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Creativos en la empresa




Enviado por enebral



    1. El concepto de
      creatividad
    2. La personalidad
      creativa
    3. Creatividad y
      atención
    4. El papel de los
      directivos

    Parece que Jacob Getzels y Philip Jackson hicieron,
    en los años 60, un estudio comparativo entre niños
    con elevado cociente intelectual (CI) pero discreto resultado en
    un test de creatividad, y
    niños
    con elevada puntuación en el test de creatividad
    pero modesto CI. Observaron que los niños del primer
    grupo (los
    más inteligentes) eran más convencionales y su
    motivación
    más extrínseca, y que los del segundo (los
    más creativos) eran más rebeldes y su motivación
    más intrínseca. Obviamente, los profesores
    preferían al primer grupo.
    Nosotros no sabemos si el estudio se ha hecho también para
    adultos, pero nos atrevemos a pensar que los jefes se
    quedarían asimismo, muy probablemente, con el primer
    grupo. Sin embargo, la creatividad es un valor al alza,
    y además, hemos de admitir que el CI no es tan buen
    predictor del éxito
    como el CE (cociente emocional).

    Cuando Peter Drucker —hace casi 50
    años— nos hablaba del marketing y la
    innovación como funciones
    básicas de la empresa, nos
    alertaba sobre la contribución de la misma a las novedades
    que el mercado demanda,
    espera o celebra. En la empresa, la
    innovación apunta, por consiguiente, a
    nuevos productos y
    servicios que
    ofrecer al mercado; aunque
    también a nuevos métodos o
    procedimientos
    que permitan mejorar la productividad. Y
    la generación de nuevos productos o
    nuevos procedimientos
    pone a prueba nuestra creatividad. Podemos crear como
    consecuencia de un trabajo de investigación, de un descubrimiento casual
    o de una buena idea —o de todo a la vez y alguna cosa
    más—, por eso los directivos han de impulsar o
    propiciar la investigación, la serendipidad y el brote
    de buenas ideas en sus organizaciones.
    Goran Ekvall, de la Universidad de
    Lund (Suecia), que durante años ha estudiado la
    relación entre la innovación y el clima
    organizacional, sostiene que la mayor parte de los
    catalizadores de la creatividad en la empresa (reto,
    apertura, debate
    interno, buen humor, asunción de riesgos, etc.)
    están directamente relacionados con el comportamiento
    del líder.
    Es como si el potencial creativo de las personas estuviera
    esperando que alguien lo alentara o, tal vez, que alguien
    levantara el tradicional bloqueo.

    El concepto de
    creatividad

    Recordemos brevemente que el interés
    por la creatividad creció sensiblemente en la segunda
    mitad del siglo XX, con Joy Paul Guilford —que ya entonces
    relacionó la creatividad con el pensamiento
    divergente— como iniciador del fenómeno; pero, sin
    detenernos en su historia, avancemos en el
    concepto. Al
    intentar definir la creatividad —capacidad de generar
    novedad valiosa—, nos alineamos con su concepción
    sistémica. No basta con que nuestro hallazgo o nuestra
    idea nos parezca valiosa a nosotros mismos: hablaremos de
    creatividad cuando nuestra aportación al campo
    correspondiente sea reconocida e incorporada por el sistema (la
    organización y su entorno). Así, la
    sanción de nuestra creatividad corresponde a las
    autoridades del campo en que trabajamos. El hecho es que,
    vinculado en la empresa el
    concepto de creatividad con el de innovación, no cabe
    detenerse en considerar que una idea es creativa si no se
    implanta y funciona.

    La personalidad
    creativa

    También conviene recordar que hay individuos
    creativos por naturaleza, como
    los hay pragmáticos, resolutivos, conciliadores,
    calculadores… Un estudio de Mihaly Csikszentmihalyi viene
    a concluir que los creativos son individuos de personalidad
    compleja, presentando opuestos rasgos de personalidad en
    diferentes momentos. Este prestigioso psicólogo americano,
    de origen húngaro y residente en California, habla de los
    creativos como individuos a la vez, y según el caso,
    agudos e ingenuos, extravertidos e introvertidos, humildes y
    orgullosos, agresivos y protectores, realistas y fantasiosos,
    rebeldes y conservadores, enérgicos y pausados, integrados
    y diferenciados… Son personas que en sus reflexiones cotidianas
    no sólo se preguntan el qué y el cómo:
    también se preguntan por qué, incluso varias
    veces.

    Aunque el estudio se desarrolló sobre personas
    socialmente reconocidas como creadoras, cabe admitir, por la
    experiencia, que los trabajadores de perfil creativo se
    caracterizan igualmente por la complejidad y constituyen
    generalmente una cierta pesadilla para sus jefes. Naturalmente,
    es más sencillo dirigir personas sumisas, previsibles y
    disciplinadas; pero los nuevos directivos asumen el reto de
    gestionar a cada colaborador conforme a sus características y a su momento, en
    beneficio de su contribución. Hablando ya con lenguaje
    empresarial, Mitchell Ditkoff apunta rasgos de comportamiento
    de los más creativos: véase el cuadro
    siguiente.

    • Suelen cuestionar el statu quo.
    • Investigan nuevas posibilidades.
    • Se automotivan.
    • Se preocupan por el futuro.
    • Ven posibilidades en lo imposible.
    • Asumen riesgos.
    • Tienden al movimiento y
      la interacción.
    • No temen parecer tontos o infantiles.
    • Ven conexiones ocultas.
    • Se concentran en retos y problemas.
    • Se muestran perspicaces.
    • Resisten la ambigüedad y la
      paradoja.
    • Aprenden continuamente.
    • Concilian la intuición y el análisis.
    • Se comunican de forma efectiva.
    • No se desalientan fácilmente.
    • Su individualismo no les impide trabajar en equipo,
      si se les deja espacio.

    Características de
    comportamiento de los más creativos, según M.
    Ditkoff

    Creatividad y
    atención

    Aunque hay, efectivamente, personas más creativas
    que otras, todos podemos elevar nuestra creatividad, mediante la
    mejora de todos o algunos elementos facilitadores de la misma:
    imaginación, información/formación,
    automotivación, tesón, y concentración. Cabe
    pensar que es difícil mejorar la imaginación,
    aunque algo puede hacerse; pero en los otros facilitadores hay
    bastante más capacidad de maniobra. Así es: por
    mucha imaginación que tengamos, si se nos oculta información o se nos impide concentrarnos,
    poco podemos hacer. La concentración supone focalizar la
    atención y no dispersarla. Vale la pena
    detenernos en el tema de la atención.

    Podemos entender la atención como
    aplicación del entendimiento ("estar atentos"); pero,
    interpretando la atención más activamente como
    "toma en consideración de algo, reflexionando sobre ello",
    observemos que unas personas tienen tendencia a distribuir o
    dispersar su atención y otras a concentrarla; unas
    personas tienen tendencia a centrar su atención en las
    cosas positivas y otras en las negativas; unas personas atienden
    a detalles o matices que resultan inapreciables para otras. Pues,
    como la atención determina lo que aparece en nuestra
    conciencia
    —y los optimistas son probablemente más felices que
    los pesimistas—, cabe recordar, por ejemplo, que nuestra
    felicidad depende, en alguna medida, de cómo manejamos la
    atención. De ello nos habla igualmente el profesor
    Csikszentmihalyi, que identifica la atención con la
    energía psíquica, y que, también en su
    libro
    Creativity, nos recuerda que muchas de las personas creativas
    concentran su atención en un campo determinado. La
    atención es un recurso limitado: cuando prestamos
    atención, también la restamos; hemos de restar
    atención a unos campos para prestársela en mayor
    dosis a otros.

    Aunque suene a comentario digresivo, es cierto que los
    individuos creativos, muy atentos a su campo pero poco al resto
    de cosas, son a menudo considerados raros, extraños e
    incluso egoístas. Algo parecido puede suceder a muchos
    directivos que, condicionados por su responsabilidad, se muestran extraños a los
    ojos de los trabajadores. El hecho es que personas que orientan
    su atención a destinos bien distintos, se ven bien
    distintas unas a otras y ello afecta a las relaciones.

    El papel de los
    directivos

    Nos parece que, en la empresa, la creatividad pasa
    más por personas especialistas que por personas
    generalistas. De aquellas y de estas necesita la empresa, pero,
    crear en un campo, exige dedicarle mucha atención y
    concentración. Hay algunos directivos que piensan que la
    creatividad es cosa suya y no de sus colaboradores; que no
    consideran buena ninguna idea que no se les haya ocurrido a
    ellos. Pero, lógicamente, también hay directivos
    que alientan, y no sofocan, la creatividad de sus colaboradores,
    y son bien conscientes del papel que,
    como directivos, les corresponde en la innovación (sin
    descartar la propia generación de buenas ideas): lo
    recogemos en el cuadro siguiente.

    • Creación de climas propicios.
    • Informar y desarrollar a los
      colaboradores.
    • Difusión de la creatividad como valor.
    • Receptividad a las sugerencias.
    • Identificación de focos de
      innovación.
    • Análisis y definición de problemas.
    • Atención a la deseada alineación y
      sinergia.
    • Evaluación de las propuestas
      innovadoras.
    • Puesta en práctica de las ideas
      valiosas.
    • Reconocimiento de los esfuerzos
      creativos.
    • Consolidación de la experiencia
      innovadora.

    Papel de los directivos en la
    innovación

    Conclusión

    Los beneficios de la innovación (podría
    quizá hablarse más propiamente de los perjuicios de
    la complacencia y el inmovilismo) se manifiestan cuando se
    apuesta por ella con autenticidad, desde un proyecto de
    empresa compartido por todas sus personas. A partir de esa
    disponible reserva de energía emocional y
    motivación intrínseca, pueden surgir ideas que
    añadan sensible valor a la empresa. Surgirán, si la
    Dirección establece y mantiene los cauces
    convenientes, y desarrolla el potencial intelectual de la
    organización, tanto en la capacidad
    creadora como en el resto de dimensiones competenciales.
    Guardábamos una frase leída en The Daily Telegraph,
    para los lectores que nos hayan acompañado hasta
    aquí: "Creatividad significa cuestionar lo establecido, y
    buscar nuevas y mejores formas de hacer las cosas, en beneficio
    de la
    organización". Nos sirve para recordar a esos
    empleados que se plantean repetidamente el porqué de las
    cosas dentro de las empresas: primero
    son identificados como críticos y quizá "puestos en
    observación", pero, antes o después,
    se reconoce su vena creativa.

     

    José Enebral Fernández

    Consultor de Recursos
    Humanos

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