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El cuerpo, el mundo y la historia




Enviado por jgangel



Partes: 1, 2

    (Un ensayo
    sobre el movimiento
    humano)

    1. Cuerpo e Historia
    2. El hombre que camina y
      danza
    3. El cuerpo que se copia
    4. El cuerpo sentimental

    "Todavía resulta difícil determinar con
    exactitud cómo llegamos a abandonar la forma de vida
    peluda y a cuatro patas, para sustituirla por una existencia
    bípeda y de piel desnuda.
    ¿Por qué nos incorporamos y empezamos a
    desplazarnos sobre nuestras patas traseras? La postura es
    incómoda, poco eficaz
    y reduce a la mitad nuestra velocidad, en
    comparación con la de un mono normal. Sin embargo, hemos
    conseguido someter al planeta entero".

    Desmond Morris. El cuerpo al desnudo.

    Introducción:

    Se dice que Nimrod, el rey cazador, fue quien impulsó
    la creación de la torre de Babel. Y que allí las
    lenguas se
    confundieron y los hombres quedaron en silencio, sólo con
    su cuerpo, lo que les permitió descender, tomar sus
    herramientas y
    salir al mundo para volver a nombrarlo. También se cuenta
    que para que el mundo existiera, D’s necesitó crear
    un hombre,
    alguien que con sus manos hiciera una medida de las cosas. Y en
    ese mismo relato, se menciona un cuerpo que muere (Abel) y otro
    que se va al Este a trabajar los metales
    (Caín). Y así podríamos seguir hablando del
    origen del mundo, que es el del cuerpo y el ejercicio de
    éste para que las cosas existan y logren un sentido
    valedero porque, como dice Ludwig Wigenstein, "el mundo no
    está compuesto por cosas sino por hechos", es decir, por
    acontecimientos entre el cuerpo y los objetos.

    Aristóteles llamó animal a todo ser que tuviera
    ánimo, es decir, que se moviera. Y en el entendimiento de
    esa movilidad, el filósofo centraba la vida, esto que nos
    lleva a sentir y a ser. De igual manera, se lee en el inicio del
    Génesis: "y el espíritu de D’s flotaba sobre
    las aguas", es decir, las movía y como se movían
    estaban vivas. Y el hombre fue
    hecho, dicen las mismas crónicas, de un soplo de vida, de
    un movimiento (igual que el universo que,
    según la Kabalá, se hizo de una contracción
    de D’s). Así, desde todas las culturas, no se
    concibe un cuerpo vivo que no se mueva, ni siquiera entre
    aquellas que adoraron piedras, como Los Celtas, ya que esas
    piedras eran representación y referente del viento y el
    sonido, del
    paso de la luz y la llegada
    de la oscuridad. De igual manera, todos los conceptos de hombre,
    desde la teología primitiva hasta la filosofía de la ilustración, están señalados
    por premisas que definen al ser humano enmarcado en movimientos:
    vitalidad, animosidad, entusiasmo (palabra que significa estar
    poseído por D’s) etcétera.

    Cuerpo e Historia:

    Si hacemos un análisis crítico de la historia,
    ésta se sucede a través del ejercicio permanente
    entre los cuerpos, los contextos y el entorno. De aquí que
    en las pinturas rupestres el hombre se dibuje en acción:
    luchando contra un mamut, cazando ciervos, pastoreando animales. Y
    cuando asume la escultura, ese cuerpo inerte que se graba en
    piedra o en madera
    comienza a tomar una tercera dimensión, lo profundo, hasta
    instalarse dentro de criterios de movilidad, primero lenta, como
    en el caso de los egipcios y los persas, y luego en movimiento
    rápido aunque no activo sino en reposo, como sucede en la
    Grecia de
    Pericles, Alcibíades y Sócrates,
    cuando en los frisos de Atenas se graba la movilidad del cuerpo
    al detalle, en cada tensión y gesto, representando la vida
    cotidiana, el ir a la guerra y el
    estar en el espacio ciudadano.

    Werner Jaeger, en Paideia, esa gran obra sobre la
    educación
    griega, pone de manifiesto que la primera educación que un
    griego recibía era con relación al uso de su cuerpo
    porque allí encontraba un orden (un cosmos) y una
    extensión a todas sus acciones. Por
    esto no es de extrañar que toda la mitología griega juegue en torno al cuerpo y
    defina la belleza del objeto corporal como el elemento necesario
    que debe estar al lado de toda sabiduría como equilibrio al
    saber y, al mismo tiempo, en
    calidad de
    sujeto estético, lo que legitima el concepto del
    efebo. En los diálogos de Platón se
    da a entender que un cuerpo en orden es el fundamento para toda
    discusión. Por esto, la mayoría de los
    diálogos platónicos se llevan a cabo en banquetes,
    allí donde el cuerpo se alimenta y descansa (hay que tener
    en cuenta que los griegos, como los romanos, aprovechaban las
    grandes reuniones no sólo para conversar sino para dormir
    o hacerse dar masajes. Basta leer la literatura latina, El
    Satiricón
    de Petronio, por ejemplo).

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