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Teresa de la Parra. La mujer proyectándose en la obra




Enviado por jorsaso



    Teresa de la Parra

    "La mujer
    proyectándose en la obra"

    Teresa de la parra, seudónimo de Ana Teresa Parra
    Manojo, nace en París en 1890. Su familia estaba
    vinculada al hombre fuerte
    de Venezuela;
    Juan Vicente Gómez, que detentó el poder entre
    1903 y 1935, primero como presidente y luego como dictador. Esta
    familia
    formaba parte de la aristocracia venezolana y, dentro de ella, al
    sector de los terratenientes; en consecuencia formará
    parte de la aristocracia de ese país..

    Desde los dos a los nueve años vive en la
    hacienda de caña de sus padres en la localidad de
    Tazón, cerca de Caracas. En 1898 muere su padre y la familia se
    traslada a España. En
    1909 regresa a Caracas, en 1922 viaja a París. Su vida se
    vuelve itinerante hasta pocos años de su muerte, ya que
    la enfermedad que padece (tuberculosis), le
    impide viajar. Reside entonces en España y
    muere en Madrid en 1936.

    Sus primeras realizaciones literarias fueron los relatos
    orientales publicados en un periódico
    bajo el seudónimo de "Frufrú", a los que siguen
    otras publicaciones en diarios y revistas.

    En 1923 publica en París su primera novela:
    "Ifigenia": "diario de una señorita que escribió
    porque se fastidiaba", la cual es celebrada por R. Roland y M. De
    Unamuno. Es una de las primeras mujeres sudamericanas en ganar un
    premio literario en Europa. Sus
    vínculos con la intelectualidad europea e hispanoamericana
    se multiplican. Es amiga de Gabriela Mistral, con quien mantiene
    asidua correspondencia.

    En 1927 viaja a La Habana donde conoce a la escritora
    cubana Lidia Cabrera con quien inicia y mantiene durante toda su
    vida una estrecha amistad.

    Varios años le insume la completa
    realización de su segunda novela: "Las
    memorias de
    Mamá Blanca", la cual se publica en 1929 y marca el hito
    más alto de su producción literaria.

    En 1930 trasciende con sus conferencias sobre mujeres,
    una en La Habana sobre: "La influencia oculta de las mujeres en
    la independencia
    del continente y en la vida de Bolívar"; y tres en
    Bogotá sobre la influencia de las mujeres en la
    formación del alma americana, en la época de la
    conquista, de la colonia y de la Guerra de
    Independencia.
    Son conferencias feministas, pero de un feminismo
    particular, conservador, en oposición a los movimientos
    feministas radicales.

    Teresa de la Parra estaba en contra del voto de la
    mujer y de su
    participación en la vida política. En una de
    las conferencias en Colombia dice
    tener nostalgias de la vida de 200 años atrás, de
    la vida en el convento, de la vida de Sor Inés, que
    estudiaba, que no dependía de un marido, ni de padres o
    hijos. Aspira a que una mujer pueda vivir
    su vida y su destino con libertad (en
    realidad ese era el mundo de la mujer letrada
    intelectualizada)

    No comparte las aspiraciones de los movimientos
    feministas sufragistas, ni el destino de la mujer que se casaba,
    no aspiraba a ninguna de las dos cosas. Ella es una mujer
    autodefinida como feminista, pero que no cuestiona el orden
    político, ni el social, ni el económico. Lo que
    propugna es el rol de la mujer a estudiar, escribir y llevar una
    vida intelectual.

    Posteriormente mantiene una importante correspondencia
    con el historiador Vicente Lecuna, la cual es preparatoria para
    una novela feminista sobre Bolívar que no llegó a
    escribir.

    Teresa de la Parra es una figura icónica de la
    cultura
    venezolana, todos los cursos de
    literatura la
    incluyen. En Venezuela
    llevan su nombre escuelas, teatros, monumentos, premios
    literarios.

    Pero antes del S.XIX en América
    hispana, la escasa literatura femenina se
    circunscribía a los auto sacramentales escritos en los
    conventos. El caso de Sor Juana Inés de la Cruz se
    destacaba como el único con un discurso no
    convencional. Recién a principios del
    S.XX la escritura
    femenina comienza a abordar el género
    narrativo y en especial la novela. Con
    Magdalena Mondragón de Méjico, María Luisa
    Bombal de Chile,
    Victoria Ocampo de Argentina, entre
    otras, se abre el camino este género
    donde Teresa se destaca en la narrativa femenina por la
    temática abordada y la perspectiva particular de su
    enfoque.

    Para poder
    comprender e interpretar mejor la perspectiva ideológica
    que trasunta la obra de esta escritora es imprescindible tener en
    cuenta el contexto socio-político y económico por
    el cual atravesaba Venezuela en esos años.

    En 1922 estalla un chorro de petróleo
    en Maracaibo marcando el inicio de una Venezuela petrolera y
    relegando cada vez más a la Venezuela agropecuaria del
    café y
    del ganado; junto con la aparición del petróleo
    llegan a este país compañías norteamericanas
    e inglesas.

    En 1298 se produce una sublevación contra el
    régimen de Gómez liderada por estudiantes
    intelectuales, Rómulo Gallegos se encuentra entre los
    últimos. En su pasaje por La Habana, la escritora
    había tenido expresiones laudatorias hacia
    J.V.Gómez y sus logros en el gobierno.

    Este hecho político marca el quiebre
    con el pasado con la Venezuela del S.XIX. Desde el punto de vista
    literario la generación del ‘28 es la
    generación de la vanguardia
    venezolana. Teresa de la Parra no la integra. Está fuera
    de ella por edad y por su procedencia cultural y política.

    De la Parra está en tránsito de la vieja a
    la nueva Venezuela.

    En su obra no hay referencias a los avatares
    políticos de su país, ni elementos que permitan
    juzgar su posición al respecto.

    Pero es en "Las memorias de
    Mamá Blanca" donde puede visualizarse con mayor claridad
    la perspectiva ideológica de la autora, a su vez, su vida
    nos permite entender la posición central de Mamá
    Blanca. Es esto una novela nostálgica de la
    celebración de un pasado no muy lejano.

    La crítica tradicional ha querido ver en la novela una
    especie de relato autobiográfico. Pero, aunque la autora
    vuelque en ella recuerdos de su infancia, "Las
    memorias…" no es una reconstrucción del espacio y
    el tiempo de la
    infancia de
    Teresa de la Parra (Venezuela hasta 1914); puesto que el
    acontecer está situado de modo explícito alrededor
    de 1860, y tampoco es un intento de reconstruir en la
    ficción la Venezuela de esa época. La historia del país en
    esos años está teñida de de luchas internas
    entre caudillos; ese escenario no está presente en la
    novela, salvo por el personaje de "Vicente Cochocho", que va y
    viene de la guerra, pero
    estos avatares históricos no integran el mundo feliz de
    "Piedra Azul"

    Esta novela es la celebración de un pasado feliz,
    místico, desprovisto de los referentes
    histórico-político mencionados, es la
    celebración de un mundo perdido.

    Desde el inicio las voces que se escuchan son femeninas.
    La novela comienza con una "Dedicatoria": "A ti…", es un
    tú femenino desconocido para el lector; la autora dedica
    esta novela a una mujer.

    Luego viene "Advertencia", es la voz de la editora,
    personaje de la novela que recibe los manuscritos y "reordena",
    para su posterior edición, los recuerdos de "Mamá
    Blanca". Contraponiendo el estilo de "Mamá Blanca":
    sencillo, amable, pleno; la editora hace una crítica a la
    estética contemporánea, a las
    vanguardias, a las que define como "obras de un esplendor
    hermético…", y luego añade: "La escuela de lo
    hermético (…) ha logrado colocar los placeres del
    espacio y las sonrisas de la idea al alcance de nadie"
    (pág. 25)

    Si bien el universo de la
    novela es patriarcal, los hombres tienen el poder; este mundo
    tradicional está desarticulado relegado a un segundo
    plano, porque lo que aparece en primer plano es el mundo de las
    mujeres: "Blanca Nieves" y sus cinco hermanas, la madre, Evelyn,
    especie de institutriz, y el resto de las mujeres que
    servían dentro de la casa; y a pesar de los avatares
    diarios entre todas ellas reinaba la armonía.

    En la novela se celebra la amistad femenina.
    Ya desde la "Dedicatoria" se trabajo lo afectivo, el recuerdo, la
    relación entre un "tu" y un "yo" femeninos.

    En la "Advertencia" se narra la relación
    afectuosa entre la que luego será la editora de "Las
    memorias" y "Mamá Blanca", entre una anciana y una
    niña.

    Para esta autora las mujeres ocupan el privilegiado
    lugar del afecto.

    En el desarrollo
    ficticio de la novela surge la contraposición de dos
    mundos: el "presente" de la escritora de la "Advertencia" y de
    "Mamá Blanca" a los 75 años, y el "pasado", los
    recuerdos de "Mamá Blanca" en su niñez en la
    hacienda de "Piedra Azul".

    Hay en la novela una perspectiva ideológica
    crítica sobre ese mundo "real", actual, y un mundo "ideal"
    y pasado. Se cuestiona sobre todo las nociones de progreso de la
    civilización industrial, de la modernización. Se
    idealiza un pasado patriarcal, para mostrarlo como un modelo de
    orden regido por la naturaleza en
    oposición a una modernización que sería
    contraria a lo natural. La obra sustenta una idea casi
    mística de la naturaleza,
    concebida como una instancia reguladora e integradora; en
    cambio el
    mundo moderno, la civilización y la cultura
    moderna hacen perder al hombre su
    comunión con la naturaleza degradándolo y
    haciéndolo infeliz.

    En "Las memorias…" la naturaleza aparece como
    principio de valorización positiva: "Mamá Blanca"
    poseía una exquisita, sutil inteligencia
    que más que en los libros se
    había nutrido en la naturaleza (Págs.
    18-19)

    Ya en "Ifigenia" se insinuaba la alianza entre la
    naturaleza, el instinto y la tradición en oposición
    a la inteligencia,
    la lógica
    y el progreso. Desde otra perspectiva en "Las memorias de
    Mamá Blanca" se acentúa y desarrolla esta alianza.
    Los personajes que aparecen son los que se describen como
    más próximos a la naturaleza, como por ejemplo
    "Vicente Cochocho"

    Desde la perspectiva de la novela son conformes a la
    naturaleza el orden y la jerarquía: "cada cual en su
    puesto".

    Es una novela clasista, pero no racista, hay conciencia del
    problema racial: del indio, del negro, "V. Cochocho", que por un
    lado es la escoria, mezcla de indio y de negro, el peón
    para todo oficio; no es un personaje negativo, no es denigrado;
    es querido por "Blanca Nieves" y sus hermanas. La autora (Teresa
    de la Parra) eleva al personaje, "Vicente Cochocho" es la
    idealización del hombre porque es un rebelde al sistema, porque
    es un hombre que vive en unión con la
    tierra.

    Hacia el final de la novela la hacienda es vendida, el
    nuevo dueño de "Piedra Azul" es un rico capitalista,
    amante del progreso, que introduce innumerables cambios y
    reformas, que lesionan y transforman el "mundo natural" que
    allí reinaba. Por eso cuando las niñas visitan la
    hacienda luego de dos años, "Blanca Nieves" dice: "Todo
    estaba cambiado: era el triunfo del revés sobre el
    derecho" (Pág. 280). Se había perdido lo positivo,
    lo conforme a la naturaleza. Los valores
    positivos habían sido sustituidos por los negativos. En la
    visión del mundo de esta mujer venezolana el campo es un
    espacio idílico por estar más cerca de la
    naturaleza que de la sociedad moderna;
    otro tanto puede decirse de la infancia porque es anterior al
    proceso de
    educación
    y "civilización". La mujer, según los rasgos
    convencionales que se atribuyen a lo femenino, está
    más cerca de la naturaleza que el hombre; y
    el lenguaje
    llano, sencillo, natural, próximo a la oralidad, se opone
    por las mismas razones a la lengua
    escrita, literaria, artificiosa.

    Las nuevas lecturas críticas de la obra de Teresa
    de la Parra han elevado la valorización de sí
    misma. Se destaca así la modernidad de su
    escritura, la
    claridad de su prosa, su virtuosismo en el manejo del lenguaje, su
    ironía, su fino humor, a veces negro con que va
    describiendo la sociedad
    latifundista en decadencia, asaltada por la capitalista y vulgar
    del petróleo. No hay inocencia ni ingenuidad en su
    escritura sino una particular perspectiva
    ideológica.

    Todos estos valores le han
    significado su incorporación al canon de la literatura
    hispanoamericana.

    Bibliografía consultada

    De la parra

    "Obra escogida", Madrid, Monte Ávila
    Latinoamericana, Fondo de Cultura económica,
    1972.

    "Las memorias de Mamá Blanca" (prólogo
    de Marco Antonio Martínez), Bs. As., Eudeba,
    1966.

    "Las memorias de Mamá Blanca" (Edición
    Crítica de Velia Bosch), Madrid, colección
    Archivos,
    1988.

    Jorge Sapka

    Prof. de Lengua y
    Literatura.

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