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Cátaros




Enviado por jojumarva



    1. Inicios del
      catarismo
    2. La creación de la Iglesia
      Cátara
    3. ¿Por qué surge el
      catarismo?
    4. La práctica religiosa de
      los cátaros
    5. La actitud de la
      Iglesia
    6. La Cruzada
    7. La
      inquisición
    8. El fin del
      catarismo
    9. Bibliografía

    Introducción

    La cuestión de los cátaros es
    uno de los temas medievales que más siguen fascinando hoy
    en día, suscitando interés
    por el modo de vida, preceptos e historia de los miembros que
    conformaron esta doctrina herética. Además
    está envuelto en el halo de misterio que provoca en
    el hombre
    actual todo lo referente a la Edad Media
    (aún sin ser una época tan oscura), pero más
    aún si tenemos en cuenta la represión que
    sufrió este colectivo y que provoca el morbo de la
    gente.

    A pesar de que parece que el tema despierta interés,
    en España
    existen pocas publicaciones serias. No se han traducido las obras
    de Thouzellier, Griffe, Duvernoy… y solo se editan libros que se
    refieren al tema por la vertiente esotérica.

    El catarismo, la religión de los bons
    homes, tuvo su lugar de práctica en la Lombardía,
    algunos lugares de los Pirineos y, sobre todo, en el Languedoc.
    Pero, como veremos, las creencias que lo conformaban no eran
    originarias de estos sitios, sino que se van forjando desde
    tiempos pasados y desde zonas orientales.

    Las cuestiones que plantean los cátaros son:
    ¿porqué y cómo surgen?, ¿en que
    puntos se distanciaban de la ortodoxia?, ¿porqué
    eran tan peligrosos para esta? … Pero antes de abordarlas
    habría que intentar definir los conceptos de
    herejía y de ortodoxia. Ortodoxia sería "lo
    correcto", la fe que profesan los seguidores de la doctrina de la
    Iglesia;
    mientras que la herejía sería la separación
    del tronco recto de la Iglesia por un
    error doctrinal. Pero: ¿estaba la doctrina "ortodoxa" de
    la Iglesia totalmente definida desde un principio o se conforma a
    raíz de la eliminación de las "herejías"
    precedentes? Según Emilio Mitre Fernández hay tres
    opiniones al respecto:

    1.-La ortodoxia precede a la herejía, que
    tergiversa el mensaje de Cristo.

    2.-Existiría una gran variedad de corrientes, una
    crítica libre sobre la que se impondrá 
    Roma
    (Bauer).

    3.-Turner aboga por una Iglesia en la que existe la
    variedad y en la que aparece la herejía cuando alguna
    variable interna contradice en extremo la fe
    tradicional.

    Es lógico pensar que la "ortodoxia" como dogma
    cristiano no queda establecida en el momento que aparece el
    cristianismo,
    sino que se ir  configurando, y cuando la Iglesia se va
    institucionalizando ser  la cabeza dirigente la que
    marcar  la doctrina, precisamente a cargo de eliminar las
    interpretaciones que van directamente contra ella, su organización y el orden social establecido.
    Esto se hará  mediante los concilios.

    La actividad de estos grupos que
    cuestionan los planteamientos que llegan desde Roma se hace
    alarmante en Occidente en el XI, en el que se dar n como
    consecuencia varios concilios: uno en Reims en 1049, y otro en
    Tolosa en 1095. Pero no se llegar  a presentar una
    oposición fuerte a la Iglesia y pronto estos movimientos
    ser n vencidos, hasta ser reactivados a mediados del XII por
    los cátaros.

    Inicios del
    catarismo

    A partir del XII comienzan a aparecer de
    nuevo herejes en las zonas donde antes habían surgido y
    habían sido eliminados. En 1144, en Colonia, es detenida
    una secta que se presentaba a modo de Iglesia jerarquizada, el
    mismo año en Lieja aparece otro grupo de
    características similares. Estas
    apariciones ir n acompañadas de ejecuciones en la
    hoguera. En 1145 San Bernardo habla de los "tejedores arios" en
    la zona de Tolosa y Albi, a la que viaja para combatir las
    predicaciones heréticas por orden del Papa Eugenio III.
    Los de Colonia afirmaron que su Iglesia había estado oculta
    en países orientales, y un texto del
    Inquisidor Anselmo de Alejandría explica que su origen es
    Bulgaria, donde la religión extendida es
    el bogomilismo, herejía dualista, según la doctrina
    maniquea de los dos principios
    supremos enfrentados: el bien y el mal. La osmosis que se
    produce entre Oriente y Occidente con las cruzadas, y el
    tráfico fluvial de las aguas del Danubio y Rhin hacen que
    aparezcan los grupos
    heréticos en lugares de los actuales países Bajos y
    el norte de Francia. Pero
    no ser  en estos lugares donde cuaje, sino que desde que
    aparece, hasta 1165, el movimiento ira
    a confluir a la zona que se le presentó más
    permisiva, que fue la de Occitania.

    Durante estos años la iglesia estudiar 
    estos movimientos, y se los definir  con términos
    como "arios", "maniqueos" y el término griego
    "cátaro" (puro), que según Eckbert de Schnau, fue
    el que se aplicaron los primeros maestros de la zona renana. Se
    comienzan a realizar concilios que discuten el tema: el primero
    ser  en Reims en 1148, el segundo en 1157; luego otro en
    Tours en 1163, en el que se describen los síntomas de esta
    nueva herejía. Pero ser  en 1167 cuando el catarismo
    se constituir  en un verdadero peligro para la Iglesia
    Romana, y el lugar será  Saint-Felix de Caramon,
    donde se constituir  la Iglesia Cátara.

    La creación
    de la Iglesia Cátara

    Este acontecimiento es conocido por un
    documento encontrado en el siglo XVII por Guillaume Besse, de
    cuya autenticidad se ha dudado. Los hechos son que en el mes de
    Mayo de 1167, en el castillo de Saint-Felix de Caramon, el pope
    oriental Nicetas dar  el consolament, es decir, el bautismo
    de los cátaros, a una "gran multitud" de gentes de la zona
    occitana. Se ordenaron seis obispos y se constituyen comisiones
    para delimitar los territorios de las diócesis de Albi,
    Tolosa, Carcasona y Agen. El catarismo se organiza ahora como
    Iglesia, dejando claramente fijado su dogma, en el cual se da la
    oposición entre dos principios en
    igualdad de
    fuerzas: Dios, que creó el universo, y
    Satanás, que creó la
    tierra.

    Así es como la Iglesia cátara
    tomará  fuerza en el
    Mediodía francés, ya que los obispos de Tolosa,
    Albi y Carcasona no se ven obligados a intervenir. Por tanto en
    este ambiente
    permisivo se concentran los seguidores cátaros que en el
    norte de Francia se
    estaban viendo perseguidos. El clero meridional no era tan activo
    como el del norte, y hasta el Papa Inocencio III los acusa de
    pasividad y de solo buscar beneficios. La razón no es que
    los prelados fuesen m s inactivos que en otras zonas, pero
    quizá  si insuficientes para la amplitud de las
    diócesis, donde quedaban lugares del  ámbito
    rural de los que se encargaban curas mediocres que no
    podían luchar contra las predicaciones cátaras, las
    cuales encontraron acogida entre la gente. En el norte la
    interacción entre los eclesiásticos, el poder secular
    y el propio pueblo no les permitió proliferar.

    ¿Porqué surge el
    catarismo?

    ¿A que razón puede atenerse
    el surgimiento de esta corriente disidente con respecto a la
    institución eclesiástica ya existente? Las razones
    son mayoritariamente de tipo social. El clero del siglo XII no
    era muy eficaz cuando dirigía sus predicaciones al pueblo,
    que parece que entendía mucho mejor a los predicadores
    ermitaños. Según Labal, el clero veía en la
    vida laica la perdición, y solo la vida religiosa era
    digna de salvación. El clero veía además en
    la mujer la
    fuente de todo pecado y perdición. También se
    mostraba disconforme con la vida urbana que comenzaba a renacer:
    el auge del comercio
    podía ser un peligro para la explotación de los
    excedentes mediante el sistema
    económico feudal. Era por lo tanto difícil alcanzar
    la salvación para los laicos. Algunos medios eran
    las cruzadas, o la buena muerte, pero
    esto no estaba al alcance de todos, por lo que hay inquietud al
    respecto.

    Los cátaros llevan una vida austera y predican en
    la lengua del
    pueblo. También desdeñan al mundo, como los
    clérigos, pero proponen explicaciones satisfactorias para
    la gente. La
    administración del consolament a la hora de la muerte
    limpiaba de toda impureza. La mujer consolada
    era igual de pura que el hombre. Sus
    predicaciones no tenían nada de escandaloso, por lo que
    podían calar en cualquier cristiano. Todo esto los
    convertía en un oponente de la Iglesia, ya que
    venían a llenar algunos "huecos" dejados por esta. La
    Iglesia exigía diezmos, en competencia con
    las exacciones de los señores, los cuales, en el medio
    día poseían señoríos colectivos de
    los que se repartían los beneficios. Estos señores
    vivían en los castrum, en contacto con el pueblo, y pasan
    a ver con mejores ojos a esta nueva iglesia que no cobra diezmos
    y que predica en la ciudad y trabaja para subsistir. Incluso las
    damas de la aristocracia encontraban su lugar entre estos
    herejes. Los herejes se ganan por tanto a las casas
    aristocráticas del Mediodía: los Trencavel, del
    vizcondado de Carcasona, Albi y Beziers, las damas del condado de
    Foix, e incluso Raimundo VI, conde de Tolosa, se muestra tolerante
    con ellos.

    La
    práctica religiosa de los
    cátaros

    Los cátaros, que se denominaban a
    s¡ mismos Buenos Hombres o Buenos/as Cristianos/as,
    tenían casas de predicación en las calles de los
    burgos, donde la gente podía ver y escuchar a los
    perfectos, que eran los predicadores cátaros. Allí
    vivían, vestidos de negro, sin comer carne y practicando
    la castidad, y además esas casas eran sus talleres de
    trabajo, escuelas, hospicios… Estaban organizados en obispados,
    como ya hemos explicado, presididos por el obispo y sus
    ayudantes: un Hijo Mayor y un Hijo Menor. Cuando moría el
    obispo le sucedía el Hijo Mayor, cuya posición era
    ahora ocupada por el Hijo Menor, y al puesto de este
    accedería un nuevo personaje. Los obispados eran
    independientes, y se encargaban de nombrar diáconos que
    administraban en las casas religiosas una penitencia colectiva.
    Leían sobre todo el Nuevo Testamento, en lengua
    occitana, y lo contraponían al Antiguo: el Dios Bueno no
    pudo crear este mundo, sino Lucifer. Los hombres eran
     ángeles caídos que tenían que
    liberarse de este mundo. Cristo sería el enviado de Dios
    para indicar el camino de salvación. No reconocían
    la naturaleza
    física de
    este, ni veneraban la cruz, que para ellos era un instrumento de
    suplicio. La vía de salvación era el rechazo a la
    violencia, la
    mentira… el único sacramento que consideraban fundado en
    el antiguo testamento era el de la imposición de manos, y
    rezaban el Padrenuestro y compartían el pan en memoria de
    Cristo, pero no consideraban que allí se
    encarnara.

    La imposición de manos (consolament) era a su vez
    bautismo, penitencia, ordenación y extremaunción.
    Para la ordenación tenía que ser en principio
    administrado por un obispo, pero para los enfermo y para el
    perdón de los pecados lo podían ejercer incluso las
    Buenas Mujeres. No aceptaban que Dios fuera el creador de nada de
    este mundo, que consideraban que era un infierno transitorio, del
    que todos saldrían para ir al verdadero Reino de Dios. Por
    tanto no aceptaban los cultos de la Iglesia. Todas las almas se
    salvarían, y la que no, volvería a encarnarse.
    Tener hijos era alargar la vida de este lugar y traer más
    almas a este mundo de Lucifer. Practicaban ayuno los lunes,
    jueves y viernes. Otras practicas eran: el melhorament, tres
    reverencias al paso de un perfecto; el aparelhament, una especie
    de confesión penitencial; la convenenza, que era un
    convenio por el que el creyente recibiría el consolament a
    la hora de su muerte, y
    parece que cuando la cosa se les llegó a poner muy adversa
    practicaron la endura, que era una especie de suicidio
    místico a causa de un ayuno total.

    La actitud de la
    Iglesia

    San Bernardo ya fijó la atención sobre los herejes del Lenguadoc
    cuando se dirigió a allí para luchar contra las
    predicaciones de Enrique de Lausana. Descubre en Tolosa a los
    "arios". A San Bernardo de Claravall le acompaña un legado
    pontificio que sufre el rechazo de la población: la gente no se identifica con
    Roma. San
    Bernardo también ser  rechazado en el castro de
    Verfeil. Aún no se ha hablado de métodos
    violentos para combatir a los herejes, solo del diálogo.

    En el Concilio de Tours de 1163 se amenaza a los
    castellanos que apoyan a los herejes. Raimundo V, conde de
    Tolosa, envía una carta expresando
    su impotencia ante los herejes que se implantan en el pueblo,
    ante la que los reyes de Inglaterra y
    Francia envían dos misiones: la primera en 1178, con el
    legado papal Pierre de Paire, con resultados escasos. Se
    excomulga al vizconde Roger de Trencavel y se condena al obispo
    c taro de Tolosa Bernard Raymon, pero no se les hace
    nada.

    Tras el concilio de Letrán de 1179 se va formando
    la idea de la intervención armada. En 1181 Henry de Marcy
    cerca el castillo de Lavaur y consigue el arrepentimiento del
    vizconde Roger y la conversión de dos perfectos
    apresados.

    De todas formas nadie tiene interés en ocupar las
    difíciles sedes episcopales occitanas y se va incubando la
    idea de una entrada armada que acabe con el problema de manera
    tajante. En el norte la actuación violenta del poder civil y
    del pueblo impidió a la herejía prosperar, pero en
    el sur la población c tara era entre el 5 y el
    10% o más en las ciudades más contaminadas, y era
    tolerada por muchos más. En 1184 se impone la pena de
    fuego para los herejes impenitentes y reincidentes.

    Inocencio III, desde 1198, vendrá  a
    imprimir más dinamismo en la lucha de la iglesia contra el
    hereje. Tiene formación jurídica y pone en
    práctica la ideología de la teocracia. En 1199, por una
    decretal, pondrá  en práctica en Italia que a todo
    aquel que no acate la doctrina pontificia se le confiscaran las
    tierras y ser  proscrito, lo que en 1200 se extiende a
    Occitania. Es el inicio de una serie de disposiciones que
    conducen a la formación de la Inquisición. La
    aplicación de las disposiciones requiere de la
    colaboración de los poderes civiles. La actuación
    papal se hará por medio de legados, de los cuales el
    primero será Rainiero Ponza. Algunos príncipes
    occitanos si aceptan las decretales, caso del rey de
    Aragón Pedro II y del vizconde de Montpellier Guillermo
    VIII.

    Se recurre a los cistercienses para combatir la
    herejía en 1203. Los legados son ahora dos monjes de la
    abadía narbonense de Fontfroide: Raoul de Fontfroide y
    Pierre de Castelnau, a los que se une el abad de Citeaux Arnaud
    Amaury, personajes que no parecen ser elegidos por su oratoria, sino
    m s bien por su rigidez y severidad. Estos realizan una
    labor de depuración del clero occitano, y hacen que la
    nobleza se comprometa a extirpar la herejía. Pedro II de
    Aragón era vasallo del Papa, pero el Mediodía
    francés se encomendar  a su protección, por lo
    que no utilizar  las armas contra
    ellos. Los cistercienses no tienen apenas ‚éxito.
    Cambian su m‚todo por la predicación a la manera
    c tara, en coloquios con los herejes. Esto se debe a la
    actuación de dos clérigos españoles: Diego
    de Osma y Domingo de Guzmán, que consiguen muchas
    conversiones. Pero los cistercienses no contaban con mucha
    popularidad. Se intenta llegar a acuerdos de paz con los
    príncipes. Raimundo VI de Tolosa no acepta actuar en
    contra de los herejes y es excomulgado por Pierre de Castelnau,
    el cual ser  asesinado en Enero de 1208 por alguien que
    creía hacer un favor al conde, pero este asesinato
    tendrá  consecuencias nefastas. Se ha especulado
    incluso que lo pudo realizar alguien que tuviera interés
    en que se desatara la guerra.

    La
    Cruzada

    Inocencio III llama a actuar a los
    guerreros cristianos en una cruzada contra los herejes, a los que
    podrán exterminar y tomar posesión de sus tierras,
    prometiéndoles indulgencias y bienes
    materiales. La
    zona era rica agrícolamente y muchos serán los
    interesados. El Languedoc se verá sumido en una guerra desde
    el 1209 al 1229, jalonada de grandes hogueras, como los 140
    quemados de Minerve en 1210, los 200 de Cassis, o los 400 de
    Lavaur en 1211. La población se divide (caso de Tolosa y
    la "compañía blanca" enfrentada a los defensores de
    los herejes), dando lugar a una especie de guerra civil entre
    defensores de los herejes y los que se ponen en favor de la
    cruzada Las ciudades, como por ejemplo Beziers, defienden a sus
    herejes y son arrasadas por los cruzados, por lo que la guerra va
    también contra la vida de los burgos. También
    tendrá  importantes implicaciones políticas:
    Pedro II morirá a manos de los cruzados de Simón de
    Montfort en el asalto a Muret (1213), cuando acudió a
    intentar defender a sus vasallos tolosanos, a pesar de que
    había sido ungido por el Papa. Aragón perder 
    sus lazos con la Provenza y tendrá  un periodo de
    crisis, ya que
    el heredero de la corona queda en manos de Monfort, que funda una
    nueva dinastía condal en Tolosa y Carcasona, ratificada
    por el Papa en el Concilio de Letrán de 1215. Esta no
    durar  mucho, ya que los tolosanos inician la reconquista
    apoyados por un verdadero movimiento
    popular. Simón de Monfort morirá en 1218 asediando
    Tolosa. El sucesor de Simón, Amaury de Monfort, cede sus
    derechos condales
    en 1224 al rey de Francia, que ahora s¡ acudía al
    llamamiento del Papa Honorio III.

    En el Languedoc empezaba a resurgir otra vez el
    catarismo, pero ahora el Papa tenía un importante aliado
    que era la monarquía de los Capetos, que reemprende la
    segunda fase de la cruzada en 1226 con el Rey Luis VIII. El ahora
    conde de Tolosa Raimundo VII, que había intentado que se
    le reconociera su condado, lo que el concilio de Bourges
    consideró como un peligro por el renacimiento
    de la iglesia cátara y los faidits, por lo que se ratifica
    su excomunión en París, el 12 de Enero de 1226. La
    guerra se prolongar  tres años, en los que la
    devastación de las tierras por los cruzados hace
    finalmente someterse a Raimundo VII al rey Luis IX, y en el
    tratado de Meaux se compromete a perseguir la herejía y
    desmantelar las plazas fuertes. Carcasona estaba también
    en manos de un senescal del rey, y los Trencavel estaban
    exiliados en Aragón.

    La
    inquisición

    El catarismo no había sido
    erradicado con la cruzada y las hogueras, sino que se
    había revestido de un aura de martirio. Ya no contaba con
    el apoyo de la casta aristocrática, por lo que llevaban a
    cabo una predicación clandestina, apoyados por proscritos
    armados. había que romper los lazos de solidaridad que
    profesaba la gente con los herejes, y de esto se encargará
    la Inquisición.

    Ya se habían dado disposiciones que marcaban el
    procedimiento
    inquisitorial: en 1184 la pena de fuego; 1199 la
    confiscación de bienes;
    autorización del empleo de la
    tortura; mantenimiento
    del secreto sobre los testigos o acusadores, de todo lo cual se
    encargaba el brazo secular. Faltaba la creación de un
    tribunal especializado y que tuviera una amplia
    jurisdicción, por encima de fronteras políticas
    y obispados. En 1231 aparece un delegado en Alemania, y de
    ah¡ el sistema se
    establece en Francia. El tribunal se confió a las
    jóvenes ordenes mendicantes, dominicos y franciscanos.
    Solo dependía del Papa, y realizó una labor de
    "encuesta
    itinerante". As¡ fueron capturando a los herejes
    clandestinos y sus protectores, y entregados al poder secular,
    que era el encargado de la ejecución. Las hogueras
    colectivas desaparecieron para dar lugar a ejecuciones
    individuales. Los acusados podían defenderse. Los registros de las
    declaraciones son hoy día una gran fuente de
    estudio.

    La resistencia de
    Monsegur

    Raimundo VII trataba por todos los medios de
    mantener su condado, pero no tenía heredero barón,
    y su hija se casaría a causa del tratado con el hermano
    del rey francés. La población mientras tanto se
    mostraba inconforme con la actuación inquisitorial,
    protagonizando motines como el de Tolosa en 1235. El conde
    buscó apoyos contra el rey (Inglaterra y el
    conde de la Marche), y se decidió a actuar cuando los
    proscritos que luchaban por la libertad de
    los condados (faydits), que se mantenían en el castro de
    Montsegur, acaban con los inquisidores de Avignonet en Mayo de
    1242. Los tolosanos son vencidos por el ejercito francés
    en Saintes y Taillebourg. En 1243 Raimundo VII pacta en Lorris la
    paz y se compromete a luchar con la herejía que
    renacía y que tenía refugio en Montsegur, con el
    señor Raimond Pereille. El senescal real de Carcasona
    asediar  la plaza desde el ver n de 1243 hasta Marzo de
    1244. Los herejes que allí había fueron quemados en
    la hoguera (unos 200), incluidos los últimos obispos e
    Hijos y diáconos, y los supervivientes interrogados por la
    inquisición.

    El fin del
    catarismo

    Muchos creyentes huyeron a Italia, donde los
    conflictos
    entre güelfos y gibelinos permitía un margen de
    actuación a los cátaros. Allí se ordenaron y
    pretendían volver a sus tierras a predicar, pero la
    vigilancia de la Inquisición se lo impedía. La
    ortodoxia triunfaba en el occidente europeo y también un
    férreo orden feudal cuya cúspide era el
    rey.

    Entre 1300 y 1310 se formó una pequeña
    iglesia entre la Gascuña y el Lauragais bajo la iniciativa
    de los hermanos Authié, ordenados en Italia. Contaron con
    el apoyo de sus familias y las redes clientelares, lo que
    propagó de nuevo la fe en los Buenos Hombres, pero la
    pretensión de continuar como iglesia hizo que los
    inquisidores pusieran todo su empeño en capturar a los
    herejes y quemarlos. En el primer tercio del XIV ya nadie
    podía declararse cátaro ni ser ordenado, ya que no
    había nadie que lo hiciera.

    En otros lugares, aún sin ser perseguido,
    también acabó por desaparecer el movimiento. En
    Italia lo hizo en el XV, y en la zona de los Balcanes se
    acabó con la conquista turca.

    Hoy día ya no nos corresponde juzgar ni a unos ni
    a otros, pero si podemos desenmascarar los mitos que
    envuelven a los cátaros, y nos queda un colectivo muy
    semejante al cualquier cristiano de la ‚poca, lleno de
    inquietudes, pero que se las vio con una Iglesia que luchaba por
    forjarse homogénea. Los cátaros no luchaban por su
    independencia
    ni libertad, pero
    se encontraron con un muro de intolerancia que les
    inmiscuyó en una lucha que tenía mucho de política.

    BIBLIOGRAFIA

    -LABAL, P. Los cátaros:
    herejía y crisis
    social

    -BRENNON, A. Los cátaros. Hacia una pureza
    absoluta

    -MESTRE, J. Los cátaros

    -MITRE, E. La herejía medieval

    -LAMBERT, P. La herejía en la Edad
    Media -DEDIEU, J.P. La Inquisición

    Realizado por:

    José Julio Martínez
    Valero

    Licenciado en Historia.2000

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