- ¿Ciencia
Política? - Conocimientos y
Valores - El escenario y los
actores - Tic-Tac o
Latidos - El discurso y los
medios
Un nuevo cambio de
siglo y sus particulares circunstancias obligan a repreguntarse
sobre la política y la ciencia
política; la necesidad de reflexionar, continuando la
inveterada costumbre griega con su polis, es una
invitación a encontrarse con viejas y nuevas
preguntas.
La pregunta, inquietud tan esencialmente humana, implica
duda, un no-conformismo y curiosidad. Y también un deseo
de avanzar; de comprender el hilo conductor de los hechos, de
nuestro derrotero como individuos y como sociedad.
Qué, cómo, cuándo, dónde, por
qué, quién, para qué, son aristas del
instrumento que nos posibilita conocer y comprender; desatando
los nudos de los problemas,
disminuyendo nuestra ignorancia y afirmando la
certidumbre.
Este instrumento es especialmente importante en materia
política, en ella influyen en gran forma: la inteligencia,
el honor, la lealtad, los principios, y, a
su vez, la sin razón, las pasiones, el olvido, los
intereses y el desconcierto. La naturaleza
humana con todas sus virtudes y sus vicios, no hay sociedad
que no se beneficie ni sufra por lo mismo. Como dijo Plauto, y
solía repetir Hobbes, homo
homini lupus; pero también como señaló Mario
Justo López: homo res sacra hominis. Sea en un sentido u
en otro, la política es determinante, de allí que
sea objeto de reflexión.
¿Ciencia
Política?
¿Existe la ciencia política? ¿Es
ciencia? Sí es la respuesta de nuestros manuales, tiene
un objeto propio y un método (o
varios según las distintas escuelas) para
conocerle.
Según Marcel Prélot desde los griegos se
ha desarrollado como conocimiento
científico (objetividad, método y
comunicabilidad), con mayor o menor suerte. Pero desde la segunda
mitad del siglo XVIII, su reino comienza a desmoronarse, surge la
economía
política que pronto reclamará autonomía
tanto en el orden práctico como en el intelectual. Otro
cisma será el que separará lo político de lo
social, surgiendo la sociología en el s. XIX. Hacia fines de
éste mismo siglo, será el derecho
público a través de su hegemonía en el
estudio de la teoría
general del Estado. El
contenido tradicional de la ciencia política
disminuyó hasta desaparecer casi por completo. La Segunda Guerra
Mundial y sus consecuencias brindaron las circunstancias
propicias para el renacimiento
politológico. "En un mundo extremadamente politizado, la
convicción de que la ciencia política no puede ser
ignorada oficialmente surge pronto y se extiende de un modo
irresistible".
Otros autores, como Duverger, señalan que
el
conocimiento de la política en tanto que ciencia
comienza entre 1890 y 1914, época de su acogida en las
universidades de Estados Unidos;
en Europa lo
hará, en general, después de 1945; la etapa
anterior para el citado autor es la "prehistoria" de
la ciencia política.
Pero todos ellos coinciden en su franco desarrollo en
la segunda mitad del siglo XX, creándose cátedras y
hasta facultades de ciencia política. En 1948, la UNESCO y
los politólogos circunscriben empíricamente el
contenido de la misma en cuatro grandes rubros: teoría
política; instituciones
políticas; partidos, grupos y opinión
pública; y relaciones
internacionales. Se ha precisado su objeto.
El politólogo "como otros adeptos de las ciencias
humanas, lo que el descubre es la realidad social, pero la
considera de un modo diferente, y le concede un interés
que es el único en experimentar". En sus estudios sociales
no está solo, pero él aporta el análisis de la sociedad a través del
poder. Es el
elemento vital que da vida a la misma, la sociedad
política es un sistema que
necesita del poder para ordenarse como medio de transmitir la
acción.
El poder es orden y es acción. La relación es tan
íntima, que como sea el poder será la sociedad,
así hablamos, por ej., de democracia,
oligocracia, cleptocracia, etc., en donde el sufijo "cracia" (del
griego kratía, krátos) es siempre "poder". La
ciencia política o politología contribuye a conocer
la realidad política como parte de la realidad social, y
lo hace desde el poder; sus sistemas,
teorías, actores, acciones,
todos tienen como elemento primordial el poder, porque la
política es lucha e imposición del poder, ya en
forma pacífica (relación
argumento-contraargumento), ya in extremis por la fuerza.
La pregunta por el "cómo" lleva al
método. La ciencia política no podrá ser tal
sino tiene método. La etimología nos acerca al
concepto: met
(más allá) y hodos (camino, viaje), es decir, el
camino que nos lleva al objeto de conocer que se encuentra
más allá del sujeto cognoscente. Es el camino a
recorrer y la meta a
alcanzar. López lo define como "el procedimiento o
conjunto de procedimientos
por cuyo intermedio, en base a un plan fijado y a
reglas determinadas, se procura la obtención de un fin
propuesto… El método está estrechamente
relacionado con la realidad que se pretende conocer".
Las vicisitudes de la ciencia política, en cuanto
tal, tiene mucho que ver con las modas científicas; y las
ciencias
naturales y sus métodos
han estado mucho tiempo en el
candil. El positivismo
propugnando la unidad de la ciencia y la unidad del
método, impuso a los objetos culturales el método
de las ciencias naturales (biología) y exactas
(matemáticas). Implicó un grave
atraso para la ciencia política. Recién en 1883
Dilthey demostraría la diferencia radical entre las
ciencias de la naturaleza y
las ciencias del espíritu ("la naturaleza nos la
explicamos, la vida del alma la
comprendemos").
La reacción anti-naturalista encuentra hoy
seguidores en los comprensivistas que "en general se concentran
en el sujeto y su singularidad; apuntan a conocer sus
propósitos, el significado de los signos y
sentido de lo social y esto lo hace desde un abordaje
teleológico, que comprende el dominio de las
funciones,
finalidades, significados, objetivos e
intenciones. El punto central, está en el método y
objetivo de la
explicación del fenómeno social visto como un
proceso de
comprensión".
Después de esta crítica, asistimos al desarrollo de un
movimiento
neopositivista, destacándose los conductivistas: "…el
enfoque conductivista se orienta hacia un conocimiento
que pretende ser de tipo nomotético y ha acentuado el uso
de las metodologías de investigación empíricas".
Esta larga controversia, no terminada aún, es
fructífera para la ciencia política. Los
politólogos, seguramente, harán una realista
aplicación ecléctica de las dos corrientes,
afirmándose más en una u otra, según la
formación y experiencia de cada investigador.
En esta perspectiva, podemos afirmar que los pasos de
todo método
científico son: a) formulación del problema, b)
tentativa de explicación provisoria, c) aplicación
de instrumentos y técnicas
para la obtención de datos, d)
análisis e interpretación de lo obtenido y e)
especulación a partir de ella.
Pero, a su vez, cada ciencia tiene un método que
le es propio. En efecto, tiene una cierta realidad a conocer, un
objeto o meta que esta más allá y sólo ella
puede encontrar el camino para alcanzarlo. Captar la realidad
política, el acto político que se desarrolla en la
comunidad
política (ámbito espacial y temporal, inmerso en
una determinada cultura que lo
influye), descubriendo los actores políticos (quienes
luchan por el poder, quienes influyen en él, y quienes
realmente lo ejercen), apreciando su actividad que da sustento a
la relación gobernantes-gobernados (Estado y sociedad
civil).
Lo que amalgama todos estos aspectos y lo esencial del
objeto, sigue siendo el poder. El aporte de la ciencia
política a las demás ciencias, que también
estudian la realidad social, es, en última instancia, el
análisis del poder. Este método, sin dejar de ser
único, es complejo, y lo es en la medida que aplica
técnicas e instrumentos de otras ciencias
sociales: observación, experimentación,
comparación, estadísticas, análisis
históricos, culturales, inducción y deducción.
Hacia fines de la primera mitad del siglo XX el objeto y
el método (s), aún en polémicas, estaban
más determinados, influyendo en el desarrollo de la
ciencia política. Coincide también con el
desarrollo de la política como mecanismo de
solución en la interactividad humana, tanto a nivel
nacional como en el internacional. Alemania y
Francia
comienzan a dialogar y sientan las bases del proceso que
llevará a la Unión
Europea. En Italia, las
fuerzas políticas, incluso el partido comunista más
poderoso de Occidente, afianza la democracia, muy a la italiana
por cierto. Numerosas revoluciones tratan de modificar el mundo o
su mundo, llevando a la praxis sus
teorías políticas. El enfrentamiento entre la ex
URSS y USA hizo de las ideologías los factores dominantes
de la Guerra
Fría, terminando la misma sin ninguna
conflagración final QBR (Química,
Bacteriológica, Nuclear). Surge una creencia generalizada
de que la política es el ámbito donde se
encontrarán las soluciones. En
Argentina, en 1983, Alfonsin proclamó que "con la
democracia se come, se cura, se educa…."; la sociedad se
afilió masivamente a los partidos, las movilizaciones eran
colectivas, el deseo de protagonismo, de participación era
tangible. Ese fue el clímax. El que hoy muchos pidan el
"que se vayan todos", que una ola neofascista recorra Europa
(especialmente Italia, Austria, Francia), que el sistema
internacional tienda más hacia el imperialismo
unipolar que hacia el multilateralismo, la importancia de lo
económico sobre lo político, del mercado sobre la
sociedad, de las ciencias económicas sobre las ciencias
políticas; son todos síntomas de una sociedad en
cambio, en crisis.
Nos preguntamos "¿Puede la política
cambiar significativamente mi realidad?". La respuesta es
afirmativa. Y si nos interrogamos hoy ¿qué
significado tiene la ciencia política para la
política? ¿para qué estudiar ciencia
política? Porque la primer afirmación puede ser
negativa o positiva, ese cambio puede ser beneficioso o
perjudicial, puede sacar a la sociedad en el marasmo en que se
encuentra o hundirla más; por ello, necesitamos de la
Politología. Ella debe brindar sus conocimientos para
adaptar las instituciones políticas a las nuevas
exigencias, a la nueva sociedad del siglo XXI. Mientras
existan relaciones de poder entre los hombres y entre los
países, ha de ser necesario que se estudie y se propongan
formas y acciones que conlleven al mínimo de conflictos, al
máximo de beneficios para el mayor número posible;
para eso se necesita la Ciencia Política, generando
respuestas, interpretando el bien común de una sociedad
determinada en su espacio y tiempo.
Conocimientos y
Valores:
Si partimos de que la ciencia busca conocer la
verdad, conociendo en ese trajinar lo que no lo es, y que
quien conoce es un sujeto; un problema central en la ciencia es
el de la relación objetividad-subjetividad. Se plantea
¿si el conocimiento al que se llega puede ser cierto y,
por lo tanto, comprobable por otros científicos?
Ósea, que esa verdad que se percibe y se trasmite,
¿será verdad para otros sujetos?.
El sujeto cognoscente, en tanto que sujeto, está
imbuido de su propia subjetividad. Al conocer, conoce desde
sí y al comunicar su conocer a otros científicos
(sujetos como él), conlleva su subjetividad (creencias,
valores, apreciaciones y circunstancias personales) en forma tan
consubstanciada con los datos, que es difícil ver al dato
desnudo del vestido que lo cubre. Entonces ¿es posible
que tal conocimiento sea científico, es decir,
verdad?
En primer lugar, el politólogo debe partir
de que su objeto de análisis es una parte de la realidad
social, la realidad política. De la cual forman parte
esencial, además de hechos y datos tangibles, los juicios
de valor, es
decir valoraciones, que no expresan lo que son los hechos o las
cosas, sino la estimación que hacemos de ellos. No se los
puede conocer si se prescinde de los mismos, cómo estudiar
la ideología nazi o la comunista, si lo
hacemos sólo como hecho y no como valor,
¿cómo lo comprenderemos? ¿cómo tratar
de aprehender el espíritu que los guiaba, que les daba
vida?. Necesitamos penetrar un pensamiento
que no es el nuestro; circunscrito a un lugar y tiempo y
también algunas veces una cultura extraña, desde
otro lugar y tiempo.
La ciencia occidental positivista en su afán de
ser objetivista (relegando la magia, el oscurantismo y otras
prácticas de la época premoderna, que le
precedió), separó al sujeto del objeto, como si
fueran entidades totalmente distintas e independientes entre
sí, como si la realidad no involucrará al objeto y
el sujeto. La ciencia tratando de no ser subjetivista
suprimió al sujeto.
Debemos percibir la realidad como fenómeno social
y cultural, que contiene ideas de valor que la significan. Es
preciso destacar que solo conocerá una fracción de
la realidad, no puede pretender que esa parte sea toda la verdad,
de lo contrario se acarrearán graves consecuencias para la
descripción, análisis y
acción política. Así como rechazamos el
objetivismo (no el tratar de ser objetivo, de ser veraz consigo
mismo, de reconocer una verdad aunque ésta nos sea
desfavorable y nos perjudique), con la misma razón y
fuerza rechazamos el subjetivismo. Todo totalitarismo surge de un
profundo subjetivismo que se pretende a sí mismo como
objetivo. El subjetivismo implica no reconocer la verdad que
afirma otro o relativizarla en el otro, en política
generalmente otro-adversario; pero en este proceso de
negación para sostener mi postura (creencias, ideas,
sentimientos e intereses) puede desembocar a lo largo en un
negarme a mi mismo el acceso a la realidad y a su
comprensión. El que yo-sujeto pueda conocer y que el
tú-sujeto también, establece las bases para el
diálogo, a
través del mismo se puede llegar a conocer no sólo
la verdad del otro, sino también la verdad de la que
formamos partes (el yo y el tú, es decir el nos), o por lo
menos acercarnos a su aprehensión.
El diálogo es esencial, sobretodo en el proceso
político, implica asumir las existencias de
mayorías y minorías, la existencia de distintos
actores políticos que confrontan y comparten la gestión
política. La palabra griega "diálogo" significa:
"dia", alteridad, más de uno, y "logo" que proviene de
logoi, que es palabra y, también, conocimiento; es decir,
para conocer necesitamos la alteridad del otro a través de
la
comunicación recíproca.
El positivismo también influyó en lo
referente al análisis del objeto, señalando que
para conocer es necesario dividirlo, fraccionado la realidad,
conociendo sus partes se conocería luego el todo por
adición. Lo que exageradamente llevó a ciencias
estancas, especializadas, en compartimientos sin comunicación entre ellas. Este exceso se
está corrigiendo a través de los estudios
interdisciplinarios, que aportan distintos análisis y
conocimientos sobre un mismo objeto, pero desde ópticas
diferentes. Es evidente que debemos buscar, en una más
justa medida, la necesidad de dividir para conocer, y luego
compartir y reelaborar; pero evitando una especialización
extrema que nos haga perder la unidad de la realidad, una
realidad política que es proceso, que es cambio, pero
también sistema, y para algunos autores autopiético
.
En segundo lugar, el otro aspecto, "¿puede
el científico político despojarse de sus propios
juicios de valor en la captación de un objeto de
conocimiento?". La posición dominante ha sido la de la
neutralidad axiológica. Weber ha
señalado que el estudio de las ciencias sociales puede
estudiar los valores,
pero debe excluir sus propias valoraciones y aunque es totalmente
imposible, debe advertir a sus oyentes y lectores y así
mismo de sus propias valoraciones. "¿Cómo conseguir
que por un lado un católico practicante, y por otro un
masón, lleguen a la misma valoración en un curso
dedicado a la Iglesia, al
Estado o a la historia de la religión? Es
imposible. Y sin embargo, el profesor
universitario debe desear y exigirse a sí mismo ser
útil, con sus conocimientos y métodos, tanto al uno
como al otro?". Para el maestro alemán se tiene el
"…deber de crear una aspiración a la claridad y un
sentimiento de responsabilidad; y creo que será tanto
más capaz de lograr ese fin cuanto más
escrupulosamente se resista a imponer o sugerir su propia
opinión a los oyentes".
Pero aun con la gran escrupulosidad weberiana no se
puede desconocer que se anda en el mundo "con un sistema
ideológico de mochila". Este conjunto de ideas, de
valores, esa cosmovisión ha sido siempre parte importante
de la ciencia política. El padre de la misma, Aristóteles, recurrió a un concepto
ético, el bien común de los gobernados o el bien
propio del gobernante (s), para elaborar su clásica
división entre las formas de
gobierno.
El politólogo no puede huir de la ética, su
hacer es también conducta humana y
sujeto por lo tanto a la misma. Lo dicho no sólo les cabe
a las ciencias del espíritu, sino también a las de
la naturaleza o físicas, los científicos deben
tener una conducta
ética hacia su especie y el medio
ambiente.
En cuanto a la técnica política, Maquiavelo
reveló en forma tangible la separación cotidiana
entre ella y la norma moral;
originando un continúo debate sobre
si esto es inmoral o sólo amoral. Por ejemplo el
florentino afirma "que no debemos dejar nacer un desorden para
evitar una guerra, porque
acabamos no evitándola; la diferimos únicamente; y
no es nunca más que con sumo perjuicio nuestro", lo que
bien podría ser aplicado a los Estados Unidos cuando en la
guerra para liberar a Kuwait de la invasión de Sadam
Hussein, se limitó a ello y no depuso al líder
iraki, aun cuando contaba con el apoyo de la comunidad
internacional; años después el costo para
deponerlo le resultó altísimo, no sólo desde
un punto de vista humano, sino también político,
estratégico, ambiental y económico. Al explayarnos
así pareciera que las técnicas maquiavélicas
no son ni buenas ni malas en sí, sino técnicas.
Pero adentrémonos más en esta línea de
pensamiento, cuando Maquiavelo analiza el uso de la crueldad,
afirma:
"Podemos llamar buen uso a los actos de crueldad (si,
sin embargo, es lícito hablar bien del mal), que se
ejercen de una vez, únicamente por la necesidad de
proveer a la propia seguridad,
sin continuarlos después, y al mismo tiempo trata uno de
dirigirlos, cuanto es posible, hacia la mayor utilidad de los
gobernados. Los actos de severidad mal usados son aquellos que,
no siendo más que en corto número al principio,
van siempre aumentándose, y se multiplican de día
en día en vez de disminuirse y de mirar a su
fin".
Con esta base, supongamos que somos el Presidente Harry
S. Truman, en una fecha cercana al 6 de agosto de 1945, para
finalizar la Segunda Guerra
Mundial debe rendirse Japón,
quien no lo quiere hacer en forma incondicional. La última
batalla importante ha sido la campaña de Okinawa, con un
saldo de por lo menos 49.000 norteamericanos muertos y/o heridos.
Los cálculos para tomar Japón en forma
convencional, son más elevados en vidas. Rusia se
está preparando para intervenir en Asia,
asomándose las sombras de la futura Guerra Fría.
Trumann debe decidir entre continuar la guerra convencional, por
mucho más tiempo y más vidas, o elegir una
opción maquiavélica. Ese 6 de agosto, a las 08.15
hs., el avión Enola Gay (un B-29) soltó una bomba
atómica sobre Hiroshima; el 9 de agosto la experiencia se
repite sobre Nagasaki y el 15 del mismo mes Japón se rinde
incondicionalmente, finalizando la Segunda Guerra Mundial
con un salto de 50 millones de muertos. Trumann aplicó una
técnica para la toma de decisión, pero cuando lo
hizo se convirtió en un acto, una praxis política,
y en cuanto tal regido por la ética. Las dos decisiones de
Trumann implicaron en un solo acto la muerte
70.000 personas y en el segundo de 40.000 personas, ninguna de
ellas norteamericana. La historia todavía discute el
resultado ético de las mismas. Este es el límite
del pensamiento de Maquiavelo, la técnica al hacerse
praxis debe analizarse desde el ámbito moral.
"No hay escapatoria, El problema no puede eludirse. Lo
que únicamente puede eludirse es el acatamiento a las
normas morales
o jurídicas. Pero eludir el acatamiento, es también
una forma de demostrar su existencia".
En la Argentina de hoy, la corrupción
de la clase
política, la crisis de representatividad, la anomia
fiscal de los
contribuyentes, etc., son muestras del déficit
ético de nuestra sociedad que los politólogos
tenemos que destacar y analizar.
Ante el problema de los valores subjetivos y los
resultados de su investigación, el científico debe
recordarse e informar a los demás en qué valores se
basa para medir la realidad, si se quiere puede exponer sus
ideales, su utopía, pero informando que entonces habla
el hombre de
sentimiento y no el científico, máxime la
importancia que han tenido en la historia de las ideas
políticas y su desenvolvimiento fáctico, las
teorías políticas.
Debe rechazarse el objetivismo y el subjetivismo,
tratando de ser objetivo, acercándose a la verdad o dando
los pasos para que otros con su caminar lo logren. Sólo
así la ciencia política será verdadera.
¿Qué sentido tendría una ciencia que no
diera a conocer la verdad?
La respuesta al ámbito en dónde se
desarrolla la política se ha ampliado. El lugar de la
interacción política ya no es
exclusivamente el territorio del Estado-Nación
ni las relaciones entre Estados, la política es más
compleja, más rica. Se ha evolucionado hacia el interior y
el exterior; abarcando desde el revalorizado ámbito local
(el municipio), los estados provinciales, las regiones y el Estado
Nacional; pero también el internacional, y un no-espacio
físico: Internet y sus comunidades
virtuales. Estos ámbitos internos y externos al Estado se
relacionan e ínter influyen con el Estado. La
modificación del espacio no habría tenido lugar sin
una modificación de los actores. El Estado como
expresión de la comunidad política mayor esta
cediendo espacio a nuevas formas políticas. Por lo que la
respuesta al quién, también ha sufrido un
proceso inflacionario; organismos multilaterales como la ONU, FMI, BM,
desarrollan cada vez más influencias y acciones,
también los regionales como la OEA, BID; los
procesos de
integración han obtenido un alto grado en
el caso de la Unión Europea, y fracasos y éxitos en
el caso del MERCOSUR; las
organizaciones
públicas no estatales (ONG) se han
multiplicado.
El Estado como la típica organización política de la Edad Moderna,
caracterizado por la concentración de poder, exhibe
síntomas de debilitamiento. Su historia comenzó
cuando los reyes conformaron una burocracia para
organizar el ejercicio cotidiano del poder, un ejército
para su defensa, imponiendo las normas jurídicas que los
rigieron y un sistema impositivo para solventarse, dando por
terminado al feudalismo.
Hoy la crisis del Estado-soberano se muestra en muchos
aspectos, p.ej. en la capacidad de manejar la moneda,
expresión neta del poder estatal. Sin embargo la
organización estatal es necesaria; por un lado, la
infraestructura que posibilita la movilidad del capital
financiero internacional se encuentra en territorios nacionales,
y por otro lado, los mismos brindan la estructura
jurídica de los contratos y del
derecho de
propiedad.
El poder del dinero ha influido en las decisiones
nacionales, en las más importantes y también en las
más diversas, como un actor más. En gran medida, la
influencia se debe a la misma evolución de los mercados
internacionales, fundamentalmente el financiero. "El mercado de
divisas muestra,
quizás más claramente que ningún otro
mercado financiero, el vertiginoso crecimiento de las operaciones y su
progresiva desvinculación de las operaciones de
intercambio real. En el año 1960 se calcula que se
registraban diariamente operaciones por valor de 15 mil millones
de dólares, en 1980 por valor de 60 mil y en 1995 por 1,5
billones; una cantidad que contrasta con los alrededor de 650 mil
millones de dólares que en este último año
que representaban las reservas en divisas de los países
industriales, y que muestra así mismo el grado de
desestatización de las operaciones, así como su
desvinculación de las operaciones de intercambio de
bienes o
servicios".
Ha disminuido el poder de los Bancos Centrales
como oferentes y reguladores del crédito, ante nuevas formas de
financiación y del mercado
global, han aparecido los inversores institucionales y los
más diversos tipos de fondos de inversión. La conexión entre las
diversas bolsas de valores, la creación de mercados a
futuros, el fácil acceso de inversores de todo
tamaño, la información a tiempo real, hacen
difícil cualquier control. Hoy un
jubilado italiano puede por Internet leer el Financial Times,
consultar un broker neoyorquino, contratar un préstamo con
garantía hipotecaria en el mercado europeo (que el
acreedor a su vez negociará), comprar bonos argentinos
y negociarlos en Hong Kong y terminar comprando en otro mercado
su propia garantía.
Este proceso "…ha implicado un nuevo tipo de poder,
una forma diferente de gobernar las relaciones económicas,
nuevos sujetos decisores, nuevas valores vinculados a él y
consecuencias no sólo económicos financiera sino
puramente políticas en tanto que cualquiera de las
dimensiones del poder, como es la monetaria, condiciona la manera
en que se plantean y resuelven todos y cada uno de los problemas
sociales, que es lo que de forma más elemental se
entiende por política".
Son pocos los Bancos Centrales que pueden resistir un
ataque especulativo sobre su moneda y bonos soberanos.
Además la banca off shore
fomenta la evasión impositiva, particulares y
multinacionales se están separando de su país de
origen al trasladar recursos y
eliminar empleos, erosionando las economías
nacionales.
Touraine tiene razón cuando afirma que los
estados resisten mal la mundialización
(globalización),"porque su autoridad
tradicional suponía cierto grado de aislamiento, un
control fácil de las fronteras y también de las
conductas de los ciudadanos a través de métodos
eficientes para imponer el respeto a las
leyes y las
decisiones del poder
ejecutivo. Tal control directo resiste mal la
penetración del comercio, de
las ideas, de las imágenes,
que cruzan fácilmente las fronteras". Las nuevas
tecnologías han eliminado la lejanía,
modificando la forma de percibir la comunidad, ampliándola
hasta formar la aldea global. Las comunicaciones
por radio, televisión
y teléfono, hoy son posibles por satélites
e Internet. A ello se agrega que el tráfico de
personas (p.ej, casi 500 mil personas ingresan diariamente a
Estados Unidos) y el de mercancías (p.ej., el sistema
María en la aduana argentina
sólo hace un control selectivo, ante la imposibilidad de
controlar todo el tráfico), van aumentando en forma
geométrica.
Pero a la par de la corriente globalizadora, corre una
corriente fragmentadora en todos los aspectos (social, cultural,
religioso, económico y político), producto de la
gran crisis de identidad que
origina la
globalización, de ahí la necesidad de afirmar
sus propios ser de individuos, grupos y naciones. La
multiplicidad de los espacios, que en algunos casos se
superponen, origina identidades múltiples: municipales,
regionales, nacionales, estatales y supraestatales. P. ej., se
puede vivir en San Sebastián, considerarse dentro del
País Vasco, hablar el catalán diariamente, sentirse
como un español
más, tener ciudadanía de la Unión Europea y ser
argentino, y hasta puede que no le guste el fútbol;
además de otras identidades religiosas, políticas,
etc..
El proceso de vinculaciones supranacionales tiende a
encontrar respuestas a problemas que superan a los Estados
aislados, como por ejemplo: medioambiente, mercado,
tecnologías, etc., por otro lado, se desarrollan los
gobiernos regionales que encuentra su razón en la
necesidad de identificación, de proximidad con los
problemas cotidianos, de cercanía en la relación
gobernantes-gobernados.
Ante la reducción del Estado por las
políticas neoliberales y el fracaso del socialismo,
muchas de las funciones del Estado Nacional han sido asumidas por
estados provinciales y, aún, municipales; quienes ante la
cercanía del problema no pueden dejar de actuar.
Así como los Estados nacionales han descubierto que la
cooperación internacional puede acercar ayuda,
también las organizaciones políticas inferiores.
"De los 50 estados de la Unión americana, casi todos
tienen oficinas comerciales en el extranjero (en 1970,
sólo eran cuatro), y todas, un representante oficial ante
la Organización Mundial del Comercio". El auge de las
relaciones internacionales se debe en gran medida a que las
soluciones a muchos problemas son internacionales, entre 1972 y
1992 el número de tratados sobre
medio ambiente se
llevó de pocas docenas a más de 900. En este orden,
en 1994, Argentina hizo una recepción importante del
derecho
internacional como derecho interno en su Constitución Nacional.
También tenemos que mirar el sistema en
relación con los que excluye. Se han excluido de los
ámbitos decisorios del poder a sectores sociales, que
comienzan a identificarse entre sí, son "los
marginales".
La marginalidad que
les da el sistema los identifica y el deseo de crear espacios de
poder alternativos a los desarrollados por los sistemas
imperantes. Encontramos ex empleados estatales
(científicos, militares, burócratas, etc.),
desocupados, agricultores y empresarios empobrecidos, etnias,
movimientos ecologistas, organizaciones de deudores, ex
militantes de izquierda, grupos de terrorismo–narcotráfico, etc.. Fuera de ello se
destacan por su heterogeneidad y la mira en su propia necesidad,
lo que impide su unidad.
Aquí aparecen las ONG ante el achique
estatal, no siendo cubiertas las necesidades por el mercado, en
la sociedad civil surgen las Ong."De esta forma, la Ong
constituyen mucho más que una entidad para atender las
‘fallas’ del mercado y del Estado, ya que
estarían sirviendo a la sociedad a partir de mecanismos
preferenciales como altruismo, relaciones de confianza y lazos
comunitarios".
El término "ONG" apareció en la
década de 1950 en el ámbito de la ONU, el primer
encuentro internacional de Ong tuvo lugar en agosto de 1991 en
Río de Janeiro. Funciones políticas básicas:
educación,
asistencia y contención social y médica, seguridad,
alimentación, etc., son llevadas a cabo por
las Ong . Cada día más numerosas y
poderosas.
En Río de Janeiro, en 1992: "La diminuta nación
de Vanuatu puso su delegación en manos de una ong con
experiencia en derecho internacional, un grupo con sede
en Londres financiado por una fundación estadounidense,
con lo que se convirtió, junto con otros estados insulares
situados al nivel del mar, en protagonista importante de la lucha
para controlar el calentamiento de la Tierra".
Pero también padecen de los defectos de cualquier
organización, el de financiamiento
y el quedar atadas a sus benefactores. No está claro ante
quiénes responden; qué ideas políticas,
económicas, religiosas y culturales tienen sus dirigentes;
si además de un tema específico, p.ej. el
medioambiente, qué otro elemento une a sus
miembros.
Analicemos, ahora, la unidad básica del
régimen político democrático, el
ciudadano. El fenómeno que se inicio con el
florecimiento de los burgos medievales y la revolución
industrial, concentrando grupos humanos en forma cada vez
mayor, se consolidará en el s. XXI. En las próximas
décadas, casi el 70 por ciento de la población mundial residirá en
ciudades medianas y grandes metrópolis. Este proceso no
dejará de influir en la política. Hoy ya operan
importantes transformaciones en los espacios públicos y
los privados, sus significados, el surgimiento de shoppings,
countries, clubes de campo, el cerramiento de barrios de clase
media, la seguridad privada, las villas miserias con sus normas y
lenguajes propios.
Guerrero sostiene que "el resultado sociocultural
más llamativo de esas transformaciones es una nueva manera
de vivir, y hablamos de vivir en su sentido más amplio:
sentir, pensar, actuar, relacionarse, creer, comunicarse y
fenecer". Así como se originó la burguesía,
una nueva clase social está en
gestación.
Los partidos
políticos deberán prestarle suma atención, de las ciudades saldrán
sus votantes, los reclamos que atender, a ellos se
destinarán la mayoría de los recursos, de las
ciudades obtendrán los más importantes ingresos
públicos. La politología deberá analizar,
junto a otras disciplinas (sicología, sociología,
geografía,
economía,
ecología,
etc.), a este hombre de la
ciudad, que estará en la base de todos los cambios por
venir.
Volviendo al actor principal, el Estado, en sus
engranajes fundamentales encontramos a los obreros de la clase
política. Una pregunta recurrente es: ¿la
política ha dejado de canalizarse, exclusivamente, a
través de partidos políticos? La respuesta, creo,
que es sí, pero también que siguen siendo los
actores de los que todos esperan una actuación estelar.
Hay que aclarar que la crisis de los políticos es, en
realidad, un fracaso de la sociedad que los forma, ella extrae de
sí misma su clase dirigente, ella los nutre, los educa,
les exige, les perdona, los vota.
También los partidos contribuyen a su propio fin
cuando no dan soluciones a los problemas que aquejan a la
sociedad. Cuando la sociedad cansada de un plantel de dirigentes
que se perpetúan, los partidos no brindan nuevas
promociones de dirigentes. Una táctica para enmascarar
esta situación, consiste en la cooptación de
artistas, deportistas y empresarios exitosos, que tienen un
reconocimiento social, pero con muy escasa preparación
académica y experiencia política sobre el acontecer
general del estado, las necesidades de toda la sociedad y nula
experiencia política.
Si a todo ello le agregamos la ineptitud y la corrupción, una clara sensación de
tedio y
desesperanza nos embriaga.
La sociedad política comienza a ser vista como
sociedad de mercado, los ciudadanos son ahora clientes, el
cuerpo electoral como los accionistas y los dirigentes los
gerentes, el discurso es
remplazado por el marketing,
la
administración por el management. En el empleo de los
términos, el lenguaje
nos revela la influencia de las ciencias económicas y sus
técnicas empresariales sobre la política. Ha
surgido un pensamiento único que sostiene que no se pude
hacer nada para cambiar el rumbo, lo que es contrario a toda
ágora política, es la reducción del papel
que debe desempeñar la política y su viejo agente,
el Estado, en la regulación de las relaciones sociales.
Estaríamos ante el fin de la historia, en los aspectos
económicos e institucional.
Los argentinos se preguntan y responden: "¿Por
qué reformar la política? Existe una sola respuesta
plausible y aceptable a esta pregunta: porque no obtiene los
objetivos propuestos".
Han surgido algunas propuestas para solucionar la crisis
que padecen casi todas las sociedades
modernas, así las ideas del Consenso de Washginton y el
nuevo consenso, entre las neoliberales; las críticas a
ambos consensos; la Tercera Vía y sus variantes. Nos
detendremos en la propuesta de David Osborne y Ted. Gaebler
(Estados Unidos), quienes fomentan el aggiornamiento de las
instituciones a la nueva época: "el proyecto de
reinventar el gobierno, esto es
la intención de transformar las burocracias
públicas en gobiernos empresariales, productivos y
eficientes".
Plantean que el verdadero mal del fracaso estatal se
encuentra en los sistemas, estructuras,
reglas, procedimientos y leyes; que el problema es instrumental;
se trata de afinar los medios,
mejorar la operación de las instituciones públicas
y erradicar la burocracia. "En el fondo, más que una
teoría sobre la gobernabilidad, proponen una micro
gerencia
pública".
Proponen un gobierno catalizador, competitivo, inspirado
por objetivos no por reglas ni presupuestos,
orientado hacia los resultados, descentralizador, orientado hacia
los clientes (antiguos ciudadanos). Su mérito "consiste en
que sintetizan los conceptos, modelos y
técnicas gerenciales previamente formuladas por los
‘gurús del management’ y los aplican al
sector
público con gran creatividad".
Su déficit, la eficiencia no es
el único valor, en el Gobierno (a diferencia del mercado)
recae la equidad y la
redistribución de los recursos e ingresos, y la
asignación de prioridades que no necesariamente responden
a una pura lógica
económica.
Los tic-tac o
latidos podrían ser la síntesis
simplificadora de una clásica controversia de la ciencia
política. La discusión entre los mecanicistas y los
organicistas, con todas sus variantes, sobre la concepción
de la naturaleza de la sociedad y las instituciones
políticas.
Para los primeros está es el producto de la
razón humana, la ven como una máquina, como un
mecanismo que no funciona automáticamente, que necesita
del individuo.
Para los organicistas, en cambio, es el
desarrollo orgánico y natural de la vida social; el
gobierno es el producto de hábitos, necesidades y deseos
inconscientes, es un ser vivo, que funciona por sí mismo,
como sociedad.
La influencia ideológica ha teñido las dos
concepciones. El mecanicismo (fuerte en los s. XVII-XVIII), es
sostenido por los contractualistas que ven en el contrato, el
mecanismo para formar la comunidad política; protegiendo
al individuo y la libertad,
constituyendo una ideología del liberalismo.
La concepción organicista ha constituido una
ideología de tendencias totalitarias, acentuando los
puntos de vista en lo social y lo necesario (voz cantante en los
s. XIX y XX); ve en la sociedad las etapas de infancia,
juventud,
madurez y vejez u
origen, desarrollo, organización y actividad. Sin embargo,
la correspondencia no ha sido total, Hobbes empleo el mecanismo
del contrato social
para justificar el absolutismo.
Lo cierto es que ambas teorías presentan
unilateralidades. El politólogo no solo tiene que ver al
individuo o al grupo social, tiene que ver a ambos, ubicar la
realidad social en la justa relación. Según el
contenido de la mochila de ideas que cargue, se influirá
por una de las concepciones en su aventura de conocer, pero no
debe excluir ab initio a la otra (y a los elementos que cada una
conlleva). Si la mochila es una carga pesada será
más bien un obstáculo, no cumplirá su
objetivo de llevar los elementos necesarios para avanzar en el
conocimiento, y terminará siendo más importante
ella que la realidad que se pretende aprehender.
Ambas concepciones seguirán siendo ricas canteras
que brindan elementos para la formulación de
teorías que permitan comprender la realidad, por ejemplo,
un esbozo mínimo de teoría sería: si
partimos de que la sociedad como todo otro organismo vivo, nace,
se desarrolla y llega a su término; teniendo en cuenta la
crisis del hombre moderno y su cultura, la sensación de
fracaso de la democracia representativa, la necesidad de
burocracias más técnicas y eficientes, los anhelos
de mandatos imperativos a las autoridades y de una mayor
participación, podríamos decir que está en
simientes una nueva forma de democracia (con sistemas semi y
directos de participación y a su vez, aunque parezca
paradójico, con sistemas delegativos en aspectos
técnicos específicos), que modificará a la
actual representativa, tal como la entendemos hoy, que llega a su
vejez y desaparición.
En Grecia, el
discurso político y el efecto buscado se desarrollo en la
ágora, en los romanos fue el foro. Hoy los medios de
comunicación son el campo de batalla, en una sociedad
cada vez más masificada, con ellos se gana el poder. "Con
lo cual la política tiene que adaptarse a un lenguaje
mediático, que tiene tres reglas: simplificación
del mensaje, personalización de la política y
predominio de los mensajes negativos de desprestigio del
adversario sobre los positivos que tienen poca
credibilidad".
La política del escándalo ha mostrado ser
tremendamente efectiva. El nazismo y el
fascismo
habían sido maestros en el uso de la propaganda por
los medios masivos. En Argentina se destacó Perón en
su uso y abuso. En las democracias más establecidas su
empleo como arma decisiva para acceder al poder tuvo su primer
momento descollante en 1960, en Estados Unidos, cuando los
aparatos de TV mostraron una imagen moderna,
vital y joven de Kennedy sobre la descuidada de Nixon. La
telecracia mostraba sus lecciones, desde entonces todo
político, que se aprecie, tiene en cuenta las
técnicas escénicas y estéticas, aun sobre el
mismo discurso.
La TV, en menor lugar la radio,
solucionan a los políticos la necesidad de audiencia, ya
no necesitan que los vallan a ver y escuchar, se les aparece en
los hogares. En una seudo intimidad, la pretendida
confidencialidad, familiaridad y cercanía del discurso no
existe. Todo está preparado por asesores de imagen:
gestos, miradas, ropa, el pelo, las frases ha destacar, los
rostros no envejecidos.
Importa más la forma que el contenido. La
adaptación se produce en forma casi brutal, así
como el cine sonoro
termino con muchos artistas, hoy sucede lo mismo con los
políticos; un ataúd, un discurso excesivamente
acalorado de Herminio Iglesias y el fuego, significó la
quema de la carrera política del candidato presidencial
del Partido Justicialista en 1983 y la perdida de las elecciones
para el peronismo. Quien
no sabe manejarse frente a las cámaras y los
micrófonos pierde.
El objetivo es vender el producto, ganar a la competencia. Si
no se sabe cuál será la próxima necesidad
pública determinante en la elección se recurre a la
sondeocracia. Después se debe construir el mensaje,
pensado más en lo que quiere escuchar el destinatario, que
sobre lo que la realidad y el moderado juicio imponen (p. ej.
"Síganme, no los voy a defraudar", decir una frase sonora
sin decir nada; o el "Salariazo" tocar el corazón y
el bolsillo de la gente). Será sencillo, breve, directo,
claro. "Se trata de crear un código
propio basado en el uso sistemático del color, la
tipografía, la música, la
identificación con el prototipo ideal de votante y una
retórica basada en la reiteración obsesiva del
mismo mensaje".
A la telecracia y sondeocracia, se le agregan los
recursos que brinda la telemática (telecomunicación e
informática), todo ello en un gran
concentración de los medios en pocas manos. Las primeras
experiencias de "voto cibernético" han augurado muchas
más. Tal vez pasaremos del citizen (ciudadano) al netizen
(votante usuario de la red) como piensan
algunos.
Las nuevas tecnologías modifican las concepciones
de "pueblo", "comunidad política" y "democracia". La
posibilidad de participación se amplían haciendo
posible sistemas de democracia semi y/o directa. Se podrá
requerir de los ciudadanos en forma, casi, inmediata y
permanente, p. ej., decidir la construcción de un hospital, decidir entre
otorgar los recursos al mismo o a la construcción de una
cárcel, decidir si se extenderá la asistencia
médica a los extranjeros o no, o a cuáles si y a
cuáles no, y un largo etcétera. Es decir,
así como da pie a numerosas posibilidades, encierra
grandes peligros.
Estas tecnologías (no sólo materiales,
sino también sicológicas y sociológicas,
como las de desinformación), la degradación
cultural, el quiebre económico de amplios sectores
sociales, la concentración del poder mediático,
brindan aires renovados al populismo. Quien
decida qué, cuándo preguntar a las masas y la
redacción de la pregunta, tendrá el
poder.
El debilitamiento de la democracia representativa, no
nos debe hacer olvidar que posibilitó el acceso de los
distintos sectores de la sociedad al diálogo
político, concretando la democracia al terminar con los
mandatos imperativos y dar lugar a la relación
dialéctica argumento-contra argumento, que permitió
a las minorías convencer a las mayorías en muchas
situaciones críticas.
La ciencia política debe estar alerta, dispuesta
a recordar a la sociedad las enseñanzas del pasado, y a su
vez extraer nuevos conocimientos de la crisis actual. Un nuevo
tipo de ciudadano y una nueva sociedad se avizoran, que
requerirán del político y del politólogo. El
siglo XXI aparece como un nuevo desafío.
Por
Rolando Esteban Schmid