Una visión ideológica de la vinculación entre la investigación, la ciencia y la tecnología
- Las visiones del
interés de la investigación - El contínuo
ciencia-tecnología - La interfase
ciencia-tecnología en la práctica de
investigación
Las visiones del
interés
de la investigación
Una cuestión que, en mi opinión, no ha
sido suficientemente planteada y debatida en los medios
académicos y científicos, no obstante la profusa
literatura al
respecto, es la concerniente a cuál es el interés
que motiva la investigación científica en todos y
cualquiera de sus extremos y acepciones; cuestión que, por
lo tanto, es también la de los valores
esenciales de la ciencia.
Jürgen Habermas propone distinguir tres tipos de
interés de la ciencia: la explicación y el control de los
fenómenos (interés de las ciencias
empírico analíticas), la comprensión del
significado de la interacción humana (interés de las
ciencias histórico-hermenéuticas), y la
emancipación de los individuos ante la dominación
(interés de la teoría
crítica). Esta es una propuesta discutida y
discutible para abordar el análisis de intereses y valores en
relación a la investigación científica, pero
es pertinente porque ubica la cuestión a nivel
descriptivo, en la pregunta: ¿qué interés
subyace a la práctica de la investigación
científica existente?, como a nivel prescriptivo, en la
pregunta: ¿qué interés debe subyacer a la
practica de la investigación científica?
En la primera parte de esta disertación intento
señalar derroteros para responder ambas
interrogantes.
Generalmente la investigación científica
es definida por su objetivo
inmediato: el descubrimiento. Este es el núcleo de una
visión académica y tradicional de la
investigación, compartida por filósofos de la ciencia y por especialistas
en métodos
científicos. Así, Mario Bunge dice que la
investigación es un proceso
metodológicamente orientado y consistente en averiguar
algo acerca de cosas de algún tipo y Max Weber
sostiene que el trabajo de
investigación y la búsqueda constante, la actividad
de descubrimiento y la satisfacción de realizarlo es lo
único que debe importar al científico, que es
integrante de una especie social diferenciada al que sólo
le interesa su actividad, en tanto que Ezequiel Ander Egg
sostiene que la investigación es un proceso formal,
sistemático, racional e intencionado en el que se lleva a
cabo el método
científico de análisis. Es fácil
advertir que todas estas definiciones comparten la omisión
de indicar la finalidad de la investigación y, por tanto,
responden a la pregunta: ¿qué interés
sostiene la practica de la investigación
científica? con una sencillez y austeridad extremadamente
positivistas: el único interés verdaderamente
relevante de la práctica de investigación
científica es producir y acrecentar el
conocimiento de los objetos del mundo. Esta es una
visión todavía dominante en la comunidad
académica. La he compartido muchos años, en los que
he reiterado que la investigación científica es el
proceso de producción de conocimiento
científico; actividad de construcción y determinación de
objetos de conocimiento
contrastables a través de informaciones novedosas
obtenidas con empleo del
método
científico.
Sin embargo, esta visión, que caracteriza a la
investigación como una actividad esencialmente
contemplativa y la ubica en un ambiente de
asepsia ideológica que no existe realmente en
ningún medio institucional o social, ha sufrido los
cuestionamientos y embates crecientes de corrientes de la
actividad intelectual finalmente nucleados en el partido de la
denominada "investigación acción", que es una visión
alternativa y comprometida en la que el investigador
adquiere deliberadamente obligaciones
con el objeto social (un grupo o
comunidad) de su investigación y contribuye a estructurar
la identificación y el análisis de algunos problemas
acuciantes, aportando asimismo a resolverlos con sus herramientas
teóricas y técnicas
pero necesariamente con la colaboración racional y activa
del propio grupo o comunidad.
Una buena parte de la investigación universitaria
en el Perú sigue en la senda de la visión
académica tradicional, configurando una verdadera doctrina
metodológica, pero es pertinente mencionar que en la
práctica la vigilancia del interés exclusivamente
epistémico de la investigación se ha relajado y el
abandono del debate acerca
de las influencias recíprocas entre ciencia y sociedad
condiciona que los compromisos ideológicos y sociales que
esta visión expulsó por la puerta están
ingresando subrepticiamente por la ventana en muchas investigaciones a
nivel de tesis
universitarias.
Por otro lado es necesario reconocer que adquiere mayor
importancia la visión y la práctica de la
investigación acción. Experiencias interesantes de
investigación acción se están llevando a
cabo en el Perú en diversos campos y conozco estudios en
materias muy diversas, por ejemplo, acerca del impacto del
mejoramiento de la infraestructura de saneamiento en comunidades
campesinas de Cajamarca sobre la salud y la calidad de
vida de la población, acerca del urbanismo de la
ciudad popular en Villa El Salvador, acerca de cambio
curricular en educación primaria, y
acerca del desarrollo
sustentable de comunidades huambisa.
Estudios como estos muestran que la visión de la
investigación acción, a diferencia de la
visión académica tradicional de la
investigación, rechaza la actitud
contemplativa y la asepsia ideológica del investigador;
muestran también que su interés no es puramente
gnoseológico, que enfatiza el compromiso ideológico
con la solución de los problemas que indaga y con los
intereses del grupo o comunidad beneficiario.
He llegado al convencimiento de que la visión de
la investigación acción es superior a la de la
investigación académica tradicional porque no es
indiferente al imperativo de que el conocimiento
científico debe servir para estructurar y solucionar los
problemas que obstaculizan a la humanidad alcanzar mayores
niveles de bienestar y realización individual y colectiva.
Creo con firmeza que la visión de la investigación
no puede ser indiferente, por ejemplo, al hecho de que las
ingenierías de producción y la biotecnología logren una producción
agrícola anual mundial suficiente para alimentar 12 mil
millones de seres humanos, el doble de la población del
planeta, y sin embargo cada año sufre hambre
crónica cerca de la cuarta parte de la humanidad. Creo,
asimismo, que la visión de la investigación no
puede ser indiferente ante el desastre ecológico que viene
gestando la industria de
combustibles fósiles, que insume ingentes cantidades de
recursos en
proyectos de
investigación y desarrollo de
productos para
beneficio de un oligopolio
industrial, mientras sabotea la asignación de recursos
para la investigación tecnológica y la
industrialización de nuevos medios energéticos
generados por flujos de elevada concentración de
energía, como el plasma. Esencialmente, considero que la
visión puramente cognoscitiva y socialmente
des-comprometida de la investigación es moralmente
cuestionable porque pretende ignorar que la lógica
del descubrimiento es y sólo puede ser
antropocéntrica, es decir, al servicio de la
realización humana.
Pero la superioridad de la investigación
acción encuentra su límite en la falta de
autonomía de sus intereses. La visión de la
investigación acción es tributaria de una
visión más vasta, la del globalismo que intenta
imponer al mundo un modelo de
desarrollo desigual que garantice la hegemonía cultural y
la dominación política y
económica del Occidente post-industrial, y la
asociación subordinada del resto del mundo. Los think
tanks del globalismo han establecido que el mantenimiento
del desequilibrio global exige, por ejemplo, disminuir ciertos
extremos de inequidad y, entre ellos, la pobreza
extrema y la exclusión
social, a la vez que es necesario elevar los niveles
educativos de la población para facilitar su
incorporación funcional al mercado y al
sistema. Esta
perspectiva es instrumentada por organismos financieros
internacionales como el Banco Mundial
y por la red mundial de
ONGs, a través de los cuales operan intereses estatales de
las grandes potencias. No puede sorprender, por tanto, que la
visión y el paradigma
metodológico de la investigación acción sean
desarrollados en el marco institucional, difuso y poco
transparente, auspiciado por esas entidades, inclusive a nivel de
manuales y
guías técnicas de formulación y evaluación
de proyectos, construyendo una ideología desarrollista que se materializa
en prácticas de investigación acción en
temas muy diversos.
Es así como el elevado y creciente respaldo de
los organismos internacionales y de otras fuentes de
cooperación económica del hemisferio norte, a las
organizaciones
y personas que adhieren a la investigación acción,
especialmente a las ONGs, es un factor determinante para la
reciente decadencia de la visión académica
tradicional de la investigación científica, tildada
con certeza de contemplativa y de promover la insensibilidad
social de la comunidad científica ante los problemas
reales que exigen su aporte para solucionarlos. Una consecuencia
de esta decadencia es el desfase entre la investigación
"académica" (de alcance mayormente analítico)
producida en parte de las universidades y la investigación
"desarrollista" (de alcance prospectivo) producida mayormente
fuera de ellas. Este desfase obstaculiza el acceso de
investigadores universitarios a mayores recursos para la
investigación, puesto que las fuentes de
financiamiento consideran que su orientación
epistémica y metodológica no conduce a proponer
soluciones
prácticas a los problemas estudiados.
En consecuencia, el escenario está preparado para
que a mediano plazo se pueda erigir triunfante la
investigación acción que, enarbolando sus valores
positivos de compromiso social, pero sobre todo, sus grandes
fuentes de recursos financieros, se configura actualmente como
una visión de investigación "políticamente
correcta" y cada día más presente en medios
universitarios.
El perfil políticamente correcto de la
visión de la investigación acción alude
directamente al hecho de que en casi todo el mundo disfruta del
apoyo estatal y supra-estatal, y al hecho de que su propuesta
metodológica participativa, sus herramientas
técnicas y la eficacia de sus
resultados inmediatos (productos, efectos e impacto) son
progresivamente incorporados al imaginario social como elementos
de un modelo exitoso de investigación; éxito
que, en realidad, suele ser medido a través de indicadores
construidos ex profeso y que figuran en sendos manuales de
evaluación de proyectos, que en
varios casos son únicamente medios para justificar la
inversión y para acomodar la
relación entre los resultados y las metas
previstas.
Sin embargo, la confrontación entre la
visión académica tradicional de la
investigación y la visión de la
investigación acción ignora la presencia de una
tercera visión, todavía emergente, a la que
provisionalmente denominaré visión humanista de la
investigación, para la cual la investigación
científica es la práctica de realizar
descubrimientos que mejoren los principios
epistémicos conocidos, por medio de los cuales las
generaciones subsiguientes puedan realizar generaciones enteras
de conocimientos científicos, a la vez que es la
práctica capaz de originar un conjunto de objetos
útiles. Los objetos pueden considerarse "útiles"
sólo en la medida en que, como clase, eleven
significativamente y en forma creciente la tasa media de
bienestar de la humanidad.
La historia de la ciencia
está llena de ejemplos que demuestran cómo un
descubrimiento teórico o el desarrollo aplicado de una
teoría originan directamente objetos útiles. Un
caso sobresaliente es el de la fundación que hiciera
Johannes Kepler (s. XVII) de la física matemática
comprensiva, a partir de cuyos razonamientos y postulados se
derivan los principios tecnológicos del cálculo
mecanizado y, de éstos, el artefacto de la calculadora
mecánica. Otro caso es el de la
teoría cinética de los gases,
propuesta por Maxwell y otros (s. XIX), que sustenta la tecnología de la
refrigeración y ha permitido la
fabricación de varias generaciones de sencillos artefactos
refrigeradores.
La visión humanista de la investigación
re-localiza el interés que anima a la investigación
científica y el objetivo inmediato de su práctica.
Desde este punto de vista el interés subyacente de la
investigación no es gnoseológico, como sí lo
es para la visión académica tradicional, ni el
objetivo inmediato de la investigación es solucionar
problemas
sociales en el marco del modelo dominante de desarrollo, como
sí lo es para la visión de la investigación
acción. En la visión humanista el interés
que subyace a la investigación es activista en el sentido
de transformar y mejorar las condiciones generales de vida de la
humanidad, y el objetivo inmediato de la investigación es
producir "objetos útiles", es decir, "utilidades" en el
sentido de "valores".
El diccionario de
la Real Academia Española, de Madrid, define
el vocablo "utilidad" como:
"provecho, ganancia, valor que en
si tiene una cosa. Conveniencia o necesidad de carácter colectivo en el orden moral o
material". Es muy significativo que entre los términos
"utilidad" y "valor" exista una estrecha similitud de
significado, considerando que la noción de "valor"
adoptada en esta disertación es tanto moral o ética como
enraizada en el significado de la expresión inglesa
"value", que es estrictamente: utilidad. Así, lo
que aquí interesa rescatar de la noción de
"utilidad" es la posibilidad de observar y medir objetivamente el
valor que representa para el género
humano y los grupos
sociales que lo conforman.
La consideración del tema de los valores me
permite señalar la diferencia axiológica existente
entre las tres visiones de la investigación.
Aunque la investigación en su visión
académica tradicional se cubre de neutralidad
axiológica, sofisticadamente acreditada como
"objetividad", no puede rechazar la crítica de que es
injustificable practicar la investigación con un
interés puramente gnoseológico, exento de responsabilidad
social e histórica. Aunque la investigación
acción se presenta como "desarrollista" y plena de
responsabilidad social, tampoco puede rechazar la
crítica de que es injustificable practicarla con
sumisión a las exigencias de adhesión al modelo de
desarrollo imperante por la voluntad de los organismos
financieros internacionales, de su asociada la red mundial de las
ONGs y de los think tanks ideológicos que nutren
las políticas
y estrategias de
conservación del status quo mundial y su desigualdad
social y regional.
Frente a estas dos cuestionadas visiones, la
visión humanista de la investigación tiene
superioridad axiológica, porque su interés no es
contemplativo y carente de compromisos sociales, pero tampoco es
el activismo comprometido con un modelo de desarrollo
sobre-determinado por los poderes globales. En la visión
humanista la investigación científica tiene el
interés de aumentar progresivamente y en medida creciente
la tasa media de bienestar de la humanidad a partir del
incremento deliberado de la productividad del
trabajo con
empleo de nuevas y mejores tecnologías, y a partir del
aumento físico del consumo.
Entonces, arribo aquí a una toma de
posición acerca de la segunda pregunta inicial de esta
disertación: ¿qué interés debe
subyacer a la practica de la investigación
científica?, respondiendo que el interés subyacente
a la investigación no debe ser el prurito del
descubrimiento ni el aporte a un desarrollo social
heteronómico y desigual, sino que debe ser el contribuir
sostenidamente a solucionar los problemas que obstaculizan el
aumento del bienestar medio y común de la
humanidad.
El contínuo
ciencia-tecnología
Mario Bunge dice que la ciencia es un estilo de pensamiento y
de acción: precisamente el más reciente, el
más universal y el más provechoso de todos los
estilos.
Este estilo de pensamiento y de acción configura
un campo de actividad que comprende el resultado del esfuerzo de
"descubrir las leyes de
formación y cambio de los hechos del mundo, en su
verificación experimental y en su aplicación o uso
para la utilidad humana". Así definida, la ciencia pone de
manifiesto su cualidad de producto del
proceso de investigación, a la vez que la mención
de su utilidad denota la identificación de esta
concepción de ciencia con la visión humanista de la
investigación; pero además vincula
orgánicamente la ciencia y la tecnología, puesto
que la tecnología es el sistema de conocimientos
producidos por la investigación científica para
controlar y transformar estados de los procesos,
instituciones
u objetos, y para diseñar, planear, operar y mantener
situaciones o artefactos.
La articulación de las nociones de
investigación, ciencia y
tecnología ha permitido a algunos autores plantear la
existencia de niveles diferenciados de investigación:
investigación para la producción de teoría e
investigación para la producción (o desarrollo) de
tecnologías. En otras palabras: investigación
científica e investigación tecnológica. Esta
diferenciación ha producido más de una sofisticada
confusión categorial.
Así, por ejemplo, hay autores que postulan
clasificar la investigación y la ciencia en niveles
básico y aplicado. El nivel básico tendría
como objetivo el incremento del conocimiento teórico, y el
nivel aplicado tendría el objetivo de incrementar las
aplicaciones descriptivas, explicativas y predictivas de las
teorías, a clases concretas de hechos u
objetos. Extremos de la ciencia y de la investigación
aplicada serían la investigación tecnológica
y la tecnología. En algunas exposiciones los niveles y
sub-niveles o tipos de ciencia e investigación son
categorías cerradas y excluyentes; en otras exposiciones
son compartimentos permeables y los autores más exigentes
llegan a afirmar que los límites
entre investigación científica aplicada e
investigación tecnológica son difusos.
Al respecto considero que los modelos de
clasificación de la investigación y de la ciencia,
incluyendo el nivel tecnológico, no tienen correlato en
una buena parte de los proyectos de investigación
universitarios y extra-universitarios, porque sus
categorías no se aplican ajustadamente a la codificación de los objetivos de
las investigaciones concretas o porque los objetivos trascienden
o ignoran las categorías clasificatorias. Lo que realmente
ocurre con más frecuencia es que los objetivos de los
proyectos de investigación y, por tanto, el alcance de las
investigaciones, conforman un continuo trans-categorial, ya que
cada vez más tienden a ser, sucesivamente, de nivel
básico (construcción de modelos
teóricos), de nivel aplicado (descriptivos,
explicativos, predictivos) y de nivel prospectivo
(tecnológicos o estratégicos). Esta
apreciación personal,
sustentada en la experiencia de investigación
universitaria, me indica que se está desarrollando una
tendencia amplia a realizar investigaciones que son, en el mismo
proceso, científicas y tecnológicas, lo que, en
perspectiva, decreta la inutilidad de uno de los extremos: o las
investigaciones son científicas (incluyendo en su extremo
productos tecnológicos), o las investigaciones son
tecnológicas (presuponiendo la construcción de una
base científica propia).
¿Cuáles son las condiciones y factores que
están orientando la investigación en el sentido de
diluir la frontera
praxiológica entre ciencia y tecnología?
Las condiciones son, básicamente, el traslape
transicional entre la visión académica tradicional
de la investigación y la visión de la
investigación acción, en los medios universitarios;
y la reducción creciente de los recursos económicos
y medios institucionales para realizar investigaciones puramente
descriptivas, analíticas o explicativo-predictivas, por
completo contemplativas de su objeto de estudio, sin
solución de continuidad hacia propuestas de
intervención sobre ese objeto de estudio. La visión
humanista no participa explícitamente en esta
transición porque su filosofía moral y su
orientación epistemológica son adversarias de las
ideologías científicas dominantes, complacientes
con el status quo, y permanecen aún como paradigmas
contra-culturales marginados en la comunidad científica,
pero allí están, avanzando…
Incluso una muy somera descripción del enfoque innovador,
verdaderamente revolucionario, de la concepción humanista
de la actividad científica, excede ciertamente el
propósito de estas páginas, pero se puede
señalar que en este enfoque la finalidad esencial de la
ciencia (y de la investigación
científico-tecnológica) es producir conocimientos
que permitan obtener valores de uso (utilidades) orientados a la
economía
del trabajo en el proceso productivo, para aumentar el bienestar
humano. Por consiguiente esta visión no tolera y rechaza
cualquier separación entre ciencia y tecnología,
entre ciencia básica y aplicada, y entre
investigación científica e investigación
tecnológica.
En mi opinión, una política
científica coherente con esta perspectiva deberá
encaminarse, en forma enérgica y sostenida, a
diseñar e implementar un programa de
investigación dedicado a desarrollar ocho
categorías fundamentales de investigación para
lograr un auténtico desarrollo:
- Investigación para obtener producción
de energía de alta densidad de
flujo energético (plasmas y fusión
termonuclear controlada). - Investigación para aprovechar esas formas de
energía en la operación de medios de
producción que maximicen la eficiencia del
trabajo. - Investigación para desarrollar los nuevos
rumbos del descubrimiento biológico en el mejoramiento
creciente de la calidad de vida
de la población. - Investigación para formular estrategias
orientadas a conseguir la consolidación de corporaciones
agro-industriales de producción y productividad
creciente. - Investigación para el reordenamiento racional
del territorio y sus recursos productivos, en la perspectiva de
optimizar la articulación territorial y el
aprovechamiento de los recursos en función
de las necesidades sociales. - Investigación para desarrollar
tecnologías y sistemas de
información adecuados a la gestión eficiente y eficaz de la estructura
productiva. - Investigación para transformar el sistema
educativo, orientándolo a la formación de
ciudadanos ilustrados, soberanos, humanistas y competentes en
ciencia y tecnología. - Investigación para generar estrategias de
fortalecimiento de la economía nacional y del Estado como
organización política nacional,
para enfrentar con éxito las fracturas de la
globalización.
Esta plataforma científica es ciertamente muy
ambiciosa y aparentemente utópica en países como el
nuestro. Pero rechazo adoptar la postura auto-conmiserativa de
quienes cuestionan su factibilidad
argumentando las limitaciones, deficiencias y carencias
económicas, políticas, sociales y educacionales de
nuestro medio. Sociedades
nacionales como India,
Pakistán, Chile, Cuba e
inclusive Vietnam, todas ellas consideradas, en mayor o menor
grado, "sub-desarrolladas", pueden mostrar importantes logros en
algunas o cuando menos una de estas categorías de
actividad científica, como resultado de aplicar
políticas estatales y universitarias de desarrollo
científico. Por otro lado, reflexionemos sobre los casos
de Japón,
Corea del Sur, China, que
alcanzan progresivamente niveles superiores de desarrollo desde
que, en acto de soberanía, deciden abandonar el modelo de
sustitución de importaciones de
ciertas categorías de productos tecnológicos, para
afrontar el desafío de la generación de
tecnología propia luego de absorber la tecnología
más avanzada en ese momento.
La alternativa propugnada por los poderes globales, los
organismos financieros internacionales y la red mundial de ONGs,
de escalar "niveles de desarrollo" orientando la
investigación científico-tecnológica al
consumo acrítico de teorías, o a la
adecuación desfasada de tecnologías "intermedias" o
"de nivel adecuado" sólo puede prometer la persistencia
del "sub-desarrollo" y de la dependencia tecnológica y del
conocimiento exógenos.
La interfase
ciencia-tecnología en la práctica de
investigación
¿Cómo lograr que la práctica de
investigación científica, en el medio
universitario, se proyecte directamente a la producción de
tecnología y a la generación de valores de uso
(utilidades)?
En principio, como se ha afirmado, abandonando la
visión puramente gnoseológica y contemplativa de la
investigación, adoptando a la vez una actitud
extremadamente crítica frente al interés subyacente
a la visión de la investigación
acción.
En segundo lugar, rechazando el encasillamiento de los
trabajos de investigación en las categorías
artificiales y compartimentadas de la investigación
básica, aplicada, científica o tecnológica.
Toda la investigación universitaria debe ser
científico-tecnológica.
En tercer lugar, desarrollando herramientas de
método y técnicas para generar prospectivas en la
fase culminante del proceso de investigación, a fin de que
estas "anticipaciones" y "propuestas" puedan configurar sistemas de
conocimientos producidos por la investigación
científica para controlar y transformar estados de los
procesos, instituciones u objetos, y para diseñar,
planear, operar y mantener situaciones o artefactos; es decir,
para que puedan materializar tecnologías.
Por ende, dos claves para actuar construyendo la
interfase ciencia-tecnología en los proceso de
investigación científica son: la modelación
y la prospectiva.
El principio de modelación plantea que todo el
conocimiento teórico que tenemos concerniente a un objeto
empírico compone un cuadro más o menos completo de
ese objeto empírico. De manera que el modelo es una
representación teórica isomorfa del mundo
empírico. El modelo no es la teoría del objeto
empírico; obviamente tampoco es el objeto. Solamente es
una mediación en la que, desde la perspectiva del
investigador, se estructuran sistemas de conceptos y de datos que
permiten mostrar la re-construcción racional del objeto en
la mente del investigador. El modelo describe el conocimiento del
investigador acerca del objeto.
Los modelos se construyen para mostrar, de alguna
manera, la totalidad esquemática del objeto de estudio. Un
modelo es una edificación reduccionista que no sólo
da cuenta de las "partes" comprobadamente conocidas del objeto,
sino que debe comprender las hipótesis que contienen suposiciones
lógicamente consistentes, teóricamente
fundamentadas y empíricamente contrastables, que se ha
planteado o descubierto acerca de las "partes" no comprobadas del
objeto. En otras palabras, el modelo tiene una naturaleza
bi-fronte: por un lado consigna los elementos que ya se conocen
del objeto (axiomas, enunciados teóricos, conceptos,
datos, dimensiones, que han sido previamente validados en el
ambiente científico); por otro lado, propone los elementos
que se suponen también componentes del objeto
(hipótesis). Los elementos conocidos e hipotéticos
pueden ser sobre la naturaleza del objeto, sus procesos de cambio
y transformación, su movimiento
estructural, sus funciones, sus
relaciones con otros objetos, etc. En este sentido, el modelo es
una construcción holística.
Por consiguiente, los modelos se construyen con un claro
propósito de análisis del objeto de estudio, no
sólo para descubrir, según corresponda al objetivo
del modelo, sus leyes, sus estructuras
generales, su mecánica o dinámica, sino que también se
construyen para ensayar y anticipar el comportamiento
o el funcionamiento del objeto en uno o en distintos ambientes o
situaciones, con el mismo o diferente número y cualidad de
variables.
Desde luego, un problema inherente a todos los modelos
es cómo comprobar la corrección de la imagen
modélica del objeto empírico. Es necesario
arbitrar, para cada tipo de modelo, las reglas de interpretación o correspondencia que
enlazan necesariamente el modelo con el objeto empírico.
Estas reglas de correspondencia son de distinta naturaleza para
cada tipo de modelo.
Si el modelo está construido con conceptos de un
modo analítico, las reglas de correspondencia son las
definiciones teóricas y operativas de los conceptos, y las
reglas de deducibilidad que rigen la relación entre esos
conceptos. Pero el investigador tiene completa libertad para
seleccionar el
(matemático, icónico, analógico,
tipológico, estratégico, pictográfico, etc.)
que sea conveniente a sus propósitos, de manera que en el
modelo se muestren bien los rasgos esenciales del
objeto.
Por su parte, la prospectiva es un desarrollo de la
modelación en la medida que es capaz de proponer cambios
en el objeto de estudio (objeto empírico) en base a
pronósticos contenidos en hipótesis
causales o funcionales que determinan las estrategias de
intervención para el cambio. Un diseño
sencillo de prospectiva puede ser representado en un "mapa
estratégico".
Mapa estratégico es el conjunto de objetivos
estratégicos de intervención en el objeto, que se
presentan organizados en perspectivas lineales y conectados a
través de relaciones causales en una estructura completa e
integrada de propuesta de cambio. Ayuda a entender la coherencia
entre los pronósticos de cambio y permite visualizar de
manera sencilla y gráfica la estrategia de la
intervención en ese objeto. Asimismo, el mapa
estratégico ayuda a englobar y priorizar objetivos de
intervención y promueve la evaluación ulterior de
los procesos de intervención.
El mapa estratégico permite describir e ilustrar,
en lenguaje claro
y conciso, los objetivos, iniciativas, metas, medidas de desempeño y todos los lazos de unión
entre las piezas de la intervención. En su
expresión más acabada el mapa estratégico
muestra
cómo se puede convertir las iniciativas y recursos para la
intervención en objetivos tangibles.
El diseño del mapa estratégico debe
realizarse "de arriba abajo", empezando con la "visión" de
la intervención, para luego ir describiendo las
perspectivas ("caminos"), con sus respectivos objetivos
estratégicos, acciones y
recursos que conducirán a concretar la visión,
hasta llegar al "punto de partida" o base del mapa
estratégico, que debe describir la situación
presente, analizada o diagnosticada, del objeto de
estudio.
Considero que alcanzar dominio en el
manejo de la modelación y la prospectiva
establecerá condiciones necesarias para proyectar la
investigación científico-tecnológica de la
comunidad universitaria hacia superiores metas de
realización de objetivos institucionales y de aporte al
desarrollo nacional.
Miguel Ángel Rodríguez
Sosa