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La política y la ciencia política del siglo XXI




Enviado por rolischmid



    1. ¿Ciencia
      Política?
    2. Conocimientos y
      Valores
    3. El escenario y los
      actores
    4. Tic-Tac o
      Latidos
    5. El discurso y los
      medios

    Introducción:

    Un nuevo cambio de
    siglo y sus particulares circunstancias obligan a repreguntarse
    sobre la política y la ciencia
    política; la necesidad de reflexionar, continuando la
    inveterada costumbre griega con su polis, es una
    invitación a encontrarse con viejas y nuevas
    preguntas.

    La pregunta, inquietud tan esencialmente humana, implica
    duda, un no-conformismo y curiosidad. Y también un deseo
    de avanzar; de comprender el hilo conductor de los hechos, de
    nuestro derrotero como individuos y como sociedad.
    Qué, cómo, cuándo, dónde, por
    qué, quién, para qué, son aristas del
    instrumento que nos posibilita conocer y comprender; desatando
    los nudos de los problemas,
    disminuyendo nuestra ignorancia y afirmando la
    certidumbre.

    Este instrumento es especialmente importante en materia
    política, en ella influyen en gran forma: la inteligencia,
    el honor, la lealtad, los principios, y, a
    su vez, la sin razón, las pasiones, el olvido, los
    intereses y el desconcierto. La naturaleza
    humana con todas sus virtudes y sus vicios, no hay sociedad
    que no se beneficie ni sufra por lo mismo. Como dijo Plauto, y
    solía repetir Hobbes, homo
    homini lupus; pero también como señaló Mario
    Justo López: homo res sacra hominis. Sea en un sentido u
    en otro, la política es determinante, de allí que
    sea objeto de reflexión.

    ¿Ciencia
    Política?

    ¿Existe la ciencia política? ¿Es
    ciencia? Sí es la respuesta de nuestros manuales, tiene
    un objeto propio y un método (o
    varios según las distintas escuelas) para
    conocerle.

    Según Marcel Prélot desde los griegos se
    ha desarrollado como conocimiento
    científico (objetividad, método y
    comunicabilidad), con mayor o menor suerte. Pero desde la segunda
    mitad del siglo XVIII, su reino comienza a desmoronarse, surge la
    economía
    política que pronto reclamará autonomía
    tanto en el orden práctico como en el intelectual. Otro
    cisma será el que separará lo político de lo
    social, surgiendo la sociología en el s. XIX. Hacia fines de
    éste mismo siglo, será el derecho
    público a través de su hegemonía en el
    estudio de la teoría
    general del Estado. El
    contenido tradicional de la ciencia política
    disminuyó hasta desaparecer casi por completo. La Segunda Guerra
    Mundial y sus consecuencias brindaron las circunstancias
    propicias para el renacimiento
    politológico. "En un mundo extremadamente politizado, la
    convicción de que la ciencia política no puede ser
    ignorada oficialmente surge pronto y se extiende de un modo
    irresistible".

    Otros autores, como Duverger, señalan que
    el
    conocimiento de la política en tanto que ciencia
    comienza entre 1890 y 1914, época de su acogida en las
    universidades de Estados Unidos;
    en Europa lo
    hará, en general, después de 1945; la etapa
    anterior para el citado autor es la "prehistoria" de
    la ciencia política.

    Pero todos ellos coinciden en su franco desarrollo en
    la segunda mitad del siglo XX, creándose cátedras y
    hasta facultades de ciencia política. En 1948, la UNESCO y
    los politólogos circunscriben empíricamente el
    contenido de la misma en cuatro grandes rubros: teoría
    política; instituciones
    políticas; partidos, grupos y opinión
    pública; y relaciones
    internacionales. Se ha precisado su objeto.

    El politólogo "como otros adeptos de las ciencias
    humanas, lo que el descubre es la realidad social, pero la
    considera de un modo diferente, y le concede un interés
    que es el único en experimentar". En sus estudios sociales
    no está solo, pero él aporta el análisis de la sociedad a través del
    poder. Es el
    elemento vital que da vida a la misma, la sociedad
    política es un sistema que
    necesita del poder para ordenarse como medio de transmitir la
    acción.
    El poder es orden y es acción. La relación es tan
    íntima, que como sea el poder será la sociedad,
    así hablamos, por ej., de democracia,
    oligocracia, cleptocracia, etc., en donde el sufijo "cracia" (del
    griego kratía, krátos) es siempre "poder". La
    ciencia política o politología contribuye a conocer
    la realidad política como parte de la realidad social, y
    lo hace desde el poder; sus sistemas,
    teorías, actores, acciones,
    todos tienen como elemento primordial el poder, porque la
    política es lucha e imposición del poder, ya en
    forma pacífica (relación
    argumento-contraargumento), ya in extremis por la fuerza.

    La pregunta por el "cómo" lleva al
    método. La ciencia política no podrá ser tal
    sino tiene método. La etimología nos acerca al
    concepto: met
    (más allá) y hodos (camino, viaje), es decir, el
    camino que nos lleva al objeto de conocer que se encuentra
    más allá del sujeto cognoscente. Es el camino a
    recorrer y la meta a
    alcanzar. López lo define como "el procedimiento o
    conjunto de procedimientos
    por cuyo intermedio, en base a un plan fijado y a
    reglas determinadas, se procura la obtención de un fin
    propuesto… El método está estrechamente
    relacionado con la realidad que se pretende conocer".

    Las vicisitudes de la ciencia política, en cuanto
    tal, tiene mucho que ver con las modas científicas; y las
    ciencias
    naturales y sus métodos
    han estado mucho tiempo en el
    candil. El positivismo
    propugnando la unidad de la ciencia y la unidad del
    método, impuso a los objetos culturales el método
    de las ciencias naturales (biología) y exactas
    (matemáticas). Implicó un grave
    atraso para la ciencia política. Recién en 1883
    Dilthey demostraría la diferencia radical entre las
    ciencias de la naturaleza y
    las ciencias del espíritu ("la naturaleza nos la
    explicamos, la vida del alma la
    comprendemos").

    La reacción anti-naturalista encuentra hoy
    seguidores en los comprensivistas que "en general se concentran
    en el sujeto y su singularidad; apuntan a conocer sus
    propósitos, el significado de los signos y
    sentido de lo social y esto lo hace desde un abordaje
    teleológico, que comprende el dominio de las
    funciones,
    finalidades, significados, objetivos e
    intenciones. El punto central, está en el método y
    objetivo de la
    explicación del fenómeno social visto como un
    proceso de
    comprensión".

    Después de esta crítica, asistimos al desarrollo de un
    movimiento
    neopositivista, destacándose los conductivistas: "…el
    enfoque conductivista se orienta hacia un conocimiento
    que pretende ser de tipo nomotético y ha acentuado el uso
    de las metodologías de investigación empíricas".

    Esta larga controversia, no terminada aún, es
    fructífera para la ciencia política. Los
    politólogos, seguramente, harán una realista
    aplicación ecléctica de las dos corrientes,
    afirmándose más en una u otra, según la
    formación y experiencia de cada investigador.

    En esta perspectiva, podemos afirmar que los pasos de
    todo método
    científico son: a) formulación del problema, b)
    tentativa de explicación provisoria, c) aplicación
    de instrumentos y técnicas
    para la obtención de datos, d)
    análisis e interpretación de lo obtenido y e)
    especulación a partir de ella.

    Pero, a su vez, cada ciencia tiene un método que
    le es propio. En efecto, tiene una cierta realidad a conocer, un
    objeto o meta que esta más allá y sólo ella
    puede encontrar el camino para alcanzarlo. Captar la realidad
    política, el acto político que se desarrolla en la
    comunidad
    política (ámbito espacial y temporal, inmerso en
    una determinada cultura que lo
    influye), descubriendo los actores políticos (quienes
    luchan por el poder, quienes influyen en él, y quienes
    realmente lo ejercen), apreciando su actividad que da sustento a
    la relación gobernantes-gobernados (Estado y sociedad
    civil).

    Lo que amalgama todos estos aspectos y lo esencial del
    objeto, sigue siendo el poder. El aporte de la ciencia
    política a las demás ciencias, que también
    estudian la realidad social, es, en última instancia, el
    análisis del poder. Este método, sin dejar de ser
    único, es complejo, y lo es en la medida que aplica
    técnicas e instrumentos de otras ciencias
    sociales: observación, experimentación,
    comparación, estadísticas, análisis
    históricos, culturales, inducción y deducción.

    Hacia fines de la primera mitad del siglo XX el objeto y
    el método (s), aún en polémicas, estaban
    más determinados, influyendo en el desarrollo de la
    ciencia política. Coincide también con el
    desarrollo de la política como mecanismo de
    solución en la interactividad humana, tanto a nivel
    nacional como en el internacional. Alemania y
    Francia
    comienzan a dialogar y sientan las bases del proceso que
    llevará a la Unión
    Europea. En Italia, las
    fuerzas políticas, incluso el partido comunista más
    poderoso de Occidente, afianza la democracia, muy a la italiana
    por cierto. Numerosas revoluciones tratan de modificar el mundo o
    su mundo, llevando a la praxis sus
    teorías políticas. El enfrentamiento entre la ex
    URSS y USA hizo de las ideologías los factores dominantes
    de la Guerra
    Fría, terminando la misma sin ninguna
    conflagración final QBR (Química,
    Bacteriológica, Nuclear). Surge una creencia generalizada
    de que la política es el ámbito donde se
    encontrarán las soluciones. En
    Argentina, en 1983, Alfonsin proclamó que "con la
    democracia se come, se cura, se educa…."; la sociedad se
    afilió masivamente a los partidos, las movilizaciones eran
    colectivas, el deseo de protagonismo, de participación era
    tangible. Ese fue el clímax. El que hoy muchos pidan el
    "que se vayan todos", que una ola neofascista recorra Europa
    (especialmente Italia, Austria, Francia), que el sistema
    internacional tienda más hacia el imperialismo
    unipolar que hacia el multilateralismo, la importancia de lo
    económico sobre lo político, del mercado sobre la
    sociedad, de las ciencias económicas sobre las ciencias
    políticas; son todos síntomas de una sociedad en
    cambio, en crisis.

    Nos preguntamos "¿Puede la política
    cambiar significativamente mi realidad?". La respuesta es
    afirmativa. Y si nos interrogamos hoy ¿qué
    significado tiene la ciencia política para la
    política? ¿para qué estudiar ciencia
    política? Porque la primer afirmación puede ser
    negativa o positiva, ese cambio puede ser beneficioso o
    perjudicial, puede sacar a la sociedad en el marasmo en que se
    encuentra o hundirla más; por ello, necesitamos de la
    Politología. Ella debe brindar sus conocimientos para
    adaptar las instituciones políticas a las nuevas
    exigencias, a la nueva sociedad del siglo XXI
    . Mientras
    existan relaciones de poder entre los hombres y entre los
    países, ha de ser necesario que se estudie y se propongan
    formas y acciones que conlleven al mínimo de conflictos, al
    máximo de beneficios para el mayor número posible;
    para eso se necesita la Ciencia Política, generando
    respuestas, interpretando el bien común de una sociedad
    determinada en su espacio y tiempo.

    Conocimientos y
    Valores:

    Si partimos de que la ciencia busca conocer la
    verdad
    , conociendo en ese trajinar lo que no lo es, y que
    quien conoce es un sujeto; un problema central en la ciencia es
    el de la relación objetividad-subjetividad. Se plantea
    ¿si el conocimiento al que se llega puede ser cierto y,
    por lo tanto, comprobable por otros científicos?
    Ósea, que esa verdad que se percibe y se trasmite,
    ¿será verdad para otros sujetos?.

    El sujeto cognoscente, en tanto que sujeto, está
    imbuido de su propia subjetividad. Al conocer, conoce desde
    sí y al comunicar su conocer a otros científicos
    (sujetos como él), conlleva su subjetividad (creencias,
    valores, apreciaciones y circunstancias personales) en forma tan
    consubstanciada con los datos, que es difícil ver al dato
    desnudo del vestido que lo cubre. Entonces ¿es posible
    que tal conocimiento sea científico, es decir,
    verdad?

    En primer lugar, el politólogo debe partir
    de que su objeto de análisis es una parte de la realidad
    social, la realidad política. De la cual forman parte
    esencial, además de hechos y datos tangibles, los juicios
    de valor, es
    decir valoraciones, que no expresan lo que son los hechos o las
    cosas, sino la estimación que hacemos de ellos. No se los
    puede conocer si se prescinde de los mismos, cómo estudiar
    la ideología nazi o la comunista, si lo
    hacemos sólo como hecho y no como valor,
    ¿cómo lo comprenderemos? ¿cómo tratar
    de aprehender el espíritu que los guiaba, que les daba
    vida?. Necesitamos penetrar un pensamiento
    que no es el nuestro; circunscrito a un lugar y tiempo y
    también algunas veces una cultura extraña, desde
    otro lugar y tiempo.

    La ciencia occidental positivista en su afán de
    ser objetivista (relegando la magia, el oscurantismo y otras
    prácticas de la época premoderna, que le
    precedió), separó al sujeto del objeto, como si
    fueran entidades totalmente distintas e independientes entre
    sí, como si la realidad no involucrará al objeto y
    el sujeto. La ciencia tratando de no ser subjetivista
    suprimió al sujeto.

    Debemos percibir la realidad como fenómeno social
    y cultural, que contiene ideas de valor que la significan. Es
    preciso destacar que solo conocerá una fracción de
    la realidad, no puede pretender que esa parte sea toda la verdad,
    de lo contrario se acarrearán graves consecuencias para la
    descripción, análisis y
    acción política. Así como rechazamos el
    objetivismo (no el tratar de ser objetivo, de ser veraz consigo
    mismo, de reconocer una verdad aunque ésta nos sea
    desfavorable y nos perjudique), con la misma razón y
    fuerza rechazamos el subjetivismo. Todo totalitarismo surge de un
    profundo subjetivismo que se pretende a sí mismo como
    objetivo. El subjetivismo implica no reconocer la verdad que
    afirma otro o relativizarla en el otro, en política
    generalmente otro-adversario; pero en este proceso de
    negación para sostener mi postura (creencias, ideas,
    sentimientos e intereses) puede desembocar a lo largo en un
    negarme a mi mismo el acceso a la realidad y a su
    comprensión. El que yo-sujeto pueda conocer y que el
    tú-sujeto también, establece las bases para el
    diálogo, a
    través del mismo se puede llegar a conocer no sólo
    la verdad del otro, sino también la verdad de la que
    formamos partes (el yo y el tú, es decir el nos), o por lo
    menos acercarnos a su aprehensión.

    El diálogo es esencial, sobretodo en el proceso
    político, implica asumir las existencias de
    mayorías y minorías, la existencia de distintos
    actores políticos que confrontan y comparten la gestión
    política. La palabra griega "diálogo" significa:
    "dia", alteridad, más de uno, y "logo" que proviene de
    logoi, que es palabra y, también, conocimiento; es decir,
    para conocer necesitamos la alteridad del otro a través de
    la
    comunicación recíproca.

    El positivismo también influyó en lo
    referente al análisis del objeto, señalando que
    para conocer es necesario dividirlo, fraccionado la realidad,
    conociendo sus partes se conocería luego el todo por
    adición. Lo que exageradamente llevó a ciencias
    estancas, especializadas, en compartimientos sin comunicación entre ellas. Este exceso se
    está corrigiendo a través de los estudios
    interdisciplinarios, que aportan distintos análisis y
    conocimientos sobre un mismo objeto, pero desde ópticas
    diferentes. Es evidente que debemos buscar, en una más
    justa medida, la necesidad de dividir para conocer, y luego
    compartir y reelaborar; pero evitando una especialización
    extrema que nos haga perder la unidad de la realidad, una
    realidad política que es proceso, que es cambio, pero
    también sistema, y para algunos autores autopiético
    .

    En segundo lugar, el otro aspecto, "¿puede
    el científico político despojarse de sus propios
    juicios de valor en la captación de un objeto de
    conocimiento?". La posición dominante ha sido la de la
    neutralidad axiológica. Weber ha
    señalado que el estudio de las ciencias sociales puede
    estudiar los valores,
    pero debe excluir sus propias valoraciones y aunque es totalmente
    imposible, debe advertir a sus oyentes y lectores y así
    mismo de sus propias valoraciones. "¿Cómo conseguir
    que por un lado un católico practicante, y por otro un
    masón, lleguen a la misma valoración en un curso
    dedicado a la Iglesia, al
    Estado o a la historia de la religión? Es
    imposible. Y sin embargo, el profesor
    universitario debe desear y exigirse a sí mismo ser
    útil, con sus conocimientos y métodos, tanto al uno
    como al otro?". Para el maestro alemán se tiene el
    "…deber de crear una aspiración a la claridad y un
    sentimiento de responsabilidad; y creo que será tanto
    más capaz de lograr ese fin cuanto más
    escrupulosamente se resista a imponer o sugerir su propia
    opinión a los oyentes".

    Pero aun con la gran escrupulosidad weberiana no se
    puede desconocer que se anda en el mundo "con un sistema
    ideológico de mochila". Este conjunto de ideas, de
    valores, esa cosmovisión ha sido siempre parte importante
    de la ciencia política. El padre de la misma, Aristóteles, recurrió a un concepto
    ético, el bien común de los gobernados o el bien
    propio del gobernante (s), para elaborar su clásica
    división entre las formas de
    gobierno.

    El politólogo no puede huir de la ética, su
    hacer es también conducta humana y
    sujeto por lo tanto a la misma. Lo dicho no sólo les cabe
    a las ciencias del espíritu, sino también a las de
    la naturaleza o físicas, los científicos deben
    tener una conducta
    ética hacia su especie y el medio
    ambiente.

    En cuanto a la técnica política, Maquiavelo
    reveló en forma tangible la separación cotidiana
    entre ella y la norma moral;
    originando un continúo debate sobre
    si esto es inmoral o sólo amoral. Por ejemplo el
    florentino afirma "que no debemos dejar nacer un desorden para
    evitar una guerra, porque
    acabamos no evitándola; la diferimos únicamente; y
    no es nunca más que con sumo perjuicio nuestro", lo que
    bien podría ser aplicado a los Estados Unidos cuando en la
    guerra para liberar a Kuwait de la invasión de Sadam
    Hussein, se limitó a ello y no depuso al líder
    iraki, aun cuando contaba con el apoyo de la comunidad
    internacional; años después el costo para
    deponerlo le resultó altísimo, no sólo desde
    un punto de vista humano, sino también político,
    estratégico, ambiental y económico. Al explayarnos
    así pareciera que las técnicas maquiavélicas
    no son ni buenas ni malas en sí, sino técnicas.
    Pero adentrémonos más en esta línea de
    pensamiento, cuando Maquiavelo analiza el uso de la crueldad,
    afirma:

    "Podemos llamar buen uso a los actos de crueldad (si,
    sin embargo, es lícito hablar bien del mal), que se
    ejercen de una vez, únicamente por la necesidad de
    proveer a la propia seguridad,
    sin continuarlos después, y al mismo tiempo trata uno de
    dirigirlos, cuanto es posible, hacia la mayor utilidad de los
    gobernados. Los actos de severidad mal usados son aquellos que,
    no siendo más que en corto número al principio,
    van siempre aumentándose, y se multiplican de día
    en día en vez de disminuirse y de mirar a su
    fin".

    Con esta base, supongamos que somos el Presidente Harry
    S. Truman, en una fecha cercana al 6 de agosto de 1945, para
    finalizar la Segunda Guerra
    Mundial debe rendirse Japón,
    quien no lo quiere hacer en forma incondicional. La última
    batalla importante ha sido la campaña de Okinawa, con un
    saldo de por lo menos 49.000 norteamericanos muertos y/o heridos.
    Los cálculos para tomar Japón en forma
    convencional, son más elevados en vidas. Rusia se
    está preparando para intervenir en Asia,
    asomándose las sombras de la futura Guerra Fría.
    Trumann debe decidir entre continuar la guerra convencional, por
    mucho más tiempo y más vidas, o elegir una
    opción maquiavélica. Ese 6 de agosto, a las 08.15
    hs., el avión Enola Gay (un B-29) soltó una bomba
    atómica sobre Hiroshima; el 9 de agosto la experiencia se
    repite sobre Nagasaki y el 15 del mismo mes Japón se rinde
    incondicionalmente, finalizando la Segunda Guerra Mundial
    con un salto de 50 millones de muertos. Trumann aplicó una
    técnica para la toma de decisión, pero cuando lo
    hizo se convirtió en un acto, una praxis política,
    y en cuanto tal regido por la ética. Las dos decisiones de
    Trumann implicaron en un solo acto la muerte
    70.000 personas y en el segundo de 40.000 personas, ninguna de
    ellas norteamericana. La historia todavía discute el
    resultado ético de las mismas. Este es el límite
    del pensamiento de Maquiavelo, la técnica al hacerse
    praxis debe analizarse desde el ámbito moral.

    "No hay escapatoria, El problema no puede eludirse. Lo
    que únicamente puede eludirse es el acatamiento a las
    normas morales
    o jurídicas. Pero eludir el acatamiento, es también
    una forma de demostrar su existencia".

    En la Argentina de hoy, la corrupción
    de la clase
    política, la crisis de representatividad, la anomia
    fiscal de los
    contribuyentes, etc., son muestras del déficit
    ético de nuestra sociedad que los politólogos
    tenemos que destacar y analizar.

    Ante el problema de los valores subjetivos y los
    resultados de su investigación, el científico debe
    recordarse e informar a los demás en qué valores se
    basa para medir la realidad, si se quiere puede exponer sus
    ideales, su utopía, pero informando que entonces habla
    el hombre de
    sentimiento y no el científico, máxime la
    importancia que han tenido en la historia de las ideas
    políticas y su desenvolvimiento fáctico, las
    teorías políticas.

    Debe rechazarse el objetivismo y el subjetivismo,
    tratando de ser objetivo, acercándose a la verdad o dando
    los pasos para que otros con su caminar lo logren. Sólo
    así la ciencia política será verdadera.
    ¿Qué sentido tendría una ciencia que no
    diera a conocer la verdad?

    El
    escenario y los actores:

    La respuesta al ámbito en dónde se
    desarrolla la política se ha ampliado. El lugar de la
    interacción política ya no es
    exclusivamente el territorio del Estado-Nación
    ni las relaciones entre Estados, la política es más
    compleja, más rica. Se ha evolucionado hacia el interior y
    el exterior; abarcando desde el revalorizado ámbito local
    (el municipio), los estados provinciales, las regiones y el Estado
    Nacional; pero también el internacional, y un no-espacio
    físico: Internet y sus comunidades
    virtuales. Estos ámbitos internos y externos al Estado se
    relacionan e ínter influyen con el Estado. La
    modificación del espacio no habría tenido lugar sin
    una modificación de los actores. El Estado como
    expresión de la comunidad política mayor esta
    cediendo espacio a nuevas formas políticas. Por lo que la
    respuesta al quién, también ha sufrido un
    proceso inflacionario; organismos multilaterales como la ONU, FMI, BM,
    desarrollan cada vez más influencias y acciones,
    también los regionales como la OEA, BID; los
    procesos de
    integración han obtenido un alto grado en
    el caso de la Unión Europea, y fracasos y éxitos en
    el caso del MERCOSUR; las
    organizaciones
    públicas no estatales (ONG) se han
    multiplicado.

    El Estado como la típica organización política de la Edad Moderna,
    caracterizado por la concentración de poder, exhibe
    síntomas de debilitamiento. Su historia comenzó
    cuando los reyes conformaron una burocracia para
    organizar el ejercicio cotidiano del poder, un ejército
    para su defensa, imponiendo las normas jurídicas que los
    rigieron y un sistema impositivo para solventarse, dando por
    terminado al feudalismo.

    Hoy la crisis del Estado-soberano se muestra en muchos
    aspectos, p.ej. en la capacidad de manejar la moneda,
    expresión neta del poder estatal. Sin embargo la
    organización estatal es necesaria; por un lado, la
    infraestructura que posibilita la movilidad del capital
    financiero internacional se encuentra en territorios nacionales,
    y por otro lado, los mismos brindan la estructura
    jurídica de los contratos y del
    derecho de
    propiedad.

    El poder del dinero ha influido en las decisiones
    nacionales, en las más importantes y también en las
    más diversas, como un actor más. En gran medida, la
    influencia se debe a la misma evolución de los mercados
    internacionales, fundamentalmente el financiero. "El mercado de
    divisas muestra,
    quizás más claramente que ningún otro
    mercado financiero, el vertiginoso crecimiento de las operaciones y su
    progresiva desvinculación de las operaciones de
    intercambio real. En el año 1960 se calcula que se
    registraban diariamente operaciones por valor de 15 mil millones
    de dólares, en 1980 por valor de 60 mil y en 1995 por 1,5
    billones; una cantidad que contrasta con los alrededor de 650 mil
    millones de dólares que en este último año
    que representaban las reservas en divisas de los países
    industriales, y que muestra así mismo el grado de
    desestatización de las operaciones, así como su
    desvinculación de las operaciones de intercambio de
    bienes o
    servicios".

    Ha disminuido el poder de los Bancos Centrales
    como oferentes y reguladores del crédito, ante nuevas formas de
    financiación y del mercado
    global, han aparecido los inversores institucionales y los
    más diversos tipos de fondos de inversión. La conexión entre las
    diversas bolsas de valores, la creación de mercados a
    futuros, el fácil acceso de inversores de todo
    tamaño, la información a tiempo real, hacen
    difícil cualquier control. Hoy un
    jubilado italiano puede por Internet leer el Financial Times,
    consultar un broker neoyorquino, contratar un préstamo con
    garantía hipotecaria en el mercado europeo (que el
    acreedor a su vez negociará), comprar bonos argentinos
    y negociarlos en Hong Kong y terminar comprando en otro mercado
    su propia garantía.

    Este proceso "…ha implicado un nuevo tipo de poder,
    una forma diferente de gobernar las relaciones económicas,
    nuevos sujetos decisores, nuevas valores vinculados a él y
    consecuencias no sólo económicos financiera sino
    puramente políticas en tanto que cualquiera de las
    dimensiones del poder, como es la monetaria, condiciona la manera
    en que se plantean y resuelven todos y cada uno de los problemas
    sociales, que es lo que de forma más elemental se
    entiende por política".

    Son pocos los Bancos Centrales que pueden resistir un
    ataque especulativo sobre su moneda y bonos soberanos.
    Además la banca off shore
    fomenta la evasión impositiva, particulares y
    multinacionales se están separando de su país de
    origen al trasladar recursos y
    eliminar empleos, erosionando las economías
    nacionales.

    Touraine tiene razón cuando afirma que los
    estados resisten mal la mundialización
    (globalización
    ),"porque su autoridad
    tradicional suponía cierto grado de aislamiento, un
    control fácil de las fronteras y también de las
    conductas de los ciudadanos a través de métodos
    eficientes para imponer el respeto a las
    leyes y las
    decisiones del poder
    ejecutivo. Tal control directo resiste mal la
    penetración del comercio, de
    las ideas, de las imágenes,
    que cruzan fácilmente las fronteras". Las nuevas
    tecnologías han eliminado la lejanía,
    modificando la forma de percibir la comunidad, ampliándola
    hasta formar la aldea global. Las comunicaciones
    por radio, televisión
    y teléfono, hoy son posibles por satélites
    e Internet. A ello se agrega que el tráfico de
    personas (p.ej, casi 500 mil personas ingresan diariamente a
    Estados Unidos) y el de mercancías (p.ej., el sistema
    María en la aduana argentina
    sólo hace un control selectivo, ante la imposibilidad de
    controlar todo el tráfico), van aumentando en forma
    geométrica.

    Pero a la par de la corriente globalizadora, corre una
    corriente fragmentadora en todos los aspectos (social, cultural,
    religioso, económico y político), producto de la
    gran crisis de identidad que
    origina la
    globalización, de ahí la necesidad de afirmar
    sus propios ser de individuos, grupos y naciones. La
    multiplicidad de los espacios, que en algunos casos se
    superponen, origina identidades múltiples: municipales,
    regionales, nacionales, estatales y supraestatales. P. ej., se
    puede vivir en San Sebastián, considerarse dentro del
    País Vasco, hablar el catalán diariamente, sentirse
    como un español
    más, tener ciudadanía de la Unión Europea y ser
    argentino, y hasta puede que no le guste el fútbol;
    además de otras identidades religiosas, políticas,
    etc..

    El proceso de vinculaciones supranacionales tiende a
    encontrar respuestas a problemas que superan a los Estados
    aislados, como por ejemplo: medioambiente, mercado,
    tecnologías, etc., por otro lado, se desarrollan los
    gobiernos regionales que encuentra su razón en la
    necesidad de identificación, de proximidad con los
    problemas cotidianos, de cercanía en la relación
    gobernantes-gobernados.

    Ante la reducción del Estado por las
    políticas neoliberales y el fracaso del socialismo,
    muchas de las funciones del Estado Nacional han sido asumidas por
    estados provinciales y, aún, municipales; quienes ante la
    cercanía del problema no pueden dejar de actuar.
    Así como los Estados nacionales han descubierto que la
    cooperación internacional puede acercar ayuda,
    también las organizaciones políticas inferiores.
    "De los 50 estados de la Unión americana, casi todos
    tienen oficinas comerciales en el extranjero (en 1970,
    sólo eran cuatro), y todas, un representante oficial ante
    la Organización Mundial del Comercio". El auge de las
    relaciones internacionales se debe en gran medida a que las
    soluciones a muchos problemas son internacionales, entre 1972 y
    1992 el número de tratados sobre
    medio ambiente se
    llevó de pocas docenas a más de 900. En este orden,
    en 1994, Argentina hizo una recepción importante del
    derecho
    internacional como derecho interno en su Constitución Nacional.

    También tenemos que mirar el sistema en
    relación con los que excluye. Se han excluido de los
    ámbitos decisorios del poder a sectores sociales, que
    comienzan a identificarse entre sí, son "los
    marginales".

    La marginalidad que
    les da el sistema los identifica y el deseo de crear espacios de
    poder alternativos a los desarrollados por los sistemas
    imperantes. Encontramos ex empleados estatales
    (científicos, militares, burócratas, etc.),
    desocupados, agricultores y empresarios empobrecidos, etnias,
    movimientos ecologistas, organizaciones de deudores, ex
    militantes de izquierda, grupos de terrorismonarcotráfico, etc.. Fuera de ello se
    destacan por su heterogeneidad y la mira en su propia necesidad,
    lo que impide su unidad.

    Aquí aparecen las ONG ante el achique
    estatal, no siendo cubiertas las necesidades por el mercado, en
    la sociedad civil surgen las Ong."De esta forma, la Ong
    constituyen mucho más que una entidad para atender las
    ‘fallas’ del mercado y del Estado, ya que
    estarían sirviendo a la sociedad a partir de mecanismos
    preferenciales como altruismo, relaciones de confianza y lazos
    comunitarios".

    El término "ONG" apareció en la
    década de 1950 en el ámbito de la ONU, el primer
    encuentro internacional de Ong tuvo lugar en agosto de 1991 en
    Río de Janeiro. Funciones políticas básicas:
    educación,
    asistencia y contención social y médica, seguridad,
    alimentación, etc., son llevadas a cabo por
    las Ong . Cada día más numerosas y
    poderosas.

    En Río de Janeiro, en 1992: "La diminuta nación
    de Vanuatu puso su delegación en manos de una ong con
    experiencia en derecho internacional, un grupo con sede
    en Londres financiado por una fundación estadounidense,
    con lo que se convirtió, junto con otros estados insulares
    situados al nivel del mar, en protagonista importante de la lucha
    para controlar el calentamiento de la Tierra".
    Pero también padecen de los defectos de cualquier
    organización, el de financiamiento
    y el quedar atadas a sus benefactores. No está claro ante
    quiénes responden; qué ideas políticas,
    económicas, religiosas y culturales tienen sus dirigentes;
    si además de un tema específico, p.ej. el
    medioambiente, qué otro elemento une a sus
    miembros.

    Analicemos, ahora, la unidad básica del
    régimen político democrático, el
    ciudadano. El fenómeno que se inicio con el
    florecimiento de los burgos medievales y la revolución
    industrial, concentrando grupos humanos en forma cada vez
    mayor, se consolidará en el s. XXI. En las próximas
    décadas, casi el 70 por ciento de la población mundial residirá en
    ciudades medianas y grandes metrópolis. Este proceso no
    dejará de influir en la política. Hoy ya operan
    importantes transformaciones en los espacios públicos y
    los privados, sus significados, el surgimiento de shoppings,
    countries, clubes de campo, el cerramiento de barrios de clase
    media, la seguridad privada, las villas miserias con sus normas y
    lenguajes propios.

    Guerrero sostiene que "el resultado sociocultural
    más llamativo de esas transformaciones es una nueva manera
    de vivir, y hablamos de vivir en su sentido más amplio:
    sentir, pensar, actuar, relacionarse, creer, comunicarse y
    fenecer". Así como se originó la burguesía,
    una nueva clase social está en
    gestación.

    Los partidos
    políticos deberán prestarle suma atención, de las ciudades saldrán
    sus votantes, los reclamos que atender, a ellos se
    destinarán la mayoría de los recursos, de las
    ciudades obtendrán los más importantes ingresos
    públicos. La politología deberá analizar,
    junto a otras disciplinas (sicología, sociología,
    geografía,
    economía,
    ecología,
    etc.), a este hombre de la
    ciudad, que estará en la base de todos los cambios por
    venir.

    Volviendo al actor principal, el Estado, en sus
    engranajes fundamentales encontramos a los obreros de la clase
    política. Una pregunta recurrente es: ¿la
    política ha dejado de canalizarse, exclusivamente, a
    través de partidos políticos? La respuesta, creo,
    que es sí, pero también que siguen siendo los
    actores de los que todos esperan una actuación estelar.
    Hay que aclarar que la crisis de los políticos es, en
    realidad, un fracaso de la sociedad que los forma, ella extrae de
    sí misma su clase dirigente, ella los nutre, los educa,
    les exige, les perdona, los vota.

    También los partidos contribuyen a su propio fin
    cuando no dan soluciones a los problemas que aquejan a la
    sociedad. Cuando la sociedad cansada de un plantel de dirigentes
    que se perpetúan, los partidos no brindan nuevas
    promociones de dirigentes. Una táctica para enmascarar
    esta situación, consiste en la cooptación de
    artistas, deportistas y empresarios exitosos, que tienen un
    reconocimiento social, pero con muy escasa preparación
    académica y experiencia política sobre el acontecer
    general del estado, las necesidades de toda la sociedad y nula
    experiencia política.

    Si a todo ello le agregamos la ineptitud y la corrupción, una clara sensación de
    tedio y
    desesperanza nos embriaga.

    La sociedad política comienza a ser vista como
    sociedad de mercado, los ciudadanos son ahora clientes, el
    cuerpo electoral como los accionistas y los dirigentes los
    gerentes, el discurso es
    remplazado por el marketing,
    la
    administración por el management. En el empleo de los
    términos, el lenguaje
    nos revela la influencia de las ciencias económicas y sus
    técnicas empresariales sobre la política. Ha
    surgido un pensamiento único que sostiene que no se pude
    hacer nada para cambiar el rumbo, lo que es contrario a toda
    ágora política, es la reducción del papel
    que debe desempeñar la política y su viejo agente,
    el Estado, en la regulación de las relaciones sociales.
    Estaríamos ante el fin de la historia, en los aspectos
    económicos e institucional.

    Los argentinos se preguntan y responden: "¿Por
    qué reformar la política? Existe una sola respuesta
    plausible y aceptable a esta pregunta: porque no obtiene los
    objetivos propuestos".

    Han surgido algunas propuestas para solucionar la crisis
    que padecen casi todas las sociedades
    modernas, así las ideas del Consenso de Washginton y el
    nuevo consenso, entre las neoliberales; las críticas a
    ambos consensos; la Tercera Vía y sus variantes. Nos
    detendremos en la propuesta de David Osborne y Ted. Gaebler
    (Estados Unidos), quienes fomentan el aggiornamiento de las
    instituciones a la nueva época: "el proyecto de
    reinventar el gobierno, esto es
    la intención de transformar las burocracias
    públicas en gobiernos empresariales, productivos y
    eficientes".

    Plantean que el verdadero mal del fracaso estatal se
    encuentra en los sistemas, estructuras,
    reglas, procedimientos y leyes; que el problema es instrumental;
    se trata de afinar los medios,
    mejorar la operación de las instituciones públicas
    y erradicar la burocracia. "En el fondo, más que una
    teoría sobre la gobernabilidad, proponen una micro
    gerencia
    pública".

    Proponen un gobierno catalizador, competitivo, inspirado
    por objetivos no por reglas ni presupuestos,
    orientado hacia los resultados, descentralizador, orientado hacia
    los clientes (antiguos ciudadanos). Su mérito "consiste en
    que sintetizan los conceptos, modelos y
    técnicas gerenciales previamente formuladas por los
    ‘gurús del management’ y los aplican al
    sector
    público con gran creatividad".
    Su déficit, la eficiencia no es
    el único valor, en el Gobierno (a diferencia del mercado)
    recae la equidad y la
    redistribución de los recursos e ingresos, y la
    asignación de prioridades que no necesariamente responden
    a una pura lógica
    económica.

    Tic-Tac o
    Latidos:

    Los tic-tac o
    latidos podrían ser la síntesis
    simplificadora de una clásica controversia de la ciencia
    política. La discusión entre los mecanicistas y los
    organicistas, con todas sus variantes, sobre la concepción
    de la naturaleza de la sociedad y las instituciones
    políticas.

    Para los primeros está es el producto de la
    razón humana, la ven como una máquina, como un
    mecanismo que no funciona automáticamente, que necesita
    del individuo.

    Para los organicistas, en cambio, es el
    desarrollo orgánico y natural de la vida social; el
    gobierno es el producto de hábitos, necesidades y deseos
    inconscientes, es un ser vivo, que funciona por sí mismo,
    como sociedad.

    La influencia ideológica ha teñido las dos
    concepciones. El mecanicismo (fuerte en los s. XVII-XVIII), es
    sostenido por los contractualistas que ven en el contrato, el
    mecanismo para formar la comunidad política; protegiendo
    al individuo y la libertad,
    constituyendo una ideología del liberalismo.
    La concepción organicista ha constituido una
    ideología de tendencias totalitarias, acentuando los
    puntos de vista en lo social y lo necesario (voz cantante en los
    s. XIX y XX); ve en la sociedad las etapas de infancia,
    juventud,
    madurez y vejez u
    origen, desarrollo, organización y actividad. Sin embargo,
    la correspondencia no ha sido total, Hobbes empleo el mecanismo
    del contrato social
    para justificar el absolutismo.

    Lo cierto es que ambas teorías presentan
    unilateralidades. El politólogo no solo tiene que ver al
    individuo o al grupo social, tiene que ver a ambos, ubicar la
    realidad social en la justa relación. Según el
    contenido de la mochila de ideas que cargue, se influirá
    por una de las concepciones en su aventura de conocer, pero no
    debe excluir ab initio a la otra (y a los elementos que cada una
    conlleva). Si la mochila es una carga pesada será
    más bien un obstáculo, no cumplirá su
    objetivo de llevar los elementos necesarios para avanzar en el
    conocimiento, y terminará siendo más importante
    ella que la realidad que se pretende aprehender.

    Ambas concepciones seguirán siendo ricas canteras
    que brindan elementos para la formulación de
    teorías que permitan comprender la realidad, por ejemplo,
    un esbozo mínimo de teoría sería: si
    partimos de que la sociedad como todo otro organismo vivo, nace,
    se desarrolla y llega a su término; teniendo en cuenta la
    crisis del hombre moderno y su cultura, la sensación de
    fracaso de la democracia representativa, la necesidad de
    burocracias más técnicas y eficientes, los anhelos
    de mandatos imperativos a las autoridades y de una mayor
    participación, podríamos decir que está en
    simientes una nueva forma de democracia (con sistemas semi y
    directos de participación y a su vez, aunque parezca
    paradójico, con sistemas delegativos en aspectos
    técnicos específicos), que modificará a la
    actual representativa, tal como la entendemos hoy, que llega a su
    vejez y desaparición.

    El discurso y
    los medios:

    En Grecia, el
    discurso político y el efecto buscado se desarrollo en la
    ágora, en los romanos fue el foro. Hoy los medios de
    comunicación son el campo de batalla, en una sociedad
    cada vez más masificada, con ellos se gana el poder. "Con
    lo cual la política tiene que adaptarse a un lenguaje
    mediático, que tiene tres reglas: simplificación
    del mensaje, personalización de la política y
    predominio de los mensajes negativos de desprestigio del
    adversario sobre los positivos que tienen poca
    credibilidad".

    La política del escándalo ha mostrado ser
    tremendamente efectiva. El nazismo y el
    fascismo
    habían sido maestros en el uso de la propaganda por
    los medios masivos. En Argentina se destacó Perón en
    su uso y abuso. En las democracias más establecidas su
    empleo como arma decisiva para acceder al poder tuvo su primer
    momento descollante en 1960, en Estados Unidos, cuando los
    aparatos de TV mostraron una imagen moderna,
    vital y joven de Kennedy sobre la descuidada de Nixon. La
    telecracia mostraba sus lecciones, desde entonces todo
    político, que se aprecie, tiene en cuenta las
    técnicas escénicas y estéticas, aun sobre el
    mismo discurso.

    La TV, en menor lugar la radio,
    solucionan a los políticos la necesidad de audiencia, ya
    no necesitan que los vallan a ver y escuchar, se les aparece en
    los hogares. En una seudo intimidad, la pretendida
    confidencialidad, familiaridad y cercanía del discurso no
    existe. Todo está preparado por asesores de imagen:
    gestos, miradas, ropa, el pelo, las frases ha destacar, los
    rostros no envejecidos.

    Importa más la forma que el contenido. La
    adaptación se produce en forma casi brutal, así
    como el cine sonoro
    termino con muchos artistas, hoy sucede lo mismo con los
    políticos; un ataúd, un discurso excesivamente
    acalorado de Herminio Iglesias y el fuego, significó la
    quema de la carrera política del candidato presidencial
    del Partido Justicialista en 1983 y la perdida de las elecciones
    para el peronismo. Quien
    no sabe manejarse frente a las cámaras y los
    micrófonos pierde.

    El objetivo es vender el producto, ganar a la competencia. Si
    no se sabe cuál será la próxima necesidad
    pública determinante en la elección se recurre a la
    sondeocracia. Después se debe construir el mensaje,
    pensado más en lo que quiere escuchar el destinatario, que
    sobre lo que la realidad y el moderado juicio imponen (p. ej.
    "Síganme, no los voy a defraudar", decir una frase sonora
    sin decir nada; o el "Salariazo" tocar el corazón y
    el bolsillo de la gente). Será sencillo, breve, directo,
    claro. "Se trata de crear un código
    propio basado en el uso sistemático del color, la
    tipografía, la música, la
    identificación con el prototipo ideal de votante y una
    retórica basada en la reiteración obsesiva del
    mismo mensaje".

    A la telecracia y sondeocracia, se le agregan los
    recursos que brinda la telemática (telecomunicación e
    informática), todo ello en un gran
    concentración de los medios en pocas manos. Las primeras
    experiencias de "voto cibernético" han augurado muchas
    más. Tal vez pasaremos del citizen (ciudadano) al netizen
    (votante usuario de la red) como piensan
    algunos.

    Las nuevas tecnologías modifican las concepciones
    de "pueblo", "comunidad política" y "democracia". La
    posibilidad de participación se amplían haciendo
    posible sistemas de democracia semi y/o directa. Se podrá
    requerir de los ciudadanos en forma, casi, inmediata y
    permanente, p. ej., decidir la construcción de un hospital, decidir entre
    otorgar los recursos al mismo o a la construcción de una
    cárcel, decidir si se extenderá la asistencia
    médica a los extranjeros o no, o a cuáles si y a
    cuáles no, y un largo etcétera. Es decir,
    así como da pie a numerosas posibilidades, encierra
    grandes peligros.

    Estas tecnologías (no sólo materiales,
    sino también sicológicas y sociológicas,
    como las de desinformación), la degradación
    cultural, el quiebre económico de amplios sectores
    sociales, la concentración del poder mediático,
    brindan aires renovados al populismo. Quien
    decida qué, cuándo preguntar a las masas y la
    redacción de la pregunta, tendrá el
    poder.

    El debilitamiento de la democracia representativa, no
    nos debe hacer olvidar que posibilitó el acceso de los
    distintos sectores de la sociedad al diálogo
    político, concretando la democracia al terminar con los
    mandatos imperativos y dar lugar a la relación
    dialéctica argumento-contra argumento, que permitió
    a las minorías convencer a las mayorías en muchas
    situaciones críticas.

    La ciencia política debe estar alerta, dispuesta
    a recordar a la sociedad las enseñanzas del pasado, y a su
    vez extraer nuevos conocimientos de la crisis actual. Un nuevo
    tipo de ciudadano y una nueva sociedad se avizoran, que
    requerirán del político y del politólogo. El
    siglo XXI aparece como un nuevo desafío.

     

    Por

    Rolando Esteban Schmid

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