(Segunda edición, actualizada)
- La idea
federal - Principales aportes
intelectuales - La
idea federal a través del pensamiento cristiano,
sindicalista revolucionario, marxista-leninista y
anarquista. - La
idea federal: una definición - La
idea anarquista - Principales
representantes del Anarquismo: Godwin, Proudhon, Bakunin y
Kropotkin - Evaluación de la
sociedad burguesa por el anarquismo - Sistemas
propuestos por el Anarquismo como alternativa ante el
Capitalismo - Cooperativismo,
autogestión y Federalismo - Mutualismo,
Colectivismo y Comunismo - La
revolución - Nacionalismo,
Pacifismo e Internacionalismo - Las
anarco-doctrinas - El
Anarquismo en la corriente intelectual del siglo
XX - Anarquismo y
terrorismo en el siglo XXI - Referencias
bibliográficas
A la memoria de
Ángel J. Cappelletti (1927-1995),
filósofo y escritor argentino,
quien inspiró, corrigió y
autorizó
la confección de este proyecto a
finales de 1993.
(Texto
inédito de Ángel J. Cappelletti, escrito como
respuesta al manuscrito de la primera parte de esta obra; lugar y
fecha de elaboración: Caracas, diciembre de
1992)
Tengo que confesarte que el esfuerzo intelectual
realizado en este primer manuscrito es de gran alcance e
importancia. Soy formado en el pensamiento
occidental y conozco profundamente las raíces del
pensamiento anarquista, por ello me veo obligado a manifestarte
que los alcances teoréticos que llegaste tras una
incursión sostenida y minuciosa de revisar los autores
más representativos de dos siglo de historia, ha dado resultados
satisfactorios, por lo cual sólo te queda la tarea de
hilar fino para conseguir responderte esa gran interrogante que
me planteaste un sábado de octubre de 1989:
¿cómo es eso del federalismo
libertario y cuál es su razón de ser en el
pensamiento ácrata contemporáneo?
Para que puedas internalizar aún más tu
avance es necesario que ahondes las lecturas sobre Francisco Pi y
Margal, así como en el pensamiento de Cornélios
Castoriadis. Estos autores son vitales para que comprendas la
realidad del pensamiento anarquista en lo que se conoce como su
base nacional-federalista.
No olvides que el federalismo es un sistema de
gobierno adoptado
por aquellos estados en los que el poder
político está dividido entre una autoridad
central o nacional y unidades locales autónomas más
pequeñas tales como provincias o estados, por lo general
bajo los términos de una constitución. Un gobierno federal, o
federación, sea cual sea la condición
ideológica que tenga, se suele crear mediante la
unión política de dos o
más países anteriormente independientes bajo un
gobierno soberano que en ningún caso se atribuye los
poderes individuales de esos estados. Tienes que saber
diferenciar esta idea de federación de una
confederación, dado que ésta es una alianza de
países independientes que mantienen sus respectivas
autonomías, unidos en acciones o
cooperación en asuntos específicos de interés
mutuo. En una nación
federal los actos del gobierno central pueden afectar de modo
directo tanto a los estados miembros como a los ciudadanos
individuales, mientras que en una confederación tales
actos suelen afectar de una forma directa a los países
miembros y sólo por vía indirecta a los
ciudadanos.
En un Estado federal
libertario, y eso lo puedes leer con mayor precisión en Pi
y Margal, al gobierno central le son asignados poderes concretos.
Hay soberanía plena en relación con los
asuntos exteriores y es preeminente con respecto a la
administración interna dentro de sus poderes
asignados. Ejemplos notables de federaciones se hallan en la
antigüedad incluidas la Liga de Delos y la Liga Aquea,
uniones helénicas consideradas en líneas generales
entre los primeros intentos políticos de llevar a cabo una
fuerza
unitaria o nacional sin el sacrificio de la independencia
local.
En la historia encontraras elementos de federalismo muy
remarcados en el Imperio romano,
durante la edad media
muchas ligas de estados se formaron para alcanzar
propósitos específicos, la más conocida fue
la Liga Hanseática; durante el renacimiento,
la Unión de Utrecht, una alianza creada en 1579 por siete
provincias de los Países Bajos, que tenía las
características de una federación y fue la mayor
fuerza protestante en Europa durante
dos siglos; en Suiza, que en la historia ha sido considerada el
primer ejemplo de una confederación con éxito y
después, de federación, comenzó el proceso de
unión en 1290 con tratados de
alianza perpetua que comprometían a tres cantones, o
pequeños territorios. El número de cantones
incluidos en los tratados se incrementó de modo paulatino
y, con la excepción de un breve periodo como nación
unitaria bajo la influencia francesa, la confederación
continuó hasta 1848, cuando se transformó en un
gobierno federal. Otro ejemplo directo que debes de considerar es
el gobierno moderno de Alemania que
fue federal durante el Imperio, a pesar de la importancia
desproporcionada de Prusia después de 1871, como durante
la República de Weimar. La experiencia de la
confederación que Estados Unidos
adoptó bajo la forma federal de gobierno en 1789, y su
Constitución, ha sido un modelo seguido
por muchos países, especialmente de Latinoamérica. Acá tendrás
que relacionar esa influencia europea y norteamericana en la
concepción anarquista del estado federal suramericano.
Como vez te toca aún mucho camino por recorrer e
interpretar, lo que me dará mucho orgullo ver tu trabajo final,
no para decirte cuáles son tus equivocaciones, sino para
sugerirte cuáles caminos profundizar porque tu labor es y
deberá ser siempre, la de un conquistador consecuente de
esos territorios poco ahondados por los hombres que tienen el
perfil de estudiar las cosas del Estado. Te envió el
manuscrito con sus correcciones y el libro de
Mijail Bakunin acerca de las federaciones para que lo estudies.
Saludos a Alberto.
ÁNGEL J. CAPPELLETTI
Gastón Berger, en la obra colectiva "Federalismo
y Federalismo europeo" (1965), hace destacar que la idea Federal
surge como inspiración psicológica y
filosófica en primer orden, variando luego a su
connotación política, inferida por los
teóricos de la
ilustración (o iluminismo), y a su connotación
económica social que los pensadores de izquierda
impulsaron a través de Pierre Joseph Proudhon (n su obra
"Du Príncipe federatif, 1863) y que se extendió a
sus discípulos, entre ellos Mijail Bakunin.
En lo referente a lo psicológico y
filosófico, se destaca para el primero un problema que
implica cuestiones de hecho; y para el segundo, un problema que
hace referencia a valores.
"Aquí, descripción de lo que existe; allá,
la búsqueda de lo que debemos promover".
Entre hecho y valores, se corre el riesgo constante
de falsear, ello nos lleva a distinguir que el hecho, en el
estudio de la idea federal, obedece a la descripción e
interpretación objetiva de las reacciones
humanas en su búsqueda de organizar el sistema. Y los valores
constituyen esa tradición, como fuerza opuesta que se
interpone para influir en la toma de
decisiones en dicha búsqueda de organización del sistema.
Dos fuerzas encontradas que monopolizan la percepción
del individuo
hacia elementos como libertad,
autonomía, unidad, etc. Esta diversidad de las naturalezas
no pretende establecer ninguna jerarquía. Clasificar los
hombres según su naturaleza
superior o inferior nos haría superar la
descripción de la realidad y substituirla por un juicio de
valor las
diferencias entre los hombres proviene únicamente de las
influencias sociales a que han estado sometidos.
Estos argumentos de Berger nos remontan a la vieja idea
de la tabla rasa: el hombre
cuando nace se parece a una tablilla de cera, sobre la cual la
sociedad
haría simplemente grabar sus caracteres. Si tal idea fuera
cierta, el federalismo no ofrecería ningún
interés. Esto, debido a que las diferencias que
podrían existir entre los ciudadanos se traducirían
en funciones a
las que la sociedad les pediría que se consagrasen.
Quedaría el problema de la psicología de la
profesiones. Pero, en lo esencial, todos los hombre,
teniendo la misma naturaleza y habiendo recibido las mismas
enseñanzas, tendrían necesariamente las mismas
estructuras
mentales.
Esta reflexión de Berger presenta un evidente
corte utópico. Si bien es cierto que los hombres que nacen
en sociedad heredan o les son transmitidas, una serie de
costumbres y tradiciones características de la sociedad en
que les toca desenvolverse, no es menos cierto que los hombres,
por su naturaleza misma, no tienen iguales puntos de vista y por
ende, habrá siempre diferencias, así en funciones
como en modos y maneras de convivencia.
La diferencia entre individuos es una misma sociedad
obliga a establecer normativas que permitan la igualdad
ecuánime y el respeto a las
diferentes formas de ver la vida: el respeto a la
soberanía individual, como bien lo expone
Berger.
Esa diferencia individual, si se agranda el
perímetro o dimensión humana, al traspasar las
fronteras de la sociedad, encuentra otras comunidades, igual de
socializadas (así como diferenciadas internamente), que
son incongruentes con las normativas y tradición de dicha
sociedad. Ante esto surge una nueva distinción: la
diversidad de los grupos.
Esta diversidad de los grupos (sociales para el caso),
contempla, según H.C.F. Mansilla (Introducción a la teoría
crítica
de la sociedad, Barcelona, Seix-Barral, 1970), tres perspectivas
que el individuo en singular analiza según su punto de
vista: 1°) La curiosidad simpática; 2°) La
decepción; y 3°) La comprensión. Es decir, el
encuentro con la cultura y
valores de un grupo o
sociedad distinta a los ojos observadores de quien analiza,
mecaniza una interpretación de admiración hacia
hechos desconocidos; de decepción ante algunos hechos que
le son ajenos y que desecha su sociedad; y compresión, al
inferir u razonamiento sobre los por qué de esas
diferencia entre un grupo y otro.
Esta descripción sobre la diferenciación
entre individuos y grupos, lleva a formular alternativas para
lograr disminuirlas y procurar iniciar niveles de
comprensión e interacción que produzcan beneficios para
el sistema de convivencia humana.
Las alternativas se han presentado en los niveles del
discernimiento filosófico, de la interpretación
política, de la descripción histórica y
sociológica y de la incidencia económica. Pero
todos estos niveles convergen en un mismo horizonte: la libertad.
Y ésta, en concreto, no
existirá más que en la medida en que podamos
desempañar nuestro papel en el mundo según la
manera que nos parezca, esta posición se acerca mucho a la
idea de justicia
platónica, al establecer que cada quien haga el papel que
en la sociedad le ha tocado, sin traspasar el de los
más.
El Federalismo adquiere su valor individual a
través del respeto a la dignidad
humana y a la libertad que su organización ofrece a la
sociedad; y adquiere el valor para el grupo social al demostrar
que es el tipo de organización política que mejor
sirve para los interese de la cultura, así como la
seguridad y
extensión d los mercados
comerciales.
Desde esta perspectiva de la diferencia entre los
individuos y entre los grupos, el federalismo es una forma
adaptable que permite respetar la diversidad asegurando la
unidad, la unidad de la civilización.
La idea federalista se nos presenta, en este primer
ciclo de inserción, en dos realidades del hombre: su
alternativa de libertad antes las diferencias entre individuos y
su alternativa de unidad ante las diferencias de los grupos
sociales. Ahora bien, esta apreciación es de corte
psicológico y filosófico, no faltaría, para
canalizar una definición global sobre la idea Federal, el
aspecto político y económico que constituye lo
práctico del federalismo como alternativa de
organización social. A tal respecto, incursionaremos en
dos clásicos: la posición de Kart Loewenstein y la
de Francisco Pi o Margall.
Loewenstein en su obra "Teoría de la
Constitución" (aparecida en 1957 con el título "El
Poder político y el proceso gubernamental", siendo
"Teoría de la Constitución" el título con
que se difundió en español a
partir de 1965), expone un análisis de la dinámica del poder a través de dos
controles: uno, que califica de horizontal, el detentador del
poder, y otro, que califica de vertical, el cual involucra los
tipos o modos de acción
e interacción que se producen dentro del cuadro de la
dinámica política entre los detentadores
instituidos del poder (parlamento, gobierno, tribunales y
lectorado) y la sociedad en su totalidad. Aquí agrupa
Loewenstein cuatro campos diferentes de acciones
recíprocas: el Federalismo, los derechos individuales, las
garantías fundamentales y el pluralismo. De estos tres
campos nos interesa apreciar el federalismo. Este es definido por
Loewenstein como el enfrentamiento entre dos soberanías
diferentes estatales separadas territorialmente y que se
equilibran mutuamente. La existencia de fronteras federales
limita el poder del Estado Central sobre el Estado
miembro, y a la inversa.
Pero este concepto depende
de varios factores condicionantes que orientan el establecimiento
de bases firmes en el Federalismo: primero, el federalismo y las
garantías fundamentales están institucionalizadas
por normas
jurídicas, y así deben permanecer para tener
carácter confiable, de respeto y
operacionalidad; segundo, la diversidad regional sirve de
búsqueda de la unidad nacional y a ello se agrega el
federalismo; tercero, el Estado federal no puede funcional sin
una constitución escrita; cuarto y último, en los
Estados federales existe tan sólo la soberanía
indivisible del Estado Central que en el marco de los límites
constitucionales, ha absorbido la soberanía originaria de
los Estado miembros.
Loewenstein respalda su apreciación mediante un
recorrido histórico que hace posible captar la
trascendencia del federalismo en las sociedades
humanas. Las "uniones de Estados de tipo federal habían
existido anteriormente: en la antigua Grecia, las
ligas Sinoikias Délica, Anfictiónica
helénica y Acquea; la Alianza eterna (ewige bund) de los
cantones suizos desde el siglo XIV y XV, de la unión
Utrecht (1569) entre las siete provincias norteñas de los
países bajos. Pero estos ejemplos sólo
constituyeron modelos afines
con la idea federal. La falta de órganos comunes con
jurisdicción directa sobre los ciudadanos de los Estado
asociados y en parte la preponderancia de los miembros evitaron
una formación auténtica del Estado
Federal.
La independencia de los Estados del Norte de América
conformó para Loewenstein un modelo de primera para
edificar una visión de la idea Federal más
práctica y dentro de los parámetros de legalidad que
la normativa jurídica daba.
Esta presencia histórica del acontecimiento de la
independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la
posterior instauración de una Constitución Federal,
inducen en Loewenstein la convicción de que, a pesar de la
reconocida necesidad de unidad nacional, las tradiciones
regionales operaron contra la fusión de
los Estados individuales en una organización estatal
unitaria, siendo necesario que las diferencia culturales de las
diversas entidades se mantengan por medio de un orden
federal.
Esta apreciación lleva a Loewenstein a formular
unas características representativas del Estado Federal,
en función
de su distintivo de autoridad rectora de la comunidad:
1°.El Estado Federal tiene un centro de poder que
controla y ejecuta las decisiones de los Estados
miembros;
2°.El Estado central, o Federación, tiene una
propia soberanía estrictamente separada de la
soberanía de los Estado miembros estando ésta
última limitada por aquella;
3°.El Estado Federal ejerce, a través de sus
órganos federales, un dominio directo
sobre los ciudadanos del territorio federal;
4°.Cultiva la
personalidad estatal de las regiones; y
5°.Los fundamentos federales están amparados
en un documento constitucional formal.
Francisco Pi y Margall (1824-1901) estuvo ligado a lo
que históricamente se conoce como Iª República
tuvo como uno de sus principales. Con Pi y Margall se proclama la
República Federal y de allí una serie de cambios
enfocados hacia el pensamiento federalista de Mijail
Bakunin.
Pi y Margall teoriza toda una concepción
federalista que le hace implantar un modelo federal inspirado en
la libertad y en la igualdad social. Según sus escritos,
la federación es un sistema por el cual los diversos
grupos humanos, sin perder su autonomía en lo que le es
peculiar y propio, se asocian y subordinan al conjunto de los de
su especie para todos los fines que les son comunes.
El lado operativo de la Federación es, en
apreciación de Pi y Margall, el establecimiento d una
unidad sin destruir la variedad y sin menoscabar la independencia
ni alterar el carácter de naciones, provincia o
pueblos.
Pi y Margall concibe las sociedades de dos
círculos de acción, uno en que se mueven sin
afectar la vida de sus semejantes; otro, en que no pueden moverse
sin afectarla. En el uno son tan autónomas como el hombre
en su pensamiento y conciencia; en el
otro, tan heterónomas como el hombre en su vida de
relación con los demás hombres. Entregadas a
sí mismas se conciertan en el segundo con las sociedades
cuya vida afectan, y crean un poder que a todas las
representantes y ejecute sus comunes acuerdos. Entre entidades
iguales no cabe en realidad otra cosa; así, la
federación, el pacto, es el sistema que más se
acomoda a la razón y a la naturaleza. Como puede
apreciarse, Pi y Margall hace un enfoque político del
Federalismo, pero advierte que esa visión política
tiene su base en la sociedad. Esa base fundamental es para
él la ciudad.
La ciudad es un grupo familiar que acercó la
necesidad de cambio. Es una
nación en pequeño. Tiene su culto, sus leyes, su
gobierno, su administración, sus tribunales, su
hacienda, su ejército; tiene su organismo, su
Estado.
La ciudad, prosigue Pi y Margall, es la sociedad
política por excelencia, y no se resigna jamás a
ser esclava. Esta autonomía, insuperable por los Estados o
naciones más extensas y complejas, se debe a lo reducido
de la variabilidad, tanto decisoria como de convivencia, en los
objetivos
generales que sustenta como fines la ciudad para subsistir. Esto
permite una omnipresencia sobre los problemas y
del mismo modo una respuesta directa que satisfaga las partes
envueltas. Es decir, reducido a dimensiones pequeñas el
problema es más controlable.
Esa concepción de localidad autónoma, se
siembra en el pensamiento de Pi y Margall para edificar su idea
Federal y así lograr modelos que aseguren la
participación de más comunidades en el modelo
federal de organización, así como la
detección de posibles defectos que pudieran ser subsanados
en nuevas experiencias.
El ejemplo de la ciudad como célula
inicial del principio federal se extiende, paulatinamente, hacia
los niveles más elevados de los grupos sociales (de la
ciudad a la Nación, de allí a la comunidad
internacional).
El esquema planteado por Pi y Margall, en general, de
la
organización federal es el siguiente: Partiendo de la
Federación de los individuos en comunas (ciudades,
municipios específicamente), se pasa a la
organización de esas comunas en Provincias; de allí
en naciones y de allí a una Confederación de
Estados.
Por de pronto sabemos que la federación descansa
en la naturaleza del hombre y la sociedad, y toda nación
unitaria por el solo hecho de violar la autonomía de los
diversos grupos que en su seno existen, está condenada a
vivir bajo perpetua servidumbre o en continua guerra.
La presencia de Karl Loewenstein y Francisco Pi y
Margall, obedece a dos razones fundamentales. El primero expone
la concepción liberal de la idea Federalista desde una
óptica
moderna y diferente a los clásicos, (A. de Tocqueville en
su "Democracia en
América, por ejemplo); y el segundo es un ejemplo genuino
del federalismo anarquista (específicamente el profesado
por Mijail Bakunin), que trataremos posteriormente con mayor
profundidad.
En líneas generales, el federalismo en su
marco
teórico, constituye un modelo de organización
que José Gil Fortoul ( en su obra "Filosofía
Constitucional") denominó "de intereses comunes", dentro
de la cual el Poder Federal tiene aquellas funciones generales
que se refieren a los interese comunes de todos los Cantones o
Estados, funciones que determina previamente una ley fundamental
votada unánimemente por dichos Cantones o Estados, que
conservan incólume su autonomía en cuanto
atañe a sus intereses.
En otro orden y recurriendo a otra obra de Pi y Margall,
el federalismo es libertad. La federación realizaba a mis
ojos, por una parte, la autonomía de los diversos grupos
en que se ha ido descomponiendo y recomponiendo la humanidad al
calor de las
revoluciones y por el estímulo de los intereses; de otra,
el principio de la unidad en la variedad, forma constitutiva de
los seres, ley del mundo.
En otro comentario personalizado, Pi Margall nos dice
que el Principio Federativo de Proudhon, libro en que ,
después de sentadas la libertad y la autoridad como los
eternos y contradictorios elementos de la vida de los pueblos, se
explican las vicisitudes y los sistemas a que
han dado origen y se demuestra que la federación,
última evolución de las ideas políticas,
es la única que puede afianzar en las naciones las
dignidad, la paz y el orden.
A manera de complemento, y para extender aún
más el parámetro teórico de los que
constituye la visión liberal federal, haremos
alusión a los comentarios de Karl Deutsch,
en su obra "Política y Gobierno". Para Deutsch, el
federalismo "es una invención política" que se
adapta a los dos fundamentos básicos de la tarea del
gobierno:
1°.Concentrar la mayor parte de las fuerzas y
recursos de su
población; y
2°.Responder a las necesidades de su
población.
A un gobierno centralizado se le llama una forma
unitaria de gobierno. Pero cuanto más se desee que el
gobierno responda rápida y adecuadamente a las necesidades
de muchos grupos y localidades diferentes, más
descentralizado y localizado deberá ser, es decir,
más deberá asumir una forma confederada de
gobierno.
Para Deutsch, el federalismo se nos presenta en la
actualidad a través de dos firmas: Gobierno Federal y
Confederación. Ambas se diferencian muy
específicamente. El Gobierno Federal, en su labor
administrativa, puede recaudar impuestos, reunir
ejército e imponer sus propias decisiones; la
Confederación, por su parte, para tomar las decisiones
anteriores, depende de los recursos que quieran aportar los
Estados. Aquella se da en un universo interno,
ésta en un universo externo o internacional.
Pero esa diferenciación entre Estado Federal y
Confederación contempla otros elementos:
1°.__Un gobierno federales relativamente fuerte en
cuanto a organización, personal,
presupuesto y
jurisdicción. En una confederación, en cambio, las
instituciones
comunes son débiles o casi inexistentes en algunos o todos
estos aspectos.
2°.__Los gobiernos federales actúan
directamente sobre los individuos en todos los asuntos
pertinentes al ámbito del gobierno nacional, en cambio una
confederación trata originariamente con los individuos
sólo en forma directa, a través de los gobiernos
estadales y sus administraciones.
3°.__El gobierno federal no admite separación
de uno de sus Estados por decisión de su propios
gobernantes o volantes, en cambio la confederación
sí lo admite.
4°.__Las leyes de una unión federal
prevalecen generalmente sobre las de los Estados, y se espera que
los gobiernos estatales las obedezcan y las hagan respetar. En
cambio, en una confederación una ley o decisión de
las autoridades confederadas sólo será
válida en un Estado cuando el gobierno de éste la
ratifique, o al menos no ejercite su derecho a veto en su
aplicación dentro del estado.
En fin, para Deutsch el federalismo consiste en colocar
a todo individuo bajo dos gobiernos al mismo tiempo. En lo
que al individuo se refiere, estos gobiernos coinciden en
dominio, pero difieren en alcance".
PRINCIPALES
APORTES INTELECTUALES
A raíz de la Revolución
Francesa (1789), Francia se
constituyó en referencia obligada para los pueblos en
formación del siglo XIX. Con una Monarquía que aparece como supresora de un
orden feudal que minaba las bases políticas, sociales y
económicas, Francia sirve como medio de cultivo para el
desarrollo de
un pensamiento político en vías de
transformación.
Pero para poder apreciar el impacto intelectual de las
ideas del siglo XVIII sobre el siglo XIX, es preciso acotar, en
primer lugar, la evolución cultural de la época
8que la historia califica de Moderna); en segundo término,
las nuevas concepciones políticas que motorizaron, no
sólo el pensamiento revolucionario francés, sino el
del resto del mundo; y como tercer punto, la Revolución
Francesa como propulsora de los grandes cambios en el siglo
XIX.
La evolución cultural estuvo impulsada por lo que
se ha denominado "clasificismo francés". Este fue un
movimiento
literario que tuvo como escenario la Francia del siglo XVII,
apoyado por los gobiernos absolutistas del rey Luis XIV y el
cardenal Richelieu. El objetivo
perseguido por este movimiento consistía en el cultivo de
las letras con el propio espíritu renacentista imbuido de
admiración e imitación de los clásicos
grecolatinos. Sus cultores se distinguieron por un lenguaje
pulcro, claro y elegante, así como por sus exposiciones
imaginarias llenas de fuerza tan real que hacía al lector
sentirlas identificadas con su quehacer diario. Como exponente de
este tiempo tenemos a Moliere y Cornielle, entre
otros.
En España,
durante este mismo tiempo, se conforma el denominado siglo de
oro. Con las
mismas características de pulcritud, claridad y elegancia,
hombres como Miguel de Cervantes,
Lope de Vega, Fray Luis de León, Baltasar Gracián,
Francisco de Quevedo, marchan un hito que se consagraría
como revelación ante una sociedad que se mantuvo sigilosa
y que a partir del siglo XV emprendió un
camino.
El Renacimiento
tranquiliza el ánimo ahincando enérgicamente el pie
sobre la tierra,
irguiéndose orgullosamente y captando el mundo como un
motín. La filosofía, por su parte,
desarrollaría tres tendencias: la empírica, con
Bacón (1561-1626), la racional, con Descartes
(1596-1650), y el espíritu crítico, con Voltaire
(1694-1778). Estas tendencias englobarían el ansia
intelectual de la época dirigida hacia una vertiente de
descripción y demostración de los hechos sociales y
políticos.
Como principio metodológico creció el
pensamiento filosófico y se adentró en el contenido
político a través de Locke (1632-1704), Montesquieu
(1689-1755) y Rousseau
(1712-1778). Locke exponer en su pensamiento la existencia de un
derecho
natural que garantiza la libertad e igualdad, así como
la propiedad. El
derecho natural se lo atribuye Locke a una donación que
Dios hace al hombre. Por otra parte, expone que el hombre se ha
agrupado en sociedad, se ha dado sus gobiernos y ha dado a estos
poder, no para que limiten o eliminen sus derechos, sino para que
los resguarden.
Montesquieu erige el edificio jurídico donde el
Estado sustenta, promueve la división de poderes
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y pregona que la
soberanía reside en el pueblo, no en el rey. En cuanto al
aporte de Rousseau, éste viene a representar el
eslabón entre una conciencia política por
excelencia y una sociedad organizada a través de la
asociación y la cooperación.
El pensamiento político-social de Rousseau es
certeramente expuesto por Jean Touchard. Al respeto
reseñaremos las bases fundamentales del mismo: La
teoría del buen salvaje; El origen de la sociedad; El
contrato social;
La soberanía popular; y Los derechos del
hombre.
La teoría del buen salvaje es presentada, con
copiosa argumentación, en el "Emilio". Ella exponer que el
hombre primitivo fue bueno. Su vivencia en el Estado Natural era
feliz, con íntegra libertad, sin gobierno y sin
jerarquización de clases. El hombre civilizado es bueno,
pero sus desváhennos son el producto de lo
difícil de la convivencia con el grupo social, por lo
tanto, no hay que atacar al hombre sino a la sociedad par
conseguir un nivel de paz ¿Cómo atacar la sociedad
sin antes tocar al hombre? Se ha de diseñar un sistema de
gobierno que rescate los valores innatos de socialidad e
íntegra libertad.
El origen de la sociedad lo relaciona Rousseau con
la familia. En
ella, como célula fundamental, se dan en pequeño
las relaciones de mando y en base a ella los hombres asumen un
comportamiento
en la sociedad.
El denominado "Contrato Social"
de Rousseau consiste en una delegación de poder que el
pueblo hace un soberano. De este modo se conforma, mediante el
pacto entre el pueblo y el soberano, un gobierno
institucionalizado que ha de velar por la seguridad y bienestar
de la nación, mientras ésta se compromete a
obedecer y acatar los lineamientos establecidos por el soberano.
El pacto tendrá carácter de contrato por lo cual
ambas partes están comprometidas a cumplirlo ante las
leyes y ante Dios.
La soberanía popular corresponde al derecho
inalienable que el pueblo tiene a voluntad. Y ese derecho es el
que lleva a pactar con el soberano: y ese mismo derecho el que
hace que el gobernante consulte al pueblo sobre cualquier norma a
ser implantada, consulta que da carácter legal a todos los
actos del Estado frente a la sociedad.
Rousseau basó sus argumentos sobre lo derechos
del hombre en la garantía de la libertad e igualdad,
así como en el cumplimiento de los ofrecimientos del
gobierno, al pueblo en razón del pacto, o contrato,
suscrito entre ambos.
Esta suscita reseña realizada sobre el
pensamiento del siglo XVIII, es una introducción al
esplendor ideológico de la Revolución Francesa.
Todas las ideas anteriores condicionario el desarrollo
intelectual de los protagonistas de la Revolución Francesa
y, definitivamente, condujeron al mundo a una nueva era en la
civilización.
La Revolución Francesa se desarrolla dentro de un
clima de
euforia y neurosis. La
Francia del Antiguo Régimen (la época de Luis XVI),
estaba llena de temor. Se acercaba el final de un siglo y el
pueblo no tenía experiencia y se encontraba ante un
misterio cuyo velo se iba desgarrando poco a poco. Terreno
excelente para la producción de los
pánicos.
Ese pánico,
creado sobremanera por el desarrollo de una inseguridad
civil desbordante, preparó el ánimo del pueblo
disponiéndolo para que comenzara a escuchar las
alternativas expuestas por los revolucionarios.
En 1789 el pueblo estuvo embargado de pánico,
porque, brutalmente sacado de las tinieblas en que lo
mantenía el poder absoluto, conducido a plena luz, fue
deslumbrado, después enloquecido, y creyendo ver un
peligro allí donde no tenía guía, asombrado
de no sentir la mano de hierro de la
autoridad, se dejó invadir por una multitud de
sentimientos espontáneos, entre los que el miedo de lo
desconocido fue uno de los más potentes.
El antiguo régimen se caracterizaba por la
existencia de una monarquía absoluta, de derecho divino,
la cual se acentuaba en la división de clases, y en el
control de la
economía
del Estado. El origen de este régimen se remonta al
sistema feudal en cuanto a la división social y
estructural del mismo. Para el tiempo de la Revolución
Francesa, el régimen estaba en decadencia. Existía
un despotismo en la dirección gubernamental y un desprecio
hacia la burguesía y los estratos campesinos que
evidentemente se hacía inaguantable. A ellos se
unía la inseguridad y las reflexiones intelectuales
de los pensadores de la Francia clásica, entre ellos el
influjo teórico de Rousseau. Dentro de esta misma
tendencia intelectual se centran las ideas racionalistas que
llegando a conocimiento
de la nobleza y del clero, propagadse dentro de la
burguesía, cuyos integrantes los hacen llegar al
pueblo.
Pero el peso de estas influencias que experimentó
el revolucionario francés, tal vez no hubiera consumado
por sí solo el efecto histórico sin la figura de un
Monarca, Luis XVI, y unos magistrados con ilimitado poder,
así como sin los ejemplos del denominado despotismo
ilustrado en otras regiones de Europa, nos habrá sido
posible unir la conciencia y la euforia
revolucionarias.
Uno de los estrategas de la guerra del Golfo
Pérsico (1992), decía que un ejército
depedencía de dos cosas que van mucho más
allá de su número: armas y
ánimos. Precisamente, los revolucionarios de 1789
tenían las armas: todo el bagaje inmobiliario de una
ciudad, así como algunos rifles sustraídos al
ejército real, pero faltaba matizar su ánimo, y
ello lo logró la sed de justicia ante un gobierno
despótico.
Ahora bien, ese surgimiento espontáneo de lucha
por la libertad, la igualdad y la fraternidad, logró
sólo una fase de un objetivo más amplio: hizo
claudicar la Monarquía. Pero ello no resolvió los
problemas puesto que Francia no prosiguió en la vía
de una transformación completa y definitiva. Dejó
un antecedente, más no completó la tarea. No fue
una acción definitiva ni concluyente.
Pero el hecho federalista indudablemente existía
dentro de las ideas que propugnaban la reorganización del
poder francés. La propia Monarquía lo había
descubierto e intentado someter, empero subsistía a la
llegada de la revolución.
El Federalismo se mostraba tácitamente en algunas
características de la situación de entonces, tales
como: ausencia de unidad territorial administrativa, la
inexistencia en forma directa de una autoridad real sobre los
agrupamientos de diversa clase
(geográfica o profesionales), que servían de puente
entre el individuo y el monarca.
Una libertad es un privilegio que se posee y que otros
no poseen. La libertad no nace de la igualdad frente a la ley, de
la unidad del Derecho. Nace, especialmente, del particularismo,
de la diferenciación con respecto a los otros, en una
palabra, del privilegio. Este universo se le presenta a la
filosofía de la ilustración y genera, por fuerza propia,
una reacción que aparece en la inspiración federal
en dos aspectos: uno, bajo el principio de organización
estatal, y otro, bajo el principio de organización
internacional.
Como principio de organización estatal, el
aporte, intelectual se centró en las figuras de
Fenelón, Montesquieu y D’Argenson. Estos pensadores
respaldaban la idea de los cuerpos intermedios (intermediarios
entre las Monarquía y las zonas locales), con el fondo
sentimental del regreso a un Estado donde los vínculos
feudales pudieran hacer frente al poder del Estado
Moderno.
Fenelón (1651-1715), fue un prelado y escrito
francés que defendió la doctrina de un quietismo
moderado. Su aporte al pensamiento federal consistió en la
propuesta de crear un organismo que se encargara de distribuir
los impuestos. Estos organismos se establecerían en cada
provincia y Estado, particular, haciendo participar a los mismos
en el gobierno de todo el país.
La Francia de Luis XVI, fue una Monarquía cuya
una autonomía abarcaba la composición
política y social; así como la composición
geográfica y el carácter profesional de todo el
sistema corporativo, los cuerpos judiciales y las comunidades de
oficios.
El Federalismo, durante esta época, jugó
un papel tácito que consistía en la ausencia de
unidad territorial y el distanciamiento del poder real en
incidencia directa sobre agrupamientos de toda clase. La libertad
fue entendida como el efecto inmediato de la igualdad ante la
Ley, de la unidad del Derecho. Nace esencialmente del
particularismo de la diferenciación con respeto a los
otros, en una palabra, del privilegio. Esta situación hizo
que un pensamiento político inspirara una
cosmovisión federal que condujera a la unidad y libertad,
tanto individual como de grupos. La propuesta fue recogida en dos
aspectos: 1.- Como principio de organización estatal; y
2.- Como principio de organización
internacional.
Montesquieu adopta la tesis de los
cuerpos intermediarios, argumentando que estos canales medios son los
poderes necesarios para controlar el poder. Los poderes
intermediarios, subordinados y dependientes constituyen la
naturaleza del gobierno monárquico, es decir, de aquel en
que gobierna uno solo por leyes fundamentales. El poder
intermedio subordinado más natural en una monarquía
es el de la nobleza.
Es tanto el valor que Montesquieu da a los poderes
intermedios, que es capaz de sentenciar: "Sin monarca no hay
pobreza, como
sin nobleza no hay monarca". D’Argenson, por su parte,
fundamenta su aporte en dos posibilidades que,
complementándose, forman un gobierno federal en
razón de las relaciones de unos pueblos con otros.
Así que propone: primero, un gobierno central que sirva de
árbitro, defensor en el orden externo; unificador en los
casos en que la unidad sea necesaria; y segunda, un amplio
autogobierno local.
Pero el principio de organización estatal,
involucra un intermedio que es "la Unidad". Sobre ella
intelectuales de todas las épocas han meditado (desde
Grecia con Sócrates,
Italia con
Mazzini, Francia con el duque de Saint-Simón, entre
otros). La unidad asegura a la organización estatal un
cimiento de expansión donde la seguridad comercial y
política prevalece. Empero, en las figuras de Montesquieu
y Rousseau, se concentra el más sucinto pensamiento al
respecto: uno aboga por las dimensiones y otro, por la
legitimidad. Montesquieu argumenta que la República exige
un Estado de dimensiones pequeñas, pues de ser demasiado
grande no podría ya existir como República, se
convertiría en escenario de una constante pugna entre
facciones o terminaría por someterse a un
dictador.
Rousseau expone que no hay gobierno legítimo si
no está asentado sobre la soberanía del pueblo,
siendo ejercicio, en atribuciones, por el mismo. Pero advierte
que un gobierno así no puede ser instaurado en Estados
grandes. Como principio de organización internacional, el
federalismo tuvo sus exponentes en el duque de Sully (1569-1641),
en el inglés
William Penn (16444-1718), en el abate Saint-Pierre (1737-1814) y
en el propio Rousseau.
En general, las ideas se concentraron en afirmar que
para dar cuerpo a la comunidad internacional, era necesario darle
un derecho, una estructura
normativa que dirigiese las decisiones en razón de un
consenso y un respeto a la dignidad y libertad humana.
Sully propuso crear una Europa Cristiana, a
través de una división territorial. Esta
división formará cinco monarquías
hereditarias: Francia, España, Inglaterra,
Suecia, Lombarda; seis monarquías electivas: el Palacio,
el Imperio, Hungría, Bohemia, Polonia, Dinamarca y cuatro
repúblicas, dos aristocráticas: Venecia y la
República Italiana, y dos democráticas: Suiza y los
Países Bajos. En una segunda etapa, luego de creada tal
estructura territorial, se confederaría, a propuesta de
Sully, las ya constituidas entidades en un Consejo cristiano de
sesenta miembros. Este Consejo asumiría el papel de
árbitro y legislador a la vez, de los asuntos que
atañen a la zona, estando respaldado por un pacto de
compromiso de los países miembros que compromete a los
mismos a prestar ayuda en la ejecución de sus
decisiones.
Penn, acudiendo al pensamiento de Locke, propone a los
príncipes de Europa unir a los Estados en un contrato
Federal y crear un organismo que unifique la diversidad regional.
El abate de Saint-Pierre establece los fines máximos de la
Federación son disminuir las cargas militares, procurar la
seguridad mediante el desarme e impulsar la prosperidad
económica mediante la ampliación del mercado.
Rousseau, por su parte, plantea como la base del
federalismo, la comunidad de costumbres, e leyes, de intereses.
Esta puede acoplarse a un proyecto de unidad internacional,
siempre y cuando, reúna las condiciones necesarias para su
eficacia: un
carácter general común a todos los Estados, un
órgano de decisión y una fuerza
coercitiva.
Kant (1724-1804), también se interesó por
el tema y expuso en un pequeño ensayo sus perspectivas al
respecto. En "De la paz perpetua" (1796), propone abolir el
ejército permanente, lograr que los Estados y las
poblaciones no choquen ya que el comercio. La
fórmula de Kant se resume
en: una Constitución republicana en cada
país.
De Kant hay que apuntar una idea más original, el
federalismo es la forma de crear un medio jurídico y, en
consecuencia, de desarrollar un derecho. Valdría la
ocasión para agregar que el abate de Saint-Pierre
establece una diferenciación entre Alianza y Federalismo,
puesto que la primera estaba propiciando confusiones con respecto
a la segunda. Es así como expone: la alianza es para la
guerra, la federación para la paz, la alianza es temporal
u ocasional, la federación es permanente; la alianza es
una coincidencia de buenos deseos políticos, la
federación es la creación de un derecho, de un
tribunal y de una fuerza coercitiva.
Saint Simon (1760-1825), francés, se rebela
contra toda esta corriente intelectual y pretende demostrar la
insuficiencia de los planes hasta ahora propuestos para organizar
Europa y en particular, el del abate de Saint-Pierre. Rinde, por
otra parte, homenaje a estos predecesores y reconoce que ha
sacado mucho de ellos. Pero les achaca un defecto común,
por no haber replanteado los postulados del absolutismo y
la arbitrariedad dinástica según existía en
Europa antes que las revoluciones de Inglaterra y de Francia
inauguraran el reino de la razón y el gobierno bajo los
dictados del interés general. La nueva Europa
deberá descansar sobre estos principios.
Adoptará, por tanto, el sistema parlamentario
inglés que, a juicio de Saint-Simón, es el
único régimen político conforme a las
exigencias de la razón.
El modelo de Saint-Simón puede resumirse en una
frase: "Gran Parlamento Europeo"; pero el mismo tan sólo
alcanza a ser un precedente más dentro del marco del
pensamiento político. Ciertamente sus ideas de unidad se
asemejaban a las federales, pero él aspiraba más
que una simple confederación de Estados, pensaba en una
unidad política en torno a un rey
hereditario sin límites de poder. Para la Europa de
entonces estos significaban una burla ante todo lo que
había parecido para librarse del centralismo
despótico de las monarquías
hereditarias.
En líneas generales, el pensamiento a que nos
hechos referido, corresponde a los ideólogos que han
estructurado la idea federal a lo largo de su
participación intelectual. Faltaría reseñar
el pensamiento cristiano y el de izquierda que también
prevalecieron como alternativas en esa época, los hemos
dejado para un subpunto especial que presentamos a
continuación.
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