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Meditación segunda y Método en Descartes




Enviado por fajardosj



    1. Soy Algo
    2. ¿Qué
      soy?

    Con la misma intención de la primera
    meditación, de alejarse de todo en lo que pueda haber
    lugar a la duda, inicia Descartes
    está segunda meditación con la
    motivación de encontrar algo indubitable,
    verdaderamente cierto, o llegar a tener por cierto que no hay
    nada completamente ajeno a la duda en el mundo.

    Ya había considerado en la primera
    meditación con respecto a las cosas que no había
    una sola de la cual no pudiera dudar, por eso no les daría
    más crédito
    que el que les daría a las falsas, según el primer
    principio del método.
    Ahora, retomando estas consideraciones, por primera vez asume que
    no hay nada cierto en el mundo. Pero, duda inmediatamente de esta
    afirmación siguiendo el primer principio del
    método, pues no es aún evidente que no existe nada
    cierto en el mundo, ya que es pensable que exista algo
    completamente distinto a las cosas de las cuales ya ha dudado.
    Por lo cual, está meditación puede asumirse como
    una revisión o recuento completo, prescrito por el cuarto
    principio del método, en la medida que busca no omitir
    nada de su examen.

    En la primera parte de este recuento, a partir de la
    consideración de los pensamientos, afirmará con
    evidencia su propia existencia, conforme al primer principio del
    método. Luego, desde la certeza de que es algo, se
    pregunta qué es, en donde distingo una segunda parte, ya
    que el primer principio del método obliga la
    distinción par poder admitir
    algo como verdadero. Para poder saber
    qué es, examina lo que pensaba ser, y luego aplicando el
    segundo principio del método, divide aquellos pensamientos
    en dos grupos: los que
    le permiten afirmar que es cuerpo, y otros que es alma.
    Ascendiendo hacía lo más complejo, conforme al
    tercer principio del método, examina uno a uno los
    atributos que le ha adjudicado al cuerpo como al alma, y
    desechándolos uno a uno encuentra solo al pensamiento
    como un atributo inherente a él mismo, llevándolo a
    afirmar que es una cosa que piensa. Dicho conocimiento
    de sí mismo pretende extenderlo a partir de la
    imaginación, a la cual halla inútil. Al final,
    realizando una nueva revisión de lo considerado en la
    segunda parte, a partir de la pregunta de qué es
    más cognoscible si el cuerpo o el pensamiento
    que es propio de su ser, afirma con plena claridad que nada le es
    más fácil de conocer que su
    espíritu.

    1- SOY
    ALGO

    Descartes realiza un giro en su examen en esta segunda
    meditación, y reflexivamente se pregunta por el origen de
    los pensamientos que le han acometido, pues puede ser posible que
    ellos sean obra de un poder externo a él que se los
    imponga, pero, se abre la posibilidad a que él los
    produzca por sí mismo. Puede dudar que sean obra de dicho
    poder, si es pensable la posibilidad de que sean obra suya,
    primer principio del método, lo cual significaría
    que él es algo. Pero, si él es algo verdaderamente
    debe serlo evidentemente, primer principio del método,
    luego, dicha evidencia no puede estar condicionada a la
    existencia de los sentidos ni
    del cuerpo, ya que en ellos hay lugar a la duda. Entonces,
    él si es algo verdaderamente, debe serlo
    independientemente del cuerpo y de los sentidos. La
    evidencia de su existencia estará fundada en el carácter
    de agente que asume como condición del estar persuadido de
    qué nada hay en él mundo. Por lo cual su existencia
    es evidente, no es posible pensar lo contrario, ya que incluso
    ante la posibilidad de que se le pudiera objetar el anterior
    argumento, en base a la posibilidad de que existiera un poder que
    lo estuviera engañando conforme a esto, dicho
    engaño afirmaría una vez más que él
    es algo. Luego la proposición "yo soy", "yo existo" es
    necesariamente verdadera.

    2-
    ¿Qué soy?

    Una vez tiene como evidente su existencia, se hace
    necesaria la pregunta por el qué soy, en la medida
    qué el primer principio del método prescribe el
    admitir solo como verdadero no solamente lo evidente, sino
    también lo que se presente de una manera clara y distinta.
    Luego, aunque sabe qué es algo con evidencia, este
    conocimiento
    solamente puede ser verdadero cuando sea también claro y
    distinto, cuando se llegue al contenido de la afirmación
    "yo soy".

    Descartes se propone llegar al conocimiento de lo
    qué es él mismo por medio del examen de sus
    antiguas opiniones, quitando de sí las que den lugar a
    duda para llegar a lo verdadero, conforme al primer principio del
    método. Distingo en su examen dos clase de antiguas
    opiniones; las que lo llevan a definirse como un animal racional,
    que abandona prontamente ante la necesidad de dividir el problema
    en qué es animal, y qué es racional, conforme al
    segundo principio del método, pues lo desvían de su
    pregunta de qué es él; y la segunda parte de su
    examen, que se fundamenta en el examen de los pensamientos
    espontáneos inspirados en su propia naturaleza.
    Respecto a estos pensamientos, se realiza una división
    entre ellos aplicando el segundo principio del método,
    distinguiendo los pensamientos que lo llevan a pensar que es
    cuerpo, y otros qué era acciones, que
    él atribuye al alma. Dividiendo el problema una vez
    más, aplicando el segundo principio del método,
    considera distintamente la naturaleza del
    cuerpo a partir de las nociones de figura, espacio, características sensibles, y movimiento;
    aunque el movimiento no
    se lo atribuye al cuerpo por sí mismo, sino a otra cosa de
    la cual lo recibe.

    Ahora, ascendiendo desde lo más simple a lo
    más complejo, considera si los atributos que ha reconocido
    en el cuerpo como en el alma le pertenecen, desde la duda sobre
    lo corpóreo fundada en la existencia de un poder externo
    que busca engañarlo. Así, no se sostiene
    ningún atributo corpóreo, ni tampoco ninguno de los
    atributos del alma que están estrechamente relacionados
    con la existencia del cuerpo, ya que si del cuerpo se ha podido
    dudar desde el primer principio del método, cualquier
    atributo que se base en él no puede ser indubitable, por
    lo tanto debe ser rechazado. El único atributo del alma
    que subsiste es "pensar", pues no está relacionado con el
    cuerpo, por lo tanto no puede separarse de su existencia,
    además se hace inaceptable dudar del pensamiento, pues
    sería una contradicción, pues está pensando.
    Entonces, a la pregunta ¿qué soy? Se responde: "Soy
    una cosa que piensa", y que es verdadera, pues para Descartes lo
    verdadero es lo que se presenta evidentemente, de una manera
    clara y distinta donde no haya lugar a duda.

    Buscando ampliar el
    conocimiento que tiene acerca de sí mismo,
    amplía su examen por vía de la imaginación.
    Pero el
    conocimiento acerca de él mismo no puede depender de
    cosas desconocidas, las cosas de la imaginación, asumiendo
    que esas cosas desconocidas, puesto que no las conoce, pueden no
    ser diferentes de él mismo. Sólo se puede juzgar de
    lo que se conoce, y eso es qué él es algo.
    Así mismo, el conocimiento por vía de la
    imaginación es ficticio, ya que imaginar no es sino
    contemplar la figura o imagen de una
    cosa corpórea, y lo corpóreo da lugar a
    duda.

    Una vez más, buscando ampliar el conocimiento de
    sí mismo por otra vía, se pregunta Descartes:
    ¿qué es una cosa qué piensa? Y resuelve que
    el contenido de aquella cosa diciendo: una cosa que piensa es una
    cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere,
    que no quiere, que imagina, que siente. Afirmando estas acciones como
    parte del pensamiento, y por lo tanto a su naturaleza, puesto que
    es él mismo quien las realiza, por lo tanto alcanzan el
    grado de evidencia así como proposición "yo soy".
    Pues aunque las cosas que imagina no son verdaderas, o las cosas
    que siente tampoco lo son, la potestad de imaginar y de sentir
    hacen parte del pensamiento pues le parece que ve y que imagina,
    lo cual no es otra cosa sino pensar. Luego, desde el pensar se
    conoce a sí mismo con mayor claridad y distinción,
    pues él es pensamiento.

    2.1- ¿Qué es mejor conocido, las cosas
    corpóreas o la otra parte de la naturaleza humana que no
    es objeto de la imaginación?

    Distingo esta parte del texto dentro
    de la segunda parte, en la medida en que ella surge a partir del
    error o extravío en el qué ha caído
    Descartes a pesar de sus anteriores consideraciones, pues cree
    que le es mejor conocido lo corpóreo que lo que no es
    objeto de la imaginación. Por lo cual, dentro de la
    lógica
    del método, esta parte correspondería a la
    aplicación del cuarto principio que obliga a realizar
    recuentos y revisiones amplias para no omitir nada.

    Considera que un pedazo de cera para su
    experimentación, por ser un cuerpo particular con
    atributos sensibles múltiples y perceptibles. Reconoce y
    distingue los atributos sensibles, cree que ellos le permiten
    conocer distintamente el objeto. Somete el pedazo de cera al
    fuego, los atributos que le permitían distinguir con
    claridad el pedazo de cera desaparecen, y a pesar de ello sigue
    permaneciendo la cera, por lo cual la cera no es la unión
    de dichos atributos sensibles que antes reconocía,
    entonces el conocimiento verdadero que prescribe el primer
    principio del método no se realiza por medio de los
    atributos sensibles, ya que ellos no permiten conocer la cera
    clara y distintamente, no hay evidencia en que estos atributos
    sean el pedazo de cera. Luego, si en las características sensibles de los cuerpos
    hay lugar a la duda, de ellos hay que apartarse como si fueran
    completamente falsos.

    Ahora, ¿qué cuerpo es posible a la
    imaginación sin los atributos físicos? Solamente
    resta algo extenso, flexible y cambiante. Por lo cual, siguiendo
    el segundo principio del método, trata particularmente
    estos atributos del nuevo cuerpo dividiéndolos.

    Ante la pregunta "¿qué es flexible y
    cambiante?", encuentra que dicha concepción no pertenece a
    su facultad de imaginar, puesto que a la imaginación se le
    imposibilita concebir la infinidad de cambios a los que puede
    estar sujeta la cera, más allá de las formas
    tradicionales que hay en la imaginación. De la pregunta
    "¿qué es la extensión?", se sigue que es
    algo solamente concebible por medio del pensamiento con mas
    claridad, en la medida en que se concibe en aumento conforme a la
    temperatura,
    más allá de la capacidad de la imaginación
    de considerar la extensión que puede alcanzar la cera. En
    suma, la imaginación no permite un conocimiento claro y
    distinto de las cosas, el pensamiento sí. Entonces, la
    cera que concebimos por medio del pensamiento es la misma que
    creíamos conocer desde un principio por medio de los
    sentidos, la imaginación; puesto que su la acción
    mediante la cual percibimos la cera, no es una un ejercicio de
    los sentidos, ni tampoco de la imaginación, es una
    inspección del espíritu, dice Descartes. Por lo
    cual dicha inspección del espíritu precede a los
    sentidos y al entendimiento, ya que Descartes dice que dicha
    inspección puede ser imperfecta y confusa, como era antes,
    refiriéndose a los sentidos; o bien clara y distinta, como
    lo es ahora, por el entendimiento.

    Considerando la posibilidad de caer en el error, y tal
    vez a modo de revisión como lo prescribe el cuarto
    principio del método, se ofrece un argumento que refuerza
    su tesis de que
    comprendemos clara y distintamente por medio del espíritu
    y no por medio de los sentidos. Pues en el uso corriente del
    lenguaje se
    suelen confundir los términos ver y pensar, luego, decimos
    que vemos la cera si está presente, y no que la pensamos.
    Ya que lo que vemos son los atributos físicos, como cuando
    vemos sombreros y capas, y sin embargo decimos que vemos hombres,
    luego, lo que decimos no proviene simplemente de los sentidos,
    sino de una facultad de juzgar que nos permite decir que vemos
    hombres al considerar por medio de ella lo que proviene de los
    sentidos.

    Pero, teniendo en cuenta que desea conocer mejor que el
    vulgo, abandona su consideración acerca del error que hay
    en la manera de hablar del vulgo, para argumentar a favor del
    conocimiento por medio del pensamiento, pues una vez ha examinado
    con exactitud lo que es la cera y en que manera puede ser
    conocida, resulta ridículo volver a considerar la
    posibilidad de conocer con mayor evidencia y perfección la
    cera sólo por vía de los sentidos, pues está
    primera percepción
    es común a cualquier animal, mientras que el ejercicio de
    hacer distinción entre la cera y sus formas externas es
    solamente propio al espíritu humano. Espíritu que
    le permite conocerse a sí mismo con verdad, claridad y
    distinción, cuando parece que conoce con claridad y
    distinción cualquier objeto, pues así perciba a la
    cera sensiblemente, aunque dichos atributos no sean la cera, o la
    imagine o la conciba por el pensamiento, no es posible decir que
    ese yo que piensa no se a nada, luego, él
    existe.

    • Termina Descartes a manera de conclusión,
      seguro de
      que los cuerpos no son propiamente concebidos por la
      imaginación o los sentidos, sino sólo por el
      entendimiento, y que no los conocemos sino por pensamiento,
      luego lo más fácil a conocer es su
      espíritu, puesto que cualquiera de todas las razones
      para conocer la naturaleza de cualquier cuerpo, le sirven para
      conocer su propia naturaleza, puesto que él es el agente
      de todas estas razones.

    Bibliografía

    • Descartes, Rene, "Discurso del
      Método", capítulos I y II.
    • Descartes, Rene, "Meditaciones Metafísicas",
      Segunda Meditación.

     

    Camilo Andrés Fajardo

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