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Comunicación política




Enviado por rojases22



    1. De la esfera privada a la
      pública
    2. ¿Qué es la esfera
      pública?
    3. Un poco de historia
    4. Esfera pública y
      esfera privada
    5. La esfera pública
      entre la opinión y la publicidad
    6. El escándalo
      político como mercancía
    7. Conclusiones
    8. Fuentes
      consultadas

    1. DE LA ESFERA PRIVADA
    A LA PÚBLICA

    Se observa que hay polémica entre lo autores
    quienes tratan de hacer diferencia entre esfera pública y
    esfera privada.

    En torno a esta
    discusión existen un buen número de documentos que
    permiten reflexionar y llegar a una conclusión a partir de
    las diferentes teorías
    de la sociología política y la
    comunicación política, desde
    luego, de la propia cultura la
    cual ejerce gran influencia sobre las propias concepciones que se
    tengan de la problemática en estudio.

    Para este ensayo se
    decidió tomar como caso de análisis la Esfera Pública y Esfera
    Privada.

    Para objeto del mismo es necesario redimensionamiento
    de lo Público. Algunas acepciones del significado de lo
    público frente a lo privado señalan un sentido
    dialéctico de la definición. De tal forma que se
    anuncia lo "iluminado" vs lo "oscuro", lo "abierto" vs lo
    "cerrado", lo que es "conocido" vs lo "íntimo" y lo
    "indivisible" vs lo "fragmentable" (Cunill Grau: 1997, p.
    23)

    El debate
    conceptual sobre el binomio público-privado, es relevante
    para los fines de este trabajo. A partir de situar que diversos
    actores de la sociedad civil
    actúan desde el espacio de "lo privado" con
    proyección, en cuanto a sus ideas y acciones, en
    el terreno de "lo público", se visualiza que la frontera
    entre estos conceptos (público-privado) es reubicable
    (Cunill Grau: 1997, p. 24).

    Para tal efecto, se presenta un breve esbozo de esta
    discusión. Una primera idea se refiere al carácter
    dicotómico que guarda esta relación, es decir,
    "(…) dentro del espacio que los dos términos delimitan,
    desde el momento en que este espacio es ocupado totalmente (no
    existe una tercera posibilidad), a su vez ellos se delimitan
    mutuamente, en el sentido de que la esfera pública llega
    hasta donde comienza la esfera privada y viceversa" (Bobbio:
    1992, p. 12).

    En lo personal se
    considera importante lo que opina Thompson (2002, p. 347) cuando
    dice: la naturaleza de lo
    público y lo privado, y la división entre ambos
    campos, son transformados de ciertas maneras por el desarrollo de
    la comunicación masiva, y esto a su vez tiene
    implicaciones en las formas en que se adquiere, ejerce y sostiene
    el poder
    político en el plano de las instituciones
    estatales, en las sociedades
    modernas.

    1. Como punto de partida, se considera necesario definir el
      concepto
      espacio público y esfera pública, con el
      propósito de tener claro su significado para
      desarrollar el presente ensayo,
      de ahí que se encontró la exposición de R. Doors, ha sido, y
      todavía es, un reflejo de las
      voluntades políticas, del tejido

      (R. Doors )
      que indica: "el espacio público
      es, un reflejo de las voluntades políticas, del tejido social, de las
      dinámicas culturales y del contexto
      económico, así como de la
      reorganización y la expansión de nuestras
      ciudades. En un tiempo
      definido por el final de las ideologías, al que se
      une la inhabilidad de los poderes políticos y
      religiosos para definir la noción de
      "público", el espacio público se ha
      transformado en un ámbito de consumo.
      De ser un lugar específico de experiencia
      democrática, el espacio público ha pasado a
      ser un lugar de conexión de usos y funciones
      diferentes. El concepto de
      esfera pública, una noción más
      amplia que la de espacio público, va más
      allá de las distinciones físicas entre los
      entornos público y privado en el que las actividades
      y las experiencias de los seres humanos se
      desarrollan.

      Así, la disolución entre
      público y privado se hace mucho más evidente
      ahora cuando en la definición de la noción
      espacial intervienen las tecnologías de la
      comunicación y la información. En este contexto, la
      idea de "lugar" se convierte en un concepto precario y la
      esfera pública se transforma en un
      punto de comunicación hecho de imágenes y representaciones, fijados
      en el tiempo y en
      el espacio por las pantallas y, cada vez más,
      relacionados con "lo real" y la vida cotidiana.

    2. ¿QUÉ
      ES LA ESFERA PÚBLICA?

      En este apartado se
      considera necesario para continuar hurgar un poco en la
      historia, para ubicarnos en el tema a partir
      del contexto dio origen a esta categoría.

      Así encontramos que Habermas
      sostenía que el siglo XVIII había sido el
      siglo crucial, sobre todo en Francia
      e Inglaterra, por el nacimiento de lo que
      él llamaba la "espacio público".

      La clase burguesa, en ascenso en la Europa
      occidental y en la lucha contra las prerrogativas del
      Estado
      absolutista, lograron crear un espacio de debate
      entre el
      Estado y la sociedad
      civil. Su lucha provocó reacciones en cadena, sobre
      todo en el curso del siglo XVIII.

      A diferencia de lo que Habermas llama la "Publicidad de representación de la
      época medieval, durante la cual la nobleza
      gobernante se contentaba con ofrecer al pueblo el
      espectáculo del poder,
      el nuevo espacio público ofrece a los ciudadanos la
      posibilidad de debatir y discutir el ejercicio del poder
      estatal. un área del debate que estimuló el
      pensamiento crítico y racional
      gracias a instituciones como los periódicos,
      los círculos y los cafés. La ventaja provista
      por esta nueva expresión, "esfera pública",
      respecto a la precedente, "opinión pública" consiste en
      el hecho de que aquélla hace más eficaz el
      sentido del intercambio de las ideas y describe mejor la
      materialidad de los lugares en los cuales tales discusiones
      se desarrollan. (Veyrat-Masson y Dayan : p. 248)

      La historia de
      la esfera pública en Europa
      occidental entre los siglos XVI y XVIII, presenta la manera
      en que los diversos medios
      de información contribuyeron a los
      eventos
      políticos más importantes y cómo
      éstos han sido a su vez decisivos para la evolución del sistema
      de los medios
      de comunicación.

      Antes de la Reforma, en las ciudades italianas,
      sobre todo en Florencia entre los siglos XIII y XV, se
      hablaba comúnmente de pueblo (en otras palabras, los
      miembros de las corporaciones de artes y
      oficios).

      En Florencia, un segmento relativamente amplio de
      la población participaba en la vida
      política: cuatro, cinco mil hombres adultos en una
      ciudad de menos de 100,000 habitantes. Importantes cargos
      políticos se asignaban por sorteo y podían
      ser cubiertos por no más de dos meses.

      La cultura
      política era aquí, como en la Atenas
      clásica, esencialmente oral y visual. Las plazas, en
      particular la Plaza de la Señoría,
      constituían una suerte de esfera pública en
      la cual se daban discursos y se discutía de
      política. La capacidad oratoria
      era apreciada en esta cultura, resultando crucial para lo
      que los italianos de entonces llamaban la vida civil, la
      vida políticamente activa de un
      individuo.

      Las crónicas de la época a menudo
      referían los manifiestos políticos o graffiti
      colocados en los muros, y las relaciones
      públicas de la ciudad eran conducidas no
      sólo oralmente, enviando embajadores a otros
      Estados, sino también a través de documentos escritos.

      Thompson (2002, p. 347), señala que la
      dicotomía público-privado puede remontarse a
      los debates filosóficos de la Grecia
      clásica y a los primeros desarrollos de la ley
      romana, de acuerdo, con la primera dicotomía
      público-privado se refiere, por una parte, a la
      distinción entre el campo del poder político
      institucionalizado que cada vez se depositó
      más en manos de un Estado
      soberano y, por el otro, a relaciones personales que
      quedaban fuera del control
      directo del Estado. Por supuesto, esta distinción
      general nunca fue rígida ni definida con
      claridad.

      La cancillería florentina, donde se
      redactaban las cartas
      oficiales en nombre del gobierno
      ciudadano, estaba compuesta por humanistas, estudiosos de
      la antigüedad clásica capaces de escribir en un
      latín elegante y de gran eficacia
      persuasiva. Se dice que el duque de Milán, uno de
      los principales enemigos de Florencia, afirmó tener
      más pena del canciller humanista Coluccio Salutati
      que de un escuadrón de caballería. En una
      escala
      menor respecto a Florencia o Venecia, algunas ciudades de
      los Países Bajos, de Alemania
      y de Suiza desarrollaron una cultura cívica
      parecida. Entre otras cosas, tenían una verdadera
      esfera pública desde el siglo XV, una esfera
      pública burguesa.

      Sin embargo, la Reforma fue el primer gran
      conflicto ideológico en el cual los
      materiales publicados jugaron un papel
      decisivo. Habermas, en particular, subraya los efectos de
      la "privatización" de la Reforma: vale
      decir, el progresivo repliegue de los creyentes en la
      esfera interior. Si se consideran las consecuencias de
      larga duración, Habermas puede incluso tener
      razón. En los primeros años del movimiento, sin embargo, los vigorosos
      debates que tuvieron lugar, primero en Alemania
      y luego en otras partes de Europa, sobre las funciones y
      los poderes del Papa y la Iglesia
      y sobre la propia naturaleza
      de la religión, proveyeron una importante
      contribución al desarrollo de un pensamiento crítico y de una opinión pública.
      (Cansino).

      A manera de opinión, sería
      más útil hablar y pensar en términos
      no de simple presencia o ausencia de la esfera
      pública sino de las diferentes formas que puede
      asumir y de la relativa importancia que puede revestir en
      las diversas culturas. Por lo que llama nuestra atención la cita de Germani (1956)
      quien conviene con Marx quien
      decía que cada clase social tiene su propia
      visión del mundo. La posición dentro de la
      estructura de producción, el momento
      histórico, determinan el tipo de pensamiento y de
      ideología que expresará cada
      individuo por tendencia natural. En dicho esquema es
      lógico que la "deología burguesa" corresponda
      a la visión y posición en el mundo de la
      "clase burguesa", sino que constituyen el resultado
      fragmentado horizontalmente de las distintas clases que
      conforman la sociedad.

      De igual manera Monzón (1990) amplía
      la crítica del marxismo
      sobre la naturaleza fragmentada de las distintas opiniones
      públicas estamentadas, haciéndola extensiva
      también a la única opinión objetiva,
      la del proletariado. Por su parte Mill, escribe sobre la
      libertad
      y señala:"dondequiera que hay una clase dominante
      una gran parte de la moralidad del país emana de sus
      intereses y de sus sentimientos de clase superior. La moral
      entre espartanos e ilotas, entre los plantadores y los
      negros(…).

      Donde una clase dominante ha perdido su
      predominio, o bien donde este predominio se ha hecho
      impopular, los sentimientos morales que prevalecen
      están impregnados de un impaciente disgusto contra
      la superioridad.

      De aquí se puede distinguir, en
      consecuencia, entre distintas opiniones públicas de
      clase, y las suplantación de esta pluralidad natural
      por una versión hegemónica, si bien responde
      a una descripción típica del
      marxismo, no es patrimonio exclusivo de esa corriente de
      pensamiento.

      Volviendo con Habermas. Para modificar su tesis,
      se podría afirmar que en Alemania la Reforma
      contribuyó al nacimiento de una "esfera
      pública" al menos por un tiempo. Una esfera
      pública temporal, grosso modo limitada a los
      años veinte del siglo XVI. Los autores de
      opúsculos se sirvieron de consabidas estrategias de persuasión.

      Buscaron dirigirse a un público amplio,
      estimularon la crítica de la Iglesia
      y, después que las nuevas ideas habían sido
      ampliamente debatidas en público durante los
      primeros años del movimiento, lograron incluso delatar a
      algunos católicos. En cuanto a las autoridades
      seculares, pronto se dieron cuenta que el nuevo medio de
      información representaba un instrumento potente, que
      podría ser funcional en la búsqueda de fines
      políticos particulares. El conflicto entre el emperador Carlos V y su
      rival, el rey Francisco I de Francia,
      se condujo a través de libelos antes que sobre los
      campos de batalla, a partir de la mitad de los años
      veinte del siglo XVI, y el tono de esta campaña de
      palabras impresas sugiere que ambos gobernantes
      habían aprendido una importante lección de
      Lutero.

      De que hoy ya no esté de moda en
      la academia hablar de masas— a una cuestión de
      fondo: la opinión pública, ¿puede
      sobrevivir al vaciado simbólico de la
      política y a su incapacidad de convocar,
      interpelar/construir sujetos sociales?

      Porque entonces ya no le quedaría sino la
      función de integración mediante la
      abricación del consenso, y de legitimación
      del día a día de un poder sin demanda
      de sentido. Es ésa la cuestión que atraviesa
      y vértebra esta reflexión, hecha
      además desde un país en el que grandes
      sectores sociales no tienen aún otra forma de
      expresar su opinión que a través de gestos
      colectivos, como las manifestaciones urbanas silenciosas o
      el bloqueo de calles y carreteras. Con la densa,
      contradictoria ambigüedad, que carga todo gesto, y aun
      más donde esos gestos obedecen, o pueden obedecer
      cotidianamente, a los más distintos fines y
      motivaciones.

    3. UN POCO DE
      HISTORIA
    4. ESFERA
      PÚBLICA Y ESFERA PRIVADA

    La esfera
    pública
    y la esfera privada es estudiada por Hannah
    Arendt, en su libro : La
    Condición Humana, quien dice que las condiciones que
    permiten entender la política en el siglo XXI se contagian
    de ciertos elementos que resultan del ordenamiento social
    alrededor de conceptualizaciones surgidas con la modernidad en
    torno al paradigma de
    la productividad
    y que terminan por manifestarse en el funcionamiento de la esfera
    pública. (1995, pp.89-109).

    Hoy, el sentido de la política a la luz de este
    paradigma no
    es el de la libertad sino
    el de la necesidad y, por ello, el quehacer político se
    ubica en el ámbito del consumo en una
    renovada práctica y lectura de lo
    económico.

    Para Arendt estas dos actividades son radicalmente
    distintas. La capacidad del hombre para
    organizarse políticamente esta en franca oposición
    a la asociación de

    un hogar, de una familia o del
    mercado. Los
    griegos comprendían que la esfera del mercado era una
    esfera donde el hombre se
    encontraba sometido, en cambio la
    esfera de la política era una esfera donde el hombre
    ejercía su libertad. (1995, pp.89-109).

    Su organización social se fundamentaba sobre
    la división tajante entre la esfera
    público-política y la esfera privada, donde se
    interactuaba en la familia y
    se realizaban las actividades básicas para mantener la
    supervivencia. La esfera público-política era
    regida por el principio de la libertad. Era accesible sólo
    a aquellos hombres libres de estar sometidos a las necesidades de
    la vida.

    Para los griegos mandar en vez de persuadir eran formas
    prepolíticas que se manejaban en el hogar y la vida
    familiar. En este ámbito el jefe de familia ordenaba
    con poderes despóticos. "La polis se diferenciaba de
    la familia en
    que aquella solo conocía iguales, mientras que la segunda
    era el centro de la más estricta desigualdad."

    La esfera público-política cumplía
    con dos condiciones esenciales:

    1. Permitía a todos los ciudadanos ser vistos y
      oídos por todos, es decir la más amplia publicidad para
      un hecho visible desde todas las perspectivas posibles. En este
      ámbito la presencia de los otros asegura la realidad del
      mundo y la publicidad es lo que permite hacer brillar a
      través de siglos cualquier cosa que los hombres quieran
      salvar de la ruina natural del tiempo y

    b) Posibilitaba un mundo común diferenciado del
    lugar que se poseía privadamente en él. El mundo
    de los asuntos humanos comunes. Esta esfera era el lugar donde
    los hombres podían mostrar su unicidad, su
    distinción y alteridad a través del discurso y
    la acción. Aquí ellos encontraban el recinto
    donde podían revelar quienes eran. La esfera
    pública era el sitio donde todo individuo tenía
    que distinguirse constantemente de los demás, demostrar
    con acciones
    únicas o logros que era el mejor( aien
    aristevien).

    La esfera privada en cambio era
    regida por la necesidad. Tenía un rasgo privativo
    primordial: en ella, los hombres estaban privados de realizar
    algo más permanente que la vida misma. Estaban privados de
    la presencia de los demás.

    Sobretodo significaba estar privado de las más
    elevadas y humanas capacidades, el discurso y la
    acción. Pero cumplía por lo menos con dos
    condiciones:

    1. Era el lugar que se poseía privadamente, es
      decir un lugar propio en el mundo y

    2. Donde lo que necesitaba ocultarse permanecía
      oculto. Aquí encontraban refugio las pasiones del
      corazón,
      los pensamientos de la mente, las delicias de los sentidos,
      todos estos tienen una oscura existencia tanto como el amor ,
      la muerte,
      el dolor.

    En la Edad Moderna
    desaparece la brecha entre lo público y lo privado. Con el
    ascenso de la sociedad, esto es para Arendt del conjunto
    doméstico o de las actividades económicas a la
    esfera pública, la
    administración de la casa y todas las materias que
    antes pertenecían a la esfera privada se han convertido en
    interés
    colectivo. (1995, pp.89-109).

    El auge de lo social coincide históricamente con
    la transformación del interés
    privado por la propiedad
    privada en un interés público. La sociedad cuando
    entró por primera vez en la esfera pública
    adoptó el disfraz de una organización de propietarios que en lugar
    de exigir el acceso a la esfera pública debido a su
    riqueza, pidió protección para acumular más
    riqueza. Otro de los aspectos a los que conlleva el auge de lo
    social, como lo llama Hannah Arendt es que la distinción y
    la diferencia han pasado a ser asuntos privados del individuo.
    (1995, pp.89-109).

    En la sociedad, se sustituye la acción por la
    conducta. En un
    tiempo relativamente corto la nueva esfera de lo social
    transformó todas las comunidades modernas en sociedades de
    trabajadores y empleados, que quedaron enseguida centradas en una
    actividad necesaria para mantener la vida. Todas las actividades
    relacionadas con la pura supervivencia se permiten aparecer en
    público. El inconformismo de Arendt (1995, pp.89-109),
    para con la sociedad moderna y su sustituto la sociedad de masas
    es que le quita al hombre no
    sólo un lugar público donde puede revelar quien es
    sino a la vez su hogar privado donde en otro tiempo se
    sentía protegido del mundo y donde en todo caso incluso
    los excluidos del mundo podían encontrar un sustituto en
    el calor del
    hogar y en la limitada realidad de la vida familiar. Pues la
    Edad Moderna
    comenzó con la expropiación de los pobres y luego
    procedió a emancipar a las clases sin propiedad. He
    aquí un segundo aspecto del inconformismo: la
    emancipación de las clases trabajadoras y de las mujeres
    se hace sólo a nivel formal.

    Si antes la condición para la ciudadanía
    era la propiedad privada con el auge de la

    sociedad se pierde la condición objetiva de la
    libertad que era estar libres no sólo de la
    coerción de otros hombres sino de las necesidades de la
    vida, y el tener un lugar en el mundo común al tener un
    lugar privado propio. La abolición de este requisito de la
    ciudadanía, disfraza una falsa libertad de los ciudadanos
    modernos. No se puede ser libre sin tener las necesidades de la
    vida resueltas, un lugar privado propio y sin estar libre de la
    coerción de otros hombres. Este último aspecto se
    configura como una crítica radical las concepciones
    modernas de la política como dominación y hasta
    cierto punto como representación.

    La crítica de Arendt (1995, pp.89-109) acerca de
    la libertad moderna se refiere a que su fundamento no es
    más, la igualdad. La
    libertad moderna admite precisamente aquellas condiciones que por
    su exclusión definían la libertad en la Grecia
    antigua: dominación, fuerza,
    desigualdad. La libertad deja de ser un estado objetivo,
    evidenciado en la omisión por parte de las discusiones
    modernas de libertad, sobre la objetiva y tangible diferencia
    entre ser libre y estar obligado por la necesidad.

    Esta es una diferencia que ha dejado de captarse. La
    importancia de la relación entre propiedad y libertad
    reside en la concepción de la propiedad privada en el
    sentido de tangible y mundano lugar de uno mismo, como
    condición para la libertad, para lo cual lo
    íntimo-el descubrimiento más grande de lo privado
    moderno, -no es un sustituto digno. El moderno concepto de
    propiedad privada se ha trasladado del lugar de uno mismo a la
    propia persona de uno
    mismo, que Marx llamó
    la "fuerza de
    trabajo", traslado en el cual la propiedad pierde su carácter
    mundano, en detrimento del individuo. Todos estos conceptos
    definían la política auténtica y
    clásica, y nos permiten con Arendt realizar
    críticas a la concepción de la política
    moderna de la cual participamos en la actualidad: la inmensa
    desigualdad real de los ciudadanos donde en muchos casos ni las
    necesidades básicas de la vida se encuentran satisfechas y
    mucho menos el tener propiedad privada, y por otra parte las
    decisiones políticas
    se toman no por los ciudadanos sino por unas élites ya
    transnacionales que compiten por el mercado electoral.

    Por último, Arendt, (1995, pp.89-109) indica que
    la evidencia de que se ha gestado una transformación en
    las esferas de lo público y lo privado en nuestra sociedad
    se encuentra en que el consumo que en principio estaba ligado al
    ámbito de la vida privada ahora penetra y resignifica lo
    público. En consecuencia al ciudadano se le da un trato de
    consumidor sin
    solventar la inequidad y desigualdad real política,
    económica y social que existe en la sociedad.

    1.4. LA ESFERA
    PÚBLICA ENTRE LA OPINIÓN Y LA
    PUBLICIDAD

    La formación inicial de la «esfera
    pública burguesa» es entendida por J. Habermas como
    la aparición de aquella instancia mediante la cual el
    interés público de la esfera privada en la sociedad
    burguesa deja de ser percibido exclusivamente por la autoridad y
    comienza a ser tomado en consideración como algo propio
    por los súbditos mismos (1981, p. 171). Lo que emerge en
    la esfera pública es un nuevo modo de asociación no
    vertical —como el que se forma desde el
    Estado— y del que hacen parte originariamente
    sólo los que tienen instrucción y propiedad.
    Condición que lastrará a futuro esa esfera, no
    será capaz de resolver el dilema que entraña: la
    traducción de la voluntad general en razón
    universal no hará sino traducir el interés general
    en argumentos privados identificando el espacio político
    con el espacio público burgués. Un siglo
    después la esfera pública es redefinida por la
    presencia de las masas urbanas en la escena social, cuya
    visibilidad remite a la transformación de la
    política que, de un asunto de Estado, pasa a convertirse
    en «esfera de la comunidad, la
    esfera de los asuntos generales del pueblo». De otro lado,
    la visibilidad política de las masas va a responder
    también a la formación de una
    cultura-popular-de-masa: los dispositivos de la
    massmediación articulan los movimientos de lo
    público a las tecnologías de la fábrica y
    del periódico,
    al mismo tiempo que la aparición de la rotativa, gracias a
    la cual se amplía el número de ejemplares impresos,
    abarata los costos y
    reorienta la prensa hacia el
    «gran público.

    La publicidad, en el sentido habermasiano, va a
    conectar entonces dos discursos. El
    de la prensa que
    ensambla lo privado en lo público a través del
    debate entre las ideologías y la lucha por la
    hegemonía cultural; y el de la propaganda
    comercial que transviste de interés público las
    intenciones y los intereses privados.

    Pero la figura más plenamente comunicacional
    de lo público es la opinión pública.
    Ésta es entendida originariamente como la acción
    que se oponía a la práctica del secreto, propia del
    Estado absolutista, y será después el principio de
    la crítica como derecho del público a debatir las
    decisiones políticas, esto es el debate ciudadano: espacio
    de articulación entre la sociedad civil y
    la sociedad política, entre conflicto y consenso. Ya a
    mediados del siglo XIX, Tocqueville introduce otra versión
    de la opinión pública (1950, p. 215), la voluntad
    de las mayorías, relegando a un segundo plano la libertad
    individual de los ciudadanos, con todo lo que ello
    implicará de contradicciones para una democracia en
    la que lo cuantitativo pesará siempre más que lo
    cualitativo. Unos pocos años después, Gabriel Tarde
    reubica la idea de opinión pública en el
    ámbito de la comunicación al analizar el cruce de
    la transformación de las creencias de la muchedumbre(1901)
    en opinión política y el desarrollo del medio en
    que ésta se expresa, la prensa. Lo que interesa a Tarde es
    el nuevo tipo de colectividad que emerge —el
    público— como efecto psicológico de la
    difusión de la opinión.

    Ese efecto va a ser el desplazamiento de la
    legitimidad de lo político desde afuera

    hacia dentro. Habermas ve ahí el punto de
    sutura de aquella esfera pública que surgió con la
    entrada en la política de las masas de desposeídos:
    la desprivatización radical de esa esfera ha ido
    destruyendo las bases de la publicidad burguesa, borrando los
    linderos entre Estado y sociedad. La recomposición de la
    hegemonía acabó arruinando la vieja base de lo
    público sin dotarla de una nueva (1981, p.
    205).

    No es otro el caso que, cambiando de siglo,
    analizará J. Baudrillard, y del que emergerá su
    proclama sobre la implosión de lo social en la masa y el
    fin de lo político. No es posible hablar en su nombre, el
    de las masas, no son una instancia a la que nadie pueda referirse
    como en otro tiempo a la clase o al pueblo (1978, p. 29). Sin los
    radicalismos de Baudrillard, la reflexión de R. Sennet
    sobre el declive del hombre público acaba con otra
    proclama: el espacio público es un área de paso, no
    de permanencia (1978). La crisis de lo
    público es, por un lado, la razón del repliegue
    hacia la privacidad de la familia y la intimidad del individuo y,
    por otro, ese repliegue apunta a una transformación
    general de las relaciones sociales. La sociedad del riesgo (1998, p.
    95-191) de que habla U. Beck recoloca esa transformación
    en el territorio conformado por la crisis que
    amenaza a las grandes instituciones que la modernidad
    industrial convirtió en la fuente del sentido de lo
    público —y del significado de la vida personal—,
    el trabajo y
    la política. Que es la propia privacidad/intimidad de los
    individuos la que sufre de, a la que ha tocado, la ausencia de
    sentido en que se precipita lo público, es lo que plantea
    bien claramente el que varios de los últimos libros de
    sociólogos de la talla de A. Giddens (1995) y Z. Bauman
    (1997) estén dedicados a examinar las mutaciones que
    atraviesan esos tradicionales espacios de sentido.

    No es extraño que, en una sociedad descentrada
    como la actual —en la que ni el Estado, ni la Iglesia, ni
    los partidos
    políticos, pueden ya vertebrarla— y
    estructuralmente mediada por la presencia de un entorno
    tecnológico productor de un flujo incesante de discursos e
    imágenes, lo público se halle cada
    día más identificado con lo escenificado en los
    medios, y el
    público —cada vez más lejano del pueblo–,
    con sus audiencias. La opinión pública que los
    medios fabrican con sus encuestas y
    sondeos tiene así cada vez menos de debate y
    crítica ciudadanos y más de simulacro: sondeada
    —sometida a un montón de sondeos diarios— la
    sociedad civil, pierde su heterogeneidad y su espesor conflictivo
    para reducirse a una existencia estadística. Y el vacío social de la
    representación facilitará la asimilación del
    discurso político al modelo de
    comunicación hegemónico, esto es, el que proponen
    la
    televisión y la publicidad.

    1.5. EL ESCÁNDALO
    POLÍTICO COMO MERCANCÍA

    A finales del siglo XX, los medios de
    comunicación estadounidenses ­y por rebote todos
    los del mundo Occidental­ dieron amplia cobertura a un hecho
    sucedido en la Casa Blanca: el caso Mónica Lewinsky-Bill
    Clinton. Este y otros sucesos publicitados por los mass media son
    analizados por John B. Thompson en su libro El
    escándalo político.

    El trabajo de Thompson (2001) expone que el aumento
    de los escándalos políticos tiene correspondencia
    con las transformaciones provocadas por los medios de
    comunicación, los cuales modifican la naturaleza de la
    visibilidad y alterado las relaciones entre la esfera privada y
    la pública.

    El investigador disecciona este fenómeno
    mediático desde la definición de qué es
    escándalo; el incremento del escándalo en los
    medios, como acontecimiento mediático; la naturaleza del
    escándalo político y sexual en la esfera del poder;
    examina el efecto de la vida privada en el ámbito
    público; el asunto Whitewater, el caso Watergate y el
    Irán-Contras y las consecuencias del escándalo,
    entre otros temas.

    B. Thompson (2001) ubica los orígenes del
    escándalo en los medios impresos en los siglos XVIII y
    XIX. Sin embargo, le da amplia cobertura al siglo XX, así
    precisa que "con el desarrollo de las sociedades modernas, la
    naturaleza, el alcance y las consecuencias de los
    escándalos han variado en algunos aspectos. Y uno de los
    aspectos en que han cambiado está relacionado con el hecho
    de que se hayan visto cada vez más vinculados a formas de
    comunicación mediata". A partir de este fenómeno,
    el autor señala que en la actualidad ha surgido una forma
    nueva a la que denomina "escándalo mediático", y
    comenta que son escándalos cuyas propiedades difieren de
    las que aparecen en los escándalos locales y cuyas
    consecuencias tienen un alcance completamente diferente. "Los
    escándalos mediáticos no son simples
    escándalos reflejados en los medios y cuya existencia es
    independiente de esos medios: son provocados, de modos
    diversos… por las formas de la comunicación
    mediática", precisa.

    El también profesor adjunto de sociología en la Universidad de
    Cambridge sostiene que una de las razones por las cuales los
    escándalos sexuales tienen la capacidad potencial de
    producir perjuicios a las figuras políticas, a sus
    partidos y a los gobiernos de los que forman parte es la
    relacionada con el factor de la hipocresía y pueden ser
    perjudiciales para estos mismos políticos, partidos y
    gobernantes, pues quizá ocasionen conflictos de
    interés.

    El estudio no se circunscribe a EU, toma en cuenta el
    caso de John Profumo, político tory proveniente de la
    clase alta británica, quien en 1963 dimitió por un
    escándalo de adulterio. Y acerca del caso
    Clinton-Lewinsky, Thompson refiere que fue un escándalo
    que adquirió tales proporciones por la combinación
    de intereses partidistas con una publicidad desmedida por parte
    de los medios de
    comunicación.

    A una de las conclusiones a las que arriba John B.
    Thompson (2001) es que "el escándalo está
    profundamente arraigado en nuestras tradiciones históricas
    e íntimamente entrelazado con el desarrollo de las formas
    de la comunicación mediática, un desarrollo que ha
    cambiado la naturaleza de ámbito público y que ha
    transformado los límites
    existentes entre las esferas pública y
    privada".

    El escándalo político no es una mirada
    frívola sobre la vida privada de personajes
    públicos en las sociedades modernas, sino que es un
    análisis pormenorizado de
    escándalos, desde una perspectiva sociológica, que
    han magnificado los medios con un sentido mercantil. El libro
    ayuda a comprender también los escándalos en los
    medios en México,
    donde ya hace falta un examen de su comportamiento
    en este renglón.

    CONCLUSIÓN

    Estas conclusiones se redactan sobre las intrigantes
    interacciones entre los medios de comunicación y los
    actores políticos en varios países.

    Desde el caso Profumo hasta los concursos de televisión
    amañados, desde el Watergate al asunto Clinton-Lewinsky,
    los escándalos se convierten en un aspecto fundamental de
    la vida política moderna.

    ¿Cuáles son las características de los escándalos
    políticos y por qué han llegado a adquirir tanta
    relevancia en nuestros días?

    ¿Cuáles son las consecuencias sociales
    y políticas que genera la preocupación producida
    por los escándalos en la esfera
    pública?

    En esta importante obra, John B. Thompson despliega
    un amplio análisis sistemático del fenómeno
    del escándalo político.

    Estos ejemplos y otros demuestran el incremento que
    tiene los cambios provocados por los medios de
    comunicación, los cuales transforman la naturaleza de la
    visibilidad y alteran las relaciones entre la esfera privada y la
    pública.

    La obra se convierte así en un análisis
    pionero de un fenómeno ya extendido y perturbador, a la
    vez que constituye una lectura
    esencial para los estudiantes de sociología, ciencias
    políticas, ciencias de la
    información y ciencias de la cultura.

    Durante la campaña de preparación del
    proceso del
    impeachment, el centro del sistema
    político es, al parecer, el sistema mediático. Para
    ambas partes, se ha hecho aún más indispensables
    las estrategias
    informativas que caracterizan la comunicación
    política de la 3ª Era:

    1. La familiaridad con que los especialistas tratan
      las diferentes salidas informativas, para las cada vez
      más diferenciadas audiencias, y así lograr una
      opinión pública
      favorable.

    2. La habilidad para planear campañas con
      elaborado detalle.

    3. La organización de respuestas rápidas
      a los sucesos diarios, a las tendencias de la opinión
      pública y a las acusaciones vertidas por los oponentes
      políticos.

      Algunas de las consecuencias de esta
      situación se han reflejado en este caso concreto,
      tales como:

      1. La difusión de la línea divisora
        entre lo público y lo privado en la cobertura de los
        políticos, quienes se han convertido en presas de
        caza legítima para informar sobre delitos
        menores que solían ser ignorados;
      2. La mayor receptividad de los medios de
        calidad
        hacia las historias iniciadas por los
        tabloides;

      3. El aumento significativo en cubrir los
        escándalos
    4. La definición de los encuadres informativos
      mediáticos (framing). Y a esto se le añaden las
      normas
      convencionales del periodismo
      político, que soporta una gran presión,
      la incertidumbre y las controversias debido al origen
      competitivo de la prensa nacional en conjunto, nunca
      homogénea, que está dividida en parrillas cada
      vez menores y con rápidas salidas cada vez más
      fragmentadas de noticias a través de Internet y de
      la
      televisión por cable que a veces llegan a arrollar
      los juicios más pausados y reflexivos de las principales
      organizaciones
      de información.

    Estas conclusiones se redactan sobre las intrigantes
    interacciones entre los medios de comunicación y los
    actores políticos en varios países.

    El incremento de intrusión de los medios de
    comunicación en el proceso
    político no es necesariamente sinónimo de
    ìabsorciónî de las instituciones
    políticas -gobiernos, partidos, dirigentes, movimientos-
    por parte de los medios.

    Por otro lado, la intrusión mediática
    tampoco puede asumirse como un fenómeno global, porque hay
    diferencias significativas entre países con respecto a
    esto. Los cambios en el ruedo político de un país
    no puede explicarse como un reflejo de algún modelo
    común de la mencionada ìdemocracia
    dirigida por los mediosî.

    Es indiscutible que los medios informativos influyen
    a todos los seres humanos en todos los temas. No obstante,
    diversas características de los seres humanos y de
    las noticias se han identificado como condiciones contingentes
    que afectan a la fuerza de relación del establecimiento de
    agenda.

    El concepto de la ìmediatización de la
    políticaî, en cambio, debería servir como una
    herramienta más para indagar en si el complejo
    mediático puede poner en peligro el funcionamiento del
    proceso democrático.

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    HANNAH
    . "La esfera pública y la privada" Cap.2. en: La
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    VEYRAT-MASSON, ISABEL Y DAYAN, DANIEL Espacios
    Públicos en Imágenes, Gedisa, p. 248

     

    Maria de Jesús Rojas Espinosa

     

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