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Trabajo práctico de comunicación y cultura política




Enviado por elektroniks04



    1. Dialéctica del Sujeto,
      Sus dos componentes constitutivos
    2. Algunos aportes de la
      Teoría Lingüística
    3. Nociones básicas sobre la
      Representación
    4. Aplicación al quiebre
      representante – representado
    5. La Crisis de
      Representación
    6. Conclusión
    7. Bibliografía

    Introducción

    El objetivo del
    presente trabajo es
    explicar la crisis de
    representación en la actualidad introduciendo, entre otras
    dimensiones, los conceptos de la dialéctica del
    sujeto.

    Con ese motivo se incorporarán los conceptos y
    premisas generales de la dialéctica del sujeto, que
    incluye los componentes: sujeto y objeto (éste como algo
    distinto del primero).

    En este punto se esbozarán las principales
    concepciones del sujeto, desde su reconocimiento cartesiano,
    hasta la concepción que de éste declara el psicoanálisis, pasando por la idea
    hegeliana de sujeto, como así también algunas
    inferencias sobre la teoría
    lingüística relacionadas con el
    tema.

    Esta distancia entre sujeto y objeto servirá para
    introducir, en el concepto de
    representación, una distancia necesaria entre
    representante y representado. Se aducirá que esta
    distancia es insalvable, dado el quiebre entre ambas partes, y la
    consecuencia que ese quiebre acarrea sobre la
    representación política.

    Esa distancia será una de las causas para la
    decadencia de la representación política en la
    actualidad. Pero por otra parte, para completar estas sentencias
    se incorporará una descripción histórica del avance de
    la representación política en la época
    contemporánea, que abarcará desde la democracia
    parlamentaria hasta la que actualmente pertenece a nuestro
    sistema
    político, pasando por la democracia de masas.
    Además de un acercamiento general sobre estos tipos de
    representación, se adicionará de manera
    básica el tamiz que dichas condiciones cobran en la
    realidad Argentina, teniendo en cuenta las condiciones del
    contexto histórico en el cual cada una de dichas
    situaciones toman lugar. La última de las etapas, la
    democracia representativa, será analizada con
    detenimiento, debido a que es la que en actuales momentos
    enfrenta un conflicto
    profundo.

    Se agregará otra de las causas de la crisis de
    representación (además de la distancia entre
    representante y representado y la decadencia de la democracia
    representativa). Esta otra causa se abordará desde
    términos psicoanalíticos, que serán
    incorporados para demostrar la falta de líderes en la
    actividad política actualmente. Se argumentará que,
    a diferencia de lo que sucedía en décadas
    anteriores, cuando las personas se sentían identificadas
    con personajes importantes (los que consideraban como superiores)
    en la actualidad las personas alaban otros ídolos
    (estrellas del deporte, la música, etc.), que
    distan mucho de reunir las características de los
    anteriores. En tiempos actuales hay una tendencia a sentirse
    identificado con personajes que se toman del bombardeo
    informativo emitido por los medios de
    comunicación.

    Aspectos adicionales de nuestra realidad moderna
    serán tenidos en cuenta debido a su pertinencia para el
    estudio. Estos y otros datos de cobrada
    actualidad le darán al análisis una forma acabada y completa y
    llevarán a entender muchas de las situaciones que
    enfrentamos, desde nuestro lugar, con relación al
    tema.

    Dialéctica
    Del Sujeto, Sus Dos Componentes Constitutivos:

    Para comenzar el análisis debemos entender una
    situación inicial con dos componentes, porque toda
    dialéctica se integra de dos dimensiones. En este caso los
    denominaremos: un sujeto y un objeto. El sujeto es el yo.
    Lo opuesto al sujeto es, en una primera instancia, algo diferente
    del yo: el otro, el objeto.

    El sujeto da cuenta de su existencia cuando descubre que
    hay otro distinto de él (el no yo),
    el otro. Como la dialéctica implica
    negación, en este caso el otro sería la
    negación del yo, no por oponerse a este, sino por
    constituir el no yo.

    La concepción entre sujeto y objeto fue entendida
    de distintas formas, pero las más importantes (debido a su
    aporte para este trabajo) son las que siguen:

    Sujeto para Descartes:

    Para Descartes, la única certeza del hombre es su
    existencia. El yo es la certidumbre de la existencia, el
    resto es la duda. Pero esta sentencia ("Pienso, Luego Existo")
    entraña una crítica, ya que el sujeto pensante existe
    como cosa, se sustancializa y pierde toda reflexividad. El
    yo queda alienado en su propia imagen: para que
    exista un yo humano debe existir autoconsciencia, un
    movimiento
    según el cual el yo vuelva sobre sí mismo,
    reflexione sobre su propia existencia, y determine la
    relación dialéctica yo – no yo.
    El movimiento de reflexión del sujeto sobre sí
    mismo se puede dar por el deseo. Desde el deseo el sujeto
    reconoce a otro, y se reconoce como algo distinto de sí
    mismo.

    Sujeto para Hegel:

    Hegel introduce la idea del deseo. Para él,
    desear permite una realidad externa al sujeto, un movimiento al
    interior del sujeto que posibilita establecer una diferencia con
    la realidad, con el objeto. El deseo permite construir la propia
    subjetividad, la relación dialéctica sujeto –
    objeto. Para Hegel el sujeto atraviesa la historia en un avance hacia
    la conciencia de
    sí. El camino de la historia en Hegel es el progreso de la
    conciencia de la libertad, que
    culmina cuando el sujeto reasume su libertad (los ideales de la
    Revolución
    Francesa, Libertad, Igualdad y
    Fraternidad, posibilitan el reconocimiento recíproco de
    los ciudadanos y hacen a los esclavos amos de sí mismos).
    Ese reconocimiento es necesario ya que para el autor el hombre
    desea ser reconocido, y así desea un deseo, o el deseo del
    otro. Así, la sociedad
    sería la sociedad de los deseadores deseantes. El sujeto
    como tal construyó su yo en ausencia de su
    satisfacción y sobre la imagen mística del otro
    porque con él que se identifica ya que "lo que desea… es
    ser deseado por otro…" (el deseo del sujeto es el deseo del
    otro).

    Sujeto para el psicoanálisis:

    En la dialéctica hegeliana vemos que se da el fin
    de la historia cuando se resuelve el conflicto y el ser puede ser
    consciente de sí. Para el psicoanálisis, y para
    Lacan en particular, siempre el sujeto está en un margen
    de alienación. Toda idea de sí o identidad
    está construída en torno al
    yo, pero esta idea lleva en sí una negación.
    El yo esta construído sobre cadenas discursivas que
    al menos conscientemente el sujeto niega. Aquí se da el
    segundo componente de la dialéctica, el no –
    yo. No hay construcción de la identidad humana sin un
    espacio de auto – engaño. Si el individuo
    reflexiona sobre la naturaleza de
    su error y analiza la realidad de los argumentos se da la
    síntesis dialéctica, llegando al no
    – no – yo, y posibilitando así, la
    afirmación definitiva. Pero nunca se puede evitar que el
    inconsciente irrumpa.

    Para Lacan el deseo es una falta que no puede ser
    satisfecha por un objeto real (el representante sería la
    falta de la auto – delegación en la realidad, el otro todo
    potencia), el
    objeto pulsional puede ser sólo un objeto
    metonímico del objeto del deseo. Así, entendiendo
    metonimia como el designio de cosas con el mismo nombre por estar
    relacionadas, vemos que el objeto pulsional y objeto del deseo,
    debido a su íntima relación, tienden a unirse en
    una misma cosa, ya que le que se desea es un deseo. El
    único objeto capaz de satisfacer la necesidad sería
    el objeto del deseo (objeto a), que es el objeto perdido,
    que encuentra su lugar en la satisfacción de una
    pulsión.

    Los actos fallidos, por ejemplo, tendrían sentido
    ya que tienen que ver con el deseo y con un movimiento de
    ocultación: con la manera de aparición el deseo en
    palabra. Para el psicoanálisis el deseo se realiza en la
    vida por fallas de palabras o en la pantalla del sueño.
    Sondeamos en estas formas de manifestación del deseo
    anteriormente mencionado para entender la verdadera realidad de
    muchas de las condiciones de la consciencia humana.

    El deseo sería en este caso la
    insatisfacción como resto despues del colmamiento de la
    necesidad; esto significa que una vez satisfecha una necesidad
    inicial del hombre, queda una nueva insatisfacción que no
    puede ser abarcada y así el deseo vive en su
    insastifaccion, ya que ningún objeto coincide con el que
    el sujeto busca. Como para Hegel, "la sociedad es un conjunto de
    deseos deseándose mutuamente como deseos."

    Algunos Aportes de
    la Teoría Lingüística:

    En este punto del análisis, sería
    útil incorporar las concepciones esenciales de la
    teoría lingüística:

    En una relación lingüística se da un
    signo lingüístico: este es el producto de la
    asociación de un término con una cosa. No une una
    cosa a una palabra sino un concepto a una imagen acústica
    (su huella psíquica es el testimonio de los sentidos). El
    concepto es el significado y la imagen acústica el
    significante, formándose el signo como relación
    entre ambos.

    Entre las características principales del signo
    encontramos las siguientes:

    • el signo es arbitrario (entre significado y
      significante no existe un lazo necesario que los
      una);
    • el signo es inmutable (una vez elegido el
      significante se impone a la comunidad
      lingüística, dándose esto por una suma de
      fuerza y
      consenso);
    • el signo se altera (se modifica el concepto o se da
      una alteración fonética como un
      desplazamiento);
    • el significante es lineal (como cadena significante,
      cuando se produce la lengua es
      estructurada y hay dos dimensiones: sintagmática
      {léxico de unidades lingüísticas} y
      paradigmática {combinación de las
      unidades});

    Así, la significación presente de un
    término depende del sistema de la
    lengua, que se conforma de una cantidad determinada de leyes de equilibrio que
    dependen directamente de la sincronía, pero además
    observamos "una relación fundamental entre el sentido y el
    signo."

    Entre los autores más importantes relacionados
    con el tema encontramos a Sassure, quien describe al significante
    como la palabra misma, en contraposición al significado,
    pero hay una relación arbitraria entre palabra y cosa o
    significado: "cada significante constituye un signo por la
    unión a un significado particular." Sin embargo, toda
    palabra no necesariamente se relaciona con una
    significación ya que el significante es la palabra
    sólo en la medida en que pueda remitir a mas de una
    significación. Por otra parte el sonido no tiene
    necesidad de ligar una palabra a lo que ella quiere
    decir.

    Una de las relaciones que se establece entre el
    psicoanálisis y la teoría lingüística
    es el hecho de que para Lacan el inconsciente esté
    estructurado como un lenguaje. Pero
    establecer esta única relación sería una
    generalización vaga, ya que existen conexiones más
    profundas entre ambas realidades. Así, observamos que otra
    de las relaciones entre la teoría lingüística
    y el psicoanálisis en relación a la
    dialéctica del sujeto, se entiende desde que el
    análisis del lenguaje sirve para una aplicación al
    sujeto para observar al no – sujeto dentro del sujeto. Esta
    relación dialéctica es diferente de la
    anteriormente argumentada por otros autores.

    Las concepciones anteriores del sujeto, observaban este
    componente como cosa (Descartes) o como ser auto – consciente
    (Hegel). Sólo el psicoanálisis dió cuenta
    del margen de alienación en que se encuentra el sujeto,
    que nunca conoce su propia realidad. Esto se conecta con la
    teoría lingüística desde el diálogo en
    la situación analítica, en la que no hay
    comunicación ya que el analista no escucha lo que el
    paciente quiere decir, sino lo que en su palabra traiciona lo que
    casualmente no quiere en absoluto decir. Porque en realidad "el
    sujeto no sabe lo que dice o no dice lo que quiere decir, o
    cuando dice lo que quiere decir no sabe lo que está
    diciendo."

    Así, el sujeto que habla deja de ser consciente,
    y sólo puede ser entendido desde la profundidad de su
    análisis, que logra desentrañar lo que hay de
    traición en su lenguaje (equivocaciones, actos fallidos,
    lapsus, etc.). Estas son las palabras de un nuevo dialogo, el cual
    se entabla no ya entre paciente y analista, sino entre
    inconsciente del paciente y analista. No hace falta manifestar un
    análisis muy desarrollado para entender que en tal
    relación la dialéctica del sujeto se modifica desde
    la aparición de un sujeto dentro otro sujeto.

    Pero la dialéctica del sujeto se conecta con la
    teoría lingüística en otro punto adicional del
    análisis: el reconocimiento de los términos
    Necesidad – Demanda
    – Deseo.

    El estudio de este tema será un complemento
    útil para este análisis pero para ello hay que
    entender en profundidad la relación entre estos
    términos desde el origen de la vida
    humana.

    Desde que el hombre nace, recibe todo desde sus padres:
    alimento, palabras, amor. En sus
    primeros años el niño se encuentra en una
    situación de necesidad, cuyo displacer lo lleva a una
    pulsión. Esta se da por la necesidad biológica de
    alimentos,
    cuidados, etc., debido a la imposibilidad del niño de
    actuar por sus propios medios. La
    satisfacción que el niño recibe de la necesidad se
    liga a una imagen o percepción
    del objeto que brindó la satisfacción. El
    niño reconoce así la satisfacción de su
    necesidad, que se suelda en su interior en forma de huella
    mnésica (en relación con la memoria) y
    constituye para él la representación del objeto
    pulsional. Más adelante, reaparece la
    imagen/percepción del objeto que es nuevamente manifestada
    tras la primera experiencia de satisfacción pero la
    pulsión no puede aparecer como una necesidad pura sino que
    se transforma en una necesidad ligada a una representación
    mnésica de satisfacción. Esto se da ya que la
    necesidad ya fue satisfecha y esa satisfacción es
    requerida por el sujeto nuevamente. Así es como surge el
    deseo como la "imagen mnésica de la percepción de
    la satisfacción."

    Lo que se desea en este caso es una nueva carga
    psíquica de una nueva huella mnésica de
    satisfacción ligada a la identificación. La
    necesidad crea un impulso psíquico que forma una imagen
    mnésica de la primera satisfacción (deseo) que se
    graba en la memoria y luego
    reaparece como percepción: no existe una verdadera
    satisfacción del deseo en la realidad, ya que la
    única realidad en la dimensión del deseo es la
    psíquica (porque se desea algo que no existe: la
    satisfacción en forma de carga psíquica). El deseo
    moviliza al sujeto hacia el objeto pulsional que no tiene objeto
    en la realidad.

    Todo esto necesita la presencia del otro debido a la
    incapacidad del niño para satisfacer por sí mismo
    la exigencia orgánica que requiere un otro que lo remite a
    un universo
    semántico y discursivo:

    El ‘Otro’ inscribe al niño en ese
    referente simbólico y se atribuye la capacidad de ser un
    Otro privilegiado (la madre como otro llega al niño por el
    alimento).

    La dialéctica del sujeto nos lleva observar una
    relación: yo – otro. Pero la conexión con la
    teoría lingüística se da desde que el yo
    (niño) es hablado por el otro (madre). La madre por gestos
    y palabras hace gozar al niño y esto va mas allá de
    la satisfacción de necesidades. Así, el niño
    es capaz de desear por medio de una demanda dirigida al otro. Con
    la demanda se inicia la comunidad simbólica con el otro,
    demanda como expresión de deseo: mas allá de la
    satisfacción de la necesidad se demanda algo extra: amor.
    El deseo del deseo de otro se da en el reencuentro de la
    satisfacción original (en dicha satisfacción el
    niño recibe todo sin demandar nada) y hay una
    pérdida: el surgimiento del deseo depende de la
    búsqueda del reencuentro de la experiencia de goce. Por la
    demanda se desea un objeto imposible (la falta de la cosa hace
    que el vacío se apunte hacia el deseo del deseo), y nunca
    se sustituye el objeto eternamente faltante.

    A diferencia de las concepciones clásicas de la
    relación entre sujeto y objeto, en este caso el sujeto,
    siempre en un margen de alienación, busca un objeto que no
    existe.

    Conclusiones preliminares sobre la Dialéctica
    del Sujeto:

    Lo anteriormente dicho sirve para entender el avance que
    tuvo el concepto del sujeto, y como se lo entendió con
    relación al objeto desde tendencias que son relevantes
    para cualquier análisis de la realidad.

    Si bien Descartes "descubre" al sujeto, el sujeto
    cartesiano se encuentra preso de sí mismo, ya que se
    sustancializa en una cosa (el yo pensante), y no reconoce
    reflexividad en sí mismo.

    Para Hegel el sujeto reconoce al objeto desde lo
    exterior, desde la realidad que percibe desde el deseo.
    También asume su propia subjetividad al llegar a ser
    consciente de sí.

    Pero es en la teoría psicoanalítica en
    donde el yo y el otro son observados con más
    profundidad. En un principio el yo está
    constituído por el hijo, y el no yo por la figura
    de los padres. El yo que usa el lenguaje
    está bañado por el discurso
    materno. El sujeto a través de su vida debe apropiarse del
    discurso del otro. Hay un yo y un otro,
    desde que existe un hablante y un oyente, el que habla y el que
    es hablado, siendo esto útil para una relación con
    la lingüística.

    El yo tiene que construir un punto de
    negación al discurso para no ser hablado por otro,
    como lo fue en los inicios de su vida. El avance en la vida del
    sujeto es una tendencia a salir del discurso materno que lo
    mantiene alienado pero siempre queda un resto ya que no se puede
    asumir nunca absolutamente la consciencia. El sujeto sólo
    se puede adueñar de su propio discurso diciendo no, pero
    esto se hace a costa de otro ya que se evita el discurso
    ajeno (y se da el dilema entre el dominio
    discursivo contra el decir no). El sujeto nunca puede alcanzar su
    propio discurso a pesar de su avance en ese sentido (esta
    contradicción iría en contra del fin de la historia
    hegeliana).

    A la existencia del sujeto pensante cartesiano ("Pienso,
    Luego Existo") se contrapone la imposibilidad de asumir el propio
    ser, que se observa en la sentencia lacaniana:

    "pienso donde no soy,

    soy donde no existo"

    Los sujetos son el reconocimiento del referente
    empírico de las condiciones, pero las causas de las
    condiciones son desconocidas, debido a que están
    teñidas por la historia personal. El
    sujeto, que en la modernidad
    había sido asumido como pensante y consciente, es
    cuestionado y enfrenta una gran crisis desde el
    psicoanálisis, que es a su vez una de las mas duras
    críticas que debe enfrentar la razón burguesa. En
    este punto se da un quiebre o una ruptura entre lo manifiesto y
    lo latente, entre lo que expresa el sujeto y lo que se haya
    oculto en su propio discurso, hay una contradicción entre
    el ámbito privado y el ámbito
    público.

    Desde los aportes de la teoría
    lingüística en conexión con el
    psicoanálisis, observamos que el sujeto es hablado por
    otro. Y como la madre brinda palabras y alimento, da amor… El
    sujeto, que antes era dueño de su pensamiento y
    se creía amo de su decir, se enfrenta a una
    subversión que refiere que él es habitado por un
    lenguaje que lo determina: no es amo, sino esclavo de su decir.
    El sujeto vive habitado por mandatos que desconoce, pero que lo
    determinan. Esos son mandatos inconscientes que son los mandatos
    familiares de la primera infancia le
    ordenan al sujeto realizar cosas que no son directamente
    abordables, sino que requieren un ámbito de
    reflexión. De todas maneras el ámbito de lo
    indeterminado siempre está presente en el sujeto. Lo dicho
    primero legisla, confiriendo una autoridad
    sobre el sujeto, y éste no puede hacer consciente el
    contenido de su mandato.

    Y a su vez el sujeto lleva una huella dentro de
    sí, que adquiere forma de falta, ya que la
    satisfacción primera de su necesidad se dió
    sólo con su deseo, y luego la demanda no encuentra
    satisfacción.

    Tras este análisis se observa que el concepto de
    sujeto sufre una transmutación. Pasa de ser un sujeto
    cosificado a ser un ser consciente de sí. Pero luego es
    concebido como un sujeto que no puede abordar su propia realidad
    y más adelante como un sujeto que no puede reapropiarse de
    su discurso.

    Las declaraciones precedentes sirven para entender la
    relación existente entre sujeto y objeto desde distintos
    puntos de vista. En todos los conceptos se ve que el objeto es
    algo necesariamente distinto al sujeto, implicando un quiebre
    insalvable en la relación.

    El sujeto cartesiano se diferencia del objeto desde la
    duda, siendo el sujeto el yo pensante que asume su propia
    realidad, y el objeto el resto, pero con una
    sustancialización subjetiva.

    En Hegel el sujeto es el ser consiente de sí, que
    llega a esa conciencia desde que desea algo exterior, y
    así entiende su realidad. Desde el deseo se separa el
    sujeto del objeto.

    En el psicoanálisis la relación sujeto –
    objeto se entiende como la relación yo
    otro. Pero mismo al interior del sujeto hay un otro
    que hace que el sujeto sea hablado, y no pueda llegar a ser
    consciente sí.

    Así podemos determinar que hay un quiebre
    necesario entre sujeto y objeto, que no se puede salvar. Esto
    puede introducirse para establecer la relación que se da
    en la representación, entre representante y representado,
    que también implica necesariamente un quiebre, ya que el
    representante nunca será la misma persona que el
    representado, y como en la dialéctica sujeto –
    objeto, la distancia hace a los componentes de la relación
    cosas diametralmente diferentes.

    Nociones
    Básicas Sobre la Representación:

    Al abordar el tema de la representación vemos que
    entre representante y representado hay un quiebre insalvable, tal
    como fuimos observando con relación a la dialéctica
    sujeto – objeto.

    Pero este tema nos acerca a una paradoja que llama al
    siguiente planteo: ¿por qué el representado,
    habiendo delegado su autoridad en sus representantes, pierde toda
    capacidad en manos de esta prerrogativa superior?.

    Para estudiar en profundidad esta curiosa
    relación sería útil introducir el concepto
    de delegación como relación por medio de la cual
    una persona da poder a otra
    persona, o la "transferencia el poder por la cual un manante
    autoriza a su mandatario… (con) el pleno poder de actuar por
    él."

    La delegación existe si se ha dotado a una
    organización permanente de representantes,
    con ‘plena potencia’ y con la capacidad de sustituir
    (entendido como ‘hablar por…’) al grupo serial,
    hecho de individuos separados y aislados en renovación
    constante, no pudiendo estos últimos hablar o actuar por
    ellos mismos.

    La naturaleza de esa relación puede verse como se
    quiera: un mandato, una comisión, una procuración,
    etc. Pero el objetivo de semejantes sentencias es representar,
    ver y valer los intereses de las personas o del grupo. Sin
    embargo, quien manda es envestido de una capacidad que excede sus
    propias capacidades ya que el mandatario tiene poder sobre aquel
    que se lo da. Cuando una sola persona es depositaria de los
    poderes de una cantidad de personas, puede ser envestida de un
    poder que trasciende a cada uno de sus mandantes. No es la
    primera vez que se sacan concepciones similares: en la
    Teoría Política muchas veces se ha inducido a decir
    que el ‘todo’ es superior a la suma de las partes, o
    que la ‘unión’ es algo distinto que sus
    componentes constituyentes. Pero la relación de
    delegación disimula la verdad de la relación de
    representación: hay una realidad en la que un grupo no
    puede existir sino por la delegación de una persona. Esta
    persona puede actuar como persona moral en
    sustitución del grupo, y no es más el grupo, sino
    algo diferente, personificado en una autoridad.

    Estudiado esto en profundidad, se observa que la
    relación es mutua ya que si bien el representante es
    creado por los representados, por otra parte estos no
    existirían sin él. Una nueva relación
    dialéctica se observa, analogable a la de la
    dialéctica del sujeto, en la que un componente no existe
    sin el otro: el grupo hace a la persona que habla en su nombre,
    pero en realidad es verdad decir que es el portavoz quien hace al
    grupo. El representante "existe porque representa, y esta es una
    acción
    simbólica." Por otra parte el grupo es representado o
    simbolizado y existe y hace existir al representante del grupo.
    Esta es una relación circular que da raíz a una
    ilusión que hace que el portavoz aparezca como causa
    sui generis, ya que es la causa de su poder, porque el
    grupo que le da poder no existiría si el representante no
    estuviese.

    En éste circulo original de la
    representación se oculta el fetichismo
    político
    y el proceso en que
    los individuos se constituyen y son constituídos como
    grupo pero sin control sobre el
    grupo.

    La relación muestra que los
    dominantes existen siempre pero los dominados sólo existen
    si se movilizan o representan. Sin embargo el margen de
    acción de los que dominan quita a los representados toda
    capacidad, viéndose en la delegación el principio
    de la alienación política.

    Así, para Marx los
    políticos son producto de la cabeza de los hombres pero
    parecen dotados de vida propia. Hay una misteriosa
    elevación de los representantes que los lleva a un rango
    inalcanzable, transfiriéndoles una cualidad todopoderosa.
    La delegación sería una ‘magia’ que
    hace existir una colección de personas plurales, por medio
    de alguien que manda como persona ficticia: es un cuerpo
    místico. Así, el mandatario estaría
    investido de una ‘impostura legitima’: el usurpador
    es alguien que se toma con buena fe por otra cosa de la que es,
    funciona con inocencia por que los individuos coinciden en gran
    medida en torno a él.

    El representante o mandatario se vuelve por la
    delegación inconsciente un ser capaz de actuar en
    sustitución del grupo. Está en una relación
    de metonimia con el grupo (es a la vez el grupo y algo diferente
    de él) ya que quien manda es la parte del grupo que puede
    funcionar como signo en el lugar de la totalidad. Y es un signo
    ya que es pasivo (porque como objeto manifiesta la existencia de
    sus mandados), y es activo desde el habla (porque es un portavoz
    que dice lo que representa).

    Pero nada garantiza que el representante cumpla con el
    contenido que le impusieron sus representados, ya que los
    mandantes hacen un ‘cheque en
    blanco’con sus mandatarios. Cuanto más
    desposeídos son las personas más obligadas
    están a confiar en los mandatarios para tener palabra
    política: así observamos que para los individuos
    que están aislados, sólo les quedan dos opciones:
    callar o ser hablados. Y esto último, el hecho de ser
    hablados, requiere necesariamente al otro.

    En la constitución del grupo el signo hace la
    cosa significada, el mandatario enuncia y esto significa algo: el
    significante se identifica con la cosa significada que no existe
    sin él.

    Pero también podría observarse la
    usurpación que estaría en estado
    potencial en la delegación, ya que ‘hablar x’
    implica propensión a hablar en su lugar y para
    identificarse con el grupo y decir ‘yo soy el grupo’
    el mandatario debe anularse en el grupo, entregar su persona o
    ‘no existir sino por el grupo’.

    En todo esto observamos un poder simbólico que se
    encarna en una desviación en provecho de la persona y de
    las propiedades de la posición. Es un poder que supone
    reconocimiento (y desconocimiento de la violación ejercida
    por él). Sobran planteos sobre hasta que punto quien manda
    tiene una potencia total sobre quienes obedecen: lo cierto es que
    en una época de crisis de representación, estos
    dilemas salen a la luz.

    Por medio del efecto de metonimia se daría la
    universalización de los intereses particulares de las
    personas influyentes y la atribución de los intereses de
    los mandatarios a los mandantes. Esto nos permitiría decir
    que los mandatarios no son cínicos sino que son apresados
    en el juego y creen
    verdaderamente en lo que hacen. La investidura que se les otorga
    crea en ellos una compenetración con su actividad que los
    compromete.

    Si bien existe esta imperfección en el sistema de
    representación delegativa, por medio de la cual la
    restricción es que los representantes tienen un margen de
    autonomía, dicho sistema ya está internalizado en
    nuestras concepciones cotidianas, habiendo tomado el carácter de representación social
    como el saber de sentido común.

    Los representados no pueden controlar los actos de los
    representantes, mas allá de la delegación misma. Y
    las imperfecciones del sistema no se observan, debido a que
    éste forma parte de nuestra cultura política,
    entendida esta como "conjunto de actitudes,
    normas y
    creencias compartidas mas o menos ampliamente por los miembros de
    una determinada unidad social que tienen como objeto
    fenómenos políticos." Los diferentes principios de
    orden de la sociedad en un momento dado eliminan lo que es y lo
    que no es asunto político. Así, la
    representación estaría dentro de nuestra cultura
    como asunto político haciendo prevalecer conceptos
    relacionados con el tema.

    Toda representación social es
    representación de algo y de alguien, pudiéndose
    introducir en el tema la dialéctica sujeto – objeto. Esto
    implica que en la representación el representante no es el
    duplicado real ni ideal, ni del objeto o sujeto, sino que
    constituye el proceso por el cual el objeto se relaciona al
    sujeto. El representante no es algo igual al representado en la
    representación, y esto le otorga una capacidad que escapa
    al representado. Así entendemos al acto de
    representación como "un acto de pensamiento por medio del
    cual un sujeto se relaciona con un objeto."

    Por otra parte, entendemos representación desde
    el ámbito del psicoanálisis como "lo que forma el
    contenido concreto de un
    acto de pensamiento y especialmente la reproducción de una percepción
    anterior."

    Representar es sustituir (estar en lugar de…),
    significa reemplazar y todo reemplazo hace que aparezca un
    otro. Como vimos anteriormente el otro implica una
    distancia entre las partes de la relación
    dialéctica. La representación remite a otra cosa,
    como un signo o un símbolo.

    Como ejemplo, un signo lingüístico es la
    abstracción de una cosa, el remitente de algo ajeno a
    sí mismo. Así el representante restituye de modo
    simbólico algo ausente y algo presente.

    Características fundamentales de la
    representación:

    • Siempre es la represatcion de un objeto;
    • Tiene el carácter de imagen y la propiedad de
      poder intercambiar lo sensible y la idea, la percepción
      y el concepto;
    • "Tiene carácter simbólico y
      significante, tiene carácter constructivo,
      autónomo y creativo."

    Esta definición dice mucho sobre nuestro tema. El
    carácter constructivo de la representación nos
    muestra que da la capacidad al representante de crear algo nuevo,
    o al menos algo distinto en lo que corresponde al
    representado.

    Sobra decir que la condición autónoma y
    creativa de la representación remite a la independencia
    que posee el representante respecto del representado, y por ende
    a su posibilidad de actuar sin consentimiento explícito.
    En otras palabras, representante y representado son algo ajeno,
    diferente.

    En un sentido lato, representación social quiere
    decir representación de uno hacia otro. Un sujeto
    es consciente de su existencia cuando es consciente de la
    existencia del otro. Esto le permite reconocerse como
    diferente y autónomo. Si no niega al otro, el
    individuo no puede afirmarse como tal. Esto le permite dejar de
    ser una existencia indisoluble de los demás y hacerse
    yo, sujeto, individuo.

    Todo implica una brecha entre el representante y el
    representado: nunca pueden coincidir exactamente ambos
    componentes, nunca se da la representación en el sentido
    del término. Siempre hay un margen de autonomía en
    el representante, la representación nunca es un duplicado
    de lo real.

    La relación entre sujeto y objeto, así
    como la de representante y representado, implican un quiebre
    inevitable, nunca se pueden corresponder exactamente en el
    contenido de la representación las exigencias del
    representado con las acciones del
    representante. Siempre algo inevitablemente se pierde.

    El mismo origen etimológico de la palabra
    representación (re – presentación: volver a
    representar), indica que el representante original no es el
    representado.

    Esta relación implica una fractura que constituye
    volver presentar lo ausente: el representante representa al
    ausente, lo que no está. Quien realiza la
    representación no es el representado exactamente, sino
    otro. Y desde que hay otro, hay una distancia que
    no se puede salvar, cuyo diferencia otorga al representante
    cierto margen de prerrogativa para realizar el contenido del
    mandato de manera distinta a la que hubiera realizado el
    representante de encontrarse en ese lugar.

    Aplicación
    al quiebre representante – representado:

    Teniendo en cuenta la aplicación del conflicto
    representante – representado observamos las consecuencias
    que dicha declaración trae para la democracia.

    En otras épocas la representación se
    fundaba en una gran confianza entre representantes y
    representados, entre electores y partidos
    políticos. Pero en la actualidad podemos observar
    ciertos fenómenos que hacen que se modifiquen dichas
    relaciones:

    • La votación cambia de elección en
      elección.
    • La estrategia de
      los candidatos se encarga de construir imágenes
      por medio de herramientas
      de marketing,
      pero la
      personalidad de los líderes juega un rol central,
      ante promesas determinadas.
    • La distancia entre representantes y representados
      parece agrandarse.

    Los partidos en principio acercaron a representantes y
    representados, los representantes permanecían en estrecha
    relación con los electores, se podía ejercer
    influencia sobre los gobernantes. A pesar de la distancia que no
    se podía traspasar entre ambos, había una
    cercanía, ya sea geográfica, ya ideológica,
    etc.

    Actualmente nos enfrentamos a una Crisis de
    Representación.

    En tiempos actuales estamos regidos por el gobierno
    representativo, cuyos principios son:

    • Gobernantes elegidos por gobernados;
    • Gobernantes con cierto margen de independencia con
      relación a los gobernados;

    – La opinión
    pública sobre temas políticos puede expresarse
    más allá del control de los gobernantes;

    • La decisión colectiva deriva de la
      deliberación;

    Las características del gobierno representativo
    incluyen distintos aspectos. Principalmente los gobernados pueden
    gestar y manifestar libremente sus opiniones políticas.
    Para que los gobernados se formen una opinión sobre los
    políticos es necesario que puedan acceder a la información política, lo que supone
    el carácter público de las decisiones
    gubernamentales. Esto requiere también libertad de
    expresión de las ideas.

    Pero por otra parte, los representantes no se hayan
    obligados a poner en ejecución la voluntad del pueblo,
    aunque no pueden ignorarla: la libertad de opinión
    garantiza que al menos esa voluntad sea conocida. La
    opinión pública es una forma no institucional y no
    jurídicamente sancionada de la unidad política del
    pueblo. Mantiene abierta la posibilidad de que el pueblo hable
    por sí mismo y que se manifieste yendo mas allá de
    la representación. La representación absoluta como
    autogobierno del pueblo elimina la distancia en gobernantes y
    gobernados, pero es una situación ideal e
    irrealizable.

    La idea de representación se vincula a la de
    pluralidad de individuos libres en sus opiniones, la
    institución representativa por excelencia es un cuerpo
    colectivo y no un individuo particular.

    Introduciendo en este punto la dialéctica del
    sujeto anteriormente analizada observamos una relación
    yo no – yo: el representado es un sujeto y el
    representante es el otro, es la negación del sujeto
    del representado por otra persona (no es la mismidad, es la
    alteridad).

    El lazo entre la voluntad de los electores y el comportamiento
    del elegido no es nunca garantizado, el representante es el
    otro, y no uno – mismo, y desde ese momento sus acciones
    son otras y no las mismas del representado, entonces ese margen
    de prerrogativa permite que muchas veces el representante realice
    acciones que escapen de la voluntad de los
    representados.

    Así, Manheim menciona que "el régimen
    representativo no ha sido jamás un régimen en el
    cual los representantes se hallan estrictamente obligados a poner
    en práctica las voluntades del pueblo."

    Para entender la democracia en el estado
    actual que ahora se encuentra en crisis, debemos analizar los
    tipos ideales de gobierno representativo y la aplicación
    de cada uno al caso argentino, en un avance histórico.
    Esta tipología se conforma de la manera que
    sigue:

    • Democracia Parlamentaria:

    En esta forma de gobierno representativo el
    representante tiene relaciones locales con sus electores, pero
    cada diputado es libre de votar en el parlamento según su
    juicio personal, lo que da autonomía a este, mas
    allá de los electores. El fenómeno de la
    opinión pública puede ejercer influencias,
    permitiendo que los electores participen de alguna manera, pero
    en última instancia la decisión corre por cuenta
    del sistema parlamentario y de los diputados. Puede haber
    diferencias entre la opinión pública y el
    parlamento en su conjunto pero más allá de reducir
    la legitimidad del parlamento, los electores no pueden introducir
    sus concepciones mas allá de la votación. El
    parlamento puede ser una instancia de deliberación, en la
    que el individuo conforma una voluntad mediante la
    discusión, siempre implicando una distancia entre el
    elector y el funcionario que ocupa el escaño.

    Llevando este componente de la tipología a la
    realidad histórica argentina, observamos que dichas
    características se dan en el período 1880
    – 1930.
    Este es el contexto de los gobiernos
    conservadores y de la apertura de la participación política más
    adelante. También es un contexto de economía
    agroexportadora, de prácticas de caudillos y,
    anteriormente, del desierto como tierra del
    gaucho (a quien se le otorga carácter nacional y
    político, sólo en la medida en que participa de las
    campañas para extender el territorio, permitiendo las
    tierras para el modelo
    económico).

    En la época del gaucho este es considerado por
    una parte como el vago, como el no propietario, por el doble
    sistema de jurisdicción (ciudad y campo). Por otro lado
    están las guerras, donde
    el gaucho se desmarginiza por las campañas militares,
    además de la "utilización de su registro oral
    (voz) por la cultura letrada."

    En otro ámbito caracterizado por el dominio de
    las elites y los caudillos, hacia el interior del país la
    figura del "hombre grande" basa su respeto en la
    fuerza, y la personalidad
    dura ocupa el lugar del jefe. En cuanto a lo social la Iglesia en
    Argentina también es determinante sobre la vida
    política en este período, donde es parte netamente
    influyente de la elite con decisiones que pesan. El clientelismo
    político para elevar diputados al parlamento
    (característico de este sistema pseudo –
    parlamentarista), observa a estos actores como principales,
    según el paso del tiempo:
    gauchos,
    caudillos, inmigrantes no integrados, etc.

    Más adelante aparece como actor en la escena
    nacional el Partido Radical, llevando en 1916 a Yrigoyen a la
    presidencia, alguien que intenta incorporar a la vida
    política a la creciente clase
    media.

    Las practicas caudillescas y el papel de los
    conservadores, como después de los radicales, muestran
    algunas de las características del sistema parlamentario,
    en el cual los representantes se ganan el favor de los
    representados por la fuerza o el consenso, para luego implementar
    sus márgenes de autonomía como mejor les
    parezca.

    • Democracia de Partidos:

    Con la democracia de partidos se da la ampliación
    del cuerpo electoral, lo que impide una relación personal
    entre el elegido y los electores. En este sistema los individuos
    votan no por alguien que conocen personalmente, sino por quien
    lleva sus colores, y se da
    una identificación del elector con el partido. Los
    electores votan al mismo partido aunque este presente diferentes
    candidatos a lo largo del tiempo y por tradición o por
    reconocimiento ideológico se elige a un representante sin
    tener en cuenta sus premisas, sino debido a su pertenecía
    a determinada organización partidaria. Del lado del
    elegido, el diputado no es libre sino que está ligado a
    una ideología a la que pertenece.

    Este sistema no suprime el margen de independencia entre
    el representante y el representado. Cada individuo se brinda a un
    partido mas allá de los cambios de premisas o candidatos
    que este muestre a lo largo del tiempo. Uno de los posibles
    acercamientos entre representante y representado se da ya que una
    vez planteada la idea del partido los diputados no pueden cambiar
    de opinión, lo que garantiza que la idea elegida por el
    elector no se pueda apartar mucho de la deliberación, de
    sus concepciones, y así no hay tanta autonomía
    entre el funcionario y el sujeto. Pero de todas formas la
    distancia entre el diputado y quien lo eligió existe y es
    importante.

    En la realidad nacional, mas allá de la
    importancia de los partidos desde el período radical,
    podría observarse el período que va entre el
    43’ y el 76’
    , como una época en que un
    nuevo actor nace y marca a la
    sociedad: el peronismo.

    En 1943 el G.O.U, grupo de oficiales unidos, daba un
    golpe cívico militar y
    accedía al poder. En la Secretaría de Trabajo y
    Previsión, Juan Domingo Perón,
    implementaba una serie de reformas sociales en cuanto a la
    relación laboral y otros
    aspectos, que tienden a modificar las relaciones
    sociales.

    Desde el peronismo, vemos que el momento de las masas ha
    llegado. Por otra parte se tiene en cuenta a la soberanía nacional como un hecho
    (independencia de las potencias extrajeras) y la conveniencia de
    las elites llega a su fin para que el trabajador no sea
    más explotado.

    Por lo mencionado antes se da una dicotomía que
    marcó la sociedad argentina por aproximadamente medio
    siglo, peronismo – antiperonismo.

    En un primer contexto se da el apoyo de las clases
    obreras, los sindicatos, la
    Iglesia y la burguesía industrial.

    Tras la Revolución
    Libertadora se da un escenario con el peronismo proscrito y con
    Perón en el exilio: ahora queda en el poder el
    antiperonismo.

    Como los golpes militares castigaron la vida
    cívica de nuestro país (y más todavía
    en esta época), sería difícil hacer una
    analogía completa con la democracia representativa. De
    todas maneras en los momentos en que se permitió la
    elección, la politización y ciertas condiciones
    hicieron que el sistema se estructure de esta forma, es decir,
    con partidos ideológicos y candidatos representantes (en
    Argentina es diferente ya que es muy difícil el peronismo
    sin Perón, y no es que el candidato sea más
    importante que la ideología, sino que el candidato es la
    ideología misma, debido a la personalización del
    poder).

    Ahora queda hacer un repaso de los 70’: un proceso
    que nace en los 60’ con diferentes revoluciones y
    liberalizaciones: las masas quieren una liberación, pero
    el mediador no cambia. El período de estos años es
    totalmente distinto, ya que si bien la dialéctica
    Peronismo – Antiperonismo sigue marcada y la Iglesia con el
    Ejército siguen siendo los padres de esta historia, las
    visiones cambian: también lo hacen el marco internacional,
    le esperanza comunista, los autoritarismos latinos en nombre del
    capital y del
    libre mercado, los
    jóvenes exaltados y demás cuestiones del mundo
    moderno, etc.

    Pero "el peronismo no puede ser caracterizado por una
    ‘ideología’ ", ya que varía en el
    tiempo y es vago y ambiguo. Por eso no podemos generalizar al
    establecer una definición sobre el tema. Una de las
    caracterizaciones básicas del movimiento, en
    relación a lo estudiado, seria el carácter
    populista de éste:

    Los populismos serían "movimientos o
    regímenes políticos caracterizados por una
    específica forma de interpelación popular –
    democrática que echaba mano a ciertas modalidades de
    construcción ideológica discursiva involucradas en
    la movilización heterogénea de un sujeto
    (imaginario) definido como pueblo." La complejidad de la
    política (como forma de articular diferentes significados
    o cadenas de significados para neutralizar sus antagonismos),
    evita semejante reduccionismo.

    En este componente de la tipología uno de los
    factores principales es el contenido discursivo, además de
    la simbología y la movilización. El discurso, por
    su parte, sería el instrumento constitutivo y
    constituyente de los sujetos, que se caracterizan por formar
    parte de un bloque heterogéneo autodefinido como pueblo y
    unificado por la cultura del líder
    (como fenómenos de producción social de sentidos que
    constituyen a una sociedad).

    Los discursos
    abundaban en la época, y las ideologías. Con el
    paso del tiempo, y a medida que nos acercamos a la realidad
    actual, estos componentes verían reducida su
    importancia.

    • Democracias Actuales:

    En la actualidad ya no hay representación con un
    partido. Los resultados del voto pueden variar de una
    elección a otra, aún cuando las
    características económicas, sociales o culturales
    no se modifiquen. Los electores votan en forma diferente
    según la personalidad de quien se presente a las
    elecciones. Se vota por la persona y no por el partido o programa.

    Por otra parte los modernos medios de
    comunicación masiva incentivan este tipo de
    elección ya que las técnicas
    de comunicación juegan un papel principal: confieren una
    percepción sobre los candidatos por parte de los
    lectores.

    Se da una personalización del poder: las
    personalidades se desarrollan en detrimento de los programas. El
    elector tiene en cuenta la confianza en el candidato y
    según ésta confianza articula la elección:
    muchos electores votan según la percepción que
    ellos tengan de lo que está en juego en cada
    elección (presidente, gobernador, etc.). Se observa que
    cada partido se halla agrupado en torno de un
    líder.

    Ultimamente se da la inestabilidad electoral: el
    electorado no vota en torno de una identificación
    partidaria estable sino que cambia su voto según la trama
    de intereses que se muevan o se encuentren en juego en cada
    elección.

    Todo esto muestra que la representación
    política fue testigo de una metamorfosis a lo largo del
    tiempo. La tendencia en la actualidad es formarse una imagen de
    un candidato antes que de un partido, no tener en cuenta la
    plataforma electoral propuesta en la elección, y como
    consecuencia una falta de interés
    por la actividad política. Esto no evita la distancia
    entre representante y representado, sino que la acentúa,
    ya que los electores sólo se interesan en la
    política en el momento de la elección. En ese
    contexto son bombardeados por una cantidad enorme de propaganda
    política, la que utiliza el marketing político como
    principal medio para manipular la opinión pública.
    Esto trae como consecuencia la elección de un candidato
    creado por una estrategia publicitaria, sin contenido real en
    torno a propuestas políticas concretas. Y como hasta la
    próxima elección la gente no tendrá en
    cuenta el espectro político, el elegido puede realizar las
    acciones que quiera, acrecentando la distancia entre
    representantes y representados.

    En términos ideales, la democracia llamada
    directa se funda en el principio de autonomía del pueblo:
    el pueblo se da a sí mismo sus leyes y no está
    sometido a otras cosas que no sean su propia voluntad. Pero el
    gobierno representativo siempre entraña una distancia
    entre representante y representado: entonces difiere de ser una
    democracia directa.

    En el contexto argentino observamos esta realidad en el
    período que va desde el inicio de la Democracia (1983)
    hasta la actualidad.

    Los medios masivos de comunicación son los
    principales protagonistas de esta realidad. Ya en la primera
    elección se vió la importancia de la imagen
    personal y el carisma, encarnado en la persona de
    Alfonsín. Y en los 90’la imagen fue esencial en la
    creación de un candidato, más allá de
    premisas ideológicas o de otra índole. En este
    sentido se da el surgimiento de los partidos catch –
    all
    o ‘atrapa todo’que tienden a agrupar amplios
    sectores del electorado, si importar su tendencia
    ideológica (como la relación Ucedé –
    Pj en el 89’y el Frepaso en el 95’).

    Pero sobre el discurso político, observamos que
    desde el 95’ en adelante el principio tácito del
    discurso es tanto para los sectores populares tradicionales como
    para los que no lo fueron (la ortodoxia ideológica tiende
    a decaer).

    Los medios masivos son un espacio en que la
    política tiene un lugar propio que comparte
    características con otros hechos. Desde los 80’se da
    un alejamiento de un modelo de organización de masas y las
    fuerzas movimentistas se hacen electoralistas. Se da la sociedad
    más mediatizada, en que "hay técnicas de
    comunicación, una nueva percepción del mundo social
    y consumismo político."

    Esta tendencia se inicia a principios de los años
    setenta y continúa vigente: se recobra la idea de la
    potente influencia que ejerce la
    comunicación de los mass media sobre la
    opinión pública. Existe la posibilidad de que haya
    ciertas influencias que modifiquen las formas de pensar y
    concebir el mundo sociopolítico que elaboran los
    individuos, sin que ellos ni siquiera se percaten de dicha
    influencia. Se sabe que los medios de comunicación son
    capaces de generar efectos que pueden ejercer una influencia
    decisiva sobre la opinión pública, especialmente en
    cuestiones políticas y estrechamente vinculadas con las
    campañas electorales (por ejemplo, contribuyendo a la
    construcción de imágenes de candidatos y de
    partidos, a la introducción de ciertos temas y cuestiones
    en los debates para definir la intención de voto, o a la
    creación de un determinado clima
    político).

    No tanto por su influencia directa en las posiciones y
    opiniones políticas concretas que las personas
    desarrollan, sino por su poder para definir los temas acerca de
    los cuales una sociedad "debe" pensar y debatir en cada momento,
    atrayendo la atención sobre ciertas cuestiones mientras
    otras son dejadas de lado, o distorsionadas, y brindando los
    parámetros a partir de los cuales los acontecimientos
    "deben" ser comprendidos, y analizados… los medios se
    imponen.

    La Crisis de
    Representación:

    La dialéctica sujeto – objeto, como
    así la de representantes y representados, siempre implica
    una distancia entre el yo y el otro. Hemos
    observado además que la crisis política de
    representación se desarrolla en las sociedades
    contemporáneas. Es conveniente analizar algunas de las
    posibles causas de estos fenómenos.

    Observamos que las identidades colectivas se diluyen en
    pequeñas agrupaciones transitorias, sin la existencia de
    grandes grupos humanos o
    asociaciones. Sabemos que la sociedad actual carece de
    núcleo rector. La política ya no opera como
    instancia unificadora de la vida social. Se disgregan valores y
    hábitos, creencias y experiencias. Nos enfrentamos a una
    época en que "las palabras y los discursos han sido
    reemplazados por la imagen."

    La imagen le ganó a la palabra, los videos al
    discurso. Estamos en la Era de la Imagen y los medios de
    comunicación juegan un papel fundamental. La
    comunicación es un eslabón fundamental de la cadena
    que relaciona las decisiones individuales con la actividad
    política. Las conexiones que los individuos son capaces de
    establecer entre sus problemas o
    experiencias políticas personales y el contexto
    político general, dependen de numerosas variables,
    entre las cuales los medios de comunicación parecen jugar
    un papel decisivo.

    La complejidad es mucha y la capacidad para
    internalizarla no alcanza: de esta forma entendemos que "…el
    hombre de la era visual recibe una mole vertiginosa de
    informaciones sobre todo cuanto está ocurriendo en el
    espacio, en detrimento de las informaciones sobre acontecimientos
    temporales."

    La Imagen, como principal protagonista de este proceso,
    sería el resumen visible de conclusiones elaboradas por la
    cultura. Y esa misma Imagen modifica las formas de hacer
    política y de entender a la política.

    El sistema político se ve afectado por demandas
    que las instituciones
    y los procedimientos
    democráticos no pueden procesar. La política
    institucionalizada ve restringido su campo, la capacidad de
    conducción política se encuentra en
    entredicho.

    Las sociedades actuales enfrentan una crisis de
    representación: las personas no se sienten representadas
    por ideas particulares o personas.

    Una de las primeras evidencias de
    la falta de atención de la gente indica que las personas
    no prestan atención a todo. La atención es
    altamente selectiva y las imágenes e impresiones que nos
    formamos tienden a concentrarse alrededor de unos pocos temas (el
    bombardeo visual de los mass media juega un papel
    fundamental a la hora e seleccionar la
    información).

    Otra de las consecuencias de los límites de
    las capacidades cognitivas es la que indica que las personas no
    realizan análisis exhaustivos de la información
    correspondiente a una situación, sino que normalmente
    utilizan atajos, resúmenes, etc. Esto quiere decir que
    atienden a lo que les llegue de manera mas acabada y completa,
    para que en menos tiempo puedan procesar la mayor cantidad de
    información que les interese. En este caso los medios de
    comunicación también son determinantes.

    Esta tendencia se acentúa en la
    representación política, debido a que los
    ciudadanos muestran cada vez mas apatía por las ofertas de
    los candidatos políticos, y son reacios a seguir una
    ideología particular. Pero es más importante en la
    representación política que en otros ámbitos
    de la vida, ya que la actividad política es en sí
    representativa. Las capacidades que se delegan en la
    política son las de la sociedad en su totalidad, y una
    crisis en este punto se traduce en una incapacidad de regir a la
    sociedad en su conjunto. Salvo casos hipotético –
    ideales, siempre en una relación política, y con
    más intensidad en la actualidad, existe un margen de
    autonomía entre el delegado y quien delega la
    autoridad.

    Una de las muestras de falta de representatividad de
    figuras importantes en la actualidad se observa en las des –
    institucionalización. Las instituciones, que anteriormente
    ocupaban un lugar central en la vida de la gente, actualmente
    pasan a segundo plano. Instituciones como la Familia o
    la Iglesia son reducidas en sus capacidades.

    Por un lado se da una desmistificación de las
    figuras religiosas (o de otra índole), pero también
    se remistifican otras figuras, que son alabadas, enaltecidas y
    exaltadas. Ejemplos de estas otras figuras son los
    "héroes" o estrellas del deporte, de la música, de
    la
    televisión, etc. Los modernos medios masivos de
    comunicación contribuyen a acercar esas figuras al
    imaginario de las personas, pero lo hacen con más
    intensidad debido a la rapidez con que se transmiten las
    imágenes. Crece la rapidez con que las imágenes se
    muestran, como así también la cantidad de
    informaciones que recibe el individuo, las cuales en muchas
    ocasiones no puede procesar. Podríamos enunciar, con Eco,
    que "la percepción del mundo… tiende a hacerse
    hipertrófica, masiva, superior a las posibilidades de
    asimilación e identificación."

    Podemos introducir algunos conceptos de la teoría
    psicoanalítica para explicar fenómenos que se dan
    en las sociedades contemporáneas.

    El proceso de falta de instituciones en la actualidad se
    rastrearía en el ejemplo que Freud da de la
    actitud
    religiosa: esta se basaría en el desarcimiento infantil…
    la religión
    cuida al hombre, y este se la representa como un padre que puede
    conocer sus necesidades. Por medio del ‘ama a tu
    prójimo como a tí mismo´ la religión
    controla la pulsión de autodestrucción del sujeto.
    Así se limitan las pulsiones agresivas de los hombres por
    medio de reacciones psíquicas.

    Entonces una de las funciones de la
    religión y de las demás instituciones sería
    contener la tendencia humana hacia la autodestrucción. Las
    pulsiones de muerte "se
    dirigen primariamente hacia el interior y tienden a la
    autodestrucción, y secundariamente se dirigen hacia el
    exterior, manifestándose en forma de pulsión
    agresiva…"

    De aquí podemos sacar una conclusión
    obvia. Debido a la ausencia de instituciones que contengan las
    pulsiones agresivas del hombre, en la actualidad la
    agresión y el descontento son moneda corriente en nuestras
    sociedades. Para comprobar esta hipótesis sólo basta con salir a
    recorrer las calles de la ciudad.

    La teoría psicoanalítica entiende el
    concepto de representación (Vorstellung) como "lo
    que uno se representa, lo que forma el contenido concreto de un
    acto de pensamiento y especialmente la reproducción de una
    percepción anterior."

    Por otra parte significa un signo siempre coordinado con
    otros que indica que el objeto es inseparable de sus huellas y el
    significado inseparable del significante. Esta indisolubilidad
    implica distancia, ya que la dialéctica sujeto –
    objeto está quebrada por un espacio de
    indeterminación.

    La aplicación a los sistemas
    políticos actuales nos indica que el lugar de la
    representación en la democracia tiende a no estar ocupado
    ya que los cargos se llenan provisoriamente y luego quedan
    vacíos. Esto ocasiona, como ya mencionamos anteriormente,
    que la relación entre representante y representado no
    sólo no sea única, sino que tampoco es
    estable.

    También sería conveniente incorporar el
    concepto de ideal del yo. Para Freud el ideal del
    yo
    (Ichideal) es la instancia de la personalidad que
    resulta de la idealización del yo (narcisismo,
    comúnmente llamado amor propio) y de las identificaciones
    con los padres, con sus substitutos y con los ideales colectivos.
    Constituye el modelo al que el sujeto intenta acercarse. El
    ideal del yo es reemplazado por figuras que son
    idealizadas por parte de los sujetos.

    La idealización constituye el proceso
    concerniente al objeto: este es engrandecido y exaltado
    psíquicamente. Es el proceso psíquico en virtud del
    cual se llevan a la perfección cualidades y valor del
    objeto. La identificación con el objeto idealizado
    contribuye a la formación y enriquecimiento de las
    instancias ideales de la persona. Estas instancias ideales ven
    como primera idealización la de los padres: "El objeto es
    tratado como el yo propio y la pasión amorosa es
    derramada sobre el objeto como una cantidad importante de la
    líbido narcisista"

    En la actualidad hay infinidades de figuras en las que
    los individuos se ven identificados así como objetos que
    reemplazan por su ideal del yo. Pero esos objetos son
    creados artificialmente por estrategias
    publicitarias, campañas y herramientas de marketing.
    Así, observamos una despersonaliación: los
    individuos se auto – desvalorizan ante figuras impuestas
    por los medios y provenientes de otras fuentes.

    Todos estos aspectos son los protagonistas de una nueva
    realidad que enfrentamos día a día, y que traen
    consecuencias para todas las esferas de nuestro mundo en general,
    y sobre la representación política en
    particular.

    La relación entre representante y representado se
    modifica por una parte como consecuencia de la nueva
    dimensión que cobra la relación sujeto –
    objeto en esta época, y por otra parte por una serie de
    fenómenos a los que el sujeto contemporáneo se haya
    sometido, con las consecuencias que todas estas situaciones traen
    para la vida actual. Las tendencias se desarrollan en ese sentido
    y cualquier conclusión debe tener en cuenta los argumentos
    anteriormente aducidos. Lo que sobre el tema ocurra de ahora en
    más, dependerá de las condiciones mencionadas. El
    tiempo nos mostrará el camino…

    Conclusión:

    Como conclusión pueden declararse varias
    cosas.

    La dialéctica sujeto – objeto nos
    mostró que la distancia entre estos dos conceptos es
    insalvable. El sujeto puede ser entendido como una cosa que
    piensa (Descartes); como un ser autoconciente de sí a
    partir de su deseo (Hegel); o como un yo que nunca se
    reconoce a sí mismo desde que es hablado por otro
    (Lacan). Habiendo sido analizado este último punto con
    más profundidad, se incorporaron desde él conceptos
    claves tanto desde el psicoanálisis como desde la
    teoría lingüística.

    Todos los conceptos de sujeto estudiados implicaron un
    otro, como objeto distinto de sí, para entender la
    distancia entre los componentes de la
    dialéctica.

    La dialéctica del sujeto – objeto introdujo
    el dilema de la representación. La distancia entre
    representantes y representados se entendió como
    insalvable: este dilema sirvió para entender muchos de los
    problemas que enfrenta la representación política
    en la actualidad.

    Para comprender esto nos dimos cuenta que la democracia
    representativa sufrió una serie de modificaciones desde
    sus comienzos, pasando por la democracia parlamentaria y la
    democracia de partidos hasta llegar a la democracia actual.
    Estudiamos en profundidad cada uno de los componentes de esta
    tipología, y para dar ejemplos prácticos vimos como
    se dió cada uno en el contexto de la Historia
    Argentina.

    Las condiciones de la democracia actual sirvieron para
    explicar la crisis de representación, en aspectos como la
    personalización del poder y la pérdida de
    interés por la política: esto amplió el
    margen de prerrogativa entre representante y
    representados.

    Observamos que la actualidad es una época que
    enfrenta una creciente des – institucionalización, y el
    sistema político no está exento de esta
    caracterización que se expresa, entre otros aspectos, en
    la falta de ideales colectivos.

    Ejemplo de esta des – institucionalización es la
    crisis que enfrentan instituciones tradicionales como la Iglesia
    o la Familia en dicho
    proceso.

    Causas de dicha des – institucionalización y a su
    vez de la falta de representación son las siguientes
    situaciones: en parte los medios masivos de comunicación
    provocan una modificación en la estructura
    interna de la psicología individual
    (el elevado nivel de información hace que se de la falta
    de atención por la misma); y por otra parte se dan una
    serie de fenómenos psicosociales que se traducen en una
    nueva manera de percibir la realidad.

    Todos estos procesos
    sólo se conjuran para retroalimentar los eventos en ese
    sentido, reduciendo las identidades, silenciando las
    ideologías y contribuyendo acentuar le Crisis de
    Representación.

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      Material a disposición de Comunicación y Cultura
      Política, Cátedra Lutzky.
    • Ludmer, Josefina; "Del lado del uso. Las dos
      cadenas"; El Género
      Gauchesco, Un tratado sobre la patria; Sudamericana, Buenos
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      Material a disposición de Comunicación y Cultura
      Política, Cátedra Lutzky.
    • Masotta, O.; "Lecciones Introductorias al
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      Comunicación y Cultura Política, Cátedra
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      Política en la Argentina Menemista"; Material a
      disposición de Comunicación y Cultura
      Política, Cátedra Lutzky.
    • González Requena, Jesús; "El Discurso
      Televisivo: espectáculo de la postmodernidad"; Cátedra: Signo e
      imagen.

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