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El autoritarismo en el gobierno de Alberto Fujimori y Hugo Chavez




Enviado por roa.i



    año 1990 – 1999

    1. Teorías del
      autoritarismo
    2. El Estado y las Fuerzas
      Armadas
    3. Marco teórico del
      autoritarismo en Venezuela y Perú
    4. Conclusiones
    5. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN
    :

    Perú y Venezuela
    desde su creación misma como Estados independientes, se
    vieron tentadas y flageladas por distintos regímenes
    políticos que se tomaron el poder de
    manera violenta: golpes de estado o como
    consecuencia de una larga y cruenta guerra
    civil.

    Es corto el tiempo que los
    gobiernos democráticos estuvieron en el poder.

    Estos países, parecieran que no tuviera otra
    opción de elegir por un gobierno nacido de la
    expresión popular. Cobra vigencia aquél diálogo
    histórico y memorable entre Simón Bolívar y
    el General San Martín, cuando se encontraron en Guayaquil.
    Bolívar enfatizaba que los pueblos que acababan de ser
    liberados del yugo español,
    no podían vivir más en un ambiente de
    Monarquía, que sí lo quería
    San Martín porque no estábamos preparados para la
    democracia.

    Hoy en día, esta polémica sigue tan
    vigente como cuando se dio. Ambos países se ven
    fácilmente seducidos por caudillos civiles o militares
    que, valiéndose de los fracasos y decepciones de los
    gobiernos pasados, optan o implantan un sistema de
    gobierno autoritario. Como es el caso reciente de los presidentes
    Alberto Fujimori de Perú y Hugo
    Chávez de Venezuela. Gobiernos que coinciden
    históricamente en la década de los 90.

    El presente trabajo
    comparado analizará las manifestaciones del autoritarismo
    en ambos presidentes, la naturaleza del
    mismo y la aparición del populismo para
    legitimar las acciones y que
    los acerca aún más para la aprobación del
    régimen. Como también el papel poco informador de
    la verdad y hasta distorsionador de la prensa.

    TEORÍAS DEL
    AUTORITARISMO :

    Para poder explicar con claridad este tema, nos
    apoyaremos en el enfoque de Guillermo O' Donnell,
    científico político argentino, sobre el predominio
    de gobiernos autoritarios y militares en América
    Latina, que deviene de las tensiones sociales,
    económicas y políticas
    que en décadas recientes ha generado el tipo concreto de
    modernización dependiente capitalista que ha experimentado
    América
    Latina. Tales tensiones contribuyen a una reorientación
    fundamental de las políticas nacionales, por el colapso
    del antiguo régimen político-populista, en el cual
    el sector popular era un actor significativo participante en la
    coalición política nacional
    dominante de varios países. Posteriormente apareció
    un periodo "post-populista" caracterizado por la aparición
    de gobiernos represivos autoritarios que trataban de resolver
    aquellas tensiones eliminando la participación del sector
    popular en la arena política nacional y forzando un
    movimiento
    regresivo de las rentas de este sector. Los niveles más
    avanzados de industrialización se consideran vinculados
    con un alejamiento de la política democrática y
    competitiva y con un incremento de la desigualdad.

    O'Donnell describe tres tipos de sistemas
    políticos que él ve como representantes de una
    secuencia histórica y que se ajustan merecidamente a los
    gobernantes en estudio: el oligárquico, el populista y el
    burocrático autoritario.

    Desmenucemos cada uno de ellos:

    Se entiende por Oligárquico a la elite del sector
    exportador de productos
    primarios como minerales y
    agrícolas que domina el Estado y
    orienta la política pública en función de
    sus necesidades. Tanto Alberto Fujimori como Hugo Chávez
    han destinado este sector al servicio de un
    grupo de
    empresario
    afines al régimen.

    El régimen Populista está basado en una
    coalición multiclasista de intereses urbanos e
    industriales, que incluye a la elite industrial y al sector
    popular urbano. El nacionalismo
    económico es un rasgo común de estos sistemas. El
    Estado promueve la fase inicial de la industrialización,
    orientándola hacia los bienes de
    consumo
    aumentando los ingresos del
    sector popular.

    Aunque el modelo
    Burocrático autoritario fue concebido para las dictaduras
    militares del cono sur, también nos sirve para poder
    entender el estudio de este trabajo, sistema cercano, que mejor
    se podría explicar y aplicar a los gobiernos de
    Chávez y Fujimori. Sistema excluyente, para la
    mayoría de los grupos
    sociales y tienen un énfasis no democrático.
    Los actores principales de la coalición dominante son los
    tecnócratas de alto nivel -militares y civiles de dentro y
    fuera del Estado-, que colaboran con estrecha asociación
    con el capital
    extranjero. Es decir se trata de eliminar la influencia
    política en el estado, por ser ella la causante de atrasos
    en los resultados de gobierno y se opta por una forma más
    "pragmática y profesional" de tratamiento de los asuntos
    públicos. Mucho mejor si estos tecnócratas son
    venidos del exterior, educados en universidades americanas o
    europeas y trabajaron en organismos como el Banco Mundial,
    el FMI, el tesoro de
    EE.UU., etc.

    Dice O' Donnell que esta nueva elite elimina la competencia
    electoral y controla severamente la participación política del sector
    popular. La política pública se centra
    fundamentalmente en la promoción de la industrialización
    avanzada.

    Fernando Henrique Cardoso, hace también una
    aproximación histórica al fenómeno del
    autoritarismo en América Latina. "En Latinoamérica el respeto a los
    derechos
    políticos e incluso la existencia subjetiva de esa
    noción, y a las formas formales de participación
    política ha sido más una ideología para el uso y disfrute de las
    oligarquías dominantes que una práctica
    común. Sin embargo, el reconocimiento de una historia de poder arbitrario
    no sirve como explicación del autoritarismo
    contemporáneo"

    Como dice Cardoso debemos evitar la confusión
    entre el caudillo del viejo militarismo latinoamericano y el
    control
    más institucional de poder por el cuerpo de oficiales; a
    esto se llama autoritarismo burocrático, rasgo
    característico de que no es solo un general o coronel que,
    como los caudillos del siglo XIX, imponen órdenes
    personales por decretos.

    EL ESTADO Y LAS
    FUERZAS ARMADAS :

    Más bien es la institución militar la que,
    como tal, asume el poder en orden o reestructura la sociedad y el
    Estado. Cuando Fujimori decidió disolver el congreso
    peruano, el 5 de abril de 1992, algunos sectores de la sociedad
    democrática reclamaron el rechazo de los militares
    institucionalistas, principalmente los de alto rango, para
    rechazar el golpe y volver a los cauces democráticos. Al
    día siguiente Fujimori apareció en la
    televisión para dar un mensaje a la nación,
    rodeado de toda la cúpula militar y policial, confirmando
    las medidas golpistas y trasmitir una amenaza velada a los que se
    oponían. Se había dado paso a una nueva forma de
    régimen político, encabezado por el propio
    Presidente de la República.

    Este acto sería tomado como ejemplo en todo el
    mundo. Gobernantes que tenían problemas con
    el parlamento se veían tentados a suprimirlo, como lo hizo
    Chávez; aunque justificando una nueva constitución, Gaviria en Colombia;
    intentó hacerlo Yeltsin en Rusia; Serrano
    en Guatemala; Paz
    Zamora en Bolivia;
    Rodrigo Borja en Ecuador. Todos
    a inicioa de la década del 90

    Tanto en Fujimori como en Chávez se ha visto que
    la nueva cúpula militar en el poder se declaró
    comprometida con la nación
    para reorganizarla de acuerdo con la ideología de
    "seguridad
    nacional" de la doctrina militar moderna. Fujimori declaró
    instaurado un "gobierno de emergencia y reconstrucción
    nacional". El ejército como garante del orden autoritario
    prefiere una relación basada en la alianza con grupos sociales
    amplios. El Estado tiende a excluir del proceso de
    toma de
    decisiones a las organizaciones de
    clase,
    manteniendo una estructura
    jerárquica rígida que es controlada
    burocráticamente por varias agencias nacionales de
    seguridad y por los jefes de las Fuerzas Armadas. Las
    vinculaciones entre el régimen burocrático
    autoritario y la sociedad civil se
    logran más bien mediante la cooperación y
    captación de profesionales e intereses privados en el
    sistema. Bajo estas circunstancias es poco probable que se
    materialicen grupos estables de presión, o
    que emerja una red de vínculos
    realmente corporativa entre la sociedad y el Estado. Otro
    elemento que caracteriza a los regímenes
    Burocrático-autoritario es que organizan las relaciones de
    poder a favor del ejecutivo y sus capacidades técnicas.
    Este reforzamiento de los poderes del ejecutivo implica un
    incremento de la centralización que mina la tradición
    federal. Así mismo implica eliminación o
    drástica reducción del papel de la legislatura.
    Además la judicatura es controlada en la práctica y
    en la teoría
    por el aparato ejecutivo. Por otra parte, la racionalidad
    prudencial exige el reforzamiento de un cuerpo burocrático
    de técnicos, especialmente en el campo económico.
    Estos regímenes expresan la voluntad política de
    las fuerzas armadas como institución. Así el
    ejecutivo depende de la burocracia
    tecnocrática y del único partido leal: las Fuerzas
    Armadas. En estos regímenes no existe la distinción
    entre el ejecutivo y las fuerzas armadas. Los militares tienen el
    poder de veto a las "grandes decisiones", como el control de la
    sucesión política; pero no se ven necesariamente
    implicados en la toma de decisiones referentes a la economía u otras
    cuestiones importantes. El éxito
    del régimen depende en parte del tipo adoptado de
    delegación de la autoridad
    militar al ejecutivo.

    La relación entre el Estado y los grupos de
    interés
    de la sociedad civil se basa más en los criterios y
    mecanismos de cooptación que en los mecanismos de la
    representación. Pues, quienes controlan el aparto estatal
    seleccionan a varias personas para que participen en el sistema
    de toma de decisiones, proceso de relación que se
    irá extendiendo hasta incluir a las fuerzas sociales
    más poderosas e incluso a sectores de las clases
    más bajas. Pero nunca aceptan la idea de
    representación, delegación de autoridad desde
    abajo; toda decisión se toma en la pirámide de
    poder. El militarismo de poder tiende a destruir las
    organizaciones de partidos
    políticos, con mayor razón las de izquierda;
    pero estos partidos no quedarán del todo desaparecidos,
    pasarán a hibernar y reaparecerán finalmente casi
    intactos.

    En el Perú los factores que afectaron el grado de
    autonomía de la sociedad civil frente al gobierno
    autoritario, fue la ausencia de un sistema de partidos, como
    también debido al grado en sumo eficiente de control
    efectivo por el estado, a través del Sistema de Inteligencia
    Nacional, sobre la vida cotidiana, sobre los medios de
    comunicación, así como sobre las reacciones de
    la gente a ese control.

    MARCO TEÓRICO
    DEL AUTORITARISMO EN VENEZUELA Y PERÚ :

    Julio Cotler, intelectual peruano, afirma que las
    transiciones a la democracia que se realizaron en América
    Latina, en la pasada década, propiciaron la
    vitalización de los organismos de la sociedad y renovaron
    el repertorio de las demandas del Estado. Sin embargo estos
    regímenes constitucionales no dieron una respuesta
    satisfactoria a las demandas de la población, alegando a las tramitaciones que
    dejaron los gobiernos castrenses, por la crisis de
    deuda externa
    y por la globalización económica. Ello
    generó la aparición de antagonismos generalizados
    que erosionaron las estructuras
    sociales y sus bases institucionales. Además, en varios
    países, la subversión, la violación a los
    Derechos
    Humanos y el narcotráfico, agravaron el cuestionamiento
    al estado y la fragmentación social.

    Estas circunstancias, dice Julio Cotler, motivaron la
    aparición de nuevos caudillos y se multiplicaron las dudas
    sobre la posibilidad que, en las nuevas condiciones
    internacionales, la democracia puede ser fundamento de
    cohesión social y desarrollo.
    Así, sin solución de continuidad, se pasó
    del optimismo al escepticismo; pesimismo sobre el futuro de
    Latinoamérica.

    Oscar Landi, político argentino, en su texto
    "Outsiders, Nuevos Caudillos y Media Politics", afirma que "el
    entusiasmo democrático decaído y el imaginario
    político de la transición democrática se
    encuentra perpleja con cierto desencanto, son favorables para el
    advenimiento de regímenes autoritarios y populistas. No
    existe más el optimismo por el papel de los partidos
    políticos como vehículo efectivo para reconstruir o
    construir una convivencia democrática. Se confunde la
    reposición de la vigencia de estos partidos con el
    ejercicio del voto por una opción partidaria. Se
    consideraba que el papel de representación institucional
    de los partidos y su potencial de futura capacidad decisoria en
    medio de la crisis, eran equivalentes y que sólo bastaba
    el acto electoral para instalar a los partidos en las puertas de
    mando del Estado. Esta transición respondía a los
    partidos ante la sociedad, compensado con falencias o
    déficit de organizaciones o la fragilidad que
    exhibían en su interior. Las situaciones económicas
    signadas por la incontrolable inflación o la
    pérdida de referentes para el crecimiento se
    tendían a mirar por una óptica
    por la cual los regímenes autoritarios eran la gran llave
    de la solución económica o, viceversa. Las
    calamidades económicas derivaban de la
    democracia".

    Los outsiders o los nuevos caudillos, aparecen y
    participan en la escena nacional sin quedar contaminados con la
    mala imagen de la
    vieja clase política central. En esta escena central -lo
    hemos visto por televisión-, ni Fujimori ni Chávez
    transitaban pasillos, clubes, cenas, brindis, en la que la imagen
    se contamina con la de la desprestigiada clase política
    central tradicional. El nuevo político está en la
    escena bajo la forma de una imagen, no bajo la forma de cuerpos
    en lugares de oscuras argollas políticas.

    Otro elemento a considerar es que los medios de
    comunicación se entienden como instancias de
    expresión abierta, lejos de la censura. Inclusive se llega
    a pensar que la democracia no puede abrir las compuertas para un
    juego
    más amplio de intereses en la arena política. En su
    caso más externo, los medios de
    comunicación social son los instrumentos
    que deben estar al servicio de los regímenes
    políticos autoritarios para viabilizar su
    accionar.

    Por su parte Gabriel Murillo, politólogo
    colombiano, señala a "los partidos políticos en
    América Latina como órganos desprestigiados, con
    prácticas patrimonialistas y clientelitas para hacerse del
    poder y al botín burocrático; es decir que buscan
    reproducir las condiciones de privilegio de un sector de la
    sociedad por medio de dádivas y prebendas que otorga el
    Estado paquidérmico. La sociedades
    latinoamericana observa con desconfianza las elecciones y los
    partidos políticos porque ambos representan el
    interés de unos pocos por encima de la mayoría. A
    veces, los índices de abstención electoral son cada
    vez más altos, incluyendo a los países donde el
    voto es obligatorio. Todo ello ha conducido a la aparición
    de caudillos que, valiéndose del populismo como la
    expresión de apoyo popular por encima de los partidos
    tradicionales y de la vieja clase política, son la
    expresión de unos líderes que buscan hacerse al
    favor de las masas por medio de un discurso
    mesiánico, protector, nacionalista, interpersonal, directo
    y, sobre todo, sin intermediarios. Este neopopulismo busca salvar
    la mediación de terceros como los partidos
    políticos e incluso los sindicatos,
    así se señala su falta de representatividad y su
    precaria condición de intermediación".

    En Venezuela y Perú, para poder entender mejor el
    marco de estudio, Fujimori y Hugo Chávez llegaron al
    poder, en 1990 y 1999 respectivamente, cuando los sistemas
    políticos estaban ya desacreditados por los gobiernos
    paupérrimos y corruptos y se hallaban en un estado de
    virtual colapso, la mala gestión
    había dejado huecas a las instituciones
    gubernamentales y no habían producido las tres cosas que
    todo ciudadano abrumadoramente necesita: empleo,
    justicia y
    seguridad; por ello el pueblo estaba encolerizado. En
    Perú, Alan García, que llegó al poder con
    cimas inalcanzables de popularidad para luego hundirse en el
    descrédito absoluto, explica en parte el surgimiento de
    Fujimori. Por ello, desde que asumieron la presidencia, ni
    Chávez ni Fujimori mostraron interés en una
    política democrática. Se han dedicado, por el
    contrario, en atacar el orden viejo y dirigirse al pueblo
    directamente. Fujimori, aplicando una política
    social, visitaba los asentamientos humanos más pobres
    y organizaba fiestas con la banda musical del Ejército, al
    tiempo que peluqueros, médicos, odontólogos, etc,
    atendían a los lugareños. Después del cual,
    Fujimori en persona entregaba
    víveres o ropas donadas. Tal como lo hace actualmente Hugo
    Chávez, en la zona rural de Zárate, en el que
    asistía a un grupo de cirujanos militares durante una
    operación (El sostenía una linterna).
    Volteándose hacia las cámaras de T.V.,
    bromeó: "¿Ven? ¡Ahora hasta puedo hacer
    cirugías!".

    Por todo ello es válido afirmar que el desencanto
    con la política ha exigido la emergencia de nuevos actores
    sociales que persiguen satisfacer necesidades específicas
    y concretas. El incremento de la población en
    situación precaria y en condiciones de extrema pobreza, ha
    contribuido a mantener en vilo las expectativas distributivas de
    amplios contingentes sociales populares. Este resultado de las
    transformaciones políticas y culturales ha permitido el
    surgimiento de líderes "fuera de lugar o no acostumbrados
    al medio político: outsiders"; nuevos actores
    antipolíticos, ajenos y contrarios a la "vieja clase
    política" que persiguen desembarazarse de los compromisos
    políticos contraídos.

    Estos nuevos caudillos, el caso de Fujimori Y
    Chávez, como líderes tradicionales denuncian los
    vicios e injusticias del sistema institucional y prometen
    resolver los agravios y las aspiraciones de las frustradas y
    desamparadas masas, concitando su respaldo. En esta caso las
    encuestas de
    opinión y los medios de comunicación recogen y difunden en los
    sentimientos, constituyendo las bases de legitimación del poder. Se afirmaba que
    Fujimori gobernaba, aunque él lo desdeñaba
    rotundamente, en base a estudios de mercado y
    encuestas que le permitían medir su popularidad y
    direccionar el rumbo de sus propuestas autoritarias.

    Después del golpe de 1992, Fujimori puso en
    práctica un poder autoritario, se apuró para
    concentrar el poder, para ello depuró profundamente la
    administración
    pública y colocó a un personal
    incondicional en los tribunales y en los comandos
    militares de acuerdo con los criterios de sus asesores del
    Servicio de Inteligencia; a la par que sus tecnócratas
    decretaban una serie de reformas previamente acordadas con los
    organismos internacionales. Para legitimar el golpe
    convocó a un "acuerdo nacional", para que el "pueblo"
    expresara sus propuestas, que "notables" recogerían e
    incorporarían a una nueva constitución que
    sería sometida a plebiscito.

    Todavía hay sectores de la sociedad peruana que
    piensan de Fujimori como un producto
    excepcional y único, surgido de la insalvable
    situación peruana, que vivía en la hiperinflación, caída vertical de la
    producción y los noveles de vida, junto a
    un terrorismo
    fanático y sanguinario, con la amenaza del
    narcotráfico. Fujimori y Chávez, son los encargados
    de avanzada de un nuevo tipo de dictadura que
    tiene eco en otros países latinoamericanos.

    Es fácil comprobar que los militares adquirieron
    una mayor prominencia, Fujimori Y Chávez se volcaron hacia
    las fuerzas armadas para mostrar su poder, lo tomaron como
    partido político, al no ser el movimiento que los
    llevó al poder una organización compacta y tan eficiente con
    presencia en todos los estados o departamentos del
    país.

    Como afirma Fernando Rospigliosi, intelectual peruano,
    "Hugo Chávez es definitivamente un nuevo caudillo. Y
    aunque en el terreno de la verborrea es diametralmente opuesto a
    Alberto Fujimori –parco y mal hablado-, integran ambos el
    todavía pequeño grupo de nuevos dictadores de
    finales del siglo XX. En sólo seis meses, Chávez
    recorrió gran parte del camino que a Fujimori le
    tomó casi dos años. Disolvió el congreso
    elegido en noviembre de 1998 y creó una asamblea
    constituyente donde controla el 95% de los
    escaños".

    No sólo eso, ambos han acudido a ardides sucios:
    han manipulado la maquinaria electoral y el sistema judicial y
    han restringido la libertad de
    prensa substancialmente para poder ganar al adversario
    político. Ambos creen o creyeron, con tal de derrotar a la
    vieja clase política, todo atajo es válido, no
    importa si cuestionable.

    Para Michael Shifter el "presidente Hugo Chávez
    ha protagonizado una campaña polarizante, de
    retórica virulenta, atacando los medios de
    comunicación y a la iglesia
    católica".

    Por naturaleza, Chávez tiene un manejo de
    hombre de
    espectáculo. Por horas se presenta en radio y televisión en el espacio "Aló
    Presidente", trasmitido en vivo donde desafía a sus
    críticos, amenaza a sus enemigos, canta con toda el
    alma, recita
    poemas, cita a
    Bolívar y hasta llora.

    Afirma también Rospigliosi, que "Fujimori le
    debió envidiar a Chávez, porque éste
    tenía o tiene un diario propio, un programa de T.V .
    y otro de radio, donde el mismo hace regalos a las personas que
    acuden a pedir favores. Sin duda que un renovado Fujimori. Ha
    inventado además, una nueva religión, el
    "bolivarianismo", que todos los venezolanos tienen que aprender y
    recitar. Demás está decir que Chávez es el
    sumo sacerdote e intérprete infalible de esa
    religión. Tiene una cobertura ideológica de la que
    careció su predecesor en esta nueva forma de
    autoritarismo. Chávez nació un 28 de Julio y
    Fujimori afirmaba lo mismo; aunque en el último
    cumpleaños de Chávez 40 000 "espontáneos"
    celebraron tan feliz día, cifra no alcanzada por
    Fujimori".

    Pero también Chávez ha superado a Fujimori
    en cuanto a la Constitución, que establece la
    reelección inmediata con un incremento del periodo por
    seis años de duración, lo que se traduce a
    Chávez en el poder por lo menos doce años, sin
    contar una reforma constitucional o una "interpretación auténtica " para
    poder volver a postular y reelegirse en las elecciones del 2010.
    Además ha controlado en el poder judicial,
    el congreso (el poder moral), ha
    perseguido las mismas cosas que buscaron los golpistas peruanos
    de 1992: perpetuarse en el poder indefinidamente y gobernar sin
    contrapesos, acabando con la independencia
    de poderes y controlando las instituciones que debían
    fiscalizarse. "También cuenta con una nueva Corte Suprema
    y una Asamblea nacional, que es unicameral desde que
    abolió el antiguo senado y que está repleta de
    aliados suyos. Chávez les ha otorgado a las Fuerzas
    Armadas venezolanas un papel en su gobierno que no tiene
    precedentes, entregándoles cargos claves a oficiales
    veteranos". Como en el Perú, los partidos "tradicionales"
    venezolanos: Acción
    Democrática y COPEI, están al borde de la
    extinción, y en el periodo de crisis política de
    los últimos años no han surgido nuevos partidos que
    puedan llamarse tales. Esta nueva forma de autoritarismo de
    finales del siglo XX, ha buscado nuevos cauces que no contradigan
    los mandatos de EE.UU. y a la Comunidad
    Internacional que han prohibido los golpes de estado, implica
    mantener ciertas formas democráticas para enmascarar el
    verdadero contenido dictatorial. Con los militares ocupando un
    papel decisivo en las sombras.

    Para Martha Pinzón, periodista venezolana, es
    preocupante el giro que Chávez le ha dado a su gobierno.
    "Un último ejemplo que intranquiliza especialmente en
    cuanto al equilibrio
    democrático es la "ley habilitante"
    aprobada por la Asamblea Nacional el 27 de octubre del 2000, que
    le otorga poderes especiales al Presidente para legislar por un
    año sin debate
    parlamentario".

    O la propuesta sobre "los sistemas de protección
    de la constitución"

    Que se recuerde semejante acto de fidelidad y
    sujeción del poder
    legislativo no se vio de tal forma en el Perú. Se
    sabía de antemano que todo proyecto enviado
    por el ejecutivo debía ser aprobado sin tapujos o medias
    tintas. Antes Del golpe del 92, Fujimori pidió poderes
    especiales para emitir una serie de decretos que ayudarían
    al accionar del ejecutivo. Pero el congreso peruano, anuló
    todos los poderes emitidos por juzgarlos de irrealizables. Acto
    seguido Fujimori preparó el golpe del 5 de abril de 1992.
    Este poder delegado sólo contribuye para que Chávez
    acumule un mayor poder dictatorial, y un paso más para
    centralizar el poder y evitar toda
    fiscalización.

    Joaquim Ibarz, intelectual español, afirma que
    Chávez, está tras los pasos autocráticos de
    Alberto Fujimori, "como si siguiera un guión, respetando
    una fachada democrática el presidente venezolano gobierna
    con la misma pauta autoritaria que instauró Alberto
    Fujimori. Aunque uno y otro llegaron al poder con la bandera de
    la anticorrupción".

    Coincide con Joaquim Ibarz, Lourdes Flores, ex-candidata
    presidencial peruana por la democracia cristiana, al afirmar
    cuando estuvo en Caracas, que Chávez tiene mucho de
    Fujimori: por el autoritarismo y la destitución de
    instituciones democráticas. Como si Fujimori fuera la
    inspiración del presidente venezolano. Sin duda que lo
    estudió con detalle todos los pasos dados por Fujimori,
    desde que ganó la presidencia en 1999; sobre todo
    cómo se podría instaurar un régimen
    autocrático con un barniz democrático.

    "Fujimori –afirma Joaquim Ibarz-, basó su
    legitimidad no en el respeto a las instituciones y a la
    constitución que juró defender, sino en el apoyo
    popular que se encargó de fomentar e instrumentalizar. De
    hecho, la mayoría de peruanos aplaudieron el autogolpe
    fujimorista".

    Otro índice de relación entre ambos
    gobiernos autoritarios, señala que varios colaboradores
    cercanos a Chávez son oficiales que participaron en la
    asonada de noviembre de 1992 contra Carlos Andrés
    Pérez y que tras fracasar, se refugiaron en
    Iquitos-Perú. El trato que se dio a estos oficiales fue
    como de oficiales del propio Perú: grato hospedaje y
    óptimo mantenimiento
    incluyendo el sueldo de un militar en actividad.

    Tanto Chávez como Fujimori tienen o tuvieron una
    amplia mayoría parlamentaria. Los dos han querido un
    Estado a la medida de sus necesidades antidemocráticas,
    para poder perpetuarse en el poder.

    Asegura Joaquim Ibarz que, "hacen redactar y aprobar
    constituciones que facilitan gobernar en forma autoritaria con
    apoyo militar. Uno tiene origen golpista y el otro dio un
    autogolpe; los dos acabaron con los partidos políticos
    tradicionales y sometieron a todas las instituciones del Estado,
    en especial al poder judicial, que pusieron a su servicio. Aunque
    prometieron acabar con la corrupción, ésta se
    institucionalizó al no existir ningún control. Si
    Fujimori estableció el régimen más corrupto
    en la historia del Perú, el propio Chávez dijo en
    la Asamblea Nacional "estoy de la corrupción hasta la coronilla".

    Ambos se volvieron cómplices leales, facilitando
    el enriquecimiento ilícito de los mandos militares,
    fomentando la participación de las fuerzas armadas en
    funciones
    políticas, utilizando el Servicio de Inteligencia como un
    instrumento de control
    interno.

    "Pero sin duda –afirma Joaquim Ibarz-, el elemento
    que ha unido a ambos personajes es la figura de Montesinos,
    quién preparó en Perú la buena acogida a los
    oficiales venezolanos. Después, en su fuga, no fue casual
    que el ex-asesor escogiera una clínica de Caracas para
    someterse a una operación de cirugía estética. En Venezuela se sintió
    protegido. Todo indicó que el hombre
    fuerte de Fujimori gozó de protección del gobierno
    de Hugo Chávez".

    Según el analista peruano Gustavo Gorriti "para
    Chávez y Fujimori, las fuerzas de seguridad son el eje a
    partir del cual hay que gobernar, es todo un concepto y ambos
    utilizan la democracia como débil
    cosmética".

    Por otro lado, tanto Fujimori como Chávez
    capturaron a los medios de comunicación, en especial la
    televisión. El ex-presidente peruano logró en parte
    someter a algunos periódicos y a todos los canales de T.V.
    (a excepción de canal N, de cable); Chávez
    encuentra más resistencias
    que intenta desmontar recurriendo a la amenaza que enarbola
    siempre; tal como lo hizo Fujimori: la utilización de las
    inspecciones tributarias como una medida de amedrentamiento a las
    empresas.
    Fujimori (a cargo de Montesinos) fue un maestro, algo que
    Chávez aún no logra ejecutar.

    No cabe sino afirmar que la manera como Chávez
    conduce a su régimen se parece mucho al fujimorismo. Es
    claro que Chávez se siente afectado con las comparaciones
    a Fujimori, lo que prueba que él también se da
    cuenta de que hay signos muy
    claros de que su régimen evoluciona en una dirección autoritaria y no
    democrática.

    Hugo Chávez pretende aplicar un sistema
    autoritario con aparentes medidas democráticas, que
    solucione los graves problemas de su país; pero lo que no
    entiende o, no quiere entenderlo; que no hay modernización
    por la vía autoritaria, la destrucción de las
    instituciones no contribuye a la estabilidad del
    país.

    CONCLUSIONES:

    Todavía no se entiende que, a pesar de sus
    imperfecciones, el sistema democrático es el mejor sistema
    de gobierno. Ello nos permite canalizar las trabas y
    obstáculos del sistema
    político. Los gobiernos autoritarios, los

    tratados y otros que ocurrieron en la historia, con sus
    medidas arbitrarias, no solamente no solucionaron el atraso y la
    ingobernabilidad del país; sino que lo atrasan
    política y económicamente, en las formas de
    supervivencia democrática. Todavía creemos o nos
    ilusionamos que las medidas fuertes traerán orden y luego
    progreso. Necesitamos una formación cívica, moral y
    política que nos permita sacudirnos, de una vez, del
    colonialismo que es origen para que los pueblos no renuncien a
    vivir en libertad y sometidos en sus decisiones.

    Las nuevas formas de hacer política imponen una
    democracia plebiscitaria, acentuando el principio de la
    mayoría por sobre la libertad, que hacen que se
    esté "en campaña permanente". Es la
    videopolítica, que cambió el ámbito
    público a uno donde las distinciones entre público
    y privado son borrosas. Se han devaluado el papel de las
    organizaciones de intereses ciudadanos, los partidos
    políticos.. La ciudadanía se ve representada por
    organizaciones que no son parte de la institucionalidad
    estatal.

    Todavía se creía que el Perú y
    Venezuela, a principios de los
    90 tenían una democracia inderrotable, que no podía
    ser derrocada otra vez. Esta ilusión se volvió en
    fortaleza. En realidad se avanzó poco, o se
    retrocedió, en la construcción de instituciones
    democráticas, que son la base sólida de un
    régimen.

    Venezuela y Perú, siguen siendo caudillistas, con
    o sin Chávez, con o sin Fujimori. Es muy poco lo que se ha
    avanzado en la dirección contraria, de la
    institucionalidad y el imperio de la ley. Ellos son apenas dos
    ejemplos del modo en que los sistemas políticos regresan a
    sus raíces autoritarias en tiempos de dificultades. De
    todas maneras, siempre hay un lugar para el optimismo: en tanto
    América Latina siga progresando en lo político y
    económico es cada vez más difícil que surjan
    nuevos caudillos y es probable que ese caudillismo no
    degenere en autoritarismo y permanezca más en latencia que
    en acto.

    Santiago, 2 de Mayo de 2004.

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      Fernando Rospigliosi, 1999.
    13. Los Peligrosos Pasos de Hugo Chávez. http:
      www.americasnet.net.
      Martha Lucia Pinzón.
    14. Gatopardo N. 19. Noviembre de 2001.

     

    Iván Rodríguez Alegre

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