Posibilidad de maximizar el contenido de proteína de la leche vía alimentación
1 INTRODUCCION
Es bien sabido los problemas
por los que atraviesa el sector lácteo nacional,
específicamente los productores, quienes han tenido que
afrontar fuertes bajas en el precio
pagado por el litro de leche. Esto
se ve favorecido por los lo bajo de los precios
internacionales los cuales son manejados por la gran oferta de
leche excedentaria subsidiada por los países
productores, o bien por lo bajo de los costos de
producción en países como Nueva
Zelanda.
Por otro lado está la cada vez más
exigente pauta de pago que tienen las empresas
lácteas, la cual ha evolucionado desde los pagos por
volumen
solamente, hasta complejas pautas en que se consideran castigos
y premios ya sea por calidad
sanitaria y composicional. En este último punto ha toma
gran importancia la cantidad de proteína de la leche la
cual es de gran valor al
momento de quererle dar valor
agregado haciendo un procesamiento de ella, por ejemplo en la
producción de quesos.
Es por ello que en el presente informe se
tiene como objetivo
detallar los constituyentes de la leche, describir algunos
factores que afectan el nivel de proteína y ver la
factibilidad
de hacerlo vía alimentación.
2.1 Constituyentes de la leche.
Desde un punto de vista cualitativo, la leche de todas
las especies tiene una semejante composición, aunque las
proporciones de las diferentes fracciones varían entre
especies (MCDONALD et al., 1999). En el Cuadro 1 se
puede apreciar la composición normal de la leche de
algunos animales
domésticos. Se observa que los más importantes
componentes son la grasa, proteína bruta y lactosa
(excluyendo el agua).
Además se aprecia que a pesar de lo variable de las
diferentes fracciones entre especies, la lactosa es el
constituyente más estable. Según señalan
MURRAY y MAGA (1999), en promedio la leche contiene un 86% de
agua, 5% de
lactosas, 4,1% de grasa, 3,6% de proteína, 0,7% de
minerales y
un pH de
6,6-6,7, existiendo variaciones por la raza de la vaca, etapa
de lactación y tipo de alimento, siendo la grasa al
más variable entre los componentes.
CUADRO 1 Composición media de la
leche de los animales de
granja (g/kg).
Grasa | Sólidos no | Proteína Bruta | Lactosa | Calcio | Fósforo | Magnesio | |
Vaca Cabra Oveja Cerda | 37 45 74 85 | 90 87 119 120 | 34 33 55 58 | 48 41 48 48 | 1,2 1,3 1,6 2,5 | 0,9 1,1 1,3 1,7 | 0,12 0,20 0,17 0,20 |
FUENTE: MCDONALD et al. (1999).
2.1.1 Proteínas. Del total de
nitrógeno de la leche, aproximadamente el 95 % se
encuentra en forma de proteína, el resto está en
forma de urea, creatina, glucosamina y amoníaco que
pasan de la sangre a la
leche (MCDONALD et al., 1999). Dentro de las proteínas se encuentran las
caseínas las cuales están compuestas por
a
S-, b -, k – y ¡ -caseínas. A su vez las
a S
están en formas multifosforiladas (a S1,
a
S2, a S3, a S4, a S5 y
a S6).
Estas en conjunto constituyen el 80 % de la proteína
láctea, siendo la b -caseína la más abundante de
ellas en la leche bovina (LATRILLE, 1999; HURLEY, s.f.). El
cuadro 2 muestra la
distribución aproximada de las proteínas en la leche.
A las caseínas le sigue en abundancia la
b -lactoglobulina y
el resto de las se componen de pequeñas
cantidades a
-lactoalbúminas, seroalbúminas e
inmunoglobulinas, entre otras (Cuadro 2) (MCDONALD et
al., 1999; HURLEY, s.f.).
Los aminoácidos de la sangre son los
principales precursores de la proteína de la leche
aunque pequeños péptidos pueden también
hacer una contribución, produciéndose la síntesis
láctea en las células
alveolares de la glándula mamaria (ALDERMAN, 1998).
Además tiene lugar una notable interconversión
entre aminoácidos antes de que tenga lugar la síntesis, siendo importantes algunos
aminoácidos como fuente de otros (MCDONALD et
al., 1999).
CUADRO 2 Distribución de las
diferentes fracciones proteicas dentro de la proteína de
leche descremada.
Proteína | % aproximado de la | Peso Molecular | |
-Caseína | 45-55 | 23,000 | |
-Caseína | 8-15 | 19.000 | |
ß-Caseína | 25-35 | 24.000 | |
-Caseína | 3-7 | — | |
-Lactalbúmina | 2-5 | 14.437 | |
ß- Lactalbúmina | 7-12 | 18.000 | |
Seroalbúmina | 0,7-1,3 | 68.000 | |
Lactoferrina | 0,2-0,8 | 87,000 | |
Immunoglobulinas: | |||
IgG1 | 1-2 | 160.000 | |
IgG2 | 0,2-0,5 | 160.000 | |
IgM | 0,1-0,2 | ~ 1.000.000 | |
IgA | 0,05-0,10 | ~ 400.000 | |
Fracción peptona de la | 2-6 | 4.100 a 200.000 |
FUENTE: HURLEY (2002).
2.1.2 Lactosa. La lactosa o "azúcar de la leche" es un
disacárido compuesto por una molécula de
b -D-Glucosa y
b -D-Galactosa
mediante un enlace b
-(1 ®
4), teniendo un grupo
reductor activo. No es tan soluble como la sacarosa y es menos
dulce. Esta se produce en la glándula mamaria casi
totalmente a partir de glucosa, aunque una pequeña
cantidad se obtiene de acetato y glicerol (MCDONALD et
al., 1999). La cantidad de lactosa sintetizada esta
estrechamente relacionada con la cantidad de leche producida
diariamente, esto debido a que la glándula mamaria
agrega agua a la
leche para mantener relativamente constante la
concentración de ésta (WATTIAUX y ARMENTANO, s.
f.).
2.1.3 Grasa láctea. La grasa de la leche
principalmente una mezcla de triacilgliceroles que contienen
una gran variedad de ácidos
grasos saturados e insaturados. Dentro de los ácidos
grasos saturados predomina el palmítico y entre los
insaturados están constituidos principalmente por
ácido oleico, con pequeñas cantidades de
linoleico y linolénico. Además se caracterizan
por la existencia de ácidos grasos de cadena corta,
media y larga (MCDONALD et al., 1999). En el Cuadro 3 se
observa la proporción de los ácidos grasos
más importantes de la leche comparados con los forrajes
frescos y musculatura.
Todos los ácidos grasos de cadena corta y parte
de los de cadena media (hasta C16) son sintetizados
de novo en la ubre a partir de acetato y
3-hidroxibutirato, los restantes ácidos grasos, es
decir, el resto de cadena corta y la totalidad de cadena larga,
son absorbidos por la ubre a partir de lipoproteínas,
triglicéridos y ácidos grasos libres de baja
densidad
(ALDERMAN, 1998). Aproximadamente la mitad de los ácidos
grasos de la leche provienen de cada uno de esos
orígenes (MCDONALD et al., 1999).
CUADRO 3 Concentración de los mayores
ácidos grasos en lípidos de forraje fresco, leche tejido
adiposo.
Acido Graso | N° de carbonos en la N° de dobles enlaces. | Forraje fresco | Leche | Músculo | |||
Myrístico | 14:00 | 10 | 120 | 30 | |||
Palmítico | 16:00 | 110 | 310 | 260 | |||
Esteárico | 18:00 | 20 | 110 | 140 | |||
Oleico | 18:01 | 50 | 240 | 470 | |||
Linoleico | 18:02 | 120 | 30 | 30 | |||
Linolenico | 18:03 | 620 | 10 | 10 |
FUENTE: PHILLIPS (2001).
2.1.4 Minerales.
Estos pueden clasificar en dos grupos. El
primero incluye los elementos minerales mayoritarios (Ca, P, Mg
y Cl) y el otro grupo
corresponde a los elementos traza, que incluyen otros 25
elementos tales como Al, Sn, B, As, Si, F, Br y I, todos los
cuales se absorben de la sangre (MCDONALD et al.,
1999).
2.1.5 Vitaminas. Las vitaminas
son absorbidas directamente de la sangre. Tiene gran riqueza de
vitamina A, pero las cantidades de vitamina C, D, E y K son muy
bajas. Además incluye numerosas vitaminas
del complejo B como tiamina, riboflavina, ácido
nicotínico, ácido pantoténico, biotina,
folacina, colina, vitamina B12 e inositol (MCDONALD
et al., 1999).
2.2 Variación de la proteína
láctea.
La concentración de proteína en la leche
es de gran importancia en la industria
láctea, ésta tiene importantes efectos en la
calidad de la
coagulación para la fabricación de queso y
yogurt, siendo mejor con una mayor concentración de
caseína, además está su efecto en
rendimiento de la leche en queso, obteniéndose
más queso por litro de leche a medida que aumenta la
concentración de proteína (WHITE, 2001; PHILLIPS,
2001; KLEI et al., 1997; TORNADIJO et al. 1998).
A continuación se detallan los factores que afectan el
nivel de proteína en la leche.
2.2.1 Variación de la proteína
láctea por efectos no – nutricionales. Los
factores que más influyen en la concentración de
proteína en la leche son la genética y la alimentación siendo
el más importante el primero de ellos, existiendo
además otras fuentes de
variación como son la edad, sanidad de la ubre, etapa de
lactación (LATRIILE, 1999; MCDONALD et al., 1999;
VELAZQUEZ, 2000).
En el Cuadro 4 se observa el efecto de la genética en la composición e la
leche. Se puede observar que no solo existe una gran
variación entre razas, sino que además
varía bastante entre individuos dentro de una misma
raza. Según señala MADONALD (1999), la raza
Jersey produce la leche de mejor calidad, en tanto que la alta
producción de la raza Holstein
sería la causante de la peor calidad.
En este sentido GODDARD y WIGGANS (1996)
señalan que la raza Holstein es la dominante a nivel
mundial esto principalmente por su alta productividad,
sin embargo la raza Jersey se esta convirtiendo en una
alternativa importante principalmente por su altos contenidos
de sólidos en la leche y su pequeño
tamaño. En el cuadro 5 se muestra la
diferencia en producción de leche y porcentaje de
sólidos de las principales razas de Estados
Unidos.
CUADRO 4 Porcentaje de grasa, proteína y
lactosa en la leche de diferentes razas.
Raza | Grasa (%) | Proteína (%) | Lactosa (%) | Referencia | |
Holstein | 3.5 | 3.0 | 4.6 | Jennes (1985) | |
Holstein | 3.3 | 3.7 | 4.5 | Sharaby (1988) | |
Holstein | 3.9 | 2.8 | 4.9 | Nagel and Broderick (1992) | |
Holstein | 3.6 | 3.0 | 4.9 | Rodríguez et al. | |
Holstein | 3.8 | 2.9 | 5.1 | Rodríguez et al. | |
Jersey | 4.9 | 3.6 | 4.7 | Jenness (1985) | |
Jersey | 4.3 | 4.5 | 4.2 | Sharaby (1988) | |
Jersey | 5.0 | 3.7 | 5.0 | Rodríguez et al. | |
Jersey | 4.3 | 4.5 | 4.2 | Rodríguez et al. | |
Lecheras* | 3.2 | 3.2 | 3.8 | Mondragón et al. (1983) | |
Guernsey | 4.6 | 3.5 | 4.8 | Jenness (1985) | |
Ayrshire | 4.0 | 3.3 | 4.6 | Jenness (1985) | |
Brown Swiss | 3.8 | 3,2 | 4.8 | Jenness (1985) |
* = Pardo Suizo, Holstein y sus cruzas.
FUENTE: VELAZQUEZ (2000).
CUADRO 5 Estandarización de la lactancia
promedio por raza para 1.861.284 vacas con registros
usados en evaluación genética y reproducción en los Estados Unidos
en 1996.
Raza | Porcentaje de vacas | Producción de leche | Grasa (%) | Proteína (%) | |
Ayrshire Brown Swiss Guernsey Holstein Jersey | 0,5 0,9 0,7 92,4 5,5 | 7102 8088 6431 9962 6848 | 3,9 4,0 4,5 3,6 4,6 | 3,3 3,5 3,5 3,1 3,8 |
FUENTE: GODDARD y WIGGANS (1996).
Otra fuente de variación de la proteína
de la leche (y en general en los sólidos totales) es la
etapa de la lactancia en que se encuentra la vaca. Su
concentración declina gradualmente las primeras 12
semanas de lactación, posterior a ello vuelve a aumentar
esta llegar aproximadamente a los niveles con que se
inició la lactancia (Figura 1) (PHILLIPS,
2001).
KLEI et al. (1997) estudiaron el efecto del
numero de ordeñas (2 o 3 veces al día) en la
calidad composicional de la leche en vacas Holstein separadas
según etapa de lactación en temprana, media y
tardía (1 a 99, 100 a 199 y 200 a 299 días en
leche respectivamente. En términos de porcentaje de PC y
Caseína, los autores concluyeron que hubo una baja
significativa de ambas variables en
la leche de 3 ordeñas al día. El porcentaje medio
de caseína fue de 2,283 y 2,366% para 3 y 2
ordeñas al día respectivamente. Esto
basándose en la formula de Van Slyke para estimar
rendimiento de queso, y asumiendo un leche con 3,6% de grasa,
la leche de 2 ordeñas tiene un rendimiento de 9,714
kg/100 kg de leche y la leche de 3 ordeñas 9,570 kg/100
kg de leche (Emmons et al., 1993 citados por KLEI et
al., 1997).
FIGURA 1 Efecto de la etapa de lactancia en la
concentración de proteína, grasa y lactosa en la
leche.
FUENTE: PHILLIPS (2001).
Por último MCDONALD et al. (1999)
señalan como una importante fuente de variación
de los sólidos de la leche, pero menos importante en su
efecto en la proteína láctea, la edad de la vaca,
indican que la calidad de la leche disminuye con la edad
teniendo lugar un descenso de la proteína y la lactosa a
un mismo ritmo, esto en forma lineal.
2.2.2 Variación de la proteína
láctea por efectos nutricionales. Los efectos de la
alimentación sobre la concentración de
proteína son menores que los observados en la
concentración de grasa, pero esta claramente establecido
que existe una directa relación con el consumo de
energía (EMERY, 1978; DEPETERS y CANT 1992; PHILLIPS,
2001). Esta puede ser aumentada (la energía de la dieta)
incrementando el consumo de
concentrado o bien, mejorando la calidad del forraje (PHILLIPS,
2001). El mismo autor señala que en términos
generales un aumento de 10 MJ en el consumo de energía
metabolizable (2,4 Mcal aproximadamente), tiene una respuesta
de 0,6 g/kg más de proteína en la leche, sin
embargo, la respuesta es curvilínea, por lo tanto en
altos niveles energéticos la respuesta es
menor.
Por otro lado DEPETERS y CANT (1992) en un
review sobre el tema señalan que un resumen de 13
estudios encontró una correlación positiva entre
consumo de energía y concentración proteica de la
leche, incrementándose el nivel de proteína 0,015
unidades porcentuales por cada megacaloría incrementada
en la energía neta. Tanto PHILLIPS (2001) como DEPETERS
y CANT (1992) coinciden que éste aumento en la
concentración proteica va acompañado de un
aumento en la producción de leche. Este efecto de la
relación forraje:concentrado se observa en forma
esquemática en la figura 2. Donde además se
aprecia que incrementos en el concentrado disminuyen la grasa
de la leche.
FIGURA 2 Diagrama
esquemático del efecto de la relación
forraje:concentrado en la producción y calidad de
leche.
FUENTE: Sutton (1986), citado por ALDERMAN
(1998).
En este sentido SUTTON (1989), señala que el
reemplazar el ensilaje de pradera por melasa en raciones
completas, resulta en un incremento de 3,1 a 3,5% de
proteína en la leche de vacas en que se reemplazó
el 48% de ensilaje.
En otros 2 ensayos se
evaluó el efecto de incrementar el contenido de
almidón en el concentrado de vacas lecheras estabuladas,
en el primero de ellos se prepararon 5 concentrados con niveles
crecientes de almidón de 50 a 384 g/kg de MS. En el
segundo de ellos se prepararon tres concentrados,
también con niveles crecientes de almidón (22,5 a
273 g/kg de MS), el alimento base fue ensilaje de pradera. En
ambos ensayos se
observó un incremento de la proteína
láctea, en el primero de ellos subió de 32 a 33,6
g/kg de leche, en el segundo experimento se incrementó
de 32,3 a 33,5 g/kg de leche, no viéndose afectado la
producción ni el consumo de ensilaje, sin embargo el
contenido de grasa se vio disminuido (Figura 3), (KEADY et
al. 1999).
FIGURA 3 Efecto del consumo de almidón en la
concentración de grasa y proteína de la
leche.
FUENTE: KEADY et al. (1999).
ROBINSON (2000) explica que el aumento de la PC en la
leche producto de
aumentar el consumo de energía se debe a los cambios
asociados a la fermentación ruminal, existiendo un
aumento en los nutrientes digestibles de absorción
intestinal, o bien por un mayor flujo de proteína
bacteriana desde el rumen al intestino.
Otra alternativa para modificar la proteína en
la leche es descrita por WRIGHT et al. (1998), quienes
evaluaron la respuesta a la suplementación con niveles
crecientes de proteína no degradable a nivel ruminal
(PND) en 4,5, 14,9 y 29,1% del consumo de materia
seca. Los autores determinaron que existe una respuesta lineal
en la producción de proteína láctea al
aumentar la PND de la dieta, pero esto en respuesta a la mayor
producción de leche, y no a una mejora en la
concentración. Por otro lado, DEPETERS y CANT (1992)
señalan que al efecto de la suplementación con
proteína en la dieta no es tan claro o es muy
pequeño, y se observa una mejor respuesta ante
restricciones previas del animal. Esto coincide con lo descrito
por SUTTON (1989).
En el Cuadro 6 se presenta los resultados de un ensayo en
que se estudió el efecto del contenido de
proteína en el concentrado en 2 niveles (210 y 290 g/kg
de concentrado BMS), además de 3 niveles de
degradabilidad de la proteína, alta degradabilidad (642
g/kg de PC), media (516 g/kg PC) y baja degradabilidad (383
g/kg PC). Los autores señalan que existe un
pequeño pero significativo incremento de la
producción de leche (1,4 L/día) al aumentar la
proteína de la dieta, pero la respuesta en
concentración y producción de proteína no
es tan clara, además se observó un efecto
negativo al aumentar el nitrógeno excretado por las
fecas y orina. Similar situación se observa con los
efectos de la degradabilidad de proteína.
CUADRO 6 Efecto del contenido y degradabilidad en
el rumen de la proteína del concentrado en la
producción de vacas Holstein.
Item | Proteína cruda | ||||
Contenido | Degradabilidad | ||||
Bajo | Alto | Alta | Media | Baja | |
Consumo total (kg MS/día) Composición de la leche Grasa (g/L) Proteína (g/L) Lactosa (g/L) | 17,6 44.9 32.2 47.7 | 18,1 45.2 32.6 47.6 | 17,7 44.6 32.0 48.4 | 17,9 44.8 33.3 46.9 | 17,9 45.6 31.8 47.8 |
FUENTE: CASTILLO et al. (2001).
Sin embargo en un anterior estudio, Sutton et
al. (1996), citados por BEEVER et al. (2001),
diseñaron un estudio para determinar el efecto de la
interacción de la proteína y energía,
utilizando una serie de concentrados en vacas primíparas
y multíparas . Para ello usaron 6 concentrados, 3 de
ellos balanceados en EM (6 kg/vaca/día) con
concentraciones crecientes de proteína (200, 300 y 400 g
PC/kg MS); los otros 3 balanceados en energía y con
consumo de proteína diaria de 1,8 kg/vaca dando 9, 6 o 3
kg de concentrado con 200, 300 y 600 g PC/kg respectivamente, y
por ende, bajando el consumo de energía. Alimento base
silo de pradera. Resultado de vacas multíparas se
observan en el Cuadro 7.
CUADRO 7 Efecto del incremento del consumo de
proteína a igual consumo de energía, y reduciendo
del consumo de energía a igual consumo de
proteína, en el consumo, producción y calidad de
leche en vacas Holstein multíparas.
Tipo de concentrado | Igual consumo de energía | Reducción del consumo de | ||||
Tratamiento* | 6/200 | 6/300 | 6/400 | 9/200 | 6/300 | 3/600 |
Consumo de forraje (kg MS/día) Producción de leche Composición de la leche Proteína Grasa | 11,2 26,9 30,3 40,5 | 12,0 28,1 31,8 39,2 | 11,9 30,9 32,6 38,7 | 9,9 30,3 31,2 39,0 | 11,9 28,6 31,4 38,8 | 14,4 28,8 32,8 38,1 |
* = 6/200, 6/300, 6/400 y 9/200, 6/300, 3/600, se
refiere a la cantidad de concentrado suministrado (kg
MS/día) y contenido de PC (g/kg MS).
FUENTE: Adaptado de Sutton et al. (1996),
citados por BEEVER et al. (2001).
A igual consumo de energía, el aumento del
consumo de proteína resultó en un leve aumento
del consumo de ensilaje (0,8 kg), aumento de la
producción de leche y un aumento en la
concentración de proteína (2,3 g/kg). No obstante
la grasa láctea se vio afectada en su
concentración. Al reducir el consumo de energía
(manteniendo la proteína), se observó un aumento
en el consumo de ensilaje, pero no fue lo suficiente para
evitar la caída en la producción de leche en 1,5
L/día. Sin embargo la concentración de
proteína se incrementó en 1,6 g/kg.
BAUMAN (2000), señala que en general la
respuesta a la suplementación proteica tienen como
efecto aumentar la producción de proteína en la
leche, esto cuando el aporte de proteína microbiana o
bypass es inadecuado, pero la respuesta es poco
importante o no hay respuesta con vacas bien
alimentadas.
Por otro lado SALCEDO (1998) en un ensayo en
que utilizó una dieta base de ensilaje de pradera y
suplementado con un concentrado formado por cebada y como
fuentes de
proteína harina de soya o harina de pescado,
determinó que el reemplazo de proteína degradable
en el rumen (harina de soja) por una
de baja degradabilidad (harina de pescado) non afecta el
consumo ni la producción, sin embargo la
concentración de proteína láctea aumento
de 2,81 a 3,07%
Con respecto a la suplementación con grasa a
dietas de vacas lactantes, NRC (2001) señala que se
produce una disminución de la concentración
proteica en la leche, esta sería de:
,
donde "y" es el porcentaje del tratamiento sobre el
control, y
"x" es el porcentaje de grasa en el total de la dieta.
También se señala que la fracción
nitrogenada que más se va afectada es la caseína.
No obstante DEPETERS y CANT (1992), señalan que a pesar
de la disminución en la concentración, a menudo
se observa un aumento en la producción diaria de
proteína producto de
un aumento en el consumo de energía neta de lactancia,
lo se traduce en un a mayor producción de
leche.
El efecto de usar enzimas como
aditivo en la alimentación de vacas lecheras fue
estudiado por YANG et al. (1999), para lo cual
utilizó vacas canuladas al rumen y duodeno alimentadas
con una dieta base de 45% de concentrado, 10% de ensilaje de
cebada y 45% heno de alfalfa en cubos, este último fue
tratado con 0, 1, 2 g de enzima por kilo de MS de heno, y un
cuarto tratamiento en que tanto el concentrado como el heno
fuero tratados con
1 g enzimas/kg de
MS. Los resultados se muestran en el Cuadro 8. Los autores
señalan que el contenido de proteína es alto
(P<0,09) en las vacas en las que se uso 2 g/kg de heno y 1 g
para heno y concentrado, comparado con la dieta control (0
enzimas). Obteniéndose el mejor resultado en
producción de leche con el tratamiento donde se uso 2 g
de enzimas por kg de heno. No se observó un efecto sobre
el porcentaje de grasa de la leche.
En otro ensayo
SCHINGOETHE et al. (1999) en que utilizaron
enzimas (xilanasa y celulasa) aplicadas a una dieta de silo de
maíz
(33% de la MS), heno de alfalfa (22% de la MS), semilla de
algodón (6% de la MS) y maíz
descascarado y molido (23% de la MS) (Corn, shelled
cracked), logrando un incremento de 3,28 a 3,43 % de
proteína en la leche al agregar 1 L de enzima por
tonelada de ración (bms). Observándose
también un incremento en la producción de leche y
en el porcentaje de grasa. Sin embargo al separar la lactancia
en etapas, la lactancia media (100 – 204 días) no
tuvo respuesta.
CUADRO 8 Producción y composición de
la leche de vacas alimentadas con dietas que contienen
enzimas.
Item | Tratamientos | |||
Control1 | Heno + | Heno + | Heno y conc. + | |
Consumo (kg/día) Producción de leche Composición (%) Grasa Proteína Lactosa | 20,4 23,7 3,79 3,36 4,56 | 20,7 24,6 3,70 3,41 4,61 | 20,7 25,6 3,78 3,48 4,6 | 20,8 25,3 3,76 3,49 4,62 |
(1): Control= 0 Enzimas; (2)= 1
g de enzima/kg de heno (bms); (3)= 2 g de enzima/kg
de heno (bms); (4)= Heno y concentrado con 1 g de
enzimas.
FUENTE: YANG et al. (1999).
OFFICER (2000), señala que el uso de enzimas
directamente sobre los alimentos
será una alternativa cada vez más usada por la
simplicidad de aplicación. Sin embargo el mismo autor
señala que hay que tener presente que la acción
de las enzimas se ve afectada por una serie de factores, esto
incluye la composición de la dieta, fuente de las
enzimas, mezcla de enzimas, temperatura
ambiente y
clase de animales.
Los principales componentes de la leche son la
lactosa, grasa y proteína, siendo estos muy variables
entre especies. La concentración de lactosa es la
más estable, la cual esta relacionada directamente con
la producción.
La grasa de la leche principalmente una mezcla de
triacilgliceroles que contienen una gran variedad de
ácidos grasos saturados e insaturados, sintetizados en
parte por la ubre o bien, absorbidos por esta directamente de
la sangre.
Del N nitrógeno de la leche aproximadamente el
95% está en forma de proteína principalmente
Caseína (80%).
Los Factores que más influyen en la
concentración de proteína en la leche son la
genética y la alimentación siendo el más
importante el primero de ellos, existiendo además otras
fuentes de variación como son la edad, sanidad de la
ubre, etapa de lactación.
Existe una directa relación entre el consumo de
energía y la concentración de proteína,
mejorando esta última con el aumento en el consumo de
energía, por ejemplo aumentando la relación
forraje concentrado.
Respuesta no tan clara se ve ante el uso de
proteína, sin embargo ésta es mejor le precede
una dieta deficiente. Animales bien alimentados no se comportan
igual.
El uso de enzimas se ve como una alternativa de
fácil implementación, observándose una
respuesta positiva en concentración de proteína,
no obstante debe tenerse presente que su respuesta es
variable.
La leche de todas las especies tiene una semejante
composición, aunque las proporciones de las diferentes
fracciones es variable. Los más importantes componentes
son la grasa, proteína bruta y lactosa (sin considerar
el agua). En
promedio la leche contiene un 86% de agua, 5% de lactosas, 4,1%
de grasa, 3,6% de proteína, 0,7% de minerales y un
pH de
6,6-6,7, existiendo variaciones por la raza de la vaca, etapa
de lactación y tipo de alimento, siendo la grasa al
más variable entre los componentes.
Del total de nitrógeno de la leche,
aproximadamente el 95 % se encuentra en forma de
proteína. Dentro de las proteínas se encuentran
las caseínas las cuales están compuestas
por a
S-, b -, k – y ¡ -caseínas. A su vez las
a S
están en formas multifosforiladas y en conjunto
constituyen el 80 % de la proteína láctea. Los
aminoácidos de la sangre son los principales precursores
de la proteína de la leche aunque pequeños
péptidos pueden también hacer una
contribución.
La lactosa o "azúcar de la leche" es un
disacárido compuesto por una molécula de
b -D-Glucosa y
b -D-Galactosa. Esta
se produce en la glándula mamaria casi totalmente a
partir de glucosa, aunque una pequeña cantidad se
obtiene de acetato y glicerol.
La grasa de la leche principalmente una mezcla de
triacilgliceroles que contienen una gran variedad de
ácidos grasos saturados e insaturados. Todos los
ácidos grasos de cadena corta y parte de los de cadena
media (hasta C16) son sintetizados de novo en
la ubre a partir de acetato y 3-hidroxibutirato, los restantes
ácidos grasos, es decir, el resto de cadena corta y la
totalidad de cadena larga, son absorbidos por la ubre a partir
de lipoproteínas, triglicéridos y ácidos
grasos libres de baja densidad
Los más importantes minerales son Ca, P, Mg y
Cl, y en vitamina destacan los aportes en vitamina. Ambos
(minerales y vitaminas) se absorben de la sangre.
La importancia de la proteína de la leche
radica en los efectos que tiene en la industria
láctea, tiene importantes efectos en la calidad de la
coagulación para la fabricación de queso y
yogurt, siendo mejor con una mayor concentración de
caseína. Tiene un efecto también en el
rendimiento de la leche en queso, obteniéndose
más queso por litro de leche a medida que aumenta la
concentración de proteína.
Los factores que más influyen en la
concentración de proteína en la leche son la
genética y la alimentación siendo el más
importante el primero de ellos, existiendo además otras
fuentes de variación como son la edad, sanidad de la
ubre, etapa de lactación. Existe una gran
variación entre razas en la concentración de
proteína en la leche, destacando la raza Jersey por sus
altos niveles, además existe importante variación
entre individuos de una misma raza.
Otra fuente de variación de la proteína
de la leche (y en general en los sólidos totales) es la
etapa de la lactancia en que se encuentra la vaca. Su
concentración declina gradualmente las primeras 12
semanas de lactación, posterior a ello vuelve a aumentar
esta llegar aproximadamente a los niveles con que se
inició la lactancia.
El aumento en el número de ordeñas (2 a
3 veces al día) afecta negativamente la
proporción de proteínas en la leche.
Los efectos de la alimentación sobre la
concentración de proteína son menores que los
observados en la concentración de grasa, pero esta
claramente establecido que existe una directa relación
con el consumo de energía. Se ha observado que, en
términos generales, un aumento de 10 MJ en el consumo de
energía metabolizable (2,4 Mcal aproximadamente), tiene
una respuesta de 0,6 g/kg más de proteína en la
leche, sin embargo, la respuesta es curvilínea, por lo
tanto en altos niveles energéticos la respuesta es
menor. Este aumento en la concentración proteica va
acompañado de un aumento en la producción de
leche.
El uso de niveles crecientes de almidón como
fuente de energía determinó un aumento de la
concentración de proteína en la leche. Similar
situación se observó con el uso de
melaza.
El aumento de la PC en la leche producto de aumentar
el consumo de energía se debe a los cambios asociados a
la fermentación ruminal, existiendo un
aumento en los nutrientes digestibles de absorción
intestinal, o bien por un mayor flujo de proteína
bacteriana desde el rumen al intestino.
La suplementación con proteína en la
dieta no es tan claro o es muy pequeño, y se observa una
mejor respuesta ante restricciones previas del animal. Se ha
observado que existe una respuesta lineal en la
producción de proteína láctea al aumentar
la PND de la dieta, pero esto en respuesta a la mayor
producción de leche, y no a una mejora en la
concentración. Además con niveles altos de
proteína en la dieta, hay un aumento en excreción
de nitrógeno al medio
ambiente. Otros autores han encontrado positivas respuestas
al usar proteína no degradable.
La suplementación con grasas en la dieta se
traduce en una disminución de la proteína de la
leche siendo la caseína la que más se ve
afectada, no obstante esta disminución del porcentaje de
proteína por lo general va acompañado a un
aumento en la producción diaria de leche lo que se
traduce en un aumento de la proteína producida al
día, esto producto de un aumento en el consumo de
energía neta de lactancia.
El uso de enzimas directamente aplicados sobre los
forrajes ha entregado positivas respuestas,
traduciéndose en un incremento del porcentaje de
proteína láctea. Por su fácil
implementación se vislumbra como una interesante
alternativa si se consideran los factores que podrían
afectar su resultado (naturaleza de
los componentes de la ración, origen de las enzimas,
temperatura
ambiente y
tipo de animales, entre otros.
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CHRISTIAN AMANDUS ALVARADO GILIS
VALDIVIA – CHILE