- Algunas exigencias de la
preparación de suelos para la producción de
piña - Tecnologías de
preparación de suelos para la producción de
piña en campos de reposición - Algunos resultados de
investigaciones experimentales obtenidos en Ciego de Avila,
Cuba - Bibliografía
Características
generales del cultivo de la piña.
La piña tiene una amplia adaptación en las
regiones tropicales y se cultiva en diversos países,
aunque en algunos de ellos la superficie cultivada y la producción son insignificantes, a pesar de
su condición tropical. En contraparte, la gran
producción mundial de esta fruta se ha concentrado en unos
cuantos países (Sánchez y Caraveo, 1996). Los
indicadores de
producción de piña por países se pueden
obtener en el sitio web de la
Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y
la alimentación (FAO. FAOSTAT Database –
http://apps.fao.org).
La piña (Ananás comosus L. Merrill) es una
planta herbácea, perenne. Pertenece a la familia de
las Bromeliáceas, subclase de las monocotiledóneas.
Se cultiva en las regiones tropicales y subtropicales, desde el
nivel del mar hasta los 800 m de altitud. Necesita
precipitación de 1000 a 1500 mm anuales, temperatura
promedio de 26 oC, humedad relativa del 70 %, y un
fotoperíodo promedio mínimo de 5 horas/día,
o sea, 1825 horas/año.
Se distingue de los otros miembros de la familia por el
hecho de que el fruto es una inflorescencia (un sincarpo),
compuesto por la coalescencia de los frutos individuales, de las
brácteas subyacentes y del eje de la inflorescencia,
mientras que en los otros géneros los frutos individuales
quedan libres.
En la planta se distinguen el tallo o eje de la planta,
comúnmente conocido como cepa; las hojas, dispuestas en el
tallo en forma de roseta; las raíces, las más de
las veces adventicias y superficiales; el tallo o mango
fructífero (pedúnculo), que sostiene al fruto
compuesto de un sincarpo, y los rebrotes, que pertenecen a
diferentes tipos según su punto de inserción en la
planta.
El tallo es corto y grueso, tiene forma de porra y presenta
una longitud máxima de 35 cm, con un diámetro de la
base de 2 a 3,5 cm y un diámetro de 5,5 a 7 cm en la parte
más gruesa del ápice. La parte subterránea
del tallo puede ser curvada o recta. Los entrenudos son muy
cortos, de 1 a 10 mm; los más largos se encuentran en la
parte media del tallo.
En la anatomía del tallo es
posible distinguir dos regiones claramente: la corteza y el
cilindro central. La parte más externa de la corteza
está formada por células
esclerequimáticas adyacentes a la epidermis. La banda
comprendida entre la corteza y el cilindro central está
constituida por tejido vascular típico de las bromeliacae,
producido por el meristemo. Es muy fino y traslúcido en el
ápice del tallo donde los tejidos son
más jóvenes, y más grueso y suberificado en
la parte inferior. Esta suberización explica la gran
resistencia
mecánica de los tallos viejos de
piña a las intervenciones mecánicas para la
destrucción de los campos, por las acciones
microbianas después del enterramiento de los residuos.
Las plantas presentan
entre 70-80 hojas, de forma lanciolada y muy alargadas. Algunas
veces alcanzan una longitud máxima de 1,0 m y 10,7 cm de
ancho. El número de espinas es diferente para cada
variedad. El color de las
hojas varía de amarillo pálido a azul verdoso,
dependiendo de las condiciones ecológicas, el clima y las
condiciones nutricionales.
La distribución radial de las hojas, en forma
de roseta, reduce el calentamiento y facilita una
ventilación satisfactoria, también ayuda la
posición erecta de las hojas durante el crecimiento en las
cuales los rayos solares caen con un ángulo de baja
incidencia. El color plateado de la superficie de las hojas
produce la reflexión de la luz y ayuda a
prevenir el sobrecalentamiento por la intensidad de la luz solar.
La forma acanalada de las hojas le permite captar agua de
lluvia.
Las hojas son extremadamente fibrosas, tenaces y abrasivas
(debido a su alto contenido de silicio). Contienen cordones de
fibras, específicos de la piña y otras especies
similares, constituidas de células
esclerenquimáticas, que le confieren gran resistencia a la
torsión.
Estas características hacen que el proceso de
descomposición de los residuos sea muy prolongado, por lo
que debe propiciarse la acción
del medio sobre éstos para disminuir el tiempo
necesario para dicho proceso.
El sistema radical
de la piña es superficial, limitado y frágil. En la
mayoría de los suelos las
raíces no penetran a más de 50 cm de profundidad, y
rara vez se extienden por debajo de 30 cm de profundidad, o hacia
la periferia más allá del área de goteo de
la planta. Esto hace posible el cultivo de piña a
densidades muy altas (Samson, 1991).
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