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Análisis del fenómeno de la globalización económica, política y jurídica (página 2)




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III. Antinomias y crisis del
Estado
democrático Liberal

Toda estructura
histórica, por el solo hecho de serlo, está
destinada a transformarse y a perecer y, por consiguiente, a
pasar por períodos de crisis, jalones de esa
transformación. El Estado
democrático liberal no escapa a este carácter general de las estructuras
históricas, y es patente que, donde no ha muerto, se
encuentra en situación de crisis y de
transformación. Los modos de verificarse ésta,
los veremos en cada uno de los países que se tratan
más adelante. Pero interesa esclarecer en este
capítulo general cuáles son las razones que para
dicha crisis se dan en la dialéctica interna del Estado
democrático liberal y a qué consecuencias
jurídico-constitucionales conducen.

I. La antinomia democracia-liberalismo

La raíz fundamental de tal crisis radica en que
el Estado democrático liberal se basa en la unidad de
dos términos, que si durante cierto tiempo se
han armonizado, sin embargo, representan en sí mismos
algo antagónico y de difícil convivencia cuando
los principios que
los informan obtienen el adecuado despliegue. Tales
términos son la democracia y el liberalismo.

Cierto que ambos tienen una serie de notas comunes, y
que ninguno puede vivir sin un mínimun del otro; que la
democracia, tal como se ha manifestado en Occidente, exige
ciertas libertades liberales, y que el liberalismo precisa de
ciertas exigencias democráticas. Pero esto es justamente
uno de los supuestos de su antinomia. El otro es que, a pesar
de la necesidad mutua, ambos términos son
contradictorios en una serie de aspectos esenciales:

A) Como manifestaciones de esta contradicción
en el plano ideológico, pueden considerarse las
siguientes:

a) El liberalismo supone la división de poderes
como recurso técnico para limitar los propios poderes.
La democracia, en cambio, no
admite limitación alguna para los poderes del pueblo;
por eso su más característica expresión
histórico-positiva ha sido el gobierno
convencional.

b) Para el liberalismo es esencial la salvaguardia de
los derechos de
las minorías, pues todo individuo
tiene una esfera intangible frente al poder del
Estado; para la democracia, la voluntad de la mayoría no
puede tener límite. El uno es intelectualista, la otra
es voluntarista.

c) El liberalismo significa así libertad
frente al Estado; la democracia, posibilidad de
participación en el Estado;

d) El uno conduce a la afirmación de la
personalidad; la otra, a su relativización ante la
masa;

e) Forma extrema de los supuestos liberales
sería el anarquismo; forma extrema de los
democráticos, el comunismo.

Podría prolongarse la serie de contradicciones;
pero más importante que este resumen de modernas
opiniones es mostrar cómo tal contradicción fue
ya señalada con nitidez en los comienzos del Estado
liberal, y por el más importante de los tratadistas.
Según Benjamín Constant, es preciso comprender en
sus justos términos el principio de la soberanía popular, pues "sin una
definición exacta y precisa, el triunfo de tal teoría podría convertirse en una
calamidad en su aplicación. El reconocimiento abstracto
de la soberanía del pueblo no aumenta en nada la suma de
libertad de los individuos; y si se atribuye a esta
soberanía una amplitud que no debe tener, la libertad
puede perderse a pesar de este principio, o incluso por ese
principio", pues, en efecto, el peligro para la libertad radica
"en el grado de fuerza y no
en los depositarios de esta fuerza". No cabe hablar de una
soberanía ilimitada del pueblo, pues "la
soberanía no existe más que de una manera
limitada y relativa. En el punto en que comienza la independencia de la existencia individual se
detiene la jurisdicción de esta soberanía. Si la
sociedad
franquea esta línea se hace tan culpable como el
déspota que no teme sacar el gladio exterminador; la
sociedad no puede exceder su competencia sin
ser usurpadora; la mayoría sin ser facciosa". El
asentimiento de la mayoría no basta para legitimar sus
actos, y cuando una autoridad
traspasa sus límites,
"importa poco de qué fuente se digna emanar, importa
poco que se llame individuo o nación; se trata de la nación entera menos el ciudadano que
oprime, y no por eso sería más legítima".
Así, toda autoridad tiene unos límites trazados
"por la justicia y
por los derechos individuales. La voluntad de todo un pueblo no
puede hacer justo aquello que es injusto. Los representantes de
una nación no tienen derecho a hacer lo que la
nación no tiene el derecho de hacer por sí
misma". El desconocimiento de esa verdad ha hecho de Rosseau
"el más terrible auxiliar de todos los géneros de
despotismo".

Por consiguiente, la doctrina de la soberanía
popular hay que entenderla, según Constant, en los
siguientes términos: "la universalidad de los ciudadanos
es soberana, en el sentido de que ningún individuo,
ninguna fracción, ninguna asociación parcial,
puede arrogarse la soberanía si no le ha sido delegada.
Pero de ello no se sigue que la universalidad de los
ciudadanos, o aquellos que han sido investidos por ella de
soberanía, puedan disponer soberanamente de la
existencia de los individuos. Hay, por el contrario, una parte
de la existencia humana que necesariamente permanece individual
e independiente, y que está fuera de toda competencia
social".

B) Nos queda por ver ahora cuál ha sido el
desenvolvimiento y desenlace de esta antinomia. Mas como quiera
que se trata de principios en movimiento,
es preciso que consideremos la cuestión desde un punto
dinámico, tratando el tema en conexión: a)
con la diversa situación vital de los estratos
políticamente activos a
que da lugar el desarrollo
social; b) con las distintas concepciones que de la
personalidad
se forman dichos grupos;
c) con los poderes frente a los que se ha de afirmar la
libertad.

Como ya hemos indicado anteriormente, el liberalismo
surge como una rebelión de la Sociedad contra el Estado
absolutista, conducida por dos gripos social y
políticamente activos: la burguesía
económica y los intelectuales, Ahora bien, estos dos grupos,
dada la situación histórica de entonces,
tenían un concepto
individualista de la personalidad: perdida la ordenación
corporativa de la economía y de la
especulación intelectual, los miembros de uno y otro
adquirían la personalidad en la competencia individual
con los demás. Para ambos, libertad y seguridad
individuales aparecían como absolutamente vinculadas al
despliegue de su personalidad. Ahora bien, toda demanda de
libertad y seguridad se dirige contra un opresor concreto:
vencidas ya o batiéndose en franca derrota las entidades
corporativas, es claro que no quedaba más que un
obstáculo con quien enfrentarse: el Estado y, por
consiguiente, se formuló un sistema de
libertades y de garantías de diversa índole
frente al Estado. Lo que obstaculizaba el despliegue vital de
aquella forma de hombre era
el estado, y, en consecuencia, el hombre,
para ser libre, habría de esforzarse por domeñar
al estado, y para ello sujetar su acción a normas
jurídicas, poner límites normativos y
orgánicos a sus poderes, y convertirlo, en fin, en una
entidad neutral que deja la vida social a su propio curso.
Ciertamente tal objetivo lo
puede llevarse a cabo más que teniendo el dominio del
Estado, y para ello se hubo de dar acogida al principio
democrático, pero triplemente limitado en cuanto a las
fuerzas sociales que iban a ser sus sujetos activos (sufragio
censitario), y a su neutralización por otras
(Cámaras Altas, etc.); en cuanto a la amplitud de su
esfera, que se ciñe exclusivamente a la seguridad
jurídica, sin pretender penetrar en otros campos
(económicos, etc.); y en cuanto a su limitación
por los principios liberales, tal como hemos visto expresado
por Constant. Se trata, pues, de un sistema en el que predomina
el momento liberal sobre el democrático, sistema que, de
un modo general, se extiende desde principios del siglo XIX
hasta su segunda mitad. Es el estado que corresponde, como
decían los liberales alemanes, a las clases con
"educación y patrimonio";
o como decían los doctrinarios franceses a la
burguesía, custodia y portadora de la razón y de
las luces. Pero no sólo se trataba de un Estadote tan
delicado y sutil manejo que únicamente pudiera ser
correctamente conducido por dichas gentes, sino que la
correspondencia entre los intereses de estos grupos
sociales y la forma liberal se manifiesta también en
cuanto que, declarado el Estado neutral frente a la sociedad, y
abolidos los rangos estamentales, se produjo una
ordenación social clásica, es decir, jerarquizada
según las disponibilidades económicas. Por
consiguiente, el Estado liberal no sólo significaba
libertad frente al Estado, sino también, y en sus
grandes líneas, dominio social por parte del estrato
económicamente calificado.

Pero la inmanencia social misma dio lugar al ascenso a
la vida social y política activa de
nuevos grupos sociales cuya situación vital era distinta
de los que condujeron la pugna contra el Estado absolutista.
Los nuevos grupos exigen su participación en el Estado y
se inicia la lucha por el sufragio universal, seguida del
creciente triunfo del mismo. Con ello, el principio
democrático formal quedó inserto en toda la
línea en el Estado liberal, y durante una etapa de
duración variable, según los países, se
produjo una especie de equilibrio
entre liberalismo y democracia. Dado que, a pesar del sufragio
universal, las representaciones de estos grupos eran
todavía minoritarias y que sus dirigentes actuaban
llenos de vacilaciones y dispuestos a desarrollar su
actuación en el marco legal del Estado constituido, esta
entrada de nuevos grupos no produjo de momento ninguna crisis
en el esquema constitucional; es, por el contrario, el
período de la pura y estable realización del
Estado democrático liberal.

Pero aun prescindiendo aquí de los movimientos
en franca oposición a todo Estado democrático
liberal y de los activos violentos destinados a destruirlo, la
situación hubo de variar cuando dichos grupos alcanzan
la mayoría en el Parlamento y cuando la
aportación popular a las guerras
mundiales hizo ver que si en tiempos de Sièyes el
tiers lo era todo, ahora, como dijo Ernest Jünger,
estábamos en la época del "cuarto estado". Pero
veamos cuáles eran los supuestos de estos grupos que
irrumpen más o menos vigorosamente en la
organización estatal.

En primer lugar, dadas las condiciones en que se
desarrolla la existencia de dichos grupos, es decir, del
proletariado y de la clase media
nueva, el sentimiento colectivista de la vida relega a la
penumbra el sentimiento individualista. Sin excluir la
significación que en cualquier caso tiene la
individualidad, es claro que esta clase de gentes están
inmersas en una organización, que forman una unidad
frente a la dirección de la empresa y
que sus ventajas personales no la consiguen en
oposición, sino en cooperación con sus
compañeros. En consecuencia, no se sienten tanto como
individuos cuanto como ejemplares representativos de una
conciencia
de grupo.
Poseen, evidentemente, una esfera íntima, pero no una
esfera individual en el sentido social; y, consecuentemente,
carecen de sensibilidad para las libertades individuales; les
interesa más la liberación como grupo que como
individuo, o, al menos, ven en aquélla el supuesto de
ésta. A este fenómeno inicial de
masificación cabría añadir una serie de
ellos; pero, en todo caso, una cosa es clara: que,
sociológicamente hablando, se esfuma el sujeto de las
libertades liberales.

Este nuevo sentimiento de la personalidad se vincula a
un cambio de actitud en
relación al Estado y los grupos sociales. En efecto, la
experiencia histórica ha mostrado que no es el Estado el
único que oprime el desarrollo
de la personalidad; que no es la única entidad que
impone relaciones coactivas de convivencia, y que las mismas
libertades liberales están condicionadas en su
realización a situaciones y poderes extraestatales.
Tales poderes pueden ser de índole muy diversa; por
ejemplo, raciales, eclesiásticas, etc., y variables
según los países; pero de un modo general y
común destacan los poderes económicos. Son de
estos poderes, o, por mejor decir, de las presiones
económicas de estos poderes , de los que interesa en
primer término liberarse a los grupos a que estamos
aludiendo, pues son a éstos, y no al Estado, a los que
sienten como obstáculo inmediato para el desarrollo de
su personalidad.

Es más: el Estado se muestra
justamente como el medio apropiado para realizar la
liberación de esas presiones, lo que, naturalmente,
supone la ampliación de su actividad y la
intervención en territorios sociales que antes
permanecían a su margen, lo que indudablemente produce
lesiones a libertades hasta entonces consideradas como
intangibles. Pero el proceso de
democratización sucesiva, con la subsiguiente pugna con
los principios liberales, se acentúa, además, en
cuanto que la democracia pasa a informar campos ajenos al del
nuevo procedimiento
de formación y realización de la voluntad
estatal. Ya no se trata de una democracia estatal, sino de una
democracia que de modo amplio puede calificarse de social, en
cuanto que extiende sus métodos
y criterios a esferas situadas inicialmente al margen del
Estado: a la economía, a la
educación, etcétera; que pretende, por
ejemplo, la participación de la gestión de las empresas
(democratización de la empresa), como
antes lo pretendió en el Estado; que pretende que la
representación popular fiscalice la vida
económica del país, lo que supone el paso a una
economía planificada, con la subsiguiente
disminución de la esfera individual frente al Estado;
que postula la democracia en la educación, lo que, si ha
de ser algo más que una mera declaración, supone
el dominio de la educación por parte del estado, o lo
que es igual, aniquilar la libertad de instrucción y de
enseñanza, etc. etc.

A esta ampliación de la democracia a nuevos
campos, hecha posible por la sucesiva extensión de la
democracia política, se la ha llamado socialismo.
Pero el fenómeno es demasiado extenso para limitarlo a
un ideario y a un partido político específicos.
En realidad, se trata de un proceso de conformación de
la Sociedad en Estado, en el que se manifiesta la
adaptación de antiguas formas a nuevas situaciones; se
trata de un proceso simultáneo de convivencia y de
transformación, pero sin destrucciones violentas. Los
nuevos principios democráticos comenzaron a informar los
textos constitucionales a partir de la otra posguerra (derechos
a prestaciones
del Estado, constitucionalización de medidas de
"política
social", posibilidades de socialización e intervención en la
vida económica, etc.), insertándose en el
tradicional esquema democrático liberal. Pero su
eficacia ha
sido independiente de la inclusión en un texto. Y el
hecho es que, desde entonces, han venido condicionando la
estructura constitucional de los Estados democráticos
liberales hasta invertir la primera relación de
términos.

No parece necesario advertir que con todo esto no se
pretende haber dado una explicación exhaustiva de las
causas que han producido la crisis y transformación del
Estado democrático liberal. Para ello, junto a las
apuntadas habría que añadir una serie de factores
de índole espiritual, de naturaleza
política exterior, de necesidades de organización
y de medios
adecuados para decisiones rápidas, etcétera,
etc.; en resumen, todos los factores de la realidad
extraconstitucional que pueden condicionar la estructura de la
constitución, y de los que hemos tratado
anteriormente (supra, págs. 117 y ss.). Nuestro
objeto se ha limitado a la dialéctica interna de las
motivaciones políticas fundamentales de este tipo de
estructura constitucional, y, aun ello, dentro de las
líneas más generales y comunes al estado
democrático liberal.

En pocas palabras, se atreve el autor del presente
trabajo a
decir que la crisis del concepto y realidad ESTADO-NACIÓN
viene dado por dos vertientes:

1. La del concepto de soberanía, que el proceso
denominado "globalización" ha obligado a su
redefinición; y,

2. La realidad que se impone en la democracia: no puede
haber verdadera democracia ni libertad sin el respeto y
consenso de todos los grupos que conforman una sociedad, llamase
mayorías y minorías, colectividad o
individualidad.

Para explicar este punto mejor se ha de decir que una
verdadera democracia liberal, sin llegar a los planos de los
ideales, lo cual echaría por tierra todo lo
hasta aquí expuesto, es la confluencia o convivencia de
libertades, no la limitación de esas libertades; y,
consecuentemente, la asunción de los deberes y obligaciones
que el ejercicio de la libertad conlleva.

Veámoslo gráficamente:

IDEA DE DEMOCRACIA LIBERAL MAL CONCEBIDA:

Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú
superior

IDEA DE UNA VERDADERA DEMOCRACIA LIBERAL

Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú
superior

En este mismo orden de ideas se pronuncia el profesor Jhon
Owen R. (s/f), al decir que:

la globalización significa la existencia de
procesos en
virtud de los cuales los Estados-Nación soberanos se
entremezclan mediante actores transnacionales y sus respectivas
probabilidades de poder; se trata de un proceso que crea
vínculos y espacios sociales transnacionales,
revalorizando culturales locales y que trae a un primer plano
terceras culturas.

Globalización política significa
ausencia de Estado mundial, más concretamente, significa
sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno
mundial.

Lo dicho hasta aquí contrasta con opiniones de
autores como Robert Gilpin y Ralf Dahrendorf para quienes el
proceso globalizador que opera en el mundo no traerá
consigo la eliminación de los Estados-Nación ya que
por el contrario, tal proceso se da con la participación
activa y la existencia de los mismos, sin cuyas relaciones y
existencia dicho proceso no podría ni siquiera
existir.

No niega quien suscribe este trabajo que los anteriores
autores no dejan de tener razón en su apreciación
de la realidad, pero solo es el desde el punto de vista desde los
cuales parten los argumentos presentes en sus obras, pero se
aprecia que es solo una parte de la realidad y no toda ella en
conjunto, con lo cual si debemos revisar los postulados expuestos
anteriormente (recogidos de García-Pelayo) los cuales
comparto en su totalidad, pero no como la verdad única,
sino una aproximación más o menos certera del campo
de estudio del presente trabajo.

2.4 La
Globalización Jurídica

Los avances que se van dando en la mundialización
de la economía y de la política conducen a que
estas relaciones sean reguladas. Indudablemente, se requiere la
creación de todas las condiciones para que esta nueva
situación funcione con normalidad. Por ello, es
lógico suponer que, de igual forma, en lo que respecta al
mundo del Derecho se avance con la finalidad de establecer un
orden jurídico que responda a esta realidad
internacional.

En este sentido, se percibe esa característica
del derecho, es decir, siempre ir a la saga de la evolución de los fenómenos
económicos, políticos y sociales. Realidad
comprensible, ya que después del surgimiento y
estabilización de los cambios en los aspectos antes
mencionados, es que se regularizan o, en todo caso, las leyes que los
norman deben adecuarse a las nuevas circunstancias. Por tanto,
los cambios en los ordenamientos jurídicos deben ser
posteriores. El fenómeno de la globalización no se
puede regular aún cuando existen poderosas fuerzas de
globalización actuando en el mundo de hoy que
también arrastran consigo el derecho.

Igualmente, debe tenerse presente que las modificaciones
en el contexto de las ciencias
jurídicas, impactadas por la economía y la
política, conllevan a un cambio de la manera de pensar en
la creación del derecho.

En lo que respecta a esta aseveración vienen a
ser significativos los casos relacionados con el juicio al
general chileno Augusto Pinochet y la creación el Tribunal
Penal Internacional. Desde luego, también, se han
observado avances en otras áreas, tales como la sanitaria,
la laboral,
impositiva, entre otras. Ahora, bien, en este sentido la
aparición de un derecho que avance hacia el ámbito
de la globalización implica, según lo expuesto por
Grün (2000), "un proceso sistémico y
cibernético donde interactúen diversas
manifestaciones, las cuales evolucionan como lo hacen los
sistemas
complejos, lejos del equilibrio ameritado".

2.4.1 Manifestaciones del Derecho

En el mundo del derecho, en la actualidad, se observan
varios cambios. El Derecho
Internacional se modifica aceleradamente asumiendo una
posición de supremacía respecto a los sistemas
jurídicos de las naciones. De esta manera, se va
produciendo una interrelación entre los sistemas
jurídicos de las naciones, en ellos y los sistemas
jurídicos internacionales de variadas gamas, los cuales se
orientan a la consecución de un sistema jurídico
mundial.

Por la evolución que ha experimentado, en tiempo
relativamente pequeño, el Derecho Internacional (el cual
ha pasado de la llamada cortesía internacional a la
condición de que los pactos deben cumplirse) se ha llegado
a la creación de organizaciones
muy complejas como la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), la Comunidad
Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), MERCOSUR,
Comunidad de Andina de Naciones (CAN), entre otros organismos.
Todas estas entidades contienen estructuras jurídicas,
incluso con tribunales, que ejercen imperio sobre los Estados
Nacionales y los sujetos de derecho, es decir, sobre las personas
físicas y jurídicas de dichos Estados.

Es bueno hacer un paréntesis y advertir que no
debemos confundir el Derecho Internacional con el denominado
Derecho Comunitario, pues lo pretendido por este último en
muy pocas cosas tiene que ver con el Derecho Internacional tal y
como lo conocemos ahora. Pero no es el tema de desarrollo en este
trabajo. Por ello, prosigamos.

2.4.2 Crisis de los Sistemas
Jurídicos

En los últimos cincuenta años, se han
producido enormes cambios dentro de la evolución de las
sociedades.
Estas transformaciones han conducido a los sistemas
jurídicos de las naciones a una profunda crisis. Se
observa en todas las áreas del conocimiento y
de la tecnología, en las relaciones sociales, en
el crecimiento de los medios de
comunicación, es decir, del avión, el
satélite, la
televisión, el fax, el
correo
electrónico, internet, etc., en la
economía global y en el aprovechamiento de los recursos
naturales, en el crecimiento de la población.

Estas transformaciones han inducido el surgimiento de
nuevas funciones que,
según Grün (2000), el derecho debe asumir en el
ámbito del sistema social y del sistema ecológico,
influencia del entorno social y natural que obliga a la
transformación de su estructura, y que sus funciones se
modifiquen de manera casi inimaginable. Por ello es que el
sistema jurídico mundial y los subsistemas
jurídicos nacionales que lo integran se encuentran lejos
del equilibrio.

Esta situación no es única en la historia de la humanidad. En
todo caso, lo inusual es la complejidad con que se presenta en el
momento actual. Desde el primitivo derecho consuetudinario,
pasando por el derecho jurisprudencial, hasta llegar al imperio
del derecho estatuido y la influencia de la doctrina concebida
por los jurisconsultos, actualmente se produce un proceso que se
puede considerar de caótico en el área
jurídica. Por ello, ha de esperarse que, de acuerdo a la
manera como se desarrolla la mecánica de estos fenómenos, se
produzca una reorganización en un nivel superior con mayor
complejidad.

Ahora, hay que considerar la evolución de la
democracia que, como sistema
político ha alcanzado un nivel superior de
organización lo que trae, como consecuencia, que
también se redefinan la política y el gobierno, con
lo que, igualmente, es necesario readecuar a una nueva forma de
ver el derecho y todo el orden jurídico internacional y
nacionalmente.

En función de
toda esta evaluación, Grün (2000), la refuerza
recordando que, los actuales ordenamientos jurídicos
superiores e inferiores surgieron de la eliminación de
todos los ordenamientos jurídicos superiores e inferiores
que existían en la alta Edad Media,
por la consolidación de los Estados Nacionales, a
través de lo que el autor citado, denomina la
monopolización de la producción jurídica. En este
sentido, esa tendencia de cotejar el Derecho con el derecho
estatal, que aún existe, obedece al proceso
histórico en el cual ocurrió una
concentración del poder normativo y coactivo que
caracterizó el establecimiento de las monarquías
absolutas o Estado Nacionales como, también, se les
conoce.

Ahora, esta crisis en el mundo jurídico tiene su
origen en el debilitamiento de la identificación del
Derecho con la norma legal, como consecuencia de la acción
monopolizadora del mismo Estado. Así, se rompe con una
premisa principal de la primera etapa moderna, la cual
consistía en la convivencia dentro de espacios cerrados y
delimitados entre sí de los Estados Nacionales y sus
respectivas sociedades nacionales.

Por su parte, sostiene Goodbar (citado por Grün,
2000), que otro efecto en este proceso de globalización se
encuentra en la destrucción acelerada que viene padeciendo
el Estado-Nación, ya que su poder como unidad efectiva
para resolver los problemas
derivados de esta nueva organización mundial se escapa
totalmente de sus manos. En este sentido, el citado autor plantea
que estos Estado-Naciones son muy pequeños para resolver
los grandes problemas existentes y, a la vez, también, son
demasiados grandes para resolver los pequeños problemas.
Por ello, los estudiosos de las relaciones
internacionales perciben que ya los gobiernos no tienen la
fuerza suficiente para controlar a los grupos económicos
que actúan en el interior de sus países.

En reflexión sobre lo que hoy representa el
concepto soberanía, Litell (citado por Grün, 2000),
el cual fue introducido en el siglo XVI, sostiene que
también ha perdido mucho de su significación
tradicional debido a que la evolución del mundo tiende
aceleradamente a pasar de el Estado como institución
jurídico-política a simplemente comunidades
económicas.

Cada vez más se observa como las corporaciones
con el enorme poderío económico que concentran
adoptan decisiones que afectan decisivamente el porvenir de los
Estados. Sin embargo, éstos se encuentran casi en
situación de indefensión, en algunos casos, ante la
necesidad de generar cambios en estas decisiones
corporativas.

Los Estados se encuentran en dilemas difíciles de
resolver. Las orientaciones ideológicas y políticas
de sus gobiernos muchas veces son opuestas a estas posiciones;
sin embargo, los compromisos ya adquiridos con anterioridad o por
las mismas fuerzas desatadas en la región en donde
está ubicado el país, se ven obligados a romper con
sus esquemas para no padecer un aislamiento posible y, en
consecuencia, empeorar la situación por la que en ese
momento se encuentran. En todas estas variaciones que se vienen
observando en el mundo, también debe considerarse que el
mundo de hoy se encamina directamente hacia el desarrollo de las
llamadas empresas globales. En la evolución de la economía
mundial, hay organizaciones empresariales que por el alcance
y volumen de sus
operaciones,
sus opciones financieras, los mercados que
controlan o al menos penetran y sus estrategias, no
pueden denominarse como nacionales.

La globalización de las finanzas y los
negocios,
igualmente, tienen ramificaciones en la política. Se puede
observar que determinadas consecuencias financieras ocurridas en
el ámbito internacional afectan decisivamente a la
economía de una nación, con lo cual es afectada la
situación política al interior de su territorio. Se
recuerda, como la crisis financiera de los tigres
asiáticos afectó a gran parte de las
economías occidentales, obligando a muchos países a
reorientar toda su actividad, incluso la
política.

Todos estos cambios crean las condiciones, que se hacen
obligatorias, para una adecuación de los sistemas legales
a la era global. En consecuencia, los países que no se
adapten a los nuevos tiempos y, menos, ejecuten los cambios
legales necesarios, más temprano que tarde, muy
posiblemente, serán arrastrados por la nueva etapa de la
historia, en la cual las condiciones del mundo de hoy
señalan estrategias globales las cuales se ofrecen en ese
mismo proceso (la globalización) para así alcanzar
un desarrollo verdaderamente mundial (pero que dicho Estado no
está avanzando de manera uniforme con el proceso en
sí).

2.4.3 Efectos Jurídicos de la
Globalización

Todos estos avances en el mundo de las
tecnologías, particularmente, en las telecomunicaciones, y en los negocios, unido a la
acumulación inimaginable de capitales, mueve
aceleradamente el mundo hacia la globalización. Estas
transformaciones que se operan en las relaciones de los negocios
conllevan a modificar las reglas del juego y, como
efecto, a trabajar por la creación de un nuevo orden
jurídico mundial.

A estos efectos, el profesor Teubner (citado por
Grün, 2000), ha planteado interesantes consideraciones
cuando señala que la globalización provoca multitud
de fenómenos jurídicos que, en la práctica
no se pueden encasillar dentro de la jerarquía
jurídica normativa. Se refiere a la "lex mercatoria", que
es el llamado ordenamiento jurídico transnacional de los
mercados mundiales. El mismo, sostiene el citado autor, es una
demostración exitosa de un "derecho mundial", el cual se
encuentra mucho más allá del ordenamiento
político internacional.

Las multinacionales realizan contrataciones que en
ningún momento someten a alguna jurisdicción
nacional ni a derecho material nacional. A ellos, según el
citado tratadista, les conviene someter sus contratos a un
arbitraje
independiente de los derechos nacionales y, al mismo tiempo,
buscan regular bajo las normas de un "derecho
comercial transnacional", cuya legalidad ha
sido criticada por gran cantidad de juristas, quienes con sus
cuestionamientos han generado numerosas interrogantes desde la
práctica y desde la teoría
jurídica.

Así, las expectativas contractuales de los
contratos no son consideradas legalmente obligatorias sobre la
plataforma de la voluntad de una legislación nacional sino
sobre la base de las costumbres comerciales internacionales, sus
usos y prácticas comerciales. Estas negociaciones o
contrataciones surgen en el mare magnun de las condiciones
caóticas del mercado
internacional o, en todo caso, dentro de las prácticas que
son impuestas por los intereses económicos
dominantes.

Asimismo, las contrataciones pueden ser sometidas por
los fallos arbitrales en los cuales se considera que bajo esta
figura se ha actuado con equidad. De
todas maneras, esta forma de actuar para la resolución de
posibles conflictos o
desacuerdos entre las contrataciones internacionales no deja de
ser una práctica alejada de todo lo que sea derecho,
así consideren que esta es una actuación comercial
ejecutada desde tiempos inmemoriales.

2.5 La Globalización en el Mundo de
Hoy

Ya la globalización lo ha abarcado todo. Es
imposible pensar que hay algún aspecto de la vida
ciudadana en la que ella no se encuentre involucrada. La misma
podría considerarse como una concepción
totalizante, en la que todo lo va abarcando y, en este sentido,
se impone como concepción del mundo, del hombre y de la
sociedad en general.

En el presente trabajo, se ha analizado la
globalización como fenómeno económico,
jurídico y político, en el cual ya los Estados han
venido perdiendo (por no decir han anulado) su poder. La
evolución de los mercados
financieros junto con el avance de las tecnologías,
particularmente, en el área de las telecomunicaciones, ha
ido generando una concentración de capitales en pocas
transnacionales (las cuales ahora son los centros de
decisión) en las cuales se determina, incluso, el
equilibrio de muchas naciones.

Como fenómeno político, el mundo actual
observa la manera en que los grupos reaccionarios realizan
protestas en las que participan millones de personas el mismo
día, a una misma hora en diferentes partes de la tierra.
Asimismo, estas acciones son
conocidas casi al momento en que se realizan debido a los
medios de
comunicación social que transmiten los eventos en los
teatros de operaciones. Es decir, protesta e información internacional marchan de la
mano.

Por otro lado, en el orden político las
transnacionales influyen decididamente en la conducción de
los Estados. Pareciera que el poder de estas organizaciones es
tanto que destituyen o colocan hasta presidentes y
regímenes políticos. Este es el caso (de acuerdo a
investigaciones realizadas independientemente que
esté influidas por alguna corriente ideológica que
adversa al capitalismo)
de Chile en donde el golpe de Estado
en contra del presidente constitucional Salvador Allende fue
orquestado (supuestamente) por la ITT Corporation de Estados Unidos.
Este evento, aún cuando en la realidad sea falso, al menos
dejó la suspicacia en el aire. Esto
ocurrió en el año 1973, hace treinta y un
años; cómo será ahora cuando dichas
organizaciones acumulan mayor poder.

Ahora, la información, lo que es noticia, lo
determina el periodista que selecciona el acontecimiento y
redacta la nota de prensa. Desde
luego, hay sucesos que de por sí, sin intervención
incluso de un comunicador social es noticia: tal es el caso del
fallecimiento de un dignatario, un jefe de alguna
congregación internacional, lo cual es registrado
inmediatamente por lo medios de comunicación
social después de ocurrido.

En el desarrollo del acontecer político,
económico y social, los intereses en juego ejercen un
enorme poder. En estos casos la información puede ser
manipulada y, con ello, orientada hacia la búsqueda de un
determinado fin. Normalmente, en defensa de dichos intereses y en
detrimento de la verdad de los hechos.

Desde esta perspectiva, puede observarse cómo,
cuando hay posiciones encontradas, grupos con suficiente poder y,
por supuesto, con el dominio de medios de comunicación, la verdad verdadera
(perdón por este segundo término, pero es
simplemente para la reafirmación de la realidad) es la
primera baja del enfrentamiento. Cada medio de
comunicación beligerante y parcializado presenta la
noticia y las informaciones desde su visión de la realidad
y no desde como realmente están ocurriendo los
hechos.

La lucha puede observarse perfectamente con los
argumentos que esgrimen cada una de las partes. Para una, en este
caso, los defensores de la globalización, este modelo es el
único por medio del cual las sociedades podrán
alcanzar su pleno desarrollo, rompiendo con las desigualdades
sociales en el largo plazo (entre otras razones); mientras que
los otros, es decir, los seguidores de corrientes que
están contra la globalización, afirman que
ésta es la causante de todos los males que padece el mundo
de hoy: miseria, analfabetismo,
desnutrición, y muchos más males.
Ahora, cada cual, desde su perspectiva, plantea de una manera tal
sus posiciones que son creíbles. Posiblemente sería
esta la razón por la cual Marx (Silva,
1985) determinó que las ideologías son falsas
representaciones de la realidad.

Todas estas transformaciones en el orden
económico y social, obligan a las sociedades a modificar
sus sistemas jurídicos con la finalidad de adecuarlos a
los nuevos tiempos. Debe hacerse una revisión de todo el
ordenamiento legal. Ya es imposible que, con la
penetración de las tecnologías de punta, las leyes
continúen siendo las mismas desde hace décadas
atrás. En una revisión de la realidad actual, se
pueden determinar muchos cambios con los que la legalidad no
responde a estos momentos. Para poner un solo ejemplo de lo que
se quiere decir: la
clonación. Este hecho por sí no tiene
parangón en la humanidad, y todavía es el
día de hoy que no hay regulación a este respecto. Y
así con tantos aspectos.

Claro, es bueno dejar sentado aquí que no todo se
puede legislar. Las soluciones de
la vida, y eso lo demuestra la misma vida, no está
simplemente en la creación de una ley. Por el
contrario, esta debería ser el resultado de un proceso
riguroso de pensamiento,
que comprenda la realidad y pueda plasmarla para permitir la
coexistencia en una sociedad. Pero prosigamos.

En las transformaciones operadas, se percibe la
ampliación de las fronteras en el orden de las
negociaciones, a través de la constitución de los
bloques
económicos: es el caso de la Comunidad Europea (CE),
la Comunidad
Andina de Naciones (CAN), Mercosur, entre otros acuerdos
económicos. Para ello, las naciones suscriben tratados
internacionales los cuales, posteriormente, deben ser
ratificados por los poderes del Estado, con la finalidad de que
tengan legalidad definitiva. En este sentido, han venido
ajustando sus ordenamientos legales a las actuales
circunstancias.

Entre esas reformas uno de los cambios se encuentra en
el rango constitucional en el cual se viene dando a dichos
tratados la
jerarquía de constitucionales. Y, así
sucesivamente.

En el orden de la cultura,
igualmente, se han operado cambios sustanciales. La
globalización cultural conlleva a la exigencia del derecho
del consumo,
porque en la actualidad el hombre se ha vuelto tan cosmopolita
que, según Barreto (s/f), exige movilidad social o
simulada. No necesariamente debe existir una movilidad social, el
individuo solo ha de trasladarse hacia pequeños centros
comerciales, donde realiza consumos mínimos, para
así llegar a convertirse en cosmopolita.

El ser humano posmoderno se dedica o siente poco
interés
por la política. En términos generales, quiere ser
partícipe de los bienes que
existen en el mundo, para lo cual le interesa viajar por el
mundo. Incluso, hasta las personas consideradas de clases bajas o
populares aspiran a la obtención de medios y/o recursos a corto
plazo para disfrutar de todo lo que ve a través de los
medios de comunicación visuales o en las pantallas
cinematográficas, en vez de dedicarse a la lucha o
búsqueda de la justicia social.

En esta etapa del desarrollo de la humanidad, las
personas solo quieren dedicarse a lo que les causa placer:
primero a las actividades productivas y profesionales que cuadran
dentro de sus aptitudes y, después, a emplear el tiempo de
descanso o de ocio en el disfrute de todos aquellos beneficios
que ha generado el desarrollo material de la
humanidad.

Así, pues, existen multitud de acciones que
emprenden las comunidades o movimientos comunitarios en el
sentido de alcanzar mejores condiciones de vida, pero, esto es
para resolver problemas inmediatos; ellos no están
dirigidos a revertir la situación de manera
macroestructural. Por su parte, se ha observado, al menos, en
México y
Venezuela, que
aquellos que defienden el derecho a la educación no lo
hacen inspirados por la idea de lograr que sea mejor sino que lo
buscan en el sentido de obtener el título y, con ello,
tener acceso a mejores sueldos.

En síntesis,
en esta sociedad posmoderna las personas quieren disfrutar de
todo aquello que sabe que en otras latitudes reciben por el
avance tecnológico y desarrollo en general que, como
comunidades de vanguardia,
ellas tienen a su alcance. En este sentido, se desarrolla una
especie de Democracia de Consumo, en la cual la persona
también requiere de menos recursos para acceder a ellos y
crea la ilusión de una democracia en lo político
con lo cual el ciudadano es desmovilizado y posterga la
búsqueda de soluciones estructurales.

Esta nueva democracia del consumidor es
promovida por la producción en masa y el comercio de
bienes muy estilizados, ya que se maneja la creencia que los
símbolos y las prerrogativas de las clases
elitescas pueden estar disponibles a escala masiva. De
ahí, que se haya creado la idea de que el mejor estilo de
vida, es decir, el de los sectores más pudientes de la
sociedad, pueden disfrutarlo los sectores populares. Esa falsa
ilusión está latente.

En este aspecto, la publicidad juega
un papel muy importante junto con los mecanismos que refuerzan el
sistema capitalista. En los centros de educación se vende
la idea de estudiar para que se pueda obtener un buen empleo y, con
ello, lograr un buen sueldo; mientras que a través de la
publicidad se promueve la idea de la buena chica, los excelentes
productos, la
buena vida y el status. Con esas ilusiones se mantiene la
normalidad en el sistema.

El mundo de hoy continúa su evolución
hacia este tipo de sociedad de una manera acelerada. Cada
día aparece un nuevo invento, una nueva tecnología
que refuerza esta manera de profundizar la acumulación
material de productos y la ilusión del disfrute
generalizado. Las grandes corporaciones, comercializan a escala
planetaria todos los bienes y servicio
masivos inimaginables, y por otro lado, los mercados financieros
controlando a las naciones (muchos sostienen que las arrodillan),
hacen que en su conjunto, el poder económico, financiero y
político de estas transnacionales sea tan grande que
pensar en que los sectores adversarios a la globalización
puedan terminar por imponer sus criterios suena a ilusión
de adolescente.

Una cosa si es cierta: intuitivamente hablando, si esa
búsqueda de la supuesta felicidad y la justicia social se
pretende a través de poder dar a todos los seres humanos
por igual las bondades de las grandes potencias mundiales, se
está cometiendo un error conceptual de proporciones
catastróficas. Y es que la naturaleza no soportaría
siquiera un solo año si se le saca todo lo que se necesita
para el supuesto "bienestar colectivo" de todos y cada uno de los
seres humanos que habitamos este planeta tierra. Y para muestra
de lo que se pretende exponer baste ver un solo recurso natural:
el agua. El
agua apta para
el consumo humano solo representaba en la década de 1920
el 2,8% del total de las aguas del mundo, lo cual de por
sí era suficiente. Gracias a la incomprensión del
ser humano de la naturaleza ese porcentaje se ha visto reducido
para la década de 1990 a 2,4%. Esto en sí mismo es
una clara advertencia del peligro que corre la raza humana por
desconocer y no comprender tanto a la naturaleza como lo que
somos como seres humanos. Pero …

En fin, hoy por hoy, solo se percibe que la
globalización, independientemente de sus bondades o de sus
maldades, es un hecho con el que tienen que convivir todas las
naciones y todas los sectores de estas sociedades.

2.6. Venezuela y la
Globalización

Venezuela, al igual que las demás naciones, no
escapa de la globalización. Avanza aceleradamente, a pesar
de que es uno de los pocos países que, en los actuales
momentos, tiene una fuerte lucha al menos al nivel verbal contra
ese proceso. Es imposible pensarlo. Es un país cuyo
principal producto de
exportación tiene de cabeza a las
economías desarrolladas del mundo, es decir, el
petróleo. El simple hecho de ser esta materia prima
sobre la que gira su economía, ya la hace vulnerable a las
influencias externas de manera totalmente decisiva.

En la actualidad (y al momento de escribir este trabajo,
específicamente 10 de octubre de 2004), el precio del
barril de petróleo se ha elevado por sobre los
cincuenta dólares por unidad. El efecto sobre las
economías desarrolladas es devastador, su población
se ve afectada sobre manera. En este sentido, los factores de
poder pueden presionar para que, desde acá, se adopten
decisiones que permitan contribuir a la baja de los precios, a
través de asegurar el suministro y, si es posible,
incrementar la producción para hacer frente a la demanda
de este producto.

Por otro lado, este efecto demostrativo se viene
operando en Venezuela desde que llegó la televisión. A través de la misma, se
ha desarrollado un proceso de transculturación que ha permitido a la
población, desde las clases altas hasta las más
bajas, estar en contacto con la moda y los
últimos adelantos tecnológicos en materia de
telecomunicaciones: por citar un ejemplo, ¿quién en
Venezuela no ha tenido un teléfono celular? Toda esta
situación, aparte del poder adquisitivo del que
disfrutó hasta hace poco el venezolano, conduce a hacer un
análisis riguroso de cómo en esta
nación la globalización se ha implantado y hasta
qué punto es cierta la lucha por imponer otro modelo de
los ubicados dentro de la corriente antiglobalizadora.

2.6.1 Venezuela y la Globalización
Económica

Venezuela, como todos los países
latinoamericanos, desde después de finalizada la segunda guerra
mundial, se insertó en el modelo cepalino
caracterizado por la implantación de un modelo de
crecimiento hacia adentro, en el cual el Estado facilitaba todas
condiciones para que las empresas nacionales se desarrollaran y
produjeran los bienes y servicios que
el País necesitara, y, la sustitución de las
importaciones, es
decir, se le garantizaba a los empresarios el mercado interno.
Para ello, se desarrolló una política de
proteccionismo del sector productivo nacional, a través de
la imposición de altos impuestos y de
aranceles
gravosos a los inversionistas extranjeros.

Pero, por paradójico que parezca, el sector
productivo del país produjo poco y de muy baja calidad. Al no
haber competencia, indiscutiblemente, tampoco había punto
de referencia para medir la calidad de lo producido. De esta
manera, Venezuela se fue retrasando en el concierto de naciones.
Cuando el modelo fundamentado en la renta petrolera se
agotó, el Estado debió abrirse a una
economía moderna basada en la competitividad
y no en el proteccionismo promovido por la CEPAL.

En esta lucha por definir el perfil de lo que debe ser
el modelo de desarrollo
económico, Venezuela se debate. Este
país se ha caracterizado por no diseñar y, por
supuesto, menos, ejecutar políticas de Estado. Las
políticas son tan a corto plazo que, en un mismo gobierno,
un cambio de ministro implica un cambio de orientación,
cuando todo debiera seguir en función de lo propuesto en
el programa que
los llevó a controlar el poder. Incluso a incumplir
promesas demagógicas que, de antemano se sabían que
no se podían cumplir, como aquella en el cual el
presidente Caldera (1994), aseguró que no se
arrodillaría ante el Fondo Monetario
Internacional, y poco tiempo después su gobierno se
sometía a las condiciones impuesta por dicho organismo
financiero para recibir créditos y asistencia
técnica.

Hasta la magistratura del Presidente Pérez (1974)
las políticas proteccionistas y demagógicas eran
posibles: únicamente sostenidas por los ingresos
provenientes de la industria del
petróleo.
En otras condiciones hubiera sido imposible mantenerse semejante
festín populista. Así, en Venezuela se
desperdició una gran oportunidad para impulsarla hacia el
desarrollo.

En el gobierno del presidente Luis Herrera Campins
(1979) se observaron algunos vestigios de modernización de
la economía. Fue el primero que lo intentó a
través de la política de liberación de
precios y otros mecanismos que orientarían la
economía nacional hacia una apertura. Sin embargo, los
técnicos que dirigían la economía de
entonces, no tomaron en consideración el factor sindical
(diríase el factor humano, más bien), el cual
presionó con multitud de huelgas para que el gobierno
decretara un aumento general de sueldos y
salarios, con lo cual se desvirtuó la política
económica y, nuevamente, al producirse aumentos en el
precio del petróleo, regresarse al populismo que ha
caracterizado a la dirigencia nacional. Otra oportunidad perdida
para modernizar al país.

El presidente Jaime Lusinchi (1984) fundamentó su
obra de gobierno sobre dos variables que pronto desechó.
Una era el pacto social, ya que el país estaba en muy
malas condiciones, y la otra era la revolución
de los mejores. En términos generales, desechó las
ideas iniciales y se dedicó a desarrollar políticas
para tapar problemas y situaciones difíciles con lo cual
la crisis se agudizaba. En el plano económico, como los
demás mandatarios, continuó un populismo
puro.

En esta última administración, el presidente Chávez
se ha dedicado a desarrollar un programa de gobierno que rompe
con las propuestas de la globalización. Él ha
definido su gobierno dentro de una postura antiglobalizadora.
Así, pues, sus políticas han sido orientadas hacia
el desarrollo de economías colectivas, como son el
cooperativismo
y las microempresas.
Como puede observarse, desde el sector oficial no ha habido un
claro deseo de implantar una apertura a la economía de
mercado, sin embargo, las fuerzas del desarrollo mundial impulsan
el cambio hacia la misma. Aún la dirigencia nacional que
ha controlado al Estado se resiste a impulsar los cambios para la
modernización en esta área.

Ahora, bien, Venezuela no es una isla, no es una
nación que se encuentra aislada por todas partes. El
impulso de las fuerzas externas se ha introducido en el
país. Así, entre esas marchas y contramarchas, hay
sectores de la economía que se han insertado en una
economía de mercado. Desde luego, es cierto que en el
entorno dificulta la competitividad a nivel internacional, pero,
ante todo han sabido superar la situación.
Independientemente de la profunda crisis que padece el
país, muchas transnacionales han cerrado sus actividades,
pero algunas aún se mantienen en el
país.

2.6.2 Venezuela y la Globalización
Política

Hoy en día Venezuela es un país altamente
politizado. Se percibe en la primacía que los distintos
sectores del acontecer nacional le conceden, reflejados en los
centimetrajes desplegados en los medios de comunicación
social. Así, considerando desde la caída de la
dictadura del
general Marcos Pérez Jiménez, poco tiempo se dedica
a la economía. Todos los sectores del país
participan políticamente, incluso, ahora los militares
participan abiertamente, cuando antes de la Constitución
Bolivariana no tenían acceso a este derecho.

Actualmente, la sociedad venezolana está
subsumida en una profunda crisis política que (se percibe)
no se solucionó con el referéndum revocatorio
presidencial, celebrado el pasado 15 de agosto del presente
año. Los intereses en juego son demasiado poderosos para
que todo se tranquilice, ya que ha quedado una muy seria duda
sobre los resultados del mismo y que por su parte la Coordinadora
Democrática está armando el expediente con el cual
estima demostrar un fraude
electoral.

El país está dividido en dos grandes
grupos. Aquellos que se orientan hacia una economía de
mercado, con amplias libertades políticas desarrolladas
dentro de un sistema democrático de corte liberal
burgués, los cuales, también, quieren que el Estado
venezolano solo intervenga en los asuntos básicos y cree
las condiciones necesarias para que el ciudadano se desarrolle
como persona. Estos sectores de la vida nacional, según su
criterio, desean vivir en democracia, desde luego, la democracia
como ellos la conciben.

Mientras, el otro grupo, promueve el intervensionismo
del Estado, una democracia popular, una economía
fundamentada en el fortalecimiento de unidades de
producción cooperativistas y la profundización de
la microempresa como
ideas básicas para alcanzar un desarrollo
sustentable.

El primer grupo está representado por los
sectores tradicionales de la política interna,
organizaciones empresariales y sindicales de lo que, según
la categorización histórica del presidente
Chávez, corresponden a la mal denominada Cuarta
República, y el grueso de la población que se
encuentra diseminada en todos los estratos sociales, desde los
habitantes de los cerros hasta los segmentos de mayores recursos
del país.

El otro grupo, lo lideran el sector oficialista del
gobierno nacional, los partidos izquierdistas de vieja guardia,
como el Partido Comunista de Venezuela, y las organizaciones
aluvionales Movimiento Quinta República y Patria Para
Todos.

En términos generales, el enfrentamiento de ambos
bandos puede ubicarse en el modelo de desarrollo que proponen
para Venezuela, en el cual se observa la lucha entre globalistas
y antiglobalistas. Entre quienes promueven abrir el país a
la nueva tendencia del capitalismo mundial o poscapitalismo y
quienes continúan con modelos de
intervensionismo de estado y de implantación de
economías socializadas. Esta es la verdadera lucha por la
que se enfrentan estos dos segmentos de la población, bajo
las nuevas condiciones de estrategia global
en las cuales se desarrollan los intereses de las sociedades en
general, hasta el punto que las organizaciones se relacionan
entre sí para alcanzar su desarrollo propio.

  1. Crisis Venezolana y Factores
    Internacionales

En la evolución de este enfrentamiento se
perciben cómo la política nacional no es ajena a
los demás factores que interactúan en la comunidad
internacional, los cuales de una u otra forma tienen intereses
que defender a pesar que se presentan como indiferentes o, en
todo caso, prestando su buena voluntad para contribuir a
solucionar la crisis.

Ambos sectores reciben apoyo, independientemente, de la
cantidad de actores y poder de los mismos que interactúan.
Por ello, cada uno de los grupos beligerantes siente seguridad.
Esta es una confrontación que se realiza en Venezuela y,
sin embargo, apenas este país es uno de los teatros de
operaciones de la guerra por la
implantación de uno de los dos modelos ideológicos
que pugnan por controlar la comunidad internacional. Venezuela
puede ser un peón dentro de esta confrontación
mundial.

El sector oficialista recibe apoyo de Cuba, algunas
repúblicas islámicas y grupos internacionales
izquierdistas, entre otros. Mientras que el otro segmento,
igualmente, recibe solidaridad de
todos aquellos que adversan las posiciones intervensionistas. Por
su parte, algunos organismos de la comunidad internacional median
para que se supere la crisis. Ahora, si se parte de que en
relaciones internacionales sólo se juegan intereses, se
podría considerar las participaciones de estas entidades
como neutras. Se duda.

Después del fracaso del modelo comunista
soviético y la caída del muro de
Berlín, el mundo pasó de bipolar a multipolar
con preponderancia de Estados Unidos de América
como superpotencia protectora del sistema internacional y,
específicamente, el modelo de desarrollo que se promueve
es el capitalismo en su faceta más avanzada, es decir,
globalización en la cual las transnacionales ejercen un
enorme poder sobre las naciones.

Venezuela, como Estado adscrito a esta comunidad
internacional, también, es parte de esta lucha por el
dominio ideológico y programático en el cual se
busca la derrota de uno de los dos sectores. Sin embargo, desde
afuera, muchas veces se imponen orientaciones que sólo
conocen los actores en trance de poder. De ahí, es posible
abrigar dudas sobre los dominios que tengan los factores de la
vida nacional respecto a sus decisiones si son, realmente,
adoptadas por ellos.

Este es el flujo o reflujo de la lucha en el tablero
internacional. La crisis venezolana, como la de otros
países, se desarrolla con la intervención de muchos
factores que para el común del ciudadano es imperceptible
y, sin embargo, están influyendo en las acciones y
decisiones que toman por los bandos beligerantes. En este
sentido, la crisis del país no es aislada. Depende de
múltiples factores los cuales con sutileza deciden el
futuro de la nación.

2.6.4 Los Medios de Comunicación en la Lucha
Política

A lo largo del trabajo, se ha hecho referencia a la
importancia del desarrollo de las telecomunicaciones y,
particularmente, a los medios de comunicación social en
esta etapa de la historia humana. Un acontecimiento es informado
en corto tiempo, casi en fracciones de segundo, por la televisión internacional. No importa el
lugar, el mundo está interconectado.

Por otra parte, la primera baja en una guerra o lucha es
la verdad. Cada cual la ve desde su óptica
lo que considera la verdad, obviando las razones verdaderas de la
situación. Ambos lados actúan así. Esta es
la razón de fondo del por qué, en Venezuela, los
medios de comunicación social privados y los oficialistas
presentan la noticia de manera tan disímil. Sobre un mismo
hecho la información es diferente.

Cada cual envía su verdad al exterior, a los
medios que le apoyan o, en todo caso, le pagan para que ellos
presenten la información que producen con el sesgo debido,
producto de la posición que sustenta. De esta manera, la
globalización de la crisis venezolana también es
generada por esta industria de la información.

El manejo de la noticia, normalmente, se presenta
imparcial. En teoría debiera ser esa la razón de
ser de los medios de comunicación social. En el
afán por mantener informada de manera veraz y oportuna a
la ciudadanía, la presentación de la
información debería ser neutra, es decir, sin
adoptar posición por uno de los bandos. Sin embargo, es
imposible en los actuales momentos en Venezuela. La
polarización condujo a los medios a asumir posición
por uno de los bandos. Se debe recordar que hay demasiados
intereses en juego, no sólo nacionales, también,
internacionales.

En el concierto mundial, las transnacionales de la
comunicación, según Barreto (s/F), ejercen su
poder de manipulación sobre las sociedades a las que
controlan a través de la información enviando sus
mensajes por los medios de comunicación social nacionales
conectados a ellas. Así, estas agencias de
información envían los mensajes ideológicos
y la noticia manipulada.

En esta lucha, el oficialismo venezolano cuenta con los
medios de comunicación social del Estado y el Ministerio
de Comunicación e Información para desarrollar su
campaña proselitista y de información; mientras, el
otro sector, cuenta con el apoyo de los medios de
comunicación privados.

En la presentación de un mismo hecho, se percibe
el tratamiento interesado de los bandos, solamente se puede tomar
como ejemplo el enfoque que cada grupo dio a los sucesos
ocurridos el 11 de abril de 2002. Ahí, claramente se
identifica el sesgo de la información o cómo la
información no es veraz, deformando así lo
más importante del ser humano la verdad.

CAPÍTULO III MARCO METODOLÓGICO

3.1. Tipo y Diseño
de la Investigación 3.2 Procedimiento
(1)

CAPÍTULO IV CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

4.1 Conclusiones 4.2 Recomendaciones
(1)

BIBLIOGRAFÍA (1)

ANEXOS
(1)

Artículo de Federico García Morales, "LOS
MITOS DE LA
GLOBALIZACIÓN"

Artículo de Paul Street, "LIBRES PARA SER
POBRES"

Artículo de Chusa Lamarca Lapuente,
"GLOBALIZACIÓN Y GÉNERO"

Artículo de Ricardo Antonio Lomoro,
"¿QUIÉNES PIERDEN CON LA GLOBALIZACIÓN? EL
HOLOCAUSTO
LABORAL"

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superior

AGRADECIMIENTOS:

Quisiera agradecer al mundo por quitarle
la oportunidad de presentar este trabajo …

Quisiera agradecerle a Jehová,
nuestro Dios, por haberme permitido conocerlo …

Quisiera agradecerle a mis padres por
haberse conocido …

Quisiera agradecerle a mis profesores por
su paciencia …

Quisiera agradecerle a la Dra. Teresa
Machado su ayuda …

Quisiera agradecerle a mi Linda por su
entrega …

… y en fin si de quisieras pudiese
demostrar lo que siento no lo estaría scribiendo …
sin embargo, si quiero …

 

 

Autor:

Omar José Uzcátegui C.

CARIBBEAN INTERNATIONAL UNIVERSITY

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO INTERNACIONAL Y
RELACIONES INTERNACIONALES

Caracas, octubre 2004

Trabajo Especial de Grado presentado como requisito para
optar al Grado de Especialista en Derecho Internacional y
Relaciones Internacionales

Partes: 1, 2
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