Notas preliminares para repensar (una
vez más) al populismo
- Pueblo vs.
Multitud - El otro el la
constitución del sujeto - Populismo y
decisionismo - Populismo:
¿Hegemonía o
representación? - Conclusiones inconclusas: De
nuevo a la política
Antes de iniciar algunas reflexiones en torno al populismo
conviene hacer aclaraciones sobra la preliminaridad de
éstas notas. El presente trabajo busca
indagar en la perspectiva que Ernesto Laclau abrió en el
estudio del populismo y a su vez incorporarle algunos conceptos
que la teoría
política
contemporánea ha desarrollado recientemente. No
pretendemos dar una respuesta a un problema por demás
complejo, sino indagar la fertilidad de un camino que puede
brindar una mejor comprensión de los procesos
políticos que nos atormentan en los heridos escenarios de
América
Latina. En particular nos interesa explorar las posibilidades
de hacer una defensa del populismo, o al menos avanzar sobre las
condiciones de posibilidad de proyectos que
pueden ser rotulados como "populistas" pero en los cuáles
puede hallarse un contenido
popular-democrático.
La idea que nos gustaría discutir y defender en
el presente trabajo es la siguiente: el populismo en América
Latina significó la articulación política de
sectores subalternos (pueblo), una construcción hegemónica en el plano
de los simbólico, una operación de sutura
(re)constituyente del sujeto en un proyecto
colectivo de orden social. De esta manera el populismo produce la
reapertura de lo político sobre las ruinas de la
política, y es reconstitutivo de lo
social.
Es un lugar común comenzar un escrito sobre el
populismo refiriendo a los múltiples significados del
término. Sin embargo, como nos enseñara Aristóteles y recordara Laclau, la
polisemia se debe a la utilización análoga (y no
meramente equívoca) del término en referencia al
concepto de
pueblo. Pero aprovechemos ya que nos referimos a un lugar
común e invocamos al viejo Aristóteles para lanzar
una hipótesis (tanto en el sentido
epistemológico como en el etimológico de "estar por
debajo"): El de Estagira le daba un sentido distinto a "lugar
común" del que estamos acostumbrados a otorgarle nosotros.
Lejos de frases gastadas, el topi koinoi
aristotélico es una estructura
común que los hombres comparten y que les permite
entenderse, como tal se diferencia del topi idioi, los
lugares especiales, que darían cuenta de formas de
entendimiento particulares. Ahora bien, (y alejándonos de
San Aristóteles) el proceso de
constitución del sujeto político que
estamos buscando supone una apertura de los lugares comunes de la
polis a través de la articulación de lugares
especiales subalternizados. Si observamos los lugares comunes
como cierta forma de estructuración de lo social, el
corrimiento producido por la articulación de las
posiciones de sujetos produce la apertura de lo social a
través de lo político. Sin embargo, para que
ésta operación sea posible es necesario un proceso
de subjetivación vinculado a la imposibilidad de la
estructura
social de ofrecer un cierre (es esto lo que produce las
crisis que
Gramsci llamó orgánicas). Es decir, aparecen de
repente las multitudes (el subsuelo sublevado de la patria como
decía Scalabrini Ortiz en referencia a las masas
peronistas) y pugnan por constituirse como sujetos en la esfera
política. Frente a ésta presión,
la imposibilidad de responder pone en crisis la reproducción del orden y abre la puerta a
que sean nuevos sujetos quienes dsiputen en el terreno
político la dirección del proceso social.
Pero…¿qué sujeto es el que encuentra un espacio
de subjetivación?
La idea que orienta este apartado es que el populismo se
origina en una forma de articulación que permite a la
multitud iniciar un proceso de subjetivación hacia un
sujeto pueblo (para disgusto del concepto de multitud del
recientemente liberado Tony Negri y de Paolo Virno). De
ésta manera cobra sentido la referencia a los lugares
comunes y los especiales, el pueblo es un proceso de
articulación no antagónica de posiciones de sujetos
subalternos (en su particularidad), es una construcción
permanente a partir de esos lugares especiales que pone en
cuestión los lugares comunes. Cuando el lugar común
niega los lugares especiales y esas situaciones opresivas pasan a
ser vistas como una dominación, el corrimiento de la
significación de esa relación social produce un
conflicto. En
el marco de ese conflicto producido tiene origen la
articulación populista.
En el ya célebre Imperio Hardt y Negri
emprenden una cruzada en contra el concepto de pueblo y le
oponen el de multitud. Pueblo representa para ellos a la
unidad, a un sujeto con capacidad de acción,
con voluntad propia y una identidad,
mientras que "la multitud es una multiplicidad, un plano se
singularidad, un conjunto abierto de relaciones que no es
homogéneo ni idéntico a sí mismo" (Hardt y
Negri 2002:100). Los autores proceden a suponer una
definición de pueblo como algo homogéneo,
estático, como una unidad constitutiva que no permite la
diferencia, y de esta definición impugnan el concepto y le
imputan un rol disciplinador.
Según Negri "la multitud es una multiplicidad de
singularidades, que de ningún modo puede hallar una unidad
representativa; el pueblo es, por otro lado, una unidad
artificial que necesita el Estado
moderno como base de la ficción de legitimación" (Negri, 2002:13) Mientras que
de acuerdo a Virno "El pueblo es resultado de un movimiento
centrípeto: de los individuos atomizados a la unidad del
‘cuerpo político’, a la soberanía. El Uno es el mayor resultado de
este movimiento centrípeto. La multitud, en cambio, es el
resultado de un movimiento centrífugo: del Uno a los
Muchos" (Virno 2003: 12) si bien no es nuestro objetivo
analizar el concepto de multitud que elaboran los autores, lo
cuál exigiría otro estudio, podemos tomar como
punto de partida de la constitución del populismo a la
multitud, en especial a partir de la definición propuesta
por Paolo Virno si podemos lograr que el pueblo recupere la
multiplicidad en una nueva unidad. Esto será posible solo
si introducimos de nuevo a la vieja y desprestigiada
dialéctica: como veremos más adelante el
populismo sutura (el momento de la unidad) para desusturar (el
momento de la multiplicidad)
Según nuestra clave de lectura el
populismo es una forma de articulación política, es
un proceso que necesita y constituye al pueblo, en tanto "El
pueblo nunca es sino que es un hacerse pueblo, o sea, sujeto. Ser
pueblo significa tener una voluntad común como
articulación de miles de millones de voluntades
expresadas, no meramente por individuos, por particulares sino
por colectividades, por grupos que se
construyen como sujetos" (Dri 2002) De esta manera el pueblo,
como una construcción histórica de sujetos
vinculados por la práctica y un sentido compartido
(discurso) no
necesariamente homogeniza y disuelve la diferencia cultural, sino
que las sintetiza, esto es conserva las identidades particulares
en una forma articulatoria dinámica enmarcada en relaciones sociales,
apropiaciones colectivas de la historia y relaciones con la
alteridad. En tanto quitamos el peso esencialista del concepto de
pueblo tan caro a la tradición germánica del
volksgeist (espíritu del pueblo) y nos situamos en
la construcción de lo popular en el plano de la
articulación discursiva –como lo hace Laclau-
estamos en condiciones de aceptar un versión
democrático popular del populismo.
Es preciso recordar que no estamos embarcados en un
proyecto de explicación del populismo como
categoría de la ciencia
política que ha servido para referirse al nazismo, al
maoísmo, al peronismo, al
menemismo o al chavismo indistintamente. Sino que estamos tras
las huellas de cierto populismo que como dice Laclau "consiste en
la presentación de las interpretaciones
popular-democráticas como conjunto sintético
antagónico respecto a la ideología dominante" (1978:201)
En tanto pueblo es un significante vacío no puede
ser precisado sino es con referencia al contenido que lo captura
y lo fija a una cadena de significantes (Laclau 2003, Zizek 1992,
1998 y 2003), así "lo que está en juego en la
lucha ideológica es cuál de los ’puntos
nodales’, points de capiton, totalizará,
incluirá en una serie de equivalencia a esos elementos
flotantes" (Zizek 1992:126) Encontramos aquí uno de los
espacios de disputa política más fuerte. El punto
de "almohadillado" (points de capiton) en tanto puede dar
sentido a otros elementos se constituye como espacio valiosos de
constitución de un proyecto político.
Términos como nacionalismo,
feminismo,
ecologismo o populismo pueden tener contenidos
populares-democráticos o conservadores, ¿De
qué depende su orientación? Punto nodal que puede
otorgar significado a la cadena de significantes. En
América Latina /y en los países del Tercer Mundo),
por ejemplo, el uso de "pueblo" "patria" y "nación"
(y nacionalista) tuvieron significados emancipatorios o
conservadores según se anclen de una u otra manera. La
"Patria" de la que hablaban Evita, El Che Guevara,
Roque Dalton, Camilo Torres, los sandinistas, evidentemente no
era la misma Patria que intentaban salvar de la marea roja
los Videla y los Pinochet. Hay otro ejemplo que ilustra lo que
estamos tratando de decir: Uno es relatado en "La Guerra del fin
del Mundo" de Mario Vargas
Llosa, el otro es el caso de Facundo Quiroga. Ambos lograron
anclar un significado y desde allí pudieron significar
elementos flotantes equivalentes. Antonio Conselheiro, un
errático predicador que por años había
vagado sin éxito
por Brasil a fines
del siglo XIX sólo logro movilizar cuando pudo en su
aserto "La República es el Anticristo" dar un significado
a las situaciones de las masas rurales que sufrían las
consecuencias del paso el Imperio a la República. La
rebelión que duró años pudo tomar sentido
cuando los pobres campesinos brasileños pudieron dar
sentido a las situación a partir de ese "significante
amo". El otro caso se refiere a cómo Facundo, El tigre
de los llanos, símbolo de la Barbarie según
Sarmiento, articula su discurso en su bandera "Religión o Muerte".
Laclau nos da otro ejemplo ilustrativo mostrando negro no tiene
un significado particularmente aceptado, que puede ser un
adjetivo calificativo con tintes racistas, pero también el
significante privilegiado de un discurso que articule demandas de
grupos subalternos.
Si disputamos este punto (construyendo un sentido
popular democrático) la sutura populista (como la
articulación discursiva en el plano simbólico de un
multitud de sujetos) podría lograr la desutura de los
sujetos que aparecen en la esfera política. El líder
"el populista" que cobra fuerza en la
manifestación de una voluntad colectiva que lo mitifica
(Maquiavelo,
Sorel, Gramsci), en la misma operación ofrece a la
multitud (como condición de su propia existencia) la
posibilidad de autoconfigurarse colectivamente, el populista "es
puesto en posición cuando su sutura desutura a todos los
otros sujetos, les hace perder pie, los arroja a un vacío
donde, por así decirlo, deben crearse a sí mismos".
(Zizek 1998:35). No estaría seguro si Zizek
aprobaría la utilización de sus conceptos para leer
el populismo, pero amparados en la impunidad que
nos da sabernos no-leídos por el autor, realizamos
éste abuso: En el procesos de desuturación
encontramos el contenido emancipatorio del populismo y disolvemos
la tensión que encuentra Virno entre pueblo y multitud. A
la vez nos permite hacer frente a viejas acusaciones que desde
todo el espectro ideológico se ha vociferado contra el
populismo. La crítica
de la izquierda en referencia al populismo coincide con la
liberal en la acusación de un cierre totalizante del
concepto de pueblo. La primacía del elemento pueblo por
sobre las clases (aunque el discurso populista pueda amarrar los
destinos del pueblo con el triunfo de una clase) ha sido
remarcado por cierta crítica marxista. Mientras que el
miedo liberal a los sujetos colectivos no temió por la
supresión de la clase sino del individuo. Sin
embargo, si algo mostró el populismo en América
Latina es su constitución en el ámbito de lo
político como forma de incorporación de las
demandas subalternas. Ese espacio abierto donde encuentra
condiciones de posibilidad la praxis y el
discurso emergente no es otro que el político y, por
definición, "toda política es hegemónica;
supone una fuerza capaz de galvanizar una serie de demandas
insatisfechas" Laclau (2002). Este proceso de constitución
democrática del sujeto supone la operación en el
campo del antagonismo.
Es conocido que Carl Schmitt
funda la política en la distinción amigo enemigo.
El enemigo es esa alteridad que niega en su propia existencia
nuestra propia forma de vida, por lo tanto la convivencia es
imposible. En la constitución del populismo podemos
encontrar esa relación schmittiana de amigo-enemigo si
pensamos en la relación antagónica que presenta la
sociedad. A su
vez el terreno de aparición del pueblo esta signada por la
existencia de posiciones del sujeto con las que no se establece
relaciones de amigo-enemigo, sino que el proceso es de
articulación y de reconfiguración de nuestras
posiciones para poder
enfrentar el momento de la guerra, contra el Otro (ese que niega
nuestra existencia). La relación no es meramente binaria
como puede expresar el antagonismo amigo-enemigo o la lucha de
clases. El otro –ya sea como enemigo o adversario- es una
condición posibilidad intrínseca a la emergencia
del sujeto, que a su vez es una articulación de una
pluralidad de posiciones democráticas de
sujeto.
El papel del otro, de la alteridad tal como se presenta
en la relación de enemigo (antagonismo, Schmitt) o de
adversario (agonismo, Mouffe) se remite, la menos, hasta Hegel aunque en
la etimología de la palabra bárbaro ya
encontramos un reconcomiendo al papel del Otro en la
constitución del Nosotros. En el célebre pasaje de
la dialéctica del señor y el siervo (o el amo y el
esclavo, según la traducción), Hegel explora la
constitución de la autoconciencia el ser es siempre un
ser-para-otro, necesario para el ser-para-si.
La necesidad del enemigo es un momento fundante de la
política. No hay espacio construido para el encuentro
agonístico que no se articule sobre las cenizas del
enfrentamiento bélico. Sin embargo, argumenta Chantal
Mouffe, la democracia
debe articularse en un espacio capaz de tolerar el conflicto
entre los adversarios políticos pero que no establecen
entre sí una relación antagónica, sino
agonística. Es decir, es necesario salir de la
situación bélica, para construir otra
condición política que no se base en el antagonismo
sino en el agonismo.
Al menos las sociedades en
éstos lados del mundo están condenadas a la falla
(en un sentido psicoanalítico) y la vuelta del conflicto
"como vuelve lo reprimido". Esas formas son la irrupción
de lo real (ese real que se resiste a la completa
simbolización según Jaques Lacan), y esa es la
condición de posibilidad de la emergencia el populismo. La
existencia latente de la guerra, del antagonismo propio de la
política en un sentido scmittiano es condición
necesaria del populismo. De ésta manera, la experiencia de
los populismo Latinoamericanos de base popular podrían
enseñarnos mucho sobre el conflicto (la guerra) como
momento fundante de lo político.
Aquí nos aproximamos a comprender el populismo en
su más cruda cara política, como forma de
decisión, el líder la ejerce, pone en acto eso que
estaba en potencia. La
decisión como acción y discurso. Aquí parece
conveniente hacer una observación: en la relación
populista el líder puede tomar la decisión porque
su acto está precedido de un subjetivación
colectiva anterior, fundante. Por lo tanto la decisión no
es plenamente soberana, no es en la decisión donde se
funda el orden político (como podríamos desprender
de las lecturas de Schmitt)
Hay un acto anterior que es la constitución del
sujeto político a través de una praxis, a partir de
la multitud (como momento inmanente) y la articulación
(como momento subjetivante). Este acto primero hace que la
decisión no sea incondicionada y no tenga el peso (y la
responsabilidad) se erigirse como constitutivo del
ser, ónticamente hay algo que precede a la
decisión, pero que no la determina. La decisión
cierra una fase de constitución, y nos referimos a una
fase porque el sujeto es una estructura que, por
definición, no puede estar acabada y no pude ser
representada isomorfísitcamente. Podemos retomar
nuevamente la pregunta por el sujeto del populismo, y nos
encontraríamos con que el sujeto es un proceso colectivo,
no es "ni el populista el que inventa al pueblo" "ni el pueblo el
que se manifiesta en el líder". En el campo del
antagonismo (un genuino campo de batalla que se hace
gráfico en el caso de Venezuela), el
proceso de subjetivación abierto ante la imposibilidad de
la estructura de dar lugar a la multitud, encuentra en la
decisión un momento que resignifica todo el proceso de
construcción colectiva.
Una de las críticas más comunes al
populismo es aquella que lo acusa de decisionismo y por lo tanto
de arbitrario. El momento de las decisión es
reconfigurante de lo político y ese"momento de la
decisión política es también el momento de
la emergencia del sujeto" (De Ipola, 2000:s/p) La
constitución del sujeto no deviene de la
realización de una esencia metafísica, sino de una operación
política donde la decisión juega un papel
importante. La decisión, como forma articulante, puede ser
pensada como un paso más de la inmanencia hacia la
articulación del sujeto suturado. En tal sentido la
decisión pierde el carácter incondicionado y autofundante:
"ésta es la forma en que yo establecería las
distancias con el decisionismo: el sujeto que toma la
decisión es solo parcialmente un sujeto; él
también es un escenario de prácticas sedimentadas
que organizan un marco normativo que opera como una
limitación sobre el horizonte de oposiciones" Laclau:
2003:90)
La concepción gramsciana de hegemonía
tiene un recorrido que reconoce orígenes en una
operación de la clase obrera en la estrategia de la
alianza de clases leninista y desemboca en ser una forma de
articulación de las identidades, según el uso que
hace Laclau. Es este punto el que inaugura el espacio productivo
de la articulación política: el terreno de la
ideología. En tal sentido, y como condición de
posibilidad de este giro, se esboza una redefinición de la
ideología alejada de la falsa conciencia o del
reflejo de la estructura. Es en esta nueva esfera de las
superestructuras complejas (la autonomía de la
política) donde se articulan y se conforman los sujetos
sociales, lo que a su vez permite un paso hacia la
desensialización economicista de los sujetos. Es decir, la
posibilidad de pensar sujetos políticos se desliga de la
obsesión por encontrar una correspondencia entre sujetos y
lugares en la "estructura". El espacio de la política es
el lugar donde conforman voluntades colectivas, articulaciones
sociales culturales y políticas.
Este espacio es de permanente construcción y
formación del sujeto social, y ese es el espacio de
constitución del populismo.
La construcción colectiva de la identidad, de
sentidos, de prácticas culturales presenten en el proceso
de sutura es contingente, abierto y por lo tanto
democrático, esto marca que "la
concepción de alianza de clases es claramente
insuficiente, ya que la hegemonía supone la
construcción de la propia identidad de los agentes
sociales y no la coincidencia racionalista ente agentes
preconstituidos" (Laclau y Mouffe 1987:66)
En el concepto de nacional-popular Gramsci avanza en la
tipificación de la articulación hegemónica.
No obstante la permanencia de la idea de una "clase fundamental"
presente aún en el intelectual italiano le implica un
anclaje en las relaciones de producción económica como lugar de
origen (en última instancia) de los sujetos. Virtudes y
limitaciones del pensamiento
gramsciano. Para Laclau y Mouffe (1987), esto supone la
permanencia del peso ontológico en la clase obrera y que
el intento de una alianza con otras clases
sociales (al tener intereses antagónicos en
última instancia) inevitablemente deviene en un juego de
suma cero. El planteo original de los autores de
Hegemonía y estrategia socialista, en este sentido
y situado en el paradigma
posmarxista, es el concepto de articulación como "toda
práctica que establece una relación tal entre
elementos, que la identidad de éstos resulta modificada
como resultado de esa práctica" (Laclau y Mouffe1987:119).
Podemos pensar, de esta manera, que el populismo se presenta en
la esfera de lo político en América Latina como una
operación articulante de posiciones de sujetos
subalternos.
Atención: esto no significa que las experiencias
populistas hayan sido formas puras de la democracia exenta de
intereses particulares y lucha de facciones por obtener ventajas.
La constitución del fenómeno populista no puede
evadirse del problema de la representación, en tanto "esta
oscilación entre la representación y la
no-representación apunta al fracaso final dela
representación significante del sujeto, pues el
significante no tiene ningún significante propio que lo
represente plenamente; toda representación significante es
una mala representación que, aunque imperceptiblemente,
siempre ya desplaza distorsiona al sujeto" (Zizek 1998:40) Es
decir, en términos estrictamente políticos en tanto
la representación es teóricamente imposible la
crítica por no representar ciertos intereses (dados como
los de clase) es aniquilada. Ya no hay Partido con
primacía epistemológica frente a una clase con
primacía ontológica (Lénin), no hay intelectuales
que puedan alcanzar la verdad por no estar prisioneros de la
ideología burguesa (Lukács) sino que estamos frente
a un proceso colectivo de constitución subjetiva que
manifiestan los problemas de
la representación.
De tal manera en el populismo sufre la imposibilidad
misma de la representación, esa operación imposible
y al vez necesaria: "no puede prevalecer ninguna relación
pura de representación, porque la esencia misma del
proceso de representación exige que el representante
contribuya a la identidad de lo representado" (Laclau 1993: 8)
Las fallas de representación obligan a un constante
proceso de acomodación, de renegociación de los
sujetos emergentes y de reconfiguración de las relaciones
(imposibles) de representación.
Podríamos arriesgar que el conjunto de
prácticas, acciones y
discursos que
constituyen el fenómeno populista, significaron en
América latina una intervención que abrió el
espacio de lo política. Es decir, hizo políticos a
sujetos que no lo eran, en tanto la pugna (a veces violenta)
instauró un nuevo momento de lo político. No de la
política, si por ésta entendemos un sistema de
administración de recursos de
poder, sino de lo político que "es el momento de la
apertura, de indecibilidad en el que se cuestiona el principio
estructurante de la sociedad, la forma fundamental del pacto
social" (Zizek 1998: 253) La emergencia del sujeto
político supone el momento de apertura del pacto, y en los
procesos populistas latinoamericano que han articulado posiciones
democráticas de sujetos esa apertura significó la
posibilidad de discutir criterios distributivos de justicia
social, en definitiva los criterios del "Dar y quitar" (Avaro:
todos los miércoles)
La esfera de la contingencia es propia de lo
político, por lo tanto es un proceso abierto,
indeterminado aunque no incondicionado (las prácticas
sedimentadas son condición de posibilidad de lo
político). A partir de la apertura de lo político
es posible la elaboración de proyectos sociales, y es
precisamente esta construcción la que "contribuye a
especificar a lo real como el contexto en el que pueden surgir
voluntades sociales" (Zemelman 1989:48) Muchos de los proyectos
populares latinoamericanos han tenido componentes de populismo,
en especial cuando las demandas populares "chocan con un sistema
que las niega" (Laclau 2002). Cuando la política
profesional no ofrece respuesta satisfactoria y se articulan las
posiciones del sujeto de forma tal que son capaces de proyectar
una cosmovisión "intelectual y moral"
diría Gramsci, allí se pone en cuestión a la
polis completa. El momento de la crisis de la política,
condición de posibilidad de la emergencia del proceso de
subjetivación, posibilita la interpelación del
pacto y los proyectos en pugna por orientar el futuro de la polis
adquieren tintes bélicos, que no son otros, como nos
enseñó Schmitt que los tintes de la
política. La relación agonística se vuelve
insuficiente y es necesaria la aparición del fundamento
trágico de lo político (Grüner,
1999).
En el corrimiento y la apertura de lo político
brinda la posibilidad de constitución de nuevos sujetos
que luchan por ser reconocidos como voces válidas para
rediscutir el pacto. El populismo fue, muchas veces, la forma de
ese reconocimiento. Es decir articuló una lucha por el
sustento del hombre, pero
también por un deseo de reconocimiento, en la esfera de lo
político. Arriesgando podemos decir que el populismo
significo la expresión de una lucha por el sustento
el hombre en
el doble sentido: material y espiritual.
La articulación del populismo es la forma de
representación (siempre incompleta y corrida) que
interpela a la estructura social, si no existiera ésta
forma de articulación lo que tendríamos
sería los estallidos "micropolíticos
apolíticos", formas disruptivas de lo social no
políticas (diversas manifestaciones de
"desintegración") , tal vez ese sea el sentido que expresa
Ranciere cuando dice "bien puede ser que el demos no sea
otra cosa que el movimiento por el cuál lo múltiple
[la multitud] se arranca al destino inercial que lo
arrastra a tomar cuerpo como ochlos, en la seguridad de su
incorporación a la imagen del todo"
(Ranciere 1994:28) Si bien el todo de la posición
del sujeto popular-democrática, no es una totalidad
cerrada sino que permite la reconfiguración de las
identidades particulares en el proceso de convergencia y
constitución del sujeto, lo que nos interesa marcar es que
el populismo tiene posibilidad de ser en tanto opera desde
el borde de lo político para interpelar a la estructura
social. Es una intervención organizada de lo
no-representado (que busca representación y que choca con
la lógica
misma de la imposibilidad representativa) que obliga a un
corrimiento de la estructura social (su apertura) y que instala
en la escena de lo político al nuevo (y tumultuoso)
sujeto. Dice Laclau en su último trabajo "si el populismo
consiste en postular una alterativa radical en el seno del
espacio comunitario, una opción en la encrucijada de la
que depende el futuro de una sociedad ¿el populismo no se
convierten en sinónimo de política? Podemos pensar
el procesos venezolano como un intento de reconstrucción
del espacio de lo político "El gobierno de
Chávez mostró, hasta ahora, una voluntad de abrir
lo político a la política misma: ahí
está la violencia
radical del contenido y de la forma que nos se encuentra en
ningún rincón de AL" (Avaro: 13)
El populismo como forma de instauración de "lo
político" sobre las ruinas de la política y de
allí como apertura del espacio de "lo social", en palabras
de Laclau: "el populismo surge históricamente ligado a una
crisis del discurso ideológico dominante, que es, a su
vez, parte de una crisis social más general" Esto no
significa que el proyecto populista pueda buscar la
aniquilación de la política a partir de un cierre
totalitario, el contenido del populismo dependerá del
significado mismo puesto en juego en la constitución del
sujeto, de allí su contenido emancipatorio o
totalitario.
El populismo como forma de refundación de lo
social, tiene origen en una impugnación de la
política (como espacio de gestión
profesional de la cosa pública) para reabrir el espacio de
lo político (como espacio de la ontología práctica) en ese sentido
es un poder constituyente (potentia) tal como le gusta
decir a Negri siguiendo a Spinoza. Esto "Significa concebir lo
político como una articulación dinámica
entre sujetos, prácticas sociales y proyectos, cuyo
contenido específico es la lucha por dar una
dirección a la realidad en el marco de opciones viables"
(Zemelman 1989:83), es decir, la restauración del momento
fundante de lo político, donde se sitúan
antagonismos y, fundamentalmente, la lucha por la
orientación de la polis.
La contingencia del espacio político nos impide
predecir el desarrollo
histórico, pero a los latinoamericanos no queda la
hercúlea tarea de buscar los puntos de anclaje
popular-democráticos propios del siglo XXI, construir una
forma plural que pueda "articular diferentes visiones del mundo
en forma tal que el antagonismo potencial de las mismas se vea
neutralizado" (Laclau 1978:188) No debemos olvidar que muchas
veces los hechos de la historia aparecen "una vez como tragedia y
la otra como farsa" (Marx :95) por lo
tanto debemos estar alertas. Sin embargo, el riesgo de lo
contingente no nos exenta de nuestra condición de animales
políticos. Al contrario, nos obliga a aceptar la crisis
política, observarla como nuestra crisis y abrir lo
político para buscarle una resolución que
será siempre provisora. El populismo del que venimos
hablando es un intento en éste sentido.
- De Ipola, Emilio (2000) "Acción,
decisión, sujeto" Fractal. Núm 19. Año V,
Vol. V. México. - Dri, Rubén, (2002) "Negri o la
evaporación de la dialéctica". Revista
Retruco - Grüner, Eduardo (1999) "La Tragedia, o el
fundamento perdido de lo político" CLACSO. Buenos
Aires. - Hardt, Michel y Antonio Negri (2002) Imperio.
Paidós. Buenos Aires. - Laclau Ernesto y Chanal Mouffe (1987)
Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización dela democracia. Siglo XXI. Madrid. - Laclau, Ernesto (1993) "Poder y
representación". Artículo publicado originalmente
en Politics, Theory and Contemporary Culture, editado por Mark
Poster, Nueva York, Columbia University Press, 1993.
Traducción Leandro Wolfson.
Avaro, Dante () "Los tábanos aguijonean al robusto
caballo". Revista Científica de UCES. Vol. IV N°
2. - Laclau, Ernesto (2002) Clarín 26 de junio de
2002 - Laclau, Ernesto (2002) Misticismo, retórica
y política. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires. - Laclau, Ernesto, Savoj Zizek y Judith Buttler (2003)
Contingencia, hegemonía y universalidad. Fondo de
Cultura Económica. Buenos Aires - Marx, Carlos "El 18 Brumario de Luis Bonaparte"
Varias ediciones. - Negri, Antonio (1993) La anomalía salvaje.
Ensayo sobre
poder y potencia en B. Spinoza. Antrophos UAM.
México. - Negri, Antonio (2002) El imperio y la multitud, Da
Reset, - Ranciere, Jaques (1994) En los bordes de lo
político. Trad. A. Madrid Zan y J. Grossi.
www.philosophia.cl - Schmitt Carl (1998) El concepto de lo
político. Alianza. Madrid. - Virno, Paolo (2003) Gramática de la
multitud. Colihue. Buenos Aires. - Zemelman Hugo (1989) De la historia a la
política. La experiencia de América Latina.
Siglo XXI-Universidad
de las Naciones
Unidas. México. - Zizek, Slavoj (1989) Porque no saben lo que hacen.
El goce como factor político. Paidos. Buenos
Aires - Zizek, Slavoj (1992) El sublime objeto de la
ideología. Siglo XXI. Buenos Aires
Martín Retamozo
México D.F. 5 de diciembre de 2003