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Tatuajes en la Postmodernidad




Enviado por jorgearmando12



    1. Implicancias del Proceso de
      Personalización
    2. Narciso
      Indiferente
    3. Tatuaje y Corporeidad
      postmoderna
    4. El Tatuaje para ser
      mostrado: "solo a unos cuantos"
    5. Juventud y
      tatuajes
    6. Bibliografía

    Introducción

    Normalmente, cuando se toca el tema de los tatuajes, se
    suele hacerlo desde la visión a priórica de
    algún desorden de tipo psicológico o de personalidad,
    es decir, el sujeto tatuado no es normal. Lo que sucede, es que
    por lo general las visiones se centran en quienes tienen
    múltiples tatuajes y piercing, aquellos que han cubierto
    su cuerpo casi completamente de estos adornos –y que son
    los menos- quienes sí buscan placer en el dolor y se
    acercan mucho más a la conducta
    sadomasoquista.

    Sin embargo, nuestro trabajo está centrado en los
    tatuajes popularizados, los que de ninguna manera constituyen el
    resultado de una patología, sino mas bien, una moda
    más de la época postmoderna, sin finalidad ni
    sentido profundo –pues si por algo se caracteriza la
    postmodernidad, es por el reconocimiento de la
    ausencia de profundidad y sentido- y que se ha vuelto una
    práctica más común, por supuesto casi
    siempre en jóvenes.

    El análisis aquí presentado, muestra
    también cómo la idea de corporeidad en la sociedad actual,
    ha cambiado y ha terminado casi con la binarización cuerpo
    y mente, constituyéndose así, en el sujeto en
    sí, pues nada importa más que el cuerpo.

    Primero, esbozaremos algunos conceptos previos que
    expliquen al sujeto en el contexto postmoderno y luego tocaremos
    el tema de los tatuajes, amparándonos siempre en conceptos
    teóricos. También, y a lo largo del trabajo,
    ensayaremos algunas hipótesis o mejor dicho, posibilidades a
    las que arribamos (las cuales las presentaremos en letra cursiva
    y negrita).

    Implicancias del
    Proceso de
    Personalización

    Antes de enfocar la mirada directamente al tatuaje y su
    relativa –así como cierta aceptación- nos
    parece importante iniciar el análisis, poniendo sobre la mesa un
    concepto clave
    y necesario, que nos conducirá a la comprensión de
    las razones, o mejor dicho, de las circunstancias y procesos en
    los que marcarse la piel pierde
    trascendencia y responde a una relativamente nueva visión
    y comprensión del cuerpo, relacionado directamente con el
    pensamiento
    postmoderno y una corporeidad reciclada. Dicho concepto es el de
    "Proceso de
    Personalización."

    Nunca antes habíamos estado en un
    contexto en el que pudiéramos elegir tanto y sobre todo,
    que tuviéramos tanto de donde elegir. De esta manera,
    estamos ante una sobremultiplicación de opciones y una
    oferta en
    constante crecimiento, que sustituyen aquella vieja
    sujeción –característica del poder moderno-
    por lo que ahora llamamos una libre elección. Esta
    abundancia de libertad
    constituye una estrategia a la
    que podemos denominar "seducción"; estrategia de un
    nuevo poder que
    está en todas partes y que pasa desapercibido, y que ha
    cambiado la vigilancia paranoica y coercitiva, por la
    permisividad y la elección, una nueva forma de control
    social.

    La seducción –que es en sí un
    proceso de personalización- a su vez, apela a la
    persuasión, la cual actúa libre de
    represión, convenciendo y ganando individuos, que en
    nuestra sociedad
    postmoderna, podrían ser llamados "narcisos". Según
    Lipovetsky, la seducción es destrucción cool de lo
    social, por un proceso de aislamiento que se da gracias al
    hedonismo, la información y la responsabilización.
    En este aspecto, la sociedad postmoderna se muestra
    claramente abierta, plural y preocupada por los deseos de los
    individuos, seduciendo mediante la constante apelación a
    la persona
    individual, a su libertad y
    bienestar.

    Pero, ¿a qué lleva este proceso de
    personalización? Quizás la pregunta más
    pertinente sería ¿cómo nos afecta este
    proceso? Para responder a éstas preguntas, es necesario
    ver con un poco más de detenimiento, nuestro día a
    día, sin necesidad de sumergirnos en el
    conocimiento del otro, pues precisamente nos daremos cuenta
    de que ese desconocimiento y falta de importancia en la
    alteridad, es uno de los síntomas del proceso de
    personalización.

    Consideremos y veamos qué ha sucedido con el
    tiempo libre.
    Actualmente, el tiempo de ocio es
    tan personal e
    individual, que puede –y debe- ser administrado de la
    manera en que nos plazca, sin tener en cuenta cómo lo usan
    los demás. Ya no es mal visto –ni mucho menos se
    busca cambiar esto- que una persona tenga
    tiempo exclusivamente para no hacer nada y hasta para aburrirse
    de no hacer nada. El caso es que se ha liberado de toda culpa al
    tiempo de ocio, lo cual encaja perfectamente con el hecho de que
    "la rigidez y lo estándar ya no tienen buena prensa." Sin
    embargo, esto podría sonar hasta cierto punto
    contradictorio con el hecho de que veamos que la gente
    –mucha gente- ocupa su tiempo de ocio en hacer deportes o realizar hobbies. Esto
    no implica de ninguna manera una contradicción, y si
    así lo fuera, dicha contradicción nos permite
    hablar de otros tópicos tan importantes como la
    indiferencia y el narciso, que tocaremos en el siguiente
    punto.

    Antes de concluir este primer ítem, y con
    relación a las últimas líneas del párrafo
    anterior, es importante aclarar, que las contradicciones al tocar
    un tema tan complicado como el de la postmodernidad
    están por doquier, lo cual no quita seriedad al
    análisis sino más bien, ilustra mejor la
    complejidad de esta nueva estructura
    social. Los tatuajes, dentro de este análisis, no escapan
    a la intrincada composición de una visión
    postmoderna.

    Narciso
    Indiferente

    Resulta redundante el subtítulo debido a que para
    efectos de nuestro análisis y, siguiendo la línea
    de Lipovetsky, el narciso es de por sí –e implica
    obligatoriamente- ser indiferente. Pero, cómo es que el
    individuo o sujeto contemporáneo es indiferente, y sobre
    todo, indiferente a qué, es lo que realmente interesa
    aquí.

    En este aspecto, hay que empezar por decir que la
    necesidad de sentido, es decir, aquella existencia con un
    contenido profundo, como antaño se acostumbraba o se
    buscaba, es lo que precisamente está desapareciendo
    –si es que no ha desaparecido ya- en la mayoría de
    círculos sociales. El narciso –o sujeto
    contemporáneo- no es más sujeto del resto, sino
    únicamente de sí mismo, debido a lo cual, todo
    aquello que no tenga que ver consigo mismo, le es indiferente.
    Sin embargo, aquí se produce otra paradoja o
    contradicción, pues el narcisismo actual es
    "sensibilización epidérmica al mundo y a la vez,
    profunda indiferencia hacia él".

    Lo que sucede en estos tiempos es que, al desaparecer o
    desvanecerse la necesidad del sentido en la existencia, los valores y
    finalidades sociales, otrora necesarios, son abandonados y
    reemplazados por el nuevo valor
    universal -diferente en cada caso-, es decir, uno mismo.
    Así, el narciso o individuo, es el nuevo valor en
    sí mismo, que es a la vez producto de
    ese proceso de personalización que primero lo seduce y
    luego lo aísla en sí mismo y que, posteriormente lo
    devuelve –porque este aislamiento no implica fin de la
    interacción social ni mucho menos- a un ambiente
    social indiferente, del que forma parte.

    Esta indiferencia y ausencia del sentido, es en gran
    parte la responsable –tal como lo señala Lipovetsky-
    del miedo y aversión actual hacia la muerte y el
    dolor, pues éstas, al igual que el envejecimiento, no
    tienen sentido. Así, "lo que realmente revela contra el
    dolor no es el dolor en sí, sino el sinsentido del dolor."
    De esta manera aterrizamos en una primera hipótesis,
    relacionada directamente con nuestro tema y es que
    quizás, hacerse un tatuaje y aguantar el dolor que
    produce, es darle sentido a algo que ya hace tiempo perdió
    todo sentido.

    Siguiendo esta misma línea, es importante
    mencionar que otro de los síntomas o características de la etapa postmoderna es
    la ausencia de emociones
    duraderas, hecho acrecentado por la inmediatez y la velocidad con
    que somos testigos de los sucesos mediatizados y porque el
    proceso de personalización implica a su vez elegir de
    entre un conjunto enorme de ofertas, que sólo tienen
    vigencia mientras elegimos algo nuevo. Esta característica
    postmoderna, nos lleva a pensar –con relación al
    tema de los tatuajes- que los tatuajes en tanto marcas indelebles
    se convierten en una experiencia duradera que es perseguida por
    el individuo en un contexto en el que ya casi nada dura
    mucho.

    Sin embargo, no todos tienen tatuajes, y aunque esta
    costumbre se ha popularizado en cierta medida, no es la
    única forma de encontrar experiencias duraderas, puesto
    que si así fuera, muchos más se harían
    tatuajes. Además, esto tampoco quiere decir que todos
    actualmente busquemos experiencias duraderas, sólo sugiere
    que entre el universo de
    motivaciones, ésta puede ser una que deberíamos
    tener en cuenta.

    Tatuaje y
    Corporeidad postmoderna

    La noción de cuerpo en nuestros días,
    constituye otra ruptura con las generaciones pasadas y con su
    forma de vivir. Ahora ya no se hace la diferenciación
    clásica entre cuerpo y mente, pues el cuerpo es
    inseparable del sujeto y en esa medida, es el sujeto en
    sí. Esto tiene que ver con el hecho de que el pensamiento
    postmoderno no busca sentido en la existencia, por lo cual, la
    separación que antaño se hacía entre cuerpo
    como máquina y sujeto como espíritu o algo superior
    ya no funciona en nuestros días. Es decir, el binarismo
    como forma de pensamiento, desaparece. Por el contrario, la
    preocupación por el cuerpo actualmente ha adquirido
    dimensiones nunca antes vistas, pues se ha desarrollado un culto
    en torno a
    él, que atraviesa en mayor o menor medida a toda la
    sociedad.

    La nueva visión del cuerpo y el culto hacia
    él, tal como señala Lipovetsky, reclama juventud y un
    no envejecimiento, debido a lo cual los cuidados hacia él
    crecen. En este contexto, es quizás esta
    búsqueda de no cambio
    físico –pues la no vejez implica
    no cambiar físicamente- así como una estética diferente, lo que puede explicar
    que sean más los jóvenes los que se hagan tatuajes.
    Lo que se buscaría en último término
    sería contar con algo –un tatuaje- que les recuerde
    su juventud y que
    les de la idea de no envejecimiento cuando los años ya
    hayan pasado.

    Además, hay que tener en cuenta que esta nueva
    visión del cuerpo responde directamente al proceso de
    personalización, o quizás es en gran medida,
    creadora de este proceso. En este sentido, el cuerpo es el nuevo
    fin, en un contexto en que ya nada tiene ni una finalidad ni un
    sentido.

    Quizás, como lo señala Germán
    Muñoz, "hoy el sujeto y la subjetividad tienden más
    a ser concebidos como enraizados y situados en el cuerpo; incluso
    este último ha empezado a entenderse como producto de
    una construcción cultural, social, política, humana."
    Sin embargo a esto habría que añadir, que ni
    siquiera el cuerpo como construcción cultural, tendría una
    finalidad determinada ni mucho menos un uso
    determinado.

    Viendo las cosas desde una perspectiva un poco distinta
    –pero no opuesta- debemos tener en cuenta la realidad de
    las sociedades de
    control actuales,
    que reemplazan a las sociedades
    disciplinarias de antaño en un contexto en el que
    aún conviven ambas. Antes, las sociedades de disciplina
    hacían que el sujeto empiece de cero varias veces en su
    vida, dependiendo de las etapas que le tocasen vivir, es decir,
    todo estaba ya diseñado. Así lo dijo Deleuze,
    cuando refiriéndose a estas sociedades menciona que se
    pasaba de la escuela al
    cuartel y luego del cuartel a la fábrica, lo cual hoy es
    muy distinto, pues al vivir en una sociedad de control, nunca se
    termina nada pues los límites
    son siempre móviles. En este contexto, puede que el
    cuerpo sea percibido como algo que tampoco debe cambiar ni
    terminar, es decir, evitar su deterioro.

    Si bien es cierto que Deleuze explica cómo
    el hombre
    pasaba antes de un "espacio cerrado a otro" y cómo es que
    "las sociedades de control son las que están reemplazando
    a las disciplinarias", no explica muy bien qué pasa con la
    convivencia entre las mentalidades y prácticas
    disciplinarias, que a nuestro parecer, es sumamente importante.
    Lo interesante del asunto radica en que, al coexistir dos
    mentalidades y prácticas tan distintas, se generan
    reacciones que intentan sacarle la vuelta a la estructura que
    se va (la disciplinaria) y adaptarse y aprender a sacarle el
    mayor provecho a la que se viene (control), seductora por
    excelencia, que de lejos supera en eficacia a la
    visión disciplinaria.

    Pero, ¿cómo aprovechar y sacarle el
    máximo de provecho a una sociedad de control, si esta
    misma iría en contra de lo que el sujeto
    contemporáneo piensa o quiere? El hecho es que la sociedad
    de control se caracteriza precisamente por la
    sobremultiplicación de opciones y por estrategias
    sumamente suaves –pero muy efectivas- de controlar, como
    por ejemplo las tarjetas de
    crédito, los documentos de
    identidad,
    etc. Así, la sociedad de control se adaptaría
    perfectamente al narciso y pasaría casi completamente
    desapercibida.

    Regresando a la coexistencia de las sociedades
    disciplinarias y de control, el tatuaje sería una
    elección más (característico de una sociedad
    de control que permite elegir) pero a la vez, una forma de
    sacarle la vuelta a una estructura que aún existe en
    muchos aspectos, es decir, la disciplinaria. No es que el hacerse
    un tatuaje saque en realidad la vuelta a esa vieja estructura,
    sino que da la sensación de hacerlo, lo cual, al fin y al
    cabo, es lo único que interesa, pues el contexto actual
    prioriza más la sensación, debido a la carencia de
    una finalidad última o un sentido
    trascendental.

    El Tatuaje
    para ser mostrado: "solo a unos cuantos"

    Hemos visto que el proceso de personalización se
    caracteriza por la ausencia del sentido y por una existencia
    puramente actual. Además hemos mencionado que el
    aislamiento del sujeto es importante en este proceso de
    personalización. Sin embargo, ahora debemos mencionar, que
    ese aislamiento es parcial y responde a la necesidad del sujeto o
    del narciso de realizarse.

    Aparentemente, la idea esbozada líneas arriba es
    redundante, sin embargo no es así. Aquí lo
    importante es que el sujeto se aísla para poder realizarse
    y para poder reintegrarse a lo que Lipovetsky llama
    "círculos cálidos de convivencia", que son los
    pequeños grupos
    sociales a los que el narciso pertenece y para los cuales se
    muestra y comporta de determinadas maneras.

    Lo que subyace a la idea de estos círculos de
    convivencia, es que tanto la lucha por el reconocimiento como la
    exposición a las miradas se privatizan,
    adquiriendo mayor importancia en el círculo íntimo.
    Si a esto le añadimos que el deseo de reconocimiento se
    vuelve cada vez menos competitivo y cada vez más
    estético, erótico y afectivo, entonces el
    tatuaje como herramienta estética y de adorno para ser mostrado al
    grupo
    más íntimo, cobra mayor vigencia en estos
    días y responde a una noción del buen gusto propia
    del grupo al que
    pertenece el sujeto tatuado.

    Hay que añadir que si "hoy día no cuenta
    tanto la devoción por el otro como la realización y
    la transformación de uno mismo" entonces el tatuaje se
    erigiría como transformación pura del cuerpo (un
    cuerpo reciclado).

    Juventud y
    tatuajes

    Un hecho evidente es que los tatuajes –desde la
    perspectiva de las que hablamos aquí -es acaparada casi en
    su mayoría por los jóvenes, quienes en muchos casos
    identifican al tatuaje como cambio
    corporal y como una "nueva forma de arte", es decir,
    "llevar el arte en la
    piel".

    Además, "desde una perspectiva generacional, lo
    juvenil construye una identidad a
    partir de una coordenada fundamentalmente estética que
    puede ser rastreada a través de tres elementos: cuerpo,
    experimentación y música." Sin embargo,
    aclaremos algo, dicha identidad es sólo una de las que el
    sujeto contemporáneo posee y para nuestro análisis,
    sólo responde a la que el sujeto desea mostrar en un
    determinado círculo social.

    Así, el joven tatuado, se tatuaría para
    un determinado grupo –un grupo íntimo que ve bien y
    que ve cool el tatuaje- y mostraría su tatuaje en ese
    grupo, mas no en los otros círculos sociales a los que
    también pertenece, en los que no ven con tan buenos ojos
    los tatuajes.
    Esto quiere decir, que el tatuaje puede
    constituir reconocimiento y estatus en el círculo
    más íntimo y ser indiferente en otros
    círculos o, en casos bastante comunes, ser mal visto. En
    todo caso, lo más importante para el sujeto
    contemporáneo aparte de sí mismo, es lo que
    Lipovetsky denomina –y que ya hemos mencionado- su
    círculo cálido de convivencia.

    Finalmente, nos parece necesario mencionar, que el
    tatuaje también es una moda en
    sí, y en ese sentido, "es una lógica
    social independiente de los contenidos." Siguiendo esta misma
    línea y tal como lo consideraba Gabriel Tarde, la moda se
    caracteriza por dos principios
    correlativos principales, que son: a)relación de persona a
    persona regida por la imitación de los modelos
    contemporáneos y b)una nueva temporalidad basada en el
    presente social, caracterizado por lo nuevo.

    Bibliografía

    Lipovetsky, Gilles. La Era del Vacío: Ensayos sobre
    el Individualismo Contemporáneo. Ed. Anagrama.
    Decimotercera edición, diciembre de 2000.

    Muñoz, Germán. Seminario
    Internacional "Políticas
    de Juventud: Un Enfoque desde la
    comunicación y la cultura".

    Deleuze, Gilles. "Posdata sobre las sociedades
    de control". Ver en:
    http://www.hipersociologia.org.ar/biblioteca/textos/index.htm

    Lipovetsky, Gilles. El Imperio de lo Efímero: la
    moda y su destino en las sociedades modernas. Ed. Anagrama. 1987.
    p.301

     

     

     

    Autor:

    Jorge Armando Villanueva Rabanal

    -Estudiante de Comunicaciones
    de la Universidad de Lima, Perú.

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