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Micotoxinas en Nutrición Animal




Enviado por calvaradogilis



    1. Revisión
      bibliográfica
    2. Conclusiones
    3. Literatura
      citada

    INTRODUCCION

    Los alimentos en
    general proveen de los nutrientes esenciales que el animal
    necesita, ya sean estos de origen animal o vegetal, aportando
    proteínas, carbohidratos,
    grasas,
    vitaminas y
    minerales. Se
    considera alimentos de buena calidad
    nutricional aquellos que de mejor forma satisfacen dichas
    necesidades, siendo necesario habitualmente ingerir de varios
    tipos. Sin embargo, hay considerar además otros factores
    como la palatabilidad de estos, la biodisponibilidad de sus
    nutrientes o la ausencia de sustancias que puedan tener efectos
    tóxicos para el organismo animal.

    La calidad toxicológica se puede ver afecta
    por los denominados comúnmente factores antinutricionales,
    los que son propios del metabolismo de
    la planta, o bien por contaminación con microorganismos, que
    incluyen bacterias,
    virus,
    hongos y
    además productos de
    su metabolismo como por ejemplo las micotoxinas.

    El objetivo de
    esta revisión fue describir los principales factores
    antinutricionales y micotoxinas presentes en los alimentos de uso
    animal, como así también sus efectos para quienes
    lo consumen.

    2 REVISION
    BIBLIOGRAFICA

    2.1 Factores antinutricionales (ANF)

    Este término convencionalmente incluye aquellos
    compuestos que reducen el consumo de
    alimentos y la utilización de nutrientes en animales. Sin
    embargo, D’Mello (2000), señala que además se
    incluyen aquellos que causan efectos antifisiológicos
    tales como un deterioro en la actividad reproductiva o
    inmunológica. Una clasificación hecha por Huisman y
    Tolman (1992) citados por De Lange et al. (2000) los
    divide según sus efectos en el valor
    biológico de los alimentos y en la respuesta
    biológica de los animales, pudiendo ser:

    • Factores que tienen un efecto depresor en la
      digestión y utilización de las proteínas
      (inhibidores de tripsina y quimiotripsina) tales como lectinas,
      compuestos polifenólicos y saponinas.
    • Factores que causan un negativo efecto sobre la
      digestión de carbohidratos (inhibidores de amilasa)
      tales como compuestos polifenólicos y
      flatulantes.
    • Factores que tienen un efecto depresor en la
      digestión y utilización de minerales tales como
      glucosinolatos, ácido oxálico, ácido
      fítico y gosipol.
    • Factores que inactivan vitaminas o incrementan los
      requerimientos del animal.
    • Factores que estimulan el sistema inmune
      (proteínas antigénicas).

    En el Cuadro 1 se presentan los factores antinutricionales
    presentes en algunos granos y semillas de uso habitual en
    alimentación animal. Como se aprecia,
    muchos de estos alimentos pueden contener varios de ellos y su
    cantidad puede variar considerablemente incluso entre lotes
    dentro de un mismo alimento. Destacan por ejemplo los altos
    niveles de ANF de las semillas de legumbres, como soja, en que
    pueden existir cantidades importante de inhibidores de tripsina y
    de lectinas. Por el contrario, los granos de cereales tienen en
    general menos problemas,
    pudiendo ser un problema los inhibidores de tripsina en centeno y
    triticale, además de los compuestos fenólicos en
    cebada y sorgo

    Cuadro 1. Diversidad de factores antinutricionales (ANF) en
    plantas (Adaptado
    de De Lange et al., 2000 y D’Mello, 2000)

    Cereal/ semilla

    Inhibidores de
    tripsina

    Lecitinas

    Compuestos
    fenólicos

    Otros ANF

    Grano de cereal

    Trigo, arroz, maíz

    Centeno

    Triticale

    Cebada

    Sorgo


    /+


    /+/++


    /+/++


    /+


    /+


    /+/++

    +/++/+++

    Semillas de legumbres

    Soja

    Haba

    Poroto

    Arveja

    Lenteja, cowpeas, garbanzo

    Lupino

    ++/+++

    +


    /+/++

    +/++

    +/++

    ++

    +

    +/++/+++

    +/++

    +/++

    +/++/+++

    +/++

    +/++


    /+/++

    ++/+++1,3

    +/++/+++2

    +/++/+++1

    +/++/+++3

    Otras semillas

    Raps

    Maravilla

    Algodón

    Maní


    /+


    /+

    +/++

    +/++5

    +/++7

    +/++/+++4

    +/++/+++6

    Forrajes

    Medicago spp.

    Trifolium spp.

    Lotus spp.

    Brachiaria decumbens

    Panicum spp.

    Brassica spp.

    Fitoestrógenos y
    Saponinas

    Fitoestrógenos

    Tanino condensados

    Saponinas

    Saponinas

    Glucosinolatos, S-methylcysteine
    sulphoxide y Acido erúcico

    – Muy bajo
    nivel de detección; + bajo nivel; ++ Nivel medio;
    +++ Alto nivel.

    Diferentes variedades del mismo material pueden
    tener diferentes características.

    1 Proteínas antigénicas;
    2 Vicine/convicine; 3 Alcaloides;
    4 Glucocinolatos y sinapinas; 5
    Compuestos fenólicos (3 a 3,5 %); 6
    Gosipol; 7 16 a 18% en la cáscara de la
    nuez.

    En el Cuadro 2 se resumen los principales ANFs y efectos
    in vivo más importantes.

    Los inhibidores de tripsina (y quimiotripsina) forman
    compuestos estables e inactivos con estas enzimas
    pancreáticas, reduciendo la digestión de
    proteínas. Esta inactivación de enzimas estimula al
    páncreas a producir más enzimas,
    observándose en pollos y ratas una hipertrofia de este
    órgano (De Lange et al., 2000). Sin embargo se
    señala que estos ANFs son termolábiles, lo que los
    hace sensibles a temperaturas estándares de
    procesamiento.

    Cuadro 2. Principales factores antinutricionales y sus
    efectos en animales (De Lange et al., 2000).

    Factor antinutricional

    Efecto (in
    vivo
    )

    Lecitinas

    Daño en las paredes
    intestinales

    – Reacciones inmunológicas

    – Deterioro de la absorción de
    nutrientes

    – Incremento de la síntesis de proteína por
    mucosa

    – Metabolismo tóxico

    Inhibidores de proteasas

    – Reducción de la actividad de (quimio-)
    tripsina

    – Hipertrofia pancreática

    – Digestión disminuida

    Inhibidores de a -amilasa

    – Desactivación de amilasa salival y
    pancreática

    – Reducción de digestibilidad de
    almidón

    Taninos y polifenoles compuestos

    – Forman complejos con enzimas y
    proteínas

    – Reducen la digestibilidad de
    proteínas

    Factores flatulantes

    – Incomodidad gastrointestinal

    Proteínas antigénicas

    – Daño en paredes intestinales

    – Respuesta inmunológica

    Acido fítico

    – Forma complejos con minerales y
    proteínas

    Depresión de la absorción de
    minerales

    Vicine y convicine

    Anemia
    hemolítica

    – Interferencia con fertilidad y %
    incubación de huevos

    Saponinas

    – Hemolisis

    – Permeabilidad intestinal

    Glucosinolatos

    – Bocio, supresor de la producción de T3 y T41 por
    falta de yodo en la G. tiroides.

    – Lesiones en hígado y
    riñones

    Acido oxálico

    – Hipocalcemia

    – Gastroenteritis

    – Daño renal

    Gosipol

    – Anemia debido a falta de Fe

    – Reducción de peso de huevos

    Alcaloides

    – Perturbación
    neurológica

    – Reducción de la palatabilidad

    Sinapinas

    – Olor a pescado en huevos

    1 T3: triyodotironina; T4:
    Tiroxina.

    Otro grupo
    importante son las lecitinas, proteínas generalmente
    presente en forma de glicoproteínas que tienen afinidad
    por determinados azucares. Las células
    epiteliales contienen glicoproteínas que son afines con
    estas lecitinas uniéndose entre si, dificultando la
    absorción de nutrientes, dañando las paredes del
    intestino y provocando reacciones inmunológicas (De Lange
    et al., 2000; D’Mello, 2000). Además Smithard
    (2002) señala que posible la unión con
    proteínas sanguíneas en más de un sitio
    provocando la aglutinación de eritrocitos, por esta
    razón se les conoce también por el nombre de
    haemagglutinins. Como se observa en cuadro 1 se encuentran
    habitualmente en granos de leguminosas como poroto, arveja,
    lenteja y soja

    Los taninos son compuestos polifenólicos de un
    amplio peso molecular que habitualmente se dividen en
    hidrolizables y condensados. Estos son capaces de unirse a
    enzimas y proteínas del alimento dificultando la
    digestión de dichos nutrientes.

    El estudio de esto productos secundarios del metabolismo
    de las plantas ha despertado interés no
    solo por el impacto que pueden causar en la alimentación
    animal, incluido el hombre, si
    no que también por los posibles efectos benéficos
    en apropiadas circunstancias. Es así como Smithard (2002)
    señala las propiedades anticancerígenas de los
    glucocinolatos y fitoestrógenos, los efectos antioxidantes
    y antiterogénicos de thiosulphinate y
    disulphide y el potencial efecto coccidiostático de
    artemisin.

    2.2 Micotoxinas

    La FAO (1991) define a las micotoxinas como metabolitos
    de hongos que provocan cambios patológicos tanto en seres
    humanos como animales, y la micotoxicosis son los
    síndromes de la toxicidad resultante de la
    absorción de micotoxinas. El término micotoxina
    deriva de las palabras griegas "mykes" (hongos) y "toksicons"
    (veneno). Estas pueden ser producidas antes o después de
    la cosecha, durante el almacenaje, transporte,
    procesamiento o en el momento de ser utilizados en
    alimentación. Son metabolitos secundarios de hongos,
    producidos en la etapa final del crecimiento exponencial de una
    colonia fúngica y no tienen aparentemente una importancia
    en el crecimiento o metabolismo de de estos organismos. Diferente
    es el caso de los metabolitos primarios que son esenciales para
    el crecimiento del microorganismo
    (Jay, 2000).

    Es muy común encontrar granos contaminados, por
    ejemplo CAST (1989) citado por Whitlow y Hagler (2002)
    señala que a nivel mundial alrededor del 25 % de los
    alimentos cosechados anualmente son afectados por micotoxinas.
    Más recientemente (1998) Yiannikouris y Jouany (2002)
    indican que los granos de cereales que anualmente son afectados
    fluctúan entre 25 a 40 %. En el Cuadro 3 se presentan los
    resultados de los análisis hechos a alimentos de uso animal
    por agricultores de Carolina del Norte (USA) en la Universidad del
    mismo nombre. Como se observa, la presencia de micotoxinas es
    común en todos alimentos de uso animal, obsérvese
    el alto porcentaje de muestras positivas a Deoxynivalenol, 58%
    del total de alimentos analizados y 70% del maíz.

    Cuadro 3. Incidencia de 5 micotoxinas en ensilaje de
    maíz, grano de maíz y en todos los alimentos
    sometidos a análisis en la Universidad de Carolina del
    Norte, Estados Unidos,
    período 1989-1997 (Whitlow y Hagler, 2002).

    Aflatoxina

    >10 ppb

    Deoxynivalenol

    >50 ppb

    Zearalenona

    >70 ppb

    T-2 Toxin

    >50ppb

    Fumonisina
    >1ppm

    n

    % Pos

    media±de

    n

    % Pos

    media±d.e

    n

    % Pos

    media±de

    n

    % Pos

    media±de

    n

    % Pos

    Ensilaje de Maíz

    461

    8

    28±19

    778

    66

    1991±2878

    487

    30

    525±799

    717

    7

    569±830

    63

    37

    Grano de Maíz

    231

    9

    170±606

    362

    70

    1504±2550

    219

    11

    206±175

    353

    6

    569±690

    37

    60

    Todos

    1617

    7

    91±320

    2472

    58

    1739±10880

    1769

    18

    445±669

    2243

    7

    482±898

    283

    28

    n: Número de muestras; % Pos: porcentaje de
    muestras positivas por sobre determinada concentración;
    de: desviación estándar.

    Sin embargo, esta alta incidencia tiene también
    una distribución estacional y
    geográfica. Esta distribución puede variar, por
    ejemplo, por las condiciones climáticas entre años
    en una misma zona (Whitlow et al., 1998) o entre zonas
    geográficas diferentes por las condiciones
    climáticas predominantes que favorecen a uno u otro
    microorganismo (Devegowda et al., 1998, citados por Lawlor
    y Lynch, 2001a; Cuadro 4).

    2.2.1 Condiciones de desarrollo. Después
    de ser cosechados, el desarrollo de
    hongos capaces de producir micotoxinas se ve favorecido por dos
    condiciones: la primera es una fuente de energía y
    nitrógeno, y la segunda, no menos importante, son
    condiciones ambientales adecuadas, entiéndase contenido de
    humedad, temperatura y
    pH (Nelson,
    1993).

    Cuadro 4. Incidencia de Micotoxinas según zonas
    geográficas (Devegowda et al., 1998, citados por
    Lawlor y Lynch, 2001a).

    Localidad

    Micotoxinas

    Oeste de Europa

    Este de Europa

    Norteamérica

    Sudamérica

    Africa

    Asia

    Australia

    ocratoxinas, desoxinivalenol,
    zearalenona

    zearalenone, desoxinivalenol

    ocratoxinas, desoxinivalenol, zearalenona,
    aflatoxinas

    aflatoxinas, fumonisinas, ocratoxinas,
    desoxinivalenol, toxina T-2

    aflatoxinas, fumonisinas, zearalenona

    aflatoxinas

    aflatoxinas, fumonisinas

    Los granos intactos están físicamente
    protegidos para ser utilizados como fuente de energía o N
    por los hongos. Daños mecánicos durante la cosecha,
    por insectos durante el almacenaje o por el procesamiento, como
    molienda o descascarado, facilitan el desarrollo de hongos al
    dejar expuestas las fuentes de
    energía y nitrógeno (Nelson, 1993). La
    prevención en este sentido estaría dada por una
    mejor condición de cosecha y un buen control de
    insectos durante el almacenaje. Además, si es necesario
    hacer un procesamiento del grano, es conveniente hacerlo
    inmediatamente antes de ser utilizado.

    En trabajo
    realizado por Joffe (1986) citado por Whitlow y Hagler (2002) se
    observó un buen desarrollo de Fusarium a
    temperaturas entre 25 y 30 °C pero con una baja
    producción de toxinas. Cuando la temperaturas se bajaron
    cerca del punto de congelación, la producción de
    toxinas fue elevada con un escaso desarrollo
    fúngico.

    La temperatura a la cual se almacenan granos, heno y
    ensilajes por lo general favorece el desarrollo fúngico. A
    pesar de que estos crecen en un amplio rango de temperaturas, un
    crecimiento significativo tiene rangos más acotados
    (Figura 1). Mientras Aspergillius y Penicillium
    requieren temperaturas elevadas, Fusarium lo hace en
    ambientes más helados.

    Figura 1. Temperaturas óptimas y permisibles para
    el crecimiento de hongos comúnmente asociados a granos
    usados en alimentación animal (Nelson, 1993).

    La actividad hídrica (Ah) mide la cantidad de
    agua
    disponible para el desarrollo de los microorganismos, y es igual
    a la presión de
    vapor de agua que rodea al alimento divido por la presión
    de vapor del agua pura a la misma temperatura (FAO, 1991).
    Raciones completas normalmente tienen una Ah que fluctúa
    entre 0,5 y 0,94 dependiendo de la cantidad de ensilaje y de la
    cantidad de agua del ensilaje usado en la ración. La
    mayoría de los hongos requieren una Ah sobre 0,62 aunque
    es muy variable (Figura 2). De esta forma, una buena
    deshidratación de alimentos (i. e. granos, henos) y
    condiciones de almacenaje apropiadas previenen los problemas de
    micotoxicosis.

    En alimentos húmedos, como ensilaje, el
    crecimiento de hongos depende de la cantidad de oxígeno
    disponible y del pH. La gran mayoría de los hongos son
    aeróbios obligados y
    las condiciones de anaerobiosis propias de un silo, favorecidas
    por la alta humedad y bajo pH, limitan el desarrollo de hongos.
    De ahí la importancia de sellar rápidamente un silo
    y, una vez abierto, no prolongar en demasía el tiempo de
    entrega a los animales (Whitlow y Hagler, 2002; Nelson,
    1993).

    Figura 2. Relación entre Actividad Hídrica
    y crecimiento de hongos en alimentos de uso animal (Nelson,
    1993).

    2.2.2 Micotoxinas comunes alimentos de uso
    animal

    Según diversos autores, son 7 las más
    comunes micotoxinas encontradas en los alimentos: Aflatoxinas
    B1, zearalenona, toxina T-2, desoxinivalenol (vomitoxin),
    ocratoxina A, fumonisina
    y patulina, siendo
    además importantes otras como nivalenol, citrinina,
    esterigmatocistina, nivalenon, ácido fumárico,
    ácido penicílico (FAO, 2003; Yiannikouris y Jouany,
    2002; Whitlow y Hagler, 2002; Etzel, 2002; Coulombe, 1993; Lawlor
    y Lynch, 2001a). Normalmente pueden ser clasificadas según
    el órgano o tejido por el cual tienen una especificidad
    marcada, sin embargo, esta clasificación no es taxativa,
    puesto que una toxina puede afectar a varios órganos
    simultáneamente. De esta forma se pueden clasificar en
    hepatotóxicas, nefrotóxicas, hematotóxicas,
    neurotóxicas, dematotóxicas, cancerigenas y
    gastrotóxicas (Jurado, 1989; Humphreys, 1988).

    2.2.2.1 Aflatoxina B1 (AFB1). Represan a un grupo
    de micotoxinas producidas por Aspergillus flavus y A.
    parasiticus
    principalmente, pero también por A.
    níger, A. ruber
    , Penicillium citrinum, P.
    frecuentans
    , P. variable y P. puberulum, entre
    otros. Ha sido ampliamente estudiada por sus gran toxicidad y por
    estar presente en muchos alimento de primera necesidad para el
    hombre y
    también de uso animal como maíz, maní y
    semilla de algodón
    (Coulombe, 1993; Jurado, 1989).

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

     La actividad de agua óptima para la
    proliferación de A. flavus es alta, entre 0,82 y
    0,99 aproximadamente, y la temperatura a la que se desarrolla
    está entre 10 y 43 °C siendo el óptimo
    alrededor de 37 °C, sin embargo, la mayor producción
    de toxinas se alcanza a una temperatura de 25 a 30 °C (FAO,
    2003; Jurado, 1989). Es por ello que los problemas asociados a
    AFB1 son más frecuentes en climas tropicales.

    Las aflatoxinas (AFs) pueden afectar de diversas formas
    tanto a animales como al hombre. Son hepatotóxicas,
    teratógenas e inmuno-depresoras. La trucha arcoiris es muy
    sensible a AFs a diferencia de del ratón y del
    hámster los que son muy resistentes al afecto
    carcinógeno de la B1. En rumiantes, los ovinos son menos
    sensibles que bovinos (Jurado, 1989).

    Los efectos de las AFs se pueden observar en un ensayo
    conducido por Edrignton et al. (1994), quienes alimentaron
    4 grupos de
    corderos (27,5 kg de peso vivo) por 67 días con dos
    fuentes de proteína (harina de pescado y harina de soja) y
    0 o 2,5 mg/kg de AF siendo las AFs removidas de la dieta al
    día 35 (Cuadro 5). Se puede observar una clara
    disminución del consumo de alimentos y de la ganancia de
    peso. Además se observó una menor eficiencia uso
    del alimento durante el periodo de administración de AF (primeros 35
    días) y los resultados de análisis
    sanguíneos indicaron que el hígado sufrió un
    deterioro de sus funciones.

    Cuadro 5. Efecto de la adición de aflatoxinas en
    el consumo de alimento, ganancia diaria de peso de corderos en
    crecimiento evaluados durante 67 días (Edrignton et
    al
    ., 1994).

    Item y
    periodo
    1

    Dieta2

    HS

    HP

    HS +
    AF
    3

    HP +
    AF
    2

    SEM

    Consumo de alimento
    (kg/día)3

    0-35

    36-67

    0-67

    3,46 a

    5,02 a

    4,19 a

    3,33 a

    4,96 a

    4,05 a

    2,17 b

    3,96 b

    2,74 b

    1,54 c

    3,12 b

    1,70 c

    0,05

    0,06

    0,09

    Ganancia diaria de peso
    (kg/día)3

    0-35

    36-67

    0-67

    0,58 a

    0,50

    0,53 a

    0,57 a

    0,42

    0,50 a

    0,12 b

    0,38

    0,24 ab

    -0,04 b

    0,33

    0,05 b

    0,08

    0,04

    0,06

    1 Después del día
    35 se suspendió la
    administración de aflatoxina.

    2 HS: Harina de soja, HP: Harina de pescado;
    AF: Aflatoxina.

    3 Letras distintas en la misma línea
    indican diferencia significativa (P < 0,05).

    En otro estudio conducido por Schell et al.
    (1993) en que se alimentaron 96 cerdos (8,8 kg de peso
    inicialmente) con dietas contaminadas (992 ppb) y libres de AFB1,
    con y sin arcillas, se observaron similares efectos. El peso
    final fue menor en 5 kg (30 versus 25) en los animales
    alimentados con dietas contaminadas (sin arcilla) siendo
    diferentes significativamente (P<0,01). La ganancia diaria de
    peso también fue menor (505g y 392g para sin y con AF
    respectivamente, P<0,01). La adición de arcillas
    (bentonita de sodio) fue positiva, en el sentido de disminuir los
    nocivos efectos de las AF, sin embargo, no fue posible
    neutralizarlos. Luego de esta etapa se continuó
    alimentando a 46 de los cerdos anteriores pero ahora todas las
    dietas libres de AFs durante 5 semanas. Al comparar los pesos
    finales no se observó diferencia significativa entre los
    cerdos previamente alimentados con dietas contaminadas versus las
    no contaminadas (siendo el peso inicial más bajos en
    aquellos cerdos alimentados con dietas contaminadas). Tampoco se
    observó diferencia en la ganancia diaria de alimento, sin
    embargo, el consumo de alimento fue mayor (2,05 versus 2,38
    kg/día, ambos sin arcillas) en los cerdos previamente
    alimentados con AFs. Por otro lado, van Heugten et al.
    (1994), al alimentar cerdo recién destetados con alimentos
    contaminados con AFs, llegaron a similares resultados, pero
    además concluyeron que bajas dosis de AFs pueden afectar
    negativamente algunos aspectos de la inmunidad
    celular.

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    En bovinos de carne niveles tan bajos como 100 ppb
    pueden tener efectos tóxicos, dependiendo de la interacción con otros factores, sin
    embargo, suelen considerarse como tóxicos niveles entre
    300 y 700 ppb. Vacas lecheras que consumieron 120 ppb han
    mostrados menor eficiencia reproductiva y menor
    producción, la cual aumentó en 25% luego cambiar la
    dieta, sugiriéndose que niveles de 100 ppb podrían
    reducir la producción de leche (Whitlow
    y Hagler, 2002). El consumo de alimentos con AFs por parte de
    vacas lecheras puede resultar en una contaminación
    indirecta de la leche. La Aflatoxina M1 (AFM1), encontrada en
    leche y productos lácteos,
    es resultado directo del consumo de AFB1 a través de
    raciones contaminadas. La cantidad de AFM1 excretada en la leche,
    como porcentaje de la AFB1 consumida, suele ser de 1 a 3%, sin
    embargo, se han encontrado valores de
    hasta 6% (van Egmond et al. 1997).

    La "Food and Drug Administration" (FDA) en USA establece
    que los alimentos de consumo humano no pueden tener más de
    20 ppb de AFs totales y la leche no más de 0,5 ppb de
    AFM1, siendo este último nivel más riguroso en los
    países de la Unión
    Europea (0,05 ppb). En alimentos de uso animal la FDA
    establece niveles de 20 ppb para todos los alimentos de uso en
    vacas lecheras y animales inmaduros. Para alimentación de
    otros animales también son 20 ppb, con las siguientes
    excepciones: 300 ppb para harina de semilla de algodón
    destinada a bovinos de carne, cerdos y aves; 200 ppb
    para finalización de cerdos (45,36 kg o más de
    peso); 100 ppb para reproductores en ganado de carne, cerdos y
    aves. La mezcla de alimentos contaminados con otros libres de
    contaminación, como una forma de disminuir la
    concentración de AFs, no está permitida.

    2.2.2.2 Zearalenona (ZEA). Esta es una
    micotoxina estrogénica de amplia distribución y
    presente principalmente en maíz, aunque también es
    posible encontrarla en trigo, cebada, arroz y sorgo, normalmente
    en bajas dosis. Son producidas por hongos del género
    Fusarium tales como F. graminearum y F. moniliforme
    (Jurado, 1989; FAO, 2003). Las condiciones favorable para su
    producción son la alta humedad y bajas temperaturas, por
    lo tanto es más común encontrar situaciones de
    toxicidad en regiones más templadas (Coulombe, 1993).

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    La ZEA, a pesar de ser muy diferente estructuralmente al
    estrógeno, posee una fuerte actividad
    estratogénica. Se ha observado que tiene una gran afinidad
    a receptores de estrógeno en el útero de ratas como
    también en el de ovejas y vaquillas. De todas las especies
    domesticas, la cerda en etapa previa a la pubertad es la
    más sensible a la acción
    de ZEA, siendo suficiente una concentración de 0,5 a 1 ppm
    para causar pseudos-estros y prolapso vaginal (Lawlor y linch,
    2001b). El sistema genital inmaduro de estos animales sufre
    grandes cambios al ser expuesto a ZEA, los que incluyen
    tumefacción de la vulva, incremento del tamaño y
    peso de la vulva dilatación mamaria y, en casos extremos,
    prolapso vaginal y rectal (Diekman y Green, 1992). Además
    en cerdas maduras (ciclando) se ha observado un aumento en el
    periodo inter-estros y seudopreñez. En hembras
    preñadas esta micotoxina causó muerte
    neonatal, momificación fetal, crías mortinatas,
    aborto,
    inmovilidad de piernas, anormal retorno del estro, entre otros
    efectos (Diekman y Green, 1992).

    En berracos jóvenes alimentados con dietas
    contaminadas con ZEA se ha observado una disminución de la
    libido y decrecimiento del tamaño testicular, sin embargo,
    berracos adultos no son afectados, inclusos a concentraciones de
    hasta 200 ppm. Cerdos en etapa de finalización mostraron
    solo un leve menor crecimiento y conversión de alimentos
    al consumir dietas con 50 ppm (Lawlor y Linch, 2001b).

    Pollos broilers y gallinas ponedoras no son sensibles a
    ZEA, a diferencia de pavos, quienes muestran signos de
    toxicidad al estar expuestos a ZEA (Whitlow y Hagler,
    2002).

    En vaquillas lecheras expuestas a ZEA se ha observado
    una disminución de la tasa de concepción y, al
    parecer, el paso de metabolitos a la leche es mínimo
    (Coulombe, 1993). Otros efectos observados son vaginitis,
    secreción vaginal, menor eficiencia reproductiva y
    dilatación de la glándula mamaria en vaquillas
    vírgenes. Sin embrago se considera a los bovinos (ovinos)
    relativamente resistentes a ZEA, observándose menores
    efectos negativos como se aprecia en el cuadro 6 (Whitlow y
    Hagler, 2002).

    Cuadro 6. Efecto de la ingestión de Zearalenona
    en características reproductivas de bovinos y ovinos
    (Varios autores citados por DiCostanzo y Murphy,
    1994).

    Especie

    Tipo

    Dosis

    Duración

    Efecto

    mg/kg MS

    mg/día

    días

    Bovino

    Vaquilla lechera

    15a

    250

    63

    Reducción tasa
    concepción.

    Bovino

    Rebaño lechero

    1,25

    ND

    ND

    Reducción tasa
    concepción.

    Bovino

    Vaca seca lechera

    26,0a

    500

    42

    Sin efectos fisiológicos o
    histológicos.

    Bovino

    Vaca lactante lechera

    25-100

    ND

    42

    Inflamación genital pero con estro y
    ovulación normal.

    Ovino

    Carnero

    2,5a

    6

    30

    Sin efectos en semen o fertilidad.

    Ovino

    Oveja postparto

    12a

    24

    10

    Sin efectos en sobrevivencia de embriones o
    pariciones.

    Ovino

    Oveja preparto

    0,5a

    1

    20-40

    Reducción de la tasa ovulatoria.

    Ovino

    Oveja preparto

    1,5a

    3

    10

    Reducción de la tasa ovulatoria.

    Ovino

    Oveja preparto

    12,5a

    25

    10

    Prolongación del estro, reducción de
    la tasa ovulatoria y reducción de la
    fertilidad.

    ND: no disponible.

    a: Calculado con datos de consumo
    diario.

    2.2.2.3 Toxina T-2. Micotoxina perteneciente al
    grupo de tricotecenos y obtenida por extracción
    alcohólica de los hongos Fusarium sporotrichioides
    y F. poae (Jurado, 1989). F.
    sporotrichioides requiere una actividad hídrica de
    al menos 0,88, un máximo de 0,99 y una temperatura
    óptima de desarrollo entre 22,5 y 27,5 °C
    (mínimo de -2 y máximo 35,0 °C (FAO,
    2003).

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    Esta toxina se produce en cereales de muchas partes del
    mundo y está asociada a lluvias prolongadas en tiempos de
    cosecha. En humanos se le relaciona a la "eulacia tóxica
    alimentaria" que afectó a miles de personas durante
    la segunda guerra
    mundial. En animales ha causado brotes de enfermedad
    hemorrágica y está relacionada a lesiones bucales y
    efectos neurotóxicos en aves de corral siendo el efecto
    más importante su actividad inmunodepresora (FAO,
    2003).

    En cerdos se le asocia a una reducción del
    consumo con niveles muy bajos de contaminación (0,5 ppm)
    además de infertilidad acompañada de lesiones en
    útero y ovarios (Rafai et al., 1995 citados por
    Lawlor y Lynch, 2001b; Whitlow y Hagler, 2002). En aves de
    postura se ha observado un drástico y repentino descenso
    en la producción de huevos, menor calidad de la
    cáscara, plumaje anormal, lesiones bucales y menor
    ganancia de peso. La menor producción de huevos y calidad
    de la cáscara disminuida se observó con una
    concentración en la dieta de 20 ppm. En bovinos la toxina
    T-2 ha sido relacionada con gastroenteritis, hemorragias
    gastrointestinales y muerte de animales (Whitlow y Hagler,
    2002).

    En un ensayo
    realizado por Guerret et al. (2000) con conejos (conejo
    blanco neocelandés de 2 kg de peso vivo), administrando
    vía oral tres dosis de Toxina T-2 (0.1, 0.25 y 0.5 mg/kg)
    más un grupo control, se observo que con la dosis
    más alta hubo un 60% de mortalidad después de la
    cuarta aplicación. En los conejos que sobrevivieron se
    observó un menor crecimiento (0,25 kg de pérdida de
    peso), necrosis peribucal y una parálisis parcial de las
    extremidades. En los conejos de tratados con 0,25
    y 0,1 mg/kg no se observaron muertes, pero si se detectaron
    síntomas de intoxicación crónica
    después de la tercera aplicación, con una
    pérdida de peso en los conejos tratados con 0,25 mg/kg y
    una menor ganancia de peso, en relación al control, en los
    conejos tratados con la menor dosis. Signos de
    intoxicación incluyeron reducción espontánea
    del movimiento,
    excesiva salivación y necrosis peribucal.

    2.2.2.4 Desoxinivalenol (DON). Es probablemente
    la micotoxina más corriente de Fusarium, contamina
    diversos cereales, especialmente maíz y trigo, tanto en
    países desarrollados como en desarrollo. Por los
    síndromes eméticos que causa (y rechazo a los
    alimentos) se le conoce también como vomitoxina siendo un
    potente inhibidor de la síntesis de proteína.
    Niveles entre 0,6 y 7,6 m g/kg han sido detectados en trigo, siendo
    potencialmente peligrosos tanto en animales como humanos (FAO,
    2003; Maresca, 2002)

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    Pertenece al grupo de los tricotecenos al igual que
    Toxina T-2 y es producida hongos del género Fusarium
    afectando principalmente a cerdos, pero también al hombre
    y ratas (Jurado, 1989). Estos hongos se desarrollan
    rápidamente cuando los granos están sometidos a
    condiciones de ambientales frías, lluviosa y seguido de un
    corto período seco. Se previene su crecimiento almacenando
    los granos con un bajo contenido de humedad (13 a 14%), por el
    contrario, humedad muy alta del grano (22 a 23 %) favorecen su
    desarrollo. Bajo estas condiciones se producen grandes cantidades
    de micotoxinas, tanto Desoxinivalenol como Zearalenona (Diekman y
    Green, 1992).

    Según antecedentes entregados por Shase y Stone
    (2003) y Kuldau (2001), citando a varios autores, la
    contaminación de alimentos de vacas lecheras con DON
    no afecta significativamente a la producción de leche, su
    calidad, el consumo de alimento o salud del animal, esto en
    estudios realizados en vacas lecheras en lactación temprana, media lactación
    y en vacas sacas.

    Dos ensayos
    realizados con novillos en etapa final de engorda (Windels et
    al
    ., 1995 y DeCostanzo et al., 1995, citados por Shase
    y Stone, 2003), alimentados con dietas contaminadas con DON entre
    0 y 22 ppm, no se observaron efectos negativos en el consumo de
    alimento ni en el rendimiento final.

    En un ensayo in vitro con células
    epiteliales humanas conducido por Maresca et al. (2002) en
    que se vio el efecto de DON en la absorción de diferentes
    clases de nutrientes, incluyendo azucares, aminoácidos y
    lípidos.
    En bajas concentraciones (10 m mol/L), fue inhibida significativamente la
    actividad de los transportadores de: D-glucosa y
    D-galactosa, dependientes del sodio (50% de inhibición,
    P<0,05), seguidos de los trasportadores de D-fructuosa (42% de
    inhibición, P<0,05), activo y pasivo transportador de
    L-serina (inhibición de 30 y 38% respectivamente,
    P<0,05). También fue inhibido, aunque ligeramente, el
    transportador pasivo de D-glucosa (15% de inhibición a una
    concentración de 1 m mol/L, P<0,05). Sin embargo el
    transportador de palmitato fue incrementado en un 10% a una
    concentración de 10 m mol/L (p<0,0001) y la absorción de
    colesterol no fue afectada. A altas concentraciones de DON
    (100 m mol/L)
    fueron fuertemente inhibidos los transportadores de D-glucosa y
    D-galactosa (dependientes del sodio), mientras que la actividad
    de todos los otros transportadores fue incrementada.

    En otro ensayo en que se alimentaron perros y gatos
    con cantidades crecientes de DON (0, 1, 2, 4, 6, 8 y 10 mg/kg)
    utilizando trigo naturalmente contaminado. La ración fue
    extruída lo que no afectó la actividad de la
    micotoxina. El objetivo era determinar la cantidad la cual los
    animales mostraban señales
    de toxicidad. El consumo se afectó con 4,5 y 7,7 mg DON/kg
    de MS, en perros y gatos respectivamente (Figura 3).
    mito fue
    comúnmente observado con niveles de 8 y 10 mg/kg.
    Además se observó que perros que previamente
    habían consumido alimentos contaminados con DON y al tener
    la posibilidad de elegir entre contaminado (6 mg de DON/kg) y
    no-contaminado, preferían el segundo alimento
    (descontaminado) consumiendo solo cantidades no significativas de
    alimento contaminado. Perros que no habían sido expuestos
    a los negativos efectos de la toxina, consumían
    indistintamente uno u otro alimento (Hughes et al.,
    1999).

    Antecedentes entregados por Lawlor y Lynch (2001),
    indican que al alimentar cerdos con alimento contaminado (14 ppm)
    se observaron vómitos y
    aflicción abdominal 10 a 20 minutos después de la
    administración. Exposición
    continua a bajos niveles indujo a una reducción de la
    temperatura de la piel,
    engrosamiento de la región esofágica y
    reducción de los niveles de alfa globulinas en el plasma
    sanguíneo.

    Figura 3. Efecto de la dosis de DON en el consumo de
    energía metabolizable (EM) por kg de peso vivo (PV)
    consumida por perros (A) y gatos (B) (Hughes et al.,
    1999).

    2.2.2.5 Ocratoxina A. Las ocratoxinas son
    micotoxinas producidas por hongos del género Aspergillus,
    siendo la especie más importante A. ochraceus.
    Otras especies de importancia son A. Sulfureus, A. melleus,
    Penicillium viridicatum, P. commune
    , entre otras especies
    (Jurado, 1989). La más conocida es ocratoxina A (OA),
    siendo a su vez la más tóxica, posee cloro en su
    molécula. Se conoce además la ocratoxina B (sin
    cloro en su molécula) y ocratoxina C (con cloro y es un
    etilester) (Jurado, 1989; Jay, 2000).

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    La producción máxima de OA se alcanza a
    una temperatura óptima de 30 °C pudiendo crecer (A.
    ochraceus
    ) a temperaturas entre 8 y 37 °C. La actividad
    hídrica óptima para la producción de OA es
    de 0,95, pudiéndose desarrollar el hongo desde 0,79. Tiene
    una dosis letal media en ratas (LD50) de 20 a 22
    mg/kg, siendo principalmente nefrotóxica y
    hapatotóxica (FAO, 2003; Jay, 2000).

    AO causa daños en riñones de cerdos, es
    cancerígeno, teratogénico y tiene
    propiedades inmunodepresoras, siendo los rumiante más
    resistente (Jay, 2000). En las aves se caracteriza por la
    producción de esclerosis renal y periportal, enteritis,
    supresión de la hematopoyesis de la médula
    ósea. En cánidos las OA causan anorexia,
    pérdida de peso, vomito, conjuntivitis y necrosis renal,
    entre otras afecciones (Jurado, 1989). En rumiantes es
    rápidamente degradada en el rumen, pasando de OA a
    ocratoxina a
    (Oa ) por
    lo tanto las consecuencias negativas no son importantes, a menos
    que sean consumidas por prerumiantes (Whitlow y Hagler, 2002).
    Sin embargo, esta capacidad de degradación es limitada,
    así lo demuestra un estudio conducido por Oler et
    al
    . (1999), quienes encontraron, luego de 4 semanas de
    administración a corderos, que con dosis de 2 y 5 mg/kg
    las concentraciones de AO y Aa en la sangre
    aumentó significativamente, además se
    detectó en la orina y en las fecas, no afectándose
    la digestibilidad ni el consumo de los alimentos (Cuadro
    6).

    Cuadro 6. Concentración de ocratoxina A (OA) y
    ocratoxina a
    (Oa ) en
    plasma sanguíneo de ovinos sometidos a dosis crecientes de
    OA (Höhler et al., 1999).

    Tratamiento

    Día de
    ensayo

    6

    13

    20

    27

    OA, ng/mL de
    sangre

    0 mg de OA/kg

    0

    0

    0

    0

    2 mg de OA/kg

    8,2

    10,6

    10,3

    10,8

    5 mg de OA/kg

    74,4

    81,9

    67,0

    111,7

    Nivel de significancia

    0,0001

    0,0001

    0,0004

    0,0006

    Oa , ng/mL de sangre

    0 mg de OA/kg

    0

    0

    0

    0

    2 mg de OA/kg

    3,4

    3,2

    3,2

    2,0

    5 mg de OA/kg

    15,9

    12,0

    13,0

    18,5

    Nivel de significancia

    0,007

    0,014

    0,009

    0,009

    2.2.2.6 Fumonisina. Las fumonisinas son
    producidas por varias especies de Fusarium, en maíz y
    otros granos, asociándose su consumo con ciertas enfermedades de animales y
    humanos, es fumonisina B1 (FB1) la más importante de este
    grupo conociéndose otras 6 toxinas: FB2, FB3, FB4, FA1,
    FA2 y FA3 (Jay, 2000). El hongo más importante productor
    de FB1 es F. moniliforme, el que requiere una actividad
    hídrica mínima de 0,87 y un límite
    máximo de 0,99. Las temperaturas mínima,
    óptima y máxima son 2,5 a 5; 22,5 a 27,5 y 32 a 37
    °C, respectivamente, y se ha observado de desarrollo en un
    rango de pH entre 3 y 9,5. No existiendo información sobre condiciones necesarias
    para la producción de FB1 (Jay, 2000; FAO,
    2003).

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    Las fumonisinas están asociadas a cáncer
    esofágico en humano, a cáncer al hígado en
    ratas. En cerdos expuestos a bajas dosis provoca necrosis en el
    hígado y con altas dosis provoca además edema pulmonar
    (Scott, 1993, citado por Lawlor y Lynch, 2001b; Whitlow y Hagler,
    2002). En cerdos en crecimiento se ha observado una menor tasa de
    crecimiento, –8 % con 1 ppm de FB1 en la dieta y –11
    % con 10 ppm de FB1 en la dieta. Además, cuando es
    utilizado alimento contaminado (1 ppm) en el periodo final de
    engorda puede verse afectada la calidad de la carne (incremento
    del depósito de grasa y menor producción de carne
    magra).

    En ganado lechero, Whitlow y Hagler (2002)
    señalan que se ha visto una reducción de la
    producción de leche con 100 ppm de FB1 en la dieta,
    mientras que en ganado de carne alimentado dietas contaminas (148
    ppm) no se observaron disminución en la ganancia de peso.
    Los autores explican estos nulos o menos evidentes efectos en
    bovinos debido a la capacidad de detoxificación que tiene
    el rumen, siendo al parecer más dependiente de la
    actividad protozoaria que bacteriana.

    En caballos las fumonisinas han mostrado ser la causa de
    leucoensefalomalacia, que se caracteriza por una parálisis
    facial, agitación nerviosa, laminitis, ataxia
    (perturbación del sistema nervioso.
    En un ensayo en que se alimentaron caballos con dietas a base de
    maíz contaminado entre 37 y 122 ppm de FB1 se observaron
    muerte de animales, por lo que aparentemente, estos animales son
    los más sensibles a FB1, pudiendo tolerar dosis de no
    más de 5 ppm (Whitlow y Hagler, 2002).

    Los rumiantes se consideran más resistentes.
    Novillos alimentados con dietas contaminadas con fumonisinas (15,
    31 o 148 ppm) durante 37 días, no mostraron
    disminución en el consumo de alimento o ganancia de peso,
    sin embargo, terneros alimentados con dietas libres de
    contaminación ganaron más peso (1,44kg/día)
    que los terneros tratados con 48 ppm de fumonisinas en la dieta
    (0,97 kg/día) (Whitlow y Hagler, 2002).

    En vacas lecheras se hizo un ensayo en que se vio el
    efecto de fumonisinas en producción de leche, componentes
    de la leche y salud de los animales. Las vacas (6 Holsteins y 7
    Jerseys por cada tratamiento) fueron alimentadas desde los 7
    días antes del parto hasta 70
    días postparto. La dieta contaminada con 100 ppm no
    afectó la concentración de grasa, proteína,
    lactosa ni de sólidos no grasos, sin embargo, la
    producción diaria de esos componentes fue menor debido a
    la menor producción de leche (P<0,01) de las vacas
    expuestas a fumonisinas (24,2 kg de leche por día) en
    comparación a las vacas alimentadas con dietas libres de
    contaminantes (31,2 kg/día). Siendo también menor
    la producción de leche corregida por contenido graso (22,8
    kg/d vs. 28,5 kg/d, P≤0,01) y por contenido de sólidos
    (24,4 kg/d vs. 30,5 kg/d, P≤0,01). El consumo de alimento fue
    5,2 kg menos (12 %) en las vacas alimentadas con fumonisinas y se
    detectó daño hepático debido a las mayores
    concentraciones séricas de aspartato aminotranferasa y de
    glutamil transferasa (Diaz et al., 2000).

    2.2.2.7 Patulina. Esta es una micotoxina
    producida por varios hongos, es un antibiótico que
    está presente, por ejemplo, en manzanas podridas
    contaminadas con Penecillium expansum, y por consiguiente,
    puede estar presente en jugo de manzana y otros productos. Es una
    neurotoxina, produce lesiones anatomopatológicas graves
    (FAO, 2003). Otras especies de hongos productores de patulinas
    son P. claviforme, P. patulum, Aspergillium clavatus, A.
    terreus, Byssochlamys nivea
    y B. fulva (Jay,
    2003).

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    A. clavatus se encuentra
    frecuentemente en el suelo,
    maíz, soja y avena. Algunos hongos productores de esta
    micotoxina pueden desarrollarse por debajo de los 2 °C. P.
    patulatum
    y P. espanxum se han desarrollado con 0,83 y
    0,81 de actividad hídrica, respectivamente. La
    producción de patulina se ve favorecida cuando el medio
    tiene un pH de entre 4,5 y 5 (Jurado, 1989; Jay 2003).

    Esta micotoxina inhibe la germinación de
    semillas, y posee acción antimicótico, por lo que
    se le ha empleado para combatir hongos en el trigo. En vacas
    intoxicadas se observa una incoordinación de movimientos,
    a veces temblores y excitación, parálisis y
    caídas. En el plano de la digestivo se observa anorexia,
    suspensión de la rumia y constipación (Jurado,
    1989). Por otro lado, Yiannikouris y Jouany (2002) señalan
    que esta micotoxina puede ser producida durante el proceso de
    elaboración de cerveza y que se
    le asoció con la muerte de
    100 vacas alimentadas con subproductos de esta industria.

    Investigadores de la Universidad de Minnesota (Tapia
    et al., 2002) condujeron un estudio in vitro para
    ver el efecto de la exposición de patulina sobre la
    fermentación ruminal. La composición
    química de
    la dieta en estudio fue de 92,9 % de MO, 15,5 % de PC, 27,4 % de
    FDN y 16,2 % de FDA (38% heno de alfalfa, 28% silo de
    maíz, 27% "cracked corn", 5% harina de soja y 0,6% de
    mezcla mineral, todo base materia seca.
    Después de dos días de adaptación se le
    agregaron 0, 30, 60 y 90 mg de patulina diluida en agua destilada
    cada 12 horas por 3 días. Se observó una menor
    digestibilidad verdadera de la materia orgánica, FDN y de
    la FDA en 27, 43 y 36%, respectivamente para las dosis de entre
    30 y 90 mg. La producción total de AGV disminuyó de
    180,1 a 118,5 (mM) al agregar 90 mg de patulina, no
    encontrándose diferencias entre el testigo y las dosis de
    30 y 60 mg. El flujo de N bacterial fue menor para con las 3
    dosis de patulina y la eficiencia del crecimiento
    bacteriano (g de N/kg MO digestible) fue menor solo para la
    dosis más alta (90 mg de patulina). Concluyéndose
    finalmente que la patulina puede alterar el metabolismo de los
    nutrientes por los microorganismos del rumen, pudiendo afectar
    negativamente la salud y productividad del
    animal.

    3 CONCLUSIONES

    Un análisis químico-nutricional de los
    alimentos no siempre basta para definir la calidad nutricional de
    un alimento, se deben considerar factores adicionales que pueden
    afectar su consumo y/o biodisponiblidad. Factores
    antinutricionales, microorganismos y sus productos pueden
    disminuir la calidad de los alimentos y no siempre son
    considerados.

    Los más comunes factores antinutricionales son
    los inhibidores de tripsina, lecitinas y compuestos
    fenólicos, los que son frecuentes de encontrar en
    leguminosas de grano. En cereales los más comunes son
    inhibidores de tripsina principalmente en centeno y triticale.
    Cebada y sorgo pueden contener niveles importantes de compuestos
    fenólicos como así también las semillas de
    oleaginosas.

    Las micotoxinas, productos del metabolismo secundario de
    hongo, puede desencadenar cuadros graves de toxicidad cuando las
    condiciones medioambientales (pH, humedad y temperatura) le son
    favorables para su producción, siendo la forma más
    importante de control la prevención mediante la
    eliminación de condiciones propicias tales como baja
    humedad, acidificación y anaerobiosis.

    Destacan dentro de este grupo de compuestos siete
    micotoxinas: Aflatoxinas B1, zearalenona, toxina T-2,
    desoxinivalenol, ocratoxina A, fumonisina y patulina, las que
    pueden afectar diversos órganos y sistemas
    (hepatotóxicas, nefrotóxicas, hematotóxicas,
    neurotóxicas, dermatotóxicas, cancerigenas y
    gastrotóxicas), siendo producidas por especies de los
    géneros Fusarium, Aspergillius y Penicillium.

    En general se observó una mayor susceptibilidad
    de animales monogástricos, en los que es muy común
    observar casos de muertes por micotoxicosis. Los rumiantes se
    pueden considerar en general más resistentes debido a la
    capacidad detoxificadora del rumen, donde los protozoos
    tienen una activa participación. Sin embargo, esta
    capacidad es limitada pudiendo afectar negativamente los
    rendimientos y la salud del animal.

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    Autor:

    CHISTIAN AMANDUS ALVARADO GILIS,

    Ingeniero Agrónomo.

    Universidad: Universidad Austral de Chile, Facultad de
    Ciencias
    Agrarias,

    Magíster en CienciasProducción
    Animal

    Ciudad: Valdivia – Chile

     

     

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