- Siglo XVIII
mundial - Siglo XVIII
en el Perú - La
Sociedad amantes del país y el Mercurio
peruano - Discusión o
comparación de ideas - Bibliografía
- Conclusiones
¿QUE SIGNIFICA EL SIGLO
XVIII?
El siglo XVIII, es el nacimiento de ideas y el deseo de
voluntad por ser aplicados al país colonizado con la
finalidad de levantamiento en su desarrollo.
Tiempo donde marca fin del
gobierno de
Carlos II y la reformas borbónicas hacia España,
como también el tiempo que duro
la guerra de
sucesión española y los países que pensaron
tener su dominio .La
esencia de personajes ilustrados que ayudaron en esa época
para que todo el proceso u
estructura que
se tenía como iniciativa llevarla a cabo y poder dejar
todo lo negativo de las articulaciones
que en ese entonces existían del país.
En esta investigación también damos a
conocer parte de los sucesos económicos- sociales que se
desarrollaron y como eran las formas políticas
de gobierno
déspota que se aplicaban; como también se dice que
marca fin los
términos de la revolución
Francesa y La revolución
Inglesa que como países dominantes y cuya base era
poder dar a
conocer todo sus ideas a los países bajo su
denominación todo lo aquello que a ellos les ayudo a poder
gobernar en este siglo.
Siglo XVIII, en el Perú nace por el surgimiento
de u grupo
político que no dudo en formar una sociedad bajo sus
reglamentos respectivos , teniendo como escudo la
formación de el
periódico"EL MERCURIO PERUANO",leido por el
país colonial España y a
países de América
.
En el MECURIO PEUANO se dan a conocer todos los sucesos
que se daban en el otro mundo y las ideas de que nacen como
revolución
y de como el país debería de aplicarlas.
En la presente damos a conocer el desarrollo de
todo lo que se tomo en cuenta para esta investigación y desarrollo del
trabajo.
1.1 LA ILUSTRACION
Es la salida del hombre de su
auto culpable minoría de edad .La minoría de edad
significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento
sin la guía de otro. Uno mismo es el culpable de esta
minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la
carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y
valor para
servirse por si mismo de el sin la guía de
otro.
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1.2 CARACTERISTICAS
Racionalismo: la razón se considera la
única base del saber. Este hecho favorecerá el
desarrollo del pensamiento
científico.
Empirismo: frente a cualquier forma de imposición
intelectual que pretendiera estar en posesión de la
verdad, los ilustrados contrapusieron su fe en la
experimentación para poder conocer el mundo y conseguir el
progreso.
Criticismo: el ilustrado aspira a someter a
crítica racional todo el
conocimiento anterior.
Deseo de conocimiento:
el ilustrado siente un enorme deseo de conocer por completo el
mundo donde habita, de iluminarlo (de ahí el nombre de
Ilustración), pero también siente la
necesidad de dar a conocer lo aprendido. Esto último
explica la aparición de uno de los grandes proyectos de la
época: la Enciclopedia Francesa.
Utopismo: se cree que la aplicación de la
razón a todos los aspectos de la vida humana
permitirá una mejora constante de la sociedad y un
progreso económico y cultural ilimitado.
Progreso y felicidad: Deriva y es la causa del carácter
anterior. El ilustrado a lo que aspira como objetivo
prioritario es a conseguir la felicidad en este mundo.
Reformismo: para lograr el objetivo de
conseguir el progreso del ser humano, los ilustrados proponen
modernizar la sociedad mediante lentas reformas que serán
llevadas a cabo por reyes y gobiernos de carácter
absolutista.
Este movimiento se
extiende por la totalidad del Siglo XVIII y penetra en el XIX.
Como parece lógico, en él pueden establecerse una
serie de etapas:
1.3 ETAPAS DE LA ILUSTRACION
Reformismo
Durante la mayoría del Siglo XVIII se desarrolla
el pensamiento
ilustrado y se intenta la aplicación práctica de
algunos de sus principios. Esto
se hace de acuerdo con los poderes establecidos,
prácticamente todos ellos de corte absolutista.
. En los últimos años del Siglo XVIII el
panorama de la
Ilustración cambia bastante. De momento aparece en el
pensamiento europeo una mayor valoración de los
sentimientos, incluso por encima de la razón. Por otro
lado, muchos de los pensadores ilustrados del Siglo XVIII
habían reflexionado sobre cuestiones políticas
y sociales que se convertirán en la base de dos
importantes movimientos revolucionarios: la Revolución
Norteamericana y la Revolución
Francesa. Estos movimientos se dice comúnmente que
suponen el final de la
Ilustración.
Cuando nos enfrentamos al Siglo XVIII español la
primera operación que debemos acometer es el intento de
establecer particiones o etapas en el mismo.
En primer lugar te propongo una periodización
cronológica basada en el desarrollo de las ideas
ilustradas en nuestro país. Según esto, debemos
señalar tres momentos que se siguen
cronológicamente.
1.4 La Ilustración en
España
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De 1700 a 1758.
Al instaurarse la dinastía borbónica
francesa se comienzan a introducir las ideas ilustradas, que en
principio chocan con los gustos del público, fiel al
estilo barroco.
De 1758 a 1788.
La llegada al trono de Carlos III y su gobierno impulsa
la propagación de las ideas reformistas e
ilustradas.
De 1789 a 1808.
Los acontecimientos de la Revolución Francesa
traen como consecuencia un retroceso en las reformas
ilustradas
1.5 LOS PAISES DE LA
ILUSTRACION
La Ilustración fue un fenómeno cultural
que se desarrolló a lo largo de toda la geografía europea y
americana (en esta época bajo dominio de
diferentes imperios coloniales europeos), afectando a la
práctica totalidad de las parcelas sociales,
políticas y culturales del mundo del siglo
XVIII.
Es evidente que este movimiento no
tuvo la misma importancia en todas las naciones europeas,
comportándose algunas naciones como aportadoras constantes
de nuevas ideas, mientras que otras se limitaban a seguir, de
cerca o de lejos, las innovaciones que se iban produciendo en
esos países. Si tuviésemos que establecer una
clasificación de los países "más
ilustrados", a la cabeza de la misma se encontrarían, por
diversos motivos: Francia,
Alemania e
Inglaterra.
.GUERRA
DE SUCESION ESPAÑOLA (1700-1713)
La muerte de
Carlos II, último rey de España de la Casa de
Habsburgo, después de una larga convalecencia, el 1 de
noviembre de 1700 en Madrid, crea un grave
conflicto
sucesorio a falta de herederos directos. Un mes antes
había firmado su testamento a favor de Felipe de Anjou,
nieto de Luis XIV de Francia y, en
tanto que llegaba, ocupa la regencia el cardenal
Portocarrero.
El 18 de febrero de 1701, después de pasar unos
días en Irún esperando a que la reina Mariana de
Newburgo, viuda de Carlos II, abandone la Corte, Felipe de Anjou
llega a Madrid acompañado de una cohorte de
súbditos franceses, agentes de Luis XIV. Su recibimiento
es multitudinario: el entusiasmo se desborda en la Puerta de
Alcalá, donde muchas personas mueren atropelladas,
asfixiadas y pisoteadas. El monarca se dirige a Nuestra
Señora de Atocha y desde allí al palacio del Buen
Retiro. El apoteósico recibimiento popular se tornó
en causa de conflicto
debido al desencadenamiento de la guerra que
enfrentó a la Casa Borbón con la rama imperial
alemana de la Dinastía de los Austria.
La declaración de Luis XIV de que Felipe V, ya
nombrado rey de España, conserva sus derechos a la Corona de
Francia y el incumplimiento del Tratado de Partición por
parte de Francia, provocan el resurgir de la gran alianza entre
el Imperio, Holanda e Inglaterra en
septiembre de 1701, dando pie a la declaración formal de
guerra entre ambos bloques. Las primeras acciones
militares fueron protagonizadas por la escuadra anglo-holandesa
que, tras saquear los puertos gaditanos de Rota y Santa
María el 15 de agosto de 1702, obliga a la flota de Indias
a refugiarse en el puerto de Vigo.
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Animado por las victorias de sus aliados el archiduque
Carlos de Austria, tras proclamarse rey de España en
Viena, llega a la Península Ibérica y desembarca en
Lisboa en mayo de 1704, donde es recibido como legítimo
rey de España por Pedro II de Portugal, con el nombre de
Carlos III. Recibe el apoyo de parte de la nobleza castellana y
ofrece una amnistía a aquellos que abandonen la causa
borbónica cuando él entre en territorio español.
El avance de la flota aliada hacia el Estrecho de Gibraltar
originó la pérdida del Peñón de
Gibraltar el 2 de agosto de 1704: una escuadra anglo-holandesa
compuesta por 100 barcos, 1.000 cañones y varios miles de
soldados, desembarca en la plaza de Gibraltar, donde sólo
debe enfrentarse a una pequeña guarnición militar.
La oposición de los gibraltareños no es suficiente
para su defensa y, tras un intenso bombardeo, el gobernador de la
plaza, Salinas, presenta su capitulación a cambio de que
se respetasen los bienes y la
religión
de sus habitantes. Una escuadra francesa integrada por 52 buques
mayores y algunas galeras españolas bajo las
órdenes del conde de Toulouse se enfrenta, sin éxito,
a la escuadra anglo-holandesa del almirante Rocke, quien toma la
plaza en nombre del archiduque Carlos el 3 de agosto de
1704.
Ante la marcha de las tropas aliadas, Barcelona
proclama rey al archiduque Carlos: las tropas aliadas del
Habsburgo al mando del conde de Peterborough y la
sublevación popular obligan al virrey de Cataluña a
capitular el 9 de octubre de 1705. A la capitulación de
Barcelona sigue la de todo el Principado. A los pocos días
y tras su entrada triunfal en Barcelona, el archiduque Carlos, es
proclamado rey en esta ciudad el 7 de noviembre de 1705, jurando
las leyes del
Principado en las Cortes de Cataluña. Durante el verano
anterior, Cataluña, tras haber firmado el Pacto de
Génova con Inglaterra, se había comprometido a
contribuir con 6.000 hombres para ayudar a tomar Barcelona,
garantizando el apoyo de sus instituciones
a la causa del archiduque Carlos de Austria a cambio del
respeto a las
libertades y privilegios catalanes. De igual manera, el
archiduque es proclamado rey de España tras la llegada de
las fuerzas anglo-portugués aliadas a Madrid, al mando del
conde de Galloway y del marqués de las Minas, obligando a
Felipe V y su Corte a abandonar la ciudad e instalarse en
Fuencarral el 20 de junio de 1706. A los pocos días, las
tropas del archiduque Carlos ocupan el Alcázar de la
ciudad y numerosos nobles y funcionarios acceden a darle
obediencia, proclamándole rey de España como Carlos
III. La proclamación tiene lugar en un balcón de la
Casa de la Panadería el 26 de junio de 1706. Los
madrileños, fieles a Felipe V, reciben con poco entusiasmo
este nombramiento, produciéndose enfrentamientos con las
tropas aliadas. Inmediatamente, el archiduque reúne a los
consejos y tribunales, mandando acuñar moneda con su
nombre; empero, la ciudad de Madrid no le acepta: el 4 de agosto
de 1706, partidarios de Felipe V entran en Madrid y se hacen
dueños de la Villa. En la Plaza Mayor el archiduque es
rechazado públicamente como rey de
España.
La suerte militar se inclina a favor de las fuerzas
felipistas, que el 25 de abril de 1707, al mando del duque de
Berwick y del conde de Pinto, consiguen la victoria sobre las
tropas aliadas de Carlos mandadas por lord Galloway, en Almansa.
En la confrontación participan aproximadamente 25.000
hombres por bando y las bajas se cifran en unos 5.000 muertos. La
derrota aliada es decisiva para el desarrollo de la guerra,
porque permite a los felipistas acceder a los reinos de Valencia
y Aragón, donde Felipe V decreta abolidos los fueros de
Aragón e implanta los primeros Decretos de Nueva Planta el
29 de junio de 1707. Como reacción, las tropas
anglo-holandesas aliadas del archiduque Carlos, al mando del
general Stanhope, desembarcan en la isla y obligan a la
capitulación de Menorca el 30 de mayo de 1708. Los
ingleses incautan los bienes de los
felipistas y permanecen en la isla durante casi todo el siglo
XVIII.
La retirada de parte de las tropas francesas por orden
de Luis XIV de Francia obliga a Felipe V a reorganizar el
ejército español, gracias a la plata que ha llegado
de los territorios americanos, quedando éstas bajo el
mando del marqués de Villadarias y del propio rey. Estos
cambios permitieron a los aliados del archiduque Carlos atacar
desde Cataluña y derrotar a las tropas felipistas en
Almenara el 13 de junio de 1710. Los borbónicos retroceden
a Zaragoza, con lo que el camino hacia Madrid queda libre para
los aliados, que aprovechan la ausencia de Felipe V (que
había trasladado su Corte a Valladolid) y el 28 de
septiembre de 1710 el archiduque entra en Madrid. Carlos,
después de orar ante Nuestra Señora de Atocha, se
dirige al Alcázar acompañado por 2.000 hombres a
caballo. Las calles están desiertas y ante el frío
recibimiento, muy contrariado, el archiduque decide volverse al
llegar a la Puerta de Guadalajara y salir por la de
Alcalá.
Desde Valladolid, Felipe V reorganiza su ejército
con hombres procedentes de Extremadura, Andalucía y las
dos Castillas a partir de octubre de 1710 e impide con esta
acción que las tropas del archiduque se pongan en contacto
con las aliadas, procedentes de Portugal.
Las decisivas victorias que los felipistas obtuvieron en
Brihuega y Villaviciosa de Tajuña (diciembre de 1710),
permiten a Felipe V preparar la campaña de
Cataluña, único foco de resistencia
antiborbónica en estos momentos. Con la
colaboración de las tropas del duque de Noailles, que
traspasan los Pirineos y penetran en el Principado, ponen sitio a
la ciudad de Gerona que, finalmente, se rinde el 25 de enero de
1711 y con ella toda la provincia. La muerte del
Emperador José I, hermano del archiduque, obliga al
pretendiente Carlos a abandonar Barcelona el 27 de noviembre de
1711 para hacerse cargo del trono imperial alemán. A
partir de entonces Felipe V no encuentra obstáculos para
afianzarse como rey de España, pese a que el archiduque
había dejado a su esposa, Isabel Cristina de Brunswick,
como regente. Cataluña se resistió a reconocer al
nuevo rey, pero el 9 de julio de 1713 los Brazos Generales de
Cataluña, la Diputación, el Consejo de Ciento y el
brazo militar deciden mantener la guerra contra Felipe V y el
centralismo
borbónico para defender las constituciones, privilegios y
prerrogativas que durante tantas centurias han conservado los
catalanes. Días después, el 13 de julio de 1713,
tiene lugar la firma del tratado de Utrecht que puso
definitivamente fin a la Guerra de Sucesión
española. En éste tratado se llegó a los
siguientes acuerdos:
– Felipe V es reconocido rey de España y de las
colonias americanas, a condición de que las coronas
española y francesa nunca puedan unirse.
– Los territorios europeos de la monarquía española pasan a Austria,
mientras que Inglaterra obtiene Gibraltar y Menorca.
En definitiva, el tratado ratifica la
entronización de los Borbones en España, pero rompe
la integridad territorial, ya que Felipe V sólo es rey de
los territorios propiamente españoles y de las
Indias.
1.7) HECHOS
ECONOMICOS-SOCIALES
Si Carlos I y Felipe II se ocuparon personalmente de los
asuntos de Estado y del
fortalecimiento de su autoridad, los
monarcas del siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II)
delegaron sus funciones de
gobierno en manos de validos (personas que gobernaban en nombre
del rey por deseo de éste) que encaminaron la monarquía hacia una pérdida de poder
y un desprestigio creciente.
En política exterior, el
siglo XVI supuso el momento de máximo poder y
hegemonía mundial; sin embargo, en el siglo XVII, tras la
Guerra de los Treinta Años, España quedó
relegada a un segundo plano internacional. A la crisis
política
se le añadió una profunda depresión
económica y un notable descenso demográfico hasta
1680, fecha en la que comienzan a aparecer síntomas de
recuperación.
Sólo en el plano cultural, la España del
Barroco
mantuvo y aumentó el nivel alcanzado durante el siglo XVI,
lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro de
las artes y las letras para la mayor parte de los siglos XVI y
XVII.
1.7.1.- LA CRISIS DEL
SIGLO XVII
1.71.1.- CRISIS
DEMOGRÁFICA
Desde 1580 puede observarse un descenso del crecimiento
demográfico, debido a diversos factores: las grandes
epidemias de peste que afectaron a Europa y a
España, la expulsión de los moriscos de 1609 que
perjudicó sobre todo a Valencia y Aragón, la
emigración a las Indias, crisis agraria y las continuas
guerras.
El descenso demográfico no afectó por
igual a todos los territorios peninsulares, viéndose
más perjudicado el centro y sur peninsular; y, aunque a
finales de siglo se habían recuperado los niveles de
población de sus inicios, la distribución de ésta se había
alterado: el interior se despobló en beneficio de la
periferia y se produjo una reducción de la población urbana en favor de la
rural.
1.7.1.2.- CRISIS
ECONÓMICA
Desde el punto de vista económico, las
principales dificultades se produjeron en Castilla. Las
manifestaciones más claras de la depresión
económica son:
- La caída de la producción agraria, debida a la
disminución de la mano de obra campesina por el receso
demográfico (guerras,
peste y emigración) y a las malas cosechas.
Además, teníamos el problema de las propiedades
amortizadas (pertenecientes a instituciones religiosas y civiles, que no se
podían comprar ni vender, dividir o
modificar). - La reducción de la ganadería ovina, en especial la
trashumante de la Mesta. - La crisis de la industria
textil castellana que, tras su etapa de prosperidad en el siglo
XVI, disminuye su producción, incapaz de competir con los
tejidos
fabricados en el extranjero. - La drástica disminución de las
cantidades de oro y plata que venían de América. - Los apuros de la Hacienda del rey, que resuelve con
emisiones de moneda de baja calidad.
1.7.1.3.- LAS CONSECUENCIAS DE LA
CRISIS
Las consecuencias de la crisis que conmocionó a
la sociedad española del siglo XVII se dejaron sentir a
nivel económico y social:
- Los grupos
sociales relacionados con la producción fueron los
más duramente atacados por la crisis (artesanos,
campesinos y comerciantes), empujándoles a la mendicidad
y a la delincuencia. Mientras que la riqueza se
concentra en la alta nobleza. - La depresión económica estuvo ligada a
un reforzamiento del régimen señorial, que
presiona sobre el campesinado. Los grupos
más poderosos, que vivían de las rentas de
la tierra,
aguantaron mejor la crisis, lo que explica que el modelo de
prestigio social en Castilla fuera el del noble que
vivía de sus rentas. - La escasa burguesía tenía como
máxima aspiración abandonar sus negocios e
invertir sus beneficios en tierras, e incluso en la
adquisición de un título nobiliario
1.7.1.4.- LA RECUPERACIÓN DE FINALES DE
SIGLO
La crisis demográfica y económica del
siglo XVII se puede considerar finalizada hacia 1680. Se asiste a
un aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que
en el interior, y también se aprecia una lenta
recuperación de la producción y el comercio.
Los territorios de la Corona de Aragón fueron los
primeros en presentar signos de mejoría. En
Cataluña la economía se vio
estimulada por la exportación de vinos a Holanda e
Inglaterra. Valencia asistió a la repoblación de
las tierras que habían sido cultivadas por los moriscos
expulsados en 1609, donde se introdujeron nuevos cultivos
intensivos. Por otra parte, Castilla se recuperó
más lentamente y de modo desigual, siendo el País
Vasco el que antes relanza su economía
basándose en la explotación de las minas de
hierro y en la
renovación de las actividades navales.
- REINADO DE FELIPE III
(1598-1621)
Felipe III comenzó a reinar con una
política de pacificación, tras el cansancio y
desgaste económico de Castilla por las costosas guerras
del siglo XVI. A nivel interno los hechos más destacados
fueron la expulsión de los moriscos y la aparición
de los validos.
1.7.2.1.- POLÍTICA
INTERIOR
1.7.2.1.1.- EL GOBIERNO DE LOS
VALIDOS
Felipe III inauguró la corriente política
de delegar el ejercicio del poder en manos de un hombre de
confianza, un valido o favorito, con el que el rey
mantenía una estrecha relación de amistad, al
conceder el control de la
política al duque de Lerma. El valido carecía de
cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un
auténtico primer ministro y concentraba en sus manos los
principales mecanismos del poder político del Estado.
La aparición de la figura del valido no se
debió sólo al desinterés por el poder ni a
la debilidad del carácter de los últimos Austrias,
sino que intervinieron otros factores: como la creciente
complejidad de las tareas del gobierno y la complicada maquinaria
administrativa que hacía imposible que el monarca se
ocupara personalmente de todos los asuntos.
El duque de Lerma aprovechó su posición
para retirar a todas las personalidades relevantes y colocar a
sus parientes y amigos en los principales cargos. Además,
trasladó temporalmente la capital del
reino de Madrid a Valladolid en 1600, donde permaneció
seis años, hasta que retornó a Madrid tras el
ofrecimiento de una importante suma de dinero por
parte de su ayuntamiento.
La oposición al valido y a su abuso de poder
llevó a Felipe III, en 1618, a prescindir de Lerma y
sustituirlo por su hijo, el duque de Uceda, aunque con poderes
mucho más recortados.
1.7.2.1.2.- PAZ CON FRANCIA
Se firmó un acuerdo de paz en 1598, pero
seguiría la guerra subterránea de Francia: apoyando
a los holandeses y dificultando las comunicaciones
hispanas entre Flandes e Italia.
1.7.2.1.3- LA PAZ CON
INGLATERRA
La Paz de Londres de 1604 puso término a una
guerra concebida para evitar el apoyo inglés
a los rebeldes holandeses, y que se había extendido a lo
largo de veinte años.
El fracaso de una expedición española a
las costas irlandesas en 1603 y la llegada al trono inglés
ese mismo año del rey Jacobo I, tras la muerte de
la reina Isabel, propició el fin de las hostilidades. Las
negociaciones supusieron la concesión de facilidades al
comercio
inglés, a cambio de que cortara el suministro de armas a los
holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el
Atlántico.
1.7.2.1.4.- LA TREGUA DE LOS DOCE AÑOS
(1609-1621)
Los holandeses se negaron a reconocer la soberanía del rey, quien envió los
tercios españoles (cuerpos especializados de
infantería, artillería y caballería) al
frente de Ambrosio Spínola que tomaron la ciudad de
Ostende. En respuesta, los holandeses destruyeron una flota
española en Cádiz. La ruina financiera de la Corona
(nueva quiebra o
suspensión temporal de pagos a los acreedores en 1607,
incluyendo al ejército), los intereses pacificistas de los
burgueses holandeses y el cansancio de ambas partes obligó
a firmar la Tregua de los Doce Años. Significaba el
reconocimiento, aunque no se aceptara formalmente: pues el
gobierno español no tenía intención de
retirarse de Flandes y en 1616, ante la evidencia de que los
regentes no tendrían descendencia, Felipe III se hizo
jurar fidelidad. Finalmente la tregua no fue renovada en 1621,
por considerar que beneficiaba claramente a Holanda: en ese
período estuvo acosando económicamente a
España constantemente (en Europa y las
colonias).
1.7.3.- EL REINADO DE FELIPE IV
(1621-1665)
Felipe IV fue un monarca muy preocupado por la cultura, que
ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó
el poder a su valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, que
tenía los títulos de Conde de Olivares y duque de
Sanlúcar la Mayor, cuyo programa
político combinó la recuperación del
prestigio de la monarquía hispánica con la reforma
interior.
1.7.3.1.- LA POLÍTICA EXTERIOR: LA GUERRA
DE LOS TREINTA AÑOS
La política exterior de Felipe IV tiene como
escenario principal la Guerra de los Treinta Años
(1618-1648). El objetivo español era recuperar el
poderío en Europa, lo que provocó el enfrentamiento
con otras potencias como Francia, Holanda, Inglaterra y
Suecia.
Esa guerra comienza como un conflicto alemán y
religioso: los príncipes protestantes de Alemania se
habían rebelado contra el emperador Fernando II,
católico intransigente, de la dinastía de los
Habsburgo. Pero ese conflicto local acabó siendo general,
porque las naciones europeas se alinearon con uno u otro bando,
buscando la hegemonía política.
La monarquía hispánica se implicó
en la guerra por dos motivos: la defensa de la religión
católica y el mantenimiento
de la hegemonía de la casa de los Habsburgo a
través de sus dos líneas emparentadas (la
española y la austriaca). Pero tuvo que luchar en
demasiados frentes de batalla: (hasta con Dinamarca y
Suecia).
Debido a la Guerra de los Treinta Años se reanuda
en 1621 el conflicto con Holanda. Animados por las victorias
militares conseguidas en los primeros momentos de ese conflicto,
los españoles inician una pugna por frenar el crecimiento
económico y marítimo holandés,
potenciado durante la Tregua de los Doce Años.
En una primera fase, la guerra fue terrestre con grandes
éxitos de los tercios españoles, dirigidos por
Ambrosio Spínola, quien tomó la ciudad de Breda en
1625. La segunda fase tuvo un carácter naval y comercial,
en un intento por quebrar el poderío marítimo
holandés.
En 1635 Luis XIII de Francia declara la guerra a
España y manifiesta su apoyo a Holanda, basándose
en la política agresiva española en Europa, que
hace peligrar su integridad territorial. Aunque las primeras
campañas resultaron favorables a los españoles,
finalmente el esfuerzo resultó excesivo para las
posibilidades de la monarquía española, y la
derrota de Rocroi (1643) acabó con la fama de invencibles
que tenían los tercios españoles.
Todo ello obligó a la firma de la Paz de
Westfalia en 1648, por la que se reconocía la independencia
de Holanda y se certificaba la pérdida de la
hegemonía española en Europa.
La lucha contra Francia se prolongó algunos
años más, pues Inglaterra apoyó a los galos.
Hasta que se firma la Paz de los Pirineos en 1659, que
sancionó el predominio de Francia en Europa, de Inglaterra
y Holanda en el mar, y supuso la cesión española a
Francia del Rosellón y la Cerdaña.
1.7.3.2- LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS Y
ECONÓMICAS
Olivares planteó, a través de la Junta
Grande de Reformación, estas propuestas:
- Reducción de oficios y empleos cortesanos,
para recortar los excesivos gastos de la
Corte. - Protección de tipo mercantilista de las
actividades artesanales y de comercio nacionales. Para lo que
se hacen obras para hacer navegables los principales
ríos (como el Tajo) y la supresión de aduanas. - Creación de una red nacional de
erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la
banca
extranjera. Los erarios actuarían como bancos
concediendo préstamos a la Corona, que obtendría
la ayuda de sus súbditos a través de sus
depósitos en dinero. - Medidas para aumentar la población, como las
exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran
número de hijos.
Las resistencias a
estas nuevas reformas fueron múltiples en toda la
monarquía. Hubo motines contra la nueva fiscalidad y las
Cortes se negaron a aprobar la propuesta de creación de
los erarios y la introducción de un sistema
tributario nuevo y unitario.
1.7.4.- EL FINAL DE LA DINASTÍA: CARLOS II
(1665-1700)
A la muerte de
Felipe IV heredó el trono Carlos II, un monarca
débil y enfermizo que sólo tenía cuatro
años de edad; bajo la regencia de su madre, Mariana de
Austria, durante 10 años. La regente depositó su
confianza en el jesuita austriaco Everard Nithard, su confesor,
que actuó como un verdadero valido. Éste fue
sustituido por Fernando de Valenzuela y, ya con Carlos II, los
hombres fuertes se sucedieron en el poder (don Juan José
de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa) en un
clima
creciente de inestabilidad política que se agudizó
al final del reinado, cuando se planteó el problema
sucesorio.
Durante el reinado de Carlos II, hacia 1680, se asiste a
una recuperación demográfica y económica que
pone fin a las crisis del siglo XVII.
1.7.4.1.- EL PROBLEMA SUCESORIO
Carlos II se casó dos veces, pero no tuvo
descendencia en ninguna de ellas. Aunque su esterilidad
parecía evidente, se le practicó un exorcismo,
porque se pensó que podría estar hechizado. Ante la
necesidad de elegir un sucesor para el trono español, se
fueron perfilando dos candidatos:
- El archiduque Carlos de Austria, de la línea
austriaca de los Habsburgo. - Felipe de Anjou, de la casa de Borbón y nieto
del rey francés Luis XIV.
Carlos II, antes de morir, nombró heredero a
Felipe de Anjou, con la intención de asegurar a la
monarquía española el apoyo de Francia, cuya
hegemonía en Europa era indiscutible, y evitar así
su desmembramiento territorial.
El temor de Inglaterra y Austria a la formación
de un bloque hispano-francés provocó, tras la
muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión española
(1700-1713), el primer gran conflicto europeo del siglo XVIII,
convertido a la vez, en guerra civil y guerra europea.
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