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Revelación de Oanes. Ensayo acerca del Idealismo Federal Ácrata




Enviado por azonaim



Partes: 1, 2

    (Segunda edición, actualizada)

    1. La idea
      federal
    2. Principales aportes
      intelectuales
    3. La
      idea federal a través del pensamiento cristiano,
      sindicalista revolucionario, marxista-leninista y
      anarquista.
    4. La
      idea federal: una definición
    5. La
      idea anarquista
    6. Principales
      representantes del Anarquismo: Godwin, Proudhon, Bakunin y
      Kropotkin
    7. Evaluación de la
      sociedad burguesa por el anarquismo
    8. Sistemas
      propuestos por el Anarquismo como alternativa ante el
      Capitalismo
    9. Cooperativismo,
      autogestión y Federalismo
    10. Mutualismo,
      Colectivismo y Comunismo
    11. La
      revolución
    12. Nacionalismo,
      Pacifismo e Internacionalismo
    13. Las
      anarco-doctrinas
    14. El
      Anarquismo en la corriente intelectual del siglo
      XX
    15. Anarquismo y
      terrorismo en el siglo XXI
    16. Referencias
      bibliográficas

    A la memoria de
    Ángel J. Cappelletti (1927-1995),

    filósofo y escritor argentino,
    quien inspiró, corrigió y
    autorizó

    la confección de este proyecto a
    finales de 1993.

    PRESENTACIÓN

    (Texto
    inédito de Ángel J. Cappelletti, escrito como
    respuesta al manuscrito de la primera parte de esta obra; lugar y
    fecha de elaboración: Caracas, diciembre de
    1992)

    Tengo que confesarte que el esfuerzo intelectual
    realizado en este primer manuscrito es de gran alcance e
    importancia. Soy formado en el pensamiento
    occidental y conozco profundamente las raíces del
    pensamiento anarquista, por ello me veo obligado a manifestarte
    que los alcances teoréticos que llegaste tras una
    incursión sostenida y minuciosa de revisar los autores
    más representativos de dos siglo de historia, ha dado resultados
    satisfactorios, por lo cual sólo te queda la tarea de
    hilar fino para conseguir responderte esa gran interrogante que
    me planteaste un sábado de octubre de 1989:
    ¿cómo es eso del federalismo
    libertario y cuál es su razón de ser en el
    pensamiento ácrata contemporáneo?

    Para que puedas internalizar aún más tu
    avance es necesario que ahondes las lecturas sobre Francisco Pi y
    Margal, así como en el pensamiento de Cornélios
    Castoriadis. Estos autores son vitales para que comprendas la
    realidad del pensamiento anarquista en lo que se conoce como su
    base nacional-federalista.

    No olvides que el federalismo es un sistema de
    gobierno adoptado
    por aquellos estados en los que el poder
    político está dividido entre una autoridad
    central o nacional y unidades locales autónomas más
    pequeñas tales como provincias o estados, por lo general
    bajo los términos de una constitución. Un gobierno federal, o
    federación, sea cual sea la condición
    ideológica que tenga, se suele crear mediante la
    unión política de dos o
    más países anteriormente independientes bajo un
    gobierno soberano que en ningún caso se atribuye los
    poderes individuales de esos estados. Tienes que saber
    diferenciar esta idea de federación de una
    confederación, dado que ésta es una alianza de
    países independientes que mantienen sus respectivas
    autonomías, unidos en acciones o
    cooperación en asuntos específicos de interés
    mutuo. En una nación
    federal los actos del gobierno central pueden afectar de modo
    directo tanto a los estados miembros como a los ciudadanos
    individuales, mientras que en una confederación tales
    actos suelen afectar de una forma directa a los países
    miembros y sólo por vía indirecta a los
    ciudadanos.

    En un Estado federal
    libertario, y eso lo puedes leer con mayor precisión en Pi
    y Margal, al gobierno central le son asignados poderes concretos.
    Hay soberanía plena en relación con los
    asuntos exteriores y es preeminente con respecto a la
    administración interna dentro de sus poderes
    asignados. Ejemplos notables de federaciones se hallan en la
    antigüedad incluidas la Liga de Delos y la Liga Aquea,
    uniones helénicas consideradas en líneas generales
    entre los primeros intentos políticos de llevar a cabo una
    fuerza
    unitaria o nacional sin el sacrificio de la independencia
    local.

    En la historia encontraras elementos de federalismo muy
    remarcados en el Imperio romano,
    durante la edad media
    muchas ligas de estados se formaron para alcanzar
    propósitos específicos, la más conocida fue
    la Liga Hanseática; durante el renacimiento,
    la Unión de Utrecht, una alianza creada en 1579 por siete
    provincias de los Países Bajos, que tenía las
    características de una federación y fue la mayor
    fuerza protestante en Europa durante
    dos siglos; en Suiza, que en la historia ha sido considerada el
    primer ejemplo de una confederación con éxito y
    después, de federación, comenzó el proceso de
    unión en 1290 con tratados de
    alianza perpetua que comprometían a tres cantones, o
    pequeños territorios. El número de cantones
    incluidos en los tratados se incrementó de modo paulatino
    y, con la excepción de un breve periodo como nación
    unitaria bajo la influencia francesa, la confederación
    continuó hasta 1848, cuando se transformó en un
    gobierno federal. Otro ejemplo directo que debes de considerar es
    el gobierno moderno de Alemania que
    fue federal durante el Imperio, a pesar de la importancia
    desproporcionada de Prusia después de 1871, como durante
    la República de Weimar. La experiencia de la
    confederación que Estados Unidos
    adoptó bajo la forma federal de gobierno en 1789, y su
    Constitución, ha sido un modelo seguido
    por muchos países, especialmente de Latinoamérica. Acá tendrás
    que relacionar esa influencia europea y norteamericana en la
    concepción anarquista del estado federal suramericano.
    Como vez te toca aún mucho camino por recorrer e
    interpretar, lo que me dará mucho orgullo ver tu trabajo final,
    no para decirte cuáles son tus equivocaciones, sino para
    sugerirte cuáles caminos profundizar porque tu labor es y
    deberá ser siempre, la de un conquistador consecuente de
    esos territorios poco ahondados por los hombres que tienen el
    perfil de estudiar las cosas del Estado. Te envió el
    manuscrito con sus correcciones y el libro de
    Mijail Bakunin acerca de las federaciones para que lo estudies.
    Saludos a Alberto.

    ÁNGEL J. CAPPELLETTI

    LA IDEA
    FEDERAL

    Gastón Berger, en la obra colectiva "Federalismo
    y Federalismo europeo" (1965), hace destacar que la idea Federal
    surge como inspiración psicológica y
    filosófica en primer orden, variando luego a su
    connotación política, inferida por los
    teóricos de la
    ilustración (o iluminismo), y a su connotación
    económica social que los pensadores de izquierda
    impulsaron a través de Pierre Joseph Proudhon (n su obra
    "Du Príncipe federatif, 1863) y que se extendió a
    sus discípulos, entre ellos Mijail Bakunin.

    En lo referente a lo psicológico y
    filosófico, se destaca para el primero un problema que
    implica cuestiones de hecho; y para el segundo, un problema que
    hace referencia a valores.
    "Aquí, descripción de lo que existe; allá,
    la búsqueda de lo que debemos promover".

    Entre hecho y valores, se corre el riesgo constante
    de falsear, ello nos lleva a distinguir que el hecho, en el
    estudio de la idea federal, obedece a la descripción e
    interpretación objetiva de las reacciones
    humanas en su búsqueda de organizar el sistema. Y los valores
    constituyen esa tradición, como fuerza opuesta que se
    interpone para influir en la toma de
    decisiones en dicha búsqueda de organización del sistema.

    Dos fuerzas encontradas que monopolizan la percepción
    del individuo
    hacia elementos como libertad,
    autonomía, unidad, etc. Esta diversidad de las naturalezas
    no pretende establecer ninguna jerarquía. Clasificar los
    hombres según su naturaleza
    superior o inferior nos haría superar la
    descripción de la realidad y substituirla por un juicio de
    valor las
    diferencias entre los hombres proviene únicamente de las
    influencias sociales a que han estado sometidos.

    Estos argumentos de Berger nos remontan a la vieja idea
    de la tabla rasa: el hombre
    cuando nace se parece a una tablilla de cera, sobre la cual la
    sociedad
    haría simplemente grabar sus caracteres. Si tal idea fuera
    cierta, el federalismo no ofrecería ningún
    interés. Esto, debido a que las diferencias que
    podrían existir entre los ciudadanos se traducirían
    en funciones a
    las que la sociedad les pediría que se consagrasen.
    Quedaría el problema de la psicología de la
    profesiones. Pero, en lo esencial, todos los hombre,
    teniendo la misma naturaleza y habiendo recibido las mismas
    enseñanzas, tendrían necesariamente las mismas
    estructuras
    mentales.

    Esta reflexión de Berger presenta un evidente
    corte utópico. Si bien es cierto que los hombres que nacen
    en sociedad heredan o les son transmitidas, una serie de
    costumbres y tradiciones características de la sociedad en
    que les toca desenvolverse, no es menos cierto que los hombres,
    por su naturaleza misma, no tienen iguales puntos de vista y por
    ende, habrá siempre diferencias, así en funciones
    como en modos y maneras de convivencia.

    La diferencia entre individuos es una misma sociedad
    obliga a establecer normativas que permitan la igualdad
    ecuánime y el respeto a las
    diferentes formas de ver la vida: el respeto a la
    soberanía individual, como bien lo expone
    Berger.

    Esa diferencia individual, si se agranda el
    perímetro o dimensión humana, al traspasar las
    fronteras de la sociedad, encuentra otras comunidades, igual de
    socializadas (así como diferenciadas internamente), que
    son incongruentes con las normativas y tradición de dicha
    sociedad. Ante esto surge una nueva distinción: la
    diversidad de los grupos.

    Esta diversidad de los grupos (sociales para el caso),
    contempla, según H.C.F. Mansilla (Introducción a la teoría
    crítica
    de la sociedad, Barcelona, Seix-Barral, 1970), tres perspectivas
    que el individuo en singular analiza según su punto de
    vista: 1°) La curiosidad simpática; 2°) La
    decepción; y 3°) La comprensión. Es decir, el
    encuentro con la cultura y
    valores de un grupo o
    sociedad distinta a los ojos observadores de quien analiza,
    mecaniza una interpretación de admiración hacia
    hechos desconocidos; de decepción ante algunos hechos que
    le son ajenos y que desecha su sociedad; y compresión, al
    inferir u razonamiento sobre los por qué de esas
    diferencia entre un grupo y otro.

    Esta descripción sobre la diferenciación
    entre individuos y grupos, lleva a formular alternativas para
    lograr disminuirlas y procurar iniciar niveles de
    comprensión e interacción que produzcan beneficios para
    el sistema de convivencia humana.

    Las alternativas se han presentado en los niveles del
    discernimiento filosófico, de la interpretación
    política, de la descripción histórica y
    sociológica y de la incidencia económica. Pero
    todos estos niveles convergen en un mismo horizonte: la libertad.
    Y ésta, en concreto, no
    existirá más que en la medida en que podamos
    desempañar nuestro papel en el mundo según la
    manera que nos parezca, esta posición se acerca mucho a la
    idea de justicia
    platónica, al establecer que cada quien haga el papel que
    en la sociedad le ha tocado, sin traspasar el de los
    más.

    El Federalismo adquiere su valor individual a
    través del respeto a la dignidad
    humana y a la libertad que su organización ofrece a la
    sociedad; y adquiere el valor para el grupo social al demostrar
    que es el tipo de organización política que mejor
    sirve para los interese de la cultura, así como la
    seguridad y
    extensión d los mercados
    comerciales.

    Desde esta perspectiva de la diferencia entre los
    individuos y entre los grupos, el federalismo es una forma
    adaptable que permite respetar la diversidad asegurando la
    unidad, la unidad de la civilización.

    La idea federalista se nos presenta, en este primer
    ciclo de inserción, en dos realidades del hombre: su
    alternativa de libertad antes las diferencias entre individuos y
    su alternativa de unidad ante las diferencias de los grupos
    sociales. Ahora bien, esta apreciación es de corte
    psicológico y filosófico, no faltaría, para
    canalizar una definición global sobre la idea Federal, el
    aspecto político y económico que constituye lo
    práctico del federalismo como alternativa de
    organización social. A tal respecto, incursionaremos en
    dos clásicos: la posición de Kart Loewenstein y la
    de Francisco Pi o Margall.

    Loewenstein en su obra "Teoría de la
    Constitución" (aparecida en 1957 con el título "El
    Poder político y el proceso gubernamental", siendo
    "Teoría de la Constitución" el título con
    que se difundió en español a
    partir de 1965), expone un análisis de la dinámica del poder a través de dos
    controles: uno, que califica de horizontal, el detentador del
    poder, y otro, que califica de vertical, el cual involucra los
    tipos o modos de acción
    e interacción que se producen dentro del cuadro de la
    dinámica política entre los detentadores
    instituidos del poder (parlamento, gobierno, tribunales y
    lectorado) y la sociedad en su totalidad. Aquí agrupa
    Loewenstein cuatro campos diferentes de acciones
    recíprocas: el Federalismo, los derechos individuales, las
    garantías fundamentales y el pluralismo. De estos tres
    campos nos interesa apreciar el federalismo. Este es definido por
    Loewenstein como el enfrentamiento entre dos soberanías
    diferentes estatales separadas territorialmente y que se
    equilibran mutuamente. La existencia de fronteras federales
    limita el poder del Estado Central sobre el Estado
    miembro, y a la inversa.

    Pero este concepto depende
    de varios factores condicionantes que orientan el establecimiento
    de bases firmes en el Federalismo: primero, el federalismo y las
    garantías fundamentales están institucionalizadas
    por normas
    jurídicas, y así deben permanecer para tener
    carácter confiable, de respeto y
    operacionalidad; segundo, la diversidad regional sirve de
    búsqueda de la unidad nacional y a ello se agrega el
    federalismo; tercero, el Estado federal no puede funcional sin
    una constitución escrita; cuarto y último, en los
    Estados federales existe tan sólo la soberanía
    indivisible del Estado Central que en el marco de los límites
    constitucionales, ha absorbido la soberanía originaria de
    los Estado miembros.

    Loewenstein respalda su apreciación mediante un
    recorrido histórico que hace posible captar la
    trascendencia del federalismo en las sociedades
    humanas. Las "uniones de Estados de tipo federal habían
    existido anteriormente: en la antigua Grecia, las
    ligas Sinoikias Délica, Anfictiónica
    helénica y Acquea; la Alianza eterna (ewige bund) de los
    cantones suizos desde el siglo XIV y XV, de la unión
    Utrecht (1569) entre las siete provincias norteñas de los
    países bajos. Pero estos ejemplos sólo
    constituyeron modelos afines
    con la idea federal. La falta de órganos comunes con
    jurisdicción directa sobre los ciudadanos de los Estado
    asociados y en parte la preponderancia de los miembros evitaron
    una formación auténtica del Estado
    Federal.

    La independencia de los Estados del Norte de América
    conformó para Loewenstein un modelo de primera para
    edificar una visión de la idea Federal más
    práctica y dentro de los parámetros de legalidad que
    la normativa jurídica daba.

    Esta presencia histórica del acontecimiento de la
    independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la
    posterior instauración de una Constitución Federal,
    inducen en Loewenstein la convicción de que, a pesar de la
    reconocida necesidad de unidad nacional, las tradiciones
    regionales operaron contra la fusión de
    los Estados individuales en una organización estatal
    unitaria, siendo necesario que las diferencia culturales de las
    diversas entidades se mantengan por medio de un orden
    federal.

    Esta apreciación lleva a Loewenstein a formular
    unas características representativas del Estado Federal,
    en función
    de su distintivo de autoridad rectora de la comunidad:

    1°.El Estado Federal tiene un centro de poder que
    controla y ejecuta las decisiones de los Estados
    miembros;

    2°.El Estado central, o Federación, tiene una
    propia soberanía estrictamente separada de la
    soberanía de los Estado miembros estando ésta
    última limitada por aquella;

    3°.El Estado Federal ejerce, a través de sus
    órganos federales, un dominio directo
    sobre los ciudadanos del territorio federal;

    4°.Cultiva la
    personalidad estatal de las regiones; y

    5°.Los fundamentos federales están amparados
    en un documento constitucional formal.

    Francisco Pi y Margall (1824-1901) estuvo ligado a lo
    que históricamente se conoce como Iª República
    tuvo como uno de sus principales. Con Pi y Margall se proclama la
    República Federal y de allí una serie de cambios
    enfocados hacia el pensamiento federalista de Mijail
    Bakunin.

    Pi y Margall teoriza toda una concepción
    federalista que le hace implantar un modelo federal inspirado en
    la libertad y en la igualdad social. Según sus escritos,
    la federación es un sistema por el cual los diversos
    grupos humanos, sin perder su autonomía en lo que le es
    peculiar y propio, se asocian y subordinan al conjunto de los de
    su especie para todos los fines que les son comunes.

    El lado operativo de la Federación es, en
    apreciación de Pi y Margall, el establecimiento d una
    unidad sin destruir la variedad y sin menoscabar la independencia
    ni alterar el carácter de naciones, provincia o
    pueblos.

    Pi y Margall concibe las sociedades de dos
    círculos de acción, uno en que se mueven sin
    afectar la vida de sus semejantes; otro, en que no pueden moverse
    sin afectarla. En el uno son tan autónomas como el hombre
    en su pensamiento y conciencia; en el
    otro, tan heterónomas como el hombre en su vida de
    relación con los demás hombres. Entregadas a
    sí mismas se conciertan en el segundo con las sociedades
    cuya vida afectan, y crean un poder que a todas las
    representantes y ejecute sus comunes acuerdos. Entre entidades
    iguales no cabe en realidad otra cosa; así, la
    federación, el pacto, es el sistema que más se
    acomoda a la razón y a la naturaleza. Como puede
    apreciarse, Pi y Margall hace un enfoque político del
    Federalismo, pero advierte que esa visión política
    tiene su base en la sociedad. Esa base fundamental es para
    él la ciudad.

    La ciudad es un grupo familiar que acercó la
    necesidad de cambio. Es una
    nación en pequeño. Tiene su culto, sus leyes, su
    gobierno, su administración, sus tribunales, su
    hacienda, su ejército; tiene su organismo, su
    Estado.

    La ciudad, prosigue Pi y Margall, es la sociedad
    política por excelencia, y no se resigna jamás a
    ser esclava. Esta autonomía, insuperable por los Estados o
    naciones más extensas y complejas, se debe a lo reducido
    de la variabilidad, tanto decisoria como de convivencia, en los
    objetivos
    generales que sustenta como fines la ciudad para subsistir. Esto
    permite una omnipresencia sobre los problemas y
    del mismo modo una respuesta directa que satisfaga las partes
    envueltas. Es decir, reducido a dimensiones pequeñas el
    problema es más controlable.

    Esa concepción de localidad autónoma, se
    siembra en el pensamiento de Pi y Margall para edificar su idea
    Federal y así lograr modelos que aseguren la
    participación de más comunidades en el modelo
    federal de organización, así como la
    detección de posibles defectos que pudieran ser subsanados
    en nuevas experiencias.

    El ejemplo de la ciudad como célula
    inicial del principio federal se extiende, paulatinamente, hacia
    los niveles más elevados de los grupos sociales (de la
    ciudad a la Nación, de allí a la comunidad
    internacional).

    El esquema planteado por Pi y Margall, en general, de
    la
    organización federal es el siguiente: Partiendo de la
    Federación de los individuos en comunas (ciudades,
    municipios específicamente), se pasa a la
    organización de esas comunas en Provincias; de allí
    en naciones y de allí a una Confederación de
    Estados.

    Por de pronto sabemos que la federación descansa
    en la naturaleza del hombre y la sociedad, y toda nación
    unitaria por el solo hecho de violar la autonomía de los
    diversos grupos que en su seno existen, está condenada a
    vivir bajo perpetua servidumbre o en continua guerra.

    La presencia de Karl Loewenstein y Francisco Pi y
    Margall, obedece a dos razones fundamentales. El primero expone
    la concepción liberal de la idea Federalista desde una
    óptica
    moderna y diferente a los clásicos, (A. de Tocqueville en
    su "Democracia en
    América, por ejemplo); y el segundo es un ejemplo genuino
    del federalismo anarquista (específicamente el profesado
    por Mijail Bakunin), que trataremos posteriormente con mayor
    profundidad.

    En líneas generales, el federalismo en su
    marco
    teórico, constituye un modelo de organización
    que José Gil Fortoul ( en su obra "Filosofía
    Constitucional") denominó "de intereses comunes", dentro
    de la cual el Poder Federal tiene aquellas funciones generales
    que se refieren a los interese comunes de todos los Cantones o
    Estados, funciones que determina previamente una ley fundamental
    votada unánimemente por dichos Cantones o Estados, que
    conservan incólume su autonomía en cuanto
    atañe a sus intereses.

    En otro orden y recurriendo a otra obra de Pi y Margall,
    el federalismo es libertad. La federación realizaba a mis
    ojos, por una parte, la autonomía de los diversos grupos
    en que se ha ido descomponiendo y recomponiendo la humanidad al
    calor de las
    revoluciones y por el estímulo de los intereses; de otra,
    el principio de la unidad en la variedad, forma constitutiva de
    los seres, ley del mundo.

    En otro comentario personalizado, Pi Margall nos dice
    que el Principio Federativo de Proudhon, libro en que ,
    después de sentadas la libertad y la autoridad como los
    eternos y contradictorios elementos de la vida de los pueblos, se
    explican las vicisitudes y los sistemas a que
    han dado origen y se demuestra que la federación,
    última evolución de las ideas políticas,
    es la única que puede afianzar en las naciones las
    dignidad, la paz y el orden.

    A manera de complemento, y para extender aún
    más el parámetro teórico de los que
    constituye la visión liberal federal, haremos
    alusión a los comentarios de Karl Deutsch,
    en su obra "Política y Gobierno". Para Deutsch, el
    federalismo "es una invención política" que se
    adapta a los dos fundamentos básicos de la tarea del
    gobierno:

    1°.Concentrar la mayor parte de las fuerzas y
    recursos de su
    población; y

    2°.Responder a las necesidades de su
    población.

    A un gobierno centralizado se le llama una forma
    unitaria de gobierno. Pero cuanto más se desee que el
    gobierno responda rápida y adecuadamente a las necesidades
    de muchos grupos y localidades diferentes, más
    descentralizado y localizado deberá ser, es decir,
    más deberá asumir una forma confederada de
    gobierno.

    Para Deutsch, el federalismo se nos presenta en la
    actualidad a través de dos firmas: Gobierno Federal y
    Confederación. Ambas se diferencian muy
    específicamente. El Gobierno Federal, en su labor
    administrativa, puede recaudar impuestos, reunir
    ejército e imponer sus propias decisiones; la
    Confederación, por su parte, para tomar las decisiones
    anteriores, depende de los recursos que quieran aportar los
    Estados. Aquella se da en un universo interno,
    ésta en un universo externo o internacional.

    Pero esa diferenciación entre Estado Federal y
    Confederación contempla otros elementos:

    1°.__Un gobierno federales relativamente fuerte en
    cuanto a organización, personal,
    presupuesto y
    jurisdicción. En una confederación, en cambio, las
    instituciones
    comunes son débiles o casi inexistentes en algunos o todos
    estos aspectos.

    2°.__Los gobiernos federales actúan
    directamente sobre los individuos en todos los asuntos
    pertinentes al ámbito del gobierno nacional, en cambio una
    confederación trata originariamente con los individuos
    sólo en forma directa, a través de los gobiernos
    estadales y sus administraciones.

    3°.__El gobierno federal no admite separación
    de uno de sus Estados por decisión de su propios
    gobernantes o volantes, en cambio la confederación
    sí lo admite.

    4°.__Las leyes de una unión federal
    prevalecen generalmente sobre las de los Estados, y se espera que
    los gobiernos estatales las obedezcan y las hagan respetar. En
    cambio, en una confederación una ley o decisión de
    las autoridades confederadas sólo será
    válida en un Estado cuando el gobierno de éste la
    ratifique, o al menos no ejercite su derecho a veto en su
    aplicación dentro del estado.

    En fin, para Deutsch el federalismo consiste en colocar
    a todo individuo bajo dos gobiernos al mismo tiempo. En lo
    que al individuo se refiere, estos gobiernos coinciden en
    dominio, pero difieren en alcance".

    PRINCIPALES
    APORTES INTELECTUALES

    A raíz de la Revolución
    Francesa (1789), Francia se
    constituyó en referencia obligada para los pueblos en
    formación del siglo XIX. Con una Monarquía que aparece como supresora de un
    orden feudal que minaba las bases políticas, sociales y
    económicas, Francia sirve como medio de cultivo para el
    desarrollo de
    un pensamiento político en vías de
    transformación.

    Pero para poder apreciar el impacto intelectual de las
    ideas del siglo XVIII sobre el siglo XIX, es preciso acotar, en
    primer lugar, la evolución cultural de la época
    8que la historia califica de Moderna); en segundo término,
    las nuevas concepciones políticas que motorizaron, no
    sólo el pensamiento revolucionario francés, sino el
    del resto del mundo; y como tercer punto, la Revolución
    Francesa como propulsora de los grandes cambios en el siglo
    XIX.

    La evolución cultural estuvo impulsada por lo que
    se ha denominado "clasificismo francés". Este fue un
    movimiento
    literario que tuvo como escenario la Francia del siglo XVII,
    apoyado por los gobiernos absolutistas del rey Luis XIV y el
    cardenal Richelieu. El objetivo
    perseguido por este movimiento consistía en el cultivo de
    las letras con el propio espíritu renacentista imbuido de
    admiración e imitación de los clásicos
    grecolatinos. Sus cultores se distinguieron por un lenguaje
    pulcro, claro y elegante, así como por sus exposiciones
    imaginarias llenas de fuerza tan real que hacía al lector
    sentirlas identificadas con su quehacer diario. Como exponente de
    este tiempo tenemos a Moliere y Cornielle, entre
    otros.

    En España,
    durante este mismo tiempo, se conforma el denominado siglo de
    oro. Con las
    mismas características de pulcritud, claridad y elegancia,
    hombres como Miguel de Cervantes,
    Lope de Vega, Fray Luis de León, Baltasar Gracián,
    Francisco de Quevedo, marchan un hito que se consagraría
    como revelación ante una sociedad que se mantuvo sigilosa
    y que a partir del siglo XV emprendió un
    camino.

    El Renacimiento
    tranquiliza el ánimo ahincando enérgicamente el pie
    sobre la tierra,
    irguiéndose orgullosamente y captando el mundo como un
    motín. La filosofía, por su parte,
    desarrollaría tres tendencias: la empírica, con
    Bacón (1561-1626), la racional, con Descartes
    (1596-1650), y el espíritu crítico, con Voltaire
    (1694-1778). Estas tendencias englobarían el ansia
    intelectual de la época dirigida hacia una vertiente de
    descripción y demostración de los hechos sociales y
    políticos.

    Como principio metodológico creció el
    pensamiento filosófico y se adentró en el contenido
    político a través de Locke (1632-1704), Montesquieu
    (1689-1755) y Rousseau
    (1712-1778). Locke exponer en su pensamiento la existencia de un
    derecho
    natural que garantiza la libertad e igualdad, así como
    la propiedad. El
    derecho natural se lo atribuye Locke a una donación que
    Dios hace al hombre. Por otra parte, expone que el hombre se ha
    agrupado en sociedad, se ha dado sus gobiernos y ha dado a estos
    poder, no para que limiten o eliminen sus derechos, sino para que
    los resguarden.

    Montesquieu erige el edificio jurídico donde el
    Estado sustenta, promueve la división de poderes
    (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y pregona que la
    soberanía reside en el pueblo, no en el rey. En cuanto al
    aporte de Rousseau, éste viene a representar el
    eslabón entre una conciencia política por
    excelencia y una sociedad organizada a través de la
    asociación y la cooperación.

    El pensamiento político-social de Rousseau es
    certeramente expuesto por Jean Touchard. Al respeto
    reseñaremos las bases fundamentales del mismo: La
    teoría del buen salvaje; El origen de la sociedad; El
    contrato social;
    La soberanía popular; y Los derechos del
    hombre.

    La teoría del buen salvaje es presentada, con
    copiosa argumentación, en el "Emilio". Ella exponer que el
    hombre primitivo fue bueno. Su vivencia en el Estado Natural era
    feliz, con íntegra libertad, sin gobierno y sin
    jerarquización de clases. El hombre civilizado es bueno,
    pero sus desváhennos son el producto de lo
    difícil de la convivencia con el grupo social, por lo
    tanto, no hay que atacar al hombre sino a la sociedad par
    conseguir un nivel de paz ¿Cómo atacar la sociedad
    sin antes tocar al hombre? Se ha de diseñar un sistema de
    gobierno que rescate los valores innatos de socialidad e
    íntegra libertad.

    El origen de la sociedad lo relaciona Rousseau con
    la familia. En
    ella, como célula fundamental, se dan en pequeño
    las relaciones de mando y en base a ella los hombres asumen un
    comportamiento
    en la sociedad.

    El denominado "Contrato Social"
    de Rousseau consiste en una delegación de poder que el
    pueblo hace un soberano. De este modo se conforma, mediante el
    pacto entre el pueblo y el soberano, un gobierno
    institucionalizado que ha de velar por la seguridad y bienestar
    de la nación, mientras ésta se compromete a
    obedecer y acatar los lineamientos establecidos por el soberano.
    El pacto tendrá carácter de contrato por lo cual
    ambas partes están comprometidas a cumplirlo ante las
    leyes y ante Dios.

    La soberanía popular corresponde al derecho
    inalienable que el pueblo tiene a voluntad. Y ese derecho es el
    que lleva a pactar con el soberano: y ese mismo derecho el que
    hace que el gobernante consulte al pueblo sobre cualquier norma a
    ser implantada, consulta que da carácter legal a todos los
    actos del Estado frente a la sociedad.

    Rousseau basó sus argumentos sobre lo derechos
    del hombre en la garantía de la libertad e igualdad,
    así como en el cumplimiento de los ofrecimientos del
    gobierno, al pueblo en razón del pacto, o contrato,
    suscrito entre ambos.

    Esta suscita reseña realizada sobre el
    pensamiento del siglo XVIII, es una introducción al
    esplendor ideológico de la Revolución Francesa.
    Todas las ideas anteriores condicionario el desarrollo
    intelectual de los protagonistas de la Revolución Francesa
    y, definitivamente, condujeron al mundo a una nueva era en la
    civilización.

    La Revolución Francesa se desarrolla dentro de un
    clima de
    euforia y neurosis. La
    Francia del Antiguo Régimen (la época de Luis XVI),
    estaba llena de temor. Se acercaba el final de un siglo y el
    pueblo no tenía experiencia y se encontraba ante un
    misterio cuyo velo se iba desgarrando poco a poco. Terreno
    excelente para la producción de los
    pánicos.

    Ese pánico,
    creado sobremanera por el desarrollo de una inseguridad
    civil desbordante, preparó el ánimo del pueblo
    disponiéndolo para que comenzara a escuchar las
    alternativas expuestas por los revolucionarios.

    En 1789 el pueblo estuvo embargado de pánico,
    porque, brutalmente sacado de las tinieblas en que lo
    mantenía el poder absoluto, conducido a plena luz, fue
    deslumbrado, después enloquecido, y creyendo ver un
    peligro allí donde no tenía guía, asombrado
    de no sentir la mano de hierro de la
    autoridad, se dejó invadir por una multitud de
    sentimientos espontáneos, entre los que el miedo de lo
    desconocido fue uno de los más potentes.

    El antiguo régimen se caracterizaba por la
    existencia de una monarquía absoluta, de derecho divino,
    la cual se acentuaba en la división de clases, y en el
    control de la
    economía
    del Estado. El origen de este régimen se remonta al
    sistema feudal en cuanto a la división social y
    estructural del mismo. Para el tiempo de la Revolución
    Francesa, el régimen estaba en decadencia. Existía
    un despotismo en la dirección gubernamental y un desprecio
    hacia la burguesía y los estratos campesinos que
    evidentemente se hacía inaguantable. A ellos se
    unía la inseguridad y las reflexiones intelectuales
    de los pensadores de la Francia clásica, entre ellos el
    influjo teórico de Rousseau. Dentro de esta misma
    tendencia intelectual se centran las ideas racionalistas que
    llegando a conocimiento
    de la nobleza y del clero, propagadse dentro de la
    burguesía, cuyos integrantes los hacen llegar al
    pueblo.

    Pero el peso de estas influencias que experimentó
    el revolucionario francés, tal vez no hubiera consumado
    por sí solo el efecto histórico sin la figura de un
    Monarca, Luis XVI, y unos magistrados con ilimitado poder,
    así como sin los ejemplos del denominado despotismo
    ilustrado en otras regiones de Europa, nos habrá sido
    posible unir la conciencia y la euforia
    revolucionarias.

    Uno de los estrategas de la guerra del Golfo
    Pérsico (1992), decía que un ejército
    depedencía de dos cosas que van mucho más
    allá de su número: armas y
    ánimos. Precisamente, los revolucionarios de 1789
    tenían las armas: todo el bagaje inmobiliario de una
    ciudad, así como algunos rifles sustraídos al
    ejército real, pero faltaba matizar su ánimo, y
    ello lo logró la sed de justicia ante un gobierno
    despótico.

    Ahora bien, ese surgimiento espontáneo de lucha
    por la libertad, la igualdad y la fraternidad, logró
    sólo una fase de un objetivo más amplio: hizo
    claudicar la Monarquía. Pero ello no resolvió los
    problemas puesto que Francia no prosiguió en la vía
    de una transformación completa y definitiva. Dejó
    un antecedente, más no completó la tarea. No fue
    una acción definitiva ni concluyente.

    Pero el hecho federalista indudablemente existía
    dentro de las ideas que propugnaban la reorganización del
    poder francés. La propia Monarquía lo había
    descubierto e intentado someter, empero subsistía a la
    llegada de la revolución.

    El Federalismo se mostraba tácitamente en algunas
    características de la situación de entonces, tales
    como: ausencia de unidad territorial administrativa, la
    inexistencia en forma directa de una autoridad real sobre los
    agrupamientos de diversa clase
    (geográfica o profesionales), que servían de puente
    entre el individuo y el monarca.

    Una libertad es un privilegio que se posee y que otros
    no poseen. La libertad no nace de la igualdad frente a la ley, de
    la unidad del Derecho. Nace, especialmente, del particularismo,
    de la diferenciación con respecto a los otros, en una
    palabra, del privilegio. Este universo se le presenta a la
    filosofía de la ilustración y genera, por fuerza propia,
    una reacción que aparece en la inspiración federal
    en dos aspectos: uno, bajo el principio de organización
    estatal, y otro, bajo el principio de organización
    internacional.

    Como principio de organización estatal, el
    aporte, intelectual se centró en las figuras de
    Fenelón, Montesquieu y D’Argenson. Estos pensadores
    respaldaban la idea de los cuerpos intermedios (intermediarios
    entre las Monarquía y las zonas locales), con el fondo
    sentimental del regreso a un Estado donde los vínculos
    feudales pudieran hacer frente al poder del Estado
    Moderno.

    Fenelón (1651-1715), fue un prelado y escrito
    francés que defendió la doctrina de un quietismo
    moderado. Su aporte al pensamiento federal consistió en la
    propuesta de crear un organismo que se encargara de distribuir
    los impuestos. Estos organismos se establecerían en cada
    provincia y Estado, particular, haciendo participar a los mismos
    en el gobierno de todo el país.

    La Francia de Luis XVI, fue una Monarquía cuya
    una autonomía abarcaba la composición
    política y social; así como la composición
    geográfica y el carácter profesional de todo el
    sistema corporativo, los cuerpos judiciales y las comunidades de
    oficios.

    El Federalismo, durante esta época, jugó
    un papel tácito que consistía en la ausencia de
    unidad territorial y el distanciamiento del poder real en
    incidencia directa sobre agrupamientos de toda clase. La libertad
    fue entendida como el efecto inmediato de la igualdad ante la
    Ley, de la unidad del Derecho. Nace esencialmente del
    particularismo de la diferenciación con respeto a los
    otros, en una palabra, del privilegio. Esta situación hizo
    que un pensamiento político inspirara una
    cosmovisión federal que condujera a la unidad y libertad,
    tanto individual como de grupos. La propuesta fue recogida en dos
    aspectos: 1.- Como principio de organización estatal; y
    2.- Como principio de organización
    internacional.

    Montesquieu adopta la tesis de los
    cuerpos intermediarios, argumentando que estos canales medios son los
    poderes necesarios para controlar el poder. Los poderes
    intermediarios, subordinados y dependientes constituyen la
    naturaleza del gobierno monárquico, es decir, de aquel en
    que gobierna uno solo por leyes fundamentales. El poder
    intermedio subordinado más natural en una monarquía
    es el de la nobleza.

    Es tanto el valor que Montesquieu da a los poderes
    intermedios, que es capaz de sentenciar: "Sin monarca no hay
    pobreza, como
    sin nobleza no hay monarca". D’Argenson, por su parte,
    fundamenta su aporte en dos posibilidades que,
    complementándose, forman un gobierno federal en
    razón de las relaciones de unos pueblos con otros.
    Así que propone: primero, un gobierno central que sirva de
    árbitro, defensor en el orden externo; unificador en los
    casos en que la unidad sea necesaria; y segunda, un amplio
    autogobierno local.

    Pero el principio de organización estatal,
    involucra un intermedio que es "la Unidad". Sobre ella
    intelectuales de todas las épocas han meditado (desde
    Grecia con Sócrates,
    Italia con
    Mazzini, Francia con el duque de Saint-Simón, entre
    otros). La unidad asegura a la organización estatal un
    cimiento de expansión donde la seguridad comercial y
    política prevalece. Empero, en las figuras de Montesquieu
    y Rousseau, se concentra el más sucinto pensamiento al
    respecto: uno aboga por las dimensiones y otro, por la
    legitimidad. Montesquieu argumenta que la República exige
    un Estado de dimensiones pequeñas, pues de ser demasiado
    grande no podría ya existir como República, se
    convertiría en escenario de una constante pugna entre
    facciones o terminaría por someterse a un
    dictador.

    Rousseau expone que no hay gobierno legítimo si
    no está asentado sobre la soberanía del pueblo,
    siendo ejercicio, en atribuciones, por el mismo. Pero advierte
    que un gobierno así no puede ser instaurado en Estados
    grandes. Como principio de organización internacional, el
    federalismo tuvo sus exponentes en el duque de Sully (1569-1641),
    en el inglés
    William Penn (16444-1718), en el abate Saint-Pierre (1737-1814) y
    en el propio Rousseau.

    En general, las ideas se concentraron en afirmar que
    para dar cuerpo a la comunidad internacional, era necesario darle
    un derecho, una estructura
    normativa que dirigiese las decisiones en razón de un
    consenso y un respeto a la dignidad y libertad humana.

    Sully propuso crear una Europa Cristiana, a
    través de una división territorial. Esta
    división formará cinco monarquías
    hereditarias: Francia, España, Inglaterra,
    Suecia, Lombarda; seis monarquías electivas: el Palacio,
    el Imperio, Hungría, Bohemia, Polonia, Dinamarca y cuatro
    repúblicas, dos aristocráticas: Venecia y la
    República Italiana, y dos democráticas: Suiza y los
    Países Bajos. En una segunda etapa, luego de creada tal
    estructura territorial, se confederaría, a propuesta de
    Sully, las ya constituidas entidades en un Consejo cristiano de
    sesenta miembros. Este Consejo asumiría el papel de
    árbitro y legislador a la vez, de los asuntos que
    atañen a la zona, estando respaldado por un pacto de
    compromiso de los países miembros que compromete a los
    mismos a prestar ayuda en la ejecución de sus
    decisiones.

    Penn, acudiendo al pensamiento de Locke, propone a los
    príncipes de Europa unir a los Estados en un contrato
    Federal y crear un organismo que unifique la diversidad regional.
    El abate de Saint-Pierre establece los fines máximos de la
    Federación son disminuir las cargas militares, procurar la
    seguridad mediante el desarme e impulsar la prosperidad
    económica mediante la ampliación del mercado.

    Rousseau, por su parte, plantea como la base del
    federalismo, la comunidad de costumbres, e leyes, de intereses.
    Esta puede acoplarse a un proyecto de unidad internacional,
    siempre y cuando, reúna las condiciones necesarias para su
    eficacia: un
    carácter general común a todos los Estados, un
    órgano de decisión y una fuerza
    coercitiva.

    Kant (1724-1804), también se interesó por
    el tema y expuso en un pequeño ensayo sus perspectivas al
    respecto. En "De la paz perpetua" (1796), propone abolir el
    ejército permanente, lograr que los Estados y las
    poblaciones no choquen ya que el comercio. La
    fórmula de Kant se resume
    en: una Constitución republicana en cada
    país.

    De Kant hay que apuntar una idea más original, el
    federalismo es la forma de crear un medio jurídico y, en
    consecuencia, de desarrollar un derecho. Valdría la
    ocasión para agregar que el abate de Saint-Pierre
    establece una diferenciación entre Alianza y Federalismo,
    puesto que la primera estaba propiciando confusiones con respecto
    a la segunda. Es así como expone: la alianza es para la
    guerra, la federación para la paz, la alianza es temporal
    u ocasional, la federación es permanente; la alianza es
    una coincidencia de buenos deseos políticos, la
    federación es la creación de un derecho, de un
    tribunal y de una fuerza coercitiva.

    Saint Simon (1760-1825), francés, se rebela
    contra toda esta corriente intelectual y pretende demostrar la
    insuficiencia de los planes hasta ahora propuestos para organizar
    Europa y en particular, el del abate de Saint-Pierre. Rinde, por
    otra parte, homenaje a estos predecesores y reconoce que ha
    sacado mucho de ellos. Pero les achaca un defecto común,
    por no haber replanteado los postulados del absolutismo y
    la arbitrariedad dinástica según existía en
    Europa antes que las revoluciones de Inglaterra y de Francia
    inauguraran el reino de la razón y el gobierno bajo los
    dictados del interés general. La nueva Europa
    deberá descansar sobre estos principios.
    Adoptará, por tanto, el sistema parlamentario
    inglés que, a juicio de Saint-Simón, es el
    único régimen político conforme a las
    exigencias de la razón.

    El modelo de Saint-Simón puede resumirse en una
    frase: "Gran Parlamento Europeo"; pero el mismo tan sólo
    alcanza a ser un precedente más dentro del marco del
    pensamiento político. Ciertamente sus ideas de unidad se
    asemejaban a las federales, pero él aspiraba más
    que una simple confederación de Estados, pensaba en una
    unidad política en torno a un rey
    hereditario sin límites de poder. Para la Europa de
    entonces estos significaban una burla ante todo lo que
    había parecido para librarse del centralismo
    despótico de las monarquías
    hereditarias.

    En líneas generales, el pensamiento a que nos
    hechos referido, corresponde a los ideólogos que han
    estructurado la idea federal a lo largo de su
    participación intelectual. Faltaría reseñar
    el pensamiento cristiano y el de izquierda que también
    prevalecieron como alternativas en esa época, los hemos
    dejado para un subpunto especial que presentamos a
    continuación.

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