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Deuda




Enviado por lachaparrarolf



    1. Deuda
      pública.
    2. Deuda
      interna
    3. Deuda
      externa.
    4. Deuda
      flotante.

    Vínculo en virtud del cual una
    persona,
    denominada deudor, se compromete a pagar a otra,
    denominada acreedor, una suma determinada de dinero o
    ciertos bienes y
    servicios
    específicos. Las deudas se originan normalmente cuando los
    acreedores otorgan préstamos a los deudores, que
    éstos entonces se comprometen a devolver en cierto plazo y
    bajo determinadas condiciones. Entre estas últimas la
    más corriente es la que fija la tasa de
    interés que habrá de devengar el
    préstamo.

    Las economías modernas se basan en gran parte
    sobre las deudas a corto o largo plazo que contraen los
    particulares, las empresas y
    el Estado.
    Sólo las transacciones de menor cuantía suelen
    pagarse en efectivo pues para casi todas las demás se
    emplean diversas formas de crédito. Las deudas, por lo general, quedan
    legalmente registradas mediante el uso de instrumentos
    mercantiles específicos: pagarés, letras de
    cambio,
    bonos,
    etc.

    DEUDA
    PÚBLICA.

    Deuda que contrae el gobierno de un
    país. En ella normalmente se incluyen no sólo los
    préstamos tomados por el gobierno central
    sino también los que contraen organismos regionales o
    municipales, institutos autónomos y empresas del
    Estado, ya que
    los mismos quedan formalmente garantizados por el gobierno
    nacional. La deuda
    pública suele dividirse en deuda a corto y a largo
    plazo, así como en deuda
    pública interna, contraída ante acreedores del
    país, y deuda pública externa, contraída
    ante prestamistas del extranjero.

    Es una práctica ampliamente extendida en el mundo
    moderno que los Estados gasten, en cada ejercicio, más
    dinero que el
    que recaudan, debido a los compromisos políticos y
    sociales que asumen. Las políticas
    keynesianas, por otra parte, que preconizaron presupuestos
    deficitarios como medio para activar el crecimiento
    económico, han contribuido también grandemente
    al endeudamiento de los Estados modernos.

    Debido al peso de la deudas contraídas con
    anterioridad es frecuente que, entre los gastos del
    Estado,
    aparezca una considerable partida dedicada al pago de los
    intereses y del capital de la
    deuda asumida. La inelasticidad de variados gastos fiscales y
    la imposibilidad de aumentar la presión
    tributaria más allá de cierto punto, suelen llevar
    a un círculo de creciente endeudamiento, puesto que a los
    gobiernos les resulta imposible hacer frente a tales compromisos
    y a los gastos corrientes por medio de los ingresos
    ordinarios que perciben.

    Los gobiernos buscan por lo general consolidar las
    deudas a corto plazo convirtiéndolas en deudas de largo
    plazo, más fáciles de gerenciar, pero, en todo
    caso, cuando la deuda interna total sobrepasa cierto nivel, se
    recurre muchas veces a emisiones suplementarias de moneda
    nacional con el objeto de atender estos compromisos. Ello causa,
    indudablemente, una presión de
    tipo inflacionario, puesto que las nuevas emisiones se producen
    sin un respaldo en divisas o en bienes
    producidos por el país. En el caso de las deudas externas,
    que deben pagarse en dólares o en otras divisas, resulta
    imposible recurrir -salvo para los Estados Unidos,
    por supuesto- a este conocido expediente. Por tal razón
    los países Latinoamericanos -y de otras partes del mundo-
    que acumularon en las últimas décadas crecientes
    saldos negativos en sus transacciones externas, se vieron
    obligados a realizar profundos ajustes en sus economías a
    partir de los últimos años de la década de
    los ochenta.

    DEUDA
    INTERNA

    Deuda interna" es una parte de la "deuda
    pública". La "deuda pública", en general, es la
    plata que el Estado
    costarricense debe. O sea, la suma de empréstitos o
    préstamos que debe (interna o externamente). El Estado
    pide plata prestada de distintas maneras. Algunas veces lo hace a
    través de instrumentos formales, con bancos o
    entidades internacionales o extranjeras, blandas o comerciales.
    Otras veces emite bonos o valores, que
    coloca en diversos mercados.

    En la década de los años setenta,
    nuestro Estado se abusó con la deuda externa. En
    diversas administraciones se endeudó a más no
    poder
    (petrodólares, banca comercial y
    mil cuestiones más). A finales de dicho decenio el
    endeudamiento se hizo por la vía anormal del Banco Central, de
    modo que no se conocía la operación en la Asamblea
    Legislativa.

    En los noventas, en cambio, la
    moda ha sido
    la "deuda interna", compuesta por infinidad de colocaciones en el
    mercado interno,
    en forma de bonos o valores que
    "reciben" los bancos
    comerciales del Estado y que "aceptan" las instituciones
    públicas.

    Nuestro Estado, en vez de entrar en razón y
    determinar qué puede hacer. Se ha encaprichado en hacer de
    todo. Para seguir en tal loco afán, ha tenido que
    endeudarse hasta las futuras generaciones.

    De tal modo, más de una tercera parte del
    presupuesto
    nacional se dedica al "servicio de la
    deuda". No obstante, prácticamente un 40% del presupuesto se
    financia con nueva deuda. Es como si una culebra se empezara a
    comer ella misma por la cola.

    El asunto es que hace como cuatro años hubo
    una campaña nacional para combatir la dichosa deuda
    interna. Se habló de controlar el gasto
    público, de hacer ingeniería financiera (dolarizar la deuda
    para que bajaran un tanto los intereses) y de ordenar la casa,
    para luego honrar las obligaciones
    (impuestos y
    venta de activos). El
    hecho es que no hemos avanzado nada significativo. Lo que se ha
    hecho es rebalancear la deuda pública aumentando la
    externa (una especie de dolarización). A final de cuentas seguimos
    gastando desordenadamente, endeudándonos y sacrificando el
    presupuesto en el servicio de la
    deuda.

    Ahora el Presidente de la República vuelve al
    supuesto dilema de antes: "se aumenta la carga tributaria o hay
    venta de activos".

    Sin embargo, hay que recordar que la deuda
    pública (interna y externa) tiene un origen: el
    déficit presupuestario. La causa es un déficit
    fiscal
    (Estado=Fisco). Si nuestro Estado no entra en razón, todo
    se hundirá. Absolutamente todo. Las instituciones
    públicas, los mercados
    financieros, los fondos de pensiones, la infraestructura, los
    servicios y
    nuestra sociedad en
    general. No seremos los primeros a quienes les pasa tal tragedia.
    La historia
    está llena de ejemplos. Lástima que parece que el
    ser humano no escarmienta en cabeza ajena.

    DEUDA
    EXTERNA.

    Aquella contraída con entidades o personas del
    exterior y que generalmente está denominada en moneda
    extranjera. Los pagos por capital e
    intereses de las deudas externas implican una salida de divisas y
    un aumento de la cuenta de los egresos de la balanza de pagos.
    Se contraen deudas externas cuando se financian importaciones,
    cuando los gobiernos contraen compromisos con bancos, organismos
    internacionales u otros gobiernos, y cuando las empresas
    -públicas o privadas- solicitan préstamos para
    realizar inversiones o
    para otras necesidades. En este último caso es frecuente
    que las empresas cuenten con un aval gubernamental que garantiza
    la devolución de sus préstamos ante los
    acreedores.

    Muchos países en desarrollo,
    necesitados de capital, contrajeron grandes deudas externas
    durante la década de los setenta; cuando a principios de la
    década de los ochenta aumentaron bruscamente los intereses
    en el mercado mundial
    se produjo -en muchos de ellos- una crisis de
    pagos, la llamada "crisis de la
    deuda". Los grandes compromisos contraídos obligaron a
    medidas de saneamiento fiscal, pues
    gran parte de la deuda la habían contraído los
    gobiernos y las empresas públicas, aplicándose los
    fondos a proyectos de
    escasa rentabilidad o
    muy larga maduración. Hacia mediados de esa década
    se comenzaron a aplicar diversos mecanismos para reestructurar la
    cuantiosa deuda existente y buscar formas de garantizar su
    pago.

    DEUDA
    FLOTANTE.

    Llámase así a la parte de la deuda
    pública contraída a muy corto plazo mediante bonos
    y letras del tesoro, y que se va renovando continuamente. La
    deuda flotante está en general en manos de los bancos e
    inversionistas nacionales o extranjeros. Los compromisos
    contraídos a corto plazo presionan a los gobiernos a
    emitir nuevos títulos, generando así un
    círculo de endeudamiento que, cuando no existen ingresos de la
    misma magnitud, lleva normalmente a la emisión de moneda
    inorgánica y, por ende, a la
    inflación.

     

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