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¿Quién se ha llevado mi queso?




Enviado por braca58



    PARTES DE TODOS NOSOTROS

    LO SIMPLE Y LO COMPLEJO

    Los 4 personajes imaginarios presentados en esta
    fábula, los ratones "Fisgón" y "Escurridizo" y los
    liliputienses "Hem y Haw", pretenden representar las partes
    simples y complejas de nosotros mismos, independientemente de
    nuestra edad, sexo, raza o
    nacionalidad.

    A veces podemos actuar como

    Fisgón

    Que fisgonea y detecta pronto el cambio,

    O como

    Escurridizo

    Que se apresura hacia la acción,
    o como

    Hem

    Que se niega y se resiste al cambio, por temor a que
    conduzca a algo peor, o como

    Haw

    Que aprende a adaptarse a tiempo, en
    cuanto comprende el que el cambio puede conducir a algo
    mejor.

    La narración

    ¿Quién se ha llevado mi
    queso?

    Érase una vez, hace mucho tiempo, en un
    país muy lejano, vivían cuarto pequeños
    personajes que recorrían un laberinto buscando el queso
    que los alimentara y los hiciera sentirse felices.

    Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y
    Escurridizo", y los otros dos eran liliputienses, seres tan
    pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de
    actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en día.
    Se llaman "Hem y Haw".

    Debido a su pequeño tamaño, sería
    fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los
    cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrirían las cosas
    más extraordinarias.

    Por muy diferentes que eran los ratones y los
    liliputienses, tenían algo en común: cada
    mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de
    correr por el laberinto en busca de su queso favorito.

    A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw
    terminaron por encontrar el camino hacia lo que estaban buscando.
    Cada uno encontró un día su propia clase de queso
    al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso
    Q.

    Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses
    establecieron una rutina diferente.

    Hem y Haw se levantaban cada día con algo
    más de lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el
    depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya
    sabían dónde estaba el queso y cómo llegar
    hasta él.

    Para sentirse todavía más cómodos,
    Hem y Haw decoraron las paredes con frases y hasta dibujaron
    imágenes del queso a su alrededor, lo que
    los hacía sonreír. Una de aquellas frases
    decía: Tener queso te hace Feliz.

    Poco a poco, la seguridad que Hem
    y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo en la
    arrogancia propia del éxito.

    Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron
    con su rutina a medida que pasaba el tiempo.

    Cada mañana llegaban temprano, husmeaban,
    marcaban la zona e iban de un lado a otro del depósito de
    queso Q, comprobando si se había producido algún
    cambio con respecto a la situación del día
    anterior.

    Una mañana llegaron al depósito de Queso Q
    y descubrieron que no había queso.

    No se sorprendieron. Desde que Fisgón y
    Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso
    disminuía cada día que pasaba, se habían
    preparado para lo inevitable y supieron instintivamente
    qué tenían que hacer.

    Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado
    las cosas.

    Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran
    bien simples. La situación en el depósito de Queso
    Q había cambiado. Así pues, Fisgón y
    Escurridizo decidieron cambiar.

    Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw
    llegaron al depósito de Queso Q.

    No estaban preparados para lo que
    descubrieron.

    ¡Qué! ¿No hay Queso? —gritó
    Hem, y siguió gritando—

    ¿Quién se ha llevado mi Queso?

    Se quedó allí de pie durante largo rato,
    como petrificado por la conmoción. No estaba preparado
    para esto.

    Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas
    hambrientos y desanimados. Pero antes de marcharse, Haw
    escribió en la pared: Cuanto más importante es el
    queso para ti, tanto más deseas conservarlo.

    Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y
    dijo:

    –Y, a propósito, ¿dónde
    están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos
    saben algo que nosotros no sepamos?

    Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir
    qué hacer, fisgón y escurridizo ya hacía
    tiempo que se habían puesto patas a la obra.

    No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar
    Queso Nuevo.

    Lanzaron gritos de alegría. Habían
    encontrado lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso
    Nuevo.

    Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el
    depósito de Queso Q, evaluando su situación y
    regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde
    se limitaban a esperar.

    –¿Sabes?—dijo un día Hem–, si nos
    esforzásemos un poco más quizá
    descubriríamos que las cosas no han cambiado tanto.
    Probablemente, el Queso está cerca. Es posible que lo
    escondieran detrás de la pared.

    Así que a partir de entonces, empezaron a
    trabajar más pronto y más duro y se quedaron hasta
    más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que
    habían conseguido era hacer un gran agujero en la
    pared.

    Cuando Hem vio a su amigo calzándose las
    zapatillas, le preguntó: –No pensarás en serio en
    volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por
    qué no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que
    nos devuelvan el queso?

    –A veces, las cosas cambian y ya nunca más
    vuelven a ser como antes –dijo Haw–.

    Haw se echó a reír con fuerza y
    exclamó: –¡Es hora de explorar el
    laberinto!

    Hem no se rió ni dijo nada.

    Antes de partir, Haw tomó una piedra
    pequeña y afilada y escribió un pensamiento
    muy serio en la pared, para darle a Hem algo en qué
    pensar: Si no cambias, te puedes extinguir.

    Haw se sintió más ansioso y se
    preguntó si realmente deseaba internarse en el laberinto.
    Escribió una frase en la pared, por delante de él,
    y se quedó mirándola fijamente durante un
    tiempo:

    ¿Qué harías si no tuvieras
    miedo?

    Algo más tarde, después de no haber
    encontrado Queso alguno durante lo que le parecía mucho
    tiempo, Haw se encontró finalmente con un enorme
    depósito de Queso que le pareció prometedor. Al
    entrar en él, sin embargo, se sintió muy
    decepcionado al descubrir que se hallaba completamente
    vacío.

    Y sintió deseos de abandonar la
    búsqueda.

    Consciente de que se trataba más de un
    recordatorio para sí mismo, antes de que un mensaje para
    Hem, escribió esperanzado lo siguiente en la pared: El
    movimiento
    hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso
    Nuevo.

    Ante su sorpresa, Haw empezó a disfrutar cada vez
    más. "¿Cómo es posible que me sienta tan
    bien? –se preguntó–. No tengo queso alguno y no
    sé a dónde voy".

    Al cabo de poco tiempo, supo por qué se
    sentía bien.

    Se detuvo para escribir de nuevo sobre la pared: Cuando
    dejas atrás tus temores, te sientes libre.

    Haw se dio cuenta que había permanecido
    prisionero de su propio temor. El hecho de moverse en una nueva
    dirección lo había liberado.

    Estaba seguro de que
    terminaría por encontrarlo.

    Escribió entonces: Imaginarme disfrutando de
    Queso Nuevo antes incluso de encontrarlo me conduce hacia
    él.

    Se preguntó por qué siempre le
    había parecido que un cambio le conduciría a algo
    peor. Ahora se daba cuenta de que el cambio podía
    conducirlo a algo mejor.

    Alguien más había estado
    allí, dejando sólo unos pocos trozos de Queso
    Nuevo. Llegó a la conclusión de que, si hubiera
    llegado

    Antes, muy probablemente habría encontrado una
    nueva provisión de Queso Nuevo.

    Mientras volvía sobre sus pasos, se detuvo y
    escribió en la pared: Cuanto más rápidamente
    te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el Queso
    Nuevo.

    Tal como le sucediera antes, comprendió que
    aquello de lo que se tiene miedo nunca es tan malo como lo que
    uno se imagina. El temor que se acumula en la mente es mucho peor
    que la situación que existe en realidad.

    Al comprender repentinamente que había cambiado
    sus convicciones, se detuvo para escribir en la pared: Las viejas
    convicciones no te conducen al Queso Nuevo.

    Al comprender que puedes encontrar Queso Nuevo y
    disfrutarlo, Cambias el curso que sigues.

    Observar pronto los pequeños cambios te ayuda a
    adaptarte a los grandes cambios por venir.

    Continuó por el laberinto con mayor fortaleza y
    velocidad.

    Haw siguió por un pasadizo que le resultaba
    nuevo, dobló una esquina y allí encontró el
    Queso Nuevo en el depósito de Queso N.

    Al entrar en ella, se quedó asombrado ante lo que
    vio. Allí amontonado estaba el mayor surtido de Queso que
    hubiera visto jamás. No reconoció todos los que
    vio, ya que algunas clases eran nuevas para él.

    Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la
    cabeza, y Escurridizo hasta lo saludó con una de sus
    patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya
    llevaban allí desde hacía algún
    tiempo.

    Una vez que se hartó, levantó un trozo de
    queso fresco e hizo un brindis.

    –¡Viva el cambio!–

    Mientras disfrutaba del queso nuevo, reflexionó
    sobre lo que había aprendido.

    Comprendió que en aquellos momentos en los que
    tenía que cambiar, no había hecho sino aferrarse a
    la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba
    allí.

    En cuanto Cambió la situación y el Queso
    cambió de sitio, ellos también cambiaron y se
    trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca
    olvidaría.

    No hay necesidad alguna de súper complicar las
    cosas o de confundirse uno mismo con temerosas
    creencias.

    Hay que permanecer atento para detectar cuándo
    empiezan los pequeños cambios y estar así mejor
    preparado para el gran cambio que puede llegar a
    producirse.

    Y, quizá lo más importante, se dio cuenta
    de que siempre hay Queso nuevo ahí a fuera, tanto si uno
    sabe reconocerlo a tiempo como sino. Y que uno ve recompensado
    con él cuanto se dejan atrás los temores y se
    disfruta con la aventura.

    Haw sabía que había dejado atrás un
    rastro para Hem, y que si éste quería,
    encontraría el camino limitándose a leer las frases
    escritas en la pared.

    Luego, al repasar lo escrito,
    sonrió:

    El cambio ocurre

    El queso no cesa de moverse

    Anticípate al cambio

    Prepárate para cuando se mueva el
    Queso

    Controla el cambio

    Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuándo
    se vuelve rancio

    Adáptate al cambio con
    rapidez

    Cuanto más rápidamente te olvides del
    Queso Viejo, antes podrás disfrutar del Queso
    Nuevo.

    Cambia

    Muévete con el queso.

    ¡Disfruta del cambio!

    Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso
    Nuevo.

    Prepárate para cambiar con
    rapidez y para disfrutarlo una y otra vez

    El Queso no cesa de moverse.

    CONCLUSIÓN.

    Son cuatro personajes imaginarios de una fábula,
    que recorren un laberinto en busca del queso, el queso lo
    relacionan con el éxito lo que los humanos siempre buscan
    de distintas formas.

    Como toda fábula este es el mensaje, los cuatro
    ratones son Haw, Hem, fisgón y escurridizo. A veces las
    cosas cambian y no vuelven a ser como antes nunca, siempre los
    ratones tenían su queso seguro, pero un día ya no
    llego. Y te motivan a buscarlo a superarte y a encontrarlo de
    nuevo.

    ¡Siempre hay uno pero hay que aprender a
    reconocerlo!

     

    CESAR JAVIER BRACAMONTES GUERRERO.

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