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Los Profetas Mayores -Jeremías-




Enviado por dwdamian



    Los Profetas Mayores

    -Jeremías-

    1. Antiguo
      Testamento
    2. Nuevo
      Testamento
    3. Los Profetas
      Mayores
    4. Jeremías

    Introducción

    1. Contenidos Generales sobre la
    Biblia

    La palabra Biblia deriva del griego
    βιβλίον, que
    significa libro. La
    Iglesia Griega
    usaba el plural de la palabra
    (βιβλία) para designar la
    colecciσn completa de las escrituras sagradas. La Biblia
    representa el libro de los
    libros, el
    Libro por excelencia.

    Los Padres Griegos le aplicaban diversos nombres, como
    las Sagradas Escrituras, las Santas Cartas, las
    Escrituras, o simplemente la Escritura. A
    parte de estos los judíos usaban el termino TORAH (que
    luego se limito al Pentateuco).

    Los Padre latinos profundizaron la expresión El
    Antiguo y El Nuevo Testamento. Testamento (del hebreo berith)
    significa un pacto o contrato hecho
    entre Dios y el hombre. El
    Antiguo Testamento es por tanto un pacto entre Dios y la nación
    hebrea concluido por su representante Moisés en el monte
    Sinaí. El Nuevo Testamento es un contrato o pacto
    entre el Padre Celestial y la humanidad concluido por la
    representación del hombre,
    Jesucristo, quien lo sello en el Gólgota con su
    sangre.

    La Biblia puede definirse como una colección de
    libros
    sagrados que fueron compuestos bajo la influencia positiva del
    Espíritu Santo, escritos en diversas épocas y en
    distintos lugares por hombres a quienes Dios había
    escogido para este fin.

    La Biblia (según la disposición de la
    Vulgata) contiene 72 libros. Los Judíos solo reconocen 38
    libros. De acuerdo con el Decreto Sacrosancta del Concilio de
    Trento, los escrituristas católicos reconocen entre 45 y
    47 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento, por
    lo que se habla de 74 libros.

    En contenido de la Biblia es lo más sagrado, pues
    su tema central es el misterio de la redención del
    hombre.

    2. Textos y Versiones de la
    Biblia

    1. Las versiones griegas
      del Antiguo Testamento

    a) Escritura: Esta se sabe que existió en
    el cuarto milenio anterior a la era cristina en Egipto y en
    Babilonia. Los diversos materiales que
    se han usado a lo largo de la historia representan todos
    un papel
    importante, que van desde piedra, arcilla, madera, cera,
    corteza, lienzo, metales, tiestos,
    hasta aquellos que representaron un gran papel en los
    manuscritos bíblicos –cuero, papiros y
    pergaminos-.

    El cuero y las pieles no se mencionan en el Antiguo
    Testamento como materiales de
    escritura,
    pero se supone su uso. El uso del libro en forma de rollo, y la
    mención del cuchillo del escriba implican el cuero o el
    papiro.

    Para proteger el rollo se los guardaba en cajas de
    madera, y su
    viva normal era de unos 200 años. Su forma fue la
    ordinaria que se uso hasta la era cristina, pero en los primeros
    años del siglo II aparece el Códice. En el siglo IV
    el pergamino aventajo papiro en literatura
    sagrada.

    b) Lenguas Originales de la Biblia: Puede
    decirse, en reglas generales, que el Antiguo fue escrito en una
    de las ramas de la lengua
    semítica, y el Nuevo en el ario o lengua
    indoeuropea. En lo que se refiere al Antiguo, todos los libros
    protocanónicos fueron escritos en hebreo, de los
    deuterocanónicos solo Sabidurías y el 2 de Macabeos
    fueron en griego, y unas pocas partes en arameo.

    c) Las versiones antiguas: Las primeras
    traducciones de los libros del a Biblia del original a otra
    lengua son muy importantes. Ayudan a interpretar el significado
    del original. El valor de las
    traducciones del original supera en valor a las
    traducciones de una traducción.

    La versión de los Setenta supera a todas las
    versiones de su antigüedad y autoridad
    critica.

    d) Los Manuscritos: Los manuscritos del Antiguo
    Testamento se clasifican en papiros, unciales y
    minúsculas. El sistema de
    agrupación es aceptable y hoy se encuentran alrededor de
    1560.

    e) El Origen de los Setenta: Mucho antes del
    siglo III a. C. había emigraciones individuales de
    judíos a tierras extranjeras, especialmente a Egipto. En el
    siglo V a. C. los judíos ya se habían establecido
    como colonia militar en la isla Elephantina cerca de la moderna
    Assuán. Donde tenían hasta su propio santuario.
    Desde Alejandro en adelante, Egipto estuvo bajo la influencia de
    la cultura
    griega.

    En lo que se refiere a la religión, el Antiguo
    Testamento desempeño un papel importante en la vida
    del pueblo judío. El deseo de utilizar su religión para
    propósitos de propaganda y
    la necesidad del nuevo idioma, fueron las que contribuyeron al
    origen de un texto griego
    del Antiguo Testamento.

    La Carta de Aristeas
    es el testimonio más antiguo a favor del origen de la
    versión de los Setenta. Aristea fue quien obtuvo en
    Jerusalén una copia de la Ley Judía
    para el jefe de la biblioteca de
    Alejandría. Pero además de esto el sumo sacerdote
    le entrego 72 sabios griegos para que la tradujera al griego.
    Cada uno la tradujo solo encerrado durante 72 días, y al
    cumplirse se descubrió que eran todas exactamente
    iguales.

    El nombre de "los setenta" se debe al número de
    los sabios quienes se ocuparon de la traducción del
    Pentateuco.

    f) Traducciones griegas posteriores del Antiguo
    Testamento: La versión de los Setenta fue indiscutida
    hasta el siglo II d. C. Los judíos se apartaron de los
    Setenta después que la Iglesia
    Cristiana señalo los pasajes mesiánicos, que
    aparecían en forma más clara y con más
    fuerza en la
    versión griega que en texto en
    hebreo. Hacia fines del siglo I el texto y el Canon del Antiguo
    Testamento fueron definitivamente fijados por los judíos
    en Palestina, y la traducción de los Setenta
    pareció no cumplir las exigencias de su criterio. Luego de
    esto se produjeron tres versiones alternativas y algunas
    parciales.

    1- La versión griega de Aquila: Aquila por el
    año 128 completo una traducción griega de los
    libros protocanónicos. Esta perdió autoridad en
    el año 553 cuando Justiniano ordeno que los judíos
    estudiaran el texto hebreo original.

    2- La versión griega de Teodoción:
    Teodoción era un prosélito de Efeso. Hizo una
    revisión libre de la versión de los Setenta.
    Incluyo a Daniel y los fragmentos en los manuscritos
    hexaplaricos.

    3- La versión griega de Símaco: Era una
    versión del Antiguo Testamento enteramente nueva, hecha
    por Símaco. Tres versiones parciales (e.d., de los
    profetas menores y de los libros proféticos).

    g) La Hexapla de Orígenes: Fue quien
    propuso determinar el texto verdadero para el uso de los Padres
    apostólicos, apologistas y escritos eclesiásticos.
    Lo llevo a cabo revisando la versión de los
    Setenta.

    En su obra la Hexapla que escribió en Palestina
    hacia el año 240, colocaba en 6 columnas paralelas: 1°
    el texto hebreo; 2° el mismo en caracteres griegos; 3° la
    versión de Aquila; 4° la de Símaco; 5° la
    de los Setenta; 6° la de Teodoción.

    2.2. Las versiones Latinas

    a) La versión Latina anterior a San
    Jerónimo: No se ha encontrado un Antiguo Testamento en
    latín que se leyera en forma similar a la de los Setenta.
    Aunque se usaban nombres latinos eso no significaba que se
    hablara la lengua. Aun en la era cristiana el latín no fue
    la lengua general de los judíos de Roma hasta el
    siglo IV después de Cristo. El idioma griego se
    convirtió en el medio de comunicación a través de todo el
    Imperio.

    Los primeros originales de una Biblia latina se
    encuentran en las regiones cristianas que estaban libres de la
    influencia helenizante. Eusebio ha conservado una carta que las
    comunidades de Lión y Viena. Esta carta esta repleta de
    citas bíblicas y expresiones que no están de
    acuerdo con el Nuevo Testamento griego.

    * El numero de traducciones y el valor de la Latina
    Griega: De las traducciones antiguas en uso antes de San
    Jerónimo había dos tipos principales. Un tipo
    conocido como la familia
    africana. Otra familia, la
    europea, se conocía en dos formas llamadas la ítala
    y la gálica.

    Los cuatro evangelios muestran, -aun después de
    la revisión de San Jerónimo-, tres traducciones
    distintas; manuscritos de Lugdunenisis; Wirceburgensis;
    Monacensis y San
    Agustín.

    Aunque la Antigua Latina dio paso a la Vulgata de San
    Jerónimo, que fue aceptada oficialmente por el Concilio de
    Trento en 1546, todavía posee gran valor.

    b) La Vulgata Latina:

    1- San Jerónimo y la Biblia Latina:
    Jerónimo nació en Estridón, Dalmacia, y para
    su educación
    fue enviado a Roma. Al dejar
    Roma
    partió a la Corte del emperador Valentiniano I en
    Tréveris; aquí se inserto en los estudios
    teológicos. Recorrió Jerusalén y
    Constantinopla.

    Su actividad de traductor y revisor fue
    triple.

    1) El papa Dámaso le pidió que revisara la
    traducción latina de los cuatro evangelios. También
    reviso los salmos de los Setenta.

    2) Mientras estaba en Belén se intereso en la
    Hexapla de Orígenes. La reviso comenzando por los Salmos y
    la traducción de los Setenta. Todos los libros
    protocanónicos fueron revisados de acuerdo con la
    Hexapla.

    3) Realizo también en Belén el proyecto de
    traducción latina del Antiguo Testamento directamente del
    hebreo. Los libros que llego a traducir son: Samuel, Reyes,
    Tobías, Salmos, 16 de los profetas, Job, Esdras,
    Nehemías, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los
    Cantares, Pentateuco, Josué, Jueces, Rut, Ester,
    Judit.

    Las cualidades de la versión de San
    Jerónimo; fueron la claridad de la exposición; la fidelidad de la
    traducción; y la elegancia de dicción.

    2.3. Las versiones Arameas

    Desde el siglo XIV en adelante el pueblo arameo se
    esparcio por todo el cercano oriente. El pueblo judio con su
    exilio en Babilonia adquirio este dialecto. Después que la
    lengua judía se arameizó debía darse bebida
    consideración a este idioma en la liturgia, y este hecho
    dio origen a los Targums. Se escribieron así diversos
    Targums individuales.

    1- Los Targums individuales: El Pentateuco; Los
    Profetas; Los Hagiógrafos.

    2- La Peshitto Siria: Representa la traducción
    de la Biblia al idioma sirio, hecha directamente de los textos
    originales o de los Setenta.

    Las versiones sirias que podemos destacar son: La
    versión filoxeniana; la siriohexaplárica; la
    harkeliana; la sirica palestina.

    2.4. Demás versiones de la Biblia

    Las versiones Coptas; la Etíope; la Armenia; la
    Gótica; la Georgiana; las Árabes; la eslava; las
    Inglesas.

    3. Panorama Histórico

    ETAPA

    EVENTOS

    LIBROS BÍBLICOS

    PROTO HISTORIA

    Preámbulo histórico

    GÉNESIS 1-11

    PERIODO PATRIARCAL

    1850: Abraham baja a Canaán.
    1700: Jacob y sus hijos en Egipto.
    Su opresión 1850-1250 a.C.

    GÉNESIS 12-50

    PERIODO DE ÉXODO

    1250: Moisés saca al pueblo de Egipto,
    hacia Canaán. Alianza en Sinaí, marcha por el
    desierto. 1250-1200 a.C.

    ÉXODO, LEVÍTICO, NÚMEROS,
    DEUTERONOMIO.

    PERIODO DE LA CONQUISTA

    Guerras cananeas. 1050 a.C.

    JOSUÉ, JUECES

    PERIODO DE LA MONARQUÍA UNIDA

    1040-1010 a.C.: Saúl Rey
    1010-970 a.C.: David Rey
    970-930 a.C.: Salomón Rey, periodo dorado.
    930 a.C.: División del Reino: Norte (Israel)
    / Sur (Judá).

    SAMUEL 1 y 2
    REYES 1 y 2
    CRÓNICAS 1 y 2

    PERIODO DE LOS DOS REINOS

    Reino del Norte: 930-721 a.C.
    Dinastía de Omri (885-841).
    Dinastía de Jehú (841-735).
    Periodo de máximo esplendor. Influjo
    idolátrico cananeo.
    Siglo VIII: expansión Siria
    721: Caída de Samaria. Fin.

    Reino del Sur: 930-587 a.C.
    750: Ajaz (guerra
    sirio-efrainita).
    725-640: Ezequías (bueno) – Manasés
    (malo).
    Siglo VII: Decadencia Asiria. Reforma de Josías.
    Siglo VI: expansión caldea.
    587: Caída de Jerusalén. Fin.

    SAMUEL 1 y 2
    REYES, CRÓNICAS
    AMOS-OSEAS
    ISAÍAS 1-39
    MIQUEAS
    NAHÚM
    SOFONÍAS
    HABACUC
    JEREMÍAS, BARUC
    LAMENTACIONES

    PERIODO DEL EXILIO

    En Babilonia, 587-538 a.C.

    EZEQUIEL
    ISAÍAS 40-55
    ABDÍAS

    PERIODO DE LA RESTAURACIÓN

    Siglo VI: Expansión persa. Edicto de
    Ciro.
    (538 a.C.) vuelta del destierro; restauración del
    Templo.
    Nace el judaísmo.
    Se desarrolla la escuela
    sapiencial y la recolección de los escritos
    antiguos.
    538-331 a.C.

    CRÓNICAS 1 y 2
    ESDRAS, NEHEMÍAS
    AGEO, ZACARÍAS
    MALAQUÍAS,
    JOEL, IS. 56-66
    ESCRITOS SAPIENCIALES
    PROVERBIOS, JOB, ECLESIASTÉS,
    RUTH, JONÁS.

    PERIODO HELENÍSTICO Y ROMANO

    Lucha por la sucesión de Alejandro. Crece
    la "diáspora"
    Siglo II: Dominio de
    los Seléucidas
    Persecución de Antíoco IV. Los Macabeos
    63 a.C.-70 d.C. Dominio
    Romano.

    TOBÍAS, ESTER
    JUDIT
    ECLESIÁSTICO
    CANTAR, DANIEL
    MACABEOS
    SABIDURÍA

    I. Antiguo
    Testamento

    1. Libros

    A- El Pentateuco: El Pentateuco, o, según lo
    llaman los judíos, el Libro de la Ley (Torah),
    encabeza los 74 libros de la Biblia, y constituye la
    magnífica puerta de la Revelación divina. Los
    nombres de los cinco libros del Pentateuco son: el
    Génesis, el Éxodo, el
    Levítico, los Números, el
    Deuteronomio. Su fin general es: exponer cómo Dios
    escogió para sí al pueblo de Israel y lo
    formó para la venida de Jesucristo; de modo que en
    realidad es Jesucristo quien aparece a través de los
    misteriosos destinos del pueblo escogido.

    El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y
    organizador del pueblo de Israel, que vivió en el siglo XV
    o XIII antes de Jesucristo. No solamente la tradición
    judía sino también la cristiana han sostenido
    siempre el origen mosaico del Pentateuco. El mismo Jesús
    habla del "Libro de Moisés" (Mc., 12, 26), de la "Ley de
    Moisés" (Lc., 24, 44), atribuye a Moisés los
    preceptos del Pentateuco (cf. Mt., 8, 4; Mc., 1, 44; 7, 10; 10,
    5; Lc. 5, 14; 20, 28; Juan 7, 19), y dice en Juan 5, 45: "Vuestro
    acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra
    esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais
    también a Mí, pues de mí escribió
    él".

    Fundada en estos argumentos, la Pontificia Comisión
    Bíblica el 27 de junio de 1906 ha determinado, con toda su
    autoridad, la integridad y genuidad de los Libros de
    Moisés, admitiendo, sin embargo, la posibilidad de que
    Moisés se haya servido de fuentes
    existentes, y la otra, de que el Pentateuco en el decurso de los
    siglos haya experimentado ciertas variaciones como, por ejemplo:
    adiciones accidentales después de la muerte de
    Moisés, ora hechas por un autor inspirado, ora
    introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios,
    sustitución de palabras y formas arcaicas; variantes
    debidas a los copistas, etc.

    La misma Pontificia Comisión Bíblica ha
    inculcado, el 30 de junio de 1909, el carácter
    histórico de los primeros tres capítulos del
    Génesis, estableciendo que los sistemas
    inventados para excluir de éstos el sentido literal, no
    descansan en fundamentos sólidos.

    Todos los ataques de la crítica moderna contra la
    autenticidad y el carácter
    histórico de los libros de Moisés han fracasado,
    especialmente los intentos de atribuir el Pentateuco a tres o
    cuatro autores distintos (Elohista, Jahvista, Código
    sacerdotal, Deuteronomio) y la teorías
    de la escuela
    evolucionista de Wellhausen, que en el Pentateuco no ve
    más que un reflejo de ideas y mitologías
    babilónicas, egipcias, etc. Una comparación exacta
    de los relatos bíblicos con los extrabíblicos
    demuestra, muy al contrario, la superioridad absoluta de
    aquéllos sobre éstos que, en general, no son sino
    pobres y desfigurados restos de la Revelación
    primitiva.

    Las fechas que los críticos asignan a los diversos
    autores por ellos inventados se basan únicamente en
    suposiciones. Según ellos, en la historia del texto del
    Pentateuco hubo "no sólo infinidad de elaboraciones,
    refundiciones y redacciones, sino también invenciones a
    sabiendas, retoques, correcciones y adiciones tendenciosas,
    interpolaciones, falsificaciones literarias y piadosos embustes
    del género
    más sospechoso. Los críticos moderados hacen
    esfuerzos convulsivos para salir del dilema: unos dicen que no
    hay derecho a aplicar a los tiempos antiguos los conceptos
    actuales de la propiedad y
    actividad literaria; otros opinan que el fin santifica los
    medios, y
    declaran que la alternativa de obra de Moisés u obra de un
    "falsario", carece de sentido, o hablan con énfasis de la
    profundidad de la sabiduría divina, cuyos caminos no nos
    es dado conocer sino admirar; mas con estas escapatorias no
    logran poner en claro cómo una mala compilación,
    así elaborada por los hombres, pudo llegar a los honores
    de Libro sagrado" (Schuster-Holzammer).

    Han, pues, de rechazarse todas las teorías
    que niegan el origen mosaico y carácter histórico
    del Pentateuco, no sólo porque están en pugna con
    las reglas de una sana crítica, sino también porque
    niegan la inspiración divina de la Escritura.

    B- Los Libros Históricos:

    B.1. Los Libros Proféticos: se dividen en mayores y
    menores, pero sus textos comprenden lo mismo.

    Profeta es una voz griega, y designa al que habla por otro, o
    sea en lugar de otro; equivale por ende, en cierto sentido, a la
    voz "intérprete" o "vocero". Pero poco importa el
    significado de la voz griega; debemos recurrir a las fuentes, a la
    lengua hebrea misma. En el hebreo se designa al profeta con dos
    nombres muy significativos: El primero es "nabí" que
    significa "extático", "inspirado", a saber por Dios. El
    otro nombre es "roéh" o "choséh" que quiere decir
    "el vidente", el que ve lo que Dios le muestra en forma
    de visiones, ensueños, etc., ambos nombres expresan la
    idea de que el profeta es instrumento de Dios, hombre de Dios que
    no ha de anunciar su propia palabra sino la que el
    Espíritu de Dios le sopla e inspira.

    En general los profetas preferían el lenguaje
    poética. Los vaticinios propiamente dichos son, por regla
    general, poesía
    elevadísima, y se puede suponer que, por lo menos algunos
    profetas los promulgaban cantando para revestirlos de mayor
    solemnidad. Se nota en ellos la forma característica de la poesía
    hebrea, la coordinación sintáctica
    ("parallelismus membrorum"), el ritmo, la división en
    estrofas. Sólo en Jeremías, Ezequiel y Daniel se
    encuentran considerables trozos de prosa, debido a los temas
    históricos que tratan. El estilo poético no
    sólo ha proporcionado a los videntes del Antiguo
    Testamento la facultad de expresarse en imágenes
    rebosantes de esplendor y originalidad, sino que también
    les ha merecido el lugar privilegiado que disfrutan en la
    literatura
    mundial.

    Con todo, las profecías están envueltas en el
    misterio, salvo las que ya se han cumplido; y aun en éstas
    hay que advertir que a veces abarcan dos o más sentidos.
    Así, por ejemplo, el vaticinio de Jesucristo en Mt. 24,
    tiene dos modos de cumplirse, siendo el primero (la
    destrucción de Jerusalén) la figura del segundo (el
    fin del siglo). Muchas profecías resultan puros enigmas,
    si el expositor no se atiene a esta regla hermenéutica que
    le permite ver en el cumplimiento de una profecía la
    figura de un suceso futuro.

    Sería erróneo, considerar a los profetas
    sólo como portadores de predicciones referentes a lo por
    venir; fueron en primer lugar misioneros de su propio pueblo. Si
    Israel guardó su religión y fe y se mantuvo firme
    en medio de un mundo idólatra, no fue el mérito de
    la sinagoga oficial, sino de los profetas, que a pesar de las
    persecuciones que padecieron no desistieron de ser predicadores
    del Altísimo.

    Los escritos proféticos utilizan básicamente dos
    grandes géneros
    literarios: los oráculos y las narraciones:
    *Los oráculos son declaraciones solemnes proclamadas en
    nombre de Dios. Pueden ser de condena o de salvación.
    Intentan recoger las palabras que predicaron los profetas.
    Normalmente aparecen en verso.
    * Las narraciones son relatos sobre la vida, las acciones y las
    experiencias de los profetas. Están en prosa y ayudan a
    comprender mejor el sentido de la predicación
    profética.
    C- Los Libros Poéticos o sapienciales:

    Son denominados libros sapienciales, porque las
    enseñanzas e instrucciones que Dios nos ofrece en ellos,
    forman lo que en el Antiguo Testamento se llama Sabiduría,
    que es el fundamento de la piedad. Temer ofender a Dios nuestro
    Padre, y guardar sus mandamientos con amor filial,
    esto es el fruto de la verdadera sabiduría. Es decir, que
    si la moral es
    la ciencia de
    lo que debemos hacer, la sabiduría es el arte de hacerlo
    con agrado y con fruto. Porque ella fructifica como el rosal
    junto a las aguas (Ecli. 39, 17).

    Bien se ve cuán lejos estamos de la falsa
    concepción moderna que confunde sabiduría con el
    saber muchas cosas, siendo más bien ella un sabor de lo
    divino, que se concede gratuitamente a todo el que lo quiere
    (Sab. 6, 12 ss.), como un don del Espíritu Santo, y que en
    vano pretendería el hombre
    adquirir por sí mismo. Cf. Job 28, 12 ss. La Liturgia cita
    todos estos libros, con excepción del de Job y el de los
    Salmos, bajo el nombre genérico de Libro de la
    Sabiduría, nombre con que el Targum judío designaba
    el Libro de los Proverbios (Séfer Hokmah).

    Los libros sapienciales, en cuanto a su forma, pertenece al
    género
    poético. La poesía hebrea no tiene rima, ni ritmo
    cuantitativo, ni metro en el sentido de las lenguas
    clásicas y modernas. Lo único que la distingue de
    la prosa, es el acento (no siempre claro), y el ritmo de los
    pensamientos, llamado comúnmente paralelismo de los
    miembros. Este último consiste en que el mismo pensamiento se
    expresa dos veces, sea con vocablos sinónimos (paralelismo
    sinónimo), sea en forma de tesis y
    antítesis
    (paralelismo antitético), o aún ampliando por una u
    otra adición (paralelismo sintético). Pueden
    distinguirse, a veces, estrofas.

    Al género poético pertenece también la
    mayor parte de los libros proféticos y algunos
    capítulos de los libros históricos, p. ej. la
    bendición de Jacob (Gén. 49), el cántico de
    Débora (Jueces 5), el cántico de Ana (I Rey. 2),
    etc.

    Pentateuco

    Profetas
    Mayores

    Profetas
    Menores

    1.
    Génesis

    2.
    Éxodo

    3.
    Levítico

    4.
    Números

    5.
    Deuteronomio

    1. Isaías

    2.Jeremías

    3.Baruc

    4. Ezequiel

    5. Daniel

    1. Oseas

    2. Joel

    3. Amós

    4. Abdías

    5. Jonás

    6. Miqueas

    7. Nahúm

    8. Habacuc

    9. Sofonías

    10.Ageo

    11. Zacarías

    12. Malaquías

    Históricos

    Poéticos y
    Sapienciales

    1. Josué
    2. Jueces

    3. Rut

    4. I y II Samuel

    5. I y II Reyes

    6. I y II Crónicas

    7. Esdras y Nehemías

    8. Tobías
    9. Judit
    10. Ester

    11. I y
    II Macabeos

    1. Job

    2. Salmos
    3. Proverbios

    4. Eclesiastés

    5. El
    Cantar de los Cantares
    6.
    Sabiduría
    7. Eclesiástico

    II. Nuevo
    Testamento

    1. Libros

    A- Los Santos Evangelios:

    La palabra Evangelio significa Buena Noticia y designa
    el anuncio gozoso por excelencia: el de la salvación por
    la fe en Jesucristo. Antes de ser una proclamación, el
    Evangelio es un acontecimiento, "la visitación de Dios al
    mundo, que por medio de Jesús, nos libro del poder de las
    tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su hijo muy querido,
    en quien tenemos la redención y el perdón de los
    pecados. El tema central de la Buena Noticia de Jesucristo es el
    Reino de Dios.

    Este Evangelio que predicaron los Apóstoles es un
    fundamento de la fe que conduce a la salvación, y su
    primera proclamación recibe el nombre de "Kerigma".Los
    Apóstoles eran depositarios como testigos del
    Señor. Los Evangelios fueron fijados por escrito a partir
    de unos 40 años después de la Ascensión del
    Señor.

    Los tres primeros Evangelios -Mateo, marcos, y Lucas-,
    tienen su origen en la predicación de los Apóstoles
    y dependen de un conjunto de tradiciones orales y escritas. Se
    los llama Evangelios Sinópticos porque basta ponerlos en
    columnas paralelas para advertir que su contenido es bastante
    semejante.

    Los Evangelios proclaman un mensaje de salvación
    y son un testimonio que nace de la fe del Señor
    Jesucristo. La historia de Jesús no es historia, sino una
    realidad siempre presente y actuante en la Iglesia. El mensaje de
    Jesús resuena hoy en nuestros
    días.

    B- Hechos de los Apóstoles:

    El libro de los Hechos no pretende narrar lo que hizo
    cada uno de los apóstoles, sino que toma, como lo hicieron
    los evangelistas, los hechos principales que el Espíritu
    Santo ha sugerido al autor para alimento de nuestra
    fe.

    Dios nos muestra
    aquí, con un interés
    histórico y dramático incomparable lo que fue la
    vida y el apostolado de la Iglesia en los primeros decenios
    (años 30-63 del nacimiento de Cristo), y el papel que en
    ellos desempeñaron los Príncipes de los
    Apóstoles, San Pedro (cap. 1-12) y San Pablo (cap. 13-28).
    La parte más extensa se dedica, pues, a los viajes,
    trabajos y triunfos de este Apóstol de los gentiles, hasta
    su primer cautiverio en Roma. Con esto se detiene el autor casi
    inopinadamente, dando la impresión de que pensaba escribir
    más adelante otro tratado.

    No hay duda de que ese autor es la misma persona que
    escribió el tercer Evangelio. Terminado éste, San
    Lucas retoma el hilo de la narración y compone el libro de
    los Hechos. Los santos Padres, principalmente S. Policarpo, S.
    Clemente Romano, S. Ignacio Mártir,

    S. Ireneo, S. Justino etc., como también la
    crítica moderna, atestiguan y reconocen que se trata
    unánimemente de una obra de Lucas, nativo sirio
    antioqueno, médico y colaborador de San Pablo, con quien
    se presenta él mismo en muchos pasajes de su relato.
    Escribió, en griego, el idioma corriente entonces, de cuyo
    original procede la presente versión, pero su lenguaje
    contiene también aramaísmos que denuncian la
    nacionalidad del autor.

    La composición data de Roma hacia el año
    63, poco antes del fin de la primera prisión romana de S.
    Pablo, es decir cinco años antes de su muerte y
    también antes de la terrible destrucción de
    Jerusalén (70 d.C.), o sea cuando la vida y el culto de
    Israel continuaban normalmente.

    El objeto de S. Lucas en este escrito es, como en su
    Evangelio (Luc. 1,4), confirmarnos en la fe y enseñar la
    universalidad de la salud traída por
    Cristo, la cual se manifiesta primero entre los judíos de
    Jerusalén, después de Palestina y por fin entre los
    gentiles.

    C- Cartas de San
    Pablo:

    Saulo, que después de convertido se llamó
    Pablo —esto es, "pequeño"—, nació en
    Tarso de Cilicia, tal vez en el mismo año que
    Jesús, aunque no lo conoció mientras vivía
    el Señor. Sus padres, judíos de la tribu de
    Benjamín (Rom. 11, 1; Filip. 3, 5), le educaron en la
    afición a la Ley, entregándolo a uno de los
    más célebres doctores, Gamaliel, en cuya escuela el
    fervoroso discípulo se compenetró de las doctrinas
    de los escribas y fariseos, cuyos ideales defendió con
    sincera pasión mientras ignoraba el misterio de Cristo. No
    contento con su formación en las disciplinas de la Ley,
    aprendió también el oficio de tejedor, para ganarse
    la vida con sus propias manos. El Libro de los "Hechos" relata
    cómo, durante sus viajes
    apostólicos, trabajaba en eso "de día y de noche",
    según él mismo lo proclama varias veces como
    ejemplo y constancia de que no era una carga para las iglesias
    (véase Hech. 18, 3 y nota).

    Los escritos paulinos son exclusivamente cartas, pero de
    tanto valor doctrinal y tanta profundidad sobrenatural como un
    Evangelio. Las enseñanzas de las Epístolas a los
    Romanos, a los Corintios, a los Efesios, y otras, constituyen,
    como dice San Juan Crisóstomo, una mina inagotable de oro,
    a la cual hemos de acudir en todas las circunstancias de la vida,
    debiendo frecuentarlas mucho hasta familiarizarnos con su
    lenguaje,
    porque su lectura
    —como dice San Jerónimo— nos recuerda
    más bien el trueno que el sonido de
    palabras.

    San Pablo nos da a través de sus cartas un
    inmenso conocimiento
    de Cristo. No un conocimiento
    sistemático, sino un conocimiento espiritual que es lo que
    importa. Él es ante todo el Doctor de la Gracia, el que
    trata los temas siempre actuales del pecado y la
    justificación, del Cuerpo Místico, de la Ley y de
    la libertad, de
    la fe y de las obras, de la carne y del espíritu, de la
    predestinación y de la reprobación, del Reino de
    Cristo y su segunda Venida. Los escritores racionalistas o
    judíos como Klausner, que de buena fe encuentran
    diferencia entre el Mensaje del Maestro y la
    interpretación del apóstol, no han visto bien la
    inmensa trascendencia del rechazo que la sinagoga hizo de Cristo,
    enviado ante todo "a las ovejas perdidas de Israel" (Mt. 15, 24),
    en el tiempo del
    Evangelio, y del nuevo rechazo que el pueblo judío de la
    dispersión hizo de la predicación apostólica
    que les renovaba en Cristo resucitado las promesas de los
    antiguos Profetas; rechazo que trajo la ruptura con Israel y
    acarreó el paso de la salud a la gentilidad,
    seguido muy pronto por la tremenda destrucción del Templo,
    tal como lo había anunciado el Señor (Mt.
    24).

    El canon contiene 14 Epístolas que llevan el
    nombre del gran apóstol de los gentiles, incluso la
    destinada a los Hebreos. Algunas otras parecen haberse perdido (1
    Cor. 5, 9; Col. 4, 16).

    La sucesión de las Epístolas paulinas en
    el canon, no obedece al orden cronológico, sino más
    bien a la importancia y al prestigio de sus destinatarios. La de
    los Hebreos, como dice Chaine, si fue agregada al final de Pablo
    y no entre las "católicas", fue a causa de su origen, pero
    ello no implica necesariamente que sea posterior a las
    otras.

    En cuanto a las fechas y lugar de la composición
    de cada una, remitimos al lector a las indicaciones que damos en
    las notas iniciales

    D- Carta a los Hebreos:

    ¿Por qué una carta a los Hebreos? Si bien
    el final de la carta muestra
    que fue para una colectividad determinada, su doctrina era para
    los judío-cristianos en general. También Santiago y
    S. Pedro se dirigen epistolarmente, y en varios discursos de
    los Hechos, a todos los Hebreos de la dispersión, muchos
    de los cuales se hallaban en peligro de perder la fe y volver al
    judaísmo, no sólo por las persecuciones a que
    estaban expuestos, sino más bien por la lentitud de su
    progreso espiritual y la atracción que ejercía
    sobre ellos la magnificencia del Templo y el culto de sus
    tradiciones. El amor que el
    Apóstol tiene a sus compatriotas le hace insistir
    aquí en predicarles una vez más como lo
    hacía en sus discursos de
    los Hechos, no obstante su reiterada declaración de
    pasarse a los gentiles. Su fin es inculcarles la preexcelencia de
    la Nueva Alianza sobre la Antigua y exhortarlos a la
    perseverancia -pues no los mira aún como maduros en la fe,
    con la cual tendían a mezclar lo puramente
    judaico.

    E- Cartas Católicas:

    La carta de Santiago es la primera entre las siete
    Epístolas no paulinas que, por no señalar varias de
    ellas un destinatario especial, han sido llamadas
    genéricamente católicas o universales, aunque en
    rigor la mayoría de ellas se dirige a la cristiandad de
    origen judío, y las dos últimas de S. Juan tienen
    un encabezamiento aún más limitado. S.
    Jerónimo las caracteriza diciendo que "son tan ricas en
    misterios como sucintas, tan breves en palabras como largas en
    sentencias". Estas cartas fueron escritas cuando ya el Cristianismo
    había entrado en una nueva etapa.

    F- Apocalipsis:

    Su autor es Juan, siervo de Dios y desterrado por causa
    del Evangelio a la isla de Patmos. No existe hoy duda alguna de
    que este Juan es el mismo que nos dejó también el
    Cuarto Evangelio y las tres Cartas que en el Canon llevan su
    nombre. "La antigua tradición cristiana (Papías,
    Justino, Ireneo, Teófilo, Cipriano, Tertuliano,
    Hipólito, Clemente Alejandrino, Orígenes, etc.)
    reconoce por autor del Apocalipsis al Apóstol San
    Juan".

    S. Juan escribió el Apocalipsis en Patmos, una de
    las islas del mar Egeo que forman parte del Dodecaneso, durante
    el destierro que sufrió bajo el emperador Domiciano,
    probablemente hacia el año 96. Las destinatarias fueron
    "las siete Iglesias de Asia" (Menor),
    cuya existencia, dice Gelin, podría explicarse por la
    irradiación de los judíos cristianos de
    Pentecostés, así como Pablo halló en
    Éfeso algunos discípulos del Bautista.

    El objeto de este Libro, el único
    profético del Nuevo Testamento, es consolar a los
    cristianos en las continuas persecuciones que los amenazaban,
    despertar en ellos "la bienaventurada esperanza" y a la vez
    preservarlos de las doctrinas falsas de varios herejes que se
    habían introducido en el rebaño de Cristo. En
    segundo lugar el Apocalipsis tiende a presentar un cuadro de las
    espantosas catástrofes y luchas que han de conmover al
    mundo antes del triunfo de Cristo en su Parusía y la
    derrota definitiva de sus enemigos, que el Padre le pondrá
    por escabel de sus pies. Ello no impide que, como en los
    vaticinios del Antiguo Testamento y aún en los de
    Jesús, el profeta pueda haber pensado también en
    acontecimientos contemporáneos suyos y los tome como
    figuras de lo que ha de venir, si bien nos parece inaceptable la
    tendencia a ver en estos anuncios, cuya inspiración
    sobrenatural y alcance profético reconoce la Iglesia, una
    simple expresión de los anhelos de una lejana época
    histórica o un eco del odio contra el imperio romano
    que pudiera haber expresado la literatura apocalíptica
    judía posterior a la caída de
    Jerusalén.

    Tres son los sistemas
    principales para interpretar el Apocalipsis. El primero lo toma
    como historia contemporánea del autor, expuesto con
    colores
    apocalípticos. Esta interpretación quitaría
    a los anuncios de S. Juan toda su trascendencia profética
    y en consecuencia su valor espiritual para el creyente. La
    segunda teoría,
    llamada de recapitulación, busca en el libro de S. Juan
    las diversas fases de la historia eclesiástica, pasadas y
    futuras, o por lo menos de la historia primera de la Iglesia
    hasta los siglos IV y V, sin excluir el final de los tiempos. La
    tercera interpretación ve en el Apocalipsis exclusivamente
    un libro profético escatológico, como lo hicieron
    sus primeros comentadores e intérpretes, es decir S.
    Ireneo, S. Hipólito, S. Victorino, S. Gregorio Magno y,
    entre los posteriores modernos, Ribera, Cornelio a Lápide,
    Fillion, etc. Este concepto, que no
    excluye, como antes dijimos, la posibilidad de las alusiones y
    referencias a los acontecimientos históricos de los
    primeros tiempos de la Iglesia, se ha impuesto hoy
    sobre los demás, como que, al decir de Sickenberger, la
    profecía que Jesús revela a S. Juan "es una
    explanación de los conceptos principales del discurso
    escatológico de Jesús, llamado el pequeño
    Apocalipsis".

    Los Santos

    Evangelios

    Hechos de los

    Apóstoles

    Cartas de San
    Pablo

    1. San
    Mateo

    2. San Marcos

    3. San
    Lucas

    4. San
    Juan

    1. Hechos de los

    Apóstoles

    1. A los
    Romanos

    2. I a los Corintios

    3. II a los Corintios
    4. A los Gálatas
    5.
    A los
    Efesios

    6. A
    los Filipenses

    7. A los Colosenses

    8. I a
    los Tesalonicenses

    9. II a
    los Tesalonicenses

    10. I a
    Timoteo

    11. II a
    Timoteo

    12. A
    Tito

    13. A
    Filemón

    Carta a los

    Hebreos

    Apocalipsis

    Cartas
    Católicas

    1. Carta a los

    Hebreos

    2. Apocalipsis

    1. Epístola
    de Santiago

    2. Epístola
    I de San Pedro

    3. Epístola
    II de San Pedro

    4. Epístola
    I de San Juan

    5. Epístola
    II de San Juan

    6. Epístola
    III de San Juan

    7. Epístola
    de San Judas

    III. Los Profetas
    Mayores

    1. Introducción:

    El orden que presenta esta sección es
    cronológico. El lugar que ocupa el libro de Baruc es
    debido a que era secretario de Jeremías. El libro
    en prosa de Jonás difiere de los demás. El libro de
    Daniel, no figura en la Biblia Hebrea. La división entre
    mayores y menores solo se debe solo a la amplitud de sus
    composiciones.

    Los Profetas del AT eran los intermediarios entre Dios y el
    pueblo, eran pues la boca de Dios. Esta función
    aparece clara en Moisés y Arón. Arón
    tenía como función el
    transmitir al faraón el mensaje de Moisés, y
    así la función del profeta era transmitir el
    mensaje recibido directamente de Dios. La palabra Profeta tiene
    un origen hebreo "vidente".

    Desde los tiempos de Moisés hasta la cesación de
    la profecía, la historia del profetismo se divide en dos
    periodos, el periodo anterior a Jeroboam II (800 a. C.) y el que
    comienza con este. La distinción se basa en el hecho de
    que los profetas del segundo período dejaron abundante
    literatura profética que aun se conserva.

    En tiempo de Samuel
    encontramos dos veces "una sociedad de
    profetas", una en la ciudad de Gueba, y la otra en Nayot, en
    Rama. En el primer caso se dice que profetizaban usando instrumentos
    musicales, y en el segundo no se mencionan.

    Los profetas principales de este primer periodo fueron Samuel,
    Elías y Eliseo. Otros de menor importancia fueron
    Natán, Gad, Ajías y Miqueas. Sus predicciones se
    referían a los negocios de la
    vida diaria y a los asuntos importantes de estado.
    Natán, Samuel y Gad escribieron anales o historias
    religiosas, que debían ser al estado
    literario que hoy se conserva. Con el paso del tiempo fueron
    surgiendo los profetas mesiánicos.

    Además de los escritos proféticos hoy conocidos,
    uno al menos de los profetas de este tiempo escribió
    también anales históricas como lo habían
    hecho alguno de sus predecesores.

    En cuatro profetas -Isaías, Jeremías, Ezequiel y
    Habacuc- se cita expresamente el mandato divino de poner por
    escrito sus revelaciones. A Isaías se le manda a escribir
    dos profecías particulares (Is. 8, 1; y 30,8), y solo en
    el segundo caso se dice que es para que quede como memorial
    permanente. A Jeremías se le manda; primero a poner por
    escrito una profecía (Jr. 30, 2-4). Luego se le manda a
    escribir todas las profecías desde su ministerio 36, 2. La
    orden dada a Ezequiel de escribir las profecías rezaba
    solo también para una parte de su libro. El hecho de que
    los profetas, cuyos escritos se conservan en el canon,
    escribieran bajo la inspiración divina, no implica que
    recibieran una orden expresa de Dios para poner por escrito sus
    profecías.

    El orden cronológico de los profetas se indica en las
    introducciones a sus libros. Los profetas no estaban sometidos a
    una regla especial de vida, antes bien su único cometido
    era cumplir la misión que
    Dios les había confiado. Así sabemos que algunos
    estaban casados. En cambio, a
    Jeremías se le prohibió casarse, por los
    sufrierian una muerte penosa.
    El tipo de vida de los profetas, al menos en algunos casos,
    parece que estaba influido por la profesion y estado social de
    vida.

    • Vocación y misión
      de los profetas: El ministerio de los profetas no era
      hereditario ni estaba vinculado a ninnguna condicion
      particular de vida, pero tampoco estaba al alcance de
      cualquier hombre de buena voluntad el constituirse en
      profeta, pues la revelacion de Dios era un hecho puramente
      sobrenatural
      . Solo en algunos casos conocemos detalles de
      esa vocacion y mision divinas. Como la vocación
      profética era algo que no dependía de la
      voluntad del hombre, así también lo eran la
      recepción de las revelaciones y mensajes divinos
      después de ahber sido llamados al ministerio
      profético; así un profeta no estaba
      habitualmente en etado profetico. El profeta conservaba su
      libre voluntad, pero no estaba a su alcance recibir un
      mensaje profetico cuando queria; con frecuencia la palabra de
      Dios venía sin ser buscada, a veces era en
      contestación a una suplica. Otras veces Dios mismo
      adoctrinaba al profeta para que orase, prometiendo una
      revelación en respuesta a su petición. Otras
      aún, el profeta esperaba la palabra de Dios "Yo estare
      en guardía para ver lo que me ha de decir". La musica
      tenía importnacia en culto divino como
      acompañamiento del canto liturguico, y podía
      aun exitar los sentimientos.

    Las comunicaicones al profeta podian hacerse en estado de
    sueño o de vigilia. Dios menciono a los sueños como
    medios por los
    que se había de revelar a los profetas. El éxtasis
    es un estado intermedio entre la vigilia y el sueño. En
    esta situacion el sujeto es totalmente inconsciente de los que
    sucede en el mundo que lo rodea. El modo usual de la
    comunicación era por vvisión. Este es uno de
    los modos que Dios habia anunciado usaría con los profetas
    después de Moises. La palabra visión era sinonimo
    de revelación. Este uso de la palabra se explica
    satisfactoriamente en el supuesto de que las visiones eran el
    medio normal de la
    comunicación divina.

    Cualquiera que sea el modo con que la palabra de Dios se
    manifieste al profeta, este sentía un impulso moral para
    hablar
    : "El Señor ha hablado, ¿quíen no
    profetizará? Para cumplir su deber de anunciar la palabra
    de Dios los profetas lo hacían también por acciones
    simbolicas externas, de modo analogo a aquel con que ellos mismos
    a veces habián sido instruidos por Dios. El
    carácter dramatico de tales acciones les servía
    para destacar el sentido de la comunicaicon profetica y para
    imprimirla en la memoria de
    los oyentes. Así por ejemplo, Ajías, al predecir a
    Jeroboam la división de su reino, que habia de cumplirse
    después de la muerte de
    Salomón, dividio su vestido nuevo en 12 piezas, diciendo
    "Así dice el Señor, Dios de Israel, voy a rasgar el
    reino de las manos de Salomon, y a darte a ti 10 tribus". Y a
    Jeremías se le ordenó romper una orza de baroo
    delante de los jefes de las naciones y decir "Así dice el
    Señor de los ejercitos: así rompere yo este pueblo
    y esta ciudad".

    • Garantias de la Misión Divina: A la obligacion que
      incumbia a los prodfetas de anunnciar la palabra de Dios y a
      la autoridad divina que respaldaba estos mensajes
      correspondía de parte de los oyentes la
      obligación de prestarles atencion y obeder a sus
      palabras. Si el carisma prifetico hubiera sido un mero
      producto
      de fervor y entusiasmo religioso, habrían surgido
      también profetas en los tiempos de los macabeos.

    Dios confería a veces a los profetas el poder de hacer
    milagros como prueba de la misión a ellos encomendada.
    Así Moises recibio el poder de obrar prodiijios por medio
    de su baston y de otros modos. Una garantia de la realidad de la
    misiopn del profeta era el elevado carácter moral de su
    enseñanza en conformidad con el criterio de
    nuestro Señor. Los verdaderos profetas, nunca halagaron
    los vicios y debilidades del pueblo, ni predijeron bendiciones y
    prosperidades que no estubieran vinculadas a la estricta reforlam
    de los malos caminos, ni lo animaron en la falsa creencia de que
    Dios lo protegería y favorecería simplemente porque
    era descendiente de Abraham.

    1. Los Falsos Profetas:

    Eran una plaga en Israle, y no era siempre facil para el
    pueblo sencillo y mal formado distinguir a estos de los
    verdaderos. Si profetizaban en nombre de dioses paganos, solo
    eran engañados los que estaban contaminaos por la
    idolatría. "Todo lo que un profeta predice en nombre del
    Señor y no se realiza, es una cosa que el Señor no
    ha hablado, sino que el profeta lo ha inventado en el orgullo de
    su mente. El motivo que impelía a estos impostores era el
    buscarse un modo de vivir, pues el pueblo reconocia las
    necesidades materiales de los que le ayudaban en lo religioso y
    hacia lo mejor que podía por ayudarles.

    3. Las Colecciones Profeticas:

    Hacia el 750 a. C. se abre una nueva etapa y comienza la edad
    de oro en la hisotira del profetismo biblico. Hasta ese momento,
    se habia conservado numerosas tradiciones sobre la vida y la
    actividad de los Profetas. Estas tradiciones atestiguan la
    extraordinaria vitalidad del movimiento
    profetico en Israel, pero solo ocacionalmente y como de paso
    hacen referencia al mensaje de estos enviados del Señor. A
    partir del siglo VIII, en cambio, el
    interes se centra en la palabra misma de los profetas.

    La forma mas frecuente de trasmisión del mensaje
    profetico es el oraculo o declaracion solemne hecha en nombre del
    Señor. Pero también se encuentran la parabola, la
    alegoria, la exhortacion, e incluso el monologo, como el caso de
    las confesiones de Jeremias. Por lo general los profetas
    recurren al lenguaje poetico.

    Los oraculos profeticos comienzan generalmente con esta frace:
    "Así habla el Señor". El profeta se presenta como
    el mesajero y el protavoz del Señor. Ninguno de ellos se
    preocupo por escribir un libro, fueron sus discipulos los que
    recojjieron el mensaje profetico, lo fijaron por escrito y
    formaron las colecciones incorporadas al Canon de los Libros
    Sagrados.

    Con frecuencia los profetoas predican tremendos castigos, pero
    a la vez infunden con su palabra una inquebrantable esperanza. Al
    interpretar los acontecimientos a la luz de Dios, que
    se manifiesta por medio de los signos de los tiempos, ellos
    abarcan el pasado, presente y futuro.

    4. Libros

    4.1. Isaias:

    No todos los profetas nos han dejado sus visiones en forma de
    escritos. De Elías y Eliseo, por ejemplo, sólo
    sabemos lo que nos narran los libros históricos del
    Antiguo Testamento, principalmente los libros de los Reyes.

    Entre los poetas cuyos escritos poseemos es sin duda, el mayor
    Isaías, hijo de Amós, de la tierra de
    Judá, quien fue llamado al duro cargo de profeta en el
    año 740 a. C., y cuya muerte ocurrió probablemente
    bajo el rey Manasés (693-639). Según una antigua
    tradición judía, murió aserrado por la mitad
    a manos de los verdugos de este impío rey. En 442 d. C.
    sus restos fueron transportados a Constantinopla.

    Isaías es el primero de los profetas del A. T., desde
    luego por lo acabado de su lenguaje, que representa el siglo de
    oro de la literatura hebrea, mas sobre todo por la importancia de
    los vaticinios que se refieren al pueblo de Israel, los pueblos
    paganos y los tiempos mesiánicos y escatológicos.
    Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro
    Redentor, y nadie, como él, recibió tantas
    ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que
    S. Jerónimo no vacila en llamarlo "el Evangelista entre
    los profetas".

    La Obra consta de tres partes, que corresponden a tres etapas
    distintas de la historia de Israel. – La primera (cap. 1-39) es
    una colección de profecías, exhortaciones y
    amonestaciones, que tienen como punto de partida el peligro
    asirio, y contiene vaticinios sobre Judá e Israel (2,
    1-12, 6), oráculos contra las naciones paganas (13, 1-23,
    18); profecías escatológicas (24, 1-27, 13);
    amenazas contra la falsa seguridad (28,
    1-33, 24), y la promesa de la salvación de Israel (34,
    1-35, 10). Entre las profecías descuellan las consignadas
    en los cap. 7-12. Fueron pronunciadas en tiempo de Acaz y tienen
    por tema la Encarnación del Hijo de Dios, por lo cual son
    también llamadas "El Libro de Emmanuel".

    Entre la primera y segunda parte media un trozo de cuatro
    capítulos (36-39) que forma algo así como un
    bosquejo histórico.

    El capítulo 40 da comienzo a la parte segunda del Libro
    (cap. 40-55), con un trasfondo muy distinto. Proclama una especie
    de liberacion al puebl exiliado y desterrado en Babilonia. Los
    oraculos de este mensaje fueron incorporados al libro de
    Isaias.

    La tercer parte (cap. 56-66) reune una colección de
    oraculos pronunciados por varios profetas de la escuela de
    Isaias, cuando el Resto de Israel ya habia regreado del exilio y
    trataba de instalarse en la tierra de sus
    antepasados.

    Fuera de eso, su objeto principal es anunciar el misterio de
    la Redención y de la salud mesiánica, a la cual
    precede la Pasión del "Siervo de Dios", que se describe
    proféticamente con la más sorprendente
    claridad.

    No es de extrañar que la crítica racionalista
    haya atacado la autenticidad de la segunda parte,
    atribuyéndola a otro autor posterior al cautiverio
    babilónico. Contra tal teoría
    que se apoya casi exclusivamente en criterios internos y
    lingüísticos, se levanta no sólo la
    tradición judía, cuyo primer testigo es
    Jesús, hijo de Sirac (Ecl. 48, 25 ss.), sino
    también toda la tradición cristiana. Para la
    interpretación de Isaías hay que tener presente lo
    dicho en la Introducción general.

    4.2. Jeremías:

    En cuanto a los datos
    biográficos, Jeremías es el menos ignorado entre
    todos los profetas de Israel. Hijo del sacerdote Helcías,
    nació en Anatot, a 4 km. al norte de Jerusalén, y
    fue destinado por Dios desde el seno materno para el cargo de
    Profeta (1, 5). Empezó a ejercer su altísima
    misión en el décimotercio año del rey
    Josías (638-608), es decir, en 625. Durante más de
    40 años, bajo los reyes Josías, Joacaz, Joakim,
    Joaquín (Jeconías) y Sedecías siguió
    amonestando y consolando a su pueblo, hasta que la ciudad
    impenitente cayó en poder de los babilonios (587 a.
    C.).

    Jeremías no compartió con su pueblo la suerte de
    ser deportado a Babilonia, sino que tuvo la satisfacción
    de ser un verdadero padre del pequeño y desamparado resto
    de los judíos que había quedado en la tierra de
    sus padres. Mas cuando sus compatriotas asesinaron a
    Godolías, gobernador del país desolado, obligaron
    al Profeta a refugiarse con ellos en Egipto, donde, según
    tradición antiquísima, lo mataron porque no cesaba
    de predicarles la Ley de Dios.

    4.3. Baruc:

    En el canon se agrega a las Lamentaciones el pequeño y
    bellísimo libro de Baruc, en hebreo "Bendito", cuyo texto
    original se ha perdido, pero que nos ha llegado en la
    versión griega de los Setenta, cuyos autores,
    judíos, lo admitían por lo tanto, como
    auténtico y canónico.

    Tras una breve introducción histórica (1, 1-14)
    trae esta profecía la confesión de los pecados del
    pueblo desterrado que implora la misericordia de Dios (1, 15-3,
    18), y termina con amonestaciones y palabras de consuelo (3, 9-5,
    9). Añádase como capítulo sexto una carta
    del profeta Jeremías (6, 1-72) en que éste condena
    con notable elocuencia la idolatría y el materialismo en
    el culto.

    No hay duda de que el autor es aquel Baruc que conocemos como
    el hombre de confianza de Jeremías quien le dictó
    sus profecías y luego, hallándose preso, le
    encargó las leyera delante del pueblo, como lo hizo
    también más tarde ante los príncipes (Jer.
    cap. 36).

    Después de la caída de Jerusalén Baruc
    acompañó a Jeremías a Egipto (Jer. 43);
    más tarde, en 582, lo encontramos en Babilonia entre los
    israelitas cautivos, a los cuales en presencia del rey
    Jeconías leyó su libro (Bar. 1, 3). Regresó
    a Jerusalén con una suma de dinero y vasos
    destinados para el culto del Templo.

    La autoridad canónica del libro que algunos intentaron
    negar, está asegurada por la Tradición y por la
    solemne decisión del Concilio Tridentino.

    El texto hebreo se ha perdido.

    4.4 Ezequiel:

    Ezequiel, hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue
    llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías de
    Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a orillas del
    río Cobar. Cinco años después, a los treinta
    de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta,
    que ejerció entre los desterrados durante 22 años,
    es decir, hasta el año 570 a. C.

    A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no
    dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio
    terminaría pronto y que Dios no permitiría la
    destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa
    (véase Jer. 7, 4 y nota). Había, además,
    falsos profetas que engañaban al pueblo
    prometiéndole en un futuro cercano el retorno al
    país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de
    los infelices cuando llegó la noticia de la caída
    de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a
    la desesperación.

    La misión del Profeta Ezequiel consistió
    principalmente en combatir la idolatría, la corrupción
    por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del
    pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el
    Profeta, con los más vivos y bellos colores, las
    esperanzas de la salud mesiánica.

    El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto
    solidamente estructurado. Despues de la intriduccion dedicada a
    relatar la vocacion del profeta, siguen cuatro partes bien
    definidas. Los grandes temas de Ezequiel han encontrada gran eco
    en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio de San
    Juan.

    "Es notable la última sección del profeta
    (40-48) en que nos describe en forma verdaderamente
    geométrica la restauración de Israel después
    del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de
    Palestina repartida por igual entre las doce tribus"
    (Nácar-Colunga).

    Las profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de
    alegorías, imágenes y
    acciones simbólicas de tal manera, que S. Jerónimo
    las llama "mar de la palabra divina" y "laberinto de los secretos
    de Dios".

    4.5. Daniel:

    Daniel, a quien la misma Biblia cita como prototipo de
    santidad (Ez. 14,14 y 20) y de sabiduría (Ez. 28, 3),
    vivió, como Ezequiel, en Babilonia durante el cautiverio,
    más no fue sacerdote que adoctrinase al pueblo como
    aquél, y como Jeremías en Jerusalén, sino un
    alto personaje en la corte de un rey pagano, como fueron
    José en Egipto y Ester y Mardoqueo en Persia. De
    ahí sin duda que la Biblia hebrea lo colocase más
    bien entre los hagiógrafos (aunque
    no siempre) y el Talmud viese en él una figura del
    Mesías por su fidelidad en las persecuciones. Su libro,
    último de los cuatro Profetas Mayores en el orden
    cronológico y también por su menor
    extensión, reviste, sin embargo, importancia
    extraordinaria debido al carácter mesiánico y
    escatológico de sus revelaciones, "como que en él
    se contienen admirables y especialísimos vaticinios del
    estado político del mundo, y también del de la
    Iglesia, desde su tiempo hasta la Encarnación del Verbo
    eterno, y después, hasta la consumación del siglo,
    según el pensamiento de
    San Jerónimo" (Scío). Precisamente por ello, el
    Libro de Daniel es uno de los más misteriosos del Antiguo
    Testamento, el primer Apocalipsis, cuyas visiones
    quedarían en gran parte incomprensibles, si no
    tuviéramos en el Nuevo Testamento un libro paralelo, el
    Apocalipsis de San Juan. Es, por lo tanto, muy provechoso leer
    los dos juntos, para no perder una gota de su admirable doctrina.
    Algunas de las revelaciones sólo se entenderán en
    los últimos tiempos, dice el mismo Daniel en 10,14; y esos
    tiempos bien pueden ser los que vivimos nosotros.

    El libro de Daniel se divide en dos partes principales. La
    primera (caps. 1-6) se refiere a acontecimientos relacionados
    principalmente con el Profeta y sus compañeros, menos el
    capítulo segundo que, como observa Nácar-Colunga,
    es una visión profética dentro de la parte
    histórica. La segunda (caps. 7-12) contiene exclusivamente
    visiones proféticas. "Anuncia, en cuatro visiones
    notables, los destinos sucesivos de los grandes imperios paganos,
    contemplados, sea en ellos mismos, sea en sus relaciones con el
    Pueblo de Dios: 1º, las cuatro bestias, que simboliza la
    sucesión de las monarquías paganas y el
    advenimiento del reino de Dios (cap. 7); 2º, el carnero y el
    macho cabrío (cap.8); 3º, las setenta semanas de
    años (cap.9); 4º, las calamidades que el pueblo de
    Jehová deberá sufrir de parte de los paganos hasta
    su restablecimiento (caps. 10-12). El orden seguido en cada una
    de estas dos partes es el cronológico" (Fillion). Un
    apéndice de los dos capítulos (13 y 14) cierra el
    Libro, que está escrito, como lo fue el de Esdras, en dos
    idiomas entremezclados: parte en hebreo (1, 1-2. 4ª; caps.
    8-12) y parte en arameo (2, 4b-7, 28) y cuya traducción
    por los Setenta ofrece tan notables divergencias con el texto
    masorético que ha sido adoptada en su lugar para la Biblia
    griega de Teodoción; de la que San Jerónimo
    tomó los fragmentos deuterocanónicos (3, 24-90 y
    los caps. 13-14) para su versión latina. El empleo de dos
    lenguas se explica por la diferencia de los temas y los
    destinatarios. Los capítulos escritos en arameo, que en
    aquel tiempo era el idioma de los principales reinos orientales,
    se dirigen a éstos (véase 2, 4 y nota), mientras
    que los escritos en hebreo, que era el idioma sagrado de los
    judíos, contienen lo tocante al pueblo escogido, y en sus
    últimas consecuencias, a nosotros. Muchos se preguntan si
    los sucesos históricos que sirven de marco para las
    visiones y profecías, han de tomarse en sentido literal e
    histórico, o si se trata de tradiciones legendarias y
    creaciones de la fantasía del hagiógrafo, "que bajo
    forma y apariencia de relato histórico o de visión
    profética, nos hubiera transmitido, inspirado por Dios,
    sus concepciones sobre la intervención de Dios en el
    gobierno de los
    imperios y el advenimiento de su Reino" (Prado). San
    Jerónimo aboga por el sentido literal e histórico,
    con algunas reservas respecto a los dos últimos
    capítulos, y su ejemplo han seguido, con algunas
    excepciones, todos los exégetas católicos, de modo
    que las dificultades que se oponen al carácter
    histórico de los relatos daniélicos, han de
    solucionarse en el campo de la historia y de la
    arqueología bíblicas, así como muchas de sus
    profecías iluminan los datos de la
    historia profana y se aclaran recíprocamente a la luz de otros
    vaticinios de ambos Testamentos.

    Contra la autenticidad del libro de Daniel se han levantado
    voces que pretenden atribuirlo en su totalidad o al menos en
    algunos capítulos, a un autor más reciente.
    Felizmente existen no pocos argumentos a favor de la
    autenticidad, especialmente el testimonio de Ezequiel, (14, 14
    ss.; 28,3), del primer Libro de los Macabeos (1, 57) y del mismo
    Jesús quien habla del "profeta Daniel" (Mat.24,15),
    citando un pasaje de su libro (Dan.9,27). Poseemos,
    además, una referencia en el historiador judío
    Flavio Josefo, quien nos dice que el Sumo Sacerdote Jaddua
    mostró las profecías de Daniel a Alejandro
    Magno, lo que significa que este Libro debe ser anterior a la
    época del gran conquistador del siglo IV, es decir, que no
    puede atribuirse al período de los Macabeos, como sostiene
    aquellos críticos. Lo mismo se deduce de la
    incorporación del Libro de Daniel en la versión
    griega de los Setenta, la cual se hizo en el siglo III o II a.C.
    No obstante los problemas
    históricos planteados en este libro divino, sus
    profecías fueron de profunda y amplia influencia,
    particularmente durante las persecuciones en el tiempo de los
    Macabeos. "En los relatos y en las revelaciones de Daniel,, el
    pueblo de Jehová poseía un documento
    auténtico que le prometía claramente la
    liberación final gracias al Mesías" (Fillion). En
    ellas encontraron los judíos perseguido por el tirano
    Antíoco Epífanes el mejor consuelo y la seguridad de que,
    como dice el mismo Fillion, "los reinos paganos, por más
    poderosos que fuesen, no conseguirán destruirlo" y que,
    pasado el tiempo de los gentiles, vendrá el reino de Dios
    que el Profeta anuncia en términos tan magníficos
    (cf. 2,44; 7,13 ss.; 9,24 ss.). Para nosotros, los cristianos, no
    es menor la importancia del Libro de Daniel, siendo, como es, un
    libro de consoladora esperanza y una llave de inapreciable valor
    para el Apocalipsis de San Juan. Un estudio detenido y reverente
    de las profecías de Daniel nos proporciona no solamente
    claros conceptos acerca de los acontecimientos de fin, sino
    también la fortaleza para mantenernos fieles hasta el
    día en que se cumpla nuestra "bienaventurada esperanza"
    (Tit. 2,13).

    IV- Jeremías

    1. Historia:

    La mision de jeremias fracaso en vida suya, pero su figura
    no dejo de agrandarse después de su muerte. Por su
    doctrina de una Alianza Nueva, fundada en la religion del
    corazón, fue el Padre del Judaismo en su
    linea mas pura, y su influjo se nota en Ezequiel, en la segunda
    parte de Isaias y en varios salmos.

    Con él, la conciencia
    profética alcanzó un nivel más alto, y se
    expresó como un constante estar "en la presencia de
    Dios".En un temperamento profundamente emotivo como el suyo, y en
    las condiciones trágicas de su pueblo, la comunión
    con Dios es una lucha. Jeremías es tierno y sensible por
    naturaleza,
    pero su vocación profética obliga a una constante
    denuncia de la desobediencia, idolatría y rebeldía
    de su pueblo. Declara la destrucción de Judá frente
    a la fallida reforma deuteronómica bajo Josías. Su
    libro está lleno de alusiones su propia vida en
    bellísimos pasajes (8:18,21; 9:1; 15:10; 20:14-18) que nos
    cuentan también su lucha y agonía en la vida de
    ministerio profético.

    Jeremías es un ejemplo de vida religiosa,
    creyéndose que se conservó virgen (16, 1 s.).
    Austero y casi ermitaño, se consumió en dolores y
    angustias (15, 17 s.) por amor a su
    pueblo obstinado. Para colmo se levantaron contra él
    falsos profetas y consiguieron que, por mandato del rey, fuesen
    quemadas sus profecías. El mismo fue encarcelado y sus
    días habrían sido contados, si los babilonios, al
    tomar la ciudad, no le hubiesen libertado.

    Cuanto menos comprendido fue Jeremías por sus
    contemporáneos, tanto más lo fue por las
    generaciones que le siguieron. Sus vaticinios alentaban a los
    cautivos de Babilonia, y a él se dirigían las
    miradas de los israelitas que esperaban la salud
    mesiánica. Tan grande era su autoridad que muchos
    creían que volvería de nuevo, como se ve en el
    episodio de Mt. 16, 14. Los santos Padres lo consideran como
    figura de Cristo, a quien representa por lo extraordinario de su
    elección, por la pureza virginal, por el amor
    inextinguible a su pueblo y por la paciencia invencible frente a
    las persecuciones de aquellos a los cuales amaba.

    2. Esquema Cronologico:

    Para entender bien las profecias de Jeremías, es
    necesario reagruparlas en su mayor parte en orden cronnologico.
    El esquema sigue los reinados de los reyes.

    I

    Josías: 641/640 a. C.: 1-20, salvo 12,
    7-13, 27.

    (Joacaz: 609: nada)

    II

    Joaquim: 609: cc 26, 22-23; 25; 36; 45; 35; 12,
    7-13, 27.

    ( Joaquim: 598: nada)

    III

    Sedecías: 598.

    1. Admoniciones: cc 24; 29; 27-28; 51;
      59-64.
    2. Promesas de restauración: cc
      30-33.
    3. El Asedio: cc 21; 34; 37-39.

    IV

    Despues de la caida de Jerusalén en 587: cc
    40-44.

    V

    Profesias contra las naciones: cc 46-51

    VI

    Apendice histórico: c 52.

    3. El Profeta:

    No se sabe nada cierto sobre el significado del nombre
    de Jeremías.

    – Su historia: Profecia implica la idea de una
    revelacion y una mision. La mision de Jeremías se
    dirigía, en especial, al rey y al pueblo; su revelacion
    versaba acerca de la futura destruccion de Jerusalén.
    Exhortaba no solo al arrepentimiento, sino tambien a someterse al
    poder de Babilonia, con la promesa de ser tratados con
    misericordia, y de una definitva restauración. La tragedia
    de su vida esta en no haber sido creido, en los males que habian
    de suceder y que habia predicho, y en ser tratado como un falso y
    desleal profeta del mal.

    Despues de la toma de Jerusalen, Nabucodonosor dio
    ordenes de que lo trataran bien (39, 11-12). Despues de la muerte
    de Godolias, Jeremías intento persuadir a los judiios de
    que permanecieran en Palestina, pero huyeron a Egipto, temiendo
    las represalias, llevandose a Jeremías y a Baruc con
    ellos. En el resto del libro habla de reprensiones y profecias
    contra los judios en Egipto y los gentiles.

    – Oficio profetico -sus sufrimientos-: Para apreciar la
    finalidad sdivina del mensaje debemos teneer en cuenta su
    carácter peculiar. Su vida fue de intenso sufrimiento, ya
    que tenia una gran sensibilidad para ello. Su vida estubo siempre
    en peligro, aun por sus conciudadanos.

    – Su fidelidad: En todas las circunstacias permanece
    fiel a Dios; en todo momento proclama "tu palabra era para mi una
    alegria y gozo dce mi corazon". Gozaba dde una intimidad con
    Dios, que se manifiesta de un modo extraño, debido a una
    turbacion de su mente.

    – Su mision divina: Por un raro provilegio, parece que
    el fue santificado en el seno materno como el Bautista. Esto
    podria significar que quedó libre del pecado original y
    que recibio la gracia santificante antes de nacer. Ni su mision
    ni su revelación se hallan limitadas, pues incluia a Juda,
    Jerusalén, los reyes, Israle, los gentiles, especiales
    grupos de
    judios e individuos.

    – Su inspiración: El libro es algo más que
    un relato de historia o una profecia. Es un libro de la Sagrada
    Escritura, escrito bajo el impulso divino dado al entendimiento y
    a la voluntad del autor sagrado. El libro no representa una
    revelacion parcial o total; hay incorporado mucho de revelacion y
    mucho narrativo. Hay muchas predicciones.

    Muchas de sus profecias no han sido relatadas, cosa que
    también ocurre con otras del AT. Abundan las
    exhortaciones.

    – Su secretario: Se cita como tal a Baruc, lo cual puede
    demostar el porque de la mension wen tercera persona, pero
    esta mension es usada mucho por los demás
    profetas.

    – Simbolismo profetico: En el ministerio de
    Jeremías, como en general en las profecias del AT,
    desempeña un papel importante el simbolismo. Encontramos
    dos al principio con la accion amenazadora de Dios y el incidente
    con Jananías. El mismo profeta puede ser tomado como un
    simbolo.

    4. Disposicion del texto:

    El tiempo en que se desarrollo su
    ministerio fue turbulento. Esta impresión de desorden se
    refleja en el texto, como también en la disposicion
    cronológica. Algunas partes han sido coleccionadas despues
    de su muerte, y su labor parace haberle tocado a
    Baruc.

    5. La versión de los Setenta:

    6. Contenido del Texto:

    – Título: Capítulo 1, 1-3

    – Comienzo de la predicación de Jeremías:
    Capítulo 1, 4 – 6.

    En los primeros años de su actividad prifetica,
    denuncia la corrupción
    moral y religiosa de Judá. Apostofra a sus oyentes (2.
    23-25) y los llama a la conversión, que el quisiera hacer
    brotar de los mando de sus corazones. En su lenguaje se refleja
    la influencia de Oseas. Jeremías evoca la historia del
    Exodo para mostrar que Israel habia perdido el contato con sus
    origenes. Lo que le preocupaba era hacer que Judá se
    covierta al Señor antes de que sea muy tarde. Pero el
    puebl oy sus dirigentes estan mas endurecidos que la
    roca.

    – Oraculos pronunciados sobre todo en tiempos de
    Joaquim: Cap. 720.

    Con la muerte del rey Josías (609 a. C.),
    comienza una etapa dificil. Joaquim, el nuevo soberano, era un
    monarca fastuoso y despótico. Comineza la decandecia moral
    y espiritual. Entonces Jeremías se lanza a recuperar la
    seguridad que el pueblo va perdiendo. Todos los privilegios de
    Israel, la Alianza, la Ciudad Santa, la realeza, el sacerdocio,
    el culto y la circucision, son signos ilusorios si falta la
    justicia y
    el
    conocimiento del Señor. En 7, 12-15 habla de la
    destrucción del templo si el pueblo no cambia de conducta. Esto le
    acarrea el estar al borde de la muerte.

    – Invectivas contra los reyes y los falsos profetas:
    Cap. 2125, 13ª: La colección de
    oraculos contra los reyes de Judá hace ver con que
    libertad
    denunciaba a esos "ungidos del Señor" cuando extraviaban a
    su pueblo y dejaban de conocer a su Dios como lo habia conocido
    Josias (22. 15-16). Al rey Joaquim le reprocha su despotismo y su
    injusticia, y le predice un fin vergonzoso (22. 13-19). A su hijo
    llamado Conías o jeconías, le anuncia que morira en
    tierra extranjera (22. 24-30). A Sedecías, el ultimo de
    los reyes de judá, le responde que Jerusalén
    caerá en poder del rey de Babilonia y será
    consumida por las llamas (21. 1-10). A Jeremías le toco
    enfrentarce con falsos profetas que se presentaban como heraldos
    del Señor y defendian sus prediccines tanto como
    él.

    – Introduccion a los oraculos contra las naciones: Cap.
    25, 13b – 38: Este sector del libro es un prologo a los
    oraculos contra las naciones, contenidos en los caps. 46-51. En
    la version de los Setenta, estos oraculos se encuentran despues
    de 25, 13a.

    – Relatos Bibliograficos y anuncios de Salvacion: Cap.
    2635: esta seccion se divide en tres partes;
    comienza con una serie de relatos biograficos (cap. 26-29),
    prosigue con varios oraculos de salvacion (cap. 30-33) y concluye
    con los fragmentos adicionales (cap. 34-35). Los oraculos de la
    sengunda seccion desarrollan el tema central de toda la seccion,
    que es la restauracion de Israel.

    a) Relatos biograficos -presecucion contra
    Jeremías-: Se presenta enfrentado con los dirigentes de
    Judá y los falsos profetas. Han sido incorporadas al
    contexto, para mostrar que en él se realiza el verdadero
    profeta, que es el complimiento de sus predicciones. Con estos
    relatos "La religion de Israel habia traspasado las fronteras de
    la Tierra Santa".

    b) Promesas de restauracion: La mision profetica de
    Jeremías no consistió unicamente en "arrancar y
    derribar", sino tambíen en "edificar y
    plantar".

     

    Damián Distel

     

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