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El marxismo y la formación del hombre nuevo




Enviado por ysan



     

    El pensamiento
    marxista, nutriéndose de toda la obra de creación
    humana que le antecedió, sitúa al hombre no
    sólo como centro de sus preocupaciones filosóficas,
    sino que propone las vías para lograr una verdadera
    existencia humana, y en ese sentido proyecta la formación
    de un hombre nuevo, un individuo superior, plenamente emancipado
    y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos,
    es decir, perfeccionado espiritual, moral,
    físico y estéticamente.

    El humanismo
    marxista no se basa en una concepción general abstracta
    del hombre, sino en una visión histórica y social,
    es decir concreta de lo humano; donde el hombre es,
    a la vez que creador, resultado de la sociedad en que
    vive.

    Para Marx el hombre es
    ante todo el conjunto de sus relaciones sociales "… la esencia
    humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su
    realidad, el conjunto de sus relaciones sociales". Relaciones que
    no son puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad
    de lo espiritual y lo material, relaciones establecidas a
    través de la interacción del hombre con la naturaleza en el
    proceso de
    producción y reproducción de su vida material y
    espiritual.

    Por medio del trabajo el hombre transforma la naturaleza y crea
    objetos. El producto es
    obra humana, proyección u objetivación del hombre.
    Por medio del trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la
    humaniza, pero, al mismo tiempo el hombre
    se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una
    palabra, se humaniza a sí mismo. Si el trabajo es
    de este modo, la autoexpresión del hombre y el proceso de su
    autodesarrollo, debería ser pues, fuente de
    satisfacción para éste, pero pierde esta
    posibilidad en el proceso de su enajenación, en la
    conversión del trabajador en mercancía, efecto de
    la división social del trabajo, que en las condiciones de
    la propiedad
    privada, lo reduce a una fracción de hombre.

    Marx analiza la relación existente entre propiedad
    privada y trabajo enajenado. El trabajo
    enajenado se vincula con la naturaleza esencial de la propiedad
    privada y con su desarrollo,
    por lo que la liquidación de la propiedad privada en un
    estadio dado del desarrollo
    social- a través de la revolución
    social del proletariado- implica simultáneamente la
    eliminación del trabajo enajenado.

    Ya Hegel, en la
    Fenomenología del Espíritu, había
    tratado el problema de la enajenación, visto como un
    recurso de negación dialéctica que permite un
    autoconocimiento del Espíritu Absoluto, en tanto
    desaparece la relación sujeto-objeto, para nivelarse en la
    relación sujeto-sujeto. Para Marx, la
    enajenación es el concepto que
    permite explicar aquellas relaciones que conducen a una forma de
    trabajo en la cual queda anulada la libre actividad humana,
    sustituyendo la función
    social del trabajo, orientada hacia el establecimiento de
    vínculos humanos entre los hombres, por la
    cosificación de esas relaciones.

    El hombre se afirma como ser humano cuando realiza la
    actividad de forma libre, capaz de proporcionar placer y no una
    actividad forzada. En el capitalismo,
    donde la actividad humana se realiza en los marcos de la
    propiedad privada, la explotación del trabajo asalariado
    se convierte en un medio de obtención de riquezas. Las
    relaciones entre los hombres pierde su carácter
    esencialmente humano y se potencian las necesidades no
    satisfechas y la descomposición de los valores
    espirituales.

    En el devenir histórico, la propiedad privada
    limitó el proceso natural de desarrollo del
    individuo, quedando frustradas las posibilidades de revelar
    libremente sus capacidades creativas, y el propio proceso del
    trabajo, dejó de ser un elemento de reafirmación
    del hombre en la sociedad. Es por
    ello que en la sociedad burguesa el hombre se ve impedido de
    desarrollar plenamente sus potencialidades humanas.

    Un elemento importante de las reflexiones de Marx, lo
    constituye la idea acerca de la necesidad de superar la propiedad
    privada como causante de la deshumanización. Feuerbach
    consideraba la exteriorización de la esencia humana
    únicamente como alienación, Marx ve en ella la
    forma en que se concretan las fuerzas creadoras del hombre,
    fuerzas que se alienan sólo en condiciones determinadas y
    por tanto de forma transitoria.

    Mientras que Feuerbach no toma en cuenta la
    práctica transformadora del hombre, Marx define al hombre
    no sólo en su aspecto genérico, sino esencialmente
    en su determinación social, como resultado del medio y
    como fuerza
    esencial de su transformación. Asume de Feuerbach, la idea
    de que la alienación constituía la característica de la sociedad
    deshumanizada, y que la supresión de ella resultaba una
    condición necesaria para devolver al hombre sus
    condiciones de ser humano, superándolo al sustentar el
    criterio de que la transformación de la sociedad exige la
    supresión del trabajo alienado y esto se logra con la
    revolución
    del proletariado, con el cambio del
    carácter de las relaciones de propiedad. En
    Marx se presenta la definición de la actividad, como modo
    específicamente humano de relación entre los
    hombres, y de éstos con la naturaleza, en el curso de la
    cual se forma el hombre y se transforma el mundo.

    El hombre creador es analizado por Marx no como un ente
    abstracto, aislado y dotado de propiedades innatas, sino como
    individuo concreto, que
    encuentra la medida y el grado de realización de su
    esencia en el carácter del régimen
    socioeconómico en que vive y se desenvuelve.

    En la sociedad en que está establecida la
    división del trabajo (basada en la propiedad privada),
    "las actividades espirituales y materiales, el
    disfrute y el trabajo, la reproducción y el consumo, se
    asigna a diferentes individuos, y la posibilidad de que no caigan
    en contradicción reside solamente en que vuelva a
    abandonarse la división del trabajo" ; por lo que ello
    genera distribución desigual del trabajo y de sus
    productos; o
    lo que es lo mismo la propiedad, "… división del trabajo
    y propiedad privada -escribió Marx- son términos
    idénticos: uno de ellos dice, referido a la actividad, lo
    mismo que el otro, referido al producto de
    ésta". Marx hace este planteamiento en el sentido de que
    la división del trabajo es la que sirve de base a la
    división de la sociedad en clases. Quiere decir, que la
    base material de la producción mercantil es la división
    social del trabajo, pero no su causa, puesto que la causa de la
    producción mercantil es la propiedad privada sobre los
    medios de
    producción, en tanto aislamiento de los
    productores.

    De esta forma, la división social del trabajo
    provoca que cada hombre cree con su trabajo, sólo un
    fragmento de la cultura
    humana, el resto de la riqueza de la humanidad se mantiene para
    él como algo ajeno, situado fuera de él y que se le
    contrapone como una fuerza ajena.
    Lo que significa que la enajenación del hombre aumenta en
    la medida que aumentan las riquezas que él mismo produce y
    reproduce con su trabajo, que crea fuera de sí y contra
    sí.

    La división social del trabajo y el nivel de
    desarrollo logrado por las fuerzas productivas, a la vez
    está enlazada estrechamente con el carácter del
    régimen social y es un indicador de las relaciones
    sociales en cuyo ámbito se realiza el trabajo. Bajo el
    capitalismo,
    la división del trabajo se desarrolla de modo
    espontáneo, las industrias y
    producciones se desenvuelven de manera desigual y no dejan de
    surgir desproporciones entre ellas. El ahondamiento de la
    división del trabajo imprime al proceso de
    producción un carácter cada vez más social,
    mientras que la apropiación de los resultados del trabajo
    sigue siendo cada vez más privada. Sólo al cambiar
    el carácter de esa división se crean las
    condiciones para el completo desarrollo del hombre.

    Al analizar el planteamiento de Marx y Engels acerca de
    la eliminación de la división social del trabajo,
    aspecto que tratan en varias de sus obras, entendemos que el
    mismo está encaminado no a la eliminación de la
    división del trabajo, sino al carácter enajenante
    que le imprime a ésta la existencia de la propiedad
    privada sobre los medios de
    producción. Es necesario analizar la división
    social del trabajo como dos lados de un mismo proceso: por un
    lado el desarrollo de las fuerzas productivas, su desarrollo,
    genera el aislamiento de los productores, condicionada por la
    existencia de la propiedad privada, por el otro, genera un mayor
    nivel de especialización de los productores, lo que hace
    que cada vez más, para producir un producto se necesite
    del trabajo de un mayor número de productores. De todos
    modos en el comunismo el
    individuo tendrá que atender una parte del trabajo
    productivo, pero el empleo de
    forma social y planificada de los medios de producción y
    el desarrollo de la ciencia y
    la técnica, brindarán la posibilidad de desarrollar
    todas sus capacidades. Quiere decir que lo que cambia es el
    carácter enajenador de la división del
    trabajo.

    La sociedad se adueña de todos los medios de
    producción y los emplea de forma social y planificada, de
    esta forma acaba con el sojuzgamiento a que se ha visto sometido
    el hombre bajo el dominio de sus
    propios medios de producción, y como condición,
    debe desaparecer la vieja división del trabajo. Al
    respecto Engels plantea:

    Su lugar debe ocuparlo una organización de la producción en
    que, de un lado, ningún individuo pueda desatenderse de
    su parte de trabajo productivo, que es condición natural
    de toda existencia humana, cargándola sobre otros y en
    la que, de otra parte, el trabajo productivo se convierta, de
    medio de esclavización, en medio de emancipación
    del hombre, que brinde a todo individuo la posibilidad de
    desarrollar y ejercitar en todos los sentidos
    todas sus capacidades, tanto físicas como espirituales,
    y se transforme de una carga en un goce.

    El despliegue de las potencialidades humanas está
    dado en el contenido social de toda la realidad, en la realidad
    humanizada que debe ofrecer la sociedad futura. La socialización de la propiedad sobre los
    medios de producción aparece así como
    condición indispensable para el progreso de la
    humanización del hombre, y, por tanto, para el despliegue
    de todo su ser social.

    La socialización de la propiedad sobre los
    medios de producción, es ante todo la socialización
    de la actividad, la socialización del trabajo, la planificación y dirección consciente de las fuerzas
    productivas; "sustituir al individuo parcial, simple instrumento
    de una función
    social de detalle, por el individuo desarrollado en su totalidad,
    para quien las diversas funciones
    sociales no son más que otras tantas manifestaciones de
    actividad que se turnan y revelan". Lo que equivale a decir que
    debe crearse una generación de productores dueños
    de sus condiciones de producción y reproducción,
    formados y capacitados universalmente, que conozcan las bases
    científicas de toda la producción industrial y cada
    uno de los cuales haya aprendido prácticamente toda una
    serie de ramas de la producción desde el principio hasta
    el fin.

    Para Lenin la expropiación capitalista
    permitirá un gigantesco desarrollo de las fuerzas
    productivas y con ello la eliminación de la vieja
    división del trabajo. Lo que no se puede precisar es
    qué tiempo se
    empleará para lograr ese desarrollo, ni "la rapidez con
    que se llegará a romper con la división del
    trabajo, a suprimir el contraste entre el trabajo intelectual y
    manual, a
    convertir el trabajo 'en la primera necesidad vital'
    ."

    La transformación de las fuerzas personales en
    materiales
    provocada por la división del trabajo no puede eliminarse,
    quitándose de la cabeza la idea acerca de ella, sino
    logrando que los hombres sometan bajo su mando estos poderes
    materiales y supriman la vieja división del
    trabajo.

    El carácter esencialmente humano de la sociedad
    futura estará dado en las posibilidades que tendrá
    el hombre de desplegar todo su potencial humano, hacerse
    verdaderamente un hombre rico, un individuo cuya vida abrace una
    esfera de variadas actividades de relaciones prácticas con
    el mundo, que lleve una vida multilateral, que su pensamiento
    tenga el mismo carácter de universalidad que cualquier
    otra manifestación de vida de este individuo.

    Es decir, para los clásicos del marxismo, la
    sociedad comunista liquidará la vieja división del
    trabajo sustituyéndola por una distribución racional de los diversos tipos
    de actividad, una distribución entre individuos, rica y
    multilateralmente desarrollada.

    El filósofo de la otrora URSS, E.V.Ilienkov, en
    su obra De ídolos e ideales, al referirse a
    esta problemática, considera que un modelo de
    comunidad
    organizada al modo comunista, se puede construir sólo de
    individuos multilateralmente desarrollados, un modelo de
    organización donde el único objetivo de la
    actividad humana es aquí el propio hombre, y todo lo
    demás sin exclusión, se convierte en medio que por
    sí mismo no tiene significación alguna. Es por ello
    que el comunismo es la
    única doctrina que contempla la completa
    liquidación de la enajenación, manteniéndose
    como ideal a alcanzar.

    El descubrimiento de las leyes del
    desarrollo
    social y la consolidación de una teoría
    filosófica científica, le permitieron a Marx
    afirmar que el hombre es un ser que realizará su esencia
    humana en la medida y el grado en que lo permita el
    carácter del sistema social en
    que vive, por ello plantea la necesidad de superar la sociedad
    capitalista como causante de la deshumanización moderna, y
    crear una sociedad que propicie la plena realización del
    hombre.

    De todo este análisis se infiere que para Marx, el
    hombre nuevo es el individuo que corresponde a la sociedad
    comunista, sociedad que permitirá el libre desarrollo
    pleno y armónico del hombre, un productor capacitado
    universalmente, conocedor de las bases científicas de la
    producción, y con un pensamiento universal que le permita
    la plena satisfacción de las necesidades materiales y
    espirituales, con un alto desarrollo ideopolítico,
    estético y moral.

    El triunfo de la Revolución Socialista de Octubre
    transformó en realidad las ideas liberadoras de Marx,
    Engels y Lenin, multiplicándose en todo el mundo la
    doctrina emancipadora de los clásicos del marxismo, no
    solamente en Europa sino
    también en América
    Latina. En el caso de Europa, se
    destacó sobremanera el filósofo y luchador italiano
    Antonio Gramsci, quien fundó en su vida y obra la
    más estricta fidelidad al espíritu creador del
    marxismo. Este reconocido marxista, puso en el centro de su
    análisis la cuestión de la cultura
    espiritual y el papel de la
    intelectualidad en el proceso revolucionario.

    Antonio Gramsci, al igual que Marx, considera que el
    hombre es el conjunto de sus relaciones sociales; el hombre
    activo que modifica el ambiente,
    entendiendo por ambiente el
    conjunto de las relaciones en las que interviene cada individuo.
    Por tanto, si la individualidad propia es el conjunto de las
    relaciones sociales, hacerse una personalidad
    significa adquirir conciencia de
    tales relaciones, de ahí que planteara que "… la
    actividad revolucionaria que crea al "hombre nuevo", […]
    crea nuevas relaciones sociales".

    Para Gramsci, en el período de la creación
    revolucionaria y de la fundación de la nueva sociedad, la
    resistencia y el
    sacrificio no tienen límites, y
    el hombre nuevo tendrá que luchar constantemente con el
    "burgués" al acecho. Utiliza el término hombre
    nuevo para referirse al hombre que se forma en la actividad
    práctica, al hombre que se va cambiando en tanto cambian
    las circunstancias. Como veremos más adelante las
    coincidencias del Che con estas visiones filosóficas de
    Gramsci son significativas.

    Para Gramsci, en el Partido Comunista como
    organización que agrupa la vanguardia,
    puede encontrarse el germen de libertad que
    tendrá su desarrollo y expansión plena una vez que
    el Estado
    obrero haya organizado las condiciones materiales
    necesarias.

    La obra de este autor se difunde en América
    Latina a partir de los años 50, y por los puntos de
    coincidencia que encontramos en la concepción guevariana
    con la de este autor, pudiera afirmarse que su obra fue conocida
    por el Che, pues es bien conocido que en éste se da lo que
    Aricó dijo de Gramsci: "Ante todo y por sobre todo fue un
    político práctico". Ambos planteaban la necesidad
    de transformar al hombre en la misma medida que se transforma la
    sociedad que construye el socialismo, donde
    el hombre adquiere nuevos valores en la
    actividad práctica, "el socialismo no se
    impone con un fiat mágico: el socialismo es un desarrollo,
    una evolución de momentos sociales cada vez
    más ricos en valores
    colectivos"

    Como ya hemos señalado, al igual que para todo el
    mundo, para América
    Latina, la Revolución de Octubre también
    constituyó un extraordinario hecho histórico. Al
    influjo de este acontecimiento, toma auge la difusión del
    marxismo-leninismo aún cuando desde antes, esas ideas
    habían entrado en la región, divulgándose a
    través de diferentes vías, aunque muchas veces en
    formas tergiversadas.

    En el caso de Cuba, varios
    intelectuales revolucionarios no solo colocaron al hombre en el
    centro de sus concepciones e ideales, como fue el caso de Julio
    Antonio Mella, sino que intentaron crear las condiciones
    objetivas y subjetivas para su logro. En el resto de Latinoamérica encontramos también
    dignos ejemplos de pensadores marxistas de una amplia y profunda
    concepción humanista como fue el caso del peruano
    José Carlos Mariátegui, del argentino Aníbal
    Ponce, el también argentino Carlos Astrada y el mexicano
    Vicente Lombardo Toledano, por solo mencionar algunos de los
    más destacados.

    José Carlos Mariátegui analiza la realidad
    de América
    Latina desde un enfoque dialéctico, considerando la
    correlación sociedad-individuo a partir de las
    particularidades de la región, por ello señala: "no
    queremos que el socialismo sea en América calco y copia.
    Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con
    nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al
    socialismo indoamericano. He aquí una visión digna
    de una generación nueva," se trata de pensar con ideas
    propias, de buscar soluciones a
    los problemas
    devenido de nuestra realidad, tarea que debe enfrentar un hombre
    que piense diferente, pero sin menospreciar los valores
    morales creados por las sociedades que
    le antecedieron, hace un análisis objetivo de
    los problemas
    socio-culturales y clasistas de la realidad latinoamericana. Es
    la línea que sigue al analizar la realidad peruana,
    según su opinión, "El socialismo nos ha
    enseñado a plantear el problema indígena en nuevos
    términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente como
    problema étnico o moral para reconocerlo concretamente
    como problema social, económico y político y
    entonces lo hemos sentido, por primera vez esclarecido y
    demarcado". Ello le permite proponer soluciones a
    los problemas del momento y trazar la estrategia de la
    lucha latinoamericana, ve el socialismo como porvenir de
    América, y a las nuevas generaciones como sus
    protagonistas, quienes deben crear y realizarse en el trabajo;
    por eso expresó: "El destino de un hombre es la
    creación. Y el trabajo es creación, vale decir
    liberación. El hombre se realiza en su trabajo". Es decir
    que para este pensador, el trabajo es la vía hacia la
    realización humana, por lo que se debían crear las
    condiciones que hicieran posible que el individuo se viera
    realizado en su obra.

    Para Anibal Ponce, la existencia de la propiedad privada
    sobre los medios de producción, hace que la máquina
    triture al obrero y lo degrade. En el comunismo, en cambio, la
    máquina liberará al obrero con la reducción
    de la jornada laboral y el
    bienestar creciente, le dará posibilidad de asomarse al
    mundo de la cultura. Al respecto planteó:

    […] La máquina, que es por esencia
    liberadora, acentúa bajo el capitalismo la estrechez de
    las especialidades con el "idiotismo profesional" que en poco
    tiempo crean […] ¿Cómo devolver al individuo
    mutilado por la especialidad, su desarrollo completo, su sed de
    totalidad? Por la conquista del poder
    político que será el resultado de la victoria
    proletaria.

    Para este pensador, la eliminación de la
    división social del trabajo, es el fundamento de la
    formación de la
    personalidad de nuevo tipo, que junto a la educación, que es
    la encargada de combinar la teoría
    con la práctica, asegurarían el desarrollo
    universal de las capacidades humanas. Sostenía que "El
    socialismo, aunque digan lo contrario sus enemigos, aspira a
    realizar la plenitud del hombre, es decir a liberar al hombre de
    la opresión de las clases para que recupere con la
    totalidad de sus fuerzas, la totalidad de su yo
    […]".

    De aquí que para Ponce, el término hombre
    nuevo, esté referido al hombre de desarrollo integral,
    para quien las diversas funciones
    sociales no serían más que maneras diferentes y
    sucesivas de su actividad; hombres que pueden formarse en
    determinado momento del desarrollo histórico. La
    formación del hombre nuevo, se fundamenta en dos premisas:
    en la conquista del poder
    político por el proletariado y en la eliminación de
    la división social del trabajo, así como en la
    posibilidad que tendrán los hombres de dominar la
    cultura.

    Otro argentino, Carlos Astrada quien fuera en sus
    inicios seguidor del existencialismo (corriente
    ético-filosófica que ganó muchos adeptos en
    América Latina); se separa de éste al comprender la
    incapacidad de dicha filosofía para resolver los problemas
    del hombre, desembocando finalmente en el marxismo.

    Astrada, siguiendo la concepción marxista, ve en
    el proletariado la clase emancipadora, que al cumplir su misión
    histórica de superarse a sí misma como clase, debe
    abolir la sociedad clasista, provocando el advenimiento del
    hombre humano, rotas las ataduras de la enajenación,
    mediante el salto al "reino de la libertad".
    Partiendo de Marx, ve al comunismo como positiva
    superación de la propiedad privada, como condición
    necesaria del retorno del hombre a sí mismo como ser
    social, donde puede llegar a ser un "hombre total", es decir,
    devenir universalmente humano. "Ahora -señala Astrada- se
    encamina a una nueva realización de su ser, a una nueva
    imagen suya.
    Aspira a realizarse y concebirse en todas sus posibilidades
    inmanentes, a integrarse en sus potencias, reencontrarse, en fin,
    a sí mismo en una plenaria concreción de su
    humanidad esencial". Astrada tiene en cuenta la formación
    de un hombre nuevo en correspondencia con la sociedad sin clases,
    donde se afirme a sí mismo como humano, movido por nuevas
    necesidades, nuevos fines y nuevos valores. Aborda la
    problemática, teniendo en cuenta factores
    económicos, políticos y
    ético-filosóficos.

    Este análisis ha permitido entender que el
    problema de la formación del hombre nuevo, que ha sido
    tratado a través del decursar de la historia y comprendido desde
    ópticas diferentes, fue tema de preocupación
    esencial de los fundadores del marxismo y de sus
    seguidores.

    En nuestro tiempo, pensadores de la talla de Ernesto
    Che Guevara,
    Fidel Castro y otros revolucionarios, han hecho suyos los legados
    del marxismo para encauzar en la práctica la
    formación de las nuevas generaciones.

    Tomando como fundamento la teoría marxista,
    concebimos al hombre nuevo, como aquel hombre capaz de
    transformarse a sí mismo, de apropiarse de forma
    dialéctica de valores nuevos, de interpretar y transformar
    la realidad, al tiempo que se enriquece su propia esencia. Un
    hombre que pueda autovalorarse deliberadamente como sujeto y
    objeto del desarrollo; un hombre que sólo puede ser
    alcanzable cuando desaparezcan todas las formas de
    enajenación social, en primer lugar las
    económicas.

    Notas y Referencias

    C. Marx, Tesis sobre
    Feuerbach. O.E. en 3 tomos, T.I, p.9

    C.Marx y F.Engels-La ideología alemana. O.E. en 3 tomos, T.I,
    p..30.

    Op. Cit., p.31.

    Aunque el término comunismo, prácticamente
    ha desaparecido de la palestra teórica, aun mantiene la
    validez de su contenido, al expresar el proyecto, el
    ideal del desarrollo futuro de la sociedad. Ideal al que no
    renunciaremos; aunque aun esté muy lejano para la
    humanidad.

    F. Engels- Anti- Dühring. Editora Pueblo y Educación,
    p.358.

    C.Marx- El Capital, T.I,
    volumen I,
    pp.535-536.

    V.I.Lenin- El Estado y la
    revolución. O.E. en 3 tomos, T.II, p.369.

    E. V. IIienkov: De ídolos e ideales,
    Traducción al español
    inédita realizada por Rafael Plá León
    (UCLV)

    A. Gramsci- Antología. Editora Ciencias
    Sociales, La Habana, 1973, p.285.

    Citado por P. Guadarrama- América Latina:
    Marxismo y postmodernidad, p. 145

    Antonio Gramsci, Antología, Op. Cit.,pp.
    49

    José Carlos Mariátegui: Aniversario y
    Balance, en Obras, T. II, Casa de las Américas, La Habana,
    1982, p.241

    José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de
    interpretación de la realidad peruana, Casa de las
    Américas, La Habana, 1969, p. 24

    Ibídem, p. 136

    Anibal Ponce, Humanismo
    proletario. En Obras, Casa de las Américas 1975, p.
    302

    Anibal Ponce, Educación y lucha de
    clases. En Obras, Casa de las Américas, La Habana, 1975,
    p. 207

    R. Frondizi, Antología El hombre y los valores en
    la filosofía latinoamericana del SXX. Editorial Fondo de
    Cultura económica de México,
    p.164

     

    Autora:

    Dra. Yolanda Corujo Vallejo

    Profesora Titular. Universidad de
    Oriente. Santiago de Cuba.
    Cuba

    Yorkys Santana González

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