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Piense y hágase rico




Enviado por cibercrazy5000



    Napoleón Hill

    1. Breve preámbulo del
      editor
    2. Prefacio
    3. Los pensamientos son
      cosas
    4. Puntos
      importantes
    5. Paso primero hacia la riqueza:
      deseo
    6. Puntos importantes que
      recordar

    BREVE PREÁMBULO
    DEL EDITOR

    (Uno de los libros mas
    valiosos del mundo está ahora en sus manos.)

    esta obra le brinda a usted un plan ya
    experimentado para enriquecer a los hombres. Le indica
    exactamente como emplearlo y casi le obliga a ponerlo en
    práctica desde este momento.

    ¿Cuáles son los factores que hacen a un
    hombre avanzar
    durante toda su vida, alcanzando logros, ganando dinero, y
    multiplicando su riqueza y felicidad… mientras que otro
    jamás da un paso hacia delante?

    ¿Cuáles son los factores que proporciona a
    un hombre gran
    poder personal mientras
    que otro se queda en la oscuridad? ¿Qué es lo que
    impulsa a un hombre a ver su camino a través de cualquier
    problema, a encontrar su sendero por entre los mas grandes
    obstáculos de la vida para ver hecho realidad sus
    más anhelados sueños, en tanto que otro hombre
    lucha, fracasa y no termina en ninguna parte?

    Hace años, Napoleón Hill sentóse en
    compañía de Andrew Carnegie, entonces uno de los
    hombres mas ricos del mundo, y por primera vez "vio" el gran
    secreto. Carnegie confió a Hill la misión de
    averiguar de qué manera hacían los demás
    hombres y mujeres del secreto, que estudiase sus métodos, y
    que elaborase un método
    sencillo que fuera susceptible de ser lanzado al mundo como
    Plan
    Maestro.

    PIENSE Y HAGASE RICO revela el secreto y facilita el
    plan. Desde su publicación en el año 1957, se han
    vendido cuarenta y dos ediciones en cuanto salieron de la
    imprenta. La presente edición está actualizada con
    algunas nuevas y especiales sugerencias, incluyendo un
    capítulo de que podría calificarse de "curso de
    refresco".

    Por fin, el único camino seguro para
    superar el cualquier obstáculo, ver realizadas sus
    ambiciones y conseguir el éxito
    en todo momento. Este libro le
    impresionará profundamente a causa de su poder para
    transformar la vida. Muy pronto conocerá usted "por que"
    ciertas personas obtienen grandes sumas de dinero y
    felicidad…, porque usted también será una da
    ellas.

    PREFACIO

    En todos los capítulos de este libro menciono
    el secreto que ha hecho la fortuna de cientos de hombres
    extraordinariamente ricos…, hombres a quienes he analizado
    cuidadosamente durante un largo periodo de
    años.

    El secreto llegó a mi conocimiento a
    través de Andrew Carnegie hace mas de medio siglo.
    Aquél encantador anciano escocés lo introdujo
    descuidadamente en mi cerebro cuando yo
    era todavía un muchacho. Luego se recostó en su
    sillón parpadeando alegremente y observándome con
    atención a fin de ver si yo poseía
    el suficiente raciocinio para comprender el significado de lo que
    acababa de decirme.

    Al comprobar que había asimilado la idea, me
    preguntó si estaría dispuesto a emplear veinte
    años o mas de mi vida en prepararme a fin de transmitir el
    mensaje a hombres y mujeres que, sin la posesión de el
    secreto, caminarían eternamente a través de la vida
    fracasando . prometí que lo haría, y con la
    cooperación del señor Carnegie he cumplido mi
    promesa.

    El presente libro contiene el secreto, un secreto puesto
    en práctica por miles de personas en casi todos los
    caminos de la vida. Fue idea del señor Carnegie el que la
    fórmula mágica que le proporcionó a
    él una estupenda fortuna debía colocarse al alcance
    de la gente que no tenía tiempo para
    investigar como los hombres obtienen dinero. Y también
    tenía las esperanzas de que yo pudiera probar y demostrar
    la seguridad de la
    fórmula mediante la experiencia de hombres y mujeres de
    todas las clases. El sostenía que la fórmula
    debía enseñarse en las escuelas públicas y
    colegios, y expuso la opinión de que si se enseñaba
    explicaba debidamente, revolucionaría todo el sistema de
    educación,
    en tal manera, que el tiempo en
    transcurrir en las escuelas podría reducirse a la
    mitad.

    Auténticas historias demuestran el
    sorprendente poder del secreto

    En el capitulo sobre la fe, leerá usted la
    asombrosa historia de la
    organización de la gigantesca United States Steel
    Corporation, y como se concibió y llevó a cabo por
    uno de los jóvenes mediante el cual el señor
    Carnegie demostró que su fórmula dará
    perfectos resultados "a todos cuantos la sigan". Esta sencilla
    aplicación del secreto efectuada por Charles M. Schwab, le
    proporcionó una enorme fortuna, tanto en dinero como en
    oportunidades. Resumiendo: esta particular aplicación de
    la fórmula produjo seiscientos millones de
    dólares.

    Estos hechos, harto conocidos por casi todas las
    personas que tuvieron amistad con el
    señor Carnegie, le dará a usted una buena idea de
    lo que la lectura de
    esta obra puede proporcionarle siempre y cuando "sepa lo que
    quiere".

    El secreto pasó a manos de miles de hombres y
    mujeres que lo emplearon para su beneficio personal, tal y
    como el señor Carnegie había proyectado que se
    realizara. Algunos de esos hombres y mujeres hicieron grandes
    fortunas. Otros emplearon el secreto para conseguir la
    armonía en sus hogares. Un clérigo lo usó
    con tanta eficacia que le
    produjo unos ingresos
    superiores a los setenta y cinco mil dólares al
    año.

    Arthur Nash, un sastre de Cincinnati, usó su
    negocio, casi en plena bancarrota, como un conejillo de Indias
    con el que probar la fórmula. El negocio cobró
    nueva vida y proporcionó una gran fortuna a sus
    propietarios. Negocio que aun es floreciente aún cuando el
    señor Nash ya haya desaparecido. El experimento
    resultó un caso único, tanto que los
    periódicos y revistas gastaron mas de un millón de
    dólares en laudatoria publicidad.

    El secreto también pasó a manos de Sturat
    Austin Wier, de Dallas, Texas. Estaba dispuesto a seguir la
    fórmula, tanto que abandonó su profesión y
    estudió leyes.
    ¿Tuvo éxito?
    Su historia se
    relata en este libro.

    En la época en que yo trabajaba como jefe de
    publicidad para
    el proyecto de
    expansión para la Universidad la
    Salle, cuando tal Universidad no
    tenía más que el nombre, tuve el privilegio de ver
    a J. G. Chapline, presidente de la misma, echar mano de la
    fórmula con tanta eficacia, que
    hizo de la Salle una de las escuelas mas extendidas por toda la
    nación.

    El secreto a que me refiero se menciona no menos de cien
    veces en este libro. No se nombra directamente, ya que parece
    causar mal efecto si simplemente se descubre y queda a la vista
    para que lo recojan aquellos que están preparados para
    buscarlo. A eso se debe que el señor Carnegie me lo fuera
    revelando tan calmosamente y sin indicarme su nombre
    específico.

    El secreto
    conversa con aquellos que escuchan

    Si usted está dispuesto a emplearlo, lo
    reconocerá por lo menos una vez en cada capítulo.
    Me gustaría enormemente tener el privilegio de decirle a
    usted como lo reconocerá si se halla dispuesto a recibirlo
    bien, pero ello le privaría en gran parte de los
    beneficios que obtendrá cuando haga el descubrimiento por
    su propia cuenta.

    Si en algún momento usted se ha desanimado, si ha
    tenido dificultades que vencer y casi le han arrancado el alma de
    cuajo, si usted ha luchado y fracasado, si siempre se ha visto en
    desventaja a causa de enfermedad o sufrimiento físico, la
    historia del descubrimiento de mi "hijo" y el uso de la
    fórmula Carnegie acaso sean el oasis que se alce en ese
    Desierto de la Esperanza Pérdida que usted ha buscado
    tanto.

    Este secreto fue ampliamente empleado por el presidente
    Woodrow Wilson durante la Primera Guerra
    Mundial. Y se transmitió a cada soldado que
    luchó en la guerra,
    cuidadosamente envuelto en la formación que recibieron
    antes de partir hacia el frente. El presidente Wilson me dijo
    personalmente que constituía un fuerte factor en la
    colecta de fondos que se necesitaba para la guerra.

    Una cosa peculiar que rodea a este secreto es que
    aquellos que una vez lo adquieren y lo utilizan se sienten a si
    mismo literalmente impulsados hacia el éxito. Si usted
    pone esto en duda, preste atención a los nombres de aquellos que lo
    han utilizado allí dondequiera se mencionan; compruebe
    usted mismo sus antecedentes y se convencerá.

    ¡no existe otra cosa semejante a dar algo por
    nada!

    El secreto a que me refiero no puede adquirirse sin un
    precio aun
    cuando este sea muy inferior a su valor. No
    podrá adquirirse a ningún precio por
    aquellos que no lo busquen intencionadamente. No puede regalarse
    ni tampoco puede comprarse con dinero, por la sencilla
    razón de que está formado de dos partes. y una de
    ellas ya se haya en posesión de quienes están
    dispuestos a obtenerlo.

    El secreto sirve perfectamente a todos los que
    están dispuestos a recibirlo. La educación nada
    tiene que ver con ello. Muchísimo antes de que yo naciese,
    el secreto había tomado su camino para ir a parar a manos
    de Thomas A. Edison, y él lo empleó tan
    inteligentemente, que se convirtió en el primer inventor
    del mundo aun cuando solo había ido a la escuela tres
    meses.

    Mas tarde, el secreto pasó a Edwin C. Barnes,
    asociado industrialmente con el señor Edison. Lo
    utilizó de manera tan efectiva, que, aunque entonces
    ganaba doce mil dólares al año, acumuló una
    gran fortuna y se retiró de los negocios
    activos siendo
    todavía joven. Esta historia la encontrará usted al
    principio del primer capitulo. Le convencerá de que la
    riqueza no está fuera de su alcance, que todavía
    puede usted ser lo que desea ser y que el dinero, la
    fama, el reconocimiento y la felicidad pueden pertenecer a todos
    cuanto se hallan dispuestos y decididos a posesionarse de
    ellos.

    ¿Qué como se yo todas estas cosas? Usted
    es quien debe obtener la respuesta antes de que termine este
    libro. Es posible que la encuentre en el primer capitulo o
    quizás en la ultima página.

    Mientras realizaba esta tarea de 20 años de
    investigación que inicié a
    requerimiento del señor Carnegie, dediqué mi
    atención a cientos de hombres muy conocidos, muchos de los
    cuales admitieron que habían acumulado sus grandes
    fortunas mediante la ayuda del secreto de Carnegie. Entre estos
    hombres figuraban:

    Henry Ford William Wrigley Jr.

    John Wanamaker James J. Hill

    George S. Parker E. M Statler

    Henry L. Doherty Cyrus H. K. Curtis

    George Eastman Charles Schwab

    Harris F. Williams Dr. Frank Gunsaulus

    Daniel Willard King Gillette

    Ralph A. Weeks Juez Daniel T. Wright

    John D. Rockefeller Thomas A. Edison

    Frank A. Vanderlip Thodore Roosevelt

    John W. Davis Elbert Hubbard

    Wilbur Wright William Jennings Bryan

    Dr. Davis Starr Jordan J. Odgen Armour

    Arthur Brisbane Woodrow Wilson

    William Howard Taft Luther Burbank

    Edward W. Bok Frank A. Munsey

    Elbert H. Gary Clarence Darrow

    Dr. Alexander Graham Bell John H. Patterson

    Julius Rosenwald Stuart Austing Wier

    F. W. Woolworth Coronel Robert A. Dollar

    Edward A. Filene Edwin C. Barnes

    Arthur Nash Dr. Frank Crane

    George M. Alexander J. G. Chapline

    Senador J. Randolph

    Estos nombres representan sólo una pequeña
    fracción de los cientos de americanos, bien conocidos,
    cuyas conquistas, tanto financieras como de otro tipos demuestran
    que aquellos que comprenden y aplican el secreto de Carnegie
    logran una gran posición en su vida. No he conocido
    todavía a nadie que deseando utilizar el secreto no haya
    alcanzado un éxito notable en el terreno por el elegido.
    Tampoco he conocido nunca a ninguna persona que se
    haya distinguido en algún terreno o haya acumulado riqueza
    de cierta consideración y que no haya estado en
    posesión del secretos. De estos hechos conocidos, saco la
    conclusión de que el secreto es mas importante, como parte
    del conocimiento
    esencial para la autodeterminación, que cualquier ventaja
    que uno pueda tener mediante lo que popularmente se denomina
    "educación".

    Al fin y al cabo ¿qué es la educación? A esta
    pregunta también se responde con todo detalle.

    El momento del
    cambio en su
    vida

    A medida que valla leyendo estas páginas, el
    secreto a que me refiero saltara de cualquiera de ellas ante
    usted, ¡si es que está dispuesto a recibirlo! Tan
    pronto aparezca lo reconocerá inmediatamente. Si lo recibe
    en el primer capítulo o el último, deténgase
    un momento cuando se presente y haga un brindis, pues ese momento
    marcará el cambio mas
    importante de su vida.

    Recuerde también, a medida que vaya leyendo, que
    el libro se relaciona con hechos concretos y no con la
    ficción y que su propósito es brindar una gran
    verdad universal a quienes están dispuestos aprender lo
    que han de hacer y como hacerlo y cómo hacerlo.
    También experimentarán el necesario estímulo
    para comenzar.

    Y como palabra final para la preparación, antes
    de que comience usted a leer el libro, ¿puedo brindarle
    una breve sugerencia o mas bien digamos "pista" mediante la cual
    se podrá reconocer el secreto del señor Carnegie?
    Es esta: "Todo logro, toda riqueza ganada han tenido sus
    comienzos en una idea". Si usted está preparado para
    acoger el secreto, ya posee usted la mitad; por lo tanto,
    reconocerá la otra mitad en el momento que llegue a su
    mente.

    NAPOLEÓN HILL

    LOS
    PENSAMIENTOS SON COSAS

    La fuerza que
    señala al éxito, es la fuerza de su
    mente.

    COMO obligar a la vida a decir SI en lugar de NO a sus
    planes y ambiciones.

    Ciertamente, "los pensamientos son cosas" y cosas muy
    poderosas cuando están mezclados con firmeza de
    propósito, perseverancia y un ardiente deseo de traducir
    todo aquello en riqueza u otros objetos materiales.

    Hace algunos años, Edwin C. Barnes
    descubrió cuán cierto es que los hombres "meditan y
    se hacen ricos". Su descubrimiento no se produjo repentinamente.
    Llegó poco a poco, comenzando con un ardiente deseo de
    llegar a ser socio del gran Edison.

    Una de las principales características del deseo de Barnes era la
    "determinación". Quería trabajar con Edison, y no
    "para el". Observe usted cuidadosamente como convirtió en
    realidad sus deseos y comprenderá mucho mejor los
    principio que conducen a la riqueza.

    Cuando este deseo o impulso de pensamiento
    estalló por primera vez en la mente de Barnes, no se
    encontraba en posición de actuar directamente.
    Había dos dificultades para ello. La primera, era que no
    conocía a Edison, y la segunda, que carecía de
    dinero para costearse un billete de ferrocarril hasta East
    Orange, Nueva Jersey.

    Estas dificultades eran suficientemente fuertes como
    para desanimar a la mayoría de los hombres a llevar a la
    práctica su deseo. ¡Pero sucedía que el de
    Barnes no era un deseo ordinario!

    Edison le miró…

    Se presentó personalmente en el laboratorio de
    Edison y anuncio lisa y llanamente que se había presentado
    allí para tomar parte de los negocios del
    inventor. Al hablar, años mas tarde, del primer encuentro
    entre Barnes y Edison, este último dijo:

    "se hallaba en pie ante mí y tenía todo el
    aspecto de un vagabundo corriente, <<pero había algo
    en la expresión de su rostro que daba la impresión
    de que estaba firmemente decidido a conseguir lo que
    buscaba>>. En mis relaciones con los hombres, a
    través de años de experiencia, yo había
    aprendido que una persona cuando
    realmente desea una cosa tan profundamente que está
    dispuesta a apostar todo su futuro contra una simple vuelta de la
    rueda para alcanzarla, es seguro que es
    persona siempre gana. Le concedí la oportunidad que
    buscaba <<porque vi que estaba decidido a resistir hasta
    alcanzar el éxito>>."

    Los acontecimientos posteriores demostraron que no se
    había cometido ninguna equivocación.

    El aspecto del joven no pudo haber sido el que le dio la
    oportunidad de trabajar en el despacho de Edison, ya que tal
    aspecto estaba en contra de él totalmente. En realidad fue
    lo que "meditaba".

    Barnes no fue socio de Edison, naturalmente, desde un
    principio. Consiguió entrar en las oficinas del inventor
    ganando un salario
    normal.

    Transcurrieron los meses. Aparentemente nada importante
    sucedía para que Barnes se acercara a su ambicionado
    objetivo, al
    deseo que albergaba su mente como "propósito importante
    y definitivo
    ". Pero si estaba sucediendo algo importante en
    la mente de Barnes. Y la cosa era sencilla… Se intensificaba
    constantemente su deseo de llegar a ser socio de
    Edison.

    Los psicólogos han dicho correctamente que
    "cuando uno está dispuesto a hacer una cosa, se nota hasta
    en su aspecto físico". Barnes estaba dispuesto a ser un
    asociado de Edison; además, estaba decidido a mantener su
    idea hasta que lograse lo que buscaba.

    No se dijo a si mismo: "Bueno, ¿y para que?
    Supongo que algún día cambiaré de idea y me
    conformaré con un buen empleo de
    vendedor"; sino que se dijo: "Vine aquí para ser socio
    industrial de Edison y llegaré a serlo. Aunque me muera en
    el empeño". ¡Lo deseaba con tal fuerza! ¡Cuan
    diferentes serían las historias que nos relatarían
    los hombres si adoptaran propósitos firmes y se
    ciñesen a tales propósitos hasta que llegara a
    convertirse en una obsesión!

    Es posible que el joven Barnes no lo supiera entonces,
    pero su testaruda determinación y su persistencia en
    ceñirse así a un solo deseo eran factores que
    estaban destinados a barrer toda oposición y concederle la
    oportunidad que estaba buscando.

    La oportunidad llegó por la puerta
    trasera

    Cuando llegó la oportunidad, apareció en
    formas y en dirección diferentes a las que esperaba
    Barnes. Ese es precisamente uno de los trucos de la oportunidad.
    Tiene el hábito socarrón de deslizarse por la
    puerta trasera y a menudo llega disfrazada en forma de desgracia
    o derrota temporal. Quizás esta sea la razón por la
    cual muchísimas personas fracasan en
    reconocerla.

    El señor Edison acababa de perfeccionar un nuevo
    dispositivo para oficinas conocido en aquella época bajo
    el nombre de Máquina Dictadora Edison. Sus vendedores no
    estaban muy entusiasmado con la nueva máquina. No
    creían que se pudiera vender sin realizar grandes
    esfuerzos.

    Barnes sabía que podía vender la
    Máquina Dictadora Edison. Se lo sugirió al propio
    Edison y pronto tuvo su oportunidad. Vendió la
    máquina. En realidad, la vendió con tanto
    éxito, que Edison le firmó un contrato para
    distribuirla por toda la nación.
    Aparte de esta asociación comercial, Barnes se hizo rico,
    también logró algo infinitamente mas grande.
    Demostró que uno puede realmente "meditar y hacerse
    rico".

    Carezco de datos para poder
    asegurar lo que produjo aquél deseo original de Barnes.
    Quizás le proporcionaría dos o tres millones de
    dólares, pero la cantidad, sea cual fuere, llega a ser
    insignificante cuando se compara con el valor que
    Barnes adquirió en la forma de un conocimiento definitivo
    de que "un intangible impulso del pensamiento
    puede traducirse en recompensas materiales"
    mediante la aplicación de principios
    conocidos.

    Barnes literalmente "pensó" en sí mismo
    como socio de Edison, pensó en sí mismo como
    poseedor de una enorme fortuna. No tenía nada para
    empezar, excepto la capacidad de saber lo que quería y la
    determinación de ceñirse a su deseo hasta
    conseguirlo.

    El hombre que abandonó demasiado
    pronto

    Una de las causas más comunes del fracaso es el
    hábito de "abandonar" cuando uno es derrotado
    temporalmente. Creo que todas las personas son culpables de esto
    en uno u otro momento de su vida.

    Un tío de R.U. Darby se sintió envenenado
    por la "fiebre del oro" en la época en que se había
    extendido por toda la nación esa "epidemia".

    Y así partió para el oeste simplemente con
    objeto de cavar y hacerse rico. Nunca había oído el
    dicho: "Se ha extraído mucho mas oro de los pensamientos
    de los hombres que de la tierra".
    Registró una parcela de tierra y
    comenzó a trabajar con pico y pala.

    Tras semanas de dura labor fue recompensado con el
    descubrimiento del brillante mineral. Necesitaba maquinaria para
    llevar el mineral a la superficie. Con toda calma, volvió
    a cubrir la mina, regresó a Williamsburg, Maryland, y
    comunicó a parientes y amigos el descubrimiento que
    había realizado. Entre todos reunieron dinero para
    adquirir la maquinaria que se necesitaba e inmediatamente la
    enviaron por vía marítima. Darby y su tío
    volvieron a la mina para trabajar en ella.

    La primera vagoneta de mineral se extrajo por fin y se
    mandó a un fundidor. ¡Inmediatamente quedó
    demostrado que poseían una de las minas más ricas
    de Colorado! Unas cuantas vagonetas más aclararían
    las dudas. Luego llegarían los grandes
    beneficios.

    Los taladros descendieron y las esperanzas de Darby y su
    tío subieron. Entonces sucedió algo. ¡La veta
    de oro había desaparecido! Habían llegado al final
    del arco iris y el oro ya no estaba allí. Continuaron
    trabajando desesperadamente intentando encontrar de nuevo la veta
    de oro…, pero sin el menor éxito.

    Finalmente, decidieron abandonar la
    empresa.

    Vendieron la maquinaria a un chatarrero por unos cientos
    de dólares y tomaron el tren de regreso a casa. El hombre que
    acababa de adquirir toda la maquinaria llamó a un
    ingeniero de minas para que estudiara aquella mina ya abandonada
    y realizara unos cálculos. El ingeniero informó de
    que el proyecto
    había fracasado porque sus propietarios no estaban
    familiarizados con las "fallas geológicas". Sus
    cálculos demostraban que la veta de oro tenía que
    encontrarse justamente a una distancia de tres pies de donde los
    Darby habían detenido su labor. ¡Y allí fue
    exactamente donde se volvió a encontrar la
    veta!

    El hombre
    ganó millones de dólares con aquella mina porque
    tuvo la prudencia de solicitar consejo a un experto antes de
    abandonar la partida.

    Éxito dando un paso más allá de
    la derrota

    Bastante tiempo después desde que el señor
    Darby se recuperase de sus pérdidas muchas veces, fue
    cuando hizo el descubrimiento de que el deseo puede transformarse
    en oro. El descubrimiento llegó cuando se dedicó a
    vender pólizas de seguros de
    vida.

    Recordando que había pedido una fortuna por
    haberse detenido a tres pies de distancia del oro, Darby
    aprovechó la experiencia en su nuevo trabajo
    diciéndose a sí mismo: "Me detuve a tres pies del
    oro, pero jamás me detendré cuando los hombres
    cuando los hombres digan que no ante la venta de una
    póliza"..

    Darby se convirtió muy pronto en uno de los pocos
    hombres que vendían mas de un millón de
    dólares en pólizas de seguros
    anualmente. Debía su "testarudez" a la lección que
    había aprendido con su "debilidad" en el negocio
    minero.

    Antes de que el éxito llegue en la vida de un
    hombre, es seguro que ha de encontrarse con muchas derrotas
    temporales y quizás hasta con algún buen fracaso de
    importancia. Cuando la derrota abruma a un hombre, la actitud
    más lógica
    y más fácil es abandonar. Y eso exactamente es lo
    que hacen l mayoría de los hombres.

    Mas de quinientos hombres de los de más
    éxito de Norteamérica han declarado al autor de
    este libro que su mayor éxito lo obtuvieron siempre al dar
    un paso mas allá del punto de la derrota. El fracaso es un
    bromista que posee un agudo sentido de la ironía. Le
    divierte colocar zancadillas cuando uno está a punto de
    alcanzar el éxito.

    La niña que dominó a un
    hombre

    Poco después de que el señor Darby se
    hubiese licenciado en el "Colegio de Golpes Duros"· y
    decidiera beneficiarse con la experiencia lograda en el negocio
    minero, tuvo la buena suerte de estar presente en una
    ocasión que le demostró que el "no", no
    significaría necesariamente no.

    Una tarde estaba ayudando a su tío a moler trigo
    en un viejo molino. El tío era dueño de una granja
    grande en la que vivían cierto número de obreros
    agrícolas de color. La puerta
    se abrió suavemente y entró una niña negra,
    hija de un arrendatario. La pequeña atravesó el
    umbral de la puerta y luego permaneció
    inmóvil.

    El tío alzó la cabeza, vio a la
    niña y le habló, un tanto rudamente:

    -¿Qué es lo que quieres?
    -preguntó.

    Tímidamente, la niña
    respondió:

    • Mi mamá dice que me de usted cincuenta
      centavos.
    • Nada de eso – replicó el tío
      –. Y ahora vete a casa.

    Pero no se movió de su sitio.

    El tío continuó en su trabajo, tan
    entretenido, que no prestó mucha atención a la
    pequeña, que aún no se había ido. Cuando
    volvió a alzar la cabeza y la vio allí, le
    grito:

    • ¡Te dije que te fueras a casa! Ahora, vete… o
      te daré unos azotes.

    La niña replicó:

    • Si, señor.

    Pero no hizo el menor movimiento
    para marcharse. El tío dejo caer al suelo un saco de
    grano que estaba a punto de verter en el tolva, asió una
    duela de barril y se acercó amenazadoramente a la
    niña, con una expresión en el rostro que denotaba
    su mal humor.

    Darby contuvo la respiración. Estaba seguro de que iba ser
    testigo de una brutalidad porque sabía que su tío
    tenía un temperamento excesivamente fogoso.

    Cuando llegó donde se hallaba la pequeña,
    ésta avanzó rápidamente un paso, le
    miró a los ojos y chilló con todas sus
    fuerzas:

    • ¡Mamá ha de tener esos cincuentas
      centavos!

    Se detuvo, miró a la niña durante un
    minuto y lentamente dejó la duela en el suelo, introdujo
    una mano en el bolsillo y extrajo medio dólar que
    entregó a la niña.

    La pequeña cogió el dinero y
    lentamente retrocedió hasta la puerta sin apartar los ojos
    del hombre que acababa de conquistar, de vencer. Una vez que la
    niña se fue, el tío se sentó sobre un
    cajón y por una ventana miró a la lejanía
    durante mas de diez minutos, silenciosamente. Estaba
    terriblemente asombrado del vapuleo que acababa de
    recibir.

    El señor Darby también estaba
    reflexionando. Era la primera vez en su vida que había
    visto a una niña de color dominar
    deliberadamente dominar a una persona adulta y blanca.
    ¿Cómo lo había hecho? ¿Qué es
    lo que le había ocurrido a su tío para que perdiese
    de repente su normal fiereza y se convirtiera en un manso
    cordero? ¿Qué extraño poder emanaba de
    aquella niña para adueñarse de la situación?
    Estas y muchas mas preguntas pasaron por la mente de Darby, pero
    no encontró la respuesta años más tarde
    cuando relató el hecho.

    Y cosa curiosa, la historia de esta experiencia poco
    corriente fue referida al autor de este libro en aquel viejo
    molino, el mismo lugar donde el tío recibiera su
    vapuleo.

    El "sí" detrás del "no"

    Mientras estábamos en aquel viejo y ya oxidado
    molino, el señor Darby repitió la historia de
    aquella conquista tan poco usual y terminó
    preguntando:

    • ¿Qué deduce usted de eso?. ¿Que
      extraño poder empleó aquella pequeña para
      vapulear a mi tío en forma tan completa?.

    La respuesta a esta pregunta se hallaba en los principios que se
    exponen en este libro. La respuesta es total y completa. Contiene
    detalles e instrucciones suficiente para que cualquiera comprenda
    y utilice la misma fuerza a que recurrió aquella
    niña.

    Manténgase usted alerta y observará cuan
    fue exactamente la fuerza que acudió en ayuda de la
    niña. En el próximo capítulo lo verá.
    En algún lugar de este libro hallará usted una idea
    que estimulará sus cualidades receptivas y pondrá a
    su disposición y para su servicio
    idéntica e irresistible fuerza. Puede que usted repare en
    ésta en el primer capítulo o en cualquier otro.
    Puede llegar hasta usted en forma de una sencilla idea. O es
    posible que aparezca como un plan o un propósito. Y,
    ¡como no!, es muy posible, asimismo, que le haga recordar
    sus pasadas experiencias de fracaso y aflore a la superficie
    alguna lección a través de la cual pueda recuperar
    todo aquello que perdió en la derrota.

    Al acabar de describir al señor Darby la
    energía desplegada por la negrita, me hizo un relato
    completo de sus treinta años de experiencia como agente de
    seguros y con toda la seguridad
    reconoció que su éxito en tal campo de trabajo se
    debía, en gran parte, a la lección que había
    recibido de aquella niña.

    El señor Darby dijo:

    –Cada vez que un presunto cliente trataba
    de despedirme sin comprarme, me acordaba de aquella
    pequeña con sus ojos brillantes por el desafío y me
    decía a mi mismo: "Tengo que vender ésta
    póliza".y le aseguro a usted que el tanto por ciento
    más brillante de ventas que he
    hecho en estos años ha sido precisamente cuando los
    clientes han
    dicho que no.

    Recordaba también su equivocación, cuando
    abandonó la empresa a tres
    pies de distancia del oro.

    Pero aquella experiencia
    –añadió– fue una autentica
    bendición para mí. Siempre creí que el
    dicho: "No hay mal que por bien no venga", era algo muy
    autentico. Aquella experiencia me enseñó a insistir
    en persistir, aunque esto resulte una redundancia (y
    perdónenme), sin importar cuan dura fuese la empresa o el
    deseo, y era una lección que sin duda yo necesitaba
    aprender antes de que pudiera tener éxito en
    algo.

    Las experiencias del señor Darby eran sencillas y
    hasta más que sobadas; empero, era la respuesta a su
    destino en la vida; por lo tanto, eran importantes para
    él, tanto como la propia vida. Aprovechó estas dos
    dramáticas experiencias porque "las analizó" y
    vió que le brindaban una buena lección que
    aprender. Pero, ¿y el hombre que no tiene tiempo ni
    inclinación a analizar los fracasos para buscar
    conocimientos que le lleven al éxito? ¿Cómo
    y donde ha de aprender el arte de convertir
    la derrota en escalones que le enfrenten a la
    oportunidad?.

    Este libro se escribió para responder a esas
    preguntas.

    Con una profunda idea usted puede lograr el
    éxito

    La respuesta exige una descripción de trece principios, pero
    recuerde al leer, que la respuesta que usted pueda estar buscando
    a tales preguntas formuladas sobre la extrañeza de la vida
    puede hallarse "en su propia mente", a través de alguna
    idea, plan o propósito que pueda surgir en su cerebro al leer
    éste libro.

    Una buena idea, una idea que tenga profundidad, es todo
    cuanto uno necesita para alcanzar el éxito. Los principios
    que se describen en este libro contienen las formas y medios de
    crear ideas útiles.

    Antes de seguir adelante en nuestra aproximación
    a la descripción de tales principios, creemos
    que tiene usted absoluto derecho a que se le haga esta importante
    sugerencia:

    "Cuando las riquezas comienzan a llegar lo hacen tan
    rápidamente, con tal abundancia, que uno se pregunta donde
    han estado oculta
    durante los últimos años."

    Esta es, sin duda, una declaración asombrosa,
    mucho más cuando recordamos la creencia popular que
    asegura que las riquezas van a parar solamente a las manos de
    aquellos que trabajan dura y largamente.

    Cuando usted comience a meditar y hacerse rico,
    observará que la riqueza empieza por un estado mental en
    el que prevalece la determinación de propósito, con
    muy poco trabajo o ninguno. Usted y todas las demás
    personas deben interesarse por saber cómo adquirir ese
    estado mental que atrae las riquezas. He pasado veinte
    años investigando esto porque deseaba saber "cómo
    lo hombres ricos llegan a tal estado mental".

    Observe usted atentamente. Tan pronto como domine los
    principios de esta filosofía y comience seguir las
    instrucciones para aplicar aquellos principios, su estado
    financiero comenzará

    a mejorar y todo cuanto toque se transformará en
    valores que
    redundará en su propio beneficio. ¿Imposible?
    ¡Nada de eso!

    Una de las debilidades de la humanidad es la normal
    familiaridad del hombre con la palabra "imposible". El hombre
    conoce todas las reglas que no surtirán efecto. Conoce
    todas la cosas que no se pueden hacer. Este libro ha sido escrito
    para aquellos que buscan las reglas que han conducido al
    éxito a otros, y que están dispuesto a "apostarlo
    todo" a esas reglas.

    El éxito lo obtienen aquellos que están
    seguros de él.

    El fracaso abruma a aquellos que indiferentemente
    admiten dejarse aplastar por el desfallecimiento.

    Otra debilidad normal en mucha gentes es el
    hábito de medir todas las cosas y a todo el mundo por "sus
    propias" impresiones y creencias. Algunas personas que lean esto
    creerán que no pueden meditar y hacerse ricos porque sus
    hábitos de pensamientos se han iniciado en la pobreza,
    deseos, fracasos y derrotas.

    Estas desgraciadas personas me recuerdan a un prominente
    chino que llegó a América
    para instruirse de acuerdo con las normas
    americanas. Muy pronto ingresó en la Universidad de
    Chicago. Un día, el presidente Harper encontró al
    citado joven oriental en los terrenos de juegos de la
    Universidad, se detuvo a charlar con él durante unos
    minutos y luego le preguntó qué era lo que
    más le había impresionado como característica más notable del
    pueblo americano.

    -Bien -replicó el estudiante-. La rara
    inclinación de sus ojos. ¡Sus ojos están
    desnivelados!

    ¿Qué decimos nosotros acerca de los
    chinos?

    Nos negamos a creer aquello que no comprendemos.
    Estúpidamente creemos que nuestras propias limitaciones
    son la adecuada medida de la limitación. Seguro, los ojos
    de los orientales son sesgados, oblicuos, porque no son iguales a
    los nuestros.

    Lo quiero y lo conseguiré

    Cuando Henrry Ford decidió fabricar su famoso
    motor V-8,
    optó por construir un dispositivo en el que fuesen
    fundidos los ocho cilindros en un bloque, y así dio
    instrucciones a sus ingenieros para que diseñaran tal
    motor. Y
    efectivamente, se realizaron los planos…, sobre el papel, claro
    está, pero los ingenieros convinieron al unísono en
    que era completamente "imposible" fundir en una sola pieza un
    bloque con ocho cilindros.

    Ford dijo:

    -De todas formas, fabríquenlo.

    -¡Pero si es imposible! –replicaron
    ellos.

    -Adelante –ordenó Ford-. Y
    dedíquense a esa labor hasta que logren el éxito;
    sin importarles el tiempo que puedan tardar.

    Los ingenieros siguieron adelante. No les quedaba mas
    remedio que hacerlo así si deseaban seguir perteneciendo a
    la "Ford". Transcurrieron seis meses y nada sucedió.
    Pasaron otros seis y la cosa seguía igual. Los ingenieros
    probaron todo plan posible para ejecutar los órdenes de
    Ford, pero no hacían mas que tropezar con la palabra
    "¡Imposible"!.

    Al final de aquel año, Ford se reunió con
    todos sus ingenieros y nuevamente le informaron que no
    había forma, humanamente posible, de llevar a cabo sus
    deseos.

    -Aún así –replicó Ford-, les
    ruego que prosigan con sus esfuerzos. Quiero ese bloque y lo
    conseguiré.

    Le obedecieron, y entonces, como respondiendo a un golpe
    de varita mágica, se descubrió el
    secreto.

    ¡La fuerte determinación de Ford
    había vencido una vez más!

    Puede que la historia que antecede no se describa
    aquí con absoluta exactitud en cuanto se refiere al
    tiempo, pero si es correcta su suma y sustancia. Usted que desea
    meditar y hacerse rico, deduzca de ella el secreto de los
    millones de Ford, si puede, naturalmente hacerlo. No
    tendrá que buscar mucho, ni tampoco ir muy lejos para
    hacerlo así.

    Hery Ford fue un hombre de éxito porque
    comprendió y "aplicó" los principios del mismo: Uno
    de estos es el deseo, saber lo que uno quiere. Recuerde usted
    esta historia de Ford a medida que vaya leyendo y escoja las
    líneas en las que sea ha descrito el secreto de sus
    maravillosos éxitos. Si puede usted hacer esto, si es
    capaz de colocar su dedo índice sobre el particular
    grupo de
    principios que hicieron rico a Ford, podrá igualar los
    logros de aquél hombre en todo campo para el que
    esté particularmente dotado.

    Un poeta vio la verdad

    Cuando Henley escribió las proféticas
    líneas: "soy el dueño de mi destino y el
    capitán de mi alma", debía habernos informado que
    todos somos dueños de nuestros destinos y capitanes de
    nuestras almas "porque" tenemos el poder de dominar nuestros
    pensamientos.

    Debió habernos dicho que nuestros cerebros se
    magnetiza con los pensamientos dominantes que sostenemos en la
    mente y que este magnetismo atrae
    a las fuerzas, a la gente, y a as circunstancias de la vida que
    armonizan con la naturaleza de
    nuestros pensamientos "dominantes".

    Debió habernos dicho también que antes de
    acumular riquezas en gran abundancia, debemos magnetizar a
    nuestras mentes con un intenso deseo hacia las riquezas, que
    debemos llegar a ser "consciente monetariamente" hasta que ese
    deseo por el dinero nos impulse a establecer planes definidos
    para adquirirlo.

    Pero al ser poeta y no filósofo Henley se
    contentó con establecer una gran verdad en forma
    poética, dejando a sus seguidores que interpretasen el
    significado filosófico de sus líneas.

    Poco a poco, la verdad ha ido apareciendo por sí
    sola hasta que se evidenciado que los principios descritos en
    este libro guardan el secreto del dominio sobre
    nuestro destino económico.

    Un joven ve su destino

    Ahora ya estamos preparados para examinar el primero de
    estos principios. Es necesario mantener el espíritu
    receptivo y recordar, a medida que se va leyendo, que no son
    invención de ningún hombre. Los principios han dado
    excelentes resultados a muchos hombres. Usted también
    puede utilizarlos en su propio beneficio.

    Y descubrirá que es cosa fácil hacerlo
    así.

    Hace algunos años pronuncié el discurso de
    comienzo de curso en el en el Salem College, Salem de West
    Virginia. Destaqué el principio que se describe en el
    siguiente capítulo y lo hice con tanta intensidad que uno
    de los miembros de la clase se lo apropió definitivamente
    e hizo de él parte de su filosofía personal. El
    joven llegó a ser miembro del congreso y factor importante
    en la
    Administración de Franklin D. Roosevelt. Me
    escribió una carta que
    estatuía claramente su opinión sobre el principio
    del siguiente capítulo, que decidí publicar la
    misiva como introducción a tal capítulo. Le
    dará a usted una idea de la recompensa que puede
    esperar:

    "Mi querido Napoleón:

    "Mis servicios
    como miembro del Congreso me han proporcionado cierta
    perspicacia y comprensión de los problemas de
    hombres y mujeres, y así escribo estas líneas
    para brindar una sugerencia que espero pueda servir de ayuda a
    miles de meritorias personas.

    "En el año de 1922 usted pronunció un
    discurso de
    comienzo de curso en el Salem College, cuando yo era miembro de
    una clase. En aquél discurso fijó usted en mi
    mente una idea que ha sido responsable de la oportunidad que
    ahora disfruto de servir a los habitantes de mi país, y
    que asimismo será responsable de todo éxito que
    yo pueda alcanzar en mi carrera.

    "Recuerdo como si aun fuese ayer la maravillosa
    descripción que usted hizo del método
    empleado por Henry Ford poseyendo en aquél entonces muy
    poca cultura, sin
    un dólar, sin amigos influyentes, y sin embargo,
    elevándose en muy poco tiempo a gran altura. En tal
    ocasión me decidí yo, me decidí incluso
    antes de que usted terminara su discurso, decidí que
    algún día llegaría a ocupar un cargo de
    importancia fuesen cuales fueren las dificultades que tuviera
    que vencer.

    "Miles de jóvenes terminarán sus
    estudios en esto años y dentro de los próximos
    años. Cada uno de ellos debe buscar el mensaje de
    estímulo práctico que yo recibí de usted.
    Querrán saber hacia donde caminar, qué hacer,
    cómo empezar a vivir. Usted puede decírselo
    porque usted ha resuelto o ayuda a resolver los problemas de
    infinidad de personas.

    "Hay miles de personas en América hoy día a quienes les
    gustaría saber como convertir sus ideas en dinero, y son
    personas que deben comenzar arañando el camino, sin
    financiación alguna y sin apoyo de ninguna clase. Si hay
    alguien que puede ayudarlos, ese alguien es usted.

    "Si publica usted el libro, me gustaría poseer
    el primer ejemplar que salga de imprenta personalmente
    autografiado por usted.

    "Con mis mejores deseos, sinceramente suyo:

    "Jennings Randolph."

    Treinta y cinco años después de haber
    pronunciado yo aquél discurso, constituyó un gran
    placer para mí volver al Salem College en el año
    1957 a fin de pronunciar otro en la apertura de curso de
    bachillerato. En aquellos días recibí el grado
    honorario de doctor en Literatura del Salem
    College.

    Desde el año de 1922 siempre observé
    cómo Jennings Randolph iba ascendiendo a los primeros
    puestos ejecutivos de la nación, como gran orador y
    magnífico senador de Estados Unidos de
    West Virginia.

    PUNTOS IMPORTANTES QUE RECORDAR

    Al igual que Edwin Barnes, cualquier hombre puede ir mal
    vestido y sin llevar un solo centavo en el bolsillo, y aun
    así sus ardientes deseos pueden proporcionarles la
    oportunidad de su vida.

    Cuanto más trabaje usted en la verdadera dirección más cerca se
    hallará del éxito. Demasiados hombres abandonan
    cuando están a punto de alcanzar su meta. Y la dejan para
    que otros la consigan.

    El <<propósito>> es la piedra de
    toque de cualquier logro, ya sea grande o pequeño. Un
    hombre fuerte puede resultar derrotado por una niña que
    tenga un propósito en su mente. Dirija usted bien sus
    hábitos de pensamiento hacia el significado de su labor y
    muy a menudo podrá lograr lo que parece
    imposible.

    Al igual que Henry Ford, usted puede trasmitir su propia
    fe y perseverancia a otros y hacer que se haga bien los
    <<imposible>>.

    <<Cualquier cosa>> que pueda concebir y
    creer la mente humana, podrá conseguirse.

    PASO
    PRIMERO HACIA LA RIQUEZA: DESEO

    Los sueños se convierten en realidad cuando el
    deseo los transforma en acción concreta. Pida a la vida
    grandes dones y anime a la vida a que se los entregue a
    usted.

    Cuando Edwin C. Barnes se apeó del tren de
    mercancías en East Orange, N. J., hace más de
    cincuenta años, acaso tendría todo el aspecto de un
    vagabundo, ¡pero sus pensamientos eran los de un
    rey!.

    Cuando emprendió el camino desde las vías
    del ferrocarril hasta las oficinas de Thomas A. Edison, su mente
    trabajaba febrilmente. Se veía a si mismo "en presencia de
    Edison". Se escuchaba a si mismo pidiendo una oportunidad al
    señor Edison para trocar en realidad la obsesión de
    su vida, el ardiente deseo de llegar a ser socio industrial del
    gran inventor. ¡El deseo de Barnes no era una simple
    "esperanza"! era un deseo fuerte, maduro, persistentes que
    avasallaba todo lo demás. Era algo muy definido y
    definitivo.

    Pocos años después, Edwin C. Barnes se
    hallaba de nuevo en presencia de Edison y en el mismo despacho
    donde pro primera vez le conoció. Esta vez su deseo se
    hallaba convertido en una realidad tangible. "Era socio
    industrial" de Edison. El sueño dominante de su vida era
    ya un hecho concreto.

    Barnes tuvo éxito porque eligió una meta
    definida, determinada, precisa, y dedicó todas sus
    energías, toda su fuerza de voluntad y todo su esfuerzo a
    alcanzar aquella meta.

    No existe ruta de retirada

    Transcurrieron cinco años antes de que se
    presentara la oportunidad que esperaba. Para todo el mundo,
    excepto para sí mismo, parecía ser otro diente mas
    en el engranaje industrial de Edison, pero en su propia mente era
    socio de Edison cada minuto que pasaba y que había
    transcurrido desde el día en que comenzó a trabajar
    allí.

    Este es un ejemplo notabilísimo de lo que puede
    el deseo. Barnes llegó a la meta porque
    deseaba ser un asociado industrial de Edison mucho mas que
    cualquier otra cosa. Creó un plan mediante el cual pudiese
    llegar a su objetivo. Pero
    quemó todos los puentes que quedaban detrás de
    él. Se ciñó a su deseo hasta que este
    llegó a convertirse en una verdadera obsesión, en
    el objetivo principalísimo de su vida y, finalmente, en un
    hecho concreto.

    Cuando fue a East Orange no se dijo a si mismo:
    "Intentaré que Edison me conceda un empleo
    cualquiera", sino que se dijo: "Veré a Edison y le
    haré saber que he venido a ser socio suyo".

    Barnes no dijo: "Mantendré los ojos bien abiertos
    par aprovechar cualquier otra oportunidad en el caso que me falle
    lo que deseo en la organización de Edison". Por el contrario,
    Barnes dijo: "Sólo hay una cosa en el mundo que he
    decidido conseguir y es ser socio industrial de Thomas A. Edison.
    Quemaré todos los puentes que quedan a mi espalda y
    apostaré todo mi futuro por lograr lo que tanto
    anhelo".

    "No se dejó a si mismo un posible camino de
    retirada. ¡Tenía que ganar o perecer!"

    ¡Y esta es la historia del éxito de
    Barnes!.

    Quemó sus naves

    Hace mucho tiempo un gran guerrero se enfrentó a
    una situación que hizo necesario tomase una
    decisión para asegurar el éxito en el campo de
    batalla. Estaba a punto de enviar a sus ejércitos contra
    un poderoso enemigo cuyas fuerzas eran muy superiores a las
    suyas. Embarcó en naves a sus soldados y navegó
    hasta las costas del país enemigo, donde desembarcaron
    tropas y equipo. Luego dio la orden de que se quemaran las naves
    que les había conducido hasta allí. Y
    dirigiéndose a sus hombres, poco antes de la primera
    batalla, les dijo:

    –En este momento estáis viendo como arden
    nuestras naves. Eso significa que no podremos abandonar estas
    costas vivos, a menos que venzamos. Ahora no tenemos
    elección. . . ¡A vencer o morir!.

    Y vencieron.

    Cada persona que vence en una empresa debe
    ansiar quemar sus naves y cortar todos los caminos de retirada.
    Sólo haciéndolo así puede uno mantener ese
    estado mental conocido como ardiente deseo de vencer, factor
    esencial para todo éxito.

    La mañana que siguió al gran incendio de
    Chicago, un grupo de
    comerciantes se hallaba en State Street contemplando las
    humeantes ruinas de lo que antes fueran sus almacenes. Se
    reunieron en conferencia, y en
    el mismo lugar de los sucesos, para decidir si
    reconstruirían o abandonarían Chicago
    definitivamente a fin de iniciar sus negocios en otro sitio mas
    prometedor del país. Llegaron todos a una decisión
    menos uno. . . Abandonar Chicago.

    El comerciante que decidió quedarse y reconstruir
    señaló con un dedo los restos de su almacén y
    dijo:

    –Caballeros, en este mismo lugar construiré
    el almacén
    mas grande del mundo y siempre lo haré aun cuando se
    quemara muchas veces.

    Esto sucedió hace casi un siglo. Se
    construyó el almacén; y allí está
    todavía, como monumento a la fuerza mental de aquél
    hombre, a esa fuerza mental conocida como "ardiente
    deseo".

    La cosa mas fácil para Marshall Field
    debía haber sido la que hicieron sus demás colegas.
    Cuando las cosas se pudieron feas y el futuro parecía
    negro, los demás frenaron y partieron hacia donde las
    cosas les resultaran mas fáciles.

    Fíjese bien en la diferencia que hubo entre
    Marshall Field y los otros comerciantes, porque es la misma
    diferencia que distinguen prácticamente a los que tienen
    éxito en la vida, de los que fracasan.

    Todo ser humano que alcanza la edad de la
    comprensión en cuanto se refiere al propósito del
    dinero, anhela éste. Pero el anhelo no trae las riquezas.
    Solamente la conseguirán cuando a ese deseo se le
    dé forma concreta hasta que se convierta en
    obsesión y se tracen planes y medios
    definidos para adquirir tales riquezas, y se actúe con
    persistencia, con una persistencia "que no reconozca el
    fracaso".

    Seis pasos que convierten en oro los
    deseos

    El método mediante el cual el "deseo" de riquezas
    puede traducirse a su equivalente financiero consiste en llevar a
    cabo los siguientes seis pasos, definidos y
    prácticos:

    1. Fije en su mente la cantidad exacta de dinero que
      desea. No es suficiente decir: "Quiero mucho dinero". Sea
      exacto en cuanto se refiere a la cantidad. (Hay una
      razón psicológica respecto a esta exactitud, que
      se describirá en otro capítulo).
    2. Determine exactamente lo que está dispuesto a
      "dar" a cambio del deseo que desea. (No existe tal cosa como
      "algo por nada").
    3. Establezca una fecha definitiva en la que intenta
      poseer el dinero que desea.
    4. Forme un plan bien definido para realizar sus deseos
      y comience "en seguida", esté preparado o no, a poner en
      práctica su plan.
    5. Escriba una declaración clara y concisa sobre
      la cantidad de dinero que piensa usted tener, estatuya lo que
      trata de dar a cambio por ese dinero y describa claramente el
      plan mediante el cual lo acumulará.
    6. Lea su declaración escrita en voz alta dos
      veces, al día, una antes de acostarse por la noche y
      otra después de levantarse por la mañana. La
      mismo tiempo que lee. . ., Vea, sienta y crea que ya
      está en posesión de ese dinero.

    Es importante que siga usted las instrucciones descritas
    en esos seis pasos. Es especialmente importante que observe y
    siga las instrucciones del párrafo
    sexto. Puede que usted alegue que es "imposible" verse a si mismo
    en posesión de tal cantidad de dinero antes de poseerlo.
    Aquí es donde el "deseo ardiente" ha de acudir en su
    ayuda. Si realmente desea dinero con tanta fuerza que su deseo
    constituye una obsesión, no tendrá dificultad en
    convencerse a si mismo de que lo obtendrá.

    Principios que valen cien millones de
    dólares

    A los no iniciados que no han sido formados en los
    principios de trabajo de la mente humana, es posible que estas
    instrucciones se le antojen poco prácticas. Así,
    pues, quizás sirva de ayuda a todos los que dejan de
    reconocer la fuerza y verdad de los seis pasos, saber que esta
    información que ahora reciben fue
    facilitada por Andrew Carnegie, quién comenzó como
    peón en unos hornos de acero, pero se
    las arregló, a pesar de sus humildes comienzos, para hacer
    que estos principios les proporcionasen una fortuna superior a
    los cien millones de dólares.

    También es probable que les sirva de ayuda el
    hecho de que estos seis pasos fueron cuidadosamente estudiados
    por el fallecido Tomas A. Edison, quien les dio su visto bueno no
    sólo por ser esenciales para la acumulación de
    dinero, sino por que son la base del alcance de toda
    conquista.

    Estos pasos no precisan de "trabajo duro". No exigen
    ningún sacrificio. No requieren que uno aparezca
    ridículo o crédulo. Para aplicarlos tampoco se
    precisa una gran cultura. Mas
    para que estos pasos tengan éxito en su aplicación,
    si que se necesita suficiente "imaginación", una
    imaginación que de lugar a ver y a comprender que la
    acumulación de dinero no puede dejarse al azar, a la
    casualidad. Es preciso darse cuenta de que todos aquellos que han
    acumulado grandes fortunas, soñaron primero con ellas,
    albergaron esperanzas, las desearon fuertemente e hicieron
    proyectos
    "antes" de poseer realmente el dinero.

    Y ahora mismo antes de seguir adelante, es conveniente
    que sepa que nunca podrá tener riquezas en gran cantidad
    "a menos que" en usted nazca y se desarrolle un deseo ardiente
    hacia el dinero y que en realidad "crea" que lo llegará a
    poseer.

    Los grandes sueños pueden convertirse en
    riquezas

    Los que emprendamos esta carrera hacia la riqueza
    debemos sentir estímulo mediante el
    conocimiento de que en este alterado mundo en que vivimos
    cada día se precisan nuevas ideas, nuevas formas de hacer
    las cosas, nuevos dirigentes, nuevas invenciones, nuevos métodos de
    enseñanza, nuevos procedimientos
    para los mercados, nuevos
    libros, nueva
    literatura, nueva
    características para la
    televisión, y en el fondo de esta demanda de
    cosas mejores y nuevas existe una cualidad que hay que poseer
    para vencer y esta es la "determinación de
    propósito", el
    conocimiento de lo que uno quiere y un ardiente deseo de
    poseerlo.

    Los que deseamos acumular riquezas debemos recordar que
    los auténticos dirigentes del mundo siempre han sido
    hombres que han dominado y encauzado, llevándolas a la
    práctica, a las fuerzas intangibles e invisibles de la
    oportunidad aún no nacida, y han convertido esas fuerzas
    (o impulsos del pensamiento) en rascacielos, ciudades,
    fábricas, aviones, automóviles y toda forma de
    utilidad que
    hace la vida mas agradable.

    Al proyectar la adquisición de su parte de
    riqueza, no permita usted que alguien se interfiera para
    despreciar al soñador. Para ganar las grandes apuestas en
    este mundo alterado, debe usted captar el gran espíritu de
    los pioneros del pasado cuyos sueños han dado a la
    civilización todo cuanto posee de valor, el
    espíritu que sirve de sangre
    vivificadora a nuestro propio país. . ., tanto su
    oportunidad como la mía para desarrollar y vender nuestros
    talentos.

    Si lo que usted desea es correcto y "cree en ello",
    ¡adelante y hágalo! Lleve a cabo sus sueños y
    que nunca le importe lo que "ellos" digan si tropieza con una
    derrota temporal, porque "ellos" ignoran que cada derrota traen
    consigo la semilla de un éxito equivalente.

    Thomas A. Edison soñó con una
    lámpara que pudiese funcionar mediante la electricidad,
    llevó a la práctica su sueño y a pesar de
    mas de "diez mil fracasos" se ciñó al mismo hasta
    que lo convirtió en realidad física. ¡Los
    soñadores prácticos jamás
    fracasan!.

    Whelan soñó con una cadena de almacenes de
    cigarros, transformó sus sueños en algo
    práctico y hoy día la Union Cigar Stores, ocupa uno
    de los mejores lugares de América.

    Los hermanos Wright soñaron con una
    máquina que pudiese volar. Hoy día todo el mundo
    puede ver que aquellos sueños eran
    sólidos.

    Marconi soñó con un sistema para
    dominar y encauzar las intangibles fuerzas del éter. La
    prueba de que no soñaba en vano la vemos hoy en cada
    aparato de radio y televisión
    que existe en el mundo. Puede que le interese a usted saber que
    los "amigos" de Marconi le encerraron y le examinaron en un
    hospital para psicópatas cuando anunció que
    había descubierto el principio mediante el cual
    podía enviar mensajes por el aire sin
    necesidad de alambres u otros medios físicos y directos de
    comunicación. A los soñadores de hoy
    en día les va mucho mejor con sus cosas.

    El mundo está lleno de oportunidades que nunca
    conocieron los soñadores del pasado.

    Los deseos detrás de sus
    sueños

    Un ardiente deseo que hay que hacer realidad a toda
    costa es el punto de donde ha de partir todo soñador. Los
    sueños no nacen de la indiferencia, de la pereza o de la
    falta de ambición.

    Recuerden que todos los que han alcanzado éxito
    en la vida casi siempre tuvieron duros principios y atravesaron
    muy malos tiempos antes de "llegar". El auténtico cambio
    en la vida de aquellos hombres de éxito usualmente llega
    en el momento de una crisis
    mediante la cual son presentados a su "otro yo".

    John Bunyan escribió Pilgrim’s Progress,
    obra que figura entre los mejores libros ingleses, tras haber
    estado encerrado en la cárcel, severamente castigado, a
    causa de sus puntos de vista sobre religión.

    O. Henry describió el gran genio que
    dormía en su cerebro después de haberse enfrentado
    con la desgracia y ser encerrado en una celda de la
    prisión de Columbus, Ohío. Al verse obligado, por
    la desgracia, a enfrentarse con su otro yo, y a emplear su
    imaginación, descubrió que era una gran autor en
    lugar de ser un pobre delincuente.

    Charles Dickens comenzó pegando etiquetas de
    crema para calzado. La tragedia de su primer amor
    penetró tanto en las profundidades de su alma, que le
    convirtió en uno de los mas grandes autores del mundo.
    Aquella tragedia produjo primero David Coperfield, y mas tarde
    una sucesión de otras obras que hicieron de este mundo un
    lugar mas rico y mejor para todo el que las lee.

    Helen Keller poco después de nacer se
    quedó ciega, sorda y muda. A pesar de su formidable
    desgracia su nombre ha quedado escrito en la página de la
    historia de los Grandes. Toda su vida fue una demostración
    tangible de que"nadie es derrotado hasta que la derrota se acepta
    como una realidad".

    Robert Burns era un mozo sin cultura alguna.
    Parecía estar apadrinado desde su nacimiento por la
    pobreza y
    hasta llegó a ser un borracho. Pero el mundo se convierte
    en un lugar mejor por haber vivido aquél hombre que
    arropó en poesía
    bellos pensamientos y así arrancó un espino y
    plantó una rosa en su lugar. Repito que era un humilde
    campesino sin estudios escolares de ninguna clase y que incluso
    su vida fue desordenada. Pero "llegó".

    Beethoven era sordo y Milton estaba ciego, pero sus
    nombres perdurarán mientras el mundo exista porque
    soñaron y tradujeron sus sueños a una realidad
    concreta.

    Hay diferencia entre desear una cosa y estar en
    disposición de recibirla. Nadie está dispuesto a
    tal recepción hasta que "cree" que puede hacerlo, que
    puede adquirirla. El estado
    mental debe ser "creencia" y no simple deseo o esperanza. Para la
    creencia es esencial una mente liberal y receptiva. Las
    denominadas mentes cerradas no inspiran fe, valor o
    creencia.

    Recuerde usted que no se requiere realizar mas esfuerzos
    para apuntar alto en la vida o para exigir abundancia y
    prosperidad que el que precisa realizar para aceptar la miseria y
    la pobreza. Un
    gran poeta ha estatuido muy correctamente esta gran verdad
    universal en las líneas siguientes:

    Pacté con la Vida por un penique,

    Y la Vida no pagó más.

    Sin embargo, mendigué por la noche

    Cuando conté mi parco acopio.

    Pues la Vida no es más que
    patrón

    Que da lo que se le pide,

    Pero una vez se fija el salario,

    ¡Oh!, es preciso seguir adelante con el
    trabajo.

    Trabajé por el jornal de un lacayo

    Sólo para aprender, acongojado,

    Que cualquier jornal que hubiese pedido a la
    Vida

    Ella me lo hubiese dado.

    El deseo consigue lo "imposible"

    Y como adecuado final de este capítulo deseo
    presentarles aquí a una de las personas mas particulares
    que he conocido. Le vi pocos minutos después de nacer.
    Vino al mundo sin la menor señal física del sentido
    del oído, y el
    doctor admitió, cuando se le presionó para que
    diera su opinión sobre el caso, que la criatura
    quizás fuese sorda y muda para toda su vida.

    Desafié y puse en duda la opinión del
    doctor. Tenía perfecto derecho a hacerlo así porque
    yo era el padre de aquél niño. También
    llegué a una decisión y tuve mi opinión,
    pero exprese ésta silenciosamente, en el secreto de mi
    corazón.

    Yo estaba seguro de que mi hijo tenía que
    oír y hablar. ¿Cómo? Estaba seguro de que
    tenía que haber alguna forma, algún camino, y que
    tenía que encontrarlo. Y pensé entonces en las
    palabras del inmortal Emerson: "El curso que siguen todas las
    cosas tienden a enseñarnos lo que es la fe. Sólo
    necesitamos obedecer. Hay un guía para cada uno de
    nosotros, y escuchando humildemente, oiremos la <<verdadera
    palabra>>".

    ¿La verdadera palabra? ¡Deseo! Más
    que nada en el mundo yo deseaba que mi hijo no fuese sordomudo. Y
    no abandoné tal deseo ni un segundo siquiera.

    ¿Qué podía hacer yo? De alguna
    manera tenía que transplantar a la mente de aquél
    niño mi ardiente deseo de hallar medios y formas de llevar
    el sonido a su
    cerebro sin la ayuda de un par de oídos.

    Tan pronto como el niño fuese lo suficientemente
    mayor como para cooperar, llenaría su mente con el
    ardiente deseo de oír, y lo haría de tal forma, con
    tanto anhelo, que la naturaleza,
    usando sus propios métodos, traduciría aquél
    anhelo en una realidad física.

    Todo este proceso se
    desarrolló en mi propia mente, pero no hablé con
    nadie sobre ello. Cada día renovaba la promesa que me
    había hecho a mi mismo de que mi hijo no sería un
    sordomudo.

    A medida que crecía y empezó a darse
    cuenta de las cosas que le rodeaban, observamos que oía un
    poco. Y al llegar a la edad en que la mayoría de los
    niños
    rompen a hablar, el no mostró la menor señal de
    hacerlo aún cuando comprendimos, por sus acciones, que
    podía oír ligeramente ciertos sonidos. ¡Eso
    era todo cuanto yo deseaba saber! Estaba convencido de que si el
    niño podía oír aunque fuese ligeramente, se
    podría desarrollar su capacidad auditiva mucho mas. Luego
    sucedió algo que me infundió esperanzas. Y la cosa
    surgió de la fuente más inesperada.

    Encontramos un camino

    Compramos un fonógrafo. Cuando el niño
    escuchó la música por primera
    vez, se quedó como extasiado e inmediatamente se
    apropió de la máquina. En una ocasión
    tocó el mismo disco durante casi dos horas, permaneciendo
    en pie ante el fonógrafo "con los dientes clavados en el
    borde de la caja". El significado de este hábito no fue
    claro para nosotros hasta años mas tarde, ya que no
    conocíamos entonces las propiedades de conducción
    del sonido que
    poseían los huesos.

    Poco después de que el niño se apropiase
    del fonógrafo descubrí que podía
    oírme bien y claramente cuando yo hablaba con los labios
    apoyados en su hueso mastoides, en la base del
    cráneo.

    Estando ya seguro de que el pequeño oía el
    sonido de mi voz claramente, empecé a transferir a su
    mente el deseo de oír y hablar. Pronto descubrí
    también que al pequeño le encantaban los cuentos a la
    hora de irse a la cama, de forma que e puse a inventar historias
    con la intención de desarrollar en él la seguridad
    en sí mismo, la imaginación y "un ardiente deseo de
    oír y ser normal".

    Había en particular una historia que yo adornaba
    con nuevas pinceladas cada vez que se la contaba. La historieta
    tenía la intención de hacerle pensar que su
    padecimiento no era en realidad una incapacidad física,
    sino mas bien un gran valor. A pesar del hecho de que toda la
    filosofía que yo había asimilado claramente
    indicaba que la adversidad siempre trae consigo la semilla de una
    ventaja equivalente, debo confesar que por aquellos día yo
    no tenía la mas ligera idea de "como" aquél
    padecimiento podía convertirse en un valor.

    Nada podía detenerle

    Cuando miro hacia atrás y analizo la experiencia,
    veo que la "fe que tenía mi hijo en mi"tuvo mucho que ver
    con los asombrosos resultados obtenidos. No ponía en duda
    nada de lo que yo le decía. Le inculqué la idea de
    que el poseía una "ventaja" clara sobre su hermano mayor,
    y que tal ventaja se reflejaría por si sola de muchas
    formas. Por ejemplo, los profesores en la escuela
    observarían que no oía y, en consecuencia,
    mostraría hacia él especial atención y le
    tratarían con extraordinaria amabilidad. Y así lo
    hicieron siempre. También le inculqué la idea de
    que cuando fuese lo suficientemente mayor para vender
    periódicos (su hermano mayor, ya era un buen comerciante
    en tal terreno), el tenía una gran ventaja sobre su
    hermano mayor por la sencilla razón de que la gente le
    pagaría un dinero extra por sus artículos de
    venta, razonando
    que era un muchacho trabajador y brillante a pesar del hecho de
    que carecía de oído.

    Aproximadamente a os siete años de edad dio la
    primera muestra de que
    nuestro método de "programar" su mente estaba dando
    frutos. Durante meses había estado solicitando el
    privilegio de vender periódicos, pero su madre no daba su
    consentimiento a tal proyecto.

    Finalmente obró por su cuenta y riesgo. Una
    tarde, al quedarse sólo en casa con los criados,
    trepó por la ventana de la cocina y se marchó.
    Pidió prestados seis centavos al zapatero de la vecindad,
    los invirtió en periódicos, los volvió a
    vender, invirtió de nuevo el capital, y
    así estuvo operando hasta ultima hora de la tarde.
    Después de hacer balance de su capital y
    devolver los seis centavos que había pedido prestado al
    zapatero, le quedó una ganancia líquida de cuarenta
    y dos centavos. Cuando nosotros llegamos a casa aquella noche, le
    encontramos profundamente dormido en su cama con el dinero bien
    encerrado en un puño.

    Su madre le abrió la mano, le quitó las
    monedas y lanzó una exclamación de asombro y
    angustia. Me parecía poco adecuado llorar sobre la primera
    victoria de mi hijo. Mi reacción fue totalmente opuesta.
    Me eché a reír de buena gana porque ya estaba
    seguro de que mi empresa de
    inculcar en el niño fe en si mismo se había hecho
    realidad.

    Su madre veía, en aquella primera ventura
    comercial, solamente a un niño sordo que había
    salido a las calles arriesgando su vida para ganar dinero. Sin
    embargo, yo veía a un comerciante muy pequeño, pero
    ambicioso y seguro de si mismo, una seguridad que había
    aumentado en un ciento por ciento porque se había metido
    en negocios impulsado por su propia iniciativa y había
    ganado. Aquello me complació mucho porque vi que el
    niño acababa de dar muestras de una resolución que
    le acompañaría durante toda su vida.

    Un camino mediante la escucha

    El muchacho sordo superó con éxito todos
    los grados de escolaridad, segunda enseñanza y colegio sin poder oír a
    sus profesores excepto cuando le gritaban fuerte y a cerca
    distancia. No asistió a una escuela para sordos. No le
    permitimos aprender el lenguaje de
    signos. Estábamos decididos a viviese una vida normal y
    que alternase con niños
    normales, y nos mantuvimos en tal actitud
    aún cuando nos costó grandes discusiones con los
    profesores.

    Cuando cursaba la segunda enseñanza probo un
    dispositivo eléctrico para oír, pero sin resultado
    alguno.

    Durante su última semana en el colegio
    sucedió algo que señaló el mas importante
    cambio en su vida. Acaso debido a lo que parecía ser una
    mera casualidad, entró en posesión de otro
    dispositivo eléctrico para oír, que le
    habían enviado para que lo probase. Al principio se
    mostró lento en la prueba debido a la decepción
    últimamente sufrida con otro aparato. Al fin, mas o menos
    desganadamente, se lo ajustó a la cabeza y
    ¡allí estaba!…, como obedeciendo a un golpe de
    varita mágica el deseo de oír que había
    experimentado toda su vida, acababa de hacerse realidad. Por
    primera vez en su existencia oía prácticamente tan
    bien como cualquier persona de oído normal.

    Medio loco de alegría por aquél mundo
    cambiado que le habían proporcionado mediante el
    dispositivo eléctrico, corrió al teléfono para hablar con su madre y
    oyó la voz de ésta perfectamente. Al día
    siguiente oyó las voces de sus profesores en clase con
    toda claridad por primera vez en su vida. Y también por
    primera vez podía conversar con otras personas libremente,
    sin necesidad de tener que hablar en voz alta. Ciertamente,
    acababa de entrar en posesión de un mundo
    diferente.

    El muchacho <<sordo>> ayuda a
    otros

    Sin darse totalmente cuenta del significado de lo que
    había conseguido, pero intoxicado con la alegría de
    haber descubierto un nuevo mundo de sonido, escribió una
    carta al
    fabricante del audífono en la que,
    entusiásticamente describía su experiencia. Algo
    que decía aquella carta hizo que la compañía
    le invitara a ir a Nueva York.
    Cuando llegó a la ciudad fue acompañado hasta la
    fábrica y mientras hablaba con el jefe de ingenieros,
    refiriéndole muchas cosas de aquél mundo nuevo que
    había caído en sus manos, una idea, una
    inspiración, una corazonada, o llámese como se
    quiera, nació en su mente. Fue "ese impulso de
    pensamiento" lo que convirtió su padecimiento en un valor
    destinado a producir dividendos, tanto en dinero como en
    felicidad, a miles de personas en el futuro.

    La suma y sustancia de aquél impulso de
    pensamiento fue la siguiente: se le ocurrió que
    podía servir de ayuda a los millones de sordos que
    caminaban por la vida sin gozar del beneficio de un dispositivo
    mecánico para oír si el hallaba la forma de
    referirles la historia de aquél "nuevo mundo".

    Durante un mes se enfrascó en una intensa
    investigación, a través de la cual
    analizó todo el sistema de ventas del
    fabricante de audífonos, y creó medios y
    métodos de comunicarse con los duros de oído de
    todo el mundo con el propósito de compartir con ellos su
    recientemente descubierto mundo. Cuando acabó tal labor
    presentó el plan a la compañía e
    instantáneamente se le concedió un puesto en la
    misma para que convirtiera en realidad sus deseos.

    Cuando comenzó a trabajar, muy poco podía
    saber el muchacho que estaba destinado a llevar esperanzas y
    alivio práctico a miles de personas sordas que, sin su
    ayuda, hubiesen permanecido condenadas para siempre al mundo del
    silencio.

    No me cabe la menor duda de que Blair hubiese sido un
    sordomudo toda su vida si su madre y yo no nos las
    hubiésemos arreglados para moldear su mente como lo
    hicimos.

    Cuando le inculqué el deseo de oír, hablar
    y vivir como una persona normal, a este impulso le
    acompañó alguna extraña influencia que
    obligó a la naturaleza en convertirse en constructora de
    un puente, salvando así la distancia que separaba su
    cerebro del mundo exterior.

    Ciertamente, un ardiente deseo dispone de tortuosos
    caminos para transformarse en su equivalente físico. Blair
    deseaba disfrutar de un oído normal. ¡Ahora ya lo
    tiene! Había nacido con una desventaja física apta
    para enviar a cualquiera, con un deseo menos definido, a la calle
    provisto de un platillo para pedir limosna.

    La pequeña "mentira piadosa" que inculqué
    en su mente cuando aún era un niño,
    haciéndole creer que su padecimiento se convertiría
    en un gran valor, se justificó plenamente. En verdad que
    no hay nada, ya sea correcto o erróneo, que la creencia,
    mas un ardiente deseo, no pueda convertir en realidad. Estas
    cualidades están a disposición de
    cualquiera.

    El deseo obra maravillas para una
    cantante

    Un breve párrafo
    publicado en la prensa y
    relacionado con madame Schummann – Heink, facilita una
    pista para descubrir el éxito magnífico de esta
    mujer como
    cantante. Transcribo el párrafo porque su contenido no
    revela otra cosa que el ardiente deseo.

    A principios de su carrera, madame Schumann –
    Heink visitó al director de la Ópera de Viena para
    que le probase la voz, pero el hombre no lo hizo. Después
    de lanzar una ojeada a aquella muchacha desgarbada y pobremente
    vestida, es director dijo no muy cortésmente: <<Con
    esa cara y sin personalidad
    alguna, ¿cómo puede usted esperar tener
    éxito en el campo de la ópera? Querida muchacha,
    abandone la idea. Cómprese una máquina de coser y
    póngase a trabajar. Nunca será usted una
    cantante.>>

    La palabra "nunca", es tiempo demasiado largo. El
    director de la Ópera de Viena sabía muchas cosas
    acerca de la técnica del canto. Pero muy pocas sobre la
    fuerza del deseo cuando éste alcanza la proporción
    de una obsesión. Si hubiese sabido mas cosas de esa
    fuerza, no habría cometido la equivocación de
    condenar al genio sin concederle una oportunidad.

    Hace varios años uno de mis asociados comerciales
    enfermó a medida que fue transcurriendo el tempo se pudo
    peor y finalmente tuvo que ser trasladado al hospital a fin de
    practicarle una operación. El doctor le advirtió
    que había pocas esperanzas…, o ninguna, de que volviese
    a verle vivo. Pero ésta era solamente la opinión
    del doctor. No era la opinión del paciente. Muy poco antes
    de ser trasladado al quirófano murmuró,
    débilmente: "No se preocupe, jefe, estaré fuera de
    aquí dentro de unos días". La enfermera me
    miró con cara de circunstancias. Pero el paciente
    salió bien de la operación. Después que todo
    terminó, su médico me dijo: "Nada a no ser el
    ardiente deseo de vivir, le ha salvado. Nunca hubiera salido bien
    de esto si no se hubiese negado a aceptar la posibilidad de una
    muerte".

    Creo en la fuerza del deseo apoyada por la fe porque he
    sido testigo de cómo esta fuerza elevaba a muchos hombres
    desde sus humildes comienzos a puestos de poder y riqueza; he
    visto como esa fuerza salvaba de la muerte a
    muchas víctimas; la he visto servir como medio por el cual
    los hombre volvían a ponerse en pie tras haber sufrido
    cien diferentes derrotas; y he visto también como esa
    fuerza proporcionaba a mi hijo una vida normal y feliz a pesar de
    que la naturaleza le había lanzado al mundo
    sordo.

    ¿Cómo puede uno caminar y dirigir esa
    fuerza del deseo? Esto ha sido contestado en parte y
    seguirá contestándose a través de los
    demás capítulos de este libro.

    Mediante algún extraño y poderoso
    principio de "química mental" que
    jamás ha divulgado, la naturaleza contiene en el impulso
    de un fuerte deseo "ese algo" que no reconoce la palabra
    "imposible", y no acepta tal realidad como fracaso.

    PUNTOS IMPORTANTES QUE RECORDAR

    Cuando el "deseo" enfoca grandes fuerzas hacia su
    victoria, usted no necesita disponer de una vía de
    retirada; la victoria es segura.

    Los seis pasos que se describen en este capítulo
    convierten al deseo en oro. Estos principio proporcionaron a
    Andrew Carnegie la cantidad de cien millones de
    dólares.

    El deseo hace que se produzca una victoria tras la
    derrota temporal. Fue el deseo el que construyó uno de los
    almacenes mas grandes del mundo, que antes se había
    convertido en un montón de cenizas.

    Un muchacho sordo aprendió a oír. Una
    mujer "sin
    oportunidad" llegó a ser una cantante de ópera. Un
    hombre enfermo, desahuciado por los médicos, siguió
    disfrutando de la vida. El deseo fue la fuerza que ayudó a
    estas personas mediante alguna extraña, pero natural
    "química
    mental".

    "No hay limitaciones para la mente excepto aquellas que
    admitimos".

    Nota del transcriptor:

    Este maravilloso libro considerado patrimonio de
    la humanidad, tiene las leyes exactas
    para hacer de usted una persona exitosa en el terreno por usted
    elegido, léalo, asimílelo y ponga en
    práctica sus enseñanzas y no habrá forma ni
    manera de evitar que usted sea una persona muy, pero muy exitosa.
    En este libro se explican los treces principios para triunfar. En
    este capítulo que está a su disposición se
    explica el primero de ellos. Todavía faltan por
    transcribir los otros doce principios, no se preocupe, pronto
    estará a su disposición el libro completo. Pero
    quise liberar este primer capítulo primero para que lo
    leas muchas veces, repetidas veces, una y otra vez, hasta que
    asimiles sus enseñanzas, e iré actualizando el
    libro con un nuevo capítulo, capítulo por
    capítulo para que se vayan leyendo cada uno con calma y
    dedicación, también con la intención de que
    cuando pases a un nuevo capítulo, ya hayas dominado el
    anterior, ganando en comprensión con el que viene.
    Así que debes revisar de vez en cuando la página en
    donde conseguiste este libro para ver si ya está
    actualizado con un nuevo capítulo. Voy a tratar de ir
    terminando cada capítulo antes de que pase un mes, y
    cuando tengas la obra completa léela por completo muchas
    veces, de hecho este es el tipo de libro que debería
    leerse a diario. Si te gusta, si quieres hacer algún
    comentario o si quieres apurarme, puedes mandar tus comentarios
    al e-mail:

     

    Jorge Castillo

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