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El pensamiento político de Marcos García




Enviado por yaney



    Marcos García se incorpora a la Guerra
    Grande el 6 de febrero de 1869 en la región de Banao,
    Sancti Spiritus y por sus acciones
    recibe el grado de Brigadier del Ejército Libertador,
    sin embargo, a partir de la década del 70, se une a la
    tendencia anticespedista que cobra fuerzas en las filas del
    Ejército Mambí y de un simple participante se
    convirtió en protagonista y uno de los líderes de
    esta tendencia, pues a decir de Céspedes en su diario,
    mantuvo entre los mambises intrigas sobre la posible
    deposición del Presidente de la República y en
    diferentes sesiones de la Cámara expresaba su
    oposición al Levantamiento del 10 de Octubre e injurias
    sobre el Padre de la Patria. Céspedes sobre esto
    expresó en su diario: " En
    la sesión de la Cámara vomitó Marcos
    García contra mi muchas injurias y renegó del 10
    de octubre, diciendo que con mi levantamiento maté la
    revolución. (…). Dijo también
    que según parece yo me había sacrificado por mi
    propia conveniencia. (…). Dijo que yo no era más que
    un simple ciudadano."

    A pesar de que Céspedes estaba herido por esta
    actitud, las
    acusaciones que Marcos García hizo ante la Cámara
    le dieron la razón al Padre de la Patria. Marcos
    García no supo ver o no quiso ver la grandeza
    histórica de Céspedes en la Demajagua.

    Tras la deposición de Carlos Manuel de
    Céspedes, Marcos García continuó haciendo
    vida activa como representante de la Cámara y
    también se une a fines de los años 70 a la
    línea pacifista que se desarrolla en el Ejército
    Libertador y entra en contactos con España
    para ponerle fin a la Guerra, incluso engaña a
    Serafín Sánchez al decirle que la división
    de Oriente había aceptado el Pacto.

    Como podemos ver estamos en presencia de un hombre que
    no mantuvo una línea definida, sino que participó
    en las diferentes tendencias negativas que surgieron dentro de
    las fuerzas liberadoras cubanas, destacándose por una
    parte su posición anticespedista que influyó en
    la deposición de Céspedes y por otra mantuvo una
    posición zanjonera que conllevó al fin de la
    guerra.

    A partir de 1878, Marcos García Castro milita
    en el partido Liberal Autonomista, dándole un nuevo
    rumbo a su vida y a sus ideas.

    Marcos García como autonomista veía
    " en el principio cubano de
    la autonomía colonial (…) el medio evolutivo de llegar
    a la independencia en tiempo
    más o menos remoto, pero con las seguridades de educación política, de
    solidaridad de
    principios y
    de fortaleza colectiva de que carecíamos"

    Como autonomista convencido califica a esta
    línea política "
    como un sol de reparaciones a cuyas anheladas luces debemos
    abrir el corazón
    a todas las esperanzas (…). Además brinda
    un concepto de
    autonomía: "(…) el
    Gobierno por
    sí mismo (…) una política de expansión,
    de generosidad y de olvido, encaminado a restablecer por la
    libertad la
    fraternidad entre todos sus habitantes, aplicando y
    desenvolviendo con lealtad la misma política, dirigida
    principalmente a obtener y conservar la paz, a hacer a todos
    justicia, a
    abrir camino y plaza a todo interés
    legítimo, a dirigir las energías del país
    hacia el restablecimiento de la riqueza y a abrir a todos con
    grandeza de alma noble
    las puertas de sus hogares con la seguridad de
    amparo y
    protección"

    Expresa en defensa de la autonomía que
    " Es difícil pero es
    grande, y sobre todo salvadora, la obra de paz, de la
    reconciliación, del progreso, de la moral y
    de la libertad y de la justicia". En ese deseo de
    luchar por la autonomía llama a todos a hermanarse
    "en ese patriótico
    propósito, que es de general beneficio para la patria
    (…)."

    Ante la amenaza de la intervención
    norteamericana, Marcos García alerta y llama a defender
    a Cuba
    autónoma porque con la autonomía ha visto "
    por primera vez la luz del sol
    bajo este bellísimo cielo"

    Hay en Marcos García autonomista una
    adhesión total a España, pues esta era la idea de
    los autonomistas de la época, y vincula la historia patria a la
    historia de España.

    Marcos García se autodefine como un cubano
    autonomista55. Él veía que "la obra de
    la autonomía, (…),
    se encarga, (…) de preparar al pueblo de Cuba para su
    independencia (..)", por tanto veía que la
    única forma de detener el avance de la Revolución
    era implantando la autonomía, pues pensaba que esta era
    el " único medio
    eficaz de llegar a la pacificación de la
    Isla".

    Como autonomista Marcos García es partidario de
    que el país sea dirigido por los cubanos porque
    "la generalidad de los
    peninsulares que vienen a la colonia a hacer fortuna, no se
    hayan en condiciones intelectuales ni morales de regir los destinos
    de este país; es que la cultura de
    los insulares ha llegado a un grado tal que constituye un
    verdadero antagonismo con la ignorancia de los que solo
    encuentran aliento en los gobernantes que se olvidan de los
    intereses generales de este suelo para
    satisfacer sus propias pasiones; y es por esto que aquellos se
    yerguen en Cuba como sus únicos dueños y
    señores, mistificando el sentimiento patrio con las
    ideas del cálculo".

    Mientras los miembros de la Junta Central del Partido
    Autonomista se acercaron a Valeriano Weyler, en el año
    1896, y lo halagaban declarando su apoyo a la línea
    política de la Reconcentración, Marcos
    García se opuso a ella y como Alcalde de Sancti Spiritus
    realizó toda su campaña a favor de los
    reconcentrados y sobre esta política weyleriana
    expresó: " (…) un
    frío plan de
    exterminio que helaba la sangre y
    hería los sentimientos"

    El Alcalde espirituano luchó para que los
    reconcentrados volvieran a sus fincas y comenzaran la
    creación de las zonas de cultivos en las inmediaciones
    de la ciudad . Con esta medida le daba cumplimiento al programa del
    Partido en el aspecto económico.

    Su oposición a Weyler era tal que cuando el
    Capitán General visita a Sancti Spiritus, el Alcalde no
    le prepara recibimiento alguno.

    Marcos García estaba seguro que
    producto a
    la cruel política diseñada por Cánovas del
    Castillo a quien califica como Atila62 y aplicada
    por Weyler en Cuba, en el corazón de los cubanos
    palpitaba el odio contra España, pero llama a refrenar
    esa posición para pensar solo en el bien de la patria y
    en la salvación para sus hijos porque
    " la aspiración de la
    mayoría de los cubanos era verse libre de la soberanía española, sin
    preocuparse para nada de lo que viniera después; con lo
    cual olvidaba que en política no se mira hacia
    atrás: en política se piensa con la atención pendiente de la
    realización de los ideales que constituyen el objetivo de
    la misma, y la salvación de nuestra personalidad
    se encontraba en una solución genuinamente
    cubana".

    Marcos García no solo temía a las
    consecuencias sociales de una guerra, sino también no
    creía en la capacidad de los cubanos para gobernarse por
    si mismos y miraba con pesimismo un posible futuro de cuba
    independiente. Esa solución genuinamente cubana la que
    hace referencia Marcos García no es más que la
    autonomía colonial, bajo la bandera española; que
    según él "era una
    política reparadora que se iniciaba en el
    país".

    Sin embargo su situación política era
    muy difícil, ante la violencia y
    la intransigencia española, por lo cual su actuar
    contradictorio, a pesar de oponerse al plan de exterminio
    diseñado por Cánovas del Castillo, su deber de
    cubano defensor de España lo lleva a enviar un telegrama
    de condolencia, al Gobernador General, por "el cobarde
    asesinato" de este hombre a quien ahora lo declara como
    una "culminante figura" y "una de
    las glorias más preclaras".( anexo
    #9)

    Después del Pacto del Zanjón, en 1878,
    Marcos García mantuvo una posición contraria al
    movimiento
    de liberación nacional, hace un análisis sobre la enseñanza que le dejó la Guerra de
    los Diez Años. Plantea que la Guerra Grande fue
    "una luctuosa noche de
    largos y cruentos sacrificios , de errores y
    fanatismos dolorosos".
    Ante el empeño
    de los cubanos por reiniciar una etapa de lucha liberadora en
    el año 1895, llama a los combatientes de la guerra
    pasada para que rechacen " todo
    empeño deliberado de perturbar el país, de
    promover la guerra, de derramar sangre de hermanos"pues esto
    sería " un error funesto" pues "interfería el
    gran paso de concordia, de paz y sobre todo de justicia"
    además explica que con una nueva guerra se
    iniciaría " una era de opresión que
    vendría a oscurecer los primeros rayos del sol de
    libertad y de justicia, que ya asoman en lontananza para el
    pueblo".

    También caracteriza la Guerra Necesaria,
    organizada por Martí, como una " guerra
    fratricida"
    , ve en ella la causa fundamental de la
    miseria, las enfermedades y el hambre y
    no analiza que eso es consecuencia de la política que ha
    seguido España hacia Cuba durante esos
    años.

    En una entrevista
    con la comisión enviada por el Partido Revolucionario
    Cubano, para contactar con él para que se incorporara al
    movimiento de liberación nacional, dejó bien
    claro que " estaba en desacuerdo con la
    Revolución",
    y explica las causas por las que se
    opone a la lucha armada: "porque
    traería consigo la total destrucción del
    país y el aniquilamiento de su población en momentos en que las reformas
    de Maura, en discusión entonces en la Cámara
    Española, eran un paso avanzado en el camino de la
    autonomía y en el del reconocimiento de nuestros
    indiscutibles derechos a la
    gestión político administrativa de
    Cuba" y además porque la
    revolución traería "consecuencias desastrosas en cuanto al suicidio de un
    pueblo y a la destrucción de la riqueza del
    país".

    Esta actitud es clásica en los autonomistas, y
    Marcos García, fiel representante de estos aspiraba a
    lograr la independencia a través de la evolución pacífica y con la ayuda
    de la corona, que ya discutía las Reformas de Maura, por
    ello se opone a la guerra señalando las consecuencias
    nefastas que esta traería para la población y
    para el país, al conducirlo hacia una ruina
    total.

    Marcos García hizo todo lo posible por detener
    la Revolución, para ello envió cartas a los
    principales líderes del movimiento revolucionario en
    Sancti Spiritus, un ejemplo de esto es la misiva enviada a
    Severo Pina donde deja bien clara la necesidad, según
    él, de detener la lucha, incluso llama al sentimiento
    patrio de los revolucionarios y les expresa que si se detiene
    la guerra podían contar con él para cualquier
    cosa, si por lo contrario, desean continuarla, entonces le
    señala que serían los responsables únicos
    de lo que podría pasar. Es necesario precisar que esta
    lucha abierta al desarrollo
    de la Revolución se acrecienta en la segunda etapa
    autonomista, de 1887-1895, y Marcos García es fiel
    seguidor de esta política.

    Marcos García Castro toma como filosofía
    el principio evolucionista de Spencer. Estas ideas
    evolucionistas las pone de manifiesto cuando
    señala:

    " la felicidad de este país ha
    de conquistarse por la evolución pacífica y
    constante de las ideas".
    Ese medio evolutivo, por la vía pacífica,
    para obtener el triunfo definitivo en la autonomía
    colonial.

    Podemos ver que Marcos García no trata las
    fuentes, ni
    las fuerzas propulsoras de la evolución:
    "(…) el medio evolutivo de
    llegar a la independencia en tiempo más o menos remoto,
    pero con la s seguridades de educación política,
    de solidaridad de principios y de fortalezas colectivas
    de que carecíamos".
    Esta evolución pacífica, para este líder
    autonomista, traería para Cuba libertades positivas y
    evitaría la ruina del país y la muerte de
    miles de hombre. Como vemos se trata de una mera descripción de algunas notas externas del
    proceso.

    Marcos García mantiene diversas concepciones
    sobre el patriotismo. Se deduce que si se incorporó a la
    Guerra de los Diez Años para luchar por la libertad de
    su tierra, fue
    movido por el amor a su
    tierra natal y el odio a la metrópoli española,
    sin embargo, a partir del año 1878, este hombre mantiene
    una actitud diferente ante la Isla, pues a partir de su
    adhesión al Partido Liberal Autonomista ese deber para
    con Cuba varía hacia la lucha por la obtención
    del autonomismo colonial y el mantenimiento de Cuba bajo la bandera
    española.

    En el
    periódico El País del 24 de abril de 1889,
    aparece un autógrafo firmado por Marcos García
    donde expone su concepción sobre el patriotismo:
    "No busquéis el
    patriotismo en las palabras, porque estas no han sido siempre
    la fiel expresión del sentimiento y de la idea, sino a
    veces el medio de que se sirven la vanidad y la
    hipocresía para el logro de miras egoístas ;
    buscadlo solo en el corazón y en los hechos que toman
    forma en el sacrificio de las grandes almas, para la
    realización de la justicia entre los
    hombres".

    Al analizar estas ideas nos podemos percatar que este
    hombre no fue consecuente con sus principios de la juventud,
    pues si en un primer momento se incorporó a la guerra
    para liberar a su patria del yugo colonial, vamos a ver que en
    1878 firma un pacto con España y milita dentro de las
    filas de un partido que al decir de Martí
    no nació de la Revolución , sino para luchar
    contra ella, y como consecuencia inicia una política de
    oposición al movimiento liberador del cual él
    había sido protagonista, señalando que la
    justicia entre los hombres sería el logro de la
    autonomía para Cuba, pues para los autonomistas no
    había otro camino, o se luchaba a favor de la patria, o
    se le combatía y estos hombres optaron por plegarse a
    España.

    Llamaba Marcos García, compatriotas a todos
    aquellos que se unieran a la bandera española. Sin
    embargo, cuando en 1898 EEUU interviene en el conflicto
    cubano- español este autonomista llama a todos
    los cubanos a unirse sin distinciones políticas a unirse para defender a la
    patria del enemigo extranjero.

    En Carta folleto a
    José María Gálvez expone sus ideas sobre
    este aspecto:

    " Y tales eran mis convicciones, y si
    no veía en el triunfo de la Revolución, bajo el
    supuesto de que esto pudiera suceder por el solo esfuerzo de
    los revolucionarios, la felicidad de Cuba, habría sido
    falta de patriotismo y de honradez política, si no
    exceso de vanidad personal en
    mí, aceptar el movimiento de armas cuando en
    el mes de septiembre de 1894, me invitaron a él en
    nombre de José Martí y del General Máximo
    Gómez, para que los secundara en Las Villas , los que
    habían sido mis compañeros en la Guerra de los
    Diez Años, Enrique Collazo y José María
    Aguirre."

    Para él el patriotismo era no inmiscuirse en la
    guerra y no aceptar el llamado que le hicieran sus antiguos
    compañeros de guerra, porque de esa forma podría
    lograr la felicidad de Cuba, considera además que si
    aceptaba eso sería vanidad personal.

    La Cámara de Representantes del Gobierno
    Autonómico se opuso a la intervención
    norteamericana porque esta "
    vulnera la soberanía española en Cuba y no
    permite la marcha del régimen autonómico porque
    es una guerra injusta cuando ya Cuba es libre".
    También condenan el sitio a Santiago de Cuba y el
    carácter injusto de la guerra promovida
    por EEUU con pretexto de pacificar la isla .

    En esas palabras se manifiesta que los autonomistas se
    oponen a la intervención por el temor que sienten a
    perder el poder
    político y de que Cuba se separe de España,
    justamente en el momento en que la "la libertad" ansiada: la
    autonomía, había sido alcanzada.

    Marcos es fiel seguidor de esta política y lo
    podemos considerar como un antianexionista califica la
    intervención norteamericana en Cuba como una amenaza
    seria " por la absorción de
    un pueblo extraño que invoca con cartaginesa
    hipocresía la idea de la libertad, y busca nuestro apoyo
    a fin de establecer después su más absoluta
    dominación sobre los mismos de quienes pretende servirse
    como instrumento para llevar a vías de hecho los planes
    de modernísima conquista que ha venido preparando con
    inusitado maquiavelismo habiendo olvidado que hasta ayer mismo
    nos hablaba de sentimientos humanitarios y de situaciones de
    paz y de armonía para manifestarse hoy al descubierto,
    mientras eso decía, preparaba por el fuego y por el
    hambre el exterminio de una raza, que no es su raza, para
    sustituir al derecho, la fuerza y a
    la propiedad,
    el despojo, en nuestra mengua y en su exclusivo
    beneficio."

    Es capaz de ver la necesidad de la unidad de todos los
    hombres sin distinción de afiliación
    política para evitar que las libertades obtenidas
    durante el año autonomista no se pierdan con la
    dominación extranjera. Incluso llama a todos a la unidad
    como un solo hombre para salvar las conquistas alcanzadas; para
    lograr esa unidad hace referencia a la memoria
    de grandes hombres de las guerras
    pasadas como: Agramonte, Maceo, Serafín Sánchez,
    quienes según él, se sentirían
    traicionados por sus hijos si no defienden el
    país.

    Culpa al bloqueo norteamericano del aumento de la
    mortalidad e incluso señala que habría muerto de
    hambre durante el bloqueo todos los reconcentrados y un gran
    número del resto de los habitantes de este
    país.

    Explica que el fin de los EEUU era llegar lo antes
    posible a la intervención armada sin reconocer la
    beligerancia ni la independencia de Cuba, porque de esa manera
    estarían aceptando nuestra nacionalidad. Marcos García juzga la
    intervención con un criterio estrictamente cubano, claro
    está que como cubano autonomista.

    Marcos García se pregunta si la
    intervención es una solución a la política
    cubana que persigue la independencia o es una política
    de absorción extranjera y sobre todo exprese que el plan
    del gobierno interventor llevaría al caos de la
    anarquía y se necesitaría una
    reconstrucción para salvar al país, incluso
    defiende al Ejército Libertador de los criterios que lo
    culpan del apoyo al Ejército Norteamericano,
    señalando que esta actuación de los mambises fue
    por orden del Consejo de Gobierno y los culpa a ellos porque no
    debían haber permitido sino bajo condiciones concretas
    que den satisfacción a la máxima
    aspiración del pueblo: la absoluta
    independencia.

    Da muy certeramente la misión
    del interventor: " (… ) tiende a
    sembrar la división en el país, acentuando el
    espíritu del caudillaje como el camino más
    cómodo y seguro para llegar rápidamente a la
    consecución de sus manifiestos designios."

    Incluso Marcos García es capaz de predecir el
    destino de Cuba a partir del gobierno interventor:
    "(…) los sacrificios
    patrióticos de un pueblo iban a quedar desvanecidos en
    presencia de acontecimientos inesperados, que se interpongan
    entre nuestra historia y lo porvenir".

    Vemos el carácter contradictorio de Marcos
    García, por una parte es capaz de analizar correcta y
    objetivamente las consecuencias que la intervención
    norteamericana traería para Cuba y por otro lado resalta
    los sacrificios patrióticos, que no son otros que la
    lucha por alcanzar y mantener la autonomía y la
    dependencia de España, que ha hecho el "pueblo cubano",
    restándole valor a la
    lucha por la soberanía nacional que han llevado a cabo
    los hombres de esta tierra durante más de 30
    años.

    Ante el hecho de la ocupación norteamericana y
    cese del gobierno autonómico los antiguos autonomistas
    comenzaron a tomar posiciones en la nueva etapa
    histórica. No abrazaron la causa del movimiento
    liberador, sino del naciente imperialismo
    norteamericano. No pocos de sus miembros incluso sus dirigentes
    asumieron responsabilidades en los nuevos ayuntamientos y se
    integraron a las comisiones de trabajo o a
    las secretarías recién constituidas.

    A pesar de esta actitud de los miembros de la Junta
    del Partido, no se puede afirmar que Marcos García la
    haya seguido, pues no existen documentos que
    reflejen ese período de su vida; lo que sí se
    conoce es que fue llamado por Tomás Estrada Palma, en el
    año 1904, para ocupar el cargo de Juez Correccional del
    Distrito Este de La Habana, cargo en el cual fue muy duro pero
    justo, según se recoge en los libros de
    registro de
    sentencias.

    Conclusiones:

    Marcos García se educó en el Colegio
    El Salvador y dentro de ese contexto debe haber asumido las
    ideas de avanzada de su época. Precisamente esta
    situación debe haberlo conducido a ingresar en las
    huestes mambisas al iniciarse la Guerra de los Diez
    Años. Durante la Guerra Marcos García
    asumió posiciones regionalistas y estrechas, que lo
    llevaron a enfrentarse con el Presidente de la República
    y a solicitar su renuncia. Fue un importante representante
    encargado, desde el campo mambí, de que se aceptara el
    Pacto del Zanjón. Como comisionado fue a Las Villas y
    llegó incluso a engañar a Serafín
    Sánchez para que aceptara el Pacto, que como se conoce
    no daba respuesta a los objetivos
    por los que se había luchado durante diez
    años.

    Marcos García no tenía conformado un
    sentimiento completo de nacionalidad
    cubana, para él la misma se podía desarrollar
    dentro de la Madre Patria. A esta concepción parece que
    llegó a partir de una valoración negativa de la
    Guerra Grande, donde al contrario de Martí sólo
    vio sus errores. Él veía en el autonomismo la
    vía posible que podía evolucionar, a largo plazo,
    hacia la independencia evitando una guerra destructiva o la
    anexión a los Estados
    Unidos.

    Ya como líder autonomista y Alcalde de la
    ciudad este hombre es un fiel servidor de
    España y realiza toda una labor social que gana el
    respeto de
    la población ; pero contradictoriamente no quiere ver a
    esos hombres libres, pues su ideal autonomista se basa en el
    desarrollo de Cuba pero bajo la dependencia de España.
    Es por ello que unido a esa preocupación por el
    desarrollo de Sancti Spiritus, Marcos García se opone a
    todo movimiento revolucionario que se pueda gestar en la
    localidad, para esto se apoya en sus seguidores y llega a
    dominar hasta los seudónimos de los revolucionarios,
    convirtiéndose en un enemigo de consideración
    para la libertad de la patria.

    Este amor por la
    Madre Patria, su servilismo y su oposición a la lucha
    revolucionaria en Cuba queda demostrado también en la
    decisión tomada por él, como Alcalde de la
    ciudad, de enviar un telegrama al Capitán General
    felicitándolo por la muerte de
    Antonio Maceo. Esta actitud, de oposición al movimiento
    revolucionario la mantuvo, incluso hasta el año 1898 en
    el que ocupa el cargo de Gobernador General de la provincia de
    Santa Clara, en el momento en que se establece el Gobierno
    Autonómico en Cuba.

    Otro elemento que nos permite afirmar que Marcos
    García fue esencialmente proespañol, es su
    posición ante la intervención norteamericana, por
    un lado se opone a esta porque lacera la soberanía de
    Cuba, porque implicaría una absorción
    política y cultural; sin embargo toda esta actitud no
    está basada en la defensa de Cuba como Patria
    independiente, sino en la defensa de Cuba bajo la bandera
    española, de ahí se reafirma su concepto de
    Patria: España y demuestra sus ideales antianexionistas
    aunque los móviles no hayan sido la defensa de la
    Revolución cubana.

    La actitud asumida es correcta, sus argumentos
    sobre las consecuencias que traería este hecho son
    correctos, sin embargo el móvil que lo conllevó a
    adoptar esta posición no fue el más
    revolucionario, porque aspiraba a mantener a Cuba bajo el poder
    español.

    Contradictoriamente a su oposición a la
    revolución vamos a ver en Marcos García una
    preocupación por el desarrollo de la patria chica, por
    su higiene, el
    mantenimiento constructivo de las obras sociales, el desarrollo
    cultural, fundamentalmente la
    educación, la salud, la atención
    a las diferentes asociaciones culturales existentes en el
    municipio, elementos que lo llevan a ganar prestigio y respeto
    ante el pueblo, aspecto que se engrandece cuando este se
    enfrenta al propio Weyler en su visita a Sancti Spiritus y le
    exige que cumpla con la higienización de la ciudad,
    prohibiéndole la matanza de reses en las calles y cuando
    en tiempos de la reconcentración apoya a los
    reconcentrados. Esta es la imagen que pasa
    al pueblo y queda en su memoria,
    pasando de generación en generación como un buen
    alcalde, así se convirtió en un Gran
    Cacique. Toda esta labor deja una huella de
    higienización en la ciudad y de cuidado a lo social que
    se ha ido transmitiendo a las nuevas
    generaciones.

    A la hora de generalizar sobre su pensamiento se
    debe partir de lo contradictorio que es y además se debe
    dejar bien claro su ideal autonomista y su oposición por
    tanto a la Revolución. Es un hombre que ve que Cuba al
    lado de España cumpliría con todos sus
    sueños y por tanto esta era la vía ideal para la
    Isla. Su ideal proespañol se acentúa con su
    política evolucionista para solucionar los problemas de
    Cuba.

    A partir de estos análisis se puede concluir
    planteando que Marcos García de Castro es una
    personalidad histórica muy contradictoria que se mueve
    desde un independentismo inicial al autonomismo como posible
    solución para Cuba, pasando también por una
    posición antianexionista frente a la intervención
    militar norteamericana en la guerra de Cuba; sin embargo debe
    destacarse que a partir del fin de la Guerra Grande mantuvo una
    actitud consecuente con su pensamiento
    autonomista.

    En la República Neocolonial, a diferencia de
    la mayoría de los individuos que formaban la
    cúpula autonomista y que se integraron a la
    politiquería, parece que permaneció distanciado y
    vivió modestamente de su trabajo.

     

    Yaney Rodriguez Muñoz

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