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Historicidad de la palabra "Abancay"




Enviado por mariaselav



    Nos hemos reunido en este pedazo de la tierra
    nuestra, que aspira ser la placenta azul que nos cobijó en
    años de gloria, para recordar el aniversario
    onomástico de esa palabra que atravesada en la garganta y
    pronunciada como solemos decirla es suspiro y es música en nuestros
    oídos: Abancay, 126 años…

    Siempre nos hemos preguntado si ésa es la edad
    que cumple la abuela grande, porque en fechas como ésta el
    abrazo de abanquinidad, es propicio para recordar, suspirar y
    acaso quererse más…

    ¿126 años?…¿Qué es lo que
    celebramos los abanquinos los días 3 de noviembre de cada
    calendario…?

    Todas las ciudades celebran sus aniversarios
    fundacionales o refundacionales, es decir la consecución
    del título de ciudad, porque la condición de ciudad
    en el caso de Abancay, tiene esa edad. Pero la palabra
    Abancay, no tiene tan pocos años, ni es tan joven. La
    antigüedad y abolengo del abanquinismo, nos viene de
    cuando la memoria se pierde
    en el linaje materno de los aborígenes y el fuego paterno
    de los conquistadores.

    ¿Tiene realmente condición
    histórica la palabra Abancay?, porque no se trata de
    forzar con falso orgullo y sin fundamento la hibridez de una
    palabra sacada cual ópalo de lo más abigarrado de
    los andes peruanos.

    126 años, en realidad significan apenas 2
    generaciones de 60 años y tres de 40,

    casi nada para la inmensidad de la historia que antecede a
    nuestro país.

    Nuestro deber es indagar por nuestros padres y nuestros
    abuelos, para saber quiénes somos, hacia dónde
    vamos y qué debemos hacer. Por muchos años los
    acuciosos historiadores han ido preguntando por la real fecha
    fundacional de nuestro pueblo y apenas lo que hemos conseguido
    son aspiraciones que para la ciencia
    histórica no tienen validez de contrastación, sin
    embargo, esta noche estoy en condiciones de sostener ciertas
    proposiciones glosadas de lecturas desperdigadas, pero valiosas
    para un antologista que aspira a reconstruir la historicidad de
    la palabra Abancay.

    Guillermo Viladegut Ferrufino el Centenario de Abancay,
    es decir el 3 de noviembre de 1974, dijo en su discurso de
    orden:

    "3 de noviembre, fecha que será
    eterna,

    porque encontrar el día de la fundación
    española de Abancay,

    si es que se hizo cuando el Virrey Toledo se
    encontraba en Cusco,

    es como querer encontrar un alfiler perdido hace 400
    años

    en el fondo de un océano…"

    Pero él mismo –Viladegut Ferrufino-, se
    encargaría de demostrarnos que la historia como el
    conjunto de la ciencia es
    revisable y modificable. Siguió buceando en las
    polvorientas y amarillentas hojas del tiempo y no
    fue al fondo del océano sino a lo alto de la torre de la
    Catedral, para encontrar un hilo seguro, una fecha
    de apoyo para fundamentar a ciencia cierta la
    epísteme.

    En efecto: en "Alma y Rostro
    de Abancay", Viladegut Ferrufino describe a la "Rogativa o
    Penitencia",
    la primera campana mandada a hacer por el Dr.
    Francisco de Asabal en 1695. "La Dominicana", Año
    1791 siendo cura D. Pedro Robles; dos campanas pequeñas
    que se presume fueron hechas en 1700 y la campana mayor del 19 de
    Julio 1779, que tiene por nombre María Sacramento,
    mandada hacer por Juan de Ribas (con "b" y no con "v" como los
    Rivas de nuestros días).

    Es fácil deducir que las campanas fueron hechas
    en el mismo Abancay y no fuera de la ciudad por su tamaño
    y peso, porque de lo contrario habría sido muy
    difícil su traslado a lomo de bestia por la entrampada
    geografía
    en que se encuentra Abancay. Este hecho sirve para apoyarnos con
    seguridad que la
    fundación española de la ciudad de Abancay fue
    hecha a mediados del Siglo XVI.

    Hay algo más, la primera piedra de la iglesia
    parroquial, fue colocada en 1645, bajo la advocación de la
    Virgen del Rosario por el Rvdo Padre maestro Fray Domingo Cabrera
    de Lartaún, quien asume de esta manera el título
    nobiliario de fundador de la Villa Santiago de Amancay,
    que después se quedaría con
    Abancay.

    Sin embargo, el nombre de Abancay, es de más
    antiguo todavía, porque, el 12 de Julio de 1537, el nombre
    de Abancay ve la luz en medio del
    fragor del fuego cruzado de almagristas y pizarristas en las
    orillas del río que fue llamado por Pedro Cieza de
    León: río de Abancay, crónica escrita
    después de varios años para memorar las vicisitudes
    de la conquista de la Nueva Castilla.

    Bajo el fragor de esa batalla por el poder,
    almagristas y pizarristas dieron nombre al valle donde se
    quedarían algunos pizarristas perdedores buscando un
    tesoro que algunos de los conquistadores enterraron junto con el
    negro esclavo que cavó la fosa. Los aborígenes
    pusieron por nombre a aquel sitio "yanahuarcuna", pero el
    lugar exacto del tapado jamás fue rebelado, porque los
    enterradores fueron llevados presos al Cusco donde finalmente
    fueron ejecutados.

    Se quedaron entonces en el valle para buscar el tesoro
    los primeros chapetes que se tiene memoria y que darían
    lugar al nacimiento de los primeros mestizos. 5 fueron los
    pizarristas que dieron origen a nuestra estirpe: mitad chola,
    mitad española:

    Miguel de Saavedra en la parte alta del
    valle,

    Francisco de Villegas entre Chinchichaca y
    Tampuorcco,

    Narciso Camacho de Galicia en Qanabamba,

    Mariano Bastidas de la Guardia, Markahuasi y
    Aimas

    e Ignacio Martín de Silva la actual población de Abancay y parte de
    Pukapuka.

    37 años después de aquella fraticida
    guerra ya
    pacificado el Virreinato del Perú, llega de Huamanga con
    destino a Cusco el visitador Ruiz de Estrada, quien funda el
    primer centro urbano para españoles en Maucacalle, centro
    al que pone el nombre de Villa de Santiago de los Reyes de
    Amancay.

    Este hecho se desprende de las declaraciones de Juan
    Gómez y Juan Fernández de Escobar en la encuesta
    realizada por el corregidor del llamado Partido de Chinchaysuyo
    don Nicolás de Forné, por orden del Virrey Conde
    del Villar el 14 de marzo de 1586.

    La 9na pregunta dice:

    "Sobre el nombre o sobrenombre que hubiera tenido
    cada ciudad o pueblo y porqué se le llamó
    así y quién le puso el nombre y quién fue su
    fundador y porqué orden y mandato se pobló y el
    año de su fundación?,

    Respondieron:

    "Que el pueblo de Santiago de Amancay quiere decir
    Azucena, por haber muchas de esas flores en aquel pueblo y que su
    nombre es por el santo de la iglesia
    , la cual se
    edificó cuando se redujeron los dichos indios al referido
    pueblo por el Licenciado Estrada, visitador por el mandato del
    Virrey D. Francisco de Toledo, hace dos años poco
    más o menos".

    A la pregunta 33 contestaron:

    "Que en Amancay residen españoles que tienen
    por trato Sembrar trigo, cebada, maíz y
    poseen además cañaverales de donde hacen azúcar,
    miel y conservas que gozaban de mucha
    granjería…"

    A la pregunta 35, dijeron:

    "Hay una iglesia que se hizo cuando se redujeron los
    pueblos y que en el pueblo de Amancay hay un
    sacerdote".

    El sacerdote que estuvo a cargo de la iglesia de
    Santiago de Amancay, fue el padre Diego de Istrinaga,
    clérigo que adoctrinaba a los indígenas y a quien
    le conocían con el nombre de Padre
    Cigúenza.

    En el testamento de Juan López de Iturrizaga,
    primer marido de Leonor Costilla de Gallinato, propietaria de la
    hacienda Pachachaca, ante el Corregidor Hernán
    Portocarrero el 26 de marzo de 1593, se confirma la
    versión donde aparece el nombre de Iglesia del
    Señor de Santiago del Pueblo de Amancay como el lugar
    donde deseaba enterrarse.

    Hay que anotar, sin embargo que este pueblo: Villa de
    Santiago de los Reyes de Amancay, tuvo sólo 71 años
    de existencia, porque una ordenanza virreinal determinó la
    parte Sur del Valle para los españoles y la parte Norte
    para los indios aborígenes.

    Entre los primeros pobladores españoles del valle
    figuran:

    Leonor Costilla de Gallinato y su primer esposo Juan
    López de Iturrizaga, quienes fueron los propietarios de la
    haciendo Pachachaka. Hernán Bravo de Lagunas y su esposa
    Catalina Duarte, propietarios de Condebamba, también Pedro
    Cabrera, Capitán Vasco de Guevara, Padre Diego de
    Istrinaga, Juan García, Gaspar de Sotelo, Manuel de
    Alvarez, Pedro Alonso Carrasco, Diego de los Ríos
    Jerónimo Costilla.

    En cuanto a los pobladores nativos. El cacique principal
    fue Tupanamo, Se anota también a: Alonso Pellasco, Antonio
    Aycha, Antonio Makike, Diego Waycho que litigaron por largos
    años para que les designaran un área de tierras
    donde vivir, ya que los invasores les habían quitado sus
    tierras.

    Es de anotar que aquí se apunta un vacío.
    Si a este valle en las cercanías de las orillas del
    Apurímac, los españoles conocen por Amancay,
    según se dice: para nombrar a la cultura
    aborigen y a la azucena silvestre de pétalos blancos,
    ¿Cómo es que en Lima aparecen unas pampas que desde
    la colonia se conoce como Pampa de Amancaes a las orillas de un
    río que tiene por nombre Rímac?…

    ¿Quién copia a quién?

    Son los españoles que inventan el nombre para
    nombrar a este valle o lo copian de las pampas que encuentran con
    esas flores en el Rímac…

    Esto significa que el nombre de Amankay, es más
    antiguo de lo que podríamos suponer. Pero no estamos
    hablando de lo que queremos que sea, sino de las cosas tal cuales
    son.

    Necesariamente tenemos que partir de la
    proposición:

    Que la palabra Amancay, es el nombre específico
    de la cultura agrícola que tenía por nombre
    genérico Kichua o quechua.

    Son pueblos kichuas: los amancaes, antahuayllas,
    Aymaraes, Cotapampas y Antapampas, culturas pacíficas que
    se desarrollaban entre los 2 mil y 3 mil metros sobre el nivel
    del mar antes de la llegada de los españoles.

    Cada uno de estos nombres tiene su razón de ser y
    a la llegada de los conquistadores éstos le agregan
    nombres españoles, por ejemplo: Abancay es Santiago de
    Amancay, San Pedro de Saywite que después será San
    Pedro de Cachora y Santa Catalina de Ccorahuasi, para nombrar a
    algunos de ellos.

    Sin embargo, la pregunta sigue sin respuesta:

    ¿Cuál es primero Santiago de Amancay o
    pampa de Amancaes
    ?

    Al respecto debemos citar a Domingo de Santo
    Tomás y Torres Rubio, quienes elaboran el primer
    lexicón en 1560. El lexicón, es un inventario de
    todas las plantas
    encontradas por los chapetes a su llegada al nuevo
    mundo.

    Este lexicón se aplica 80 años
    después, de modo que la palabra amancae es recogida
    en el valle de la cultura kichua del mismo nombre para nombrar a
    una azucena de pétalos blancos. Al retornar el
    lexicón de España 80
    años después se aplica la palabra a las azucenas
    silvestres de pétalos blancos y pétalos rojos que
    crecen en las Pampas del Rímac, de modo que la palabra
    amancae es nuestra o de nuestros abuelos maternos y no una
    copia de sus pares en las pampas de amancaes del
    Rímac.

    La palabra Amancae, sin embargo, no sólo
    denomina a la azucena salvaje, ni a la cultura que puebla nuestro
    valle, significa, según Ángel Avendaño
    "Águila en levitación", es decir:
    Águila con las alas extendidas en planeación
    al vaivén del viento, que es perfectamente válida,
    dado que la figura existe en nuestro valle.

    Avendaño hurga también
    preguntándose si la palabra proviene del verbo quechua
    Apan kay, que le da el significado: Este lleva,
    pero que extendiendo la rigorisidad del idioma quechua
    vendría a ser: lleva esto, que también se
    aplica dado que Tamburco viene de Tambo Orcco o Tambo del cerro
    para nombrar a Ccorhuani,

    paso obligado y descanso de los chaskis en
    tránsito.

    Estas glosas un tanto desordenadas no tienen por
    finalidad sino probar la historicidad de la palabra Abancay,
    sustantivo cargado de abundante cultura que espera ser removido
    para redescubrir una palabra de profundo significado en el
    tiempo.

    Estas disquisiciones, que intentan sacudirse del
    sentimiento para dar paso a la objetividad de la ciencia, no
    buscan otra cosa sino sentirnos orgullosos de nuestra
    estirpe:

    Nuestro pueblo siempre ha sido una casa de puertas
    abiertas para dar posada al peregrino o como dice Melitón
    Casaverde: "un corazón en
    diástole" que tradicionalmente ha recibido a alemanes,
    israelíes,
    árabes, egipcios, franceses, italianos, españoles,
    púneños, cusqueños, ayacuchanos,
    materditanos, limeños que se han quedado a vivir entre
    nuestros cerros verde esmeralda prendados desde que descubrieron
    nuestra tierra
    viéndola desde Ccorahuire o Soccllaccasa como dice
    Viladegut Ferrufino "como un rojo rubí que son los techos
    de sus casas

    engarzado en el ópalo de sus paredes blancas…."
    O como cuando desde el avión el peregrino que cruza
    nuestro cielo suele repetir lo que Herberth Castro grafica desde
    la radio como
    la gema oculta en la inmensidad de la
    cordillera…

    Nada puede ser tan cierto como un día desde su
    pupitre de maestro haciendo palpitar su corazón de
    Demiurgo ensimismado en sus filosofales frases de
    toque,

    Abraham Royuela decía de Abancay con
    tantísimo amor: Abancay,
    cachito de cielo…

    Nuestro corazón no puede sentir sino nostalgia,
    ternura y emoción, porque desde la historia nos demuestra
    que esta palabra viene de atrás de muchísimo antes
    de la guerra.

    Quienes ya no estamos allá, no podemos sino
    maravillarnos desde la distancia, porque los que fuimos arrojados
    por renunciar a la pobreza hace
    muchos años hoy quisiéramos volver para transformar
    su abigarrada geografía.

    No teníamos salida pavimentada al
    mar,

    hoy tenemos carreteras a la selva y a la
    Costa.

    Nuestra energía sólo servía para
    encender focos de 25 wats,

    hoy la luz eléctrica llega a los rincones
    más alejados

    y espera manos y capitales para volar en el desarrollo.

    No teníamos Universidad,

    hoy la tenemos y estamos en vísperas de tener
    una segunda

    para hacer herramientas
    que transformen el futuro

    La pregunta entonces es ¿Qué hacemos
    hoy día con todo eso

    si a falta de eso salimos ayer de nuestra amada
    tierra?.

    Abancay nos espera como la madre espera a sus hijos que
    irremediablemente se van. Tendremos que convertir nuestras
    nostalgias en decisiones y nuestros suspiros en bocanadas de
    aire para tomar
    fuerzas.

    Sólo así nuestros ojos dejarán de
    humedecerse al contacto con el recuerdo.

    Abancay, damas y caballeros,

    espera modificar su historia por voluntad de sus
    hijos.

     

    Hugo Efraín Viladegut Bush

    "El Confesor"

    Lima, 3 de Noviembre de 2000

    Discurso de Orden en la Sesión Solemne realizada
    en el Club Apurímac.

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