez
    Juárez se enfrentaría nuevamente a Porfirio
    Díaz, su contendiente en las elecciones de 1867, pero
    también a su consejero Sebastián Lerdo de Tejada,
    quien también aspiraba a la silla presidencial.

    Lerdo de Tejada llevó a algunos de sus amigos
    hasta el Congreso y a otros más les dio las gubernaturas
    de algunos estados o puestos públicos importantes.
    Así buscaba obtener el mayor apoyo en las elecciones que
    se avecinaban. Pero, a pesar de todo, Porfirio Díaz fue
    siempre más popular. Entonces, pretendiendo formar una
    oposición mas fortalecida frente a Juárez, los
    partidarios de ambos contendientes se unieron.

    Las elecciones de aquel junio de 1871 se desenvolvieron
    en un clima de violencia y
    desconfianza por la posibilidad de que los juaristas cometieran
    acciones
    fraudulentas. Así las cosas, aún sin conocer los
    resultados de las votaciones, en Tampico y Monterrey se
    sucedieron levantamientos por parte de los partidarios de
    Díaz en contra de la reelección de
    Juárez.

    Efectuado el conteo de votos, ninguno de los aspirantes
    a la presidencia obtuvo la mayoría, por lo que el
    Congreso, siendo en su mayoría juarista, designó a
    Benito Juárez como el primer magistrado de la nación
    hasta 1875, cuando debería concluir su mandato. Apenas al
    siguiente año, en 1872, mucho antes de terminar su
    periodo, Benito Juárez murió y Lerdo de Tejada, en
    su calidad de
    presidente de la Suprema Corte de Justicia,
    asumió la cabecera del Ejecutivo.

    Plan de la Noria "No
    Reelección".

    La elección presidencial de 1871 dejó
    inconformes a muchos, pero principalmente a los porfiristas,
    cuyos adeptos se levantaron en armas en varias
    partes del país en franca oposición a la
    reelección de Benito Juárez. Luego, en el estado de
    Oaxaca y bajo el lema "no reelección", Porfirio
    Díaz proclamó el Plan de la Noria,
    en el cual declaraba que nadie podía imponerse en el
    poder y, menos
    aún, permanecer en él de manera
    indefinida.

    El Plan de la Noria postulaba, entre otras cosas, que el
    Congreso no podría designar, bajo ninguna circunstancia, a
    los funcionarios públicos de alto nivel y que nunca
    podría elegirse como presidente a algún ciudadano
    que durante el año anterior hubiese desempeñado un
    cargo público cuyos efectos se extendieran en todo el
    país. el plan proclamado por Porfirio Díaz no tuvo
    seguidores, ni siquiera los lerdistas, que otrora habían
    unido sus esfuerzos al grupo
    porfirista en contra de Juárez. La insurrección
    ocasionada por los postulados de la Noria fue extinguida por las
    fuerzas del gobierno y, además, perdió todo sentido
    con la muerte de
    Benito Juárez, ocurrida el 18 de julio de 1872.

    Gobierno de Sebastián Lerdo de
    Tejada.

    Al morir Benito Juárez, Sebastián Lerdo de
    Tejada, en ese momento presidente de la Suprema Corte de
    Justicia, ocupó la silla presidencial interinamente.
    Cuando se celebraron las elecciones, Lerdo venció
    ampliamente a Porfirio Díaz y fue designado presidente
    constitucional. José María Iglesias lo
    sucedió en la presidencia de la Suprema Corte y muy pronto
    surgieron entre ambos políticos diferencias
    irreconciliables que los llevarían a una ruptura
    total.

    Durante el gobierno lerdista, las Leyes de Reforma
    fueron incorporadas a la Constitución y fue establecida la
    Cámara de Senadores. Para pacificar al país, al
    inicio de su gobierno, Lerdo concedió la amnistía a
    quienes hubieran cometido delitos
    políticos, logrando así que muchos insurrectos se
    acogieran al decreto.

    La ruta de ferrocarril Veracruz-México fue
    inaugurada en enero de 1873 por el presidente Lerdo. Más
    adelante, el Presidente intentó atraer inversión
    extranjera, procedente de Europa, para,
    junto con la nacional, dar auge a las diversas vías de
    comunicación. También era importante
    para Lerdo la educación del pueblo
    como medio de progreso, por lo que dio un gran impulso a
    ésta y estableció la escuela mixta. Tales medidas
    fracasaron, al igual que los intentos por poblar el país
    con extranjeros.

    Una de las insurrecciones motivadas por la
    cuestión agraria que se sucedieron en este periodo fue la
    del nayarita Manuel Lozada, el libertador de los pueblos unidos
    de Nayarit. El Tigre de Alica, como se apodaba al caudillo,
    defendía a los indios que habían sido despojados de
    sus tierras por los efectos de las Leyes de Reforma. Las fuerzas
    del gobierno lo sometieron y lo fusilaron en julio de
    1873.

    Lerdo, continuando con la línea anticlerical de
    los liberales, expulsó del país a los jesuitas y a
    la orden religiosa de las Hermanas de la Caridad. Tales medidas
    provocaron profundos descontentos en la sociedad
    mexicana, desencadenando en los estados de Jalisco,
    Michoacán y México los movimientos llamados
    cristeros.

    Estos grupos de
    cristeros propugnaban la destitución del presidente y el
    reconocimiento de la religión
    católica como oficial dentro del territorio mexicano, pero
    hay quienes aseguran que el aparente problema religioso
    tenía un trasfondo de carácter
    social. Fuera como fuera, dichos levantamientos fueron sofocados
    por el gobierno. Se aproximaba ya 1876, año de elecciones
    presidenciales.

    José María Iglesias, quien ocupó la
    presidencia de la Suprema Corte de Justicia durante el gobierno
    lerdista, buscaba, al igual que Porfirio Díaz, imponerse a
    Lerdo de Tejada en las elecciones de 1876 y colocarse como jefe
    del Ejecutivo. Sabiendo que Lerdo resultaría vencedor en
    dicha contienda política, Iglesias preparó en
    Toluca un plan mediante el cual desconocería al
    presidente.

    Al ser descubierto, Iglesias se refugió en
    Guanajuato y desde ahí, una vez que conoció los
    resultados de los comicios, sacó a la luz su plan que
    desconocía al reelecto presidente, declarando que
    había obtenido la victoria en condiciones muy poco
    honestas, ilegales. En virtud de lo anterior, según
    José María Iglesias, las elecciones no eran
    válidas, así que él se autonombró
    presidente interino de la República.

    El plan iglesista fue secundado por los gobernadores de
    algunos estados y por varios generales, pero Porfirio Díaz
    condicionó su aceptación a dicho plan a la
    adhesión de Iglesias al Plan de Tuxtepec. Bajo tales
    condiciones, Iglesias no llegó a ningún arreglo con
    Díaz. Al vencer los de Tuxtepec a las fuerzas del
    gobierno, los partidarios del plan iglesista lo abandonaron y
    brindaron su apoyo al programa
    porfirista.

    Plan de Tuxtepec

    1876 era año de elecciones presidenciales y
    Sebastián Lerdo de Tejada, que buscaba permanecer en el
    poder, se enfrentaría nuevamente al defensor de la "no
    reelección": Porfirio Díaz. A mediados de
    año se llevaron a cabo las elecciones y Lerdo
    resultó reelecto presidente, según se dice,
    valiéndose de medios
    fraudulentos. Sus opositores, antes de conocer los resultados, ya
    habían iniciado una revuelta en su contra que sentaba sus
    bases en el Plan de Tuxtepec.

    El Plan de Tuxtepec se promulgó en Oaxaca en
    enero de 1876 y acusaba al régimen lerdista de haber
    procedido antidemocráticamente en varias de las acciones
    gubernamentales. En dicho plan se estatuía como ley suprema la
    Constitución de 1857 y algunas de las leyes reformistas,
    así como la no reelección, tanto del presidente de
    la nación como de los gobernadores de los estados.
    También se desconocía a Lerdo de Tejada como
    presidente de la república mexicana.

    Los partidarios de la asonada de Tuxtepec designaron a
    Porfirio Díaz como general en jefe del ejército
    revolucionario. En la batalla de Tecoac, que tuvo lugar en
    noviembre de aquel 1876, los porfiristas lograron el triunfo
    sobre los lerdistas, pero fue hasta 1877 cuando Lerdo
    salió de México rumbo a Estados Unidos.
    Gracias a la revuelta de Tuxtepec, Díaz logró
    acceder a lo que por tanto tiempo
    había buscado: la presidencia de la república
    mexicana.

    PORFIRIATO

    En abril de 1877, Porfirio Díaz alcanzó la
    silla presidencial, la cual dejaría, más a fuerzas
    que con ganas, en 1910, cuando se vio obligado a renunciar. A
    esta etapa se le conoce con el nombre de Porfiriato,
    periodo en el cual México transitó de la
    insurrección constante a la paz obligada, y del atraso
    económico al inicio de la industrialización, en
    medio de grandes desigualdades sociales que se profundizaron con
    la abundancia acaparada por un pequeño grupo de
    extranjeros y mexicanos.

    Política– Pacificación.

    La tarea prioritaria del primer gobierno de Díaz
    fue, como él mismo se lo escribió a Ignacio
    Mariscal, encontrar un nuevo equilibrio
    nacional con el que se lograría apaciguar a las gentes .
    Se hacía imprescindible conciliar los intereses de las
    distintas facciones para lograr la estabilidad que le permitiera
    al Estado fortalecer la economía mexicana.
    Como primer paso, el presidente Díaz modificó el
    artículo 78 de la Constitución para asegurar la no
    reelección y ganarse, así, al público que se
    había sublevado contra la reelección de
    Sebastián Lerdo de Tejada. Años después,
    él mismo modificó este artículo cuando ya
    había afianzado su poder y controlaba la política
    nacional. En segundo lugar, lanzó la convocatoria para
    elegir a los miembros del Senado, órgano que quedó
    constituido el 19 de septiembre de 1977. Con mucha sagacidad,
    Díaz dejó actuar y desprestigiarse entre ellos a
    sus amigos influyentes y a políticos contrarios,
    acrecentando su figura. También logró incorporar
    hábilmente a políticos adversos a su
    régimen.

    Hacer producir al campo ha sido una de las
    preocupaciones fundamentales de todos los gobiernos mexicanos.
    Porfirio Díaz estaba convencido de que para desarrollar la
    agricultura
    era necesario tomar medidas drásticas. En 1883
    promulgó una ley, conocida como Ley de Deslinde y
    Colonización de Terrenos Baldíos, mediante la cual
    se puso a disposición de compradores privados todos
    aquellos terrenos considerados como baldíos. Esta ley
    tenía el mismo espíritu que la Ley Lerdo, expedida
    en 1856, y trajo como consecuencia la formación de grandes
    latifundios y el despojo de tierras a las comunidades
    indígenas. El problema de aquella ley era interpretar el
    significado de "baldío", pues en virtud de ella se
    autorizó a los colonos, mexicanos o extranjeros, a
    denunciar tierras inactivas y formar compañías
    deslindadoras, lo cual, en muchas ocasiones, se prestó a
    serias arbitrariedades porque la mayoría de las
    comunidades indígenas o campesinos pobres no podían
    demostrar la propiedad
    sobre la tierra que
    habían heredado o no sabían siquiera cómo
    hacerlo. No obstante que la ley ponía como límite 2
    mil 500 hectáreas, con el propósito de crear
    unidades modernas que pudieran trabajar pequeños y
    medianos agricultores, el resultado fue la formación de
    grandes propiedades que siguieron un patrón parecido al de
    las antiguas haciendas coloniales. Con base en este
    régimen se expropiaron 49 millones de hectáreas
    entre 1884 y 1907. Para el estado de Chiapas, por ejemplo, los
    tres millones de hectáreas expropiadas significaron el 40%
    de la superficie total del estado. Las zonas con mayores
    superficies afectadas fueron los estados norteños y los
    estados tropicales del sur de la república
    mexicana.

    Tuvo la astucia de conciliar los intereses de los
    caciques locales más importantes del país,
    permitiéndoles ejercer el poder para calmar sus ambiciones
    personales a cambio de
    lealtad al régimen. Usó la fuerza del
    ejército para calmar a los sediciosos, perseguir a los
    apaches, reprimir a los yaquis y castigar a los bandoleros. Todas
    estas acciones fueron logrando un equilibrio de fuerzas y una paz
    impuesta, indispensable para su proyecto económico y para
    lograr el reconocimiento de su régimen en los
    países extranjeros.

    El candidato más fuerte era Justo Benítez,
    pero demostró tales intrigas y ambición que su
    desprestigio sobrepasó a su popularidad. Una vez que
    resultó evidente, Porfirio Díaz se abrió de
    capa y dejó saber discretamente que apoyaba la candidatura
    de Manuel González. Esto hizo que las adhesiones cambiaran
    de bando, por lo que González obtuvo el triunfo en
    septiembre de 1880, victoria que mantuvo a Díaz
    detrás del la silla presidencial. El mismo Manuel
    González declaró que actuaría bajo la
    supervisión de Díaz, a quien
    nombró secretario de Fomento. Las críticas hacia
    esa "supervisión" obligaron a Díaz a aceptar la
    gubernatura de Oaxaca y a regresar a la escena política
    hasta las siguientes elecciones. Manuel González
    siguió la política de Díaz, consistente en
    controlar al Congreso y a los gobernadores. Logró
    conciliar intereses con el ejército y grupos de
    católicos que lo percibían más
    tolerante.

    Relaciones Diplomáticas.

    Las relaciones diplomáticas de México con
    Francia,
    España
    e Inglaterra se
    rompieron a la caída del imperio de Maximiliano de
    Habsburgo. De igual manera, cuando Sebastián Lerdo de
    Tejada dejó la presidencia de México, Estados
    Unidos suspendió las relaciones con este país, el
    cual sentía la amenaza de una invasión
    norteamericana o, como corría el rumor, de otra
    anexión de su territorio si no cumplía con las
    demandas del gobierno norteamericano.

    Porfirio Díaz no tenía salida. Necesitaba
    el reconocimiento del gobierno estadounidense para evitar el
    peligro de una guerra, pero
    las condiciones impuestas por los norteamericanos eran demasiado
    duras y significaban más un pretexto para un conflicto que
    una negociación aceptable. Porfirio, actuando
    con sigilo, pagó la deuda puntualmente, intensificó
    las medidas de pacificación en la frontera, con lo que
    hizo saber a los americanos que su régimen era producto de
    una elección democrática. finalmente, Estados
    Unidos reconoció al gobierno de Díaz en abril de
    1878.

    Ese mismo año, el gobierno porfirista obtuvo los
    reconocimientos de Francia, España, Inglaterra, Alemania,
    Italia y
    Bélgica, que le eran indispensables para abrir de nuevo
    las puertas de México a Europa, sobre todo a Francia, para
    contrarrestar la influencia norteamericana en el
    país.

    Porfirio Díaz declaró a sus seguidores que
    jamás admitiría la reelección, porque eso
    iba contra los principios que
    hicieron triunfar la revuelta de Tuxtepec. El prestigio de
    Díaz se acrecentó con esta decisión,
    dejando, al parecer, el camino abierto para la competencia por
    la silla presidencial.

    Represión.

    Díaz reprimió cualquier intento de
    rebelión , incluso de oposición pacifica que nos e
    ajustara a las reglas del juego
    impuestas por el. La dictadura fue
    implacable contra toda forma de oposición, sobre todo
    cuando cuestionaban su poder y representaba un peligro serio. En
    ocasiones acudió al destierro o ala cárcel,
    llegando incluso a matanzas célebres, como las preparadas
    contra los yanquis o el pueblo de Tomóchi.

    El sistema represivo
    de Díaz contaba con el ejército, la policía
    rural, las policía urbanas, el tribunal de "La Acorda" y
    las cárceles, algunas de ellas eran terribles como las de
    San Juan De Ulua y Belén. Era terrible su represión
    contra los apaches del norte, no abandono su represión
    hasta que fueron totalmente derrotados y casi exterminados. Es
    muy conocida la guerra del yanqui , casi una campaña de
    exterminio desatada contra dicho grupo indígena de sonora,
    que se habían rebelado por el despojo de tierras de que
    habían sido victima a manos de capitalistas protegidos por
    Díaz. Muchos de los yanquis fueron tomados prisioneros o
    vendidos como esclavos o deportados a Yucatán.

    Reelecciones De Díaz..

    Al finalizar el régimen de Manuel
    González, no había en escena ningún
    político que pudiera opacar a Porfirio Díaz para
    las elecciones de 1884. Además, el presidente saliente
    estaba comprometido con Díaz para dejarle nuevamente el
    poder y la gente hablaba del general como la salvación a
    los serios problemas
    financieros del gobierno de González.

    Con este apoyo, Porfirio Díaz obtuvo 15 mil 776
    votos, contra 289 emitidos en favor de otros candidatos. Al tomar
    el poder, tuvo buen cuidado de deslindarse de Manuel
    González y su grupo, al cual la opinión
    pública calificaba de ladrón y exigía juicio
    político en su contra, mismo del que González
    salió bien librado. Díaz sabía que
    necesitaba consolidar su poder y con gran habilidad
    incorporó a su gobierno a los representantes más
    importantes de los distintos grupos políticos, como a
    Manuel Romero Rubio, antiguo lerdista y su suegro en ese momento;
    a Manuel Dublan, a quien se le conocía como imperialista;
    a Mariano Escobedo, también lerdista; a Felipe
    Berriozábal, del grupo de José María
    Iglesias; y otros. Como parte de esta estrategia
    política, Díaz acercó a los jerarcas de la
    Iglesia y fue
    flexible en la interpretación de las Leyes de Reforma,
    aunque también toleró las críticas
    periodísticas anticlericales.

    Aunque en un principio se sujetó a las Leyes de
    Reforma y a la Constitución, conforme se acercaban las
    siguientes elecciones, Díaz gobernó al margen de
    ellas y orientó su política a reforzar en la
    opinión
    pública la necesidad de una única
    reelección continua. El federalismo se
    fue a pique y el proceso de
    consolidación de un centralismo
    férreo se aceleró.

    Al volver Porfirio Díaz al poder en su segundo
    periodo, tuvo que enfrentar serios problemas económicos
    heredados de la
    administración gonzalista. Por más que su
    administración tomó medidas
    drásticas, éstas no fueron suficientes. Díaz
    retomó, entonces, el proyecto de llegar a un acuerdo con
    Inglaterra para poder, después, negociar un crédito
    para México. En febrero de 1886, tuvo que reconocer la
    deuda inglesa e incorporarla como deuda nacional, a pesar del
    disgusto de algunos sectores de la población. Arreglada la negociación,
    México obtuvo un préstamo de la banca inglesa y
    los capitales ingleses empezaron a fluir al país en el
    área minera. Las críticas hechas por la prensa a esta
    negociación le valieron una severa represión por
    parte de Díaz, quien encarceló a varios
    periodistas.

    Durante los tres primeros años de este segundo
    periodo, la economía mexicana progresó a
    cuentagotas; sin embargo, para 1877, la situación
    cambió. La producción de cultivos de exportación, como el henequén,
    maderas finas y el café,
    aumentó las exportaciones (76
    millones de pesos), las cuales sobrepasaron a las importaciones (67
    millones de pesos). Se añadieron tres mil
    kilómetros más de vías férreas y se
    aumentó el número de kilómetros de
    telégrafo, entre otras cosas.

    Todos estos signos de progreso elevaron el prestigio del
    general Díaz y le abonaron el camino para su
    reelección, bajo el argumento de que la prosperidad apenas
    empezaba y que para consolidar la dirección del proceso era necesario que el
    General siguiera al frente del país, sólo una vez
    más, para lograrlo.

    La política de Porfirio Díaz, durante el
    cuatrienio 1884-1888, había dado fruto. En su
    último año de gobierno, con una economía en
    proceso de recuperación, una infraestructura en espera del
    capital
    extranjero y un panorama político sin contrincantes,
    Porfirio Díaz logró que la legislatura de Jalisco
    propusiera su reelección, apoyado por algunos
    periódicos y por los grupos conservadores. Fue por esos
    días cuando Francisco Bulnes dijo: "El buen dictador es un
    animal tan raro que la nación que posee uno debe
    prolongarle no sólo el poder, sino la vida".

    El Congreso federal, al igual que los congresos locales,
    aprobó la reforma sobre la reelección y Díaz
    se lanzó a la elecciones. De 16 mil 709 votos emitidos en
    los comicios del 19 de marzo de 1988, don Porfirio cosechó
    16 mil 662, nada menos que el 98 % del total. Los votantes se
    habían convencido de los atributos del señor, quien
    con su política centralista había logrado la paz,
    aunque hiciera caso omiso de la democracia y
    el progreso estuviera cimentado en la deuda externa y
    la desigualdad.

    El lema que resume la política de Porfirio
    Díaz, a partir de su tercer periodo de gobierno, es "Poca
    política y mucha administración", como la
    estrategia adecuada para lograr sus objetivos de
    orden y progreso. A partir de este periodo presidencial y hasta
    1911, Díaz sería dueño del poder (1). En
    este cuatrienio, la economía de México se vio
    amenazada por una crisis
    financiera, provocada por la pérdida de las cosechas
    debida a las agudas sequías de esos años, y por la
    depreciación de la plata en el mercado mundial,
    lo cual originó la devaluación del peso mexicano. Esta crisis
    propició sacudidas sociales y descontentos; por ejemplo,
    las tribus yaquis se sublevaron y la oposición tomó
    fuerza de nuevo.

    La mala situación económica había
    propiciado el fortalecimiento de la oposición y Porfirio
    Díaz necesitaba una nueva estrategia para reelegirse. Con
    este motivo, y tras bambalinas, propició la
    fundación, en 1891, de la Junta Central Porfirista, que
    más tarde cambiaría su nombre a Unión
    Liberal. El objetivo
    inmediato era postular a Porfirio Díaz para un cuarto
    periodo presidencial.

    Esta tarea fue organizada por Manuel Romero Rubio,
    suegro de Díaz, quien invitó a participar a un
    grupo de jóvenes intelectuales de diversas creencias
    políticas y que más tarde
    tendrían un destacado papel dentro
    de la administración porfirista. En este grupo estaban
    Manuel M. de Zamacona, Pablo Macedo, Francisco Bulnes, Benito
    Juárez Maza, José Ives Limantour, Mariano Escobedo,
    Rosendo Pineda, Joaquín Casasús y otros. Muchos de
    ellos eran liberales que, aunque habían luchado por la no
    reelección, consideraban que para garantizar la
    estabilidad y la paz, conseguidas después de largos
    periodos de lucha, se necesitaba que Porfirio Díaz
    siguiera en el poder y sentara, así, las bases materiales
    para el progreso económico. No obstante, este grupo
    planteaba la necesidad de una democracia restringida, sin
    caudillos militares, ideas que le sirvieron a Díaz como
    pantalla democrática para las elecciones, pero que
    después condenó como ilusiones inútiles.
    Dicha situación le generó oposición en
    algunos sectores de diversas tendencias, los cuales organizaron
    clubes y grupos políticos, como el Club de Obreros
    Antirreeleccionistas o los estudiantes antirreeleccionistas, en
    contra de la reelección del presidente. Sin embargo,
    Díaz contendió en las elecciones de 1892 y
    ganó sin mayor dificultad.

    Al iniciar su nuevo periodo, el otra vez presidente no
    modificó su gabinete, lo cual le originó severas
    críticas por parte de diversos periódicos, mismos
    que fueron clausurados y muchos de sus colaboradores
    encarcelados. La crisis económica iniciada en el periodo
    anterior no se había resuelto; el hambre amenazaba el
    campo y la devaluación del peso mexicano en ese tiempo
    trajo consecuencias difíciles para las actividades
    comerciales e industriales y, con ello, el retiro de algunas
    inversiones
    extranjeras.

    Después de la fallida política hacendaria
    de Matías Romero, hombre que
    sustituyó en el cargo a Manuel Dublán, llegó
    a la Secretaría de Hacienda uno de los jóvenes
    intelectuales de la Unión Liberal, José Ives
    Limantour. Este último logró, con sus medidas,
    nivelar el presupuesto y
    vencer la crisis, lo cual no sólo le proporcionó un
    gran prestigio a él, sino también al régimen
    de Porfirio, que había ganado de nuevo la batalla, y por
    supuesto al grupo de jóvenes intelectuales que giraban en
    torno a
    él: los Científicos.

    Economía.

    Fue durante su gobierno cuando llegó un grupo de
    inversionistas estadounidenses dispuestos a invertir en el
    sistema ferroviario y en las minas de Sonora y Chihuahua. Durante
    los cuatro años de su gobierno se aumentaron 4 mil 658
    kilómetros de vías de ferrocarril, contando todos
    los tramos que, aunados a los 1 mil 073 existentes, sumaban 5 mil
    731 kilómetros a lo largo del país.

    Si bien las nuevas inversiones señalaban la senda
    del esperado progreso, dos años después
    empezarían los problemas, cuando el costo de la vida
    subió. La población se opuso a medidas tomadas por
    González, como el uso de monedas de níquel en lugar
    de las tradicionales de plata, que no representaban su valor en el
    metal, y la aceptación de una negociación
    profundamente desventajosa para México, en la cual se
    reconocía una deuda con Inglaterra equivalente a 86
    millones de pesos. Ambas medidas tuvieron que ser revocadas. Hubo
    una medida, sin embargo, que no pudo ser revocada, y que
    cristalizó más tarde en el Decreto sobre Deslinde y
    Colonización de los Terrenos Baldíos que afectaba
    seriamente las tierras de las comunidades indígenas y
    favorecía a los hacendados. En Hidalgo y San Luis
    Potosí hubo sublevaciones contra los malos tratos y el
    despojo de tierras, pero, en aras del progreso, fueron
    violentamente sofocadas.

    Inversión Extranjera.

    La inversión de capitales foráneos tuvo
    como uno de sus renglones la construcción de ferrocarriles. En 1880
    México tenia 1 100 kilómetros de vías
    férreas; para 1910 existen ya 19 mil kilómetros.
    Las compañías norteamericanas aprovecharon las
    ventajosas concesiones que otorgaba el gobierno de Díaz.
    al trazar los ferrocarriles se impusieron sus intereses,
    aprovecharon sus fuerzas y su capital para tazar vías
    ferroviarias a la frontera norte, sin pretender comunicar las
    regiones del país que mas lo necesitaban, ni mucho menos
    conectar las costas mexicanas de ambos mares.

    Con la finalidad de acelerar la construcción de
    vías férreas el gobierno otorgo subsidios a las
    compañías, sentando las bases para una crisis de
    las finanzas
    publicas. Para cubrir el pago de los subsidios el gobierno
    recurrió al expedienté de entregarles tierras alas
    compañías ferrocarrileras; en esta forma el
    ferrocarril nacional recibo 327 600 hectáreas, en 1910;
    Pearson magnate ferrocarrilero, 1.5 millones de hectáreas
    en Chihuahua; los constructores del Istmo de Tehuantepec, 600 mil
    hectáreas. Lógicamente, esta política,
    contribuyo a crear grandes latifundios en manos de empresarios
    norteamericanos, que incluso poseían enormes propiedades
    en la frontera norte, violando, de paso la legislación
    mexicana.

    Los ferrocarriles jugaron un papel esencial en el
    Porfiriato. Contribuyeron a romper el aislamiento tradicional de
    los principales centros productores y los integraron en un
    mercado nacional, y para algunos productos,
    internacional; propiciaron la movilidad de la población, y
    contribuyeron a conservar el orden social mediante el
    rápido traslado de tropas para reprimir las sublevaciones
    populares. Como su impacto económico directo sobre el
    volumen y la
    estructura del
    crecimiento
    económico fue considerable, provocaron consecuencias
    políticas, sociales e institucionales proporcionales en
    magnitud. Ligaron el futuro de l país a los procesos
    contradictorios del moderno subdesarrollo
    capitalista dependiente, apesar de los impulsos
    democráticos de su gran revolución.

    La banca.

    José Ives Limantour, ministro de Hacienda,
    logró que se aprobara la Ley General de Instituciones
    del Crédito, con la cual se modificaba la forma en que
    venía funcionando el sistema crediticio en México.
    En ella se daban facilidades para la creación de
    instituciones bancarias de tres tipos: emisoras (que
    podían fabricar o emitir dinero),
    hipotecarias (préstamos sobre hipoteca de fincas rurales y
    urbanas) y refaccionarias (podían dar crédito para
    actividades industriales y comerciales). Con base en esta ley,
    durante el Porfiriato se crearon veintiocho instituciones
    bancarias emisoras de billetes, tres bancos
    hipotecarios y cinco bancos refaccionarios, siete de los cuales
    se establecieron en el Distrito Federal.

    A finales del siglo XIX, los estados norteños de
    Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, San Luis
    Potosí y Durango tenían 8 de los 19 bancos que
    funcionaban en México. En 1899, a iniciativa del
    empresario Enrique C. Creel, se creó uno de los más
    importantes, el Banco Central
    Mexicano, para coordinar y respaldar a sus asociados provinciales
    y hacer contrapeso a los dos bancos más importantes del
    país que se asentaban en la capital: el Banco Nacional de
    México y el Banco de Londres y México, que eran los
    que tenían la libertad de
    acción en toda la república. Para 1907, el Banco
    Central se convirtió en el segundo más importante
    de México. Los bancos norteños, junto con las
    inversiones industriales, fueron los pivotes de desarrollo de
    los capitales regionales, que el autor Mario Cerruti ha llamado
    el eje empresarial Chihuahua-La Laguna-Monterrey.

    Las actividades comerciales e industriales tuvieron
    acceso a crédito, a dinero líquido, que les
    permitió un gran avance; no así el sector
    agrícola, cuya situación se agravó conforme
    pasaron los regímenes porfirianos. En 1905, por las alzas
    y bajas en el precio de la
    plata, el gobierno se vio en la necesidad de llevar a cabo una
    reforma monetaria que consistió en adoptar el
    patrón oro en lugar de que la plata fuera el metal que
    respaldara a la economía, como lo habían hecho
    otros países en el mundo. Esto trajo como consecuencia
    inmediata la devaluación del peso mexicano. Se dejó
    de acuñar plata en la Casa de Moneda y este metal fue
    desapareciendo del sistema monetario. Sin embargo, en 1907, con
    la crisis económica que estalló en Estados Unidos,
    México se vio envuelto en una nueva e irresoluble crisis
    financiera.

    Minería y Petroleo.

    Oreo de los campos de inversión extranjera fue la
    minería, a
    la que se destinaba la cuarta parte total. Hasta los años
    1891-92 se explotaron básicamente los metales
    preciosos, oro , palta; pero a partir de esa fecha fue creciendo
    la exacción de minerales
    industriales como cobre, plomo,
    antimonio, zinc y mercurio. A pesar de que la producción
    de matales preciosos se multiplico por cuatro durante el
    Porfiriato, aumento mas rápido la del cobre , plomo y
    zinc, que representaba la tercera parte del valor de la
    producción total a finales del Porfiriato.

    Ya en los años de 1909-1910, las inversiones
    norteamericanas dominaban casi totalmente la industria
    extractiva. Para 1911, de los 286.3 millones de dolares
    invertidos en esta rama, 223 millones eran norteamericanos.
    Igualmente nos encontramos que estaba en manos de capital
    foráneo la mayor parte de las empresas
    metalúrgicas del país, de las cuales las mas
    importantes pertenecían a capitales estadounidenses, cuyas
    inversiones en esta rama llagaban de 1911 a 26 millones de
    dolares, mientras que las de los mexicanas apenas
    ascendían a poco mas de 7 millones de dolares.

    También el caso de la producción minera
    requiere una análisis mas alla de los puros datos. En efecto,
    apesar del auge, la minería era sumamente sensible a los
    efectos de las crisis externas y se veía afectada por los
    altibajos de la demanda
    mundial. Ello fue muy claro en el caso de la palta y en algunos
    momentos del cobre.

    La explotación petrolera en México se
    inicio en el mes de marzo de 1901. Comenzando esta
    explotación la Mexican Petroleum Company fundad por Edward
    Doheny, significativamente conocido como "el rey del petroleo",
    que empezó extrayendo el hidrocarburo en los campos del
    Ébano, región cercana a Tampico. En 1905, se creo
    una filial, de triste memoria por los
    abusos a que se sometió la población y al
    país, la Huasteca Petroleum Company. Doheny monopolizo la
    producción de dicho hidrocarburo, combustible fundamental,
    que por aquel entonces se empleaba en las locomotoras y los
    motores de
    combustión interna.

    Era impresionante la riqueza de los pozos petroleros
    mexicanos. En septiembre de 1910 broto el pozo Casiano 7 que
    produjo 75 millones de barriles; en diciembre , broto el Potrero
    del Llano 4, que durante 28 años rindió 117
    millones de bariles; en febrero de 1914 comenzó a fluir el
    Zurita 3, que durante 14 años dio 21 millones de barriles
    a la Sinclair.

    Partiendo de apenas 10 mil bariles diarios en 1901, la
    producción mexicana de petroleo llego a 12 millones y
    medio en 1911 ya 93 millones en 1912. E l problema era que el
    país no se beneficiaba en nada de toda esta riqueza.
    Primero las compañías de Doheny y después de
    la Pearson, el magnate petrolero ingles, obtuvieron gigantescas
    dividendo extrayendo el oro negro de nuestro subsuelo. El acuerdo
    que habían encho con el dictador Díaz y el grupo de
    los "científicos", les permitían lucrar
    inmensamente a cambio prácticamente de nada,

    Sociedad

    La Ciudad de México era el centro del bullicio.
    Los teatros se llenaban con importantes personalidades de la
    sociedad, del mundo intelectual y de la política para ver
    y oír cantar ópera a Adelina Patti o al tenor
    Tamagno. En el teatro se
    consagraban Virginia Fábregas y Andrea Maggi y en las
    tandas del teatro Principal la gente aplaudía con fervor a
    María Conesa o a Mimí Derba, aquella tiples
    cómicas cuyos nombres siguen llenos de nostalgia por la
    opereta. Los bailes de don Porfirio eran famosos por aquella
    magnificencia y aquellos aires europeos con los que se llevaban a
    cabo.

    En el campo, la vida cotidiana no daba lugar a las
    diversiones. Las duras jornadas no permitían distracciones
    y las difíciles condiciones de vida sólo
    posibilitaban un frugal alimento, consistente en maíz,
    frijoles y chile, y la
    constante esperanza de mejorar.

    Las comunidades indígenas, al margen del progreso
    alcanzado por la sociedad urbana, gozaban de la libertad de
    festejar a sus santos patronos en fiestas que propiciaban la
    redistribución de los pocos recursos que se
    podían acumular. Con ellas se disipaba la ansiedad de
    perder la tierra o de ser condenados a la leva y a los trabajos
    forzados en las haciendas. La vida cotidiana durante el
    Porfiriato era el reflejo de una sociedad fincada en la
    desigualdad.

    Clases
    Sociales.

    En vísperas de la revolución de 1910 el
    sistema de producción social estaba representado por
    relaciones en las que la forma capitalista era dominate. Por esta
    razón, en la estructura de la sociedad mexicana ya se
    había destacado como clases fundamentales la
    burguesía, el proletariado y el campesino. claro esta,
    cada una de estas clases, a su vez, tenia una estructura compleja
    y especifica, así como complejos y multilaterales, eran
    los rasgos económico-sociales de la sociedad mexicana que
    genero a esas
    clases.

    La férrea estructura de clases, resultado obvio
    de las relaciones de producción mencionadas, tenia una
    conformación clara de un país dependiente, con
    estructuras
    aún semifeudales, mezcladas con las
    capitalistas:

    1. Burguesía extranjera, fundamentalmente
      norteamericana y europea.
    1. Incipiente burguesía nacional. Estaba
      repartida por actividades económico-políticas
      en:

    a) Burguesía aliada ala capital extranjero. En
    gran parte la casta dirigente política ("los
    científicos).

    b) Burguesía terrateniente, burguesía
    industrial y comerciante. Estas dos ultimas dos muy importantes,
    había en estos grupos, desde los criollos, hasta mestizos
    (como el mismo general Díaz).

    Sectores medios, pequeña burguesía.
    Profesionistas e intelectuales, empleados, pequeños
    comerciantes y propietarios, artesanos, miembros del ejercito y
    el clero.

    1. Proletariado rural urbano. Si sumamos a los
      trabajadores fabriles, los mineros, los ferrocarrileros, los
      portuarios y los petroleros, tenemos que para 1910 eran cas 860
      mil obreros. Esta era una nueva clase que había nacido
      casi durante el porfirismo, si bien ya empezaba a manifestarse
      desde mediados del siglo pasado. En buena parte provenía
      de los campesinos despojados de sus tierras y de los artesanos
      arruinados por lla competencia con las fabricas.
    1. Indígenas campesinos, propietarios de tierra
      comunales, o pequeños propietarios
    1. Lumpenproletariado.

    Organizaciones
    Obreras.

    La Gran Familia
    Artística, la Fraternidad de Sastres y la Sociedad de
    Artesanos y Agricultores son algunos de los nombres de las
    primeras sociedades de
    obreros y artesanos organizadas en México en las
    últimas décadas del siglo XIX. Estas sociedades
    tenían un carácter mutualista (de ayuda mutua), que
    veía por sus asociados en casos de necesidades
    apremiantes.

    El movimiento
    cooperativista se unió al mutualismo y de ahí
    surgieron otras sociedades que se extendieron por toda la
    república mexicana. Paulatinamente, dentro de estas
    organizaciones, los intereses se orientaron a luchar por el
    derecho al trabajo y a mejores condiciones laborales. Esto se
    sintetizó en el Círculo de Obreros de
    México, fundado en 1876, que logro extenderse hasta captar
    8 mil agremiados de muchas sociedades mutualistas y
    cooperativistas.

    Sin embargo, durante el Porfiriato hubo muchas
    dificultades para que prosperaran las organizaciones obreras, por
    lo que el Círculo de Obreros de México fue
    perdiendo fuerza. En la década de 1900 a 1910, las ideas
    de los clubes liberales, primero, y del Partido Liberal Mexicano,
    después, así como el pensamiento
    llegado de Europa –el sindicalismo,
    el anarquismo y el comunismo–,
    fueron reorientando la dirección de la lucha de las
    asociaciones obreras. Se sumaron, entonces, muchas asociaciones
    obreras a los planteamientos reivindicativos propuestos, e
    incluso sirvieron para las acciones de huelga de los
    mineros de Cananea y Río Blanco en 1906 y 1907,
    respectivamente. No obstante, las sociedades obreras, en general,
    nunca plantearon un cambio radical de sistema y en muchas
    ocasiones buscaron al Estado como apoyo y mediación,
    ubicando a su enemigo en los industriales nacionales y
    extranjeros.

    Educación.

    La necesidad de dar educación a todo
    México era un argumento que habían utilizado muchos
    gobiernos desde la declaración de independencia.
    En los años porfiristas, no fue menos usado. La
    educación se concebía a sí misma como una
    educación liberal. Sin embargo, en realidad fue orientada
    más a los sectores urbanos que rurales y más a la
    educación media y superior que a la elemental. La
    educación tenía la meta de formar
    ciudadanos, y era más fácil formarlos en las
    áreas urbanas y modernas, dando cuenta de una
    visión positivista de acuerdo a la
    época.

    En 1881, una de las políticas educativas fue la
    apertura de escuelas normales para instruir a los maestros y, a
    partir de ahí, expandir una educación primaria
    moderna, basada en una historia de México desde el punto
    de vista liberal que chocaba con la realidad política
    vivida. La educación preparatoria se fortaleció con
    la Escuela Nacional Preparatoria y 33 escuelas en los estados. Se
    crearon sociedades científicas y literarias que se
    encargaron de la nueva educación
    superior.

    En 1905 se creó la Secretaría de
    Instrucción Publica y Bellas Artes, encabezada por Justo
    Sierra, y en 1910 empezó a funcionar la Universidad
    Nacional de México (cuyo titular fue también Justo
    Sierra), reuniendo a algunas escuelas que operaban desde 1894. En
    el campo, las pocas escuelas que funcionaban estaban en los
    pueblos y las haciendas que trabajaban en condiciones muy
    primitivas; por desgracia no tuvieron mayor impacto en la
    población. La Iglesia, por su parte, no expandió su
    labor educativa, sólo contaba con el 4% de los planteles
    existentes para 1910.

    Esos años presenciaron la fundación de un
    gran número de sociedades científicas, impulsadas
    por la filosofía de la época que pensaba que
    la ciencia
    resolvería el problema de México. Algunas de ellas
    fueron la Sociedad Positivista, Sociedad de Medicina Interna,
    Sociedad Geológica y el Instituto Médico Nacional.
    Sin embargo, la aportación al avance de la ciencia no
    parece haber sido muy elocuente, salvo en el área de la
    medicina, en donde se aplicaron nuevas formas de diagnóstico. No obstante, materias como la
    economía, la sociología, la etnología y la
    historia tomaron un papel importante.

    Así como las ciencias
    exactas intentaban descubrir las leyes de la naturaleza, las
    ciencias
    sociales querían descubrir las del comportamiento
    social que llevaran al progreso. Este concepto era
    identificado, por algunos autores, con las raíces
    europeas, la modernidad y la
    sociedad urbana. El lado opuesto de estas características –lo indígena,
    lo rural y lo tradicional– era considerado como un lastre
    en la evolución del país. En el mundo de
    las letras, los múltiples diarios y revistas dieron pie a
    una gran actividad literaria. La tendencia a modificar las
    costumbres y renovar el lenguaje se
    hizo presente en las discusiones entre los escritores y
    propició la exploración de nuevas formas de
    expresión.

    En la pintura, las
    nuevas tendencias modernistas llegaron de Europa y encontraron
    fieles seguidores. Entre los más importantes estaban
    Saturnino Herrán, Félix Parra, Germán
    Gedovious, Joaquín Clausell, Ignacio Rosas, Mateo
    Herrera, Gonzalo Argüelles Bringas, Julio Ruelas y el
    pródigo y vibrante paisajista Gerardo Murillo, conocido
    como el Dr. Atl, precursor de la Escuela Mexicana de
    Pintura.

    En la arquitectura,
    fueron aquellos años la emulación de los palacios
    afrancesados: las miras estaban puestas de nuevo en Europa.
    Fueron también años de monumentos y centros
    ciudadanos. El paseo de la Reforma albergó el monumento a
    Cuauhtémoc y a Cristóbal Colón,
    además de la famosa columna de la Independencia, realizada
    por el arquitecto Antonio Rivas Mercado. Se construyó el
    hemiciclo a Benito Juárez, obra del arquitecto Heredia, y
    el monumento a Josefa Ortiz de Domínguez en la Plaza de
    Santo Domingo. Proliferaron también, por todo el
    país, los teatros y las salas de conciertos. En San Luis
    Potosí se erigió el teatro de la Paz y en
    Guanajuato el teatro Juárez. En México se
    construyó el teatro Nacional, proyectado por Adamo Boari.
    A toda esta obra se sumaron diversos edificios de gobierno, como
    el de Correos, el palacio Legislativo, el edificio de la
    Compañía de Luz, el palacio de Comunicaciones
    y otros.

    Movimientos.

    Apagado el descontento de lerdistas e iglesistas, la
    oposición al régimen de Díaz se dio
    esporádicamente en algunos periódicos y,
    aisladamente, en algunos estados, como Chihuahua, Coahuila y
    Guerrero. Estas revueltas, si bien tuvieron como trasfondo las
    condiciones de vida auspiciadas por la dictadura porfirista,
    fueron causadas por las luchas por el poder regional. Tales
    fueron los casos de Coahuila, con el derrocamiento del gobernador
    Garza Galán, y los conflictos
    locales agravados por las crisis económicas, como el caso
    de la matanza de los pobladores de Tomóchic en Chihuahua.
    Pero a partir de 1900, grupos opositores al régimen fueron
    modelando su propio rostro y brotando por aquí y por
    allá.

    En 1901, Camilo Arriaga, conocido potosino,
    convocó a un congreso en San Luis Potosí, para
    discutir y acordar una forma de protesta contra los abusos y
    arbitrariedades del gobierno de Porfirio Díaz. De
    ahí se formó la Confederación Liberal, con
    un manifiesto apegado a la doctrina liberal, que buscaba
    también el orden, el progreso y la libertad. Para
    septiembre de ese año se fundó el primer club
    liberal en San Luis Potosí. En 1902, este grupo
    volvió a reunirse planteando demandas más
    específicas: libertad de
    expresión, sufragio efectivo, municipio libre y
    reforma
    agraria. "Para filtrar el liberalismo en
    el espíritu de las masas" se acordó la
    fundación de clubes liberales por todo el país (1).
    Éstos proliferaron poco a poco, llegando a formarse 200,
    muchos de los cuales sirvieron también como
    expresión de grupos, clanes y caciques desplazados del
    poder, pero pocos de ellos llegaron a las masas.

    1. Francois Xavier Guerra: México del antiguo
    régimen a la Revolución, p. 25.

    Entre arresto y arresto, los dirigentes liberales
    siguieron con su labor. Camilo Arriaga, Antonio Díaz Soto
    y Gama, Juan Sarabia y los hermanos Flores Magón
    escribían artículos y pronunciaban discursos una
    y otra vez. En 1903 suscribieron otro manifiesto en donde
    declararon su lucha contra el clero y sus privilegios; contra la
    rapiña de los extranjeros, funcionarios y ricos; contra el
    militarismo y contra la miseria en la que estaban sumidos los
    peones, indios y obreros, e incluso las clases medias. La
    reacción de Porfirio Díaz fue violenta:
    ordenó el cierre de los diarios de oposición y
    arrestó a la mayoría de los dirigentes de los
    clubes. Meses más tarde, los hermanos Flores Magón
    y Arriaga se refugiaron en Estados Unidos, país en el que
    surgieron diferencias entre ellos.

    Huelga de Cananea y Río
    Blanco.

    Las condiciones de trabajo en las minas y
    fábricas, el descontento obrero, las ideas de los clubes
    liberales y el
    periódico Regeneración se conjuntaron,
    propiciando el estallido de tres conflictos, entre 1906 y 1907,
    que serían recordados como antecedentes al movimiento
    revolucionario: la huelga de los mineros de Cananea, la huelga de
    mecánicos del Ferrocarril Central en varios estados
    norteños y la huelga de los textileros en Río
    Blanco.

    El director de la Cananea Consolidated Copper Company
    había rechazado las peticiones de los mineros,
    consistentes en aumento salarial a 5 pesos, jornada de trabajo de
    8 horas y trato igual a trabajadores mexicanos y norteamericanos.
    Los huelguistas avanzaron pacíficamente pero fueron
    reprimidos con lujo de violencia. El saldo fue de 30 muertos, 40
    heridos y muchos encarcelados. Esta huelga impulsó a otros
    movimientos reivindicativos en el país. A principios de
    julio de 1906 estalló la huelga de ferrocarrileros en
    Chihuahua, quienes demandaban igualdad
    salarial a empleados mexicanos y extranjeros y
    participación en las decisiones de la empresa. La
    huelga duró un mes en términos pacíficos,
    pero se extendió a Nuevo León, Aguascalientes y San
    Luis Potosí. Porfirio Díaz tuvo que mediar en el
    conflicto, a petición de los gobernadores, ofreciendo una
    solución justa y legítima. Se logró un
    convenio con la compañía sobre salarios e
    igualdad de los trabajadores.

    Las condiciones laborales en el ramo textil en Veracruz,
    Puebla y Tlaxcala eran cada vez más deplorables. Los
    obreros se organizaron en el Gran Círculo de Obreros
    Libres, que publicó sus demandas en un periódico
    radical. Los industriales, a su vez, se organizaron
    también en el Círculo Industrial Mexicano y
    publicaron un reglamento conjunto para todos los obreros de la
    zona. Dicho reglamento planteaba una jornada laboral de 12
    horas y media, cobro a los obreros por máquinas
    averiadas, multas por productos que no cumplieran con la calidad
    requerida e inspección a las casas que les alquilaba la
    compañía. Esto detonó el movimiento de
    huelga. Ante la negativa de los industriales de negociar, se
    solicitó la mediación del presidente Díaz,
    pero los industriales se rehusaron al arbitraje
    presidencial por considerar que no debería intervenir en
    las relaciones de trabajo. Entonces, decidieron cerrar las
    fábricas hasta que los huelguistas aceptaran el
    reglamento. Más de 30 mil obreros se quedaron sin trabajo;
    algunos emigraron al norte del país, a las propiedades de
    Francisco I. Madero, quien les ofreció empleo. El
    presidente Díaz dictaminó, según algunos
    autores, en contra de los huelguistas, y según otros,
    favoreciéndolos en casi todo, menos en la exigencia de una
    cartilla de trabajo. Esta determinación presidencial dio
    lugar a la decisión de continuar la huelga. El día
    7 de enero, los huelguistas se aglutinaron afuera de la
    fábrica y se lanzaron contra la tienda de raya y a liberar
    presos. Entonces llegaron las tropas a reprimirlos, dejando un
    saldo de 17 muertos. Los saqueos a las tiendas de raya se
    generalizaron y ello desató la represión. En tres
    días, las tropas habían matado a más de 400
    personas.

    Partido Liberal.

    En 1906, en un exilio activo, Juan Sarabia, Antonio
    Villarreal, Librado Rivera y los hermanos Flores Magón
    fundaron el Partido Liberal Mexicano (PLM) y desde San Luis
    Missouri dieron a conocer su programa político, mismo que
    más tarde influiría en los planteamientos de la
    Constitución de 1917. Este programa proclamaba la
    necesidad de una revolución armada para acabar con el
    orden existente. Poco a poco, los dirigentes habían pasado
    de concepciones liberales a concepciones radicales, influidas por
    las ideas anarquistas de la época. La definición
    del grupo dirigente por la insurrección armada
    separó a los arriaguistas del resto del grupo. Para estos
    últimos, el camino a seguir era la educación del
    pueblo, que permitiera su regeneración y, con ello, una
    acción política más decidida a largo
    plazo.

    El programa del PLM fue difundido por el proscrito
    periódico Regeneración, que tenía eficientes
    canales de
    distribución clandestina. Dicho programa, según
    sus dirigentes, sería el que tomaría el gobierno
    que sustituiría a Díaz. Ningún sector estaba
    excluido del programa, para bien o para mal. Profundamente
    anticlerical, precisaba la circunscripción de la Iglesia a
    los asuntos religiosos y la confiscación de sus riquezas y
    privilegios. A los hacendados se les permitiría conservar
    sus tierras productivas y sólo se confiscarían las
    baldías, las cuales serían repartidas entre los
    peones. Se planteaba la necesidad de aumentar los sueldos que
    permitieran un mejor nivel de vida y la adquisición de
    mercancías, buscando, así, ampliar el mercado
    interno y el fortalecimiento de la industria nacional; se
    proponía, también, la educación obligatoria
    por parte del Estado. Se hacía énfasis en la
    regulación de las relaciones laborales: prohibición
    del trabajo
    infantil, jornada de ocho horas, descanso dominical, mejores
    condiciones de salubridad, indemnización por accidentes y
    otras más. El asunto agrario estaba planteado con menos
    profundidad y hacía hincapié en las condiciones
    laborales de los jornaleros y peones, la abolición de las
    tiendas de raya, el aumento del salario, la
    repartición de las tierras no productivas y la
    creación de una banca agrícola. También
    incluía una reforma fiscal que
    favoreciera a las clases medias y tasara a las clases altas, y se
    pedía la restitución de las zonas libres en la
    franja fronteriza.

    En general, el programa del Partido Liberal
    confería un papel fundamental al Estado, y al pueblo el de
    vigilante de los actos del poder mediante el ejercicio del
    civismo: era necesario que el pueblo interviniera en los asuntos
    públicos. El programa determinaba la vía armada
    contra la tiranía de Porfirio Díaz. Entonces se
    trazó el plan de una insurrección para septiembre
    de 1906, pero fue descubierto; no obstante, hubo revueltas en
    aquel otoño. Las autoridades mexicanas y americanas
    encarcelaron a los principales dirigentes y colaboradores del
    partido. Al conocerse estos hechos, muchos de los que
    simpatizaban con el movimiento, como el propio Francisco I.
    Madero, cortó con el PLM por no estar de acuerdo con la
    vía armada y algunos de sus planteamientos.

    FIN

    CONCLUSIONES

    Como bien se sabe el Porfiriato fue una época en
    la cual muchos mexicanos y extranjeros sofrieron bajo la forma de
    gobierno del general Díaz, ya que no tenían la
    libertad de expresión o eran tratados como
    esclavos, pero no por eso se debe de calificar a Porfirio
    Díaz como un represor ya que también en su gobierno
    o dictadura hubo un gran cambio ya que favorecido a la
    modernización del país como lo fue el ferrocarril,
    ya que fueron las bases para lo que se conoce hoy en
    día.

    "… solo sé una cosa, y es que no se
    nada…."

    "Sócrates"

    BIBLIOGRAFÍA

    Ángel Gallo Miguel. Mexico En Su Historia
    2

    edición. Quinto Sol México
    D.F.

    Viva Mexico A Través De Su
    Historia.

    INAH,. Multimedia
    Interactiva, Electronic Publishing S.A de C.V 1997.

    Luis González y González Álbum
    De México

    1ª edición. Bancomer.

    Enciclopedia Cumbre Ilustrada

    Editorial Hachette LatinoAmerica

    Edición 1998 Mexico D.F

    APÉNDICE

    Cronología

    1855 Juan Álvarez,
    Presidente

    1857 5 de febrero, constitución de
    1857. Mexico vuelve a ser republica federal.

    Plan de tacubaya contra de la
    constitución de 1857.

    1858 Benito Juárez presidente
    constitucional.

    Féliz María Zuluaga,
    presidente de los conservadores.

    Se inicia la guerra de Reforma o de 3
    años.

    1859 Leyes De Reforma

    Charles Darwin publica
    en Inglaterra "El origen de las especies".

    1860 Victoria de los liberales en
    Calpulapan

    1861 Benito Juárez entra triunfante
    a la ciudad de México.

    Suspensión del pago de la deuda
    externa.

    España, Inglaterra y Francia
    envían tropas a México.

    61-65 Guerra de Secesión de los
    E.U.

    1862 Convenios de la soledad: Inglaterra y
    España se retiran.

    Intervención Francesa en
    México.

    5 de mayo, batala en Puebla.

    1864 Maximiliano y Carlota, emperadores de
    México.

    Fundación de la Academia Nacional de
    Medicina.

    Joseph Lister descubre en Inglaterra la
    manera de desinfectar heridas.

    1866 Las tropas francesas se retiran de
    México.

    1867 Los republicanos toman Puebla y
    Querétaro.

    Fusilamiento de Maximiliano.

    Instalación del Observatorio
    Astronómico Nacional .

    1868 Gabino Barrera, director de la Escuela
    Nacional Preparatoria.

    1871 Plan de La Noria contra
    Juárez.

    1872 Muerte de
    Juárez

    Sebastián Lerdo,
    presidente.

    1873 Se ignagura el ferrocarril mexicano
    (Mexico-Veracruz).

    1876 Porfirio Díaz lanza el Plan de
    Tuxtepec.

    Porfirio Díaz, presidente
    provisional.

    El telefono, inventado en los E.U por
    Graham Bell.

    1877 Porfirio Díaz, presidente
    constitucional.

    Inauguración del Observación Meteorológico
    Nacional.

    El fonógrafo inventado en E.U por
    Thomas Alba Edison.

    1878 Los focos, inventado por Thomas Alba
    Edison..

    1880 Manuel González,
    presidente.

    Abolición de la esclavitud en
    México.

    1881 Ferrocarril,
    Mérida-Progreso.

    1884 Ferrocarril central,
    México-Ciudad Juárez.

    Porfirio Díaz nuevamente
    presidente.

    1885 Louis Pasteur desarrolla en Francia la
    vacuna contra la rabia.

    1888 Ferrocarril Nacional,
    México-Laredo.

    Reelección de Porfirio
    Díaz.

    1890 Censo del D.F: 362,549
    habitnates.

    Se paga la deuda que hbia con
    E.U.

    1892 Reelección de Porfirio
    Díaz.

    Ferrocarril
    México-Oaxaca.

    1893 Tratado Mariscal-Spencer, frontera
    México-Belice.

    1894 Ferrocarril del Istmo:
    Coatzacoalcos-Salina Cruz.

    1895 La telegrafía sin hilos
    inventada por el Italiano Gugliemo Marconi.

    Los rayos X
    descubiertos en Alemania por Wilhelm Roentgen.

    1986 El cine llega a
    México.

    Reelección de Porfirio
    Díaz.

    1899 Ferrocarril:
    México-Cuernavaca.

    Rebelión de los yanquis.

    1900 Reelección de Porfirio
    Díaz.

    Inauguración del gran canal de la
    ciudad de México.

    1902 Proclamación de la
    República Cubana..

    1903 Primeros vuelos en aeroplano de
    motor.

    1904 Reelección de Porfirio
    Díaz.

    1905 Inauguración del hospitla
    Central de México.

    Teoría
    de la Relatividad.

    1906 Huelga de Cananea,
    Sonora.

    1907 Huelga de Río Blanco,
    Veracruz.

    1908 Entrevista
    Díaz-Creelman.

    1909 Organización del partido
    Antireeleccionista.

    1910 Mayo, Creación de la
    UNAM.

    Septiembre, Celebración del
    centenario de la Independencia..

    Octubre, Plan de San Luis por Francisco I.
    Madero.

    Noviembre, Madero inicia la Rev.

    Diciembre, Ultima reelección de
    Porfirio Díaz.

    1911 Mayo, batalla de ciudad
    Juárez.

    renuncia de Porfirio
    Díaz.

    Octubre, Francisco I. Madero presidente
    electo.

    Noviembre, Plan de Ayala, de Emiliano
    Zapata.

    1912 Marzo, Sublevación de Pascual
    Orozco, contra Madero.

    Abril, Titanic se hunde en su primer
    viaje.

    1913 Febrero, Decena
    Trágica.

    Victoriano Huerta presidente.

    Asesinato de Madero y Pino
    Suárez..

    Marzo, Plan de Guadalupe, de Venustiano
    Carranza.

    Noviembre, Francisco Villa
    toma ciudad Juárez.

    1914 Abril, Defensa de Veracruz contra
    tropas norteamericanas.

    Villa toma Torreón.

    Mayo, Triunfo de Villa en
    Paredón.

    Junio, Villa toma Zacatecas.

    Julio, victoriano Huerta abandona el
    país.

    Octubre, Convención en
    Aguascalientes

    Diciembre, Ejércitos de Zapata y
    Villa en la capital..

    1915 Julio, Álvaro Obregón
    derrota a Francisco villa en Celaya.

    Noviembre, Venustiano Carranza y
    Álvaro Obregón ocupan la capital.

    1917 Febrero, 5 Se promulga la
    constitución.

    Abril, Venustiano Carranza presidente
    constitucional.

    Realizado por:

    Elias Sanchez Calderón

    bundis[arroba]hotmail.com

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