La realidad social, ámbito de la reproducción de la sumisión política, se nos
manifiesta en forma caótica; un todo aparentemente
desarticulado y desordenado. Al penetrar hasta la esencia de la
mencionada realidad, descubrimos la inexistencia de tal caos
social, apreciando un funcionamiento casi perfecto, de la
mecanomegalia; la MAQUINA SOCIONEURATICA
CAPITALISTICA.
El funcionamiento del sistema
capitalista lo comparamos, fenoménicamente, al de una
máquina que funciona dialécticamente, pues la vida
de la sociedad
burguesa, la concebimos como un armazón
arquitectónico, en donde los cimientos corresponden a la
intitulada infraestructura económica: cimentación
sobre la que se levanta la superestructura ideológica, con
finalidad encubridora y apologista de la base
económica.
Este basamento económico se encuentra
constituido por las relaciones de producción que contraen los hombres en la
producción social de su existencia, relaciones que
corresponden a un grado determinado de desarrollo de
sus fuerzas productivas materiales.
Mientras que el cimiento económico de la
sociedad burguesa, tiene como función
esencial la producción de plusvalía (tiempo de
trabajo no
pagado a los asalariados), que se utiliza para agregar a la
inversión capitalista, cada vez mayor; por
su parte la superestructura ideológica tiene como
finalidad reproducir, por medio de las instituciones
sociales, a toda la sociedad burguesa en su conjunto. La
función verdadera, nos dice Marx
específica del capital en
cuanto capital, es la producción de plusvalor, y
esta… no es otra cosa que producción de
plustrabajo, apropiación en el curso real del proceso de
producción real de trabajo no pagado, que se ofrece a la
vista y objetiva como plusvalía.
Para que la superestructura ideológica pueda
reproducir a toda la sociedad y, en especial, actúe sobre
el proceso económico, es preciso que antes se haya
convertido en un poder
material.
La ideología de cada formación social
no solamente tiene como función reflejar el proceso
económico, sino también enraizarlo en las estructuras
psíquicas de los hombres de esa sociedad.
Como quiera que una ideología social modifica
la estructura
psíquica de los hombres, no se reproduce solamente en esos
hombres, sino lo que es más importante, la
ideología toma en la forma de esos hombres concretamente
modificados y contradictorios, el carácter de una fuerza activa,
de un poder material. Así, y solamente así, se
explica el efecto de reacción de la ideología de
una sociedad sobre la base social de la que ha
surgido.
Si bien la superestructura ideológica se
introduce en la mente de cada uno de los individuos, para que
éstos, con su actuación enajenada, reproduzcan toda
la sociedad en conjunto, esta superestructura de hecho,
económico capitalista: No sólo las condiciones
objetivas del proceso de producción se presentan como
resultado de éste, sino igualmente el carácter
específicamente social de los agentes de la
producción entre sí, las relaciones de
producción mismas son producidas, son resultado,
incesantemente renovado, del proceso.
Denominados máquina socioneurótica a la
sociedad burguesa, debido esencialmente, al hecho de que para su
funcionamiento, tal sociedad burguesa produce, predominantemente,
por medio de la institución familiar, individuos
neuróticos, que con su actuación enajenada a la
ideología dominante, produzcan plusvalía y acepten
sumisamente toda la estructura económica social y
política del capitalismo.
Afirmamos que la sociedad es neurótica pues
produce individuos neuróticos, que con su actividad
laboral
compulsiva y enajenada a la ideología de la clase
dominante , reproducen, a su vez, toda la estructura
social capitalista.
La obtención de excedente económico,
plusvalía, está en estrecha relación con la
neurosis humana:
hay algo en el alma humana
que estimula al hombre al no
gozo, al trabajo (negotium, no ocio). De este modo el resultado
aquí es el mismo del trabajo enajenado 8compulsivo).
Postular una íntima compulsión al trabajo, no
externamente impuesta, es postular una necesidad interior de
producir un excedente.
De los principales obstáculos que impiden
estudiar la citada mecanomegalia, destaca la traba
ideológica, barrera cuya tarea es la de ocultar y
justificar todo el aparato social capitalista.
La ideología, y su instrumento el
ideólogo, no sólo deforman y ocultan la realidad
burguesa, sino que ante todo defienden la existencia de toda la
estructura social de esa realidad.
El ideólogo se caracteriza por hacer pasar por
estructura de la realidad social, aquello que no es sino una mera
apariencia fenoménica.
La realidad social tiene una apariencia, una "fachada
ideológica", que es preciso no confundir con la estructura
social. Es característico del ideólogo practica, a
veces deliberadamente, esa confusión, y presentar
así como la verdad o fundamento estructural de la
sociedad, la apariencia ideológica.
En fin, la ideología no es, pues, una
andamiaje ideal encargado sobre la estructura social para
justificarla desde arriba; es fundamental y esencialmente un modo
de manifestarse exteriormente, y oculta – sabiéndolo
o no, el carácter profundo, estructural del
proceso.
Otra forma de ocultar y distorsionar la realidad
social burguesa, es invirtiendo dicha realidad: la
ideología es necesariamente una distorsión de la
realidad, pero aún más, es la realidad puesta de
cabeza. Porque la ideología no es simplemente ignorancia o
falta de conocimiento,
es más bien, un disfraz en el que la realidad es
presentada por su negación, su "inversión". Los
instrumentos que utiliza el aparato estatal burgués para
introducir su ideología en la mente de los individuos, son
los Aparatos Ideológicos del Estado. (A. I.
E.)
La función de los A. I. E. Es la
reproducción de las relaciones de producción, es
decir, de las relaciones de explotación
capitalistas.
Hemos visto que el proceso económico
capitalista no sólo se reproduce a sí mismo, sino
que también reproduce a toda la superestructura
ideológica, que, a su vez, utiliza los A. I. E. para
domesticar a los proletariados, quienes con su actuación
sumisa revitalizan a toda la sociedad en su conjunto: La
reproducción de su calificación, sino
también una reproducción de su sumisión a
las reglas del orden establecido, es decir, a la ideología
dominante para los obreros y una reproducción de la
capacidad del buen manejo de la ideología dominante para
los agentes de la explotación y la
represión.
Una vez que los proletariados asimilan en su pensamiento la
ideología dominante, con su práctica
neurótica y sumisa (existencia cotidiana), legitiman la
sociedad neurótica burguesa, sociedad al servicio de la
clase dominante que los exprime en lo económico, los
oprime en lo político y los reprime en lo sexual. Estos A.
I. E. tiene como pilares la ideología sexual conservadora
y su producto
inhumano: la ideología machista.
Los A.I. E. predominantes son: el familiar, el
escolar, el jurídico, el religioso, el político, el
sindical, el de información, el cultural, el médico,
el deportivo, el pseudo-marxista y el extranjero: el A. I. E. de
Estados Unidos
de Norteamérica.
De la anterior relación sobresalen, por su
importancia sociopolítica, el A. I. E. familiar y el A. I.
E. escolar, instituciones claves para la sociedad burguesa, pues
ellas, utilizando la represión sexual, domestican y
condicionan al individuo,
mental y prácticamente, para que acepte, con obediencia y
resignadamente, todo el orden social existente. La familia y
la escuela son
fundamentalmente instrumentos de represión sexual,
fábricas de individuos neuróticos, esclavos
dóciles, que con su disciplina
cotidiana, reproducen la existencia de es máquina
socioneurótica que los convierte desde la cuna hasta
la muerte, en
neuróticos enajenados a la ideología
dominante.
Si los individuos se rebelan y no aceptan ser
castrados por la familia y por la
escuela, la sociedad burguesa actual cuenta con cárceles
apropiadas (manicomios), donde serán reeducados,
rehabilitados y readaptados a la sociedad que los intenta
domesticar y convertir en esclavos sumisos, productores de
plusvalía, se les aplicarán terapias, de
fármacos o eléctricas, que los convertirán
en guiñapos humanos, zombis, residuos de los que fueron
humanamente.
Resumiendo: la sociedad burguesa, de esencia
neurótica, produce, por medio de su ideología, su
moral sexual
conservadora y sus A. I. E., individuos neuróticos, que
con su actividad obediente y sumisa, enajenada a la
ideología dominante reproducen a la misma sociedad que los
explota pluvalísticamente, los tiraniza en los
político y los reprime sexualmente,
transformándolos en neuróticos.
En 1973 son tres libros
radicales contra el sistema capitalista, los que ven la luz
pública: "Marx, Freud y la
crítica
a la vida cotidiana" de Bruce Brown, "Neurosis y
Civilización" de Schneider y "El Asesinato del Alma, la
persecución del Niño en la familia Autoritaria" de
Morton Schatzman. Sobre este último trataremos
aquí.
Después de "La carta al
Padre", de Kafka, no se había escrito otra
acusación contra la sociedad burguesa Paternalista
Autoritaria. Es precisamente Schatzman quien, tomando el caso del
eminente juez alemán Daniel Paul Schereber, cuestiona: los
métodos
pedagógicos autoritarios, el papel domesticador de la
Autoridad
paterna, la psiquiatría oficial autoritaria y, en genera,
toda la moral del
sistema capitalista, la sociedad burguesa y la ideología
dominante, preservadora de los intereses
económico-políticos y sociales de la clase
dominante.
Daniel P. Schreber, enloqueció a los cuarenta
y dos años de edad, recuperándose luego y volviendo
a enloquecer ocho años y medio después. Los
psiquiatras y psicoanalistas lo consideran como un caso
clásico de paranoia y esquizofrenia. Su
padre, que supervisó su educación, fue un
destacado médico y pedagogo alemán. La influencia
del padre sobre la vida de su hijo fue grande ante la
época normalmente "blanda" y "decadente", según el
padre, debido a la laxitud de la educación y la
disciplina de los niños
en el hogar y en la escuela, propuso combatir la "flojera" de su
época, mediante un complejo sistema de educación
infantil cuyo fin era hacer a los niños obedientes y
sumisos a los adultos. Pensaba que la aplicación de sus
preceptos redundaría en una sociedad y en una "raza"
mejores. Aplicó a la educación de los niños
los mismos principios
básicos que los regimenes totalitarios, seculares y
religiosos. Igual que ellos creía que la obediencia y la
disciplina en un niño eran más importantes que
cualquier otra cosa. Tuvo dos hijos; el mayor, Daniel, y Gustavo,
que enloqueció, suicidándose
después.
Las ideas del Dr. Schreber, padre, acerca de la vida
familiar reflejan como una caricatura, en miniatura, las
ideologías ampliamente difundidas en el sistema
capitalista, en su actual etapa de decadencia: los varones
adultos tienen que ser dominada; los padres, por ignorantes,
fanáticos o intolerantes que sean, tienen que supervisar
la moral de sus vástagos hasta por lo menos al final de la
adolescencia;
y los niños tienen que aprender pronto a someterse, a
menudo sin críticas, a la voluntad de sus padres, con el
fin de adaptarse a la sociedad actual, donde también
deberán someterse sumisamente, a la autoridad de la clase
dominante.
Hasta hace poco las psiquiatras se han dedicado a
estudiar solamente al paciente, sin considerar su contexto
social. Se estudia al paciente, no la conducta
patológica de la gente que lo rodea.
Las personas consideradas como esquizofrénicas
describen durante su "enfermedad", mediante símbolos, situaciones sociales pasadas y
presentes. Cuanto más se sabe acerca de sus vidas,
más auténticas son su palabras y actos. Ni sus
familiares, ni los médicos quieren comprender lo que dicen
y hacen los pacientes.
Trece años de su vida los pasó Daniel
P. Schreber, en hospitales mentales y a los 71 años de
edad público "Memorias de mi
enfermedad nerviosa".
El psiquiatra famoso Belnder, así como todos
los demás que atendieron y han conocido el caso del juez
alemán que nos ocupa, lo han considerado paranoico y
esquizofrénico, sin tratar de comprender las palabras de
Shreber, sin imaginarse que en las mencionadas memorias se
encuentran el mensaje familiar y social de un individuo
víctima de la sociedad autoritaria actual y su
institución más importante: la
familia.
Es Sigmund Freud, el
primero que intentó comprender lo que decían los
pacientes y de ligar sus experiencias a hechos sucedidos durante
la infancia.
Freud no conoció a Shreber, pero basándose en las
memorias, escribió un análisis sobre él. Cabe
señalar que, así como el complejo de Edipo,
tesis
básica del psicoanálisis, no fue relacionado con la
culpa de Layo, también el caso Schereber, no fue
articulado con la culpa del padre, del juez alemán, por el
fundador de la teoría
psicoanalítica.
Al estudiar el caso Schreber en relación con
la Conducta pedagógica de su parte, de hecho, este estudio
ayuda a comprender a la mayoría de los individuos
considerados como paranoicos o
esquizofrénicos.
La ironía envuelve muchos actos sociales,
aparentemente dominados por la razón. Un pedagogo famoso
tiene dos hijos psicóticos y uno de ellos se suicida sin
que su reputación se vea afectada. Freud, fundador del
psicoanálisis, basado en el estudio del inconsciente, se
olvida o pasa desapercibido los libros de pedagogía que publicó el padre del
juez Schereber. Los padres alemanes educan a sus hijos, con las
ideas de un hombre, al que mucha gente consideraría ahora
un sádico o un enfermo mental.
El padre de Schereber afirmaba que, un plan
pedagógico deberá ser llevado por el padre de
familia, quien deberá inculcar en la mente de sus hijos.
El amor hacia
Dios, padre de la humanidad, y el amor al padre
Dios de los hijos.
El Dr. Schreber pensaba que los padres debían
restringir la libertad de
sus hijos mediante severas disciplinas en aras de la salud: moral, mental y
física.
Parecía creer que los niños son criminales o
enfermos desde el principio, o que con seguridad
llegarían a serlo si ni se les rescataba a tiempo.
Proponía, por ejemplo, que maestros y padres se reuniesen
constantemente con el fin de controlar mejor las consecuencias de
los niños.
El pedagogo Schreber pretendía saber, como los
neoconductistas, lo que es bueno, noble, elevado, correcto y fino
y lo que no lo es, pero no dice cómo lo
sabe,
La lucha del Dr. y Pedagogo Schreber,
consistía en arrancar de raíz y exterminar
violentamente los elementos malos de la mente, las "malas
hierbas".
Luchaba: Contra la mala conducta infantil que
consistía en las manifestaciones naturales del
niño; contra la sensualidad, la indolencia, la blandura y
la cobardía, pues según el llevaban a los
individuos a las depresiones, enfermedades mentales y
suicidios. Aplicando sus métodos
inquisitorios-pedagógicos, parecidos a los métodos
de tortura fascistas, logró lo que quería
erradicar: la locura hizo presa de sus dos hijos y el suicidio fue la
salida de uno de ellos.
Pensaba, y lo aplicó a sus hijos, que el padre
debe acostumbrarlos, desde temprana edad, a lo que es bueno y
justo; los buenos hábitos infantiles, deben ser producidos
y controlados por el padre. Acostumbrar a un niño,
significa, programarlo para que obedezca, sumisamente, las
ordenes de los padres, maestros y clase dominante.
Educar a un niño, pensaba el pedagogo
Schreber, significa imponer una regla sobre cada detalle de su
vida, sobre cada pensamiento y actividad cotidiana del futuro
individuo, preparándolo así para que la
ideología dominante, los "más media" y las figuras
paternas- autoridades, determinen su existencia, alineada y
neurótica.
El Dr. Schreber al solicitar la ayuda de los padres y
la parte noble de los niños contra la parte mala que se
encuentra en el interior de los pequeños, de hecho la
derrota, para estos, en forma de alineación, no puede
faltar.
Para lograr el desarrollo y consolidación de
la fuerza moral y el carácter, el pedagogo alemán
proponía, como condición necesaria, la obediencia
incondicional del niño.
Si desde los primeros meses, nos dice el Dr.
Schreber, se ha conducido al niño por el camino de la
habitación a la obediencia, inconsciente, es necesario que
este hábito se transforme en consciente.
La educación integral que requiere el pedagogo
citado debe ser, esencialmente obediencia, pues si llega a
convertirse en desobediencia tiene que ser aplastada, hasta
convertirla en una total sumisión, empleando, si fuera
necesario, castigos corporales.
La educación (domesticación) de los
niños, en el seno familiar, según el pedagogo
alemán, debe estar sometida a la autoridad paterna desde
que nace el niño hasta los 20 años de
edad.
Con este pensamiento y con las torturas
pedagógicas a las que sometió a sus hijos,
fácilmente se comprende como los empujó a la locura
y al suicidio.
Daniel Paul, el hijo que solamente enloqueció
y no llegó al suicidio como su hermano, manifestó
en sus memorias todo ese infierno familiar, cambiando
simbólicamente los nombres de las torturas y nombrando a
Dios en lugar de su padre. El simbolismo, en este caso, oculto
patológicamente, la realidad, en beneficio de la
pedagogía autoritaria.
Los padres y educadores, según el Dr.
Schreber, deberán programar la mente y la vida de los
niños, consiente y deliberadamente, para que obedezcan a
sus padres, a sus maestros y a todas las autoridades que
representen y defiendan los intereses económicamente
sociales y políticos de la clase dominante.
El psicoanálisis ha demostrado que los
modelos de
relaciones personales grabados en la mente de los niños,
desde su tierna infancia, suelen permanecer para toda la vida.
Los individuos tienden a repetir, inconscientemente, a lo largo
de su vida, formas de relaciones sociales de sumisión a la
autoridad, que le fueren programados desde sus primeros
años de vida. Reich denomina " coraza
caracterológica" a la exhibición del propio cuerpo,
los programas de
represión sexual grabados
somáticamente.
Existe la paradójica situación que este
tipo de pedagogía, divide (Alinea) la mente del
niño, al procurar que éste considere que su
programación para la sumisión, no le
fue impuesta por sus padres, sino que él conscientemente,
en "libertad" se programó a si mismo.
El Dios ( el padre) de Schreber, vigiló, y
después de muerto, en la conciencia del
hijo, vigila, dicta y condena cada uno de sus movimientos al
sentir la vigilancia divina (paterna) sin poder tomar conciencia
de su realidad. Habla de la realidad en forma simbólica y
debido a que su mensaje no es comprendido, ni captado, por las
demás sus padres, maestros, psiquiatras y toda la sociedad
quienes lo denomina, loco para poder castigarlo en un
manicomio.
El pedagogo-padre Schreber, propone vigilar los
estados de ánimo de los pequeños que gritan y
lloran sin motivo, si lo hacen por capricho y terquedad, es
necesario distraerlos con palabras autoritarias, ademanes
amenazante, golpes sobre la mesa y así esto no surte
efecto, aplicarles castigos corporales, relativamente suaves,
repetidos en forma intermitente, hasta que se logre el objetivo
deseado y el niño se calme o se duerma. A la segunda vez,
el padre se convierte en dueño del niño para
siempre. "A partir de entonces, una mirada, una palabras, un
simple gesto amenazante son suficientes para gobernar al
niño".
El Dr. Schreber justifica su actuación
autoritaria, aduciendo que de esa forma salva al niño de
"espíritus internos atormentadores", no ve que esos
espíritus se encuentran dentro del pedagogo autoritario,
quien simplemente proyecta en los niños sus propios
tormentos de culpabilidad.
El autoritarismo de esa pedagogía n o permite
aprender de los niños, sino que solamente los niños
deben aprender de sus padres maestros.
Para el Dr. Schreber, un bebé debe solicitar
sus alimentos y su
cambio de ropa
en forma calmada y paciente con este hábito está
maduro, el niño, para adquirir el arte de la
abnegación. Cada deseo prohibido deberá rechazarse
firme y tenazmente con una negativa incondicional. El
niño, a su vez, deberá recibir esta negativa con
calma, con tranquila aceptación, para que adquiera "el
hábito saludable e indispensable de la
subordinación y el control de su
voluntad".
Para el pedagogo Schreber los actos de los
niños, así como también sus sentimientos y
móviles. Piensa que el niño no debe obedecer para
obtener parabienes o recompensas, opina que desear premios es un
sentimiento "bajo" o "impuro". No tampoco debe obedecer por temor
al castigo, ni menos desee secretamente desobedecer, tiene que
obedecer por que sabe que es bueno obedecer, por muy caprichoso
que sea el deseo de sus padres.
El pedagogo Schreber propone un sistema inquisitorial
para enseñar a escribir a los niños: un
pizarrón en el que se anotarán los nombres de los
niños con las faltas
cometidas, así como los casos de insubordinación.
Al final de cada mes se castigará o felicitará a
cada niño de acuerdo con los resultados que se encuentren
en el pizarrón.
En esencia, la filosofía pedagógica del
Dr. Schreber, tiene como finalidad hipnotizar a los niños
con el fin de asesinar su alma, es decir, apoderarse del alma de
los niños para poder dominarlos en forma absoluta.
Quedando los niños hipnotizados (psicotizados) para todo
el resto de su existencia.
Desde muy temprana edad, el Dr. Schreber recomienda
baños de agua
fría, y a los cuartos infantiles deberán ser
fríos, con el objeto de endurecer físicamente a los
niños.
La educación espartana que propone el Dr.
Schreber atiende minuciosamente cada detalle, procurando que el
niño no logre alcanzar goces, placeres. El pretexto para
evitar dichos goces consiste en afirmar que los padres deben
procurar que los niños estén siempre derechos y en posiciones
bien adecuadas, para que no se deformen las partes de sus
cuerpos.
El pedagogo Schreber inventó para la salud del
cuerpo de los niños, lo siguiente:
- Un sujetador de clavícula para que los
niños se sienten derechos cuando estén
escribiendo. - Un correo para los hombros para que los
pequeños no inclinen su cuerpo para
adelante. - Una correa para el niño durmiendo para que
los niños no se muevan al dormir. - Una sujeta – Cabezas para que los
pequeños caminen derechos. - Una barbillera para que los niños tengan
"un adecuado crecimiento de la mandíbula inferior y de
los dientes.
En una palabra, con estos instrumentos de
represión sexual, el Dr. Schreber, estaba acorazando a los
niños, convirtiéndolos en zombis sumisos a toso
tipo de autoridad.
A diferencia de J.J. Rosseau que afirmaba la naturaleza
innata de los niños y en especial su alimentación natural,
el Dr. Schreber pensaba que los niños deben comer lo que
el pedagogo padre considere necesario y a la hora que
estén programados los alimentos y si no lo quieren,
dárselos a la fuerza.
En relación con los juegos
infantiles, los padres deberán vigilar,
inquisitorialmente, a fin de prohibir todos aquellos actos y
conductas inmorales. Los padres eligirán qué juegos
practicarán sus hijos, a fin de poder manipular y
controlar sus vidas.
En cuento a las
lecturas, el teatro,
deberán los padres seleccionar qué deberán
leer y ver los niños.
Los niños serán bañados,
siguiendo paso a paso las indicaciones del pedagogo autoritario
con el objeto de que no adquieran hábitos malos y
perniciosos para su salud.
El pretexto de corregir todas las anormalidades que
pueda adquirir el cuerpo de los niños, tiene como
finalidad, controlar, fascinadamente, cada acto y conducta de los
pequeños, regulando de esa forma, cada detalle cotidiano
de la existencia sumisa infantil. Más adelante, cuando no
se encuentren bajo la tiranía familiar, serán
controladas. Sus existencias cotidianas, por la ideología
de la clase dominante y sus instituciones como los medios masivos
de domesticación (comunicación) permanentes: la radio,
la
televisión, los periódicos, las revistas, el
cine,
etc.
En relación con la sexualidad, el
Dr. Schreber, planteaba, al igual que los religiosos, que su
sistema de educación infantil estaba dirigido al triunfo
del espíritu sobre la materia.
El pedagogo schreber, acorde con el pensamiento de su
tiempo, reforzaba la moral sexual con ideas sobre salud
física y mental. En la vestimenta, por ejemplo, se
oponía a que los vestidos de las niñas estuvieran
escotados. Planteaba que todas las emociones
innobles e inmorales deberían ser sofocadas antes de que
se desarrollaran. Para evitar las "poluciones" nocturnas
recomendaciones el ejercicio muscular como remedio y cura. Si
persistían las poluciones deberán lavarse los
órganos sexuales con agua fría. Aquí la
magia cumple el papel negativo, antinatural e
inhumano.
Con el fin de que el niño no tenga oportunidad
para masturbarse, el pedagogo alemán. Planteaba que los
padres deben vigilar todo el tiempo a sus hijos.
En la medida que la sociedad burguesa actual utiliza
la represión sexual para dominar a los trabajadores, esta
represión posibilita el surgimiento de los homosexuales,
los cuales al ser perseguidos moral y policiacamente, los hace
caer en la paranoia, la sociedad genera paranoia y esta refuerza,
revitalizando a esta misma sociedad.
El Dr. Schreber pensaba que los que no estaban de
acuerdo con él, estaban enfermos. Sus ideas
pedagógicas autoritarias influyeron en los nazis, quienes
mataban a la gente en nombre de la higiene y de la
"salud" de la "raza". Hitler y sus
seguidores se educaron cuando los libros del Dr. Schreber eran
los más populares y postulaban un autoritarismo (fascista)
hogareño.
Ritter, un biógrafo del Dr. Schreber,
veía su biografiado como un precursor espiritual del
nacismo. Muchos pasajes de "Mi lucha" de Hitler expresan ideas
parecidas a las del Dr. Schreber.
La actitud de
Hitler con respecto a las "masas" es simular a los sentimientos
que el Dr. Schreber abriga respecto a los niños, solo que
los del primero son mas cínicos.
Según Reich, el estado
autoritario tiene un representante en la familia; el
padre.
El despotismo en cualquier nivel- estado,
fábrica, escuela, iglesia,
familia, individuo – propicia y requiere el autoritarismo
en la totalidad social. la sociedad autoritaria – burguesa
produce en todas sus instituciones, individuos sumisos que con su
resignación cotidiana, reproducen y revitalizan a todo el
sistema social en su conjunto.
La educación infantil autoritaria, basada en
los ejercicios de obediencia y posturas, rígidas,
propuestas por el Dr. Schreber, prepararon a los soldados
alemanes fascistas, quienes utilizaron la violencia
burguesa para implantar descarada y cínicamente la
dictadura de
la clase industrial alemana.
Otro producto de esta pedagogía autoritaria ha
sido el "enloquecimiento" de individuos que se rebelaron y han
sido encerrados en muros psiquiátricos, donde se les
castiga con electrochoks y lobotomía, como si fueran
niños desobedientes a los que se les debe reducir a
guiñapos, como a Murphi, el personaje de "Alguien
voló sobre el nido del Cuco". Denominada "Atrapado sin
Salida" en su versión
cinematográfica.
La filosofía pedagógica- autoritaria
del Dr. Schreber no solo fue aplicada por los espartanos, la
iglesia cristiana y los fascistas, sino también por la
sociedad burguesa decadente del presente siglo XX.
La psiquiatría oficial rusa consideran como
síntoma de enfermedad mental a todo desidente inconforme
con el gobierno
burocrático, con el fin de poder justificar legal y
médicamente su encierro en los hospitales
psiquiátricos donde se les aplicarán "terapias" que
los destruían comos seres humanos. La novela de
ficción- política de Orwell, 1984, es una clara
advertencia del peligro que la humanidad puede sufrir de triunfar
una burocracia, como
la rusa, en todo el globo terráqueo.
"El Mundo Feliz" de Huxley y "Walden Dos" de Skinner, por
el lado capitalista, son amenazas para la libertad del ser
humano, pues en dichos modelos la programación de la
existencia es, en lo esencial, semejante al modelo
pedagógico del Dr. Schreber.
"En la sociedad planificada que plantea Skinner, el
control de los seres humanos, desde la infancia, sería tan
"científico" que no se producirían disidencias con
el orden establecido.
FIN
Humberto Escobedo