- Resumen
- Desarrollo
- Relación entre
afrontamiento y personalidad - Hallazgos de la
investigación - Conclusiones
- Bibliografía
….."Arte de vivir en
paz con aquello que no puedas cambiar"
"Tener coraje para cambiar aquello que
pueda ser cambiado"
"Sabiduría para conocer
diferencias,
entre lo que puede y no se puede
cambiar"……
Goicochea, C., (1952)
En el presente artículo se exponen algunas
consideraciones teóricas y metodológicas para el
estudio de los procesos de
afrontamiento, que resulta importante tener en cuenta a la hora
de realizar estudios e investigaciones
en la ciencia
psicológica sobre este importante proceso.
Se exponen además, algunos resultados de las
investigaciones de la autora sobre calidad de vida
percibida vivenciada, que resaltan el papel que juega el
afrontamiento sobre los niveles positivos y negativos de
calidad de vida autorreferida y evaluada de forma
interna.
Palabras claves: Calidad de vida percibida,
afrontamiento, relación
ABSTRACT
Theoretical and methodological considerations for the
study of coping processes are presented in this article, along
with some of the results of its author’s research in
perceived and lived/self-evaluated quality of life,
which underline the role of coping with internally evaluated,
self-referred positive and negative levels, of the quality of
life.
Key Words: Perceived and
lived/self-evaluated
quality of life, coping.
El afrontamiento forma parte de los recursos
psicológicos de cualquier individuo, y
es una de las variables
personales declaradas como intervinentes o participantes en los
niveles de calidad de vida percibida, a la cual se atribuye un
gran valor e
importancia en las investigaciones sobre la calidad de vida y el
bienestar psicológico.
Los procesos de afrontamiento han sido
estudiados por varios autores como son Lazarus et, Al. , (1986,
1993), Font, A. (1990), Hernández, E. (1996), y otros, en
su relación con la calidad de vida, y es uno de los
conceptos más en boga en la investigación psicológica
actual.
Nosotros hemos estudiado el afrontamiento en las
investigaciones que se desarrollan en nuestro medio sobre calidad
de vida percibida vivenciada, y en ellas se ha
develado la complejidad e importancia de su papel
para entender los ajustes del individuo en su medio y
poder percibir
niveles positivos o negativos de la calidad de vida.
Por ello, a continuación expondremos
brevemente algunos aspectos referidos a esta variable
participante, y algunos de los resultados de las
investigaciones realizadas.
Para comenzar, ponemos a consideración del lector
algunas cuestiones teóricas sobre los procesos de
afrontamiento.
Los procesos de afrontamiento
El afrontamiento ha sido definido por Lazarus y Launier
(1978), como "los esfuerzos intrapsíquicos y orientados a
la acción
(cognitivos y afectivos), en aras de manejar demandas internas y
ambientales que ponen a prueba o exceden los recursos personales,
al ser valorados como excesivos por el individuo en
relación con los recursos de que dispone o cree disponer".
(Cit. por Font, 1990: 91).
Este concepto
siguió perfeccionándose, por Lazarus y Folkman
(1986), hasta su formulación desde una perspectiva
eminentemente contextual y con un enfoque procesual en su
análisis, así como con una
connotación transaccional que implica una forma
específica de interacción en la que hay efectos
retroactivos de la conducta sobre
las variables personales y situaciones, y, por
tanto, una causación recíproca (Sánchez
Canóvas, 1988).
Desde esta perspectiva, en la actualidad, lo primordial
en el análisis del afrontamiento es la descripción de lo que piensa y hace el
individuo cuando realiza esfuerzos dirigidos a afrontar, y su
vínculo con las emociones que
experimenta el sujeto en un determinado contexto. (Lazarus 1993;
cit por A.E. López,1999).
Estas nuevas aportaciones del concepto no se encuentran
instrumentadas en la mayoría de técnicas
utilizadas para evaluar el concepto de
afrontamiento, aspecto que, junto a la escasa
validación de ellos en nuestro medio, limitó la
selección de uno de ellos en los estudios
realizados por nuestra parte.
Se plantea que el afrontamiento es un término
tanto coloquial como científico, y que aún existe
falta de coherencia en cuanto a teorías, investigaciones y
comprensión del tema. (Lazarus y Folkman, 1986; Buendia,
J., 1999; López Martínez, 1999; Fierro, 1999). Este
aspecto trasciende al plano instrumental, en relación con
la selección de técnicas para su evaluación.
Por su parte, por ejemplo, Costa, Sommerfield y McCrae
(1996), plantean que el afrontamiento es una categoría
especial de adaptación. (Fierro, 1999). Pero Lazarus y
Folkman (1986) expresan que existe confusión al respecto
al no tenerse claro el significado del afrontamiento y su papel
en el proceso de adaptación.
El afrontamiento ha sido tradicionalmente
estudiado en su relación con el estrés y
la enfermedad, considerada esta última como un evento
estresante. Pero Lazarus y Folkman (1986) reconocen el valor que
tiene el afrontamiento no solo en el contexto salud-enfermedad, sino
también dentro de otros contextos como son la familia y
el trabajo, y por ello demandan su estudio en estos
ámbitos.
Desde el punto de vista metodológico, esto
adquiere un significado importante en los estudios realizados
pues permite estudiar el fenómeno como afrontamiento
actual y no rememorado (Buendia, J. 1999), ante situaciones de la
vida cotidiana y en la adquisición de aspiraciones y
logros, aspecto común tanto en personas sanas como
enferma, en su lucha por mantener proyectos de
vida.
Pero esto a la vez, acarrea nuevamente la dificultad
instrumental, pues ha de reconocerse que no abundan los
instrumentos diseñados para estos fines y, por tanto,
decidimos utilizar un registro del
afrontamiento que consiste en una lista de conductas asociadas a
él, que se extrae de un instrumento utilizado por un autor
(Font, A.,1990), quien estudia el afrontamiento vinculado a la
calidad de vida. Asimismo, decidimos centrar su análisis
fundamentalmente, a través del estudio de caso, con el
empleo del
método
clínico.
La dirección tomada en la
investigación reconoce, además, que el
afrontamiento no solo se analiza ante situaciones que desbordan
los recursos personales, sino que funciona también ante
situaciones que se salen de la rutina y exigen tomar alguna
decisión y, por tanto, requieren de algún esfuerzo.
Esto es reconocido por los propios Lazarus y Folkman
(1986), y es un argumento utilizado para la diferenciación
del afrontamiento de las conductas y respuestas adaptativas
automáticas.
Tomar decisiones está presente en nuestra vida
cotidiana con cierta frecuencia, y esta condición se hace
más patente cuando las condiciones y circunstancias de
vida son muy complejas y difíciles, tales como las que
vive nuestro país en los momentos actuales, sobre todo a
la hora hacer viable nuestro proyecto de vida
y hacer posible el alcance de nuestras metas y aspiraciones
individuales.
Es por ello que consideramos plausible analizar el
afrontamiento en las situaciones actuales de vida vinculado al
logro de metas y aspiraciones personales, proyectando así
su estudio en nuestras investigaciones.
Tomamos en cuenta también, que el afrontamiento
es reconocido por varios autores, como uno de los procesos
utilizados por el individuo para manipular la relación
individuo – entorno y, a la vez, es considerado como el
proceso más organizado y maduro del yo, al ubicarlo en una
escala
jerárquica con otros recursos reguladores. ( Menninger,
1963; Haan 1969, 1977; Vaillant, 1977; Cit. Por Lazarus
1986).
No obstante, Lazarus y Folkman, (1986) plantean que
afrontar no es equivalente a tener éxito,
y piensan que tanto el afrontamiento como las defensas deben
verse como algo que pueden funcionar bien o mal en determinadas
personas, contextos u ocasiones.
En esta misma dirección, Kahn (1964), citado por los
propios Lazarus y Folkman, ve el afrontamiento independientemente
del éxito adaptativo y, por lo tanto, debe incluir tanto
errores como éxitos. El afrontamiento eficaz
incluiría todo aquello que permita al individuo tolerar,
minimizar, aceptar, o incluso ignorar, aquello que no
puede dominar.
Son muchas las problemáticas que sobre el
afrontamiento se debaten en la literatura, y que
constituyen problemas a
resolver en el tema, tornándolo complejo y también
muy polémico. Por ello se hará referencia a algunas
de esas cuestiones, que la autora tuvo que valorar para tomar
decisiones al respecto, en la realización de
su investigación.
RELACIÓN ENTRE
AFRONTAMIENTO Y PERSONALIDAD
Lo concerniente a la relación entre personalidad y
afrontamiento, es una de las cuestiones debatidas en la
actualidad. Así, por ejemplo, Lazarus es uno de los
autores que considera estos dos aspectos de forma independientes,
y plantea que "el afrontamiento hace referencia a un proceso
mutable o inestable a lo largo del día, y de las distintas
situaciones vitales, y la
personalidad debía ocuparse de elementos invariantes y
dimensiones de funcionamiento humano". (Lazarus, cit por
Buendía, 1999:146).
Otros autores, como es el caso de Salvatore Maddi
(1990), exponen, de forma contundente, que el afrontamiento
representa un sector de funcionamiento personal y en
él debe diluirse. Este punto de vista es hoy en día
muy aceptado por diferentes autores como son Endler y Paker,
(1990, 1993); Pelechano (1992); Lehr y Tomae (1993) (Cit. por
Buendia, 1999).
Por ello, "en los últimos años se acepta,
la existencia de un afrontamiento disposicional, de corte
más estable y otro situacional reactivo; el primero se
encontraría en el mismo nivel de análisis de otros
muchos componentes de la psicología de la
personalidad". (Buendía, J. 1999:146).
Este punto de vista es compartido por la autora, quien,
además, considera que el afrontamiento disposicional se
acerca más a los llamados estilos de afrontamiento, y el
afrontamiento situacional reactivo tiene más similitud con
las llamadas estrategias de
afrontamiento; asimismo, opina que entre ellos pueden
existir interrelaciones como las que se describen entre la
ansiedad rasgo y la ansiedad estado,
declaradas por diferentes autores (entre los que se encuentran
los doctores cubanos en ciencias
psicológicas Jorge Grau y Marta Martín).
En esta dirección, autores tales como Mariartif y
Toussieg (1976) establecen diferencias entre estilos y
estrategias, plantean que los primeros parecen fundarse en
diferentes estructuras de
personalidad, y se refieren a la tendencia de los sujetos a usar
preferentemente un tipo de afrontamiento. Las estrategias, por su
parte, se refieren a las diferentes acciones
concretas que lleva a cabo el sujeto dentro de su estilo. (Cit
por Pereira, Y., D. N"guyen, 2000).
Se asume por la autora para el estudio, el concepto de
estilo ofrecido por Mariartif y Toussieg (1976) y su dependencia
por tanto a estructuras de la personalidad.
Aceptar el estilo de afrontamiento requiere, en
opinión de esta autora, que se aclare, además, la
diferencia de éste y los rasgos de personalidad declarados
en la literatura; partiendo del hecho de que el estilo representa
una forma más amplia, generalizada y abarcadora de
referirse a los tipos particulares de individuos, mientras que
los rasgos tienen un espectro más estrecho. (Lazarus y
Folkman, 1986; Sánchez Cánovas, 1992).
En esta dirección cabe destacar, lo expresado por
Sánchez – Canóvas (1992) quien le confiere al
concepto estilo una gran riqueza potencial, a la hora de ser
utilizado como piedra angular de enfoque de cambio; y es
que el concepto sirve para reconocer la unidad de la conducta a
través de sus cambios, lo cual permite reconocer que es un
mismo individuo el que se comporta, aún a través de
manifestaciones distintas.
Se le confiere entonces al concepto estilo una
estabilidad no estática,
y permite que el mismo no entre en contradicción con el
término proceso, cuyo aspecto esencial es el
cambio.
Estas aclaraciones son realizadas pues Lazarus y su
equipo (1981, 1985, 1986) no ven adecuado conceptualizar el
afrontamiento como estilo estable, y lo definen como un proceso
que permite libertad y
flexibilidad de cambiar las respuestas según las
circunstancias, y utilizan mucho más el concepto de
estrategias de afrontamiento (Lazarus y Folkman,1986;
Sánchez Canovas 1992).
Pero Lazarus y Folkman (1986) no afirman que no exista
estabilidad en el afrontamiento, ni que el individuo no tenga
preferencias por estrategias determinadas a lo largo del tiempo.
Más adelante, plantean que debería reconocerse que
en el afrontamiento coexiste tanto la estabilidad como el cambio.
".(Lazarus cit, por Sánchez-Canovas, (1992):152 y
153).
Dos ejemplos que hablan a favor de estas valoraciones
realizadas por Lazarus y sus colaboradores, son a juicio de la
autora, la aceptación, por parte de ellos, del
patrón de conducta A como un estilo de afrontamiento
(Lazarus y Folkman, 1986:147); y más adelante el hecho de
que Lazarus (1991) considere que el bienestar
psicológico o subjetivo (como componente importante de la
calidad de vida) es una consecuencia del afrontamiento, y sugiera
que el mismo debiera ser considerado como una tendencia a
afrontar, que se caracteriza por un estilo de valoración
positivo y que guarda clara consistencia con las emociones y el
bienestar. (Cit. por Rodríguez- Marin, ET. al.,
1993).
La consideración del patrón A de conducta
como un estilo de afrontamiento y un modelo estable
de compromisos y creencias, por Lazarus y Folkman (1986); devela
una cuestión para la autora de gran valor e importancia, y
es la participación del medio en su formación y
desarrollo, al
plantear que el patrón A probablemente surge
evolutivamente por "la internalización de determinados
valores
socialmente deseados, reconocidos o conservados, que son
más o menos característicos de las sociedades
tecnológicas e industrializadas". (Lazarus y Folkman,
1986: 148).
Este planteamiento constituye un nexo entre la
posición de autores representantes del enfoque
cognitivo-conductual, con posiciones teóricas del enfoque
histórico- cultural, que promulga y considera los factores
sociales como los determinantes, como fuente de desarrollo del
individuo, y recuerda lo expresado por González y
Valdés (1994), al expresar que ninguna de las corrientes
psicológicas del pensamiento es
un conjunto coherente, homogéneo y sistemático de
ideas, aspecto referido por otros autores, como M.A.
Roca, (2000), quien le adjudica, además, a cada una,
aciertos y desaciertos, pero acepta que al final han
contribuido al desarrollado de la ciencia
psicológica.
Los aspectos teóricos referidos llevaron a la
decisión de utilizar en el estudio los
estilos de afrontamiento como variable participante.
Se retoma la clasificación de los tipos de
afrontamiento realizada por Lazarus y Folkman (1986) quienes
valoran, además, las dos grandes funciones del
mismo, a las cuales se les atribuyen sus nombres, con objetivos
diferentes: regulación de la emoción del bienestar,
y la posibilidad de acción respectivamente; estos autores
distinguen dos tipos de afrontamiento: los orientados a la
solución de problemas y los orientados a la
regulación de la emoción.
Para la investigación, además, denominamos
activos a los
orientados a la solución de problemas, y pasivos a los
orientados a la regulación de la emoción; agregando
la posibilidad de control o no
sobre la conducta para ambos.
Es válido destacar, no obstante, que el solo
hecho de afrontar ya es indicativo de una conducta activa, por lo
que la distinción realizada en esta dirección en el
estudio es solo funcional ya que se asocian, al afrontamiento
centrado en la solución, conductas, acciones y
pensamientos que aparentan tener más movilidad en el plano
externo del comportamiento.
Varios investigadores relacionan el afrontamiento y la
calidad de vida, entre ellos, Lazarus, et al (1984,
1986, 1993), Moos. et. al (1982), A. Font, (1990),
por citar algunos ejemplos. Al respecto se plantea que
determinadas estrategias ayudan a experimentar una mejor calidad
de vida o son las más adecuadas para determinadas
situaciones; postulado apoyado por algunas investigaciones (A.,
Font, 1990; E., Hernández, 1996).
Sin embargo, esto no ha sido comprobado
categóricamente, planteándose que existen
interrelaciones entre los afrontamientos, de manera tal que uno
puede facilitar e incidir sobre el otro y hasta ser utilizados
conjuntamente, por lo que ambos se consideran efectivos al
incrementar el resultado adaptativo (Lazarus y Folkman (1993),
cit. por A. E. López, 1999)
Se acepta, a partir de estas valoraciones, que el
afrontar, en sí mismo, es indicativo de un cierto nivel de
adaptación, independientemente de los resultados que se
deriven de la actuación. Por ello, el concepto de
adaptación se convierte en una clave primordial para
entender la calidad de vida, convirtiéndose en el
vínculo de unión entre aquél y el proceso de
afrontamiento. (Rodríguez Marín; Pastor
López-Roig, 1993)
Algo interesante dentro de estos aspectos es el
desarrollo de estilos de afrontamiento que aún siendo
eficaces para el manejo de la situación específica,
atentan contra la salud (Pérez Álvarez, 1990), lo
que resulta en mayor vulnerabilidad del
individuo a la enfermedad.
Habría entonces, según A. E., López
(1997), que preguntar en estos casos, si resulta válido lo
expresado por Lazarus (1986), en cuanto a desligar
los conceptos de adaptación y éxito de los
resultados del afrontamiento.
Las estrategias centradas en el problema y dirigidas a
la modificación de alguna de las condiciones,
resultarán positivas sólo en aquellos
contextos que permitan la puesta en práctica de esfuerzos
por ejercer algún control, por lo que no son
necesariamente más eficientes, y se resalta en la
investigación la dependencia contextual del
afrontamiento.
El afrontamiento está específicamente
enlazado con la clase de
emoción que el sujeto experimenta en un determinado
contexto, y ella dependerá de los valores,
las metas y las creencias con las que los individuos se hallan
comprometidos. Las emociones también guardan,
lógicamente, estrecha relación con la
expresión y la determinación de la calidad de
vida.
El afrontamiento en el proceso salud–enfermedad se
estudia en dos direcciones fundamentales: como papel de
antecedente potencial de la enfermedad, y como mecanismo para
responder de forma adaptativa a la enfermedad. En ambos casos su
estudio resulta de interés
para potenciar y valorar el ajuste y la calidad de vida ante
afecciones de la salud.
Al relacionar el afrontamiento con cualidades de la
personalidad, se dice que la
motivación para afrontar es el aspecto más
importante de la relación.
Sánchez Canóvas y L. Sánchez,
(1994) concluyen que cada vez más se acepta la
concepción de ver a la personalidad como mediadora de la
relación entre estrés, bienestar personal y,
por tanto, la calidad de vida.
Existen otras reflexiones sobre estilos de
afrontamientos también válidos, pero preferimos
remitir a los interesados a la profundización de esta
temática en los textos que se vinculan a ellos.
A continuación ofrecemos algunos hallazgos
encontrados en las investigaciones sobre el afrontamiento en
estudios sobre calidad de vida percibida vivenciada.
HALLAZGOS DE LA
INVESTIGACIÓN EN LA RELACIÓN ENTRE AFRONTAMIENTO Y
CALIDAD DE VIDA PERCIBIDA VIVENCIADA
En los estudios realizados, los estilos de afrontamiento
han reflejado su complejidad, dinamismo, su función de
mediatizador de la adaptación encontrada, así como
su efecto en la valoración positiva o negativa de la CVPV,
y se ha demostrando su influencia sobre las emociones y el nivel
de calidad de vida expresado. (Díaz, I. et al.,1995-
2003)
Los hallazgos acerca de los estilos de afrontamiento en
los niveles de CVPV confirman que ambos, según el contexto
y la estructura
personológica de que se trate y la
situación que enfrentan, pueden facilitar un mejor ajuste
y, por tanto, el individuo podrá expresar
calidad de vida en rangos positivos, con lo que queda
confirmada la dependencia contextual y de eficacia de los
estilos de afrontamiento.
Ambos estilos contienen la posibilidad de control
conductual y pueden facilitar una sensación o vivencia
interna positiva como elemento crucial en el nivel de CVPV
expresado; el siguiente gráfico muestra la
significación estadística (p = 0.00002) de este
indicador con los niveles diagnosticados de calidad de vida, en
uno de los estudios realizados que se valoran como más
ilustrativos para el análisis.
P = 0.00002
De manera general, en los rangos positivos de
CVPV, predominan los estilos activos
de afrontamiento (centrados en la
solución del problema), o pasivos (centrados en el
control de la emoción), que facilitan el control
conductual y emocional provocando una adaptación. Esto
lleva a coincidir con lo expresado acerca del concepto
adaptación como vínculo entre afrontamiento–
bienestar psicológico y calidad de vida. (López, A.
E. 1998)
No obstante, se observa que el estilo centrado en la
solución de problemas potencia una
actitud
más activa, esperanzadora y optimista para enjuiciar y
afrontar la existencia, sobre todo si el estilo asumido esta
contextualizado, independientemente de los ajustes que
proporcionan los estilos de afrontamiento centrados en la
emoción.
Esto puede ser una de las razones por las
cuales se valora (sin que ello carezca de
detractores), por resultados empíricos
obtenidos, que las estrategias de afrontamiento centradas en la
solución del problema potencien más bienestar y
calidad de vida que las centradas en el control de la
emoción. (Font, A., 1990; Hernández
Menéndez, E.; et al. ,1996).
Puede verse en el gráfico que en los niveles de
pobre y mala calidad de vida no se observaron estilos de
afrontamiento activos ni pasivos controlados.
Predominan en los niveles más negativos (pobre y
mala), los estilos de afrontamiento pasivos sin control y, en
menor representación, los activos
descontrolados.
Todos estos resultados hablan de que ambos estilos
pueden ser positivos siempre que estén en función
de las propias demandas que el medio impone, es decir tienen que
estar contextualizados, y es un análisis que permite
comprobar lo planteado por Lazarus y otros autores (1986), de que
el resultado del afrontamiento puede o no tener éxito para
la conducta adaptativa. Ello corrobora, por otro lado, lo
expresado por Fernando González (1997) al enfatizar el
papel activo que tiene también el medio en su
interrelación con la subjetividad y los niveles de
funcionamiento óptimo en el
hombre.
Además, invita a pensar en las
múltiples determinaciones que tiene la conducta humana,
en la cual no solo participan procesos internos para
lograr funcionamientos eficientes, sino que el medio
también aporta y sostiene en ocasiones a éstos,
como aspecto determinante en la conducta adaptada de aquí
que se hable de recursos internos y externos para
afrontar de manera exitosa.
Los casos que se ubican en el nivel de aceptable calidad
de vida (ver gráfico) que mostraron estilos de
afrontamiento que no permitían control (activos y
pasivos), tienen, como elemento común, autovaloraciones
inadecuadas o ineficientes (por exceso o por defecto)
Esto se puede traducir en aspiraciones y metas mal
formuladas o conducidas por fallos en los mecanismos de
regulación, o la no controlabilidad o viabilidad real en
el contexto en que se valoraran y, por tanto, su inadecuado
afrontamiento.
Esto puede ser uno de los posibles vínculos entre
el afrontamiento y la autovaloración, y su
repercusión e incidencia en el nivel de calidad de vida
expresado, y la posibilidad de pensar que ambos
procesos puedan ser considerados como los determinantes
fundamentales de la calidad de vida percibida vivenciada.
(Díaz, I. B., 1998, 1999).
Estos determinantes serían valorados como
variables de mediación al intervenir en el proceso de
seleccionar e interpretar la información situacional de acuerdo con sus
predisposiciones cognitivas y afectivas.
Ante esta situación, es útil plasmar lo
expresado acerca de que "La resolución positiva de unas y
otras crisis abre
una nueva etapa de desarrollo
personal y autorrealización. Pero el fracaso en
afrontarlas puede hundir a la persona en la
miseria, en la depresión
y en la infelicidad" (Erikson (1968); Loevinger [1976] cit. por
Fierro, A. [1997: 18]).
Todo ello habla de la importancia del afrontamiento para
la eficacia de la conducta, el control emocional y
adaptación al medio.
Por otro lado, resulta interesante ver en la población enferma o con algún
padecimiento, estudiada en nuestro medio, estilos de
afrontamiento utilizados para promover la aceptación y
adaptación y experimentar niveles de calidad de vida
percibida – vivenciada expresadas en niveles medios
(aceptable y pobre) de manera general, a pesar de la existencia
de aspectos objetivamente evaluados como negativos, estresantes,
o de deprivación funcional (I. Díaz,
et al. , 1996-1998).
Pensamos, además, que existe cierta
predisposición o tendencia al afrontamiento positivo, que
permiten a la persona ver la vida de forma agradable
y mostrarse como un ser optimista, a pesar de las realidades que
se analizan y afrontan. Las paradojas que se describen en las
investigaciones sobre calidad de vida pueden en parte ser
explicadas por esta afirmación, que sostiene,
además, como positivo, el hecho de que el
individuo intente sobrellevar etapas y
circunstancias negativas y conservar el significado y el sentido
de vivir.
En el artículo se exponen aspectos
teóricos de actualidad sobre la categoría
afrontamiento, que develan cuán polémico resulta
actualmente este concepto, que ya tiene más
de 60 años de formulado, y que aún promete tener
mucho valor, vigencia y actualidad para el quehacer investigativo
y práctico de la psicología.
Se dan a conocer hallazgos de los estudios de la autora,
donde se relaciona el afrontamiento y la calidad de vida
percibida vivenciada, realizados en nuestro medio, que nos
llevan a valorar y considerar, a
nuestro parecer, que el afrontamiento sea uno de los
determinantes fundamentales en el juicio valorativo de la calidad
de vida, y su posible vínculo con la
autovaloración, ambos considerados mecanismos reguladores
que permiten la adaptación del individuo y su
medio.
Buendia, J. (1999): " Familia y
Psicología de la Salud". Ediciones Pirámides S.A.
Madrid
España.
Díaz, I.; Y. Díaz ; L. Vázquez
(1996): "Calidad de Vida Percibida-Vivenciada en Pacientes
con Infarto Agudo
del Miocardio". Libro Resumen
del 1er Taller Internacional de Psicología Latinoamericana
y Caribeña. Santiago de Cuba.
Cuba.
Díaz Corral, I. B. (2001): " La calidad de
Vida. Reto y Necesidad en el Mundo Contemporáneo Actual",
Rev. Santiago No. 94, 3 (2001). Ediciones Universidad de
Oriente. Pág.51-67. ISSN 0048 9115.
…………………… (2002): "Valoraciones
desde un juicio autónomo y personal sobre calidad de vida
y la valoración actual del país", Rev. Santiago
No-. 95 1(2002). Ediciones Universidad de Oriente. Pág.
116-129. ISSN 0048 9115.
…………………….. (2002):
"Psicología y calidad de vida. Una propuesta de
invitación a su estudio", Rev. Santiago, Edición
Especial No-. 98, (2002). Ediciones Universidad de Oriente.
Pág. 134-140. ISSN 0048 9115.
……………………. (2003):
"Fundamentos filosóficos para la definición de
la categoría calidad de vida desde la ciencia
psicológica con un enfoque materialista dialéctico"
Rev. Santiago, Edición Especial No.-101 (2003),
Pág. 480 – 490. ISSN 0048 9115.
…………………… (2003): " Determinantes
Psicológicos del juicio Valorativo de calidad de vida".
Libro Resumen Congreso Bienal de Psicología en Santiago de
Cuba. V Taller de Psicología Latinoamérica y Caribeña. Centro de
Convenciones Heredia. Santiago de Cuba. Cuba.
Fierro Bardají, A. (1997):"Estrés,
afrontamiento y adaptación". En M.I. Hombrados (Coord.)
Estrés y Salud.Editorial Promolibro. Valencia.
España. Pág. 11 – 37.
Font Guiteras, A. (1990):"Estrategias de
afrontamiento adaptación y calidad de vida". Revista
Comunicaciones. II Congreso del Colegio Oficial de
Psicólogos. España. Pág.90-96.
Goicochea, C. (1952): "Diccionario de
citas". Barcelona. Editorial Labor SA, 2001
González Rey, F. (1997):
"Epistemología cualitativa y personalidad". Editorial
Pueblo y Educación. La Habana.
Cuba.
González Rey, F.; H., Valdés Casal
(1994): "Psicología humanista. Actualidad y
desarrollo". Editorial Ciencias
Sociales. La Habana. Cuba.
Hernández Meléndez, E.; et. al.
(1996): "Calidad de vida después del trasplante
cardiaco en Cuba". Libro resumen. PsicoSalud 96. II Conferencia
Psicología de la Salud. Ciudad Habana. Cuba. Pág.
143.
Lazaruz, R. S.; S., Folkman (1986):
"Estrés y procesos cognitivos", Ediciones
Martínez Roca. S.A., Barcelona, España,.
Lazaruz, R. S.; S., Folkman (1986 a): "El
concepto de Afrontamiento" en Estrés y procesos
cognitivos", Ediciones Martínez Roca. S.A., Barcelona,
España, pág 140-244.
López Martínez, A. E. (1997):
"Aspectos conceptuales y metodológicos implicados en
la relación entre estrés y calidad de vida". En
Hombrados. M I, Comp. Estrés y Salud. Valencia.
Promolibro. España. Pág. 39 – 69.
………………………………. (1998): "El
constructo de calidad de vida". Impreso del curso del doctorado:
Ocio y calidad de vida. Universidad de Málaga.
España.( Fotocopia).
………………………………..
(1999a): "Estilos y estrategias de afrontamiento en el
cáncer de
mama". Proyecto de
Investigación. Departamento de Psicología
Social y de la Personalidad. Universidad de Málaga.
España. ( Fotocopia).
Pereira Ramírez,
Y.; D., N´guyen Pérez; I., Díaz Corral
(2002): "La Autovaloración y los Estilos de
Afrontamientos: determinantes psicológicos de la calidad
de vida percibida- vivenciada. Estudio preliminar. Trabajo de
Diploma para optar por el título de Licenciado en
psicología, Departamento de Psicología, Universidad
de Oriente, Santiago de Cuba.
Roca Perara, M. A. (2000): "Psicología
Clínica. Una Visión General". Editorial
Félix Varela, La Habana. Cuba.
Rodríguez Marín, J.; M. A., Pastor; S.,
López- Roig (1993): "Afrontamiento, apoyo social,
calidad de vida y enfermedad", Revista Psicohema, Volumen 5,
Suplemento. Pág. 349-372.
Sánchez-Cánovas, J., M. P.,
Sánchez López (1994): "Personalidad,
Estrés y Salud". En Psicología Diferencial:
Diversidad e Individualidad Humanas, Editorial Centro de Estudios
Ramón Areces, S.A.. Madrid, España. Capítulo
XIV pág. 483-525.
Autor:
Lic. Ileana Beatriz Díaz Corral
Departamento de Psicología
Universidad de Oriente
E-mail: