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Maimónides, la experiencia entre fe y razón




Enviado por jgangel



    .

    (Un ensayo
    sobre el más grande pensador judío
    post-bíblico)

    1. Maimónides el
      hombre
    2. Su
      importancia
    3. La segunda
      Torá
    4. Moré Nebujím o
      Guía de perplejos
    5. Conclusión: de
      Moisés hasta Moisés

    MAIMÓNIDES
    EL
    HOMBRE

    El 30 de marzo (14 de nisán) de 1135, en
    vísperas de Pésaj, (Pascua) nace en la aljama de
    Córdoba Moshé ben Maimón el sefardí,
    conocido entre los musulmanes como Abú Imram Musa ben
    Maimón ibn Abdalá. En Occidente se le
    seguiría conociendo como Maimónides, el doctor
    judío. Su nacimiento está registrado por Abraham
    Zacuto, en un texto llamado
    "El libro de los
    linajes".

    De la familia de
    Maimónides se sabe que su padre era matemático y
    talmudista famoso en los círculos de Córdoba y
    Toledo. Su hermano David se desempeñaba como comerciante
    en joyas y su hermana Shulamit fue una excelente calígrafa
    de gran ayuda para Maimónides (RaMBaM, Rabí
    Moshé ben Maimón, para los judíos)
    en la redacción final de sus primeras
    obras.

    En 1148, el sur de España
    (Sefarad en hebreo), es conquistado por los Almohades, una secta
    fanática del Corán que obliga a emigrar a
    judíos y cristianos a menos que se conviertan a la fe de
    Mahoma o decidan morir por sus creencias. Entre los que emigran
    al lado de la familia de
    Maimónides están gramático y exegeta
    José Qimhí y Yehuda Ibn Tibbón, jefe de una
    gran casa de traductores. Llegan a Almería en 1151
    después a Fez (Marruecos). Durante el periodo de la
    intransigencia almohade, Maimónides y los suyos se hacen
    pasar por muslimes (Muslim, islámico en hebreo) y visten
    como tales, lo cual le permite a Maimónides estudiar el
    árabe, la poesía
    y las matemáticas. En su casa se convierte en un
    gran estudioso del Talmud y la Torá. En 1160,
    Maimónides escribe Iggéret Ha Semad
    (carta sobre la
    apostasía) donde defiende la situación de los
    anusim (cripto-judíos supuestamente convertidos al
    islamismo), haciendo gala de una enorme cantidad de citas
    talmúdicas y tanájicas (Tanaj, Biblia en hebreo).
    Sin embargo, la tranquilidad se rompe: en 1165, Rabí
    Yehuda Ibn Sosán, el más eminente rabino de Fez es
    reducido a prisión y ejecuta por habérsele
    encontrado "culpable" de judaizar. Maimónides se salva de
    quedar preso y ser ejecutado gracias a la mediación hecha
    ante los almohades por su amigo Abú L’Arab ibn
    Moisa. Ante esta situación, Maimónides emigra hacia
    la tierra de
    Israel y
    allí permanece por cinco meses, para luego instalarse en
    Egipto, donde
    reinaban los fatimíes, musulmanes más tolerantes
    que los almohades. En Alejandría, Maimónides se
    dedica al comercio de
    piedras preciosas, sin dejar por ello de continuar con sus
    trabajos filosóficos.

    Mientras Maimónides está en
    Alejandría, su hermano David muere en un naufragio y con
    él se pierde toda la fortuna de la familia. Este hecho
    enferma gravemente a Maimónides, que casi muere porque
    somatiza el amor por su
    hermano y el miedo al futuro. Después de una larga
    convalecencia donde el filósofo lee los comentarios de
    Avicena sobre las teorías
    de Aristóteles, se acerca a la ciencia
    árabe del cielo y se aplica recetas y terapias creadas o
    mejoradas por el mismo, se dedica a la medicina a la
    par que comienza a dictar conferencias científicas, en
    especial sobre medicina, matemáticas y astronomía. La enfermedad le ha propiciado
    un espacio de conocimiento y
    profunda reflexión.

    Cuando Saladino se apodera del Medio oriente,
    Moshé ben Maimón consigue una citación
    privilegiada como médico de cámara del visir Al
    Fadl, Se dice que por esta época, el rey Ricardo Corazón de
    León, el héroe de la tercera cruzada quiso atraerse
    al RaMBaM, pero éste desistió de irse a la corte
    del rey inglés
    como protesta a las matanzas de judíos hechas por los
    cruzados (otros sostienen que fue Malrico, gobernador cruzado, y
    no Ricardo, quien hizo tal petición).

    Con el tiempo y los
    vastos conocimientos médicos de Maimónides,
    éste se convierte en un personaje de suma importancia en
    El Cairo (ahora vive en Fustat), tanto en la judería como
    en el mundo islámico, de donde se lo llama permanentemente
    para dar consejos, determinar certezas y hacer curaciones
    especializadas. Pero las envidias lo convierten en su centro.
    Incluso su amigo Abú L’Arab ibn Moisa lo acusa de
    relapso (lo que en el Islam se condena
    con la muerte o el
    destierro) y, de no haber sido por la decidida defensa del visir
    Al Fadl, quien demuestra que el filósofo nunca se
    convirtió al Islam y por ello la condición de
    relapso no se le puede aplicar, el RaMBaM habría sido
    ejecutado o desterrado de Egipto (quizás a los desiertos
    del Sur). Pero el mazal (la estrella) de Maimónides sigue
    a su favor: a pesar de los tejemanejes de sus opositores, es
    nombrado Naguid (ra’is al yahud, jefe de los
    judíos) de todas las comunidades de Egipto. Paralelamente
    a estos acontecimientos, Samuel ben Alí, director de la
    madrasa (escuela
    islámica) de Bagdad, se dedicó a perseguir a
    Maimónides en el campo de la filosofía religiosa,
    buscando contradecirlo, sin lograr más resultados que
    acrecentar la fama y autoridad del
    RaMBaM.

    El 13 de diciembre (20 de tevet) de 1204, muere
    Maimónides y es sepultado en Tiberiades y llorado por
    judíos y musulmanes. En su lápida, alguien
    escribió: Mi Mosé le Mosé, lo hayá
    ke Mosé
    (de Moisés a Moisés no ha
    existido otro Moisés).

    Su
    importancia
    .

    ¿Pero donde radica la importancia de
    Maimónides para que el mundo de su época estuviera
    tan atento a él? En 70 años de vida, el RaMBaM
    escribió obras filosóficas, médicas,
    matemáticas y religiosas de enorme calibre para el
    desarrollo del
    pensamiento.
    Sólo en el aspecto religioso, Maimónides es el
    pensador judío más citado por los pensadores
    escolásticos, quienes conocieron parte de su obra al ser
    traducida al latín por la familia Tibbón. Guillermo
    de Auvernia, Alejandro de Hales, Nigerio de Bravante, san Alberto
    Magno y santo Tomás de
    Aquino lo mencionan frecuentemente y discuten sus doctrinas
    metafísicas, llegando incluso a experimentar el influjo y
    aprovechar las aportaciones de Rabbí Moyses
    Iudaeus
    , como lo llaman. Salvo el Antiguo Testamento (Tanaj),
    ninguna obra influyó tanto, en lo que se refiera a la
    literatura
    hebrea, en santo Tomás, como la de Moisés el
    egipcio…que se firmaba Moshé ben Maimón, el
    sefardí.

    Por la claridad y la concisión, por la
    temática y la universalidad, los libros de
    Maimónides, al sumarlos en su totalidad, parecieran haber
    sido escritos por varios sabios. "Son tantas las obras y tal su profundidad que
    sólo una mentalidad de extrema lucidez, amplitud y vigor
    de inteligencia,
    diafanidad en la exposición
    grandiosidad y armonía en la construcción ideológica,
    universalidad en el saber, ahondamiento y rigor
    científico, como la de Maimónides lo pudo
    conseguir: no en vano su incidencia en el pensamiento lo valora
    como la figura de mayor relieve en
    todo el judaísmo post-bíblico y una de las
    más claras inteligencias que ha producido la
    humanidad", dice David Gonzalo Maeso, traductor al
    castellano de
    La Guía de Perplejos, la obra de mayor
    importancia del RaMBaM.

    La obra de Maimónides va desde lo simple a lo
    complejo, desde lo cotidiano hasta lo más intrincado de la
    metafísica. La obra del RaMBaM no excluye a
    nadie, está escrita para gente sencilla y para grandes
    intelectuales.
    Por esto no es extraño encontrar libros como la
    Aquedá (poesía sagrada), Aní
    Mazkir
    (Yo recuerdo) o escritos sobre matemáticas y
    astronomía como Hesbón ha-Ibur (Tratado
    sobre el calendario, literalmente Cálculo de
    la intercalación) donde hace relación a
    Molad (la luna nueva) y a las Taufot (estaciones) o
    tratados
    filosóficos como Millot ha-Higgaión
    (términos lógicos), Ma’amar tehiat
    ha-Metim
    (tratado de la resurrección de los muertos),
    además de pequeños compendios de corte
    psicológico y psiquiátrico.

    En lo tocante a Medicina, Moshé ben Maimón
    escribió el Séfer ha-Qaséret (libro
    del asma),
    Hanhagat ha-Beriut (régimen de la salud), Al ha-Misgal
    (en árabe Fi’al-yama’a, comercio
    sexual), Harkabat ha-Refuot (composición de los
    medicamentos), Perush ha-pirké abrujat (comentarios
    a los aforismos de Hipócrates), Pirké
    Mosé
    (sus aforismos, la obra médica más
    importante de Maimóides, traducida al latín) y
    otros como los comentarios sobre Galeno y las respuestas
    médicas de inmediato, las causas de las enfermedades y su
    curación, y los cánones de la parte práctica
    de la medicina.

    En religión, su obra es
    más densa y amplia: escribe la Iggeret Temán
    (epístola del Sur), coocida también como
    Petáh Tikvá (La puerta de la esperanza), las
    Iggarot la-maor ha-gadol (cartas a la
    Luz grande),
    Kitab al-faríd (el libro de los preceptos. En
    hebreo, séfer ha-Mitzvot), y sus dos obras
    más grandes: Mishné Torá
    (repetición de la ley), conocida
    también como Yad Hazaká (la mano fuerte),
    que contiene los Shelosh Assará jikarim (los trece
    artículos de fe). Y Moré nebujim, una obra
    enorme donde la filosofía de Aristóteles se une a
    la Biblia en un intento por compaginar la razón con la
    creencia. De otros varios libros, hay datos:
    Ahabá (el amor),
    Tshuvá ha-Golá (respuesta del destierro),
    Tratado del conocimiento de D-s por medio de sus criaturas y
    otros.

    El trabajo de
    Maimóides debió de ser agotador pues, mientras
    escribía, nunca detuvo su trabajo como médico y
    consejero. O sea que lo intelectual se mantuvo unido a los
    práctico, a la vida del afuera y a las pequeñas
    cosas.

    Moshé ben Maimón siempre firmó como
    el sefardí (el español),
    poniendo de relieve su origen hispánico: sus
    raíces, el descender de judíos que vivían
    allí desde hacía más de diez siglos. Y su
    obra, a pesar de estar escrita en árabe y en hebreo, tiene
    en su redacción el halo judeo-español de la
    explicación clara y concisa.

    LA SEGUNDA
    TORÁ (2)

    "Cuando muere un sabio en Sevilla y se
    quieren vender sus libros, se llevan a Córdoba".
    Averroes

    Sin lugar a dudas, Maimónides fue producto del
    medio cultural en el que vivió sus primeros años y
    del que se nutrió a través de su padre.
    Córdoba fue el gran centro hebreo de la Edad Media y
    allí se desarrolló lo judíos con más
    altura que el Toledo o Granada. En Córdoba descollaron
    sabios de la talla de Hasday Ibn Saprut, Menahem ben
    Saruq
    y Dunash ben Labrat, todos ellos exegetas,
    gramáticos y targunim (traductores y comentadores de la
    Biblia).

    A Moshé ben Maimón, seguramente, le fueron
    inculcadas las cualidades que deben adornar a un maestro, de
    acuerdo con la escuela de Córdoba: saber gramática, poesía, filosofía
    y todas las formas de la ciencia,
    además de conocer hebreo, Tanaj (Biblia), Mishná
    (ley oral) y Talmud (comentarios, interpretación y legislación). De
    acuerdo con lo que se encuentra en la obra de Maimónides,
    todas estas cualidades se cumplen en él muy
    abundantemente.

    Mishné Torá.

    Según los cabalistas, diez es el número de
    D-s, pues diez es igual a 1 y 0, o sea a 1+ 0=1 y D-s es
    único. Diez se necesitan para conformar un minián
    en una sinagoga (minián es el número imprescindible
    de personas para llevar a cabo un rezo). Diez años fue el
    tiempo que Maimónides empleó para escribir la
    Mishné Torá (la segunda Torá o
    repetición de la ley).

    En la segunda mitad del siglo II de esta era, Yehuda
    Ha-Nasí
    (el
    príncipe) había hecho copiar la
    Mishná ( La ley Oral), reuniendo en un solo texto
    una ampliación concisa y detallada del cumplimiento y
    aplicación de la legislación mosáica. Esta
    obra, en la que participan varios sabios y que da origen al
    hebreo mishnáico, es la base del Talmud Bablí y del
    de Jerusalén. Maimónides, ejecuta una tarea
    similar, pero esta vez codificando de manera simple y sencilla
    todo ese sistema complejo
    de leyes que se
    hallaba disperso en medio de comentarios e interpretaciones a lo
    largo del Talmud.

    "Todas las leyes entregadas a
    Moisés en el SINAB fueron otorgadas con su significado",
    dice Maimónides en la introducción. Luego, dejando establecida la
    historia de la
    tradición, concluye: "En estos tiempos las tribulaciones
    se han vuelto agobiantes y la sabiduría de nuestros
    eruditos se ha desvanecido.Por lotanto, todos los comentarios de
    los Gaoním (sabios)se han hecho difíciles e
    comprender, sin hablar del propio Talmud que reclama un vasto
    conociiento, sabiduría y mucho tiempo para la
    investigacón. Por lo tanto yo, Moisés ben
    Maimón
    , con la confianza puesta en D-s, he estudiado
    todos estos libros y determinado a preparar un claro resumen de
    todas las obras a fin de que toda la Torá oral quede
    claramente ordenada para cada uno sin discusión del
    debate. En
    suma, es mi propósito que de aquí en adelante nadie
    deba consultar ninguna obra, con referencia a la ley de Israel,
    que ésta, que siendo un compendio de la Torá ral
    completa, la he titulado Mishné Torá ya que,
    de ahora en adelante cualquiera que lea primero la Torá
    escrita y luego esta obra, sabrá la Torá Oral
    completa y no necesitará leer otra obra".
    Esta afirmación lo llevó a que fuera tildado
    de herético ya que daba a entender que había que
    prescindir del Talmud o que de todas maneras éste ya no
    era necesario. En la Francia
    medieval, por ejemplo, se hizo una quema pública de sus
    libros . pero al fin, el tiempo y los estudiosos lograron
    reivindicarlo.

    La Mishné Torá consta de catorce
    tratados escritos en hebreo, precedidos del Kitab al-Siray
    (libro de la elucidación), escrito en árabe, donde
    hace un comentario a la Mishná. En hebreo, Yad
    (mano), también equivale a catorce, de aquí que los
    catorce libros recibieran el nombre de Mano Fuerte (Yad
    Hazacá).

    El orden establecido por Maimónides en este libro
    es el siguiente: 1. Teoría
    de la religión. 2. El amor de D-s. 3. Fiestas
    litúrgicas. 4. Las mujeres. 5. La Santidad de las
    Costumbres. 6. Formas ceremoniales. 7. Productos de
    la tierra. 8. El
    culto. 9. Clases de sacrificio. 10. Pureza legal. 11. Delitos. 12.
    Contratos. 13.
    Juicios. 14. Jueces. Suele llamarse también a la totalidad
    de la Misjné Torá, con el nombre de Séfer
    Maddá
    (libro de la convicción
    –conocimiento- religiosa).

    En la Mishné Torá,
    Maimónides determina los trece principios
    fundamentales que establecen la esencia de la religión
    judía: 1. D-s es el creador y director de todo lo que
    existe. 2. D-s es uno. 3. D-s no es cuerpo ni cabe atribuirle
    ninguna forma corporal; no puede ser concebido con los sentidos sino
    con la razón. 4. D-s es sempiterno. 5. Sólo a
    Él y no a otro conviene dirigir nuestras oraciones. 6.
    Todas las palabras de los profetas son verídicas. 7. La
    profecía de Moisés es verídica, habiendo
    sido él el mayor de los profetas. 8. La Torá ha
    sido entregada a Moisés por D-s. 9. Esta ley no
    será jamás sustituida por otra. 10. D-s conoce
    todos los pensamientos y las obras del hombre. 11.
    D-s recompensa las buenas acciones y
    castiga las malas. 12. Aunque demore, vendrá el
    Mesías. 13. D-s hará resucitar a los muertos.
    Maimónides establece que son también que son 613
    los preceptos, 248 los afirmativos y 365 los prohibitivos. Y no
    611, como sostienen losd que sumando las letras de la palabra
    Torá (tav = 400, vav = 6, resh = 200 y hei = 5) obtienen
    esta cifra.

    A lo largo de la Mishné Torá,
    Maimónides llama al arrepentimiento, a las sanas
    costumbres y al estudio. El total de tratadosde la Mishné
    Torá es de 83.

    Graetz, al gran historiador judío, al referirse a
    este código,
    dice: "Puede asegurarse
    resueltamente que Maimónides ha creado un nuevo Talmud.
    Sin duda alguna, los elementos siguen siendo los mismos: se
    conoce su origen, el momento de su producción, su distribución primitiva, pero la forma
    superior que el autor le ha dado lo hace aparecer bajo una nueva
    luz; toda superficialidad, toda amplificación ha
    desaparecido: sólo queda el fondo sencillo, claro,
    fácilmente comprensible".

    Seset Benveniste, autor de aquella época y debido
    al éxito
    alcanzado en España por la Mishné Torá,
    escribe: "Antes de la
    aparición de este libro no había quien supiese
    formular los resultados de las largas y fastidiosas discusiones
    del Talmud y de Al Fasí; el código de
    Maimónides, con su estilo claro, su ordenación
    admirable, hizo luz a los ojos de todos; la elevada moralidad que
    la obra exhala no hizo sino aumentar su prestigio: todos la
    estudiaban, la copiaban, se penetraban de ella; se
    aprendió a juzgar las cuestiones y a verificar las
    sentencias de los jueces, cosa desconocida asta entonces".
    Con relación a esto, vale la pena anotar que en la
    edad media y en el mundo musulmán, las comunidades
    judías tenían sus propios jueces y autoridades y el
    judío que cometiera algún delito o
    trasgrediera alguna ley, debía ser juzgado por sus propias
    leyes. Las kehilot (comunidades hebreas) sólo
    cumplían con pagar sus tributos al
    califa o al rey. De aquí la tremenda importancia que
    cobró Maimónides en su tiempo, en el que
    había ciudades completamente judías como Lucena (en
    tiempos de Mahoma también existió la ciudad de
    Medina) o sectores de grandes urbes: "aquí termina
    Córdoba y comienza la bab Al-Yahud (la puerta de los
    judíos).

    A lo anterior habría que agregar que la gran
    cantidad de Se’elot u-tesuvot ve-ha-Iggerot
    (preguntas, respuestas y cartas), a Maimónides se lo
    requería de todoslos lugares y se le consultaba sobre toda
    clase de
    dudas. No es pues extraño que la Mishné Torá
    sea seguida por el Moré Nebujim (la guía de
    los dubitantes o perplejos).

    MORÉ
    NEBUJÍM O GUÍA DE PERPLEJOS (3).

    Para cristianos, musulmanes y judíos, la
    Guía de perplejos (o de dubitantes) es la obra por
    excelencia de Maimónides. Este libro, escrito en
    árabe con el nombre de Dalalat al-ha’irin y
    traducida al hebreo por Samuel Ibn Tibbón como
    Moré Nebujim, fue conocida en la Europa medieval
    bajo el título de Dux Neutrorum sive Dubiorum. Y
    todos los pensadores medievales que precedieron a
    Maimónides estudiaron y discutieron el libro: hasta
    entonces nunca nadie había buscado la reunión de
    las doctrinas aristotélicas con la Biblia y la fe con la
    razón, como lo hizo el RaMBaM.

    En sus orígenes, Maimónides
    escribió el Moré Nebujim para dar
    contestación a las preguntas que le hiciera su alumno,
    José Inb Ajnín, sobre los postulados de
    Aristóteles y los principios fundamentales de la
    Torá: si el mundo era eterno –según el
    filósofo griego-, porqué en Bereshit (el
    Génesis) decía que D-s había creado el
    mundo.

    La Guía de Perplejos se caracteriza el racionalismo
    que Maimónides había heredado de Saadía
    ben Yosef al-Fayummi
    , pensador judío que había
    nacido en Egipto a finales del siglo X. Saadía tradujo el
    Tanaj (Antiguo testamento) al árabe (Tafsir),
    escribió un diccionario
    poético de la lengua hebrea
    al que llamó Agrom (el Colector),
    racionalizó muchas halajot (legislaciones) e hizo un
    comentario al Séfer Yetzirá (el libro de la
    creación) y cerró su obra, por demásextensa,
    con el al-amanot u-al Itijdat (libro de las Creencias y
    los Dogmas, en hebreo Séfer ha-emunot ve ha-deot).
    Así que para el correcto análisis de La Guía de Perplejos se
    hace necesario conocer el pensamiento de Saadía Gaon (el
    sabio), que es el fundamento del texto y a la vez el camino que
    recorre la obra.

    Maimónides, que conoció a
    Aristóteles por las traducciones que de él hizo
    Avicena a la lengua árabe, aclara que ha escrito el
    Moré Nebujim no para instruir a las masas ni como
    texto para los filósofos principiantes sino que va
    dirigido al pensador religioso y bien preparado tanto en la
    Torá como en la filosofía, que se halla confuso
    (perplejo) e inclinado a sentir que… "Si él está guiado por la razón
    posiblemente deba rechazar ciertos términos (de la
    Torá) tal como él los entiende y puede pensar que
    él ha rechazado los fundamentos de la Torá.
    Entonces, al negarse a seguir la razón y al volverle la
    espalda, descubre que ha actuado contra su integridad
    intelectual". No es extraño que paralelo a
    esta obra, Maimónides haya escrito el libro de medicina
    conocido como Ma’amar ha-Nijbod (tratado valioso de
    los venenos y sus antídotos).

    La tarea de Maimónides implica un nuevo enfoque
    distinto de aquel que la Escritura
    tiene y que lleva a la confusión (a la perplejidad) si se
    lo toma literalmente, pero que cede a la interpretación
    simbólica. Así, La Guía de Perplejos no
    está diseñado simplemente para controlar el
    proceso de
    erosión
    de la fe, es más, no está dirigido a aquellos que
    no dudan de su creencia, sino a todos los que se llenan de
    incertidumbres cuando al estudiar la filosofía se
    cuestionan sobre lo que creen en términos religiosos.
    Maimónides congratula a los que están comprometidos
    en la búsqueda de la razón y beben ansiosamente del
    conocimiento universal. Para explicar su punto de vista, crea la
    siguiente parábola: " Hay un
    gran rey, D-s, que mora en un palacio en el centro mismo de la
    ciudad. Algunos e sus súbditos no viven en la ciudad sino
    en el campo. Están lejos de la ciudad, sin D-s, sin fe ni
    pensamiento. Su figura puede ser humana, pero en realidad no son
    más que los simios. Desde este nivel seudo-humano puede
    uno legar a la ciudad con la esperanza de ver eventualmente al
    rey. Pero la ciudad ofrece también dos caminos: algunos de
    sus habitantes no han visto jamás al rey, pues siempre han
    vivido de espaldas. Estos, los que si bien piensan, tienen
    conceptos falsos, se mueven en dirección equivocada y caen en el error.
    Otros, se han propuesto alcanzar el palacio. Esta es la gente que
    se une a la Torá y cumple sus mandamientos, pero ha
    permanecido en la ignorancia. Un grupo menor ha
    llegado al palacio y lo rodea para encontrar la entrada. Hasta
    los estudiosos verdaderos del Talmud pueden pertenecer a este
    grupo: se empeñan sin llegar a los fundamentos de la fe.
    Así mismo, los matemáticos y los lógicos se
    pueden encontrar entre estos elementos; también ellos
    permanecen al margen del conocimiento real. Unos pocos han
    penetrado en los jardines del palacio y han avanzado al interior
    de sus recintos. Son los que buscan las raíces de la fe,
    los estudiosos de las obras trascendentales, las mentalidades
    críticas. Aquellos que han alcanzado a percibir los
    límites
    de la capacidad humana, han llegado a la sala central. La
    razón los guía en las cuestiones divinas y la
    teología es su ocupación. Los grandes sabios de
    Israel pertenecen a este grupo. Quien haya cubiertos todos estos
    pasos y sea capaz de dedicarse por entero a la
    contemplación intelectual de D-s, quien estudie la
    naturaleza
    para encontrarlo a Él en su ordenamiento, ese será
    el hombre que alcance la cámara del rey. Este es el rango
    del profeta".

    Para Maimónides la profecía está
    antecedida por la filosofía y sólo el
    filósofo está preparado para ser profeta: nadie se
    convierte en profeta de la noche a la mañana, antes debe
    ser filósofo y viajar tan lejos como humanamente le sea
    posible en el
    conocimiento de D-s. El rango de filósofo es inferior
    al de profeta, pero está colocado en lo más alto de
    la escala de los
    logros de la humanidad. Su tarea es aplicar la razón al
    concepto total
    de D-s.

    En el Moré Nebujim D-s no es uno, es
    único. Uno es un concepto creado por el hombre y D-s no se
    puede establecer a través de las concepciones de los
    hombres. De aquí que no se pueda decir que D-s es bueno,
    pues la bondad es una característica humana. Se debe
    decir, D-s no es malo. Maimónides, enemigo del
    antropoformismo, establece que a D-s se llega a través de
    los atributos negativos. D-s no es finito, D-s no es vengativo,
    Él no es como nada que podamos conocer.

    Allí donde Aristóteles sostiene que el
    mundo no puede haber sido creado en un tiempo determinado porque
    crear de la nada es imposible, Maimónides responde que la
    creación es un acto incontestable y puede ser probado
    filosóficamente: el tiempo no es aplicable a D-s porque
    antes de que D-s creara, el tiempo no existía. Todo lo
    demás ha de ser resultado de la
    creación.

    El libre albedrío del hombre, lo dilucida
    Maimónides de esta manera: podemos estar seguros, no
    obstante, de que somos libres. D-s vela sobre toda su
    creación y no interfiere sobre la naturaleza porque
    Él la ha construido en el marco de las leyes que la
    llevarán siempre en la dirección correcta. Al
    hombre, en cambio, lo
    dotó de libertad y con
    ella de las necesarias advertencias para ayudarle a encontrar el
    camino justo. La providencia divina actúa en la intimidad
    del hombre.

    Con Maimónides nace la interpretación
    histórica, pues al enfrentarse a muchos aspectos de la
    Biblia, sobre todo a lo relacionado con la legislación,
    determina que la Torá se ciñó a las
    costumbres de la época, suavizándolas o
    enfrentándolas dentro de un marco de comprensión
    para todos. Maimónides, habla de verdades absolutas (D-s
    es único y de Él depende todo lo creado) y verdades
    necesarias (no matar, no robar, no desear los bienes
    ajenos), que servirán para el buen funcionamiento de la
    sociedad.

    Para Moshé ben Maimón, la castidad es un
    principio fundamental e la vida del filósofo y del
    profeta. La razón escapa a todos los sentidos cuando se
    involucra en la búsqueda de D-s. Algunos autores sostienen
    que la defensa que Maimónides hace de la continencia
    sexual se debe a que buscó atacar la idea de profeta que
    se había endilgado Mahoma, quien desde el momento de estar
    ejerciendo su profecía se convirtió en un
    hiperactivo sexual.

    La razón puede estar acorde con la creencia, es
    más, la filosofía es necesaria para establecer
    cuáles son los caminos que se necesitan para llegar a D-s
    y a la interpretación de los símbolos que contiene la Torá: este
    es el principio básico del Moré Nebujim, la
    obra determinante de Maimónides que, debido a la
    permanencia de sus criterios, se ajusta completamente a los
    tiempos modernos. Nada de lo que Dios es está en
    desacuerdo con la razón, sólo se necesita encontrar
    el camino correcto para determinar qué es lo que D-s es.
    Al conocer a D-s se conoce todo el orden de su
    creación.

    CONCLUSIÓN:
    DE MOISÉS HASTA MOISÉS (4).

    Mi Moshé le Moshé, lo hayá ke
    Moshé
    (De Moisés –el bíblico-
    hasta Moisés –Maimónides-, no hubo otro como
    Moisés).

    Nunca se supo quién escribió esta frase
    sobre la tumba de RaMBaM, lo cierto fue que definió la
    importancia de Maimónides dentro el mundo de su tiempo y
    épocas posteriores. Y aunque después de muerto, y
    durante casi un siglo, el pensamiento maimonidiano fue
    considerado herético y peligroso y sus obras se quemaron
    públicamente en las plazas de las aljamas
    (juderías), los seguidores de Moshé ben
    Maimón lograron reivindicarlo frente a todos los ataques y
    su obra, luego de intensos cuestionamientos, entró a
    participar del grupo de guías fundamentales que rigen al
    pensamiento humano.

    Y si bien es cierto que la historia ya le había
    asignado a Maimónides un destacado lugar como
    médico (se lo considera uno de los padres de la medicina
    moderna e incluso de la psiquiatría), es su pensamiento
    filosófico el que lo convierte en maestro y director, lo
    primero de las masas, lo segundo de los intelectuales. En la
    Mishné Torá codifica lo que el pueblo debe creer y
    la manera como debe legislar. En el Moré Nebujim,
    establece para las grandes inteligencias la manera de conciliar
    la fe con la razón y los puntos de apoyo que brinda la
    filosofía para entender mejor la
    revelación.

    Maimónides, con La Guía de
    Perplejos
    (Moré Nebujim) determina los puntos de
    unión entre la filosofía aristotélica y la
    concepción de D-s y el mundo establecida en la Biblia (en
    la Torá, en la ley). Estos principios del RaMBaM van a ser
    estudiados muy a fondo por la Escolástica, especialmente
    por el doctor angélico (santo Tomás de Aquino), el
    cual el varias partes de su obra (la Summa Teológica), al
    entrar en los terrenos de la metafísica, va a fundamentar
    sus conclusiones citando a Rabí Moysés Iudaeus
    (Maimónides). De igual manera, el pensamiento de
    Maimónides va a servir de principio de discusión en
    la obra de Averroes, el gran filósofo hispano-musulman.
    Esta incidencia en el pensamiento católico y
    musulmán tiene una sola razón: D-s. La gran
    conclusión del Moré Nebujim es una: si se
    guía bien a la razón, se llega al conocimiento de
    D-s. El orden del mundo determina la comprensión de lo
    divino y el mundo es porque D-s es.

    Cuando Maimónides se refiere a amor a D-s,
    está aseverando que el hombre puede y debe vivir en la
    idea de D-s y para estar en D-s se hace necesario usar la
    inteligencia para entender y concatenar cada uno de los pasos que
    conducen a lo único, a lo no divisible, esto que no es
    nada de lo que el ser humano es. Para Moshé ben
    Maimón la oración no estriba en pedir, pues D-s le
    ha dado al hombre todas las oportunidades para que se realice en
    sí mismo. Orar es entrar en el conocimiento de D-s, es
    vivenciar, a través de la razón, las dimensiones
    por las que el pensamiento pasa para llegar a D-s sin dejar de
    conocer al mundo.

    D-s permite el arrepentimiento, pero es un
    arrepentimiento donde el perdón se traduce en una segunda
    oportunidad que se le da al hombre para que éste se
    realice en aquello sobre lo cual pecó, recuperando
    así la calma necesaria: con el pecado, la inteligencia
    humana se nubla y capacidad de filosofar se anula, lo que lleva a
    perder, en gran manera, el conocimiento que hasta ese momento se
    había adquirido de D-s.

    Para Moshé be Maimón, D-s es único,
    pero esta unicidad trasciende más allá de la
    concepción que de lo uno tiene el hombre. Como
    Aristóteles, Maimónides propone la disciplina
    matemática
    para fortalecer la inteligencia y así templar el
    pensamiento frente a la capacidad de asombro, que en un momento
    dado puede desviar la atención y conducir a la perplejidad: un
    hombre está perplejo cuando se enfrenta a dos razones y no
    sabe qué camino tomar pues su propia razón lo
    lleva, casi, a dejar a un lado una sin saber a ciencia cierta si
    la que deja es más fuerte y real que la que optó
    para si. Entonces, para no caer en la duda práctica, en el
    perplejismo, el hombre debe abolir las pasiones para entrar,
    así, en estado puro,
    al mundo de la razón que empieza en la filosofía y
    termina (para el pensamiento humano) en la revelación de
    lo único.

    D-s, pues, es la constante en la obra de
    Maimónides. Y este deseo de encontrarse con lo divino a
    través del entendimiento se da en plena edad media. No es
    justo que algunos historiadores, no se sabe por qué o
    quizás debido a su miopía eurocentrista, hablen de
    ese período de la historia como de un tiempo de
    oscurantismo. Si bien Europa pasaba por un periodo de
    confusión, se estaba conformando, no sucedía
    así en la cuenca del Mediterráneo donde
    Aristóteles y demás pensadores griegos eran
    traducidos al árabe y al hebreo para ser asimilados de
    inmediato por el racionalismo judío, producto de las
    discusiones talmúdicas y de la estructuración al
    pensamiento que se daba en las juderías españolas,
    especialmente en las ciudades de Córdoba, Toledo y
    Granada.

    En Maimónides se amplía y resume toda la
    filosofía judía e incluso se detiene por mucho
    tiempo para renacer cuatro siglos después en Baruj Spinoza
    quien, según León Roth, allí donde Spinoza
    se apartaba de Descartes,
    encontraba a Maimónides. Del RaMBaM aprendió
    Spinoza a rechazar el antropoformismo cuando se trata de entender
    a la divinidad. De Maimónides aprendió tambien que
    D-s es causa primera y única en la esencia de las cosas,
    tanto como de su existencia. En Maimónides hay un
    antecedente de la identificación spinoziana de voluntad y
    entendimiento. Y en Maimónides hay un antecedente,
    también, de la concepción de Spinoza según
    la cual el orden y la conexión de las ideas es el mismo
    que el orden y la conexión de las cosas. La doctrina de
    Spinoza sobre la eternidad del alma es
    semejante a la de Maimónides sobre la
    inmortalidad.

    El Moré Nebujim es un principio que no se detiene
    y que, al igual que el sentimiento de Moshé ben
    Maimón, es una razón lógica
    para llegar a D-s mediante el entendimiento.

    A manera de colofón: Maimónides
    rechazó el oro pues
    consideró que en este metal todas las pasiones y los
    sinsentidos, el desconocimiento de D-s y la cultura del
    desprecio. Y con base en esta idea, le dio todo el poder a la
    plata, elemento noble y frío como la razón, que
    apenas si se debe tallar para que no pierda nada de su
    composición.

    En la tumba de Maimónides, una frase: Mi
    Moshé le Moshé, lo hayá ke
    Moshé.

     

     

    Autor:

    José Guillermo Ánjel R.

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