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Indígenas latinoamericanos




Enviado por camacaroorlando



    Tungasuca, actual Perú,
    1741-Cuzco, id., 1781) Caudillo indígena
    peruano.

    Hijo del cacique Miguel Condorcanqui y de una princesa
    inca descendiente de Túpac Amaru I, sucedió a su
    padre como curaca de Tungasuca, Surimana y Pammarca. Durante su
    infancia y
    adolescencia
    recibió una esmerada educación en el
    colegio jesuita San Francisco de Borja de Cuzco, junto a otros
    hijos de caciques. En 1776, a los treinta y cinco años de
    edad, viajó a Lima en representación de los
    caciques de Tinta, para denunciar los abusos de los encomenderos
    e interceder por los indios sometidos a la mita y explotados en
    los obrajes, las minas y el reparto de mercancías.
    Fracasada su misión,
    regresó a Tungasuca en 1778 y dos años más
    tarde encabezó una rebelión que se propagó
    por todo el virreinato y cuyo desencadenante fue el
    encarcelamiento y la posterior ejecución del corregidor
    Arriaga por orden de Condorcanqui, ante los abusos del
    funcionario. El caudillo indio

    adoptó entonces el nombre de Túpac Amaru,
    se lanzó contra las poblaciones del Alto y el Bajo
    Perú y degolló a cuantos blancos encontró a
    su paso. Venció a las milicias de los corregidores
    Quispicauchi, Lampa, Chucuito, Asangaro, Puno y Carabaya, e
    incluso acabó con un ejército español en
    Snagarará.

    Aunque en disposición de atacar Cuzco,
    regresó a Tungasuca, donde confirmó su
    condición de soberano inca y trató de negociar la
    rendición de aquélla. La negativa de las
    autoridades españolas desembocó en la
    reanudación de las hostilidades. Los rebeldes fueron
    derrotados el 6 de abril de 1781, durante una operación
    nocturna en Tinta. Túpac Amaru intentó huir,
    pero,

    traicionado por el mestizo Francisco Santa Cruz, fue
    capturado en compañía de su esposa y de varios
    familiares, que murieron asesinados en su presencia antes de que
    él mismo fuera descuartizado, el 18 de mayo de
    1781.

    Túpac Amaru I

    (?-Cuzco, actual Perú, 1571) Soberano inca. Hijo
    de Manco Inca, debía suceder a Sayri Túpac en el
    trono de Vilcabamba, pero le fue arrebatado por su hermano menor,
    Titu Cusi Yupanqui (Túpac
    Huallpa)Huáscar1196Atahualpa157Francisco
    Pizarro1972Francisco de Toledo2400,

    a quien correspondió sentar los cimientos de
    Perú y su virreinato, envió un regimiento al mando
    de Martín de Hurtado de Arbieto para apoderarse del
    reducto. El inca, que había rechazado las amenazas de
    Toledo para que abandonase Vilcabamba, se enfrentó a las
    fuerzas del virrey, pero en junio de 1571 fue derrotado y
    apresado junto con sus principales subordinados.

    Prisionero el inca, eje en torno al cual se
    organizaba la sociedad y del
    que dependían la vida y la muerte de
    todos, los indígenas se sentían huérfanos,
    nadie sabía actuar por sí mismo y se dejaban
    aniquilar. La imposibilidad de tomar iniciativas individuales y
    de actuar con independencia
    fue la gran carencia de los incas frente a
    los conquistadores. Tres meses más tarde tuvo lugar el
    juicio del soberano, quien fue condenado a muerte y
    ejecutado públicamente. Con su muerte
    concluyó a la dinastía de los soberanos incas.

    Túpac Inca Yupanqui

    (?-muerto en Chinchero, 1493) Soberano inca (1471-1493).
    Hijo del prestigioso soberano Pachacuti, a los quince años
    fue nombrado heredero al trono. Ya en tiempos de su padre
    sobresalió como uno de los más grandes generales de
    su pueblo, al realizar una serie de conquistas que llevaron al
    Imperio Incaico a su punto culminante: se apoderó de
    Chachapoyas, así como de Mayobamba, llevó sus
    armas hasta el
    reino Chimú y llegó a impulsar diversas
    expediciones navales. En cambio, sus
    expediciones a las regiones selváticas del río Tono
    no tuvieron tanto éxito,
    y fueron abandonadas ante la revuelta de los Colla y los Lupaca,
    en la cuenca del Titicaca. Una vez sofocada la rebelión,
    Túpac Inca Yupanqui marchó hacia el sur,
    llegó hasta Tucumán y, a continuación,
    consolidó sus posesiones en la costa. Cuando su padre
    abdicó en su favor, en 1471, se caracterizó por la
    voluntad de asentar la estructura
    imperial creada por Pachacuti y llevó a cabo la
    ampliación de la fortaleza de
    SacsahCuauhtémoc

    (Tenochtitlán?, hoy Ciudad de México,
    1502?-Yucatán, actual Honduras, 1525)

    Soberano azteca. Hijo de Ahuitzotl y primo de Moctezuma,
    fue el último tlatoani, rey azteca. Cuauhtémoc,
    nombre que significa «águila que cae», fue un
    encarnizado enemigo de los españoles, especialmente
    después de la matanza perpetrada por Pedro de Alvarado en
    Tenochtitlán, el 23 de mayo de 1520. La brutal
    acción del conquistador español
    provocó la reacción del pueblo azteca, que
    lapidó a Moctezuma II y sitió a los extranjeros,
    aunque éstos

    consiguieron huir de la capital azteca
    la noche del 30 de junio al 1 de julio, posteriormente llamada la
    Noche Triste. Mientras Hernán Cortés y sus hombres,
    apoyados por los tlaxcaltecas, se preparaban para ocupar de nuevo
    Tenochtitlán,

    Cuitláhuac , hermano de Moctezuma II,
    asumió el trono azteca.

    Pero murió a los pocos meses, víctima de
    la epidemia de viruela que, introducida por los españoles
    procedentes de Cuba, causaba
    estragos en los aztecas. Le
    sucedió su primo Cuauhtémoc, que se había
    distinguido por su arrojo contra los españoles. Ante la
    nueva ofensiva de los invasores, el tlatoani organizó la
    defensa de Tenochtitlán, que resistió durante tres
    meses el sitio, aunque, cayó finalmente en poder de los
    españoles, y Cuauhtémoc fue hecho prisionero el 13
    de agosto del mismo año, cuando intentaba huir hacia
    Texcoco. Desde entonces y hasta el momento de su muerte
    permaneció cautivo, siendo torturado para que revelase el
    lugar donde se ocultaba el tesoro real. Finalmente, ante el temor
    de que organizara

    una nueva rebelión, Cortés lo llevó
    consigo junto a otros nobles aztecas en una
    expedición al territorio de la actual Honduras. Durante la
    misma, un tal Mexicalcingo lo acusó de haber participado
    en una supuesta conspiración, y fue ahorcado junto con
    otros aztecas principales.

    uamán. A su muerte le sucedió su hijo
    Huayna Cápac.

    Guaicaipuro

    (Los Teques, actual Venezuela,
    ?-?, 1568) Cacique teque. Logró formar una poderosa
    confederación de tribus, con la que se enfrentó a
    los españoles por el control del valle
    de Caracas. Los españoles, dirigidos primero por Pedro de
    Miranda y más tarde por Juan Rodríguez
    Suárez, fueron expulsados de estos territorios, y el
    propio Rodríguez Suárez pereció en la lucha.
    En 1562, logró derrotar a una expedición de Luis
    Narváez, y los españoles, ante la violencia de
    los ataques de los indígenas, se vieron obligados a
    refugiarse en la isla Margarita. No pudo repetir este éxito
    contra Diego de Losada en su intento de apoderarse de la ciudad
    de Caracas, fundada por el propio Losada, quien
    contraatacó y sorprendió a Guaicaipuro en la
    batalla de Maracapana. Acorralado en su vivienda, el cacique se
    enfrentó a sus atacantes, a los que opuso una desesperada
    resistencia hasta
    la
    muerte.

    Atahualpa

    (Quito, 1500-Cajamarca, actual Perú, 1533)
    Emperador inca (1525-1533).

    Hijo del emperador Huayna Cápac y de Túpac
    Paclla, princesa de Quito, fue favorecido por su padre, quien,
    poco antes de morir, en 1525, decidió dejarle el reino de
    Quito, la parte septentrional del Imperio Inca, en perjuicio de
    su hermanastro Huáscar, el heredero legítimo, al
    que correspondió el reino de Cuzco. Aunque inicialmente
    las relaciones entre ambos reinos fueron pacíficas, la
    ambición de Atahualpa por ampliar sus dominios condujo al
    Imperio Inca a una larga y sangrienta guerra
    civil.

    En 1532, informado de la presencia de los
    españoles en el norte del Perú, Atahualpa
    intentó sin éxito pactar una tregua con su
    hermanastro. Huáscar salió al encuentro del
    ejército quiteño, pero fue vencido en la batalla de
    Quipaypán y apresado en las orillas del río
    Apurímac cuando se retiraba hacia Cuzco. Posteriormente,
    Atahualpa ordenó asesinar a buena parte de los

    familiares y demás personas de confianza de su
    enemigo y trasladar al prisionero a su residencia, en la ciudad
    de Cajamarca. En ese momento, el emperador inca recibió la
    noticia de que se aproximaba un reducido grupo de
    gentes extrañas, razón por la que decidió
    aplazar su entrada triunfal en Cuzco, la capital del
    imperio, hasta entrevistarse con los extranjeros.

    El 15 de noviembre de 1532, los conquistadores
    españoles llegaron a Cajamarca y Francisco Pizarro, su
    jefe, concertó una reunión con el soberano inca. a
    través de dos emisarios. Al día siguiente,
    Atahualpa entró en la gran plaza de la ciudad, con un
    séquito de unos tres o cuatro mil hombres
    prácticamente desarmados, para encontrarse con Pizarro,
    quien, con antelación, había emplazado de forma
    estratégica sus piezas de artillería y escondido
    parte de sus efectivos en las edificaciones que rodeaban el
    lugar. No fue Pizarro, sin embargo, sino el fraile Vicente de
    Valverde el que se adelantó para saludar al inca y le
    exhortó a aceptar el cristianismo
    como religión verdadera y a someterse a la
    autoridad del
    rey Carlos I de España;

    Atahualpa, sorprendido e indignado ante la arrogancia de
    los extranjeros, se negó a ello y, con gesto altivo,
    arrojó al suelo la Biblia
    que se le había ofrecido. Pizarro dio entonces la
    señal de ataque: los soldados emboscados empezaron a
    disparar y la caballería cargó contra los
    desconcertados e indefensos indígenas. Al cabo de media
    hora de matanza, varios centenares de incas yacían muertos
    en la plaza y su soberano era retenido como rehén por los
    españoles. A los pocos días, Atahualpa, temeroso de
    que sus captores pretendieran restablecer en el poder a
    Huáscar, ordenó desde su cautiverio el asesinato de
    su hermanastro. Para obtener la libertad, el
    emperador se comprometió a llenar de oro, plata y piedras
    preciosas la estancia en la que se hallaba preso, lo que
    sólo sirvió para aumentar la codicia de los
    conquistadores. Unos meses más tarde, Pizarro
    decidió acusar a Atahualpa de idolatría,
    fratricidio y traición; fue condenado a la muerte en la
    hoguera, pena que el inca vio conmutada por la de garrote, al
    abrazar la fe católica antes de ser ejecutado, el 29 de
    agosto de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los
    ejércitos incas que rodeaban Cajamarca, lo cual
    facilitó la conquista del imperio y la ocupación
    sin apenas resistencia de
    Cuzco por los españoles, en el mes de noviembre de
    1533.

    Los demógrafos carecen
    de fuentes que
    les permitan establecer con exactitud el número de
    aborígenes americanos al momento de la llegada de los
    españoles y durante el período colonial.

    Para conocer dicha población los especialistas generalmente
    han tenido que trabajar con datos
    provenientes de fuentes
    interesadas. Mientras unas minimizaron el descenso
    demográfico nativo (correspondencia de los
    conquistadores), otras lo exageraron (Historia de las Indias de
    fray Bartolomé de las Casas).

    Por otra parte, las diferencias culturales que
    existían entre los pueblos nativos imposibilitan las
    generalizaciones en el campo de la demografía histórica. Es muy
    distinto estimar la población de una región donde se
    desarrolló una activa vida urbana (México o
    Perú), a una donde imperó la transhumancia (Chaco o
    Patagonia).

    El problema más grave ha sido el cálculo de
    la población indígena existente antes de la
    irrupción europea, pues todos los especialistas se basan
    en extrapolaciones de cifras provenientes de los siglos XVI y
    XVII. La interpretación de las fuentes coloniales ha
    dividido a los demógrafos, lo
    cual explica las enormes variaciones que encontramos en sus
    estudios.

    Así, mientras para unos la población
    indígena en 1492 alcanzaba los 13 millones, otros la han
    estimado en alrededor de 100 millones.

    ¿Pero cómo se explican estos contrastes en
    los cálculos? La forma en que se realizaban los censos
    parece ser la respuesta. En la Europa del siglo
    XVI, por ejemplo, la población se contaba tomando como
    base los "fuegos", que no eran otra cosa que la
    cuantificación de los grupos
    familiares. La dificultad se presenta cuando el coeficiente
    asignado a cada "fuego" oscila (entre dos y seis miembros
    generalmente) y, por tanto, la cifra de la población total
    varía considerablemente. Sólo a partir del siglo
    XVIII los censos de la población se pueden considerar
    confiables, pues el margen de error es menor al del conteo por
    "fuegos".

    En América
    la fuente más confiable ha sido la contabilidad
    que realizaban los funcionarios españoles (corregidores y
    vistadores) de los indios tributarios. Ello implicaba considerar
    a una masa laboral
    indígena entre los 15 y los 55 años, omitiendo a
    niños,
    mujeres y ancianos. Por tanto, a cada tributario se le asignaba
    un coeficiente a la manera de los "fuegos" europeos, con los
    consiguientes problemas ya
    señalados.

    Veamos a continuación un gráfico con los
    cálculos de los principales autores sobre el
    tema.

    Población Indígena en 1492
    (en millones)

    Tesis "alcista" Tesis
    "intermedia" Tesis
    "bajista"

    Dobyns 90 a 112 Denevan 57 Stewart 15.5

    Cook y Borah 100 Sapper 40 a 50 Rosenblat
    13.3

    Rivet 40 a 45 Kroeber 8.4

    Independientemente del número de indígenas
    que se considere como punto de partida, en la primera mitad del
    siglo XVII alrededor de un 80% de la población aborigen
    había desaparecido por distintas razones. En el Virreinato
    de Nueva España,
    sin duda la región más estudiada por la demografía histórica americana, el
    descenso poblacional ha tenido varias interpretaciones. Veamos
    los dos extremos:

    Descenso de la población indígena de
    Mexico central

    según Cook y Borah: 1492

    1523

    1548

    1568

    1580

    1595

    1605 25.3 millones

    16.8 "

    6.3 "

    2.6 "

    1.9 "

    1.3 "

    1.0 "

    según Rosenblat 1492

    1570

    1650 4.5 millones

    3.5 "

    3.4 "

    Fuentes: Nicolás Sánchez Albornoz, et.al.,
    La población de América
    Latina,

    Ed.Paidos, Buenos Aires,
    1968, pág.36,

    Angel Rosenblat, La población indígena y
    el mestizaje en América, tomo 1, Ed.Nova, Buenos Aires,
    1954,

    págs.59, 88 y 102.

    A partir de la segunda mitad del siglo XVII
    comenzó una lenta recuperación demográfica
    que en algunos lugares se ha mantenido hasta la actualidad. De
    hecho, en México y Perú, importantes países
    de nuestra América, el porcentaje de población
    nativa sigue siendo muy significativo.

    Recuperación de la población
    indígena del Perú

    Año Población Indígena

    1615 728.615

    1754 343.061

    1774 455.955

    1789 611.431

    1792 608.912

    1795 648.606

    1811 725.433

    Fuente: Jürgen Golte, Repartos y rebeliones.
    Túpac Amaru y las contradicciones de la economía colonial,
    IEP, Lima, 1980, pág.47, citado en Armando de Ramón,
    et.al., La gestación del mundo hispanoamericano,
    Ed.Andrés
    Bello, Santiago, 1992, pág.236.

    ¿Por qué presentamos todas estas cifras?
    Primero, para demostrar las carencias que subsisten en la
    demografía histórica americana y para
    señalar la falta de estudios a nivel regional.
    Además, para intentar la comprensión de los
    problemas
    indígenas en el mundo de hoy, considerando su historia, sus necesidades y
    sus sentimientos.

    Por último, creemos que la construcción de una América
    integrada y armónica pasa por el respeto del mundo
    indígena, de su historia, su cultura y la
    búsqueda de soluciones
    frente a las actuales condiciones de marginalidad que
    sufren en muchos países.

    Túpac Catari

    Eduardo Galeano

    Patria Grande

    15 de noviembre de 1781

    La Paz

    Sólo hablaba aymara, la lengua de los
    suyos. Se proclamó virrey de estas tierras que
    todavía no se llaman Bolivia, y
    nombró virreina a su mujer.

    Instaló su corte en las alturas que dominan la
    ciudad de La paz, escondida en un hoyo, y le puso
    sitio.

    Caminaba chueco y un raro fulgor le encendía los
    ojos, muy hundidos en la cara joven y ya arada. Vestía de
    terciopelo negro, mandaba de bastón y peleaba a lanza.
    Decapitaba a los curas sospechosos de celebrar misas de
    maldición y cortaba los brazos de espías y
    traidores.

    Julián Apaza había sido sacristán y
    panadero antes de convertirse en Túpac Catari. Junto a su
    mujer, Bartolina
    Sisa, organizó un ejército de cuarenta mil indios
    que tuvo en jaque a las tropas enviadas por el virrey desde
    Buenos Aires.

    A pesar de las derrotas y matazones que sufrió,
    no había modo de atraparlo.

    Andando noche burlaba todos los cercos, hasta que los
    españoles ofrecieron a su mejor amigo, Tomás Inca
    Lipe, llamado el bueno, el cargo de gobernador de la comarca de
    Achacachi, a orillas del lago Titicaca.

    1780: La insurrección
    Tupakarista

    LaCantera

    En el año 1780 todo el altiplano se hallaba
    convulsionado con la sublevación de Tupac Catari. En las
    principales ciudades como Potosí, Charcas, La Paz sonaban
    los pututus anunciando el levantamiento indígena contra
    tantos años de abusos españoles.

    Para los españoles dominar la insurrección
    era cuestión de vida o muerte. Si vencían los
    rebeldes, acababa el poderío de España no solo en
    las colonias americanas, sino en todo el imperio, en cuyos
    dominios nunca se ponía el
    sol.

    Para los indios la sublevación constituía
    la recuperación de su libertad,
    territorio y riquezas o su definitiva claudicación ante el
    poderío de los blancos, de esa otra raza que había
    venido allende los mares para hacerse dueña de sus
    riquezas y de derribar su cultura
    milenaria.

    La vida en los pueblos de la colonia eran cada vez mas
    insoportable para los naturales del país. Los cargos
    públicos, con una que otra excepción, estaban
    monopolizados por los españoles. Todas las riquezas que se
    extraían en Potosí y de las minas del Alto
    Perú eran conducidas a la metrópoli, quedando su
    producto como
    beneficio para el tesoro español y para los aventureros
    que habían cruzado los mares en busca de riquezas en el
    nuevo mundo. Los

    corregidores españoles se confabulaban con los
    curacas, curas y gobernadores, para oprimir a los naturales,
    encarcelándolos, torturándolos y violando a la
    mujeres que no tenían ningún derecho ya que eran
    esclavas. Por estas causas muchos huyen hacia otras tierras,
    otros se despeñan junto a su familia o
    quiebran los brazos y piernas de sus hijos para que no
    sean

    usados como esclavos.

    El corregidor de Chayanta, provincia de Potosí,
    Joaquín A los y Bru, conjuntamente con el recaudador de
    impuestos
    reales, inició una verdadera expoliación a los
    indígenas de aquella provincia, aumentando en forma
    considerable el tributo que debían pagar. El cacique de
    Macha, Tomas Catari, tomo la representación de sus
    compañeros indígenas de la provincia de

    Chayanta y se fue primero a Potosí y
    después a Chiquisaca a reclamar por el aumento del tribute
    real. Pero, sus reclamos fueron inútiles tanto en
    Potosí como en Charcas.

    No hubo autoridad que
    atienda y considere sus reclamaciones , ratificándose, por
    el contrario la elevación del tributo sobre las tierras de
    origen y aprobándose las medidas adoptadas por el
    corregidor Alor y Bru. Tupac Catari luego de muchos sacrificio
    emprendió viaje a Buenos Aires allí se entrevisto
    con el virrey José Vertiz quien se concreto en
    darle una recomendación

    para que le atiendan las autoridades de Charcas y
    Potosí. Catari se presento ante la real audiencia de
    Charcas enseñando la recomendación del virrey, el
    fiscal de la
    audiencia , José Castillo, al hacerse cargo de dicha
    recomendación pidió informe al
    corregidor de Chayanta, el informe de este
    fue justificar el aumento y desprestigiar y humillar a Catari.
    Cuando Catari

    regreso a su casa fue tomado preso acusándolo de
    provocar perturbaciones en el cobro de los impuestos. Este
    hecho exacerbo los ánimos de los originarios quienes
    atacaron la guardia que custodiaba a Catari, hasta poner a este
    en libertad. Luego de esto vengaron la humillación
    degollando al recaudador de impuestos de apellido
    Bernal.

    El corregidor A los mandó a prender a Catari a
    quien consideraba el cabecilla de esta revuelta. Lo hizo conducir
    a Chuquisaca para su juzgamiento por los delitos de
    rebelión y asesinato. El 24 de agosto de 1780 el
    corregidor de Chayanta dispuso que en el pueblo de Pocoata se
    levante las nominas de los
    indios que debían viajar a las minas de Potosí en
    el carácter
    de mitayos. Para el efecto, Alos y Bru se traslado personalmente
    a aquel pueblo.

    Cuando ya se iniciaba el empadronamiento, uno de los
    indígenas se encontraba en el grupo de los
    que debía viajar a Potosí, dio el grito de
    rebelión.

    E inmediatamente, todos se levantaron contra el reducido
    números de españoles encargados de su custodia.
    Dieron muerte a casi todos y al resto lo detuvieron entre ellos
    al corregidor a quien condujeron preso hasta el pueblo de
    Macha.

    A la llegada de los insurrectos a esta población
    no hubo resistencia, los españoles que allí se
    encontraban escondieron o escaparon dejando el pueblo a los
    rebeldes.

    Consumada la rebelión en Macha y en Pocoata, lo
    mismo que en algunos caseríos y poblados indígenas,
    en los que en breve tiempo circulo la
    noticia de sublevación, asumieron la jefatura del movimiento
    Dámaso y Nicolás Catari, hermanos de
    Tomás.

    Tan pronto como tuvieron establecidos sus reductos,
    enviaron emisarios a Chuquisaca, exigiendo la libertad de Tomas
    Catari y haciendo saber a los oidores de la audiencia de harcas,
    que conservarían en rehenes al corregidor de Chayanta y al
    resto de los españoles y haciendo saberque si no
    ponían en inmediata libertad a Catari degollarían
    al corregidor y al resto de los españoles.

    Ante esta amenaza la audiencia de charcas puso en
    libertad a Tomas quien regreso a Macha, no solo con mayor
    prestigio ante sus compañeros, sino decidido a terminar
    con la violencia de
    los españoles.

    Y la rebelión creció por todas partes La
    Paz, Oruro, Cochabamba, Tarija, unos tras otros los
    caseríos se fueron uniendo a la
    insurrección.

    Los rebeldes hicieron base en Chayanta . Su líder
    Tomas Apaza, conocido como Tupac Catari antes de comenzar la
    guerra
    había sido sacristán en la parroquia de Ayoayo
    situada a noventa kilómetros de la Paz. Su esposa
    Bartolina Sisa se unió a él con 25 años.
    Bonifacio Chuquimamani, otrode los lideres del levantamiento ,
    tomo el nombre de Manuel Clavijo.

    El 13 de marzo de 1781 el Ejercito Aymara decide la toma
    de La Paz, sitiándola. En la ceja del alto se
    levantó el campamento desde el cual se divisaba la ciudad.
    A todo esto la ciudad preparaba su defensa, Sebastián de
    Segurola , brigadier, fue el líder
    de las milicias.

    Con el paso del tiempo comenzaron
    a faltar los víveres y el agua. Todos
    los días el ejercito Catarista avanzaba sobre la ciudad,
    se hacían pelotas de lana empapadas con aceite o
    pólvora y se arrojaban a la ciudad para cansar al enemigo
    y desgastarlos para la lucha.

    El 21 de mayo Tupac Catari se aleja y el ejército
    queda bajo la dirección de Bartolina Sisa, su misión es
    la de cuidar que el cerco a Chuquiago no se rompa pero los
    españoles al ver a una mujer en la dirección envían 300 soldados para
    capturarla.

    Lejos de pensar en retirarse, Bartolina ordena el ataque
    que ella dirige y a fuerza de
    piedras los españoles son derrotados por el ejercito
    andinodonde las guerreras aymaras lucharon a la par de los
    hombres aymaras.

    No fue rara la participación de las amazonas
    Aymaras y Quechuas. El ejército de Quiswas de Chayanta,
    por ejemplo, estuvo dirigido por la viuda deTomas

    Katari: Kurusa Llave, quien luchó valerosamente
    hasta ser derrotada por las fuerzas de auxilio que recibieron los
    españoles, dirigidos por Ignacio Flores.

    De la misma forma Gregoria Apaza, hermana menor de Tupac
    Catari quien fue compañera de Andrés Tupac Amaru
    hijo del Inca Tupac Amaru, dirigió alas tropas femeninas,
    en varias batallas. Esta comandanta, vestida de hombre,
    dirigió fieras ofensivas del ejercito del joven
    Amaru.

    Muchas otras mujeres anónimas andinas pelearon en
    los ejércitos Amaristas y Cataristas.

    Se habían cumplido 109 días del cerco
    Katarista cuando el 10 de julio de 1781, los españoles
    recibieron refuerzos desde Charcas. Después de dejar
    algunas provisiones que no lograron satisfacer a la
    población española y criolla en Chuquiago, el
    ejército español salió de la ciudad para
    asaltara las comunidades. Se produjeron nuevas atrocidades con el
    incendio y quema de hombres, mujeres y niños /
    as en las comunidades y el degüello de varios pobladores
    indígenas.

    Tupac Catari es obligado a replegarse y en esta
    acción se produce la captura de Bartolina Sisa.

    Cuando la comandanta se dirigía al campamento de
    Pampajasi, sus mismos acompañantes la traicionan y la
    entregaron al cruel Flores quien la condujo presa a la ciudad de
    La Paz. En Chuquiago fue recibida por una lluviade piedras,
    insultos y golpes. El genocida Segurola la encerró
    encadenada en la peor de las celdas.

    Los españoles torturan a Bartolina Sisa y le dan
    el peor de los tratos pero la mantienen con vida esperando usarla
    como un cebo para capturara Katari.

    El 5 de octubre, por ejemplo, sacan a Bartolina de su
    prisión y disfrazan las terribles condiciones en que la
    tenían prisionera, lavada y vestida con ropajes ajenos la
    colocan a pocos pasos del cerco humano del ejercito Katarista,
    mientras Segurola prepara el ataque con varios soldados
    españoles disfrazados de indígenas. Sin embargo,
    Tupac Catari, no cae en la trampa y envía a dos mensajeros
    para que entreguen alimentos, coca y
    oro a Bartolina.

    Los Cataristas planearon usar el recurso de la
    inundación para tomar Chuaquiago,el 12 de octubre es
    desbordada la represa a orillas del cerro Achachicala que las
    tropas cataristas habían construido; pero la
    inundación no tuvo el resultado esperado. En tanto,
    Chuquiago recibió un fuerte refuerzo militar muy superior
    numéricamente y armamentísticamente al ejercito
    catarista, obligándolo al repliegue.

    Tupac Catari es atacado por dos ejércitos, el de
    Reseguín y el de Segurola quien ataca desde el valle de
    Mallasilla masacrando a diferentes poblaciones indígenas.
    Catari se ve obligado a ordenar la retirada hasta Peñas
    dondese encuentra con Miguel Bastidas, quien ya había
    desertado. Otro traidor:Tomas Inkalipe, delata a Catari y
    facilita su aprehensión.

    Catari es conducido hasta Achachicala, rapado, coronado
    con una gorra de espinas y clavos es paseado y expuesto para
    burlas. El 14 de noviembre de 1781 es masacrado. Amarrado a las
    sinchas de 4 caballos que lo
    descuartizarían,después de arrancarle la lengua y luego
    exponen los trozos.

    Después de 10 meses sus restos son quemados y sus
    cenizas arrojadas alaire.

    Un año mas tarde, el 5 de septiembre de 1782 los
    españoles y sus bizarros mestizos, sacan a Bartolina Sisa
    rapada y desnuda, la hacen pasear porla calles de Chuquiago,
    torturada, golpeada e insultada, es atada a la colade un caballo
    con una soga al cuello y le ponen una corona de espinas. Sus
    miembros fueron arrancados y su cabeza clavada en un palo fue
    expuesta en Cruzpata.

    El mismo trato español, recibió Gregoria
    Apaza, compañera del joven inca Andrés Tupaj Amaru,
    ella fue igualmente paseada con una corona de clavosy espinas
    junto a Bartolina Sisa y ahorcada y después despedazada.
    Su cabeza fue expuesta en Sorata y luego quemada y sus cenizas
    arrojadas al viento.

    Anselmo, hijo de Andrés Tupaj Amaru, un
    niño de 10 anos fué descubierto por el Corregidor
    Necochea y torturado y luego muerto.

    Como recompensa moral de los
    esfuerzos y sacrificios que tuvo que soportar por célula
    real del 20 de mayo de 1784, a la ciudad de La Paz le fue
    otorgada el titulo de noble, valerosa y fiel.

    Galeano:

    Efemérides (1325-1536)

    13 de Marzo de 1325: Se funda la ciudad de
    México-Tenochtitlan

    12 de Octubre de 1492: Cristobal
    Colón llega a América

    8 de Noviembre de 1519: Los conquistadores
    españoles son recibidos en la ciudad de
    Tenochtitlan

    30 de Junio de 1520: Los conquistadores españoles
    son derrotados por los mexicas al retirarse de
    Tenochtitlan

    13 de Agosto de 1521: Después de un sitio de tres
    meses, la ciudad de Tenochtitlán cae en poder de los
    conquistadores españoles

    28 de Febrero de 1525: Muere asesinado en México,
    Cuauhtémoc

    12 de Diciembre de 1531: Aparición de la Virgen
    de Guadalupe en México

    16 de Noviembre de 1532: Los conquistadores
    españoles apresan al Inca Atahualpa en
    Cajamarca

    15 de Noviembre de 1533: Los conquistadores
    españoles entran en la ciudad sagrada del Cuzco

    6 de Mayo de 1536: Manco Inca se alza en Perú
    contra de los conquistadores españoles

    La tierra
    prometida

    13 de marzo de 1325

    Mal dormidos, desnudos, lastimados, caminaron toda la
    noche y día durante más de 2 siglos. Iban buscando
    el lugar donde la tierra se
    tiende entre cañas y juncias.

    Varias veces se perdieron, se dispersaron y volvieron a
    juntarse.

    Fueron volteados por los vientos y se arrastraron
    atándose los unos a los otros, golpeándose,
    empujándose; cayeron de hambre y se levantaron y
    nuevamente cayeron y se levantaron. En la región de los
    volcanes, donde
    no crece la hierba, comieron carne de reptiles.

    Traían la bandera y la capa del dios que
    había hablado a los sacerdotes, durante el sueño, y
    había prometido un reino de oro y plumas de
    quetzal:

    Sujetaréis de mar a mar a todos los pueblos y
    ciudades, había anunciado el dios, y no será por
    hechizo, sino por ánimo del corazón y
    valentía de los brazos.

    Cuando se asomaron a la laguna luminosa, bajo el sol del
    mediodía, los aztecas lloraron por primera vez.
    Allí estaba la pequeña isla de barro: sobre el
    nopal, más alto que los juncos y las pajas bravas,
    extendía el águila sus alas.

    Al verlos llegar, el águila humilló la
    cabeza. Estos parias, apiñados en la orilla de la laguna,
    mugrientos, temblorosos, eran los elegidos, los que en tiempos
    remotos habían nacido de las bocas de los
    dioses.

    Huitzilopochtli les dió la bienvenida:

    —Éste es el lugar de nuestro descanso y
    nuestra grandeza —resonó la voz

    —.

    Mando que se llame Tenochtitlán la ciudad que
    será reina y señora de todas las demás.
    ¡México es aquí!

    ——————————————————————————–

    Colón

    12 de octubre de 1492,
    Guanahaní

    Cae de rodillas, llora, besa el suelo. Avanza,
    tambaleándose porque lleva más de un mes durmiendo
    poco o nada, y a golpes de espada derriba unos
    ramajes.

    Después, alza el estandarte. Hincado, ojos al
    cielo, pronuncia tres veces los nombres de Isabel y Fernando. A
    su lado, el escribano Rodrigo de Escobedo, hombre de
    letra lenta, levanta el acta.

    Todo pertenece, desde hoy, a esos reyes lejanos: el mar
    de corales, las arenas, las rocas
    verdísimas de musgo, los bosques, los papagayos y estos
    hombres de piel de laurel
    que no conocen todavía la ropa, la culpa ni el dinero y
    que contemplan, aturdidos, la escena.

    Luis de Torres traduce al hebreo las preguntas de
    Cristóbal Colón:

    —¿Conocéis vosotros el Reino del
    Gran Kahn? ¿De dónde viene el oro que
    lleváis colgado de las narices y las orejas?

    Los hombres desnudos lo miran, boquiabiertos, y el
    intérprete prueba suerte con el idioma caldeo, que algo
    conoce:

    —¿Oro? ¿Templos? ¿Palacios?
    ¿Rey de reyes? ¿Oro?

    Y luego intenta la lengua arábiga, lo poco que
    sabe:

    —¿Japón?
    ¿China?
    ¿Oro?

    El intérprete se disculpa ante Colón en la
    lengua de Castilla.

    Colón maldice en genovés, y arroja al
    suelo sus cartas
    credenciales, escritas en latín y dirigidas al Gran Kahn.
    Los hombres desnudos asisten a la cólera del forastero de
    pelo rojo y piel cruda,
    que viste capa de terciopelo y ropas de mucho
    lucimiento.

    Pronto se correrá la voz por las
    islas:

    —¡Vengan a ver a los hombres que llegaron
    del cielo! ¡Tráiganles de comer y de
    beber!

    ——————————————————————————–

    La capital de los aztecas

    8 de noviembre de 1519,
    Tenochtitlán

    Mudos de hermosura, los conquistadores cabalgan por la
    calzada.

    Tenochtitlán parece arrancada de las
    páginas de Amadís, cosas nunca oídas, ni
    vistas, ni

    aún soñadas… El sol se alza tras
    los volcanes, calles,
    acequias, templos de altas torres, se despliega y fulgura. Una
    multitud sale a recibir a los invasores, en silencio y sin prisa,
    mientras infinitas canoas abren surcos en las aguas de
    cobalto.

    Moctezuma llega en litera, sentado en suave piel de
    jaguar, bajo palio de oro, perlas y plumas verdes. Los
    señores del reino van barriendo el suelo que
    pisará.

    Él da la bienvenida al dios
    Quetzalcóatl:

    —Has venido a sentarte en tu trono —le
    dice—. Has venido entre nubes, entre nieblas. No te veo en
    sueños, no estoy soñando. A tu tierra has
    llegado…

    Los que acompañan a Quetzalcóatl reciben
    guirnaldas de magnolias, rosas y
    girasoles, collares de flores en los cuellos, en los brazos, en
    los pechos: la flor del escudo y la flor del corazón,
    la flor del buen aroma y la muy amarilla.

    Quetzalcóatl nació en Extremadura y
    desembarcó en tierras de América con un hatillo de
    ropa al hombro y un par de monedas en la bolsa. Tenía
    diecinueve años cuando pisó las piedras del muelle
    de Santo Domingo y preguntó: ¿Dónde
    está el oro? Ahora ha cumplido treinta y cuatro y es
    capitán de gran ventura. Viste armadura de hierro negro y
    conduce un ejército de

    jinetes, lanceros, ballesteros, escopeteros y perros feroces.
    Ha prometido a sus soldados: Yo os haré, en muy breve
    tiempo, los más ricos hombres de cuantos jamás han
    pasado a las Indias.

    El emperador Moctezuma, que abre las puertas de
    Tenochtitlán, acabará pronto. De aquí a poco
    será llamado mujer de los españoles y morirá
    por las pedradas de su gente. El joven Cuauhtémoc
    ocupará su sitio. Él peleará.

    ——————————————————————————–

    «La Noche Triste»

    30 de junio de 1520, Teocalhueyacan

    Hernán Cortés pasa revista a los
    pocos sobrevivientes de su ejército, mientras la Malinche
    cose las banderas rotas.

    Tonochtitlán ha quedado atrás.
    Atrás ha quedado la columna de humo que echó por la
    boca el volcán Popocatépetl, como diciendo
    adiós, y que no había viento que pudiera
    torcer.

    Los aztecas han recuperado su ciudad. Las azoteas se
    erizaron de arcos y lanzas y la laguna se cubrió de canoas
    en pelea. Los conquistadores huyeron en desbandada, perseguidos
    por una tempestad de flechas y piedras, mientras aturdían
    la noche los tambores de la guerra, los alaridos y las
    maldiciones.

    Estos heridos, estos mutilados, estos moribundos que
    Cortés está contando ahora, se salvaron pasando
    encima de los cadáveres que sirvieron de puente: cruzaron
    a la otra orilla pisando caballos que se habían resbalado
    y hundido y soldados muertos a flechazos y pedradas o ahogados
    por el peso de las talegas llenas de oro que no se resignaban a
    dejar.

    ——————————————————————————–

    La espada de fuego

    13 de agosto de 1521, Tlatelolco

    La sangre corre como
    agua y
    está ácida de sangre el agua de
    beber. De comer no queda más que tierra. Se pelea casa por
    casa, sobre las ruinas y los muertos, de día y de noche.
    Ya va para tres meses de batalla sin treguas.

    Sólo se respira pólvora y náuseas
    de cadáver; pero todavía resuenan los atabales y
    los tambores en las últimas torres y los cascabeles en los
    tobillos de los últimos guerreros. No han cesado
    todavía los alaridos y las canciones que dan fuerza. Las
    últimas mujeres empuñan el hacha de los
    caídos y golpetean los escudos hasta caer
    arrasadas.

    El emperador Cuauhtémoc llama al mejor de sus
    capitanes. Corona su cabeza con el búho de largas plumas,
    y en su mano derecha coloca la espada de fuego. Con esta espada
    en el puño, el dios de la guerra había salido del
    vientre de su madre, allá en lo más remoto de los
    tiempos. Con esta serpiente de rayos de sol, Huitzilopochtli
    había decapitado a su hermana la luna y había hecho
    pedazos a sus cuatrocientos hermanos, las estrellas, porque no
    querían dejarlo nacer.

    Cuauhtémoc ordena:

    —Véanla nuestros enemigos y queden
    asombrados.

    Se abre paso la espada de fuego. El capitán
    elegido avanza, solo, a través del humo y los
    escombros.

    Lo derriban de un disparo de arcabuz.

    Tenochtitlán

    El mundo está callado y llueve

    De pronto, de golpe, acaban los gritos y los tambores.
    Hombres y dioses han sido derrotados. Muertos los dioses, ha
    muerto el tiempo. Muertos los hombre, la ciudad ha muerto. Ha
    muerto en su ley esta ciudad
    guerrera, la de los sauces blancos y los blancos juncos. Ya no
    vendrán a rendirle tributo, en las barcas a través
    de la niebla, los príncipes vencidos de todas las
    comarcas.

    Reina un silencio que aturde. Y llueve. El cielo
    relampaguea y truena y durante toda la noche llueve.

    Se apila el oro en grandes cestas. Oro de los escudos y
    de las insignias de guerra, oro de las máscaras de los
    dioses, colgajos de labios y de orejas, lunetas, dijes. Se pesa
    el oro y se cotizan los prisioneros. De un pobre es el precio,
    apenas, dos puñados de maíz… Los soldados arman ruedas de
    dados y naipes.

    El fuego va quemando las plantas de los
    pies del emperador Cuauhtémoc, untadas de aceite, mientras
    el mundo está callado y llueve.

    ——————————————————————————–

    Cuauhtémoc

    28 de febrero de 1525, Tuxkahá

    De la rama de una antigua ceiba se balancea, colgado de
    los tobillos, el cuerpo del último rey de los
    aztecas.

    Cortés le ha cortado la cabeza.

    Había llegado al mundo en cuna rodeada de escudos
    y dardos, y estos fueron los primeros ruidos que
    oyó:

    —Tu propia tierra es otra. A otra tierra
    estás prometido. Tu verdadero lugar es el campo de
    batalla. Tu oficio es dar de beber al sol con la sangre de tu
    enemigo y dar de comer a la tierra con
    el cuerpo de tu enemigo.

    Hace veintinueve años, los magos derramaron
    agua sobre su
    cabeza y pronunciaron palabras rituales:

    —¿En qué lugar te escondes,
    desgracia? ¿En qué miembro te ocultas?

    ¡Apártate de este niño!

    Lo llamaron Cuauhtémoc, águila que cae. Su
    padre había extendido el imperio de mar a mar. Cuando
    el
    príncipe llegó al trono, ya los invasores
    habían venido y vencido. Cuauhtémoc se alzó
    y resistió. Fue el jefe de los bravos.

    Cuatro años después de la derrota de
    Tenochtitlán, todavía resuenan, desde el fondo de
    la selva, los cantares que claman por la vuelta del
    guerrero.

    ¿Quién hamaca ahora su cuerpo mutilado?
    ¿El viento o la ceiba? ¿No es la ceiba quien lo
    mece, desde su vasta copa? ¿No acepta la ceiba esta rama
    rota, como un brazo más de los mil que nacen de su tronco
    majestuoso?

    ¿Le brotarán flores rojas?

    La vida sigue. La vida y la muerte siguen.

    ——————————————————————————–

    La Virgen de Guadalupe

    12 de diciembre de 1531, Ciudad de
    México

    Esa luz, ¿sube
    de la tierra o baja del cielo? ¿Es luciérnaga o
    lucero?

    La luz no quiere
    irse del cerro de Tepeyac y en plena noche persiste y fulgura en
    las piedras y se enreda en las ramas. Alucinado, iluminado, la
    vio Juan Diego, indio desnudo: la luz de luces se abrió
    para él, se rompió en jirones dorados y rojizos y
    en el centro del resplandor apareció la más
    lúcida y luminosa de las mujeres mexicanas. Estaba vestida
    de luz la que en lengua náhuatl le dijo: «Yo soy la
    madre de Dios.»

    El obispo Zumárraga escucha y desconfía.
    El obispo es el protector oficial de los indios, designado por el
    emperador, y también el guardián del hierro que
    marca en la
    cara de los indios el nombre de sus dueños. Él
    arrojó a la hoguera los códices aztecas, papeles
    pintados por la mano del Demonio, y aniquiló quinientos
    templos y veinte mil ídolos. Bien sabe el
    obispo

    Zumárraga que en lo alto del cerro de Tepeyac
    tenía su santuario la diosa de la tierra, Tonantzin, y que
    allí marchaban los indios en peregrinación a rendir
    culto a nuestra madre, como llamaban a esa mujer vestida de
    serpientes y corazones y manos.

    El obispo desconfía y decide que el indio Juan
    Diego ha visto a la Virgen de Guadalupe. La Virgen nacida en
    Extremadura, morena por los soles de España, se ha venido
    al valle de los aztecas para ser la madre de los
    vencidos.

    ——————————————————————————–

    Pizarro

    16 de noviembre de 1532, Cajamarca

    Mil hombres van barriendo el camino del Inca hacia la
    vasta plaza donde aguardan, escondidos, los españoles. La
    multitud tiembla al paso del Padre Amado, el Solo, el
    Único, el dueño de los trabajos y las fiestas;
    callan los que cantan y se detienen los que danzan. A la poca
    luz, la última del día, relampaguean de oro y plata
    las coronas y las vestiduras de Atahualpa y su cortejo de
    señores del reino.

    ¿Dónde están los dioses
    traídos por el viento? El Inca llega al centro de la plaza
    y ordena esperar. Hace unos días, un espía se
    metió en el campamento de los invasores, les
    tironeó las barbas y volvió diciendo que no eran
    más que un puñado de ladrones salidos de la mar.
    Esa blasfemia le costó la vida.

    ¿Dónde están los hijos de
    Wiracocha, que llevan estrellas en los talones y descargan
    truenos que provocan el estupor, la estampida y la
    muerte?

    El sacerdote Vicente de Valverde emerge de las sombras y
    sale al encuentro de Atahualpa. Con una mano alza la Biblia y con
    la otra un crucifijo, como conjurando una tormenta en alta mar, y
    grita que aquí está Dios, el verdadero, y que todo
    lo demás es burla. El intérprete traduce y
    Atahualpa, en lo alto de la muchedumbre, pregunta:

    —¿Quién lo dijo?

    —Lo dice la Biblia, el libro
    sagrado.

    —Dámela, para que me lo diga.

    A pocos pasos, detrás de una pared, Francisco
    Pizarro desenvaina la espada.

    Atahualpa mira la Biblia, le da vueltas en la mano, la
    sacude para que suene y se la aprieta contra el oído:

    —No dice nada. Está
    vacía.

    Y la deja caer.

    Pizarro espera este momento desde el día en que
    se hincó ante el emperador Carlos V, le describió
    el reino grande como Europa que
    había descubierto y se proponía conquistar y le
    prometió el más espléndido tesoro de la
    historia de la humanidad. Y desde antes: desde el día en
    que su espada trazó una raya en la arena y unos pocos de
    sus soldados muertos de hambre, hinchados por las plagas, juraron
    acompañarlo hasta el final. Y desde antes
    aún,

    desde mucho antes: Pizarro espera este momento desde que
    hace cincuenta y cuatro años fue arrojado a la puerta de
    una iglesia de
    Extremadura y bebió leche de
    puerca po no hallarse quien le diera de mamar.

    Pizarro grita y se abalanza. A la señal, se abre
    la trampa. Suenan las trompetas, carga la caballería y
    estallan los arcabuces, desde la empalizada, sobre el
    gentío perplejo y sin armas.

    Cajamarca.- El rescate

    Para comprar la vida de Atahualpa, acuden la plata y el
    oro. Hormiguean por los cuatro caminos del imperio las largas
    hileras de llamas y las muchedumbres de espaldas cargadas. El
    más espléndido botín viene del Cuzco: un
    jardín entero, árboles
    y flores de oro macizo y pedrerías, en tamaño
    natural, y pájaros y animales de pura
    plata y turquesa y lapislázuli.

    El horno recibe dioses y adornos y vomita barras de oro
    y de plata.

    Jefes y soldados exigen a gritos el reparto. Hace seis
    años que no cobran.

    De cada cinco lingotes, Francisco Pizarro separa uno
    para el rey. Luego se persigna. Pide el auxilio de Dios, que todo
    lo sabe, para guardar justicia; y
    pide el auxilio de Hernando de Soto, que sabe leer, para vigilar
    al escribano.

    Adjudica una parte a la Iglesia y otra
    al vicario del ejército.

    Recompensa largamente a sus hermanos y a los
    demás capitanes. Cada soldado raso

    recibe más de lo que el
    príncipe Felipe cobra en un año y Pizarro se
    convierte en el hombre
    más rico del mundo. El cazador de Atahualpa se otorga a
    sí mismo el doble de lo que en un año gasta la
    corte de Carlos V con sus seiscientos criados -sin contar la
    litera del Inca, ochenta y tres kilos de oro puro, que es su
    trofeo de general.

    ——————————————————————————–

    Entran los conquistadores en la ciudad
    sagrada

    15 de noviembre de 1533, Cuzco

    En el radiante mediodía, a través de la
    humareda se abren paso los soldados.

    Un olor a cuero mojado se alza y se mezcla con el olor
    de la quemazón, mientras resuena un estrépito de
    cascos de caballos y ruedas de cañones.

    Nace un altar en la plaza. Los pendones de seda,
    bordados de águilas, escoltan al dios nuevo, que tiene los
    brazos abiertos y usa barba como sus hijos. ¿No
    está viendo el dios nuevo que sus hijos se abalanzan,
    hacha en mano, sobre el oro de los templos y las
    tumbas?

    Entre las piedras del Cuzco, tiznadas por el incendio,
    los viejos y los paralíticos aguardan, mudos, los
    días por venir.

    ——————————————————————————–

    Manco Inca

    6 de mayo de 1536, Machu Picchu

    Harto de ser rey tratado como perro, Manco Inca se alza
    contra los hombres de cara peluda. En el trono vacío,
    Pizarro instala a Paullo, hermano de Manco Inca y de Atahualpa y
    de Huáscar.

    De a caballo, a la cabeza de un gran ejército,
    Manco Inca pone sitio al Cuzco. Arden las hogueras en torno a la ciudad
    y llueven, incesantes, las flechas de yesca encendida, pero
    más castiga el hambre a los sitiadores que a los sitiados
    y las tropas de Manco Inca se retiran, al cabo de medio
    año, entre alaridos que parten la tierra.

    El Inca atraviesa el valle del río Urubamba y
    emerge entre los altos picos de niebla. La escalinata de piedra
    lo conduce a la morada secreta de las cumbres. Protegida por
    parapetos y torreones, la fortaleza de Machu Picchu reina
    más allá del mundo.

    Eduardo Galeano

    Tupac Catari

    Por Kintto Lucas*

    1781. Los precios de la
    producción minera de Oruro, en Bolivia, bajan
    rápidamente. Los mineros, en su mayoría criollos,
    contraen grandes deudas y pasan a depender del fisco y los
    comerciantes… pasan a depender de los europeos. El
    resentimiento se siembra y crece como la coca, por todas partes.
    Los mineros que antes mandaban en el cabildo y algunas veces
    hasta corregidores eran, habían perdido ya toda su
    influencia en diciembre del año anterior, poco
    después de la rebelión tupacamarista, cuando sus
    puestos de gobierno fueron
    ocupados por los españoles. Ahora por primera vez piensan
    en aliarse con los indígenas… ahora por primera vez lo
    concretan. El 15 de enero se inicia el levantamiento. Las
    milicias que se habían formado el año anterior para
    defender Oruro de la llegada de Tupac Amaru, están al
    frente de la sublevación contra "el mal gobierno de los
    europeos", atando la vida a su tierra. La pelea hace fuerte la
    unión de criollos e indígenas.

    Los hombres criollos usan poncho de terciopelo negro
    como el del Inca-Rey, mujeres y niños se visten como
    Aymaras. En marzo estalla otro foco rebelde, esta vez es en La
    Paz y las zonas cercanas. El líder es Tupac Catari que se
    hace jefe de mil guerreros y se proclama "salvador del pueblo
    Aymara".

    Andrés Tupac Amaru, sobrino del gran Inca llega
    con su ejército Quichua para sumarse al levantamiento…
    Vencen en Sorata, y La Paz queda sitiada.

    Está a punto de rendirse, los españoles
    están sorprendidos y ya no pueden resistir… Pero surgen
    problemas entre los rebeldes: Tupac Catari y sus Aymaras no
    quieren alianza con los criollos, Andrés y sus Quichuas
    ven un poco más allá y, como su tío, quiere
    el levantamiento de todo el pobrerío.

    Evitando la pelea entre hermanos decide retirarse. Tupac
    Catari es vivado por su gente y pelea heroicamente contra el
    colonizador, pero sus fuerzas no son muchas y termina derrotado.
    En Oruro el movimiento se
    mantiene algunas semanas más, allí la unidad es
    más fuerte…

    Los españoles supieron sembrar resentimiento
    entre los de abajo para disminuir sus fuerzas, pero no mataron el
    espíritu de los guerreros, que seguirá caminando.
    En 1809 el mestizo Pedro Domingo Murillo se rebela contra la
    corona… 158 años después hubo un Che caminando
    por La Higuera…

    Hoy Quichuas y Aymaras, mineros y mestizos, viven su
    tristeza muda. Tal vez cuando se unten la tristeza grite… y
    otra historia recomience…

    * Este texto fue
    tomado del libro
    Rebeliones indígenas y negras en América
    Latina, de Kintto Lucas, Editorial Abya Yala, Quito,
    1992.

    ________________________________________

    De: "Kinitto Lucas" <>

    Domitila

    Por Kintto Lucas *

    CATAVI, 1967. El cementerio es como una imagen del fondo
    de la tierra.

    Es como esa bruma que va invadiendo toda la parroquia de
    Catavi. Es como las nubes que van llegando con todas las
    lágrimas de las minas. Es como el viento que va rompiendo
    el horizonte y, se viene tras la multitud de cuerpos
    caídos, esperando para ser enterrados; tras los muchos
    pozos que, son como heridas de esta tierra, cubierta por tanto
    dolor, por tanta mirada que cae como una piedra contra los
    militares que, el día antes sangraron la fiesta de San
    Juan en el vecino rincón de Llallagua…

    Subida en el muro del cementerio, una mujer embarazada
    marca a fuego
    la muerte uniformada, marca la dolor con gritos salidos del
    último país de la alma, que es como decir de la
    furia guardada por cientos de años…

    – ¡Asesinos!, ¡asesinos!…

    Y todas las miradas caen sobre ellos, y todos los odios
    del decir y del pensar… Pero los fusiles no hacen caso a la
    agonía, que es como decir que las sombras se tomaron toda
    Catavi y Llallagua. Y ella, la mujer del
    muro, con la panza grande como un mundo que va queriendo salir de
    sus entrañas, marcha presa por carajear los uniformes, que
    es como carajear al presidente de Bolivia, o sea
    nadie.

    Y uno manda una patada contra ella que, se defiende y le
    da un sopapo, y el mismo manda un puñete y sigue mandado
    golpes, y le apreta la panza con la rodilla. Y ella se cubre y le
    araña la cara. Y él sigue mandando patadas. Y
    vienen otros cuatro para pegarle, y ella cae…

    Cuando despierta entre rejas, con seis dientes rotos, la
    sangre chorrea…

    "Y como si la fatalidad del destino hiciera -dice-,
    comenzó el trabajo de
    parto.
    Empecé a sentir dolores, dolores y dolores y a ratos ya me
    vencía la criatura para nacer… Ya no pude aguantar. Y me
    fui a hincar en una esquina. Me apoyé y me cubrí la
    cara, porque no podía hacer ni un poquito de fuerza. La
    cara me dolía como para reventarme. Y en uno de esos
    momentos, me vencía. Noté que la cabeza de la
    huahua ya estaba saliendo… y allí mismo me
    desvanecí. Y cuando volví a despertar estaba toda
    mojada. Tanto la sangre como el líquido que una bota
    durante el parto, me
    habían mojado toda. Entonces hice un esfuerzo y resulta
    que encontré el cordón de la huahua. Y a
    través del cordón, estirando el cordón,
    encontré a mi huahuita, totalmente fría, helada,
    allí sobre el piso".

    Después, todas la nubes se hicieron agua y todos
    los vientos cayeron sobre Llallagua y Catavi. Después hubo
    más peleas. Después, algún día de
    once años más tarde, dijo a su gente: "Nuestro
    enemigo principal es el miedo. Lo tenemos adentro". Y se fue a La
    Paz con otras cinco, a liberarlo…

    ______________________________________________________________________

    Domitila Chungara. Indígena nacida en
    Pulacayo, zona minera de Bolivia.

    Al morir su padre tuvo que hacerse cargo de sus cinco
    hermanas porque su madre estaba muy enferma. Con el correr del
    tiempo comenzó a preocuparse por la situación
    social que vivían las comunidades mineras. El 1952, se
    casó con una trabajador minero y empezó a
    participar activamente en el Comité de Amas de Casa del
    Distrito Minero Siglo XXI, del que la nombran Secretaria General.
    Su testimonio dio a conocer la masacre de San Juan, en 1967,
    cuando el dictador René Barrientos mandó al
    ejército contra las comunidades mineras de Catavi y
    Llalagua. Tras la matanza, ella, que estaba embarazada, fue
    apresada y torturada hasta que perdió su hijo.
    Posteriormente ayudó en la lucha contra la dictadura del
    general Hugo Banzer. En la Navidad de
    1978, en La Paz, junto a otras cuatro mujeres mineras y veinte
    niños inició una huelga de
    hambre contra la dictadura. A
    ellas se sumó un sacerdote y en poca tiempo se sumaron
    más de mil quinientas personas. Con el correr de las horas
    los huelguista se multiplicaron por miles. Veintitrés
    días después de que las mujeres comenzaron la
    huelga de
    hambre, las calles de las distintas ciudades de Bolivia fueron
    invadidas por la gente. Otro gobierno militar se había
    terminado. Los libros en los
    que se recopilan los testimonios de Domitila son: "Si me permiten
    hablar" y "Las mujeres tienen la palabra", que fueron traducidos
    a varios idiomas. En 1980, se produce un nuevo golpe de estado,
    y ella debe exiliarse. En 1996 vive en Bolivia junto a cuatro de
    sus siete hijos.

    ____________________________________________________________________

    * Este texto fue
    tomado del libro Mujeres del Siglo XX, de Kintto

    Lucas,

    Editorial Abya Yala, Quito, 1997.

    Historia de Bolivia – La Colonia

    Descendientes de tihuanacotas y de incas

    Bolivia es un país de grandes alturas
    físicas y de hondos problemas humanos.

    Geografía e historia se encuentran en ella en un
    punto de sensacionales transacciones, en una especie de
    desafío irremediable confundido entre las aspiraciones del
    hombre y el destino que señala Dios.

    Los Bolivianos de hoy provienen de razas y culturas
    milenarias que, en cierto momento, se han convertido en enigmas
    para la ciencia.
    Pero, indefectiblemente, pisan la tierra de unos mayores que
    fueron extraordinarios, que labraban la piedra y decoraban con
    monolitos gigantes sus ciudades, como los habitantes de
    Tihuanaco, u organizaban imperios con una razón que
    prestigiaba toda lógica
    y toda justicia, como
    los hombres del Imperio Incaico. Mientras la prehistoria y la
    arqueología van poniéndose de acuerdo para dar una
    razón valedera al pasado, el Boliviano se enorgullece de
    ser un descendiente de tihuanacotas y de incas, es decir, de
    aymarás y de quechuas.

    Las nuevas razas

    Caído el Imperio Incaico en poder de Francisco
    Pizarro, que entró en su capital el 15 de noviembre de
    1532, cuarenta años después del descubrimiento de
    América, cambió el destino de nuestras tierras
    y sus hombres. Vino, como en un alud, todo el gran asedio que
    siguió a la inmensa sorpresa del descubrimiento;
    expediciones parciales, búsqueda de tesoros,
    encuadramiento de industrias de
    explotación de la tierra, en fin, todo ese monstruoso
    desplazamiento de un continente a otro que, a la postre, dio por
    resultado un ordenamiento jurídico, un acatamiento de
    instituciones
    reales, una distribución especial del trabajo, un
    régimen para la producción a la par que un connubio de
    razas que originaron las clases
    sociales de la época actual. En verdad, el mundo se
    había transformado.

    La Colonia se distinguió por dos fuerzas de vida;
    la aparición del mestizo y la mansedumbre del indio. Y en
    el territorio hoy Boliviano, además, por un potencial
    económico, la explotación Minera.

    Las instituciones
    Jurídicas

    El Consejo de Indias, los Virreinatos y las Audiencias
    pusieron en actividad el ordenamiento jurídico de la
    Colonia. Súmese a ellos, en lo que a la actual Bolivia se
    refiere, la fundación de la Real y Pontificia Universidad de
    San Francisco Xavier en la capital de Charcas el año 1624,
    centro de compulsión cultural y de subversión
    política a
    la hora en que se determinan los hechos definitivos.

    En buena parte, la vida de la institución
    colonial, la práctica de la justicia, la defensa de los
    indios por razones de humanidad y los privilegios de los
    españoles y criollos sobre los mestizos fueron motores de la
    guerra de emancipación. Los españoles trajeron, al
    trasluz, su propia guerra emancipadora y la eficacia de sus
    instituciones en bien de los hombres.

    Entró en marcha, pues, en el territorio hoy
    Boliviano un motor humano de
    producción de plata en el Cerro Rico de Potosí, la
    urbe tutelar de América en aquella época, y la
    exigencia de su mayor rendimiento. Entonces el mundo ya
    valía un Potosí y en 1546, por provisión de
    Carlos I, en Ulm, este caserío recibió el
    título de Villa Imperial.

    Se habían fundado ya en el territorio ciudades de
    gran porvenir: La Paz, el 20 de octubre de 1548, por Alonso de
    Mendoza, en las quebradas de Chuquiapu, al pie de la más
    bella montaña nevada de la Cordillera, el Illimani,
    prestigiada por sus lavaderos de oro; Cochabamba, Oruro, Tarija.
    Se habían realizado expediciones a los Moxos, hasta que al
    fin quedó consolidada la fundación de Santa Cruz de
    la Sierra, había surgido a la vida, con vigor y prosapia,
    Charcas, la culta, fundada por Pedro Anzures de Campa Redondo,
    con el nombre de La Plata.

    Se impuso la erección de la Audiencia de Charcas
    por Real Cédula de 1559, cuyo tribunal se instaló
    en 1561.

    Era un mundo en orden y movimiento. El criollo y el
    mestizo absorbían cultura occidental y con temor y
    avaricia almacenaban el razonamiento enciclopédico,
    atentos a los fenómenos que ocurrían en Europa, en
    cuyo drama España era actor de dolorosas
    incidencias.

    La honda indígena en la
    rebelión

    Después de dos siglos silenciosos de
    sumisión, los indios se alzaron, iracundos, en aras de un
    ideal irrealizable; la restauración de su imperio
    nativo.

    Desde la insurrección de Cuzco en 1544, la familia de
    los Incas se había confinado en Vilcabamba, al norte de la
    antigua capital del Imperio. Su orgullo no le permitía
    mantener relaciones con los españoles y vivía
    atenta

    al momento trágico en que pudiera capitanear una
    insurrección de masas indias. Su mártir y jefe,
    Túpac Amaru, acusado de crueldad, fue mandado descuartizar
    por el virrey Toledo.

    Más tarde vino la insurrección de Macha
    (Chayanta), cuando Tomás Catari pidió justicia y
    rebaja de los tributos.
    Catari fue preso y enviado a Potosí, pero el movimiento se
    propagó a Charcas, Cochabamba, 0ruro y La Paz.

    Después, el mal gobierno del corregidor Urrutia y
    la ambición por las varas de alcalde provocaron un
    motín popular en 0ruro.

    Los Rodríguez, criollos, rechazaban la
    elección de españoles para el Cabildo, arrastraron
    éstos a los mineros y los acuartelaron en previsión
    de un ataque conjunto de indios en Challapata, Poopó y
    otros lugares. A la voz de Sebastián Pagador, apoyado por
    los Rodríguez, estalló la insurrección el
    1ro de febrero de 1781. Estos insurrectos mataron a los
    españoles de la

    circunscripción.

    Entonces se produjo lo previsto, el asedio de los
    indios. En esa ocasión, criollos y mestizos tuvieron que
    enfrentarse en lid sangrienta con los indios hasta echarlos de la
    ciudad. Estalló una conflagración general, que
    venía del Norte con el alzamiento de Túpac Amaru, y
    que sublevó Tinta y sus aledaños en la
    región de Cuzco, y del Sur con la rebelión de los
    Catari, que no había sido sofocada. Pronto habría
    de agregarse Julián Apaza que se proclamó virrey
    del Perú con el nombre de Túpac Catari. Mientras el
    segundo Amaru sitiaba a Sorata y sembraba el terror en la villa
    de Esquivel, Túpac Catari puso un cerco que duró
    más de cinco meses y medio a La Paz.

    Heroica y paciente, la ciudad paceña, defendida
    por el brigadier español Sebastián de Segurola,
    sufrió todas las incidencias de esa tragedia en que pudo
    haber sucumbido por el hambre y la peste, amén del
    almacenamiento
    de aguas del río Choqueyapu, lanzado luego sobre la ciudad
    en amenazante caudal. Cuentan los papeles descubiertos por los
    investigadores que la extraña topografía de La Paz se hallaba ganada por
    ochenta mil indios que la cercaban y hacían malones de
    día y de noche en afán de aterrorizarla para su
    rendición.

    Las gentes, a falta de alimentos,
    cocían los cueros de los zapatos y de los arcones llamados
    petacas para darlos de comer a los niños y ancianos,
    mientras la pugna no tenía esperanza de ser concluida. Al
    fin, Segurola y los mestizos criollos que quedaban dentro del
    cerco ganaron la partida, auxiliados por el coronel Ignacio
    Flores, que vino a 0ruro. Túpac Catari fue ajusticiado con
    los miembros amarados a la cincha de cuatro caballos, que
    partieron en dirección a los cuatro puntos
    cardinales.

    Comúnmente se piensa que la resistencia
    indígena al español se limitó al proceso de
    conquista que culminó en la segunda mitad del siglo
    XVI.

    Inolvidables son las descripciones de cronistas e
    historiadores que narran episodios tan memorables como la
    caída de la ciudad de Tenochtitlán -capital del
    imperio azteca- o el desbande de Cajamarca, donde Francisco
    Pizarro logró apresar al Sapa Inca Atahualpa.

    Sin embargo, la resistencia al europeo fue una constante
    del largo período colonial. A medida que las huestes
    hispanas avanzaban e intentaban dominar los extensos territorios
    americanos, se enfrentaron a muchos pueblos que les opusieron una
    tenaz lucha.

    El rechazo se manifestó de diversas maneras,
    abarcando desde la simple resistencia pasiva incorporada al
    quehacer diario, hasta la rebelión armada y generalizada.
    En muchas zonas conquistadas por el español, los nativos
    continuaron con sus viejos ritos y creencias, desafiando a la
    autoridad que intentaba imponer su religión. Estallidos
    locales y motines de variada intensidad conmovían de tanto
    en tanto a todas las provincias de la América colonial.
    Por último, en importantes regiones alejadas de los
    grandes núcleos urbanos, la guerra permanente
    caracterizó las relaciones
    hispano-indígenas.

    Las sublevaciones del siglo XVI se deben comprender en
    el contexto del proceso de
    conquista. En la mayoría de ellas predominó la
    violencia con todos sus excesos, practicados por ambos bandos.
    Por citar un ejemplo, en la guerra de Arauco en el reino de
    Chile, las
    crueldades eran pan de cada día.

    Fueron numerosos los empalamientos que afectaron a los
    mapuches, siendo quizás el más conocido el
    realizado al toqui Caupolicán. Por el otro lado, los
    soldados españoles se estremecían con el sonido de las
    flautas, fabricadas por los mapuches con los huesos de las
    canillas de hispanos capturados en combate.

    Ya a partir de la segunda mitad del siglo XVI, la
    excesiva intransigencia de los misioneros católicos
    respecto a las costumbres y creencias nativas, desencadenó
    diversos movimientos locales que combinaban la violencia con
    rasgos milenaristas. Generalmente estas rebeliones fueron
    estimuladas por hechiceros que anunciaban la llegada de nuevos
    tiempos. Se predicaba el abandono del cristianismo y
    la vuelta a las tradiciones precolombinas a través del
    establecimiento del orden interrumpido por la
    conquista.

    Un ejemplo de esta situación es la llamada guerra
    del Mixton en el norte de México (Nueva Galicia), entre
    1541 y 1542. Allí las tribus cascanes se levantaron en la
    región de Tlatenango y Suchipila, quemando iglesias y
    cruces, matando misioneros y castigando severamente a los
    indígenas que persistían en la fe
    católica.

    Pero la evangelización no siempre fue resistida
    violentamente. En muchos lugares el milenarismo actuó
    silenciosamente a espaldas del español, originando
    movimientos que cuestionaban la dominación hispana en un
    plano ideológico y cultural. Quizás el caso
    más conocido fue el del Taqui Ongo en el Perú de
    las últimas décadas del siglo XVI. Este movimiento
    preconizó el enfrentamiento de los dioses indígenas
    con el dios cristiano, donde el triunfo pertenecería a los
    primeros. De esa manera, los europeos serían expulsados
    del mundo andino, iniciándose un nuevo ciclo
    cósmico.

    A la rebelión violenta y al milenarismo hay que
    agregar la incorporación parcial de algunos elementos de
    la doctrina católica, con el propósito de esconder
    la vigencia del culto a los dioses antiguos. El sincretismo
    religioso de nuestros días deriva precisamente de esta
    reacción, que permitió al indígena mantener
    parte de sus creencias bajo las formas del culto
    cristiano.

    Si bien a lo largo del siglo XVII la religión
    católica fue paulatinamente asimilada en las zonas urbanas
    dominadas por los españoles, en las fronteras del imperio
    colonial la resistencia indígena fue un fenómeno
    permanente.

    Cuando empleamos el término "frontera", nos
    referimos a lo que Céspedes del Castillo definió
    como "un espacio geográfico en el que un pueblo en
    movimiento entra en contacto con otro u otros de cultura muy
    diferente a la de aquél. Frontera es, al mismo tiempo, el
    proceso de interacción entre esos pueblos y sus
    respectivas culturas, que en mayor o menor medida quedan
    influidas unas por otras. … La frontera que se acaba o cierra
    en un lugar se abre en otro si el pueblo que la inició con
    su movimiento continúa desplazándose, hasta el
    instante en que ese dinamismo cese".

    A lo largo de todo el período colonial existieron
    fronteras desde el desierto del norte de México o la selva
    amazónica, hasta el extremo sur de la gobernación
    de Chile. En
    estas extensas regiones habitaban pueblos nómades o
    seminómades que retrasaron o imposibilitaron la conquista
    española de dichos territorios.

    ¿Cómo estas culturas pudieron hacer frente
    al europeo durante tantos años?

    Sin duda, se pueden enumerar muchos factores para
    comprender esta situación.

    Dejando de lado peculiaridades de índole
    netamente local, se aprecian características más o menos
    similares que son propias de la resistencia
    fronteriza.

    En primer lugar habría que señalar la
    difícil geografía de estas
    áreas en disputa, cuyo perfecto conocimiento
    por parte de los indígenas causó más de un
    dolor de cabeza a los españoles. Por ejemplo, los
    chichimecas del norte de Nueva España subsistían en
    zonas muy áridas gracias a un óptimo
    aprovechamiento de la flora y fauna del
    desierto, mientras los hispanos debían desplazarse con
    enormes bultos que les restaban movilidad.

    La estructura
    socio-cultural de estos pueblos, basada en múltiples
    jefaturas locales, imposibilitaba al invasor concertar acuerdos
    de paz duraderos, pues cualquier cacique podía
    transgredirlos. No sólo los españoles
    experimentaron este problema, sino también lo vivieron los
    aztecas e incas en sus respectivas guerras
    expansivas.

    Por otra parte, la apropiación y
    asimilación de elementos materiales
    desconocidos para los indígenas, les permitió
    enfrentar con mayor eficacia al
    invasor. Uno de los ejemplos más ilustrativos fue el uso
    que los nativos dieron al caballo, que les otorgó una
    mayor movilidad, rapidez y sorpresa en la guerra y también
    fue incorporado al mundo ritual y a su dieta
    alimenticia.

    Las tácticas militares empleadas por los
    naturales se fueron modificando, adaptándose a una guerra
    de emboscadas o "guerrillas", que evitaba la batalla a campo
    abierto contra las huestes hispanas.

    Estas características sin duda nos ayudan a
    entender mejor la larga duración de la resistencia que
    opusieron mapuches, chichimecas, chiriguanos, guaraníes,
    mayas, apaches
    y navajos, entre muchos otros.

    Además de las guerras
    fronterizas, en los siglos XVII y XVIII se registraron numerosas
    rebeliones indígenas al interior de las unidades
    administrativas coloniales. Estos conflictos
    fueron mucho más importantes de lo que la
    historiografía tradicional ha querido admitir. Por ello,
    los estudios monográficos sobre este tema son muy escasos.
    Si omitimos el caso del célebre levantamiento de
    Túpac Amaru en 1780 –conflicto que
    cuenta con una vastísima bibliografía– la
    mayoría de los otros movimientos ha permanecido casi en
    las tinieblas.

    Muy poco se han difundido los alzamientos de Enriquillo
    en La Española, de los mayas del
    Yucatán, de los acaxées en el actual estado de
    Durango, de los indios pueblo del norte de México, de los
    nativos de la selva amazónica liderados por Juan Santos
    Atau Huallpa, de los calchaquíes del noroeste argentino o
    de Túpac Catari en la Audiencia de Charcas.

    Las rebeliones indígenas del período
    colonial se producen por diversas motivaciones que se pueden
    englobar en la imposición de un sistema
    económico y social que había quebrado las antiguas
    estructuras
    nativas. La resistencia germina cuando el aborigen decide
    rechazar dichas imposiciones por la fuerza de las
    armas.

    El pesado servicio
    personal, la
    mita, la encomienda, instituciones laborales donde el
    indígena recibía escasos beneficios tras grandes
    esfuerzos, provocaron insatisfacciones. Si a ellas le sumamos el
    trauma de la conquista y la aparición de líderes
    que ensalzaban el milenarismo, podemos entender el estallido de
    numerosos motines de carácter
    local y de grandes rebeliones de mayor alcance.

    Sobre todo en el siglo XVIII, el clamor del
    indígena se dirigió contra la figura del
    corregidor. Estos funcionarios, mal pagados por la corona,
    acostumbraban realizar los "repartos de mercancías".
    Mediante este sistema se
    obligaba al indio a adquirir artículos que no eran de
    primera necesidad (medias de seda, libros de
    teología, porcelana china, etc.) e
    incluso se lo forzaba a endeudarse. Además, muchos
    corregidores actuaban despóticamente en su
    jurisdicción, tolerando abusos y disponiendo de la mano de
    obra indígena.

    La rebelión encabezada por José Gabriel
    Condorcanqui (Túpac Amaru) simboliza la respuesta
    indígena más radical frente a la situación
    descrita. No fue casual el temprano ajusticiamiento del
    corregidor de Tinta, hecho que se constituyó en la
    señal para el alzamiento de miles de indígenas del
    virreinato del Perú en noviembre de 1780.

    También hubo convulsiones producto de la
    ubicación del nativo en la pirámide social. La
    sociedad
    estamental colonial relegaba al aborigen a uno de los estamentos
    más bajos, existiendo escasas posibilidades de integración en la sociedad liderada por el
    estrato hispanocriollo. Los motines urbanos, con
    participación de mestizos y castas, estallaban
    precisamente por estas desigualdades.

    Veremos a continuación la localización de
    las principales rebeliones indígenas del período
    colonial en los siguientes mapas:

    AMERICA DEL SUR

    rebelión de Manco Inca en 1536, continuada por
    Sairi Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru hasta
    1572

    movimiento milenarista del Taqui Ongo en la
    década de 1560

    guerras calchaquíes en el noroeste argentino
    desde 1562 y rebelión calchaquí en 1659 acaudillada
    por el español Pedro Bohórquez

    insurrección de los indios quimbayas en 1577 en
    el valle del río Cauca

    alzamientos de los taironas entre 1571 y 1575

    guerras protagonizadas por los chimilas, tupés y
    guajiros en la Audiencia de Bogotá

    rebelión de corte milenarista de tribus
    guaraníes, encabezada por Oberá alrededor de 1579 y
    guerras guaraníticas entre 1754 y 1756

    levantamientos generales mapuches encabezados por
    Lautaro y Pelantaru en 1553 y 1598 respectivamente y rebeliones
    mapuches de 1655-1656, 1723 y 1766

    guerras contra los chiriguanos en la Audiencia de
    Charcas durante el siglo XVI; levantamiento de los chiriguanos
    acaudillados por Aruma en 1727 y

    alzamientos chiriguanos en 1778 y 1799

    guerra fronteriza contra distintos pueblos del Chaco
    (especialmente los guaycurúes), donde sobresale el
    levantamiento general de 1632 en el que participaron los
    olongastas, capayanes y los cacanos o diaguitas

    a mediados del siglo XVII se levanta el cacique
    Andrés Zampati en el bajo Urubamba y posteriormente se
    rebelan los mismos indígenas, liderados por Mangoré
    y Siquirincho

    levantamiento de los nativos de la isla de Chiloé
    en el sur de Chile en 1712

    insurrección popular en Oropesa (Cochabamba)
    dirigida por el mestizo Alejo Calatayud en 1730

    rebelión de Juan Santos Atau Huallpa en la selva
    amazónica en tierras del Gran Pajonal, desde
    1742

    rebelión de José Gabriel Condorcanqui,
    Túpac Amaru II, desde 1780

    correrías de los hermanos Tomás,
    Dámaso y Nicolás Catari en 1780 y 1781 y
    rebelión de Túpac Catari en la Audiencia de Charcas
    en 1781

    levantamiento en la ciudad de Oruro en 1781

    participación indígena encabezada por
    Ambrosio Pizco en el movimiento de los comuneros del Socorro en
    Nueva Granada, en 1781

    MEXICO Y CENTROAMERICA

    rebelión del Bahoruco encabezada por el cacique
    Enriquillo en La Española entre 1519 y 1533

    alzamiento en Puerto Rico en
    1511

    guerra de Mixton en el norte de México
    (región de Tlatenango y Suchipila), donde se levantan las
    tribus cascanes al mando de Tenamaxtli en 1541

    guerras chichimecas que enfrentan a los zacatecos,
    guachichiles, pames, cascanes y guamares con los
    españoles, entre 1550 y 1590 y alzamiento general de los
    guachichiles en Nueva León, en 1624

    sublevación de los acaxées de la sierra de
    San Andrés abanderados por el "Obispo", en 1604

    levantamientos de los tepehuanes en Nueva Vizcaya, en
    1616 y 1617

    rebelión de los indios guazaparis en 1632 en
    Sinaloa

    rebelión de las siete naciones desde 1643 en el
    norte de Nueva Vizcaya (Chihuahua), que aglutina a tobosos,
    cabezas, salineros, mamites, julimes, conchos y
    colorados

    alzamientos tarahumaras en 1646, 1650-1652 y
    1684-1690

    sublevación de los indios pueblo liderados por el
    hechicero Popé, en 1680 en torno a la ciudad de Santa
    Fe

    levantamiento de los indios de la Baja California
    (pericúes y coras) contra las misiones jesuitas,
    instigados por los jefes Botón y Chicori en 1734 y
    1735

    alzamiento de yaquis, pimas y mayos de Sonora en 1740 y
    rebelión de los pimas entre 1768 y 1770

    enfrentamientos con grupos apaches de
    Tejas, en 1758

    movimiento milenarista encabezado por Jacinto Caneq en
    Yucatán, en 1761

     

    Orlando Camacaro

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