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Factores psicológicos intervinientes en la calidad de vida de personas en la etapa de la vejez



    1. Marco
      teórico
    2. Bases
      teóricas

    MARCO
    TEÓRICO

    1. ANTECEDENTES

    2.1.1 Históricos. Envejecer
    es la creciente incapacidad del cuerpo de una persona de
    mantenerse por sí solo y realizar las cosas que
    hacía antes. El resultado es que con el paso del tiempo aumenta la
    probabilidad
    de fallecimiento. Aunque esta definición describe el
    proceso
    biológico, no explica el porqué envejecen las
    personas. Las teorías
    del envejecimiento se refieren al proceso de
    envejecimiento primario, que implica los cambios graduales e
    inevitables relacionados con la edad que aparecen en todos los
    miembros de una especie. Este tipo de envejecimiento es normal y
    sucede a pesar de la salud, el estilo de vida
    activo y el carecer de enfermedades.

    • La teoría psicosocial de Erikson. Cuando
      los adultos entran en una etapa final de la vida, dijo Erikson
      (citado por Papalia, 1997), su tarea consiste en contemplar su
      vida en conjunto y con coherencia. Necesitan aceptar su propia
      vida tal como la han vivido y creer que lo hicieron lo mejor
      posible en sus circunstancias. Si tienen éxito
      en esta tarea, habrán desarrollado la integridad del
      ego. La integridad del ego sólo puede obtenerse tras
      haber luchado contra la desesperación. Cuando
      ésta domina, la persona teme
      la muerte, y
      aunque pueda expresar desprecio por la vida, continúa
      anhelando la posibilidad de volver a vivirla. Cuando impera la
      integridad, la persona posee la fuerza
      propia de su edad, que es la sabiduría. Con la
      sabiduría el adulto sabe aceptar las limitaciones. El
      adulto sabio sabe cuándo aceptar el cambio y
      cuándo oponerse al mismo, cuándo sentarse en
      silencio y cuándo luchar.

    El paso a la tercera edad no pone fin a la generatividad
    de una persona. A medida que la categoría de las personas
    mayores aumenta, Erikson predice que éstas
    permanecerán implicadas en los asuntos del mundo durante
    mucho más tiempo (Erikson y
    Hall, 1987). Contempla la tercera edad como un período
    más productivo y creativo que en el pasado –en el
    que un artista de 80 años, escritor o músico, ya no
    serán algo excepcional.

    En su crisis final,
    integridad vs. desesperación, "Erikson considera que las
    personas de edad avanzada enfrentan una necesidad de aceptar su
    vida –la manera como han vivido- con el fin de aceptar su
    muerte
    próxima. Luchan por lograr un sentido de integridad, de
    coherencia y totalidad de la vida, en vez de dar vía a la
    desesperación sobre la incapacidad para volver a vivirla
    de manera diferente".

    De acuerdo con Erikson "Las personas que han tenido
    éxito
    en esta tarea integradora final construyendo sobre los resultados
    de las siete crisis
    previas, ganan un sentido más amplio del orden y del
    significado de sus vidas dentro de un ordenamiento social
    más grande, pasado, presente y futuro. La
    ‘virtud’ que se desarrolla durante esta etapa es la
    sabiduría, ‘un despreocupado e informado interés
    por la vida de cara a la muerte en
    sí misma’"; incluye aceptar lo vivido, sin
    arrepentimientos importantes sobre lo que pudo haber sido
    diferente, implica aceptar a los padres como las personas que
    hicieron lo mejor que podía y por tanto merecen amor, aunque
    no fueran perfectos, aceptar la propia muerte como el
    fin inevitable de la vida.

    Igualmente propone Erikson que las personas que no
    consiguen aceptar esto son desesperanzadas, porque ya no ven
    tiempo para reaccionar y enmendar aquello con lo que no
    están de acuerdo.

    Según Erikson "la edad adulta tardía es
    también una época para jugar, para rescatar una
    cualidad infantil esencial para la creatividad.
    El tiempo para la procreación ha pasado, pero la
    creación puede tener lugar todavía. Aun a medida
    que las funciones del
    cuerpo se debilita y la energía sexual puede disminuir,
    las personas pueden disfrutar ‘una experiencia enriquecida,
    corporal y mentalmente’".

    • La teoría de Jung. Jung vio a las
      personas mayores cómo todavía se esforzaban para
      desarrollarse a sí mismos, dado que creía que
      raramente se alcanzaba una personalidad
      integrada. Dentro de cada persona veía fuerzas y
      tendencias en conflicto
      que necesitaban ser reconocidas y reconciliadas. Parte de este
      reconocimiento se refleja en la tendencia de cada género a
      expresar rasgos generalmente asociados con el otro sexo. Jung
      proponía que esta tendencia aparecía por primera
      vez en la mitad de la vida, y observó que la
      expresión del potencial de género
      que estaba oculto aumentaba en la tercera edad.

    Durante la tercera edad, la expresión de los
    hombres de su feminidad y la de las mujeres de su masculinidad
    supone otro intento de reconciliar las tendencias en conflicto.
    Jung propuso que dentro de cada persona existía una
    orientación hacia el mundo exterior, que dominó
    extroversión, y una orientación hacia el interior,
    el mundo subjetivo, que llamó introversión. En la
    juventud y en
    gran parte de la mediana edad, las personas expresan su
    extroversión. Una vez que la familia ya
    ha salido adelante y la vida profesional ha llegado a su fin,
    hombres y mujeres se sienten libres para cultivar sus propias
    preocupaciones, reflexionar sobre sus valores y
    explorar su mundo interior. "Para una persona joven",
    escribió Jung (1969), "es casi un pecado o al menos un
    peligro preocuparse por ella misma; pero para la persona que
    está envejeciendo, es un deber y una necesidad dedicar
    seria atención a sí misma". Este cambio de
    orientación conduce a las personas mayores a desarrollar
    con paso firme la tendencia hacia la
    introversión.

    • Pensamiento postformal de Jean
      Piaget.
      Piaget consideró que el elemento
      más importante del pensamiento
      eran las operaciones
      lógicas. No obstante, el pensamiento
      del adulto es flexible, abierto y puede adaptarse de muchas
      maneras que van más allá de la lógica abstracta, lo cual se remite
      –en ocasiones- al pensamiento postformal.

    La madurez del pensamiento se refleja en la capacidad de
    combinar lo objetivo
    (elementos lógicos ó racionales) con lo subjetivo
    (elementos concretos o elementos basados en la experiencia
    personal).
    Esto ayuda a que las personas tengan en cuenta sus propias
    experiencias y sentimientos (Labouvie-Vief y Hakim Larson,
    1.989). En este momento puede aflorar la sabiduría como
    pensamiento flexible que capacita a la personas para aceptar la
    inconsistencia, la contradicción, la imperfección y
    el compromiso, de manera que puedan resolver problemas de
    la vida real.

    Esta madurez de pensamiento, o pensamiento postformal,
    se basa en la subjetividad y la intuición, así como
    en la lógica
    pura, característica del pensamiento en las
    operaciones
    formales. Los pensadores maduros personalizan su razonamiento y
    emplean la experiencia cuando tienen que enfrentarse a
    situaciones ambiguas.

    El pensamiento postformal también se caracteriza
    por un desplazamiento de la polarización (correcto Vs.
    Incorrecto, lógica Vs. Emoción, mente Vs. Cuerpo)
    hacia una integración de conceptos.

    2.1.2 Prácticos. Las investigaciones
    que se han realizado sobre la vejez en
    general en la ciudad de Medellín, en la Universidad
    Pontificia Bolivariana y en la Universidad San
    Buenaventura, incluyen temáticas, tales como:

    • Las actitudes
      frente a la muerte en personas de la tercera edad
    • Ideas Irracionales, locus de control y
      asertividad
      en personas de la tercera edad
    • Sexualidad en la tercera edad
    • Casos de depresión moderada en la tercera
      edad

    La investigación realizada en el año
    1.995, por Alexandra Meneses Zuluaga sobre "actitudes
    frente a la muerte en personas de la tercera edad", pretende dar
    cuenta, la actitud que
    tienen las personas de la tercera edad frente a la muerte, dado
    que se asume "que a esa edad hay más cercanía a la
    muerte". En muchos casos cuando muere un anciano se escuchan
    expresiones como: "ya era hora", "había vivido muchos
    años", " se fue a descansar".

    Por otra parte, la investigación realizada en el año
    1.995, por Clara Inés Ospina Flórez sobre "ideas
    irracionales, locus de control y
    asertividad en
    personas de la tercera edad de la ciudad de Medellín",
    abordó las ideas irracionales, el locus de control y la
    asertividad que manejan las personas de la tercera edad. El
    objetivo
    general fue identificar dichas ideas, así como los niveles
    de asertividad tanto en oposición como en expresión
    de afecto, y el locus de control, ya fuera interno u externo. La
    investigación corresponde a un estudio
    descriptivo.

    Otra investigación realizada en el año de
    1.997, por Margarita María Ospina Mejía, sobre
    "propuesta de un programa de
    educación
    sexual para grupos de la
    tercera edad", constituye un aporte teórico
    práctico en el campo de la sexualidad en
    la vejez, porque
    se basa en experiencias y estudios que ha estado
    realizando la investigadora a través de un trabajo
    continuado con el grupo de
    personas de la tercera edad, que funcionan en la comuna
    nororiental de Medellín (comuna 2), en los barrios Zamora,
    Pablo VI y la Frontera, donde se ha detectado cierta
    problemática a nivel sexual como negación de la
    sexualidad,
    poca aceptación de las crisis sexuales que se presentan en
    la edad madura, la baja autoestima,
    entre otros.

    Otra investigación realizada en el año
    2000, por Sofía Carolina Castrillón Gutierrez y Ana
    Lucía Montoya Silva, sobre un "estudio descriptivo de
    casos múltiples de los ancianos de la unidad de atención a la tercera edad que presentan
    depresión moderada con relación a su
    situación de institucionalización", se introduce
    desde una aproximación teórica al estado
    emocional en relación con la institucionalización y
    al ocupación de los ancianos. Al introducirse en este tema
    se quiso realizar una interpretación del estilode vida y
    las implicaciones psicosociales de esta comunidad
    principalmente de aquellos ancianos que para el momento del
    estudio presentaban un cuadro de depresión moderada. A
    partir de esto, y de la discusión final de la
    investigación, se plantean unas recomendaciones y
    propuestas de acción que permitan enriquecer la calidad de vida
    del anciano institucionalizado y a su vez todos los procesos que
    faciliten este objetivo.

    Por último, la investigación realizada por
    Olga Eugenia Castaño Valencia sobre "¿Cómo
    enriquecer la sexualidad en la vejez?", aborda la sexualidad en
    la vejez en sus aspectos físicos, psicológicos y
    sociales, el comportamiento
    sexual, la importancia, los estereotipos, los mitos y los
    prejuicios en los que ha estado enmarcada, lo cual condicionado
    la vivencia de la sexualidad en esta etapa del desarrollo
    humano. Además pretende vincular a la familia en la
    construcción saludable de la vida sexual de
    sus miembros, por medio de talleres cuyo objetivo es el desarrollo de
    una herramienta educativa – preventiva en la educación,
    formación y la orientación sexual familiar, para
    que la sexualidad del ser humano sea sana, satisfactoria y
    placentera en la etapa de vejez.

    1. BASES
      TEÓRICAS

    2.2.1 Etapa evolutiva de la tercera edad. El
    interés
    por la vida y el envejecimiento ha sido una constante en la
    historia de la
    humanidad, sobresalen dos aspiraciones constantes a través
    de distintas culturas y momentos históricos, la
    inmortalidad y la búsqueda de la longevidad. "Distintos
    mitos como el
    "Elixir de la vida" buscado por los alquimistas o la "fuente de
    la vida", presenta en distintas culturas (hebrea, griega, romana)
    desde la antigüedad hasta hoy, reflejan bien la
    preocupación por la prolongación de la vida.
    Ciertos vestigios de estos mitos perviven en la sociedad actual:
    consumo de
    vitaminas (por
    ejemplo, vitamina C), tratamientos termales anti-envejecimiento,
    dietas especiales, programas de
    ejercicio físico intensivo, entre otros, y forman parte de
    los métodos
    que se proponen para mejorar la vitalidad y la
    longevidad".

    Además de la longevidad y la eterna juventud, la
    propia comprensión del proceso de envejecimiento y de los
    problemas de
    la edad avanzada ha captado el interés de los pensadores
    durante siglos. Las antiguas civilizaciones de China,
    India y la
    cuenca mediterránea oriental dedicaron una gran
    atención a este tema (Freeman, 1979), como también
    lo hicieron más tarde griegos y romanos. Platón y
    Aristóteles, en la Grecia
    clásica, y Galeno, los pensadores epicureístas y
    los filósofos estoicos, especialmente
    Cicerón, Séneca y Epicteto, hicieron grandes
    aportaciones a la comprensión de la vejez. Su pensamiento,
    sin duda, jugó un papel crucial
    en la cultura
    europea al transmitirse a distintos autores de diferentes
    épocas. Así, por ejemplo, en la Edad Media,
    San
    Agustín representa la herencia estoica
    de la visión de la vejez, que concibe como la edad del
    equilibrio
    emocional y de la liberación de la sujeción a los
    placeres mundanos, mientras que Santo Tomás de
    Aquino se sitúa en la tradición
    aristotélica, asumiendo la idea de la vejez como una etapa
    de decadencia (Rodríguez, 1989). Éstas y otras
    tendencias procedentes del pensamiento griego y romano son
    heredadas también por el Renacimiento,
    la cultura
    barroca, la
    Ilustración y finalmente son transmitidas al
    pensamiento del siglo XIX; de ahí, su influencia llega
    hasta la actualidad. Esta fascinación por el proceso de
    envejecimiento también se extendió desde Europa al
    continente americano y al resto de las áreas de influencia
    europea (Busse, 1988).

    El estudio científico de la vejez desde la
    psicología
    hace su aparición en el siglo XIX asociado al
    interés surgido en torno al
    envejecimiento como parte de la psicología del
    desarrollo
    (Riegel, 1977). Con el fin de concretar el desarrollo
    histórico del estudio de la psicología de la vejez
    y el envejecimiento, se van a establecer para su descripción una serie de etapas, siguiendo
    el clásico trabajo de Birren (1961) sobre la historia de la
    psicología del envejecimiento. Así, se pueden
    distinguir las siguientes fases: un período inicial, desde
    1835 hasta el final de la segunda década del siglo XX, una
    etapa referida al comienzo de la investigación
    sistemática, entre 1918 y 1945, y un período de
    constitución a partir del fin de la segunda guerra
    mundial (1945-1960). A las etapas anteriores se suma una
    última fase de consolidación y desarrollo que, de
    acuerdo a la aproximación histórica sobre el
    estudio de la vejez realizada por Fortaleza (1993),
    comenzaría con la década de los 60 y se
    extendería hasta la actualidad.

    El desarrollo de la Psicología de la vejez
    comienza a adquirir una mayor solidez a partir de la
    finalización de la II Guerra Mundial.
    Desde 1945 hasta finalizada la década de los años
    50 se puede considerar un período de crecimiento y
    difusión del estudio de la Psicología de la vejez,
    así como de aplicación de los conocimientos para
    solventar los problemas de las personas mayores. Este crecimiento
    se ve apoyado, además, por el nacimiento de una serie de
    instituciones
    desde las que se potencia tal
    estudio, se difunde el interés por el mismo y se sustenta
    su continuidad.

    En cuanto a los aspectos psicológicos más
    investigados en esta época, se mantiene el interés
    principal por las habilidades intelectuales durante la vejez, y
    se amplia a otros aspectos, como la memoria y
    el
    aprendizaje, la adaptación en la vejez y su
    relación con el nivel de actividad y satisfacción
    con la vida.

    Dentro de los estudios sobre funcionamiento intelectual,
    destacan, por una parte, los estudios sobre
    estandarización de instrumentos para la evaluación
    de la inteligencia
    (Wechsler, 1956) y, por otra parte, el comienzo de investigaciones
    longitudinales sobre el patrón de cambio de las distintas
    aptitudes o habilidades intelectuales durante el envejecimiento
    (Schaie, Rosenthal y Perlman, 1953), que hoy son una fuente
    importante del conocimiento
    sobre envejecimiento normal y óptimo. La crítica
    general hacia la utilización de diseños
    transversales en el estudio de los cambios debidos a la edad, que
    tienden a confundir el efecto del envejecimiento con las
    condiciones en las que han vivido los individuos, llevan a
    proponer la utilización de diseños longitudinales
    para el estudio de tales cambios. De esta forma, durante los
    años 50 se ponen en marcha una serie de investigaciones
    longitudinales que se prolongarán, en algunos casos, hasta
    muy recientemente.

    La investigación sobre psicología de la
    vejez en esta etapa, como se ha señalado se amplió
    hacia nuevos aspectos, como la velocidad de
    ejecución, la solución de problemas y,
    especialmente el estudio de cómo se adaptan las personas
    al envejecimiento y cómo se asocia la adaptación
    con el nivel de actividad y la satisfacción (Havighurst,
    1957); aparecen, además, los primeros trabajos sobre
    adaptación a la jubilación (Kent, 1956).

    Además del desarrollo de investigaciones
    específicas, la creación de nuevos centros de
    investigación y sociedades
    científicas también contribuyó a la
    consolidación de la psicología de la vejez como
    disciplina
    científica. En 1946 se crean dos centros de
    investigación que suponen un fuerte impulso al estudio de
    la psicología del envejecimiento, uno de ellos en Inglaterra y otro
    en Estados
    Unidos. La Unidad para la Investigación de los
    Problemas del Envejecimiento de Niffield fue creada en la
    Universidad de Cambridge bajo la dirección de Welford, con el fin de
    analizar las relaciones entre la conducta
    especializada y la edad. La repercusión de este centro en
    la investigación sobre el envejecimiento fue notable por
    que en él se formaron numerosos investigadores que
    posteriormente trasladaron sus conocimientos a otras
    universidades.

    En Estados Unidos,
    se crea una unidad gerontológico dependiente de los
    Institutos Nacionales de Salud de la manos de Nathan
    Shock. Un año después, Birren se integra en esta
    unidad y comienza a dirigir la sección de
    investigación psicológica de la misma. Como
    resultado de ello, en 1953 queda establecida la Sección de
    Envejecimiento dentro del Instituto Nacional de Salud Mental,
    cuya dirección asume el propio
    Birren.

    Para poder lograr
    un concepto adecuado
    de lo que es el envejecimiento, hay que cumplir todo el
    desarrollo entre la temprana adultez y la vejez propia mente
    dicha. A menudo los problemas de ajuste de la persona mayor son
    simples variaciones de sus dificultades durante la edad media. La
    forma en que una persona resuelva sus problemas en la edad adulta
    será un buen índice de cómo bregará
    con ellos en los años de la vejez. Lo que halla ocurrido
    en la biografía de la persona indudablemente
    influye en su concepto de la
    vejez.

    Alguien ha dicho que la vejez no tiene remedio. Sin
    embargo, es un mal que puede aliviarse en muchísimos
    aspectos. Si se observa detalladamente, el proceso de crecer
    puede ser hasta más difícil que el de
    envejecer.

    En el proceso de saber vivir la vejez mucho cuentan las
    actitudes y acciones de la
    sociedad en
    que el individuo envejece.

    La vejez no es una enfermedad: es un estado de graduales
    cambios degenerativos, de lento desgaste, pero no es una
    enfermedad ni tiene que venir acompañada de dolores ni
    angustias. Hay enfermedades propias de la
    vejez, lo mismo que hay enfermedades propias de la infancia; pero
    eso no quiere decir que la infancia sea
    una enfermedad, como tampoco es la vejez.

    En el proceso de envejecer ocurren cambios progresivos
    en las células,
    en los tejidos, en los
    órganos y en el organismo total. Es la ley de la
    naturaleza que
    todas las cosas vivan cambian con el tiempo, tanto en estructura
    como en función.
    El envejecimiento empieza con la concepción y termina con
    la muerte. La gerontología se interesa principalmente en
    los cambios que ocurren entre el logro de la madurez y la muerte
    del individuo, así como en los factores que influyen en
    estos cambios progresivos.

    Se hace extremadamente difícil señalar
    cuándo comienza la vejez. Esto se debe a las numerosas
    diferencias individuales que existen en el proceso de envejecer.
    No solamente hay variaciones entre individuos, sino
    también entre distintos sistemas de
    órganos. Orgánicamente hablando, el individuo en
    cualquier edad es el resultado de los procesos de
    acumulación y destrucción de células,
    que ocurren simultáneamente.

    El envejecimiento comienza bien temprano en la vida.
    Distintas partes de la anatomía envejecen a
    ritmos diferentes. Específicamente, se ha señalado
    el caso del arcus senilis (arco senil o círculo del
    envejecimiento), que es la parte coloreada de los ojos de las
    personas viejas. Generalmente, tal cambio puede observarse por
    primera vez realmente, tal cambio puede observarse por primera
    vez alrededor de los 80 años, pero en otras personas puede
    notarse a los 50.

    Lo prevaleciente es la noción de que la vejez es
    resultado inevitable del deterioro orgánico y mental. Tal
    deterioro se hace visible a mediados de la vida. De ahí en
    adelante, progresa a un ritmo acelerado.

    En lo referente a los factores biológicos, se ha
    apuntado certeramente que los cambios que ocurren en el proceso
    de envejecer son los mismos en todas partes del mundo. En este
    sentido parece inevitable que el organismo humano pasa a lo largo
    de un ciclo que comprende la concepción, el nacimiento, el
    desarrollo durante la niñez y la adolescencia,
    la plenitud, la declinación y la muerte. Envejecer como
    proceso biológico tiene extensas consecuencias sociales
    psicológicas. Hasta este momento, la atención de la
    sociedad se ha orientado mayormente hacia la provisión de
    ciertos auxilios a los ancianos en sus necesidades
    biológicas: alimentación, salud
    física y
    albergue.

    La vejez es un proceso multifacético de
    maduración y declinación, pese al hecho de que en
    todo instante hay lugar para el crecimiento. Las investigaciones
    señalan que se empieza a envejecer antes de los 65
    años. Ya para fines de la cuarta década, hay
    declinación en la energía física.
    También aumenta la susceptibilidad a las enfermedades e
    incapacidades. Se va haciendo cada vez más difícil,
    mantener la integración personal,
    así como la orientación en la sociedad.

    Finalmente, de una manera inexorable, unos antes y otros
    después, viene la declinación general. El individuo
    acaba retrayéndose de las actividades. Depende mucho de
    los que le rodean. Si las relaciones con otros son tirantes, el
    anciano busca el aislamiento y la soledad. El temperamento puede
    tomarse agrio. Surge en muchos casos la mala salud física.
    Los ingresos
    económicos pueden ser insuficientes. Hay una multitud de
    problemas de índole social y psicológica que cae
    sobre el anciano y sus familiares, las situación no es
    fácil para la persona vieja ni para sus relacionados. El
    anciano no quiere construir un estorbo. Para los familiares, el
    hecho de tener la responsabilidad de personas mayores constituye un
    serio impedimento en el disfrute de sus afanes de vida y en la
    realización de sus proyectos y
    aspiraciones.

    En la vejez es muy difícil separar las
    incapacidades de índole física de los efectos
    desintegrantes de conflictos
    que, por ser prolongados y arduos, dejan una huella
    psíquica profunda en el individuo. El proceso de envejecer
    abarca toda la
    personalidad. El deterioro en la vejez no es sólo en
    la estructura,
    sino también en la función y,
    por tanto, un resultado de las tensiones emocionales.

    Una vez más se reconoce que la
    personalidad humana es una integración, una totalidad
    indivisible. Todos sabemos que una persona sufrida, en el aspecto
    emocional, envejece físicamente de la noche a la
    mañana.

    Se debe que reconocer desde un principio que, al encarar
    la personalidad
    humana, estamos afrontando un conjunto de fuerzas
    intrapsíquicas en interacción con la cultura y la
    biosfera, es
    decir, el ambiente total
    en que se desenvuelve la vida hombre. La
    lucha del ser humano, en todo momento de su vida, es lucha dentro
    de un ambiente
    físico, social y cultural. No se puede negar que a lo
    largo de la vida se van reduciendo los recursos de
    adaptación del ser humano. En muchos sentidos, envejecer
    no es otra cosa que la pérdida de esta capacidad de
    adaptación.

    Viejo es aquel que ha llegado a su horizonte. Quien se
    estanca, ha envejecido. Esto no significa que se pase por alto el
    hecho irrefutable de los años. Se envejece porque
    transcurre el tiempo por encima de cada persona. Pero
    también se envejece porque se permite que el tiempo corra
    por encima de cada una sin aprovecharlo como se debe. Y el tiempo
    siempre debe aprovecharse de una manera o de otra. Hay quien se
    sienta a esperar la muerte sentado en un sillón o acostado
    en una cama, sin haber razón alguna para tales poses
    fatalistas. En casi todas las etapas de la vida, incluyendo la
    vejez, se podría dar más de lo que se ha
    dado.

    2.2.2 Evolución psicológica normal de la
    vejez.
    Las causas del envejecimiento mental normal se deben a
    la intervención de cuatro factores:

    • El deterioro progresivo de las propias funciones
      físicas.
    • El declinar progresivo de las facultades y de las
      funciones mentales.
    • La transformación del medio familiar y de la
      vida profesional.
    • Las reacciones del sujeto ante estos diversos
      factores.

    Los tres primeros factores ejercen sobre el psiquismo
    humano efectos directos procedentes del deterioro o de las
    transformaciones sufridas, y efectos indirectos sobre el comportamiento
    (así la presbicia comporta la disminución de la
    agudeza visual de cerca, pero también crea la costumbre de
    mirar las cosas de lejos). El último factor provoca
    diversas reacciones tanto en el plano de las actitudes expresadas
    como en el de la vida interior. Finalmente, estos diferentes
    factores y sus efectos evolucionan progresivamente, pero en
    formas de etapas sucesivas. Se comprende en estas condiciones la
    complejidad del problema y la dificultad de exponer claramente la
    evolución psicológica de las
    personas de edad.

    Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de
    crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Se hace
    un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento, y se logra
    felicitarse por la vida que ha conseguido, aún
    reconociendo ciertos fracasos y errores. Es un período en
    el que se goza de los logros personales, y se contemplan los
    frutos del trabajo personal útiles para las generaciones
    venideras.

    La vejez constituye la aceptación del ciclo vital
    único y exclusivo de uno mismo y de las personas que han
    llegado a ser importantes en este proceso. Supone una nueva
    aceptación del hecho que uno es responsable de la propia
    vida.

    Comienza a los 65 años aproximadamente y se
    caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos
    los sistemas
    corporales. Por lo general se debe al envejecimiento natural y
    gradual de las células del cuerpo. A diferencia de lo que
    muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera
    edad conservan un grado importante de sus capacidades cognitivas
    y psíquicas.

    A cualquier edad es posible morir. La diferencia estriba
    en que la mayoría de las pérdidas se acumulan en
    las últimas décadas de la vida.

    Es importante lograr hacer un balance y elaborar la
    proximidad a la muerte. En la tercera edad se torna relevante el
    pensamiento reflexivo con el que se contempla y revisa el pasado
    vivido. Aquel posee integridad se hallará dispuesto a
    defender la dignidad de su propio estilo de vida contra todo
    género de amenazas físicas y
    económicas.

    Quien no pueda aceptar su finitud ante la muerte o se
    sienta frustrado o arrepentido del curso que ha tomado su vida,
    será invadido por la desesperación que expresa el
    sentimiento de que el tiempo es breve, demasiado breve para
    intentar comenzar otra vida y buscar otras vías hacia la
    integridad.

    El duelo es uno de las tareas principales de esta etapa,
    dado que la mayoría debe enfrentarse con un
    sinnúmero de pérdidas (amigos, familiares,
    colegas). Además deben superar el cambio de status
    laboral y la
    merma de la salud física y de las habilidades.

    Para algunas personas mayores la jubilación es el
    momento de disfrutar el tiempo libre y liberarse de los
    compromisos laborales. Para otros es un momento de estrés,
    especialmente de prestigio, el retiro supone una pérdida
    de poder
    adquisitivo o un descenso en la autoestima.

    Si ha sido incapaz de delegar poder y tareas, así
    como de cuidar y guiar a los más jóvenes; entonces
    no sería extraño que le resulte difícil
    transitar esta etapa y llegar a elaborar la proximidad de la
    muerte. Estas personas se muestran desesperadas y temerosas ante
    la muerte, y esto se manifiesta, sobretodo en la incapacidad por
    reconocer el paso del tiempo. No lograron renunciar a su
    posición de autoridad y a
    cerrar el ciclo de productividad
    haciendo un balance positivo de la vida transcurrida.

    Es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el de
    ser abuelo. El nieto compensa la exogamia del hijo. La partida
    del hijo y la llegada del nieto son dos caras de la misma moneda.
    El nuevo rol de abuelo conlleva la idea de perpetuidad. Los
    abuelos cumplen una función de continuidad y
    transmisión de tradiciones familiares. A través de
    los nietos se transmite el pasado, la historia
    familiar.

    Por esta razón, una vejez plena de sentido es
    aquella en la que predomina una actitud
    contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros
    y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la
    aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los
    placeres que esta etapa brinda. Entonces, recuerde: hay que
    prepararse activamente para envejecer, para poder enfrentar la
    muerte sin temor, como algo natural, como parte del ciclo
    vital.

    2.2.3 Calidad de
    vida.
    La calidad de vida
    ha sido estudiada desde diferentes disciplinas. Socialmente
    calidad de vida tiene que ver con una capacidad adquisitiva que
    permita vivir con las necesidades básicas cubiertas
    además de disfrutar de una buena salud física –
    psíquica y de una relación social
    satisfactoria.

    Entre los investigadores no hay consenso en la
    definición de "calidad de vida". N concepto que involucra
    muchas variables
    subjetivas satisfacción, felicidad, autoestima…es
    difícil de medir. Las variable s objetivas son de medición más fácil, la
    economía,
    el nivel socio – cultural los déficits funcionales,
    problemas de salud.

    Los investigadores con orientación clínica
    suelen definir calidad de vida en términos de salud y/o de
    discapacidad
    funcional. Rivera, aporta que "no hay duda que la variable salud
    es la de mayor peso en la percepción
    de bienestar de los ancianos y, que los déficits de salud
    constituyen el primer problema para ellos" .

    En las sociedades que
    envejecen a ritmo creciente, promocionar la calidad de vida en la
    vejez y en la vejez dependiente es el reto más inmediato
    de las políticas
    sociales. El creciente aumento de la esperanza de vida, el
    descenso sin precedentes históricos de la tasa de
    natalidad, los cambios en la estructura, en el tamaño, en
    las formas en la familia,
    los cambios en el status de las mujeres, la reducción
    creciente de las tasas de actividad laboral entre las
    personas de cincuenta y cinco y más años, han
    convertido el envejecimiento de la sociedad en una
    cuestión de máximo interés.

    Son muchas las consecuencias de todos esos procesos,
    tanto a nivel macrosocial como en las experiencias individuales.
    Cómo dar sentido a la vida tras una jubilación
    llegada en muchas ocasiones de forma anticipada e imprevista,
    cómo hacer frente al mantenimiento
    de un hogar –en ocasiones con hijos/as dependientes- con
    una pensión, cómo enfrentarse a la enfermedad
    crónica y a la dependencia de uno o más miembros
    ancianos de la familia. Son
    sólo algunos temas que necesitan un abordaje
    teórico y práctico responsable y riguroso. La
    sociedad se encuentra ante nuevos retos para los que necesita
    instrumentos nuevos. Se requiere un concepto nuevo de solidaridad entre
    las generaciones y entre los distintos grupos, en un
    mundo cada vez más complejo, más inseguro,
    más indeterminado.

    La calidad de vida en la vejez tiene que ver con la
    seguridad
    económica y con la inclusión social que se asegura
    por medio de infraestructuras de apoyo y redes sociales. Todo ello
    promoverá la participación de las personas de edad
    como miembros activos de la
    comunidad, una
    de cuyas funciones puede ser transmitir sus experiencias a las
    generaciones más jóvenes, al tiempo que comprenden
    su estilo de vida y los desafíos que les son propios. Todo
    ello en una sociedad inmersa en procesos que la llevan
    también a ella a aprender a envejecer.

    La calidad de vida en la vejez dependiente implica
    necesariamente el apoyo social y familiar a las personas que
    desean continuar viviendo en la comunidad, siendo cuidadas en
    familia, para que puedan seguir haciéndolo, al tiempo que
    siguen desarrollándose todas sus potencialidades hasta el
    último momento. Eso conlleva el apoyo material y afectivo
    a los familiares que, con distintos grados de implicación,
    participan en la acción de cuidar. Políticas
    que tengan presente la dimensión femenina de los cuidados
    de salud, para que no contribuyan a seguir reforzando el rol
    dependiente de las mujeres cuidadoras.

    Mucho mejor para algunos y peor para otros. Los
    americanos mayores que no desarrollan alguna enfermedad
    debilitante están más sanos y vigorosos que sus
    homólogos de hace varias generaciones. Tienen un aspecto
    más juvenil, se sienten mejor y actúan con
    más vitalidad que sus padres y abuelos a su misma edad.
    Estos jóvenes – mayores (muchos ya han sobrepasado
    su ochenta cumpleaños) dicen sistemáticamente a los
    investigadores "soy mucho más joven que mi madre o mi
    padre a esta edad". En la mayoría de las personas, los
    problemas graves de salud no surgen hasta al menos los 75
    años. Los que se encuentran entre los 65 y 74, por
    ejemplo, casi el 80 por 100 no tiene ninguna dificultad con las
    actividades del cuidado de la casa –incluyendo las tareas
    pesadas. Desde 1900, las formas de convivencia de las personas
    mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con las
    anteriores. Al inicio del siglo XX pocas personas mayores eran
    propietarios de su casa. Ya fuera una casa, apartamento o una
    habitación en una pensión, sólo el 29 por
    100 de los adultos mayores casados y el 11 por 100 de los
    solteros vivían independientemente. En 1986, la
    situación dio un giro a la inversa. Dos factores han
    amparado esta tendencia. Una es la riqueza. Las personas mayores
    medias tienen más bienes que a
    principios de
    siglo. Pocas personas mayores se ven forzadas por las
    circunstancias a vivir con un hijo u otro familiar (generalmente
    algún hermano/a). El segundo factor es el bajo
    índice de nacimientos durante la Gran Depresión. En
    1975, los americanos tenían menos hijos de quienes
    depender cuando llegaran a la tercera edad.

    Los padres de la generación del baby-boom,
    que ahora están llegando a la jubilación,
    también será una cohorte acomodada, porque nacieron
    durante la Gran Depresión y entraron en el mercado laboral
    en un momento de expansión económica, cuando
    relativamente poco dinero
    ofrecía amplias oportunidades económicas. Aunque
    tendrán más hijos vivos en quienes poder confiar,
    la mayoría los necesitarán menos que en
    generaciones anteriores. Cuando los hijos del baby-boom se
    jubilen, es posible que estén en peor situación que
    sus padres, y debido a su bajo índice de natalidad,
    probablemente tendrán menos hijos vivos.

    En el futuro, un número cada vez mayor de parejas
    llegará a la tercera edad en etapas discrepantes de la
    vida. Al haber una proporción mayor de mujeres de mediana
    edad que trabajan fuera de casa, más hombres se
    encontrarán con que aunque ellos ya estén a punto
    de jubilarse, sus esposas todavía estarán muy
    absorbidas en sus trabajos.

    Puesto que la mayoría de las mujeres son
    más jóvenes que sus esposos, esta tendencia
    aumentará – y cuanto mayor sea la diferencia de edad,
    más se agudizará el problema -. Otro tremendo
    cambio ha propiciado esta situación.

    En 1870 no había problemas de jubilación.
    La mayoría de los hombres morían a los 61, cuando
    todavía estaban trabajando duro, y los que vivían
    más no podían retirarse porque no había
    pensiones ni seguridad
    social.

    2.2.4 Relaciones afectivas. La vida de la
    mayoría de los individuos de edad avanzada se enriquece
    por la presencia de personas que cuidan de ellos y a quienes
    éstos sienten cercanos.

    La familia es todavía la fuente primaria de apoyo
    emocional, y en la edad avanzada tiene sus propias características especiales. Ante todo es
    probable que sea multigeneracional. La mayoría de las
    familias de las personas de edad avanzada incluyen por lo menos
    tres generaciones; muchas alcanzan cuatro o cinco. La presencia
    de tantas personas es enriquecedora pero también crea
    presiones especiales. Además, la familia en la edad
    avanzada tiene una historia larga, que también presentan
    sus más y sus menos. La larga experiencia de afrontar
    tensiones puede dar confianza a estas personas en el manejo de
    cualquier situación que la vida ponga en su
    camino.

    Por otra parte, muchos ancianos aún están
    resolviendo asuntos inconclusos de la niñez o de la edad
    adulta temprana. Muchos eventos de la
    vida son especialmente típicos de la familia de edad
    avanzada (aunque no se limitan a ellas): volverse abuelo o
    bisabuelo, retirarse del trabajo y perder al
    cónyuge.

    Las relaciones personales, especialmente con los
    miembros de la familia, continúan siendo importantes bien
    entrada la vejez. A continuación se verán las
    relaciones que tienen las personas de edad avanzada con las
    personas de su propia generación, los cónyuges,
    hermanos y amigos, y con sus hijos y nietos. También se
    examinará la vida de los adultos de mayor edad que se
    divorcian o enviudan, los que nunca se han casado y han casado y
    los que no tienen hijos.

    2.2.4.1 Matrimonio.
    El matrimonio que
    dura largo tiempo, es un fenómeno relativamente novedoso;
    la mayoría de los matrimonios, como la mayoría de
    las personas, solían tener una vida más corta.
    Muchos hombres perdían a una ó más esposas
    en el parto; y, en
    general, ambos sucumbían a la enfermedad siendo
    jóvenes. En la actualidad los aniversarios
    quincuagésimos son más comunes, aunque son
    más comunes, aunque aún muchos matrimonios se
    terminan más temprano por muerte o divorcio.

    Dado que las mujeres comúnmente se casan con
    hombres mayores y por lo general viven más largo tiempo
    que éstos, muchos más hombres que mujeres viven con
    sus cónyuges.

    2.2.4.2 La felicidad conyugal. Las parejas
    casadas que están todavía juntas en sus 60
    años tienen mayor probabilidad que
    las parejas de edad intermedia de considerar su matrimonio como
    satisfactorio. Muchos dicen que su matrimonio ha mejorado a
    través de los años. Puesto que desde hace algunos
    años el divorcio ha
    sido más fácil de obtener, los esposos que
    todavía están juntos en una época
    tardía de la vida han elegido estar juntos.

    Por lo general la decisión de divorciarse llega
    temprano en un matrimonio; las parejas que permanecen juntas a
    pesar de las dificultades son capaces de superar sus diferencias
    y de llegar a una relación mutuamente
    satisfactoria.

    Otra posible razón por la cual las personas de
    edad avanzada reportan mayor satisfacción en el matrimonio
    es que a esta edad están más satisfechas con la
    vida en general. Su satisfacción puede surgir de factores
    externos al matrimonio, como el trabajo, el
    fin de la crianza de los hijos, ó más dinero en el
    banco.

    También es posible que consideren que su
    matrimonio es feliz como una justificación consciente o
    inconsciente por haber permanecido en él tan largo
    tiempo.

    2.2.4.3 Fortalezas y tensiones en el matrimonio en la
    edad adulta tardía.
    Estar enamorado es todavía
    importante para el matrimonio exitoso en la edad adulta
    tardía. Los esposos de edad avanzada también
    valoran el compañerismo y la expresión abierta de
    los sentimientos, como también el respeto y los
    intereses comunes. Pero pueden surgir problemas provenientes de
    diferencias en valores,
    intereses y filosofías.

    Una nueva libertad llega
    en cuanto el esposo y la esposa se apartan de los roles de
    sostén de la familia y de la crianza de los hijos, a
    medida que cada uno de los dos se vuelve más interesado en
    la personalidad del otro, y a medida que cada uno disfruta de
    modo creciente la compañía del otro. Además,
    la capacidad de las personas casadas para manejar los altibajos
    de la edad adulta tardía con relativa serenidad puede
    resultar de su mutuo apoyo. Esto refleja tres beneficios
    importantes del matrimonio: intimidad (sexual y emocional),
    interdependencia (compartir tareas y recursos), y
    sentido de la pareja de pertenecer uno al otro.

    El éxito de un matrimonio en la edad adulta
    tardía puede depender de la capacidad de la pareja para
    adaptarse a los cambios de personalidad de la edad adulta
    intermedia, los que con frecuencia llevan a hombres y mujeres en
    direcciones opuestas. Como el esposo se involucra menos con
    el trabajo y
    está más interesado en la intimidad, la esposa
    puede interesarse más en el crecimiento personal y la
    autoexpresión. En el cambio de roles, las parejas pueden
    argumentar sobre tareas domésticas, entre
    otras.

    Los matrimonios de edad avanzada por lo general se ponen
    a prueba por las dolencias de salud de uno de los
    cónyuges. Las personas que deben cuidar de su pareja
    incapacitada pueden sentirse aisladas, enojadas y frustradas,
    sobre todo cuando ellos mismos tienen precaria salud. Cuidar a un
    cónyuge que padece demencia es algo que exige de manera
    especial, y comúnmente da como resultado un sentido de
    pérdida de identidad.
    Tanto la personalidad como el desempeño externo influyen en la manera
    como los responsables del cuidado pueden adaptarse a las
    exigencias que se le presentan. Aquellos que son optimistas y
    están bien adaptados para comenzar con esta labor y los
    que mantienen contacto con amigos, logran desempeñarse
    mejor.

    Algunas parejas disfrutan el retiro porque les permite
    tener tiempo de ocio para viajar, pasar momentos con los hijos y
    nietos, y perseguir otros intereses, juntos o por separado. No
    obstante, la jubilación no siempre hace que un matrimonio
    sea mejor.

    Surgen problemas con mayor frecuencia en aquellas
    situaciones en que el esposo se retira y la esposa todavía
    sigue trabajando. La esposa puede sentir que su carga de trabajo
    es injusta, dado que los esposos en edad de retiro gastan menos
    de ocho horas a la semana, en promedio, en tareas
    domésticas, mientras que sus esposas invierten cerca de 20
    horas más a la semana y hacen más de tres cuartas
    partes de los quehaceres domésticos.

    2.2.5 Temor a la enfermedad o a enfermarse. La
    actual cultura occidental, consumista y elitista, ha colocado a
    la juventud en un lugar privilegiado frente a las demás
    etapas de la vida. Sin embargo, la felicidad, el bienestar, la
    productividad,
    entre otros, se pueden desarrollar a lo largo de toda la
    existencia.

    El mito de que la
    vejez es una etapa de restricciones, privaciones y sufrimientos
    debe ser desterrado, y así permitir que los viejos (y en
    el futuro nosotros mismos) podamos gozar de bienestar y salud
    hasta el fin de la vida.

    Se puede llegar a viejo sin problemas de salud
    físicos, ni mentales, todo depende del estado que mantenga
    previamente una persona. Si bien es cierto que del proceso de
    envejecimiento no está libre de problemas, la enfermedad
    no es exclusiva de la vejez como no lo es la salud de la
    juventud.

    En efecto, la enfermedad puede aparecer en cualquier
    etapa de la vida, no hay una edad fija. Mientras personas
    jóvenes y aún niños
    padecen variadas enfermedades muchos viejos son
    saludables.

    El hecho de que aparezcan ciertas limitaciones no quiere
    decir que no se goce de una buena salud. Existe un estado ideal,
    un bienestar propio de cada etapa de la vida. Y si estas etapas
    se viven al máximo de cuidado y prevención, se
    pueden conservar una gran proporción del organismo en
    forma saludable en la última etapa de la vida.

    El envejecimiento afecta a las funciones perceptivas,
    sensoriales, y la memoria. Las
    funciones sensorio-perceptivas disminuyen con la edad: en el
    plano sensorial ante todo, se manifiestan en alteraciones de la
    agudeza visual y de la agudeza auditiva, pero también en
    una disminución de la adaptación a la oscuridad,
    lenta desde los 30 a los 60 años, y luego acelerada a
    partir de los 60 años. El olfato se debilita. Por el
    contrario, el gusto, en lugar de disminuir con la edad,
    más bien aumenta y concretamente se hace más
    sensible a los alimentos
    azucarados. La pérdida del oído
    favorece la desconfianza, los celos, el egocentrismo; el
    présbita no puede ya leer y se aburre. Por lo que el
    cuadro de apatía, de inactividad y de desinterés
    general que puede observase en el anciano se debe tanto a la
    disminución de la sensorio-receptividad como a la de la
    actividad cerebral: la vigilancia, la capacidad de
    atención, incluso el nivel de conciencia
    están efectivamente en razón directa con el
    número de estímulos recibidos.

    • La salud y la enfermedad no son acontecimientos que
      ocupan exclusivamente el espacio de la vida personal. La
      calidad de vida, el cuidado y promoción de la salud y la mente misma
      acontecen en el denso tejido social y ecológico en el
      que transcurre la historia personal.
    • La "salud" significa un estado del organismo que no
      está enfermo; "enfermedad" se relaciona con alteraciones
      del organismo que perturban su funcionamiento
      normal.
    • Para una buena salud mental
      y un comportamiento saludable es importante: La actividad
      física regular, prácticas nutricionales
      adecuadas, comportamientos de seguridad,
      reducir el consumo de
      drogas,
      prácticas adecuadas de higiene,
      desarrollo de un estilo de vida (minimizador del estrés),
      desarrollo de competencias
      para establecer relaciones sociales y resolver problemas
      interpersonales, desarrollo de comportamientos adecuados para
      el manejo de situaciones, cumplimiento y seguimiento de las
      prescripciones de salud.

    2.2.6 Jubilación. La idea estéril
    de que realmente no hay vida que valga la pena cuando se ha
    dejado el trabajo ha sido refutada muchas veces. Cada vez
    más, los estudios acerca de los años de
    jubilación revelan una diversidad de "vidas futuras". No
    todos los jubilados permanecen retirados muchos continúan
    activos en campos
    relacionados con inclinaciones que han tenido toda su vida, otros
    cultivan nuevas aficiones o vuelven a algunas que antes no
    pudieron realizar.

    Es probable que valores tales como el aprendizaje, el
    descubrimiento de si sí mismos y la ayuda a otras personas
    sean considerados con tanto respeto, en el
    futuro, como trabajar y producir. Ya hay indicios de que utilizar
    el tiempo para recreo y satisfacción personal está
    menos acompañado del sentimiento de culpa que en el
    pasado. Esto significa que la persona de edad madura que se halle
    inmersa en su fase productiva no poseerá todos los valores
    que son verdaderamente "valiosos". Las actividades no laborales
    no serán consideradas como simples indicadores de
    un período para los "demasiado jóvenes" y los
    "demasiado viejos".

    Son muchas las personas que pasan largos años de
    su vida soñando con el momento en que cumplan la edad
    reglamentaria para la jubilación. Año tras
    año vienen acariciando el día en que dirán
    adiós a su trabajo. No más relojes despertadores,
    no más horas regulares para entrar y salir de las labores
    diarias. A dormir todo lo que uno quiera. Se hará lo que
    se desee cuando uno lo desee. Por fin el individuo será
    dueño de su destino. No son pocas las personas que
    sueñan con el retiro como si éste fuese un
    paraíso.

    En el asunto del retiro, se encuentran también,
    muchas diferencias individuales. Probablemente haya personas que
    se retiran a la vida descansada, sin albergar propósitos
    ni perspectivas adicionales, a disfrutar tranquila y
    sosegadamente de los años postreros de la vida, sin que
    les perturben ansiedades y zozobras. Pero también hay
    personas que habiendo forjado grandes ilusiones, se dan cuenta
    que al entrar el retiro, no existe aquello de lo que
    habían soñado. Es hondo el abismo entre la
    ilusión y la realidad. También hay otros individuos
    que, al entrar a los años de la jubilación,
    encuentran que tienen por delante muchas otras coas que hacer, en
    las cuales ellos no habían pensado.

    La vida no tiene que ser fácil para ser
    maravillosa. De hecho, la vida fácil es le camino
    más corto hacia la monotonía. Hay que pensar en un
    retiro dinámico, disparado hacia el porvenir. El trabajo
    debe concebirse en todo momento como un medio de
    realización personal, aun en los años de vejez. La
    persona retirada debe conservar siempre el derecho a ser
    útil y a serlo con dignidad. Cada individuo debe descubrir
    a tiempo sus capacidades y limitaciones.

    El planeamiento para
    el retiro no debe circunscribirse a la mera consideración
    de las actividades que uno vaya a realizar al dejar las tareas
    que han exigido lo más y mejores años de la vida.
    Es decir, no deber ser únicamente un plan en el nivel
    de la actividad. Muy fundamental también es planear desde
    el punto de vista psicológico.

    En la planificación para la vejez uno no debe
    quedarse en el nivel de la mera actividad. El retiro exige, como
    una condición esencial, la preparación
    psicológica anticipada.

    La vida activa en la vejez será posible siempre y
    cuando la persona haya planeado su retiro desde el punto de vista
    financiero, a fin de que no le sorprendan las estrecheces
    económicas. Condición esencial además es que
    se disfrute de una razonable salud física y mental. Las
    muertes rápidas después del retiro son frecuentes,
    pero hay pruebas de que
    la mala salud precede el retiro y no lo sigue. Hay
    individuos que se retiran a una edad temprana, tan pronto sus
    ingresos lo
    permitan, para así abandonar el trabajo como dominio principal
    de ocupación personal y poder dedicarse a actividades que
    les resultan más satisfactorias.

    La higiene mental es
    clara y precisa en su recomendación de la vida activa. La
    actividad es un atributo de la persona mentalmente saludable.
    Para que la vida tenga propósito, dirección y
    sentido, requiérese que el individuo defina un plan de
    acción que tienda a conseguir ciertos objetivos
    convenientes para él y aceptables para el grupo social
    del cual es miembro. Este plan deber ser de tal naturaleza que
    absorba el interés y la atención de las persona. La
    vida saludable ineludiblemente exige actividades que repercutan
    en sentimientos de satisfacción. La pasividad estanca y
    deteriora. Los propósitos que lleven a la persona a
    concentrarse en la tarea de realizarlos tienden a impedir su
    desintegración, evitando que surjan preocupaciones
    enfermizas.

    El retiro, tal como indica la situación actual,
    constituye un problema psicológico y social para muchas
    personas. Probablemente psicológico y social para muchas
    personas. Probablemente, ante la presión de
    las nuevas generaciones, la sociedad ha descuidado la planificación de los años de la
    vejez.

    En el momento de retirarse, con frecuencia la persona
    encuentra que ya sus hijos se han independizado. En numerosos
    casos existe una condición de viudez. Si la persona ha
    sido obligada a retirarse a una edad en que todavía tiene
    suficientes recursos físicos y mentales para
    desempeñar adecuadamente tareas significativas desde el
    punto de vista social, y si no ha sabido planear debidamente su
    jubilación, lo más probable es que ella se
    encuentra abocada a tremendas crisis psicológicas. Un
    retiro inesperado, como a veces ocurre, puede provocar un colapso
    total.

    El ser humano necesita vivir en sociedad. La soledad
    engendra inseguridad.
    Depresión y deterioro. Es en las labores diarias,
    dedicadas a ganar el pan, donde establecemos con frecuencia las
    mejores formas de convivencia.

    Los efectos psicológicos de tal quiebra en las
    relaciones
    humanas no pueden exagerarse. La necesidad de
    afiliación es una de las más potentes en la
    criatura humana. A lo que se llama felicidad es en gran parte el
    producto de
    las relaciones con los demás. Si se observa que esta vida
    de relación se deteriora, es de esperar que un acoso de
    sentimientos de soledad e incertidumbre.

    Todo individuo normal necesita mantener un mínimo
    de intercambio con su ambiente social. No hay duda de que hay
    personas que aceptan el retiro como una liberación de las
    exigencias sociales. Por otra parte, hay otras que rehuyen
    tenazmente tal situación, dado que el retiro constituye
    para ellas una admisión de derrota, de dejar de ser, de
    cesar en sus funciones como miembro útil del cuerpo
    social.

    El retiro positivo y exitoso empieza con un estado
    mental, con el reconocimiento de que es una oportunidad para
    comenzar una nueva vida en muchos sentidos. Por eso se reitera
    una y otra vez la necesidad que tiene todo individuo de planear
    anticipadamente en qué va ocuparse cuando le llegue el
    turno de la jubilación. Jamás este plan debe
    posponerse para la última hora.

    2.2.6.1 El retiro es una ruptura.

    • En la vida afectiva. El retiro hace pasar al
      hombre del
      estadio de la vida profesional durante el cual el trabajo se
      concibe y se exalta como la virtud cardinal, al estadio del
      descanso obligatorio libremente consentido o impuesto. Ello
      produce una perturbación del equilibrio
      mental y fisiológico.
    • En la
      organización de la jornada.
      Repentinamente, los
      horarios de trabajo, de descanso, de sueño, entre otros,
      que había llegado a un alto grado de automatismo
      después de años de vida idénticos a
      sí mismos, resultan inadaptados, no corresponden ya a la
      situación objetiva; de donde una perturbación del
      equilibrio físico y fisiológico con
      repercusión sobre la salud y sobre el carácter.
    • En las condiciones de la vida social. Se
      produce a la vez una ruptura de las relaciones profesionales
      (no se ve ya a los compañeros de empresa o
      fabrica), un cambio en la naturaleza de ciertas relaciones (ya
      no se puede hablar del trabajo) y una modificación en
      las relaciones hogareñas con el cónyuge (se pasa
      de doce a quince horas de vida en común, a veinticuatro;
      de donde se desencadena una perturbación en los
      equilibrios afectivos).
    • En las condiciones de vida financiera: La
      pérdida de una parte de los recursos tiene por efecto la
      perturbación del equilibrio general del presupuesto y
      sus repercusiones psicológicas y
      fisiológicas.
    • En la vida cultural y el ocio: El retirado va
      a pasar de una situación, con poco tiempo que dedicar a
      las distracciones, a una situación con mucho mas tiempo
      libre, de donde una nueva perturbación del equilibrio
      del individuo.

    2.2.6.2 La preparación psicológica.
    La jubilación, como el matrimonio, es una gran
    decisión en la que conviene reflexionar seriamente. La
    principal pregunta que se hace el que se va a jubilar es "
    ¿Qué es lo que voy a hacer ahora?".

    Sin duda todos los que han tenido la oportunidad de
    encontrar en su trabajo todas las satisfacciones deseables
    considerarán su retiro como una prolongación
    natural, aunque en su status más liberal, de su vida de
    trabajo; los que han soportado durante decenas de años un
    trabajo que no les gustaba pueden esperar del retiro las
    satisfacciones que no han tenido: el retiro puede permitirles
    así hacer lo que siempre han deseado. Sea lo que fuere lo
    que le agradaría hacer, recuerde que debe estar dispuesto
    a realizarlo desde el primer momento de su jubilación.
    Algunas de estas cosas exigen, sino un hábito, por lo
    menos una preparación: si no está acostumbrado a
    caminar suficientemente, le será difícil dar largos
    paseos: pronto se sentirá cansado y abandonará el
    ejercicio; si desea cultivar las plantas, comience
    por la jardinería. Todo lo nuevo requiere esfuerzo, todo
    esfuerzo requiere entrenamiento y
    todo entrenamiento
    debe ser progresivo, y por lo tanto debe programarse.

    Así muchos años antes de que llegue el
    momento, comience a reflexionar y a preguntarse. He aquí
    algunas preguntas que puede hacerse para esbozar las grandes
    opciones de su jubilación: ¿cómo veo mi
    retiro?. ¿En que situación económica me
    encontraré?, ¿Viviré en un apartamento, en
    un pabellón, en la ciudad o en el campo?,
    ¿Cómo concibe mi mujer mi retiro?,
    ¿ Habré de tener actividades externas en lugar de
    permanecer en casa todo el día? O bien aceptaré con
    indiferencia el tener que vivir lejos de ellos?, ¿Me
    agradará vivir con mis hijos y nietos o bien
    aceptaré con indiferencia el tener que vivir lejos de
    ellos?. ¿Me gusta ver una película, oír un
    concierto, asistir a una conferencia,
    visitar una exposición, entre otros?

    Cuando estas preguntas se plantean es posible ver
    más claro al interior de cada persona y determinar las
    grandes direcciones de sus propios gustos y aspiraciones. Al
    recordar todos los acontecimientos de la vida que han producido
    alegrías y satisfacciones, al anciano le es más
    fácil hacer lo que ha deseado desde la infancia. La
    felicidad y la oportunidad de realizarse por fin completamente,
    dependen de su sinceridad frente a sí mismo.

    El anciano debe programa
    equilibrado para su jubilación, teniendo en
    cuenta:

    • Una actividad individual y una actividad
      colectiva.
    • Una actividad al aire libre y
      una diversión de interior.
    • Un desgaste físico y una distracción
      que descansa, y piense que los ocios de su vida activa pueden
      prepararle útilmente para sus actividades regulares
      cuando llegue la jubilación.

    2.2.7 Temor a la muerte. El hombre es el
    único ser viviente que tiene conciencia de la
    muerte y, por tanto, la teme. Se nace sin conciencia de que
    algún día se debe que morir, pero pronto se
    advierte de manera creciente de que la vida tiene un ciclo:
    nacer, crecer, declinar y morir.

    Si se ha llevado una vida de provecho, si se han dejado
    huellas decorosas en el mundo, si se ha vivido digna y
    eficazmente, si a la hora de hacer el balance pesan más
    los créditos que los débitos, si se
    experimenta la satisfacción de haber vivido plenamente,
    habiéndose realizado en forma adecuada y ayuda a los
    semejantes, si la conducta estuvo
    razonablemente regida pro elevados valores éticos,
    entonces la muerte no será la experiencia difícil y
    angustiosa que es para aquellos que no han sabido dar un
    significado noble a su vida.

    A pesar de que hay grandes diferencias individuales en
    lo que se refiere al encaramiento con la muerte, desde el
    individuo que la afronta con serenidad hasta aquel que
    experimenta una tremenda angustia, casi todos los seres humanos
    temen a la terminación de su existencia. Desde muy
    temprano en la vida se debe tener conciencia de que algún
    día se ha de morir. Al hombre le angustia saber que
    eventualmente va a desaparecer del escenario de la vida y que
    ésta seguirá su marcha sin su presencia. Saber que
    no sólo se dejará vacío el espacio
    físico que diariamente ocupa el cuerpo, sino
    también el espacio psicológico que llena la
    conducta, saber que después de la muerte se irá
    lentamente muriendo en el recuerdo de la gente, en la memoria de
    los familiares y de la sociedad, ese ir desapareciendo
    gradualmente en todos los particulares, he aquí uno de los
    orígenes de la angustia y el terror de la
    muerte.

    Como regla general, el miedo a la muerte es menos agudo
    entre los viejos que entre los adultos de edad media. Sin
    embargo, el anciano piensa más en la muerte que el
    individuo de edad mediana, dado que aquél está
    más próximo a ella. Aunque con el avance de los
    años el individuo va resignándose al hecho de que
    cada día se acerca más a la tumba, por la misma
    razón el tema de la muerte está más presente
    en el pensamiento del anciano como algo que se espera, como algo
    inminente.

    La investigación realizada en el año
    1.995, por Alexandra Meneses Zuluaga sobre "actitudes frente a la
    muerte en personas de la tercera edad", pretende dar cuenta, la
    actitud que tienen las personas de la tercera edad frente a la
    muerte, dado que se asume "que a esa edad hay más
    cercanía a la muerte". En muchos casos cuando muere un
    anciano se escuchan expresiones como: "ya era hora",
    "había vivido muchos años", " se fue a
    descansar".

    2.2.7.1 ¿Qué es la muerte?. La
    muerte misma puede ser desconocida, pero la separación y
    la pérdida son una áspera realidad tanto para
    quienes deben irse como para quienes se queda. Se deja
    atrás toda una vida de pensamientos, sentimientos y
    relaciones cuando finalmente nos despedimos. En las
    últimas etapas de la vida salen a la superficie los
    sentimientos mutuos y la experiencia originada por la
    separación.

    Puede haber ansiedad y desesperación ó
    puede haber un nuevo sentimiento de intimidad y
    realización, incluso la muerte, para la que se cree estar
    preparados, puede hacer que la persona se sienta vacía y
    sacudida cuando sucede. Si se supone que todas las personas
    mayores están "listas" para morir, entonces, algunas
    veces, puede pasar que su pérdida no afectará mucho
    a sus sobrevivientes. De acuerdo con esto, es poco, en la forma
    de apoyo social, lo que pueda ofrecer durante el tiempo que duran
    las consecuencias psicológicas de la
    pérdida.

    No resulta sencillo determinar cuándo es que una
    persona ha muerto. Se distingue entre muerte fisiológica y
    muerte clínica.

    En el caso de la muerte fisiológica, todos los
    órganos vitales dejan de funcionar y el organismo no puede
    seguir subsistiendo en ningún sentido del término.
    Al ser privadas de oxígeno
    y de nutrientes las células del cuerpo van muriendo
    gradualmente. La muerte clínica consiste en la
    terminación de toda la actividad cerebral, indicada por la
    ausencia de ondas cerebrales.
    El organismo humano deja de operar como una unidad mente –
    cuerpo autosuficiente, aunque el corazón y
    los pulmones pueden funcionar con apoyo artificial.

    2.2.7.2 ¿Qué es el duelo?. La
    pérdida de un ser querido es uno de los acontecimientos
    más estresantes de la vida. La pérdida es seguida
    de un período de luto y de aflicción por la persona
    fallecida. El proceso de duelo puede durar un breve
    período o no terminar nunca.

    • Las reacciones al duelo se presentan en cuatro
      niveles.
    • Reacciones Físicas. El duelo es
      acompañado por una amplia gama de reacciones
      físicas que pueden incluir al insomnio, la falta de
      apetito o el comer en exceso, las molestias estomacales,
      diarrea, fatiga, dolores de cabeza, insuficiencia respiratoria,
      sudoración excesiva y mareos.
    • Reacciones Emocionales. Estas incluyen la
      depresión, abatimiento, llanto, conmoción e
      incredulidad, enojo, ansiedad, irritabilidad,
      preocupación y pensamientos del fallecido, sentimientos
      de desamparo, dificultad para concentrarse, olvidos,
      apatía, indecisión y aislamiento o sentimientos
      de soledad.
    • Reacciones Intelectuales. Estas incluyen los
      esfuerzos por explicar y aceptar las causas de la muerte de la
      persona y en ocasiones de racionalizar o tratar de comprender
      las razones de la muerte. La gente desea saber qué fue
      lo que sucedió y porqué pasó. Una
      reacción intelectual común al duelo es la
      idealización, es decir, el intento por purificar la
      memoria del
      fallecido disminuyendo mentalmente sus características
      negativas.
    • Reacciones Sociológicas. Las reacciones
      sociológicas al duelo incluyen los esfuerzos de la
      familia y los amigos para unirse y compartir la experiencia y
      ofrecerse apoyo y comprensión. La reacción
      sociológica también incluye los esfuerzos por
      reorganizar la vida después de la pérdida: los
      reajustes financieros, la reorientación de los roles de
      los roles familiares y comunitarios, el regreso al trabajo, la
      reanudación de actividades sociales y
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    Catalina Zuleta y Yamile Gomez

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