Seguridad nacional: una lectura
metodológica
- Antecedentes sobre seguridad
nacional - Servicios de
seguridad - Generalidades sobre la
seguridad nacional mexicana - Elementos de la seguridad
nacional - Gobernabilidad
- Los servicios mexicanos de
seguridad - Bibliografía
El Estado surge
como un mal necesario
a fin de garantizar paz y seguridad,
así
como para terminar con el estado
natural
de guerra
perpetua entre los hombres.
THOMAS HOBBES
Una de las más grandes enseñanzas que he
recibido en mi vida personal y
profesional es el axioma que me dijera el doctor Javier
Patiño Camarena durante el curso de Derecho Electoral de
la Universidad
Cuauhtémoc: "El planteamiento correcto de un problema
equivale al cincuenta por ciento de su solución" (Velazco
Gamboa, 1997 p. 20).
Como ya he planteado en otras ocasiones y desde
distintos espacios, el problema de la Seguridad
Nacional radica en que es un aspecto toral de la vida política nacional
que, como muchos otros temas, se ha convertido en un tabú
con todas las implicaciones negativas que esto conlleva.
Así, se ha llenado de mitos,
mentiras y malos manejos, desvirtuando su verdadera razón
de ser, su esencia y sus objetivos
originales.
Así, Seguridad Nacional se ha convertido en un
concepto muy
escabroso, pues no sólo se refiere al hecho de estudiar
los fenómenos, personas o instituciones
que sustentan a la soberanía o que atentan contra ella, sino
de encararlos –de acuerdo con el citado axioma– y a
partir de ahí, evaluar el problema, emitir un diagnóstico y dar alternativas de
solución con base en dichos criterios. Por otra parte,
este concepto es
polivalente, pues está condicionado por muchísimas
coyunturas, amén de sus factores determinantes
permanentes.
Pero además, seguridad nacional es un concepto
vago e impreciso, pues muy pocos investigadores o personajes de
la política
se han atrevido a definirlo, y cuando así lo han hecho ha
podido notarse titubeo o ambigüedad en sus palabras. Por
tanto, es un concepto mal definido y peor entendido, obviamente
mal aplicado y con resultados desastrosos, que urge
aclarar.
Un periodista muy conocido –Alejandro Ramos
Esquivel- escribió: El de Seguridad Nacional es un
concepto nebuloso para la mayor parte de la gente y de los
propios políticos y casi siempre asociado con las acciones
encubiertas de las policías y el ejército, lo cual
explica, en buena medida, el por qué de tantos desatinos
en la materia (Del
Castillo Martínez, 1997 p. 61).
El investigador estadounidense Gene Sharp dice que el
concepto de seguridad nacional tradicionalmente se refería
a las amenazas externas y a la estabilidad de un Estado y, por
lo tanto, se definía en términos de
disuación nuclear, superioridad en armamento, inteligencia
militar, alianzas, contención de las naciones agresoras y
estabilidad en la relación Estados
Unidos-Unión Soviética. Sólo que, en una
época posterior a la guerra
fría –concretamente, la nuestra-, una
definición estrictamente militar de la seguridad nacional
parece bastante anacrónica (Thorup, 1990 p.
98).
Al respecto, el Doctor Paulino Ernesto Arellanes (1993),
especialista en política exterior y relaciones
internacionales y Coordinador de la Maestría en
Ciencias
Políticas de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, nos confirma que tradicionalmente
–no sólo en México
sino en todos los países del orbe– el término
seguridad nacional se ha enfocado al aspecto bélico. Sin
embargo, también se refiere a otros ámbitos, entre
ellos el económico.
Por lo tanto, si el significado de seguridad incluye el
desarrollo
económico, la estabilidad política, formas
democráticas de gobierno,
derechos
humanos, calidad del
ambiente y las
condiciones de vida de las personas, el concepto tradicional
resulta inadecuado como una guía para la investigación sobre el tema (Rockwell y
Moss, 1990 p. 57).
Debido a las anteriores consideraciones, corresponde
preguntarse: ¿Cuáles son las partes que integran a
esa misteriosa y poco clara seguridad nacional?
¿Dónde se origina semejante concepto?
¿Cuál ha sido su evolución y posterior aplicación en
México?
Debido a que contestar estas –y muchas otras-
preguntas podría motivar un estudio de dimensiones
colosales y, además, por razones de espacio, se hace
obligatorio abordar por partes el problema planteado. Y como es
menester empezar por el principio, se deben revisar sus
orígenes así como los elementos que la integran,
estableciendo precisiones concretas al respecto.
Ciertamente, no ha sido fácil establecer dichas
precisiones, pues no hay muchos enfoques u opiniones escritas al
respecto. No obstante, la misma operación de la seguridad
nacional ha servido como parámetro para establecer tales
elementos y relaciones.
Debo mencionar que no soy nuevo en el tema: he realizado
numerosos estudios en la materia antes
de plasmarlos en este trabajo. No ha sido fácil establecer
parámetros acerca de un tema tan delicado, escabroso, poco
definido, mal entendido y –como ya dije antes– peor
aplicado, y mucho menos, proponer alternativas para su análisis y para la elaboración de
una agenda –al menos académica- en la
materia.
Sin embargo, con base en los trabajos de prestigiados
investigadores, y ensayando algunas teorías
propias, intentaré –en este número- ubicar
los orígenes y evolución de la seguridad nacional, mismos
que han sido ignorados, menospreciados o simplemente desconocidos
por muchos autores.
De esta manera, pongo a sus apreciables órdenes,
amigo lector, este análisis que ha sido elaborado con base en
el amor a la
patria, el respeto a las
instituciones
nacionales y el legítimo deseo de que México se
convierta en una potencia y en
ejemplo para Latinoamérica y el mundo.
Considero que la seguridad nacional, más que un
tema misterioso, debe ser un valor claro.
Tal vez cuando así lo hayan comprendido los actores que
dirigen los destinos de este país, realmente
empezará a haber una seguridad plena, misma que fue una
razón para que naciera el Estado,
cuyo verdadero origen –como dijo John
Locke– está en la tolerancia y el
consentimiento de los ciudadanos.
2.
Antecedentes sobre seguridad nacional
Seguridad nacional es un concepto que encuentra sus
raíces en la teoría
de la Geopolítica del siglo XIX en Alemania e
Inglaterra
(Alarcón y Bermúdez, 1988 p. 92).
En 1927, cuando se publicó la Zeitschrift
für Geopolitik (Teoría
de la Geopolítica), dicha idea dispuso que la
conducta
política y las capacidades militares pueden explicarse y
preverse basándose en el ambiente
físico, y que esta influencia puede llegar a determinar la
tecnología, la cultura, la
economía
de los estados, su política interna y externa y las
relaciones de poder entre
ellos (Attina, 1991 p. 703).
A partir de aquí se asumió que la
seguridad nacional de los países dependía
fundamentalmente de la integridad territorial y de la defensa
militar de la soberanía y sufrió diversas
influencias, principalmente del pensamiento
militar francés y del español de
la era franquista y, poco después, del pensamiento
militar norteamericano, el cual se convirtió en padre de
la doctrina moderna de la seguridad nacional.
Dicha doctrina fue fundada en los tiempos de la Guerra
Fría y está basada en el principio de la
polaridad Este-Oeste. Es aquí donde, sin duda, se
originó la noción de actividades de inteligencia
para erradicar el espionaje soviético que pretendía
llegar al centro neurálgico de la actividad
política, económica, militar y tecnológica
estadounidense. Como tal, se implementó en muchos
países de América
latina, entre ellos México.
Esta doctrina ha tenido en los Estados Unidos
esencialmente dos funciones:
internamente ha contribuido a una ‘presidencia
imperial’, y externamente se ha convertido en la armadura
ideológica del imperio. Así pues, la mencionada
doctrina ha pasado a convertirse en ideología y práctica política
para muchos gobiernos autoritarios y militares que, so pretexto
de prevenir la destrucción de las instituciones, eliminan
y/o manipulan el orden jurídico existente para hacerlos
afines con sus pretensiones de suprimir disidencias populares o
cambios revolucionarios (Alarcón y Bermúdez, 1988
p. 93).
3.
Servicios de
seguridad
Los servicios de
seguridad comprenden aquellos órganos del Estado
encargados de la recopilación de informaciones políticas,
militares y económicas sobre otros Estados, especialmente
sobre los Estados actual o potencialmente enemigos (actividad de
espionaje).
Dichos servicios tienen, además, la tarea de
impedir la actividad de espionaje extranjera en el territorio
nacional y donde sea posible (actividad de contraespionaje),
así como la de llevar a cabo todas las acciones que
puedan disminuir la fuerza
política, militar y económica de los Estados
enemigos –actividad de penetración
ideológica, de derrotismo, de sabotaje, etcétera-
(Bova, 1991 pp. 1442-1443).
Así, dice Sergio Bova (1991 p. 1443), en el siglo
XX y hasta la segunda guerra
mundial, la mayoría de los Estados organizaron sus
servicios secretos, entre otras, con las siguientes características:
- Espionaje;
- Sabotaje y agitación política,
y - Contraespionaje y seguridad.
Del mismo modo, el espionaje se enfocó, entre
otras, hacia las siguientes áreas:
- Espionaje estratégico;
- Espionaje bélico, y
- Espionaje operativo.
Así, los servicios de seguridad son,
esencialmente, garantes de la seguridad del Estado, toda vez que
lo protegen y defienden tanto de sus enemigos naturales como de
sus enemigos coyunturales. Asimismo, son espías respecto
del enemigo exterior, y en el caso de los enemigos internos,
dependiendo de la naturaleza de
éstos, también pueden ser espías o una
suerte de policía política.
Así, los órganos de seguridad del Estado
se dedican a espiar y analizar los movimientos de grupos
guerrilleros o terroristas, partidos
políticos, sindicatos,
asociaciones y otros grupos que puedan
quitarle el poder al
grupo que lo
detenta o que, de otra manera, puedan atentar contra la
estabilidad del régimen, el orden público e incluso
la paz social. De paso, se dedican a disminuir, contrarrestar,
anular o erradicar su actividad y los efectos de
ésta.
Los servicios de seguridad adquirieron este rasgo cuando
el fascismo los
transformó en instrumentos políticos al servicio del
régimen en el momento en que los diversos organismos
constituidos durante la guerra se
unificaron en diversos aparatos de espionaje y contraespionaje al
servicio de
las fuerzas armadas, pero sobre todo, porque un verdadero y
propio servicio de seguridad política fue la Opera
Volontaria per la Repressione dell’ Antifascismo (OVRA),
que no era otra cosa que la policía secreta del
régimen, encargada entre otras cosas, de la
eliminación física de los
opositores de éste (Bova, 1991 p. 1444).
En México, los servicios de seguridad han tenido
diferentes nombres, pero en el régimen posrevolucionario
–concretamente, en la era del PRI- dependieron de la
secretaría de Gobernación federal y se dedicaron,
de modo específico, a disminuir, contrarrestar, anular y
erradicar la actividad y los efectos de los partidos
políticos opositores del grupo en el
poder, especialmente, de los de izquierda.
Al respecto, el doctor Sergio Aguayo Quezada dice que
entre 1946 y finales de los setenta aún sin
reflexión teórica, el gobierno
utilizó el término –de seguridad
nacional– como sinónimo de control de la
disidencia por medio de la fuerza (Aguayo
Quezada, 1990 p. 115) y consideraba que, al menos hasta 1990,
así lo mantenía todavía.
Complementando lo anterior, el doctor Roger Bartra
menciona que, hacia finales de la década de los sesenta,
el investigador estadounidense Philip Agee consideraba que los
servicios de seguridad mexicanos eran tan efectivos en erradicar
a la extrema izquierda, que los servicios norteamericanos de
seguridad no tenían de que preocuparse (Bartra, 1990 p.
146).
De esa manera, la distinción entre servicios de
seguridad militar y servicios de seguridad política
introducidos en Italia desde
1977, ya se estaba aplicando en otros países y, más
específicamente, en México, como ya se ha
ilustrado.
Así, puede concluirse que, si bien, las misiones
generales de los servicios de seguridad tienen que ver más
con las actividades estratégicas y tácticas, sus
problemas se
plantean predominantemente en un plano político,
más que en el técnico-operativo (Bova, 1990 p.
1445). Y vuelta al canto, ésa es una realidad definitiva
en el México contemporáneo.
4.
Generalidades sobre la seguridad nacional mexicana
El Doctor Paulino Ernesto Arellanes Jiménez
(1993) señala que, en otra época, la seguridad se
refería a los aspectos bélico y territorial, debido
a que el dominio de unas
naciones sobre otras se daba, principalmente, por medio de
movilizaciones militares. Sin embargo, conforme los estados
consolidaron su autosuficiencia económica, los más
fuertes empezaron a recurrir al dominio
comercial.
En 1980, el General Félix Galván
López, entonces secretario de la Defensa, definió
la seguridad nacional como el mantenimiento
del equilibrio
social, económico y político, garantizado por las
Fuerzas Armadas. Esa es la definición aceptada por el
ejército: allí no cabe la fuerza militar como
solución a los problemas
nacionales. El enfoque mexicano es la negociación. Eso cancela la necesidad de
unas Fuerzas Armadas enormes (Maza, 1995 p. 25).
Sin embargo, la constante presencia de grupos
paramilitares, guerrillas y terroristas en territorio mexicano,
ha orillado a los Altos Mandos Militares a incrementar el poder
de fuego de sus unidades a efecto de tener capacidad para
enfrentar un eventual ataque de parte de éstos
grupos.
La definición del General Galván es
correcta, pues habla de mantenimiento
del equilibrio
social, económico y político, aunque no aclara a
quién le corresponde mantener dicho equilibrio. En
cambio, deja
muy claro que éste se encuentra únicamente
garantizado por las Fuerzas Armadas, aunque en lo personal, se
opina que debe ser instrumentado y sostenido por el Estado,
evidentemente en el terreno de la administración
pública y las relaciones políticas (Velazco
Gamboa, 1997 p. 21).
El Maestro Adolfo del Castillo Martínez (1997 p.
61), en su ensayo "La
seguridad nacional de México y las relaciones con los
Estados Unidos", acertadamente, aclara –como ya se hizo en
el capítulo anterior- que la seguridad nacional mexicana
no tiene que ver con corporaciones policiacas, con espionaje, con
persecución de grupos extremistas de derecha, de izquierda
o de cualquier índole, ni con la tropa del
ejército, la policía política o con
actividades de supuesta inteligencia.
Al respecto, el Doctor Sergio Aguayo Quezada dice que
entre 1946 y finales de los setenta, aún sin
reflexión teórica, el gobierno utilizó el
concepto de seguridad nacional como sinónimo del control de la
disidencia por medio de la fuerza, una interpretación por
demás errónea pero que, por fortuna, aparentemente
ha sido erradicada (Aguayo Quezada, 1990 p. 115).
Además, la seguridad nacional mexicana no es un
concepto económico, administrativo, ingenieril o
comercial, sino que, más bien, es un concepto
eminentemente político. Para otros autores, en
México aún no existe un concepto definido de
seguridad nacional, pero la conformación de su agenda
estaría orientada a reforzar el sentido de la democracia, la
justicia
social y la soberanía (Del Castillo, 1997 p.
62).
Sin embargo, hay bastantes definiciones o intentos de
definiciones. De tal forma y, en lo personal, para este
investigador la mejor es la del General Gerardo Vega, quien dice
que seguridad nacional es la condición permanente de
libertad, paz
y justicia
social que, dentro de un marco institucional y de derecho,
procuran los poderes de la federación. En el ámbito
interno, mediante acciones políticas, sociales,
económicas y militares tendientes a equilibrar
dinámicamente las aspiraciones y los intereses de los
diversos sectores de la población y del propio país. En el
ámbito internacional, salvaguardando la integridad
territorial y ejerciendo la soberanía y la independencia
(Aguayo Quezada, 1990 p. 128).
Con tal inspiración, el Estado mexicano ha
ejercido diversos programas y
acciones de gobierno a efecto de preservar esa libertad, paz
y justicia social y para mantener el equilibrio social,
económico y político. Pero además, ha creado
una serie de instituciones que, a través de actividades de
inteligencia y análisis, le auxilian en la delicada labor
de velar por la seguridad nacional.
Uno de mis asesores académicos, Alejandro Reynoso
Rosete, Licenciado en Relaciones
Internacionales y Licenciado en Derecho por la Universidad de
las Américas Puebla y actualmente alumno de la
Maestría en Derecho, me preguntaba "¿Realmente el
Estado mexicano ha ejercido esos programas y
acciones de gobierno?", y yo le respondería que no, pero
así lo han manejado sus titulares.
Ciertamente, las condiciones actuales de la seguridad
nacional mexicana reafirman esta aseveración, pues puede
decirse que no hay mucho equilibrio económico y
político ni mucha paz social en el país, y peor
aún, pues nuestra paz social se encuentra en una especie
de equilibrio al borde del desastre: guerrilla, terrorismo,
delincuencia,
desórdenes, conflictos pos
electorales, violencia
política y social, etc.
Desconozco si alguien ya había acuñado el
concepto equilibrio al borde del desastre, pero yo lo
explicaría así: una persona –en
este caso, la nación
mexicana- camina sobre una barda de ladrillos, firme y
sólida –dicha barda es el Estado democrático
de derecho, cimentado en la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos- pero sumamente delgada –de apenas unos 15
o 20 centímetros de ancho-.
Todo va bien mientras el viento no sople demasiado
fuerte, porque en ese momento, el individuo puede caer hacia
cualquiera de los dos lados. El problema radica en que en un
extremo hay un desfiladero y, en el otro, cocodrilos. El
comentario es meramente ilustrativo y no se ampliará, pues
es motivo de otro estudio, aunque sale bastante a colación
la inquietud del asesor.
5.
Elementos de la seguridad nacional
Para efectos metodológicos este autor tuvo que
determinar que la seguridad nacional se divide en dos partes, de
acuerdo con las prioridades del Estado:
- Seguridad positiva, y
- Seguridad negativa.
Asimismo, de acuerdo con su ámbito de
acción territorial, se divide en:
- Seguridad interior.
- Seguridad exterior.
De acuerdo con su esfera de aplicación social, la
seguridad nacional se divide en:
- Seguridad del Estado.
- Seguridad de la ciudadanía.
La primera clasificación fue enunciada por Javier
Elguea, profesor-investigador de El Colegio de México, y
las demás, por este investigador.
Cathryn L. Thorup dice que la seguridad del Estado
–o de un régimen en particular- no es
sinónimo de seguridad nacional. Cuando los líderes
políticos hablan de la seguridad nacional, es posible que
se refieran a la seguridad de la élite política
dirigente. Por lo tanto, es importante diferenciar entre la
seguridad del Estado (la preservación del aparato de
gobierno) y la seguridad de la sociedad de la
sociedad civil
(Thorup, 1990 p. 103).
En complemento de tal afirmación, siempre he
sostenido que la seguridad del Estado y la seguridad de la
ciudadanía –llámese así o
llámese "seguridad pública", "protección
civil", "seguridad de la sociedad civil",
etc.- hacen el objetivo de la
seguridad nacional junto con la integridad del territorio y de la
soberanía así como de la independencia
política y económica respecto de otros estados.
Para que se pueda hablar de seguridad nacional total, se debe
hablar de todos estos elementos en su conjunto, pues ninguna es,
por sí misma, la seguridad nacional como tal.
La seguridad positiva tiene como expectativas el
progreso económico y social de la Nación
mexicana. Por su parte, la seguridad negativa tiene como
propósito defender al territorio nacional de amenazas
externas (Aguayo, Bagley y Stark, 1990 p. 33).
Tanto la seguridad interior como exterior se enfocan a
mantener, garantizar y preservar tanto la seguridad del Estado
como la seguridad de la ciudadanía, lo cual nos ilustra
cuán íntimamente ligadas se encuentran el
ámbito de acción territorial y la esfera de
aplicación social.
Tanto en un caso como en otro –interior o
exterior-, el Estado tiene enemigos naturales y coyunturales que
pueden atentar contra su estabilidad, funcionamiento y seguridad
–esto se ampliará más adelante-. Asimismo,
hay grupos y factores que atentan contra la estabilidad,
convivencia armónica, integridad, tranquilidad y seguridad
de la ciudadanía.
Así, tanto para el Estado como para la
ciudadanía, los grupos de riesgo –sus
enemigos, pues- pueden provenir del interior del país
–como el EZLN, el EPR, el ERPI, etc.- o bien, del
extranjero –tal sería el caso de una guerrilla o de
una delincuencia
organizada financiada desde otros países-. Ahora bien, hay
otros factores de riesgo que pueden
atentar contra la seguridad del Estado y de la ciudadanía,
tal como sería un desastre natural –como un
ciclón o una erupción volcánica- o provocado
intencional o accidentalmente –como un incendio forestal u
otro tipo de siniestros, etc.-, en los que lo importante es
prevenir desgracias y salir bien librados del
problema.
La seguridad del Estado es la legitimidad de éste
y la obediencia y respeto que le
guarda la sociedad
(Contreras, 1993). Más aún, la seguridad del Estado
es la condición de estabilidad, legitimidad y legalidad
con la que el gobierno y sus poderes y dependencias operan y
ejercen la función
gubernativa, de conformidad con sus misiones, fines y objetivos
generales y particulares.
Por su parte, la seguridad de la ciudadanía,
también llamada seguridad ciudadana o seguridad
pública y protección civil, es la condición
de libertad, tranquilidad, armonía, orden y paz social en
que vive la población del país.
Ahora, con respecto a su temporalidad o actualidad
cronológica, para Adolfo del Castillo Martínez
(1997 p. 64), los asuntos relativos a la seguridad nacional
pueden ser:
- Coyunturales o temporales, y
- Permanentes.
Tanto unos como otros varían y sólo pueden
ser definidos en el caso particular de cada país, pero en
el caso de México, un asunto coyuntural fue el problema de
la deuda externa en
1982, cuando Jesús Silva Hérzog se encargaba de
negociar su solución con la Reserva Federal de los Estados
Unidos. Por su parte, la propiedad de
la nación sobre los hidrocarburos,
en este caso el
petróleo, constituye un asunto permanente para el
Maestro Adolfo del Castillo. Pero pese a lo variado de los
ejemplos por cada caso, sí puede afirmarse que algunos
asuntos coyunturales para la seguridad nacional son:
- Las contingencias y desastres tanto naturales como
provocados. - Los acuerdos comerciales o de otro
tipo. - Los acontecimientos sociales, culturales o
deportivos.
En cambio,
algunos asuntos permanentes para la seguridad nacional
son:
- La soberanía.
- La integridad territorial.
- La seguridad pública y la protección
civil. - El bienestar de la población.
- El equilibrio y mantenimiento del orden
público y la paz social.
En materia de seguridad nacional hay factores que
tienden a fortalecerla y factores que tienden a lesionarla. Los
factores que fortalecen a la seguridad nacional son los
siguientes:
- La correcta interpretación y aplicación
de la ley. - La justa y equitativa distribución de la riqueza del
país. - El crecimiento y la estabilidad económica, el
desarrollo y
la justicia social, y el mejoramiento de la calidad de
vida de la población. - El respeto irrestricto a los derechos humanos,
políticos, sociales, etc. de los cuales gozan los
habitantes del país. - La administración clara y transparente de
los recursos
nacionales por parte de los titulares de los poderes así
como de sus funcionarios y personal de apoyo. - El manejo transparente y claro de los procesos y
recursos
propios de la
administración e impartición de
justicia. - La honestidad,
decencia e incorruptibilidad de los titulares de los poderes
así como de sus funcionarios y personal de
apoyo. - El respeto a los procesos y
resultados electorales en los niveles municipal, estatal y
federal. - La disminución de la delincuencia menor y del
crimen organizado. - La correcta planeación de los sistemas de
defensa nacional ante posibles agresiones externas. - La correcta planeación de los sistemas de
prevención y atención de desastres
naturales. - La formación de una conciencia
nacional entre la población civil así como una
serie de culturas, tales como la cultura
educativa, la cultura política democrática, la
cultura laboral, la
cultura de prevención de desastres, etc. - El desarrollo
tecnológico y científico del
país. - El perfeccionamiento de los procesos legislativos y
administrativos de la función
gubernamental.
Los factores lesionantes de la seguridad nacional son
los siguientes:
- La existencia de impunidad e ineficiencia en la
interpretación y aplicación de la ley así
como la indiferencia y violación a las garantías
y equilibrios propios del Estado democrático de
derecho. - La injusta e inequitativa distribución de las riquezas del
país. - La pobreza y el
rezago económico. - La violación flagrante y continua a los
derechos
humanos, políticos, sociales, etc. de los cuales
gozan los mexicanos. - La administración viciada, sospechosa y
oscura de los recursos nacionales por parte de los titulares de
los poderes así como de sus funcionarios y personal de
apoyo. - El manejo viciado, oscuro y tendencioso de los
procesos y recursos propios de la
administración e impartición de
justicia. - La deshonestidad, inmoralidad pública y
corrupción de los titulares de los
poderes así como de sus funcionarios y personal de
apoyo. - La manipulación e imposición en los
procesos y resultados electorales en los niveles municipal,
estatal y federal. Más aún, la existencia de
fraudes electorales e imposiciones de tipo
político. - El aumento de la delincuencia menor y del crimen
organizado con el consecuente incremento de la inseguridad
pública y la alteración de la paz y del orden
público. - La represión política.
- Presencia de apatía, desconfianza,
incertidumbre e inseguridad
en la población civil. - La deficiente o nula planeación de los
sistemas de defensa nacional ante posibles agresiones
externas. - La deficiente o nula planeación de los
sistemas de prevención y atención de desastres
naturales. - La ausencia de una conciencia
nacional entre la población civil así como la
ausencia de cultura en materia educativa, política
democrática, laboral, de
prevención de desastres, etc. Además, el
apoliticismo y la falta de bases ideológicas, principios
cívicos y valores
humanos en la ciudadanía. - El rezago y atraso tecnológico y
científico. - El analfabetismo y la ignorancia.
- El rezago y atraso en los procesos legislativos y
administrativos de la función gubernamental. - La anarquía.
- La migración.
- La presencia de grupos subversivos, ya sean de tipo
político (anarquistas) o armados (guerrilleros,
terroristas).
La seguridad del Estado se considera como el primer
elemento clave de la seguridad nacional, no porque la de la
ciudadanía valga menos, sino porque el gobierno debe gozar
de estabilidad. Sólo en situación de seguridad, el
Estado será capaz de garantizar la seguridad y la
tranquilidad del pueblo.
Como ya se dijo, la seguridad y la tranquilidad de la
ciudadanía están sustentadas en una convivencia
armónica y pacífica, en el mantenimiento de la
estabilidad política y social para su beneficio, en el
mantenimiento de su integridad personal –física y moral– y de
sus bienes, del
equilibrio y desarrollo
económico de la economía en general y
de la economía de cada individuo en particular,
etc..
Como ya se vio, hay factores garantes y lesionantes que
dependen del Estado –el desarrollo económico y
social, el mantenimiento del Estado de
derecho, la justicia social, la transparencia del ejercicio
gubernamental, la seguridad pública y la protección
civil- y hay otros que están ajenos a su voluntad, y a
veces, a su capacidad de manejo y control, pero los que
más escapan a dicha voluntad, son los desastres naturales
y los enemigos del Estado.
Ante los desastres naturales, el Estado no puede hacer
nada para evitarlos, pero sí para prevenir contingencias
que puedan perjudicar a la población, o bien, para aliviar
o subsanar las desgracias que la colectividad sufra. En lo que
respecta a sus enemigos, el Estado siempre va a tenerlos, aun
cuando lleve una administración transparente y la
nación cuente con desarrollo económico,
político y social. La diferencia es que sí puede
ejercer mayor control sobre éstos
últimos.
Ahora bien, otro elemento que afecta al Estado son sus
enemigos. El Estado tiene dos tipos de enemigos:
- Enemigos naturales, y
- Enemigos coyunturales o temporales.
Los enemigos naturales del Estado son:
- Internos, y
- Externos.
Los enemigos naturales internos son los partidos
políticos reconocidos por la autoridad,
contrarios u opositores a ésta y al partido o grupo que
detenta su titularidad. Asimismo, existen grupos políticos
o armados al interior del país –y también
provenientes del extranjero- que operan en la clandestinidad y
que, regularmente, aprovechan cualquier desequilibrio social para
lanzarse al ataque en contra del Estado.
La delincuencia menor y la organizada, que amenazan la
seguridad de la ciudadanía, también se convierten
en enemigas del Estado cuando éste lucha contra ellas para
disminuirlas, anularlas, contrarrestarlas y erradicarlas, con lo
cual, la confrontación se vuelve directa entre
ambos.
La delincuencia menor, por lo general, es un problema
circunscrito a la esfera o el ámbito local, no así
la delincuencia organizada, que, en numerosas ocasiones,
también opera desde el extranjero, recibe financiamiento
externo o bien, su radio de
acción va más allá de las fronteras
nacionales y, consecuentemente, goza de mejores y mayores
recursos para luchar contra las autoridades oficiales.
La corrupción
también es un enemigo natural del Estado, pues es un
fenómeno en que los grupos de poder o los subordinados de
éstos pueden caer, cegados por la enfermedad de poder, la
ambición u otros vicios igualmente nocivos para la
salud e imagen del
gobierno. Y puede sostenerse que la corrupción es un
enemigo del Estado, puesto que su presencia al interior de los
órganos de gobierno termina dando por resultado la
existencia de impunidad, ineficiencia, deshonestidad, inmoralidad
pública, y otras actitudes
igualmente dañinas y despreciables.
Los enemigos coyunturales o temporales del Estado
también son:
- Internos, y
- Externos.
Los enemigos coyunturales o temporales internos se
denominan así debido a que, regularmente, sus intereses no
transgreden las fronteras del ámbito público y
viceversa. Sin embargo, hay causas que convierten a los grupos,
movimientos sociales o entidades en enemigos del Estado hasta que
se llega a una solución.
- Cuando alguna decisión o acción
gubernamental lesiona dichos intereses, o bien, cuando lo
hacen la indecisión o la falta de acción
públicas. - Cuando los grupos, movimientos sociales o entidades
se proponen adquirir algún beneficio o alcanzar una
meta particular a través del Estado.
Los enemigos coyunturales o temporales externos son
potencias o grupos de poder –políticos y/o armados-
provenientes del extranjero que pretenden lograr algún
beneficio o alcanzar una meta particular a través de los
siguientes recursos:
- La penetración
ideológica. - Las actividades subversivas, de agitación
pública, choque o sabotaje. - La hostilización.
- El boicot o el bloqueo económico o
diplomático. - La agresión bélica.
Por fortuna, en la mayoría de los casos
–tanto de enemigos internos como externos- puede lograrse
una solución a través de la conciliación, la
negociación y la concertación. Una
vez llegado a un punto de acuerdo, los problemas se van
subsanando gradualmente, hasta que dichos enemigos dejan de
serlo.
Hay, además, un elemento determinante y otro que
es garante de la seguridad nacional, mismos que se fundan en los
factores que fortalecen a ésta. Dichos elementos
son:
- La gobernabilidad (elemento
determinante). - Los servicios de seguridad (elemento
garante).
El Doctor Antonio Camou (1995 p. 15) explica que una
definición de diccionario
diría que gobernabilidad literalmente significa calidad, estado o
propiedad de
ser gobernable; mientras que su opuesto, ingobernable,
designaría aquello que es incapaz de ser
gobernado.
El politólogo mexicano y ex diputado federal
José Rafael Castelazo y de los Ángeles (1996 p. 11)
dice que la gobernabilidad, término en boga, es un medio
del gobierno y de la sociedad y no un fin en sí
misma.
La gobernabilidad es, en una segunda aproximación
dictada por Alberto Camou (1995 p. 13), una condición que
designa un estado de equilibrio, una propiedad o una cualidad que
nos indica el ‘grado de gobierno’ que se ejerce en
una sociedad.
José Castelazo (1996 p. 11) dice que el gobierno
se vale de la gobernabilidad a manera de termómetro para medir los niveles de
conflicto
–potencial o real-, con el propósito de calcular
posibilidades de implementar o llevar a la práctica
políticas públicas contando los mayores
márgenes posibles de actuación. La sociedad, por su
parte, acude a la gobernabilidad en busca de seguridad
jurídica, económica y social a objeto de garantizar
el disfrute pleno de sus derechos. Por ende, en un
sistema
democrático, la gobernabilidad es una relación
bilateral, como ya se ampliará en un instante.
Hay muchas definiciones de gobernabilidad. Sin embargo,
el propio Antonio Camou (1997 p. 17) da una de las mejores al
citar a Xavier Arbós y a Salvador Giner, quienes
señalan que la gobernabilidad es la cualidad propia de una
comunidad
política según la cual, las instituciones de
gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de un
modo considerado legítimo por la ciudadanía,
permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad
política del poder
ejecutivo mediante la obediencia cívica del
pueblo.
Esta definición constituye un puente hacia las
ideas de José Castelazo (1996 p. 12), quien dice que la
gobernabilidad puede o no ser democrática. Así, con
un gobierno tiránico o dictatorial habría una
gobernabilidad impuesta, y con un gobierno autoritario, una
gobernabilidad manipulada. Por contraste, un gobierno
democrático buscaría el consenso, producto de la
discusión y de la cesión de las partes a favor del
funcionamiento del todo. En este caso, habría una
gobernabilidad democrática, misma que, desde la
perspectiva de este autor, es la que debe existir en un sistema
político como el mexicano.
Además –dice Castelazo (1996 p. 13)-, la
gobernabilidad es un asunto compartido entre sociedad y gobierno.
Así se tiene que, para que exista gobernabilidad, debe
haber una coherencia y correspondencia recíproca entre la
actividad y la aceptación tanto del Estado como de la
población civil, pero además, Antonio Camou
considera que "eficacia",
"legitimidad" y "estabilidad" en el ejercicio del poder
político, aparecen como componentes básicos de la
gobernabilidad.
De esta manera, por gobernabilidad habrá de
entenderse un estado de equilibrio dinámico entre demandas
sociales y capacidad de respuesta gubernamental. Esta
definición, aun en su brevedad, permite articular los
principios de
eficacia,
legitimidad y estabilidad (Camou, 1995 p. 22).
Finalmente, José Castelazo define a la
gobernabilidad como un medio al servicio del gobierno y de una
sociedad que deciden compartir la responsabilidad política como un problema
común, con el propósito de minimizar el conflicto
socioeconómico y político, favoreciendo el
funcionamiento adecuado, idóneo y benéfico del
Estado –atendiendo, en este caso, a un Estado que comprende
población, territorio y gobierno- (Castelazo, 1996 pp.
12-13).
Así, se habrá de concluir que la democracia
–como ya se dijo en las precisiones al inicio de este
trabajo- es un sistema de vida y la gobernabilidad es un elemento
sine qua non de los sistemas democráticos (Aguilar
Solís, 1998 p. 26).
* * *
Con base en las consideraciones antes expuestas, si se
compara la lista de los factores que fortalecen y los elementos
que lesionan a la seguridad nacional mexicana, se podrá
ver que tanto unos como otros son decisivos para el mantenimiento
o pérdida de la gobernabilidad, pues como dice el
filósofo y sociólogo argentino Antonio Camou (1995
pp. 10-11), el manejo ineficaz de los asuntos económicos,
la incapacidad o desatención para responder a elementales
necesidades sociales, las tensiones institucionales al interior
de los poderes de la democracia, la irrupción de la
violencia (ya
sea social y desorganizada, con base en estructurados movimientos
rebeldes, o animada por los poderes invisibles del crimen
organizado), y la erosión de
la legitimidad democrática debida a episodios reiterados y
manifiestos de corrupción política y
enriquecimiento ilícito de funcionarios gubernamentales,
han sido algunos factores típicos que provocaron
situaciones de ‘ingobernabilidad’ en los
países latinoamericanos durante los últimos
años.
Dicha opinión se ve complementada por el
filósofo italiano Gianfranco Pasquino (1991 p. 704), quien
considera que la ingobernabilidad no es solamente un problema de
acumulación y distribución de recursos, bienes y
servicios a los ciudadanos, sino más bien, un problema de
naturaleza
política: el de la autonomía, complejidad,
cohesión y legitimidad de las instituciones, pero sobre
todo, de legitimidad.
La creación de un orden político
suficientemente gobernable supone, en primer término,
dedicar grandes esfuerzos a la tarea cotidiana e interminable de
generar y mantener la legitimidad de las normas y estructuras
del régimen. La legitimidad entendida como la creencia de
que, a pesar de sus fallas, las instituciones políticas
existentes son mejores que otras que pudieran haber sido
establecidas y que por tanto, pueden exigir obediencia, implica
un razonamiento dinámico que sólo se logra cuando
descansa en la idea de que las instancias ciudadanas son las que
permiten canalizar la voluntad popular (Díaz, 1998 p.
20).
Y precisamente, en la democracia mexicana, la voluntad
popular tiene dos exigencias principales:
- La legitimidad de las instituciones con base en el
respeto irrestricto al sistema democrático, al
principio de la soberanía popular y al Estado de
derecho. - Un desarrollo económico firme,
sólido, estable y permanente.
Sin la primera, es difícil que la segunda sea
permanente. No obstante, es más factible alienar la
voluntad popular cuando ésta tiene recursos que les
permitan una vida libre de sobresaltos y carencias aun cuando el
gobierno no sea legítimo.
En cambio, una situación económica
desesperada puede hacer que cualquier régimen, por
legítimo que sea, se torne inestable y pierda, incluso, la
confianza y credibilidad popular con las consecuencias de rigor,
que pueden ir a extremos peligrosos. La seguridad mexicana, aun
cuando tiene diversos elementos que la componen, se fundamenta en
la legitimidad de sus instituciones y en el bienestar
económico de su población.
Como dice Luis Alamillo Gutiérrez, (1996 p. 45)
la verdadera seguridad dimana del progreso económico y
social, que la estabilidad política del país
está en función directa de su desarrollo y, por
tanto, en una sociedad que se moderniza, Seguridad significa
Desarrollo.
Repasando, la gobernabilidad se ve sustentada en dos
puntos igualmente importantes:
- El fortalecimiento democrático,
y - El desarrollo económico.
Así, la Premio Nobel de la Paz Rigoberta
Menchú Tum (1996 p. 14) afirma que la paz y la pobreza no
pueden coexistir, pues, además, democracia y pobreza son
incompatibles, idea que es respaldada por Luis Alamillo. Por lo
tanto, si no hay estabilidad y desarrollo económicos para
la población, si no hay justicia social, si no hay una
justa distribución de la riqueza, evidentemente
habrá ingobernabilidad.
El caso del levantamiento en los altos del estado de
Chiapas es sólo la consecuencia del problema (pobreza,
marginación, deterioro de la calidad de
vida de los indígenas chiapanecos y otros grupos
vulnerables provocadas por los cacicazgos, el nepotismo, la
corrupción política, la inmoralidad pública,
etc.).
Sin embargo, es necesario aclarar, volviendo a los
conflictos
latinoamericanos y los más recientemente acaecidos en
México, que no todas las revoluciones son legítimas
(tenemos, por caso, las dictaduras militares sudamericanas),
dando como consecuencia gobiernos surgidos de ella no tan
legítimos o definitivamente no legítimos (v. g.
Rafael Videla, Augusto Pinochet, etc.), aunque ha habido
gobiernos legítimos surgidos de conflictos así.
También se han dado casos en que las revoluciones han sido
legítimas (p. ej. la mexicana de 1910), de las que emanan
gobiernos legítimos (el caso del General Venustiano
Carranza). Asimismo, de ese tipo de revoluciones sociales
también surgen gobiernos no legítimos.
Al respecto, conviene recordar el caso Chiapas, donde un
grupo paramilitar –el EZLN- pugna aún por la
reivindicación de los derechos y oportunidades para los
pueblos indígenas de la entidad, marginados por el
despotismo de unos cuántos. Dicho grupo ha tenido en jaque
a la seguridad nacional desde 1994, y sólo hasta que
Vicente Fox arribó al poder fue como se empezó a
aliviar un poco la tensión.
Con ello se comprueba que no hay paz si existe pobreza,
y además, la democracia no se puede dar plenamente en un
escenario de choques y violencia. Recuérdense las matanzas
de Chenaloh y Acteal, producidas por antagonismos
políticos e intolerancia religiosa.
Por otro lado, el fortalecimiento democrático es
factor determinante de la condición de gobernabilidad,
pues al haber procesos electorales transparentes se evitan
conflictos y escenarios de violencia derivada de elecciones
viciadas o con irregularidades. Sin embargo, dicho tema es motivo
de otro estudio, por lo que, en esta ocasión, se
dejará de lado.
La idea que se quiere respaldar en este trabajo es que
los aspectos que sustentan la gobernabilidad democrática,
propia de un régimen como el mexicano, es compromiso y
obligación del Estado. La injerencia de las Fuerzas
Armadas en el tema de la Seguridad Nacional tiene otra naturaleza
y otro carácter.
7. Los servicios mexicanos de
seguridad
Los servicios de seguridad para el Estado mexicano son
de los siguientes tipos:
- Militares.
- Policiales.
- Económicos.
- Jurídicos.
- Políticos.
7.1 Servicios militares de
seguridad
Los servicios militares de seguridad son, en general,
las Fuerzas Armadas Mexicanas, a saber el Ejército, la
Armada, la Fuerza Aérea y los Estados Mayores de cada una
de ellas así como el Estado Mayor del Presidente de la
República.
Éstos, son instrumentos con que cuenta el Estado
para apoyar a la población civil en caso de contingencias
o desastres naturales así como para prevenir o resolver
eventuales problemas o conflictos del orden bélico, o
aquellos disturbios que, sin llegar a la guerra abierta, no
puedan ser contenidos por las corporaciones policiales o
solucionados por las vías jurídica y
política.
Tienen como principal característica el uso de la fuerza por el
conducto bélico y, por tanto, su naturaleza respecto de la
seguridad nacional es garante. Además, pueden realizar
actividades de investigación y otros servicios de
inteligencia para cumplir con sus misiones generales y
particulares.
7.2 Servicios policiales de
seguridad
Los servicios policiales de seguridad son todas las
corporaciones policiacas con las que cuenta el Estado en sus tres
niveles (federal, estatal y municipal) para combatir a la
delincuencia menor y a la organizada, para servir como contenedor
de conflictos sociales que no lleguen a la confrontación
por medio de las armas, así
como para apoyar a la población civil en caso de
contingencias o desastres naturales.
Entre ellas puede contarse a la Policía Federal
Preventiva (que engloba en su interior a las antiguas
Policía Federal de Caminos y Puertos, Policía
Federal de Migración
y Policía Fiscal
Federal), la Policía Judicial Federal (que,
orgánicamente, depende de la Procuraduría General
de la República) así como las policías
preventivas, policías judiciales y policías
auxiliares de los gobiernos de las entidades federativas del
país así como de las que se encuentran bajo los
mandos de los ayuntamientos municipales.
Tienen como principal característica el uso de la
fuerza por medio de recursos armados y de control menores y de
mediana capacidad y, por su naturaleza, también es garante
de la seguridad nacional. Además, pueden realizar
actividades de investigación y otros servicios de
inteligencia para cumplir con sus misiones generales y
particulares.
7.3 Servicios económicos de
seguridad
Los servicios económicos de seguridad son, para
explicarlo mejor, los recursos con los que cuenta el Estado para
prevenir o resolver contingencias derivadas de
crisis o
conflictos económicos internos o provenientes del
extranjero (tales como una eventual caída del mercado
bursátil internacional, una dramática caída
de los precios del
petróleo,
etc.).
Estos recursos son las reservas monetarias que
constituyen el denominado blindaje financiero así como
todas aquellas reservas de energéticos y alimentos.
Más que servicios de seguridad, son mecanismos de
prevención y solución, pero debido a que su
naturaleza también le permite garantizar el mantenimiento
de la seguridad nacional, se les incluye dentro de este
rubro.
7.4 Servicios jurídicos de
seguridad
Los servicios jurídicos de seguridad, igual que
en el caso anterior, también son mecanismos para prevenir
o resolver problemas o conflictos internos o externos.
Dichos mecanismos, cuando surge algún problema
hacia el interior de la federación o de alguna de sus
partes, son ejecutados por las autoridades dependientes del
Poder Judicial
Federal, de los Tribunales Superiores de Justicia de los estados
así como por las partes que integran a éstos en los
tres niveles de acción gubernativa para resolver los
conflictos. Estos mecanismos también permiten garantizar
el mantenimiento de la seguridad nacional.
Su principal característica es el manejo, la
interpretación y aplicación de la ley para impartir
justicia, y cuando se trata de aplicar estos mecanismos hacia el
exterior, se les maneja por la vía política, misma
que se explicará a continuación.
7.5 Servicios políticos de
seguridad
Los servicios políticos de seguridad son,
quizá, la rama más amplia de este renglón,
pues se compone de instrumentos y mecanismos para mantener la
gobernabilidad, es decir, para determinar o mantener la seguridad
nacional, así como para garantizarla.
Los instrumentos son todas las dependencias y organismos
con que cuentan los poderes públicos para prevenir,
buscar, localizar, detectar, controlar y resolver posibles
áreas de conflicto, o en el caso de que éstos ya se
encuentren en pleno, para disminuir, contrarrestar, anular y
erradicar su acción y los efectos de ésta. O bien,
son utilizados para mantener y preservar el correcto
funcionamiento de:
- Las relaciones entre las diferentes partes que
componen al Estado mexicano. - Las relaciones entre el gobierno y la
población civil. - Las relaciones entre el Estado mexicano y otros
Estados. - Las relaciones entre el Estado mexicano y grupos de
presión, partidos políticos y
movimientos sociales.
A su vez, estos instrumentos y mecanismos sirven para
regular:
- La actividad gubernativa.
- La conducta y
las actividades de los titulares del poder
público.
Además, estos instrumentos y mecanismos sirven
para sondear, prevenir y resolver, hasta donde les sea
posible:
- Desastres y contingencias naturales locales,
regionales e incluso internacionales, en la medida que su
jurisdicción se los permita. - Desastres y contingencias locales, regionales e
incluso internacionales provocadas por el hombre,
en la medida que su jurisdicción se los
permita.
Los servicios políticos de seguridad tienen,
entre otras, las siguientes características:
- El uso de las técnicas y procedimientos de conciliación,
negociación y concertación. - La realización de actividades de
investigación y otros servicios de inteligencia para
cumplir con sus misiones generales y
particulares. - El manejo, la interpretación y
aplicación de la ley para resolver conflictos con sus
partes integrantes, o con otros Estados. - El uso de la fuerza –cuando cuente con los
instrumentos para hacerlo- para controlar y resolver
conflictos, o en el caso de que éstos ya se encuentren
en pleno, para disminuir, contrarrestar, anular y erradicar
su acción y los efectos de ésta. - En su defecto, la delegación abierta del uso
de la fuerza a los sistemas militares y policiales cuando ya
no sea posible seguir utilizando los mecanismos
jurídicos y/o políticos permitidos o conque
cuente.
Este trabajo constituye una primera aproximación
metodológica al problema de la seguridad nacional. De
ninguna manera debe creerse que es concluyente, ya que aún
falta realizar estudios más profundos en materia de
Desarrollo económico y seguridad nacional, Democracia y
seguridad nacional, Fuerzas Armadas y seguridad nacional,
Relaciones políticas y seguridad nacional, etc.
Sin embargo, ha servido para ubicar sus orígenes,
evolución y aplicación tanto en México como
en otros países así como los elementos que la
conforman, la fortalecen y que, potencialmente, podrían
lesionarla. Asimismo, se conocieron los factores determinantes
(la gobernabilidad) y garantes de la seguridad nacional
(servicios de seguridad del Estado).
Sobre estos últimos, se habló de la
naturaleza garante de los servicios militares, policiales,
económicos, jurídicos y políticos. Por
supuesto, los tres últimos también poseen una
naturaleza determinante.
Además, en el escabroso y poco claro rubro de los
estudios sobre seguridad nacional, se ha podido establecer dos
precisiones que permitirán mejorar la perspectiva en
torno a
múltiples mitos sobre el
tema. La primera precisión es sobre los aspectos
relacionados con el fortalecimiento democrático y el
desarrollo económico.
Como ya se explicó en el transcurso de la
investigación, la seguridad mexicana, aun cuando tiene
diversos elementos que la componen, se fundamenta en la
legitimidad de sus instituciones y en el bienestar
económico de su población. Por tanto, se puede
concluir que los aspectos que sustentan la gobernabilidad
democrática, propia de un régimen como el mexicano,
son compromiso y obligación del Estado,
entendiéndose a éste como los tres poderes de la
Federación. La injerencia de las Fuerzas Armadas
–que son una parte del Poder
Ejecutivo- en el tema de la Seguridad Nacional tiene otra
naturaleza y otro carácter,
los cuáles pueden ser tratados en otro
ensayo.
Para terminar, es prudente explicar que, pese a que lo
complejo del tema no le permitió al investigador
profundizar sobre este y otros rubros tales como la
protección civil, existe confianza de que, desde este
mismo espacio editorial, habrá oportunidad de concluir o,
al menos, continuar la tarea hoy iniciada.
¡Viva México!
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A MI MADRE, DOÑA
INÉS
EMILIO VELAZCO GAMBOA
Mexicano. Licenciado en Ciencias
Políticas por la Universidad del Desarrollo del Estado de
Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en Derecho Electoral y en
Derecho
Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
Actualmente es consultor académico e investigador
independiente.
http://www.gratisweb.com/emilio_velazco/Investigador-Escritor