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La prensa, los OVNIS y la parapsicología




Enviado por gusfernandezxxi



    1. No hay peor ciego que el que no
      quiere ver
    2. Un ejemplo
      paradigmático
    3. Un "lavado de
      cerebro"

    Debo admitir que cuando me senté a escribir estas
    reflexiones lo hice con el sincero propósito de ser
    especialmente leído por los periodistas, amén de un
    público segmentado habitual destinatario de mis
    líneas. Y no alenté tanto la esperanza de ver
    publicado este artículo como de confiar en que
    sería lentamente digerido por ese "target" especializado
    en el cual pensaba cuando comencé. Porque de lo que
    tratarán los párrafos siguientes es de reclamar un
    espacio de expresión, el derecho de nosotros,
    ovnílogos o parapsicólogos (y en ocasiones, ambas
    cosas a la vez) a merecer de la prensa un poco
    más de seriedad antes que de
    atención.

    De lo que estoy hablando es de cuestionar a
    muchos medios de
    prensa considerar tanto a la temática ovnilógica
    como parapsicológica algo atractivo en términos de
    números de lectores pero no de calidad de los
    mismos.
    Quizás subproducto de cierta avispada
    intelectualidad que, entre ironías y encicplopedismos,
    considera que todo aquello que orille el "misterio" y las
    "creencias", carente quizás de componentes sociales o
    políticos es apenas pasto amarillista para ignorantes, ese
    periodismo
    –que también recibe por Internet diariamente decenas
    de testimonios de avistajes OVNIs
    así como resúmenes de progresos en las investigaciones
    parapsicológicas- alienta la difusión de estas
    disciplinas cuando compulsa la opinión
    pública y ve cierto exitismo sensacionalista en la
    difusión masiva de hipotéticos contactos o
    encuentros con el Más Allá. Pero que ignora, con
    soberbia cultural (que no intelectual) digna de mejor causa
    cuanto esfuerzo, pequeño y persistente, hagamos
    cotidianamente para reclamar un poquito así de espacio
    mediático. Un periodismo que
    aplaude gozoso la presencia en cualquier "reality show" de todo
    pobre maniático que se sienta a caballo de
    múltiples dimensiones, pero que excluye por "aburrido" (en
    holocausto a una letanía sagrada en los estudios y
    "platós": "lo que no puede decirse en treinta segundos
    no sirve")
    a un enjundioso y poco atractivo investigador
    cargado con años de ostracismo. Un periodismo que,
    corporativista al fin, sale a defender el derecho de "libertad de
    expresión" cuando cualquier colega es víctima
    real o supuesto de oscuras maquinaciones, pero eclipsa esa misma
    libertad de
    expresión cuando, mes tras mes, años tras
    año, gastamos las suelas acercándoles
    resúmenes de los progresos, de las evidencias obtenidas en
    nuestros análisis. Un periodismo que, con la
    ignorancia propia del gordito que se sabe dueño de la
    pelota, hace bromas previsibles alrededor de cualquier sonado
    suceso insólito. Un periodismo que ante estas
    apreciaciones podría reaccionar argumentando que, si esto
    ocurre, después de todo es responsabilidad nuestra por no saber darle un
    marco de "seriedad" y "cientificismo" a lo que hacemos pero nos
    niega y prejuzga gozosamente. Un periodismo que se enlista
    fácilmente con los escépticos profesionales de
    turno, quizás para lustrar ciertos galones de "racionales
    y avispados", ignorando la compleja telaraña de intereses
    creados que se mueve detrás de ellos y, lo que es peor,
    desinteresándose totalmente en conocerla, lo cual es doble
    pecado en el caso de un informador público. Un periodismo
    donde, respetado por los ciudadanos (en muchas ocasiones, por
    méritos bien ganados; en muchas otras, también,
    sólo por inercia), gozan del privilegio de modelar la
    conciencia de la
    sociedad sin
    medir en ocasiones –en demasiadas ocasiones- las
    consecuencias últimas de sus actos, en virtud de boicotear
    lo que por derecho de esa misma conciencia los
    otros tienen la prebenda de conocer.

    ¿Dos anécdotas?. Una; el periodista de
    policiales Enrique Sdrech (a quien sé por lo demás
    una excelente persona) no
    trepidó en acentuar los aspectos de "culto
    esotérico" que rodeaba la vida de las hermanas parricidas
    del barrio porteño de Saavedra, o que una de las
    víctimas del tristemente célebre asesino serial de
    la ciudad de Mar del Plata "solía vivir entre velas y
    sahumerios". Sería bueno preguntarle –yo no he
    tenido todavía la oportunidad- si en cualquier otro
    asesinato y crimen de los que investiga a diario concede la misma
    importancia mediática a la cantidad de veces que
    concurrió víctima o criminal a misa el
    último año, las semanales visitas de su pastor o la
    fecha de su Bar-Mitzvá.

    Y, como decimos en nuestras tierras, se va la segunda.
    Otro hombre de
    prensa, Luis Majul, en ocasión de una entrevista
    televisiva con el conocido doctor Mariano Grondona alrededor de
    los escándalos políticos subsiguientes al asesinato
    de la joven catamarqueña María Soledad Morales,
    ataca la figura del primer juez que intervino en la causa, el
    doctor Luis Ventimiglia. ¿Por excederse en sus
    atribuciones jurídicas?. No. ¿Por ineptitud e
    ineficacia procesal?. Tampoco. ¿Por contubernios
    políticos?. Menos. ¿Saben por qué?. Porque
    le había escuchado decir, en el transcurso de un asado en
    la provincia de Jujuy en casa de comunes amigos y en virtud de
    algunas "bromas" que otros colegas le hacían por haberse
    tomado el trabajo de
    escuchar y abrir una causa frente a un "loco" que
    sostenía haber presenciado un aterrizaje OVNI en vez de
    ponerle simplemente de patitas en la calle, el doctor
    Ventimiglia, decía, simplemente los había mirado
    serio, muy serio, y respondido: "¿Y si fuese
    verdad?".

    Yo no sé si Ventimiglia cree en los OVNIs, o no.
    Lo que sí sé es que la actitud que en
    cualquier otra circunstancia (una denuncia de cohecho, una
    infidencia de infiltración terrorista) aún con un
    alto grado de improbabilidad le habría hecho decir a Majul
    que estaba frente a un hombre probo
    que cumplía objetivamente su papel de juez,
    en este caso le venía como anillo al dedo para poner en
    entredicho su seriedad –o equilibrio– de
    cara al impacto mediático fácil.

    Ciertamente, quizás no debería ser yo
    quien encuentre muchos motivos de queja. He participado y
    conducido infinidad de programas
    televisivos y radiales y, ciertamente, no sólo creo tener
    un discreto "manejo de escenario" ante las cámaras sino
    también siempre he tenido aceptable (dentro de un discreto
    margen de eventuales matices) espacio para expresar mis ideas…
    cuando he sido invitado. Pero conozco demasiados casos de
    honestos investigadores que han quedado históricamente
    excluidos, a la par de padecer la histeria exhibicionista de
    ciertos científicos y "científicos" (nótese
    la sutil diferencia) que, puestos frente al ojo de la TV, no
    daban tanta lástima por la aún más pobre
    imagen de los
    conductores televisivos que les acompañaban, decididos a
    ganar matrícula de "respetables".

    Así que resumo el espíritu de este trabajo
    con un desafío: señálenme un ejemplo, un
    solo ejemplo
    –especialmente de cara al periodismo
    argentino- donde un investigador de OVNIs o un
    parapsicólogo ha tenido la oportunidad de asistir, por
    ejemplo, a un programa de
    televisión, de radio o a una
    columna de periodismo gráfico, para expresar sin
    limitaciones (de tiempo o de
    contenido) sus argumentos en pro de la temática que
    defiende. Un solo ejemplo donde con la excusa que "el tiempo es tirano"
    (
    como si algo con la suficiente gravedad pudiese ser expuesto
    y probado en tres minutos. ¿Lo imaginan a Einstein
    explicando la Teoría
    de la Relatividad ante una cámara en un segundo?.
    Seguramente, como diría Sábato, si lo hiciera
    ya no sería la Teoría
    de la Relatividad), los gestos del productor en las sombras
    que pide "más emoción" (más gritos, en
    realidad), la necesidad de interrumpir el monólogo porque
    "hay que ir a comerciales" o el recortar párrafos de un
    artículo porque "el espacio es tirano", un solo ejemplo,
    decía, donde se haya podido exponer mediáticamente
    las abultadas carpetas de lo que nosotros consideramos
    evidencias. Un solo ejemplo.

    El problema se agrava cuando esos mismos medios de
    prensa, niegan el comentar obras literarias –o
    electrónicas- sobre estas disciplinas, donde el interesado
    en profundizar podría remitirse para ampliar su información. Así, existimos un gran
    número de apasionados que estamos más o menos al
    tanto de las novedades, y un número infinitamente
    más grande que no se apasiona porque se le niega la
    oportunidad de conocer la existencia de esas
    evidencias. Que sea por poco atractivo
    periodístico, falta de tiempo o espacio, la queja de la
    iglesia
    más cercana o lo que fuere no es excusa suficiente. Porque
    el periodista medio –en lo que a estos temas respecta-
    campea por el peor defecto. Comparte la humildad implícita
    en la ignorancia con la pedantería del que cree tenerlo
    "todo claro". Y encima se ofende cuando uno se lo
    señala.

    Así que invertiremos los próximos
    párrafos en señalar ciertas taras, debilidades y
    chapuzas de los medios de prensa, reivindicando un derecho
    básico, de ellos y nosotros (juntos): si van a
    considerarnos un atado de alucinados, ociosos ignorantes,
    débiles supersticiosos o explotadores de la credulidad
    ajena, reivindicamos primero el derecho a exponer libremente
    nuestras ideas. Ideas que el periodismo del planeta, salvo
    honrosas (y escasísimas excepciones) hasta ahora nos ha
    negado. Libremente, es decir, no acotados por el
    cronómetro o constreñidos a hablar sólo de
    lo que el moderador desea.

    No hay peor ciego que
    el que no quiere ver.

    Antes de invitar como necesario "complemento" a
    un escéptico en cualquiera de estos debates (actitud que no
    comprendo. Digo, esa excusa habitual que escuchamos de
    periodistas que nos convocan pero aclaran sobre la presencia de
    un "refutador" porque "la gente necesita escuchar las dos
    campanas"
    . ¿Las dos campanas de qué, si nunca
    acabamos de tañir la nuestra?. ¿Imaginan ustedes al
    moderador televisivo invitando, cuando visita el estudio un
    médico especialista en cáncer para hablar de los
    últimos progresos, a un fundamentalista talibanés o
    a un hechicero tribal para "que la gente escuche las dos
    campanas"?. No, jamás lo harían. ¿Y saben
    por qué?. Porque para este paradigma
    cultural perimido, el científico es "serio", y
    sería una falta de respeto opacarlo
    con la colorida presencia de los otros señores citados.
    Pero como un curandero, un ovnílogo, un astrólogo o
    un parapsicólogo "no lo es", entonces cabe la posibilidad
    de hacer una carnicería mediática redituable en
    "rating"), antes de invitar a un escéptico
    –decía antes de irme por las ramas- sería
    bueno que los periodistas nos (se) respondieran estas
    preguntas:

    ¿Porqué, mientras, convencidos de que
    hacer profilaxis mental en la población es una urgencia
    científica, atacan a grupos religiosos
    minoritarios, contactados, simples estudiosos del fenómeno
    OVNI, los escépticos jamás han organizado
    una confrontación televisiva, publicado artículos
    desmitificadores o irrumpido polémicamente en las
    reuniones de los grandes y poderosos grupos
    religiosos, aún cuando en muchos de ellos medran
    individuos que ejercen las mismas "funciones" que
    critican en otros ámbitos, como sanación,
    profecías, o acuden a los mismos, dudosos métodos de
    tipo sectario que les escandaliza en cualquier otro contexto,
    como es el caso específico del Opus Dei.?

    ¿Porqué debemos creer que ello está
    estrechamente relacionado con que esas monolíticas
    instituciones
    tienen probados fundamentos lógicos y científicos
    en todas y cada una de sus prácticas, y que no se trata,
    simplemente, de cobardía.?

    ¿Porqué si ellos gastan su tiempo y
    dinero de sus
    bolsillos en difundir sus convicciones racionalistas eso es
    amor al
    conocimiento y
    la verdad, y si los ovnílogos y parapsicólogos
    históricamente hemos gastado más tiempo y
    más dinero en
    difundir las nuestras, es fraude y
    paranoia.?

    ¿Porqué no pueden diferenciar entre el
    contenido de sus afirmaciones y el continente con
    que las presentan, evitando caer en lo que critican en sus
    oponentes intelectuales: fanatismo, estrechez ideológica,
    soberbia, improvisación, prejuzgamiento.?

    ¿Porqué no aceptar que su conducta hacia
    nosotros es tan emocional como la nuestra hacia
    ellos?.

    Si los periodistas (administradores de la
    difusión pública) se hubieran planteado estas
    observaciones con anterioridad, seguramente este artículo
    nunca habría tenido necesidad de ser escrito. Y mientras
    hace no mucho tiempo atrás me prometí no caer en
    polémicas estériles, la escalada de agresividad
    manifiesta por parte de quienes, en otro orden, invocan
    permanentemente la necesidad de "objetividad", "mesura" y
    "equilibrio en
    los juicios" hacen necesario mantener viva la llama de la
    discusión pública, no aquí en cuanto a si
    Ovnis, fenómenos extrasensoriales, zodíacos varios
    o mancias diversas tienen alguna validez, sino respecto a
    preguntarnos si todos estos temas no son más que una
    excusa intelectual para dirimir otras diferencias, un campo de
    batalla anecdótico donde lo que se discute es más
    profundo: la crisis
    espiritual dominante, la caída de modelos
    culturales y la angustia del ser ante la Nada.

    Un ejemplo
    paradigmático

    Debo a mi amigo el investigador estadounidense
    Scott Corrales la siguiente noticia, que para una mejor
    comprensión de mis reflexiones merece ser reproducida
    íntegramente:

    FUENTE: Frankfurter Allemaine Zeitung

    FECHA: 26 de abril de 2001

    El "Azote de los Ovnis" Brinda Identidad a
    los No Identificados

    por Christian Siedenbeidel

    MANNHEIM,- Werner Walter ha estado bajo
    tensión desde comienzos de febrero. "Se ha desatado una
    nueva psicosis OVNI en
    Alemania," se
    queja el hombre de
    43 años de edad quien ha encabezado la oficina alemana
    de matriculación OVNI desde hace 10 años. "Cuarenta
    objetos voladores no identificados en espacio de seis
    semanas–eso es mas que todos los avistamientos del 1999 y el
    2000 juntos".

    El Sr. Walter culpa esta marejada de histeria OVNI en
    la cobertura televisiva de la estación espacial rusa MIR,
    cuya misión
    finalizo el mes pasado cuando cayó en el Pacifico. El
    planeta Venus también reluce con mas brillantez en el
    cielo nocturno. "Eso casi siempre incrementa la cantidad de
    avistamientos ovnis," agrega.

     La gente puede comunicarse con la oficina en
    Mannheim llamando al (0621) 701370, donde se anotan
    cuidadosamente todos los avistamientos de supuestos
    platívolos y se hace el intento por buscar explicaciones
    naturales para dichos eventos. La
    oficina también ha desarrollado un formulario en
    colaboración con la universidad de
    Giessen, y se solicita que los testigos de OVNIS lo rellenen.
    "¿Ha leído muchos libros sobre
    OVNIS? ¿Cree en los extraterrestres?" pregunta el
    formulario.

     Estas investigaciones a
    menudo tienen resultados extraños: la gerente de una
    tienda en la población de Halle informó en fechas
    recientes que había detectado un OVNI durante varias
    noches consecutivas. Hasta llegó a pedir prestada una
    cámara de video para filmar
    el objeto. Los expertos en la oficina de registro ovni le
    echaron un vistazo a la película y vieron que se trataba
    de Venus a la primer. La sencillez de la explicación fue
    motivo de risa para la gerente, y
    devolvió la cámara prestada.

     El Sr. Walter explica que los informes sobre
    OVNIs aparecen en "oleadas". A principios de los
    años '90–dice–sintió la tentación de
    descolgar el teléfono los fines de semana. Fue entonces
    que muchas discotecas comenzaron a hacer uso de enormes
    reflectores como medio publicitario, a tal grado que la
    policía llegó a llamarlo en una ocasión,
    alegando haber perseguido un OVNI en su carro
    patrulla.

     No obstante, algunos casos permanecen en el
    misterio, aun para la oficina. Por ejemplo, una mujer en el
    pueblo de Konstanz dijo haber visto un objeto cilíndrico
    de varios cientos de metros de largo directamente sobre la plaza
    publica del pueblo a la luz del dia. Otra
    persona en
    Hamburgo llegó a observar un platívolo
    "clásico" con diámetro de 30 metros (99
    pies). Ninguna de  las pesquisas con autoridades de la
    aviación civil y llamadas a las agencias noticiosas 
    produjeron resultados satisfactorios.

     Por otro lado, la oficina pudo resolver el
    misterio de la "formación OVNI de Greifswald". En agosto
    de 1990, varios cientos de testigos en la costa del mar Baltico
    dijeron haber visto varios haces de luz viajando en
    formación por un espacio de 10 a 15 minutos.
    Después de que el fenómeno fue dado a conocer en un
    programa de
    televisión, se recibieron llamadas
    telefónicas de los espectadores locales que
    insistían que todos los testigos eran alemanes del oeste
    que habían venido a visitar las costas de la antigua
    Alemania
    Oriental después de la caída del Muro de
    Berlín. Los lugareños sabían que los
    testigos solo habían visto las luces de
    señalización empleadas durante una de las ultimas
    maniobras realizadas por el Pacto de Varsovia. Las luces estaban
    suspendidas por paracaídas  y servían como
    blancos para los proyectiles antiaéreos
    infrarrojos.

    Según el Sr. Walter, los primeros OVNIs fueron
    vistos por un piloto estadounidense en 1947. El piloto
    manifestó haber visto nueve objetos con forma de hoz que
    resplandecían en la luz del sol y que volaban tan
    rápido como cualquier avión. Se cree ahora que el
    piloto sólo llegó a ver los prototipos del
    interceptor F-84, que integraba un nuevo diseño
    de ala en flecha. 

     Uno de los fenómenos descritos con mayor
    frecuencia en el mundo ovni lo es el mito de
    Roswell. Roswell era una base militar secreta en el desierto de
    Nuevo Mexico en donde el gobierno de los
    EUA supuestamente reparó un plativolo que se había
    estrellado en dicho lugar en 1947. El Sr. Walter insiste que el
    objeto era, en efecto, un globo estratosférico de 100
    metros en diámetro.

     El gobierno
    estadounidense–explica–no negó el rumor OVNI adrede para
    no poner en jaque sus proyectos. Hasta
    el día de hoy, hordas de creyentes en los OVNI hacen
    peregrinajes hasta el desierto. De igual manera, los
    entusiastas OVNI en Inglaterra
    visitan los misteriosos círculos que aparecen en los
    campos de trigo cada año. El Sr. Walter cree que estos
    diseños son artísticos. "La gente pinta toda
    Nueva York con
    graffiti, así que en Inglaterra les da
    por pisotear el trigo. Mientras mas grandes les queden los
    círculos, mejor". 

     El Sr. Walter dice que su trabajo le ha
    convertido en un escéptico de los OVNIs después de
    haber sido creyente. Aunque imagina que si existe vida
    alienígena en alguna parte–algo como "un lodo verde en
    alguna parte del cosmos"–se le hace difícil pensar que
    existan platillos voladores que contengan seres capaces de
    filosofar sobre si mismos y que hayan visitado la
    Tierra.

     "Marte es un mundo muerto. Y nos tomaría
    millones de años llegar a la galaxia mas cercana".
    Extiende su escepticismo a los "gurúes" de la
    ufología quienes han logrado lucrarse con sus libros,
    individuos como Erich Von Daniken, Johannes von Buttlar y Michael
    Hessemann. Lo mismo va para las cadenas televisivas alemanas como
    RTL y SAT 1, que han descubierto que el tema está muy de
    moda y aumenta
    los "ratings", y que además han dedicado programas al Sr.
    Walter.

     Se está construyendo un "parque de
    diversiones extraterrestre" en el Berner Oberland de Suiza, una
    verdadera "Disneylandia para los ufólogos", segun la
    descripción que ofrece Walter. Y en
    Frankfurt, 2000 autoproclamados ufólogos se dieron cita
    para el congreso OVNI mas grande celebrado hasta
    ahora.

     Hasta los niños
    parecen preferir jugar a los extraterrestres que a los vaqueros.
    "Recibí una llamada telefónica de unos chicos en el
    norte de Alemania que hacían uso de un teléfono móvil. Estaban jugando a
    "Expedientes X" y querían informarme a mi, antes que al
    FBI, de que los alienígenas habían aterrizado.
    Querían que me subiese a un helicóptero y volar
    hasta donde estaban enseguida". declara Walter.

      Me he tomado el trabajo (y
    he ocupado el tiempo de ustedes) en reproducir íntegro
    este artículo traducido por el mismo Scott, ya que creo
    que es ejemplificador respecto del "síndrome de
    escepticismo" que parece estar, lenta pero serenamente, ganando
    ciertos espacios de poder. Y sin
    querer parecer demasiado conspiranoico, entiendo que ese espacio
    no ha sido lícitamente ganado (lo que sería justo
    en una contienda de iguales) sino apelando a formas subrepticias
    de manipulación ideológica de la opinión
    pública y con el concurso de oscuros intereses. Y por
    ello centraremos aquí nuestra atención.

    El bucólico señor Walter, seguramente con
    gesto cansino y hastiado, ha ido desgranando frente al cronista
    un discurso
    mefistofélico. Se presenta, a título de
    etérea garantía de honestidad
    intelectual, como un "ex creyente" que se ha vuelto
    escéptico, seguramente desilusionado por las sandeces
    privilegiadas que tuvo que observar desde su escritorio
    gubernamental. Así, sutilmente, juega con las palabras:
    pregunta a los testigos si "han leído libros de OVNIs" o
    "creen en extraterrestres", perverso juego
    –muy habitual en todas las latitudes- que consiste en
    descalificar un testigo potencial en razón de sus
    creencias previas. En consecuencia, sólo los
    escépticos racionalistas tienen derecho a ver un
    OVNI.

    Abusando de la honestidad del
    público que –aunque no sea muy científico, es
    mucho más honesto- cree que no tiene porqué
    desconfiar. A priori del prójimo, recorre por
    quincuagésima vez a la explicación de un planeta
    Venus que cierta señora tal vez jamás había
    visto en toda su vida anterior para "demostrar" lo endeble de las
    visualizaciones de no identificados, y desde Mannhein,
    seguramente el ombligo del Universo desde
    donde el inefable Walter tiene una perspectiva omnipresente del
    mundo, se llega a explicar el enigma de Roswell no como
    globos-sonda ni Mogul, sino como un nuevo y hasta ahora
    desconocido –hasta por los otros escépticos- globo
    de cien metros de diámetro,. los "agrogramas" o
    círculos en los campos de cereal como "manifestaciones
    artísticas" (supongo que la Bauhaus de
    enteléquicos personajes entrevistos por don Walter en sus
    divagaciones) y extiende sus apreciaciones a la economía de mercado (habla de
    los "lucrativos resultados" de escribir libros sobre el tema; es
    evidente que él nunca lo hizo) y la exobiología, ya
    que desde su modesta oficina él sabe no sólo que
    Marte "es un planeta muerto" sino que "apenas un lodo verde" se
    extiende por la Galaxia" como máxima manifestación
    de vida.

    No muy afecto al trabajo que le pagan los contribuyentes
    (él mismo admite haber estado tentado
    de "desconectar el teléfono" cuando han arreciado los
    informes, algo
    que provocaría náuseas a cualquier investigador de
    cuño cuya razón de ser y emoción existe
    precisamente cuando fluyen más casos que investigar)

    lo imagino con gesto displicente despidiendo al cronista
    sorprendido que su tarea sea del interés de
    alguien. Repitiendo perimidos conceptos ("Los niños
    inventan bromas todo el tiempo" ergo, "los niños son poco
    fiables"), ignorando profundizar en los casos que no pudo
    explicar, sutilmente despectivo (quien acepta la realidad de los
    OVNIs es un "creyente" -¿cuánto demorarán en
    tildarnos de "secta"?- y, si se agrupan varios, una "horda") a
    Werner Walter lo sospecho de estar cumpliendo a pie juntillas un
    papel bien
    elaborado. ¿Cuál?. El de desentendido, quien se
    lamenta del tiempo y dinero gastado en una "tontería",
    más interesado en permanecer sentado al teléfono
    desmintiendo versiones "antojadizas" para llevar tranquilidad a
    la población que en investigar en el terreno. Pero, como
    solemos decir en mi país, "la culpa no es del chancho,
    sino de quien le da de comer"
    . Porque estas operaciones
    periodísticas de desalentamiento (por proponer un
    neologismo) no existirían si, obviamente, no hubiera un
    periodista de por medio. Un (una) periodista que en demasiadas
    ocasiones se considera un tipo esclarecido, informado, de
    mentalidad abierta, y en tantas demasiadas ocasiones no
    sólo peca por superficialidad en la recabación de
    información sino –lo que es peor- de
    frivolidad analítica. Muchos periodistas –no todos,
    por suerte- parecen particularmente sagaces (yo diría,
    casi exageran la pose de "perpiscaces") frente a políticos
    cuestionados en sus funciones
    administrativas, pero, quizás inconscientes de las
    proyecciones que la sola admisión de incursiones
    extraterrestres en nuestro mundo podría tener cuando son
    tal vez esos mismos políticos los que desacreditan las
    apariciones OVNI. Lo digo una vez más: para poder avanzar
    en la investigación del fenómeno OVNI,
    debemos superar una valla cultural. No podremos presentar
    pruebas de
    nada, mientras el consenso de los que deciden no nos deje el
    espacio suficiente para trabajar cómodamente en su
    presentación.

    Creo que la sociedad pasiva,
    receptora de información periodística, está
    –a grandes rasgos- idiotizada. Que en éste, como en
    muchos otros temas, sólo percibe lo que se le manipula
    desde las sombras, sutilmente, en programas de condicionamiento
    de largo aliento. ¿Cómo explicar, por ejemplo
    –y cito un caso local a título ilustrativo- que
    mientras la "Comisión Condon difundiera en 1969 sus
    "conclusiones" descalificativas de la validez científica
    de los OVNIs, durante la "oleada" americana de 1978 la USAF
    transmitiera a todas las agencias noticiosas del mundo
    exactamente el mismo texto como
    resultado de "recientes investigaciones propias"
    (sin
    referencia alguna al trabajo de nueve años antes) y
    nadie, ni siquiera uno de los innumerables medios
    periodísticos de todo el mundo que lo reprodujeron se
    diera cuenta de nada?.

    O tal vez algo peor. Sí se dieron cuenta. Pero
    participaban de ello.

    Un "lavado de
    cerebro"

    En una sociedad donde la "información es poder",
    es obvio que los medios de
    comunicación son ciertamente los más eficaces
    modeladores del pensamiento
    colectivo. A veces me resultaría cómico –si
    no fuera en verdad trágico- escuchar a la gente hablar de
    sus "Libres elecciones", de la "concientización" y la
    "clarificación del pensamiento
    del pueblo" si no fuera tan delgada la línea que separa
    tan nobles intenciones de una forma dictatorial de
    condicionamiento de las masas. Sin duda más de un
    periodista que cree en la transparencia de su profesión se
    sentirá incómodo antes estas palabras, y es
    lógico que lo esté; pero ese mismo periodista no
    podrá negar que no existe en última instancia
    una verdadera libertad de
    prensa: todos sus representantes están esclavizados a su
    puesto laboral, a la
    ideología que representan (impuesta o
    meditada, es otro cantar), al subsidio político, el
    "sponsoreo" y su matriz
    cultural.

    Así que mientras muchos periodistas creen gozar
    de esa "libertad" como las ratas que en el laberinto del laboratorio
    creen que eligen libremente porqué camino tomar, otros
    saben que responden a ciertos intereses. Y si esos intereses
    ganan algún beneficio con el descrédito de los
    OVNIs y la parapsicología, lo sepan o no, serán
    instrumento de ello, y a su servicio
    pondrán todas las formas de sutiles e intangibles "lavados
    de cerebro" que los
    medios periodísticos puedan hacer sobre las masas. El
    argumento de independencia
    ideológica que se repite como un sonsonete la mayor parte
    de los periodistas, es algo aprendido en el oficio o la universidad no
    por caminos empíricos sino como una forma de reforzar su
    autoestima,
    fortalecer el "esprit de corps" de la corporación y,
    "last but not least" el no haberse dado de narices las
    suficientes veces contra la realidad.

    Y a consecuencia de esto, las ideas que la masa en
    conjunto o el individuo en particular tienen, salvo que se trate
    de estamentos poco significativos, es más producto de la
    manipulación que de los procesos
    sociales de su génesis pueden hacer ciertas clases de
    periodismo. Citando al lingüista Noam Chomsky:

    "Es un totatiltarismo invisible" lo que llamo un
    "totalitarismo democrático" . Los ejemplos que doy indican
    que los responsables de la política
    norteamericana usan eficientemente los medios de
    comunicación. En otras palabras, cuando deciden
    intervenir en el extranjero, primero aprovechan  la magia
    irresistible de los mismos para preparar la opinión
    pública. Antes que nada, los dirigentes norteamericanos
    presentan al público como "demonios" los objetivos que
    quieren atacar, como Saddam, Noriega, grupos islámicos,
    los sandinistas, etc.. Para ello usan eficientemente distintos
    métodos de
    propaganda o
    técnicas psicológicas. En
    consecuencia, el público aplaude la invasión de un
    país extranjero por los soldados norteamericanos y da su
    consentimiento a las políticas
    formuladas por las distintas administraciones, aunque en realidad
    ese consentimiento lo establecen los aparatos políticos.
    Por esta razón yo defino este sofisticado mecanismo
    totalitario como "elaboración del consentimiento".
    "

    "Uno de los más formidables ejemplos de este
    método
    tuvo lugar durante el período gubernamental de Woodrow
    Wilson. Este ejemplo, considerado como "la primer
    operación de propaganda
    moderna de un gobierno", se lo puede esbozar como un plan para
    convencer al pueblo que dé el consentimiento para que el
    país marche a la guerra en la
    primera conflagración mundial. Durante los primeros
    años de la misma la mayoría de los norteamericanos
    estaban determinados a no participar. Sin embargo, a los centros
    de poder, que tenían una profunda influencia sobre el
    gobierno, les interesaba que se interviniese en el conflicto
    armado. Por lo tanto se formó una comisión, llamada
    Creel Comission, que se hizo cargo de la propaganda por cuenta
    del gobierno. La Creel Comission logró transformar en
    sólo seis meses a ese pueblo pasivo en otro de características histéricas con una
    fuerte voluntad por destruir a la nación
    alemana, ir a la guerra y
    salvar al mundo. Como producto de
    ese programa Norteamérica fue a la guerra."

    "Un teórico prominente de esta técnica
    totalitaria es Walter Lippmann, uno de los más conocidos
    columnistas norteamericanos. Es uno de los fundadores del Consejo
    de Relaciones Exteriores, importante institución
    extraoficial ocupada de la política exterior de
    los EEUU. Este señor se esforzó al máximo
    por desarrollar los mejores sistemas de
    control de las sociedades a
    través de las élites y sin que nada se le
    interponga en la tarea. Es por eso que considero a Lippmann "el
    arquitecto de la teoría de la 'elaboración del
    consentimiento' para conseguir que el pueblo apruebe incluso
    decisiones no deseadas bajo la influencia de nuevas técnicas
    de propaganda". Lippmann argumenta que el gobierno de un estado
    debería ser manejado solamente por "un grupo especial
    de gente inteligente que sea capaz de asumir la responsabilidad, en tanto que la masa poblacional
    debería ser mantenida totalmente al margen de los
    mecanismos de decisión". De acuerdo con Lippmann, la gente
    no es más que "un rebaño estúpido" y no debe
    participar del proceso de
    administración (gubernamental) sino que
    tiene que permanecer como obediente seguidora de las
    decisiones."

    "Sin duda, esta situación señala una
    realidad acerca de las actuales democracias representadas por los
    EEUU y los países occidentales: en estos países la
    "soberanía" no está en manos de sus
    respectivos pueblos sino capturada, evidentemente, por el poder
    que controla el proceso de las
    ideas a nivel masivo. "

    "En este contexto, los medios de comunicación son usados como una de las
    herramientas
    más importante para controlar el proceso de
    pensamiento.  Por supuesto, no se puede poner bajo esta
    categoría a todos los medios de
    comunicación. No obstante, "los gigantes de entre los
    medios de
    comunicación", presentes en casi todos los
    países del mundo hoy día, caen en esa
    categoría de "herramientas
    controladoras". A esto se debe que en algunos casos, a pesar de
    la supuesta abierta oposición a los gobiernos, los medios
    de comunicación tienen íntimas
    relaciones con los poderes que están a cargo de los
    "gobiernos".

    Es el momento entonces de pensar seriamente acerca de lo
    que los medios de comunicación imponen sobre la gente. Si
    éstos, como dice Chomsky, se usan como "un mecanismo de
    control del
    pensamiento", la respuesta a la pregunta de cuáles son los
    métodos de los que se valen para controlar nuestras formas
    de pensar, pasa a constituirse en algo muy importante.

    Chomsky habla extensamente acerca de métodos de
    lavado de cerebros usados por los medios de comunicación
    en materia
    política. De todos modos, el "control sobre las
    ideas" no se limita solamente a cuestiones políticas
    puesto que los centros de poder que mantienen la
    supremacía del mundo occidental no representan solamente
    al sistema
    político sino también a los distintos puntos de
    vista que apoyan y sostienen al anterior. El poder que hoy
    día está establecido en muchos países del
    Tercer Mundo –y del Primero también- con una
    perspectiva religiosa fundamentalista, es el que abolió el
    verdadero disenso espiritual y cultural. Y ese poder puede seguir
    manteniéndose solamente si la sociedad continúa
    aceptando de manera generalizada los puntos de vista
    fanáticos del fundamentalismo, tanto de la Iglesia como
    de la Ciencia..
    La aceptación de los puntos de vista alternativos y el ver
    a éstos como lo que para muchos es una fuente
    legítima de conocimiento,
    es totalmente inaceptable para el sistema
    establecido.

    Por ende, es inevitable que los medios de
    comunicación sean usados en contra de los OVNIs y la
    parapsicología como la herramienta más eficiente
    para el control de los procesos de
    pensamiento en las sociedades
    occidentales.

    Y si ustedes se peguntan "porqué" o "para
    qué", entonces quizás sea hora que empiecen, sin
    falsos prejuicios culturales, a profundizar en estos
    temas.

     

    Escribe

    GUSTAVO FERNÁNDEZ

    Director de la revista
    digital "Al Filo de la Realidad"

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