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Siglo XVIII. La sociedad amantes del país y el Mercurio peruano




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Partes: 1, 2

    1. Siglo XVIII
      mundial
    2. Siglo XVIII
      en el Perú
    3. La
      Sociedad amantes del país y el Mercurio
      peruano
    4. Discusión o
      comparación de ideas
    5. Bibliografía
    6. Conclusiones

    INTRODUCCION

    ¿QUE SIGNIFICA EL SIGLO
    XVIII?

    El siglo XVIII, es el nacimiento de ideas y el deseo de
    voluntad por ser aplicados al país colonizado con la
    finalidad de levantamiento en su desarrollo.

    Tiempo donde marca fin del
    gobierno de
    Carlos II y la reformas borbónicas hacia España,
    como también el tiempo que duro
    la guerra de
    sucesión española y los países que pensaron
    tener su dominio .La
    esencia de personajes ilustrados que ayudaron en esa época
    para que todo el proceso u
    estructura que
    se tenía como iniciativa llevarla a cabo y poder dejar
    todo lo negativo de las articulaciones
    que en ese entonces existían del país.

    En esta investigación también damos a
    conocer parte de los sucesos económicos- sociales que se
    desarrollaron y como eran las formas políticas
    de gobierno
    déspota que se aplicaban; como también se dice que
    marca fin los
    términos de la revolución
    Francesa y La revolución
    Inglesa que como países dominantes y cuya base era
    poder dar a
    conocer todo sus ideas a los países bajo su
    denominación todo lo aquello que a ellos les ayudo a poder
    gobernar en este siglo.

    Siglo XVIII, en el Perú nace por el surgimiento
    de u grupo
    político que no dudo en formar una sociedad bajo sus
    reglamentos respectivos , teniendo como escudo la
    formación de el
    periódico"EL MERCURIO PERUANO",leido por el
    país colonial España y a
    países de América
    .

    En el MECURIO PEUANO se dan a conocer todos los sucesos
    que se daban en el otro mundo y las ideas de que nacen como
    revolución
    y de como el país debería de aplicarlas.

    En la presente damos a conocer el desarrollo de
    todo lo que se tomo en cuenta para esta investigación y desarrollo del
    trabajo.

    I)
    SIGLO XVIII MUNDIAL

    1.1 LA ILUSTRACION

    Es la salida del hombre de su
    auto culpable minoría de edad .La minoría de edad
    significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento
    sin la guía de otro. Uno mismo es el culpable de esta
    minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la
    carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y
    valor para
    servirse por si mismo de el sin la guía de
    otro.

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    1.2 CARACTERISTICAS

    Racionalismo: la razón se considera la
    única base del saber. Este hecho favorecerá el
    desarrollo del pensamiento
    científico.

    Empirismo: frente a cualquier forma de imposición
    intelectual que pretendiera estar en posesión de la
    verdad, los ilustrados contrapusieron su fe en la
    experimentación para poder conocer el mundo y conseguir el
    progreso.

    Criticismo: el ilustrado aspira a someter a
    crítica racional todo el
    conocimiento anterior.

    Deseo de conocimiento:
    el ilustrado siente un enorme deseo de conocer por completo el
    mundo donde habita, de iluminarlo (de ahí el nombre de
    Ilustración), pero también siente la
    necesidad de dar a conocer lo aprendido. Esto último
    explica la aparición de uno de los grandes proyectos de la
    época: la Enciclopedia Francesa.

    Utopismo: se cree que la aplicación de la
    razón a todos los aspectos de la vida humana
    permitirá una mejora constante de la sociedad y un
    progreso económico y cultural ilimitado.

    Progreso y felicidad: Deriva y es la causa del carácter
    anterior. El ilustrado a lo que aspira como objetivo
    prioritario es a conseguir la felicidad en este mundo.

    Reformismo: para lograr el objetivo de
    conseguir el progreso del ser humano, los ilustrados proponen
    modernizar la sociedad mediante lentas reformas que serán
    llevadas a cabo por reyes y gobiernos de carácter
    absolutista.

    Este movimiento se
    extiende por la totalidad del Siglo XVIII y penetra en el XIX.
    Como parece lógico, en él pueden establecerse una
    serie de etapas:

    1.3 ETAPAS DE LA ILUSTRACION

    Reformismo

    Durante la mayoría del Siglo XVIII se desarrolla
    el pensamiento
    ilustrado y se intenta la aplicación práctica de
    algunos de sus principios. Esto
    se hace de acuerdo con los poderes establecidos,
    prácticamente todos ellos de corte absolutista.

    . En los últimos años del Siglo XVIII el
    panorama de la
    Ilustración cambia bastante. De momento aparece en el
    pensamiento europeo una mayor valoración de los
    sentimientos, incluso por encima de la razón. Por otro
    lado, muchos de los pensadores ilustrados del Siglo XVIII
    habían reflexionado sobre cuestiones políticas
    y sociales que se convertirán en la base de dos
    importantes movimientos revolucionarios: la Revolución
    Norteamericana y la Revolución
    Francesa. Estos movimientos se dice comúnmente que
    suponen el final de la
    Ilustración.

    Cuando nos enfrentamos al Siglo XVIII español la
    primera operación que debemos acometer es el intento de
    establecer particiones o etapas en el mismo.

    En primer lugar te propongo una periodización
    cronológica basada en el desarrollo de las ideas
    ilustradas en nuestro país. Según esto, debemos
    señalar tres momentos que se siguen
    cronológicamente.

    1.4 La Ilustración en
    España

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    De 1700 a 1758.

    Al instaurarse la dinastía borbónica
    francesa se comienzan a introducir las ideas ilustradas, que en
    principio chocan con los gustos del público, fiel al
    estilo barroco.

    De 1758 a 1788.

    La llegada al trono de Carlos III y su gobierno impulsa
    la propagación de las ideas reformistas e
    ilustradas.

    De 1789 a 1808.

    Los acontecimientos de la Revolución Francesa
    traen como consecuencia un retroceso en las reformas
    ilustradas

    1.5 LOS PAISES DE LA
    ILUSTRACION

    La Ilustración fue un fenómeno cultural
    que se desarrolló a lo largo de toda la geografía europea y
    americana (en esta época bajo dominio de
    diferentes imperios coloniales europeos), afectando a la
    práctica totalidad de las parcelas sociales,
    políticas y culturales del mundo del siglo
    XVIII.

    Es evidente que este movimiento no
    tuvo la misma importancia en todas las naciones europeas,
    comportándose algunas naciones como aportadoras constantes
    de nuevas ideas, mientras que otras se limitaban a seguir, de
    cerca o de lejos, las innovaciones que se iban produciendo en
    esos países. Si tuviésemos que establecer una
    clasificación de los países "más
    ilustrados", a la cabeza de la misma se encontrarían, por
    diversos motivos: Francia,
    Alemania e
    Inglaterra.

    .GUERRA
    DE SUCESION ESPAÑOLA (1700-1713)

    La muerte de
    Carlos II, último rey de España de la Casa de
    Habsburgo, después de una larga convalecencia, el 1 de
    noviembre de 1700 en Madrid, crea un grave
    conflicto
    sucesorio a falta de herederos directos. Un mes antes
    había firmado su testamento a favor de Felipe de Anjou,
    nieto de Luis XIV de Francia y, en
    tanto que llegaba, ocupa la regencia el cardenal
    Portocarrero.

    El 18 de febrero de 1701, después de pasar unos
    días en Irún esperando a que la reina Mariana de
    Newburgo, viuda de Carlos II, abandone la Corte, Felipe de Anjou
    llega a Madrid acompañado de una cohorte de
    súbditos franceses, agentes de Luis XIV. Su recibimiento
    es multitudinario: el entusiasmo se desborda en la Puerta de
    Alcalá, donde muchas personas mueren atropelladas,
    asfixiadas y pisoteadas. El monarca se dirige a Nuestra
    Señora de Atocha y desde allí al palacio del Buen
    Retiro. El apoteósico recibimiento popular se tornó
    en causa de conflicto
    debido al desencadenamiento de la guerra que
    enfrentó a la Casa Borbón con la rama imperial
    alemana de la Dinastía de los Austria.

    La declaración de Luis XIV de que Felipe V, ya
    nombrado rey de España, conserva sus derechos a la Corona de
    Francia y el incumplimiento del Tratado de Partición por
    parte de Francia, provocan el resurgir de la gran alianza entre
    el Imperio, Holanda e Inglaterra en
    septiembre de 1701, dando pie a la declaración formal de
    guerra entre ambos bloques. Las primeras acciones
    militares fueron protagonizadas por la escuadra anglo-holandesa
    que, tras saquear los puertos gaditanos de Rota y Santa
    María el 15 de agosto de 1702, obliga a la flota de Indias
    a refugiarse en el puerto de Vigo.

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    Animado por las victorias de sus aliados el archiduque
    Carlos de Austria, tras proclamarse rey de España en
    Viena, llega a la Península Ibérica y desembarca en
    Lisboa en mayo de 1704, donde es recibido como legítimo
    rey de España por Pedro II de Portugal, con el nombre de
    Carlos III. Recibe el apoyo de parte de la nobleza castellana y
    ofrece una amnistía a aquellos que abandonen la causa
    borbónica cuando él entre en territorio español.
    El avance de la flota aliada hacia el Estrecho de Gibraltar
    originó la pérdida del Peñón de
    Gibraltar el 2 de agosto de 1704: una escuadra anglo-holandesa
    compuesta por 100 barcos, 1.000 cañones y varios miles de
    soldados, desembarca en la plaza de Gibraltar, donde sólo
    debe enfrentarse a una pequeña guarnición militar.
    La oposición de los gibraltareños no es suficiente
    para su defensa y, tras un intenso bombardeo, el gobernador de la
    plaza, Salinas, presenta su capitulación a cambio de que
    se respetasen los bienes y la
    religión
    de sus habitantes. Una escuadra francesa integrada por 52 buques
    mayores y algunas galeras españolas bajo las
    órdenes del conde de Toulouse se enfrenta, sin éxito,
    a la escuadra anglo-holandesa del almirante Rocke, quien toma la
    plaza en nombre del archiduque Carlos el 3 de agosto de
    1704.

    Ante la marcha de las tropas aliadas, Barcelona
    proclama rey al archiduque Carlos: las tropas aliadas del
    Habsburgo al mando del conde de Peterborough y la
    sublevación popular obligan al virrey de Cataluña a
    capitular el 9 de octubre de 1705. A la capitulación de
    Barcelona sigue la de todo el Principado. A los pocos días
    y tras su entrada triunfal en Barcelona, el archiduque Carlos, es
    proclamado rey en esta ciudad el 7 de noviembre de 1705, jurando
    las leyes del
    Principado en las Cortes de Cataluña. Durante el verano
    anterior, Cataluña, tras haber firmado el Pacto de
    Génova con Inglaterra, se había comprometido a
    contribuir con 6.000 hombres para ayudar a tomar Barcelona,
    garantizando el apoyo de sus instituciones
    a la causa del archiduque Carlos de Austria a cambio del
    respeto a las
    libertades y privilegios catalanes. De igual manera, el
    archiduque es proclamado rey de España tras la llegada de
    las fuerzas anglo-portugués aliadas a Madrid, al mando del
    conde de Galloway y del marqués de las Minas, obligando a
    Felipe V y su Corte a abandonar la ciudad e instalarse en
    Fuencarral el 20 de junio de 1706. A los pocos días, las
    tropas del archiduque Carlos ocupan el Alcázar de la
    ciudad y numerosos nobles y funcionarios acceden a darle
    obediencia, proclamándole rey de España como Carlos
    III. La proclamación tiene lugar en un balcón de la
    Casa de la Panadería el 26 de junio de 1706. Los
    madrileños, fieles a Felipe V, reciben con poco entusiasmo
    este nombramiento, produciéndose enfrentamientos con las
    tropas aliadas. Inmediatamente, el archiduque reúne a los
    consejos y tribunales, mandando acuñar moneda con su
    nombre; empero, la ciudad de Madrid no le acepta: el 4 de agosto
    de 1706, partidarios de Felipe V entran en Madrid y se hacen
    dueños de la Villa. En la Plaza Mayor el archiduque es
    rechazado públicamente como rey de
    España.

    La suerte militar se inclina a favor de las fuerzas
    felipistas, que el 25 de abril de 1707, al mando del duque de
    Berwick y del conde de Pinto, consiguen la victoria sobre las
    tropas aliadas de Carlos mandadas por lord Galloway, en Almansa.
    En la confrontación participan aproximadamente 25.000
    hombres por bando y las bajas se cifran en unos 5.000 muertos. La
    derrota aliada es decisiva para el desarrollo de la guerra,
    porque permite a los felipistas acceder a los reinos de Valencia
    y Aragón, donde Felipe V decreta abolidos los fueros de
    Aragón e implanta los primeros Decretos de Nueva Planta el
    29 de junio de 1707. Como reacción, las tropas
    anglo-holandesas aliadas del archiduque Carlos, al mando del
    general Stanhope, desembarcan en la isla y obligan a la
    capitulación de Menorca el 30 de mayo de 1708. Los
    ingleses incautan los bienes de los
    felipistas y permanecen en la isla durante casi todo el siglo
    XVIII.

    La retirada de parte de las tropas francesas por orden
    de Luis XIV de Francia obliga a Felipe V a reorganizar el
    ejército español, gracias a la plata que ha llegado
    de los territorios americanos, quedando éstas bajo el
    mando del marqués de Villadarias y del propio rey. Estos
    cambios permitieron a los aliados del archiduque Carlos atacar
    desde Cataluña y derrotar a las tropas felipistas en
    Almenara el 13 de junio de 1710. Los borbónicos retroceden
    a Zaragoza, con lo que el camino hacia Madrid queda libre para
    los aliados, que aprovechan la ausencia de Felipe V (que
    había trasladado su Corte a Valladolid) y el 28 de
    septiembre de 1710 el archiduque entra en Madrid. Carlos,
    después de orar ante Nuestra Señora de Atocha, se
    dirige al Alcázar acompañado por 2.000 hombres a
    caballo. Las calles están desiertas y ante el frío
    recibimiento, muy contrariado, el archiduque decide volverse al
    llegar a la Puerta de Guadalajara y salir por la de
    Alcalá.

    Desde Valladolid, Felipe V reorganiza su ejército
    con hombres procedentes de Extremadura, Andalucía y las
    dos Castillas a partir de octubre de 1710 e impide con esta
    acción que las tropas del archiduque se pongan en contacto
    con las aliadas, procedentes de Portugal.

    Las decisivas victorias que los felipistas obtuvieron en
    Brihuega y Villaviciosa de Tajuña (diciembre de 1710),
    permiten a Felipe V preparar la campaña de
    Cataluña, único foco de resistencia
    antiborbónica en estos momentos. Con la
    colaboración de las tropas del duque de Noailles, que
    traspasan los Pirineos y penetran en el Principado, ponen sitio a
    la ciudad de Gerona que, finalmente, se rinde el 25 de enero de
    1711 y con ella toda la provincia. La muerte del
    Emperador José I, hermano del archiduque, obliga al
    pretendiente Carlos a abandonar Barcelona el 27 de noviembre de
    1711 para hacerse cargo del trono imperial alemán. A
    partir de entonces Felipe V no encuentra obstáculos para
    afianzarse como rey de España, pese a que el archiduque
    había dejado a su esposa, Isabel Cristina de Brunswick,
    como regente. Cataluña se resistió a reconocer al
    nuevo rey, pero el 9 de julio de 1713 los Brazos Generales de
    Cataluña, la Diputación, el Consejo de Ciento y el
    brazo militar deciden mantener la guerra contra Felipe V y el
    centralismo
    borbónico para defender las constituciones, privilegios y
    prerrogativas que durante tantas centurias han conservado los
    catalanes. Días después, el 13 de julio de 1713,
    tiene lugar la firma del tratado de Utrecht que puso
    definitivamente fin a la Guerra de Sucesión
    española. En éste tratado se llegó a los
    siguientes acuerdos:

    – Felipe V es reconocido rey de España y de las
    colonias americanas, a condición de que las coronas
    española y francesa nunca puedan unirse.

    – Los territorios europeos de la monarquía española pasan a Austria,
    mientras que Inglaterra obtiene Gibraltar y Menorca.

    En definitiva, el tratado ratifica la
    entronización de los Borbones en España, pero rompe
    la integridad territorial, ya que Felipe V sólo es rey de
    los territorios propiamente españoles y de las
    Indias.

    1.7) HECHOS
    ECONOMICOS-SOCIALES

    Si Carlos I y Felipe II se ocuparon personalmente de los
    asuntos de Estado y del
    fortalecimiento de su autoridad, los
    monarcas del siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II)
    delegaron sus funciones de
    gobierno en manos de validos (personas que gobernaban en nombre
    del rey por deseo de éste) que encaminaron la monarquía hacia una pérdida de poder
    y un desprestigio creciente.

    En política exterior, el
    siglo XVI supuso el momento de máximo poder y
    hegemonía mundial; sin embargo, en el siglo XVII, tras la
    Guerra de los Treinta Años, España quedó
    relegada a un segundo plano internacional. A la crisis
    política
    se le añadió una profunda depresión
    económica y un notable descenso demográfico hasta
    1680, fecha en la que comienzan a aparecer síntomas de
    recuperación.

    Sólo en el plano cultural, la España del
    Barroco
    mantuvo y aumentó el nivel alcanzado durante el siglo XVI,
    lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro de
    las artes y las letras para la mayor parte de los siglos XVI y
    XVII.

    1.7.1.- LA CRISIS DEL
    SIGLO XVII

    1.71.1.- CRISIS
    DEMOGRÁFICA

    Desde 1580 puede observarse un descenso del crecimiento
    demográfico, debido a diversos factores: las grandes
    epidemias de peste que afectaron a Europa y a
    España, la expulsión de los moriscos de 1609 que
    perjudicó sobre todo a Valencia y Aragón, la
    emigración a las Indias, crisis agraria y las continuas
    guerras.

    El descenso demográfico no afectó por
    igual a todos los territorios peninsulares, viéndose
    más perjudicado el centro y sur peninsular; y, aunque a
    finales de siglo se habían recuperado los niveles de
    población de sus inicios, la distribución de ésta se había
    alterado: el interior se despobló en beneficio de la
    periferia y se produjo una reducción de la población urbana en favor de la
    rural.

    1.7.1.2.- CRISIS
    ECONÓMICA

    Desde el punto de vista económico, las
    principales dificultades se produjeron en Castilla. Las
    manifestaciones más claras de la depresión
    económica son:

    • La caída de la producción agraria, debida a la
      disminución de la mano de obra campesina por el receso
      demográfico (guerras,
      peste y emigración) y a las malas cosechas.
      Además, teníamos el problema de las propiedades
      amortizadas (pertenecientes a instituciones religiosas y civiles, que no se
      podían comprar ni vender, dividir o
      modificar).
    • La reducción de la ganadería ovina, en especial la
      trashumante de la Mesta.
    • La crisis de la industria
      textil castellana que, tras su etapa de prosperidad en el siglo
      XVI, disminuye su producción, incapaz de competir con los
      tejidos
      fabricados en el extranjero.
    • La drástica disminución de las
      cantidades de oro y plata que venían de América.
    • Los apuros de la Hacienda del rey, que resuelve con
      emisiones de moneda de baja calidad.

    1.7.1.3.- LAS CONSECUENCIAS DE LA
    CRISIS

    Las consecuencias de la crisis que conmocionó a
    la sociedad española del siglo XVII se dejaron sentir a
    nivel económico y social:

    • Los grupos
      sociales relacionados con la producción fueron los
      más duramente atacados por la crisis (artesanos,
      campesinos y comerciantes), empujándoles a la mendicidad
      y a la delincuencia. Mientras que la riqueza se
      concentra en la alta nobleza.
    • La depresión económica estuvo ligada a
      un reforzamiento del régimen señorial, que
      presiona sobre el campesinado. Los grupos
      más poderosos, que vivían de las rentas de
      la tierra,
      aguantaron mejor la crisis, lo que explica que el modelo de
      prestigio social en Castilla fuera el del noble que
      vivía de sus rentas.
    • La escasa burguesía tenía como
      máxima aspiración abandonar sus negocios e
      invertir sus beneficios en tierras, e incluso en la
      adquisición de un título nobiliario

    1.7.1.4.- LA RECUPERACIÓN DE FINALES DE
    SIGLO

    La crisis demográfica y económica del
    siglo XVII se puede considerar finalizada hacia 1680. Se asiste a
    un aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que
    en el interior, y también se aprecia una lenta
    recuperación de la producción y el comercio.

    Los territorios de la Corona de Aragón fueron los
    primeros en presentar signos de mejoría. En
    Cataluña la economía se vio
    estimulada por la exportación de vinos a Holanda e
    Inglaterra. Valencia asistió a la repoblación de
    las tierras que habían sido cultivadas por los moriscos
    expulsados en 1609, donde se introdujeron nuevos cultivos
    intensivos. Por otra parte, Castilla se recuperó
    más lentamente y de modo desigual, siendo el País
    Vasco el que antes relanza su economía
    basándose en la explotación de las minas de
    hierro y en la
    renovación de las actividades navales.

    1. REINADO DE FELIPE III
      (1598-1621)

    Felipe III comenzó a reinar con una
    política de pacificación, tras el cansancio y
    desgaste económico de Castilla por las costosas guerras
    del siglo XVI. A nivel interno los hechos más destacados
    fueron la expulsión de los moriscos y la aparición
    de los validos.

    1.7.2.1.- POLÍTICA
    INTERIOR

    1.7.2.1.1.- EL GOBIERNO DE LOS
    VALIDOS

    Felipe III inauguró la corriente política
    de delegar el ejercicio del poder en manos de un hombre de
    confianza, un valido o favorito, con el que el rey
    mantenía una estrecha relación de amistad, al
    conceder el control de la
    política al duque de Lerma. El valido carecía de
    cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un
    auténtico primer ministro y concentraba en sus manos los
    principales mecanismos del poder político del Estado.

    La aparición de la figura del valido no se
    debió sólo al desinterés por el poder ni a
    la debilidad del carácter de los últimos Austrias,
    sino que intervinieron otros factores: como la creciente
    complejidad de las tareas del gobierno y la complicada maquinaria
    administrativa que hacía imposible que el monarca se
    ocupara personalmente de todos los asuntos.

    El duque de Lerma aprovechó su posición
    para retirar a todas las personalidades relevantes y colocar a
    sus parientes y amigos en los principales cargos. Además,
    trasladó temporalmente la capital del
    reino de Madrid a Valladolid en 1600, donde permaneció
    seis años, hasta que retornó a Madrid tras el
    ofrecimiento de una importante suma de dinero por
    parte de su ayuntamiento.

    La oposición al valido y a su abuso de poder
    llevó a Felipe III, en 1618, a prescindir de Lerma y
    sustituirlo por su hijo, el duque de Uceda, aunque con poderes
    mucho más recortados.

    1.7.2.1.2.- PAZ CON FRANCIA

    Se firmó un acuerdo de paz en 1598, pero
    seguiría la guerra subterránea de Francia: apoyando
    a los holandeses y dificultando las comunicaciones
    hispanas entre Flandes e Italia.

    1.7.2.1.3- LA PAZ CON
    INGLATERRA

    La Paz de Londres de 1604 puso término a una
    guerra concebida para evitar el apoyo inglés
    a los rebeldes holandeses, y que se había extendido a lo
    largo de veinte años.

    El fracaso de una expedición española a
    las costas irlandesas en 1603 y la llegada al trono inglés
    ese mismo año del rey Jacobo I, tras la muerte de
    la reina Isabel, propició el fin de las hostilidades. Las
    negociaciones supusieron la concesión de facilidades al
    comercio
    inglés, a cambio de que cortara el suministro de armas a los
    holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el
    Atlántico.

    1.7.2.1.4.- LA TREGUA DE LOS DOCE AÑOS
    (1609-1621)

    Los holandeses se negaron a reconocer la soberanía del rey, quien envió los
    tercios españoles (cuerpos especializados de
    infantería, artillería y caballería) al
    frente de Ambrosio Spínola que tomaron la ciudad de
    Ostende. En respuesta, los holandeses destruyeron una flota
    española en Cádiz. La ruina financiera de la Corona
    (nueva quiebra o
    suspensión temporal de pagos a los acreedores en 1607,
    incluyendo al ejército), los intereses pacificistas de los
    burgueses holandeses y el cansancio de ambas partes obligó
    a firmar la Tregua de los Doce Años. Significaba el
    reconocimiento, aunque no se aceptara formalmente: pues el
    gobierno español no tenía intención de
    retirarse de Flandes y en 1616, ante la evidencia de que los
    regentes no tendrían descendencia, Felipe III se hizo
    jurar fidelidad. Finalmente la tregua no fue renovada en 1621,
    por considerar que beneficiaba claramente a Holanda: en ese
    período estuvo acosando económicamente a
    España constantemente (en Europa y las
    colonias).

    1.7.3.- EL REINADO DE FELIPE IV
    (1621-1665)

    Felipe IV fue un monarca muy preocupado por la cultura, que
    ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó
    el poder a su valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, que
    tenía los títulos de Conde de Olivares y duque de
    Sanlúcar la Mayor, cuyo programa
    político combinó la recuperación del
    prestigio de la monarquía hispánica con la reforma
    interior.

    1.7.3.1.- LA POLÍTICA EXTERIOR: LA GUERRA
    DE LOS TREINTA AÑOS

    La política exterior de Felipe IV tiene como
    escenario principal la Guerra de los Treinta Años
    (1618-1648). El objetivo español era recuperar el
    poderío en Europa, lo que provocó el enfrentamiento
    con otras potencias como Francia, Holanda, Inglaterra y
    Suecia.

    Esa guerra comienza como un conflicto alemán y
    religioso: los príncipes protestantes de Alemania se
    habían rebelado contra el emperador Fernando II,
    católico intransigente, de la dinastía de los
    Habsburgo. Pero ese conflicto local acabó siendo general,
    porque las naciones europeas se alinearon con uno u otro bando,
    buscando la hegemonía política.

    La monarquía hispánica se implicó
    en la guerra por dos motivos: la defensa de la religión
    católica y el mantenimiento
    de la hegemonía de la casa de los Habsburgo a
    través de sus dos líneas emparentadas (la
    española y la austriaca). Pero tuvo que luchar en
    demasiados frentes de batalla: (hasta con Dinamarca y
    Suecia).

    Debido a la Guerra de los Treinta Años se reanuda
    en 1621 el conflicto con Holanda. Animados por las victorias
    militares conseguidas en los primeros momentos de ese conflicto,
    los españoles inician una pugna por frenar el crecimiento
    económico y marítimo holandés,
    potenciado durante la Tregua de los Doce Años.

    En una primera fase, la guerra fue terrestre con grandes
    éxitos de los tercios españoles, dirigidos por
    Ambrosio Spínola, quien tomó la ciudad de Breda en
    1625. La segunda fase tuvo un carácter naval y comercial,
    en un intento por quebrar el poderío marítimo
    holandés.

    En 1635 Luis XIII de Francia declara la guerra a
    España y manifiesta su apoyo a Holanda, basándose
    en la política agresiva española en Europa, que
    hace peligrar su integridad territorial. Aunque las primeras
    campañas resultaron favorables a los españoles,
    finalmente el esfuerzo resultó excesivo para las
    posibilidades de la monarquía española, y la
    derrota de Rocroi (1643) acabó con la fama de invencibles
    que tenían los tercios españoles.

    Todo ello obligó a la firma de la Paz de
    Westfalia en 1648, por la que se reconocía la independencia
    de Holanda y se certificaba la pérdida de la
    hegemonía española en Europa.

    La lucha contra Francia se prolongó algunos
    años más, pues Inglaterra apoyó a los galos.
    Hasta que se firma la Paz de los Pirineos en 1659, que
    sancionó el predominio de Francia en Europa, de Inglaterra
    y Holanda en el mar, y supuso la cesión española a
    Francia del Rosellón y la Cerdaña.

    1.7.3.2- LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS Y
    ECONÓMICAS

    Olivares planteó, a través de la Junta
    Grande de Reformación, estas propuestas:

    • Reducción de oficios y empleos cortesanos,
      para recortar los excesivos gastos de la
      Corte.
    • Protección de tipo mercantilista de las
      actividades artesanales y de comercio nacionales. Para lo que
      se hacen obras para hacer navegables los principales
      ríos (como el Tajo) y la supresión de aduanas.
    • Creación de una red nacional de
      erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la
      banca
      extranjera. Los erarios actuarían como bancos
      concediendo préstamos a la Corona, que obtendría
      la ayuda de sus súbditos a través de sus
      depósitos en dinero.
    • Medidas para aumentar la población, como las
      exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran
      número de hijos.

    Las resistencias a
    estas nuevas reformas fueron múltiples en toda la
    monarquía. Hubo motines contra la nueva fiscalidad y las
    Cortes se negaron a aprobar la propuesta de creación de
    los erarios y la introducción de un sistema
    tributario nuevo y unitario.

    1.7.4.- EL FINAL DE LA DINASTÍA: CARLOS II
    (1665-1700)

    A la muerte de
    Felipe IV heredó el trono Carlos II, un monarca
    débil y enfermizo que sólo tenía cuatro
    años de edad; bajo la regencia de su madre, Mariana de
    Austria, durante 10 años. La regente depositó su
    confianza en el jesuita austriaco Everard Nithard, su confesor,
    que actuó como un verdadero valido. Éste fue
    sustituido por Fernando de Valenzuela y, ya con Carlos II, los
    hombres fuertes se sucedieron en el poder (don Juan José
    de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa) en un
    clima
    creciente de inestabilidad política que se agudizó
    al final del reinado, cuando se planteó el problema
    sucesorio.

    Durante el reinado de Carlos II, hacia 1680, se asiste a
    una recuperación demográfica y económica que
    pone fin a las crisis del siglo XVII.

    1.7.4.1.- EL PROBLEMA SUCESORIO

    Carlos II se casó dos veces, pero no tuvo
    descendencia en ninguna de ellas. Aunque su esterilidad
    parecía evidente, se le practicó un exorcismo,
    porque se pensó que podría estar hechizado. Ante la
    necesidad de elegir un sucesor para el trono español, se
    fueron perfilando dos candidatos:

    • El archiduque Carlos de Austria, de la línea
      austriaca de los Habsburgo.
    • Felipe de Anjou, de la casa de Borbón y nieto
      del rey francés Luis XIV.

    Carlos II, antes de morir, nombró heredero a
    Felipe de Anjou, con la intención de asegurar a la
    monarquía española el apoyo de Francia, cuya
    hegemonía en Europa era indiscutible, y evitar así
    su desmembramiento territorial.

    El temor de Inglaterra y Austria a la formación
    de un bloque hispano-francés provocó, tras la
    muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión española
    (1700-1713), el primer gran conflicto europeo del siglo XVIII,
    convertido a la vez, en guerra civil y guerra europea.

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