Aspectos Geomorfologicos entre ciudad Bolivar y El Rio Aro (Venezuela)
1.
Introducción
2. Localización
3. Análisis de las localidades
visitadas
4. Bibliografía
El presente trabajo tiene por objetivo
estudiar los diversos procesos
geomórficos y formas del relieve
existentes a lo largo de la vía entre Ciudad
Bolívar y el río Aro; zona ubicada hacia el norte
del estado
Bolívar, Venezuela. Las informaciones aquí
plasmadas provienen de las múltiples excursiones de campo
que complementan el programa de la
cátedra de Geomorfología, en las carreras de
Geología e
Ingeniería Geológica de la Escuela de
Ciencias de
la Tierra,
Universidad de
Oriente. Por ser la Geomorfología una ciencia de
imágenes, de visualización y de
imaginación, contamos en esta oportunidad con el apoyo de
fotografías digitales, lo que facilita la rápida
comprensión de todos los lectores interesados en el tema,
quienes se van a encontrar aquí con algunos de los hechos
geomorfológicos más característicos de los climas
húmedos tropicales. La exposición
de los casos considerados comienza en Ciudad Bolívar y
continúa hacia el oeste hasta llegar al puente que cruza
el río Aro.
Como se observa en la figura 1, la zona en estudio se
localiza hacia el sur del río Orinoco. El puente del
río Aro se localiza en las coordenadas: 7° 38’ N
y 64° 8’ W. Ciudad Bolívar se ubica a: 8°
8’ N y 63° 35’ W. La carretera recorrida es
asfaltada, en condiciones regulares (noviembre 2003), y comunica
a la capital del
estado Bolívar con el estado
Amazonas, hacia el suroeste. La región posee un clima,
según Köppen, Tropical Lluvioso de Sabana, con
precipitaciones promedios de 1000 mm al año y con
temperaturas de 28 °C. La estación lluviosa se
extiende comúnmente desde abril hasta
septiembre.
Fig. 1. Localización del área
recorrida
3. Análisis de las localidades
visitadas
Sector suroeste de Ciudad Bolívar, barrio Brisas
del Este
Gran parte de la capital del estado Bolívar se ha erigido
sobre un relleno sedimentario del Plio-Pleistoceno, conocido como
formación Mesa, la cual está conformada por gravas,
arenas, limos, arcillas y por lentes de corazas ferruginosas. Los
materiales
más predominantes aquí son las arenas no
consolidadas. Esta formación ha sufrido un levantamiento
con respecto al nivel del mar, lo que en consecuencia ha creado
un paisaje de mesas que alcanzan en Ciudad Bolívar hasta
140 m de altura. Porque, como se supone, cuando una región
se levanta, la tendencia es que los ríos comiencen a
excavar verticalmente los materiales por donde ellos discurren.
Los bordes de las mesas, por estar conformados por materiales no
consolidados, son susceptibles a la erosión
hídrica y a la formación de cárcavas o
barrancos. Estas cárcavas consisten desde pequeñas
zanjas de menos de un metro de profundidad hasta verdaderos
valles en forma de garganta o en "V", de varias decenas de metros
tanto de profundidad como de anchura (fig. 2).
Fig. 2. Vista de una cárcava en el barrio Brisas
del Este. Nótese lo abrupto de las vertientes y los
vestigios recientes de los movimientos de tierras hacia el lado
inferior izquierdo.
No necesariamente todos los barrancos son de perfil
agudo, algunos de ellos pueden tener un fondo plano y,
transversalmente, un perfil cuadrangular; eso ocurre cuando el
cuerpo de agua no puede
seguir socavando verticalmente, porque se ha encontrado con una
capa más resistente; entonces tiende a remover los
materiales ubicados hacia los lados Las paredes de estos
barrancos presentan cicatrices de movimientos de tierras
recientes; pero hay sectores que han sido estabilizados gracias
al desarrollo de
una capa de vegetación arbustiva y/o
herbácea.
El retroceso de las cárcavas dentro de las
áreas urbanizadas reside en el hecho de que los procesos
naturales de infiltración y escorrentía se han
alterado completamente: en condiciones normales, sin la
influencia antrópica, las cárcavas retroceden muy
poco a lo largo del año. Pero el problema del retroceso
desmesurado reside en el hecho de que gran parte de la superficie
en el tope de las mesas ha sido impermeabilizada con capas de
cemento,
asfalto y techos de distintos materiales, lo cual produce un
exceso de escorrentía durante los aguaceros. Para entonces
las calles se convierten en especies de quebradas efímeras
que conducen grandes volúmenes de agua hacia el borde de
las mesas, justo donde se encuentran los barrancos, cuyas paredes
están constituidas por materiales no consolidados. Es
cuando el retroceso de las cárcavas alcanza varios metros
de distancia durante un mismo aguacero, poniendo en peligro tanto
la vida de las personas como la existencia de las viviendas y
calles que se encuentran en sus cabeceras. Para el caso del
barrio Brisas del Este, la erosión regresiva
destruyó cerca de 30 m de una calle, y, asimismo, hizo
colapsar varias viviendas (fig. 3).
Fig. 3. El retroceso de una cárcava ha destruido
varias viviendas en el barrio Brisas del Este. Nótese como
la casa de la imagen ha quedado
justo en la orilla del barranco.
El control de las
cárcavas se ha vuelto también un problema
difícil. Por una parte, la ciudad ha crecido de forma
anárquica, sin control ni vigilancia alguna. Desde un
principio, las autoridades competentes no se preocuparon por
prohibir la construcción de infraestructuras en las
cercanías de los escarpes de las mesas. Muchas veces las
formas de control de los barrancos se convierten en especies de
víctimas adicionales del crecimiento de los mismos, a
pesar de los cuantiosos recursos
económicos que es necesario desembolsar para la
construcción de dichas obras (fig. 4). Se han construido
desagües escalonados, muros, etc. que a la larga han
colapsado ante el crecimiento incesante de los barrancos. Esto no
quiere decir que es imposible la superación del problema;
pues, si los sistemas de
desagüe se elaboran de una manera bien concienzuda, se
disminuyen los gastos y, a su
vez, es posible que se le gane la batalla al proceso
erosivo.
Fig. 4. En las cabeceras de esta cárcava se
observa cómo la erosión retrocedente ha hecho
colapsar la estructura de
concreto que
facilitaba el vertido de las aguas de escorrentía
provenientes de la zona urbanizada ubicada pendiente
arriba.
Pista de motocross La Rocayosa
Esta es una loma baja, de algunos 20 metros de desnivel, cuya
capa vegetal ha sido arrasada por completo con el fin de adaptar
el terreno al deporte conocido como motocross.
Las lomas adyacentes contrastan en su fisonomía con
ésta, debido a que poseen la capa de vegetación de
sabana con arbustal que se encarga de proteger las capas
edáficas ante el ataque de los agentes externos. En los
alrededores de estas elevaciones se destaca el paisaje plano de
los topes de las mesas. Más hacia el norte se observa otra
elevación de roca desnuda, que, al igual que la de La
Rocayosa, es un saliente del basamento cristalino (complejo de
Imataca, Precámbrico inferior) sobre donde descansan los
sedimentos de la formación Mesa (fig. 5).
Fig. 5. Obsérvese al fondo un relieve elevado
conformado por rocas del
Precámbrico inferior. Las zonas planas en sus alrededores
están conformadas por sedimentos del Plio-Pleistoceno.
Panorámica desde el tope del cerro de la pista La
Rocayosa.
Debido a la deforestación que el hombre
llevó a efecto para construir la pista de carreras, la
superficie ha quedado a la intemperie, creándose formas de
erosión hídrica como surcos y cárcavas que
se orientan a favor de las vertientes (fig. 6). Estos surcos y
cárcavas se hacen más anchos y profundos en los
lugares donde las pendientes se hacen mayores (más de
20%). La erosión por salpicadura hace que se produzcan
pequeñas pirámides de tierra o
pedestales coronados por pequeños guijarros. En algunas
localidades de esta loma, se observan interesantes cortes de
meteorización hasta de 3 m de altura, donde aún se
puede contemplar el bandeamiento de los gneises: estas bandas
poseen pequeñas ondulaciones o pliegues, diaclasas y
microfallas; la alteración química de los
minerales
ferromagnesianos les ha dado una coloración rojiza y
amarillenta; algunas bandas blanquecinas son el resultado
(caolín) del intemperismo del feldespato de potasio; las
bandas grises de cuarzo aún se conservan, corroborando lo
que se dice en la teoría
sobre su mayor resistencia ante
el intemperismo (fig. 7).
Fig. 6. Vertientes afectadas por erosión
hídrica en un área deforestada. Obsérvense
los surcos y cárcavas generadas por las aguas de
escorrentía.
Fig. 7. Corte donde se muestra la roca
meteorizada (gneis): las bandas blancas están conformadas
por caolín. Se conserva intacta una banda de cuarzo
verdoso en la esquina superior derecha. El espesor máximo
de las manchas de color claro es de
aproximadamente 4 centímetros.
Afloramiento rocoso a doce kilómetros desde
Ciudad Bolívar
Esta es una pequeña elevación de roca desnuda
parcialmente fracturada. El fracturamiento horizontal es una
respuesta a la descompresión que sufren las rocas cuando
la erosión hace que alcancen la superficie. Las fracturas
verticales tienen mayor relación con los esfuerzos
tectónicos acaecidos en la región a lo largo de
muchos millones de años. Se trata de gneises del complejo
de Imataca en cuya superficie hay una pátina o barniz de
color grisáceo que se produce por la meteorización
química de los minerales presentes en la roca. La capa
oscura es una acumulación de sales de hierro y de
magnesio que se fijan a lo largo del tiempo. Al romper
un pedazo de la roca se puede notar que el color de la parte
interna es distinto al del exterior. Sucede lo mismo cuando
removemos algunas de las conchas o escamas que suelen presentarse
en la superficie. Quiere decir que la formación de esta
película oscura es más propicia cuando se tiene un
contacto directo con el aire y con la
incidencia de los rayos solares. De hecho, hay lugares dentro del
escudo Guayanés donde las rocas que están bajo la
sombra tienen una coloración más clara que aquellas
que permanecen expuestas directamente a los rayos solares. La
existencia de diaclasas horizontales y verticales ha dado lugar a
numerosos bloques redondeados o subredondeados. Algunos de
éstos se están descascarillando al igual que una
cebolla, fenómeno conocido como meteorización
esferoidal (fig. 8).
Fig. 8. Descascarillado de un bloque de gneis, gracias a
procesos de meteorización mecánica y química
combinados.
Parte de la superficie presenta procesos
orgánicos dignos de mencionar como lo es la cobertura de
líquenes de coloraciones verdes y mostaza. Estos
organismos, aunque sus efectos en la evolución del relieve no sean tan
importantes, se encargan de ir desgastando la roca
paulatinamente, debido a que extraen parte de sus nutrientes de
los minerales que componen las rocas (fig. 9). Entre las
diaclasas que presenta este afloramiento se han establecido
algunas especies de plantas
leñosas que seguramente, a través del crecimiento
de sus troncos y raíces, deben fracturar la roca e
incrementar el tamaño de las grietas por donde se infiltra
el agua que
reacciona con los minerales, originándose nuevas
sustancias. Hay diaclasas que se han convertido en canales de
escorrentía donde se ha establecido una cubierta de
hierbas. Algunas líneas de coloración blanquecina
son antiguas rutas de colonias de termitas. Lo que sucede es que
estos insectos se encargan de remover la pátina a lo largo
de sus caminerías superficiales. La superficie rocosa no
es lisa, sino, más bien, ligeramente irregular, debido a
que las bandas de minerales que poseen los gneises no son de
igual resistencia ante el intemperismo. Además, se
observan numerosos guijarritos en forma de hojas, lo que debe ser
una respuesta ante la dilatación y contracción de
los materiales; ya que es posible que al calentar el sol la
superficie, ésta puede alcanzar temperaturas hasta de
50°C. Localmente se observan algunos diques de cuerpos
intrusivos, probablemente de pegmatita, los que no originan
diferencias importantes en el microrrelieve.
Fig. 9. Las manchas del bloque ubicado en el lado
superior izquierdo son líquenes que recubren parcialmente
la roca. Las líneas blancas del bloque inferior son
antiguos caminos de termitas. Nótese la coloración
oscura que le imprime la pátina a estos
afloramientos.
El Almacén
Esta localidad se ubica en la margen derecha del río
Orinoco. Para llegar a ésta es necesario desviarse hacia
el norte en un desvío ubicado a unos 24 km desde Ciudad
Bolívar, lo cual permite contemplar algunos cambios en la
topografía, ya que durante el trayecto se
pasará de una altura aproximada de 120 m (tope de una
mesa) a otra ubicada a unos 25 m sobre el nivel del mar. Sobre
los topes de las mesas, el uso de la tierra se remite a
actividades agropecuarias localizadas, a pesar de la existencia
de amplios territorios de topografía plana; también
es una respuesta a la falta de fertilidad de los suelos. Justo en
el desvío hacia El Almacén se
ha construido el Hipódromo de Ciudad Bolívar. Antes
de llegar al poblado de El Almacén se nota que no hay
cambios topográficos graduales. Cuando se comienza a
descender, la topografía es moderadamente inclinada; pero,
más o menos a mitad de camino, el perfil presenta una
especie de escalón o explanada. Esto es indicativo de que
el levantamiento de la región no fue parejo, sino,
más bien, espasmódico; es decir, que acusó
alguna pausa que favoreció la elaboración de un
nivel intermedio (fig. 10). Es lo mismo que se nota en algunos
sectores de Ciudad Bolívar. A su vez, a lo largo de este
talud se observan sistemas de cárcavas, fenómeno
típico de los relieves de la formación
Mesa.
Fig. 10. Corte esquemático que muestra el relieve
y la geología a lo largo de la vía hacia El
Almacén. Entre el Hipódromo y el río Orinoco
la distancia es de algunos 12 km.
El Almacén se ha erigido sobre aluviones
recientes del Orinoco (Holoceno), y está bajo el riesgo de ser
afectado seriamente por las crecientes excepcionales del mismo.
En épocas de aguas bajas, desde las orillas del cauce se
puede descender hasta una profundidad de algunos 15 metros. Es
cuando se tiene la oportunidad de contemplar las impresionantes
barras de arena que se forman en las orillas del río y en
los alrededores de los islotes. Estas barras son afectadas por la
erosión eólica, por lo cual es común que en
la superficie se produzcan pequeñas depresiones de
deflación y rizaduras. Las islas están conformadas
por pequeños salientes de las rocas cristalinas de
Imataca. En las épocas de aguas altas las barras de arena
quedan sepultadas por completo, y se observa sólo una
corriente turbulenta de color marrón claro a causa de una
mayor carga de sedimentos suspendidos (fig. 11).
Fig. 11. Vista del río Orinoco desde el poblado
de El Almacén, durante el período de aguas altas.
Hacia el fondo se ubica la ribera izquierda o la margen norte de
dicho río.
Cerros Curiapo y La Carolina
Estas son dos elevaciones constituidas por cuarcitas
ferruginosas. El cerro Curiapo posee un desnivel de 290 m, y se
orienta hacia el noreste. Las rocas adyacentes a estos cuerpos de
cuarcita son gneises que se comportan como materiales más
débiles ante el ataque de los procesos externos; por eso
es que se presenta el contraste topográfico. El cerro La
Carolina, con un desnivel inferior que el primero (50 m),
presenta un detalle interesante si observamos su
representación en los planos topográficos:
está atravesado transversalmente por un río
consecuente que fluye hacia el noroeste. Las laderas del cerro La
Carolina poseen numerosos afloramientos rocosos in situ y bloques
alóctonos. También la superficie exhibe abundantes
bloques de coraza ferruginosa. La meteorización
química de las cuarcitas ferruginosas genera una gran
cantidad de óxidos de hierro que se acumulan y se
solidifican en las vertientes al igual que el cemento. Por eso no
es extraño observar grandes bloques de coraza que
contienen múltiples y pequeños fragmentos de
cuarcita. Algo parecido a los conglomerados (fig. 12).
Fig. 12. Elevaciones de cuarcita ferruginosa a modo de
hogbacks. Los relieves adyacentes están conformados por
gneises, rocas más susceptibles a la
meteorización.
La abundancia de hierro en el material geológico
produce en la base de las vertientes grandes aglomeraciones de
fragmentos de arenas cementadas con óxidos de hierro, las
que supuestamente han sido desmanteladas desde las capas de
areniscas o lateritas ubicadas pendiente arriba; fenómeno
que se puede palpar en algunos cortes en la orilla de la
carretera (fig. 13).
Fig. 13. Fragmentos de laterita o de arenas consolidadas
por óxidos de hierro. Estos guijarros fueron acarreados
desde lugares ubicados ladera arriba seguramente bajo el efecto
de poderosas lluvias torrenciales.
Piedra Santa Rosa
La piedra Santa Rosa Rosa es un domo de exfoliación de
bajo desnivel (6 m), ubicado a unos 70 km desde Ciudad
Bolívar. Este domo es de perfil convexo y está
conformado por granitos. Se observan acá conchas de roca
de hasta 40 cm de espesor que delatan el desgaste paulatino de
dicho afloramiento. La superficie posee una coloración
gris oscura, casi negra; la roca fresca es de gris claro. Los
procesos geomórficos más dignos de destacar en este
lugar tienen relación con la meteorización
química. En la superficie rocosa se han desarrollado
depresiones redondeadas y acanaladuras como reflejo de las
reacciones
químicas que favorece la acumulación de agua
durante las lluvias. Al formarse los charcos, el agua se torna de
una coloración verdosa producto de
las algas. La actividad orgánica, en efecto, produce
ácido carbónico, el que reaccionará
rápidamente con los minerales constituyentes de la roca
granítica. A causa de este proceso las depresiones se
harán cada vez más amplias y profundas. En este
domo miden un ancho aproximado de 1 a 3 m, con profundidades
hasta de 50 cm. Estas oquedades poseen un desagüe natural
que debe incrementar su profundidad tanto por
meteorización como por arranque de partículas a
partir del agua en movimiento
(figs. 14 y 15).
Fig. 14. Piedra Santa Rosa: domo de exfoliación
de bajo desnivel desarrollado sobre granito. Obsérvense en
las vertientes las estructuras de
lajamiento (lado superior izquierdo).
Fig. 15. Depresiones originadas por meteorización
química en las rocas graníticas. El desarrollo de
algas dentro de los charcos intensifica el proceso. El ancho del
charco en la imagen mide aproximadamente 40
centímetros.
Piedra El Peñón
La piedra El Peñón es un domo alto, de
aproximadamente 65 m de desnivel. Se localiza a unos 88 km desde
Ciudad Bolívar. En la cima se observan algunos bloques que
atestiguan el desmantelamiento de una antigua estructura de
lajamiento. Posee en sus vertientes algunos parches de
vegetación arbustiva y herbácea. La superficie de
esta masa granítica exhibe acanaladuras y depresiones
similares a los taffoni de los paisajes desérticos, que, a
diferencia de las observadas en la piedra Santa Rosa, aparecen en
paredes casi verticales. La base de este domo presenta una
acumulación de abundantes bloques rodados, lo que se
conoce en geomorfología como talud de derrubios; entre las
juntas de estos bloques se ha desarrollado una vegetación
de bosque bajo. En la zona comprendida entre la base del domo y
el valle se forma un relleno de coluviones o glacis (fig.
16).
Fig. 16. Corte esquemático de la piedra El
Peñón y sus inmediaciones. La distancia horizontal
es ± 600 m.
En las adyacencias de este cerro, hacia el sur, hay un
vallecito por donde fluye un río de régimen
permanente, a lo largo del cual se ha desarrollado un bosque de
galería con morichales, donde se destaca la palma Mauritia
Flexuosa, comúnmente conocida como moriche. La presencia
de esta palma es indicativo de que las aguas freáticas
permanecen en o cerca de la superficie a lo largo de todo el
año. Por tal motivo, muchos cauces de ríos
intermitentes poseen palmas moriches (fig. 17).
Fig. 17. Vista parcial de la vertiente norte de l a
piedra El peñón. Obsérvense la desnudez de
la roca y algunos bloques montados que atestiguan el paulatino
rebajamiento del domo. El valle ubicado en primer plano presenta
un bosque de galería y morichales.
Río Aro
La gran mayoría de los grandes ríos guayaneses son
de cauces rocosos, con capas delgadas de aluviones en sus bordes.
La rocosidad in situ favorece la construcción de puentes,
como el que cruza al río en referencia, ya que los
materiales más seguros
están en o cerca de la superficie y se hace entonces
más económica la construcción de las bases.
Los afloramientos en el lecho del Aro poseen un aspecto liso y
brillante a causa de la abrasión por parte de las
partículas cortantes que transportan las aguas en los
períodos de crecidas. La pátina de las rocas es un
poco más pálida en los afloramientos que suelen ser
sometidos a las inundaciones anuales; esto se debe también
a que la delgada película que produce el intemperismo es
susceptible de ser removida por la abrasión. En los
alrededores de dicho puente, visto en planta, el río Aro
sigue una trayectoria en forma de línea quebrada, con una
orientación predominante de 45° a 55° NW, lo cual
es un fiel reflejo del marcado control estructural. En tiempos de
aguas bajas, el cauce de este río suele ser visitado por
mineros artesanales, quienes extraen, mediante el lavado de
aluviones, minerales de alto valor como el
oro y el diamante.
CVG-Técnica Minera. 1991. Informe de
Avance. Hoja de Radar NB-20-2. Proyecto Inventario de los
Recursos
Naturales de la Región Guayana. Ciudad
Bolívar.
Santiago, Jesús. 1991. Generalidades sobre la
erosión en cárcavas. CVG-Tecmin. Ciudad
Bolívar.
Agradecimiento
Al Sr. Robert Sotillo, chófer del bus, y a los estudiantes
Jesús Cepillo, Rubén Martínez y Jairo
Alcalá por haber suministrado las imágenes
fotográficas.
Autor:
Jesús E. Santiago