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Inmigración a la Argentina: Suizos



    1. Historia
    2. Arquitectos
    3. Científicos
    4. Escritores
    5. Ingenieros
    6. Litógrafos
    7. Pioneros
    8. Museos
    9. En cuentos
    10. En poemas
    11. Notas

    Introducción

    En esta monografía me ocupo de la inmigración suiza que llegó a
    nuestro país. De esa procedencia fueron personalidades que
    se destacaron en diversos ámbitos, incluyo información sobre algunas de ellas. Me
    refiero, asimismo, a algunos de los museos de la colectividad.
    Transcribo pasajes sobre inmigrantes suizos evocados por Eduardo
    L. Holmberg y Víctor Juan Guillot en sus cuentos, y por
    José Pedroni en sus poemas.

    Historia

    " ‘Hombres de diversas estirpes, que profesan
    diversas religiones y que hablan
    diversos idiomas’, olvidando sus diferencias y acentuando
    sus afinidades, tomaron –como lo pondera Jorge Luis
    Borges– ‘la extraña resolución de ser
    razonables’ y, después de aquel mítico acto
    de rebeldía de Guillermo Tell, de constituir
    –uniendo uno por uno los cantones- lo que es hoy la
    Confederación Helvética. Pueblo pacífico y
    laborioso, independiente y universal, apasionado por el trabajo y
    el secreto de la precisión".

    "No todos los cantones tuvieron siempre la prosperidad
    actual. En ese contexto el de Valais fue, durante el siglo XIX,
    el más propicio a hacerse eco de las buenas noticias
    procedentes de la Argentina, las cuales coincidían en
    favorecer la emigración".

    "Ya había suizos en nuestro campo, como Luis de
    Chapeaurouge, afincado en Carmen de Areco desde 1830. Pero cuando
    Aarón Castellanos firmó con el gobernador de Santa
    Fe, Domingo Crespo, el convenio que daría lugar a la
    fundación de Esperanza –la primera colonia de
    inmigrantes-, el primer grupo de
    colonos suizos llegó y se radicó en el país.
    Era el año 1856. El éxito
    abrió la posibilidad de nuevas colonias".

    "Carlos Beck Bernard, socio principal de una firma de
    Basilea, tomó contacto con el embajador argentino en
    París, Juan Baustista Alberdi, quien alentó la
    fundación en aquella ciudad helvética, de la
    Sociedad Suiza
    de Colonización Santa Fe’. Esta inicia la propaganda a
    favor de la emigración y organiza, desde allá, la
    Colonia San Carlos, fundada en 1858, cuyas tres primeras familias
    –Gschwind, Premats, Reutemann- llegan ese año. En
    1872, San Carlos ya sumaba 2000 habitantes. Beck Bernard fue el
    primer agente oficial de inmigración argentino, y
    más tarde cónsul de nuestra nación.
    El fundó, organizó y consolidó la
    inmigración suiza en Santa Fe".

    "Pero fue Urquiza quien abrió las puertas de
    Entre Ríos para la radicación de inmigrantes
    suizos, en especial de Valais. En sus campos y con su ayuda sin
    par, creció la Colonia San José, organizada por
    Alejo Peyret, y delineada por el Ingeniero Carlos Sourigues. A
    partir de 1857, los inmigrantes fueron llegando a la nueva
    tierra,
    portadores de constancia y un espíritu
    emprendedor".

    "Hubo colonos suizos en San Jerónimo Norte (Santa
    Fe), en Colonia Villa Urquiza (Entre Ríos), en Baradero
    (Provincia de Buenos Aires), en
    Colonia Suiza (cerca de Bariloche, en donde hicieron
    célebres sus dulces y chocolates) y en muchos puntos del
    país. Todos ellos vinieron a esta tierra hospitalaria,
    como los de la Colonia San José, y llegaron a tener, en
    nuestra Argentina, hasta treinta vacas lecheras por familia".

    "En San José sembraron trigo, maíz,
    cebada, lino y algodón; plantaron frutales, papas,
    hortalizas, legumbres, vides y olivos; produjeron miel, leche en
    abundancia y manteca".

    "Tuvieron fe en el país y gratitud por los dones
    de la nueva tierra. Se hicieron argentinos con
    devoción".

    "¡Plantaron olivos!. Cultivaron el suelo, sirvieron
    a la Patria y ampliaron nuestro patrimonio
    espiritual" (1).

    Entre ellos, hubo personalidades destacadas en diversos
    ámbitos.

    Arquitectos

    El arquitecto Jacques Dunant nació en
    1858; falleció en su país natal en 1939. "Llegado
    al país en 1889, fue representante del academicismo
    francés dentro de la arquitectura
    argentina de fines del siglo XIX, con predominio del estilo
    borbónico" (2).

    El fue uno de los arquitectos que construyeron el
    Teatro Municipal
    de Bahía Blanca: "La noche del 9 de Julio de 1913 se
    abrieron las puertas aunque faltaban algunos detalles finales, en
    esta primera función se
    efectuó la entrega de premios a los ganadores de un
    campeonato de tiro al blanco. Un mes después, el
    sábado 9 de Agosto, la ciudad asistió con verdadero
    júbilo a la inauguración oficial del Teatro; se
    había contratado para esa noche a la
    compañía lírica italiana dirigida por el
    maestro Antonio Marranti, quien ofreció en cartelera la
    opera Aida de Guisseppe Verdi. El proyecto del
    edificio estuvo a cargo de los arquitectos Jacques Dunant y
    Gastón Maller. Para su ejecución se llamó a
    licitación pública, resultando electa la propuesta
    de los constructores Bernasconi y Luisoni. El edificio del
    Teatro, se encuentra favorecido por su emplazamiento: ubicado
    como remate de la Avenida Alem, da fondo a una perspectiva que
    culmina con su elegante fachada, cuenta además por su
    perímetro libre, bordeado por las Plazas Payró y
    Dorrego. La fachada presenta un cuerpo central de ritmo impar con
    columnas de orden gigante y aventanamientos. Este cuerpo
    está flanqueado por dos volúmenes pequeños
    que le confieren unidad a la composición. De la misma
    manera, por encima del friso continuo con la inscripción
    de Teatro Municipal, una balaustrada hace de remate.
    Interiormente, luego del hall y las escaleras de acceso, se pasa
    a la amplia sala, la cual se expresa exteriormente por la
    concavidad de sus paredes y la cubierta de chapa. Tiene capacidad
    para 850 localidades, distribuidas entre plateas, palco y
    paraíso, además del palco oficial. Cuenta
    además con salas de ensayo y
    talleres. Se destaca la sala ubicada en el primer piso, hacia el
    frente, denominada Sala Payró" (3).

    Científicos

    "Santiago Roth, (cuyo verdadero nombre era Kaspar
    Jacob Roth) hijo de Johan Jakob Roth y Ursula Tobler,
    nació el 14 de junio de 1850, en Herisau, capital del
    cantón de Appenzell Ausser Rhoden, Suiza".

    "En 1860 se instaló en la ciudad de St. Gall, al
    norte de Herisau y mientas asistía a la escuela se
    relacionó con el Dr. Bernhard Wartmann, director del museo
    local, quien lo estimuló para que se dedicara a
    coleccionar objetos naturales. En 1866 se trasladó con su
    familia a la Argentina y se estableció en Baradero, sobre
    la costa del río Paraná".

    "Para 1870 ya había comenzado con sus
    exploraciones. Las colecciones, de fósiles y plantas, que
    reunía por entonces, las enviaba a museos de
    Suiza".

    "Más tarde, en 1871, se radicó en
    Pergamino, donde vivió por varios años, alternando
    sus actividades de naturalista con su oficio de talabartero. En
    1873 se casó con Elizabeth Shütz, una joven maestra
    suiza".

    "Según cuenta Luís María Torres,
    siguiendo los consejos de Burmeister, quien era director del
    Museo Público de Buenos Aires, Roth decidió
    extender sus exploraciones por la cuenca platense".

    "Una de las colecciones que logró formar la
    vendió en 1878 al Dr. Lausen, acaudalado danés
    establecido en Buenos Aires, el cual a su vez la cedió al
    Museo de la Universidad de
    Copenhague. Posteriormente realizó otras colecciones para
    instituciones
    de Basilea y Ginebra".

    "Recorrió el litoral argentino y la región
    pampeana, obteniendo importantes hallazgos y se vinculó
    con reconocidos investigadores europeos, así por ejemplo
    estableció comunicación con el profesor de
    paleontología Karl Vogt, de Ginebra".

    "Más tarde viajó a Europa y cuando
    regresó se instaló en San Nicolás.
    Recorrió la costa del Paraná y después se
    dirigió al sur de la Provincia de Buenos Aires.
    Alternó sus excursiones con breves estadías en
    ciudades europeas a fin de captar la atención de alguna prestigiosa
    institución".

    "En 1881, Roth descubrió en Pontimelos o
    Fortezuelas, cerca del río Arrecifes, un esqueleto humano
    debajo del caparazón de un gliptodonte, lo cual
    constituyó para ese entonces una de las evidencias
    más antiguas de la coexistencia de grupos humanos
    con fauna extinta del
    Pleistoceno. En 1887, la Sociedad Helvética de Ciencias
    Naturales le otorgó un subsidio para que pudiera
    continuar coleccionando en la Argentina".

    "Con el pasar del tiempo sus
    expediciones tuvieron mayor alcance. Los descubrimientos que
    realizó, particularmente en Patagonia,
    lograron captar la atención del Perito Moreno, quien en
    1895 le ofreció la jefatura de la Sección de
    Paleontología del Museo de La Plata. Roth se
    convirtió en el primer profesor de paleontología de
    la institución platense y se empeño en el mantenimiento
    y exhibición de los vertebrados fósiles del
    museo".

    "Entre 1890 y 1892 recorrió las provincias de
    Entre Ríos y Corrientes, y posteriormente la Patagonia en
    compañía del Dr. Florentino Machon, quien
    había sido comisionado para efectuar investigaciones
    en la citada región".

    "Entre enero y junio de 1896, Roth participó como
    geólogo en una comisión exploradora integrada por
    los ingenieros topógrafos Eimar
    Soot y Adolfo Schiorbeck, y el ayudante Juan M. Bernichan. La
    comisión se dirigió por los ríos Negro y
    Limay hasta Collon-Curá. Luego Roth y Soot recorrieron el
    río Caleufú y reconocieron sus
    afluentes".

    "En 1896 fue designado por Moreno como Perito Argentino
    en la cuestión limítrofe con Chile. En 1900, la
    Universidad de Zürich le concedió el título de
    Doctor en Filosofía y por esa misma época fue
    designado miembro de la Comisión Internacional de Geología".
    "En 1901, Roth propuso el término Notoungulata (los
    ungulados del sur) para un grupo de mamíferos extintos al cual
    perteneció el toxodonte. También fue Roth quien
    realizó la descripción de los restos de Mylodon
    procedentes de la Caverna Eberhardt, situada al sur de
    Chile".

    "En 1909 apareció publicado su trabajo sobre
    la construcción de un canal entre Bahía
    Blanca y las provincias andinas, y años más tarde,
    en 1916, hizo publicar un estudio del geólogo L. Witte
    sobre la región de San Blas, región a la que Roth
    le encontraba un importante porvenir
    económico".

    "Realizó estudios hidrológicos en las
    provincias de Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Buenos
    Aires. También fue director de un mapa topográfico
    y geológico de esa última provincia. En 1923 junto
    con el topógrafo F. Domínguez confeccionó
    una serie de mapas y modelos
    topográficos de la región
    patagónica".

    "Entre los trabajos de su autoría más
    importantes se destacan: Origen y edad de la Formación
    Pampeana de la República Argentina
    , obra que fue
    publicada en la Zeitschrift der Deutschen Geologischen
    Gesellschaft
    , Berlín, en 1888, y sus Investigaciones
    geológicas en la llanura pampeana publicadas en
    1921".

    "Falleció en Buenos Aires el 4 de agosto de 1924
    a los 74 años" (4).

    El botánico Teodoro Stuckert nació
    en Basilea en 1852; falleció en Córdoba en 1932.
    "Fue farmacéutico en Rosario y Tucumán. En 1904 se
    desempeñó como profesor de Ciencias
    Naturales y de Química en la Escuela
    Nacional de Agricultura de
    Córdoba. Fue el responsable del hallazgo de la
    Orquídea Argentina, único representante
    sudamericano de esa especie sudafricana, y formó un
    herbario. Se vinculó con botánicos del país
    y del extranjero" (5).

    El cartógrafo y geógrafo Enrique
    Augusto Samuel Delachaux
    nació en 1864;
    falleció en Sierras de Lihuel Calel en 1910. "Llegó
    al país para incorporarse al Museo de Ciencias Naturales
    de La Plata. Colaboró con el Perito Francisco P. Moreno en
    sus trabajos sobre límites
    con Chile. Desde 1904 se hizo cargo de la cátedra de
    Geografía
    Física en
    la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
    Buenos Aires. Dos años más tarde fue designado
    director del Instituto de Geografía de la Universidad de
    La Plata. Lo sorprendió la muerte en
    un viaje de estudios a las sierras de Lihuel Calel"
    (6).

    Delachaux tuvo significativa incidencia en la
    creación de la institución de la que surgió
    la Facultad de Bellas Artes
    de la Universidad Nacional de La Plata:

    "Con un pasado brillante, prestigiado por la calidad de sus
    estudios, maestros y creadores que alcanzó su
    máximo esplendor en las décadas del cincuenta y
    sesenta, la actual Facultad tuvo su origen en la Escuela de
    Dibujo que
    funcionó en el Museo de Ciencias Naturales. El Dr.
    Joaquín V. González fue quien proyectó, en
    febrero de 1905, la incorporación de las artes al complejo
    del Museo, bajo la denominación de Instituto de Artes y
    Oficios Gráficos. Le encomendó al artista
    Enrique Delachaux la misión de
    organizar los cursos de dibujo que serían comunes a varias
    facultades. A instancias de Delachaux, el arquitecto Emilio
    Coutaret bosquejó los planos para lo que sería la
    Escuela de Dibujo destinada a los cursos que se dictaban para las
    carreras de geógrafo, antropólogo, zoólogo,
    botánico, entre otras, del Museo de Ciencias
    Naturales".

    "Reconocidos profesores han pasado por esta Facultad:
    Carlos López Buchardo, Leopoldo Lugones, Arturo Capdevila,
    Antonio Alice, Fernando Fader, Lino Spilimbergo, Alberto
    Ginastera, Gilardo Gilardi, Francisco De Santo, Saulo Benavente,
    Tomás Eloy Martínez, René Mujica, Catrano
    Catrani, Manuel López Blanco, Serivaldo Sciamarella,
    Ernesto Epstein, Jacobo Graetzer, Néstor García
    Canclini, Simón Feldman, Violeta de Gainza, Irma
    Constanzo, Mariano Drago, Rolando Fustiniana (Roland), Gerardo
    Gandini, entre otros, sin mencionar la actual planta docente
    conformada por prestigiosos profesionales. Entre sus egresados se
    puede recordar a Alberto Favero, Carlos López Puccio,
    Marcelo Piñeyro, Clara Zapettini, Oscar Barney
    Fynn, Aníbal De Sanzo, Jorge Ruiz, Juan C. Zorzi y Mario
    Videla, entre otros".

    "La Escuela pasa, por su trascendencia, a la
    categoría de Facultad en el año 1973 bajo la
    dirección de Jorge Abad como Facultad de
    Arte y
    Medios
    Audiovisuales y en 1975 cambia definitivamente su
    denominación, pasando a llamarse Facultad de Bellas Artes.
    Desde el advenimiento de la democracia en
    el año 1983, la Facultad modifica sus planes de estudio,
    crea la orientación Dibujo en la carrera de Artes
    Plásticas y reabre, en 1993, la carrera de
    Cinematografía (cerrada en el año 1976 durante el
    Proceso
    Militar) con el nombre de Comunicación Audiovisual. Crece
    la matrícula de alumnos y se desarrollan las áreas
    de investigación, postgrado y
    extensión" (7).

    El geólogo Roberto Beder nació en
    1888; falleció en Córdoba en 1930. "Integró,
    desde 1904, la primera sección estatal de geología,
    dirigida por G. Bodenbender. La bederita, un mineral originario
    de Salta, fue nombrado en su honor" (8).

    "Un ‘argentino’ universal" se titula el
    artículo en el que Edgardo Krebs evoca al etnógrafo
    suizo Metráux. Lo transcribimos parcialmente:

    "Alfred Metráux (1902-1963) fue un amigo
    de Borges y Victoria
    Ocampo; un colaborador de Sur, un etnógrafo suizo nacido
    en Lausana y criado en Mendoza; un explorador del Chaco y del
    Altiplano boliviano, del vudú en Haití, del pasado
    incaico en los libros y en
    las sierras andinas, y de mitos
    indígenas en el Amazonas. Fue también, a los 26
    años, el fundador y primer director del Instituto de
    Etnología de la Universidad de Tucumán, desde donde
    intentó vanamente modificar nuestros mitos, incorporando a
    los wichis y a los toba-pilagá a la imaginación
    argentina. De los tres escritores, es el que más se parece
    al geógrafo de Vermeer. Un géografo que deja su
    gabinete, se pierde y se amestiza en otras tierras (las nuestras)
    y dedica su vida itinerante a registrar lo que ve. Su método es
    la observación directa. Esto lo separa de
    Borges y de Victoria Ocampo. ‘Yo conozco el país
    mejor que ustedes’, le escribe a María Rosa Oliver,
    otra colaboradora de Sur (que merece ser recordada en
    artículo aparte). ‘¿Quién entre
    ustedes en Buenos Aires conoce Catamarca, los Valles
    Calchaquíes, la Quebrada del Toro, los desiertos de la
    Puna, el Aconquija? Mi gusto por la verdad me hace difícil
    creer en los sentimientos de ustedes, que me parecen
    artificiales. ¿Cómo amar la pampa si no la ven
    más que desde el tren, camino a Mar del Plata?
    ¿Quién entre ustedes, mis amigos, ha dormido debajo
    de un algarrobo o de un quebracho’’. Peleas entre
    cartógrafos sobre cómo hacer el mapa. En una
    oportunidad, Borges y Métraux, dos caminadores
    incansables, recorrieron de noche las calles de Buenos Aires en
    busca del Puente Alsina. Ese era para Borges el límite de
    la ciudad, y un punto de peregrinaje; del otro lado del puente
    comenzaba la incesante llanura pampeana, escenario de los mitos
    argentinos. Metráux no pareció compartir la
    emoción. Comparado con los desolados pastizales y esteros
    chaqueños, encolumnados por palmeras, el de la pampa
    suburbana era un paisaje tímido".

    "Como Juan Dahlmann, el personaje de El Sur,
    Metráux decidió apresurar su destino y terminar con
    su vida. No en la llanura y en la punta de un cuchillo, sino al
    borde de un lago, en un bosque de las afueras de París que
    le recordaba a la selva sudamericana. Antes de morir,
    escribió unas palabras de despedida a varios amigos. El
    texto,
    encontrado junto a su cuerpo, es el texto de un etnógrafo
    que registra su propia muerte, gesto
    pertinaz en la última vuelta del camino. Está en
    francés, el idioma de su inteligencia,
    excepto por una línea. '‘Adiós Alfredo
    Métraux'’ dice, al despedirse de sí mismo.
    Esas palabras están en el íntimo castellano de la
    infancia
    mendocina. Ser argentino es un acto de fe""(9).

    Escritores

    En 1824, "nace en Suiza, Lina Beck Bernard, la
    poeta que desde su llegada a Santa Fe hasta 1861, cuando
    regresó a su país natal, describió como
    nadie en sus poemas la Santa Fe de esos años. Se la
    denomina la primera escritora santafesina" (10).

    Uno de sus textos ha sido incluido por María
    Sonia Cristoff en el volumen Acento
    Extranjero
    (11).

    Acerca de esta compilación expresó
    Raúl Brasca: "Calificar este libro como una
    compilación de relatos de viaje es tan correcto como
    impreciso. La narración de peripecias no es más
    importante en él que la personal
    visión de los narradores, casi siempre explícita y
    justificada. Semejante ejercicio de la razón emparenta
    estos relatos con el ensayo, ese
    género
    literario que oscila entre la opinión y la
    aseveración apodíctica, entre la libertad de la
    creación artística y el pensamiento
    sistemático. Paralelamente, las páginas que
    María Sonia Cristoff dedica a introducirlos exceden la
    contextualización histórica y presentan
    ensayísticamente toda una concepción de esta
    parcela de la narrativa. Nuestro país no ha sido
    pródigo en escritores viajeros. En cambio, fue
    meta frecuente de ilustres trotamundos que escribieron sus
    impresiones. Acento extranjero reúne dieciocho
    relatos, cada uno de los cuales sostiene una mirada singular
    sobre el país y sus habitantes. La compiladora los ha
    agrupado según dos criterios: el motivo del viaje y el
    punto de vista del narrador. La evangelización, la
    codicia, el interés
    periodístico o científico, figuran entre los
    motivos; el enfoque del narrador que es al mismo tiempo
    protagonista del viaje y el del narrador testigo, a quien este
    motivo le es ajeno, son los dos puntos de vista
    dominantes".

    Sobre el texto de la suiza, comenta el crítico:
    "Lina Beck Bernard, esposa del director de una oficina de
    reclutamiento
    de inmigrantes, relata con buen manejo de la intriga la
    búsqueda del tesoro escondido en el convento de La Merced
    por los jesuitas
    expulsados del virreinato"(12).

    Jorgelina Núñez manifiesta acerca del
    mismo texto: "Lina Beck Bernard aprovecha la circunstancia de
    vivir frente al Convento de La Merced, en Santa Fe, para ilustrar
    el carácter indolente de los argentinos
    narrando la historia de los tesoros que
    los jesuitas ocultaron allí al enterarse de su
    expulsión y que un siglo más tarde el
    párroco correspondiente no se molestó en recuperar
    (13).

    Alfonsina Storni nació en el Cantón
    Ticino en 1892 y puso fin a sus días en Mar del Plata en
    1938. Fue "poetisa y dramaturga. Su nombre completo era Alfonsina
    Carolina Storni. Desde muy niña vivió en la
    Argentina, pasando su infancia en San Juan y su adolescencia
    en Rosario, donde se vinculó con actores y autores de
    teatro. En 1910 se recibió de maestra rural en la Escuela
    Normal Mixta de Coronda y comenzó a publicar sus primeros
    poemas. Ya en 1912, afincada en Buenos Aires, comenzó a
    publicar notas y colaboraciones en Caras y Caretas, tarea
    que más tarde continuó en Nosotros y La
    Nación
    , entre otros medios gráficos. Encuadrada
    en la generación posmodernista, a partir de su obra, muy
    difundida y de gran éxito en el país, América
    y Europa, surgió una tradición de ‘poesía
    femenina’. Su influencia se extendió al
    ámbito teatral, por lo que se creó una
    cátedra para ella en el Teatro Infantil Lavardén.
    El 9 de noviembre de 1920, obtuvo Carta de Ciudadanía expresando que lo hacía
    ‘por voluntad y gratitud a esta nación’. En 1923 fue nombrada
    profesora de declamación de la Escuela Normal de Lenguas
    Vivas y ejerció similar cátedra en el Conservatorio
    Nacional de Música y
    Declamación. Su poesía evoluciona desde el romanticismo
    inicial a un vanguardismo
    de tono personal, en el que está presente la denuncia de
    la condición social y afectiva de la mujer de su
    tiempo. Su obra poética abarca La inquietud del
    rosal
    (1916), El dulce daño (1918),
    Irremediablemente (1919), Languidez (1920, Primer
    Premio Municipal y Segundo Premio Nacional de Literatura), Ocre
    (1925), Poemas de amor (1926), Mundo de siete pozos
    (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Además,
    escribió las obras teatrales El amo del mundo
    (1927), Dos farsas pirotécnicas (1932). Obras como
    Desovillando la raíz porteña (1936),
    Teatro infantil y Cinco cartas y una
    golondrina
    , fueron publicadas póstumamente"
    (14).

    Ingenieros

    El ingeniero civil Walter Moll nació en
    1881; falleció en Buenos Aires en 1957. "Naturalizado
    argentino, se matriculó en la
    Organización Profesional de Ingenieros Civiles de
    Buenos Aires. Partidario del racionalismo,
    proyectó el edificio de oficinas y viviendas de la
    Sociedad
    Anónima Financiera y Comercial (SAFICO), inaugurado en
    1933. La obra constituye un volumen rectangular de 10 pisos, con
    ventanas corridas, que culmina con una torre que termina en
    pirámide escalonada. Moll también
    diseñó la casa de renta de Santa Fe 914 (Buenos
    Aires)" (15).

    Litógrafos

    César Hipólito Bacle nació
    en Suiza en 1794 y falleció en Buenos Aires en 1838. "Los
    primeros datos suyos en
    Buenos Aires son de 1828, donde retomó la empresa
    litográfica que había abandonado Douville. En sus
    prensas realizó toda clase de
    trabajos: planos, mapas y el Boletín de Comercio,
    entre otros. En 1829 comenzó a editar una serie de
    retratos de hombres célebres, como Rivadavia, C. De Alvear
    (hechos por su mujer, Andrea
    Bacle), Dorrego (por Arthur Onslow) y Guillermo Brown (por Carlos
    E. Pellegrini). Se interesó por lo popular, la vida
    cotidiana, las costumbres y las modas de la región. Sus
    obras aparecieron en un medio en el cual no había
    prácticamente imágenes
    profanas, por lo que adquirieron un alto valor
    documental. Entre 1830-1835 produjo la monumental
    Colección general de marcas de ganado
    de la Provincia de Buenos Aires
    , obra donde registró
    casi 10.000 marcas. A la par, continuó con sus retratos y
    escenas costumbristas. En 1832 se negó a adoptar la
    nacionalidad
    argentina, tal como entonces se exigía a los editores, por
    lo que debió exilarse en Santa Catarina, Brasil. Instalado
    luego en Chile, fue nombrado litógrafo e impresor del
    Estado. En
    1835 editó el
    periódico Museo Americano y, en 1836, El
    Recopilador
    . Incursionó también en la crítica
    literaria y la divulgación científica. En 1837
    fue encarcelado, acusado de colaborar con los unitarios y vender
    mapas secretos. Liberado, murió al poco tiempo. Su
    prisión y muerte fueron esgrimidas por Francia como
    una de las causas de la intervención armada en el
    Río de la Plata durante el gobierno de Juan
    Manuel de Rosas"
    (16).

    En "El aporte francés en el desarrollo de
    la pintura
    argentina" se recuerda a Bacle: "Con su famoso álbum
    ‘Trajes y costumbres de la Provincia de Buenos Aires’
    impreso entre 1833 y 1835, el franco-suizo Cesar Hipólito
    Bacle alcanzaría una gran celebridad. Fue por varios
    años el impresor y litógrafo del estado de Buenos
    Aires y en su imprenta
    colaboraban calificados artistas como Hipólito Moulin,
    Julio Daufresne, Juan Francisco Guerrin y Alfonso Fermepin"
    (17).

    En una biografía del suizo
    se destaca, asimismo, su actividad pedagógica:
    "editó los cuadernos de los Principios de
    Dibujo, primeros materiales
    didácticos conocidos en el país. (…)Entre sus
    primeros trabajos también se cuentan las láminas de
    geometría que publicó en 1830, el
    profesor Avelino Díaz. (…) abrió con su esposa,
    en 1831, el Colegio de Señoritas que antes había
    dirigido Madame Curel, bajo el nombre de "Ateneo Argentino" al
    que concurrieron las hijas de las mejores familias de Buenos
    Aires. Cuando Rosas dictó el decreto de 1832, por el que
    se obligaba a los editores o administradores de periódicos
    de origen extranjero a renunciar a su nacionalidad o
    a hacerse argentinos, Bacle no se resignó a perder la de
    origen, y pidió al gobierno que lo relevara de esa
    obligación, pero la respuesta fue negativa. Entonces
    dejó de publicar su Boletín de Comercio, y
    transfirió la imprenta litográfica a un administrador
    nativo. Mortificado por esta situación, optó por
    emigrar hacia la isla de Santa Catalina, y su esposa por
    acompañarlo decidió cerrar su colegio"
    (18).

    Adolfo Mettfesel, pintor, dibujante y
    litógrafo, nació en Suiza en 1836. "Radicado en
    Buenos Aires a mediados de 1860, fue empleado en el Museo de
    Historia Natural. Fue el primer artista que pintó las
    Cataratas del Iguazú, acompañando al
    científico Ambrosetti en su expedición.
    Además nos dejó acuarelas y litografías con
    paisajes y escenas típicas argentinas. Hay obras suyas en
    el Museo de Ciencias Naturales de La Plata" (19).

    Pioneros

    "Baradero se convirtió en asiento de una de las
    primeras colonias, fundada por familias suizas, el 4 de febrero
    de 1856" (20).

    En noviembre de 2000 se llevó a cabo, en el
    Salón Azul del Honorable Congreso de la Nación, la
    muestra "De
    los Alpes a las pampas Un siglo y medio de presencia suiza en
    Baradero". La organizaron la Bibliotheque Cantonale et
    Universitaire de Fribourg, la Association Baradero-Fribourg
    (Suiza), la Sociedad Suiza de Baradero (Depto. Historia) y el
    Honorable Senado de la Nación".

    Se ofreció al respecto la siguiente
    información:

    "Por primera vez en Buenos Aires se presenta al
    público la oportunidad de conocer –a través
    de una exposición
    temática- un aspecto singular del fenómeno
    inmigratorio helvético a la Argentina. Se trata de los
    suizos de Baradero y la floreciente colonia agrícola que
    fundaron en 1856, junto con los hombres notables de aquella
    antigua localidad del norte de la Provincia de Buenos
    Aires".

    "La muestra consiste en un recorrido por imágenes
    y textos emblemáticos de las diversas instancias de
    aquella epopeya de pioneros: su partida desde
    Châtel-St-Denis (Cantón de Friburgo), la llegada a
    Buenos Aires, su integración a la campaña bonaerense,
    la prosperidad en su colonia del Baradero, la Sociedad Suiza de
    Socorros Mutuos y la acendrada etnicidad que evidencian sus
    celebraciones, a través de los siglos y con
    proyección de futuro".

    "Con reminiscencias de paisaje chacarero, un entramado
    de alambre y postes sirve de soporte a conmovedoras
    gigantografías que transportan al espectador hacia
    lugares, rostros, casas, trabajos y fiestas de quienes
    contribuyeron a fundar la Argentina agrícola de un
    siglo".

    "Completan cada espacio reproducciones de documentos y
    escritos breves que sintetizan las características y los
    hechos principales de esa cronología asombrosa de
    esfuerzos y esperanzas".

    La muestra se organizó en varios espacios, que
    tuvieron por tema: " ‘Dejar su pueblo natal", "Puertas
    abiertas en la Argentina", "Rostros suizos de Baradero", "Tiempo
    de cosecha", "Cultivar sus orígenes" y "Celebrar en
    la tierra de
    adopción’ ".

    Se consultaron los "Archives Fédérales,
    Berna; Archives Communales, Châtel-St-Denis; Archives
    Cantonales, Friburgo; Bibliothèque Nationale, Berna;
    Bibliothèque Cantonale et Universitaire, Friburgo;
    Archivo del
    Departamento Ejecutivo Municipal, Baradero; Archivo del H.
    Consejo Deliberante, Baradero; Archivo del Juzgado de Paz
    Letrado, Baradero; Archivo de la Sociedad Suiza, Baradero;
    Archivo General de la Nación, Buenos Aires; Biblioteca
    Nacional, Buenos Aires y archivos
    particulares de Suiza y la Argentina".

    La Iconografía incluyó material procedente
    de la "Sociedad Suiza, Baradero; Álbum Gráfico
    del Cincuentenario
    , Doerschlag, 1906; Maddocks, M.: Les
    Premiers Transatlantiques
    , Time-Life, 1982; Lauper, A.:
    Fribourg Nostalgique, Ketty et Alexandre,
    Chapelle-sur-Moudon, 1996; B.C.U., Friburgo; Archivo Familia
    Chiappara-Müller; Moores, G.: Estampas y vistas de la
    ciudad de Buenos Aires: 1599-1895
    , Buenos Aires, 1945 y la
    Association Baradero-Fribourg".

    La muestra, "declarada de Interés Municipal,
    Provincial y Nacional, fue auspiciada por la Embajada de Suiza,
    el Archivo General de la Nación, la Cámara de
    Comercio Suizo-Argentina, el Honorable Congreso de la
    Nación, la Embajada de la Argentina en Suiza y la
    Dirección General de Cultura y
    Educación
    de la Provincia de Buenos Aires, Resoluciones 12.455/99 y
    240/00".

    "La Exposición ha comenzado un largo y exitoso
    recorrido que comprende, además, las ciudades de
    Châtel-St-Denis, Friburgo, Bulle, Sion y Berna (en Suiza) y
    Baradero, Rosario, La Plata, Córdoba … Forma parte de un
    amplio proyecto de intercambio educativo y cultural entre ambos
    países".

    La dirigió Martin Nicoulin; tuvieron a su cargo
    las Investigaciones históricas e iconográficas
    Christophe Mauron e Ignacio Salaberry, con la colaboración
    de: Evelyn Maradan. Fueron los curadores: Christophe Mauron e
    Ignacio Salaberry, con la colaboración: de Claudio
    Fedrigo. Las traducciones fueron realizadas por Graciela Kronicz
    Aeby y Sol Corcuera, y Corrado Luvisotto, GRAFIX, Friburgo, tuvo
    a su cargo la realización gráfica. Fue la
    Secretaria Isabelle Blanc; el carpintero, Néstor Liaudat;
    el electricista, Carlos Salvatori y el asistente: Gabriel
    Weiss".

    Fueron Donantes la "Association Baradero-Fribourg, la
    Bibliothèque Cantonale et Universitaire de Fribourg,
    Lotterie Suisse Romande, las Comunas del distrito de la Veveyse,
    la Confederación Helvética, el Estado del
    Valais, el Club de Leones y Rotary Club de la Veveyse, RERO, la
    Université de Fribourg, la Ville de Bulle, la Sociedad
    Suiza de Baradero y el Honorable Senado de la
    Nación".

    "El libro-catálogo bilingüe de 152
    páginas, editado en Suiza, está disponible en la
    Sociedad Suiza" de Baradero (21).

    "La primera colonia realmente estable e importante es la
    Colonia Esperanza, fundada por el infatigable Aarón
    Castellanos, en Santa Fe, en 1866. Estos progresistas colonos
    eran en su mayor parte de origen suizo, aunque los había
    franceses y alemanes" (22).

    Escribe Ema Wolf, a partir de la investigación de
    Cristina Patriarca: "La generación sarmientina alentaba,
    no obstante, la venida de inmigrantes rubios que hubieran nacido
    del otro lado de los Pirineos. De esta opinión era un
    salteño llamado Aarón Castellanos: las razas
    latinas o mediterráneas eran funcionalmente inferiores e
    ineptas, en nada comparables con las que formaban los sajones
    correctos y los alemanes industriosos".

    "Castellanos, hombre
    emprendedor, hizo realidad tempranamente el sueño de
    Sarmiento: en 1856 llevó a la provincia de Santa Fe una
    colonia suiza. La primera colonización agrícola
    organizada y exitosa se llevó a cabo en el
    país".

    "La zona elegida fue el Chaco santafecino, entre los
    ríos Salado, Bermejo y Paraná. Nada mejor que
    injertar en tierra de indios un contingente de extranjeros
    deseables. Se llamaría Colonia Esperanza. Experiencia
    piloto, ensayo de inmigración ordenada, abuela de todas
    las colonias futuras".

    "A principios de 1856 llegaron los pioneros a Colonia
    Esperanza. Las doscientas familias embarcaron en veleros en la
    costa de Normandía, más o menos agrupadas en
    remesas según su idioma. Eran suizos de los cantones de
    Valais, Vaud, Argovia, Berna, Zurich y Ginebra; saboyanos,
    alemanes de las provincias renanas y bávaras, así
    como franceses del departamento del Jura. En general, labradores
    pobres y no muy experimentados. Algunos expulsados por la propia
    comuna que no tenía cómo mantenerlos".

    Un suizo artesano de oficio, Nicolás
    Schneider
    , inventó el arado de dos rejas, que se
    llamó ‘esperanza’ y fue utilizado luego por
    todos los colonos del país. De cosecha suiza fue el primer
    trigo que se exportó a Europa en 1878" (23).

    En " ‘Colonia Médici’ o ‘La
    Suiza’, la ‘colonia’ que no pudo ser
    ‘pueblo’ " (24) –trabajo que transcribimos
    parcialmente-, escribe Gerardo Alvarez:

    "Fue un recordado escritor de Santa Fe, Alcides Greca,
    quien acuñó la expresión ‘pampa
    gringa’ para hacer referencia a las amplias regiones del
    centro y sur de esa Provincia y a una amplia comarca de
    Córdoba que fueron colonizadas desde el último
    tercio del siglo XIX, tiempo durante el cual comenzaron a arribar
    al Río de la Plata miles de hombres venidos del otro lado
    del mar que fueron impulsados a emprender su viaje por las
    favorables condiciones ofrecidas por la Argentina, especialmente
    a partir de las presidencias de Mitre, Sarmiento, Avellaneda
    –quien hacia 1876 promulgó la generosa Ley de
    Inmigración- y del general Roca".

    "Esa vasta heredad santafesina se fue poblando a partir
    de la creación de Esperanza, en 1856, a veces gracias a la
    acción
    de colonizadores privados, como don Aarón Castellanos,
    fundador de esa colonia pionera o el suizo Carlos Beck
    Bernard
    , a cuyo impulso se debe la formación de San
    Carlos y, también, como consecuencia del tendido de
    vías férreas, en el caso de
    Bernstadt–Roldán, Carcarañá,
    Cañada de Gómez y Tortugas, que fueron las primeras
    establecidas por el Ferrocarril Central Argentino, el que
    inició sus servicios
    entre Rosario y Tortugas el 1º de mayo de 1866, llegando el
    primer contingente de colonos suizos a la más cercana a
    Rosario, Bernstadt, el 1º de marzo de 1870. Al norte de
    dichas colonias se fueron poblando otras nacidas por iniciativa
    de colonizadores europeos, siendo alemana o suiza la nacionalidad
    de los fundadores de buena parte de ellas".

    "Es pertinente precisar, asimismo, que hubo colonias
    mayoritariamente ‘suizas’, como la propia Esperanza,
    San Carlos, Helvecia, Romang, San Jerónimo Norte,
    Bernstadt y Carcarañá, otras consideradas
    ‘piamontesas’ como San Jorge, El Trébol,
    Piamonte o Cavour, y también las que se singularizaron por
    tener una presencia dominante de otras nacionalidades, tal como
    ocurrió con la colonia judía de Moisés
    Ville".

    "En su ‘Historia de un pueblo santafesino en los
    años de entreguerras. Totoras (1914-1943)’, Ana
    María Galletti y Alberto Néstor Pérez
    señalan que Ángel Médici
    ‘llegó a la Argentina en el año 1890,
    procedente de Mendricio, pequeña aldea del Cantón
    Ticino (Suiza). Se inició como empleado de un comercio
    rural. En el año 1899 estableció un negocio de
    campaña en sociedad con don José Tartaletti, en un
    paraje de gran valor estratégico, un cruce de caminos
    entre las colonias ‘Santa Isabel’ (tierras de los
    descendientes de Tomás Armstrong), ‘La
    Germania’ (tierras de Federico Nordenholz), ‘La
    Unión’, (tierras que primitivamente
    pertenecían a José y Benito Freire, y
    posteriormente a José M. Cequeira y Valentín
    Celada), y ‘La Hansa’ (tierras de los Tietjen)’
    ".

    "Aunque don Ángel Médici denominó a
    su casa ‘La Suiza’, en recuerdo de la amada tierra en
    que había nacido, dada la significación que tuvo su
    presencia en ese paraje el mismo fue conocido desde su origen
    como ‘Colonia Médici’. Y, en el transcurso de
    unos pocos años, su negocio de ramos generales
    adquirió bastante importancia y en él se
    proveían los colonos de la región. Este pionero
    suizo instaló también una fábrica de
    productos
    lácteos
    y fue adquiriendo muchas tierras, algunas de las cuales
    pertenecían a las colonias ‘Germania’ y
    ‘Santa Isabel’ ".

    "Pero además, como lo precisan Ana María
    Galletti y Alberto N. Pérez en el ya aludido libro sobre
    Totoras, ‘a partir de su humilde comercio, en pocos
    años, Ángel Médici logró que gran
    parte de las propiedades de estos criollos fueran a parar a sus
    manos. Para 1910 ya había comprado las tierras de Petrona
    Farías de Cequeira (viuda de José María
    Cequeira), en una operación comercial muy
    controvertida…’, y ella dio lugar a un ‘largo
    juicio que envolvió a los Médici y los Cequeira en
    torno a la
    propiedad de
    unas tierras que primitivamente pertenecían a éstos
    últimos’ ".

    "Cuando habían transcurrido casi tres
    décadas desde que Ángel Médici creara su
    establecimiento, los vecinos de la ‘Colonia’ a la que
    dio su nombre solicitaron al Gobierno de la Provincia la
    creación de una Comuna, datando de 1927 las primeras
    gestiones".

    "Transcurrido un siglo desde que allí se afincara
    aquel joven oriundo del cantón suizo del Ticino,
    Ángel Médici, quien dio a ella su nombre, la
    Colonia es una comarca de fértiles tierras cuyos
    pobladores están sujetos a las respectivas autoridades
    administrativas de los tres distritos aledaños, Clason,
    Santa Teresa y Bustinza, según el sector de la misma en
    que residan. Sin embargo, y a pesar de ello, para los escasos
    habitantes que en ella viven y para quienes moran en campos
    cercanos o en los núcleos urbanos existentes en varias
    leguas a la redonda, Colonia Médici sigue constituyendo
    una referencia insoslayable en esa privilegiada región
    situada en la cañada del Árbol, departamento
    Iriondo, en la provincia de Santa Fe".

    "Y ello ocurre, seguramente, porque luego de todas esas
    décadas todavía es un lugar de encuentro en la
    conjunción de tres caminos que comunican otras tantas
    jurisdicciones, y porque como es escasa la distancia que la
    separa de los campos vecinos, continúa siendo, como tan
    sencillamente lo expresara don César Torriglia, el
    ‘centro de una zona mediterránea del Departamento
    Iriondo al cual afluyen los pobladores de las colonias
    circundantes…’ ".

    La investigadora Celia Vernaz es la responsable del
    volumen Colonia San José Escritos (25),
    compilación publicada en 1991, incluida entre las
    Publicaciones del Museo Histórico Regional de San
    José.

    En las "Consideraciones generales", ella manifiesta:
    "Los ‘Escritos de una Colonia son el reflejo de su propia
    historia. En el año 1857 llegó el primer
    contingente de inmigrantes que se ubicó donde hoy es la
    Colonia San José en la provincia de Entre Ríos.
    Eran terrenos del General Justo José de Urquiza, quien no
    tuvo problemas en
    destinarlos a la colonización. En un principio, los
    límites estuvieron dados por el río Uruguay al
    Este, el arroyo Perucho Verna al Norte, el arroyo de la Leche al
    Sur y la calle ‘Ancha’ al Oeste, extendiéndose
    luego la población por todo el Departamento
    Colón, originando nuevos centros derivados de la Colonia
    Madre".

    Acerca de los motivos de emigración, afirma: "en
    la zona del Valais, Saboya y Piamonte se había generado
    una corriente emigratoria hacia América. Las causas eran
    varias: falta de trabajo, familias numerosas, pobreza en
    general, a lo que se sumaban cataclismos como avalanchas e
    inundaciones que diezmaban a las poblaciones de la
    montaña. También debe ser considerado el
    sueño de hacerse ricos y la sed de aventuras en un
    continente todavía virgen".

    Estos pioneros, originariamente destinados a Corrientes,
    sufrieron desventuras: "Fueron ubicados en el Ibicuy, al Sur de
    la provincia, pero al ver que eran terrenos inundables e
    impropios para la agricultura, remontaron el Uruguay en barcazas
    y fueron radicados en mejor lugar, o sea, el actual, con el
    beneplácito de Urquiza. Mientras Sourigues trazaba las
    concesiones, el grupo recién llegado improvisó
    viviendas debajo de los árboles
    mientras que las mujeres se alojaron en el galpón que
    Spiro tenía en la costa. Esto ocurría en julio de
    1857, bajo el rigor del invierno".

    Los "Escritos" compilados nos permiten conocer la vida
    cotidiana de los inmigrantes: "Durante los primeros cincuenta
    años, tanto los colonos como autoridades políticas
    y religiosas apelaron a la pluma como arma de defensa y
    comunicación, dejando una pincelada general del
    pensamiento, ideas, proyectos,
    necesidades, sentimientos. Hoy esos escritos reposan en distintos
    archivos y no todos se conocen. Si bien no constituyen piezas
    literarias especiales, una selección
    de los mismos permitirá penetrar y ahondar más en
    las intimidades de la vida de la Colonia, poniéndose en
    contacto directo con cada autor, su forma de ser y de pensar.
    Pero lo importante es poder palpar
    el momento histórico vivido, esclareciendo hechos oscuros
    o casi desconocidos que han sido esencia y substancia de un
    período migratorio que hoy apasiona por sus raíces
    y proyecciones".

    Los textos proceden del Archivo General de la Provincia
    de Entre Ríos, el Archivo del Museo Histórico
    Regional de San José, el Archivo del Palacio San
    José, el Archivo personal de C. E. Vernaz, el Centro de
    Estudios Históricos San José; El Industrial,
    13 de octubre de 1881; La Nación, 1885; Libro de
    Oro del
    Centenario de la Colonia San José (1857-1957)
    y
    Vernaz, Celia: Papeles de un inmigrante, 1987.

    La historiadora reúne en ese volumen testimonios
    de inmigrantes de diverso origen. Varios de ellos están
    escritos por suizos. Transcribimos parcialmente dos de
    ellos:

    Antoine Bonvin "vino de Arbaz, Valais, en 1857, a
    los cuarenta y cinco años de edad. Se dedicó a la
    agricultura y a través de sus cartas escritas a los
    familiares de Europa se han podido palpar sus sentimientos,
    problemas y nostalgias. Admiró el país y sus
    bondades, pero el recuerdo de los suyos se hizo cada vez
    más fuerte, y pensó volverse, pues extrañaba
    a su gente. Sin embargo, la fatalidad le impidió regresar
    a su tierra, pues tuvo un fin trágico debido a diferencias
    con los nativos. Encontrándose en su casa con su hermana
    María Bonvin, llegaron dos gauchos y luego
    de un altercado lo hirieron de muerte, no pudiendo ella hacer
    nada para evitar este fin".

    "Sus escritos son muy explícitos y atrayentes por
    actitudes
    insólitas tomadas en la Colonia, como por ejemplo,
    lamentar sobremanera no tener sirvienta y pedir que se la manden
    desde el Valais. Muchos de sus párrafos fueron utilizados
    por historiadores valesanos para ilustrar los diversos episodios
    de la colonización""

    El escribe: "Nuestro embarque ha tenido lugar el 22 de
    marzo. Desde entonces hemos sido conducidos por un tal
    Martín Chafter, hombre de un carácter duro y cruel,
    quien nos ha tratado malévolamente durante todo el tiempo
    de nuestro viaje; podemos decir que sin la Bondad Divina,
    habríamos perecido de miseria. Cuando no permitía
    que se le escapara una gota de agua para
    aliviar a un enfermo, lo consolaba diciendo que en el mundo
    había bastantes de ellos; éste era el auxilio que
    se tenía de él. Fuera de esto, hemos hecho una
    feliz travesía, no hemos sufrido grandes peligros sobre el
    mar. Yo he tenido todo el tiempo buena salud. Hemos viajado 74
    días sobre el mar…" (26).

    Parten de Buenos Aires: "Desde acá, nos han
    embarcado sobre un vapor para transportarnos al Ibicuy, sin que
    nadie haya podido posar sus pies en tierra. Llegamos al tercer
    día; se nos desembarcó en una vasta llanura que no
    tenía más que un poco de buen terreno; no se
    veían ahí más que grandes pantanos o
    bosques, pero de madera toda
    espinosa. El agua era
    mala y llena de toda clase de insectos; un país muy
    malsano donde jamás nadie podía prosperar. Se
    tenía el peligro de verse devorado por las bestias
    feroces, tal como el tigre, los cocodrilos y otros. Puedo decir
    que en este momento estábamos todos desesperados de vernos
    engañados de esta manera. Reclamábamos
    inútilmente la promesa que nos había sido hecha
    antes de nuestra partida: pero todo eso ya era inútil, ya
    no se podía escapar, uno se creía exiliado en esta
    isla".

    Embarcan por tercera vez. Después de viajar trece
    días, "Se nos desembarcó en un bosque donde hemos
    quedado más de cuarenta días esperando que se
    organicen para instalarnos en la colonia: a una legua del bosque,
    en uno de los más hermosos lugares que se pueda ver, en
    medio de vastas praderas de un admirable verdor con pastos en
    abundancia, el suelo fértil y país muy sano…"
    (27).

    Johann Bodemann "nació en Grengiols (Raron
    – Valais) y junto a su esposa Victoire Ambort e hijos
    viajó a América con un grupo de emigrantes del Alto
    Valais, teniendo en ese momento cuarenta y dos años. Su
    barco, Maasland, partió en 1857, después de aquel
    primer grupo valesano embarcado ese año, siendo sus
    odiseas distintas a las relatadas por los anteriores. Su hermano
    Laurent estuvo relacionado con la fundación de San
    Jerónimo en Sata Fe".

    "En la Colonia San José fue ubicado en la
    concesión 148, al Norte de la Plaza, dedicándose a
    la cría de animales, siembra
    de trigo, maíz y árboles frutales.
    Representó al sector de habla alemana entre los colonos
    formando parte del Concejo Municipal".

    "Pero su repercusión en la historia de la
    inmigración se debe a sus relatos, llenos de
    precisión, abundancia de detalles, sobriedad, y a la vez,
    con amplitud de visión, abarcando los aspectos más
    significativos de la vida de la Colonia. Sus escritos sintetizan
    la trayectoria de la epopeya de la
    colonización".

    En "Viaje sobre el mar", él escribe: "Si no fuera
    por el capitán, no hubiéramos tenido nada para
    comer. Un buen hombre ese capitán, igual que los
    marineros. Los alimentos que
    habíamos comprado, no llegaron, de tal forma que tuvimos
    que conformarnos para el desayuno, de tomar café de
    malta sin azúcar.
    En cuanto al almuerzo, nunca fue bueno: carne salada o
    jamón también muy salado, con arroz, habichuelas,
    papas o arvejas. Para la cena teníamos que conformarnos
    con un plato de sopa con arroz. Para el día entero no
    teníamos más que una galleta, que no era otra cosa
    que un pedazo de pan negro. Este era el modelo de
    comida que tuvimos a bordo, desde el principio hasta el fin. En
    breve, no hemos comido como comíamos en casa. No
    había vino. Si queríamos tomarlo, hubiéramos
    tenido que pagarlo tres veces su precio. La
    botella de vino costaba cuatro francos, y la manteca dos francos
    la libra. Pueden entender que nos abstuvimos de comprar con
    semejantes precios".

    "Nuestro barco era nuevo, flamante, andaba rápido
    pero era muy pequeño, de manera que vivíamos muy
    incómodos. Dormíamos hasta seis en la misma cama.
    Claro que las camas eran más grandes que las de casa y
    eran empaquetadas en los baúles. Cuando el tiempo era
    lindo, nos quedábamos sobre el puente, pero cuando el
    tiempo era feo, nuestra vida a bordo se volvía miserable:
    el olor, el calor, los
    gritos de los chicos. ¡Qué música! Muchos
    lloraban, otros cantaban, otros reían, o se
    disputaban".

    "Había muchos enfermos. Todo cambiaba cuando
    mejoraba el tiempo: se bailaba, se cantaba, se jugaba. El tiempo
    pasaba pronto. Con nosotros viajaban jóvenes alegres,
    quienes cantaban muy bien, más que todo al anochecer,
    cuando la luna hermosa alumbraba el mar tranquilo, y la brisa
    agradable soplaba del océano. Hemos visto una gran
    variedad de animales marinos. A veces bailábamos
    farándulas dando vueltas por todo el barco. Hemos pasado
    así muchas noches sobre el puente, hasta las doce o la una
    de la mañana, tan era eso hermoso".

    En plena travesía, una mujer dio a luz. Relata
    Bodemann: "Les tengo que indicar que durante el mareo, la mujer
    de Heimen, de Niederwal, tuvo familia, una hermosa niña.
    No pudimos ayudarla porque todos estábamos enfermos, nadie
    podía tenerse parado, y menos, caminar. Fueron los
    marineros quienes tuvieron que hacer de partera. El doctor mismo
    estaba enfermo. Menos mal que todo pasó pronto. En todo
    caso, a ese doctor le importaba un comino los pasajeros. Sin
    nuestro buen capitán el servicio
    hubiera sido muy miserable".

    Al pasar la línea del Ecuador
    –agrega-, los pasajeros debían someterse a una
    costumbre marinera: "El trece de junio habíamos pasado el
    ecuador, y estábamos del otro lado del hemisferio. Los
    marineros hicieron un gran fuego para festejarlo. Al día
    siguiente nos hicieron saber que todos debíamos someternos
    al bautismo de la línea, como era la costumbre sobre todos
    los barcos que cruzaban la línea del ecuador. Las personas
    adultas tenían que sentarse sobre una silla, mientras los
    marineros llegaban disfrazados: uno como cura con un gran libro
    en las manos, otro como peluquero con una navaja de madera,
    seguido por tres o cuatro hombres con grandes baldes de agua, y
    un último con una sábana mojada que arrollaba de
    esta manera: el peluquero pintaba de negro el cuerpo del
    bautizado y lo rascaba con un cuchillo de madera. De pronto
    surgían detrás de él, los hombres con baldes
    de agua que vaciaban sobre la cabeza del bautizado.
    Después el cura inscribía el nombre y el apellido
    en el gran libro. Una vez esto cumplido, el capitán
    llegaba y le hacía beber aguardiente. Fue así con
    cada uno de los hombres, fueran presidentes de la comuna o
    simples ciudadanos. Después le tocó el turno a los
    marineros, y para terminar, al capitán. Muchos rehusaron
    este juego, pero
    fueron más maltratados que los voluntarios. En cuanto a
    las personas del sexo femenino
    se les pedía solamente descalzarse y mojarse los pies en
    un balde de agua fría. A los chicos no se les hizo nada.
    Después los marineros nos pidieron la propina, se
    vistieron con trajes de fiesta y se divirtieron" (28).

    En "La llegada", Bodemann relata: "Hemos pasado la
    primera noche al aire libre, a
    pesar del invierno, que es fácil de soportar. Al segundo
    día cada familia recibió una pequeña choza
    de madera y bambú para protegerse de la lluvia. Todos los
    días se mata ganado. La carne es buena. Cada familia
    recibió también dos libras de harina y un poco de
    sal, proveniente de la ciudad. Nos quedamos diez días al
    borde del río y esperamos durante seis semanas la distribución de tierras y nuestra
    instalación. (…) Hace seis semanas que hemos entrado en
    la colonia. Al principio tuvimos que construir una choza de
    urgente necesidad para abrigarnos. La he hecho con agua y tierra
    de arcilla. Levanté las cuatro paredes y un techo de
    bambú, nuevo y sólido. Muchos han construido sus
    chozas únicamente con bambú. Después hice el
    establo para el ganado y el jardín, revuelto a mano, donde
    sembré la cebada. Me hice un jardín de una
    hectárea aproximadamente. (…) Ahora que hemos sembrado
    todo, empezamos a juntar la madera y el bambú para la
    construcción de una casita más grande y más
    linda que la primera, y a la cual dedicaríamos más
    tiempo y trabajo" (29).

    Los otros suizos cuyos testimonios fueron incluidos en
    el volumen compilado por Celia Vernaz son Juan Bautista
    Blatter
    , Rodolfo Siegrist, Laurent J. Morard,
    Luis Eggs, Juan Bautista Dubuis y Constantin
    Ferdinand
    .

    Llegaron suizos a la Patagonia. En "Historia de
    Bariloche" (30), escriben Helena Aizen y Claudio Tam
    Muro:

    "A fines del siglo XIX los hermanos Goye,
    Camilo, Felix, y Maria viuda de Felley con
    sus hijos, llegan a la zona del Nahuel Huapi para radicarse en
    Colonia Suiza. Procedentes del cantón de Valais, en la
    Suiza Francesa, habían vendo primeramente a Chile donde
    estuvieron casi 10 años. Enterados de la oferta de
    tierras (ley del hogar) a inmigrantes, las solicitan atravesando
    la cordillera cerca de Las Lajas".

    "Hacia 1902 llega un sobrino, Eduardo Goye, pero
    por el Atlántico, el que se suma al grupo
    familiar".

    "Otros apellidos suizos se agregan , Mermoud,
    Cretton, Jackard así como Fotthoff y
    Neu , trabajadores incansables del agro. Molían los
    granos a mano y se cultivaba lo necesario: trigo, avena, frutales
    y hortalizas".

    "El tambo proveía de leche, manteca, y queso,
    productos todos estos que se consumían o se llevaban a
    Chile en embarcaciones construidas por ellos mismos.
    También los pobladores de Bariloche encontraban
    aquí muchos productos de granja".

    "Lograban buenas cosechas que les valieron premios en la
    Rural de Buenos Aires. En 1910 Camilo obtiene medalla de plata
    por su trigo y María en 1924 mención especial por
    duraznos, cerezas, ciruelas, peras y manzanas".

    "Al instalar el aserradero el ingeniero Beveraggi da un
    gran impulso al lugar ya que al pasar a los Goye comienzan la
    construcción de las casas , escuela y el hotel lo que hoy se denomina el Poblado
    Histórico. Declarado patrimonio Histórico en
    1994".

    "La capilla Nuestra Señora del Rosario se
    construyo en 1956 con el aporte de los vecinos y amigos de
    Colonia Suiza".

    Los primeros pobladores fueron abriendo camino entre el
    lago Moreno Este y la Colonia, se hacían picadas con
    machete para permitir el paso de carros y carretas. Este grupo
    familiar, el de los Goye al venir por tierra desde Chile trajo en
    sus carros todo lo necesario, herramientas,
    semillas, plantas y algunos animalitos, sobre todo vacas ovejas y
    aves de
    corral".

    "Este momento esta relacionado íntimamente con la
    evolución del trafico regular entre Chile.
    Los viajes en
    general se hacían por puerto Blest en embarcaciones o por
    el paso hoy Puyehue a caballo. Se llevaban los productos al sur
    de Chile para vender o canjear por mercadería. Ya para esa
    época el gran almacén
    San Carlos en Bariloche también traía los
    víveres de Chile y todo lo necesario ya que era el
    único almacén".

    "El trayecto a Chile demoraba según el tiempo a
    veces un par de días y las nevadas impedían el paso
    por mucho tiempo".

    "La colonización de Bariloche se produjo por el
    oeste de Chile y muchos fueron los inmigrantes venidos en esas
    épocas. La Colonia Suiza se relaciona íntimamente
    con los colonos de distintas nacionalidades. Hoy es el
    único lugar que conserva el sabor de aquella historia que
    fue el primer asentamiento de suizos en la Patagonia".

    Los hermanos Félix, Camilo y María Goye
    conocieron en Chile una comida araucana: "Allí conocieron
    el curanto. Y allí aprendieron a hacerlo. (…) Jorge
    Rubén Nielsen, al que todos llaman ‘el
    gringo’, es hijo de una Goye. Es uno de los encargados de
    preparar el curanto con todos los detalles que hacen de esta
    forma de cocinar una ceremonia" (31).

    "El curanto –explican Marcelo Alvarez y
    Luisa Pinotti- es una forma tradicional de preparación de
    la carne entre los araucanos chilenos, y que del lado argentino
    se repite especialmente durante las ceremonias. El curanto es
    tanto el sistema de
    cocción como la comida; no es exclusivo de los mapuches,
    ya que desde México al
    sur, muchos pueblos utilizaron el mismo sistema. Un curanto se
    realiza cuando son muchas las personas que van a comer"
    (32).

    Museos

    Museo Histórico de la Colonia San Carlos,
    Santa Fe
    . "El acervo se compone de fotografías de los
    colonizadores, sus familias y banderas de sus países de
    origen. Además, una vitrina dedicada al fundador, Carlos
    Beck Bernard; herramientas de labranza, armas, planos,
    pasaportes, vestimenta, adornos, manualidades y un rincón
    religioso. También hay una muestra sobre la
    evolución de la industria y el
    comercio y otras actividades, Archivo y Biblioteca"
    (33).

    Museo de la Colonia San José, Entre
    Ríos
    En octubre de 1999 se inauguró la nueva
    colección permanente del Museo Histórico Regional
    de la Colonia San José, en la provincia de Entre
    Ríos, la cual "representa también el trabajo final
    de un seminario sobre
    conservación, que apoyaron organizaciones
    nacionales y extranjeras, como el Fondo Nacional de las Artes, la
    Fundación Antorchas y el Smithsonian Institute de Estados Unidos"
    .

    En 1957, "al cumplirse el centenario de la
    fundación de la colonia, fue inaugurado el Museo: Los
    descendientes de los pioneros donaron los objetos más
    queridos, que se convirtieron en patrimonio de todos" (34). En
    esa fecha, "a un grupo de vecinos se le ocurrió pedir a la
    gente que donara algún objeto querido que hubiera
    pertenecido a los fundadores. Pronto llegaron un arado de madera,
    barriles gigantes en donde hacían el vino, carruajes de
    ruedas altas, mantillas y monederos, contratos de
    propiedad, vestidos de novias bordados a mano y cartas amarillas
    escritas con caligrafía gótica. Desde entonces, el
    museo recibió más de seis mil objetos de la vida
    cotidiana y se convirtió en una suerte de rincón de
    los recuerdos: la gente del pueblo vuelve una y otra vez para ver
    las cosas que pertenecieron a su familia y traer nuevos objetos
    que encuentran en viejos baúles" (35).

    "Las piezas donadas por la comunidad son
    consideradas uno de los conjuntos
    más ricos del género en virtud de su valor
    testimonial, pero el desconocimiento de las actuales técnicas
    de conservación hacía que muchas de ellas corrieran
    peligro" (36). En 2000, "se completó la renovación
    del Museo hasta convertirlo en uno de los más avanzados
    del país".

    La "profesora e historiadora local Celia Vernaz,
    descendiente de saboyanos y suizos" expresó al inaugurarse
    la muestra "Nuestros abuelos, los pioneros": "Nuestros pioneros
    debieron borrar la memoria por
    necesidad, casi para sobrevivir y hacerse parte de la nueva
    tierra. Luego, la Guerra Mundial
    del 14 hizo desaparecer a casi todos los familiares que
    habían quedado en Europa. Hoy, las nuevas generaciones
    luchan por rescatar ese pasado que se quedó enterrado
    entre los surcos de la labranza" (37).

    "A la vera del río Uruguay, en las
    plácidas praderas entrerrianas, el Museo Histórico
    Regional de la Colonia San José cuenta la historia de los
    argentinos que descendemos de los barcos. Una historia sin magnos
    bronces ni héroes individuales, esa historia que
    está ausente en los museos repletos de figuras de cera con
    nombres de calles. (…) Sabiamente dispuestos, los objetos
    revelan historias de hombres que labraban la tierra, curaban
    enfermos y compartían las más actualizadas
    tendencias de la época, desde la educación
    pública hasta el socialismo
    utópico; historias de mujeres que bordaban abecedarios,
    lavaban ropa en tambores a manija, sembraban vergeles hasta crear
    ciudades jardín" (38).

    Museo Colonia Suiza, Bariloche. "Hogar de
    la familia de
    Marcelo Goye, pionero de la zona, que lo construyó en
    1937, combinando las líneas arquitectónicas con la
    ductilidad de las maderas de nuestros bosques. La ‘Casa
    Museo los Viejos Colonos’ es un ámbito para
    encontrarse con la historia de vida pasada y presente de Colonia
    Suiza" (39).

    En "La historia contada desde lo cotidiano", escribe
    Marta Carbonero:

    "En Colonia Suiza, a 24 kilómetros de la ciudad
    de San Carlos de Bariloche, al entrar a la ‘Casa Museo de
    los Viejos Colonos’, nos encontramos con la Sra. Elena Goye
    de Storti, quien se presenta diciendo ‘yo he nacido en esta
    casa’ y esta situación ya instala una visita a una
    casa donde los objetos nos hablan de los sueños de los que
    la habitaron y de la forma en que los hicieron
    posibles".

    "La propuesta de visita a esta Casa Museo que funciona
    desde el 12 de Enero de 1997, es diferente porque generalmente la
    idea de Museo histórico remite a una exposición
    estática de elementos viejos. Muchas veces
    apartada de su contexto, se muestra una visión
    parcializada de la historia que no alcanza para la
    comprensión de ese pasado y mucho menos del
    presente".

    "La casa fue construida en madera, en el año 1937
    por Marcelo Goye, hijo del pionero Félix Goye y padre de
    Elena, nuestra anfitriona. Actualmente no es habitada en forma
    permanente, lo que permite que coexistan el área del
    comedor, dedicada a la exposición, y la de la cocina y los
    cuartos que son utilizados esporádicamente por su actual
    propietaria, quien personalmente guía las
    visitas".

    "A través de las pequeñas ventanas,
    pensadas para conservar el preciado calor del interior, aparece
    el Cerro Goye, plantaciones y otras casas de madera similares,
    entre las que se encuentra la escuelita".

    "Los antiguos pobladores habían nacido en Suiza,
    en el Cantón de Valais. Debido a la situación
    europea de fines del siglo diecinueve, emigran hacia Chile bajo
    un convenio especial que les ofrecía trabajo y tierras
    donde criar a sus hijos. Llegaron en 1883 a la zona de Victoria,
    Temuco y otras ciudades próximas, después de un
    viaje en barco de cuarenta días, pasando por el estrecho
    de Magallanes. Pero la vida en esa región no pudo ser el
    lugar anhelado. Doce años más tarde, enterados de
    que por la Ley del Hogar –sancionada en 1884 – el
    gobierno argentino ofrecía 625 hectáreas por grupo
    familiar, con la condición de trabajar y favorecer el
    desarrollo de lo que se denominaba Colonia Agrícola Nahuel
    Huapi, los Goye (Camilo, Félix y María vda. de
    Felley) atraviesan la cordillera por Pino Hachado siguiendo las
    escasas huellas portando en sus carros sus herramientas y aquello
    que les fuera útil para sobrevivir. Las
    características similares a las de su lugar de origen los
    lleva a reproducir en principio actividades agrícolas,
    sembrando trigo, alfalfa, avena, frutales y criando animales.
    Posteriormente se dedicaron al procesamiento de madera, creando
    un aserradero. Gracias al aporte tecnológico del Ingeniero
    Napoleón Beveraggi esta población
    tuvo luz eléctrica que utilizaban durante el día
    para las máquinas
    del aserradero y por la noche para la iluminación de las casas".

    "Se entrelazan en los relatos los apellidos Goye,
    Felley, después Cretón, los Potthoff, Fant,
    Beveraggi, sumados a los Schumacher, Rahm, Arduser, Schnebeli,
    Roth, Röthlisberger, Moos, Vonmoos, Huber, Bachmann,
    Tribelhörn, Frey, y tantos otros que enraizaron con sus
    descendientes una gran familia".

    "Los elementos que se exponen reflejan las costumbres de
    los colonos. Se pueden observar instrumentos de labranza,
    utensilios, fotos, revistas,
    árboles genealógicos, juguetes,
    patentes de automóviles, y hasta es posible escuchar una
    vitrola que continúa brindando su música. Cada uno
    de los objetos habla de una estirpe de gente ruda, trabajadora e
    inteligente en la búsqueda de soluciones
    prácticas, acompañados por discos de música
    clásica, la radio, libros,
    publicaciones de la época demostrando una sensibilidad
    más refinada y un deseo de conexión con un mundo
    más amplio" (40).

    En
    cuentos

    Eduardo Ladislao Holmberg nació en Buenos Aires
    en 1852; falleció en dicha ciudad en 1937. Fue
    "médico, naturalista y escritor. Director del
    Jardín Zoológico de Buenos Aires en 1888-1903,
    fundó numerosas instituciones científicas y
    culturales, como el Círculo Científico Literario.
    Temprano defensor del darwinismo, su espíritu
    científico, unido a una gran sensibilidad, se
    plasmó en una obra literaria signada por hechos
    fantasmagóricos, seres patológicos y honduras
    ocultistas. Sus Cuentos fantásticos, compilados
    póstumamente en 1957, muestran influencias de Julio Verne,
    Camile Flammarion y Edgar A. Poe. Entre sus relatos cabe
    mencionar El maravilloso viaje del señor Nic-Nac;
    Horacio Calibang o los autómatas; El
    ruiseñor y el artista
    y La casa endiablada,
    entre muchos otros. Su novela La
    bolsa de huesos
    , de corte policial, es considerada como
    pionera del género negro".(41)

    Antonio Páges Larraya considera que " ‘La
    casa endiablada’ tiene para nosotros tres motivos de
    interés: es su primera obra de imaginación a la que
    traslada nuestra realidad ciudadana; es la primera novela
    policial escrita en el país, y finalmente, es la primera
    en la literatura universal en que se descubre un delito por el
    sistema dactiloscópico" (42).

    En ese cuento,
    Holmberg imagina un crimen perpetrado contra un suizo. El juez
    relata: "-A principios de 1884, y unos tres meses después
    de partir usted para Europa, vino de Santa Fe a Buenos Aires un
    colono suizo llamado Nicolás Leponti, el cual, gracias a
    su actividad, a su esfuerzo, a su energía y a su
    inteligencia, había logrado reunir una fortuna que, si
    bien modesta, le permitía ocupar en su colonia una
    posición desahogada, y prestar, a sus compatriotas,
    servicios que le habían valido la estimación
    general".

    El escritor pone en boca del loro con cuya
    colaboración se esclarece el asesinato, consideraciones
    del ave acerca del coraje del europeo: "-Y era guapo el gringo…
    y duro para morir… ¿se acuerda, amigo?". Este inmigrante
    encontró su fin cuando intentó hacer una
    operación comercial relacionada con su actividad: "El
    suizo quería comprar gallinas de raza, y sabiendo el 17
    que aquella casa estaba sola, se dirigió a ella y
    allí consumó el crimen". Durante mucho tiempo se
    ignoró qué había sucedido al colono: "La
    tierra cubrió el cuerpo de Nicolás Leponti, el
    aguardiente y el monte devoraron en pocos días el producto del
    crimen, y el misterio envolvió todo durante cinco
    años" (43).

    "Porteño, Víctor Juan Guillot (1899-1940)
    fue periodista, poeta y dramaturgo. Al margen de esas actividades
    y de una militancia política radical que
    lo llevó a la Legislatura,
    dio a conocer tres tomos de relatos breves: Historias sin
    importancia
    (1921), El alma en el
    pozo
    (1925), que mereció el Primer Premio Municipal, y
    Terror: cuentos rojos y negros (1936). Si bien
    ensayó varios tipos de cuentos con aceptable solvencia
    técnica, sobresalió en las historias
    terroríficas a la manera de Horacio
    Quiroga, realizadas con un estilo aséptico,
    ceñido, sin concesiones ni rodeos innecesarios"
    (44).

    En "Un hombre", evoca a inmigrantes de varias
    nacionalidades. Entre ellos se cuenta un suizo: "Morand, el suizo
    Morand, tirador infalible, que arrojaba al aire una caja de
    fósforos y la incendiaba de un tiro de revólver; de
    él sabíase que más de una vez hiciera blanco
    sobre cosa seria que una caja de fósforos"
    (45).

    En
    poemas

    José Pedroni nació en Gálvez, Santa
    Fe, en 1899; falleció en Esperanza en 1968. "Sus obras
    presentan un tono íntimo y personal, con constantes
    referencias a su provincia. En 1939 fundó la
    Asociación de Escritores de Santa Fe; en 1959 creó
    el teatro de títeres ‘Pedro-Pedrito’ y, en
    1963-66, fue director de Cultura de su provincia. Entre sus obras
    figuran La divina sed (1920), La gota de agua
    (1923), Gracia plena (1925), Poemas y palabras
    (1935), Diez mujeres (1941), El pan nuestro (1941),
    Nueve cantos (1944), Hacecillos de Helena (1955),
    Monsieur Jaquín (1956), Canto a Cuba (1960),
    Cantos del hombre (1960), La hoja voladora (1961),
    El nivel y su lágrima (1963) y El árbol
    sacudido
    (1967). Su obra poética completa fue editada
    en dos volúmenes en 1969" (46)

    Destaca María Raquel Llagostera: "Conocemos por
    sus poemas a su amada Esperanza (alabó sus sembrados,
    presentó a sus labriegos, ensalzó sus tareas), pero
    advertimos que sus textos adquieren en la última parte de
    su obra un matiz universal. (…) Dice sintetizando Mastronardi:
    ‘Pedroni nos habla de los artesanos de su pueblo con el
    mismo interés que pone en los problemas de índole
    universal, la antigua sabiduría y los modernos apremios,
    los fundadores del pueblo y los hombres que labran la tierra, el
    pájaro y el río, la paz amenazada y el sufrido
    caballo de la noria’ " (47).

    En "La invasión gringa", uno de los poemas
    reunidos en Monsieur Jaquín (48), Pedroni evoca la
    inmigración traída por Castellanos: "Hoy nadie
    llegaría./ Pero ellos llegaron./ Sumaban mil doscientos./
    Cruzaron el Salado.// Al cruzarlo, afanosos,/ lo probaron./ Y los
    hombres dijeron:/ -¡Amargo!-/ Pero siguieron./ En la
    espalda traían clavados/ dos ojos de fuego,/ los de
    Aarón Castellanos,/ salteño.// Los barcos/ (uno…
    dos…/ tres… cuatro…)/ ya volvían vacíos/
    camino del Atlántico./ Su carga estaba ahora/ en un convoy
    de carros;/ relumbre de guadañas;/ desperezos de arados;/
    hachas, horquillas,/ palos;/ algún fusil alerta;/
    algún vaivén de brazos; nacido en el camino,/
    algún niño llorando.// El trigo lo traían
    las mujeres/ en el pelo dorado./ Hojas de viejos libros/ volaban
    sobre el campo".

    …..

    En la agricultura y la ganadería,
    en las ciencias y las artes, se destacaron los suizos, aportando
    a la nueva tierra su talento y su esfuerzo. Se los recuerda en
    enciclopedias, estudios, artículos periodísticos,
    compilaciones, cuentos y poemas.

    Notas

    1. S/F: Para todos los hombres del mundo que quieran
      habitar suelo argentino
      . Buenos Aires,
      Clarín.
    2. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    3. S/F: "Teatro Municipal", en
      www.bahíablanca.org.ar
    4. S/F: "Santiago Roth", en
      www.paleonet.com.ar.
    5. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    6. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    7. S/F: "Universidades", en
      www.argiropolis.com.ar
    8. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    9. Krebs, Edgardo: "Un ‘argentino’
      universal", en La Nación, Buenos Aires, 28 de
      julio de 2002.
    10. Mino, Luis: "Para conocernos. 650 efemérides
      de la Ciudad de Santa Fe", en
      www.paraconocernos.com.ar.
    11. Cristoff, María Sonia (Sel. y prólogo):
      Acento Extranjero. Buenos Aires,
      Sudamericana.
    12. Brasca, Raúl: "Inusual e inteligente", en
      La Nación, Buenos Aires, 21 de enero de
      2001.
    13. Núñez, Jorgelina: "Radiografía
      de la pampa", en Clarín, Buenos Aires, 21 de
      enero de 2001.
    14. Sosa de Newton,
      Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres
      Argentinas
      . Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.
    15. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    16. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    17. S/F: "El aporte francés en el desarrollo de la
      pintura argentina", en www.alianzafrancesa.org.ar
    18. S/F: "César Hipólito Bacle", en
      www.folkloredelnorte.com.ar.
    19. S/F: Enciclopedia Visual de la Argentina.
      Buenos Aires, Clarín, 2002.
    20. S/F: "Las corrientes inmigratorias en Argentina", en
      www.Argentinaexplora.com, 2001.
    21. S/F: "De los Alpes a las pampas", en
      www.baradero.com.ar
    22. S/F: "Las corrientes inmigratorias en Argentina", en
      www.Argentinaexplora.com, 2001.
    23. Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran
      inmigración
      . Buenos Aires Sudamericana.
    24. Alvarez, Gerardo: " ‘Colonia
      Médici’ o ‘La Suiza’, la
      ‘colonia’ que no pudo ser ‘pueblo’ ",
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    Trabajo enviado por

    María González Rouco

    Licenciada en Letras UNBA, Periodista Profesional
    Matriculada

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