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Seguridad Nacional: entre las armas y el desarrollo




Enviado por Emilio Velazco Gamboa



    1. El concepto de seguridad
      nacional
    2. Del terreno militar al
      político
    3. Seguridad y
      desarrollo
    4. Conclusiones

    Ni aun la más estricta
    disciplina

    reemplaza permanentemente

    a la falta de confianza y
    lealtad.

    Pennington, Hough y Case

    (La psicología del mando
    militar)

    1.
    Introducción

    Una de las más grandes enseñanzas que he
    recibido es el axioma que me dijera el Doctor Javier
    Patiño Camarena durante el curso de Derecho Electoral de
    la Universidad
    Cuauhtémoc: "El planteamiento correcto de un problema
    equivale al cincuenta por ciento de su
    solución".

    Seguridad nacional es un concepto muy
    escabroso, pues no sólo se refiere al hecho de estudiar
    los fenómenos, personas o instituciones
    que sustentan o atentan contra la soberanía, sino de encararlos -de acuerdo
    con el citado axioma- y a partir de ahí evaluar el
    problema, emitir un diagnóstico y dar alternativas de
    solución con base en dichos criterios.

    Seguridad nacional es, además, un concepto vago e
    impreciso, pues muy pocos investigadores o personajes de la
    política
    se han atrevido a definirlo, y cuando así lo han hecho ha
    podido notarse titubeo o ambigüedad en sus palabras. Por
    tanto es un concepto mal definido y peor entendido, obviamente
    mal aplicado y con resultados desastrosos, que nos urge
    aclarar.

    Un periodista muy conocido escribió: "el de
    seguridad
    nacional es un concepto nebuloso para la mayor parte de la gente
    y de los propios políticos y casi siempre asociado con las
    acciones
    encubiertas de las policías y el ejército; lo cual
    explica en buena medida, el por qué de tantos desatinos en
    la materia".

    Por su parte, el Doctor Paulino Ernesto Arellanes,
    especialista en política exterior y
    relaciones
    internacionales de las universidades de las Américas y
    Autónoma de Puebla, nos dice que "tradicionalmente -no
    sólo en México
    sino en todos los países del orbe- el término
    seguridad
    nacional se ha enfocado al aspecto bélico. Sin embargo,
    también se refiere a otros ámbitos, entre ellos el
    económico".

    Con fundamento en estas concepciones y en otras
    similares, es como determino que para México, en
    este fin de siglo, la seguridad nacional no reside en el uso de
    la fuerza
    pública sino en el desarrollo
    económico y democrático de su sociedad.

    2. El
    concepto de seguridad nacional

    El mismo Paulino Arellanes señala que "en otra
    época, la seguridad nacional se refería a los
    aspectos militar y territorial, debido a que el dominio de unas
    naciones sobre otras se daba por medio de movilizaciones
    militares. Sin embargo, conforme los Estados consolidaron su
    autosuficiencia económica, los más fuertes
    empezaron a recurrir al dominio
    comercial".

    En su artículo "Seguridad Nacional", Javier
    Ibarrola analiza el PDN del Presidente Zedillo, que en su primer
    rubro, "Soberanía", considera que el tema es
    prioritario para el Ejecutivo y añade que permanece la
    confusión entre los conceptos de seguridad nacional y
    seguridad interior.

    Marco Antonio Contreras también enfatiza en esta
    confusión de términos, sólo que él se
    refiere a la existente entre seguridad nacional y seguridad del
    Estado. El
    aspecto más importante de la seguridad nacional es la
    soberanía, pues implica la toma de
    decisiones sobre asuntos internos. "La seguridad nacional del
    Estado -en
    cambio– es la
    legitimidad de éste y la obediencia y respeto que le
    guarda la sociedad".

    Con ello definimos que la seguridad nacional se refiere
    tanto a asuntos exteriores como interiores que puedan afectar la
    estabilidad del país, independientemente que sean de
    índole militar, política o
    económica.

    Resta decir que Javier Ibarrola, en el artículo
    citado, opina que "para quienes en el ejército han pugnado
    por la modernización y consolidación de las
    capacidades militares de las Fuerzas Armadas, el PDN apunta hacia
    la dirección correcta".

    3.
    Del terreno militar al político

    En 1980, el general Félix Galván
    López, entonces secretario de la Defensa, definió
    la seguridad nacional como "el mantenimiento
    del equilibrio
    social, económico y político, garantizado por las
    Fuerzas Armadas". Esa es la definición aceptada por el
    Ejército: allí no cabe la fuerza militar
    como solución a los problemas
    nacionales. El enfoque mexicano es la negociación. Eso cancela la necesidad de
    unas Fuerzas Armadas enormes.

    Veámoslo así: ese equilibrio
    está -únicamente- garantizado por las Fuerzas
    Armadas, pero debe ser instrumentado y sostenido no por ellas
    sino por el Estado,
    evidentemente en el terreno de la administración
    pública y las relaciones políticas.

    Adolfo del Castillo nos dice lo siguiente: "La seguridad
    nacional no tiene que ver con corporaciones policíacas ni
    con la persecución de grupos
    subversivos o no. No tiene relación con la tropa del
    Ejército; no tiene que ver con la policía
    política ni de cualquier otro tipo. No tiene que ver con
    las actividades de supuesta 'inteligencia'.
    El de seguridad nacional es un concepto eminentemente
    político y es relativamente nuevo".

    Quiero resaltar este comentario de Adolfo del Castillo,
    ya que muchos periodistas e investigadores han externado una
    preocupación enorme: que ante la terrible ola de
    criminalidad y violencia que
    vive el país y ante el surgimiento de guerrillas y
    grupos
    armados, el Ejército asuma el mando de la nación
    para solucionar los problemas.
    Algunos han imaginado tal vez un toque de queda; los más
    pesimistas han temido un golpe de
    Estado.

    Leobardo Silva Vidals, en su artículo "La
    militarización del país no es la solución",
    habla de las guerrillas que tienen -en gran medida- su origen en
    la desigual e injusta distribución de las riquezas del
    país.

    Desde 1968 los militares se rehúsan a emprender
    acciones
    represivas contra el pueblo de México. "Aprendieron la
    lección en Tlaltelolco. El conflicto de
    Chiapas los obligó otra vez a tomar las armas contra el
    pueblo. Fue inevitable. Pero ya no quieren más de eso en
    el futuro. No quieren seguir lavando los errores de los
    políticos".

    Heriberto Lara Herrera afirma que "toda sociedad, basada
    en diversas experiencias históricas nacionales propias y
    ajenas, deduce la necesidad de disponer siempre de una organización profesional que se ocupe de
    defenderla ante cualquier enemigo virtual externo", y que "en el
    particular caso de México, son las Fuerzas Armadas las
    encargadas de realizar la encomienda nacional de defensa a la
    soberanía del país".

    Ello no sólo se refiere a enemigos externos sino
    también internos, pues la ola de criminalidad y violencia, si
    bien es generada por la crisis y el
    desempleo, en
    su mayoría es propiciada por quienes aprovechan dicha
    crisis como
    pretexto para hacer de las suyas.

    México –fuera de Santa Anna, Huerta y el
    Maximato Cristero– no ha sabido nunca lo que es un
    régimen militar, al menos como en el resto de América
    Latina. No existen evidencias hasta hoy que al interior de
    las Fuerzas Armadas haya intentonas golpistas.

    "Aún cuando resulta obvia la actividad
    predominante para la cual se crea y mantiene el Ejército,
    su propósito principal se orienta hacia la
    preservación de la paz y el auxilio a la población civil". La seguridad nacional
    depende del poder civil y
    no de las corporaciones policíacas o de las Fuerzas
    Armadas.

    4.
    Seguridad y desarrollo

    Hablar de seguridad nacional –como hemos
    dicho– entraña varios aspectos: el narcotráfico y su combate, la democracia y
    su fortalecimiento, la política exterior y su despliegue,
    la política
    económica y su estrategia, la
    política militar y su conducción, considera el
    investigador José Luis Piñeyro.

    Este mismo autor añade que, "por desgracia,
    durante el sexenio de Salinas se fue generando una creciente
    situación de inseguridad
    nacional, donde no se cumplieron los objetivos
    nacionales: democracia,
    crecimiento, justicia y
    soberanía". Evidentemente, esto lo resintió el
    gobierno de
    Ernesto Zedillo y así lo asimiló la
    sociedad.

    Pero la justicia y la
    soberanía se sustentan en la democracia y en el
    crecimiento, al que prefiero llamarle desarrollo, y
    que por supuesto van de la mano.

    Nos dice Rigoberta Menchú que "aspirar a sociedades
    democráticas es pretender erradicar la pobreza, pues
    una y otra son incompatibles". Asimismo, afirma que la
    relación entre seguridad económica y estabilidad
    política de los países es muy estrecha.

    Retomo las palabras de Rigoberta Menchú cuando
    nos dice que "ante el hambre surgen los gritos de
    indignación, la inseguridad
    publica, los estallidos sociales, y que el gran desafío es
    entender que no podemos hablar de democratización cuando
    millones de personas están condenadas a la
    miseria".

    Luis Alamillo Gutiérrez, secretario
    técnico de la Comisión de Defensa de la LV
    Legislatura de la Cámara de Diputados, afirma que el
    "desarrollo
    significa progreso económico razonable; y razonable en
    este contexto se debe definir como permanente".

    Además, establece que "los objetivos del
    desarrollo son la mayor autonomía económica y la
    permanencia de la libertad y de
    la autodeterminación", y que, "por paradójico que
    parezca, la necesidad del desarrollo es igualmente importante
    para las naciones ricas y para las naciones subdesarrolladas,
    porque el atraso de las naciones pobres incide negativamente en
    la seguridad estratégica de las naciones grandes, ya
    desarrolladas". Y eso es algo que, inexorablemente, podemos ver
    que ocurre en el país, pues como Luis Alamillo
    concluye:

    • "La verdadera seguridad dimana del progreso
      económico y social.
    • La estabilidad política del país
      está en función
      de su desarrollo, pues existe una relación irrefutable
      entre la violencia y la crisis económica, pues la
      mayoría de los movimientos violentos que se han
      producido en el mundo han significado el estallido, la
      válvula de escape de las tremendas presiones sociales y
      económicas existentes, consecuencia de la falta de
      medios
      económicos.
    • La seguridad no son las Fuerzas Armadas, aunque
      puedan incluirse. Seguridad es desarrollo y sin desarrollo no
      puede haber seguridad pues disminuye con esto la trágica
      necesidad de que hombres desesperados recurran a la violencia
      para conseguir sus imperativos sociales en fuentes de
      presión
      de toda índole, cuya capacidad de poder puede
      llegar hasta amenazar la soberanía e integridad de la
      nación".

    Con esto definimos que el desarrollo depende del Estado
    (a través de la instrumentación de estrategias de
    fortalecimiento de la democracia y de programas
    económicos coherentes y correspondientes a la realidad
    histórica y social de México), concretamente si
    éste es detentado por la autoridad
    civil, y no de las Fuerzas Armadas, quienes, como dijo el general
    Félix Galván, sólo garantizan el equilibrio
    de la nación.

    5.
    Conclusiones

    Como ya hemos visto, el concepto de seguridad nacional,
    que suele entenderse erróneamente y aplicarse aún
    peor, no corresponde ni al ejército ni a las corporaciones
    policíacas, sino al Estado, y dicho con mayor
    precisión, al poder civil –que es quien lo ejerce en
    las democracias occidentales avanzadas–, quien debe velar
    por la seguridad a través de la
    administración pública y las relaciones
    políticas, cuidando del fortalecimiento
    democrático y del desarrollo
    económico de la sociedad nacional.

    Para comprender lo anterior hemos tenido que conocer
    algunos antecedentes que dieron origen al concepto seguridad
    nacional, que se refiere a seguridad interior y difiere
    –aunque no del todo, sí en su justa medida– de
    la seguridad del Estado.

    Asimismo, del punto de vista militar hemos ido al
    terreno político, que es el principal campo de
    acción de la seguridad nacional, en donde -además-
    debe diseñarse y aplicarse.

    La paz y la pobreza no pueden
    coexistir; la democracia y –principalmente– el
    desarrollo son la base para la vida armónica de una
    sociedad, lo cual debe ser y es responsabilidad del Estado, siempre con el apoyo
    irrestricto de las Fuerzas Armadas.

    La seguridad nacional, en este fin de siglo, no reside
    en el uso de la fuerza pública sino en el desarrollo
    económico y democrático de su sociedad.

     

    EMILIO VELAZCO GAMBOA

    Mexicano. Licenciado en Ciencias
    Políticas por la Universidad del
    Desarrollo del Estado de Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en
    Derecho Electoral y en Derecho
    Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
    Actualmente es consultor académico e investigador
    independiente.

    http://www.gratisweb.com/emilio_velazco/Investigador-Escritor

    http://www.galeon.com/emilio-velazco/

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