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Lágrimas de marzo, sombras de septiembre



     Es de noche en el siglo.

    Los dioses emigraron

    de este tiempo
    imposible.

    II Tiempo Imposible
    (Frag.) – Andrés R. Blanco

     La vida de todos los días a veces cambia o
    termina inesperadamente.

    Esto lo sabemos y lo aceptamos, no sin
    resignación, ante un accidente o una enfermedad terminal
    repentina.

    Pero hay otros cambios, otros cortes, que no admitimos
    jamás.

    Este siglo se nos presentó vertiginoso y
    trágico.

    A poco de iniciarse, un 11 de septiembre de 2001, miles
    de personas murieron en el ataque terrorista a las torres gemelas
    del World Trade Center, en Estados
    Unidos.

    No era admisible responder a esto con la
    resignación.

    Herido por el terrorismo
    internacional el país considerado como la mayor potencia mundial,
    la humanidad comprendió que ya nadie estaba seguro.

    Después vino Afganistán y
    Bagdad.

    A dos años y seis meses del luctuoso septiembre,
    exactamente un 11 de Marzo de 2004, tres atentados criminales
    simultáneos dejan más de doscientos muertos y miles
    de heridos sobre Madrid, España.

    Bombas colocadas en tres estaciones de trenes: El Pozo,
    Atocha y Santa Eugenia, arrojaron a los rieles los sueños
    de la gente.

    La matanza arrasó con bebés, escolares,
    estudiantes, amas de casa, obreros, empleados. Gente común
    que iba a trabajar, a estudiar, a vivir su rutina mientras el
    mundo gira.

    Y más de doscientas almas le fueron arrancadas
    a la vida.

    Y miles de heridos no podrán borrar sus
    visiones de espanto.

    Y millones quedamos doloridos y aterrados.

    Lágrimas de este marzo, sombras de aquel
    septiembre, tienen que ser columnas a favor de la
    vida.

    "Es de noche en el siglo", seamos una
    antorcha.

     Se ha dicho, en una primera evaluación
    del atentado, que se trataría de una acción
    perpetrada por la
    organización separatista ETA.

    Profundizada algo más la investigación, informa la Inteligencia
    Nacional española que estima, en más de un 90%, que
    la autoría corresponde al grupo
    fundamentalista Al Qaeda.

    Sin duda esta última hipótesis es la más
    verosímil, visto el urgente refuerzo de las medidas de
    seguridad en
    Estados
    Unidos, Inglaterra,
    Francia e
    Italia. No ha de
    ser por ETA.

    Haya sido uno u otro, o ambos, lo cierto es que se ha
    ejecutado una matanza de personas indefensas que obliga a
    identificar a los verdaderos asesinos y a ejercer justicia, por
    sobre cualquier otra acción.

    Hay por estos días quienes hablan, con todo
    derecho, sobre las culpas de este o aquel por la oleada de
    terrorismo, o
    sobre el doble juego que ha
    llevado a esto, o sobre ciertas alianzas estratégicas que
    serían irresponsables e inconsultas. Sin duda son
    elementos de juicio que no hay que perder de vista y que
    habrá que atender.

    Yo pienso que la suerte de cada país está
    amarrada a la de la comunidad
    internacional de manera irremediable y parcialmente ajena a
    algunas acciones. Esa
    es una parte inseparable de la
    globalización y su acelerada marcha. Convengamos que
    la actual capacidad tecnológica y económica de que
    disfrutan los extremistas para imponernos su ideología, desde lo virtual (comunicados
    por Internet)
    hasta lo plenamente físico (el veloz desplazamiento de los
    asesinos), todo bajo la protección de las tinieblas,
    dificulta el determinar la mejor acción frente al enemigo
    común, cosa que, en otras circunstancias (o épocas
    pasadas), sería notoriamente más
    sencillo.

    El tiempo corre mucho más rápido de lo que
    desearíamos. En este marco, y sin que ello deslinde
    responsabilidades, cabe esperar fallas en la toma de
    decisiones.

    Nadie podría jurar, con una mano en el corazón,
    que sabía todo lo que pasaría desde la caída
    del Muro de Berlín hasta hoy. Nadie hay siquiera que pueda
    afirmar que pasará mañana en el mundo.

    No quiero que se interprete esto como un inmiscuirme en
    los asuntos internos de las comunidades, solo pretendo avalar las
    razones que me llevan a considerar que hay acciones a
    tomar, o acciones tomadas, que no siempre van de la mano con
    nuestros deseos.

    11 de septiembre en Estados Unidos, 11 de Marzo en
    España… y ahora ¿Quién
    sigue?. ¿Seguirá Inglaterra,
    Francia,
    Alemania,
    Italia, el
    Vaticano, Argentina (donde
    ya sufrimos dos ataques en el pasado: embajada de Israel y AMIA)?.
    ¿Por qué España fue elegida como primera
    víctima europea?. ¿Qué evitó que
    Inglaterra, desde siempre aliada de Estados Unidos, no haya
    ocupado ese lugar?. ¿Quién sigue y por
    qué?.

    El mundo, desde sus orígenes, viene resolviendo a
    los golpes los problemas de
    la existencia.

    Quizá él o quizá nosotros mismos,
    no estamos hechos a la medida de nuestros
    sueños.

    Yo veo que sigue el fútbol, por ejemplo, cuando
    en mi interior siento la firme convicción de que
    debiéramos parar el mundo hasta arreglarlo.

     Imagino que cuando en 1989 mi amigo, Andrés
    R. Blanco, escritor nacido en Mérida, Extremadura,
    escribió los versos del poema citado arriba, no sospechaba
    esta noche tan abismal. Aun estaba lejos este siglo XXI y su
    dolor.

    O quizá yo me equivoque y ha podido profetizar
    con sus versos este triste presente: sin grandes idealistas que
    nos guíen; con un torbellino de masacres sembrando
    muerte; con un
    mundo desierto de voces alegres que festejen la vida; esperando
    que algún día un sueño sacie nuestra
    angustia; mientras reinan las tinieblas y hemos quedado
    solos. 

    Es de noche en el siglo

    y no hay estrellas vivas

    cuya luz
    ilumine

    los ojos de los hombres.

    El viento es incesante;

    suspira entre osamentas

    que una vez respiraron.

    En los bosques sin fronda

    se acentúa el silencio,

    ya que todos los pájaros

    huyeron hacia arriba

    para morir sin aire

    en las alturas blancas.

    Tan sólo el agua
    vive

    como un sueño azulado

    bajo infinitas curvas.

     

    Es de noche en el siglo.

    Los dioses emigraron

    de este tiempo imposible.

      Ruego que DIOS quiera y nosotros colaboremos
    para ubicarnos por encima de nuestras diferencias
    ideológicas, sumándonos a las filas de los que
    luchan, sin violencia y,
    por favor, sin descanso, por un mundo mejor para todos.
    Comencemos por firmar nuestro compromiso para con las
    víctimas de este 11 de marzo, sumadas a las provocadas por
    ETA, las de las torres gemelas, las de AMIA, las de la Embajada
    de Israel en
    Buenos Aires,
    y también de los inocentes de Afganistán, de
    Bagdad, de Israel, de Palestina, y de todos los sufrientes
    indefensos del planeta.

    Estamos globalizados y eso lo hace más urgente.
    Pero aun si no fuera así debemos recordar que todos
    vivimos en la misma casa, se llama Tierra.

    No podemos escapar, no debemos escapar.

    Yo he visto a mucha gente cargada de una enorme
    emotividad frente a los muertos por atentados o guerras; mucha
    lágrima corriendo en las mejillas; mucho grito de
    paz.

    Después vi muchedumbres volviendo a sus cosas;
    cruzando los brazos; bajando banderas; consumiendo polvo, hierba
    o pastillas que los saquen del mundo; prestos a llorar cuando el
    horror vuelva.

    Si tu deseo de una Tierra mejor
    no es permanente, esto no lo escribí para Ti.

    Si el dolor de las víctimas lo clasificas
    según su procedencia, no vuelvas a leerme.

    Si aun no comprendes que estamos todos juntos, que
    la Tierra toda
    es un solo pueblo, vuelve cuando lo entiendas.

    Hay muchas cosas que no nos gustan y sobre las cuales
    tenemos marcadas diferencias. Sin duda hay distintas clases de
    enemigos y de metodologías tendientes a dominar el mundo a
    favor de solo algunos. ¿Y qué con eso?. Nuestro
    trabajo, el de una gran mayoría de casi seis mil millones
    de habitantes, debiera ser unirnos en las causas comunes a todos
    hasta resolverlas. Y debo repetirlo: Hasta resolverlas, porque
    siempre dejamos todo a medio hacer.

    Hoy tenemos un dolor ya repetido en muchos otros lugares
    del planeta.

    Si los asesinos fueron motivados por las culpas de
    otros, lo cierto es que no tienen derecho a apelar a la
    cobardía de matar inocentes.

    Sumémonos para ayudar a los familiares de toda
    víctima; abracemos la paz hasta que sea realidad; no
    descansemos que los asesinos no descansan; guardemos la vigilia
    porque los bandos que desean controlar el mundo nos prefieren
    dormidos; desarrollemos la ambición de los conquistadores
    pero a favor de un planeta con verdad y con justicia para
    todos.

    Un fragmento del poema "Sepan lo sepan lo sepan", del
    premio Nóbel de literatura, el chileno
    Pablo Neruda,
    dice: 

    Ay la mentira que vivimos

    fue el pan nuestro de cada día.

    Señores del siglo veintiuno,

    es necesario que lo sepan

    lo que nosotros no supimos,

    que se vea el contra y el por,

    porque no lo vimos nosotros,

    y que no coma nadie más

    el alimento mentiroso

    que en nuestro tiempo nos nutría.

      Señores del siglo XXI,
    ¿Habremos tomado debida conciencia de
    toda la mentira?; ¿Estaremos realmente deseosos de la
    Verdad para siempre?.

    Tan rápido como va todo, pronto, muy pronto lo
    sabremos.

    Si verdaderamente el dolor ayuda a madurar y hacerse
    responsable del futuro, me quedaré tranquilo porque
    tenemos un maravilloso porvenir por delante.

    Si no fuera así, no tendrá sentido la vida
    por no aprender la lección que nos da la
    muerte.

    DIOS quiera que todos nos resolvamos a cambiar la Tierra para
    siempre.

     

    Daniel Adrián Madeiro

     Copyright © Daniel Adrián
    Madeiro.

    Todos los derechos reservados para el
    autor.

     

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