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Las actividades físicas cooperativas: generando valores desde el ámbito de la educación física



     

    Hemos aprendido a volar como los
    pájaros,

    a nadar como los peces,

    pero no hemos aprendido el sencillo
    arte
    de

    vivir como hermanos.

    Anónimo

    El hombre, desde
    las primeras civilizaciones, se vio forzado a estructurar un
    conjunto de reglas que le permitieran de manera colectiva
    trabajar en armonía para lograr alimentarse, vestirse y
    sobrevivir en el mundo hostil que le rodeaba.

    Con una perfecta sincronización de todos los
    elementos a su alcance y a través de un trabajo
    conjunto, fue capaz de levantar enormes construcciones entre las
    que destacan por su magnificencia, las Pirámides de
    Egipto,
    consideradas hasta hoy una de las grandes maravillas de todos los
    tiempos.

    Nos situamos en esta región del planeta, porque
    en el antiguo Estado
    Egipcio, la idea prevaleciente durante la Cuarta, Undécima
    y Decimoctava Dinastías, era que debía existir una
    severa coordinación de los esfuerzos
    económicos y físicos de toda la población para garantizar a cada uno de los
    miembros de la comunidad y en su
    conjunto, el más alto grado de prosperidad.

    Actualmente, basándose en los vestigios
    encontrados y con fundamento en el tipo de trabajo colectivo que
    realizaban, se puede afirmar que el auge alcanzado por esta
    cultura, fue
    debido en gran medida, al tipo de organización interna que implantaron: una
    organización basada en el trabajo
    cooperativo.

    De esta manera, el hombre
    moderno, gracias a los avances de la ciencia
    -como producto de su
    inteligencia-,
    y a un trabajo conjunto y coordinado, ha erigido obras
    monumentales que han causado la admiración y el asombro de
    cuantos las han podido contemplar.

    Sin embargo, y paradójicamente, en la misma
    medida que construye, el hombre también es capaz de
    destruir y destruirse a sí mismo en cuestión de
    segundos. La sola mención de una fecha, 11 de septiembre,
    nos da prueba de ello.

    Es evidente, que la destructividad es un elemento que
    está presente en la cultura actual; los valores
    del ser humano han sido trastocados, pudiendo de tal forma y con
    la misma facilidad, reducir a cenizas sus más grandes
    obras.

    Hemos llegado a un punto, en donde la alerta interna nos
    obliga a reflexionar sobre la urgente necesidad de rectificar el
    camino. Es evidente que la supervivencia de la especie humana se
    halla en peligro. Los valores universales y las reglas
    básicas de convivencia se han ido diluyendo en el devenir
    cotidiano de una generación marcada por la violencia, el
    odio, la intolerancia, la competencia que
    genera rivalidad y el ansia de poder; hechos
    que en su conjunto, han terminado por confrontar al hombre con el
    hombre mismo.

    Por ello, resulta urgente analizar los patrones de
    conducta y
    revisar los valores que rigen a las sociedades
    actuales. Es fácil entender que existe la imperiosa
    necesidad de trabajar en favor de una cultura de paz. Una cultura
    basada en el ejercicio constante de hábitos, actitudes y
    valores que permitan una mejor convivencia entre los miembros de
    cualquier grupo
    social.

    Por ello, las organizaciones
    sociales como la familia y
    la escuela deben ser
    en primera instancia quienes se aboquen a trabajar sin descanso
    para inculcar en cada uno de sus miembros, aquellas conductas que
    permitan al ser humano coexistir armónicamente en un mundo
    de paz.

    Y es aquí donde entra en juego el rol
    medular que el profesor de la
    escuela básica debe desempeñar. Todo maestro debe
    tener claridad absoluta en que su misión
    principal estará encaminada a fomentar desde su diaria
    labor, una cultura de paz en la que prive la aceptación
    del "otro" como la aceptación de uno mismo, trabajando
    siempre sobre la idea de que "en colectivo se avanza más
    que en solitario", de igual manera que la lógica
    matemática nos revela "que dos, serán siempre
    más que uno" y que ello, sólo será posible
    cuando logre inculcar en los niños y
    desde sus primeros años, una cultura de aceptación
    e inclusión.

    Fomentar una cultura de paz en la escuela, es posible a
    través del ejercicio constante de valores tales como la
    solidaridad, la
    comprensión, el respeto a la
    diversidad de razas, culturas, creencias religiosas,
    ideologías, y capacidades individuales.

    Surge entonces la primera pregunta: ¿es posible
    inculcar valores desde el ámbito escolar? La respuesta
    contundente no se hace esperar, por supuesto que es posible
    fomentar valores desde la escuela inicial y básica, si es
    que entendemos a éstos como aquellas conductas que nos
    permiten convivir en armonía con nuestros
    semejantes.

    A decir de Carlos Velázquez Callado, "los valores
    poseen una naturaleza
    abstracta e intangible, por lo que sólo se hacen
    explícitos a través de las conductas que manifiesta
    una persona", y es
    precisamente en las conductas, en donde puede incidir tanto la
    familia como
    el docente, a partir de los primeros años de vida del
    niño.

    Profundizando sobre la comprensión del
    significado del término "conducta", entendemos que
    ésta se hace objetiva en las actitudes que presenta el ser
    humano en cada situación de vida. La actitud dicen,
    "es algo pequeño -como pudiera ser el efecto que causa una
    simple gota al caer sobre un espejo de agua– lo que
    hace una gran diferencia". Traducido a la práctica, y para
    una mejor comprensión, podríamos recurrir a un
    refrán del dominio
    público que reza "en el modo de pedir, está el
    dar", lo que reitera que la actitud que presenta una persona ante
    cada situación, tiene que ver con los resultados que
    desencadena
    en cada una de sus acciones,
    así como en las relaciones que se establecen con los
    demás.

    De tal forma, es posible señalar que entre las
    muchas tareas que debe desempeñar el educador actual, se
    aúna la de ayudar a transformar a la sociedad desde
    sus raíces, promoviendo una cultura de paz en las nuevas
    generaciones a través de la ACCIÓN.

    Específicamente la labor del educador
    físico deberá estar enfocada a promover valores
    desde su quehacer cotidiano; es decir, desde el ámbito de
    la educación
    física, a partir del cual se fomente la no violencia,
    la tolerancia; la
    consideración "del otro" y el diálogo
    cordial con "el otro", como parte de la aceptación y
    respeto a la diversidad. Aprender a ser comprensivos, solidarios,
    altruistas; tener disposición de escuchar, apoyar y
    entender "al otro", como elementos esenciales que permitan la
    toma de conciencia de que
    cada acto en la vida conlleva una VISIÓN
    COMPARTIDA
    .

    Lo anterior resulta agradable al oído,
    "suena bonito", pero… ¿cómo transformar las
    palabras en hechos? De aquí se desprende la segunda gran
    interrogante que se nos presenta en el camino y a la cual damos
    respuesta:

    Enseñando a través de la práctica
    de las actividades físicas y deportivas aquello que hasta
    ahora pareciera ser la frase ¿mítica? del
    Barón Pierre de Coubertin, al señalar: lo
    importante no es ganar, sino competir
    .

    Pero… ¿cómo? volvemos a
    preguntar. Entonces, encontramos que docentes
    ubicados en otras latitudes y con unas décadas de
    antelación, han resuelto esta problemática
    educativa transformando las actividades competitivas en
    actividades cooperativas.

    Al respecto, cabe señalar que desde la
    década de los setenta y durante los ochentas,
    investigadores como David W. Johnson, Roger T. Johnson y Steve
    Grineski en Estados Unidos,
    así como Terry Orlick en Canadá, han venido
    desarrollando la propuesta de las Actividades Físicas
    Cooperativas
    como un recurso para formar en valores desde la
    educación
    física.

    Posteriormente, en los noventa se adentran en este
    planteamiento, renombrados docentes españoles entre los
    que destacan por sus trabajos Vicente Omeñaca Cilla,
    Jesús Vicente Ruiz y Carlos Velázquez Callado, este
    último, encabezando el movimiento
    Educación Física para la Paz desde
    Valladolid, desde hace aproximadamente diez
    años.

    Y ahora podríamos preguntarnos ¿por
    qué este tipo de actividades y no otras?

    Aquí vale la pena subrayar, que estos maestros a
    través de la puesta en práctica de las
    Actividades Físicas Cooperativas, han podido
    constatar que éstas, son un invaluable recurso para
    promover una cultura de paz en el ámbito de la
    educación física, ya que ponen en práctica
    una metodología que propicia una mayor interacción, favorece el desarrollo
    físico, la integración social y el proceso de
    comunicación de los alumnos, así
    como un mayor rendimiento y participación dada su
    naturaleza grupal y cooperativa.

    Para dar una idea más clara de cómo la
    interacción que subyace en este tipo de actividades puede
    promover actitudes tanto positivas como negativas entre los
    participantes, estos autores lo ejemplifican y resumen en
    una frase ilustrativa cuyos ejemplos se citan a
    continuación:

    1. En las estructuras de carácter competitivo los alumnos se
      esfuerzan por lograr objetivos
      que no todos pueden alcanzar, lo que conlleva interacciones
      negativas. Aquí la frase sería: "Tu éxito
      me perjudica; tu fracaso me beneficia".
    2. En las estructuras
      de carácter individual cada alumno trabaja
      independientemente tratando de alcanzar sus propias metas, por
      lo que no existe interacción ni dependencia alguna entre
      los logros, por lo cual "El éxito del otro, no
      beneficia ni tampoco perjudica; el que ocupa y preocupa es
      solamente el éxito propio".
    3. En las estructuras de carácter
      cooperativo, cada alumno alcanza sus objetivos al mismo
      tiempo que
      el resto de sus compañeros, por lo que se promueve una
      interdependencia positiva entre los logros de todos los
      participantes. Aquí la frase que se desprende es la
      siguiente: "Tu éxito es mi éxito y mi fracaso
      tu fracaso también
      ".

    Aunado a los múltiples beneficios que conlleva la
    práctica de las actividades físicas cooperativas,
    es posible añadir que a través de ellas, se atiende
    a la diversidad:

    • De género,
      al brindar igualdad de
      oportunidades de participación a hombres y
      mujeres.
    • De capacidades individuales, al incluir al más
      apto de igual manera que al menos hábil sin
      distinción alguna.
    • De credo, al unir por medio del juego conjunto, a
      niños y adolescentes
      que profesan distintas religiones, sobre todo en
      las comunidades marginadas y en las zonas más pobres y
      alejadas del centro del país, situándose en el
      contexto de México, en donde esta situación ha
      sido causa de graves enfrenamientos entre los
      pueblos.
    • De raza, al practicar de manera conjunta e
      intercambiar entre las distintas etnias de una región,
      los juegos
      predominantes de cada cultura, así como por el fomento
      de una cultura de no discriminación, aceptación y
      respeto hacia el hombre de color o raza
      distinta a la propia.
    • De clase
      social, al incidir de igual manera, por medio de las
      actividades cooperativas, en el fomento de valores entre los
      que predomine el interés
      y el respeto por el "otro", sin importar la clase social de la
      cual provenga, dado que en las grandes urbes, es en donde las
      diferencias sociales se hacen más evidentes y por
      consecuencia en donde existe mayor discriminación en este
      sentido,
    • De participación familiar, dado que por medio
      de la práctica cooperativa, es posible fomentar el apoyo
      de todos los miembros de la familia hacia los hijos, sobre
      todo,
      brindando atención especial a aquellos alumnos que
      provienen de núcleos desintegrados.

    Lo anterior no pasaría de ser simple
    retórica si no fuera porque a través del fomento de
    las actividades físicas cooperativas dentro del
    ámbito educativo, es posible modificar la
    concepción competitiva imperante en los juegos infantiles
    y en los deportes
    –sale sobrando decir "de competencia"– por otra
    enfocada a la cooperatividad, en cuyo caso, factores como la
    eliminación, la reproducción, el acatamiento, la
    desintegración, la agresión y el egocentrismo entre
    otros, se verían desplazados por la colaboración,
    la inclusión, la creatividad,
    la elección y la toma de
    decisiones; la unión, el pacifismo y el
    pluralismo.

    De igual manera, permitiría convertir el deseo de
    supremacía en el deseo de igualdad; buscar el éxito
    compartido, más que el individual; desarrollar en los
    niños el gusto por el diálogo, en vez del
    monólogo; construir críticas positivas y tender
    vínculos humanos, en lugar de generar relaciones
    destructivas; erradicar la idea de jugar "contra" un adversario,
    y reemplazarla por el pensamiento de
    jugar "con" un compañero. De tal forma, todas estas
    conductas nos conducirían sin lugar a dudas, al inicio de
    una construcción palpable y tangible a mediano
    plazo, de la cultura de paz y legalidad a la
    que apela el Programa Nacional
    de Educación 2001-2006 y de la cual nuestra sociedad
    está urgida.

    Si bien el papel fundamental del docente radica en
    sembrar en los educandos de la escuela inicial y básica,
    la semilla de una sociedad más justa, equitativa y
    propositiva, ello sólo será posible promoviendo
    desde la práctica, acciones que fomenten en los
    niños y adolescentes el deseo de actuar "para bien de…"
    y "en bien de…"; destacando con ello que siempre será
    más importante el proceso dentro del cual se realizan las
    acciones, que los resultados emanados de las mismas.

    Asimismo, el maestro, desde el ejercicio diario de la
    práctica, deberá enseñar a los niños
    y adolescentes que los errores son oportunidades para aprender,
    erradicando con ello la idea de concebir a éstos, como
    intentos fallidos; por medio de la práctica reiterada de
    estos patrones de conducta, los estudiantes aprenderán que
    el camino al éxito está plagado de dificultades, no
    así de derrotas. Entender que en el intento no hay
    triunfos ni fracasos, sino oportunidades constantes para aprender
    y múltiples obstáculos a superar.
    Específicamente, con las actividades físicas
    cooperativas, se aprende a compartir por igual el camino del
    éxito, ya que no hay derrota cuando el esfuerzo se
    reparte.

    Esta alternativa, destaca la importancia de promover la
    cooperación en lugar de la competencia; de favorecer un
    trabajo conjunto y solidario en donde el resultado beneficie a
    cada uno de sus integrantes sin menoscabo de sus potencialidades,
    enfatizando una responsabilidad compartida, en lugar de luchar por
    vencer a un "rival" desde una perspectiva individualista y
    egocéntrica; una propuesta que mejore el proceso de
    comunicación, la interacción grupal, y la autoestima de
    cada integrante por igual, en lugar de atender al sobresaliente y
    relegar al menos apto; una propuesta desde donde se aprenda a
    respetar al otro, y a tomar decisiones conjuntas que
    beneficien a todos en lugar de a unos cuantos; una propuesta
    basada en el trabajo colaborativo en el que sus miembros
    participen en la adquisición de nuevos conocimientos y en
    el mejoramiento de sus capacidades individuales, no precisamente
    para vencer y competir con un adversario, sino todo lo contrario,
    para sumar esfuerzos y vencer retos en colaboración
    conjunta.

    Una propuesta que prima el proceso integrador y
    formativo que opta por la cooperación en lugar de la
    competencia; en donde existe un oponente en lugar de un
    adversario, y en donde resulta relevante la actividad en
    sí misma por los beneficios que implica (el proceso) en
    lugar de tratar de llegar en primer sitio "a como de lugar", para
    vencer al otro (el resultado).

    De ahí, que este nuevo planteamiento mantiene en
    todo momento presente, que su objetivo
    principal está centrado en estructurar actividades de
    participación colectiva desde donde se promueva la
    cooperación y en donde lo relevante se centre en la
    participación (inclusión) de todos sin menoscabo de
    sus capacidades individuales.

    La estructura de
    las Actividades Cooperativas, se inicia en la
    organización misma de la clase, transitando desde la
    metodología y las estrategias
    planteadas en todas las actividades, hasta la necesidad de
    integrar una evaluación
    subjetiva dentro de la práctica cotidiana, como proceso
    encaminado a observar los avances individuales de cada alumno,
    tanto en lo concerniente a sus aprendizajes y a su desarrollo,
    como a su socialización, y su formación de
    valores.

    Y también aquí la pregunta no se hace
    esperar: pero… ¿cómo transformar las palabras en
    hechos? ¿cómo llevar la teoría
    a la práctica?

    Carlos Velázquez Callado, profesor de
    educación física español
    quien ha venido trabajando por varios años la propuesta de
    las actividades físicas cooperativas con el colectivo de
    docentes de educación física para la paz, CODEPAZ
    "La Peonza", señala que es posible lograr el cambio de
    cultura transformando la práctica educativa desde la
    lógica
    misma de las actividades:

    1. Promoviendo la participación activa de todos
      los alumnos.
    • Aumentando el número de balones en la clase,
      aunque es bien sabido que esto no siempre es posible, dado
      que en determinados contextos se carece hasta de los
      más mínimos recursos.
      Sin embargo, se pueden utilizar otros recursos materiales
      más económicos o aquellos que proporciona el
      entorno mismo.
    • Reduciendo el número de personas que
      participan en cada uno de los equipos.
    • Añadiendo dificultades compensatorias que
      favorezcan a los alumnos menos hábiles en el
      desarrollo de las actividades.
    • Cambiando el sistema de
      puntaje, el cual represente mayor reto para los más
      aptos en cualquier disciplina
      deportiva o habilidad motora.
    1. Primando la actividad por sobre la
      competencia.
    • Enseñando al alumno que lo que interesa y
      divierte es el juego por sí mismo y no en base al
      resultado.
    • Jugando "a empatar y divertirse" en vez de "ganar
      derrotando".
    • Incluyendo recursos que permitan dejar a la suerte
      (juego de dados, pégale la cola al burro u otras) la
      definición del puntaje en un juego.
    1. Fomentando un protagonismo compartido.
    • Insertando actividades competitivas de interés
      pedagógico en las cuales puedan participar del
      protagonismo aquellas personas que generalmente no lo
      tienen.
    • Coadyuvando a transformar una mentalidad
      individualista por otra basada en un espíritu de equipo,
      en donde la lógica que se imponga sea aquella que
      indique que al ganar uno, ganan todos.

    Al respecto, valdría la pena preguntarse
    ¿por qué los deportistas que han destacado en
    México, lo han hecho por lo regular en competencias
    individuales? Cada lector tiene su propia respuesta… al
    final, todas coinciden… porque no sabemos trabajar en
    equipo
    ; es parte de nuestra cultura.

    Para finalizar, retomamos la frase ilustrativa que se
    desprende de las Actividades Físicas
    Cooperativas
    ,

    "TU ÉXITO ES MI
    ÉXITO…

    MI FRACASO TU FRACASO
    TAMBIÉN"

    Esta es la ideología que basada en valores y principios,

    pretende sembrar esta
    propuesta.

     

    Todos y cada uno de los docentes tenemos como tarea
    fundamental trabajar por una sana convivencia entre los seres
    humanos fomentando en nuestros alumnos una verdadera cultura de
    paz, con lo cual estaremos contribuyendo a la construcción
    de una mejor sociedad y colaborando con nuestro grano de arena
    para heredar a los que vienen detrás, un mundo mejor.

    Este es el reto,

    ¿cuántos de nosotros
    estamos dispuestos a superarlo?

     

    BIBIOGRAFÍA

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    educación básica,
    México,
    SEP.

      

    Por:

    María de Lourdes Sánchez
    Franyuti

    México, D. F., septiembre de 2004.

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