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Mundo contemporáneo: comunicación, identidad y mediaciones




Enviado por comalternativa



    1. Respuestas ante el determinismo
      tecnológico

    Introducción

    El siglo XXI, que iniciamos, trae consigo una de las
    crisis
    más singulares en la historia de la humanidad,
    singular, entre otros hechos, porque por vez primera podemos
    decir que la gran mayoría de los seres humanos estamos
    vinculados, de una u otra manera, a problemáticas y
    preocupaciones generalizadas, llámense detrimento de
    nuestros hábitats, contaminaciones, descontrolados
    crecimientos demográficos, pandemias, pobreza,
    etc.

    Empero, asistimos, también, a una inusitada forma
    en el manejo de la información y comunicación, que
    convive con la tradicional y aquella que se ha convertido en el
    brazo derecho de la calificada globalización, mostrándonos que las
    nuevas
    tecnologías son capaces de verdaderas sorpresas, en
    términos de la circulación de productos,
    símbolos e imágenes,
    sobre una masa multicultural; que estamos aprendiendo que los
    recursos
    escriturales y orales, no habían sido los únicos
    para afianzarnos en nuestras identidades.

    Para muchos investigadores de las ciencias
    sociales, estos fenómenos traen consigo nuevas
    lecturas, nuevas concepciones y nuevas teorías; porque como muy pocas veces, se
    han puesto en vilo a esas identidades marginadas de la toma de
    decisiones del mundo contemporáneo, principalmente, en
    aquellos países que hemos guardado en nuestros territorios
    resabios, grandes o pequeños, de culturas que aún
    conservan sus cosmovisiones y cosmogonías, pero que hoy
    ven en peligro su propia sobrevivencia, ante una desventaja
    simple pero certera, sin narrativa no podría concebirse
    la identidad
    , y esto se comprueba con mayor fuerza en
    aquellos conglomerados ágrafos y
    dueños de la tradición oral.

    No obstante, el proyecto
    globalizador trae consigo una lógica
    reacción, la salvaguarda cultural de y sus actores,
    además de la constitución de esos Estados –
    Nación
    que nos alberga, surgidos al fragor de un liberalismo ya
    caduco, y del nuevo que no respeta fronteras; que ha organizado
    un nuevo mapa social, que lucra con todo aquello que le sea
    conveniente, y desecha lo que no sirve a los propósitos
    hegemónicos. Reacción cuya fuerza y portento son
    cada vez más notorios, tal como acontece en gran parte del
    orbe latinoamericano en resistencia a los
    tratados de
    Libre
    Comercio, que coloca en un real menoscabo a aquellos
    países cuya industria es
    incipiente, y que tendríamos que enfrentar al arrollador
    empuje con nuestros recursos
    naturales que han sido o están siendo negociados hacia
    las transnacionales, o sufren depredación por los propios
    ciudadanos, por una situación económica
    verdaderamente desventajosa.

    Este fenómeno se da, porque el principio
    básico del respeto de la
    otredad esta siendo vulnerado por las estrategias
    discursivas, que han sobrevaluado a la imagen respecto a
    los recursos escriturales y orales. Preocupación
    sólida en el entendido que la fuerte sobrecarga de la masa
    simbólica en la construcción societal, y la creciente
    industria de lo simbólico de los países centrales,
    estarían reconfigurando los saberes, y quizá
    llevando hacia una hibridación de los propios, opacando
    cualquier posibilidad autonomista de las culturas que son las
    directas afectadas, más aún si hacemos referencia a
    la convergencia tecnológica y planes de su mayor socialización, que llegan a sectores tan
    sensibles como son los niños y
    jóvenes.

    Desde luego que la discusión se centrará,
    sobre el "desarrollo y
    el desarrollismo", de esos inmensos grupos humanos,
    que somos parte del proyecto de la
    globalización de forma inconsulta, pero,
    además, aún siendo mayoría, estigmatizados
    respecto a nuestros saberes, nuestras étnias, nuestras
    expresiones, etc., excepto si pueden ser incorporados al mercado, para su
    uso, usufructúo o su utilización
    eventual.

    Por lo tanto, nuestra desventaja es mayor no solamente
    en términos económicos, que ya son distantes de los
    países centrales con relación a los periféricos o en desarrollo, sino que la
    Sociedad de la información, está abriendo
    una brecha mayor entre los privilegiados de clases aventajadas,
    al ser poseedores de nuevas herramientas
    que les permita mantener sus prerrogativas, con la telemática, y los recursos interactivos,
    mientras los otros difícilmente acceden y usan su derecho
    a la palabra y la escritura,
    marcando así diferencias internas y externas, sin dejar de
    sostenerse que niveles extremos de pobreza son causales de la
    deprivación cuyo atentado es directo sobre la salud mental y
    física de
    centenares de miles de personas.

    Nuestros Estados, por tanto han perdido gran parte de su
    legitimidad, sufriendo paulatinamente su
    desterritorialización económica y cultural, el
    proyecto hegemónico empeñado en una campaña
    del reconocimiento de todos los derechos fundamentales de
    los ciudadanos, se constituye una respuesta de doble filo, toda
    vez que está empujando a los gobiernos en la
    búsqueda de mayores recursos para cubrir esas necesidades,
    sobre una economía y distribución mundial completamente
    desigual; y como sobrecarga a movimientos sociales por la
    reivindicación de esos derechos y el afianzamiento
    lógico de los afectados, que se empresa en la
    xenofobia,
    nacionalismos o fundamentalismos.

    Obviamente, acá habrá de surgir la vieja
    discusión sobre la carga ideológica que
    entrañan o no las tecnologías, su
    "satizanización" cuya analogía se puede aplicar en
    la predestinación de algunos contrarios cuando comenzaba a
    masificarse el automóvil, empero, el proyecto global, tal
    como podemos comprender en su significación, va más
    allá de lo tangible, está delineando una nueva
    sociedad, de
    la cual todos somos parte, buscando una hegemonía
    manifestada en una "cultura
    única", y son más bien esas tecnologías
    instrumentos para su consolidación.

    Tampoco significa ingresar a la lógica del
    aislamiento, como propusieran los socialistas utópicos en
    su momento, puesto que así como el sincretismo ha
    posibilitado la introducción de nuevos elementos, la
    interculturalidad es afín a nuestras sociedades, o
    podemos comunicarnos a través de lenguas francas, debemos
    hacer esfuerzos para poner en la palestra nuestra palabra,
    revitalizarla y utilizar esas tecnologías a favor,
    revestiendo al imaginario colectivo, aquel que se ha mantenido
    durante los últimos siglos, en muchos casos
    incólume.

    Respuestas ante el
    determinismo tecnológico

    Hasta hace poco, los particularismos, determinismos y el
    propio darwinismo social, aparentemente habían sido
    erradicados, empero el determinismo tecnológico y
    económico, se ha solidificado en la sociedad posmoderna,
    trayendo consigo todos los prejuicios propios de sociedades
    sesgadas, buscándose, por lo tanto, estrategias inmediatas
    que conlleven en sí mismas la resolución
    de conflictos en forma consensuada y sobre todo
    pacífica.

    La respuesta está en la consolidación de
    la representatividad y reconocimiento de nuestras gentes en su
    sitio de origen y ante la comunidad
    internacional, con todos sus derechos y garantías;
    especialmente en la capacidad de disentir frente a los
    atolladeros artificiales a los cuales no hemos sido llamados,
    sino por el contrario empujados; en la definición de
    mediaciones propias y acordes a cada identidad o cultura; en una
    reapropiación de la palabra que tenga sentido
    intrínseco y único; en el uso alternativo de las
    tecnologías de la
    comunicación e información, mostrando nuestra
    propia visión de mundo.

    Está en la necesidad de ser actores del propio
    desarrollo, con autonomía, en la posibilidad de hacer que
    la vida sea vida, en todo el sentido de la
    palabra…

    El reto está en la construcción de nuevos
    Estados, que no es ni será una tarea fácil, en la
    perspectiva que "en la historia no hay casualidades" y sobre la
    base que la coyuntura descrita se presenta como adversa ante
    nuevos rumbos. Esa coyuntura de la lidia política y social de
    las identidades, encarna la antítesis a la
    globalización, su permanente oposición al
    etnocentrismo ante la arrogante posición occidental, pero
    es la cortapisa para evitar mayores daños y la defensa de
    la identidad y los diversos ecosistemas
    que los sustentan.

    Dejar de lado aquella idea que la imaginación y
    la memoria,
    como "armas de
    difícil derrota", el proyecto globalizador está
    haciendo mella justamente sobre éstos elementos, por lo
    tanto la recuperación de nosotros mismos y el porvenir,
    depende única y exclusivamente de catalizarlo. En otras
    palabras sabernos ayer, hoy y proyectarnos en el mañana
    libremente; momento en el cual sepamos como enfrentar aquello que
    es perceptible e imperceptible; en la comprensión que a
    este paso estamos cada vez más alejados de esa memoria
    histórica, del imaginario, de los saberes
    heredados.

    Habrá que estar seguro,
    así como el modernismo
    fuera sobrepasado por la posmodernidad,
    decenios más adelante ya no estaremos discutiendo sobre
    las nuevas tecnologías de la comunicación e
    información, se habrá consolidado el cambio
    cualitativo, germinando otra realidad y quizá, aún
    más inconmensurable que su precedente; se abrirá a
    la sapiencia humana, la ética y
    validaciones sociales, a la "sociedad de la información
    genética",
    para ese entonces habrá que estar más preparado,
    especialmente para no admitir más equívocos, ni
    planes trasnochados.

     

    Por:

    Gustavo Cardoso Subieta

    La Paz – Bolivia

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